andrew soltis - el verdadero valor de las piezas en ajedrez

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ANDREW SOLTIS EL VERDADERO VALOR DE LAS PIEZAS 'd: en aje rez n aves prácticas sobre la explotación de L las piezas para el jugador de competición

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Muy buen libro de estrategia

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  • ANDREW SOLTIS

    EL VERDADERO VALOR DE

    LAS PIEZAS'd: en aje rez

    n aves prcticas sobre la explotacin de L las piezas para el jugador de competicin

  • EL VERDADERO VALOR DE

    LAS PIEZASJ en aJearez

  • ANDREW SOLTIS

    EL VERDADERO VALOR DE

    LAS PIEZASJ en aJearez Claves prcticas sobre la explotacin de las piezas para el jugador de competicin

  • Editor: Jess Domingo Coordinacin editorial: Paloma Gonzlez Traduccin: Antonio Gude

    No est permitida la reproduccin total o parcial de este libro, ni tampoco su tratamiento informtico, ni la transmisin de ninguna [arma o por cualquier medio, ya sea electrnico, mecnico, por fotocopia , por registro u otros mtodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.

    Ttulo original: Rethinking the chess pieces Publicado por primera vez en u.K. en 2004 por B. T. Batsford Lirnited, un sello de Anova Books Company Limited, London.

    2004 by Anova Books 2004 del texto by Andrew Soltis 2008 by Ediciones Tutor, S.A.

    Marqus de Urquijo, 34. 28008 Madrid Te!.: 91 559 98 32. Fax: 91 541 02 35 E-mail: [email protected] www.edicionestutor.com

    ~ Socio fundador de la World Sports Publishers' Association (WSPA) Maquetacin: Juan Morao ISBN: 978-84-7902-727-8 Depsito legal: M-27368-2008 Impreso en Femndez Ciudad, S.A. Impreso en Espaa - Printed in Spain

  • 5

    Sumario

    Prlogo a la edicin espaola . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

    PRIMERA PARTE: VALORES DE LAS PIEZAS ............................ 11

    Captulo 1: "Pen = 1, caballo = 3 ... " .... ..................................... . . 13

    Captulo 2: Movilidad y objetivos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 33

    Captulo 3: La extensin del tablero ........................ . ..... .. ....... .. . . 45

    Captulo 4: Cooperacin y redundancia ........................................ 57

    Captulo 5: La personalidad de las piezas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 76

    SEGUNDA PARTE: DESEQUILIBRIOS MATERIALES ..................... 103

    Captulo 6: Transacciones ..................... . . . .. ........ ... ... ........... . . 105

    Captulo 7: La calidad ............ ... ~ . . ... .. . ............ . . ....... ........... 130

    Captulo 8: Dama contra piezas ............................................... 157

    Captulo 9: Alfiles contra caballos y contra peones ............................... 194

    Captulo 10: Torre contra piezas menores ........................ ........... . . .. 228

  • Signos convencionales

    + Jaque ++ Jaque mate o-o Enroque corto 0-0-0 Enroque largo

    Buena jugada ? Mala jugada !? Jugada interesante ?! Jugada dudosa !! Jugada extraordinaria ?? Grave error Ligera ventaja de las blancas :: Ligera ventaja de las negras Ventaja de las blancas :: Ventaja de las negras +- Ventaja decisiva de las blancas -+ Ventaja decisiva de las negras = Posicin igualada 00 Posicin complicada, difcil de evaluar '2!? Posicin complicada tendente a la igualdad ECO Enciclopedia de Aperturas de Informator

  • Prlogo a la edicin espaola

    Todas las unidades del ajedrez tienen, en el lenguaje de la Bolsa, dos precios: el valor paritario y el valor de cotizacin. El valor paritario representa el absoluto, y el precio da a da el valor relativo.

    RUDOLF SPIELMANN

    7

    Para hablar de un libro no es imprescindible hablar de su autor, e incluso parece superfluo si ste es famoso. Pero en el caso que nos ocupa resulta necesario, porque Andrew Soltis es prcticamente un desconocido para el pblico hispanoparlante, pues su presencia en el mercado editorial en castellano se salda con apenas un par de ttulos recientes.

    Nacido unos aos despus, Soltis (1947) pertenece a la generacin de Bobby Fischer (1943), de la que tambin formaron parte John Grefe (1947) y los nuevos estadounidenses Walter Browne (de origen australiano, 1949), Lev Alburt (Ucrania, 1945) y Roman Dzind-zihashvili (Georgia, 1944).

    La generacin anterior estaba integrada por nombres impresionantes: Arthur Bisguier (1929), Larry Evans (1932) , William Lombardy (1937), Anthony Saidy (1937) y los herma-nos Byrne (Robert y Donald, 1928 y 1930), bajo la sombra nada paternal del gran vetera-no, Samuel Reshevsky.

    Para visualizar el contexto, no est de ms recordar que, entre 1957 y 1966, Fischer ga-n, con gran autoridad, todos los Campeonatos de Estados Unidos (salvo el de 1961-1962, en el que no particip). Por otro lado, haban llegado al pas Pal Benko (1928), una autn-ticafigura, y Edmar Mednis (1937). A fines de los setenta se iniciara la dispora sovitica, con Amrica como destino principal. Los primeros en desertar fueron los grandes maes-tros Anatoli Lein y Leonid Shamkovich. Siguieron Sergei Kudrin e Igor Ivanov. Entretan-to, iba surgiendo una nueva generacin: los Jim Tarjan, Ken Rogoff, Bernard Zuckerman, Kim Commons, Mark Diesen, John Peters, Michael Rohde, Ron Henley, Norman Weins-tein, Michael Valvo, Nick de Firrnian ...

    Campen juvenil de Nueva York en 1964 y universitario de EEUU (1969), entre 1967 y 1972, Soltis particip, en cinco ocasiones, en el Campeonato Mundial de estudiantes con la seleccin norteamericana, con buenos resultados. En 1971-1972 gan el torneo interna-cional de Reggio Emilia. Entre 1967 y 1974 gan cinco veces el Campeonato del Marshall

  • 8 EL VERDADERO VALOR DE LAS PIEZAS EN AJEDREZ

    Chess Club, un resultado muy meritorio teniendo en cuenta que en esas ediciones partici-paron numerosas figuras, y en ese ltimo ao fue tambin el vencedor del torneo del futu-ro de la Federacin de EEUU.

    En los aos setenta y ochenta hay contadsimas apariciones fuera de su pas, donde prcticamente se circunscribe su participacin en torneos. Pero entonces se produjo una convulsin en el mundo del ajedrez, que llen de esperanzas a muchos jugadores: la creacin de la GMA (Asociacin de Grandes Maestros), que parece haber hecho re-surgir el inters de Soltis, quien intent el asalto a la Copa del Mundo. Pero sus tenta-tivas de 1988 (Jos abiertos masivos de Belgrado y Mosc) y 1989 (Palma de Mallorca) no fructificaron y los malos resultados deben haberle disuadido de seguir esforzndo-se en el tablero internacional. En los noventa no despliega ya una actividad propia de un jugador profesional: sus participaciones escasean y su Elo decae. As, tras los abier-tos de Chicago (1992) , Reno (1994) y Nueva York (1994, 1995), Soltis deja el ajedrez de competicin, con slo algunas apariciones espordicas posteriores en torneos ex-ticos.

    Su trayectoria competitiva no es, por tanto, extraordinaria, pero s lo suficientemente buena como para hacerle acreedor al ttulo de gran maestro, que le fue otorgado en 1980. Jugador de ataque, elegante, con buenos conocimientos tericos, tiene en su haber signifi-cativas victorias sobre Gligoric, Larsen, Quinteros, Igor Ivanov, Murey y Romanishin, en-tre otros.

    Pero si su carrera ante el tablero no es tan impresionante como la de algunos grandes maestros de elite, Soltis emprendi, desde muy joven, una segunda carrera (que, en reali-dad, es la ms importante en su caso): la de periodista y autor. Para empezar, hay que te-ner presente que Soltis es periodista profesional. Trabaja en el 'New York Post' (en cuyo diario tiene a su cargo, adems, la columna de ajedrez). Pero sus dotes para el periodismo tcnico se pusieron de manifiesto, sobre todo, en su magnfica columna de 'Chess Life' , la revista de la USCF. La columna tiene un nombre sugestivo, Chess to Enjoy (Ajedrez para disfrutar) y puede decirse que, junto con la de Benko, es la ms prestigiosa de la re-vista.

    Ha publicado numerosos libros, algunos de ellos excelentes, como The Best Cames of Boris Spassky (1973), Morphy Chess Masterpieces (1973), American Chess Masters from Morphy to Fischer (1974), The Creat Chess Tournaments and Their Stories (1975), Frank Marshall, United States Chess Champion (1993), The 1nner Came of Chess: How to CaLcu-Late and Win (1994) , Soviet Chess 1917-1991 o Bobby Fischer Rediscovered (2003) y, en co-laboracin con G. H. McCormick, The United States Chess Championship 1845-1996 (1997).

    Erudicin histrica y tcnica y capacidad de comunicacin han quedado patentes en es-tos libros, que muestran a un autor riguroso, sagaz, cultivado y ameno. Esta segunda carre-ra de Soltis (que, como he dicho, es, en realidad, la primera) no puede ser ms brillante. Sin embargo, no toda su produccin es encomiable. Como suele suceder a tantos autores, por imperativos alimenticios u otros de la vida cotidiana, escribi una serie de libros sobre aperturas que no pueden recomendarse, por su superficialidad y oportunismo. El ser hu-mano tiene debilidades y necesidades, a las que ni los ms grandes artistas e intelectuales

  • PRLOGO 9

    han podido sustraerse. No hay ms que recordar las concesiones de tantos famosos cineas-tas (entre ellos, nuestro Luis Buuel), que debieron alternar sus obras maestras con pro-ducciones deplorables: la dialctica de la supervivencia! Por otro lado, si hay un rasgo que caracteriza a los ciudadanos estadounidenses es la indiferencia a justificar sus actividades para ganarse la vida. Seguramente les preocupa menos que a un tigre de Bengala el des-hielo del Artico.

    Bien. Lo cierto es que Soltis ha escrito este libro maravilloso. Me gustara tener un sombrero para quitrmelo, pero como no es as, me limitar a justificar mi opinin sobre el mismo.

    EL verdadero vaLor de Las piezas propone una autntica revisin del papel, capacidad y radio de accin de las piezas en ajedrez. Los autores clsicos (desde Tarrasch a Bronstein, pasando por Euwe, Keres, Pachman y otros) nos han enseado muchas cosas acerca de la actividad de las piezas, de su valor relativo y de la necesidad de desvincular su valor teri-co o nominal del valor real en una posicin dada. Pero ni siquiera los autores ms presti-giosos de la actualidad, como John N unn, Drazen Marovic o Mark Dvoretsky, han penetrado con mayor lucidez en la capacidad operativa de las piezas, por s solas o en equi-po, ni han llevado a cabo una diseccin tan implacable de la ductilidad de las piezas y las complejas relaciones que entre ellas y el tablero se establecen.

    La forma en que Soltis afronta el papel y funcin de las unidades ajedrecsticas de com-bate es muy original y tiene un enorme valor prctico para el jugador. Para empezar, pasa revista a las tablas de valores numricos que han barajado las ms diversas fuentes. El aje-drez no es aritmtica, pero el jugador necesita valores a que aferrarse, una referencia orien-tadora. Contradicciones: si dos piezas menores valen 6 (3+3), por qu no es bueno entregar alfil y caballo por torre y pen (5+1=6), de idntico valor terico, en la apertura? Las piezas tienen muchos valores y valores que son mudables: valor nominal valor estti-co, valor de cambio, valor relativo, valor transitorio. A este ltimo ya haba aludido Capa-blanca y significa, por ejemplo, que, a medida que se cambian piezas, un caballo se vuelve ms dbil, mientras que una torre aumenta de valor. La fase de la partida tambin tiene mucho que ver: qu significan un centro de peones, o peones colgantes, cuando la lucha se acerca al final?

    La movilidad de las piezas no es la misma en todas las fases del juego. A medida que progresa la partida, la movilidad aumenta. La razn es clara: la desaparicin de piezas y peones, deja ms casillas libres en el tablero. Siempre ha existido la tentacin simplifica-dora de valorar una pieza en funcin de su movilidad. Sin embargo, nos dice Soltis, sin ob-jetivos, la movilidad no cuenta gran cosa. El autor incluye estudios de otros autores y expertos, y aporta ejemplos valiosos y actualizados. El lector se encontrar con muchas sor-presas. Cosas que le parecan evidentes, dejarn de serlo.

    Las reglas son resbaladizas, cosa que a estas alturas todo el mundo sabe ya. Pero las de-cisiones prcticas deben tomarse en base a numerosos factores, no siempre fcilmente cuantificables. El libro trata de responder a muchas preguntas del jugador prctico: Vale la pena ceder la pareja de alfiles para ganar un pen?, es conveniente cambiar torres, cuando se tiene la pareja de alfiles?, cundo tiene sentido entregar la dama por las dos to-rres? En este ltimo caso, por ejemplo, sorprender saber que, en las situaciones que se le

  • 10 EL VERDADERO VALOR DE LAS PIEZAS EN AJEDREZ

    presentaron, Fischer siempre entreg, con xito, las dos torres por la dama (Fischer-Bilek, La Habana 1965; Portisch-Fischer, Santa Mnica 1966).

    Hay mucho ms. El tercer captulo, por ejemplo, es una revelacin. Trata de la exten-sin o amplitud del tablero. Un tablero de ajedrez nunca ser mayor de 8x8=64 casillas. Pe-ro puede ser ms reducido. Todo depende del rea en que se juegue. Un final de lLl+ fj, vs lLl puede estar jugndose en un sector de 6x5 4x4 casillas. Cuando slo hay peones en un flanco, lo normal es que slo se utilice la mitad del tablero, o incluso menos. La apreciacin del valor de las piezas cambia sustancialmente en tales casos. Hay un ejemplo que arroja mucha luz sobre esas relaciones geomtricas entre piezas y tablero: al aplazarse la partida Korchnoi-Germn (Interzonal de Estocolmo 1962), las blancas tenan dama por torre y ca-ballo,pero el balance exacto de material era ~+\W+11 vs ~+ l1 + l1 +lLl, con 4 peones por bando. Comenta Korchnoi: ' Durante el anlisis descubr algo notable: el tablero es, senci-llamente, demasiado pequeo para las dos damas, que se entorpecen mutuamente ... " La partida finaliz en tablas. Esto da lugar a una figura indita, vislumbrada por otros, pero prcticamente descubierta por Soltis: la redundancia , que se opone a la coordinacin (ca-ptulo 4).

    Cambios, problemas de clculo, relaciones heterogneas de material (pieza contra peones, torre contra pieza(s) menor(es) , dama contra piezas), desequilibrios tcnicos ... To-do eso es tratado con mucha seriedad y sentido didctico, con un trasfondo histrico de opiniones, que aportan perspectiva.

    En cada apartado, el autor menciona datos estadsticos, acotaciones de estudiosos de las bases de datos. Estas referencias estadsticas se han puesto de moda en los libros de aje-drez, y han pasado a ser una especie de nueva puntuacin, una sintaxis complementaria. Deca el gran estadista Disraeli que haba tres clases de mentiras: "las mentiras, las maldi-tas mentiras y la estadstica." Cierto que la estadstica es una forma de mentira porque puede alejarnos de la esencia de las cosas. Pero tambin es una forma de verdad, porque nos impide ignorar la cruda realidad de los nmeros.

    Las cuestiones tcnicas que el autor aborda (y a menudo resuelve) son numerosas y es-timulantes, muy bien respaldadas por la correspondiente introduccin terica. El jugador competitivo encontrar en estas pginas (con cerca de 400 ejemplos) abundantes claves prcticas y asideros tcnicos, que le ayudarn a encauzar sus decisiones ante el tablero. De-bemos agradecer al GM Andrew Soltis esta leccin verdaderamente magistral.

    ANTONIO GUDE

  • PRIMERA PARTE

    VALORES DE LAS PIEZAS

  • 13

    Captulo 1

    "Pen = 1, caballo = 3 ... "

    Lo primero que ha aprendido usted sobre ajedrez es el movimiento de las piezas. Sospe-cho que la segunda leccin fue no entregar una pieza ms valiosa por otra ms dbil. Para explicar lo que significaba se le mostr una tabla de valores relativos en la que se indicaba que un alfil equivale a tres peo-nes o "unidades", una torre vale cinco, etc.

    Esa leccin suele ser tambin la ltima que la mayora de los jugadores reciben acerca del material. Como consecuencia, les asombra lo que sucede cuando se en-cuentran con una posicin como la del dia-grama siguiente:

    Juegan blancas

    A esta posicin se lleg con una aper-tura tpica de principiante, 1 e4 eS 2 tDf3 tDc6 3 ~c4 ~c5 4 tDc3 tDf6. Ahora, S tDgS es el primer ejemplo de doble ataque a una casilla que muchos jugadores descu-bren ante el tablero.

    Pero despus de la natural S .. O-O 6 d3 h6, suelen jugar 7 tDxt7, y luego se les dice que es un error. O un grave error, o inclu-so "la jugada perdedora", a pesar de que la partida no ha hecho ms que comenzar.

    Cmo es posible?, se pregunta el prin-cipiante. Despus de todo, segn la tabla de los manuales, una torre y un pen equi-valen a dos piezas menores.

    Algunas tablas dicen que un alfil vale algo ms que un caballo y, por tanto, las blancas necesitan un pen y medio para justificar la jugada 7 tDxl. Pero esa expli-cacin no sirve de gran ayuda. Aunque el principiante pudiese apreciar qu significa medio pen --cosa que ni siquiera algunos maestros pueden- por qu entregar una cantidad tan pequea de material puede ser un error? Entregar una pieza es un error, por supuesto. Pero es posible que perder medio pen cueste la partida?

    La confusin contina cuando el prin-cipiante empieza a familiarizarse con

  • 14 EL VERDADERO VALOR DE LAS PIEZAS EN AJEDREZ

    trampas de apertura y se encuentra con es-ta lnea de la Variante del Dragn, en la Defensa Siciliana: 1 e4 eS 2 liJO liJc6 3 d4 cxd44 liJxd4 g6 S liJc3 ~g7 6 ~e3 liJf6 7 ~c4 O-O 8 ~b3 liJaS? 9 eS!.

    Tres grandes maestros (e incontables mortales) han cado en esta celada. Las vCtimas ms fuertes normalmente eligen 10 ... liJe8, para encontrarse con la sorpre-sa 11 ~xt7+! y 12 liJe6, ganando la dama.

    Pero por qu, se pregunta el princi-piante, no pueden jugar las negras 9 . liJxb3? Despus de todo, 10 exf6 permite 10 ... liJxa111 fxg7 liJxc2+ 12 'l;\Yxc2 ~xg7, y las negras tienen dos peones, no uno, y adems son peones centrales.

    Juegan blancas

    La razn, dicen los maestros, es que las negras estn peor. A las blancas se les con-cede normalmente un "" para indicar que tienen clara ventaja.

    Si le pregunta a los maestros por qu las jugadas como liJxt7 (en el diagrama 1), y la posicin de las negras (en el diagrama 2) son malas, obtendr diferentes respues-tas. Por ejemplo:

    Dos piezas son mucho ms fuertes que una torre, dicen. Uno de los primeros pro-

    gramas para computadora, diseado en la Unin Sovitica, empleaba siete variables para evaluar posiciones, comenzando por la evaluacin material que sigue:

    Pen = 1 Caballo = 3,5 Alfil = 3,5 Torre = 5 Dama = 9,5

    Segn esta receta, 7 liJxt7 entrega siete unidades (3,5+3,5) a cambio de seis unida-des (5+1).

    Otra tabla popular concede a las piezas menores un valor de tres unidades a cada una, y a la torre 4,5 de modo que la dife-rencia entre ~+liJ y l:t+,0, es de medio pen. Una tercera tabla, la ms popular de Occidente, concede tres unidades a cada pieza menor, cinco a la torre y nueve a la dama, de modo que 7 liJxt7 significara un cambio de material equivalente.

    En el segundo diagrama, las negras es-taran igualadas (segn la primera tabla) o con medio pen de ventaja (conforme a la segunda tabla) , o con un pen de ventaja (segn la tercera tabla). As pues, cmo pueden estar peor?

    El problema es que las tablas entran en conflicto con la experiencia. Sabemos que la torre y un pen a menudo son un exce-lente contrapeso a dos piezas menores en el final. Reuben Fine, en sus Finales bsi-cos de ajedrez, dijo que, en general, un pen y una torre bastaban para hacer tablas contra dos piezas menores. Aada un se-gundo pen, y la torre tendr una impor-tante ventaja. Esto a menudo afecta a las decisiones del medio juego acerca de un cambio de damas.

  • Mller - Acs Campeonato de Europa de clubes 2003

    Juegan blancas

    En una posicin de libro, en la que 1 ~c3 es una jugada rutinaria, las blancas Jugaron:

    1 ~f2!? exd4 De no ser as, las blancas siguen con ~af1 y ~xt7.

    2 'ffIe7 Wixe7 O bien 2 ... 'ffIg4 3 h3 'ffIh5 4 'ffIxd7, con

    ventaja. 3 dxe7 ~fe8 Las negras depositan sus esperanzas en

    las piezas, antes que en la arriesgada 3 ... ~fb8 4 ~xt7.

    4 ~xl7+ c;t>h8 S ~e1lDf6 Una continuacin natural es 6 ~d2 ~e4? (6 ... ~ec8! es favorable a las ne-gras) 7 ~xe8 ~xe8 8 ~xd4 ~xe7, dejan-do a las blancas con ~ + t3, vs 2 piezas menores. Los ordenadores tienden a con-siderar la posicin favorable a las negras, pero las blancas no tendran problemas despus de 9 ~d8+ lDg8 10 ~d4. Por ejemplo: 10 ... ~xc2 11 ~xe7 lDxe712 ~d8+ lDg8 13 ~ a8, confirmando la opinin de Fine.

    "PEN = 1, CABALLO = 3 ... " 15

    Pero las blancas estn mejor: 6 g4! ~dS? No 6 ... lDxg4 7 ~xe8 lDxf2 8 Axb5!,

    sino 6 ... ~ ec8 7 g5 lDe4 8 ~ fe2lDd6, igua-lando.

    7 ~xe8 ~xe8 8 gS lDd7 9 ~ f4 c;t>g8 10 ~ xd4 lDb6 11 ~ eS ~17 12 ~ d8!

    Cambiar torres agranda la ventaja blanca, pues se trata de uno de los muchos casos en que un cambio "iguaJ" dista de ser equivalente. Las negras pronto quedaron virtuaJmente en Zugzwang, y perdieron tras 12 00 0 lD c8 13 e3 g6 14 c;t>f2 c;t>g7 15 ~e2lDa716 ~ e6!.

    Hay otras explicaciones por las que, en el primer diagrama, 7 lD xt7 es una maja jugada.

    Entregar piezas asegura a las negras ventaja en el desarrollo. Gerto que las blan-cas se desprenden de dos piezas que ape-nas han realizado sus primeras jugadas, pero est claro que, con 7 lDxt7, van con-tra su propio desarrollo.

    Pero el desarrollo de las negras tam-bin se altera con 7 lDxt7. Los entrenado-res soviticos consideraban que una torre enrocada es una torre desarrollada, y des-pus de .. . ~ xt7 desaparece del tablero. Adems, costar a las negras al menos una

  • 16 EL VERDADERO VALOR DE LAS PIEZAS EN AJEDREZ

    jugada que podran invertir en desarrollo asegurar cierta seguridad a su rey, despus de ... ~xf7.

    En una apertura ms conocida (1 e4 eS 2 ttJf3 ttJc6 3 ~bS a6 4 ~a4 ttJf6 S O-O

    ~e7 6 1:1. el bS 7 ~b3 d6 8 c3 O-O 9 h3 ~b7 10 d4 1:I.e8), a menudo se ven las jugadas 11 ttJg5 y 11 ... 1:I.f8, como una forma de re-petir posiciones. Pero nadie juega ttJxf7. Por ejemplo: 12 ~e3 h6 13 ttJ xf7? 1:1. xf7 14 ~xf7+ ~xf7_

    Juegan blancas

    La razn no tiene nada que ver con "asegurar a las negras una ventaja en de-sarrollo". Despus de 15 ttJd2, el desarrollo no es un trmino importante de la ecua-cin. Algunos programas de ordenador, por cierto, dicen que la posicin tras 14 ...

    ~xf7 es favorable a las negras, valorndo-la en "0,50", es decir, medio pen.

    Si pregunta a otros maestros por qu era mala 7 ttJxf7 en el primer diagrama, le respondern con jugadas, no con pala-bras. "No puedes jugar eso, debido a 7 ... 1:I.xf7 8 ~xf7+ ~xf7, Y si 9 f4, entonces 9 ... d5 10 fxe5 ~g4" , etc. Pero algo que se condena de forma tan radical como 7 ttJxf7 debe ser malo por razones ms b-

    sicas que un largo anlisis. No hay anlisis que explique por qu las negras pierden, en el diagrama 2.

    Otros maestros puede que traten de hallar una explicacin para conceder a ttJxf7 un signo "?" -si no un "??"- en el hecho de que las blancas estn cambian-do su alfil "bueno". Pero entregar el otro alfil y un caballo -o incluso dos caba-llos- por torre y pen seguramente mereceran el mismo signo de interroga-cin. Despus de todo, las blancas tienen dos caballos contra torre y dos peones en el diagrama 2.

    Por qu existe tanta incertidumbre acerca de una posicin que se produce ya en plena apertura? Sospecho que hay va-rias razones:

    (a) Muchos jugadores de hoy no se to-man en serio lo descubierto hace varias dcadas: dos piezas menores son ms va-liosas en el medio juego que una torre y un pen o peones.

    Una torre hace algunas cosas excepcio-nalmente bien. Puede atacar peones en ambos flancos, confinar al rey enemigo en una fila o una columna, coronar un pen pasado o detener a un pen contrario. Pe-ro donde tienen ms peso estos factores es en el final, cuando la torre adquiere mayor potencia de juego.

    Jenkin - Adams Bundesliga 2002

    (Ver diagrama 6.)

    Las negras tienen calidad de ventaja, pero el rey de las blancas est mejor situa-do, y adems cuentan con un pen pasado que les permiten ofrecer 20 jugadas de re-sistencia, despus de 1 ... ~f7 2 ttJc5 ~e7 3 ~c3.

  • 6

    Juegan negras

    Sin embargo, si la torre acta como tal, con 1 l:tc4!, las blancas pueden rendirse en el acto, pues la torre negra paraliza a rey, caballo y pen b contrarios.

    El problema es que una torre no puede actuar como una torre en la primera fase de la partida, mientras que las piezas me-nores s pueden actuar en todo su poten-cial. El medio juego es el teatro del ataque y, como dijo Rudolf Spielmann, "caballo y alfil estn mucho mejor equipados para el ataque que torre y pen". Las piezas pue-den no estar bien coordinadas en el final , pero encajan de forma soberbia con una dama en el medio juego.

    En el diagrama siguiente vemos que las negras han sacrificado pieza por dos peo-nes. Eso no es suficiente, pero su caballo centralizado y las amenazas de que dispo-nen (empezando por 1 ... ttJxf3+ 2 ~xf3 Axb2) les conceden posibilidades de su-pervivencia.

    "PEN = 1, CABALLO = 3 ... " 17

    Akopian - Kasparov Ljubljana 1995

    Juegan blancas

    1 ~g2 ttJc2? Esto gana material, pero era mejor pre-

    servar su fuerte caballo, con 1 ... ttJfS 2 'tWe2 Axb2 3 ~xb2 ttJd4.

    2 l:txc2 'tWxc2 3 Axg ~xg 4 ttJg5! Las tablas dicen que las negras estn

    ahora, como mnimo, igual. Pero las dos piezas menores blancas operan de forma esplndida con su dama, lo mismo que en caso de 4 ... e6 5 ~eS+ ~g8 6 ttJe4.

    La partida sigui as: 4 ... h6 5 ~e5+ ~g8, y ahora, en lugar de 6 ttJe6? fxe6 7 'tWxe6+ ~g7 8 ~eS+ ~g8 9 A dS+ l:txdS, con tablas, las blancas hubieran podido ga-nar con 6 ttJxf7! ~xf7 7 A g4!. Por ejem-plo: 7 ... l:tc6 8 l:te1 ~g8 9 Ae6+ ~h7 10 A dS! l:tcd6 11 'tWxe7+ ~h8 12 l:te6!.

    Hay otros dos factores para explicar los diagramas 2 y 5.

    (b) El valor de las piezas cambia segn la accesibilidad de los objetivos. Aunque una torre controle una columna abierta -como suele ser tpico en el medio juego-, a menudo carece del poder ofensivo de una pieza menor, porque no tiene el tipo

  • 18 EL VERDADERO VALOR DE LAS PIEZAS EN AJEDREZ

    de objetivos de que disponen las piezas li-geras. Slo en fases posteriores (como cuando una torre se desplaza de el a e3 y luego a g3 para atacar g7, en el medio jue-go, o cuando alcanza la sptima fila en el final) puede la torre realizar plenamente su potencial.

    Por ltimo: (c) Dos piezas a menudo vencen a una.

    Esto es evidente para principiantes, pero se les dice pronto que es ingenuo. Despus de todo, una dama es mucho mejor que dos caballos.

    Pero si observa el final de ~ vs tLltLl, descubrir que las dos piezas casi siem-pre hacen tablas, si pueden cooperar en-tre s.

    8

    Juegan blancas

    Las blancas tienen una considerable ventaja material (+2 +3, segn la tpica tabla de ordenador). Normalmente, una ventaja de +2 es suficiente para ganar, y aqu las blancas tienen una ventaja que es varias veces mayor de la que las negras disfrutan tras 7 tLlxf7 en el primer diagra-ma. Adems, las piezas blancas estn bien situadas y los caballos negros distan de ser activos.

    Con todo, desde que, hacia 1760, Giam-battista Lolli analiz estas posiciones, se sabe que las mismas son de tablas muertas. Ya puede usted buscar explicaciones sofis-ticadas por las que esto es posible, pero hay una que es evidente: el valor de las piezas negras se incrementa con respecto a las blancas, por la sencilla razn de que las negras cuentan con dos piezas y las blan-cas slo con una.

    (Si aade un tercer caballo negro, el material estara aproximadamente iguala-do y, sin embargo, es relativamente fcil comprobar que la dama no tiene virtualmen-te posibilidades de ganar. Los caballos, en cambio, tendran excelentes perspecti-vas de vencer -tres piezas contra una-, a menos que las blancas puedan sacrificar la dama y hacer tablas, a causa de material insuficiente. )

    Dicho de otra forma , dos piezas tien-den a vencer a una, porque la suma de las partes, en situaciones de desequili-brio material , es mucho mayor si ope-ran conjuntamente. Este principio de cooperacin, que Enmanuel Lasker mencion en su Manual de ajedrez , es lo que Steinitz no entendi bien cuando trat de desarrollar un enfoque cientfi-co del juego. Lasker no aport ilus-tracin alguna de ese principio, pero se nos viene a la mente la posicin que si-gue:

    Steinitz - Lasker Nuremberg 1896

    (Ver diagrama 9.)

    Las blancas tienen una posicin muy bien centralizada, pero las negras dispo-nen de cinco piezas que pueden atacar el enroque enemigo, en contraste con el ni-

  • 9

    Juegan blancas

    co caballo blanco que lo defiende. Lo que sigui fue un error de clculo, pero tam-bin una mala comprensin de la fuerza de las piezas coordinadas.

    1 ~b5! '*Yh5! Las negras amenazan 2 ... g4. 2'1Wxb7? ~xh2+! 3 lLl xh2?! l:th4 y las negras ganaron despus de 3 f3 (3 ~c7 lLlg4) 3 ... l:t xh2 4 W1c7 l:t h1+ 5 ~f2 ~h4+ 6 '*Yg3 ~xg3+ 7 ~xg3 l:txf18 1:1xf1 1:1 xe3.

    UN POCO DE mSTORIA, UN POCO DE MATEMTICAS

    Nuestro enfoque del cmputo de puntos tiene su origen en el predecesor medie-val del ajedrez, el Shatranj, como H. 1. Murray observa en su Historia del aje-drez , en la que cita tablas de manuscri-tos rabes que empleaban un formato que es el reverso de nuestras tablas: en lugar de un pen, como denominador comn, los rabes basaban sus valora-ciones en la torre, la pieza ms podero-sa. Pero si traducimos su formato a las nuestras, una tpica tabla de Shatranj se-ra sta:

    "PEN = 1, CABALLO = 3 ... " 19

    Pen de torre = 1 Pen de caballo o de alfil = 1,5 Pen central = Alfil = Dama = Caballo = Torre =

    2 2 3 5,5 8

    Tenga presente que, segn las reglas medievales, la dama slo poda mover una casilla, y el alfil slo dos casillas en diagonal. No obstante, los sabios del Shatranj reconocan que estos valores de la tabla eran cambiantes durante el cur-so de una partida. Lo tpico era que una torre aumentase de valor, decan, lo mis-mo que sucede en el juego emparentado del Shogi.

    La primera tabla con las reglas moder-nas del ajedrez parece datarse de Studies 01 Chess, una edicin inglesa del libro de Andr Philidor, Analyse du Jeu des checs. El historiador Robert John McCrary sea-l que el editor de la edicin de 1817 delli-bro, Peter Pratt, cre una tabla basada en 15 criterios: "radio de accin con el tablero despejado", "compromiso de obstruc-cin", "puntos adicionales de apoyo", "ra-dio de accin local", "facilidad general de trnsito", "fuerza de ataque transitivo", "facultad de desalojo", "facultad de cir-cinscripcin", etc.

    A pesar de esta jerga un tanto crptica, el anlisis del libro se traduce en un siste-ma notablemente moderno de valores. Pratt elabor sus cifras hasta dos decima-les, y luego las redonde:

    Pen 1 Caballo 3 Alfil 3,5 Torre 5,5 Dama = 10

  • 20 EL VERDADERO VALOR DE LAS PIEZAS EN AJEDREZ

    El libro alemn Handbuch des Scha-chspiels, de 1843 incluye una tabla muy di-ferente. Sus principales diferencias eran que los alfiles y los caballos se considera-ban de un valor 3,3 y la torre 5,7. Observe que la tabla de los Studies significa que la liquidacin 7 CiJxf7 del primer diagrama sera equivalente, mientras que segn la del Handbuch sera ligeramente favorable a las blancas.

    Se han realizado varias tentativas por establecer una base matemtica para los valores relativos, como determinar la mo-vilidad media de cada pieza (el promedio de todas las posibles jugadas de una pieza puede obtenerse al situarla en cada una de las 64 casillas de un tablero vaco).

    Por ejemplo: un rey dispone de tres ju-gadas cuando est situado en uno de los cuatro rincones. Puede efectuar cinco ju-gadas en cada una de las dems casillas de una banda, y 8 jugadas en las 36 casi-llas restantes. El resultado de 4 casillas x 3 jugadas + 24x5 y 36x8 da 420 jugadas posibles. Dividida esta cantidad entre 64 nos da un promedio de 6,5625 jugadas de rey. El matemtico ruso Evgeni Gik repi-ti el proceso para las dems piezas y lue-go dividi los totales entre 2,1875, la movilidad media del pen. El resultado fue:

    Pen == 1 Caballo 2,4 Rey 3 Alfil 4 Torre 6,4 Dama 10,4

    De esta tabla resulta que el alfil vale 1,5 peones ms que el caballo, de modo que hay algo que no est claro. Hace veinte aos, cuando escrib acerca de las

    diversas tablas para la revista Chess Life, recib varios comentarios de matemti-cos. Uno expres su confianza en que ha-ba una base numrica para los valores de las piezas. " El ajedrez es un problema de lgebra! ", explicaba. Otro, David F. Mea-dar, dijo que deba considerarse un factor que l llamaba "retirada", es decir, el n-mero de casillas que una pieza deba ale-jarse para estar segura, al ser atacada por una pieza contraria. Y aadi otro factor, "eficiencia", por lo que llegaba a esta conclusin:

    Caballo == 3,65 Alfil == 3,92 Torre 6,44 Dama 10,23

    Pero esta tabla plantea problemas evi-dentes, lo mismo que otras tablas basadas en las matemticas, como el valor descon-tado de la dama en relacin con la torre. Quiz Howard Staunton tuviese razn al decir que tratar de determinar los valores de las piezas "con exactitud matemtica ... parece ser un gasto de ingenio y de inves-tigacin sobre un objeto inalcanzable".

    Lasker en su Encyclopedia of Carnes (tomo 1), dijo que su mtodo "especulati-vo" de deducir los valores de las piezas ha-ba sido propuesto por Leonhard Euler, conocido por los jugadores de ajedrez por sus tours de caballo, pero por todos los de-ms como uno de los ms grandes mate-mticos de todos los tiempos. Lasker, matemtico l mismo (que incluso tiene un teorema con su nombre), trat de ela-borar un sistema de cmputo, al menos pa-ra cada fase de la partida, y explic su objetivo en su Manual de ajedrez:

    "Para fijar el valor de cambio de peo-nes y piezas y la jugada a fin de decidir si

  • podemos sacrificar un pen por tantas ju-gadas ganadas en desarrollo y cuestiones similares ... " .

    Algunas de las conclusiones de Lasker parecen pintorescas. Por ejemplo: afirma-ba que el alfil de rey vala media unidad ms que el alfil de dama y que la torre de rey vala una unidad ms que la torre de dama. Segn la tabla de Lasker, el Gambi-to Cochrane ...

    1 e4 eS 2 tLlf3 tLlf6 3 tLlxeS d6 4 tLlxf7 ~xf7 S d4 ... podra evaluarse de esta forma: la blan-cas han cedido su caballo rey (4,5 unida-des) por el pen e (2) y el pen f (1,5) Y algunas jugadas de desarrollo.

    Si decimos que hemos ganado dos tiempos, la tabla de Lasker cuenta eso como 1 unidad para la primera jugada y 4/5 para la segunda. Eso hace, en conjun-to, casi 5,5 unidades de compensacin por el caballo, es decir, ms que suficien-te. Si decimos que slo se ha ganado un tiempo, entonces 4 tLlxf7 es una transac-cin equivalente segn la frmula Lasker (en cuyo caso, las negras tienen +2 en el diagrama 5).

    Lasker sigue diciendo que quera in-cluir valores de puntuacin para "casillas

    "PEN = 1, CABALLO = 3 ... " 21

    dominantes", pero lleg a la conclusin de que el resultado podra ser un caos num-rico. Es difcil no estar de acuerdo: el aje-drez no es la aritmtica.

    VALOR ESTTICO, ABSOLUTO y PROMEDIO

    Las diversas tablas pintan el valor "absolu-to" de las piezas o su valor "esttico", su valor "de cambio" y ese viejo concepto del valor "relativo". Los trminos cambian pe-ro el denominador comn a todas ellas es trazar una lnea entre el valor terico de una pieza y su valor real en el tablero. SpieLmann escribi:

    "Todas las unidades de ajedrez tienen, en el lenguaje de la bolsa, dos precios: el valor paritario y el valor de cotizacin. El valor paritario representa el absoluto, el precio da a da, su valor relativo."

    Spielmann reconoca que el valor re-lativo de las piezas es fluctuante duran-te el curso de una partida, lo mismo que es cambiante el valor de una estructura de peones. A medida que van cambin-dose las piezas, un fuerte centro de peo-nes significa cada vez menos, como observ Bobby Fischer, y en el fina l los peones colgantes "resultan, por lo gene-ral, ser dbiles", como precis Boris Spassky.

    Lasker cre su tabla para tratar de la parte inicial de la partida, pero habl del "valor en el final". Este trmino puede ser el ms acertado, porque es en el final donde las piezas estn ms cerca de su "verdadero" valor. El valor en el final es lo que cuenta en ajedrez (a menos que la partida est liquidada en el medio jue-go). En la apertura, un pen de torre puede valer slo la cuarta parte de un pen central, como afirm Lasker, o me-

  • 22 EL VERDADERO VALOR DE LAS PIEZAS EN AJEDREZ

    dio pen, como sugiri Spielmann. Pero en el final un pen es un pen es un pen l .

    Cuando hay menos piezas y peones en el tablero, su valor depende menos de su emplazamiento. "Cuanto ms sencilla sea la posicin, mayor peso adquiere el valor absoluto", dijo Spielmann.

    Nimzovich - Rubinstein Sernmering 1926

    Juegan negras

    Esta posicin podra haber sido citada por Tarrasch cuando declar que "un ca-ballo en el centro, apoyado por un pen propio, y no sometido a ataque por parte de los peones contrarios, no es menos va-lioso que una torre". (Se cubri un poco en La partida de ajedrez, diciendo que un caballo as "es casi tan fuerte como una to-rre".)

    Pero avancemos unas 20 jugadas y su-pongamos que se hayan cambiado las de-

    I Alude al famoso verso de Gertrude Stein, a rose is a rose is a rose (una rosa es una rosa es una ro-sa), para desmitificar la excesiva adoracin poti-ca de la rosa. N.d.T.

    ms piezas y slo un par de peones. Eso deja a las dos piezas sin oposicin (caballo blanco y alfil negro), con los dems peones y los reyes.

    El caballo se ha devaluado. Sigue dis-poniendo del mismo radio de accin y mo-vilidad. Pero su emplazamiento ya no es tan significativo como lo fue antes. Des-pus de .. .f6, las negras tendran buenos motivos para esperar ganar este final.

    Pensando en trminos de "valor en el final" de las piezas nos permite evaluar adecuadamente a un rey. El rey no tiene valor de cambio, por supuesto, y por esa razn los ordenadores le asignan un valor astronmico (200 peones o unidades). Pe-ro el valor ofensivo o defensivo del rey puede ser considerable. James Masan y Leopold Hofter citan a "autoridades ale-manas" para afirmar que el rey equivale a cuatro peones (Van der Lasa consideraba que su valor era superior al del caballo y el alfil). Por otra parte, un matemtico so-vitico, A. Guliaev, lo situ en 2,8, el mis-mo valor que asign al caballo. Lev Alburt considera que el valor ofensivo del reyes de 2,5, mientras que Alexei Suetin consideraba ms apropiado el va-lor 5.

  • Aunque slo puede moverse a la dis-tancia de una casilla en cada jugada, en un final el rey puede ser una pieza te-mible.

    Naiditsh - Blaubert Budapest 1998

    Juegan blancas

    /3

    1 ..tfb3 ttJe4 2 ttJf5 ttJd2+ 3 ..tfc3 ttJe4+ 4 ..tfd4! ~ xc2?

    La torre penetra despus de 4 ... ttJf6 5 ~c3. Pero es la posicin del rey la que concede ventaja a las blancas, tras 4 ... g6! 5 ttJe7+ ..tff7 6 ttJxd5 ttJxg3 7 ..tfe5 ~ e2+ 8 ~e3.

    5 ..tfxd5 ttJf6+ 6 ..tfe5 ~e2+ 7 ..tfd6! Amenazando barrer el flanco de dama,

    con ..tfc7 ... 7 ~c2 8 ..tfe7!

    ... y ahora amenazando mate. La diferencia de juego entre los dos reyes es sorpren-dente y, en ltima instancia, decisiva.

    8 ... ~e2+ 9 ..tfd8 ~e5 Si las negras tratan de explotar la inca-

    pacidad del rey de proteger a sus piezas, con 9 ... ~ e8+ 10 ..tfc7 g6 11 ttJd6 ~ e7+ 12 ..tfc8 ~d7, las blancas vuelven las tor-nas con 13 g4!, Y ganan. Ahora:

    "PEN = 1, CABALLO = 3 ... " 23

    10 ttJd6 b6 11 ..tfe7 g5 12 ..tfb8! gxh4 13 gxh4 aS 14 b5!

    l4

    El pen b est amenazado (..tfb7xb6), y 14 ... ttJd7+ 15 ..tfc7 no sirve de mucho, pues si 15 .. . ~ e7?, 16 ttJc8.

    La partida finaliz con 14 .. ~ eS 15 ..tfb7 ttJd5 16 ttJe4 ~e7+ (16 ... l:. xb5 17 ..tfc6!) 17 ..tfb8 ~e4 (17 ... ~d718 ~xd5) 18 ~ xd5 1:txe419 ..tfe7 a4 20 ..tfxb6 ~e3 21 ..tfa7 ~ xa3 22 b6, Y las negras se rindie-ron.

    VALORES DE DESPLAZAMIENTO

    Debido a situaciones como esa, en la que un rey resulta superior a una torre, los ju-gadores de ajedrez necesitan un buen sen-tido de los valores de las distintas piezas. El ajedrez no es la aritmtica, pero tampo-co es el juego de damas .

    Con todo, el respeto a las tablas impide que muchos jugadores alcancen el nivel de la maestra. Los debutantes aprecian rpi-damente que un caballo es mejor que un alfil al empezar la partida. "Bueno, s", di-ce el jugador experto, "pero eso se debe slo a que en la primera jugada puedes mover un caballo y no puedes mover un alfil, hasta que no juegues algn pen".

  • 24 EL VERDADERO VALOR DE LAS PIEZAS EN AJEDREZ

    Pero los jugadores experimentados no estn dispuestos a admitir -quiz porque estn tan habituados a la tabla- que un ca-ballo es, a veces, ms activo, ms amenaza-dor, es decir, ms importante que un alfil en las diez primeras jugadas de la partida. Esto puede parecer trivial, pero resulta que es una cuarta parte de una partida ti-po de 40 jugadas.

    Los caballos suelen ser protagonis-tas en muchas posiciones tpicas de apertura, como en sta de la Apertura Inglesa.

    (Esta posicin se produce despus de 1 e4 e5 2 tDe3 tDf6 3 g3 d5 4 exd5 tDxd5 5 ~g2 tDb6 6 tDf3 tDc6 7 O-O ~e7 8 a3 O-O 9 b4 ~e610 nb1 f611 d3 tDd4 U tDd2 c6 13 tDde4.)

    O bien, en esta otra de la Defensa Be-noni Moderna:

    (Ver diagrama 16.)

    (Posicin tras 1 d4 tDf6 2 e4 e6 3 tDf3 eS 4 d5 exd5 5 exd5 d6 6 tDe3 g6 7 e4 ~g7 8 ~e2 O-O 9 O-O n eS 10 tDd2 tDa6 11 f3 tDe7 U a4 tDd7 13 tDe4 tDe5 14 tDe3.)

    El GM Gennadi Timoshchenko estu-di una base de 150.000 partidas y lleg a la conclusin de que la captura ~xtD a

    menudo tiene sentido en la apertura, porque en la fase inicial el caballo, senci-llamente, es ms til. "Un programa de ajedrez bien diseado debera ser cons-ciente del hecho de que, al comienzo de la partida, el caballo se encuentra en la plenitud de su fuerza , en relacin con el alfil, y su fuerza relativa disminuye, a partir de entonces", escribi el citado gran maestro en lCCA Journal (diciem-bre de 1993).

    En comparacin, las torres esperan en los mrgenes. Su tabla de valores suele ser potencial hasta la jugada 15 y, con fre-cuencia, incluso ms all. Regularmente podemos ver piezas menores que juegan un papel ms significativo que las torres en posiciones con el centro cerrado, pero tambin en aperturas como la Ruy Lpez o el Gambito de Dama Aceptado:

    1 d4 d5 2 e4 dxe4 3 tDO tDf6 4 e3 e6 5 ~xe4 e5 6 O-O a6 7 a4 tDe6 8 ~e2 exd4 9 n dI ~ e7 10 exd4 O-O 11 tD e3 tD d5 12 ~d3 tDeb4 13 ~b1 b6 14 tDeS ~b7.

    (Ver diagrama 17.)

    Slo ahora podemos ver a una torre que acta como tal, si las blancas juegan 15 na3. Las aperturas en que una torre reali-za una aportacin importante en las 15

  • primeras jugadas, como el Gambito Ben-ka, o las lneas con ~ b1 de la Defensa Grnfeld (Variante del Cambio) son rela-tivamente raras.

    Hay aqu una paradoja: la temprana in-ferioridad de algunas piezas radica en su superior valor potencial. No desarrolla-mos pronto una dama porque no podemos permitirnos perderla, o perder tiempo al ser atacada por piezas de valor inferior. Slo un principiante desarrollara torres en una posicin de apertura, como ~ a3

    ~ h3. O un renegado.

    Bronstein - Deep Bine Jr. Bruselas 1996

    1 e4 eS 2 b4 cxb4 3 a3 d5 4 exd5 ~xd5 5 lLlf3 e5 6 axb4 ~xb4 7 ~ a3!?

    (Ver diagrama 18.)

    David Bronstein emplea su estrategia favorita, al enfrentarse a computadoras, ofreciendo un sacrificio de calidad a cam-bio de la iniciativa, con el rey enemigo re-tenido en el centro. El sacrificio no debe aceptarse, pero Bronstein saba que la m-quina no podra resistir la tentacin de ha-cerlo. Dijo que 7 ~a3 era un mensaje a su oponente:

    "PEN = 1, CABALLO = 3 ... " 25

    "He aqu su problema. Resulvalo. Piense, si puede, por qu una torre puede situarse en una casilla atacada por un alfil. Su contrario no lo ha visto o se olvid de que era ms fuerte que el alfil?"

    7 ... ~xa3 8 ~xa3 e4 Cuatro aos antes, Bronstein haba

    empleado esta apertura contra el gran pre-decesor de Deep Blue, Deep Thought 11, y la mquina se defendi con 8 ... ~a5, 8 ...

    ~d7 y8 ... ~g4. 9 lLlc3 "lWa5 10 lLlb5! Para explotar d6, las blancas deben su-

    bir la apuesta a una torre (10 ... exf3 11 ~xf3 lLlf6 12 ~d3! ~e6 13 ~d6). Deep Blue Jr. invirti 10 de los 30 minutos del tiempo de reflexin, asignados para toda la partida, en 10 .. . lLlc6, y acab haciendo tablas tras una lucha feroz.

    Incluso una mnima ventaja material, como ~ vs lLl, hace que seamos prudentes en perderla por un desarrollo prematuro. Por ejemplo: en la Nirnzoindia, las blancas a menudo se hacen con la pareja de alfiles, tras ... ~xc3. Pero tienen su alfil de casillas negras en el, fuera de juego, lo que nor-malmente hace que sea la ltima pieza en desarrollarse.

  • 26 EL VERDADERO VALOR DE LAS PIEZAS EN AJEDREZ

    TRANSITORIEDAD

    Cuando el juego pasa de la apertura al me-dio juego, percibimos otros cambios en el empleo de las piezas. Uno de mis lectores de Chess Life, Greg Beil, examin la movi-lidad (nmero de casillas atacadas) en una muestra de partidas elegidas al azar. Descubri que el promedio de movilidad cambiaba de forma acusada para las pie-zas ms fuertes, a medida que la partida avanza:

    Jugadas n. o 6-25 26-45 46-65

    Dama Torre Alfil Caballo

    6,6 2,6 3,1 3,3

    7,0 4,3 3,5 3,3

    9,6 5,1 3,8 3,3

    Esto ofrece otra explicacin a los dia-gramas 2 y 5. Algo que ya se haba en-tendido hace 200 aos. Como escribi J. H. Sarratt, en 1808, "las torres y los peo-nes ( .. . ) incrementan su valor a medida que la partida se acerca a su conclusin". Por esto es por lo que debe evitarse cam-biar una pieza por tres peones en la pri-mera fase de la partida, mientras que una pieza por dos peones a menudo es una buena transaccin en el final, aadi Sarratt.

    Jos R. Capablanca era consciente de la naturaleza transitoria de los valores de las piezas, cuando escribi en A Primer of Chess, que un caballo se vuelve ms dbil a medida que se van cambiando piezas, mientras que una torre se hace ms fuerte. Timoshchenko cuantific este hecho, afir-mando que los programas de ordenador deberan ajustarse de forma que un caba-llo aumentase su valor entre un 3 y un 5%, tras un cambio de torres, y lo disminuyese,

    entre un 5 y un 10%, tras un cambio de da-mas.

    El MI norteamericano Larry Kaufman, en su propia base de datos de 300.000 par-tidas, concluy que la observacin de Ca-pablanca acerca de torres y caballos era igualmente cierta en el caso de cambios de pen, no slo con los cambios de piezas. Los entrenadores de la era sovitica inter-pretaron el tema de forma diferente: los alfiles incrementan en valor, en relacin con otras piezas, a medida que la partida avanza, decan. Hasta un simple vistazo al tablero puede confirmarlo.

    La siguiente posicin procede de la partida Priehoda-Asrian, Batumi 2002.

    Juegan blancas

    Las blancas tienen el juego ms libre que normalmente obtienen en esta lnea de la Variante Cambridge Springs, en el Gambito de Dama Rehusado (1 d4 dS 2 c4 e6 3 lLlf3 lLlf6 4 lLlc3 c6 5 ~gS lLlbd7 6 e3

    ~aS 7 lLld2 dxc4 8 A xf6 lLlxf6 9 lLl xc4 Wilc710 :c1 ~e711 il,e2 O-O 12 O-O 1:t d8 13 a3 ~d714 b4 ~e81S ~b3 1:tac8). Las negras tienen la pareja de alfiles, pero con 14 peones en el tablero los alfiles no pue-den hacer gran cosa. Tampoco, por supues-

  • to, el alfil blanco. La posicin est ms o menos igualada. Pero diez jugadas des-pus ...

    20

    Juegan negras

    .. .la superioridad de las negras se est ha-ciendo clara. El perodo de superioridad de los caballos ha finalizado, y ahora los al-files negros disponen de diagonales abier-tas y de, al menos, un objetivo en a4. El juego sigui con 16 .lHd1 b617 ~f3 'iVb8 18 g3 lDdS 19 lDe4 h6 20 ~g2 a6 21 lDeS fila7 22 l:t c2 aS! 23 bxaS '+Wxa5 24 lDc4 'iVa7 25 a4 eS! 26lDb2.

    Finalmente, si avanzamos otras diez ju-gadas (26 lDb4 27 l:t cc1 cxd4 28 lhc8 1:[ xc8 29 l:t xd4 lD c6 30 lD d6 l:t d8 31 ~xc6 ~xc6 32lDbS ~a8 33 W/d1 l:t xd4 34 exd4 ~d8 35 f3 ~f6)

    (Ver diagrama 21.)

    vemos que las blancas han quedado en po-sicin perdida. Hay mejoras, por supuesto, como 30 l:t d2 y 32 lDbc4, pero lo cierto es que las blancas no han cometido ningn error grave.

    Los alfiles negros dominan y el segun-do jugador convirti rutinariamente en victoria su ventaja: 36 lDc4 ~xbS 37 axbS

    "PEN = 1, CABALLO = 3 .. . " 27

    2/

    ~d5 38 ~b3 ~xd4+ 39 ~g2 ~eS! 40 ~c2 'iVd4 41 f4? ~gl+ 42 ~f3? ~n+. Las blancas se rindieron.

    Tarrasch tena sus propias ideas acerca de los cambios en el valor de las piezas du-rante el curso de una partida. Dijo, por ejemplo, que un caballo vale generalmen-te ms de tres peones en la apertura o el medio juego, pero no necesariamente en el final. Aadi que el valor de la calidad au-menta a medida que el juego avanza. Cecil Purdy convirti esto en un consejo didc-tico: si pierdes material en la primera fase del juego, es mejor perder calidad que un pen.

    Tarrasch dijo que toda relacin de ma-terial que implicase a una torre, como, por ejemplo, dama contra dos torres, cambiara a medida que el medio juego se encamina-se hacia el final. Realiz otras observacio-nes en La partida de ajedrez , basndose en lo que llamaba "valor relativo" . Pero lue-go informaba a sus lectores -pasadas 200 pginas de su libro- de que una vez que hubiesen mejorado su capacidad ajedre-cstica, podan olvidarse de todo lo que ha-ban ledo:

    "Debemos ser absolutamente claros en este punto. Las estimaciones que he co-mentado a este respecto, en la seccin con-

  • 28 EL VERDADERO VALOR DE LAS PIEZAS EN AJEDREZ

    sagrada a los elementos, son completa-mente falsas para jugadores de ms alto nivel."

    EL JUGADOR PRCTICO Si Tarrasch, el ms didctico de los didac-tas (y el ms pedantesco de los pedantes) saba que nadie puede ceirse a reglas f-rreas, eso debera decirnos algo. Quien se toma en serio el ajedrez -yen particular, sus resultados en torneo-, debera tirar a la papelera la tabla de valores. Al tomar decisiones prcticas, debe confiar en otra informacin, y responder a preguntas como:

    Debo sacrificar la calidad por un pen y la iniciativa?

    Vale la pena entregar el par de alfiles para ganar un pen, o a la inversa?

    Sirve de ayuda cambiar torres cuando mi oponente tiene los dos alfiles?

    Cundo tiene sentido cambiar la da-ma por las dos torres?

    Etc. Estas decisiones no se relacionan bien con la tabla de valores pen=l , ca-ballo=3, etc. Forman parte de las relacio-nes especiales de material que cambian el curso de una partida. De eso trata es-te libro.

    Los grandes maestros han aprendido algunas cosas acerca del material que ra-ra vez comparten con otros. Saben, por ejemplo, que la diferencia entre un alfil y un caballo depende no slo de la estruc-tura de peones, sino tambin de la pre-sencia de piezas pesadas. Capa blanca, en Fundamentos deL ajedrez, seal que un alfil es superior a un caballo cuando ca-da bando tiene una torre, pero el alfil puede ser inferior, si la torre se sustituye por una dama.

    Spassky - Pomsch Match Leningrado-Budapest 1961

    22

    Juegan negras

    Una aplicacin prctica es que con l:t+.t vs l::t+lU, los maestros no cambian la torre sin una buena razn.

    1. .. l::tf7 2 1:[e8+! La ventaja blanca se desvanece tras 2

    :[ xf7 ~xf7 3 ~d3lUf2+ 4 ~e3lUd1+ , 4 ~e2lUe4.

    2 ... ~h7 Las posibilidades prcticas de las ne-

    gras son escasas, con tantos peones en ca-sillas de ese color, pero podran haber intentado 2 ... l::tf8!? 3 1:[xf8+ ~xf8. Por ejemplo: 4 ~d3 ~f7 5 ~e4 lUf6+, y ahora 6 ~xf6 ~xf6 7 ~d5 ~f5 8 ~xc5 ~g4 puede ser slo tablas. Pero 6 ~e5! debera ganar.

    3 ~b3 lUf6 4 l::t eS lUd7 5 1:[ ds l::t e7 6 a4 ~g6 7 hs+! ~f7 8 g4!

    Las bien coordinadas piezas blancas pudieron anotarse el punto con:

    8 ... ~e8 9 aS a6 10 gs! hxgs 11 l::t xgs ~f8 12 ~c2 1:[17 13 ~d3 1:[(3+ 14 ~e4 1:[17 15 l::tg6 lUb8 16 ~ds lUd7 17 ~e6 lUb818 ~d6.

  • 23

    Las negras se rindieron. Se gana claramente despus de, diga-

    mos, 18 ... ltJd7 19 l1xg7.

    Los grandes maestros saben tambin que muchos desequilibrios (2 piezas me-nores vs 11 + t3, ; 'ti' vs 3 piezas menores, etc.) estn estrechamente relacionados con la cantidad total de materia! que exis-te en el tablero. Un sacrificio de calidad puede ser correcto cuando le quedan tres piezas menores, pero totalmente incorrec-to cuando slo le queda una. Cambiar to-rres es un error corriente en casos de otros desequilibrios.

    Kamsky - Salov Match Candidatos FIDE 1995

    La partida

    (Ver diagrama 24.)

    Para aliviar la presin sobre su rey, las negras jugaron

    1 ... l1ab7? Anatoli Karpov explic por qu esto es

    un error: "En el 99% de las posiciones con 'ti'+11 vs 1111+pieza, el segundo jugador debera evitar cambiar torres." La razn, explicaba en su libro sobre el Campeona-

    "PEN = 1, CABALLO = 3 ... " 29

    Juegan negras

    to Mundial FIDE de 1996, es que dos to-rres y una pieza pueden coordinarse muy bien contra dama y torre. Eso significa que 1 ... l1ad7! habra ofrecido mucha mayor resistencia.

    2 l1xb7 l1xb7 3 dS Al tratar de frenar a! pen pasado (lo

    que hubiese sido mucho ms fcil con una segunda torre), las negras pronto se equi-vocaron y perdieron.

    TOMA DE DECISIONES

    Los desequilibrios significativos en aje-drez son conocidos. Entre los captulos 7 y 10 los consideraremos en detalle. En-tre ellos se encuentran la calidad, dama por piezas y las diversas situaciones que pueden producirse de alfil contra caba-llo, que son tan frecuentes y que en cada caso tienen sus propias reglas y caracte-rsticas.

    Por ejemplo: los desequilibrios de da-ma enfatizan en la estructura de peones. La iniciativa es una preocupacin menor, a diferencia de otros desequilibrios, como torre contra dos piezas menores. Confiar en las tablas a! decidir si entrar o no en

  • 30 EL VERDADERO VALOR DE LAS PIEZAS EN AJEDREZ

    uno de estos desequilibrios acarrea mucho peligro.

    Stoeek - Kristjansson Plovdiv 2003

    Juegan negras

    25

    A pesar de un prematuro avance ... d5-d4, las negras deberan resistir con 1 ... Wh7, de forma que 2 e3 dxe3 3 l:t xd8?? no sea jaque. Pero no evaluaron correctamen-te la situacin:

    1 l:t ed7? 2 e3! dxe3 3 l:t xd7 exd2 4 l:txd8+ Wh7 5 l:t8xd2 ~c3

    Las negras han entregado sus dos to-rres por la dama. Esto se considera nor-malmente una transaccin desigual que concede aqu una pequea ventaja mate-rial a las blancas.

    Pero la estructura de peones es lo que decide. Las blancas tienen una importante mayora en el flanco de dama. Sigui:

    6 l:td3 'tWe2 7 l:t1d2 ~b1+ 8 Wh2 eS 9 aS! bxaS 10 l:t c3!

    El pen pasado es decisivo. Las negras siguieron luchando con 10 ... a4 11 bxa4 'iYb4 U l:tec2 'iYxa4, pero quedaron clara-mente perdidas despus de 13 eS ~e6 14 hS fS 15 l:t d6 'iW e4 16 l:t b2 'iY f3 17 e6 ~xhS+ 18 Wg1.

    Observe que la decisin de las negras, 1 ... l:tcd7?, conduce directamente a un final "puro" de 'iY vs lll:t , sin otras piezas que lo compliquen. Como las tablas se basan en el "valor en el final", aqu es donde de-beran ser ms precisas.

    La experiencia demuestra que si aadi-mos piezas menores a cada bando, la dama es superior a las torres. Como directriz prctica, esto significa que normalmente al jugador con las torres le conviene cambiar piezas menores tan pronto como pueda.

    Krasenkow - Speelman Baturni 1999

    Juegan negras

    Segn las tablas de valores, el material est igualado. Pero los maestros saben que la dama aumentar, en general, la fuerza de sus piezas menores, en detrimento de las piezas menores contrarias. As pues:

    1 ... ~f6! 2 hS ~eS! Sin el alfil, los peones blancos del flan-

    co de rey sern vulnerables al ataque de las torres, y el nuevo pen e negro se vuel-ve peligroso.

    3 ~xeS dxeS 4 'We3 Despus de 4 . l:t e8? 5 h6 e4 6 g4 l:t ti

  • 7 gS l:tf3 8 ~e1, las blancas ganaron la ca-rrera de peones.

    Sin embargo, con la ms precisa 4 ... l:te7! S h6 e4 6 g4 l:tf3 7 ~gS l:tfl (ame-nazando 8 ... e3), las negras deberan hacer tablas como mnimo, e incluso ganaran en caso de 8 1iVh4? e3 9 gS e2 10 g6 l:t f6! 11 1iVg3+ ~b7 12 g7 l:tg6.

    Cuanto ms lejos est el final -donde reina el "valor en el final "- tanto menos fiables son las tablas, y eso plantea un pro-blema al jugador de competicin.

    La mayora de las decisiones materia-les a que se enfrenta -ya sea cambiar un alfil por un caballo o sacrificar o cambiar torres- normalmente tienen lugar mucho antes del final.

    Por ltimo, una tabla resulta casi intil uando se trata de otros desequilibrios

    menos frecuentes. Sirve de poco saber, por ejemplo, que una torre equivale a cinco peones. O que una dama equivale a un al-fil y seis peones. Al entrar en un desequili-brio inhabitual, basarse en la tabla de "alores es encaminarse hacia el desastre.

    Grischuk - Shirov Mosc 2002

    Juegan blancas

    27

    "PEN = 1, CABALLO = 3 .. . " 31

    La tabla nos dice que las blancas tienen ventaja, lo que puede ponerse de manifies-to con 1 l:tg1 ! g6 2 ~d8+, puesto que las piezas pesadas, operando conjuntamente, crean posibilidades de mate. Por ejemplo: 2 ... ~f7 3 ~gS ~d4+ 4 ~c1 'lWf6 S ~h6!, y 6 ~h7+ l:t d1-d7.

    1 ~d2?? He aqu un caso en que cambiar da-

    mas, con ventaja material, constituye un craso error.

    1 ~xd2+! 2 ~xd2 gS La nica esperanza de las blancas es

    ganar un pen en el flanco de dama, antes de que los peones negros se vuelvan peli-grosos pero, como es fcil de ver, eso ser imposible.

    3~e2 Si las blancas impiden .. . g4 con l:t h1 , la

    torre deja de actuar como una torre, y no debe sorprender que las negras ganen con 3 ... eS 4 ~e3 ~e6.

    3 g4 4 l:t c1 h3 S ~f2 f4 6 l:t c7 g3+ 7 ~f3 h2 8 l:t h7 eS

    28

    Las blancas han sacado el mximo par-tido a sus piezas y, tericamente, siguen con ventaja material. El problema es que estn perdidas, debido a la amenaza 9 ... e4+ y 10 ... g2, en caso de 10 ~xe4 10 ~xf4.

  • 32 EL VERDADERO VALOR DE LAS PIEZAS EN AJEDREZ

    La partida finaliz as: 9 :t h6+ cJ;>g5 10 :t h8 e4+ 11 cJ;>g2 cJ;>f5 12 :t f8+ cJ;>e5 13 :th8 cJ;>d414 :th4 cJ;>e3 (Zugzwang) 15 b4 b5 16 a3 a6 17 l:t h8 1'3+ 18 cJ;> xg3 f2 19 cJ;>g2 cJ;>e2, y las blancas se rindie-ron.

    Si no podemos confiar en la tabla, en qu podemos confiar? Los maestros de hoy tratan de responder a esta cuestin de dos formas.

    Algunos argumentan que la tabla est sesgada y que las cifras deben retocarse. Kaufman, por ejemplo, dijo que una dama debera valorarse como 9,75. Un caballo vale 3,25 pero que debera incrementarse en 1/16, dijo tambin, por cada uno de los

    peones que se cambian, cuando hay ms de cinco.

    Aunque esto fuese matemticamente correcto, es virtualmente intil cuando us-ted juega una partida de ajedrez.

    El otro enfoque, tomado de algunos grandes maestros de elite, es que las tablas, las reglas y los principios no sirven. Slo sirve el clculo. Pero el clculo debe basar-se en algn elemento de evaluacin. El ajedrez es algo ms que visualizar una po-sicin cuatro jugadas antes.

    Sospecho que podemos obtener mejores respuestas sopesando y evaluando el mate-rial, y para empezar necesitamos examinar qu interviene en el valor de las piezas.

  • 33

    Captulo 2

    Movilidad y objetivos

    El valor de las piezas comienza con su mo-vilidad. Cuanto mayor sea el nmero de jugadas posibles de una pieza, tanto ms valiosa ser. El jugador comprende, ya en la primera fase de su carrera, que para ob-tener la mayor movilidad de sus piezas de-ber tener en cuenta otros factores, como la integridad de los peones.

    29

    Las blancas han realizado la rutinaria captura de pen hacia el centro, hxg3. Es-to puede perjudicarle en el final, porque no podr crear un pen pasado sin ayuda. Por ejemplo, a 1 g4 las negras pueden res-ponder 1 000 g5!. Si las blancas siguen con g2-g3 y f2-f4, su rival responde .. .f6, y la

    mayora de peones est neutralizada. Si los peones no hubiesen estado doblados, las blancas podran crear un pen pasado con lh4.

    De todos modos, cuando dispone usted de eleccin entre retomar en g3 de pieza o de pen h, normalmente suele ser preferi-ble hxg3, porque de esta forma mejora su movilidad por dos razones. La primera es que su torre obtiene varias casillas a lo lar-go de la columna h. Adems, el antes pen h dispone ahora de dos posibles capturas, a derecha e izquierda, en comparacin con la antes nica. Las estadsticas de la base de datos de Kaufman indican que un pen de torre normal vale 0,15 menos que los dems peones y, por tanto, mejora, senci-llamente, su valor al trasladarse una co-lumna hacia el centro.

    Pero aunque el valor de las piezas co-mienza con su movilidad, esa movilidad queda seriamente restringida durante gran parte del juego. Una de las primeras reglas que usted aprendi era que el caballo es la nica pieza que "puede saltar" por encima de sus propias piezas o de las piezas ene-migas. Cuantos ms obstculos haya en el tablero, tanto peores sern sus otras piezas.

  • 34 EL VERDADERO VALOR DE LAS PIEZAS EN AJEDREZ

    E l mejor ejemplo que conocemos es el del alfil malo. Ningn jugador quiere tener un alfil malo. La condicin de malo suele drsele cuando se tienen otras cosas in mente.

    Kovalev - Arizmendi Olomouc 2003

    Juegan negras

    El pen b blanco no es peligroso, por-que a b2-b4 puede seguir ... 'it>c4. Gracias a la excelente diagonal del alfil, las negras no tienen que preocuparse por 'it>d2, por-que podran mantener a raya al rey enemi-go con ... 'it>d4. En otras palabras, su posicin es perfectamente segura despus de 1 ... g5 (2lLlh5 ~g6). Pero las negras te-nan ambiciones.

    1 ... g6?? Quieren impedir lLlh5 y jugar .. .f5. 2 lLle4! 'it>e6 De otro modo, 3 lLlf6 caza al alfil. 3 gs! No hay defensa contra lLlf6. Despus

    de 3 ... fs 4 lLlf6 hxgs slLlxh7 g4 6 fxg4, las negras se rindieron.

    Normalmente, no nos preocupa la mo-vilidad de una pieza hasta que se vuelve

    realmente mala. Como dijo Hans Kmoch en Pawn Power in Chess (La fuerza de los peones en ajedrez), "el alfil malo tiene ma-yor significacin que el bueno", porque un alfil con un radio de accin adecuado no merece especial atencin, y no suele alte-rar el equilibrio.

    Cualquier pieza puede volverse mala, incluso una torre, la nica pieza cuya acti-vidad bsica no depende de la casilla que ocupe, pues en cualquier casilla de un ta-blero vaco controla 14 casillas. (El alfil, en cambio, puede controlar hasta 13, pero s-lo 7, segn la casilla en que est situado.)

    Pero con la presencia de algunos peo-nes, una torre puede ser muy mala. Grigo-ri Loevenfish, coautor de un famoso libro sobre finales de torres, se concedi a s mismo una torre lamentable a comienzos de su carrera:

    Loevenfish - Rubinstein Vilnius 1912

    Juegan negras

    3/

    Aunque tienen a su rey cortado del flanco de dama, las blancas podran ofre-cer cierta resistencia tras 1 ... 'it>c4 2 Itd1 Y It d2.

  • 1 ... l:td8! 2 ~f3 l:td2 Despus de 3 l:t b1 , las negras ganan

    con 3 ... ~c4 Y ... ~b3. 3 l:t a2!? Esta trampa es transparente (3 ... ~c4

    -l b3+) Y tiene una laguna (4 ... ~xc3), pe-ro las negras prefirieron:

    3 .. l:t d1! La torre blanca no tiene jugada, y las

    negras amenazan capturarla con ... ~c4-b3. Loevenfish se rindi despus de 4 ~e2 ll h15 ~d3 l:t g16 c4 l:tg3+.

    PIEZAS BUENAS Y PIEZAS MALAS

    La movilidad es tan importante que reali-zarnos increbles esfuerzos, sarificios in-cluidos, para hacer que una pieza sea excepcionalmente buena. En el medio jue-go, los sacrificios de calidad son habituales como una forma de hacer muy buena a una pieza menor.

    Anand - Shirov Dos Hermanas 1996

    Juegan negras

    1. .. l:t xf5! 2 'tWg2! Anand dijo que las blancas quedaran

    MOVILIDAD Y OBJETIVOS 35

    mucho peor despus de 2 tDxf5 ~xf5 y 3 ... tDd7, debido a que las piezas menores negras estaran magnficamente situadas, en particular el alfil de f5.

    2 ... a4 3 ~a2 l:t f4! Las negras ofrecen la torre en otra ca-

    silla y a cambio de una pieza diferente: 4 ~xf4? exf4 servira a dos propsitos, uno es abrir la gran diagonal para el alfil de g7, Y eliminar de paso al mejor defensor blan-co de las casillas negras.

    4c3! Las blancas se disponen a dar seguri-

    dad a su rey con 5 ~e3 y 6 0-0-0. Ahora se inici un difcil medio juego, con 4 l:t h4 5 h3 ~f5! 6 tDxf5 gxf5 7 'tWg6.

    Hasta en el final, donde las piezas suelen tener mayor radio de accin y los valores materiales son ms claros, se producen sacrificios para mejorar la mo-vilidad. Fine dijo que situar una torre en la sptima fila equivale a un pen de ventaja. A veces, es igual de importante la octava fila.

    Plachetka - Bareev Trnava 1989

    Juegan negras

  • 36 EL VERDADERO VALOR DE LAS PIEZAS EN AJEDREZ

    Las negras no deberan estar perdidas, pero tienen el problema de defender la to-rre y el pen atacado (1 ... 1:[ a8 2 1:[ b3 Y 1:[ b7).

    1. .. 1:[e8! Ahora la torre es lo bastante buena co-

    mo para hacer tablas (2llJd4

  • 13 g6 a3 14 g7 a2 15 g8'iY a1'iY 16 '*!Yg6+ y 'iYxd6, ganando.

    12 ..af5 a313 ..ae6 Las blancas pueden hacer tablas sacri-

    ficando su alfil en a2 (13 ... a2 14 ..axa2 'it>xa2 15 g6).

    LA IMPORTANCIA DE LA SEGURIDAD

    Hay un segundo lmite a la movilidad, de-rivado de otra regla para principiantes: No debe mover una pieza valiosa a una casilla atacada por una pieza contraria de menor 'alor. Tigran Petrosian dijo que esta regla crea en todo jugador un importante hndi-cap intelectual:

    "Es precisamente por esta razn por lo ue un jugador no piensa en situar su da-

    :na en una casilla atacada por un pen, o ma torre en una casilla atacada por un al-51. sta es la mayor dificultad psicolgica -:. e atenaza a un jugador en el proceso de

    lucha." _ uestro sentido de la belleza en aje-

    ..::ez se ve fuertemente lastrado por esa -ece idad psicolgica de seguridad. Lo _ erro es que nos asombra contemplar ju-:_ as que vulneran esa regla y que, pese a - o. on ganadoras. Los romnticos (tanto _::adores como compositores) nos delei-

    :..:.:on con jugadas asombrosas que situa-la pieza ms valiosa en una casilla

    -cada. As lo haca con frecuencia Adolf - - ~erssen. Por ejemplo:

    Anderssen (1846)

    \ 'er diagrama 36.)

    La olucin es 1 '*!Yel!, impidiendo que _ n e corone con jaque y logrando as

    MOVILIDAD Y OBJETIVOS 37

    a ~ a~_ -

    - - = !?i

    -,-- - -m-*-_ ~ ~ - -

    - --,-D.~_

    " ~ - -

    -

    [1,[1 -

    _'iV_ - -

    3 6

    Juegan blancas y dan mate en 5

    dos jugadas para ejecutar la maniobra de mate. Por ejemplo: 1 ... dxel'iY 2 .l:. d4 y 3 .l:. a4++.

    Pero el jugador prctico se "progra-ma" a s mismo para descartar o descon-fiar de las jugadas bonitas. As que utiliza con mucho cuidado su dama, porque hay demasiadas formas de perderla, y podra verse obligado a entregarla, en un mo-mento dado, por una torre o un alfil. En consecuencia, da por cierto que las piezas deben desarrollarse conforme a su valor: primero los peones despus los caballos, los alfiles, las torres y slo entonces la dama.

    La preocupacin por la seguridad de la dama puede hacer que hasta un jugador muy fuerte la convierta en una pieza muy deficiente.

    Makarychev - Andrei Sokolov Mosc 1981

    1 e4 eS 2 tDf3 e6 3 c3 d5 4 eS d4 5 cxd4 cxd4 6 ~b5+ ~d7 7 tDxd4 'iYg5 8 tDf3 '*!Yxg2 9 .1:. gl '*!Yh3l0 tDc3 h611 d4 tDe712

    ~f1 '*!Yh5 13 ..t e2 tD bc6 14 tD e4 tD f5 15 a3 ..te7 16 tDg3 tDxg3 17 hxg3 ~f5

  • 38 EL VERDADERO VALOR DE LAS PIEZAS EN AJEDREZ

    18 ~d3 'iWg419 ~e3 nd8 20 b4 a6 21 ~e2 ~e4 22 tDd2 ~h7 23 tDb3 tDb8 24 ~d3

    24 ... ~g8? Para evitar una importante prdida de

    material, las negras hacen una concesin de movilidad, esperando que slo sea temporal. Pero lo cierto es que estarn jugando sin dama durante un futuro pre-visible. Esto significa que las blancas po-dan tomarse su tiempo, antes de abrir el centro.

    25 tDas b6 26 tDe4 bs 27 tDaS tDe6 28 tD b3 hs 29 ~ f3 h4 30 ~ e4 tD b8 31 tD eS hxg3 32 fxg3 n e8 33 ds exds 34 ~xds ~e6 35 0-0-0

    Slo cuando las negras empezaban a activar sus piezas mayores, su posicin se fue desmoronando.

    35 ... nh2 36 ngf1 ~xds 37 ~xds n e6 38 n hl ~ h7? 39 n xh2 '*' xh2 40 nhl

    Las negras se rindieron.

    Jugadas como 24 ... ~g8 son una forma de sacrificio temporal. En lugar de entre-gar material para mejorar la movilidad, co-mo en los diagramas 33 y 34, las negras hipotecaron la movilidad a corto plazo de la dama a cambio de seguridad. Hay oca-

    siones en que la hipoteca es una buena in-versin.

    Porreca - Bronstein Belgrado 1954

    1 e4 c6 2 d4 ds 3 tDc3 dxe4 4 tDxe4 ~fs 5 tDg3 ~g6 6 h4 h6 7 tDh3 ~h7 8 ~e4 tDf69 tDf4 tDbd710 o-o 'iWe711 nel ~g8!

    Bronstein explic que cuando las ne-gras juegan ... e6, se enfrentan a la perspec-tiva de un sacrificio de pieza en e6 por dos peones y un peligroso ataque. Su 11.a juga-da lo evita, a costa de retirar moment-neamente el alfil de la que quiz sea mejor diagonal del tablero.

    12 tDd3 e6 13 ~f4 ~d6 14 ~xd6 'iWxd6 15 tDfs ~f8

    La dama tambin decide hipotecarse. Pero ahora las negras enrocarn y llevarn sus piezas a casillas activas.

    16 'iWf3 0-0-0 17 tDg3 ~h7! 18 a4? ~xd3!

    Las negras no conceden a su rival una segunda oportunidad de jugar tDe5! , y ga-naron virtualmente el final despus de 19

    ~xd3 'iWd6 20 aS a6 21 na3 gs 22 hs 'iWf4 23 '*' e2

  • La conclusin es que las piezas tienen un valor inherente, basado en su movili-dad, pero esa movilidad a menudo es redu-cida por buenas razones.

    BUENOS SACRIFICIOS CONTRA PIEZAS MALAS

    Siempre que un oponente reduce la movi-i dad de una pieza - en particular, de una ?ieza pesada- modifica, aunque sea de for-;:;J.a nfima el valor de sus fuerzas en rela-cin con las de su oponente. Eso significa

    ue pueden surgir oportunidades en algn otro sector del tablero, para explotar la au-

    -~ncia de una mala dama, o una mala torre. -= xplotar esas oportunidades puede signi-::'icar tener que realizar un sacrificio real.

    Lipnitsky - Tolush Campeonato de la URSS 1950

    Juegan negras

    Las blancas acaban de jugar tDc4. Am-_ damas parecen mal situadas, pero lo "erto es que la dama blanca ocupa una

    -:.. ena posicin para apoyar el avance e4-=:. un avance ganador, tanto en caso de la - rural 1 oo. Vf6 como de 1 oo. Vc3. Por

    MOVILIDAD Y OBJETIVOS 39

    ejemplo: 1 oo . Vf6 2 e5 Vf4 3 g3! Vg4 4 l:t b1 ~g8 5 e6! fxe6 6 tDe5, o bien 3 oo . Vf3 4 l:. b1 'li'c3 5 f4! Y 6 .=. d3.

    1 oo. 'li'a2! 2 f4 ~xa4! Las negras, con justa desesperacin,

    permiten que su dama sea atrapada. Spiel-mann dijo que los sacrificios tienen "el objetivo comn de incrementar la efectivi-dad de otras piezas (oo.) si es posible, de repente", y esta jugada cumple con la defi-nicin. Las negras necesitan que sea re-pentino, porque la hipotecada movilidad de la dama blanca no durar mucho.

    3~bl No 3 bxa4? 'iWxc4 4 d6 b3 (o bien 4 e5 ~xf4).

    3 oo' 'iWxb3 4 l:.d3 'iWxbl! Las negras estn completamente per-

    didas despus de 4 oo. 'iWxd3 5 ~xd3. Al cambiar un par de alfiles, liberan sus peo-nes del flanco de dama.

    S l:.xbl ~c2 6 ~bdl ~xd3 7 l:.xd3 .l:txe4

    Normalmente, torre y tres peones no pueden luchar contra una dama. Pero la pieza de h2 no est actuando como una dama. Despus de 8 d6 ~xf4 9 Vh3 l:txc4! 10 Vc8 l:td4!,las negras no debe-ran perder.

    8 tDd2 ~xf4 9 'iVh3 ~e2

  • 40 EL VERDADERO VALOR DE LAS PIEZAS EN AJEDREZ

    10 d6! %:1 xd2 11 d7 Por fin , la dama acta como una dama

    (11 .. . : a8? 12 l:t xd2 ~xd2 13 ~h4! g5 14 \'We4+, ganando).

    11 ... %:1 xd3 12 ~xd3 ~ gS 13 l\YdS! 'it> h6 14 1i'xgS+ 'it>xgS lS dS~+ 'it> h6

    Finalmente, las negras han logrado compensacin material. Las blancas pueden ganar los peones del flanco de dama (16 \'Wh8+ 'it>g5 17 ~f8!), pero su carencia de un pen pasado asegur las tablas.

    Situaciones como esa son raras. Pero no dejan de confirmar nuestra tesis: pues-to que el valor de las piezas se basa sobre todo en su movilidad, siempre que su opo-nente cuenta con una o ms piezas mala(s) , est concedindole opciones de forzar acontecimientos, gracias a medidas extraordinarias, a fin de alcanzar una posi-cin ms favorable. He aqu un ejemplo ms dramtico.

    Korchnoi - Luther Essen 2002

    1 d4 e6 2 c4 d5 3 ttJc3 c6 4 ttJf3 ttJf6 S g3 dxc46 .tg2 ttJbd7 7 O-O bS S ~gS .tb7 9 a4 ~b6

    La dama se necesita para defender los peones y, en algunos casos, para impedir el avance a5-a6. Por ejemplo: 10 ttJe5 l:t d8 11 a5 'iYa6.

    10 ttJeS ttJxeS 11 aS fHa6 Las negras evitan 11 ... ~c7 12 .tf4

    ttJfd7 13 a6!, a costa de una temporal, aun-que considerable, prdida de movilidad. Su dama no tendr ahora ni una sola juga-da segura.

    12 dxeS ttJdS 13 ttJe4 h6 14 A e3 Las blancas actan con energa para

    impedir 14 ... c5 y preparar 15 ~c5, as co-

    mo un notable sacrificio, basado en la au-sencia de la dama enemiga.

    14 . ttJxe3 lS fxe3 l:t dS 16 \'WxdS+!? 'it>xdS 17 l:t xf7

    Es comprensible que ninguno de los jugadores apreciase lo que estaba pasan-do. Las negras continuaron con 17 ... b4? lS l:t d1+ 'it>eS? 19 l:t dd7 c3? (dejando es-capar mejores jugadas, como 17 ... ~b4, 18 .. . 'it>c8 y 19 ... ~c8, que hubiesen gana-do).

    Pero las blancas jugaron 20 ttJd6+! y propusieron tablas. Un grave error, puesto que las negras estaban en ese momento perdidas (20 ... A xd6 21 exd6 cxb2? 22 1::tfe7+ 'it>f8 23 l:t d8++, o bien 22 ... ~xa5 23 l:t de7+ 'it>d8 24 l:t xb7), gracias a la si-tuacin de la dama.

    OBJETIVOS

    La mala situacin de las piezas pesadas puede ser temporal , a condicin de que la estructura de peones y la disposicin de piezas cambien, como la dama blanca en el diagrama 39, o el caos de la posi-cin anterior en el flanco de dama. Tam-bin puede hacer que una pieza menor enemiga sea mala modificando la es-

  • tructura de peones. Un sofisticado ejem-plo de esto podemos verlo en la siguien-te partida:

    Bronstein - Winiwarter Krems 1967

    1 e4 eS 2 liJf3 liJe6 3 ..tbs a6 4 ~a4 liJf6 5 O-O fLe7 6 ~e2 bs 7 fLb3 d6 8 c3 fLg49 h3 ..ths 10 d3 O-O 11 liJbd2 liJaS 12 fi. e2 eS Dl:tclliJ~M~ fi.~~liJnffiMliJ~ ~f717 d4 l:te818 ds! e419 b4!

    Las blancas pasan de confinar al alfil enemigo (con 9 h3, 10 d3 Y 14 g4) a res-tringir a los caballos negros. Ahora, 19 ... cxb3 20 axb3 es peor, pues las blancas tienen una fuerte iniciativa con 21 ~d2 Y 22 c4.

    19 oo. liJb7 20 a4 V1fIe7 21 aS! g6 22 h4 ~g7 23 ~g2 h6 24 l:th1 l:th8 25 hs! gs

    Las seis ltimas jugadas blancas de pen han tenido como fin privar de casi-llas a los caballos negros. Su jugada 18 impidi ... liJc6 (o ... liJe6), la 19 ved la asilla aS, y las 20 y 21 impidieron

    ... liJb6. Los ltimos pasos, 22 h4 Y 25 h5, a eguraron que no fuese posible ... liJg6, y cuando las negras mantuvieron cerra-da la columna h, con 25 ... g5, ellas mis-

    MOVILIDAD Y OBJETIVOS 41

    mas completaron el cuadro, al privarse de la maniobra ... liJf8-h7-g5. De esta for-ma, los caballos negros han sido virtual-mente eliminados del juego.

    Pero la movilidad (o inmovilidad) de un jugador no decide una partida. Las blancas necesitan tener un objetivo. Bronstein tena uno, c4, una casilla que puede atacar con cuatro piezas (dama, alfil y dos caballos), para sacrificar una de ellas por dos peones. Eso abrir la po-sicin lo suficiente y, gracias a los torpes caballos contrarios, las blancas dispon-drn, de hecho, de superioridad material decisiva.

    26 liJfs+ ~f8 27 ..te3 l:t h7 28 liJd2 ..tg8 29 f3 ..td8 30 ..tf2 ..te7 31 l:t hc1 ..td8

    Aunque las negras hubiesen visto el plan de su rival (~f1, ..td1-e2, liJe3 y liJ2xc4), no podan hacer nada por impe-dirlo, debido a la fuerte restriccin de sus piezas menores, pues slo contaban prcti-camente con jugadas de alfil.

    32 'ii'fl! ..tf7 33 ..tdl! ..te8 34 ..te2 : c8 35 liJe3 liJb8 36 liJ2xe4! bxe4 37 liJxe4

    Los peones protagonizaran una mar-cha triunfal, en caso .de 37 ... ~d7 38 liJb6 ( 38 liJe3) y ~xa6. De modo similar, 37 ...

  • 42 EL VERDADERO VALOR DE LAS PIEZAS EN AJEDREZ

    ~e7 38 ttJb6 I:!.d8 39 ~xa6 ttJxa6 40 ~xa6, y la amenaza 41 'iY juega y 42 a6 es decisiva. La partida finaliz as:

    37 ... ~b5 38 ttJb6 ~xe2 39 ~xe2 ~e7 40 ttJxc8 \1Wxc8 41 ~a7! ttJd7 42 ~xa6

    Las negras se rindieron. Max Euwe, y dos coautores realizaron

    una arrolladora generalizacin en The Lo-gical Approach to Chess (El enfoque lgi-co del ajedrez):

    "El valor de una pieza radica en su ca-pacidad de movimiento, y slo en ella. No hay excepciones a esta regla."

    Pero, como antes se ha observado, la movilidad por s sola no gana la partida. La movilidad + objetivos, s. Por ejem-plo, la gran movilidad de una dama sig-nifica mucho en un final, sobre todo si hay peones y piezas atacables o un rey expuesto que jaquear. En el medio jue-go, un alfil puede disfrutar de un hermosa y limpia diagonal. Pero si no tiene nada que atacar, puede que inclu-so sea inferior a un caballo. ste es un tema comn en posiciones como la que sigue:

    1 d4 d5 2 c4 e6 3 ttJc3 ttJf6 4 ttJf3 ~b4 5 cxd5 exd5 6 ~g5 ttJbd7 7 e3 eS 8 ~d3 \1Wa5 9 ~c2 c4 10 ~f5 O-O 11 O-O I:!. e8 12 ttJd2 g613 ~h3

    13 ... ~xc3! Esto no parece guardar sintona con la

    jugada 12 de las negras. Pero si 14 ~xc3 1\Vxc3 15 bxc3 ttJe4 16 ttJxe4 dxe4, las ne-gras estn bien, a pesar del buen alfil blan-co de g5, que domina seis casillas. Despus de ... ttJb6, las blancas pueden tener que cambiar su alfil de casillas blancas, y el ca-ballo negro ser mucho ms valioso en d5 que el nico alfil superviviente.

    14 bxc3 ttJe4 15 ttJxe4 dxe4 Ahora, 16 ~f4 ttJb6! es favorable a las

    negras, pese al radio de accin del alfil y a las casillas oscuras debilitadas del flanco de rey.

    La teora reciente considera lo mejor 16 ~xd7! ~xd7 17 ~f4. Luego, ninguno de los alfiles tiene objetivos, pero se ha ju-gado 17 ... .,tc618 d5!? ~xd519 l:tfd1 pa-ra incrementar la actividad de las piezas pesadas blancas.

    Hasta en una posicin relativamente abierta, dos caballos pueden superar a dos alfiles cuando stos carecen de obje-tivos.

    Petrosian - Borisenko Campeonato de la URSS 1950

    Juegan negras

  • Las negras perdern el pen d, pero tienen buenas posibilidades de supervi-vencia, con 1 ... ~xd2+ 2 llxd2 d5!. Por ejemplo: 3 !:jc7 dxc4 4 !:jxa8 cxb3! 5 axb3 l:t xa8, y el objetivo de b3 concede a las ne-gras, al menos, la igualdad. O bien 3 cxd5

    ~d7 4 !:ja3 (4 !:jbc3 c4! 5 bxc4 l:tfc8, pe-ro puede que sea mejor 4 !:jd6 Y !:je4) 4 ... aS! 5 !:jc4 l:tfb8 y ... a4.

    1 l\Yb6? 2 ~xd6 l:tfd8 3 l\Yxb6 l:txdl+ 4 Wxdl axb6 5 !:jec3

    Las negras parecen haber mejorado us posibilidades de conectar los peones

    del flanco de dama y apoderarse de la erniabierta columna a. En realidad, sin

    embargo, sus posibilidades se han dete-riorado, desde la posicin del diagrama, porque sus piezas no tienen nada que atacar en el flanco de dama. "Los caba-llos blancos no son, en modo alguno, peores que los alfiles negros", escri -bi Boleslavsky en el libro del torneo. La nica cuestin es si las negras pue-den hacer dao en el flanco de rey. No pudieron.

    5 . ~e5 6 g3 g5 7 :e1 l:t d8+ 8 We2! h5 9 Wf2 f6 10 l:t dI l:t a8 11 a4 h4 12 !:jd5 bxg3+ 13 hxg3 ~xd5 ( 13 ... l:tb8 14 tDe7+ y !:jc6) 14 l:t xd5 Wf715 l:t d7+ We6 16 l:t b7, Y ganan.

    Movilidad ms objetivos: sa es la fr-mula resumida para el valor de las piezas. Hay otros factores que influyen en las transacciones materiales, como cambios de piezas y sacrificios, como veremos en los tres captulos siguientes. Pero las deci-iones bsicas deberan sopesar tanto la

    movilidad como la disponibilidad de obje-ivos. Dar un paso irrevocable, como ambiar peones, puede incrementar la mo-

    \ilidad de sus piezas. Pero si no rene la otra condicin, puede constituir un grave error posicional.

    MOVILIDAD Y OBJETIVOS 43

    Popov - Nikolaievsky Match Ucrania-Bielorrusia 1962

    1 d4 !:jf6 2 c4 e6 3 !:jf3 b6 4 !:jc3 ~b4 5 ~b3 eS 6 a3 ~a5 7 ~g5 l\Yc7 8 e3

    ~xc3+! 9 bxc3 !:jc6 10 ~f4 d6

    Una politica estndar aqu es 11 l:td1 eS 12 dxeS dxeS 13 ~g3.

    11 dxeS?? Con este cambio se activa la movili-

    dad de las torres blancas, pero conduce a un desastre posicional. La razn es que el principal objetivo de las blancas, d6, queda fcilmente defendido por las pie-zas pesadas contrarias. Pero despus de 11 dxc5 , el principal objetivo de las ne-gras, c4, puede ser asediado con sus pie-zas menores. La movilidad de las blancas se ha mejorado, pero el impacto que ejerce sobre los objetivos mutuos es de-sastroso.

    11 ... bxc5 12 ~e2 00 13 00 !:jd7! 14 e4 !:jb615 l:tfdl e5

    Las negras deben ganar el pen de c4, porque pueden atacarlo con cuatro pie-zas, mientras que las blancas slo pueden defenderlo con tres. La partida se decan-t claramente a favor de las negras des-pus de:

  • 44 EL VERDADERO VALOR DE LAS PIEZAS EN AJEDREZ

    16 .ie3 ~a6 17 tiJd2 tiJaS 18 'iYa2 1:1ab819 1:1 dbl 'iYd7 20 a4 'iYe6

    Segn la regla de Purdy, las blancas prefirieron entregar calidad, antes que un pen.

    21 1:1 bS! .ixbS 22 axbS tiJb7 23

    ~b3 tiJe8 24 1:1 a6 ~d7 25 'iYa2 tiJd8 26 tiJf1

    Pero nunca tuvieron la oportunidad de seguir con .if2 y tiJe3-d5, y perdieron des-pus de 26 ... 1:1 b6 27 1:1 aS 'iYb7 28 .ig4 tiJe6 29 f3 a6! 30 ~a4 tiJa7.

  • 45

    Captulo 3

    La extensin del tablero

    Hemos visto que las piezas pueden perder temporalmente valor, debido a la presen-cia restrictiva de piezas y peones. Pero hay una limitacin ms esencial a la movilidad de las piezas, y que dura toda la partida, in-cluso cuando han desaparecido todos los peones. Se trata, por supuesto, de la exten-in del tablero.

    La movilidad de tres piezas est estre-chamente vinculada al tamao del tablero. En un tablero ms pequeo, dama, alfil y torre seran piezas ms dbiles. En un ta-blero ms grande incrementaran su radio de accin.

    ste fue uno de los inesperados resul-tados de las primeras investigaciones so-bre ajedrez y computadoras. En 1956 se dise un programa de ajedrez para com-putadoras en el Laboratorio Nacional de Los Alamos, utilizando un tablero de 6 x 6. Este ajedrez reducido se jugaba sin alfiles. Las piezas blancas de la primera fila, de al a n, eran torre, caballo, dama, rey, caballo y torre, con la misma disposicin de las piezas negras en la banda opuesta, de a6 a f6. Los peones, situados delante de sus pie-zas, slo podan avanzar una casilla en su primer movimiento y no era posible el en-roque. Maniac, programado por Stan

    Ulam, operando en una computadora Univac Maniac, derrot a su oponente hu-mano en esta mala, pero histrica partida.

    Maniac - Humano Los Alamos 1956

    1 d3 b4 2 lLlf3 d4 3 b3 e4 4 lLle1 a4 S bxa4? lLlxa46 c;t>d2? lLlc3 7 lLlxc3 bxc3+ 8 c;t>dl f4 9 a3 1:1. b6?

    Las negras tienen una sustancial venta-ja de espacio, que podran explotar con 9 ... 'iWa4!.

    10 a4 1:1. a6 11 aS c;t> dS 12 'iW a3 'iWbS 13 ~a2+ c;t>eS 14 1:1. bl? 1:1. xaS lS 1:1. xbS 1:I.xa2161:1.b11:1.a517f31:1.a4?

    Las negras podan haber asfixiado el flanco de rey contrario con 17 ... e3!, y lue-go dominar por completo en el flanco de dama, por ejemplo con .. . 1:I.f5, ... c;t>f6 Y . .. 1:1. d5-d6-a6.

    18 fxe4 c4?? 19 lLlf3+ c;t>d6 20 eS+ c;t>dS 21 exf6~ lLlc5 22 ~xd4+ c;t>c6 23 lLleS++

    Si experimenta usted con este tipo de miniajedrez, puede sorprenderle descubrir que el caballo es mucho mejor que una to-rre, y casi tan fuerte como una dama. El ra-dio de accin del caballo, por supuesto, no

  • 46 EL VERDADERO VALOR DE LAS PIEZAS EN AJEDREZ

    ha cambiado. Pero el de las dems piezas ha menguado abruptamente, a causa de las dimensiones reducidas del tablero.

    En menor grado, sucede lo contrario en tableros mayores de 8 x 8. En el Shogi, que se juega en un tablero de 9 x 9, slo la torre y el alfil son idnticos a nuestras pie-zas. Pero son, con mucho, las ms fuertes en ese tablero de 81 casillas. Una tabla t-pica de valores relativos para el Shogi, co-mienza a partir de pen = 1, como en el ajedrez, hasta la torre = 15 Y el alfil = 13 piezas stas que dominan a las de corto al-cance.

    El ajedrez no se juega sobre un tablero de 9 x 9,pero existe alguna experiencia con tableros ms amplios, incluida la conocida propuesta de Capablanca, de ampliar el ta-blero de ajedrez a 10 x 10, lo que llev a ex-perimentar con tableros incluso mayores.

    As, en 1929, Capablanca y Geza Ma-rczy jugaron cuatro partidas de exhibi-cin en otra variante de ajedrez, en un tablero de 16 x 12. Cada bando tena dos ejrcitos completos en sus primeras filas (dos reyes, dos damas, cuatro torres, cuatro caballos y cuatro alfiles) , detrs de 16 peo-nes cada uno. En otras palabras, se parta del doble de material que en una partida normal de ajedrez, ocupando un tablero que era tres veces mayor. Por lo dems, las reglas eran las mismas. El vencedor sera el primero en dar mate a un rey contrario.

    Capablanca y Marczy jugaron de for-ma conservadora en la primera partida. Mantuvieron damas y torres en sus dos primeras filas y dispusieron sus alfiles no ms all de la tercera fila , en la mayor par-te del juego. Las piezas de largo alcance eran, por definicin, muy de largo alcan-ce, pues disfrutaban del control de colum-nas (y, en algunos casos, de diagonales) de diez casillas de largo. La primera captura

    de pieza, un cambio de alfiles, se produjo en la jugada 25 y Capa blanca no consigui la primera ventaja material, un pen, has-ta la jugada 58. La partida se volvi un de-sastre diez jugadas despus, y Capa asest mate a su rival en la jugada 93.

    Qu nos dice este experimento acerca del material? Lo mismo que en el caso del miniajedrez Maniac, la extensin del ta-blero ha alterado los valores de las piezas. Los alfiles son, por ejemplo, bastante ms fuertes que los caballos. Los peones slo resultaron significativos en la forma en que sellaban algunos sectores del tablero y carecan virtualmente de poder ofensivo.

    Quiz a causa de su incertidumbre acerca de los valores, los dos maestros pa-recan evitar los desequilibrios. Slo hubo un "sacrificio": el cambio de un alfil por un caballo. El resultado global fue que Capa-blanca se impuso en dos partidas, con ta-blas en las otras dos.

    Vale la pena una nueva comparacin con el Xiangqi, o ajedrez chino, cuyas pie-zas se sitan en las intersecciones, no en las casillas. Tiene nueve columnas y diez filas, segn el sentido que nosotros les damos y, en consecuencia, hay 90 puntos que pue-den ser ocupados, casi el 50% ms que nuestras 64 casillas.

    Esto favorece al carro, que se mueve y captura como una torre. No slo es la pie-za ms fuerte del tablero, sino que es al menos el doble de fuerte que cualquier otra pieza, incluido el caballo, que se mue-ve como el nuestro. El caballo no gana na-da con un tablero de mayor tamao, pero el carro s.

    OCHO X OCHO

    Conclusin? Nosotros actuamos en un tablero de ocho x ocho, no es as? Cier-

  • to, pero la extensin del tablero debera condicionar nuestras decisiones, en parti-cular desde fines del medio juego en ade-lante.

    Por ejemplo: si se liquidasen todos los peones de un flanco, las piezas de corto al-cance resultaran favorecidas, en perjuicio de las de largo alcance, porque la accin se reducira a un campo de batalla menor. sta es la leccin que podemos aprender de la primera partida entre Petrosian y Botvinnik.

    Petrosian - Botvinnik Campeonato de la URSS 1951

    Juegan blancas

    En una difcil posicin la mejor jugada de las blancas parece ser 1 'tlVe5, pues la presin de las negras se reducira con un cambio de damas, o bien, despus de 1 ... WcS 2 ~g7, con un cambio de torres.

    1 'tlVxd5! Esto parece menos arriesgado que 1

    eS. Las blancas fuerzan el cambio de da-mas a costa de la calidad.

    1 ... 'tlVxd5 2 ~ xd5 ~c6 3 ~ lb5 ~xd5 ..J ~ xd5 ~e7 5 ~e5 ~h6 6 ~e4 ~c6

    ~ xa4 ~exe6

    LA EXTENSiN DEL TABLERO 47

    Como slo hay peones en un flanco, los principios tcnicos bsicos se ven altera-dos. El cambio de torres normalmente es muy favorable para el jugador que tiene calidad de ventaja. Pero aqu ese cambio facilitara la defensa blanca. Con todos los objetivos situados en un mismo flanco, las piezas de largo alcance son menos signifi-cativas.

    8 ~e