análisis de la obra la liturgia como centro de la vida cristiana - walter kasper

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IEMPOS, LUGARES Y SIGNOS SAGRADOS EN UN MUNDO MUNDANIZADO. WALTER KASPER] “LA LITURGIA COMO CENTRO DE LA VIDA CRISTIANASAMUEL NICOLÁS VITRERAS LEAL BACHILLER CANÓNICO EN TEOLOGÍA PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE VALPARAÍSO VALPARAÍSO, 2015

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Considera los capítulos de Walter Kaspero, sobre la obra "La Liturgia como centro de la vida cristiana"

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Tiempos, lugares y signos sagrados en un mundo mundanizado. Walter Kasper

La liturgia como centro de la vida cristiana

Samuel Nicols Vitreras Leal

Bachiller Cannico en Teologa Pontificia Universidad Catlica de Valparaso Valparaso, 2015

[Tiempos, lugares y signos sagrados en un mundo mundanizado. Walter Kasper]

1. Prembulo de la obraWalter Kasper, uno de los autores de esta obra, naci hacia el ao 1933. Es doctor en teologa y profesor de dogmtica. Obispo de Rottenburg-Stuttgart desde 1989 hasta 1999. Fue nombrado presidente del Consejo Pontificio para Promocin de la Unidad de los Cristianos, y elevado a cardenal en 2001.En cuanto a esta obra, y siguiendo los lineamientos del Concilio Vaticano II, en la Sacrosactum Concilium, se sabe ya que la liturgia es el punto culminante al que tienden todas las acciones de la Iglesia y, a su vez, la fuente de la que brota toda su fuerza. Dicho de otra manera, viene a ser la realizacin del ministerio sacerdotal de Cristo, del que estn indisolublemente unidas la glorificacin de Dios y la santificacin de los hombres. Por lo mismo, entonces, la liturgia es accin sacra en un sentido eminente, pues constituye el centro y el corazn de la realizacin de la Iglesia.

Es por esto que se establece como tarea permanente el descubrir a los fieles la excelencia, la belleza y la profundidad espiritual de la liturgia, de manera tal que sea posible para todos una participacin activa y saludable. Conscientes de esto, de las dificultades y de la necesidad de una renovada reforma litrgica, la mirada debe estar puesta en tener como punto de partida la concepcin eclesial de la liturgia; y es que una renovacin de la liturgia no puede nunca consistir en una ruptura con la tradicin. Muy por el contrario, en una renovacin desde el espritu de la misma liturgia y de su tradicin, que viene a ser justamente una tradicin viva. Slo de esta manera se capacitar el espritu de los hombres para la liturgia y los ayudar a experimentarla como un verdadero lugar de encuentro con Dios, y a participar activamente y con gozo en ella.De acuerdo, por tanto, con lo recin mencionado, los autores de este libro exponen diversos impulsos y perspectivas teolgicas y pastorales, con el fin de hacer ms comprensible y aprehensible el sentido profundo de la liturgia.

2. Lo sagrado en un mundo mundanizado. Una descripcin y un anlisis contingenteAhora bien, en cuanto a los elementos ms descriptivos del texto de Walter Kasper, podemos exponer que nuestro autor realiza un prembulo dialgico entre lo sacro y lo profano, haciendo de esto su antesala preparatoria para el tema en que tiene puesta toda su atencin: tiempos, lugares y signos sagrados, en un mundo secular. Se trata de una reflexin sobre el espritu y el sentido de la liturgia frente a la crisis de la modernidad, en un enfrentamiento con el espritu del tiempo.2.1 Prembulo introductorio

Partiremos con la premisa heideggeriana de la cual se toma Kasper para dar el puntapi de inicio a su reflexin sobre la situacin en la que nos encontramos hoy: el mundo se ha mundanizado; en otras palabras, lo sacro efectivamente an puede desempear un papel dentro del mbito privado y personal, sin embargo, ya no tiene cabida en el mbito pblico. Y es que de alguna manera, y en nombre de la tolerancia, paradjicamente se ha intentado desterrar de la escena pblica los signos, los lugares y los tiempos sagrados, quitndoles as su funcin unificadora.El problema de esto es que se ha confundido, quizs no en la teora, pero s en la praxis, lo sacro con lo profano. Pero ambos conceptos no pertenecen a un juego antinmico, no son excluyentes entre s. Los paganos s conocen de tiempos sagrados, de lugares sagrados, de signos sagrados.

Efectivamente lo sacro, etimolgicamente hablando, viene a hacer alusin a aquello que est aparte, delimitado, separado del conjunto. Pero, cuando lo sacro y lo profano estn tan relacionados entre s, la prdida de lo sacro significar necesariamente la prdida de lo profano tambin. Profano nos entrega la acepcin de aquello que est delante del fanum, del santuario. Entonces, si no est lo sacro, no habr nada delante, ambos espacios desaparecen. El problema de esto es que cuando la distincin entre lo sacro y lo profano falta, entonces todo es indiferente, uniformemente montono, todo se vuelve gris sobre gris, y nuestro mundo se desencanta, perdiendo su capacidad de asombro.De esta prdida del asombro deriva una cierta nostalgia o melancola, aquel sentimiento de que algo hace falta. Por lo mismo, muchos hoy en da se encuentran en bsqueda de ese algo que sustituya la religin; refugindose as en ms de alguna ocasin en el arte. Por ello no es de extraar que haya ms personas de las que imaginamos que se encuentren en el peldao de la bsqueda, en camino hacia lugares y tiempos sacros.2.2 Tiempos sagrados

En cuanto a esta cuestin, es sabido que el primero de los dos relatos bblicos est elaborado sobre el esquema de los siete das. Pero esto quiere decir que, a pesar de que el mundo fue hecho en seis das, no son importantes slo los seis primeros, sino tambin el sptimo. Ms an, podramos establecer que la obra creadora no lleg a su plenitud hasta el da sptimo, en que Dios descansa. De esta manera entonces, Dios pone aparte el da sptimo, y no slo eso, sino que adems lo bendice y lo convierte en un ordenamiento salvfico y una bendicin para los hombres. Por tanto, el da sptimo y el descanso de Dios vienen a ser la consumacin del mundo y, a su vez, forman parte de la estructura del universo.

Por tanto, bajo estos preceptos divinos, cuando el hombre imita el descanso de Dios y participa de l, la eternidad aparece y se anticipa en el tiempo. Por ello entonces cuando Jesucristo responde ante la acusacin de quebrantar el sbado, lo que en rigor hace es devolverle al sbado su significacin originaria, como un da que pertenece a Dios y est al servicio del bienestar y de la salvacin del hombre. De esto mismo es lo que se toma la Iglesia al considerar el da domingo como da del Seor, pues este da es aquel en que Jess entra en el descanso eterno de Dios y, como Pueblo de Dios peregrino, esta Iglesia camina hacia el descanso de Dios, celebrando ya por anticipado este descanso en la liturgia.Sin embargo, hoy en da, el da domingo se ha reduco a ser el ltimo da de la semana, en el que se dedican ms horas al sueo y se recuperan energas para los nuevos trabajos, pasando a ser, por consiguiente, de nuestro mundo laboral. Lo mismo ha ocurrido con los das festivos religiosos. La pregunta entonces que permanece existen siquiera los tiempos sacros? Para muchos hoy el concepto de sagrado se ha limitado a aquel tiempo de vacaciones, que debe ser llenado con otro tipo de actividades. Esta prdida de los tiempos sacros no viene a ser ms que una porcin de nuestra inhumanidad, hija del modernismo y del fetichismo de la autorrealizacin.

2.3 Lugares sagradosAhora bien, en cuanto a los lugares sagrados, a diferencia de los tiempos sagrados, no los encontramos en la historia de la creacin. Los lugares sagrados vienen a dar inicio con la historia de salvacin que comienza con Abraham donde fueron enterrados l, sus hijos y familia-. Asimismo Moiss en el Sina, o David con Salomn, que pasa a ocupar el primer plano el templo. Justamente con esto ltimo, y con todo un respaldo en la historia de salvacin plasmada en las Sagradas Escrituras, el templo se consagrar como recinto sagrado y, ms an, como el punto de interseccin entre este mundo y el mundo divino. Para el Jess mismo resulta no menor esta cuestin. Ensear en el templo; peregrina a Jerusaln y al templo; purifica el templo; no tolera que sea profanado y convertido en cueva de ladrones. Y, ms an, interpretando en sentido cristolgico la escritura neotestamentaria, l mismo habla de su cuerpo como templo. l es el templo de Dios en persona.

Este templo es sagrado; no debe ser profanado. Por ello, la Iglesia, reunida en asamblea, como cuerpo de Jesucristo, es el templo de Dios. Pero esta asamblea tiene un lugar en el que reunirse. De ah que, poco despus del cambio constantinopolitano, cuando la Iglesia pudo erigir sus propios templos, el lugar de reunin de la comunidad fue considerado lugar sacro.Sin embargo, hoy en da la iglesia, como edificio, se ha convertido a menudo en un lugar de reunin, en centro de la comunidad, en un aula para conciertos, o en museos. Cabra preguntarse entonces Quin siente todava, como Moiss en el ardiente suelo: Desclzate, porque la tierra que pisas es santa! (Ex 3,5).

2.4 Signos sagradosEn cuanto a los signos sagrados, en el Antiguo Testamento, lo sacro era todo cuanto estaba relacionado con el culto. Pero esto pasa a un segundo plano en el Nuevo Testamento. Y es que no significa que en la escritura neotestamentaria no existan signos sacros, pues los encontramos en la ltima cena, donde Jess ofrece a sus discpulos pan y vino como su cuerpo y su sangre. Por lo mismo, estos textos han sido transmitidos como textos sagrados, y as el pan y el vino son entendidos como signos sacramentales, lo mismo que el agua en el bautismo, el leo en la uncin sacramental y la imposicin de manos en la ordenacin.De acuerdo con esto entonces, ha de tenerse en claro que diferenciar no significa dividir, es decir, por ejemplo, la eucarista ha de diferenciarse de la celebracin del gape fraternal. La eucarista es una celebracin comunitaria, y tiene significacin creadora de comunin. No se puede distribuir el pan eucarstico sin distribuir tambin el pan material.

3. Anlisis teolgico litrgico Partamos exponiendo que, de acuerdo con todo lo expuesto, no todo es igual en el mundo. Existe una diferencia cualitativa entre lo sacro y lo profano. Por lo mismo, se subentiende que hoy en da, en el mbito cristiano existen tambin tiempos sacros, lugares sacros y signos sacros. Desde ya, el da domingo como da del Seor u otro da celebrativo-, el templo, los sacramentos, y la liturgia misma -como la actividad sacra propia de la Iglesia-, vienen a ser los puntos de interseccin donde confluyen lo humano y lo divino, los puntos de encuentro entre Dios y el hombre. Por lo mismo, no es de extraar que Dios permita que el mundo participe de su ser, pero a su vez se mantiene trascendente respecto del mundo. Dios no es una parte del mundo. Aun as, Dios penetra plenamente en este mundo en virtud de la encarnacin de Jess. Se hace hombre, pero no se convierte en una pieza o parte del mundo, sino ms bien, en l se encuentran la divinidad y la humanidad sin confusin, sin cambio, sin divisin, sin separacin. En otras palabras, Dios se entrega y penetra enteramente en nuestro mundo, pero de una manera tan radical, que se manifiesta como Dios. De ah entonces que estos signos sacros sean a su vez la mxima proximidad y comunin como tambin los signos de mximo distanciamiento. A la mayor cercana le corresponde la mayor diferencia, y a la mxima diferencia la mxima cercana y comunin. En estos signos, tiempos y lugares se manifiesta Dios como el Santo, como lo verdaderamente Sacro; pero, por lo mismo, en ellos se comunica sin ser disponible, verificable, cosificable, ni objetivable. En conclusin, el concepto de ser cristiano es un concepto que se debe aprender a deletrear de nuevo sacramentalmente, para que se lleguen a entender en aquellos lugares, tiempos y signos a modo de iconos que hagan presente ese algo de lo sacro, pero sin convertirlo en palpable, cosificable.

La liturgia es culto a Dios, pero no es nunca solamente celebracin comunitaria. Lo que se necesita, ms que una reforma, es una renovada cultura litrgica sacramental, en la que la liturgia sea epifana, donde se experiencia la excelsitud y la ilimitada fascinacin por Dios.

4. Reflexin teolgicaEs cierto, la liturgia es irrupcin de lo cotidiano. Pero est, en razn de lo expuesto, referida de mltiples maneras a la vida cotidiana. La liturgia, desde ya, acompaa en los diversos momentos de la vida eclesial. No obstante, en cuanto a su significacin, no puede reducirse a la mera ejecucin de los actos del culto. Desde ya, no pueden existir por separado, o independientemente, el culto a Dios por un lado y la vida cotidiana por el otro, sino ms bien, es la vida cotidiana misma la que ha de estar acuada, impregnada, por el culto divino. Por lo mismo, si la Iglesia no pretende mostrarse dura de corazn, con una interpretacin doctrinal rigurosa, y de escaso crdito en su praxis sacramental, entonces debe avanzar en el futuro en esa direccin.

Se ha de aadir entonces una nueva idea sobre liturgia y misin, ya que, como la Iglesia es dinmica, el carcter misionero de la liturgia exige una permanente inculturacin. No obstante, no se trata de una simple aceptacin de otros ritos; el carcter misionero de la liturgia no puede desembocar en una instrumentalizacin del culto, sino ms bien, se trata de comprender tanto la palabra como el signo, de acomodarse a las diversas circunstancias culturales. La liturgia, entonces, debe resplandecer de nuevo a travs de la palabra y de los smbolos, y ser as manifestacin de la transformacin escatolgica de toda la realidad eclesial.

5. Pensamiento pastoral de las prcticas litrgicasHemos de tener claridad, como hemos visto con Kasper, en su parte de la obra La liturgia como centro de la vida cristiana, que no est interesado en ayudas litrgicas concretas, sino ms bien en una orientacin teolgica bsica. Por lo mismo, su planteamiento fue acusadamente antropolgico, es decir, la liturgia al servicio del hombre, como aquella que aparece desde el principio en el campo de visin como acontecimiento espacio-temporal. En otras palabras, el desarrollo de este trabajo nos abre la visin desde una perspectiva absolutamente encarnativa, sobre todo en un contexto eclesiolgico eucarstico. Es la Iglesia la que se construye como communio eucarstica, esto es, que no aparece solo el sacerdote en el campo de visin, sino la comunidad entera, la asamblea reunida, la Iglesia. Por ello es que se requiere entonces de una permanente inculturacin que no sea distante de la realidad, sino una que se remita a la pluralidad de otras formas de culto junto a la celebracin eucarstica. No obstante, el tema aqu no radica en una transmisin de la formacin litrgica en razn de una mera instruccin cognitiva. No. Ms bien, desempea aqu un papel esencial el recurso experiencial, del que forma parte la emocin y la corporeidad. Y es que la consideracin del sujeto, de la persona ntegramente, no debe ser ajena a la liturgia, sino ms bien algo esencial al acto litrgico. Por lo mismo, es importante que se disponga de criterios idneos para poder adecuar virtuosamente las formas concretas de la liturgia en el proceso de la inculturacin. Queda determinado entonces que hay claridad al momento de definir el qu de la liturgia, y esto es, que teologa de la liturgia significa que Dios acta en la liturgia a travs de Jesucristo, y que nosotros slo podemos actuar con l y por medio de l. No obstante, nuestro problema radica y se delimita an ms a definir el cmo; y esto significa que la pregunta permanece; nuestra bsqueda se remite entonces a encontrar el punto exacto de la coordinacin entre experiencia vital y tradicin de fe.6. Bibliografa Augustin, G.; Koch, K.; Kasper, W.; otros. La liturgia como centro de la vida Cristiana. Presencia Teolgica. Santander, 2013.7