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  • Annotation

    Por fin el ltimo libro de la gransaga Caballo de Troya.

    Esta edicin incluye un pliegocerrado de 40 pginas con el final de lanovela. El lector tendr que abrir estepliego para conocer el desenlace.

    Al leer Can. Caballo de Troya 9,el lector llega a una conclusin: todo locontado sobre Jess de Nazaretconviene ponerlo en duda.

    La verdad, probablemente, fue msintensa e in quietante. Si usted acierta aleer la primera lnea de Can no serpor casualidad.

    Y atencin: sus principios se

  • tambalearn.En Can. Caballo de Troya 9 el

    lector descubrir el verdadero objetivode la operacin Caballo de Troya

    CAN

    SNTESIS DE LO PUBLICADO

    EL DIARIO (Novena parte)

    30 de enero, mircoles (ao 26)

    Tercera semana en Beit IdsCuarta semana en Beit IdsQuinta semana en Beit Ids

    Sexta y ltima semana en Beit Ids

  • 23 de febrero, sbadoDel 24 al 25 de febreroDel 26 al 28 de lebreroDel 1 de marzo al 15 de junioDel 16 de junio al 31 dediciembreDel I de enero al 27 deoctubre (ao 27)Del 28 de octubre al 18 deenero (ao 28)

    NOTA

    notes

  • CAN J.J.Benitez

    Autor: Bentez, J. J.2011, PlanetaColeccin: Caballo de Troya, 9ISBN: 9788408108122Generado con: QualityEbook v0.35

  • A Jos Manuel Lara, mieditor, treinta aos despus.l tampoco sabe que losCaballos de Troya han sidoescritos para el futuro

  • SNTESIS DE LOPUBLICADO

    Enero de 1973En un proyecto secreto, dos pilotos

    de la USAF (Fuerza AreaNorteamericana) viajan en el tiempo alao 30 de nuestra era. Concretamente, ala provincia romana de la Judea (actualIsrael). Objetivo aparente: seguir lospasos de Jess de Nazaret y comprobar,con el mximo rigor, cmo fueron susltimos das. Por qu fue condenado amuerte? Quin era aquel Hombre? Setrataba de un Dios, como aseguran susseguidores?

  • Jasn y Elseo, responsables de laexploracin, viven paso a paso lasterrorficas horas de la llamada Pasin yMuerte del Galileo. Jasn, en su diario,es claro y rotundo: Los evangelistas nocontaron toda la verdad. Los hechos, alparecer, fueron tergiversados,censurados y mutilados, obedeciendo adeterminados intereses. Lo que hoy secuenta sobre los postreros momentos delMaestro es una sombra de lo quesucedi en realidad. Pero algo fall enel experimento, y la Operacin Caballode Troya fue repetida (eso le hicieroncreer al mayor norteamericano).

    Marzo de 1973Los pilotos norteamericanos

    viajan de nuevo en el tiempo,

  • retomando a la Jerusaln del ao 30.All comprueban la realidad delsepulcro vaco y las sucesivaspresencias de un Jess resucitado.Los cientficos quedan desconcertados:la resurreccin del Galileo fueincuestionable. La nave de exploracinfue trasladada al norte, junto al mar deTiberiades, y Jasn, el mayor de laUSAF, asiste a nuevas apariciones delResucitado. La ciencia no sabe, nocomprende, el porqu del cuerpoglorioso.

    Jasn se aventura en Nazaret yreconstruye la infancia y juventud deJess. Nada es como se ha contado.Jess jams permaneci oculto. Duranteaos, las dudas consumen al joven

  • carpintero. Todava no sabe quin esrealmente.

    A los veintisis aos, Jessabandona Nazaret y emprende una seriede viajes secretos de los que nohablan los evangelistas.

    El mayor va conociendo yentendiendo la personalidad de muchosde los personajes que rodearon alMaestro. Es as como Caballo de Troyadesmitifica v coloca en su justo lugar aprotagonistas como Mara, la madre delGalileo, a Poncio y a los discpulos.Ninguno de los ntimos entendi alMaestro, y mucho menos, su familia.

    Fascinado por la figura y elpensamiento de Jess de Nazaret, Jasntoma la decisin de acompaar al

  • Maestro durante su vida pblica o depredicacin, dejando constancia decuanto vea y oiga. Elseo le secunda,pero por unas razones que mantieneocultas. Nada es lo que parece. Paraello deben actuar al margen de loestablecido oficialmente por Caballo deTroya. Y aunque sus vidas se hallanhipotecadas por un mal irreversible consecuencia del propio experimento,Jasn y Elseo se arriesgan a un tercersalto en el tiempo, retrocediendo almes de agosto del ao 25 de nuestra era.Buscan a Jess y lo encuentran en elmonte Hermn, al norte de la Galilea.Permanecen con l durante variassemanas y asisten a un acontecimientotrascendental en la vida del Hijo del

  • Hombre: en lo alto de la montaasagrada, Jess recupera su divinidad.Ahora es un Hombre-Dios. Jess deNazaret acaba de cumplir treinta y unaos.

    Nada de esto fue narrado por losevangelistas...

    En septiembre del ao 25 denuestra era, Jess desciende del Hermny se reincorpora a la vida cotidiana, enla orilla norte del yam o mar deTiberades. No ha llegado su hora. Partede su familia vive en Nahum(Cafamaum), en la casa propiedad delMaestro. Los pilotos descubren unatensa relacin familiar. Mara, la madre,y parte de los hermanos no entienden elpensamiento del Hijo primognito. La

  • Seora, especialmente, cree en unMesas poltico. Libertador de Israel,que expulsar a los romanos y conduciral pueblo elegido al total dominio delmundo. Se trata de una grave crisis jams mencionada por los evangelistas que desembocar en una no menoslamentable situacin...

    Movidos por el Destino, Jasn yElseo, tras una serie de aparentescasualidades, viajan al valle del rioJordn y conocen a Yehohanan, tambinllamado el Anunciador (hoy lorecuerdan como Juan, el Bautista). Nadaes como cuentan la historia y latradicin. El diario del mayor resultaesclarecedor. De regreso a Nahum, losexploradores descubren a un Jess

  • obrero, que espera el momento deinaugurar su vida pblica. Todo estdispuesto para la gran aventura...

    El mayor regresa con el Bautista ydescubre en l una grave enfermedad dela que tampoco hablan los evangelistas.Descubre igualmente que las ideas delAnunciador sobre el reino nada tienenque ver con las del Maestro. Descubreque algunos de los discpulos deYehohanan Pedro, Andrs y Judasson los futuros apstoles de Jess. YJasn descubre que no todo en laOperacin Caballo de Troya es trigolimpio... El mayor descubre a un Jessleador y asiste al bautismo del Galileo,pero no en el ro Jordn. Nada fue comolo contaron. Finalmente, Jess se retira a

  • las colinas situadas al este del Jordn yall permanece durante cuarenta das. Noera el desierto, y tampoco ayun. Ellugar se llamaba Beit Ids. Allsucedieron algunos hechosextraordinarios que tampoco fuerontransmitidos por los evangelistas. Jessplanific lo que, en breve, sera su vidapblica. Trabaj en la recogida de laaceituna y...

  • EL DIARIO(Novena parte)

  • 30 de enero,mircoles (ao 26)

  • Tercera semana enBeit Ids

    Jess de Nazaret siguidescendiendo por la ladera con sushabituales zancadas. El objetivo,pareca claro, era Matador, el malditojovenzuelo que gobernaba la banda delos dawa zrad (la maldicin de lalangosta en el lenguaje de los badu, losbeduinos de Beit Ids). Por detrs, aescasa distancia, le segua Dgul, elcapataz del olivar, con la tembladeraentre las manos. Ambos parecandispuestos a terminar con aquellalamentable situacin. Y yo, sin pensarlo,

  • me fui tras ellos. Pero, lamentablemente,cuando apenas haba dado un par depasos, el rabe agit de nuevo laantorcha que sostena en la manoderecha y la arroj al interior de lacanasta. Me detuve espantado. Lasllamas prendieron en las ropas del nioy, al instante, Ajasdarpan se convirti enuna bola de fuego. El enebro (unaespecie de aguardiente), vertido poraquel canalla sobre los harapos delpequeo de los huesos de cristal,result determinante. Las llamas sepropagaron veloces. Y el rabe acert agritar por segunda vez:

    Smiy... i... qatal! (Mi nombre esMatador.)

    Sent cmo el mundo se

  • derrumbaba. El Maestro y el capataz nohaban llegado a tiempo...

    Fue todo tan rpido...Y en eso, nada ms arrojar la tea en

    la canasta de cornejo, y gritar sunombre, Matador cay fulminado.Qu haba sucedido? Jess y Dgulestaban a punto de alcanzar la espuertaen la que arda el nio.

    Comprend.Por detrs de aquel malparido

    apareci la figura de la mendiga,tambaleante, y con una piedra en lamano izquierda. La mujer lo habagolpeado en el crneo y Qatal cay a suspies. El resto de la banda, al percatarsede la suerte de su jefe, solt las ollasque blandan como mazas, y con las que

  • haban aplastado a AjaSdarpan, y huypor el olivar.

    Todo qued en silencio. Todo elmundo miraba hacia la canasta demadera en la que se consuma el nio.

    Supuse que estaba muerto...Y al llegar frente al fuego, el

    Maestro, sin dudarlo, se despoj de latnica y la arroj al interior de laespuerta, al tiempo que palmeaba sobreel cuerpo de la infortunada criatura enun intento por sofocar las llamas. Dgulse uni a Jess y, entre ambos,procedieron a rescatar al nio delinterior de la canasta. Y en el suelo, derodillas, continuaron el dudoso trabajo,en un ms que difcil intento por salvarla vida del pequeo. El resto de los

  • felah se moviliz y acudi en ayuda deJess y del capataz. Yo, desconcertado yroto, me fui tras ellos.

    Alguien procedi a apagar el fuegoque, prcticamente, haba consumido lacanasta. El Maestro continuaba derodillas. El nio no se mova. Tampocoescuch un solo gemido. Deduje que,tras los golpes y el incendio,AjaSdarpan tena que haber muerto.Nadie, en su estado, hubiera resistidoalgo semejante.

    Y durante algunos segundos,eternos, nadie hizo nada; nadie dijonada. Jess, con el cabello recogido ensu habitual cola, permaneca inmvil,mudo y con la vista fija en la tnicablanca que envolva a la criatura.

  • Mala suerte, pens.Y el capataz procedi a retirar la

    tnica. Al contemplar al pequeo, unmurmullo se alz entre los campesinos.Quien esto escribe baj la mirada,horrorizado.

    AjaSdarpan est muerto. se fuemi pensamiento al contemplar al nio.Dgul trat de encontrar algn vestigio devida en el cuerpo carbonizado. Yointent superar el dramtico momento yme concentr en una atenta observacinde la criatura. El capataz neg con lacabeza. Era la primera vez que no levea sonrer. Busqu el pulso y, ante misorpresa, comprob que el bueno delcapataz estaba equivocado. El niopresentaba un pulso dbil y filiforme,

  • como un hilo. Qued asombrado.Aquella criatura resista con todas susfuerzas. El panorama, sin embargo, eradesolador. Las llamas lo habanconsumido, prcticamente. El cuerpo,sin ropas y sin polo, era una costranegra, apergaminada hasta eldesbridamiento, y colonizado por unbuen nmero de flictenas (ampollas) detodos los tamaos, que variaban entre elblanco y el rojo cereza. No distinguzona del cuerpo que no se hubiera vistoafectada por el fuego. Las quemadurasdel trax y de las extremidades eranespecialmente graves. Las llamas, queprobablemente haban superado los 70grados Celsius, haban dejado aldescubierto, bajo la escara o costra

  • negruzca, parte de los msculos y de loshuesos. Aunque el fuego haba afectadogravemente a la cabeza y a la cara,provocando la atresia (oclusin de lasaberturas naturales, especialmente de lanariz), AjaSdarpan mantena unarespiracin debilsima, pero suficiente.El resto de la exploracin fueigualmente terrorfica. Era un milagroque el nio siguiera con vida. Lasquemaduras en los pies y en losgenitales externos eran muy profundas, ylo mismo suceda con los pliegues deflexin, cuello y zonas de cicatrizacinqueloidianas (regin deltoidea y caraanterior del trax). Recurr a la llamadaregla de los 9, de Wallace, paraintentar conocer la extensin

  • aproximada de las quemaduras1, aunquesaba que este procedimiento no era elideal en el caso de un nio, debido a lasproporciones, relativamente distintas, dela cabeza, extremidades y tronco. Repetla operacin y el resultado, siempreaproximado, me dej sin aliento: msdel 80 por ciento del cuerpo aparecaconsumido por las llamas. Elpronstico, por tanto, era muy grave. Laprobabilidad de muerte era elevadsima.

    Dgul me observ, impaciente. Ehice lo nico que poda hacer. Le dije laverdad. El nio tena pocasposibilidades de salir adelante. Aun as,el voluntarioso capataz se dirigi algrupo de felah que segua atento yorden a las mujeres que dispusieran de

  • agua fra y limpia y aceite enabundancia. No repliqu.

    El Maestro continuaba inmvil,atento al nio y, supongo, a misexploraciones.

    No pude ser preciso a la hora deevaluar el tipo y la profundidad de lasquemaduras. El cuerpo, como dije, eraun amasijo de ampollas y carnecarbonizada. Haba quemaduras desegundo grado y, sobre todo, de terceroy cuarto2. Supuse que, al margen delintenso dolor inicial, AjaSdarpan nohaba sufrido demasiado. Lasquemaduras de tercer y cuarto gradoshaban destruido las terminacionesnerviosas y eso, aunque no significabaun consuelo, al menos me hizo sospechar

  • que el dolor haba desaparecido. Otracuestin era el shock y las posiblesinfecciones que podan derivarse de lasterribles quemaduras. Lo ms probablees que el nio de los huesos de cristalhubiera experimentado ya un shockhipovolmico, como consecuencia de laenorme prdida de fluidos corporales.Yo no poda medirlo en esos momentos,pero deduje que el aporte sanguneohaba descendido bruscamente. Aquellohaca ms comprometida su situacin.Para compensar el shock hubiera tenidoque administrarle entre 100 y 200mililitros/hora de un ringer lac tato.Pero eso, obviamente, era imposible.Examin nuevamente las quemaduras ycomprend que, si segua vivo, las

  • infecciones no tardaran en asaltarlo. Aldestruir la epidermis, la invasinbacteriana se presentara de inmediato.Primero los estreptococos y losestafilococos; despus, a los pocos das,las bacterias gramnegativas y unaextensa flora mixta3.

    Me sent desolado. Habaempezado a experimentar afecto poraquel infeliz...

    En cuanto a las fracturas,sinceramente, me negu a explorar. Elpequeo, como ya relat, padeca unaenfermedad extraa, una osteognesisimperfecta4, como resultado de undefecto gentico. Los huesospresentaban una extrema fragilidad,como el cristal, con deformaciones

  • esquelticas, articulaciones sin fuerza,musculatura dbil y una piel frgil, concicatrices hiperplsicas, siempre llenade moratones. Los golpes, conseguridad, haban pulverizado loshuesos, provocando toda clase defracturas; algunas, supuse, de especialgravedad. Pero me negu a unapalpacin inicial. No deseaba aadirdolor al dolor...

    La muerte se presentara encuestin de minutos; quiz, con suerte(?), en horas. Y yo no poda hacerabsolutamente nada. Me sent frustrado.Ms que eso: me sent aplastado por laimpotencia y por una tristeza infinita,como haca mucho que noexperimentaba. Necesitaba alejarme de

  • aquel lugar. Y pens en regresar alolivar, o quiz a la cueva. Ech unvistazo a mi alrededor. Fue entoncescuando repar en Matador. Casi lohaba olvidado. Permaneca inmvil, aescasa distancia. Y necesitado, comodigo, de un respiro me alej del nio yde los que lo rodeaban.

    Aquel otro infeliz, porque de eso setrataba, sin duda, estaba muerto. Laafilada piedra utilizada por la mendigale haba abierto la base del crneo. Yall segua, incrustada en el huesooccipital, relativamente prxima a lanuca. De la mendiga, por cierto, nirastro. Nadie se haba preocupado delrabe, de momento. Y deduje que elresto de la banda no tardara en volver.

  • Aquel asunto no estaba cerrado... Y temlo peor. Deba convencer al Maestropara abandonar aquel lugar? Aquelloempezaba a tener mala cara.

    El cielo sigui cubrindose. Lalluvia dcil la es-sa ra, como lallamaban los badu, no tardara enpresentarse. Qu hacer? El instintotiraba de m. Hubiera sido ms prudentealejarse de la colina 800 y retomar anuestro hogar, en la cueva de la llave.Pero slo era un observador. No debadecidir.

    Y en esos instantes, mientras medebata entre estos pensamientos, oaquella familiar voz. Era Jess. Cantabaen hebreo. Me puse en pie y contemplal grupo. Las mujeres acababan de

  • regresar. Portaban el agua y el aceitesolicitados por Dgul. Haban extendidouna esterilla de hoja de palma sobre elterreno y, al parecer, aguardaban laorden para atender al nio. Todosparecan desconcertados. Regres juntoal capataz y lo que vi tambin me dejperplejo...

    El Maestro haba tomado aAjaSdarpan y lo mantena abrazadocontra su pecho. Los brazos del pequeocolgaban inermes. La cabeza,carbonizada, descansaba sobre elpoderoso hombro izquierdo delMaestro.

    Sent un escalofro.Jess, de rodillas, acunaba al

    pequeo con un suave movimiento de

  • los brazos. Todos, como digo, noshallbamos perplejos.

    El Galileo mantena los ojos bajosy entonaba un salmo...

    Revivirn tus muertos... miscadveres se levantarn... sedespertarn, exultarn los moradores delpolvo...

    Cre reconocer los versculos. Erandel profeta Isaas (26, 19).

    Dgul, poco a poco, fue perdiendosu habitual sonrisa, hasta quedesapareci. Qu estaba sucediendo?Supuse que todos los all presentesentendieron que Jess se despeda delpequeo AjaSdarpan. Eso fue lo queinterpret pero, una vez ms, meequivoqu...

  • Y fue la evidencia lo que medevolvi al buen camino. Jess elev eltono de su voz y levant el rostro haciael nublado y espeso cielo. Abri losojos y el color miel nos alcanz a todos.

    ... Pues roco de luces es turoco...

    Fue instantneo. Cre comprender.Un Hombre-Dios haba descendido paraabrazar a la ms humilde de lascriaturas, y la abrazaba y la acunaba conternura; la ternura infinita de un Dios.

    Y volvieron los escalofros.La infinita misericordia de un Dios

    se hallaba ante m!Y el Maestro continu con la

    cancin, y con el leve movimiento, y consu amor hacia el desgraciado mestizo.

  • ... y la tierra echar de su senolas sombras...

    La voz se quebr. Jess baj lacabeza y, al momento, dos lgrimasrodaron por las mejillas, perdindose,tmidas y rpidas, entre la barba. Y laemocin que escapaba del Maestro hizopresa en los que contemplbamos laescena. Sent un nudo en la garganta y vicmo los ojos del capataz sehumedecan.

    No s explicarlo pero, en esosmomentos, mientras el Hombre-Diospermaneca con la cabeza baja, yabrazando amorosamente al nio de loshuesos de cristal, una brisa llegada dealguna parte se uni a nosotros y todoslo percibimos: el lugar se llen de un

  • intenso perfume a mandarina. Yo, enesos instantes, comprend a medias...

    Jess no volvi a cantar ypermaneci un tiempo en la mismapostura, abrazando al agonizanteAjaSdarpan. Despus, con la mismaternura, fue a depositar un largo beso enla piel ennegrecida del pequeo.

    Calculo que sera la hora quinta(hacia las once de la maana) cuandosucedi lo que sucedi. Todos lo vimos.Todos fuimos testigos. No fue unaalucinacin. Fue algo real einexplicable. Yo lo haba contempladoen otras ocasiones, y as fue narrado enestos diarios. Y a da de hoy no he sidocapaz de encontrar una explicacinlgica y racional. Pero debo ajustarme a

  • los hechos tal y como sucedieron...De pronto, como digo, mientras

    asistamos al tierno abrazo, todo, anuestro alrededor, incluyendo las ropas,las manos, las caras, los rboles, laspiedras, todo, se volvi de color azul.Nos miramos los unos a los otrosatemorizados. Las mujeres y los felah,instintivamente, dieron un paso atrs.Dgul y quien esto escribeintercambiamos una mirada, tratando dehallar una explicacin. Ninguno de losdos acertamos a abrir los labios. Aquelazul nos tena hipnotizados.

    Y a los tres o cinco segundos todovolvi a la normalidad.

    Deb imaginarlo. Deb recordar losucedido en otras oportunidades. Aquel

  • azul era un aviso. Algo extraordinarioestaba a punto de ocurrir...

    Jess, entonces, se dirigi a lasmujeres y rog que se hicieran cargo delpequeo. Fue en esos instantes cuandome pareci ver en las sienes deAjasdarpan unas gotas de sudor. Era unsudor de color azul, pero no me atrevo aasegurarlo al ciento por ciento.

    Torpe de m...Necesitara un tiempo para

    percatarme del especialsimo valorsimblico de aquel salmo sobre el rocoy del sudor azul. En realidad fue mihermano, Eliseo, quien sabrainterpretarlo. Pero sa es otra historia...

    A partir de esos momentos, tododiscurri a gran velocidad.

  • Ms o menos, ste fue el orden,segn recuerdo:

    El Maestro se puso en pie.Recuper la tnica blanca. Se enfunden ella y, sin mediar palabra, se alejhacia el olivar con sus tpicas zancadas.Recuerdo que me llam la atencin lalana de la tnica. Apareca chamuscadaen algunos puntos. Y quien esto escribe,nuevamente desconcertado, no supo quhacer. Mir al capataz y ste,comprendiendo, me devolvi unasonrisa. El trabajo haba terminado, almenos por aquel da. Y, confuso, me fuitras los pasos de Jess de Nazaret. ElHombre-Dios se perda ya entre loszayit, los corpulentos olivos de la colinaque yo haba bautizado como la 800,

  • de acuerdo con su altitud.Y a los pocos pasos empec a or

    gritos. Me volv y contempl otraextraa escena: las mujeres, loscampesinos, el capataz, todos coman endesorden y tropezando los unos con losotros. No terminaba de comprender.

    Regres e intent, en vano,interrogar a los felah. Nadie meescuch. Parecan histricos. Coman.Gritaban. Lloraban. Estaban plidos. Y,de pronto, ca en la cuenta: el nio no sehallaba en el lugar. Busqu, pero fueintil. Y en eso acert a tropezar conDgul. Se hallaba de rodillas, con losojos perdidos en el horizonte, y sueterna sonrisa. No fui capaz de sacarleuna sola palabra. Por un momento pens

  • en la banda de la langosta. Habanregresado, tal y como llegu a suponer?Pero no distingu a ninguno de losjovenzuelos. El cadver de Oatal(Matador) segua en el mismo lugar.

    Volv a interrogar al capataz, y estavez pregunt por Ajasdarpan. Qudemonios sucedi en esos escasosminutos, mientras me alejaba hacia elolivar? Finalmente, sin palabras, el buenhombre indic con la mano la direccinde Beit Ids. Fue entonces cuandodescubr la familiar figura de aquelpersonaje. Se alejaba por el caminillode tierra que, efectivamente, conduca ala aldea. No estara a ms de cuarenta ocincuenta metros de nosotros.

    El corazn me dio un vuelco.

  • Aquel individuo era el tipo de dosmetros de altura que haba visto surgiren lo alto de la 800. Pero, absorto enel ataque de Matador y su gente, laverdad es que lo perd de vista, y loolvid.

    No caba duda. Era l. La singularropa cambiaba de color, tal y comohaba visto en el pozo de Tantur. Era elhombre de la sonrisa encantadora...

    Se alejaba hacia Beit Ids, en efecto,y llevaba a un nio de la mano... Un niodesnudo...

    Sent otro escalofro.No era posible. Me negu a aceptar

    una idea tan absurda.AjaSdarpan?No era viable. No lo era... El nio

  • estaba agonizante. Aqul, sin embargo,caminaba con toda naturalidad.Ajadarpan, adems, padeca unaosteognesis imperfecta. Sencillamente,no poda caminar con tanta soltura.

    No s cmo explicarlo. Sentmiedo. De pronto me vi asaltado por unpnico irracional. Quiz no deseabaenfrentarme a la realidad...

    Y, sin pensarlo, di media vuelta yhui del lugar...

    Haba empezado a llovermansamente.

    Al adentrarme en el olivar de la800 comprend que el Maestro habadesaparecido. No saba cules eran susintenciones. Sencillamente, lo habaperdido, una vez ms. Y dud. Me

  • diriga a la cueva? Se haba trasladadoel Galileo a la colina de la oscuridad,la 778? Me dej llevar por el instintoy tom el camino de la cueva. Volv aequivocarme. O no? Jess no seencontraba en la caverna que nos servade refugio. Y me sent al pie delcamino, cerca del arco de piedra quepreservaba la entrada de dicha cueva.Trat de tranquilizarme. Jessregresara. Quiz se hallaba en lo altode la colina de los inun, la referida778, en comunicacin con su Padre,como haca habitualmente. Y aquelsbito e incomprensible miedo, el queme haba asaltado al ver al hombre de lasonrisa encantadora, se sent a mi lado.Qu suceda? Por qu tanta contusin?

  • Por qu me negaba a aceptar lo quepareca evidente? Y reaccion como unperfecto estpido: era un cientfico... Nopoda aceptar que un ser agonizante, ungran quemado, volviera a la vida encuestin de segundos o minutos. Porquede eso se trataba: de aceptar un milagro.Jess haba abrazado al nio, cierto, ylo mantuvo entre sus poderosos brazos,cierto, y todos presenciamos aquellasingular luminosidad azul... Pero no, menegu a admitir que Jess hubiera hechoel prodigio. Lo ms probable es queAjasdarpan se hallara en otra parte.Alguien, en la confusin, pudo haberlotrasladado... Pero, entonces, a quobedeca el pnico de los fe lah? Porqu el capataz no articul palabra

  • cuando lo interrogu? Y lo msimportante: quin era aquel nio quecaminaba hacia la aldea de Beit Ids y dela mano del personaje de la sonrisaencantadora? Me reproch la falta devalor. Tena que haber alcanzado alhombre de dos metros de altura ydespejado el misterio. Pero estabadonde estaba, y eso no podacambiarlo...

    Y sumido en estos tormentosospensamientos, a eso de la hora nona(tres de la tarde), vi llegar por el caminoa uno de los abed, uno de los esclavosnegros de Yaf, el sheikh o jefe de losbeduinos de Beit Ids. Pregunt por elMaestro. No supe darle razn. Y,decidido, me indic que lo siguiera.

  • Yaf, el guapo, el hombre que nuncaterminaba las frases, tambin deseabainterrogarme. Tuve un presentimiento, yno me equivoqu. Esta vez no. ElDestino saba...

    Haba dejado de llover. El sheikhesperaba sentado frente a la gran casona,la nuqrah, y rodeado de sus perros, losfieles galgos persas. Al principio, deacuerdo con la costumbre, ni siquieralevant la vista. Y sigui trenzandonudos marineros. Nudos, como yaexpliqu, que deshaca de inmediato.Finalmente alz la mirada y me invit atomar asiento. Los atractivos ojosverdes, perfilados en negro por el kohl,fueron cambiando al gris plata, segndecaa la luz. Calcul que faltaban dos

  • horas para el ocaso.Y el guapo que, adems, piensa

    (se era el significado completo de suapodo) pregunt por el Prncipe Yuy(as llamaban a Jess entre los badu deBeit Ids). Le dije la verdad. No sabadnde se hallaba. Y aclo seguido seintereso por lo ocurrido en lasproximidades del olivar de la 800.Comprend. En aquel remoto lugar, lasnoticias volaban. Y supuse que serefera al brutal ataque de Matador ysu banda.

    Yaf neg con la cabeza, y aadi:Eso ya lo s, pero no...Deduje que alguien le haba

    informado puntualmente sobre el caosque se registr despus. Pero me hice de

  • rogar...No s a qu te refieres.Qu sucedi despus? Esa mala

    bestia recibi su merecido, perodespus...

    Despus? No s...S, despus del ataque.

    Ajasdarpan...Ajasdarpan?El sheikh empez a impacientarse.

    Estaba claro que dispona de toda lainformacin, pero trataba de asegurarse.

    S, despus... S que t y elPrncipe Yuy estabais all. Ajasdarpan,entonces...

    El Prncipe se alej. En cuanto am, s, estaba all, pero fue como si noestuviese...

  • El jeque me mir sin comprender.Estabas pero no estabas...?Algo as resum.

    Sinceramente, no s qu sucedi. Todosse volvieron locos.

    Yaf reclam al esclavo negro. Lesusurr algo al odo y el ahed se perdibajo el qanater, el arco de piedra de lacasona. Al poco, tras el esclavo, viaparecer a Dgul, el capataz, y a variosde los vareadores que asistieron a lostristes sucesos en las proximidades de la800. A qu negarlo: me visorprendido. A qu vena todo aquello?Y a una seal del guapo, Dgul empeza hablar, haciendo un detalladorecorrido por los mencionados sucesos.Habl de Matador y de su gente, del

  • incendio del campamento y de la brutalpaliza al nio de los huesos de cristal.Por ltimo se refiri a AjaSdarpan yasegur que, tras el abrazo de Jess deNazaret, nada ms depositar alagonizante en las manos de las mujeres,el pequeo se puso en pie, como si talcosa. Estaba sano! Haba recuperadola salud! Los felah asintieron. Despusfinaliz Dgul lleg aquel hombreextrao, cuya vestimenta brillaba, y sellev al nio de la mano.

    Mi asombro no paso desapercibidopara el sheikh.

    Fue l, el Prncipe Yuy, quienhizo el prodigio y salv al...?

    Me encog de hombros. Y, comopude, le hice ver que no saba nada de

  • semejante prodigio. Es ms: dudaba queaquel nio, al que yo haba visto delejos, fuera AjaSdarpan.

    Mir al capataz y me llen devergenza. Aquel hombre jams menta,y era un excelente observador. Pero yono poda aceptar algo tan increble.Nunca aprender...

    Pareca como si Yaf estuvieraesperando aquel momento. Y sin dejarde contemplarme bati palmas. Alpunto, del interior del hogar, salieroncuatro mujeres. Eran las que se habanhecho cargo del nio cuando Jess as losolicit.

    Present algo...Entonces apareci l. Era el

    muchacho que haba contemplado en el

  • camino hacia Beit Ids, el que se alejabade la mano del hombre de la sonrisaencantadora.

    Creo que palidec.El sheikh sigui en silencio. Todos

    me observaban con curiosidad.No era posible, me deca una y otra

    vez.El nio apareca cubierto con un

    lienzo.ste es AjaSdarpan intervino

    Yaf sin disimular su regocijo.Puedes preguntarle si es tu deseo obien...

    Me arm de valor y me aproxim alnio. Todos se mantuvieron en unrespetuoso silencio.

    Creo que dibuj una sonrisa y retir

  • el lienzo. El nio qued completamentedesnudo.

    Me bast un primer vistazo paraentender que all haba una confusin.Aquella criatura no presentabaquemadura alguna. La piel era tersa,limpia y sin rastro de costras yampollas. Yo haba observado loshuesos, la grasa y los msculoscalcinados en algunas de las quemadurasde tercero y cuarto grados. Yo habaexaminado la cabeza, sin pelo, y losconductos nasales obstruidos ydeformados por las llamas. En lasquemaduras profundas, con ladestruccin de la epidermis y buenaparte de la dermis, la reepitelizacin esun proceso lento, dando lugar a

  • cicatrices deformantes. Pero qutonteras estaba pensando? Con unaextensin del 80 por ciento, lasquemaduras, aceptando que AjaSdarpanse hubiera recuperado, que era muchoaceptar, hubieran necesitado meses parasu recuperacin o, insisto, las cicatriceshabran resultado terribles. No, aquellono tena nada que ver con lo que yohaba visto. Tena que haber un error,necesariamente. Tampoco su aspecto erael que yo recordaba. Aquel nio nopresentaba ninguna malformacinaparente. AjaSdarpan, como expliqu,sufra una osteognesis imperfecta, conun singular desarrollo del crneo.Llamaba la atencin, justamente, por laforma triangular de la cabeza, en forma

  • de pera invertida, provocada por elempuje del encfalo. Ello, a su vez,daba lugar a una micrognatia o pequeezanormal del maxilar inferior. Su narizera picuda y los ojos exageradamenteseparados (hipertelorismo). Todo ello,en definitiva, le proporcionaba unaspecto monstruoso. El muchacho quetena ante m presentaba un crneonormal, con un cabello negro y rizado yunos ojos claros, llenos de vida. Era elnico detalle el de los ojosque srecordaba la mirada azul deAjadarpan. No, aqul no era el nioque yo haba conocido. De eso estabaseguro. En cuanto a los movimientos,tampoco tenan nada que ver con los deAjadarpan. Aquel jovencito caminaba

  • sin problemas. No padeca escoliosis odesviacin lateral de la columna. Susmsculos parecan fuertes y sanos ytambin las articulaciones. No, aquellalmina no era, ni remotamente, la de unenfermo de osteognesis imperfecta.

    Me volv hacia el sheikh y negucon la cabeza.

    Este nio expres, rotundono tiene nada que ver con el que vi en elolivar. Es imposible. Tiene que haber unerror...

    Sin darme cuenta, acert en miapreciacin. Aquel nio no tena nadaque ver con el que haba examinado...Pero no comprend.

    Y antes de que nadie acertara apronunciarse, el nio abri los labios y

  • emiti unos sonidos guturales, confusos.Me volv y le vi sonrer. Los dientestampoco aparecan desordenados y conaquel brillo creo y azulado quecaracterizaba la dentadura deAjasdarpan. Me reclam y me aproxim,intrigado. Mantuvo la sonrisa. Alz lamano izquierda y fue a repetir unaescena que yo haba contemplado el daanterior, cuando pregunt a AjaSdarpansi entenda el arameo. Llev la manoizquierda, como digo, a la altura de laoreja y lo hizo muy lentamente. Senil unescalofro. Despus, con idnticalentitud, sin dejar de sonrer, toc laoreja dos veces. Por ltimo, muydespacio, dej caer los dedos hacia loslabios. Y neg con la cabeza.

  • Oh, Dios! Era l! EraAjasdarpan! Pero cmo era posible?

    Si no recordaba mal, ese martes, 29de enero, al ofrecerle mi escudilla demadera con el tagine y preguntarle sicomprenda el arameo, all, junto alpequeo, slo se hallaba la mendiga,ms que ebria, y, algo ms atrs, los treszagales que acompaaban a AjaSdarpanen la rebusca de la aceituna. Ni lamendiga ni los muchachos prestaronatencin a la escena en la queAjaSdarpan me hizo saber que erasordo. Fue un dilogo entre l y yo,exclusivamente. Nadie ms fue testigo,que yo supiera.

    Pero, entonces...Volv a examinarlo. AjaSdarpan

  • me dej hacer.Ni rastro de las quemaduras... Ni

    rastro de la osteognesis...Ca de rodillas, perplejo. Y

    pregunt, como pude:Puedes orme?El nio asinti con la cabeza, al

    tiempo que emita aquellos sonidosguturales.

    Dios mo!Cre comprender. El nio haba

    recuperado la audicin pero,obviamente, no saba hablar.

    Eres AjaSdarpan?Asinti por segunda vez, y al

    instante. Lo vi sonrer. No s si eraconsciente de lo ocurrido.Probablemente no. Pero qu importaba

  • eso? Y percib cmo mi corazn seahogaba. No entenda nada de nada,pero saba que me hallaba ante unprodigio. Algo extraordinario acababade suceder en aquel remoto paraje de laDecpolis. Algo que jams serarelatado por los evangelistas...

    Y, confuso, me alc y fui a situarmefrente al capataz. Supliqu su perdn yDgul, sin ms, me obsequi con la mejorde sus sonrisas.

    Me desped del sheikh y me alejen direccin a la cueva.

    Me ahogaba, s...El Maestro no haba regresado. Y

    me sent al pie del camino, frente a lacueva, en un psimo intento por ordenarlos pensamientos. Nada era lgico.

  • Nada tenia sentido. Yo era uncientfico... Qu fue lo sucedido en la800?... Jams vi algo semejante... Laciencia no puede aceptar una cosa as...Estaba alucinando?... Se trataba de unsueo?... Quiz estaba a punto dedespertar... No, no era un sueo... Otrostambin lo vieron... El nio estaba all, ados pasos, y sano... El nio oa... Qufue de las quemaduras?... Quintransform su piel y su crneo?... Qusingular poder lo haba curado, y encuestin de minutos o segundos?...

    Necesit tiempo para serenarme.Los pensamientos, sin embargo,continuaron en desorden. Rememor loocurrido una y otra vez e intentracionalizar el asunto. Siempre

  • tropezaba en el mismo escollo:AjaSdarpan se hallaba agonizante, conel 80 por ciento de su cuerpo quemado.Nadie, ni en el siglo xx, hubiera podidoregenerar semejante catstrofe ensegundos o en dcimas de segundo.Haba asistido, aunque de esasmaneras, a la primera curacinmilagrosa de Jess de Nazaret? Fuitestigo de su primer prodigio? O setrataba del segundo? Y record lasescenas vividas el 17 de septiembre enel kan de Assi, el esenio, a orillas dellago Hule, cuando caminbamos desdeel monte Hermn al yam o mar deTiberades (1). En aquella ocasin, anteel desconcierto general, el Hijo delHombre se arrodill tambin ante un

  • negro tatuado, de nombre Aru, quepadeca el llamado mal de amok, unaespecie de locura que lo converta en unser violento y muy peligroso. Jessalivi una de sus heridas y acarici elrostro del joven negro. A partir de esemomento, Aru cambi y, que yo sepa,nunca ms fue asaltado por el referidosndrome. La escena fue relativamenteparecida: Jess arrodillado frente a unser desvalido; Jess acariciando a sucriatura; Jess, conmovido, derrama unalgrima, una misteriosa lgrima azul;Jess, misericordioso...

    Dos situaciones casi similares conidntico resultado... Un resultadoinviable para la lgica, pero all estaba,desafiante. Y slo era el principio...

  • Este explorador no imaginaba en esosmomentos lo que le reservaba elDestino. Fue todo mgico...

    Pero, obtuso, segu mareando elcmo lo hizo. Cmo lo logr?Cmo era posible? Cmo pudo sanaraquella piel, y aquellos huesos ymsculos carbonizados? Cmomodific la enfermedad que convena aAjasdarpan en una criatura con loshuesos de cristal? La osteognesisimperfecta (IO) tiene su origen en undefecto gentico. Concretamente en unode los dos loci que codifican elcolgeno tipo I. El colgeno, como yaexpliqu en su momento, constituye elprincipal elemento orgnico del tejidoconjuntivo y de la sustancia orgnica de

  • los huesos y de los cartlagos. Eltrastorno puede ser expresado por unasntesis anormal o por una estructuradeficiente del protocolgeno I. En otraspalabras: el Maestro, o quien hubierapropiciado el prodigio, tena que habermanipulado y modificado la totalidad dela carga gentica que provocaba elcitado mal. Eso significaba unaalteracin en cada una de las clulas deAjaSdarpan. Trillones de clulasmodificadas!

    Mi cerebro se ahog nuevamente...A qu me enfrentaba? Mejor

    dicho, a quin... Y en esos instantes fuivisitado por la lucidez: aquel Hombre, apesar de las apariencias, no era slo unHombre; era un Dios. l tena el poder.

  • Sencillamente, l saba cmo hacerlo y,adems, era misericordioso. Con eso erasuficiente. Eso era lo importante y loque yo deba transmitir. El resto erasecundario. Pero, al poco, la lucidez sealej y quien esto escribe siguienredado en lo circunstancial y en lopuramente anecdtico. Cmo lo hizo?Cmo...?

    Llegu a pensar en los nemos.Poda inocularlos en el interior del nioy averiguar quiz... Me pareci ridculo.Qu ms necesitaba para convencerme?Saltaba a la vista... Y me propuse hablarcon el Maestro en cuanto se presentaseen la cueva. Tena que aclarar aquellasterribles dudas...

    El sol se despeda ya por el camino

  • que conduca a la localidad de El Hawi.Segn los cronmetros de la cuna, esemircoles, 30 de enero del ao 26, elsol se ocultara a las 17 horas, 7 minutosy 35 segundos de un supuesto TiempoUniversal. La oscuridad no tardara encaer sobre el lugar. Me habadescuidado. Sumido en estas reflexionesno repar en el paso del tiempo.Tambin a esto debera acostumbrarme.La vida al lado del Galileo era como unsuspiro...

    Record lo prometido: quien estoescribe, mientras Je sus permanecieraen aquellas colinas, se ocupara de laintendencia y de lo menor, El debadedicarse, por entero, a su Padre.

    Prepar un buen luego y dispuse la

  • cena. El Maestro no tardara enpresentarse.

    Jess regres poco antes del ocaso.sa era su costumbre. Canturreaba. Mepareci alegre, como si nada hubieraocurrido. Tom sus cosas y se alej endireccin al ro. Supuse que deseabaasearse. Y as fue...

    Al poco retorn al interior de lacueva. Haba cambiado la chamuscadatnica blanca por la roja. Presentaba elpelo suelto. Algunas de las lucernas,estratgicamente repartidas por lacaverna, atrancaron destellos a la msque crecida barba y a la mansa melena.Supuse que el Maestro se haba regaladounas gotas de kimah, el perfume queutilizaba con frecuencia, y ms

  • concretamente desde el histrico 14 deenero de ese ao 26, fecha de subautismo en las aguas del Artal, uno delos afluentes del ro Jordn5. Y digo estoporque, al penetrar en la cueva, elrecinto se llen de un intenso yagradabilsimo olor a sndalo blanco.Un perfume que yo asociaba con la pazinterior y con la serenidad.

    El Maestro me vio trastear con loscacharros de la cocina y se coloc a milado, curioso. No dijo nada. Se limit asonrer, mostrando aquella dentaduraimpecable, blanca y perfectamentealineada.

    No s explicarlo...Sent miedo.O quiz no fue eso. Sent una

  • mezcla de miedo, de admiracin y derespeto. No pude evitarlo. Era laprimera vez que me suceda. Nunca,hasta esos instantes, experiment algoparecido. Jams sent miedo junto alMaestro, hasta ese momento. Elrecuerdo de lo ocurrido durante lamaana, con Ajasdarpan, me hizotemblar. Creo que l lo percibi.Entonces, dejando caer su manoizquierda sobre mi hombro derecho, memir como slo l saba mirar. Metraspas con aquellos ojos color miel yel perfume a sndalo me embriag. Nopronunci una sola palabra. Con el gestoy la mirada fue suficiente. AquelHombre haba logrado lo que nadie entoda la historia de la humanidad, pero

  • eso no deba levantar una barrera entrenosotros. Y el miedo, o lo que fuera, sedisolvi.

    Mensaje recibido.Y l, intrigado, empez a

    preguntar. Qu era lo que cocinaba?Esta vez fui yo quien le sonri. Y aclar:

    Es una bamia...El Maestro conoca esta hortaliza,

    tan habitual entre los rabes. Ysealando con el dedo se interes porlos ingredientes.

    El miedo, en efecto, se habaalejado... Fue un misterio. No s cmolo hizo.

    Aceite aclar. Se calienta.Despus, cebolla. Se tritura y se fre...

    El Maestro asinti con la cabeza, y

  • muy serio.... Una vez dorada la cebolla

    prosegu se agrega la bamia.Y tomando unos generosos puados

    de ajo picado, pimienta y sal mediocubr la verde y jugosa hortaliza, regalode Yaf. Remov y lo mezcl todo,cuidadosamente. Jess, atento, no perdadetalle.

    Yo no sala de mi asombro. ElHombre ms poderoso de la Tierra, todoun Dios, apareca absorto en una simplereceta de cocina. As era el Hijo delHombre...

    Y dej que la bamia se cocinarasobre las llamas del hogar. Con unaespesa salsa de tomate hubieraredondeado el delicioso plato, pero el

  • tomate no era conocido an en el viejomundo.

    Calcul alrededor de cuarenta ocuarenta y cinco minutos. Era el tiemponecesario para que la cena estuvieralista.

    Y me excus por la demora. ElGalileo fue a sentarse cerca del fuego.No prest atencin a mis palabras. Echla cabeza hacia atrs y entorn los ojos,disfrutando del tmido olor queempezaba a escapar de la olla. En elexterior, la lluvia haba vuelto yrepiqueteaba sobre las hojas de laencina sagrada y de los almendros,como si jugara. Yo me sent frente alMaestro, atento a la bamia, y disfruttambin de aquellos instantes. Creo que

  • el silencio, atentsimo, se asom a lacueva...

    No pude evitarlo. Al contemplarlof ente a m, tan sereno v tan prximo,volvieron los viejos pensamientos:cmo lo hizo?, cmo logr la curacindel nio mestizo?, cmo...?

    Jess continu en silencio.Y pens que aqul era un buen

    momento para preguntar. Cmo lo hizo?Cmo pudo lograr un prodigiosemejante? Dnde estaba el secreto?Cmo consigui algo tan increblecomo la modificacin de la cargagentica de AjaSdarpan? Cmo?Necesitaba los detalles...

    Sin embargo, algo me contuvo. Nofui capaz de abrir los labios y preguntar.

  • Sent pudor. Aqul era un Hombremaravilloso. Qu derecho tena aincomodarlo con ese tipo de preguntas?Pero, por otro lado, necesitaba saber...Cmo demonios lo hizo?

    Y en ello estaba, debatindomeentre el s y el no, cuando el Maestroabri los ojos y me contempl conaquella extrema dulzura. Vi cmoamaneca en su rostro una dbil peroprometedora sonrisa.

    Lo present. l saba lo quepensaba...

    Y la sonrisa se fue abriendo, comouna flor. Sent cmo me abrazaba desdela sonrisa. Era otra forma de abrazar delHijo del Hombre.

    No me equivoqu.

  • Querido mlak (mensajero),por qu te preocupa tanto el cmo?

    La penumbra de la cueva meprotegi y disimul mi torpeza.Enrojec, creo. Era tan difcilacostumbrarse! Era tan difcil aceptarque poda entrar y remover lospensamientos!

    Por qu te atormentas con losdetalles prosigui con aquella vozclida y reposada cuando loimportante es que se ha hecho lavoluntad del Padre?

    Dej rodar el silencio. Y yo, sinsaber qu decir, me refugi en la bamia.La remov, una y otra vez...

    Y, generoso, acept complacerme,en parte. Entonces empez a hablar de

  • su gente, la que le asista. Algohabamos hablado en das anteriores, araz de las misteriosas luces que sepresentaron sobre Beit Ids y, sobre todo,en la cima de la colina de los znun o dela oscuridad, como la llamaban losnaturales del lugar. Fueron ellos, sugente, los que se ocuparon de losdetalles y del cmo. No s sientend bien pero sa fue la explicacin:no fue el Maestro quien llev a cabo elprodigio; fue su gente. Y ah concluy laaclaracin. Necesitara tiempo paramedio comprender lo que trataba detransmitirme.

    Nada hubiera sido posible aadi de no haber contado con elbeneplcito del Padre... Eso es lo nico

  • que cuenta.El Padre.Habamos conversado sobre l en

    otras oportunidades, pero siempre mequedaba sediento. Qu es? Me hallabaante una persona? Yo saba que eso noera posible. El Padre Ab-b tieneque ser una criatura (?) puramenteespiritual, al margen de la materia y deltiempo, pero no terminaba decomprender. Tambin en esto necesitabadetalles. Y aprovech la ocasin paraprofundizar en el asunto. Yo saba queAb-b era el tema favorito de Jess.Hablar de l le perda...

    Necesito detalles le apremi. Hblame del Padre. Quiz ascomprenda mejor lo que ha sucedido

  • esta maana en el olivar...Sonri, picaro. No logr engaarle,

    pero acept hablar, a su manera...Tom una de las ramas que este

    explorador haba dispuesto paramantener vivo el fuego y se inclinsobre la tierra que cubra la cueva. Laalis cuidadosamente y manifest losiguiente, por si lo haba olvidado:

    Eres un nuil'ak, un enviado...Recuerda que mis palabras son siempreuna aproximacin a la verdad...

    Asent en silencio. Lo recordaba.... Lo que yo diga no tiene por

    qu ser la verdad, literalmente hablando.Vosotros, ahora, no podis aproximarossiquiera a lo que intento transmitir...Has comprendido?

  • Asent por segunda vez, sin caer enla cuenta de la trascendencia de lo queacababa de decir.

    Y lo vi dibujar en la tierra. Trazprimero la letra hebrea yod. Me mircon curiosidad y sonri. Despus dibujla h, la vav y, por ltimo, de nuevo laconsonante h. Lo reconoc al punto. Erael tercer Nombre de Dios, segn loshebreos: Yav o YOD-H-VAV-H, lascuatro letras que, segn la tradicin, nodeban ser pronunciadas. Y una vezterminado el Tetragrama, el Maestropermaneci en silencio y con el rostrograve. Present que lo que ha a decirera importante. No me equivoqu.

    Entiendo que desees conocer alPadre...

  • El rostro del Galileo se ilumin denuevo.

    ... Es la aspiracin de todo hijodel tiempo y del espacio, pero esollegar... en su momento. No ahora.Vives en la materia y en laimperfeccin, vives en el tiempo, y, enconsecuencia, no es posible que elPadre pueda manifestarse tal y como es.Es l quien acepta manifestarse en laconciencia humana y slo as puedesalcanzar una comprensin limitadsima de lo No Limitado-

    Jess utiliz la expresin hebreaein sof (lo no limitado, aunque creo quedebera escribirlo con maysculas).

    Ahora prosigui,comprendiendo mi torpeza a la hora de

  • desvelar sus palabras y conceptos, enestos momentos, la naturaleza humana nopuede aventurarse en la Divinidad. Noest preparada. Aunque accediera a tusdeseos, las palabras me cortaran elpaso. No puedo darte detalles sobre elPadre porque tu mente es humana y l,en cambio, no lo es...

    Hizo una pausa. El perfume asndalo se mezcl con el del guisote dela bamia y cre intuir: me hallabasumergido en un aroma en el que secruzaban el sentimiento de paz interior yla delicia de un fruto de la tierra. Losublime y lo humano, por explicarlo dealguna manera. Lo divino y lo material.Jess tambin trataba de jugar conambos conceptos, pero no era fcil. Ab-

  • b, el Padre, descenda hasta la bamia yla impregnaba. La bamia, sin embargo,jams podra entender lo que estabaocurriendo...

    Y te dir ms. Si el Padre sepresentase ante ti, ahora mismo, y entoda su gloria, quedaras anulado...

    Por qu?Crees en mi palabra?Siempre he credo...Era la verdad.Pues bien, acepta lo que te digo.

    Si l, ahora, apareciera ante ti, y con suverdadera luz, no desearas continuar.Es tal su grandeza que caeras en laUnidad y tu yo se extinguira.Sencillamente, malak, renunciaras a tupropia evolucin. Es por ello que debes

  • ser paciente. l se presentar ante ticuando ests preparado...

    Intntalo... Dame detalles.Yo mismo me sorprend. Empezaba

    a parecerme a Elseo.El Maestro sonri con

    benevolencia, pero no dijo nada. Fue atomar una de las brasas que calentaba labamia y la alz, agitndola en el aire. Elfuego se anim y se hizo ms rojo.Entonces coment:

    Si t eres capaz de explicarle alfuego quin soy yo, entonces, queridoamigo, yo te explicar quin es elPadre...

    Me rend... a medias.Entonces, despus de muerto,

    tampoco ver a Dios...

  • Repito: lo vers cuando estspreparado, no antes. Llegars a lcuando ya no seas materia. Es la primerade las condiciones.

    Y, mientras tanto, qu debohacer?

    Lo que has empezado a hacer:buscarlo, interesarte por l, querer sercomo l...

    Hizo una estudiada pausa ycontinu.

    ... Y, sobre todo, ponerte en susmanos y dejar que se haga su voluntad.Ya sabes: el secreto de los secretos...

    S, nos lo haba dicho en elHermn.

    Pero no te atormentes sentenci. Tu anlisis de Dios ser

  • siempre un intento mediocre porcomprender lo inefable. No puede ser deotra manera. Te lo he dicho: es l el quedesciende a la materia, a tu mente, y elque permite que te aproximes,remotamente, a su esencia. Nunca es alrevs. No lo olvides. La concepcinhumana del Padre ser siempre limitaday fragmentaria. Nadie, insisto, estcapacitado para entender a Diosmientras se encuentre sujeto al tiempo yal espacio.

    Pero, intntalo...Creo que se rindi.Est bien: acude a los smbolos.

    Ellos te ayudarn a hacer el trabajo.Ellos contienen los detalles que tanto tepreocupan.

  • Y sealando las letras hebreas quehaba dibujado en la tierra me gui elojo.

    En ese momento no capt elprofundo significado de sus palabras. Lohara das despus, en otra inolvidableconversacin en la cueva de la llave.Pero debo ir en orden.

    Lo que s me vino a la mente supongo que fue una asociacin de ideas fue el hallazgo de Gdel, elmatemtico que sac a la luz laexistencia de un nmero infinito deteoremas que son verdaderos y quenadie puede demostrar6. Con el Padre,supongo, sucede lo mismo... La genialidea de Leibniz (1686), contenida en elensayo filosfico Discurso de la

  • metafsica, le daba la razn al Maestro:una teora ha de ser ms sencilla que loshechos que explica. Dios (Ab-b) estan... que resulta indemostrable.

    Los smbolos... Nunca me par apensar que puedan contener a Dios...

    El Galileo me mir, sorprendido. Ymanifest:

    Yo no he dicho eso, pero estbien...

    Tom de nuevo la rama con la queacababa de dibujar el nombre de Yav yla situ sobre la letra yod, la primeradel Tetragram matn.

    Quieres que te hable del Padre...Eso es.Pues bien, fjate...Dirigi la mirada hacia la referida

  • letra yod y explic:Esta letra est representando al

    Padre. Ella es el punto primordial delque todo procede. Ella es un smbolo.Ella representa el proyecto del Padre,del Creador, para la creacin. En yodest contenida toda la potencialidad delPadre. De ella nacen las lneas, lassuperficies, los volmenes, la potenciaespiritual y todas las posibilidades deformas y de evoluciones. Las queconoces y las que nunca conocers. Lasque son y las que nunca sern. En ellaestn los caminos y los no caminos...

    Me estaba perdiendo y l lo saba.... T sabes que el valor eyod

    es 10...Eso era Kbala. El Maestro, creo

  • haberlo dicho, era un consumadokabalista; el gran kabalista, me atreveraa decir.

    ... Pues bien, desde ese puni devista simblico continu, al tiempoque meda las palabras, puede serrepresentada igualmente como el puntoprimordial inscrito en el crculo de laeternidad...

    Y fue a dibujar un crculo con unpunto en el centro.

    ... Ese punto, como te deca, esasingularidad previa a la creacin, locontiene todo.

    Mantuvo otra pausa y dej que meacercara a sus ideas.

    ... Pues bien, querido malak, esayod, ese 10, ese smbolo, representa lo

  • que llamamos Dios Padre. Pero, ojo!,no es que el Padre sea un varn. Somosnosotros, los humanos, en nuestrapequeez, quienes lo limitamos y leotorgamos un carcter de masculinidadque nunca tuvo... Es l el que permiteque t pienses as, de momento. Msall, como tambin te insinu, est elEIN SOF (lo NO LIMITADO).

    Lo No Limitado le interrump. Me gusta...

    Por ahora es suficiente con quesepas que de ah, de lo No Limitado,surge la fuerza espiritual del poder deDios...

    El Maestro interrumpi suexposicin y me observ concuriosidad. Haba comprendido? A

  • medias. Entonces pregunt:Sabes a qu me refiero? Sabes

    cul es el verdadero poder de Dios?Me sent perdido. No recordaba.El amorse adelant,

    sacndome del apuro. se es elverdadero poder del Padre. Recuerdas?

    Asent en silencio. Lo hablamos enla cumbre de la montaa sagrada, en elHermn (1). Amor = accin.

    Y pregunt algo tonto,aparentemente.

    Si el Padre no es varn, esmujer?

    Jess sonri de nuevo, pero nocay en la trampa; porque de eso setrataba.

    Regres al dibujo de las cuatro

  • letras hebreas y, sealando de nuevo layod, recuper el simbolismo:

    Yod = 10. De acuerdo?S, Maestro...H = 5...La letra h, como expliqu,

    ocupaba el segundo y el cuarto lugar enla palabra Yav (YOD-H-VAV-H).

    Bien, somos nosotros, loshumanos, quienes hemos otorgado uncarcter femenino a las dos letras h, lasque suman 10, y que nacen de la yod. Nolo olvides. Somos nosotros los queasociamos a Dios con nuestros propiosconceptos. Sin embargo, eso no escorrecto; pero est bien... Piensa lo queconsideres oportuno.

    Sonri con placer.

  • ... Eso, al Padre, no le disgusta.Ai contrario. Cuanto ms imagines,mejor.

    Me hallaba perdido, una vez ms, yasombrado. Yo no era experto enKbala. No poda seguirle. Al mismotiempo, aquellas expresiones somosnosotros, los humanos me llenaronde perplejidad. Cmo poda hablar as?l era humano, naturalmente, perotambin era un Dios...

    Y decid apearme de aquellasreflexiones. Si segua por ese camino meatascara.

    No quise insistir en el asunto de lasupuesta feminidad de Dios. l lo habadejado ms o menos claro. Sin embarco,en mi memoria, flot aquella cancin,

  • tan querida por el Maestro, y que repetacuando trabajaba en el astillero deNahum: Dios es ella... Ella, la primerah, la que sigue a la vod... Ella, lahermosa..., el vaso del secreto... Padre yMadre no son 15, sino 9 ms 6... Ella esDios...

    S, lo olvid, de momento. Tenaque consultar con mi hermano. Eliseo stena conocimientos de Kbala. l meayudara a entender.

    El Maestro saba que estabaconfuso y supo descender a mi nivel.

    Alguna pregunta?Sonre, como pude. Tena tantas...No temas. Es suficiente. Lo

    importante, por ahora, es que sepas, yque sepas transmitir...

  • Subray lo de transmitir.... que l te habita.Y repiti, consciente de la

    importancia de sus palabras:Que sepas, y que sepas transmitir

    que l te habita...Recuerdo, Seor. Nos hablaste

    de ello: la nitzutz7, la chispa divina,la fraccin (?) que procede del Padre yque se instala en el ser humano a partirde su primera decisin moral.

    Y record, con cierta angustia, laescena con el Maestro, all mismo,frente a la cueva, animndome para quele golpeara con una de las tablas deagba, la tola blanca que se acumulaba enuno de los extremos de la caverna. Jesssimul que era un perro y me anim a

  • que imaginase que yo era un nio con lacitada tabla en las manos. Me negu,naturalmente.

    El Maestro, al referirse a la chispadivina, utiliz la expresin nishmathayim o Espritu de origen divino.Vino a decir que esa vibracin era elPadre, en miniatura. Tambin la llamregalo y don del fuego blanco. Lachispa (como la llamar desde ahora) eslo que nos distingue. Se trata de la granseal de identidad de los sereshumanos...

    Y formul la misma cuestin:Dame detalles... Qu es

    exactamente la chispa?El Maestro me mir sin saber por

    dnde empezar. Eso intu. Y decid

  • echarle una mano.Recuerdas? Nos dijiste en el

    Hermn que la chispa llega cuando elnio ha tomado su primera decisinmoral. Yo me negu a pegarte con latabla. sa fue una decisin moral... Ycreo que hablaste de los cinco o seisaos. sa es la edad a la que llega lachispa...

    De pronto me interrumpi.2.134 das, para ser exacto.Cmo dices?Que la chispa, como t la llamas,

    desciende del Paraso a los 2.134 dasdel nacimiento de la criatura humana...

    Ah! Comprendo.A decir verdad, nunca supe si

    bromeaba...

  • Y cmo sabe el Padre que esenio o nia ha tomado su primeradecisin moral?

    Entiendo que Jess continu con eltono festivo. O no fue as?

    Es que le avisan...Claro. Y una vez instalada en la

    mente del nio, qu sucede?El Maestro permaneci pensativo

    unos segundos. Finalmente medescoloc de nuevo:

    Yo dije eso?S, en el Hermn, en el mes de

    ab (agosto) del pasado ao... La chispase instala en la mente humana... No en elcorazn... En la mente...

    Vaya! Qu Dios tandesmemoriado...

  • Y fue a guiarme de nuevo el ojo.En aquella ocasin, en la cumbre de lamontaa sagrada, cuando tuvimos laopor lunidad de asistir al histricomomento de la recuperacin de sudivinidad, Eliseo, quien esto escribe yel Galileo nos enzarzamos en unaamable discusin sobre el lugar en elque se instala la chispa. La cosa noqued clara del todo. \i interpret elguio de Jess como una remembranzde aquel interesante momento. AquelHombre-Dios no tena arreglo...

    Y bien recuper el hiloprincipal de la conversacin, quocurre cuando la chispa ingresa en lamente del hombre?

    Otro prodigio, y mucho ms

  • destacado que el de esta maana...Ley en mi cara. Ms importante

    que la curacin de AjaSdarpan?El buen Dios, el Padre, tan

    lejano para la criatura humana,abandona el Paraso y se hace socio delo ms humilde y de lo ms primitivo desu creacin material. Te lo dije: es elmisterio de los misterios. Ni los ngelessaben cmo se produce ese descenso. lse fracciona y se presenta en la mentehumana. Dios en tu interior y comogaranta de que sers eterno. La chispaes la promesa del Padre de que, alj*n da, sers inmensamente feliz. Seresa presencia divina, tan real como estefuego que nos calienta, la que teempujar, constantemente, a buscarle, a

  • saber de l, a querer ser como l... Lachispa, una vez en ti, prende la llama dela necesidad...

    Qu necesidad?La necesidad de saber quin

    eres, por qu ests en la vida y qu teespera despus de la muerte. Lanecesidad y el anhelo de hallarle.

    Dios en mi interior! No puedohacerme a la idea...

    Jess dej que la revelacin,porque de eso se trataba, se asentara enmi mente. Despus prosigui:

    S, el Padre en tu interior y nodiluido...

    Dios, Ab-b, y en estado puro...As es, querido maVak. El

    Padre, fraccionado, pero no

  • condicionado. El Padre, sin mezclas.Dios mismo. Tal cual. l y slo l... Hunejat...

    La expresin es equivalente alEspritu que desciende y que terminaunindose a la creacin. As reza elLevtico (9, 22): Ha descendido.

    Guard silencio; un respetuososilencio. Jess de Nazaret nunca menta.Si l afirmaba que el Padre desciendedel lejano Paraso y se acomoda en lamente del hombre, as es.

    Y me pregunt, sobre la marcha:por qu estas cosas no son enseadaspor las iglesias?

    Pero el Maestro no permiti queme distrajera. Lo que me estabadesvelando era sumamente importante, y

  • deba estar seguro de que este pobreexplorador sabra transmitirlo.

    Segundo gran prodigio,igualmente notable...

    Me dej unos segundos en el aire,colgado del suspense. Sonri levementey manifest con una seguridad quetodava me asombra:

    Al instalarse en tu interior, lapresencia del Padre, de la chispa,provoca el nacimiento de una criaturabellsima que, poco a poco, muylentamente, ir despertando. Esa criaturaes el vaso sagrado en el que cuajar tuautntica personalidad, tu yo. Unacriatura inmortal...

    Yo saba a qu se refera. Jesshablaba de la niSmah, el alma.

  • Me invadi de nuevo y, al leer mispensamientos, la sonrisa me abraz.

    ... Mente ms chispa = alma.La simplificacin no le disgust.

    Era vlida. Pero me record:Aproximacin a la verdad, no lo

    olvides...S, Maestro. Supongo que la

    realidad es mucho ms fantstica...Asinti con la cabeza.Mensaje recibido.Ya has hablado de ello, pero

    dame ms detalles. Cmo funciona lachispa? Cul es su cometido?

    Prepararte para la verdaderavida... No te confundas: prepararte parala que es, y ser, tu autntica realidad...

    Te refieres a la vida despus de

  • la muerte?Exacto. La chispa no se ocupa de

    los problemas que te salen al paso enesta existencia. Los conoce y puedeaconsejarte sobre el particular, pero sumisin es otra: ajustar tu mente humana alo que verdaderamente interesa, a lavida que te aguarda, a la vida eterna. Esdecir: ella te prepara, te dirige e intentamostrarte tu destino final, la verdaderavida que te espera. Ella es un piloto.Dios hace tan bien las cosas que, muchoantes de que ingreses en la eternidad, yate est preparando para ello.

    Veamos si lo he entendido. Diosllega a mi interior y capacita a mi jovenalma para que ascienda y siguiendo,justamente, el mismo camino que ha

  • tomado el Padre en su descenso desde elParaso. Correcto?

    Correctsimo, malak.l baja y yo subo.Correctsimo. Y llegar el

    momento, no olvides que mis palabrasson una aproximacin a la verdad, enque ambos, la chispa y t, seris unasola criatura. Os fusionaris. Dios

    v el alma humana inmortal. Unasola cosa. La divinizacin de lo msbajo y de lo ltimo.

    Y eso, cundo ocurre? Quizen esta vida?

    Muy pocos lo logran en estaexistencia. Es despus de la muertecuando se produce el ansiado encuentro:l (Dios) y t, al fin.

  • Para siempre?Siempre slo existe en tu

    mente. En el reino de mi Padre no haytiempo. No hables, por tanto, desiempre.

    Ella ajusta mi pensamiento... Megusta.

    Y lo moldea y lo dirige hacia lobello, hacia lo sabio, hacia lomisericordioso y hacia el servicio a tussemejantes. Ella consigue el granprodigio: termina borrando el miedo detu mente, y tu alma empieza a conocer lapaz, la verdadera paz espiritual. Es lachispa la que te proporciona latranquilidad y la seguridad. Ella temuestra el camino. Ella te hace la granrevelacin: eres hijo de un Dios.

  • Ests hablando de la voz de laconciencia?

    No. Resulta difcil que llegues aor la voz de la chispa. Se confunde enla confusin de tu mente. A veces, s,puedes descubrirla. Es como un ecolejano...

    Entonces, casi nadie esconsciente de la presencia de esefragmento divino...

    En realidad no fue una pregunta,sino una reflexin personal. El Maestro,sin embargo, la hizo suya:

    El Padre es tan bondadoso, tanrespetuoso, que camina de puntillas en tuinterior. Por eso casi nadie sabe...

    Los ojos del Galileo sehumedecieron.

  • ... He aqu otra de las razonespor las que he venido al mundo: paragritar que no estis solos niabandonados. l reside en nosotros ygarantiza la inmortalidad y la felicidadfuturas. Estoy aqu, querido mensajero,para despertar al mundo. Cuando llegueel momento, regresa y transmite lo que teestoy revelando.

    Trat de aliviar la emocin y medesvi del asunto capital.

    Hablas tambin de la mente.Qu es?

    Jess lo resumi en tres palabras:Una criatura prestada.

    Desaparece con la muerte.Y no tuve ms remedio que retomar

    al tema principal. Jess pareca ms

  • calmado.Y qu gana el Padre

    instalndose en el interior de los sereshumanos?

    El Maestro esperaba esta pregunta.Y se vaci:

    Recuerda que es el misterio delos misterios...

    S, pero dime...Jess volvi a sonrer, feliz. Mi

    inters por el buen Dios, a qu negarlo,le fascinaba.

    Est bien. Har lo que pueda.Dios, Ab-b, no est capacitado para elmal. Su conocimiento de las cosas esabsoluto y preexistencial. Pero nadasustituye a la experiencia directa. Y esoes lo que hace el Padre: desciende hasta

  • lo ms bajo y vive, por s mismo, cadaaventura en la materia. Vive contigo (yno es una metfora) tus soledades, tuserrores, tus alegras, tus lgrimas, tusdudas, tus odios, tus humillaciones, tusriquezas y tus pobrezas, tus ansiedades,tus enfermedades, tu ignorancia, tucobarda o tu valor, tu generosidad o tuservicio a los dems... l est ah, casidesde el principio, y vive contigo, ensilencio. l te regala la inmortalidad, yt, a cambio, le ayudas a experimentardirectamente.

    Pero se es un acto dehumillacin...

    Lo es, querido maiak. Dios, loms grande, se humilla. Dios crece endireccin al hombre y ste crece en

  • direccin al Nmero Uno. Ambos sebenefician, no crees?

    Qu me dices de los animales?Tambin disfrutan de la chispa divina?

    Jess fue rotundo.No. Los animales pueden

    expresar emociones, pero no soncapaces de transmitir ideas, ni tampocoideales. Ellos no sienten la necesidad debuscar a Dios, ni se hacen preguntas alrespecto. La chispa es un regalo delPadre, pero slo para el ser humano.Los ngeles, por ejemplo, si pudieransentir la envidia, os envidiaran por algoas.

    Qu sucedera si el hombredejara de recibir la chispa?

    El Maestro sonri ante mi

  • insaciable curiosidad.Eso no figura en los planes del

    Padre...Pero, imagina...La humanidad retrocedera. De

    la noche a la maana nos quedaramossin la necesidad de experimentar labelleza, la generosidad y la bondad.Todo eso le ha sido dado al mundo porla presencia del Padre en cada uno denosotros. sa, como te digo, es lafuncin de la nitzutz... No hascomprendido? La belleza est en ti,fsicamente, aunque no seas conscientede ello. Y as ser... para siempre.

    Y cmo hago para prestarlemayor atencin?

    Te lo he dicho, y me oirs

  • repetirlo infinidad de veces: deja que sehaga la voluntad del Padre, abandnateen sus manos, acurrcate en la chispa.Ella har el resto. Acepta que eres unhijo de Dios y que nada cambiar esarealidad regalo. La chispa, entonces,trabajar y t percibirs el cambio, pocoa poco. El miedo, como te deca,desaparecer. Ya no te acobardarn lasdificultades, ni conceders tantaimportancia a las angustias propias de lavida en la materia. El dolor y elsufrimiento llegarn, pero no tederribarn. La vejez no te asustar.Nada podr ya atemorizarte. Sers libre,al fin. Estars en el camino del reino...

    As termin aquella inolvidableconversacin sobre la presencia del

  • Padre en el interior del ser humano: lachispa.

    Serv la cena y Jess se mostrclido y feliz. Hablamos de otros temaspero en mi mente permaneci una idea:ahora, cuando abro los ojos, veo a Dios,pero, cuando los cierro, tambin sigovindolo...

    La lluvia ces y nos retiramos adescansar.

    Nunca olvidar aquel mircoles, 30de enero del ao 26. l abri mi mente auna realidad que siempre estuvo ah.

    Aquel jueves, 31 de enero,amaneci tranquilo. El cielo se presentdespejado. La es-sa ra, la lluvia dcil,nos dio un respiro.

    Jess haba desaparecido. sa era

  • su costumbre, como ya mencion. Loms probable es que se hubiera dirigidoa la colina de los Inun8, tambin llamadade la oscuridad porque, segn losbadu (beduinos), el que se arriesgaba aingresar en ella quedaba a oscuras, yde por vida. Como tambin reflej enestos diarios, quedar a oscuras, paralos a'rab, no era padecer ceguera, sinolocura. Eran los inun, los demonios quehabitaban en lo alto de la colina, los queprovocaban dicha oscuridad odemencia. Como dije, en Beit Ids tenanun ejemplo elocuente...

    Yo conoca dicha colina. La habavisitado. La llamaba la 778, deacuerdo con su altitud. Era un montepelado, sin un solo olivo. Los habitantes

  • de Beit Ids, como digo, no la pisaban.Era por ello que sus laderas aparecanimproductivas. Nadie, en la regin, sehubiera atrevido a invadir el territoriode los inun.

    Desayun y pens en salir a suencuentro. La 778 se alzaba a cosa dedos kilmetros de la cueva, hacia elnoreste. A buen paso poda alcanzar lacima en unos cuarenta y cinco minutos,No tena ninguna prisa. En realidad, notena nada que hacer. Tras el incidentecon Matador y su banda di por hechoque el Maestro no volvera a trabajar enla recogida de la aceituna. Y as fue.

    Y en eso me percat de la tabla detola blanca que Jess haba depositadocerca de la paja sobre la que dorma

  • este explorador. Formaba parte deljuego del selem, o de la estatua, alque tambin me refer en su momento. ElMaestro, al abandonar la cueva, escribaalgo sobre la madera, generalmente unafrase o una palabra, y a su regreso, alatardecer, serva de gua en una nuevaconversacin.

    La perla del sueo.Esto fue lo escrito por el Galileo.

    Le di vueltas y vueltas pero no supecmo interpretarlo. Me qued como unaestatua, en efecto... Tendra que esperara su regreso. Por cierto, al pensar enello, en su regreso, me vinieron a lamemoria otras palabras, pronunciadas lanoche anterior por Jess de Nazaret,cuando conversbamos sobre la chispa.

  • Me dejaron nuevamente impactado. Erala segunda vez que se refera a ello, queyo recordase...

    ... Estoy aqu, querido mensajero,para despertar al mundo. Cuando llegueel momento, regresa y transmite lo que teestoy revelando.

    Por qu el Maestro habl ensingular? Por qu dijo regresa? Porqu no habl en plural? ramos dos...

    Y ah qued la advertencia. Yotermin olvidndola.

    No tuve que seguir dudando. ElDestino, efectivamente, lo tiene todoescrito...

    Cuando me dispona a salir de lacueva, y emprender la marcha hacia la778, apareci el esclavo negro de

  • Yaf, el sheikh de Beit Ids. Yaf, elguapo, me reclamaba.

    Cuando me present en la nuqrah,el hogar del jeque, descubr una notableactividad. Frente a la casona, lasmujeres se afanaban en el levantamientode una bait sha rar, una tienda o casade pelo. Se animaban las unas a lasotras a la hora de extender las saqqah opiezas de piel de cabra, y a la hora delevantar los postes y de asegurar losvientos. Yaf deseaba obsequiar alPrncipe Yuy (el Maestro) con una cena.Yo deba transmitir la invitacin, Yafno fue muy explcito. Y deduje que elgentil gesto poda estar motivado por lacuracin del nio mestizo. S y no...

    La cuestin es que el jeque lo

  • dispuso todo como si de un invitadoilustre se tratara. Nunca supo hasta qupunto estuvo acertado.

    La tienda, toda ella de colorblanco, fue rociada con agua. Losbeduinos tenan esta sabia costumbre. Almojarse, la lana cunde y se hace mstupida. Era una excelente proteccincontra la lluvia.

    Y, al poco, todo estuvo listo. Latienda, muy espaciosa, fue dividida endos partes: al shigg (el lado de loshombres) y al mahram (la seccin de lasmujeres). Ambos compartimentos fueronseparados por una cortina de vivoscolores, tejida tambin por las mujeresdel sheikh, y que llamaban sahah. Elprimer habitculo, el de los varones, era

  • ms amplio y confortable. En uno de losextremos, junto a la puerta, destacaba unlienzo rojo, atado a uno de los postes demadera, y al que llamaban raff'ah. Erauna tela obligada en cualquier comidaimportante. En ella se limpiaban loshuspedes despus de cada plato y alfinal de la invitacin. Si alguien no lohaca se consideraba una descortesa obien que el gape no haba sido de suagrado. El suelo fue cubierto conesterillas de palma y sobre ellas sedispuso un buen nmero de sacos quecontenan trigo y dtiles. stos, a su vez,se cubrieron con alfombras. Las mujereslas llamaban por su nombre. Cadaalfombra, como los postes de madera olos vientos, reciba un nombre.

  • Recuerdo algunos: saggad, besal,ma'anek y labbad agoumieh, entre otros.Del lado de las mujeres se dispuso lonecesario para la preparacin de lacena: marmitas para la carne; vasijaspara amasar la harina; recipientes parael agua; platos de cuero; el laqen, lagran fuente o recipiente de metal,siempre hondo, que serva para lacomida comn; los hatais, unoscuriosos platos de madera pintados conla boca; las pinzas para manipular lasbrasas, y otros cacharros y utensiliosque no fui capaz de identificar.

    Y en una de esas inspecciones fui atropezar con una vieja amiga: Nasrah, laprimera esposa del sheikh, \o.faqireh ohechicera del clan de Beit Ids. Me mir

  • con desconfianza. Presentaba la misma ygrosera lmina: el rostro maquillado enverde, un gran nezem o aro de plata quele perforaba la nariz y aquel thobob,una pieza de lana negra que enrollabaalrededor del flaco y mnimo cuerpo.

    Lo saba. Deba gastar cuidado conla gritona (se era el significado deNasrah). Aquella bruja no me gustaba.No me equivoqu...

    La o hablar con el resto de lasmujeres. Daba rdenes sin cesar. Ypareca restarle importancia al incidentedel da anterior. Por lo que pudeescuchar y deducir, a la faqireh no leagradaba la presencia de Jess, y muchomenos que hubiera obrado un prodigioen lo que ella consideraba su territorio.

  • La noticia de la milagrosa curacin deAjasdarpan, en efecto, se habaextendido ya por toda la zona. Aquellopens slo poda acarrearproblemas...

    Casi no convers con el sheikh. Encuanto estuvo dispuesta se sent en elinterior de la tienda, recostado sobre lossacos de grano. Las mujeres se ocuparonde la limpieza de su cabello y de lamanicura de manos y pies.

    Comprend. El jeque deseabacausar la mejor de las impresiones.

    Y regres a la cueva de la llave.All esper la llegada del Maestro.

    Jess se mostr encantado. Noconvena desairar a nuestro generosoanfitrin. Una buena comida, y caliente,

  • no nos vendra mal. se fue nuestroprincipal pensamiento. Al menos elmo...

    Y en el ocaso, con el bosque dealmendros teido de rojo, nosencaminamos al poblado.

    Yaf se hallaba a la puerta de latienda, esperando. Luca una larga einmaculada dishasha (una especie detnica), toda ella en seda. Se inclinlevemente y dej que los negros ybrillantes cabellos oscilaran. Laspestaas aparecan maquilladas en unazul metlico. Al cinto luca suinseparable khanja, el smbolo de lavirilidad entre los badu: una daga curva,muy ancha y con la empuadura de oro.

    Y la servidumbre procedi con el

  • ritual. Ofrecieron agua con la que lavarnuestras manos, especialmente laderecha, y suplicaron que nosdescalzramos.

    En el lado de los hombresaguardaba un nutrido grupo de hijos,nietos y otros familiares de Yaf. Todos,uno por uno, saludaron al Principe Yuy ya quien esto escribe. Calcul alrededorde treinta personas. En la seccin demujeres se oan los cuchicheos y seadivinaba el trajn de los ltimospreparativos de la cena. Algunasjovencitas se asomaban furtivamente atravs de la cortina y sonreanmaliciosas. Era parte del ritual.

    Yaf dio la orden y la servidumbreprocedi a la ceremonia de la

  • inmolacin, tambin conocida comodabihet ed deif. Situaron un corderofrente a la tienda, y tras invocar el lavorde Sahar y de Sami, los nicos diosesa'rab que escuchan, lo degollaron. Notcmo el Maestro palideca. Acontinuacin fue vertida parte de lasangre sobre un espeso ramo de laurel.Yaf se hizo con las hojas, camin unpar de pasos en direccin al olivar, yesparci la sangre en el aire. Despusregres al interior de la tienda. Ladabihet era un rito obligado en lasagrada ceremonia de la dorah, lahospitalidad, aunque slo estaba alalcance de los poderosos.

    Fueron encendidas las lucernas deaceite y los esclavos dispusieron tres

  • grandes laqen o fuentes de cobre en elsuelo de la tienda. Contenan parte delmen.

    Jess continuaba serio. Deduje quela inmolacin del cordero no fue de suagrado.

    Las fuentes de metal, humeantes,presentaban una abundante cosecha decodornices con uvas, sazonadas concanela molida, zumo de jengibre, sal ypimient en abundancia.

    Yaf se ocup personalmente de ladistribucin de los comensalesalrededor de las apetitosas fuentes. Losfue sentando uno por uno. l se reclinsobre uno de los sacos y el Maestro, ainvitacin del sheikh, hizo lo propio, asu derecha. Yo me sent a la izquierda

  • del guapo. A decir verdad, me hallabahambriento. Aquello, adems, tena muybuena pinta. Me alegr por el Maestro.Al fin podra cenar decentemente.

    Y esperamos. sa era la costumbre.Fue Yaf quien autoriz el inicio

    de la cena. Lo hizo tras agradecer losfavores de la brillante estrella de lamaana, de la welieh de la fuente y deotras cincuenta divinidades rabes.Permanecimos en un respetuososilencio. Acto seguido, a un gesto deljeque, la totalidad de los presentes selanz sobre las respectivas bandejas,utilizando siempre los dedos pulgar,ndice y medio de la mano derecha a lahora de capturar el alimento. Eraasombroso. Cada invitado tena especial

  • cuidado para no coincidir con el restoen el momento de llevar la mano hacialas codornices. Traa mala suerte,decan. Y quien esto escribe se las vio yse las dese para no meter la pata. AJess, aquello le diverta...

    La comida era algo tan especialpara los badu que nadie hablaba. Por miparte lo agradec. Ya tena bastante conel juego de no coincidir con el resto delos comensales...

    Las codornices estaban sabrosas. Ynot cmo Jess iba recuperando eltemple.

    Yaf, segn la costumbre, nocomi. Se mantuvo vigilante para quenada faltara. Las mujeres tampococomieron. Lo suyo era espiar y rer.

  • De vez en cuando, la servidumbreacuda hasta Jess, y hasta este aturdidoexplorador, y ofreca agua y un lienzo.Limpibamos la mano derecha ycontinubamos con la comida, ensilencio. Como digo, nadie se atreva ahablar. El resto de los invitados (noconsiderados especiales) debalevantarse y acudir junto a la puerta,aseando las manos en el raffah, el lienzorojo dispuesto a ese efecto. Cuanto msmugriento decan los badu, msgenerosidad y podero por parte delanfitrin.

    Y transcurridos unos minutos,satisfecha el hambre, dio comienzo laronda de los eructos. Me costacostumbrarme. Los invitados,

  • procurando no pisarse la gentileza,empezaron a expeler los gases, y sin elmenor pudor. Era la mejor demostracinde agradecimiento por parte de losinvitados. A cada eructo, el sheikhcorresponda con una leve inclinacinde cabeza y daba las gracias. Y todosfelices. En especial las mujeres, quereplicaban con risas a cada eructo.Tambin Jess se vio obligado apracticar aquella forma de cortesapara con el anfitrin. En cuanto a m, laverdad, lo logr a medias. Pero el jequeno me lo tuvo en cuenta. Saba que eraun barran, un extranjero.

    Algo qued en las fuentes de metal.Los beduinos tenan por costumbre noapurar los platos. Si sobraba, el

  • anfitrin lo reparta entre los ms pobresy necesitados del lugar. La servidumbreretir los laqen y regres al momentocon otras tres fuentes de cobre, repletasde carne de vaca con habas y unaverdura parecida a la espinaca. Lollamaban lahtna bi foul ahdar wasabanekh, o algo as, La carne aparecacortada en diminutos cubos, con lainevitable y abundante pimienta. Lacebolla, la sal y un fruto que me recordla lima redondeaban el exquisito manjar.

    Y se repiti la secuencia de los tresdedos.

    En eso, mientras dbamos buenacuenta de la carne, se present en latienda un individuo con el pelo blanco.Era un anciano al que slo le quedaban

  • los huesos. Aguard de pie, frente a lamesa del sheikh. Portaba en las manosun pequeo violn (?) de una solacuerda y el correspondiente arco.

    Yaf le anim a que tocase y as lohizo. Y el lugar se llen de un sonidodulce y ondulado, entre la tristeza y lapoesa. Nadie respir. Ayed, sa era sugracia, era un consumado msico.Tocaba su rabb, su violn, all donde sele requiriese y por un puado de sal o decomida. Jess sigui los lamentos delvioln con autntico inters. Y le vitransportarse, aunque no pude penetraren sus pensamientos.

    La msica nos acompa el restode la cena, hasta que retiraron lasbandejas y aparecieron el t y el kafia,

  • aquella especie de caf procedente delos montes de Sidamo, Ga mud yDulla, en la actual Etiopa.

    Al concluir cada una de lasmelodas, los badu, en lugar de aplaudir,inclinaban las cabezas en seal dereconocimiento. Y el anciano prosegua,siempre grave y concentrado.

    El postre me dej igualmenteperplejo. Yaf se haba esmerado. Laservidumbre mostr a los comensalesuna fuente con una mhencha, unaserpiente confeccionada con unadeliciosa pasta horneada que llamabanouarka, mezcla de harina, huevos,almendras molidas, canela, miel,mantequilla y agua de azahar.

    A Jess se le iluminaron los ojos.

  • Yo repet dos veces.Y, como digo, al llegar el t, la

    situacin cambi. El msico se retir aun rincn y esper las rdenes del jeque.Era el turno de las conversaciones.

    El Maestro eligi el t. Se tratabade una infusin con esencia de jazmn.Yo me inclin por el kafta, ms fuerte.Algo me previno. Deba mantenermedespejado y atento...

    Al principio, los comensaleshablaron de asuntos ms o menosintrascendentes: la situacin del ganado,la recogida de la aceituna, casiconcluida, y los ltimos fallecimientosde la zona. Pero todo el mundoobservaba al llamado Principe Yuy. Laverdad es que estaban all por pura

  • curiosidad. Y murmuraban: Ser steel autor del prodigio?

    Jess tambin oy los comentarios,pero no dijo nada. Permaneci mudo,apurando su pequea taza de t.

    Supongo que Yaf, el jeque, ardaen deseos de formularle la pregunta quecorra de invitado en invitado, pero,corts, esper.

    Y vencida la tercera taza de t,como ordenaba la eos lumbre, uno delos comensales alz la voz e interrogdirectamente al husped principal. Sehizo el silencio. Haba llegado el granmomento.

    El Maestro no respondi, y siguicon el rostro serio. Pareca meditar larespuesta.

  • Pero el Galileo no tuvo opcin. Nolleg a responder. Otros comensales,ansiosos, intervinieron con suscomentarios, enzarzndose, a su vez, enuna agria polmica. El sheikh no dabacrdito a lo que suceda. Algunosrechazaron el criterio de los primeros.No eran los monos o los que atizanel fuego (circunloquios empleados paraevitar el nombre de los inun) los quesanaron al nio mestizo. Fueron loswely, los espritus benficos, los que,probablemente, eso dijeron, seapiadaron de Ajasdarpan. Otros,incluso, invocaron los nombres deKabar, el planeta Venus, y de los ba'al,los protectores del hogar...

    La situacin empez a complicarse.

  • Nadie daba su brazo a torcer. Jess,inmutable, oa todas las versiones.

    Finalmente, el jeque, alzando lasmanos, devolvi el orden a la tienda.Todos callaron.

    Al fondo, a travs de un hueco en lacortina de colores, descubr el rostroverde de la faqireh. Sonreamaliciosamente...

    Qu opinas t, Yuy?... Hansido los que habitan la pea de laoscuridad quienes...? O bien crees...?

    Jess conoca la forma de hablardel sheikh, sin terminar las frases.Dirigi una mirada a la concurrencia y,al comprobar la expectacin, sonrilevemente. Qu se propona?

    Y el Maestro, siempre en arab, fue

  • a explicar quin era el Sheikh de lasEstrellas, del que yo haba hablado ensu momento con Yaf. Los invitados,perplejos, no se atrevieron ainterrumpir.

    Jess explic que el Padre era elnico Dios. De l proceda su fuerza.l, el Prncipe Yuy, era su enviado.Haba venido a la Tierra para traer laluz y vencer el miedo.

    Y dijo ms.Debo reconocer que el Maestro era

    valiente...Refirindose a los espritus

    malficos, a los intrn, aclar,categrico, que no existan. Mejordicho: que l los acababa de deirotar.Ya no tenan nada que temer. Podan

  • subir a la colina de la oscuridad cuandolo deseasen...

    Las precisiones del Maestrodejaron a la concurrencia con la bocaabierta. Pero fue por poco tiempo.Cuando los invitados comprendieron,sencillamente, estallaron. Primero fue unmurmullo generalizado dedesaprobacin. Despus gesticularon eintercambiaron voces entre ellos.Finalmente, dirigindose a Jess, lomaldijeron.

    El jeque palideci e intent ponerorden, una vez ms.

    Fue intil.El clamor de los bcidu, y las

    protestas, fueron creciendo.Cmo se atreva a dudar de los

  • znun? Quin era aquel hombre paraconsiderarse enviado de los cielos?

    Los gritos subieron de tono.Jess continuaba impasible y con el

    rostro grave.Dios bendito! Que yo recordara,

    aqulla era la primera vez que elMaestro hablaba en pblico. Algohistrico y jams recogido por losevangelistas. Y tambin fue la primeravez que cosech un estrepitoso fracaso.

    El sheikh, a duras penas,levantando la voz por encima de susparientes y amigos, solicit cordura yrespeto para los invitados. Nadieobedeci.

    Quin era aquel barran paraconsiderarse a la altura de los dioses?

  • Jess escuch la envenenadapregunta y alz la mano izquierda.

    Fue instantneo. Las voces cesarony todos aguardaron la palabra de Yuy.

    El Maestro, entonces, con vozfrme, se ratific en lo dicho y fue msall: los dioses, tal y como ellos losentendan, eran pura invencin. Slo elPadre, el Sheikh de las Estrellas, era unarealidad fsica. l, el Prncipe Yuy, sehaba limitado a cumplir la voluntad delnico Dios...

    ... Eso concluy Jess,echando mano de la filosofa de losbadu es as sime9. Vosotros, de haberconocido al Padre, habrais hecho lomismo...

    Pero alguien, indignado, le

  • interrumpi:Blasfemo!... Cmo te atreves a

    negar la existencia de los dioses?Y el tumulto estall de nuevo.El jeque solicit paz y record que,

    en definitiva, estaban all para celebraruna husna (una buena obra).

    Nadie escuch las conciliadoraspalabras del sheikh de Beit Ids.

    El Maestro, resignado, guardsilencio. Y respondi a los insultosbajando los ojos.

    Dios mo! Yo haba asistido(mejor dicho, asistira en el futuro) a unaescena parecida, cuando los judosarremetieron contra el Maestro, en lamaana del 7 de abrl del ao 30, en unode los patios de la fortaleza Antonia, en

  • Jerusaln.Pareca un aviso del Destino...Shanvaya!... Shanvaya!...Y los invitados corearon uno de los

    peores insultos de los hadu. Shanvayaeran todos aquellos que no eran rabes yque, suponan, se dedicaban a la cra deovejas. Los nobles y los autnticosbeduinos decan no trabajaban entales menesteres...

    Y el escndalo, lejos de amainar,llen la tienda y los alrededores. Laservidumbre y las mujeres abandonaronsus posiciones y se asomaron a la puertade la casa de pelo. Se hallabandesconcertados. Yo, el primero. Qupoda suceder? Pasaran de los insultosy los gritos a las manos? Pens en la

  • vara de Moiss. Ni siquiera la tena a mialcance...

    Y sucedi lo menos malo.Algunos de los comensales se

    levantaron y abandonaron la tienda,indignados. Otros, tras patear las teteras,se fueron tras ellos, al tiempo queescupan al pasar junto al Maestro.

    Yaf se puso en pie e intentconvencer a sus invitados para queguardaran la compostura. Nadieobedeci. Y, al poco, en la tienda sloquedamos el Maestro, el sheikh, quienesto escribe y el msico, inmvil en surincn.

    El silencio regres,afortunadamente, y Yaf se excus porensima vez:

  • Te suplico los perdonesporque...

    Jess lo abraz con una de susclidas sonrisas y rest importancia a losucedido.

    ... Son al-arah...Yale, al utilizar la expresin al-

    arab, quiso manifestar que su pueblo eraas: la gente que habla claramente...

    Jess, como digo, acept lasexcusas y se dispuso a levantarse, con elclaro propsito de despedirse del buenoy confundido jeque. Pero el guapo no lopermiti. Volvi a acomodarse junto alGalileo y reclam al viejo del violn.ste se apresur a situarse frente anosotros y dio comienzo a una nuevameloda...

  • La situacin result embarazosa.No s qu ms pretenda el sheikh...

    No tard en averiguarlo.Yaf, endulzando las palabras,

    siempre a medio terminar, hizo unaproposicin a Jess. sta era la segundagran razn que le haba movido aorganizar la dichosa cena.

    He sabido coment que eresun excelente carpintero de ribera y quehas construido...

    El Maestro, adivinando, me dirigiuna mirada. Enrojec. Pero sigui atentoa las medias frases del jeque. Tiempoatrs, como ya relat, yo haba puesto enantecedentes al sheikh sobre lahabilidad del Maestro a la hora deconstruir embarcaciones. Yaf no lo

  • olvid y continu con su propuesta.Deseaba que hiciera realidad su gransueo: el barco-templo en honor a suamada, la mar. Y relat, a su manera, losanteriores intentos por construirlo en unade las colinas de Beit Ids. El proyecto,como dije, no prosper y parte delcostillar fue a languidecer en la cuevade la llave. sa era la madera de tolablanca en la que Jess escriba y quesiempre terminaba en el fuego. Elfrustrado barco-templo tena un nombre:Faq (Despertar).

    Y repiti lo que me haba dicho:Ningn naggar (carpintero de

    ribera) crey en mi sueo porquedicen...

    Quiz no has hallado al naggar

  • adecuado replic el Galileo.Qued estupefacto. sa fue la

    respuesta que le di al guapo en aquellaconversacin. Cmo poda saber?

    Yaf cambi de expresin. Surostro se ilumin y los increbles ojosverdes centellearon.

    Ests diciendo que aceptas yque, adems...

    Jess sonri abiertamente, conganas. Yaf y yo no salamos de nuestroasombro.

    Acepto concluy el Maestro, con una condicin...

    La que sea y, adems...El Hijo del Hombre solicit calma.

    Y el msico, como si adivinase, dejcaer la meloda muy lentamente...

  • Construir tu Despertar prosigui el Maestro siempre ycuando no trascienda la noticia de lasanacin del nio...

    El sheikh se apresur a aceptar.Te pagar... Te pagar y,

    adems...Se puso de nuevo en pie. Camin

    ha