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Año IX MADRID, JULIO 1916 Núm. 96

ORCANO OFICIAL DE LOS COLEGIOS UNIDOS

Se publica la primera decena de cada mes

O1ReCTOR D. enrique Quiíada \)i!lapadierna

PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN

A los Colo¡rfo. uDldo., 15 ch. Diimero.-.uscrlpeloDea IDdivIduales,lIadrld y E><traDJero, 3 ptaa. a60proviuclaa, 2,50. Número auelto, 25 céDta. Pallo aDtlclpado.

SUMARIO

Velada artística. En pro de un recurso, por. donEnrique Quijada.VilIapadierDl.-EI intrusismoen la clase de practicantes, por D. EnriqueQ. Villapadierna.-Actualidad, por D. Leonar·do Sánchez.-Cumpliendo un ofrecimiento, porD. C. Morales.-Cultura individual por D. Enri·que Rojas.-Montepio general de Practicantes.Noticias. -Sección científica. - Administración.

VELADA ARTÍSTICA

En pro de un recursoEn breve ha de celebrarse una velada artística

en el local que ocupa nuestro domicilio ~ocial:

Para que tal propósito pueda llevarse á cabo hancolaborado á una valiosos elementos del Colegiode Madrid. Para su mayor esplendor han soliocitado también el auxilio de distinguidas seño­ritas, que, gustosas, se han prestado á adherirse,poniendo á disposición' de la Junta sus aficionesartísticas. Y la velada tendrá lugar.

Acaso sea este hecho, por su género, por suíndole y por sus causas, una excepción. Es cosotumbre en la época actual, para subvenir á cier·tas necesidades sociales. buscar un motivo que,mediante el aliciente que siempre proporcionauna fiesta en mayor ó menor escala, facilite losmedios para subvenir también á una necesidad

social.Yo he reputado y reputaré siempre esto ceno

surable. Por lo general. los motivos que inducen

siempre á estas congregaciones de fiestas son mo·tivados por la «caridad».

La «caridad», lindo ropaje con que se disfrazasiempre el egoísmo humano; bella figura que adorona con harapos de precio un cuerpo corrompido.La sociead no da nada por nada, es egoísta, esmezquina. Constantemente estamos viendo la se­rie de fiestas que para tender á remediar las Id­

cerías de la especie humana prodiga á granella buena sociedad. Sin la diversión de los ricos,el remedio de la miseria de los pobres no existi.ría. Y á esto le llamamos una civilización. Ci­vilización, sí; pero corrompida y corroída porun gérmen ha largo tiempo mortal, que ya nobasta á encubrir ni la hipocresía ni la religión. Yes que la caridad no debe existir, no tiene ra·zón de existir. Efl un régimen de equidad y dejusticia, donde cada cual hallara en su trabajolos medios suficientes para atender á sus nece­sidades, donde cada cual tuviese arma disponi.ble para la lucha la caridad no existiría. ¿ Porqué existe? Pues existe porque hay desvalidos.¿ y por qué hay desvalidos? Porque hay miseria.¿y por qué hay miseria? Porque no la produc.ción de riqueza, sino la distribución de ésta mis­ma riqueza, es una ilegalidad.

Pero este mismo estado de cosas es un belloincentivo para que las clases adineradas luzcansus esplendideces; y como en éstas radica el gér­men de lo que llamamos civilización, y son pre·potentes, sus ideas, más bien, sus aficiones do·minan y triunfan. Y ¿hay algo más absurdo queesto? ¿Hay algo más repugnante que-ya queen atencion á los regímenes á que nos hallamos

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sometidos. tenga que albergarse entre nosotrosesto que llamamos «caridad» y. desgraciadamen­te, que haya quien tenga que recibirla-esta obra,que ante los ojos de la conciencia sería ennoble­cedora. tenga que mixtificarse y adulterarse bus­cando para su realización un motivo. á veces deorgía y de desenfreno ? Tal como la caridad seejerce. el desenfreno de unas horas de placer essu precio. j Linda acción ante los ojos de unaProvidencia!

Pero por eso decía al comienzo de estas líneasque era este hecho, por su género. por su ín­dole y por sus causas. una excepción.

Porque el producto de esta velada no es paraejercitar una acción meritoria. por muy alta ypor muy noble que ésta sea, sino para ejer­citar un acto de justicia, para hacer que pr~valezcaun derecho. para hacer que se remedie un mal. Yéste es deber de todo ciudadano. ¿ Y qué cosamás justa que cuando el daño se infiere, no á unindividuo, sino á una persona social, á una per­sona colectiva, si esa persona colectiva no tienemedios suficientes para hacer que se reivindiquelo que es suyo. que se congregue y se auna pararecabar los fondos necesarios á este fin? Altoejemplo de caridad es el que da el Colegio dePracticantes de Madrid en esta ocasión. Por eso,á su voz han respondido. unáni'mes, todos susmiembros. Y han respondido Sin vacilación, Sin

-dudas, sin condiciones.

y este hecho, no por lo que es en sí mismo,sino por lo que representa, ofrece una importan­cia que no se ocultará ante los ojos de ningúncompañero. Ofrece, juntamente con otrq ante­rior-la proposición del señor Barahona de abrirun curso para ilustración á individuos de la cla­se-la importancia de ser un acto. no una prome­sa; de ser un hecho, no una disquisición verbal;de ser una realidad, no una ficción. Y si bien esverdad que la teoría ha de preceder á la prácti­ca, el trazado del plan á la exposición sistemá­tica de las materias. el método á la forma de suinvestigación. y en todos los órdenes del pensa­miento y de la actividad humanoos, las ideas alejercicio práctico de nuestra voluntad, nosotroshemos comenazdo ya á llevar-saliéndonos delterreno de las hipótesis-á la realidad las ideasque encarnaron en nuestro pensamiento.

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Terminamos el período de propaganda y en­tramos en el período de acción. Y ¿quién puededudar que esto es un gran paso ? Ved. por tanto,aquí coorroborado lo que yo tantas veces os heanunciado: que la unión para una acción comúnproduciría sus frutos. Me parece que no me heequivocado. La profecía empieza á cumplirse,porque algo práctico vamos á hacer ya en prove-cho de nuestros intereses. .

A la realización de este propósito cada cualaportó aquello que encajaba más dentro de susfacultades. Y como de velada artística se trata,diremos d'e su arte . Ved aquí cómo los impulsosde un mismo deseo. cuando los individuos estánenlazados por una misma idea y persiguen, porconsiguiente. un mismo fin, modestos practican­tes se convierten en actores, en pintores., en poe­tas. en escritores. Quien tal hace merece y mere­cerá siempre nuestros plácemes.

y llegará un día en que, al reivindicar nuestrosderechos y gozar nuestra clase de aquel influjo,que por el hecho de ser persona colectiva le co­rresponde en la vida social, este suceso, que talresultado produjo, habrá sido la primer piedrapara el edificio de nuestra restauración; pie­dra bendita, tallada con nuestro trabajo y nues­tra asiduidad, que será el mayor galardón que ácuantos nos cupo la honra de tomar parte en es­tas andanzas y contraandanzas, propias de unaépoca de decadencia para nuestra honrada pro­fesión, reserva el porvenir.

Esto me lleva á ser optimista y á pensar en eltriunfo, y dejando volar mi fantasía al través delas ignoradas regiones de un porvenir cercano,yérguese ante mí la esperanza. ataviada con su

más bello ropaje de ilusiones y quimeras, de pro­yectos y de ambiciones die cuanto puede albergarla mente humana en sus momentos de lícito extra­vío espiritual. Percibo días de esplendor paranuestra clase; días de resarcimiento, días de rei­vindicación; y con sus calidades, al través de lasnegruras de una noche que parece eterna. en quese encadena el dolor. la desesperación, la ambi·ción y la muerte, en todos los países de este viejoContinente la veo alzarse, nutrida y satisfecha,

apreciada en sus servicios y colocada. no en el

alto pedestal de sus intereses materiales, sino en

el sencillo que le legó el vejár;nen, el sacr~cio,

la postergación y la injusticia. Así la veo yo, yseguro estoy de que al andar el tiempo, si en eltrabajo y en la honrada exposición de nuestrasideas colaboramos juntos, seremos fuertes y, porconsiguiente. podremos llegar ante las clases di­rectoras no pidiéndoles, sino imponiéndoles nues­tra justa voluntad.

ENRIQUE QUIJADA VILLAPADIERNA

II inlrmilmO ~n la [In~e ~e ~ra[ti[ nnleLo que á la modesta y honrada clase de practi­

cantes de Medicina y Cirugía le viene ocurrien­do es verdaderamente bochornoso é intolerable.

En los exámenes últimamente verificados enSan Carlos han obtenido la calificación de sobre­saliente todas, absolutamente todas las que se hanpresentado á hacer ejercicios de aptitud para laprofesión de enfermeras. j Qué casualidad! ¿ Nohabrá una, ni una sola que no estuviera sólida­mente preparada? Y sobre todo--y esto es lo másextraordinario-Ias facultades espirituales y lacapacidad mental de todas ellas ¿ eran exactas?Hermanas gemelas en cuanto á la estructura psi­cológica se refiere; en cuanto á las facultadesque la integran, de la misma intensidad; hastaen su facultad volitiva eran exactas; cosa aúnmás estupenda, pues parece indicar que todastambién eran iguales en su aspecto fisiológico.i Lindo ramillete para un testero de Ateneo! Sien vez de ser unos exámenes para probar los co­nocimientos de una determinada rama del saberlo hubieran sido para atestiguar la aptitud, paraejercer una profesión, el tribunal se hubiera vis­to perplejo en sus conclusiones; ó hubiera tenidoque crear el Estado tantas plazas como enfermerasó quedar desierta la convocatoria; porque sien­do todas igualmente aptas, el empate fundado so­bre una ley tan inmutable como la impenetrabi­lidad de los cuerpos, que también ésta se da enlas ideas, lo hubiera impedido. Y para decidirel empate hubieran tenido necesidad de exigiruna calidad más, por ejemplo: la que fuese más

guapa.y á propósito de esto dice el decano de la Fa­

cultad: «Han hecho mejores ejercicios y sabenmás que los del sexo contrario».

¿ Pero en qué quedamos? ¿ Son enfermeras óson practicantes?

Bien se echa de ver lo que desde estas mis­mas columnas escribí hace algún tiempo, á raízde haberse dictado la real orden en que se lesconcedió tales atribuciones, que si bien por elnombre iban á ser enfermeras, en la práctica ibaná desempeñar otros menesteres. Y cuando unaclase directora de la sociedad impone tal absur­do y sin facultad lo apadrina, ¿qué decir de suestructura moral?

Contra esto, debemos levantarnos¡ é ~mponer

nuestro derecho, como sea, cueste lo que noscueste. De no hacerlo, no nos extrañará si tras

ésta vienen otras y aun mayores vejaciones.Otro acto de intrusión en nuestro derecho es

el dado por cierta Comunidad de religiosos que,según noticias que hasta mí llegan, ejercen nues­tra profesión en un establecimiento benéfico si­tuado en los Cuatro Caminos, de esta capital.

Con qué facultades, con qué títulos, con quéderecho ejercen esos santos señores tal profesión?Sobre este asunto llamamos la atención del mi­nistro de Instrucción pública, pues es de los quecaen de lleno dentro del Código, que tambiénpara ello tiene su sanción. 0, por lo menos, quenos demuestren en qué títulos ó en qué disposiciónse fundan para ejercer lo que hasta el presentecreíamos que era de nuestra exclusiva compe­tencia. A no ser que nuestra profesión tenga lasmismas aplicaciones que el ungüento amarillo ...Si es así, no decimos nada.

ENRIQUE QUIJADA VILLAPADlERNA

ACTUALIDADHe resistido cuanto me ha sido posible. el

inmiscuirme en el pleito, polémica, ó comoquiera lIamársele, que sostienen los periódicosde Zaragoza y Madrid.

Asunto peligroso y resbaladizo es tratar detal cuestión sin exponerse á que toda la buenafe de uno no sirva para nada y la situación ac­tual, absurda y anárquica, continúe reinando...A pesar de todo, voy á hablar. Puede que al­guien se disguste conmigo, aunque no lo mani­fieste; mas siempre será preferible esto, y si las

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cosas entran por el camino recto, á no extenderindefinidamente esta discusión, en la que nuncase pondrán de acuerdo y si seguirán ocasionan­do graves daños á la clase.

Martos: He aquí la causa de todas estas dis­cusiones baladíes. Martos, el más rebelde detodos nosotros, un día le hicieron abandonar laJunta directiva cuando sólo elogios había quetributar á sus trabajos realizados. Más tarde, unpoco dolorido y asqueado, aislado de todos,comienza una labor periodística en un periódi­co no profesional. Si en este periódico se hu­biese dedicado á defender, sin hiel, nuestra cla­se, Martos se hubiera ganado el respeto de casitodos por su noble actitud.

No lo hizo así. Se entretuvo en contarles álos suscriptores de dicho periódico, que casininguno era practicante, todas nuestras desdi­chas, atacando á diestro y siniestro de errorescometidos, ciertos muchos de ellos, pero cau­sando su campaña penosa impresión en el ánimode los que saben lo difícil que ha sido el llegará la modesta organización que poseernos. Si­guió después con su campaña á favor de la se­paración de la Junta central de la directiva delColegio de Madrid, cosa que con él defendi­mos unos cuantos con el mayor convencimientoen la asamblea de 1912. Aquí vais á decir al­guno que estas líneas os van pareciendo un ar­tículo pro Martos. No, compañeros, .no. Es unartículo lleno de sinceridad; nada más que eso.

Corno yo conozco mucho la psicología deMartos, sé que su penetración y sagacidad sonilimitadas, y por eso le pregunto: ¿ Es útil parala profesión la labor de un. solo compañero enun periódico no profesional que casi nadie lee­mos? Maftos replicará que nuestros periódicos.llenos de quejas, tampoco los lee nadie másque nosotros; es decir, menos aún que El In­dependiente. Yo veo que entre el suyo y losnuestros hay muy poca diferencia en lo que serefiere á circulación; pero nuestras revistas tie­nen el noble blasón de pertenecer á nuestroscolegios, y varios de sus artículos son entrevis­tas oficiales realizadas con los Poderes públi­cos. Así es que yo he creído siempre que sulabor era completamente estéril, aun en el casode haberla realizado sin censurar á nadie.

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En el pleito de las enfermeras Martos haperdido completamente los papeles de la una­nimidad, y además se los ha. hecho perder ámis buenos amigos y paisanos de Zaragoza.

Hágase el milagro y hágalo el diablo.Si la actual Directiva, interpretando el senil·

do común, que está por encima de todos los de­talles nimios de tramitación que Martos exponecorno poderosos argumentos de que ésta haobrado mal no consultando á los colegios, harecurrido á los Tribunales de justicia con elfin de defender nuestros intereses, puestos enevidencia descaradamente por un político tontode remate, ¿por qué razón no hemos de ayu­darla y secundarla reconociendo noblemente susacertadas gestiones y el buen deseo que lesanima?

Yo no pisaré nunca el Colegio de Madrid-ha dicho Martos en un escrito-. He ahíotro de sus grandes desaciertos. Si defiende quese separe la Junta central de la directiva, ¿nopuede ocurrir que al llegar ese momento enuna asamblea fuese elegido él mismo con u.)puesto en dicha Junta?

Entonces vendría el caso paradójico de unindividuo de la Central que no es colegiado.¿ Os cabe esto en la cabeza? A mí no.

Además, nadie debe olvidar que Martos tie­ne mucho bueno que abonarse en su haber decolegiado,y esto ya es deciros mucho... ¿QueMartos debe ingresar nuevamente en el Cole­gio ?-preguntaréis extrañados algunos-. Sí.señóres. Cuarido llegue un momento oportuno.Unos y otros podernos enmendarnos de pasado,yerros y trabajar juntos por algo superior á nues­tro amor propio, que es la profesión que ejer.

cemos.Otra cosa que afeo á Martos, por ser de muy

mal gusto, es arremeter contra nuestro directorpor el grave pecado de escribir mucho mejorque lo hacernos casi todos.,. y lo más chistosodel caso es que los más no se enteran de lo quedice Quijada... Claro es que esto sucede por­que, á mi juicio. dice las cosas demasiadobien...

También se viene hablando de la necesidadde celebrar una asamblea nacional.

Aquí diré que este año no era oportuna su

celebración. Parece ser que este criterio ha sidotambién el de la Junta central.

Resuélvase lo del pleito, continúense en Ins­trucción pública los trabajos comenzados, y yapuede irse pensando en celebrarla el año próxi­mo. Hasta entonces no debe renovarse la actualJunta.

¿ Por qué no dejarles libremente que resuel­van estas importantísimas cuestiones, que ellosempezaron? Hacer lo· contrario se!Ía un dispa­rate. ¿ No es una pesada carga la que se hanimpuesto? j Ya lo creo!

Termina concretando lo expuesto en esta.forma:

1.° Que la junta central debe tener el apo­yo absoluto de todos los compañeros que quie­ran bien la profesión.

2.° Que el rebelde Martas estaría mejor tra­bajando entre nosotros, donde sus servicios po­drían ser valiosísimos, que no fuera del Colegio.En su día volveré á tratar este delicado asun.to; y

3.° Que se puede ir pensando en celebraruna asamblea en 1917.

LEONARDO SANCHEZ

.........~..~..~~..~..~~..-- ...---.~ .........

Cumpliendo un ofrecimientoLa indiferencia con que se leen muchas ini­

ciativas de capital importancia y el pleito delas enfermeras, que por hoy debe absorber todanuestra atención, serían razones suficientes paraque yo no me apresurase á confeccionar el pro­yecto de Montepio; sin embargo, consecuen­te á mi promesa, daré cima á aquel trabajo, re­produciendo su primera parte con las ligerasmodificaciones introducidas á consecuencia delcriterio de independencia preponderante, y queconsiste en mantener separado el Consejo admi­nistrativo de la Institución, de la Junta propia­mente directiva del Colegio de Madrid, dejan.do á este organismo, como á todos los. demás,su autonómico desenvolvimiento.

Ultimada que sea esta exposición rectificada,completará mi obra el régimen y gobierno inte­rior de la misma, deseando que, á ser posible,vaya publicada á modo de folleto, á fin de quepueda ordenarse, estudiarse, desmenuzarse yasimilarse, pues esta Junta central ha sabido ysabrá esforzarse cuanto pueda por presentaros enforma, con la presente y anteriores labores, un

plan completísimo de reorganización que yasólo á la clase corresponde secundar.

En lo que hace á nuestra gestión de Junta di­rectiva, que lo hecho, hecho quede, y, particu­larmente, el que estas líneas suscribe, una vezmás habrá de invitaros para que os fijéis deteni­damente, no en la forma ni en la procedencia,sino en el fondo de la obra y en las orientacioneoque os marca, ya que ella sea, como os lo tienemanifestado en otras ocasiones, la recopilaciónmás acabada de nuestras aspiraciánes profesio­nales.

Agrupémonos, pues, en derredor de ese idealcomún que hizo por recoger en general las soli­citudes separadas de los unos y de los otros, yen bloque compacto, con una verdadera unión ófederación; con un censo profesional, con unafectuoso compañerismo, con unos auxilios mu­tuos. y con un periódico oficial de gran circula­ción entre todos los comprofesores, que una á suinformación una buena sección de vacantes ódestinos; con semejante organización segura­mente .obtendríamos el cumplimiento de las dis­posiciones vigentes, la ampliaci6n de estudios,el libre ejercicio de los partos normales, eldeslinde de atribuciones, la independencia pro­fesional relativa. los practicantes militares, losde Beneficencia general, balnearios, sociedadesy ferrocarriles; los auxiliares de subdelegados ymédicos forenses, las conferencias científicas,los cursillos de enseñanza, los concursos profe­sionales y, ¿qué más?, decidme, que .todo loexpuesto y cuanto pueda anhelarse en la clase;todo, todo está comprendido y condensado enese trazado que os ofrece vuestra Junta direc­tiva.

No he de cansaros más; á nuestra propaganda,impresa en artículos y ejecutada con perseve­rancia, corresponde la satisfacción del debercumplido; sed vosotros ahora los que modeléisel gran edificio de la regeneración.

C. MORALES.Junio, 1916.

Cultura individualEl decoro y relativo bienestar de la clase de

practicantes, como de cualquiera otra colectivi­dad, no cab.e duda que depende del mayor ómenor grado de cultura general y científica quese posea.

No lo digo yo; ya lo han dicho varios com­pañeros de Madrid y de provincias, de los cua­les puede hacerse una lista grande y respetableque solamente con consultarla es más que sufi.

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ciente para obtener el estímulo que se necesita.y si además nos detenemos en escudriñar la vidaíntima de estos compañeros, vemos la gran di­ferencia que existe entre los que supieron sacri­ficar los ratos de ocio por ampliar y perfeccio­nar los estudios que obtuvieran en la Facultad,de aquellos otros que creen que el decoro ydignidad puede alcanzarse también, ora tocan­do la guitarra, ora discutiendo en la taoerna,etcétera, etc., ó lo que es peor, criticando 1,\conducta de los que real y positivamente sos­tienen en latente vida al practicante.

Ahora bien; de poco nos serviría que el Es­tado ampliara los conocimientos preparatorios yde Facultad, siempre que individualmente nohiciéramos por seguir las corrientes del pro­greso.

Es cierto que necesitamos una gran reformaen nuestros estudios, como también en nuestrosderechos; pero el fin de este artículo tiendesólo al estímulo individual.

Del comporta;miento correcto y educativo,que casi siempre es hijo de la instrucción, de,pende que el practicante viva en la sociedadcon decoro y sea considerado como merece. Siesto no ocurre, habrá otros factores que hagandesmerecer á los primeros.

Dígannoslo los señores La Liana, éastro,Rona!, Marinellis y otros, que sin ser médicos,ni veterinarios, ni odontólogos, poseen, graciasá sus desvelos, una cultura superior á la exigidaen el plan de estudios.

De estos compañeros, que se hallan extendi­dos en toda la península ibérica: Ferro!, Va­11ado�id' Zaragoza, Málaga, Cádiz, Sevilla y'otras muchas provincias, es de quien recibimosel poquito calor que aún irradiam03.

A ellos y sólo á ellos es á quien debemosnuestra existencia, porque en su altruísmo he­roico llegan á veces á dar sus dotes intelectualespara defender al que toca la guitarra, charla enla taberna ó discute muy acaloradamente si ¡1

Pastor debieran de darle la oreja.Mientras exista ese gran número de practi­

cantes que olvidan los deberes que tienen en lasociedad, abandonando con ellos los estudiosdiarios, indispensables á toda persona culta, noes posible que logremos lo que hace tanto tiem-po venimos pidiendo. .

Si, como es de esperar, llega á feliz términoel nuevo horizonte que nos brinda el Colegio deAuxiliares de Medicina y Cirugía de Madridreferente á las clases y conferencias por nos­otros mismos, para practicantes y alumnos, ha­bremos dado un paso gigantesco en el caminode la civilización, y nuestra cultura intelectualse levantará potente por encima de todas esas

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reales órdenes que nos menguan nuestros dere­chos y nos postergan ante la sociedad.

No desmayen los que llevados de un amor alestudio sacrifican sus ratos de descanso por in­culcar sus sabias doctrinas, dándonos el pan denuestros hijos con la dignidad personal y profe­sional que necesitamos.

No retrocedáis en nuestras humanitarias aspi­raciones por nada ni por nadie, y si en la peno­sa ascensión encontráis inconvenientes persona­les, ó de la índole que sean, vencerlos, que enlontananza están los laureles que gloriosamentehabéis ganado, unidos á los que hoy deposita­mos los muchos entusiastas de tan feliz idea.Loor eterno á los que, leales, defienden la liber­tad del practicante por medio de la cultura g'.neral y científica. Mengua para los que no quie­ran seguir el sacrificio por ellos impuesto.

ENRIQUE ROJAS·

NOTICIASLlega hasta nosotros la triste noticia del falleci­

miento de dbn Santiago Carmona, querido compañe­ro nuestro. No hace aún muchos días combatía no­blemente y con brioso empuje entre otros distingui­dos compañerds, con motivo de las oposiciones á la­Beneficencia municipal.

Descanse en paz nuestro infortunado compañero y

reciba su atribulada familia nuestro más sentido pé­same.

Dolorosa impreslOn nos ha causado la muerte dela virtuosa señora doña Asunci6n Villarroel y Puch,madre de nuestra apreciable amigo don Lisardo Ló­pez, á quien acompañamos en su justo duelo.

En uno de los últimos días del mes próximo pasa­do dió á luz con toda felicidad! un robusto niño doñaAsunción Hernández Cáceres, esp05a d'e nuestrocompañera don Juan Montes Cifrián, titular de Her­vás (Cáceres), á quien enviamos nuestra felicitaciónmás cordial.

Hace breves días, el Colegio de Practicantes deT oleda di6 muestras de solidaridad entre sus indivi·duos. Se reunieron en un banquete íntimo los prac­ticantes de aquella capital para conmemorar el XVaniversario de la fundación del Colegio.

De un peri6dico de aquella capital copiamos lasiguiente:

«Estos modestos colaboradores de la clase médica.

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Art. 9. 0 Si transcurrido el tiempo prefijado para resta­blecimiento, el convaleciente, á causa de recidivas ó ligerasperturbaciones no pudiera dedicarse á sus quehaceres ordina­rios, pedirá de su Colegio. y éste al Consejo Central, la pro­longación del socorro á que se acoja, justificándolo con la~ m' s­mas razones y en la misma forma que su segunda baja. que.dando en esta especial convalecencia sujeto á la investigaciónqu~ de acuerdo ambas entidades estimen prudente y nece­sana.

Art. 10. Tanto en las dolencias agudas como en la con­valecencia especial precitada será obligación del usufructua­rio certificar y mandar al delegado respectivo, para que lonotifique al Consejo Central, su alta de restablecimiento, laque precisamente habrá de verificar á los dos días consecuti­vos de apirexia completa con un buen estado general, y siel enfermo fuese apirético, en el momento mismo de poder de­dicarse á sus labores ordlinarias.

Art. 11. Mientras dure la percepción del socorro será derigor reglamentario que bajo ningún pretexto puedan salir desu domicilio los enfermos de pensión completa. ni que se de­diquen á sus ocupaciones habituales los convalecientes, auncuando á éstos sí se les consienta pasearse al aire libre y has­ta ejercer algo urgente ó de puro compromiso.

Art. 12. Cuando la experiencia lo aconseje y los recur-o sos de la Sociedad lo permitan, sin necesida de modificacio-.

nes reglamentarias se acordará la ampliación de este Fon­do ó se creará otro de pequeñas pensiones para inutilizados,que haga extensivo á los seis. á los ocho. á los' doce mesesel beneficio que por hoy queda reducido sensiblemente á loscuatro.

CAPíTULO VIIJ

DEL SOCORRO POSTMORTEN

Artículo primero. Por el presente Fondo de Socorro laviuda, hijos ó herederos del asociado que lo sea por más dedoce meses. adquiere al fallecimiento de éste un auxilio ex.

Monte~ío ~!nernl ~e ~rn[Ii[DDte~6 de

AuxiliDre~ ~e Me~i[inD y [iru~íD ~e (¡~Dño.

CAPíTULO I

Artículo primero. Con domicilio social en esta corte...... ... ... ... y por la presente reglamentación se constituyeuna Sociedad benéfica que se denominará Montepío Generalde Auxiliares de Medicina y Cirugía de España.

Art. 2. 0 Dicha Institución no surtirá efectos benéficos, hasta pasado que sea un año después de la aprobación oficialde. este Reglamento. .

y sus socios. ya sean fundadbres, ya ingresen posterior­mente, tampoco alcanzarán beneficios mientras' no transcurranlos doce meses de su entrada y aporten en igual tiempo lascuotas reglamentarias.

CAPíTULO II

FINES DEL MONTEPío

Art. 3.o Tendrá por objeto esta Asociación: auxiliarsemutuamente en las enfermedades, cesantías forzosas ó falle­cimientos; fomentar el amor y cultura profesional; estrecharlos lazos de unión entre compañeros y organizar una fuerza

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colectiva que en todo momento defienda y garantice las de­rechos de la clase.

A tal efecto se establecerán:A Un fondo de socorros para enfermos.B Otro de socorro poslmorlem para la viuda é hijos, y

á falta de. éstos para la persona que en vida designen los so-cios que fallezcan. .

e Otra reserva para cubrir el déficit que resultare de losdos fondos anterioreoS.. eh Otro de investigación. .

D Otro para la defensa jurídico-legal de loS! derechosprofesionales.

E Otro para pago del boletín titulado Auxiliar de Me­dicina y Cirugía, órgano. á la vez. del Montepío.

F Otro para representación y funcionamiento del Conse­jo Central de Administración.

G Otro para subvencionar á prorrateo los Colegios;H Otro voluntario para cesantías forzosas.

CAPíTULO III

DEL INGRESO

Artículo primero. Para ser socio del Montepío es indis­pensable poseer el título de practicante ó comadrona; tenerla reválida de una de ambas carreras; haber aprobado, porlo menos. un año, y seguir estudiando en el segundo, y pagarlas cuotas de entrada anual y mensual que por reglamento co­rrespondan.

Art. 2.° Será también condición precisa estar en servi­cio activo profesional ó de hallarse sin ejercer; en este yaquel caso no padecer enfermedad alguna que imposibilitepara el desempeño de la profesión. .

Art. 3.° Los que hallándose dentro de las condiciones le­gales exigidas deseasen inscribirse como socios. lo solicitarándel delegado de la provincia respectiva para que éste in­forme la solicitud y, á su vez, la r~mita al Consejo Central,

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Art. 6.° Con arreglo á las categorías estatuídas en elcapítulo general de Socorros y en armonía con las prescripcio­nes del décimoquinto y del presente. el socio que padecieseindisposici6n aguda crónica agudizada recibirá. como pen­sión completa, á partir del octavo día inclusive:

A Si su ingreso en el Montepío fué antes de los cincuen­ta años. 60 pesetas mensuales.

B Si de los cincuenta á sesenta. 45 pesetas. y á los cin­co años de socio, 60 ídem íd.

e Si de los sesenta á setenta, 45 pesetas. y á. los diezaños de socio. 60 ídem íd.

Los convalecientes cuya enfermedad. aguda ó crónica agu­diza-da. hubiese pasado de los siete días,.disfrutarán de mediapensión. conforme á lo prevenido en los artículos segundo yoctavo de este Fondo. 6 sea el 50 por 100 de las r J.ntidadesseñaladas en cada categoría para los pacientes de pensióncompleta.

Art. 7.° Provisionalmente, hasta tanto se vea el desarrollo'i fomento ulterior del Montepío. el plazo máximo de socorroen cada categoría parl;l cada enfermo será de cuatro mesespor año: dos á pensión completa por enfermedad aguda 6crónica agudizada. y dos á media pensión por .convalecen­cia, consecutiva siempre á proceso agudo.

Ambas pensiones. mientras subsistan, se ayudarán recípro­camente, atendiendo la que sobrequede á la extinguida; perorepartiéndose en todo caso el socorro. aun siendo completo,por medias pensiones diarias, á fin de que el auxilio suple­torio no agotado remedie al paciente por el mayor tiempoposible reglamentario.

Art. 8.0 Y siendo inherente á las enfermedades un va­riable período de restablecimiento. el auxilio en las convale­cencias. además de las condiciones exigidas. se regula:

I .o Hasta cumplirse el primer novenario los convalecien­tes percibirán tantas medias pensiones como días durase suenfermedad aguda; y

2.° De los nueve días en adelante se abonará sólo la mi­tad de convalecencias (medias pensiones diarias), que díasde enfermedad aguda se hubiesen padecido. .

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patológico se prolongue, pues durante los siete primeros díasde padecimiento agudo ningún socio tendrá derecho á benefi­cio, salvo en las convalecencias ti posteriori, en las cuales seabonará invariablemente desde la misma fecha inclusive de labaja primitiva, siendo para esta excepción igualmente necesa­rio é imprescindible que de enfermo agudo se haya alcanzadola pensión completa más tarde detallada, sin cuyo requisitotampoco se reconocerá el derecho á socorro de convaleciente.

Art. 3.° La imposibilidad á que se alude en los dos ar­tículos anteriores se justificará mediante baja primitiva provi­sional que á prevención se solicite del médico de la localidadó del partido, y en su defecto, del compañero asociado másinmediato; en ella se pondrá, siempre que sea posible, el se­llo de la Alcaldía ó del Juzgado, y se hará constar el diag­nóstico y la fiebre matutino-vespertina; las pulsaciones y lasrespiraciones por minuto.

Los fracturados ó de padecimientos infebriles que no pu­dieran aportar los datos morbosos generales precedentes de­mostrarán rigurosamente estar comprendidos len el artículoprimero de este Fondo, y si á simple inspección francamen­te lo comprobasen, se les considerará para la tramitación yclase de socorro con arreglo á la disposición oncena del ac­tual capítulo.

Art. 4.° Dicha baja primitiva habrá de remitirse al dele­gado del Colegio á que el enfermo pertenezca, para que estaentidad lo comunique al Consejo Central; y á los seis días,si el padecimiento continuase, será repetida forzosamente,quedando esta vez el interesado en libertad de someterse óno á nuevo reconocimiento médico; pero añadirá, en cam­bio, la afirmación de que guarda cama y no sale para nadade su domicilio.

Sin esta segunda baja no podrá autorizarse ni percibir nin­gllno de los auxilios de esta sección.

Art. 5.° Cuando las bajas de referencia, tanto provisio­nales como posteriores, hayan de man-larse por correo, se re­mitirán certificadas dentro de las primeras cuarenta y ochohoras, y dentro de veinticuatro si su presentación se hicierapersonalmente.

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quien inmediatamente, en caso favorable, extenderá el altaen primera Junta directiva y autorizará el oportuno recibo decobranza.

Art. 4.° La fecha invariable de admisión para todos lossocios será el primero de cada mes, cuyo día servirá paraco~putar a posteriori los beneficios de Montepío que se ad­qUIeran.

Art. 5." Quedan facultados el Consejo y los delegadosprovinciales para poder exigir del solicitante cuantos docu­mentos justificativos requiere este capítulo al mejor conoci­miento y comprobación del aspirante.

CAPITULO IV

DEBERES DEL ASOCIADO

Artículo primero. Son deberes de cada socio:1.0 Cumplir fielmente lo establecido en este Reglamento.2.° Facilitar la buena marcha de la Sociedad, denuncian-

do al Consejo cuantas anormalidades observare.3.° Dar cuenta al Consejo Central, en forma reglamenta­

ria, de las bajas y altas que por enfermedad, cesantía ó fa­llecimiento tuviere.

4.° Pagar mensualmente al delegado respectivo Ó, en sudefecto, al Consejo Central, la cuota de dos pesetas que,como máximo se fija, así como la de año ó temporal, consig­nada en el Fondo de Reserva.

5.° Si su' ingreso fuese posterior al año de fundación delMontepío, satisfacer la cuota de entrada, que abonará en unoó varios plazos, como solicite, dentro del primer año de socio,y cuya cuantía se ajustará á la siguiente e.scala :

Ingresando en el primer año de beneficios, ó sea al segun­de de fundación del Montepío, 10 pesetas.

. Idem en el segundo, ó sea al tercero de fundación, 20 pe­setas.

Idem en el tercero, ó sea al cuarto de fundación. 30 pe­setas.

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Idem en el cuarto, ó sea al quinto de fundación, 40 pe­setas.

Idem en el quinto, ó sea al sexto de fundación, SO pe­setas.

Exceptúanse de estas cuotas los practicantes y las coma­dronas que hayan. terminado recientemente la carrera, y losestudiantes de segundo curso, á los cuales se les concede me­dio año de entrada libre, á partir del día en que adquieranel derecho de poder solicitar su ingreso como socios, segúnpreviene el artículo primero del capítulo de Ingreso.

Art. 2.° Será potestativo desde el segundo año de ingre­so en adelante, sobre todo á los socios que ejerzan en partido,

_pagar las cuotas por meses ó adelantar anualidades al hacerla recolección.

Art. 3.° El socio que dejase de pagar una mensualidadno estando en cesantía forzosa, arto 11, al extenderle el si­guiente recibo se le requerirá por su delegado representantepara que se ponga al corriente, y si no lo verificase en la pri­mera decena se avisará al Consejo Central, quien, previasegunda notificación, le dará de baja si á los doce días deapercibido no liquidase sus atrasos; perdiendo, en conse­cuencia, todos los derechos de socio, y quedando á favor delMontepío cuantas cantidades hubiere desembolsado.

CAPITULO V

DERECHOS DEL SOCIO

Artículo primero. Todos los socios del Montepío tienenderecho á disfrutar cuantos auxilios ó beneficios estableceeste ~eglamento; á pedir el exacto cumplimiento de lo pre­ceptuado en el mismo; á revisar y comprobar las cuentas delos libros de Administración, siempre que lo avisen por escri­to con cuarenta y ocho horas de anticipación y lo verifiquenen el domicilio social ó particular del individuo que represen­te el cargo; á asistir, con voz y voto á las Juntas generalesó regionales que se celebren; á desempeñar las funciones ó

;-

cargos relacionados con el Montepío y á exponer las opi­niones propias, impresiones recogidas, denuncias ó faltas quevengan en mejora, justicia, prestigio ó provecho de la Institu­ción.

Art. 2. 0 El Consejo Directivo Central tendrá el deberde amparar á los asociados, oyéndoles en sus derechos, queresolverá con sujeción á ~eglamento.

y en las dificultades no previstas obrará imparcialmente,inspirándose en el recto criterio ó consultando á los Colegiospn;n:inciales, si la excepcional importancia del asunto lo re­qumese.

CAPITULO VI

DE LOS SOCORROS EN GENERAL

Artículo primero. La cuantía de estos socorros estará enrelación con la edad del socio á su entrada en el Montepío,y conforme á este criterio regirán tres categorías:

Primera, de socios menores á cincuenta años.Segunda, de socios con cincuenta á sesenta años.Tercera, de socios con sesenta á setenta años.Cumplida esta última edad ya no serán admitidos en el

Montepío.

CAPITULO VII

AUXILIOS EN PARTICULAR. - DEL SOCORRO PARA ENFERMOS

Artículo primero. Será c~ndición indispensable para po~der disfrutar de este socorro que el socio padezca enferme­dad, lesión 6 dolencia aguda, cr6nica aguditada ó convale­cencias subsiguientes, y que estas afecciones le retengan encama ó manifiestamente y en absoluto le imposibiliten parael desempeño de su profesión.

Art. 2.° Asimismo será también preciso que el estado

dando pruebas una vez más de sus nobles senti.mientas hacia todd aquello qúe redunde en beneficiodel necesitado, no sólo se limitaron, como en uno delos muchos banquetes que se celebran, á festejarseellos solos, y tomaron el acuerdb de contribuir conun dbnativo á la benéfica Asociación de la Gota deLeche y otro para los hijos del infortunado médicoex titulac de El Pobo.

Al banquete asistió, además de los practicante~

señores Peñalver, Segovia, González, López, Gil.de Pablos, Mora1ecl'a, Pérez., Martín y Ludeña, elpresidente honorario de dicho Colegio y médIco delhospital de la Misericordia, don Angel Moreno.

A los postres hicieron uso de la palabra los prac­ticantes señores López, Segovia, de Pablos y Con­zález, los cuales tuvieron frases de gratitud para laclase médica toled1ana, la cual, de poco tiempo á estaparte, ampara y protege de una manera decidida á laclase de practicantes, y por último, el médico señOIMoreno hizo el resumen, diciendo que era para éluna de las satisfacciones más grandes que había te­nido dentro de su carrera el haber sido nombradopresidente honorario del Colegio, nombramiento in·merecidb, según él, pues ni por su edad ni por su~

méritos era llamado á serlo, habiendo dentro de losmédicos taledianos personas que reúnen condicion~

sobradas para ello. Tuvo frases de cariño para lo~

comensales, y en medio de la mayor fraternidad diófinalidad er acto».

Manifiestos de solidaridad como éste que vemos ennuestros compañeros de T dledo deben refoci'lar dánimo de todos los demás.

Reciba el Colegio toledano nuestra más cordialenhorabuena.

Por última vez la Dirección de este periódico ruegaá sus colaboradores que cuandO: tengan necesidad deenviar algún giro lo hagan directamente al señor ad­ministrador, á fin de evitar erróneas interpretaciones.

Del propio modo, cuantas preguntas oportunas ten­gan que hacer referentes á asuntos relacionados conla Tesorel'ía y la Administración les ruega, tambiénencarecidamente, que los dirijan á los señores encar­gados de esas secciones, porque de no hacerlo así, laDirección, con mucho sentimillI1to, se verá obligadaá dejarlas sin contestar. Al mismo tiempo suplica ácuantos se encuentren en alguno de estas casos quepresten atención á estas advertencias que cree expo­ner con toda claridad.

El día 21 tendrá lugar en el domicilio social delColegio de Practicantes una velada artística para sub·

vemr a los gastos que origine la interposición del re­curso contra la real orden del ministro de Instrucciónpública relativa á las enfermeras.

Na podemos menos de enviar desck estas colum­nas nuestro más caluroso aplauso á loo elementos que'en dicha velada han de tomar parte. Se han prestadotan espontáneamente, han puesto en juego de modotan decidido los medios de que disponían pilla darmayor realce á la fiesta, que faltaríamos á uno delos más elementroles &~beres no haciéndolo aJSÍ públi·camente presente.

Las señoritas Aurita Buendía, Rita Rodríguez,Consuelo Garda y González pondrán en juego su~

valiosas aptitudes artísticas interpretando el extraor­dinario y aplaudiido cuadro dramático en un acto y

en verso, de don José Jacson Veyan, Una limosnapor Dios; el juguete cómico en un acto y en pro,..titulado E1ftre doctores, original de los señoresAbati y Díaz; y el sainete en un acto y en pro­sa, original de Pe<l1-o Muñoz Seca y Pedro Pére:zFernández, titulado Coba fina. Y seguramente loharán con aquella maestría, discreción y donaire queen ellas de antemano reconocemos y son de esperar.

Los señores don José Rocamora, Gómez, Sancho,Losada y Ortega secundarán esta labor, en ellos másmeritoria porque es la primera vez que se revelan enese nuevo aspecto de su personalidad:, que ignorába­mos. aunque seguramente irán á recoger- el aplausoque, no la deferencia y la gratitud, sino la jUlSticia,obliga.

Para este acto, el señor don Julián Herrera ha he­cho uso también de sus habilidades pictóricas. Ha con·feccionado una artística decoración cuya perspectiva,detalle y colorido son acertadísimos. Pero lo que prin.cipalmente habrá de aplaudirse en esa noche \Será elconcierto de voluntades que ha medliado para que lafiesta pueda realizars;e y llenar dignamente el come­tidb que desde el principío le fué asignado.

El acto empezará Á LAS DIEZ EN PUNTO DE LA

NOCHE Y dará comienzo con un prólogo que estaDirección ha hecho para dar á conocer al púoblico los fines die la velada.

La lindísima señorita Consuelo Garda representa­rá un monólogo titulado Prueba artística.

El Cdlegio de Auxiliares de Medicina y Cirugíainvita á todos sus asociadbs á esta gran velada artísti­

ca, y nosotros rogamos que procuren asistir todos

acompañados de sus familias para contribuir al ma·yor esplendor y gala de la fiesta.

Todos, así como la juventud, organizadora de

esta velada, reciban nuestra más calurosa felicita.

ción.11

SECCiÓN CIENT!FIC~,

CLÍNICA DE LOS GASES ASFIXIANTESLECCIÓN INAUGURAL DEL CURSO DE PATOLO­

GíA Y CÚNICA MÉDICAS DE I 915 Á 1 916,EN LA FACULTAD DE MEDICINA DE ZARAGOZA.

Todavía, por desgracia, sigue siendo temade actualidad la guerra.

Antes de nada, hagamos votos porque enel curso pr6ximo, al inaugurar nuestras tar~asacadémicas, haya terminado todo sin que hayaterminado todo. Es decir, que la guerra acabeantes de que los beligerantes en sus vidas yen sus ciudades se aniquilen.

El año pasado, siguiendo la costumbre esta­blecida de dedicar la primera lecci6n del cursoal acontecimiento que con mayor resonanciahaya influído en las materias de nuestra asig­natura durante el período de vacaciones, nosocupamos de las relaciones de la guerra con lalocura. En el año presente, la lecci6n inauguralno podemos hacerla sin pensar en la guerra;pero como no es cosa de repetir el tema en todasu amplitud, y habrá, por si acaso, que reser­var algo también de la guerra para el .año pr6xi­mo, vamos á tratar del empleo de los gasesasfixiantes en las batallas, dejando para otraocasi6n asuntos tan interesantes como las epi­demias de los ejércitos y la escasa mortalidadque en la contienda actual hay en las tropasbeligerantes, gracias á los progresos de nues­tra ciencia, la cual ha restado las causas dela mayor parte de las bajas que en las guerrasanteriores á nuestro siglo, y aun en los prime­ros años del siglo actual, han venido ocu­rriendo.

¿ Que son los gases asfixiantes?¿ C6mo actúan sobre el soldado?¿Qué efectos producen?¿C6mo puede evitárselos?¿Cómo deben combatirse?

Los gases asfixiantes son gases irrespirablespor ser incompatibles con la salud; gases t6·xicos que por su índole especial y por la víade su penetraci6n en el organismo sobre losefectos t6xicos generales en la sangre y la ac­ci6n t6pica de. evidente causticidad destacanlos fen6menos respiratorios que producen, nos610 de índole funcional, sino orgánica, ocasio­nando irritaciones en la mucosa laríngeo-traquealcon tos intensa y persistente.

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Es decir, que no se trata d(!j gases anoxemi­zantes como el 6xido de carbono 6 el ácido car­b6nico, ni anestesiadores como los que se des­prenden del cloroformo 6 del éter, ni de vapo­res cargados de partículas traumatizadoras yvenenosas como las que se desprenden en lafabricaci6n de las anilinas, bencinas y produc­tos de la caña enmohecida, cinconina, tabaco;ni de aquellas de electividad nerviosa como lasemanaciones alcoh6licas, arsenicales y plúmbi­cas, sino de gases de pura y simple acci6nsobre la mucosa respiratoria y sus aláteres,como la nasal y ocular, según todos los testi­monios que hemos tenido y tenemos á lavista.

Aunque los médicos del ejército alemán, cu­yos soldados han sido los primeros en emplear­los, nada han dicho de la composición de estosgases, ni los médicos castrenses de los ejérci­tos francés, inglés y ruso han publicado tam­poco nada del resultado del análisis de aquellasatmósferas irrespirables, que indudablementehabrán practicado tomando muestras de las nu­bes invasoras, 6 del aliento de los soldados en­fermos, 6 de la sangre de los atacados, 6 delpulmón de los fallecidos, todo hace suponer, yasí lo declaran los corresponsales más 6 menostécnicos de los peri6dicos de gran circulaci6n ylos químicos, médicos legistas y especialistasen enfermedades del aparato respiratorio, quelos citados gases deben estar constituídos ensu mayor parte por vapores de cloro, en. me­nos proporci6n por emanaciones de bromo.también, sin duda alguna, el anhidrido sulfu4roso, los vapores nitrosos, el formol, y en can­tidades más exiguas, que deben estimarse comoimpurezas de la formaci6n de aquéllos 6 adi.ciones tomadas en el camino recorrido por aque­llos aires, vapores amoniacales, gas de los pan­tanos, prot6xido de carbono y otros cuerpos decarácter más complejo.

Pero antes de inquirir cuáles sean los gase~

asfixiantes, hablemos de su inventor.El inventor de los gases asfixiantes es el

profesor Nernst, catedrático y director del Ins­tituto de Química Física de la Universidad deBerlín; sabio eminente, de mérito extraordina­rio, lo mismo en la teoría que en la prácticaquímica; autor del Principio general de la Quí­mica Física que lleva su nombre, y que se haañadido á los grandes principios de la T ermo­dinámica; matemático insigne, analista estu-

pendo y autor del tratado de Química generalmás notable del mundo, del cual libro y de suautor dice en el prólogo de la traducción fran­cesa, publicada en París en 1911, el profesorCorvisy, del Liceo Gay-Lussac y. de la Escue­la de Medicina y de Farmacia de Limoges, losiguiente:

«No hay necesidad de hacer el elogio de unlibro que se ha editado seis veces en alemány además en casi todas las naciones del mun­do. Semejante éxito no se debe solamente á lagran notoriedad científica de su autor, cuyassabias investigaciones tanto han contribuído ádilatar el campo de nuestros conocimientos, yque ha dado á la ciencia teorías fecundas devalor indiscutido, sino, sobre todo, á las cJali­dades de la obra misma.

!'io creemos decir mucho diciendo que "nestos últimos años numerosos trabajos de quí­mica física ejecutados en Europa y en Am¡'ú­ca se han inspirado en el libro de Nernst,).

Claro es que el profesor Nernst, inventor de!oc gases asfixiantes, no es el descubridcl delcloro (que lo fué Scheele en 1774) ni del bro­mo (que lo fué por Belard en 1826), pero hasido quien ha ideado la mezcla de los dos parahacer práctico su uso en la guerra y eficaL. Sll

nociva acción.El cloro es un cuerpo gaseoso, á la tempe­

ratura y presión ordinarias; pero á menos de40° ó á cuatro atmósferas de presión, se liqui.da. Lo que no ha podido conseguirse todavíaes su solidificación. En el .estado gaseoso estransparente, de color amarillo verdoso, olordesagradable, sofocante y característico; de sa­bor acre, densidad de 2,44 y con relación dehidrógeno de 35,46. El calor, la luz y la elec­tricidad aumentan su energía química, y losrayos solares le prestan la propiedad de quepueda unirse con otros cuerpos en condicionesqúe no lo hacía antes. Es un cuerpo muy elec­tronegativo, oxidante y comburente, que. se ob­tiene por el método general tratando la sal co­mún por el bióxido de manganeso y el ácidosulfúrico ó por el más moderno de la electróli­sis, y cuyos efectos en el organismo humanoson de gran irritación verdaderamente cáustica'en nariz, boca y ojos, y congestión vivísima enel aparato respiratorio, que se traduce en opre­sión, tos violentísima y hemoptisis.

El bromo es el único metaloide líquido á latemperatura ordinaria, de color rojo obscurocuando se le mira por reflexión, y rojo granatecuando se le mira al través de dos placas devidrio; olor muy desagradable, según expresasu nombre, derivado de la palabra griega que

significa fetidez. A la temperatura de menos19° se solidifica, á la temperatura ordinaria sevolatiliza y á la de 63° hierve, transformándoseen un vapor amarillo rojizo, cuya densidad esde 5.933, y referida al hidrógeno de 79,9; eselectronegativo comburente, y se obtiene porel método general tratando el bromuro potási­co por el bióxido de manganeso y el ácido sul­fúrico, ó por el tratamiento de las aguas ma­dres de la separación de la camalita, cuyo mi­neral, que contiene una gran cantidad de bro­muro de magnesio, permite una enorme produc­ción en Alemania, de más de 300 toneladas alaño (1913), gracias á los depósitos salinos delos yacimientos de Stasspurt.

Los efectos del bromo en el organismo sonde la misma naturaleza que los del cloro en elaparato respiratorio, pero mucho inás intensos,teniendo cierta electividad sobre los ojos, yparticularmente sobre el sistema nervioso, alque aplana y asteniza de un modo notable,como hacen los bromuros en general y todoslos cuerpos en cuya constitución entra el ionbromo, y tiñendo los tejidos de color amarillo.

El anhídrido sulfuroso, descubierto porPriestley, es un gas diáfano, reductor, desco­lorante y sofocante en alto grado.

Los vapores nitrosos son los que se despren­den del peróxido de nitrógeno á 22°, ó de lacombinación del ácido nítrico con el cobre ódel ácido nítrico nitroso; su aspecto es pardorojizo, y sus efectos, sofocantes también.

El formol, ó aldehido metílico, es mi gasirritante, que se obtiene mediante la oxidacióndel alcohol metílico ó quemando pastillas deformalina.

El amoníaco, descubierto por Priestley en1774, es un gas incoloro, penetrante de olor,de 0,589 de densidad, y que se liquida á 10° decalor y 46 atmósferas de presión.

El gas de los pantanos, metano ó formeno,es igualmente un gas incoloro, sin olor, que seliquida á menos 11 0 y se solidifica á me­nos 184°.

Por la combustión de otros hidrocarburos¡como los petróleos y similares, se obtienentambién gases asfixiantes de intenso olor y suma·mente densos.

Resulta de lo dicho que de los ocho gasesasfixiantes empleados, á saber: cloro, bromo,anhidrido sulfuroso, formol, vapores nitrosos.amoniacales, gas de los pantanos y de la com­bustión de hidrocarburos, los principales sonlos dos citados en primer lugar, y de ellos, elprimero, por las razones que extractamos deuna conferencia del profesor Hausser en la Es­cuela de Minas de Madrid y del trabajo del

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Dr. Roberts, miembro de la Sociedad Química·de Francia, publicado en el número de Le.5ciencie el le V ie, correspondiente al pasado.mes y con el título «La Chimie sur le front».

«Para comprender bien-dice Hausser- elcarácter de estos gases, vamos á hacer unacomparación entre las propiedades del cloro ylas del bromo al indicado fin. Aunque se hayamdicado el bromo como gas sofocante, tiene ensu contra ser más caro que el cloro y de efec.tos menos enérgicos, pues mientras el bromo·no se combina en frío con el hidrógeno y el~risú, el cloro lo hace con explosión por la ac·'ción de la luz. Además, los que han respiradobromo por corto tiempo saben que es fácil ate­nuar sus efectos respirando amoníaco y aire li·bre, mientras que el aspirar unas burbujas decloro deja resentido el aparato respiratorio porvarias horas.

Esto es facil de explicar, no sólo por la ma­yor energía química del cloro, sino porquemientras el cloro es un gas que hay que en­friar á 34° bajo cero para que se liquide á lapresión ordinaria, el bromo es, en cambio, unlíquido que hierve á, 58° sobre cero, y de cuyosvapores el aire no puede contener á 25° másdel cuarto de su volumen, resultando de elloque, como la afinidad del cloro para el hidró­geno es unas dos veces y media mayor que ladel bromo, y la concentración no es mayorque la cuarta parte, resulta para el bromo unaacción corrosiva diez veces menor que para elcloro» .

Aunque el peso específico del bromo es cin­co veces y media mayor que el del aire, comoéste no puede contener de bromo más cantidadque la indicada, el peso específico de la mezclano es mayor que el del cloro.

«Pero el mayor consumo--dice Roberts-esel del cloro. Se le reconoce por el color amari­llo verdoso, olor fuerte, gran densidad, que lepermite deslizarse lentamente sobre el sueloantes de disiparse en la atmósfera».

Los síntomas sufridos por las víctimas sonen un todo semejantes á los que sufren losobreros accidentalmente por las emanaciones decloro en las fábricas ~ aturdimiento, viva irrita­ción de las membranas mucosas, bronquitis agu­,da con edema de los pulmones, tos persistentey esputos de sangre.

La .muerte más ó menos pronta se producepor la suspensión det funcionamiento del apa­rato respiratorio.

Para que el cloro sea eficaz es preciso que elgas tenga cierto grado de concentración cuandollega al adversario. Por esta razón puede serútil en la guerra de trincheras ó de recintos

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como el interior de las poblaciones, pero no esutilizable en batallas campales. El cloro, enefecto, es mortal cuando su proporción en elaire es de J á J.000 . Todavía es peligroso enla proporción de I por J00.000 cuando se res­pira durante mucho tiempo. Pero no puede con­servar el grado de concentración necesaria sinodurante muy corto tiempo y en condiciones at­mosféricas especiales.

I I

¿ Cómo llegan estos ~ases á los soldados?¿Cómo actúan en ellos? Es de¡cir, ¿ cómo se lesconduce ó se les forma á las trincheras y á la~plazas fuertes dande se han abservado smefectos?

A fines de Abril, y con ocasión de los com­bates en Ypres, las direcciones militares alema­na é Inglesa comienzan simultáneamente á ha­blarnos de proyectiles que al estalla; desarro­llan gases asfixiante~ (informes ingleses); deproyectiles de artillería francesa, rusa é ingle­sa que desprenden gases de efee/os mucho máspeligrosos, aunque sean percibidos con muchomenos desagrado que los nuestros (informa­ción alemana), y de máquinas desarrolladorasde humo empleadas en el combate á corta' dis­tancia (informaciones belgas).

Posteriormente, el 2 J de Febrero de J9 J5, elministerio de la Guerra francés publica las si­guientes interesantes observaciones sobre losproyectiles con gases asfixiantes:

(Los así llamados proyectiles con gases asfi­xiantes, que son fabricados en nuestros talle­res centrales, contienen un líquido que des­arrolla, después de la explosión, unos vaporesque irritan los ojos, las narices y la garganta.Hay dos clases: granadas de mano y cartu­chos.

GRANADAS DE MANG.-Las granadas de manotienen la forma ovalada; su diámetro en elcentro es de seis centímetros, su altura de12 centímetros y su peso de 400 gramos. Estándestinadas para distancias cortas, y tienen unmecanismo que permite arrojarlas con la mano.Están provistas de una instrucción para suempleo.

Se encienden por rozamiento, por medio deuna pequeña masa inflamante que está pegadaen la instrucción para el empleo. Una vez en­cendidas las granadas, hay que arrojarlas. Laexplosión se realiza siete segundos después deser incendiadas. Una pequeña tapa de latón yun tapón atornillado protegen la masa incen­diaria de influencias exteriores. El objeto delas granadas es hacer insostenibles las inme-'diaciones del lugar donde estallan. Su efecto

es considerablemente reducido ante un vientofuerte.

CARTUCHOS.-Los cartuchos tienen forma ci­Iíndrica. El diámetro es de 28 mm., con unlargo de \O centímetros, y pesan 200 gramos.Con un ángulo de trayectoria de 25 grados al·canzan 230 metros. Tienen mecanismo de en·cendimiento central, y se disparan con los fu.,siles de balas iluminatorias. La pólvora encien·de una pequeña masa incendiaria, que haceestallar el cartucho cinco segundos después desepararse del fusil. Los cartuchos tienen elmismo objeto que las granadas de mano, y áconsecuencia de la reducida cantidad de líqui­do que contienen hay que disparar en mayornúmero á la vez.»

«Presúmese que para obtener los gases asfi­xiantes-dice ESPAÑA MÉDICA en un artículointeresante puglicado en l." de Julio-los ale­manes hacen comunicar los cilindros (de 1,40metros de longitud, generalmente) que contie­nen el cloro líquido, con tubos de unos dosmetros de longitud, que se apuntan en direc.ción al enemigo. El cloro pasa instantánea­mente al estado gaseoso y sale con fuerza porel extremo del tubo. Como al cambiar de esta­do produce un brusco enfriamiento, que seríasuficiente para detener este cambio, los alema­nes encienden hogueras encima de 105 tuboecuando disparan tales gases.

Para los vapores brómicos llenaríanse de bro­mo líquido bombas ó granadas que, al reven­tar, desprenderían vapores de este cuerpo, que.por su gran densidad, irían luego acumulándo­se en la superficie del suelo.»

Por último. he aquí lo que el brillante cronistade A B e señor Azpeitua dice en el númerocorrespondiente al 4 de Septiembre;

«El comandante K ... nos llama. Descende­mos de nuestros observatorios y vamos hacia ungrupo de soldados que rodea un carro militarque acaba de llegar á la especie de plaza dela aidea. Se prepara un ataque por medio delos famosos gases asfixiantes.

Del carro han bajado cuatro cajas grises, enlas que se guardan los aparatos ó nuevas armas.Cada caja está dividida en varios comparti­mientos: para el tubo de gas, para otro quecontiene no nos dicen qué cosa, para la tube­ría, para el peto del soldado portador, para elcasco ó escafandra. Son soldados de Ingenieroslos encargados del ataque. En nuestra presenciase ponen el peto, se colocan el casco ó esca­fandra que les preserva .de los efectos de lo~gases, se cuelgan del peto los tubos de hierroy enchufan la tubería ó manga de caucho. Unode los tubos está pintado de azul y el otro de

amarillo. Ambos están provistos de manómetrospequeños pata medir la presión. Cuando loscuatro soldados se ponen en marcha les siguenotros muchos con tubos de oxígeno comprimi­do para asistir á los soldados alemanes en elcaso de que el aire haga traición y para soco­·rrer á los rusos que caigan bajo sus efectos.

El ataque tendrá lugar á un kilómetro deesta aldea, y como queremos ver cuanto sea po­sible pedimos al comandante K.. . que nospermita avanzar algo más. El oficial se resisteal principio porque teme la reponsabilidad deun accidente; pero; ante nuestra insistencia,cede.

Los soldados, provistos de los aparatos, yahan desaparecido, y nosotros seguimos un cami­nito que en nuestra carta lleva á Zabienice. Elcomandante K ... nos ruega que no avancemosmás. De nuevo buscamos otros observatorios.Esta vez, con el señor Negruzzi, subo á un ála­mo que una granada destrozó.-j Con tal de qu~ otra no le siga !-dice el

periodista rumano.Una vez acomodados escudriñamos con

nuestros anteojos el horizonte, esperando vercuándo surge la nube de gases. El tiempo pasa.y no se ve nada. Los proyectiles siguen pasan­do por encima de nuestras cabezas con un sil­bido siniestro; el fuego de .fusilería no cede enintensidad. Piaseczno no debe ser ya más queun montón de ruinas, á juzgar por el número deproyectiles que caen sobre él.

El comandante K... nos grita:-Miren ustedes allí. ¿ No ven una nube

amarilla que va lenta y casi rozando la tierra?Nos desesperamos porque no vemos nada.

El coronel Emerson es el primero que dice;-Sí, sí, allí, ya la veo.Cuando ya renunciaba, enfurecido, á descu­

brir algo en el horizonte, advierto algo comouna cinta de un gris azulado que se agranda,Esos son los gases que avanzan. ¿ A cuánta dis­tancia se lanzan? No lo sabemo:l, y el coman·dante K ... nos dice que la distancia varía segúnla velocidad del viento y la dirección. Pareceque los soldados portadores de los gases handebido instalarse al nordeste de las posicio­nes rusas, porque el viento sopla de Este á Oes­te. La nube se hace cada vez más débil, se es­fuma, y poco después desaparece completa­mente .

.¿Cuál ha sido el resultado? No se sabe.Para conocerlo hemos de esperar largo tiempo.Mientras tanto seguimos observando el campQde batalla desde nuestros puestos. Estamosrelativamente tranquilos porque la artilleríarusa no se muestra activa en estos lugares. T am-

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bién la artillería alemana empieza á ceder, yobservamos que las granadas van más altas y,por lo tanto, más lejos. Según el coronelEmersson, el hecho de que disminuya la vio­lencia del fuego de las baterías alemanas y deque hayan concentrado ¡U tiro más allá es signode que el ataque por el gas ha sido de gran efi­cacia; los rusos deben haber sufrido mucho yhan abandonado sus posiciones.»)

La simple combustión del azufre en grandeshogueras para provocar el anhidridc sulfurosoó del formol para la producción del formol enestado gaseoso ó de compuestos hidrocarbura­dos en la formación de los humos asfixiantesson, al decir de Roberts, medios que se em­plean á diario ante las trincheras alemanas.

Pero el procedimiento más práctico y e¡l deuso más frecuente consiste en el empleo de re­cipientes metálicos, de donde se escapa el gastóxico, y que se colocan en las trinc~eras, trans­formadas de este modo en laboratorios.

El aparato, cuya contsrucción no puede se.más sencilla, se compone¡ de un reservorio ci­líndrico de acero de 25 centímetros de diáme­tro, y cuya altura puede alcanzar 1,35 metros.A la base de este recipiente adapta un tubode metal de dos metros de largo y que una llavepermite cerrar ó abrir, permitiendo el escapedel gas con más ó menos fuerza mediante la co­municación que tiene con un depósito de gasbajo gran presión. Cuando se emplea el clorolíquido, el aparato se simplifica más aún, pueses suficiente llenar el tubo, que bien cargadosuele pesar 60 kilogramos, y colocarlo en la trin­chera contra la pared frente al enemigo, pro­curando que el tubo de escape tenga su orificioun poco por encima del suelo natural. De estemodo, al abrirse la lleve, la masa gaseosa sedesprende y forma sobre el suelo una capa es­pesa que el viento se encarga de empujar haciael enemigo. Para actuar sobre un metro de fren­te hay que producir 200 litros de gas, lo cualrequiere un consumo de 600 gramos de cloro.

Calcúlese el gasto de esta substancia que h~­cían los alemanes en uno de sus recientes ata­ques para producir sobre el suelo una nube degases asfixiantes de 10 metros de altura, soste­nida durante cuatro horas en un frente de 8 kiló­metros y cuyos efectos sintieron los aliados has­ta 2 kilómetros de distancia de la primera línea,y cuyo olor se percibía en una extensión de5 kilómetros más allá de las trincheras.

Un aparato semejante, con la única parti~u­laridad de acompañarse de un flotador especialencargado de mantener fuera del agua el orificiodel tubo de desprendimiento del gas, es em.pleado por los alemanes en la guerra naval,

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destinado principalmente para impedir los des­embarcos de la flota enemiga ó favorecer losde la suya propia.

DR. ROYO VlLLANOVA

(De España Médica).

Correspondencia administrativa

Don Nicolás Hermandorena.-Renovó su suscripción

hasta fin de Abril de 1917. Recibí por Giro postal

2,50 pesetas.

Don Alfonso Cordobés. -Renovó su suscripción has·

ta fin de Febrero de 1917. Recíbí por Giro postal2,50 pesetas.

Viuda de J. Climent y Compañía, por su anuncío de

Noviembre de 1914 hasta el mísmo de 1915. 'Recíbí

40 pesetas.

Don Lorer.zo del Ama.-Hízo su suscripción hasta

fin de Julio de 1917. Recibí 2,50 pesetas.

Don Mariano Balbasin.-Renovó su suscripción has­

ta fin de Mayo de 1917. _Recibí por Giro postal 2,50 pe­

setas.

Don Angel González.-Renovó su suscripción hasta

fin de Marzo de 1917. Se recibió su carta y se le remi­

tíeron los números que solicitaba.

AVISOSe ruega á los señores que á continuación se indican

que habiendo terminado sus suscripciones se pongan al

corriente de sus pagos para la buena marcha de esta

Administración: don Osuvaldo Pérez Val, don Francisao

Benítez, don Alfredo Sauce y don Gregario López.

Se suplica á los señores don Jesús Boni, á don An­

tonío Hernández y á don José Luque rectifiquen en la

correspondiente oficina de Correos los giros á nombre

del nuevo administrador, pues sin ese requisito no se

pueden cobrar, y en lo sucesivo se ruega á todos los se·

ñores suscriptores los remitan á nombre del administra­

dor para evitar retrasos en el envio.

Al mismo tiempo se hace saber que no se contestarán

más cartas que aquellas que traigan franqueo para la

contestación.

Hemos recibido últimamente un giro postal de 2,50

pesetas, de Don Juan R~mero (Valverde del Camino.)

El administrador,

J. CARBALLEDO