andre baldÓ, venancio, reseña sobre crítica de la economía política de m. heinrich

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rítica de la Economía Política: una introducción a El Capital de Marx consti- tuye un estudio riguroso, al tiempo que sencillo y pedagógico, de las principales categorías de El Capital y, por extensión, de la economía y la política marxistas. Su objetivo es exponer el pensamiento original de Marx, el de su obra de madu- rez El Capital, distinguiéndolo tanto de los diversos marxismos posteriores como del joven Marx de El Manifiesto Comunista. Es también una obra opor- tuna, que aparece en un momento de plena crisis de capitalismo. No nos detendremos a exponer una por una las categorías aquí tratadas, pues éste es por lo demás el sentido de la lectura del libro. Tan sólo diremos que el lector se encontrará en él una exposición de los siguientes términos claves del marxismo: el valor de uso y el valor de cambio, el dinero y sus funciones, los dos momen- tos del capital, la producción y la circula- ción, la composición orgánica del capital, el capital constante y el capital variable, el capital fijo y el capital circulante, el trabajo abstracto y el trabajo concreto, la explotación, la plusvalía absoluta y la plusvalía relativa (trabajo cooperativo, división de trabajo y sobre todo desarro- llo tecnológico-científico como instru- mentos de creación de plusvalía relativa), el fetichismo de la mercancía y el feti- chismo del dinero, la tasa media de bene- ficio, la acumulación, incluida la acumulación inicial, y la con- centración del capital, el capital financiero y crediticio, las cri- sis, las clases y la lucha de clases, el papel del estado en la eco- nomía y la democracia burguesa como sistema que mejor se corresponde a los intereses de la clase capitalista de los países ricos, la revolución obrera, el ideal del comunismo, etc. Heinrich muestra por otra parte cómo estas categorías marxis- tas dan cuenta no sólo del funcionamiento del capitalismo en general, en su modelo ideal, sino también de cada uno de los momentos o fases históricas del mismo durante estos dos siglos. Dicho en otros términos, pese a sus diferencias sustan- ciales, el liberalismo del XIX, el taylorismo y el fordismo de la segunda mitad del XX y la globalización de nuestros días, no serían más que variantes políticas y económicas de un mismo sistema: el capitalista. La posición del autor no es neutral, sino claramente mar- xista, tanto en el plano teórico como en el ético-político. Su marxismo se basa en cuatro pilares básicos. El primero es la concepción del capitalismo como una realidad objetiva, socioe- conómica, situada por encima de los individuos, que condi- ciona por ende la forma de ser y pensar de éstos. El segundo es la asunción del dualismo ontológico marxista de lo abstracto y lo concreto. Para Marx la realidad presenta siempre esta doble naturaleza, distinguible pero no separable, siendo lo abstracto siempre concreto y lo concreto a su vez siempre abstracto. Un buen ejemplo de ello sería la dicotomía trabajo abstracto/tra- bajo concreto. Constituyen dos fenómenos igualmente reales, diferentes pero al tiempo interrelacionados, de tal forma que su separación sólo es posible en el plano analítico, no en el plano de la realidad. Dicho en otros términos, el trabajo social medio necesario para la elaboración de un bien es tan real como el trabajo concreto del obrero que lo fabrica, y ni el primero se puede dar sin el segundo ni el segundo sin el primero. El tercer pilar es la descripción del capitalismo como un sistema econó- mico basado en la valorización del capital o en la fórmula D- M-D’. Dicho en términos más coloquiales, el capitalismo no tendría como objetivo la producción de bienes que mejoraran las condiciones de vida del conjunto de la sociedad, sino la producción de más dinero por parte de aquéllos que ya lo detentan. El cuarto es la denuncia del capitalismo como un sis- tema injusto, explotador tanto en el sentido ético como pura- mente socioeconómico, al tiempo que depredador de la natura- leza. No es todo positivo en esta obra, ni mucho menos, como pretendemos exponer a continuación. Numerosos son por el contrario sus errores. Se trata de aspectos diferentes, unos eco- nómicos, otros políticos, que podrían parecer secundarios o incluso anecdóticos, pero que terminan configurando un cuadro deformado tanto de su marxismo como de su crítica al capita- lismo. No son por lo demás aspectos aislados, sino interrelacio- nados por un mismo vicio común de origen: el desprecio de la dialéctica. La dialéctica marxista se dice de muchas maneras, que no podemos detenernos a exponer aquí de forma pormeno- rizada, pero cuya negación, en sus diferentes facetas, hace des- embocar el análisis, en principio radical de Heinrich, en una versión más de la tradicional crítica pequeño-burguesa al capi- talismo: el armonicismo o creencia de que éste, pese a sus alti- bajos, a la postre es siempre sostenible; la crítica meramente moral, no científica, de la explotación capitalista; el viejo reformismo político socialdemócrata, una vez más resucitado, que espera alcanzar un capitalismo más humano a través de la lucha de clases sindical y sobre todo a través de un Estado que plasme legalmente las reivindicaciones obreras. Vamos a expli- car brevemente algunos de estos errores que nos parecen más significativos. 146 C MICHAEL HEINRICH Crítica de la economía política: una introducción a El capital de Marx Traducción de César Sanjuán, Escolar y Mayo, Madrid, 2008, 240 pp. ISBN 978-84-936111-5-6 (Kritik der politischen Ökonomie: Eine Einführung, Schmetterling Verlag, Stuttgart, 2007) Página 1/5 LIBROS La Torre del Virrey/Libros/ Cuarta serie/Otoño de 2009

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Una crítica desde el marxismo de un revisionismo revestido de marxismo

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  • rtica de la EconomaPoltica: una introduccin aEl Capital de Marx consti-

    tuye un estudio riguroso, al tiempo quesencillo y pedaggico, de las principalescategoras de El Capital y, por extensin,de la economa y la poltica marxistas.Su objetivo es exponer el pensamientooriginal de Marx, el de su obra de madu-rez El Capital, distinguindolo tanto delos diversos marxismos posteriores comodel joven Marx de El ManifiestoComunista. Es tambin una obra opor-tuna, que aparece en un momento deplena crisis de capitalismo. No nosdetendremos a exponer una por una lascategoras aqu tratadas, pues ste es porlo dems el sentido de la lectura dellibro. Tan slo diremos que el lector seencontrar en l una exposicin de lossiguientes trminos claves del marxismo:el valor de uso y el valor de cambio, eldinero y sus funciones, los dos momen-tos del capital, la produccin y la circula-cin, la composicin orgnica del capital,el capital constante y el capital variable,el capital fijo y el capital circulante, eltrabajo abstracto y el trabajo concreto, laexplotacin, la plusvala absoluta y laplusvala relativa (trabajo cooperativo,divisin de trabajo y sobre todo desarro-llo tecnolgico-cientfico como instru-mentos de creacin de plusvala relativa),el fetichismo de la mercanca y el feti-chismo del dinero, la tasa media de bene-

    ficio, la acumulacin, incluida la acumulacin inicial, y la con-centracin del capital, el capital financiero y crediticio, las cri-sis, las clases y la lucha de clases, el papel del estado en la eco-noma y la democracia burguesa como sistema que mejor secorresponde a los intereses de la clase capitalista de los pasesricos, la revolucin obrera, el ideal del comunismo, etc.Heinrich muestra por otra parte cmo estas categoras marxis-tas dan cuenta no slo del funcionamiento del capitalismo engeneral, en su modelo ideal, sino tambin de cada uno de losmomentos o fases histricas del mismo durante estos dossiglos. Dicho en otros trminos, pese a sus diferencias sustan-ciales, el liberalismo del XIX, el taylorismo y el fordismo de lasegunda mitad del XX y la globalizacin de nuestros das, noseran ms que variantes polticas y econmicas de un mismosistema: el capitalista.

    La posicin del autor no es neutral, sino claramente mar-xista, tanto en el plano terico como en el tico-poltico. Sumarxismo se basa en cuatro pilares bsicos. El primero es laconcepcin del capitalismo como una realidad objetiva, socioe-conmica, situada por encima de los individuos, que condi-ciona por ende la forma de ser y pensar de stos. El segundo esla asuncin del dualismo ontolgico marxista de lo abstracto ylo concreto. Para Marx la realidad presenta siempre esta doblenaturaleza, distinguible pero no separable, siendo lo abstractosiempre concreto y lo concreto a su vez siempre abstracto. Unbuen ejemplo de ello sera la dicotoma trabajo abstracto/tra-bajo concreto. Constituyen dos fenmenos igualmente reales,diferentes pero al tiempo interrelacionados, de tal forma que suseparacin slo es posible en el plano analtico, no en el planode la realidad. Dicho en otros trminos, el trabajo social medionecesario para la elaboracin de un bien es tan real como eltrabajo concreto del obrero que lo fabrica, y ni el primero sepuede dar sin el segundo ni el segundo sin el primero. El tercerpilar es la descripcin del capitalismo como un sistema econ-mico basado en la valorizacin del capital o en la frmula D-M-D. Dicho en trminos ms coloquiales, el capitalismo notendra como objetivo la produccin de bienes que mejoraranlas condiciones de vida del conjunto de la sociedad, sino laproduccin de ms dinero por parte de aqullos que ya lodetentan. El cuarto es la denuncia del capitalismo como un sis-tema injusto, explotador tanto en el sentido tico como pura-mente socioeconmico, al tiempo que depredador de la natura-leza.

    No es todo positivo en esta obra, ni mucho menos, comopretendemos exponer a continuacin. Numerosos son por elcontrario sus errores. Se trata de aspectos diferentes, unos eco-nmicos, otros polticos, que podran parecer secundarios oincluso anecdticos, pero que terminan configurando un cuadrodeformado tanto de su marxismo como de su crtica al capita-lismo. No son por lo dems aspectos aislados, sino interrelacio-nados por un mismo vicio comn de origen: el desprecio de ladialctica. La dialctica marxista se dice de muchas maneras,que no podemos detenernos a exponer aqu de forma pormeno-rizada, pero cuya negacin, en sus diferentes facetas, hace des-embocar el anlisis, en principio radical de Heinrich, en unaversin ms de la tradicional crtica pequeo-burguesa al capi-talismo: el armonicismo o creencia de que ste, pese a sus alti-bajos, a la postre es siempre sostenible; la crtica meramentemoral, no cientfica, de la explotacin capitalista; el viejoreformismo poltico socialdemcrata, una vez ms resucitado,que espera alcanzar un capitalismo ms humano a travs de lalucha de clases sindical y sobre todo a travs de un Estado queplasme legalmente las reivindicaciones obreras. Vamos a expli-car brevemente algunos de estos errores que nos parecen mssignificativos.

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    MICHAEL HEINRICH

    Crtica de la economa poltica:una introduccin aEl capital de Marx

    Traduccin de Csar Sanjun, Escolar yMayo, Madrid, 2008, 240 pp.

    ISBN 978-84-936111-5-6(Kritik der politischen konomie: Eine

    Einfhrung, Schmetterling Verlag,Stuttgart, 2007)

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    LIBROS La Torre del Virrey/Libros/ Cuarta serie/Otoo de 2009

  • I. La tesis segn la cual el trabajoabstracto, el trabajo social medio necesa-rio para producir un bien, no se da en elmomento de la produccin sino slo enel de la circulacin. Ahora bien, en pri-mer lugar este relativismo, que el autordenomina antinaturalismo, no se sos-tiene ante un anlisis inmediato de la rea-lidad econmica. Pues si el trabajo abs-tracto no estuviera ya presente en elmomento de la produccin y en el pro-ducto una vez elaborado, con qu crite-rios se establecera despus, en la fase decirculacin, el valor del mismo?; sobrequ se basara, por ejemplo, la diferenciaentre el precio de una lavadora, el de uncoche o el de una vivienda?; slo sobreel mercado, sobre la oferta y lademanda? Dicho en trminos ms teri-cos, a la tesis subyace una incomprensinde la dialctica marxista entre valor yprecio: mientras el valor, la realidad pri-maria, es generado por el trabajo socialnecesario, el precio surge secundaria-mente por la intervencin sobre dichovalor previo de otros factores, importan-tes pero secundarios, como la oferta y lademanda o la tasa media de beneficio. Ensegundo lugar la tesis de Heinrich suponepostular el mercado, y no el trabajo delos obreros, como la fuente del valor deun producto, lo cual conlleva en ltimainstancia una grave consecuencia para unpensamiento que se presenta como mar-xista: la negacin de la explotacin capi-talista. Pues si el valor, y por ende laplusvala, no son creados ab initio por eltrabajo del obrero y no se hallan presen-tes en los bienes elaborados por dichotrabajo, sino que surgen despus, en elmomento de la circulacin, los capitalis-tas, al quedarse con la plusvala, no leestaran substrayendo nada a los obreros,sino que en todo caso se estaran aprove-chando de una creacin espontnea delmercado. De esta manera toda crticasobre la explotacin capitalista se quedaen una queja meramente moral sobe lainjusta distribucin social de los bienes.

    II. La afirmacin de que ciertamenteMarx no poda imaginarse un sistemamonetario capitalista sin mercanca dine-raria. En primer lugar no es cierto queen el capitalismo actual, a diferencia delclsico del XIX, hayan desaparecido lossoportes materiales del dinero. Lo que seha producido en realidad es el aumentoinconmensurable de los flujos o movi-mientos de capital monetario, en cantida-des muy superiores al soporte monetariorealmente existente. Ahora bien, estecapital circulante ficticio sigueteniendo como referente la moneda,como evidencian los perodos de crisis,en los que se genera un deseo insaciablede dinero concreto. Por otra parte es pre-cisamente la dialctica marxista, que

    rechaza Heinrich, la que nos ayuda a aclarar estos extremos.Por un lado la dicotoma de lo abstracto y lo concreto permiteentender la doble naturaleza del dinero; el dinero es un bienabstracto, el ms abstracto de los existentes, pura acumulacinde trabajo, que a su vez puede y debe adoptar, para cobrar vida,diferentes formas concretas, desde las ms estables a las msvoltiles: oro, papel acuado, pagars, etc. En segundo lugar lalgica competitiva en torno a los beneficios ha obligado prcti-camente siempre a los capitalistas a disponer, a travs de unsistema burstil o crediticio, de ms capital del realmente exis-tente en el sistema, y ello tanto para acelerar los ciclos de cir-culacin y produccin, como para acrecentar esta ltima, obien de forma cuantitativa, aumentando el capital variable onmero de trabajadores, o bien de forma cualitativa, con laintroduccin de nuevas tecnologas. En tercer lugar, lademanda de capital ficticio, y la consiguiente importanciaque adquieren la banca y la bolsa, son procesos que se acen-tan progresivamente en el sistema, dada su dinmica impara-ble de internacionalizacin lo que constituye uno de los ras-gos ms visibles de la llamada globalizacin y se agudizanasimismo en los perodos de crisis, como el que estamosviviendo actualmente.

    III. La consideracin de que los servicios son bienes pro-ductivos, esto es, de que generan plusvala al individuo y a lasociedad capitalistas de manera idntica a los bienes tradiciona-les de consumo o produccin, y la consiguiente indistincinentre el sector III de la economa o de bienes de servicios ysector II o de bienes productivos. Esta tesis supondra, en ejem-plos concretos, que las prestaciones de un camarero, de un lim-piador, de un mdico, de una prostituta, de un profesor, tam-bin de un torero o un futbolista, crearan plusvala social aligual las de los obreros de una fbrica de acero, coches o pan.Ahora bien, no estamos ante una tesis banal, sino ante la baseterica del armonicismo: gracias a la tendencia creciente a laproduccin de bienes de servicios, que seran al tiempo produc-tivos, el capitalismo compaginara perfectamente el desarrolloprogresivo del sistema, el aumento continuo del beneficio delos empresarios y de la plusvala por ellos obtenida y elaumento progresivo del bienestar de vida de los trabajadores.Este armonicismo en Heinrich supone a la vez el rechazo deotros fundamentos tericos bsicos tanto de Marx como delmarxismo posterior ms consecuente: la negacin de la leysobre la cada tendencial de la tasa de beneficio en el capita-lismo; la consiguiente incomprensin de las crisis como unfenmeno estructural, abstracto, del capitalismo, al tiempo quecreciente, ms all de las diferentes crisis concretas de super-produccin, burstiles, financieras, etc. (Para Heinrich, por elcontrario, tales crisis parciales, que l entiende tambin comoinevitables, seran las realidades ltimas del fenmeno, de lascuales el sistema por lo dems no slo se recuperara sino queincluso saldra reforzado.) La incomprensin del imperialismo,descrito tradicionalmente entre otros por Lenin y Bujarin, comouna fase necesaria de la dialctica capitalista que empuja aste, para mantenerse, a internacionalizarse y a servirse de lafuerza bruta de los Estados respectivos; la incomprensin de loque denominamos hoy en da globalizacin o neoliberalismocomo el fruto tanto de una crisis profunda como al tiempo, dia-lcticamente, de las maniobras, polticas y econmicas, cons-cientes e inconscientes, del capital por superarla; la incompren-sin en definitiva de la aguda crisis que acaba de estallar convirulencia en el 2008, que se viene arrastrando desde los aos90 del siglo pasado, y cuyo alcance real todava nos es desco-nocido.

    IV. Expongamos ahora una versin marxista y dialctica deestos mismos hechos, ms ajustada a nuestro juicio a la reali-dad. En primer lugar los servicios sector III de la econo-

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  • ma distribuyen la plusvala ente loscapitalistas, pero no la generan, pues sonbienes que simplemente se consumen ydesaparecen, de manera que el valor quecomportan no se reinvierte en el procesoproductivo; slo generan plusvala aque-llos sectores de la economa cuyos bienesse reincorporan a la cadena productiva,por ser ellos mismos o bien mquinas omedios de produccin (el sector I) o bienbienes de consumo para la clase trabaja-dora que as se reproduce como tal (elsector II). En segundo lugar, las enormesdimensiones adquiridas por el sector IIIen la fase actual del capitalismo no res-ponden a un desarrollo armnico delmismo, como sostiene Heinrich, sino a supropia dinmica contradictoria, que enltima instancia lo conduce a la banca-rrota. La competencia entre unos capita-listas y otros por obtener un beneficiosuperior al medio, que hemos avanzadoantes, se traduce en una carrera por eldesarrollo cientfico-tecnolgico o meca-nizacin que significa un enormeaumento de la productividad, esto es, elhecho de poder fabricar ms bienes conel mismo tiempo de trabajo: si diez aosatrs se necesitaban 100 horas de trabajopara producir un coche, supongamos deforma hipottica, ahora se podra fabricaren tan slo 50. Este aumento de la pro-ductividad tiene por un lado efectos posi-tivos para el sistema capitalista: cada vezsern menores los costes de la produc-cin de los bienes del sector II que con-sume el trabajador para reproducirsecomo tal, de manera que cada vez sermayor la proporcin de trabajo nopagado que se apropie el capitalista encada producto elaborado. En otros trmi-nos, con la productividad se produce unaumento de la plusvala relativa o tasa deplusvala.

    El aumento de la productividad sinembargo conlleva tambin consecuenciasnegativas para el capitalismo en su con-junto: el desequilibrio en la composicinorgnica del capital y la consiguiente dis-minucin en la masa de plusvala. Estoes, en cada producto elaborado ser cadavez mayor la parte de capital constantereproducida la que aportan las mqui-nas y las materias primas sin elaborarque la de capital variable aportada porlos trabajadores y, dado que la plusvalaslo se genera por el trabajo no pagado,y puesto que el beneficio slo surge de laplusvala, plusvala y beneficio no pue-den por menos que disminuir progresiva-mente en el capitalismo. Dicho con ejem-plos concretos, si ahora se produce elmismo nmero de coches con el doblemenos de tiempo de trabajo que 10 aosantes, ello supone que ser tambinmucho menor la ganancia obtenida por elempresario en cada coche fabricado. Estacontradiccin entre dos tendencias dife-

    rentes en el capitalismo aumento progresivo de la plusvalarelativa o tasa de plusvala y descenso progresivo de la masa deplusvala podra conducir a una interpretacin armonicista, ala manera de Heinrich: lo que se pierde por una parte se recu-pera por la otra. Ahora bien, este autor no tiene en cuenta unadiferencia sustancial, subrayada por Marx, entre un proceso yotro: mientras el aumento de la plusvala relativa tiene unlmite objetivo, la duracin de la jornada de trabajo a la que sepuede someter a un trabajador, que impide un crecimiento inde-finido de aqulla, por el contrario el desequilibrio de la compo-sicin orgnica del capital carece de lmite. Es decir, en el capi-talismo el aumento de la cantidad de maquinaria y materias pri-mas que se pueden poner a disposicin de un trabajador, portrmino medio, es ilimitado, de manera que tambin lo ser eldescenso de la masa de plusvala obtenida por el capitalismo ensu conjunto. Tal es lo que lleva a Marx a formular su ley de lacada tendencial de la tasa de beneficio, segn la cual losbeneficios medios del capitalismo descienden progresivamentey de manera inevitable, siendo ello a su vez la causa ltima yprofunda de las crisis capitalistas, ms all de sus manifestacio-nes especficas.

    La clase capitalista en su conjunto ha contrarrestado histri-camente, dialcticamente, esa tendencia a la cada de la tasa debeneficio y las consiguientes crisis que genera. Por una parte seha servido de varios mecanismos consistentes en compensar laprdida de plusvala obtenida en cada producto fabricado conel aumento progresivo del nmero de los mismos.Consecuencia de ello seran los procesos de concentracin ycentralizacin del capital, del aumento del capital crediticio yfinanciero parte de lo que hoy se suele entender bajo el tr-mino globalizacin de la expansin del capital, ms o menospacfica o violenta, a las colonias y semicolonias el imperia-lismo. Por otra parte, cuando las estrategias anteriores dejan defuncionar, se recurre, de forma ms o menos consciente, a lamedida drstica de la destruccin de capital. La ms claraexpresin de este ltimo recurso son las guerras, mecanismosde destruccin masiva de capital que a su vez conllevan la revi-talizacin del mismo, como se puede percibir de forma para-digmtica en la II Guerra mundial y sus consecuencias de mila-gro econmico. Ahora bien, y con ello volvemos al inicio deese punto, otra forma de destruccin de capital y por ende decontrarrestar la tendencia a la disminucin de la tasa de benefi-cio es precisamente el desvo de capital al sector III, esto es, ala produccin de bienes de servicios incluido aqu tambinuno de los bienes de servicio ms extendidos en el capitalismoactual: las armas. La razn de fondo es la siguiente: Dadoque los servicios son los nicos bienes que se consumen com-pletamente, que no se reincorporan a la cadena productiva, sontambin los nicos que no desequilibran la composicin org-nica del capital y no disminuyen por ende la tasa de beneficio,sino que antes bien, destruyendo capital, la aumentan.

    Las medidas de contrapeso son efectivas, pero no milagro-sas; pueden retardar pero no impedir el progresivo descenso dela tasa de beneficios. As explica el marxismo no slo la recu-rrencia de las crisis, sino el hecho de que stas se muestrentambin progresivamente ms virulentas: 1929, 1973, 2008.Ahora bien, el carcter progresivamente insostenible del capita-lismo no debe ser confundido, como hace Heinrich y tradicio-nalmente el pensamiento socialdemcrata, con la asuncin dela tesis del colapso, que precisamente tiene su origen en unreformista: Kautsky. En otros trminos, el marxismo no esdeterminista, precisamente porque es materialista dialctico. Lacrisis del capitalismo puede llevar a este sistema al borde delabismo, a travs de crisis cada vez ms difciles de resolver,pero eso no implica postular que el capitalismo necesariamenteest destinado a desaparecer, dejando paso tambin de forma

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  • inevitable al socialismo. La dialcticaobjeto/sujeto por el contrario sostieneque si no hay sujeto revolucionario, si nohay una preparacin consciente y planifi-cada de la revolucin, si no hay lucharevolucionaria, la crisis creciente delcapitalismo se puede traducir por el con-trario en ms violencia y destruccin porparte de la clase capitalista; nos remiti-mos para ello al resurgir de los movi-mientos de extrema derecha y fascismosen los perodos de crisis. Dicho en otrostrminos, no hay cada inevitable delcapitalismo, pero s, como postulara RosaLuxemburg, un dilema inevitable para elmismo: socialismo o barbarie.

    V. La negacin del carcter privile-giado de la clase obrera para comprenderla esencia explotadora del capitalismo,dado el gran potencial mistificador deste. Con ello el armonicismo, en elplano terico, conlleva, en el terrenotico-poltico, como ya hemos avanzado,una nueva versin del reformismo social-demcrata. Sin duda la clase obreracarece de un privilegio metafsico que lepermita acceder a la esencia del capita-lismo, pero s goza de una posicinsocioeconmica, dialctica, privile-giada, como es su condicin de claseexplotada, lo cual no le garantiza pero sle posibilita acceder al desvelamientoterico del capitalismo y a su derroca-miento prctico. Ahora bien, la merasituacin socioeconmica tampocogarantiza una clara conciencia de clasede forma mecnica, metafsica. La mismaslo se puede dar con una confluencia defactores subjetivos y objetivos, y denuevo retornamos con ello al punto clavede la dialctica. En otros trminos, elproletariado slo ser capaz de compren-der la esencia ltima del capitalismo, ypor ende de querer superarlo, si cuentacon un sujeto revolucionario, un partidopoltico, compuesto de hombres quecompaginen, dialcticamente, pensa-miento y accin, y que funcione a lamanera de vanguardia revolucionaria. Lanegacin del papel clave de clase obrerase complementa por lo dems enHeinrich con otra tesis de raigambre ilus-trado-kantiana, y que tiene sus orgenesen el mismo Platn: la superacin delfetichismo o apariencias capitalistas sloestara al alcance de los intelectuales.Estamos con ello ante esa hipstasis de larazn profundamente pequeo-burguesa,que se contenta con una liberacinhumana mental, privilegio de un grupode escogidos intelectuales de ctedra,mientras se relega toda emancipacinrealmente social a la condicin de merautopa.

    VI. La tesis de la revolucin proleta-ria como un hecho casi marginal, y queslo puede triunfar adems sobre unenorme desarrollo previo de la producti-

    vidad capitalista; de lo contrario, dice con vistas a la revolu-cin bolchevique, tales revoluciones se convierten en una dic-tadura de partido. Ciertamente la revolucin no pertenece a laesencia de la clase obrera ni de ninguna otra clase, porque,entre otras cosas, no existen ni clases inmutables ni esenciaseternas. Antes bien, como ya afirmara Trotsky, la clase obreratiene una tendencia reformista lgica, dado que aspira a superarsu situacin de clase explotada de la forma menos costosa posi-ble, esto es, a travs del legalismo. La revolucin constituyepor tanto no una necesidad, sino una posibilidad de la claseobrera, que slo se activa y triunfa si se da, dialcticamente,una difcil confluencia de factores diversos, objetivos y subjeti-vos: una situacin de crisis del sistema; la debilidad moment-nea de las clases polticas dirigentes del capitalismo; la presen-cia de una clase obrera organizada poltica y sindicalmente; laexistencia de una vanguardia proletaria revolucionaria, con cla-ridad terica y organizativa; la existencia de obreros revolucio-narios con capacidad clara de liderazgo; la eleccin acertadadel momento oportuno para el estallido revolucionario. Por otraparte es cierto que la revolucin, para poder triunfar, necesitaun desarrollo econmico capitalista previo. Ahora bien, ello noha de entenderse de nuevo de forma metafsica la necesidadde llegar al mximo de desarrollo capitalista, y la necesidad deque ello ocurra en cada pas concreto antes de iniciar su propiarevolucin sino antes bien en sentido dialctico: como unaserie de factores econmicos y polticos interrelacionados, yello en el marco de un capitalismo global, no nacional, cuyaconfluencia, en mayor o menor grado o con mayor preponde-rancia de unos u otros factores segn los casos, es necesariapara que triunfe una revolucin. As la debilidad de la URSS ysu degeneracin estalinista no una simple dictadura de par-tido, como sostiene Heinrich, sino de una nueva clase mediaburocrtica se debi a causas inmediatas no tanto econmi-cas como polticas. En otros trminos, la revolucin fracasbsicamente no debido a un insuficiente desarrollo econmiconacional, ruso, que lo haba, sino a la ausencia de internaciona-lizacin revolucionaria, esto es, a que su revolucin no tuvieracontinuidad, tal como pretendan Lenin y los bolcheviques, enla revolucin del pas entonces ms desarrollado: Alemania.Ms que la dbil economa rusa, fall entonces la dbil polticade la vanguardia obrera alemana, lo cual se tradujo a su vez enun bloqueo militar y econmico de la URSS y en una respuestadictatorial de la nueva clase burocrtica que se forj a raz deello.

    VII. Una divisin tajante, esencialista y antidialctica, entreeconoma y poltica, entre los capitalistas explotadores y unEstado neutral que tratara a todos los ciudadanos por igual; talneutralidad habra permitido por lo dems a la clase obrera, atravs de la lucha de clases sindical plasmada en legislacin,mejorar sus condiciones de vida. Ciertamente el capitalismotiende a separar diferentes funciones o esferas, entre ellas lasdel Estado, cuya autonoma no es aparente sino real. Con elloel Estado no slo cumple un papel legitimador, sino tambineconmico, pues permite al capital desarrollar libremente sulgica econmica explotadora. Ahora bien, autonoma de esfe-ras no significa esferas independientes. El Estado, en el marcode su autonoma, siempre ha estado al servicio del poder eco-nmico, y ello no slo de forma pasiva o no intervencionista,sino tambin de forma activa, poniendo sus diversas formas defuerza fsica al servicio de la burguesa, y para la contencin dela lucha de clases: legislacin, poder judicial, polica, ejrcito,etc. Pero es sobre todo en la fase imperialista del capitalismocuando la intervencin directa del Estado, poltica y econ-mica, se hace imprescindible para la clase capitalista: sta, enel marco de una competencia cada vez mayor, no puede funcio-nar sin la intervencin continua de su Estado, poltica y econ-

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  • mica, nacional e internacional; unamirada al mundo ms actual de la lla-mada globalizacin, a la interaccin con-tinua que se da entre Estados y capitalesdominantes, permite fcilmente corrobo-rarlo.

    La obra de Heinrich constituye laforma ms radical que puede asumir laizquierda o el marxismo reformista. Enprimer lugar describe y denuncia el capi-talismo como un sistema explotador ydestructivo, pero lo considera en ltimainstancia sostenible, tanto objetivamente,dado que sus inevitables crisis son supe-rables, como subjetivamente, ya que unarevolucin obrera sera una posibilidadms que remota. As el ideal de justiciaanticapitalista resulta a la postre unsueo hermoso, un imposible utpico conel cual regocijarnos pero al cual en reali-dad ni podemos ni debemos acercarnos, afin de no contaminar entre otras cosas supureza ideal. En segundo lugar el Estadose nos ofrece de nuevo como garante deuna cierta justicia social, al poner lmitea los excesos capitalistas. En definitiva,toda la furia anticapitalista que nos pro-mete en un principio esta obra terminadesembocando en armonicismo y refor-mismo. La conclusin es que en verdadno hemos avanzado mucho ni en la teorani en la praxis. Detrs del radicalismomarxista de Heinrich se encuentran unavez ms el dualismo kantiano del pre-ciado e irrealizable deber ser, el refor-mismo de entreguerras, tipo Berstein yKautsky, y, en definitiva, el pensamientodel intelectual pequeo-burgus, cuyaconciencia del deber ser no le permitedar por bueno el mundo existente, perocuyos intereses reales le impelen a man-tener el statu quo, aunque sea, como eneste caso, con un anlisis a negativo,donde la justificacin ltima del capita-lismo descansa sobre una aparente con-dena total del mismo. A Heinrich y sumarxismo podramos aplicarles, sin pecarde excesivamente maliciosos, lo quedeca Trotsky sobre Kautsky: para l larevolucin era un hecho histricamentenecesario y ticamente bueno, eso s,siempre que se tratara de revolucionesocurridas en el pasado o previstas paraun futuro muy lejano, es decir, siempreque l no se hubiera de ver envuelto per-sonalmente en ellas. Por ello al final desu obra, y despus de exponer las mlti-ples objeciones que lo hacen muy pocoprobable, Heinrich puede, de forma asp-tica que esconde cierto halo melanclico,afirmar lo siguiente sobre el comunismo:Pero a pesar de estas dificultades, no seve ningn argumento que explique porqu debera ser imposible en principiouna sociedad comunista.

    Venancio Andreu

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