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Instituto Nacional de Formación Docente CICLO DE DESARROLLO PROFESIONAL DOCENTE Análisis de las Prácticas de Enseñanza de Matemática en la Escuela Primaria

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Instituto Nacionalde Formación Docente

CICLO DE DESARROLLO PROFESIONAL DOCENTE

Análisis de las Prácticas de Enseñanza de Matemática en la Escuela Primaria

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MINISTRO DE EDUCACIÓN

Prof. Alberto Estanislao SILEONI

SECRETARÍA DE EDUCACIÓN

Lic. Jaime PERCZYK

INSTITUTO NACIONAL DE FORMACIÓN DOCENTE

Directora Ejecutiva: Lic. Verónica PIOVANI

Dirección Nacional de Formación e Investigación

Lic. Andrea MOLINARI

Coordinadora Desarrollo Profesional Docente

Prof. María de los Ángeles PESADO

Ciclo de Desarrollo profesional Docente

Análisis de las Prácticas de Enseñanza de Matemática en la Escuela Primaria

Equipo coordinador

Cecilia Parra y Patricia Sadovsky.

Integrantes

María Mónica Becerril, Mercedes Etchemendy,

Héctor Ponce, María Emilia Quaranta, Paola Tarasow y Graciela Zilberman.

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CICLO DE DESARROLLO PROFESIONAL DOCENTE

Análisis de las Prácticas de Enseñanza de Matemática en la Escuela Primaria1

Entre mayo del 2011 y diciembre del 2012 se llevó adelante el Ciclo de Desarrollo Profesional

Docente denominado Análisis de las Prácticas de Enseñanza de Matemática en la Escuela Primaria.

Han participado del mismo profesores de Matemática, responsables de diversas instancias

relativas a la enseñanza de dicha área, y profesores del campo de las prácticas docentes, en ambos casos

de profesorados de Educación Primaria, de 38 IFD de 17 provincias.

Este ciclo formativo se estructuró alrededor de dos ideas fundamentales:

• la importancia de que los formadores tengan la oportunidad de conocer más profundamente el

funcionamiento de la enseñanza de la matemática en la escuela primaria

• la potencia de integrar equipos constituidos por profesores del campo de la enseñanza específica

y del campo de la formación de las prácticas que se beneficien del intercambio de sus respectivas

experiencias y conocimientos.

Existían, al momento de delinear el ciclo, un conjunto de ideas y marcos de referencia que

condujeron a promover una actitud investigativa de los participantes y a priorizar como tareas centrales

del mismo la identificación por parte de cada equipo de cuestiones vinculadas al funcionamiento de la

enseñanza de la matemática en la escuela primaria que sus integrantes estaban interesados en conocer,

el diseño de estrategias que implicaran interacciones efectivas con los actores de alguna(s) escuela(s)

y el análisis de los elementos recogidos de cara al problema que se habían planteado estudiar. En este

documento presentamos los marcos que consideramos para concebir el ciclo (punto 1) y los elementos

que lo caracterizaron (punto 2). Finalmente planteamos algunas conclusiones (punto 3).

1. Los elementos que orientaron el diseño del trayecto

a) Algunos de los aportes de una investigación previa llevada adelante por el equipo coordinador

Durante el año 2009 el equipo coordinador, en el marco de una serie de estudios propuestos

por el área de investigaciones del Infod, realizó junto a otros colegas una investigación sobre el estado de

situación de la enseñanza de la Matemática para el nivel primario en los IFDs. En ese trabajo indagamos

–entre otras cuestiones- la relación de los formadores de matemática con el funcionamiento de la

enseñanza del área en la escuela primaria.

Los profesores de Enseñanza de la Matemática de los institutos de formación enfrentan una tarea

compleja para la cual no han tenido formación inicial específica: deben considerar la clase de matemática del

primario como objeto de estudio apelando a referencias que en pocos casos pueden anclarse en una experiencia

propia en la escuela. Esto los ubica en una situación de mucha exigencia a la cual responden apelando a la lectura

de bibliografía –en muchos casos poco disponible- y a la realización de carreras de posgrado que no siempre

toman como eje de los trayectos que proponen los problemas que la didáctica de la matemática estudia.

1.Elaborado por Cecilia Parra y Patricia Sadovsky sobre la base de las discusiones y desarrollos que tuvieron lugar en el equipo responsable del ciclo de desarrollo profesional docente objeto de este documento. Dicho equipo estuvo integrado además por: María Mónica Becerril, Mercedes Etchemendy, Héctor Ponce, María Emilia Quaranta, Paola Tarasow y Graciela Zilberman.

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Precisamente al preguntarle a los profesores cuáles eran sus necesidades de formación continua muchos

de ellos señalaron su falta de conocimiento de la escuela primaria y enfatizaron ciertas demandas

sobre las características deseables para instancias de formación: que los trayectos que se propongan

contemplen trabajo de campo sobre la escuela primaria, que haya foros de discusión e intercambio entre

los participantes, que los trabajos finales tengan ciertas exigencias, que se conciban como parte del trabajo

del profesor.

La investigación permitió establecer que la mayoría de los profesores de matemática construyen

sus ideas sobre la enseñanza de la matemática en la escuela primaria a partir de las miradas de

otros (alumnos, colegas) o de sí mismos pero desde otro rol que puede ser profesional (es el caso de

los formadores que son capacitadores) o social (cuando son padres de alumnos de primaria). Varios

profesores señalaban, al expresar su visión, que no se podía generalizar, que no se podía encerrar a todas

las escuelas primarias en una misma categorización. Sin embargo resultaron mayoritarias las respuestas

que expresaban una mirada crítica sobre la enseñanza de matemática en la escuela primaria, juzgada

predominantemente por su distancia con un cierto ideal. Muchos docentes formadores hacían recaer la

responsabilidad por las dificultades en concretar los cambios que proponen los diseños curriculares en la

falta de conocimiento o de voluntad de los maestros en actividad.

Surge de las respuestas obtenidas que en la mayor parte de los institutos hay profesores de matemáticas

que asesoran a los alumnos en prácticas o residencia, aunque sólo una parte de ellos cuentan con horario

asignado para realizar tal tarea. Se podía interpretar que, pese a la variedad y en muchos casos insuficiencia

de condiciones para realizar el asesoramiento, existía una voluntad generalizada de atender necesidades

de los estudiantes a la hora de desempeñarse en las prácticas docentes. Los profesores consideraban

pertinente su participación en el campo de las prácticas, aunque sus argumentos eran muy variados.

Una cuestión acerca de la que indagamos en nuestra investigación y que consideramos relevante

al pensar el trayecto formativo de desarrollo profesional concierne a la “presencia” como objetos de

análisis en las clases de los profesorados de materiales que se producen en la escuela al desarrollar las

clases. ¿A qué nos referimos? Sabemos que parte del trabajo cotidiano en las escuelas primarias queda

documentado en productos específicos de las tareas de enseñanza y de aprendizaje: planificaciones de

los docentes, cuadernos de clase, las evaluaciones realizadas, etc. En otros casos es posible producir

materiales que no fueron utilizados para el trabajo estipulado con los niños, pero que sin embargo también

guardan huellas de la “vida en el aula”. Un ejemplo de estos otros “productos” son los registros escritos

de clases, las filmaciones, los registros narrativos, etc. El análisis de estos materiales en las clases del

profesorado permitiría tener un acceso mediado al desarrollo de las clases donde se han generado, a

las ideas que los niños desplegaron frente a un determinado problema, al proyecto de enseñanza que el

maestro elaboró para trabajar un contenido o también a las interacciones que se produjeron en el aula a

propósito de alguna cuestión en particular. En suma, resultan desde nuestro punto de vista herramientas

potentes para acercar la complejidad de la tarea de enseñanza a quienes se están preparando para ejercer

la docencia. Es en este sentido que consideramos de interés tematizar esta cuestión con los profesores de

los institutos y hacerlo a partir de brindar una experiencia efectiva de análisis de materiales “de aula”.

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b) Las orientaciones provenientes del marco político

La formación inicial y continua de los docentes y la producción de saberes sobre la enseñanza, la

formación y el trabajo docente se proponen como dos propósitos centrales del Sistema Formador Docente2.

El primero de estos objetivos podría entenderse como clásico en tanto nombra la función específica de los

formadores; sin embargo, al proponer al mismo nivel que la formación inicial y continua la producción de

saberes sobre la enseñanza se está introduciendo un cambio fundamental en tanto se considera que la tarea

sustantiva de la profesión requiere conocimientos específicos y especializados que contemplen la complejidad

del desempeño docente. En otros términos, se concibe a los formadores como productores y se interpreta

que dicha producción nutre –también- las prácticas de formación3.

El sistema formador comienza a pensarse como un ámbito potente para producir saberes sobre

algo que le resulta específico: la enseñanza, la formación y el trabajo docente; se reconoce la necesidad

de conocimientos específicos y especializados a la vez que se advierte que éstos han de contemplar la

complejidad del desempeño docente.

En el anexo de la Resolución 30/07 se provee una sólida argumentación respecto de las

características del sistema formador que le permitirían avanzar en la dirección que el propósito mencionado

sugiere. Retenemos aquí sólo una parte de la argumentación:

Como el conjunto de la docencia, la formación de docentes hace de los saberes y de la transmisión

cultural su sentido sustantivo. La especificad de la FD está dada por el hecho de que el saber sobre la

trasmisión constituye su objeto central.

Existe un sostenido debate sobre qué debe saber un docente y los distintos diseños curriculares

han planteado diversas identificaciones y organizaciones de los saberes considerados necesarios. En ese

contexto, las instituciones formadoras han ido desarrollando variadas experiencias en la transmisión de

saberes sobre la enseñanza y en la producción de un trabajo especializado sobre la formación.

El mencionado anexo describe el desarrollo creciente de dispositivos que proponen a los docentes

en formación situaciones para que puedan reflexionar sobre las premisas de sus decisiones, para que

puedan analizar sus resultados, para que consideren las dificultades afrontadas y para que evalúen

alternativas.

“Esos dispositivos son el corazón del metier del profesor de práctica y residencia, quien da respuesta

en contextos prácticos a interrogantes sobre los saberes que estructuran la tarea de enseñar; e involucran a

profesores de distintas instancias de la formación. En tales contextos, se produce un saber sobre la enseñanza

extremadamente valioso, de una especificidad posible en el marco del trabajo de formación. Lo notable es que,

a pesar de las vacancias en el saber académico, el saber producido en la formación no suele ser reconocido

como tal, no es identificado como forma valiosa de respuesta a problemas relevantes, y no circula o circula poco,

generalmente bajo la forma del relato de experiencias, referido a la singularidad de las situaciones. Que el saber

producido en la formación no sea reconocido como tal y no circule tiene al menos dos consecuencias: a) no puede

beneficiarse del examen, la crítica y la reformulación, prácticas posibles cuando los conocimientos toman estado

público; b) las trayectorias profesionales de los formadores de docentes no capitalizan estos desarrollos, pues

la falta de instancias donde estos saberes circulen de maneras productivas disminuye las oportunidades de los

formadores de realizar actividades profesionales valiosas de por sí y acumulables para sus carreras”4.

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2. La Resolución 30/07, aprobada a fines del 2007 por el Consejo Federal de Educación, retomando las funciones que establece el artículo 72° de la LEN, resolvió en su primer artículo: “Acordar que la función principal del Sistema de Formación Docente es contribuir a la mejora general de la educación argentina y que sus propósitos específicos son: a) Formación inicial y continua de los agentes que se desempeñan en el sistema educativo, en el marco de las políticas educativas que establece la Ley de Educación Nacional. b) Producción de saberes sobre la enseñanza, la formación y el trabajo docente, teniendo en cuenta que la tarea sustantiva de la profesión requiere conocimientos específicos y especializados que contemplen la complejidad del desempeño docente”.3. Es claro que esto no excluye las necesarias elaboraciones provenientes de diversos ámbitos que aportan elementos para la conceptualización de la escuela, la enseñanza, las prácticas docentes…4. Anexo 1 Resolución 30/07

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En este documento se plantea la necesidad de analizar cómo se resuelve la relación producción/

reproducción del saber en la formación docente, y cómo podría resolverse en dirección a visibilizar y

jerarquizar la producción de saberes en el marco de sistema formador.

Se advierte sobre la necesidad de definir condiciones de funcionamiento del sistema formador

que habiliten a los formadores para el desarrollo de situaciones formalizadas de producción de saberes

directamente vinculados con la complejidad de formar docentes, habilitando nuevas formas de relación

con el saber sobre la formación y sobre la tarea de enseñar.

El apartado IV del mencionado anexo trata sobre la relación de las instituciones que forman

docentes y el sistema educativo. Tematiza en particular la relación de las instituciones formadoras con

las escuelas. Muchas de las reflexiones allí planteadas fueron retomadas en el documento preliminar del

2010 producido por el área que albergó este ciclo denominado Desarrollo Profesional Docente Centrado

en la Escuela. Nuevamente retenemos aquí sólo algunos de los elementos, aquellos con los que este ciclo

dialogó centralmente.

“El INFD busca que el desarrollo profesional de los docentes se profundice con el abordaje teórico y

práctico de las problemáticas relativas a la complejidad de los procesos de enseñanza y de aprendizaje situados

en la escuela. Los lineamientos del INFD posicionan al alumno en el centro de las políticas y consideran a la

escuela como el escenario más apropiado. A este modelo de desarrollo se lo conoce como DPD “centrado en la

escuela”.

Desde esta perspectiva se propicia que “la práctica deje de ser un campo de implementación en el cual se llevan

a cabo las estrategias diseñadas por otros (especialistas, expertos, técnicos) para convertirse en una fuente de

saber, en la cual el profesorado pueda generar un conocimiento específico sobre la enseñanza.

La formación centrada en la escuela considera a la institución escolar como el espacio de trabajo donde surgen

y se deben resolver la mayor parte de los problemas de la enseñanza situada. Posición que implica considerar

los procesos de enseñanza escolar en interjuego con otros componentes. Es en las escuelas donde se detectan

situaciones reales y significativas para los maestros, las que se convierten en objeto de reflexión y análisis. Resulta

un desafío, entonces, “la construcción de las necesidades y demandas de formación y desarrollo profesional de

los docentes”. Para recuperar los conocimientos provenientes de la práctica se promueve el trabajo cooperativo

entre formadores, especialistas y docentes de otros niveles tendiente a conceptualizar la experiencia surgida en

la acción mediante una praxis que la hace conciente.

Desde este enfoque de trabajo “se trata de pasar de acciones en las que la formación continua aparece

instrumentalizada y descontextualizada a situaciones de formación continua de los docentes en sus contextos

específicos de experiencia profesional”. Esto no quiere decir que el lugar físico sea en todos los casos la escuela.

De lo que se trata, aún cuando las acciones se produzcan en un ámbito distinto, es de que sus contenidos se

remitan a las problemáticas surgidas de la práctica docente.

…. es importante resaltar que la costumbre instala a los profesores de los ISFD en un lugar de saber destacado,

lo que hace que tanto los maestros como los profesores de las escuelas intervinientes en los proyectos se auto-

adjudiquen un lugar subordinado a la hora de presentar nuevos saberes y conocimientos así como de poner en valor

la experiencia acumulada durante su desempeño. Lograr que docentes formadores y de los otros niveles formulen

estrategias en conjunto, que co-diseñen secuencias didácticas, que se observen, que analicen una clase, entre otras

posibles acciones, aún no está instalado en el sistema. Por esta razón, favorecer ámbitos de formación continua con

roles crecientemente simétricos sigue siendo uno de los propósitos de esta propuesta de desarrollo profesional”5.

5. Ministerio de Educación, INFD Desarrollo Profesional Docente Centrado en la Escuela, Documento Preliminar, páginas 5 y 6

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Los documentos recientemente citados tienen como propósito proveer las orientaciones de la

política educativa. Como tales se pronuncian respecto de lo que se considera deseable y señalan una

dirección hacia la cual orientar los esfuerzos.

Tales formulaciones son relativas a una lectura de sistema, a una visión de conjunto y es por todos

conocida la enorme heterogeneidad (de posiciones, de grado de acumulación, de experiencia desarrollada,

de condiciones para el trabajo compartido etc. ) que se hace visible cuando se mira a diversas escalas:

jurisdiccional, institucional, de grupos, etc.

Por ello hemos considerado la conveniencia de armar un dispositivo de trabajo lo más abierto

posible de modo que la propuesta permita la participación de profesores e instituciones que se encuentran

en muy variados puntos de desarrollo y a la vez se inscriba en la dirección en la que se quiere avanzar. Esto

supuso un conjunto de decisiones que iremos desplegando, fundamentando y evaluando a lo largo de este

documento.

2. Caracterización del ciclo

a) Una primera decisión: analizar las prácticas de enseñanza de matemática

Entre los múltiples aspectos que se pueden colocar como objeto de trabajo en un ciclo formativo

relativo a la enseñanza de matemática decidimos colocar el análisis de las prácticas.

Hace más de 20 años que se plantea que la tematización de las prácticas le concierne a todos los

espacios de la formación. Así, los profesores que trabajan la enseñanza de matemática son solicitados de

diversos modos a intervenir en el campo de formación de las prácticas y a incluir su consideración en las

materias.

Sabemos que tales profesores, en su mayoría, no han contado con formación específica en relación a los

problemas de enseñanza ni los asuntos de didáctica de primaria. Menos aún han tenido oportunidad de

aprender a analizar las prácticas.

En este sentido nos pareció pertinente ofrecer un espacio en el que compartir tal aprendizaje junto a otros.

Pero además teníamos razones propias provenientes de cómo pensamos a la matemática misma

en términos de prácticas.

La audacia del maestro Guy Brousseau6 consistió, precisamente, en conceptualizar los

procesos de producción de conocimiento matemático en términos del trabajo de comunidades –la de los

matemáticos, la de los profesores, la de las aulas - que interactúan con problemáticas que dan lugar –

en un complejo proceso de resoluciones, reflexiones e intercambios- a la emergencia de conocimientos.

Esta conceptualización de la matemática como práctica social inserta en un contexto cultural actúa como

referencia para pensar el aula como ámbito de producción de conocimiento. Los aportes de Chevallard7

permitieron comprender la matemática como una actividad humana que se produce, se enseña, se aprende

en instituciones sociales y, en ese sentido, los saberes matemáticos no son fijos e inamovibles sino que

se transforman al ser utilizados en instituciones y condiciones culturales distintas de aquellas en que se

produjeron inicialmente.

6. Guy Brousseau, autor de la Teoría de las Situaciones Didácticas, dio origen a la corriente de Didáctica de Matemática que suele identificarse como “francesa” pero que actualmente convoca a investigadores y educadores de muchos lugares del mundo a continuar estudiando y produciendo. Son numerosos los escritos de Guy Brousseau en los que desarrolla la Teoría de las Situaciones Didácticas. Mencionamos por su fácil acceso Brousseau, G (2007): Iniciación al estudio de la teoría de las situaciones didácticas. Buenos Aires. Libros del Zorzal.7. Yves Chevallard formuló la teoría de la transposición didáctica, ampliamente difundida, en la que se conceptualizan las relaciones entre la organización institucional y los modos en los que se despliega el conocimiento. Chevallard, Y. (1991). La transposition didactique. Du savoir savant au savoir enseigné. Grenoble: La Pensée Sauvage.

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Desde esta perspectiva pensamos que los conocimientos matemáticos se configuran en las aulas,

en la escuela, de modos que es necesario conocer.

Hemos afirmado largamente que el sentido de los conocimientos para los alumnos se constituye a

raíz de lo que tienen oportunidad de hacer en relación al conocimiento, es decir, a raíz de las prácticas que

se despliegan.

Consideramos necesario colocar como asunto de estudio la actividad de los alumnos en la clase

para poder “reconocer” el conocimiento matemático, en su carácter construido, reflexivo y contextual8 .

Tal como lo propone Roditi, la actividad está compuesta por la acción (lo que se dice, se escribe, se hace,

se ve, se escucha) y el pensamiento que acompaña esa acción (lo que se piensa para hacerlo; haciéndolo,

después de hacerlo). En ese sentido resulta en gran parte intelectual y no observable; es por eso que su

estudio implica una reconstrucción de la actividad real. (Roditi 20059)

Declaramos, como muchos otros lo hicieron antes que nosotros (Rockwell, Ezpeleta, Edwards)

que para conocer la enseñanza de matemática como sucede en las aulas, no basta con mirar los diseños

curriculares. Estos, como expresión del proyecto socialmente establecido de lo que se espera que suceda

en las escuelas, de las experiencias que se desea que los niños tengan, informan escasamente sobre lo

que efectivamente sucede.

b) Pensamos la enseñanza en una perspectiva de sistema

Asumimos una perspectiva de la enseñanza que no se limita ni al aula ni a las interacciones cara

a cara, que requiere de la construcción de una mirada sobre la escuela, sobre las condiciones y sobre las

posibilidades que pesan y se abren en cada contexto.

En un trabajo reciente Terigi (2012)10 argumenta respecto de la necesidad de una definición de la enseñanza

que retenga la especificidad que genera su ubicación en el marco de regularidades y regulaciones propias

de la escolaridad. La denomina enseñanza institucional. Retoma el planteo de Feldman (2002) para quien el

trabajo docente se comprende mejor si se visualiza como el de una persona que trabaja en un gran sistema

institucional.

Desde hace unos cuantos años, varios autores, entre ellos Aline Robert (2004)11 y Eric Roditi

(2011)12, relevan la dificultad para que maestros y profesores recuperen para sus prácticas las producciones

provenientes del campo de la didáctica de la matemática, sobre todo las que se centran en el estudio

de secuencias de enseñanza. Es así como comienzan a considerar esta situación como un problema a

estudiar y, en ese contexto, señalan la necesidad teórica de concebir nuevas dimensiones –social, personal,

institucional- para conceptualizar las prácticas de enseñanza. Plantean una doble aproximación: una en

la que las actividades del profesor son analizadas en función de los aprendizajes potenciales13 (se utiliza

para esto el marco de la Didáctica de la Matemática) y otra en la que el profesor es considerado como un

individuo en situación de trabajo y por lo tanto sujeto a condiciones de la institución en que se desempeña

(se toman aportes de la psicología del trabajo)

Retenemos para este ciclo la voluntad (la intención) de pensar para la formación las adquisiciones

matemáticas y didácticas imbricadas con el conocimiento de la profesión y del funcionamiento escolar.

8. Bednarz, Nadine (2000) : Formation continue des enseignants en mathématiques : une nécessaire prise en compte du contexte. Québec. Modulo Éditeur. Traducimos el párrafo citado: Todo reconocimiento del carácter construido, reflexivo y contextual del conocimiento matemático de los alumnos (Bednarz, Dufour–Janvier 1984; Dufour–Janvier, Berdnarz 1989; B, Dufour–Janvier, Berdnarz 1993), para nosotros también implica un reconocimiento del carácter construido, reflexivo y contextual del saber del docente en un campo de intervención específica (en nuestro caso, la Enseñanza de la Matemática). 9. Roditi, Eric (2005): Les pratiques enseignantes en Mathématiques. Entre contraintes et liberté pédagogique. Paris. L`Harmattan.10. Terigi, Flavia (2012) Los saberes docentes. Formación, elaboración en la experiencia e investigación. Buenos Aires. Fundación Santillana. 11. Robert, Aline (2004). Dur d´enseigner en ZEP. Analyse des pratiques de professeurs des écoles enseignant les mathématiques en reséaux d´éducation prioritaire. Grenoble: La Pensée Sauvage.12. Roditi, Eric. (2011): Recherches sur les pratiques enseignantes en mathématiques : apports d´une intégration de diverses approches et perspectives. Note de synthèses pour la habilitation à diriger des recherches. Université Paris Descartes. Faculté de sciences humaines et sociales. Sorbonne. 13. Actividades potenciales de los alumnos son las que se anticipan en función del análisis de la tareas, es decir las actividades a las que podrían dar lugar las tareas y las interacciones planteadas. Los aprendizajes potenciales son aprendizajes posibles como resultado de actividades potenciales.

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c) Pensamos a la formación como un trabajo colaborativo

Se suele considerar que enseñar es un trabajo fundamentalmente individual que se inscribe en

el marco de una institución que regula el accionar de cada uno de los sujetos que allí se desempeñan. La

idea de que los docentes constituyen un colectivo en el que las responsabilidades que unos asumen son

solidarias con -están condicionadas por- las que toman a su cargo otros queda normalmente oculta por el

hecho de que maestros y profesores de diferentes niveles del sistema entran a sus aulas sin haber tenido

un espacio institucional para pensar con sus pares los modos de llevar adelante su tarea. Una evidencia

de esta mirada del trabajo docente se encuentra en el hecho de que normalmente las quejas que emergen

cuando algo resulta insatisfactorio recaen mucho más en las personas que en las instituciones que, en

muchos sentidos, producen el trabajo de esas personas (Chevallard, 200714 ; Sensevy, 199815). Flavia

Terigi (2012, op.cit.) reflexiona sobre la contradicción que supone concebir como individual una tarea que

es intrínsecamente colectiva:

La escuela no es un agrupamiento de profesores, sino que el carácter colaborativo es propio de una

función cuyos resultados no se obtienen a título individual sino como consecuencia de la actuación conjunta

en un sistema institucional .Un efecto de la desconsideración del carácter institucional del trabajo docente es

la enorme distancia entre las condiciones del trabajo docente (que promueven desempeños individuales, a

fortalecer según ciertas perspectivas por evaluaciones e incentivos también individuales) y lo que se espera

que este produzca. Los docentes enseñan en condiciones colectivas, y por ello la colaboración es una clave del

desempeño profesional. Debe señalarse la contradicción existente entre el carácter colectivo del trabajo docente,

y unas condiciones institucionales de formación, trabajo y evaluación que promueven la actuación individual.

Podemos pensar que el funcionamiento simultáneo de la escuela moderna según el cual todos

los niños de una cierta edad aprendían lo mismo en el mismo período de tiempo ha regulado a tal punto

las acciones a realizar en cada momento que cada integrante podía ejecutar su parte sin necesidad de

coordinar con los otros, desenvolviéndose en una ficticia independencia ya que el accionar colectivo existía

pero una segmentación muy controlada de tareas lo llegaba a desdibujar. Fueron tiempos en los que la

enseñanza no consideraba como parte de sus propósitos la inclusión de las ideas personales que los

alumnos podían elaborar con relación a los asuntos que estudiaban. Este modo de concebir la institución

escolar operó una gran reducción en la complejidad de los saberes allí impartidos de modo tal de forzar la

coincidencia entre los tiempos de enseñanza y los de aprendizaje16.

Ha corrido desde aquel momento a hoy mucha agua bajo el puente. Sin entrar a historizar los

procesos de transformación de la escuela –lo cual incluiría por lo menos un repertorio de los principales

cambios, sus motivaciones, los contextos en los que se han producido y las consecuencias que han tenido-

nos detenemos en el momento actual en el que desde las políticas públicas y con el apoyo de muchos grupos

de docentes y especialistas del campo de la educación se promueve –y se reclama- una escuela en la que se

aliente la producción de los estudiantes, en la que se analicen sus trayectorias y se organicen dispositivos

que garanticen la inclusión plena de todos los alumnos. Son propósitos que someten a los docentes a una

gran exigencia de producción -tanto para diseñar sus proyectos como para analizar las implementaciones

efectivas- y que transforman de manera sustantiva la imagen de aquel docente de la escuela moderna

que no intervenía centralmente sobre los asuntos que enseñaba y que tenía su recorrido mucho más

determinado por las regulaciones de las políticas públicas. El trabajo colaborativo de los docentes se

14. Chevallard, Yves. (2007). Passé et présent de la Théorie Anthropologique du Didactique. En Higureas, Estepa, García, Sociedad, Escuela y Matemáticas, Universidad de Jaen. 15. Sensevy, Gérard (1998) Institutions didactiques. Étude et autonomie à l’école élémentaire. París. Presses Universitaires de France.16. Hablamos de la escuela moderna como un hecho del pasado aún sabiendo que el núcleo duro de su estructura sobrevive a pesar de las fuertes transformaciones experimentadas. Lo hacemos para subrayar las rupturas que es necesario transitar hoy hacia una escuela más acorde con las expectativas de brindar a todos los alumnos una experiencia rica de aprendizaje.

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vuelve imprescindible para producir respuestas –originales, muchas veces- a los requerimientos que

deben enfrentar, respuestas que en todos los casos implican un trabajo sobre el conocimiento que se

enseña que permita justificar frente a la propia mirada y a la de la comunidad el valor formativo de las

experiencias educativas que se ofrecen, que haga visibles puentes posibles entre las ideas que ponen en

juego los niños frente a las tareas que se les proponen y lo que se considera imprescindible que sepan. Es

decir, en la medida en que se empieza a concebir al docente como un productor de conocimiento sobre su

propio trabajo –lo cual implica tomar como objeto de indagación el proyecto de enseñanza y la evaluación

de su funcionamiento- la dimensión colaborativa inherente a cualquier espacio de producción cobra

centralidad.

En este contexto se multiplican las preguntas sobre el tipo de formación que mejor posiciona a

los docentes para asumir la enseñanza y queda claro que las aproximaciones que se van produciendo –

lejos de ser el resultado de voluntades individuales- requieren en los IFD de la coordinación de diferentes

perspectivas, de un trabajo reflexivo y conjunto, de exploraciones y de análisis de aquello que se va

intentando, de lecturas que aporten a conceptualizar la complejidad de la institución escolar y del trabajo

docente.

Como se ha mencionado, en este trayecto propusimos un trabajo de producción de conocimiento

por parte de los participantes que apuntara a que cada equipo pudiera preguntarse y tomar como asunto

de estudio algún aspecto del funcionamiento de la enseñanza de la matemática en la escuela que hubiera

identificado como relevante por alguna razón. Ubicar este ciclo como una experiencia de producción de

conocimiento nos llevó a incluir necesariamente la dimensión colaborativa –entre los integrantes y con el

equipo coordinador. Para que esta dimensión estuviera considerada en el mismo formato convocamos a

equipos de docentes y no a profesores individualmente. Sabemos que las condiciones de trabajo docente en

el sistema educativo –incluido el que se desarrolla en los IFD- no están organizadas para favorecer el trabajo

colaborativo. Un trayecto formativo, diseñado desde el Estado, que solicita la colaboración–pensamos- es

un modo de empezar a instituirla, conscientes de que, en las situación actual, tal formato requiere del

esfuerzo de los participantes para integrar los equipos y sostener la producción en colaboración.

d) Construir una posición investigativa

¿Cómo colaborar con los formadores que se han sumado a este trayecto para que puedan

enriquecer sus posibilidades de analizar las prácticas de la enseñanza de la matemática?

Buscábamos encauzar una perspectiva analítica que se basara en la elaboración de explicaciones que

pudieran transformar17 algunos hechos observados en la escuela de manera de atribuirles nuevos sentidos,

intencionalidades y razones. Queríamos poner en cuestión la mirada prejuiciosa que muchos docentes de

los institutos tenían respecto de la enseñanza en la escuela primaria. En nuestros primeros intercambios

constatamos que aún desde posiciones didácticas muy diferentes, muchos docentes formadores

convergían en una visión sobre lo que ocurre en las clases de matemática de la primaria referenciada casi

exclusivamente en lo que ellos pensaban que debía ocurrir, lo cual los ubicaba en una posición prescriptiva

respecto de las prácticas escolares.

17. En el sentido de reconsiderar, de “ver” un asunto diferente del que ofrece una primera mirada, como resultado del análisis.

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Asumimos que era necesario ir compartiendo algunos supuestos que –entendíamos- contribuirían

a que los colegas concibieran la escuela como un “objeto” que puede ser estudiado, acerca del cual ellos

mismos estaban en condiciones de formularse genuinos interrogantes que podrían explorar a través de un

trabajo específico orientado a ese fin. Veamos.

•Lasdecisionesdelosdocentesobedecenarazonesque–enprincipio-sepuedenreconstruirenlos

intercambios con ellos

Los maestros enfrentan en sus prácticas cotidianas numerosos problemas que no son visibles

desde afuera del aula y para los cuales tienen que producir respuestas en el aquí y ahora echando mano

a herramientas que provienen de distintos marcos y experiencias y conciliando numerosas variables –

tiempo, economía, expectativas de padres y colegas, exigencias institucionales, éxito, conformidad,

bienestar… Esas resoluciones ponen en juego –también- saberes que los mismos docentes producen en

su quehacer cotidiano y que no tienen llegada al discurso pedagógico y didáctico que circula fuera de la

escuela (Rockwell, 2009). Entendemos que las relaciones entre la intención didáctica de los docentes y su

accionar necesita, para ser reconstruida de una manera sólida, de los intercambios entre diferentes miradas

(diferentes saberes) que deberían incluir su voz. Asumir este posicionamiento lleva a intentar realizar una

lectura en positivo de los hechos relevados que permita realizar hipótesis sobre los sentidos en juego

para los docentes en lugar de centrarse en las carencias que se detectan cuando la principal referencia

es la propia posición (Charlot, 2005)18. En este contexto se considera que hay razones – necesitamos

comprenderlas- por las cuales ciertas prácticas –que algunos querrían desestimar- se estabilizan y otras

–deseables desde una perspectiva de mayor producción de los niños- no logran introducirse.

• Las prácticas docentes difícilmente puedan describirse intentando encuadrarlas en una única

perspectiva teórica

Quienes miran de lejos el quehacer de los maestros intentan muchas veces encuadrarlo en tal

o cual marco y terminan desestimando –o subestimando- aspectos relevantes de su trabajo para forzar

dicho encuadramiento. Resulta éste un uso tal vez algo aplicacionista de la relación teoría-práctica que

nos interesa revisar toda vez que entendemos que la enseñanza como proyecto social, como práctica,

como hecho político no se configura a la luz de una teoría ni en oposición a la misma y que el intento de

describir las prácticas como experiencias que encajan total y estrictamente en una cierta perspectiva es

necesariamente reductor porque desconoce –entre otras cosas- el eclecticismo que el trabajo en terreno

requiere. Como ya hemos señalado en este documento, las prácticas configuran sentidos que es necesario

desentrañar. Hemos convocado a nuestros colegas de los institutos a desplegar una experiencia inscripta

en esa idea.

• Muchas propuestas de enseñanza “innovadoras” se difunden sin considerar los contextos y las

condiciones en las que se han producido

La investigación en didáctica de la matemática ha producido numerosos trabajos que estudian el

funcionamiento en aula de secuencias didácticas vinculadas a diferentes objetos de enseñanza escolar.

Son estudios generalmente interesantes porque ayudan a construir una mirada compleja sobre los

procesos de construcción matemática, porque amplían el horizonte de las relaciones posibles que se

18. Charlot, Bernard (2005): Relação com o Saber, Formação dos Professores e Globalização. San Pablo. Armed Editora.

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pueden hacer al intentar resolver una serie de cuestiones, porque permiten entablar lazos entre conceptos

y problemas matemáticos. Sin embargo no resulta productivo –pensamos- considerarlas como guiones

cuya trasmisión por sí sola alcanzará para sostener las acciones que conciernen a la implementación

en un ámbito específico. Asumir una postura crítica con relación a estos estudios supone reelaborar sus

fundamentos de una manera personal, repensar las condiciones en las cuales sería viable tomarlos

en cuenta, producir imágenes anticipadas sobre el desarrollo de las secuencias implicadas con actores

más conocidos, introducir posibles modificaciones y justificarlas. Todo esto colabora con la posibilidad

de considerar los estudios didácticos que diversos grupos hayan realizado como puntos de apoyo para

pensar la enseñanza y no como reglas de acción que funcionarían siguiendo las supuestas instrucciones

que imparten.

• Demaneramuyrelacionadacon lossupuestosanterioresconsideramosquees imprescindible

considerar la perspectiva de los docentes (sus saberes, sus condicionantes) a la hora de pensar estrategias

que apunten a resolver problemas de enseñanza sobre todo si tomamos conciencia de que la exploración

de esos problemas en el sistema real requerirá de estrategias de intervención que los mismos docentes

deberán sostener en la acción (Desgagnes, Bednarz y otros, 2001; Roditi, 2010).

•Laproduccióndeconocimientosobrelaescueladebepodersercompartidaconlosactoresdela

escuela

Nos distanciamos de las posiciones que hacen una mirada muy crítica –y en algunos casos

acusatoria- hacia la institución escolar, muchas veces sin ofrecer las razones en las que se basan y que,

por su tono hostil difícilmente puedan aportar conocimientos a los actores de la escuela que enriquezcan

sus puntos de vista y los ayuden a orientar modificaciones. Por el contrario, asumimos como norma

metodológica que aquello que produzcamos en el marco de los trayectos formativos pueda ser comunicado

con tranquilidad a quienes permitieron que su trabajo estuviera expuesto a la mirada de los formadores.

Entendemos que todas estas posiciones asumidas por el equipo coordinador no constituyen

“verdades” que queríamos comunicar; se trata de perspectivas que –pensamos- solicitan delinear la

escuela como objeto de estudio.

Desconfiábamos de entrada de la fertilidad de hacer de estas consideraciones un discurso de

buenas intenciones y queríamos encontrar un espacio de trabajo que permitiera tematizarlas a partir de

las producciones concretas de los participantes. Asimismo aspirábamos a que el trayecto que proponíamos

se constituyera en un ámbito en el que los participantes pudieran arribar a la formulación de preguntas

sobre la escuela y que pudieran concebir un recorrido a realizar que entrelazara, lecturas, discusiones,

interacciones con actores de la escuela, para aproximar respuestas a las mismas. En otros términos

queríamos proponer un trayecto cercano a las prácticas de la investigación, conscientes de que muchos

equipos tenían ya experiencia en trabajos de investigación en tanto que para otros, este ciclo constituiría

una primera oportunidad.

e) La construcción de un marco concebido como proceso

La diversidad de experiencias y posicionamientos de los participantes –lo venimos diciendo- fue

un signo distintivo de este proyecto. Éramos conscientes de que no estábamos en condiciones de plantear

de entrada un trabajo de campo que comprometiera el ingreso a las escuelas sin tener previamente un

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recorrido común que nos permitiera poner sobre la mesa diferentes puntos de vista sobre la enseñanza

de la matemática en la escuela primaria. Es así como durante todo el primer año el trabajo estuvo

centrado en análisis de videos de clase, registros escritos y testimonios de docentes aportados por el

equipo coordinador. Pensábamos que a raíz de esas acciones se irían considerando aspectos relevantes a

analizar en una clase de matemática de la escuela primeria y que, la discusión sobre las razones por las

que se valoraban esos aspectos iría permitiendo construir un marco compartido de análisis. El trabajo de

campo en las escuelas se desarrolló en el segundo año. Transcribimos el modo en que comunicamos esta

idea en la presentación del ciclo que colocamos en la plataforma virtual:

Vamos a conversar a partir del conocimiento que vayamos produciendo como resultado de un trabajo de

exploración sobre el funcionamiento de la matemática en la escuela primaria. Más allá de la experiencia personal

de cada uno la enseñanza de la matemática en la escuela primaria será para todos nosotros un objeto a conocer

más profundamente, más críticamente, a partir de criterios de análisis que iremos construyendo como parte del

mismo trayecto. Estamos concibiendo un camino largo y por etapas.

En un primer momento estudiaremos la enseñanza de la matemática en la escuela fundamentalmente

a través del análisis de registros de clase, de videos y de producciones escritas de alumnos. Estos materiales

los aportaremos nosotros, el equipo coordinador. Alimentaremos el análisis con nuestras propias discusiones

y con los textos de autores que han producido en este campo. Esto implicará que en cada momento de esta

primera etapa tendremos dos tareas centrales: la elaboración del análisis que tengamos entre manos y la

lectura y discusión de un texto. Los trabajos que elaboren se irán entregando en los plazos que les vayamos

comunicando y las discusiones se realizarán a través de los foros que se vayan haciendo. Esta será nuestra

manera de profundizar en los modos de conocer de los niños, de tratar de entender las razones del accionar

de los maestros, de poner en diálogo la enseñanza con el aprendizaje. En una segunda etapa seguiremos

explorando nuestro asunto con la colaboración de los actores de las escuelas primarias asociadas a cada uno de

los institutos que participan. Esto supondrá tomar contacto con la escuela y construir un diálogo con maestros y

equipos directivos basado en la confianza. Para llegar a ese momento tenemos que aproximar nuestras miradas,

explicitar nuestros supuestos, compartir nuestras expectativas respecto del sentido formativo que le otorgamos

a la enseñanza de la matemática en la escuela. Toda la primera etapa será el medio que usaremos para que se

produzca tal acercamiento y lleguemos a construir marcos compartidos de análisis. Presentación del ciclo en

la plataforma virtual (acceso restringido a los integrantes del trayecto).

Hemos encarado un trayecto que, a partir de una planificación inicial global, se fue configurando

sobre la base de las producciones de los equipos. Sabíamos que nos encontraríamos con el planteo de

problemas para los cuales nosotros, como equipo responsable del trayecto, tampoco teníamos respuestas.

Nos diferenciamos así de otros formatos en los que existe un programa de trabajo estructurado con una

sucesión de tareas que no está tan atada a lo que se produce en ellas. Fue una decisión que planteó un gran

margen de incertidumbre tanto para el equipo coordinador como para los participantes que de distintas

maneras nos hacían saber la falta de un programa más acabado y de la explicitación de un marco teórico

definido como punto de arranque.

Aunque una y otra vez algunos participantes del trayecto “reclamaban” que ofreciéramos un

marco teórico desde el cual analizar los registros y videos que pusimos a consideración de los equipos,

sostuvimos nuestra opción de ir concibiendo su elaboración como un proceso que se iría jugando en los

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intercambios que se dieran a raíz de diversas tareas. Esta decisión obedeció a la convicción que teníamos

de que no podíamos –ni queríamos- imponer una única perspectiva, de que se corría un gran riesgo de

que se adoptara una posición oficial sin que se confrontara con otras y de que finalmente perderíamos la

oportunidad de resignificar –todos- nuestros puntos de vista a partir de hacerlos dialogar en serio, todo lo

que se pudiera.

El primer encuentro presencial que dio inicio al ciclo nos permitió percibir que las distancias

(y eventualmente las tensiones) entre los profesores de matemáticas y los profesores del campo de

las prácticas eran mayores que las imaginadas. Esto se hizo evidente en la primera actividad en la que

presentamos un video de una clase de matemáticas –el tema era “fracciones en la recta numérica”-

sobre el cual realizamos nosotros como equipo un primer análisis. Cuando invitamos a los participantes

a intervenir con sus comentarios fue claro que unos y otros veían cosas diferentes: ni los asuntos en los

que se hacía énfasis, ni las categorías de análisis usadas, ni las interpretaciones y valoraciones de la clase

en cuestión constituyeron puntos de convergencia. Hicimos conciencia del gran desafío que nos habíamos

propuesto.

Un ejemplo del tipo de trabajo que apuntó a la construcción de un marco

Hemos promovido, a raíz de distintas tareas, diferentes tipos de análisis con el propósito de que los

miembros de los equipos se conocieran trabajando a variados niveles, pudieran revisar lo que ponían en

juego en el análisis efectivo y lo confrontaran con su discurso declarativo. Por ejemplo, propusimos retomar

después del primer encuentro el análisis del video que acabamos de comentar. Para ello solicitamos que

• Contestaran personal y grupalmente qué consideran importante observar y analizar en una clase de

matemática y que participaran en el foro volcando alguno de los aspectos discutidos en el equipo

• Eligieranunepisodio(distintodeltratadoenelencuentro)ycompartieranelanálisis

• Formularanpreguntasparalamaestraacargodelaclaseanalizada(queyanoshabíaenviadouna

carta explicitando sus intenciones con relación a esa clase)

• Recortaran un nuevo episodio centrado en el análisis de alguna interacción (entre alumnos, con la

maestra, en el pequeño grupo o en el espacio colectivo) que les resultara relevante desde el punto de vista de la

producción de ideas.

• Eligieranalgúnmaterialsobre“interaccionesenlaclase”querecomendaríanasuscolegasyexplicaran

por qué lo seleccionaron.

Era claro para nosotros que al analizar una clase a través de algún registro (escrito o videado) de la

misma, al seleccionar rasgos que se consideraran relevantes y al entablar una conversación hipotética con la

maestra responsable de la misma los equipos se encontrarían con distintas miradas y se verían confrontados a

zanjar diferencias, a producir argumentos, a defender posturas. Todo eso fabricaba marco. Entendíamos que en

ese “ambiente” resultaría productivo –en el sentido en que haría a cada uno revisar su propia visión- jugar nuestro

propio enfoque como equipo coordinador. Decidimos entonces realizar un análisis de los distintos modos en que

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los equipos se habían aproximado –de manera hipotética- a la maestra responsable de una clase analizada.

La opción de retomar un análisis ya realizado luego de haber introducido nuevos elementos

apuntaba –esa ha sido una de nuestras asunciones- a la construcción de una posición analítica que

superara la opinión con fuerte carga evaluativa. Al enmarcar la tarea, explicitamos qué entendemos como

equipo por marco de análisis:

¿Qué entendemos por marco de análisis? Digamos –provisoriamente- que se trata de definir

un conjunto de rasgos que consideramos constitutivos de la enseñanza, cada uno de los cuales puede

ponerse en juego de diversas maneras en una clase, configurando distintos escenarios que implican diferentes

experiencias tanto para los maestros –en términos de exigencias de enseñanza- como para los alumnos -en

términos de posibilidades de aprendizaje-. Por ejemplo, si consideramos que un rasgo constitutivo de la enseñanza

es el intercambio entre docente y alumnos, un elemento del marco de análisis es estudiar cómo se produce

ese intercambio en una clase. O sea, el marco de análisis no indica cómo debe producirse el intercambio,

sino que se pregunta cómo se da. A medida que vayamos avanzando en nuestro trabajo iremos definiendo

elementos del marco de análisis y detallando los modos en los que esos elementos se pueden desplegar. Es así

como, por ejemplo, podremos plantear un abanico cada vez más amplio acerca de las modalidades posibles de

intercambio entre alumnos y docente y realizar hipótesis respecto de la influencia que podrían tener sobre los

aprendizajes. Es claro que los rasgos que seleccionamos son el resultado de una construcción teórica y no están

predeterminados en la realidad del aula.

Nos detendremos ahora a compartir el modo en que analizamos –y devolvimos- las preguntas

que los participantes hicieron a la maestra porque comunica de qué manera “tocábamos” los supuestos

implicados en las distintas intervenciones fijando nuestra postura pero también haciendo hipótesis sobre

las de nuestros interlocutores:

Devolución Clase número 2:

Algunos comentarios sobre las preguntas a Mónica - la maestra a cargo de la clase de “fracciones en

la recta numérica”-

Todos los grupos han ido elaborando preguntas para la maestra Mónica Miño a raíz de la clase sobre

representación en la recta de fracciones. El sentido de esa tarea era –lo hemos planteado- profundizar nuestra

comprensión sobre las decisiones de ella y, de este modo, ir acercándonos a las razones que orientan las

opciones que los maestros van haciendo. O sea, apelamos a la formulación de preguntas que genuinamente nos

aporten elementos sobre asuntos que no conocemos o que no terminamos de explicarnos –tanto de esa clase

en particular como de la enseñanza de la matemática en general-. Esta perspectiva requiere que hagamos el

esfuerzo –difícil- de fortalecer una mirada que, en diálogo con la propia perspectiva, apunte a la comprensión

de los hechos y no a su evaluación. En otros términos, aspiramos a que la interacción con Mónica nos aporte

elementos nuevos para pensar los problemas de enseñanza que vamos reconociendo. Esto no sucede cuando

hacemos prevalecer la idea propia de lo que se debería haber hecho y no se hizo porque esta posición nos

confirma en lo que ya pensábamos sin darnos la posibilidad de abrirnos a otras explicaciones.

Para avanzar en la discusión trabajaremos sobre preguntas hipotéticas que, si bien no han sido

formuladas por ningún grupo en particular, recogen los diferentes posicionamientos que muchos de ustedes

han tenido al formularlas. Veamos, por ejemplo esta pregunta referida al trabajo en grupo

“En el escrito que nos enviaste comentás que tus alumnos llegaron a 6° grado sin experiencias

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anteriores de trabajo grupal. En nuestra experiencia es muy difícil encontrar clases en las que los niños realicen

trabajo en grupo. A nosotros nos parece que tus chicos pudieron hacer avances importantes al respecto y

en relativamente poco tiempo y por eso nos interesa saber qué estrategias usaste para lograrlo. Sería muy

provechoso que nos comentaras si algunas de esas estrategias te resultaron más productivas que otras y más en

general, si podrías recomendar cómo se enseña a trabajar en grupos a chicos que nunca lo han hecho. Además

querríamos saber si siempre planteás el trabajo en grupo o si lo alternás con otras modalidades. En este último

caso nos gustaría conocer con qué criterios decidís adoptar una u otra estrategia”.

Analicemos juntos la pregunta. Interpretamos que hay un diálogo entre lo que expresó Mónica en el

escrito que nos envió para el encuentro presencial, lo que los colegas que hicieron la pregunta observaron

en el video y una preocupación que ellos tienen respecto de las dificultades que en general se encuentran en

el trabajo en grupo. Es en este punto en el que decimos que la pregunta pone en relación un problema que

se está reconociendo –la dificultad de que en las clases se plasme trabajo grupal- con el interés de conocer

qué estrategias resultaron interesantes al respecto en este caso. Asimismo quienes formularon la pregunta

reconocen que en esta clase hay trabajo en grupo e intentan profundizar a partir del reconocimiento de lo que

sí hay. En ese contexto pareciera que les resulta relevante la posición de Mónica como un aporte a analizar y a

reelaborar en la búsqueda de condiciones que hagan viable algo que –muchos- identificamos como productivo.

Veamos ahora esta otra pregunta:

“¿No debió haber asegurado que pasaran al pizarrón alumnos de todos los grupos?”

Esta es una pregunta por lo que Mónica no hizo en lugar de centrarse en lo que sí hizo. Podríamos

interpretar que quienes la formulan están marcando una falta y en ese sentido la pregunta tiene una carga

evaluativa que no nos ayuda a entender -en diálogo con el recorrido de la maestra- cuáles son los problemas

que se presentan y cuáles son los avances logrados cuando se organiza una puesta en común sobre la base de

las producciones de los niños en los grupos. Nosotros los invitamos a abandonar una lógica del todo o nada

que nos lleva a desestimar el análisis de las condiciones que dieron lugar a situaciones en las que aunque

no parece haberse logrado todo, sí hubo avances con relación al trabajo en grupos. Por otro lado, ¿diríamos

que siempre tienen que quedar representados todos los grupos en el pizarrón? ¿No sería en todo caso este

un asunto interesante a discutir con Mónica que da cuenta de una experiencia rica al respecto? Es claro que

todos compartimos la preocupación por conseguir que la clase se desarrolle con la mayor participación posible.

Pero sabemos que eso es fácil de enunciar y difícil de conseguir. Entender cuáles son las dificultades es un

paso necesario para generar condiciones que favorezcan la participación de todos los niños. Reformulamos la

pregunta anterior con la intención de suprimir su carga evaluativa y poner en primer plano el problema didáctico

que parece estar por detrás:

“Analizando la puesta en común vemos que no todos los grupos pasan al pizarrón a mostrar su

estrategia. Preocupados por lograr que todos los niños queden incluidos con las elaboraciones que hicieron, nos

preguntamos si compartís la idea de que se muestren todos los procedimientos que estuvieron en juego o si no

lo ves productivo para todas las clases. Algunos maestros piensan que eso es muy pesado porque los niños se

cansan o que hace perder mucho tiempo; otros opinan que vale la pena aunque sea largo porque se da lugar a

más relaciones que son interesantes para discutir, otros suelen decir que a veces conviene y a veces no… ¿Cómo

lo ves vos?”

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Nuestra intención al analizar estos ejemplos hipotéticos es tratar de resaltar las condiciones de una

actitud investigativa en la que no nos interesa medir a qué distancia están los docentes de aquello que nosotros

consideramos pertinente o correcto o deseable. Como venimos conversando nos ubicamos en una posición

según la cual hay razones que explican los modos en los que se configuran las prácticas docentes y queremos

comprenderlas/producirlas.

Dentro del mismo orden de ideas, interpretamos que algunas preguntas suponen como verdad algo que

es el resultado de una cierta posición teórica. En este sentido invitamos a analizar la carga de supuestos que las

preguntas tienen. Por ejemplo:

“¿Por qué si se trata de una actividad de fijación se desarrolla de todas maneras una puesta en común?”

“¿Por qué no se pueden identificar claramente los tres momentos de la clase (motivación, desarrollo, cierre)?”

Son preguntas que suponen un significado compartido para términos como actividad de fijación o

los tres momentos de la clase. Sin embargo son expresiones que se vinculan a concepciones particulares (de

enseñanza, de aprendizaje) y cuyo significado es difícil de atrapar fuera de las mismas: ¿cuáles serían los tres

momentos de la clase? ¿Por qué estamos suponiendo que siempre deben estar presentes? ¿Qué entendemos por

actividad de fijación?

Notemos que en la devolución

• fuimosdifundiendolaperspectivadelosparticipantesdeltrayectoparaampliarelconjuntode

miradas posibles,

• hemosplanteadonuestrapropiaposición(ladelequipocoordinador)sobrealgunasproduccionesy

• hemosseñaladolasdiferenciasentredistintosequiposcomomododeinvitaraprofundizarenlos

argumentos de cada uno.

Hacer explícitas las diferencias a raíz de los análisis de registros o videos de clase permitió

además tomar conciencia de que los marcos discursivos –convergentes en la mayoría de los participantes

de este trayecto- no se juegan de la misma manera a la hora de producir análisis originales sobre algún

documento que registre las prácticas (registro transcripto, video, producciones de alumnos…). Pareciera

que para esta tarea prevalece una posición mucho más ecléctica en la que se entrelazan perspectivas

teóricas, creencias, reglas de acción, experiencias…Esto nos permitió discutir sobre la pertinencia de

distintas miradas siempre que las mismas ofrezcan argumentos que permitan sustentarlos: los análisis

no admiten ser clasificados en verdaderos o falsos pero sí puede apreciarse más o menos fundamentos

para sostenerlos. Una reflexión sobre las condiciones en las cuales una teoría puede constituirse en

una herramienta para estudiar las prácticas fue posible a raíz de estos intercambios. Un antiguo tema,

relevante para la formación docente, el de las relaciones entre teoría y realidad tuvo una vuelta de tuerca

en el ciclo a raíz de estas divergencias.

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Hemos priorizado el trabajo en profundidad (retomar, retrabajar) por sobre la amplitud y, por esa

razón, se previeron tiempos relativamente largos para la realización de las tareas.

Transitado un tramo del trayecto pedimos a los equipos que revisaran todo el trayecto (los artículos

leídos, las discusiones en los foros, nuestras devoluciones) y elaboraran un texto en el que pudieran

dar cuenta de los cambios –profundizaciones, ampliaciones, modificaciones- en sus posiciones sobre

la enseñanza. Entendemos que esta tarea también resultó una oportunidad de producción que permitió

precisar y revisar las ideas con las que estábamos trabajando.

La construcción de un marco teórico entendida como proceso se plasmó entonces en un recorrido

que incluyó numerosas y diversas tareas (discusión sobre categorías de análisis y su relevancia, aportes

de lecturas, puesta en relación de diferentes posiciones de los participantes) todas las cuales tomaban la

producción de los equipos que era relanzada con la introducción de nuevos elementos que permitieran

retomarlas de manera más profunda.

3. Algunas conclusiones tejidas en conjunto con los equipos

El análisis de documentos que registran prácticas de enseñanza implica una tarea original, que

requiere movilizar las propias ideas, confrontarlas con las de los pares, precisarlas, revisarlas, defenderlas,

ampliarlas o restringirlas, generalizarlas o particularizarlas. Si esta tarea se propone en un contexto en

el que se habilita la diversidad de perspectivas, se alienta la producción de argumentos y la explicitación

de los supuestos implicados en los análisis, produce “marcas” en cada uno de los participantes de esa

experiencia.

Así, lo expresaron los integrantes de un equipo:

A la vez, esta situación se pudo distinguir de la tarea de observación de los practicantes en el

contexto de los institutos, lo cual abre un debate sobre el lugar del análisis de registros y videos en la

formación inicial de los maestros:

“….hemos discutido entre nosotras si cuando observamos una clase vamos a la búsqueda de respuestas

a las preguntas habituales (¿qué hay que hacer?, ¿cómo hay que hacerlo?) o vamos a plantearnos nuevas

preguntas (¿por qué se hizo esto?, ¿por qué se hizo así?, ¿qué representaciones están de manifiesto en

esta manera de hacer?)”

“..la práctica suele llevarnos, después de observar una clase o analizar un registro, a pensar en

preguntas del tipo: “¿cómo podría intervenir la maestra para que…?” o “¿por qué la maestra no hizo…?

El hacer un análisis del video y del registro en este grupo de trabajo (fuera de un espacio con futuros

maestros, con maestros o con el mismo maestro que dio la clase) permitió correrse verdaderamente

de analizar la clase con el objeto de mejorar “esa clase” hacia una posición de análisis para entender lo

que pasó en la clase y en ese sentido fue muy productivo.”

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Estos colegas se preguntan por lo propio de la situación en que el análisis se produce y cuáles

son los propósitos a los que se ordena. No cabe duda que resulta relevante considerar las posiciones

de quienes intervienen, la asimetría, la cuestión del poder y también la cuestión de la responsabilidad

que le compete a cada actor. Sin embargo creemos y queremos plantear que aprender a utilizar algunas

herramientas que se han desarrollado en el campo de la investigación puede favorecer el conocimiento de

las situaciones en las que se trabaja y hasta colaborar con el desarrollo de actitudes que propicien mejores

reflexiones tanto en el docente observado como en el observador, ambos comprometidos con análisis de la

clase.

Aprender a ver algo más que lo que debería suceder, desprenderse del carácter prescriptivo que nos

configura, requiere todavía un gran trabajo.

A lo largo del diseño y puesta en marcha de este ciclo nos hemos hecho muchas preguntas como

formadores y también hemos tomado decisiones, como nos toca a todos los formadores hacer. En este

texto hemos compartido elementos que tuvimos en cuenta en el diseño del ciclo y algunos aspectos que

lo caracterizaron. Hemos querido mostrar, en torno a una de las actividades realizadas, el tipo de trabajo

propuesto y las intenciones que nos llevaron a plantear esta modalidad de interacciones y producción.

Propusimos un problema “difícil”: el análisis de las prácticas de enseñanza de matemática en la escuela

primaria. El trabajo comprometido de un montón de gente nos confirmó que el problema es relevante y

que justifica la búsqueda compartida. Este texto recupera algo de esta experiencia y busca aportar a su

profundización, tanto en un nuevo ciclo, como en el trabajo que día a día sostenemos en los institutos cada

uno de nosotros.

¿Cómo usaríamos la información registrada de estas clases si fueran clases de nuestras/os

residentes?; ¿cómo usaríamos estas observaciones de clase como recurso didáctico que favorezcan el

análisis?; ¿qué actitudes del asesor/profesor/observante, propician mejores reflexiones en el docente

observado?

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Analizar para producir conocimiento se muestra a los ojos de este equipo como una tarea diferente

de analizar para evaluar. Los sentidos que pueda tener acercar/articular estos objetivos llama a un debate.

Algunos participantes plantean preguntas al respecto: