reseña traverso - jorge
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“Entre la historia de las ideas y la historia de los intelectuales”. Reseña sobre: Enzo, Traverso, “La Historia desgarrada. Ensayo sobre Auschwitz y los intelectuales”, Barcelona, Herder, 2001.
Jorge Campos T.Maestría en Historia y Memoria
Auschwitz se enfrenta aquí, con un enfoque que el autor realiza producto de
esa encrucijada que manifiesta el título, por una parte la historia de las ideas y por
otra la de los intelectuales, así lo expresa en su prefacio y así se desarrolla a lo
largo de su obra. Bajo esa lógica se emprende el esfuerzo por comprender
Auschwitz como ruptura de la humanidad y un desgarro de la historia. Habría que
precisar que, sin duda, es un esfuerzo bastante ambicioso y holístico, pues ni en la
misma Europa de la ocupación, Auschwitz tuvo los mismos efectos desgarradores,
para que decir en Latinoamérica u otras latitudes, en ese sentido, la ruptura de la
humanidad se intenta comprender gracias al recorrido que el autor realiza por la
cultura europea y la diversidad de obras intelectuales al respecto, en ese sentido,
Auschwitz -en su temporalidad específica- se comprende como un desgarro de la
historia, pero de la historia europea1. Pese a ello esta obra de Traverso se
enmarca y se entiende desde las batallas por la historia y la memoria que se libran
desde el presente, en la que nadie puede omitir dicha barbarie acaecida en el viejo
continente, dado que la situación es diferente, hoy no podemos negar la
universalización del holocausto, más cuando se utiliza como metáfora de “otras”
historias traumáticas, en donde su concepción como tropos universal2, nos lleva a
su estudio en diferentes latitudes, ejemplo de ello son el Museo del Holocausto en
Israel y también en Washington, el cual dio lugar al debate sobre la
“norteamericanización del Holocausto”, o incluso, en su estudio sistemático y
académico, que se manifiesta en el eurocentrismo del cual goza nuestra misma
maestría.
1 Véase a Ernst Nolte: “La guerra civil europea, 1917-1945. Nacionalsocialismo y bolchevismo”, FCE, México, 1994
2 Andreas Huyssen, “En busca del futuro Perdido, Cultura y Memoria en tiempos de Globalización”, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2001, P.17
Volviendo con Traverso, y lo que significó Auschwitz en su temporalidad
específica, el autor centra su preocupación en el lugar marginal que ocupa en la
cultura y en el debate intelectual la reflexión sobre el genocidio judío. Para ello
realiza una clasificación de los intelectuales, entendida como “constelaciones
intelectuales” cuyas fronteras son porosas, distinguiendo entre: colaboracionistas;
supervivientes; los cegados en el contexto de la guerra y, los "alertadores de
incendio”. Sin profundizar aquí en cada grupo, lo importante son las ideas que se
complejizan al obtener diferentes interpretaciones o posturas frente a lo que
significó Auschwitz. Desde la aprobación y el silencio cómplice, pasando por el
relato autobiográfico y testimonial (Primo Levi), la ceguera e imposibilidad de mirar
la realidad (Sartre), hasta quienes sostuvieron la idea de una ruptura de la
civilización, en donde la barbarie sería su cara oculta (Hanna Arendt).
El autor toma los planteamientos de Weber, Kafka y Benjamin como una
forma de prever una alianza entre la racionalidad y la barbarie, con una mirada
catastrófica que estuvo fuertemente influenciada por la primera guerra mundial, la
que representaría el primer encuentro –brutal- con la violencia del mundo
moderno.
En su capítulo tres, recoge en profundidad los planteamientos de Hannah
Arendt, quien desde su posición de exiliada intentó comprender racionalmente
este crimen que no fue sólo contra los judíos sino contra la humanidad, a la cual
llamó “banalidad del mal”. Arendt resume las características del exterminio judío
en cuatro puntos: 1) su carácter industrial, 2) su complejidad burocrática; 3) la
“normalidad” de sus ejecutores; 4) su finalidad de aniquilar a través del pueblo
judío las individualidades de los hombres (la “dominación total”). Pese a la
explicación que brinda a cada uno de estos puntos, Traverso, estima conveniente
hacer algunas críticas como la peligrosidad que existe al comparar los
totalitarismos de Hitler y Stalin.
Si bien Arendt propuso esta banalidad del mal, Günther Anders, quien fuera
su compañero de clases, esposo y además primo de W. Benjamin, nos propondrá
la “inocencia del mal”, dada la situación que vivió obligadamente el piloto del avión
que lanzó la bomba de Hiroshima, entendido también como víctima. Lo interesante
en el pensamiento de Anders es que concibe al genocidio y a las bombas
atómicas como demostraciones de la obsolescencia humana, producto de la
civilización tecnológica en la cual centra su crítica.
Desde el ámbito literario también se suscitarían ciertas polémicas, tal es el
caso de Adorno y la metáfora de “escribir un poema después de Auschwitz”. Tanto
Adorno y Horkheimer revelan una visión elitista del totalitarismo en contra de toda
forma de cultura popular, en donde existiría una supresión de toda
heterogeneidad, por ello la teoría principal sería la del antisemitismo, cuestión
bastante critica por Traverso, al considerarla vaga en sus planteamiento al
desconocer la raíz del genocidio.
El tema de la representación o la “indecibilidad” del exterminio judío se
profundiza en su capítulo seis, cuando toma la obra de Celan. Obra poética, que
escribe en alemán, pese a ser rumano, pero que Traverso analiza dada la lógica
del exilio, sin reducir su obra al judaísmo, por lo que su referencias al duelo y la
memoria lo circunscriben como parte integral de esa historia desgarrada.
El autor también profundiza el ámbito testimonial de aquello sobrevivientes
de esta experiencia límite, toma a Primo Levi y Jean Ámery, a los que enmarca
dentro de “itinerarios paralelos” por compartir algunas semejanzas, no solo por su
deportación, encarcelamiento, liberación y suicidio, sino que también por sus
testimonios e ideas en torno a la humanidad y la civilización, en donde el tema
principal era la dificultad de “comprender”, pues “quizá la ocurrido no pueda ser
comprendido e incluso no deba ser comprendido en la medida en que comprender
es casi justificar” (2001: 190) . Traverso destaca esa experiencia límite que ambos
experimentaron, pero que pese a ello no se pierde la esperanza en el hombre.
En su último capítulo el autor centra su estudio en dos ensayos que
circularon entre 1945 y 1946, los que generaron un amplio debate, tanto en
Estados Unidos como en Francia. Se trata de los artículos de Dwight McDonald y
Jean-Paul Sartre. Traverso afirma que MacDonald y Sartre reaccionan de manera
completamente diferente frente al exterminio judío, el primero como “alertador de
incendio” y el segundo como “intelectual cegado”. Pese a ello, ambos comparten
un distanciamiento, siendo realmente ajenos a la cultura e historia judía. Aunque la
crítica hacia Sartre es mucho más aguda, considerando que su ceguera se debe
en gran parte a su contexto político-cultural como a su carrera individual, en
cambio, a MacDonald el autor le destaca su clarividencia y lucidez como algo
excepcional.
Todos los intelectuales que Traverso analiza a lo largo de su obra,
comparten el que Auschwitz es una advertencia permanente contra las
potencialidades negativas y destructoras de nuestra civilización (p.252) Todos
vivieron el desgarro, y a excepción de McDonald y Sartre, todos eran judíos, por lo
que más que esconder y hacer de su sufrimiento algo completamente privado,
intentaron, al igual como intenta Traverso con este trabajo, pensar Auschwitz,
intentando comprender y así ayudar a “moralizar la historia”. De esta forma cierra
su obra Traverso, agregando una cita de Ernst Bloch al respecto, la que nos ayuda
finalmente a comprender “el caminar erguido de la humanidad”.
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