reflexiones de un coya el dÍa despuÉs de las elecciones generales
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REFLEXIONES DE UN COYA EL DÍA DESPUÉS
DE LAS ELECCIONES GENERALES
Rubén Daza (Jujuy)
El lunes posterior a las elecciones nacionales, un técnico del INTA se
dirigía a sus actividades en el departamento de Yavi, plena Puna,
restrictivo hasta en oxigeno, todavía un paraje que podría ser de
esos lugares que llamamos el culo del mundo, corral blanco, los
pocos habitantes estaban volviendo de La Quiaca donde fueron a
votar. Claro, este personal incorporado en la última década con
clara inclinación progresista, porque lo de peronistas para menos
de 45 ya no existe, y cuya defensa del modelo K ha venido
cayendo gradualmente, me contaba sorprendido que los ocho
coyas con los cuales había conversado fieron a votarlo a Macri.
La provincia acababa de cambiar de mano, el viejo PJ después de 32
años en el poder lo había dejado en manos de la también vieja UCR,
quienes hasta hace dos años habían compartido el poder, uno
ejerciéndolo y el otro acompañando desde la oposición.
El triunfo de Morales fue rotundo, y podría explicarse
fundamentalmente por asumir el liderazgo de la pelea con Milagros
Sala, dirigente que asustaba al 90 % de la sociedad jujeña (saco el 7
% de los votos, la tercera parte de los planes que maneja). Hay que
vivir la bronca contenida hasta las lágrimas de miles de jujeños
sometidos al maltrato por esa organización, la Tupak. Estaban
esperando el domingo para desquitarse, una especie de rotura de
cadenas, un volver a vivir, con muchas restricciones pero también
con mayor grado de libertad para volver a vivir.
Pero volvamos a aquellos sufridos habitantes de la Argentina del
interior del interior del interior. Ellos conocen a Macri?, tienen idea
de lo que pueden ser sus políticas? No creo, al menos, no lo
suficiente.
Pero por qué votaron y votarán el cambio? Veamos algunas
pinceladas de realidad.
En las ciudades de más de diez mil habitantes, aparece como
primera demanda de la sociedad el tema de la seguridad, no como
percepción sino como hechos reales, el 30 % sufrió el algún robo a
la familiar y un 20 % recibió algún insulto o vandalismo, otro 20 %
vio un delito alrededor de su escuela. Madres jóvenes con bronca
porque sus hijos no pueden estar en la calle del barrio como ellas
en sus infancias. El sistema de salud no comprendió que existe un
50 % de trabajadores con autoempleo o en dependencia en negro,
que por lo tanto no tienen cobertura de salud. Esto lógicamente
obliga a tener hospitales que puedan dar respuestas, pero lejos
están de cumplir con cierta efectividad ante semejante demanda,
más cuando el sistema de atención primaria sirve para recoger
información que no retroalimenta el presupuesto ni la organización
adecuada.
Como muestra basta ver la llegada del tren sanitario y abarrotarse
la gente en busca de turnos, creando una imagen de principios del
siglo pasado.
El sistema educativo hace aguas de mayor a menor, desde el
terciario al preescolar, es decir: más nivel menor calidad educativa.
En Jujuy rindieron 900 chicos en ingeniería y solo 2 resolvieron los
cinco problemas. El 70 % de los chicos que se reciben en la
universidad pertenecen al sistema privado. En el secundario la
mitad no termina y de los que terminan la mayoría no concluye
estudios terciarios. Para colmo no existe un sistema de formación
profesional que ofrezca una alternativa seria de proyectos de vida
vía artes y oficios. Podríamos decir que aquí el PROGRESAR es una
muestra del fracaso del secundario K.
Seguridad, Salud, Educación, podríamos seguir con infraestructura
básica, programas sociales ineficientes, pobres intentos de
promover emprendimientos –con altísimos fracasos – y para colmo
los exitosos no reconocen al Estado como promotor.
En materia económica, el avance de la soja –a través de agro
negocios–, la inversión minera con capitales extranjeros, la gran
obra pública a través de las principales empresas nacionales y el
consumo de alimentos proveniente de la ayuda social de inversión
estatal, todo sus excedentes fueron a parar a la pampa húmeda o a
las casas matrices en el exterior. Hubo una reprimarizacion de la
economía del Norte Grande. Consecuencia: más precarización
laboral
Para colmo, en estos 12 años 300.000 norteños más preparados,
por capacidad y por cultura de trabajo, se fueron al país central y a
la Patagonia. Vaciamos de RRHH la región más débil para dárselos a
las regiones más fuertes, aumentando la desigualdad.
Se siguió vaciando la agricultura familiar a pesar de las tremendas
oportunidades que dan los alimentos, generando en cambio
“comida cara y productores pobres”. Los responsables de mejorar
esas producciones –INTA, Extensiones de las Facultades de
Agrarias, Secretaria de Agricultura Familiar– estuvieron más
ocupados en armar “orgas” y en discutir ideologías de la ruralidad
en lugar de hacer competitivos a los productores.
En materia política pasamos del militante que compartía un
proyecto y lo promovía convencido, al puntero repartidor que era
funcional a esos dirigentes, lobbistas y marketineros que escuchan
a un consultor para decir lo “políticamente correcto”. Y así llegamos
en estos años al puntero camporista bien remunerado y
respondiendo a la orga, que no entendía, ni le interesaba entender
lo que pasaba en el territorio, sino solamente responder a sus jefes.
Los que comparten nuestro trabajo saben de nuestro pensamiento
y de nuestras actividades, podrían certificar que a poco de iniciar el
ciclo K (pongo K porque siempre dudo el orden de las letras para
escribir el apellido completo y menos el gentilicio) en el 2003, en
una reunión de diputados nacionales dije que íbamos a avanzar
inversamente proporcional a las estructuras que haya que crear o
mover. Que aquellas cosas que dependan de la decisión de Néstor
se materializarían (corte suprema, desendeudamiento, aumentar el
presupuesto de educación, ayuda social, acceso a derechos, política
exterior, etc). En cambio aquellas, como mejorar la calidad
educativa, por más que regales millones de netbook, construyas
cientos de escuelas, compres más bancos, aumentes los sueldos, al
revés de mejorar- empeoran, porque el contexto de clientelismo
combinado con corrupción llega vía cooperativas hasta el nivel del
barrio, generando en todos los sistemas territoriales (educación,
salud, economía, vivienda, etc.) condiciones de degradación hasta
límites inimaginables.
Un grupo de dirigentes del norte argentino advertimos a Néstor,
previo a las elecciones del 2003, que era imposible avanzar con el
proyecto si no se construía una nueva estructura política en el
norte argentino, ya que los feudos que eran necesarios para ganar
la elección se constituirían después en la pared más refractaria para
mejorar la vida de los argentinos. Y por qué digo de los argentinos?
Porque si no resolvemos el norte no resolveremos el país. Un país
es tan fuerte como su región más débil, porque las diez provincias
del norte grande tienen 30 senadores para condicionar y lograr un
verdadero desarrollo y no como ahora condicionar para continuar
generando negocios para pocos, perfeccionando el clientelismo y
aumentando la desigualdad regional.
La mayoría de nuestros municipios y provincias tienen modelos de
desarrollo llamados tradicionales (verticales, obristas,
asistencialistas, poco participativos), en cambio modelos de
desarrollo local implican mayor participación real vecinal, apoyo a
los emprendedores, involucramiento en todos los temas, en
especial educación.
Lamentablemente los primeros, cuando se combinan con
corrupción y clientelismo, generan condiciones de degradación que
avanzan en todos los sistemas y niveles de la sociedad. Se
transforman en un modelo de acceso y permanencia a los puestos
de trabajo públicos, y también a muchos de los privados ligados a
prestación de servicios u obras al Estado. El desarrollo necesita de
construcción de confianza, y para eso hace falta credibilidad y
conocimiento. En consecuencia, transparencia y procesos integrales
de mediano y largo plazo.
En definitiva esto de confrontar y dividir a los argentinos por
cuestiones que llaman “las formas”, son cuestiones de fondo. Por
eso, a pesar de los aciertos de las políticas nacionales (en especial
de la primera mitad del período) tenemos un territorio degradado
donde la inmensa mayoría no quiere seguir bajando en su piso de
dignidad. Hemos vuelto al piso de las necesidades que marca la
pirámide de Maslow.
Estamos frente a una nueva sociedad diversificada: son miles de
comunidades en una comunidad, ya no hay interés general, es
difícil encontrar una ideología que encaje por más que la metamos
a martillazos. Debemos ir hacia los ancestros o hacia algún tema
que nos otorgue identidad y que compartamos todos.
Es difícil, pero nosotros los norteños podemos encontrar en el
Norte Grande (por nuestro pasado común en la lucha por la
independencia y por nuestro futuro buscando nuestro desarrollo
regional) quizás el camino de la construcción de una visión de
sociedad que nos contenga.
Nosotros, los verdaderos peronistas, creemos profundamente en la
gente y son los sectores populares los que primero sienten y
expresan –sobre todo con el voto– el rumbo de los pueblos. La
izquierda muchas veces en la historia –con su elitismo intelectual–
nos llevó, creyéndose iluminados, a lugares y situaciones que
nuestro pueblo no compartía. El peronismo –prácticamente
destruido en su esencia y sus resultados– pretendía el desarrollo
del hombre en una comunidad organizada sobre la base de la
solidaridad, donde el trabajo garantizara la dignidad y estructurara
la sociedad. Tan simple y tan difícil.
Hay un gran desafío en construir una nueva institucionalidad en
correlato con la nueva conformación social. El marco ideológico del
peronismo deberá ser rediscutido para esta nueva realidad: nuevas
formas familiares, nuevas formas de trabajo, nuevas formas de
aprender, nuevas demandas, nuevas necesidades, nuevos
intereses. Tendremos que buscar nuevos temas que vuelvan a unir
a los argentinos y no que nos separen.
La pelea entre los logros nacionales y los resultados territoriales
parece ser la cuestión en disputa. Uno se pregunta cuál pesara en la
voluntad del votante: lo que vive todos los días en su territorio con
sus funcionarios locales, con sus penas y alegrías, o lo que dicen
desde la televisión oficial u opositora, ambas con contenidos
porteños que se dicen nacionales.
Desde el inicio de este año me pareció que iban a pesar más las
cuestiones locales y provinciales que las nacionales, pero eso lo
sabremos el domingo 22.
El nuevo presidente tendrá que entender, pero sobre todo
instrumentar operativamente, las estructuras institucionales que
den respuestas a esta nueva realidad para lograr construir una
argentina que sea nacional y también local, una argentina para
todos.
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