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Análisis Crítico de la Escena contemporánea en Montajes de Operas clásicas Música y Arquitectura: Espacios y P. Sonoros Profesores: Pilar Chías y Felisa de Blas Alumnas: Ma. Eugenia Moreno Sagredo y Marian Ramzi

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Análisis Crítico de la Escena contemporánea

en Montajes de Operas clásicas

Música y Arquitectura: Espacios y P. Sonoros

Profesores: Pilar Chías y Felisa de Blas

Alumnas: Ma. Eugenia Moreno Sagredo y Marian Ramzi

LIBRET0

Sigfrido (en alemán Siegfried) es una ópera de Richard Wagner, basada en las leyendas de los nibelungos. Siegfried es la tercera de cuatro óperas que forman parte de dicha tetralogía. Esta obra se estrenó en el teatro de Bayreuth el 16 de agosto de 1876como parte de la primera representación completa de la saga deEl anillo de los nibelungos (Der Ring des Nibelungen) .

Entre el reparto que estrenó dicha obra se encontraron:

Georg Unger como Sigfrido,

Max Schlosser en el rol de Mime,

Franx Betz como el vago Wotan

Karl Hill apareció como Alberich

Amalie Materna como Brunilda

LIBRET0

Sigfrido (en alemán Siegfried) es una ópera de

Richard Wagner, basada en las leyendas de los

nibelungos. Siegfried es la tercera de cuatro óperas

que forman parte de dicha tetralogía. Esta obra se

estrenó en el teatro de Bayreuth el 16 de agosto de

1876 como parte de la primera representación

completa de la saga de El anillo de los nibelungos

(Der Ring des Nibelungen) .

Entre el reparto que estrenó dicha obra se

encontraron:

Georg Unger como Sigfrido,

Max Schlosser en el rol de Mime,

Franx Betz como el vago Wotan

Karl Hill apareció como Alberich

Amalie Materna como Brunilda

SINOPSIS DE LA TRAMA

Acto I Mime, hermano de Alberich, se encuentra forjando una espada dentro de su cueva, en el bosque.

El enano nibelungo planea recuperar el anillo Andvarinaut para sí mismo, habiendo criado a Sigfrido para que pueda acabar con Fafner para cumplir su deseo. Mime necesita crear una espada para Sigfrido pero el joven ha destruido todas las armas que se le han otorgado.

Sigfrido regresa de su caminata por el bosque y pide que se le revele el estado de sus padres. Mime se ve obligado a explicar que el tuvo que cuidar de Siglinda (Sieglinde) mientras daba a luz pero al final ella murió. Mime muestra los restos de la espada Nothung y Siegfried le ordena que la repare. Sigfrido sale de la cueva y Mime entra en un estado de desesperación ya que las habilidades del enano no son lo suficientemente buenas como para reparar la legendaria espada.

Un anciano viandante (que realmente es Wotan disfrazado) aparece repentinamente. El viandante ofrece un concurso de acertijos en el cual cada uno presentará tres y aquel que pierda dicha prueba perderá su vida. Mime acepta el reto, con el propósito de deshacerse del invitado no deseado. El enano pregunta el nombre de las razas que viven bajo la tierra, sobre ella y en el firmamento. Wotan responde que son los nibelungos, los gigantes y los dioses. Luego el anciano hace sus tres preguntas: ¿Cual es la raza más amada por Wotan pero la peor tratada? ¿Cómo se llama la espada que puede derrotar a Fafner? ¿Quién puede forjar tal espada? Mime contesta que la raza es la de los welsungos (Wälsungen) y la espada es Nothung. Sin embargo, Mime no sabe contestar la última pregunta pero Wotan le perdona la vida y le revela que "solo aquel que no conoce el miedo" podrá reparar la espada y agrega que además, dicha persona tomará la vida de Mime.

Sigfrido regresa y se molesta por la falta de progreso de parte de Mime. Mime deduce lo único que nunca enseñó a Sigfrido fue el miedo. Sigfrido se muestra ansioso por conocer dicha emoción y por lo tanto el enano le promete llevarlo ante Fafner, el dragón. Como Mime no puede forjar Nothung nuevamente, Sigfrido decide intentarlo a cuenta propia y el resultado es exitoso. Mientras tanto, Mime prepara un veneno que usará para matar a Sigfrido en cuanto el joven haya derrotado al dragón.

Acto II. El viandante (Wotan) aparece ante la entrada a la cueva de Fafner donde Alberich también se ha

sentado a esperar al dragón. Ambos se reconocen mutuamente y Alberich declara sus planes de dominar el mundo una vez el anillo le sea regresado. Wotan declara que su intención no es recuperar el anillo. Sorpresivamente Wotan despierta a Fafner y le comunica que un héroe se aproxima y este luchará contra el dragón. Fafner no le da mucha importancia y se rehúsa a entregar el anillo a Alberich y termina durmiéndose nuevamente. Wotan y Alberich se retiran.

Sigfrido y Mime llegan a la cueva al amanecer. Mime decide mantener su distancia mientras Sigfrido se acerca a la entrada de la cueva. Mientras el guerrero espera que el dragón aparezca, ve un ave reposando sobre un árbol. Sigfrido juguetea con el animal e intenta reproducir su canto utilizando una flauta, pero le resulta imposible. Luego el héroe toca una balada utilizando su trompa lo cual acaba de despertar a Fafner. Después de una breve conversación Sigfrido y Fafner luchan entre si y Sigfrido ensarta a Fafner justo en el corazón con la legendaria Nothung.

En su último momento de vida, Fafner descubre el nombre de Sigfrido y le advierte de una traición. Cuando Sigfrido se prepara a retirar su espada del cuerpo del dragón se quema con la sangre y por instinto pone su mano sobre su boca. Al probar la sangre de su contrincante descubre que puede entender lo que el ave está cantando. Sigfrido sigue las instrucciones del pájaro del bosque y así adquiere el anillo y el Tarnhelm de entre el tesoro de Fafner. Mime reaparece y Sigfrido se queja que aún no sabe que es el miedo. Mime no deja de aprovechar la oportunidad y ofrece una bebida envenenada al héroe. Sin embargo, la sangre del dragón permite que Sigfrido lea los pensamientos del nibelungo y por lo tanto el guerrero acaba con la vida de Mime.

El ave canta sobre una mujer que yace sobre una roca, rodeada por una llama mágica. Sigfrido decide buscar a la mujer para ver si ella le puede enseñar algo sobre el miedo

Acto III El viandante se encuentra en el camino que va hacia la roca sobre la cual se

encuentra Brunilda. Wotan llama a Erda, diosa de la tierra. Erda aparece, un tanto confundida, y no sabe que decir. Wotan le informa que ya no teme el fin de los dioses y que es algo que ahora añora. El legado de Wotan quedará en Sigfrido, los welsungos y en Brunilda. Dicha raza y los dos héroes trabajaran juntos para mejorar el mundo. Erda se retira.

Sigfrido llega a donde se encuentra Wotan (quien aún está disfrazado como un viandante) y el dios lo interroga. Sigfrido no reconoce a su abuelo (Wotan es el padre de los padres de Sigfrido, Sigmundo y Siglinda) y sus respuestas son un tanto insolentes. El héroe decide continuar su marcha hacia Brunilda y el viandante bloquea su paso. Sigfrido destruye la lanza de Wotan con un golpe de la legendaria Nothung. Wotan recoge las piezas de su lanza y desaparece.

Sigfrido atraviesa el aro de fuego y se postra frente a Brunilda. Inicialmente cree que la figura corresponde a un hombre pero una vez le quita la armadura, descubre que es una mujer. Sigfrido no sabe que más hacer y por fin, este sentimiento de duda le provoca miedo y sin saberlo acaba besando a Brunilda lo cual la despierta. El amor por Sigfrido acaba de apoderarse de la valquiria, quien renuncia todo aquello relacionado al mundo de los dioses. Juntos, Sigfrido y Brunilda proclaman que portarán el amor y se reirán de la muerte.

SIEGFRIED

Hemos escogido una versión

del año 2002

Opera de Stuttgart

Director de escena: Jossi

Wieler y Sergio Morabito

Escenografía y vestuario:

Anna Viebrock

Director de Orquesta: Lothar

Zagrosek

Orquesta estatal de Stuttgart

Los Nibelungos: La muerte de

Sigfrido. 1924 Director: Fritz Lang

Guión : Fritz Lang y Thea von Harbou

Sinopsis: Sigfrido forja la mágica espada

que le permita matar al dragón cuya sangre,

irónicamente, lo hacía invulnerable, excepto

donde la hoja de árbol pegada a su piel

impide el…..

Director Escénico y Escenográfico

JOSSI WIELER , director escénico Nació en 1951 en Kreuzlingen.Vivió entre 1972 y 1980 en

Israel y estudió dirección escénica en la Universidad en Tel Aviv. Realizó sus primeras puestas en el Teatro Nacional Habima de Israel. Más tarde regresó a Europa donde se convirtió en asistente de dirección en el Schauspielhaus de Düsseldorf.

En 1982 inició su labor como director escénico en Düsseldorf, antes de trasladarse en1983 al Heidelberger Theater donde permaneció hasta 1985. En Heidelberg trabajó por primera vez con la escenógrafa Anna Viebrock. Wieler también realizó trabajos de director en el Staatstheater Stuttgart y en el Schauspiel de Bonn. En 1985 recibió la primera invitación para participar del Encuentro Nació el 6/8/1951 en Kreuzlingen. Luego de recibirse de del Teatro en Berlín con la puesta en escena de “Anfitrión” de Kleist, realizada en Bonn.

En 1988 fue nombrado director escénico del Theater Basel. En 1993 pasó junto con el director general Frank Baumbauer al Schauspielhaus de Hamburgo. En 1994 fue invitado a presentar su puesta en escena de “Nubes.Hogar” de Elfriede Jelinek al Encuentro del Teatro de Berlín y a diversos festivales europeos. “Nubes.Hogar" fue aclamada por los críticos como mejor puesta en escena del año y galardonada con el premio principal del festival “Kontakt” en Torun / Polonia.

Desde 1994 Wieler viene realizando también escenificaciones de ópera en Stuttgart, Basilea, Hanover, San Francisco y en el Festival de Salzburgo. Desde 2000 es director escénico en el Staatsschauspiel de Hanover, en el Schauspielhaus Zürich y en el Kammerspiele de Munich. Wieler es miembro de la Academia de las Artes en Berlín y obtuvo en 2002 el premio Konrad Wolf

ANNA VIEBROCK, diseñadora de escenografía Nacida en 1951, Anna Viebrock se formó con Karl

Kneidl en la Escuela de Bellas Artes de

Düsseldorf. Comenzó a desarrollar su trabajo

como escenógrafa con Hans Neuenfels en

Frankfurt. En 1983 inició su colaboración con el

director Jossi Wieler en el Teatro de Basilea y diez

años más tarde formó un fructífero tandem, que

sigue vigente, con el autor y director Christoph

Marthaler con quien ha trabajado (y sigue

trabajando) regularmente a lo largo de diferentes

etapas y en varias ciudades (Pelléas et Mélisande;

Luisa Miller; Fidelio en Francfort, The Unanswered

Question en Basilea y Kátia Kabanová; Les Noces

de Figaro en el Festival de Salzburgo).

De 1993 a 1999 formó parte de la dirección de la

Deutsches Schauspielhaus de Hamburgo y de

2000 a 2004 ocupó puestos directivos en la

Schauspielhaus de Zurich.

Ha ganado en varias ocasiones el Premio al mejor

Diseño de Escenografía y Vestuario

Maquetas de Trabajo de Escenografía

Maquetas de trabajo de Anna Viebrock El diseño escenográfico es el primer elemento

necesario para llevar a cabo una producción teatral.

Durante un largo periodo la maqueta y los planos de la

escenografía, donde se reúnen las ideas que se han

de materializar, son los únicos elementos tangibles que

guían el trabajo de los talleres, el director, los actores y

los técnicos.

La fuerza de la puesta en escena real queda plasmada

también en las maquetas provocando una doble

fascinación: la que ejerce el diseño en sí, tal y como lo vería cualquier espectador

sentado en el patio de butacas, y el espacio entrecajas que muestra el interior del

teatro con el atractivo estético de cables y contrapesos, ocultos normalmente al público.

En las maquetas se refleja el proceso creativo completo

donde encajan todas las piezas con sus proporciones,

materiales de construcción y colores, sirviendo además

para comprobar como todos los elementos interactúan

entre sí.

Con Maquetas de trabajo, crea nuevos espacios recortando y

pegando imágenes de espacios reales fotografiados por ella misma,

Enfatizando sus particularidades hasta un punto surrealista.

Este proceso de condensar en uno sólo varios lugares

reales hace que las escenografías resulten muy

atractivas tanto para los espectadores como para los

directores de escena.

Las producciones modernas permiten al equipo de la productora, del director, del escenógrafo y diseñador de vestuario, aplicar su imaginación y presentar hoy en día una interpretación personal del trabajo del compositor.

Antes las obras de Wagner reflejaban minuciosamente la idealización del compositor, al punto que se realizaban los escenarios como un hiper-realismo de la idea original.

En la época de la posguerra las nuevas representaciones de obras wagnerianas fueron toda una revolución donde se suprimió completamente la ortodoxia de la escenografía tradicional.

Es importante saber que “el anillo” es visto por muchos como la máxima expresión del arte en cualquier medio. Wagner, como artista, era un hombre muy serio con una vista muy clara de sus trabajos y cómo debían ser presentados. Tan claro, de hecho, que él diseñó y construyó una casa de ópera, Bayreuth, para el propósito único de presentar su arte al público.

Al escuchar y apreciar a Wagner es diferente que con cualquier otro compositor, y exige cierto nivel de respeto y de reverencia. Otros compositores podrían parodiarse mientras que nos dan su música memorable. En cambio Wagner era siempre insistente en nuestra completa atención en sus complejos trabajos.

Siegfried es la comedia de humor negro mayor presentada del 2002, esta evocativa opera presenta muchas preguntas en su narrativa y deja muchas respuestas y problemas por resolver. El equipo es dirigido por Jon Fredderic, bajo la dirección de Jossi Wieler y Sergio Morabito.

La Producción y la dirección trataron de hacer relevante para un publico moderno una obra de hace 100 años.

El aspecto mas importante de esta producción es la aproximación

del director a este trabajo sin tener nociones preconcebidas y como

resultado se enfoco en aspectos inesperados del drama de la

música. Generando una escenografía acorde a una vida arruinada:

Donde la búsqueda de Siegfried, es la misma que la de un joven

hoy en crisis de identidad. Sin temores y desafiante.

Donde Mime como padrastro, se ve igual que la imagen

estereotipada de un desmoralizado padrastro hoy en día: sin moral

que educar, encarando todos sus esfuerzos, sin modales, ordinario

e interesado en su bienestar propio.

Donde El viandante, lo identifica como con un traficante de drogas,

con la cara marcada por ese submundo.

Donde Erda aparece como una madre desganada, sin fuerzas y a

cargo de una sala cuna vacía y sin esperanzas en el mañana.

Es una crítica a una sociedad decadente: sin metas, sumida en la

pobreza, desesperanzada y sin amor.

Siegfried ELENCO Staatsoper Stuttgart 2002

Siegfreid jon frederic west tenor

Mime heinz göhring tenor

Wanderer wolgang schöne bajo-barítono

Alberich björn waag bajo-barítono

Fafner attila jun bajo

Erda helena ranada contralto

Brünnhilde lisa gasteen soprano

Waldvogel gabriela herrera soprano

Primer Acto

Primer Acto

BOSQUE. Wagner describe:

El proscenio está formado por una caverna, que a la izquierda es muy profunda pero a la derecha ocupa sólo las tres cuartas partes del escenario. Dos entradas naturales al bosque; una, a la derecha, en el mismo foro; otra más ancha, también en él pero hacia un lado. Junto a la pared del fondo, a la izquierda, una gran fragua, formada por trozos de roca y en la que sólo es artificial el gran fuelle; la tosca chimenea-igualmente natural-atraviesa el techo rocoso. Un yunque muy grande y otras herramientas de fragua.

1. Primer Acto

La escenografía de este primer acto nos sitúa en un espacio interior.

Nos encontramos con el armado del interior de un piso burdo, sucio, con fachada a un patio trasero, descuidado, con ventanas rotas, muy descolorido, una estancia única con cocina—salón-lugar de trabajo, con un fogón incluido, que se usará para la fragua de la espada “Notung”. Donde los actores desarrollan acciones cotidianas, de una simpleza y tosquedad absoluta, preparan la comida, lavan platos, trabajan …

Existe mucho movimiento de personajes pero no así de decorado, que permanecerá invariable a lo largo de todo este acto.

El único efecto especial que veremos es cuando Siegfried forje la espada.

ESCENOGRAFÍA

El espacio escénico creado es de grandes proporciones lo que provoca que los actores estén un poco ``perdidos´´, fuera de escala. Este efecto junto con la iluminación que únicamente se encuentra en la zona baja del escenario, dejando la parte superior en penumbra, describe perfectamente esa idea de Wagner de cueva profunda bajo tierra, un lugar oscuro. La desproporción entre la parte iluminada y la zona en penumbra, parece transmitirnos la sensación de algo que ``empequeñece´´aun más a los personajes, perdiéndose así en la inmensidad.

Todo esto lógicamente genialmente apoyado mediante la música con un sombrío y helador preludio al acto primero. La música llevará todo el peso de la acción.

Los objetos situados en escena son reales, reconocibles por el público pero que parecen diluirse y que pasan poco a poco a un plano que se aproxima al surrealismo.

Todo ello se traduce en una escenografía totalmente actual, ambientada en nuestra época, que influirá de modo favorable en el público de la sala. La caracterización y el vestuario de los personajes son también actuales. Se describirá junto con cada personaje mas adelante.

La iluminación. Los tonos de la iluminación que se emplean, colores fríos azulados, contribuyen a crear estas escenas desoladoras descritas anteriormente. Se destacará la escena brutal de la forja mediante un foco puntual rojo sobre el actor lo que que centrará toda nuestra atención sobre él.

Los actores se destacan de este ambiente sombrío proyectándose sobre ellos focos puntuales cada vez que realizan una acción.

MÚSICA.Tras la redondez sonora y la sencillez armónica del dúo entre Mime y el Viandante, en el tercer dúo, la llamada escena de la forja, el grado de paroxismo sonoro se hace máximo con los golpes de martillo sobre el yunque cuando Siegfried ha de reducir a polvo el metal de Notung y así poder luego volver a construirla. Es una pura pintura musical, de una capacidad descriptiva y un poder visual absolutamente excitantes. En todo el primer acto se escuchan, aquí y allá, tal o cual motivo conductor reminiscente de situaciones o personajes conocidos; por ejemplo, los motivos del fresno, de donde Sigmundo extrajo la espada clavada por Wotan; de la alegría de las hijas del Rin; del anillo, asociado a las maquinaciones de Mime o, en el mismo preludio, el del Poder de los dioses; el del Fuego mágico, etc.

Los personajes

Mime

Es un astuto enano, como todos los Nibelungos, en la primera versión, sólo le interesa la riqueza y

por eso se ha hecho cargo de Sigfrido, para, a través de él, conseguir el oro que guarda el gigante

Fafner convertido en un temible dragón.

Es un personaje complejo en su aparente sencillez. Es feo, deforme y desagradable, en contraste

con el bellísimo Sigfrido, rubio,espigado y atleta.

En esta obra lo muestran como el padrastro estereotipado egoísta, pero lastimero y desconsolado.

Tras su encuentro con el Vagabundo está aterrado y buscará consuelo con un frenético

movimiento infantil.

En este primer acto tendrán lugar tres dúos conversacionales.

Siegfried y Mime MÚSICA.

En el primer dúo, entre Mime y Siegfried, Wagner traza un violento discurso sonoro, lleno de arranques y brusquedades cromáticas para explicarnos el necio proceder del enano y el estado de ansiedad en que se encuentra. Cada vez que habla Mime la orquesta se detiene ante la ridícula declamación “Wagner explicó que Mime no podía ser ridículo, pero el tiempo ha demostrado la inviabilidad de tal noble intención”, mientras que la orquesta vuela cuando Siegfried reclama sus derechos.

Wotan

En esta tercera parte Wagner, hace crecer a Wotan pero encapsulándolo en una tan grandiosa como lamentable doble personalidad, haciéndole debatirse entre su necesidad de amar y su desmedido deseo de dominio y de gestión del Poder para cambiar y decidir: las tres caras que Wagner va a asignar a Wotan en Siegfried ponen de manifiesto muy a las claras esta evolución; serán tres largas conversaciones con Mime, Alberich y Erda y un corolario: su encuentro con el propio Siegfried. Primero, con Mime, Wotan muestra todas sus mejores artes para confundir, engañar y trampear.

El solemne Wotan aparece ante el enano tocado con el sombrero, símbolo del eterno viandante que busca sin éxito información para resolver lo que no tiene solución. Y plantea el engañoso juego de las adivinanzas como método para llevarlo a su terreno y hacerle ver lo que tiene delante de sus narices para resolver su problema: «Sólo quien no haya sentido jamás miedo podrá forjar la espada Notung». En el impresionante dúo inicial del segundo acto con Alberich aparece el Viandante por segunda vez, y en esta ocasión para mostramos su más falaz cara política. Tanto es así, tan cínico y calculador aparece el del sombrero, que hay momentos en que no nos resulta difícil ponermos del lado de los razonamientos de Alberich, a pesar de conocer de antemano sus pobres ideas acerca del Poder, su maligna y estrecha visión del mismo. Aquí Wotan sí se manifiesta como el supremo dios, haciendo y deshaciendo lo que le viene en gana. Y mucho más patético es su aspecto psicológico ante la Madre de la Naturaleza, la «durmiente» Erda (varias veces, despectivamente, el desesperado Wotan cambia en su conversación con ella este término por el de «dormilona»).

Aquí Wotan aparece como la única figura negativa,

el Vagabundo. En esta adaptación el dios es un

esquizoide, un jefe de alguna empresa que ha

perdido todo su poder.

Debería haberse retirado hace tiempo, pero todavía

es ostentoso, se presenta como un elegante viejo

roquero en vaqueros, cazadora de cuero, un vividor

entre sombras….

Todavía disfruta de pequeños juegos sádicos, como

el acertijo que le propone a Mime donde el premio

es su propia cabeza, provocando terror en el enano

Siegfried Siegfried aparece como la antítesis de lo feo, lo

sedentario, lo vulgar. Es el hombre ecológico en todos los sentidos, también en la más descerebrada de las acepciones, es decir, aquella que, ignorante e injustamente, llega a asignar tanta importancia a “lo natural”, al mundo animal, a los bosques, campos y montañas, a los ríos y manantiales, que se olvida de que sin el hombre, sin su verdadera razón de existir, es bien poca cosa. Siegfried está al borde de caer en esa perspectiva, pero Wagner lo corrige y lo reconduce a terrenos más humanos, rodeándolo de otros seres muy diferenciados y haciéndole pensar en otros asuntos más metafísicos: pone en su boca -en su mente- dudas acerca de su procedencia y le hace pensar en su madre, para cuyas reflexiones Wagner le reserva las más sensibles palabras, y en su padre, cuyo amor filial le lleva a partir en dos la lanza de Wotan; le hace razonar acerca de su propio aspecto físico, le revela la capacidad para recomponer el arma -Notung- con la que salvará al mundo; le hace temblar al descubrir la belleza femenina y el amor... pero también le permite fundirse con la naturaleza, de la que se siente heredero, y hasta entender el lenguaje de los pájaros.

Siegfried

En esta versión se nos presenta el personaje como un joven actual, que víste una camiseta con su nombre ``Sieg Fried´´ gravado. Con ello se nos muestra su procedencia, no proviene del bosque, ni es un mito, sino de un cómic.

Es un personaje que representa al hombre primitivo, el cazador, aunque mostrándonos también a través de sus rabietas una faceta infantil de este gran hombre.

Para Wagner, Siegfried debió de ser su criatura de ficción más redonda y perfecta, pero las ideas del autor acerca del amor y su poder de redención habrían de llevarle una vez más hacia los oscuros espacios nocturnos de la muerte.

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Segundo Acto

Segundo Acto

BOSQUE PROFUNDO. Wagner describe:

Totalmente al fondo, la entrada de una

cueva. El suelo se eleva hacia el centro del

escenario, en donde forma una pequeña

meseta; desde allí desciende otra vez

hacia el fondo, hacia la cueva, de forma

que sólo es visible la parte superior de la

boca. A la izquierda se vislumbra a través

de los árboles una agrietada pared rocosa.

Noche oscura, más aún hacia el foro, en

donde la mirada del espectador no

distingue nada.

ESCENOGRAFÍA

En esta versión la cueva de Fafner se nos presenta como un área militar restringida, con una valla que nos recuerda un campo de concentración y el Bosque descrito por Wagner, cuyos árboles metafóricamente están representados por esos postes que conforman esta valla. Todo ello dentro de una vastedad negra en la que al fondo intuimos algo pero que todavía no podemos ver con claridad. Es donde posteriormente veremos a Fafner.

El preludio de este segundo acto acentúa más el carácter sombrío y tenebroso del espacio físico en el que transcurre.

La idea que nos transmite este inicio del segundo acto será de angustia, desolación y el vacío de los personajes, como reflejo y crítica de la sociedad actual. El enfrentamiento entre los dos dioses-jefes, goza de todo el apoyo musical que se merece.

Con apenas unas pocas intervenciones de las cuerdas en pizzicato, los metales y las maderas graves ambientan un tétrico escenario: sonidos toscos y huecos, tras los que los timbales marcan un ritmo obsesivo y plagado de negros presagios. Estamos en Neidhöhle, donde el gigante asesino de su hermano Fasolt, transformado en dragón, cuida del oro y el anillo que obtuvo cuando Wotan se negó a pagar el precio pactado por la construcción del gran castillo del Walhalla: la diosa Freia. Este acto empieza así, entre las más oscuras tinieblas, pero acabará en una auténtica explosión de luz y expansión emocional.

Uno de los momentos memorables de este acto es cuando Sigfrido se pregunta sobre su madre, la música encierra una gran belleza y emoción.

Otro es el fragmento de trompa espectacular que se produce cuando Sigfrido llama al dragón con el sonido del cuerno que Mime le ha forjado. Nos encontramos a Fafner sentado en una silla con la espalda al público. Aquí el temible dragón se nos presenta como ese temible hombre de la oscuridad que todos hemos temido cuando éramos niños… ``el hombre del saco´´.

Capas de imágenes, generan con las mallas del enrejado, creándo un espacio de transparencias donde quedan definidos distintos planos, dándonos idea de perspectiva, creando un espacio interior, el más alejado que representa la `cueva´de Fafner, y otro exterior, el más cercano al público.

L a escena nos muestra la desolación tras el despojo del muerto, los personajes como ladrones que limpian a una víctima, mientras, los verdaderos malhechores son los que cantan en primer plano, frente a la valla en el ``exterior´´. Aferrándose a ella nos muestran su desesperación por lo que acontece al otro lado, quedando fuera de la escena como meros espectadores que no pueden intervenir.

Alberich, Wotan y Mime

Alberich es el hermano del enano Mime, que como él es enano y feo, pretende conseguir el oro pero también el anillo, que es el símbolo del Poder ,que guarda el gigante Fafner un supuesto temible dragón.

Es un personaje complejo en su aparente sencillez, y contiene un subtexto muy rico. Alberich goza de un status `humano´, superior al del odioso Mime. En ambos casos son representados como seres comunes, Alberich aparece con un terno oscuro y descalzo, en una actitud de desesperación frente a la supuesta cueva, que es este enrejado. Lo muestran ansioso, fumando un cigarro tras otro y la ansia por el anillo, se ve como una similitud al de alguien que intenta comprar droga en algún lugar marginal.

Alberich, en cambio, además del oro quiere el anillo, que es el símbolo del Poder, y a su vez, por consiguiente, el que proporciona la riqueza: recuérdese que Wotan, que lo valora como a su principal y único enemigo, se ha dirigido a Erda llamándolo «el noble Alberich». O sea, Wotan representa el poder legal y Alberich, ninguno, Wotan y Mime se enfadan y lo toman «ilegalmente», es decir, levantándose como pueden contra él. El verdadero pervertidor de lo que Wagner llamaba «estado natural de las cosas». Alberich, así, goza de un estatus «humano» superior al del odioso Mime, y desde luego, se sitúa al lado de Wotan con pleno derecho: en realidad sólo está separado de él por la música que Wagner le reserva.

Waldvogel , el pájaro del Bosque

El Pájaro del bosque es fundamental en la historia: además de tener la información, la da, y mientras que cada vez que Wotan le pregunta a Erda qué puede hacer para resolver sus problemas, ésta sólo responde con su cansancio y su ambigua posición ante los conflictos, cuando Siegfried pregunta al Pájaro, éste muestra una admirable locuacidad. Será el que cuente a Siegfried todo lo que necesita saber.

Aquí en esta versión este personaje no se nos presenta como un pájaro del bosque libre en la naturaleza sino como un niño ciego, que únicamente es considerado como una herramienta más en este juego. Se nos presenta siempre como una figura triste, enjaulada, que no puede huir a ninguna parte.

Este personaje asignado por Wagner a una voz de lírico-ligera y musicalmente construido sobre las hijas del Rihn, pues es quien dirigirá a Siegfried hacia Brunilda.

Fafner, el dragón

Fafner supone una vuelta de tuerca sobre Mime. Éste vive en la caverna, pero en el subsuelo, y aquél también, pero en la superficie; Mime es enano y Fafner, muy grande; el hermano de Alberich no es capaz de hacer algo importante -sólo trabajar el hierro- y él en cambio construyó un hermoso castillo para los dioses, y, además, transformado en dragón, custodia el oro y el anillo... En esta ópera está como el jefe de este submundo, de espalda, casi como el encargado del mundo nocturno de esta vida marginal.

Sin embargo es tan terco y tonto como Mime, y su fuerza bruta todavía le delata más. Sencillamente es un objeto manejado por hilos desde más arriba. Muere a la primera de cambio a manos de Siegfried.

Cuando lo vemos por primera vez de frente al público, observamos que tiene en su camiseta escrito invertidamente el nombre de ``Sieg fried´´, como una “imagen espejo”. El nombre del asesino está escrito sobre la víctima, su destino está decidido y no podrá cambiarlo.

La lucha de Siegfried y Fafner resulta tan vistosa como poco sustancial a nivel musical.

Siegfried necesita la sangre del dragón

que le dará la verdad y podrá desvelar el

canto del pájaro que le informará acerca

de las intenciones de su padrastro Mime.

Sin embargo cuando se produce su

muerte nos produce lástima.

El pájaro le dirá todo y le mostrará que

debe encontrar su camino, a través de la

valquiria Brunnhilde.

La música sale de la ``caverna´´ y como

un haz de luz blanca, ilumina todo el

escenario.

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Tercer Acto

Tercer acto

Wagner describe:

Escena I. Lugar salvaje al pie de una montaña rocosa, que a la izquierda asciende escarpadamente. Noche, borrasca y temporal, relámpagos y truenos violentos; éstos se calman por fin, mientras los relámpagos siguen atravesando largo rato aún las nubes.

Escena III. Al borde de la altura rocosa ahora visible, queda adherido un velo de niebla arrebolado, que al mismo tiempo recuerda el fuego mágico que arde en el fondo. En el proscenio, bajo la amplia enramada del abeto, yace Brunilda, profundamente dormida, con reluciente armadura, el yelmo en la cabeza y el largo escudo cubriéndola.

ESCENOGRAFÍA

Los espacios escénicos creados aquí en la primera serán de grandes proporciones

lo que provoca que los actores estén un poco ``perdidos´´, fuera de escala.

En la primera escena nos encontramos en un interior, en una gran sala de un

hospicio, con varias cunas vacías, todo se encuentra en penumbra, describe

perfectamente esa idea de Wagner de cueva abierta en la roca, iluminada por un

resplandor azulado, en donde Erda ascenderá desde las profundidades. Aquí la

madre de la naturaleza metafóricamente representada por una niñera.

Todo esto ensalzado mediante la música, con un preludio al tercer acto que es una

de las músicas más negras escritas por Wagner, de un efectismo tremendo. La

música nos llevará hasta el dúo entre Wotan y Erda.

En la tercera escena nos encontramos en un interior, la escena pasará a ser

surrealísta, donde la llegada a la roca donde se encuentra Brunilda es sustituida aquí

por un gran dormitorio perteneciente a una burguesía adinerada, con una gran cama

doble. Una estancia muy iluminada, blanca, estéril.

Este inesperado interior nos revela por vez primera, ese lado cómico latente en esa

unión entre el héroe y el personaje mitológico.

La música nos expondrá aquí con la máxima gravedad el destino de Siegfried, su

destino, o sea, su muerte y la purificación de todo.

Erda

Más metafísica e inasible es la figura de Erda, madre de la naturaleza, pero también de las criaturas llamadas valkirias, un ejército de vírgenes guerreras engendradas por el padre supremo.

Erda lo sabe todo, pero no le sirve de nada porque no tiene capacidad para decidir; ni siquiera para pensar, es la ausencia de la voluntad, del querer hacer.

Personaje exasperante en su mutismo y pasividad, es tratado por Wagner con una especial atención musical.

Es la madre de la naturaleza, pero de un mundo de penumbra y muerte que debe ser purificado.

Al principio del tercer acto: ella lo sabe todo pero no decide nada, y se limita a recordarle que él es el responsable de todo: «Quien es más obstinado ¿castiga la obstinación? El que ha provocado los hechos ¿está enfadado por ello?» Y ahí se acaba Wotan, porque es entonces cuando nos va a informar de sus últimos y definitivos planes: «El fin de los dioses no me asusta, ya que yo mismo lo deseo» o «Al despertar, la prudente muchacha habrá de redimir el mundo» o «Los eternamente jóvenes subirán a la morada de los dioses»... Y esta vez, a pesar de incurrir en una nueva contradicción al decir a Erda refiriéndose a Siegfried «ha superado la maldición de Alberich, pues el miedo es totalmente ajeno a él», no se equivocará, pues a continuación será vencido por su nieto, y Siegfried se unirá a Brunilda para gestionar la postrera suerte de los dioses en la última jornada.

Wotan acosa a Erda por su mutismo y pasividad

Siegfried ve en la ventana iluminada de la añeja y sombría guardería: LA

ESPERANZA

Tras su triunfo sobre Wotan, vencido el último obstáculo para el avance de Sigfrido

hacia la roca de Brunilda, realiza una increíble transformación hacia la «música del

fuego», cuyo carácter abierto y triunfalista nos está explicando que se han acabado

las dudas y las indecisiones de Wotan y Erda, y que Mime y Fafner están ya bien

muertos: ha nacido una nueva vida.

Tercer Acto

Luz y fuego

Las supuestas llamas de la escena, es la virginal y pulcra BLANCA habitación. Donde se encuentra esta doncella que lo hará entregarse al miedo y los enamorará.

Y Brunilda despierta sobre otro pasaje orquestal de indescriptible y única belleza, que prolonga la magia anterior: las cuerdas elevan la música en onduladas frases que parecen querer alcanzar el cielo, la melodía parece no tener fin en su deambular hacia arriba y hacia abajo y la walkyria, al pronunciar su primera frase, «Gloria a ti, brillante sol", parece que se detiene el tiempo. Pero la orquesta vuelve a elevar sus notas sobre los siguientes versos, añadiendo más recursos, las maderas, los metales...

3º Acto

Brunilda es el alter ego femenino de Siegfried y quien mostrará al «que no conoce el miedo» el

camino más sencillo para superar tal «trauma»: con exhibirse como mujer es suficiente para que

el intrépido muchacho aprenda y se impregne de algo tan nuevo y definitivo para él como la

sensación de sentirse hombre en el sentido bíblico de la palabra.

Brunnhilde

Todo tiene una imagen de idilio, pero a la vez,

se perfila como la habitación de un Hotel.

La valkiria favorita de Wotan aparece en Siegfried estigmatizada por el castigo, dormida, rodeada de fuego y desprovista de su condición de virgen guerrera. Pero sigue siendo el ojo derecho de su padre -o sea, el único que le queda ya tras regalar el otro a la naturaleza a cambio de la rama arrancada al fresno de la vida con el que construyó su lanza- porque, a diferencia de su madre, la pusilánime Erda, ella sigue poseyendo el don de la inteligencia activa, que su padre bien se cuidó de que no perdiera. Lo proclama a las claras en La valkiria, cuando, al mismo tiempo que decide castigarla como lo hace, recuerda que «Es la fuente creadora de mi deseo. y «Ha recibido la inteligencia del manantial de mi voluntad..

Estandarte del Amor frente al del Poder

Siegfried no es sólo el héroe que aparece para salvar el mundo recomponiendo todo lo que

Wotan ha hecho añicos con su despotismo y su pertinaz capacidad para equivocarse; además lo

hará blandiendo el estandarte del Amor frente al del Poder. Y será la pareja que forme con

Brunilda la encargada de la misión.

De manera que si Wotan está organizando la verdadera redención del mundo, ha decidido que no sea Siegfried el único elegido para hacer realidad sus propósitos: a su lado sitúa a Brunilda, en su doble condición de valkiria y mujer, para que, una vez haga efecto en Siegfried la maldición del anillo y muera también, sea la excelsa valkiria la que, con su inmolación, acometa el gran acto de redención.

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La música A Wagner le cuesta mucho dar vida

musical a su definitivo Siegfried. No es casual que el resultado final sea una partitura redonda, pero tan difícil como dramáticamente irrepetible. Porque aquí Wagner ensaya fórmulas y situaciones sonoras insólitas hasta ese momento en su ya importante Obra: sabe todo acerca de los efectos cromáticos y las armonías peligrosas; lo sabe todo acerca de los recursos sonoros de una orquesta porque ha sido él quien ha organizado el entramado de Los maestros cantores, verdadero milagro y paradigma de lo que debe ser una orquestación compleja y a la vez clara como el agua y diáfana como el cielo azul; y ha espesado ya la orquesta hasta extremos insostenibles en las dos óperas anteriores de El anillo.

¿Cómo dará vida sonora a esta historia, que debe dar saltos sin brusquedades entre los diferentes niveles físicos en los que se desarrolla?

A nuestro entender, lo más nuevo en Siegfried, y a la vez lo mejor y más interesante, es cómo Wagner consigue con su orquesta asignar un rol claro a cada uno de esos niveles, a saber, los espacios de Mime y Fafner, el Viandante Brunilda, y situar en cada uno de esos espacios y en relación a cada personaje al luminoso, apremiante y poco amigo de los matices Siegfried.

La cueva de Mime queda genialmente retratada en el sombrío y helador preludio al acto primero donde Wagner traza un violento discurso sonoro. Cada vez que habla Mime la orquesta se detiene ante la ridícula declamación, mientras que vuela cuando Sigfried reclama sus derechos.

Es especialmente espectacular el enloquecido tono orquestal que Wagner asigna a Siegfried cuando éste descubre no ya la existencia de Sigmundo y Siglinda, sus padres, sino la de su herencia, la espada hecha añicos por Wotan. Ahí Wagner se detiene, y, haciendo entrar en escena al Viandante, retiene las tensiones a la espera de que en el tercer dúo, Siegfried, después de recomponerla, dé nombre a la espada.

En el tercer dúo, la escena de la forja, el grado de paroxismo sonoro se ha ce máximo con los golpes del martillo sobre el yunque cuando Sigfried ha de reducir a polvo el metal de Notung. Es una pura pintura musical, de una capacidad descriptiva y un poder visual absolutamente geniales.

El preludio del segundo acto acentúa todavía más el carácter sombrío y tenebroso del espacio físico en el que transcurre, otra caverna, esta vez la de Fafner.

Sin embargo, Wagner someterá todavía al receptor a diversos estados de ánimo sonoros. Hay dos dúos, para empezar, entre Wotan/Viandante y Alberico, y entre aquél y Fafner, que una vez más ponen de manifiesto algo que Wagner viene ensayando desde los tiempos de la composición de ``El holandés errante´´: una prodigiosa y muy salomónica manera de asignar partes musicales más o menos antipáticas a sus personajes en función de su verdadera importancia en la historia. Aquí tenemos un imponente enfrentamiento entre los dos dioses-jefes, en el que la soberbia dialéctica del texto goza en todo momento del apoyo musical que merece. Cosa que no ocurre igual cuando Wotan ha de enfrentarse con el impersonal Fafner, no para «sugerirle» sino para ordenarle, sin éxito, que le devuelva el tesoro. Sólo hay en este dúo un momento verdaderamente sublime, y es cuado Wotan se olvida del dragón y proclama: «Todo sigue sus reglas, y nada puede hacerlo variar». Al mismo tiempo se escucha el maravilloso acorde inicial primigenio de El oro del Rin, es decir, el motivo de la naturaleza. El resto del acto vuelve a tener dos caras: una absolutamente expansiva, donde Wagner pone a Sigfrido a pensar en su pasa­do, antes de dar muerte a Fafner, y otra, la lamentable muerte de Mime tras el «chivatazo» del Pájaro.

Hay mucho escrito acerca del texto que Wagner puso en boca de Siegfried en los famosos «Murmullos del bosque»; dicen los sicólogos que Wagner ahí estaba hablando de su propia madre. Fuera o no así, este trozo de música constituye uno de los momentos más memorables de todo Wagner. Y no sólo por la emoción y belleza que encierra, sino por la perfección que alcanza su escritura de líneas suaves y entrecruzadas, que conforman una textura de mil colores. Después de todas estas sutilezas sonoras, Wagner da otro salto y, tras poner a Sigfrido a llamar al dragón con el sonido del cuerno que Mime le ha forjado (o sea, uno de los fragmentos de trompa más espectaculares jamás escritos, que, como es lógico, se deriva del motivo de Erda y aparece combinado con el de la espada), toda la escena de la lucha entre Fafner y Siegfried resulta tan vistosa como poco sustancial. En realidad Wagner necesita la sangre del dragón, pues ésa será la que al rozar los labios de Siegfried le hará entender el lenguaje del Pájaro: importantísimo personaje asignado a una voz de lírico-ligera y musicalmente construido sobre el motivo de las hijas del Rin, pues es quien dirigirá a Siegfried hacia Brunilda,

naturalmente después de informarle acerca de las intenciones de Mime (hacerse con el oro), a quien, sin el mínimo esfuerzo y con todo el odio hacia él acumulado, fulmina de un golpe de espada. El camino hacia Brunilda está desbrozado; la música sale de la caverna y, como un haz de luz blanca, ilumina todo el escenario.

Pero antes de la definitiva explosión de la última escena del tercer acto, Wagner todavía vía nos reserva oscuras noticias. Para empezar, una de las músicas más negras escritas por él, pero también, y aun en su brevedad, una de las más elaboradas técnicamente. Para los dos minutos y pico de música que contiene el preludio del tercer acto Wagner moviliza nueve motivos conductores. La pieza es de un efectismo tremendo, y enlaza con el dúo entre Wotan y Erda, que es de una grandeza y amplitud emocionales portentosas. Wotan está derrotado y Erda, erigida en oráculo, avanza sobre las notas de su maravilloso motivo, que conocíamos desde los tiempos del prólogo, y que ahora Wagner estruja como un limón.

Al héroe sólo le falta otro encuentro antes de llegar a la roca, y éste, el último antes de abrazar a Brunilda, será para él fundamental: la música expondrá aquí con la máxima gravedad su destino, o sea, su muerte y la purificación de todo, pero para que ese destino se haga realidad tendrá todavía que enfrentarse violentamente con Wotan La música se hace nerviosa y enigmática, pues el Viandante/Wotan no puede tolerar la altanería y la seguridad de su nieto. Wagner, tras el triunfo del joven sobre al anciano, vencido el último obstáculo para el avance de Sigfrido hacia la roca de Brunilda, realiza una increíble transformación hacia la «música del fuego», cuyo carácter abierto y triunfalista nos está explicando que se han acabado las dudas y las indecisiones de Wotan y Erda, y que Mime y Fafner están ya bien muertos: ha nacido una nueva vida. Pero a continuación, antes de que Sigfrido pronuncie sus primeras palabras ante la impresión que le producen las alturas, nos regala un extraño, lentísimo, inestable y bellísimo pasaje musical con las cuerdas en la zona aguda y las arpas al fondo. Sigfrido acaba de descubrir el cuerpo yacente de Brunilda, envuelto el torso en su coraza y cubierta la cabeza con el yelmo.

y Wagner deja recorrer sobre su parlamento ese pasaje, sobre el que va introduciendo y combinando motivos anteriores que evolucionan hasta el beso salvador, sobre un manto sonoro de infinita sensibilidad, sobre el que en más de un momento planea Tristán.

Es un instante absolutamente mágico: Wagner está profundamente inspirado, se trata de una secuencia crucial en su Anillo, porque significa que ha llegado la hora de explicar al mundo que el Amor va a ven­cer...

Y Brunilda despierta sobre otro pasaje orquestal de indescriptible y única belleza. Desde Tristán Wagner no había escrito una música amorosa semejante (no es casual que reincorpore aquí el motivo de Freia y los temas principales de El idilio de Sigfrido), sólo que en esta ocasión aparece como epílogo, como un magnífico y justa­mente triunfante final sobre las mezquindades de los que detentan y planifican destinos del mundo. Wagner quiere hablar del amor, de su fuerza purificadora; con una sinceridad y fe en lo que está diciendo verdaderamente ciclópeas escribe una de sus más grandes e irrepetibles músicas, esta memorable y extraordinariamente emocionante escena final con la que termina su Sigfrido. Siempre que se escucha esta opera da la impresión de que esta escena es como un premio a la constancia; como un regalo generoso después de haber tenido que deambular tanto tiempo por cuevas y cavernas, entre tanto dios egoísta y tanto enano repugnante. Es lo que se dice un final feliz después de tanta desgracia y fealdad, que invita a no pensar qué sucederá luego.