análisis cualitativo, sociología e historia

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  • 8/19/2019 Análisis cualitativo, sociología e historia

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    Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos ires – Facultad de Ciencias Humanas

    V Encuentro Nacional y II Latinoamericano La Universidad como objeto de investigación

     ANÁLISIS CUALITATIVO, SOCIOLOGÍA E HISTORIA

     Jorge Bartolucci

    Instituto de Investigación sobre la Universidad y la educación. UNAME-mail: [email protected] Hechos sociales, análisis cualitativo, sociología e historia

    Presentación del problema

    El objetivo de esta ponencia sobre el análisis cualitativo es referir un modo específico de observar y analizar los fenómenos

    históricos y sociales. Comenzaré relatando una anécdota extraída del trabajo de campo que realicé durante una investigación

    sobre la modernización de la astronomía mexicana. En una de las jornadas de la 1ra. Escuela de Astrofísica celebrada en

    México a principios de 1993, le pedí a su organizador que me permitiera distribuir un cuestionario entre los asistentes. El

    asintió de buen agrado y me presentó ante los concurrentes como un sociólogo que estaba haciendo una investigación sobre

    los astrónomos en México. Con la intención de predisponer favorablemente al auditorio y hacer que sus colegas colaboraran

    con mi investigación, señalando con el puntero hacia un dibujo que había hecho en el rotafolio, concluyó con la siguiente

    frase: "Nosotros observamos las estrellas y Jorge nos observa a nosotros". La simpática comparación hizo que la gente

    riera, sin embargo la misma apuntaba a algo más serio de lo que resulta a simple vista.

    La astronomía y la sociología se asemejan bastante. Ambas son ciencias observacionales, ciencias de realidad, como diría Max

     Weber; de manera que solo podemos recabar información de sucesos que no son reproducibles por la vía experimental.

    Nuestros procedimientos analíticos también se parecen. Al sernos negada la posibilidad de experimentar con los hechos que

    estudiamos, no nos ha quedado mas remedio que hacer lo posible por recrearlos analíticamente, lo cual equivale a algo así como

    a experimentar con la mente. Cuando un hecho llama nuestra atención y nos preguntamos por sus causas e implicaciones, unos y

    otros lo observamos detenidamente y ponemos bajo consideración todas las conexiones que en términos del conocimiento

    empírico y teórico disponible y las reglas de la lógica resulten pertinentes. 

    Para explicar porqué un fenómeno celeste aparece de esa y no de otra manera, el astrónomo recurre a una idea; o sea, crea un

    modelo perfecto de acuerdo con las leyes de la física y apoyado en las matemáticas que le permite anticipar la clase de información

    que cabe esperar recibir según las condiciones planteadas por el mismo. En caso de no recibir la información esperada, se pone a

    conjeturar sobre los factores físicos y químicos que estarán influyendo en las variaciones detectadas.  Al observar los hechos

    sociales, los sociólogos también recurrimos a este mismo tipo de relaciones conceptuales, donde reunimos determinados hechos y

    procesos de la realidad histórica en un cosmos social, que como los modelos de la física y las matemáticas, en nuestra mente aparecen

    carentes de contradicciones. Esa construcción mental es una herramienta intelectual similar a la que usa el astrónomo y sirve

    como marco de referencia para guiar nuestro razonamiento. Cuando suponemos que bajo determinadas condiciones, en un hecho

    ISBN 978-950-658-187-9 1

    mailto:[email protected]:[email protected]

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    social operan conexiones de sentido que en alguna medida corresponden a la del tipo abstractamente representado en esa

    construcción, podemos ilustrar y volver comprensible la especificación de tales conexiones mediante juicios de imputación lógica

    y/o empírica.1 

    La constitución de la sociedad

    Pero entre la observación de los hechos naturales y la sociológica hay una diferencia insalvable. Los hechos, datos y sucesos

    que aborda el astrónomo o el físico, solo son  significativos dentro del ámbito de la física y de las matemáticas, no

    representan valor alguno para los cuerpos que estudia. Tal como lo explora el especialista en ciencias naturales, el mundo de la

    naturaleza no significa nada para las moléculas, átomos y electrones que hay en él. Los astros no tienen una

    interpretación de sí mismos ni del lugar que ocupan dentro de una galaxia o del cosmos, como tampoco la tienen de su orbita o

    de su origen y evolución. Dichas posiciones no asumen ningún valor para ellos ni establecen relaciones de cooperación o conflicto

    con el objeto de modificarlas. Quiere decir que los hechos naturales son significativos solamente desde un punto de vista

    astronómico, no revelan estructuras intrínsecas de significado. Este no es inherente a la naturaleza como tal, sino que constituyeel resultado de la actividad selectiva e interpretativa que el científico realiza al estudiarla. 

    En cambio, para la sociología los hechos puros y simples no existen. La experiencia social es inseparable de la acción reflexiva

    mediante la cual le atribuimos sentido a nuestras acciones y a las de los demás y le conferimos valor y significado a

    las cosas, a las ideas e inclusive a otros hombres. Desde las obras clásicas de la sociología, particularmente las de Durkheim y

     Weber, sabemos que el carácter social de un fenómeno es algo que éste no posee objetivamente, sino que está sobrepuesto. Por

    ejemplo, de acuerdo con Emile Durkheim, el carácter sagrado que reviste a los objetos religiosos no está implicado en sus

    propiedades intrínsecas, sino que resulta del valor que le adjudican los creyentes. 2 Igualmente, la premisa fundamental de la

    sociología de Max Weber, es que la realidad social es un ente que no tiene sentido propio fuera del que le dan

    los sujetos que la producen y reproducen.3 

    Mediante esas construcciones de sentido acerca de la vida cotidiana interpretamos, representamos,

    justificamos y expresamos el mundo en que vivimos y seleccionamos la parte que cotidianamente

    reconocemos como nuestra realidad. Esos objetos de pensamiento motivan nuestra conducta y nos ayudan a

    orientarnos dentro de nuestro medio natural y a relacionarnos con el. Esto se llama nada más ni nada menos quecultura. Max Weber definió el concepto de cultura como un concepto de valor. Los hombres nos relacionamos con la

    realidad mediante ideas de valor y en dicha relación solo algunos elementos de la misma se vuelven significativos. Motivado por

    esas ideas nuestro interés resalta  una pequeña parte de la realidad, la cual  adquiere una relevancia especial para nosotros. Ella exhibe

    relaciones que juzgamos importantes a causa de su ligazón con aquello que vale desde nuestro punto de vista. Como resultado de este

    proceso significativo de la realidad, el mundo social al que pertenecemos, con todas sus manifestaciones físicas o

    1

     Max Weber, Ensayos de metodología sociológica, Amorrortu, 1978, Pág., 792 Emile Durkheim, Las formas elementales de la vida religiosa, Ediciones Coyoacán, México, 2001.3 Max Weber, Ensayos sobre metodología sociológica, Amorrortu Editores, Bs. As. 2001

    ISBN 978-950-658-187-9 2

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    simbólicas, adquiere una textura de sentidos que es cimentada y compartida socialmente.4 

     Toda interpretación de este mundo como un mundo organizado se basa en un acervo de experiencias previas

    sobre él que nos han sido transmitidas por la familia, la escuela, los medios de comunicación, las instituciones,

    etc. A este acervo de conocimientos pertenece nuestra convicción de que el mundo en que vivimos es un

    mundo más o menos bien determinado, con cualidades bastante definidas que oponen resistencia pero quetambién nos permiten actuar. Aunque esta comprensión y entendimiento tiene ciertos límites, para muchos

    fines prácticos basta como esquema de referencia. Podemos entender la conducta de nuestros semejantes

    porque presumimos que ellos comprenden y comparten nuestras propias acciones. Esa textura de sentido es

    sostenida y reproducida Ínter subjetivamente.

    Por consiguiente, el carácter social de un hecho radica en que deriva de un proceso interactivo de constitución compartida de la realidad. En

    sentido estricto, un hecho es social porque en sí mismo es una construcción social. Lo cual es muy distinto a llamarlo así en virtud de lassupuestas relaciones que guarda con factores vulgarmente llamados sociales. Pongamos por caso a la ciencia.  Todo nuestro

    conocimiento del mundo, vulgar o científico, supone construcciones mentales, es decir, abstracciones,

    generalizaciones, formalizaciones e idealizaciones sobre los hechos que experimentamos directa o

    indirectamente.5  Dichas representaciones son al mismo tiempo conocimientos y referentes para orientar

    nuestro comportamiento en sociedad, y pueden asumir formas rudimentarias como las opiniones e ideas que

    expresamos cotidianamente o formas más elaboradas como los mitos, las ideologías, las religiones y aún la

    ciencia misma. La naturaleza social de la ciencia no reside simplemente en los vínculos que ésta mantiene, por ejemplo, con la

    economía y la política. Al igual que cualquier otra forma de significación de la realidad, la razón científica es una construcción

    social, cultural, que ofrece una manera específica de representarnos el mundo físico y social, y que responde a

    principios que son válidos exclusivamente para quienes de una u otra manera compartimos una forma

    particular de racionalizar el conocimiento sobre la vida que nos circunda.  Su misma existencia es resultado de la

    interacción motivada entre individuos que compartimos intereses y valores inherentes a una forma peculiar de producir y transmitir el

    conocimiento. Esto fue lo que subrayó Max Weber al decir que “la verdad científica es lo que pretende valer para todos

    aquellos que quieren la verdad”.6

     Convengamos con Weber, que no es casual que haya sido únicamente en los países occidentales donde la

    ciencia adoptó la forma y el contenido que hoy le conocemos. Con el arte aconteció lo mismo, ya que sólo a

    Occidente le fue dado ser la cuna de la literatura impresa y la notación musical. Fuera de Occidente tampoco

    existió una ciencia jurídica racional y una administración que dotó a la actividad económica de la exactitud

    técnico-jurídica que la caracteriza. Es obvio que en cada uno de estos casos, se trata de un racionalismo

    específico y peculiar de la civilización de occidente. También lo es que en todas las esferas de la vida y en

    4 Max Weber, Ensayos de Metodología sociológica, Amorrortu, Bs. As., 2001, Pág., 655 Alfred Schutz, Amorrortu Editores, Bs. As., 19746 Max Weber, Ensayos de Metodología sociológica, Amorrortu, Bs. As., 2001, Pág., 73

    ISBN 978-950-658-187-9 3

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    todas partes se han llevado y se llevan a cabo procesos de racionalización, y que lo que podemos considerar

    racional desde un punto de vista puede parecer irracional desde otro. Lo esencial de su especificidad histórica

    y cultural es, justamente, cuál o cuáles de dichas esferas fueron o son racionalizadas en su momento y desde

    qué punto de vista.7 

    El enfoque sociológico

    En la medida que los hechos, datos y sucesos que interesan a las ciencias sociales corresponden a una entidad tan específica, no es posible

    estudiarlos como se hace con los fenómenos pertenecientes a la esfera natural. En esta última, reunimos hechos y regularidades que

    explicamos remitiéndolos a leyes fundamentales del acaecer natural. En cambio, para explicar un hecho social, no basta con

    remitirlo a otros de mayor generalidad. Estamos obligados a producir un conocimiento que dé cuenta de la compleja

    serie de interacciones significativas que desde su origen le adjudicaron algún sentido particular a su existencia y merced a la cual

    sigue vigente y se reproduce; o por la misma vía, a dar cuenta de los procesos que condujeron a su fin o produjeron algún cambio.

    Para el conocimiento de los fenómenos históricos y sociales, las leyes más generales tienen valor, pero no en el mismo sentido que lo

    tienen para las ciencias naturales. En nuestro caso las regularidades del acontecer social no son el fin del conocimiento social, sino sólo

    un medio para guiar la búsqueda de explicaciones a la particularidad histórica. Dicho sea en palabras de Max Weber, en

    cuanto se trata de la individualidad de un fenómeno, la pregunta por la causa no inquiere por leyes sino por

    conexiones causales concretas: no pregunta bajo qué formula ha de subsumirse el fenómeno como espécimen, sino cual es la

    constelación individual a la que debe imputarse en cuanto resultado.8 

    El análisis cualitativo

    Con base en el razonamiento seguido hasta aquí, cae por su propio peso la conclusión de que el estudio de la

    sociedad remite inevitablemente a fenómenos de corte cualitativo. Vulgarmente, el análisis cualitativo se identifica con

    algunos procedimientos y operaciones técnicas usadas para recabar información que se diferencian de otros

    considerados cuantitativos. En cambio, desde esta postura sociológica la diferencia radica más en un asunto de naturaleza

    teórica que técnica. Me refiero a un modo específico de encarar el mundo empírico mediante una estrategia analítica

    que permite observar y analizar los hechos sociales sin perder de vista el cimiento básico de la vida social. 9 O

    sea, la interacción significativa entre individuos que persiguen fines diversos y cuentan con recursos y marcos dereferencia acordes a los intereses y percepciones particulares que han ido forjando a lo largo de su experiencia vital.

    Una estrategia analítica de este tipo requiere, ante todo, hacer a un lado la tentación intelectual de recurrir a las

    generalizaciones sociales para explicar mecánica, directa y unilateralmente lo observado. Hacerlo equivale a caer

    constantemente en ilusiones simplificadoras de la realidad social. Los factores sociales no están escindidos de las

    problemáticas individuales, son hechos vivos que están presentes en la realidad cotidiana de las personas. Acordemos

    7 Max Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Ediciones Coyoacán, México, 19948 Max Weber, Ensayos sobre metodología sociológica, Amorrortu, Bs. As., 2001, Pág., 689 Alfred Schutz, El problema de la realidad social, Amorrortu, Bs. As., 1974, Pág., 37

    ISBN 978-950-658-187-9 4

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    con Wright Mills que cuando las clases suben o bajan, un hombre tiene trabajo o no lo tiene, cuando la proporción de

    las inversiones aumenta o disminuye, un hombre toma nuevos alientos o se arruina, cuando sobrevienen

    guerras, un agente de seguros se convierte en un lanzador de cohetes, un oficinista en un experto en radar, las mujeres viven

    solas y los niños crecen sin padre. Ni la vida de un individuo ni la historia de una sociedad son comprensibles sin relacionar

    ambos niveles de la realidad.10

     En reciprocidad con el pensamiento de Mills, en lugar de explicar la conducta humana como producto mecánico de la

    obediencia o de la presión de las circunstancias estructurales, se plantea la necesidad de considerar dichas

    generalidades a partir de la forma como son o fueron registradas y representadas socialmente por los propios sujetos.

    Indefectiblemente, el ejercicio de la significación de la realidad social representa un margen de libertad que,

    por mínima que sea, pone de manifiesto una elección mediante la cual, las personas toman las oportunidades

    que se les presentan en el marco de las restricciones que les son inherentes. Al no ser determinada, la

    conducta social nunca es completamente previsible; por el contrario, es siempre contingente.

     Asumamos que los protagonistas de cualquier hecho social son personas que en su vida cotidiana se ven obligados

    a responder a las demandas que se derivan de realidades personales complejas. Si se pierde de vista esta obviedad, lo cual es

    bastante frecuente, el observador queda situado frente a los hechos como si las vidas de los protagonistas se redujeran solamente

    al lado que motiva algún interés cognoscitivo en particular. Observados fuera de su contexto social real se convierten

    exclusivamente en estudiantes, maestros, científicos, obreros o empresarios, por mencionar algunos ejemplos. Lo más grave del

    caso es que la actuación de los sujetos siempre es entendida como respuesta a las determinaciones unilaterales que impone el

    sistema social de referencia. Desde esa perspectiva, resulta imposible distinguir el valor y el significado que los sujetos le

    otorgan a la parte de su realidad que cae dentro del objeto de estudio y comprender el sentido que asume para ellos en el

    complejo de sus respectivas problemáticas de vida.

    El valor de un acervo empírico que remite a cualquier aspecto de la vida social e histórica, reside en que

    facilita el acceso al sentido que puede haber tenido la situación específica bajo estudio, desde el punto de vista

    de quienes se vieron involucraron en procesos de interacción delimitados socialmente. No porque sea

    evidencia de algo particular que requiere ser explicado mediante generalizaciones.

    Los factores sociales se observan bajo la luz de una construcción significativa sobre lo que pudiera ser

    pertinente y con tal base, aceptable y deseable, para sujetos situados socialmente. Veamos sino los estudios de

    Michel Crozier sobre las organizaciones complejas. Su obra subraya que el hombre no puede ser considerado

    como si fuera “una mano”, supuesto implícitamente por la teoría tayloriana de organización, ni tampoco

    como “una mano y un corazón”, como proclaman los que abogan por el movimiento de las relaciones

    humanas. Antes que nada, el hombre es una cabeza, es decir libertad; o, dicho en otros términos, una persona10 Wright Mills, La imaginación sociológica, Fondo de Cultura Económica, México, 1975

    ISBN 978-950-658-187-9 5

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    con relativa autonomía, capaz de calcular y de enfrentarse a diversas situaciones manipulando recursos a su

    alcance para lograr lo que considere más conveniente desde su perspectiva; capaz de adaptarse y de inventar

    alternativas en función de las circunstancias y de los movimientos de los demás. Incluso en situaciones de

    clara dependencia y represión, los hombres no sólo no se adaptan pasivamente a las circunstancias, sino que

    son capaces de maniobrar con ellas, utilizarlas de manera activa y sacar el mayor provecho.11

     La sociedad es el reino de las relaciones de poder, de influencia, de regateo y de cálculo, pero no por ello, es el

    instrumento de opresión que muchos pretenden que sea; estas relaciones conflictivas no se ordenan según un

    esquema lógico integrado. Si admitimos que en toda sociedad, el hombre dispone de un margen de libertad

    teóricamente irreducible para perseguir ciertos fines y hacer valer determinados intereses, es ilusorio querer

    buscar la explicación de sus comportamientos empíricamente observable, en otro lugar que no sea la forma

    particular bajo la cual éste haya pasado a formar parte del tramado social al que se halla interconectado. La

    sociedad no puede analizarse como el conjunto transparente que tan frecuentemente se quiere ver. Paratodos, es el medio de manifestarse y de hacer pesar sus posiciones, valores e intereses aunque sea de manera

    completamente desigual.

    Pero los méritos del trabajo de Crozier van más allá, pues advierten sobre lo peligroso que puede resultar

    desde el punto de vista sociológico, invertir completamente el enfoque y tratar de comprender la relación

    entre los individuos y la sociedad a partir exclusivamente del individuo. Esa es una salida falsa que lleva a

    concebir indebidamente la relación que mantienen los individuos con la sociedad, y hacer de ella un ente

    abstracto, donde sus miembros actúan separadamente unos de otros. Otra forma de simplificar la realidad

    social consiste en estudiar el encuentro entre el individuo y la sociedad, no en términos de la constitución

    significativa de la misma, sino a partir de un esquema económico de mercado, donde se supone que el

    individuo intenta obtener la retribución que considera merecer en función de la contribución prestada. Todas

    las observaciones hechas por Crozier muestran que éste no se determina de ninguna manera en función de un

    balance de este tipo, entre lo que da y recibe, sino en función de las oportunidades que distingue de la

    situación y de sus capacidades para aspirar o asirse o no a ellas.

     Al aislar a los actores sociales, ambas opciones analíticas conducen a otorgarles una libertad y una

    racionalidad ilimitada y a tratarlos de hecho como actores soberanos y racionales que negocian libremente las

    condiciones de su participación en la sociedad. Los hombres no tienen más que una libertad restringida y sólo

    son capaces, correlativamente de una racionalidad limitada. Dicho de otro modo, los actores sociales, su

    libertad, su racionalidad, sus intereses y necesidades, son construcciones sociales y no entidades abstractas. El

    problema es entonces plantear la investigación de manera tal que permita descubrir las condiciones materiales,

    estructurales y humanas del contexto, que limitan y definen esta libertad y esta racionalidad y de ahí, deducir11 Michel Crozier, El actor y el sistema. Las restricciones de la acción colectiva., Editorial Alianza, 1990.

    ISBN 978-950-658-187-9 6

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    el sentido empíricamente observable.

    La sociedad siempre debe considerarse como resultado de un conjunto de interacciones con significado

    compartido bajo condiciones siempre limitadas y contingentes. Y se ha dicho que toda sociedad es una

    construcción humana y no tiene sentido más allá de la relación que han establecido sus integrantes, alrededor

    de algo cuyo valor e interés depende de puntos de vista diferentes. Así pues, en lugar de exagerar o ignorar lalibertad y la racionalidad del actor, para restringirla o ampliarla después de manera arbitraria y abstracta, lo

    más eficaz es equilibrar el planteamiento para reconstruir la racionalidad y la libertad del sujeto, ligando su

    conducta al contexto dentro del cual se le observa, para buscar explicaciones a partir de los mecanismos

    concretos de interacción, que también son contingentes y que mantienen la sociedad como un conjunto

    integrado.

    Lo esencial viene siendo la génesis y reproducción de esa construcción humana, cuya constitución responde ainnumerables necesidades y a intereses, recursos y oportunidades variables. Rara vez existen objetivos claros

    al respecto, y menos todavía proyectos coherentes. Estos tienden a ser múltiples, bastante ambiguos, más o

    menos explícitos y generalmente contradictorios. En el camino se rechazan algunos, sobre la marcha se

    descubren otros y después, aunque más no sea en respuesta a las consecuencias imprevisibles de su acción, es

    obligado reconsiderar las posiciones y reajustar la mira.

    Sería falso concebir el comportamiento social exclusivamente como reflexivo, pero el hecho de que no se le

    pueda relacionar con objetivos claros, no significa que no sea racional en alguna medida; todo lo contrario. El

    comportamiento social siempre es un comportamiento que lleva adherido un sentido. En lugar de ser racional

    con arreglo a ciertos objetivos, lo es en parte con relación al proceso que lo llevó a enfrentarse con el

    contexto de oportunidades que percibe para él y en relación al comportamiento de los demás actores con los

    que interactúa, y del juego de poder que se establece entre ellos.

    Independientemente de sus fuentes, del tipo de legitimación, de sus recursos, métodos y objetivos, el poder

    siempre implica la posibilidad de que alguien logre que los demás actúen en función de sus propios intereses.Pero no un atributo de las personas sino del tipo de relación que se establece entre ellas. No puede

    manifestarse más que mediante el inicio de un vínculo que enfrenta a dos o más actores, dependiente unos de

    otros, en el cumplimiento de algún objetivo en común que condiciona sus objetivos particulares. Implica una

    relación de intercambio, una relación instrumental que trae consigo una cauda de consecuencias imprevisibles,

    inesperadas y disfuncionales. Además de ser una relación recíproca es desequilibrada. Así el poder puede

    precisarse como una relación de intercambio y por lo tanto recíproca, pero en la que los términos del

    intercambio favorecen más a una de las partes involucradas. Es una relación de fuerza de la cual uno puedesacar más ventaja que otro, pero en la que, del mismo modo, el uno no está completamente desvalido frente

    ISBN 978-950-658-187-9 7

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    al otro. La fuente y el fundamento del poder son naturalmente los triunfos, los recursos, las posiciones, las

    fuerzas de cada una de las partes involucradas. Pero lo que se intercambia no son siempre las fuerzas o la

    potencia que poseen las diferentes partes, sino sus posibilidades de acción.

    Este enfoque es tan útil para entender la situación bajo la cual las personas consideran que la acción ejecutada

    o proyectada es factible, como para entender, en parte, el alcance de sus decisiones. Entendemos elcomportamiento social al meditar sobre la perspectiva bajo la cual se alcanza a percibir el orden social de

    determinadas maneras, según las circunstancias históricas, del grupo social al que pertenecen, al lugar que

    ocupan en el medio social donde la persona se desenvuelve. O sea, de su biografía social.   12 Toda acción

    ejecutada o planeada se entiende como resultado de una valoración de lo que es pertinente, viable, accesible,

    deseable y aceptable para quien se percibe a sí mismo y a su relación con otros de determinada manera. Es en

    ese marco u “horizonte significativo de oportunidad”,13 parafraseando a Schutz, donde se conforman tanto

    las decisiones como los deseos o aspiraciones. 

     Toda decisión relativa a un proyecto se basa en el supuesto de que toda acción que suceda dentro del sector del mundo bajo nuestro

    control real o potencial será practicable. Según la forma como nos representemos una posición en la sociedad frente

    a la de los demás, habrá cosas que desde esa perspectiva parezcan estar o no, a nuestro alcance. Tal vez estuvieron antes y podrían

    estarlo nuevamente, o bien nunca lo han estado y están al alcance de otro semejante, pero podrían estarlo si intercambiarmos de lugar

    con aquél. Sea como fuere, existe una selección de cosas y aspectos de las cosas que son significativos para las personas en cualquier

    momento dado, mientras que otras no interesan o están fuera de su vista y posibilidades. La forma en la que las personas se

    sitúan en torno de algún objeto de interés común, sobre la base de necesidades, valores, intereses, recursos y

    oportunidades diferentes, significa la realidad y determina la naturaleza de la interacción.

    En todo ello se hacen presentes tanto aquellos motivos sobre los cuales es habitual discernir, como otros,

    igual o incluso más contundentes que no es común reflexionar pero que operan como potentes directrices de

    acción. Lo que cada quien reconoce como fin de su comportamiento social es lo que conscientemente lo motiva

    actuar. Es ese estado de cosas previamente imaginado que debe ser alcanzado por una acción futura. Pero existe otra clase de

    motivos, sociológicamente mucho más substanciosos, que aluden a las experiencias registradas a lo largo de la vida que puedenhaberlo llevado a actuar de la forma en que lo hace. Se refiere a la sedimentación de todas sus experiencias sociales registradas,

     valoradas e interpretadas subjetivamente.  Es raro que ese  cúmulo de experiencias vitales sea visualizado por el actor. 

    Generalmente, lo que se tiene en vista es el motivo inmediato de la acción. Las motivaciones que subyacen a la historia de vida,

    y sobre las cuales se basan las decisiones, expectativas y aspiraciones es revelado solamente a la observación retrospectiva.14  Aquí

    es donde se localiza la veta más rica del análisis sociológico.

    12 Alfred Schutz, El problema de la realidad social, Amorrortu, Bs. As. 1974, Pág., 50.13 Ibidem14 Alfred Schutz, El problema de la realidad social, Amorrortu, Bs. As., Pág., 40 

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    Conclusión

    Los hechos sociales son realidades en buena medida contingentes, que emergen del entrecruzamiento de

    acciones intencionales llevadas a cabo bajo circunstancias históricas representadas desde puntos de vista

    diferentes. Tales acciones expresan las limitaciones y posibilidades que los protagonistas, en su afán, perciben

    como parte consustancial de su realidad social más o menos inmediata. La idea subyacente en esta ponencia,

    es que su participación y grado de incidencia en la evolución de un proceso histórico y social, ha de tenerbastante que ver con las diversas interpretaciones que los participantes construyen sobre las condiciones

    culturales, políticas, sociales, intelectuales y económicas que los afectan.

    El manejo de la información recabada tiene como objeto medular, primero, revelar el sentido y significado de

    la conducta social de los sujetos involucrados, y segundo, configurar la situación analizada mediante el

    entrecruzamiento de las líneas trazadas desde diferentes puntos de vista implicados en la trama. Para que la

    reconstrucción de los hechos adquiera mayor densidad, en la medida de lo posible, es provechoso que lainvestigación de campo y la de archivo se sostengan una a la otra y se refieran mutuamente; ambas

    apuntalarán el propósito de captar la historia haciéndose. Finalmente, a fin de contar con referentes que

    permitan establecer relaciones entre el tiempo corto y el largo, entre el acontecimiento y la estructura, la

    información obtenida por vía documental o directa ha de ser contextualizada en el marco de procesos

    sociales, políticos y económicos de mayor alcance y duración.

     Al hablar de contexto no me refiero a la habitual introducción de esa dimensión de la realidad como mero

    antecedente histórico del problema de investigación, o bien, como un telón de fondo fijo que solo sirve para

    darle ubicuidad al movimiento de los hechos y personajes más cercanos. Hemos visto que individuo,

    sociedad, proceso y contexto son partes constitutivas de un mismo tejido social elaborado con base en la

    interacción significativa de los participantes. En términos operativos, esta premisa teórica está obligada a

    cumplir con el mandato de no aislar al actor de la sociedad ni del proceso social en el que participa, y a buscar

    la racionalidad de su acción en el contexto social dentro del cual transcurren sus vivencias. La trama resultante

    de este procedimiento analítico es la única vía válida que faculta al investigador a escalar dimensiones

    histórico-sociales superiores, en procura de una reconstrucción más compleja del objeto de estudio.

    Para quienes nos dedicamos a la historia de la educación y de la ciencia, esta perspectiva teórica es

    particularmente indicada. No solo por ser la vía más idónea para llegar aumentar nuestro conocimiento sobre

    las bases sociales que sostienen nuestros sistemas educativos, sino también para justipreciar adecuadamente

    las posibilidades reales de cambio. Difícilmente podremos darle una solución directa y efectiva a los

    problemas presentados por la educación si no alcanzamos a entender la estructura social que la sostiene y los

    patrones de acción que desde la misma se reproducen sistemáticamente. 

    ISBN 978-950-658-187-9 9