analisis la carcel y sus consecuencias

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54 Acontecimiento Primavera de 1997 R esultado de la reflexión univer- sitaria y de la presencia com- prometida en las cárceles españolas es el estudio de Jesús Valverde que presentamos. Su autor es profesor de Psicología Diferencial en la Uni- versidad Complutense de Madrid, y es conocido entre los educadores por su obra El proceso de inadapta- ción social (Madrid, Popular, 1988) publicada en esta misma colección. Si aquella era producto de la in- vestigación científica y de la expe- riencia vital por situarse junto a los diferentes y está atravesada del de- seo de ampliar la óptica científica a otros ángulos y no sólo desde la aparente asepsia de los laboratorios, las bibliotecas o los tribunales de justicia, ambos rasgos se acusan en la obra que comentamos. Desde el principio, rezuma deseo de hacer auténtica su tarea investigadora y su práctica pedagógica, liberando a las ciencias sociales de las grandes dosis de ideología con que están mezcladas y que no las hace sino ser presa de los intereses sociales, eco- nómicos y políticos de la sociedad. Precedido de un estimulante prólogo de la Juez de Vigilancia Penitenciaria Manuela Carmena, tres son las partes que advertimos en su obra. La primera, está dedica- da una reflexión sobre la investiga- ción y la intervención en las cien- cias sociales. La segunda, es toda una descripción del internamiento penitenciario y las consecuencias que tiene para la persona que sufre el encarcelamiento. Un acerca- miento riguroso a lo que la cárcel es, lo que la cárcel no hace y lo que la cárcel deshace. Un tercer bloque es dedicado a la reflexión sobre la intervención social en el contexto penitenciario y el éxito que pode- mos esperar de este tratamiento. Le sigue una bibliografía. I. La investigación y la intervención en las ciencias sociales. Destaca su esfuerzo por superar los estrechos límites en que la ob- servación ha colocado a las cien- cias sociales. Como los fenómenos estudiados son complejos e inabar- cables en su totalidad serán perci- bidas por cada persona en función de sus propias consistencias com- portamentales. Eso obliga a optar simplificando el objeto, método de conocimiento y teoría, lo que mu- chas veces ha alterado la explica- ción e intervención en las ciencias sociales. Habrá pues que pregun- tarse ¿qué se observa? ¿quién ob- serva? y ¿desde dónde se observa? El científico no puede evitar construir modelos desde lo que proyecta en función de su forma- ción académica, el propio entorno socializador e incluso la singular biografía, a veces tan «sabia» y pru- dentemente distante de lo estudia- do. Estos han sido, hasta ahora, los límites de la investigación sobre la marginación social, agravados al querer intervenir sobre ella. Para colmo de males, la investi- gación y la intervención han esta- do separadas. La Universidad es el lugar de investigación y del des- compromiso; lo que la convierte en una «jaula de libros» con unos re- sultados superficiales. Por otro lado, los profesionales de la inter- vención trabajan al margen de la teoría. Ambas se necesitan. Y am- bas, deben realizarse desde el com- promiso tantas veces eludido, pues se trata de un conflicto entre subje- tividades: el objetivo es conocer la subjetividad del comportamiento desadaptado y no la manera como lo percibe el investigador. Ésta es una investigación y una intervención centrada en la perso- na y en su vida, y no sólo en las consecuencias de su desadaptación para el sistema social. Una perspec- tiva que asume como centro la per- sona, también para acercarse a la desadaptación social. En esta pers- pectiva el delito no es lo relevante, porque al individuo le pasan otras muchas cosas más; y lo que se pre- tende es hablar de personas y de sus vidas. Seguidamente, nos ofrece un marco teórico para encuadrar la in- tervención. Para ello revisa el para- digma desde el que la psicología diferencial ha venido investigando sobre marginación: la psicología de los rasgos, que entiende la perso- nalidad como un conjunto de es- tructuras disposicionales del sujeto que explicarían su conducta, dando una importancia muy secundaria a Jesús Valverde Molina: La cárcel y sus consecuencias. La intervención sobre la conducta desadaptada Editorial Popular, Colección «Al margen», nº 7, Madrid, 1991, 231 páginas Rafael Soto Miembro del Instituto E. Mounier. El libro del trimestre

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Page 1: Analisis La Carcel y Sus Consecuencias

54 Acontecimiento Primavera de 1997

Resultado de la reflexión univer-sitaria y de la presencia com-

prometida en las cárceles españolases el estudio de Jesús Valverde quepresentamos. Su autor es profesorde Psicología Diferencial en la Uni-versidad Complutense de Madrid, yes conocido entre los educadorespor su obra El proceso de inadapta-ción social (Madrid, Popular, 1988)publicada en esta misma colección.

Si aquella era producto de la in-vestigación científica y de la expe-riencia vital por situarse junto a losdiferentes y está atravesada del de-seo de ampliar la óptica científica aotros ángulos y no sólo desde laaparente asepsia de los laboratorios,las bibliotecas o los tribunales dejusticia, ambos rasgos se acusan enla obra que comentamos. Desde elprincipio, rezuma deseo de hacerauténtica su tarea investigadora ysu práctica pedagógica, liberando alas ciencias sociales de las grandesdosis de ideología con que estánmezcladas y que no las hace sino serpresa de los intereses sociales, eco-nómicos y políticos de la sociedad.

Precedido de un estimulanteprólogo de la Juez de VigilanciaPenitenciaria Manuela Carmena,tres son las partes que advertimosen su obra. La primera, está dedica-da una reflexión sobre la investiga-ción y la intervención en las cien-cias sociales. La segunda, es todauna descripción del internamientopenitenciario y las consecuenciasque tiene para la persona que sufreel encarcelamiento. Un acerca-

miento riguroso a lo que la cárceles, lo que la cárcel no hace y lo quela cárcel deshace. Un tercer bloquees dedicado a la reflexión sobre laintervención social en el contextopenitenciario y el éxito que pode-mos esperar de este tratamiento. Lesigue una bibliografía.

I. La investigación y laintervención en las cienciassociales.

Destaca su esfuerzo por superarlos estrechos límites en que la ob-servación ha colocado a las cien-cias sociales. Como los fenómenosestudiados son complejos e inabar-cables en su totalidad serán perci-bidas por cada persona en funciónde sus propias consistencias com-portamentales. Eso obliga a optarsimplificando el objeto, método deconocimiento y teoría, lo que mu-chas veces ha alterado la explica-ción e intervención en las cienciassociales. Habrá pues que pregun-tarse ¿qué se observa? ¿quién ob-serva? y ¿desde dónde se observa?

El científico no puede evitarconstruir modelos desde lo queproyecta en función de su forma-ción académica, el propio entornosocializador e incluso la singularbiografía, a veces tan «sabia» y pru-dentemente distante de lo estudia-do. Estos han sido, hasta ahora, loslímites de la investigación sobre lamarginación social, agravados alquerer intervenir sobre ella.

Para colmo de males, la investi-gación y la intervención han esta-do separadas. La Universidad es ellugar de investigación y del des-compromiso; lo que la convierte enuna «jaula de libros» con unos re-sultados superficiales. Por otrolado, los profesionales de la inter-vención trabajan al margen de lateoría. Ambas se necesitan. Y am-bas, deben realizarse desde el com-promiso tantas veces eludido, puesse trata de un conflicto entre subje-tividades: el objetivo es conocer lasubjetividad del comportamientodesadaptado y no la manera comolo percibe el investigador.

Ésta es una investigación y unaintervención centrada en la perso-na y en su vida, y no sólo en lasconsecuencias de su desadaptaciónpara el sistema social. Una perspec-tiva que asume como centro la per-sona, también para acercarse a ladesadaptación social. En esta pers-pectiva el delito no es lo relevante,porque al individuo le pasan otrasmuchas cosas más; y lo que se pre-tende es hablar de personas y desus vidas.

Seguidamente, nos ofrece unmarco teórico para encuadrar la in-tervención. Para ello revisa el para-digma desde el que la psicologíadiferencial ha venido investigandosobre marginación: la psicología delos rasgos, que entiende la perso-nalidad como un conjunto de es-tructuras disposicionales del sujetoque explicarían su conducta, dandouna importancia muy secundaria a

Jesús Valverde Molina: La cárcel y sus consecuencias. Laintervención sobre la conducta desadaptadaEditorial Popular, Colección «Al margen», nº 7, Madrid, 1991, 231 páginas

Rafael SotoMiembro del Instituto E. Mounier.

El libro del trimestre

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La cárcel

las influencias ambientales. El con-cepto de rasgo, por su rigidez en losmodelos, resultaba incapaz de ex-plicar los fenómenos y al olvidar elambiente y todo el proceso de ges-tación de los rasgos, favorecía laaplicación de la subjetividad delinvestigador que suele establecercomo normativa universal las nor-mas y valores de su grupo. Eso per-mitía no cuestionar la propia reali-dad. Planteamiento, por lo demás,muy extendido judicialmente: ex-plicar el problema y la responsabi-lidad atendiendo a variables indivi-duales y sin cuestionar la realidadtomada como normativa. Además,hacía difícil justificar cualquier in-tervención, o a lo sumo, al olvidarel ambiente, la centra en el indivi-duo para modificar su conductaconcreta y sólo para evitar las con-secuencias sociales de su conducta.

Si queremos profundizar habráque reformular el concepto de ras-go limitando la generalización eincorporando las variables ambien-tales. Habrá que hacerse cargo deque la conducta está determinadapor variables personales y ambien-tales que interactúan, nada parecefacilitarlo más que hablar de «con-sistencias comportamentales» antesque de rasgos caracteriológicos. Entodo caso, la medida ha de pasar deestar centrada en la «norma» a cen-trarse en la persona, tratando dedescribir al individuo en relación alas condiciones concretas de vidaen su entorno. Hasta ahora, sólo seha investigado al recluso, no alinadaptado en su contexto social, yeso ha orientado la intervenciónhacia la prevención de conductasdesadaptadas, pretendiendo evitarsolamente las consecuencias de de-lito. Sin embargo, una medida cen-trada en la persona no debe cen-trarse en evitar la conducta desa-daptada y sus efectos sobre elsistema social, sino en potenciar eldesarrollo armónico del individuo.Ampliar la prevención pide trabajara favor de la calidad de vida, ac-tuando sobre las carencias ambien-tales que afectan al individuo in-

merso en él, provocándole unasgrandes deficiencias en el desarro-llo de potencialidades cognosciti-vas, emocionales y sociales y unapérdida de expectativas de futuro.Se trata pues de incorporar en lainvestigación y la intervención lasvariables ambientales y la forma enque son subjetivamente percibidaspor el individuo según su peculiaraventura biográfica.

Parece claro que necesitamospartir de un modelo teórico quesurja de la propia realidad en quese manifiesta el problema sobre elque pretendemos intervenir.

Valverde plantea un «modelo in-teractivo del proceso de inadapta-ción social» surgido tras la inter-vención y para dar una respuesta asus demandas. Ampliamente des-crito en la otra obra a la que noshemos referido (recientemente ree-ditada recogiendo las novedadesque plantea la nueva Ley del Me-nor) lo esencial está en que consi-dera toda conducta como adaptati-va a un contexto determinado con-figurador de las particularesconsistencias comportamentalesapropiadas. El proceso de inadapta-ción social pasaría, para los reclu-sos, por dos fases:1ª Inadaptación objetiva, en la que

se busca alcanzar las metas so-ciales por medios distintos a loshabituales y a los consideradoslegítimos. La sociedad, al respon-der –no a sus necesidades, sino alas consecuencias de su conduc-ta para el sistema– tiende, desdela distancia, a psiquiatrizar elproblema o a judicializarlo.

2ª Inadaptación subjetiva. La inter-pretación de la conducta desa-daptada exclusivamente comodelito provoca una intervencióninstitucional que acaba plas-mándose en un internamientoanormalizador que le lleva apercibir su propia vulnerabilidadcuajando en unas consistenciascomportamentales característi-cas del inadaptado convertidoen recluso, pero no como desen-cadenante de la conducta desa-daptada, sino como su conse-cuencia.De ahí, también, una interven-

ción distinta que tiene como objeti-vo la persona como tal y no sóloevitar su comportamiento desadap-tado, y que debe modificar los pa-rámetros ambientales a los que seadapta esa conducta. Una interven-ción, al menos, a tres niveles: pri-mero, previa, entendiendo la pre-vención como el trabajo por la cali-dad de vida que potencie alindividuo en riesgo de marginaciónproporcionándole un entorno sufi-cientemente satisfactorio para quepueda desarrollar sus capacidadesindividuales. Segundo, en la situa-ción de inadaptación objetiva pro-porcionado alternativas de vida alinadaptado. Intervenir sobre el am-biente para modificar sus pautasadaptativas a ese ambiente. Y terce-ro, en la situación de inadaptaciónsubjetiva como intervención recu-peradora. Éste es el ámbito de lasprisiones, el de menos posibilidadesde éxito, y ha de reducirse a retar-dar el proceso de prisionización.

II. El internamientopenitenciario.

Es al mirar a la cárcel cuando elmodelo propuesto se hace especial-mente fructífero y nos permite ob-servar más allá de lo evidente. Paraquienes desconocemos la cárcel, lalectura de estas páginas son un re-corrido comprometido por sus ga-lerías, pues denuncia y propuestason dos rasgos siempre presentes

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La cárcel

en el libro. Sólo el hecho de acer-carnos al ambiente y especialmen-te a la manera en que este es perci-bido por los reclusos, nos permitecomprender la conducta adaptativaque obliga a desarrollar y nos dalas pistas para una intervenciónmedianamente eficaz.

La característica fundamental esel absoluto predominio de los plan-teamientos judiciales que subrayanel control social y relegan los as-pectos terapéuticos a un último lu-gar. Todo está reglamentado en unambiente que transmite una granviolencia junto a un considerablevacío de contenido que ahuyentatoda responsabilización imprescin-dible para una adaptación a la si-tuación de libertad. Al pasear, de lamano del libro, por la arquitectura,la vida, y el personal de las institu-ciones penitenciarias, no puede evi-tarse tener la sensación de un malé-fico desdoble. Los principios políti-cos, recogidos y amparados por lalegislación, son para la sociedad; elsevero control del reglamento parael inadaptado. Unos, todos los dere-chos, y sólo derechos. Otros, todoslos deberes, y sólo deberes.

Más espeluznante es la denunciaque se hace de las consecuenciasdel internamiento penitenciario.Claro que para ello es imprescindi-ble observar desde una distancia lomás corta posible, desde donde lavida –toda vida humana– se hacesignificativa, razonable y normal.Sin pretender justificar, pero tam-poco juzgar.

Como toda conducta tiene una fi-nalidad adaptativa para responder alas demandas del medio en que sedesenvuelve, el anormal entorno dela cárcel tiene unas consecuenciassomáticas, psicológicas y socialessobre el individuo, que irán cuajan-do en unas pautas comportamenta-les. Lo paradójico es que en la cárcella adopción de muchas de las pautasconsideradas «adaptadas» en la so-ciedad de fuera resultarían clara-mente inadaptadas, ineficaces y aúnpeligrosas. Se trata de un ambiente

total, un auténtico sistema social al-ternativo, ante el que el individuo notiene ningún control sobre su vida.La capacidad de elección está redu-cida a adaptarse pasivamente a lascontigencias ambientales que en-cuentra. Lo absolutamente grave esque la cárcel exige para sobrevivirunas consistencias comportamenta-les, una adaptación a su anormali-dad, que agrava el proceso de ina-daptación social e impedirá una vidanormalizada en la sociedad.

III. La intervención en elcontexto penitenciario.

El educador y el investigadorterminan en un inevitable análisise implicación políticos. En la nue-va situación desideologizada y conel poder como fin en sí mismo, lasinstituciones penitenciarias han re-sultado peligrosas: en la transiciónse optó por una reforma, bloquea-da por la imagen de «inseguridadciudadana» referida principalmentea los pequeños delincuentes, lo quecambió la actitud social e hizo te-ner en cuenta que el problema delas cárceles no iba a dar votos,aunque sí podía quitarlos. Se pasóa construir más cárceles, pero nomejores. El objetivo político es queno se hable de las cárceles; que lasociedad las olvide pudorosamente.Incluso los mas progresistas tienenuna amnesia sobre la cárcel.

Fracasada como institución recu-peradora y dejando mucho que de-sear como institución coactiva, sólo

consigue nuevas conductas desa-daptadas. La desprisionización -re-tardar las consecuencias desestuc-turadoras para la persona- es el ob-jetivo prioritario de la intervención,por lo que habrá que diseñar estra-tegias de intervención ambientalque hagan posible modificar las es-tructuras penitenciarias causantesde esa «anormalización adaptativa».Esta es la perspectiva desde la quese puede y se debe trabajar en laprisión. Sólo para incidir sobre lasconsecuencias sobre las personasque allí viven y no para tratar laconducta desadaptada previa.

La intervención, de la que elpropio Valverde, con sus alumnosde Facultad, ha coordinado unosinteresantes programas con jóvenespreventivos en Carabanchel y en laCentral de Observación Penitencia-ria, es un esfuerzo por abandonarla seguridad del bagaje científico ytécnico para acercarse a la realidadbiográfica del inadaptado y diseñaruna intervención recuperadora queaminore los efectos de la prisión yle ayude a sobrevivir. Los progra-mas muestran la diversidad de po-sibilidades que, con creatividad ycompromiso, pueden abrirse parapaliar el deterioro: videoforum,dramatización, taller de prensa, de-portes, fiestas lúdicas, desde losque trabajar las habilidades socia-les, alfabetización e iniciación a lalectura, en el ámbito escolar, tallerde técnicas de búsqueda de empleo,en el ámbito laboral…

Sorprendentemente –aunque aesta altura del libro comprendemosmejor lo que se esconde tras la cár-cel– estos programas fueron cance-lados brutalmente sin aviso y sinjustificación, porque sus objetivosresultaban incompatibles con la ins-titución penitenciaria, que lo consi-deró una amenaza al control regi-mental, y a la tendencia social aocultar la cárcel. Con el horizontepuesto en ofrecer alternativas a unainstitución tan ampliamente fraca-sada, hay pues que preguntarse:¿Para qué sirve la cárcel?