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Por qué Usted quiere quitarle la computadora a mi hijo?:
Repensando la relación entre el niño y la tecnología.
Por Lowell Monke
Introducción
Me gustaría empezar esta presentación con una pequeña historia. El lugar, el Club de la
Prensa Nacional en Washington, D.C., en septiembre del 2001. Yo había hecho una
simple declaración en apoyo a una nota de prensa emitida por la Alianza para la Niñez,
llamando a una moratoria en las compras de computadoras para las escuelas elementales
en los EE.UU. Mis comentarios habían seguido las declaraciones de médicos,
investigadores y otros especialistas de la salud infantil, todas expresando la preocupación
sobre varias evidencias de que el uso de las computadoras podría ser un factor importante
en el número creciente de problemas de salud físicos y mentales en niños
norteamericanos. Durante la conferencia de prensa surgieron una gran cantidad de
preguntas hechas por los periodistas, la mayoría de ellas, sorprendentemente, sin ánimo
de confrontación. Sin embargo, una mujer se puso de pie y, arrojando su papel y conducta
profesional, me presentó una observación y pregunta personal que acallaron a la sala
entera.
Ella me contó de sus esfuerzos por enseñar a leer a su hija de cuatro años y la tremenda
frustración experimentada en los intentos para que aprendiera el alfabeto. Un día llevó a
su hija a la biblioteca pública, se sentó en una computadora y ejecutó un programa de
juego de reconocimiento de letras. Los resultados asombraron a la madre periodista. Su
hija comenzó a aprender el alfabeto rápidamente, y ya estaba empezando a leer palabras
completas, siempre usando el mismo programa de la computadora. Cuando terminó su
historia, la señora hizo una pausa, me miró con una mezcla de confusión y cólera, y
preguntó, "¿Por qué usted quiere alejar eso de mi hijo?”
Esta es una pregunta legítima e importante, pregunta que espero poder contestar mejor
aquí, que como lo hice en aquella conferencia de prensa. Procederé a hacerlo despacio,
con algunos giros y vueltas porque éste es un problema complejo, y requiere de un
examen más profundo y comprensivo que el que los educadores han estado dándole. Así
que por favor manténganse conmigo, a medida que trato de explicar el porqué.
A pesar de todos los años que llevo enseñando a las personas jóvenes con y sobre las
computadoras, yo he concluido que es probable que la introducción de las computadoras
en la educación de los niños pequeños es más dañina que útil.
El reconocimiento de que la tecnología podría cambiar las cosas para mal, más que para
bien, es un sentimiento que está prevaleciendo en estos días. No era hasta hace mucho
tiempo que la sabiduría convencional daba por hecho que el cambio tecnológico
aseguraba automáticamente el progreso humano; que la forma en que usted usara una
herramienta era lo que importaba, y simplemente era una cuestión de tiempo e
investigación descubrir la mejor manera. Pero cuando miramos atrás y vemos la
devastación medioambiental del siglo XX, cuando somos testigos de las revueltas
internacionales contra las cosechas genéticamente modificadas y aunque nos
preocupemos por la pérdida de efectividad en los antibióticos, dicha fe parece
desesperadamente ingenua. Y con la visión de pesadilla, donde aviones de pasajeros son
convertidos en proyectiles teledirigidos abrazada nuestra psique global, así como, lo que
una vez pareciera una visión futurista, la clonación humana, apareciendo de repente en el
presente (quizás), pone en claro, incluso a los ciudadanos adoradores de los EE.UU. que
nuestra relación con la tecnología no está tan exenta de problemas como una vez se
pensó.
La tecnología es un dilema Faustiano
De hecho, existe, una conciencia creciente de que nuestra relación con las herramientas
es mucho más compleja y difícil que lo que creyeron los optimistas del siglo XIX. Cada
nueva tecnología es una espada de doble filo, trayendo tanto efectos positivos como
negativos a la sociedad. Pero esos efectos no son experimentados de la misma manera.
Jacques Ellul (1990), uno de los primeros pensadores en la tecnología, lo resumió de esta
manera: "Los resultados positivos de una empresa técnica son inmediatos. Ellos se
sienten enseguida, como en el caso de la electricidad o la televisión. Los efectos
negativos, sin embargo, son a largo plazo, y sólo se sienten con la experiencia" (pg 73).
En otros términos, la tecnología siempre se nos presenta como un dilema faustiano: poder
y beneficios inmediatos, pero los debemos pagar después.
Tengo la sospecha de que ello no es una revelación sorprendente para muchos de los
presentes en esta conferencia. América Latina tiene una larga historia de sufrimiento por
los efectos sociales discordantes que han acompañado a las nuevas tecnologías
exportadas por el EE.UU. y Europa. Algunas de las ideas más profundas de Ivan Illich las
han sacado de sus descripciones de los efectos culturalmente destructivos de las
tecnologías importadas por México desde el Norte (1973). El reconocimiento de este
peligro ha empezado a ser expresado recientemente, y con cierta alarma, por algunas
partes interesadas. Justamente el año pasado la Academia Nacional de Ingeniería
Americana emitió un informe que empieza de esta manera:
En el corazón de nuestra sociedad tecnológica moderna yace una paradoja no declarada.
Aunque Estados Unidos está definido y depende cada vez más de la tecnología,
adoptando esta a un paso impresionante, sus ciudadanos no están preparados para tomar
decisiones adecuadas sobre este tema o pensar críticamente sobre la tecnología. (2002,
pg 1)
Lo que esta organización y otros estudiosos están empezando a reconocer finalmente, es
que los líderes mundiales del “cómo tecnológico” son notablemente ignorantes cuando se
trata de saber el “por qué tecnológico”.
Desgraciadamente, el reconocimiento de este problema apenas es mencionado en el
mundo de la educación. Con seguridad los expertos de tecnología en la educación
finalmente han detenido de agobiarnos con variaciones de un reclamo hecho por Thomas
Edison en 1922, "yo creo que la película cinematográfica está destinada a revolucionar
nuestro sistema educativo y que en unos años suplantará en gran medida, si no
completamente, el uso del libro de texto" (citado en Cuban, 1986, pg 9). La centenaria
tradición (realmente se remonta a mucho más tiempo atrás) de confiar en las nuevas
tecnologías para desplazar la educación completamente, finalmente parece estar
menguando.
Por qué esta percepción de utopía tecnológica en la educación persistió en los EE.UU,
habiendo tenido una historia tan larga de fracasos implacables, y de desperdicio masivo
de cuantiosos fondos para la educación como resultado, es una pregunta importante a la
que regresaremos después. Lo que yo quiero enfatizar aquí es que existe una pasmosa, y
francamente, vergonzosa falta de conocimiento por parte de los tecnólogos de la
educación en los EE.UU sobre la relación histórica, filosófica y social entre los humanos
y las máquinas. Preparar a los maestros para el uso de las computadoras en las escuelas
sin tener en cuenta los argumentos de pensadores importantes como Ellul, Illich o Lewis
Mumford, es como adiestrar a un maestro en economía sin tener en cuenta los
argumentos de Karl Marx y Adam Smith. Esos argumentos, junto con las más recientes
críticas que emergen de los movimientos antiglobalización y de protección al
medioambiente, son esenciales para ayudar a los educadores a desarrollar estrategias que
hagan coincidir todo lo que se conoce sobre el desarrollo del niño con el uso apropiado
de las tecnologías para el aprendizaje.
Los Mensajes Enviados por las Computadoras.
Esta coincidencia es más importante que el desarrollo de habilidades en la computadora,
o incluso usar la computadora para el aprendizaje del contenido de la clase. Sin
embargo, nunca tendremos éxito en esta tarea, probablemente ni siquiera llegaremos a
ello, si persistimos en empezar nuestra conversación con la pregunta -"¿Cómo el uso de
las computadoras puede ayudar al aprendizaje de los niños?”- Necesitamos recordar el
famoso aforismo de Marshall McLuhan, "El Medio es el Mensaje", y detengámonos en
prestar atención exclusivamente a lo que nuestros niños pueden hacer con una
computadora y centrémonos mucho más en lo que la computadora le hace a ellos. Eso es
lo que yo quiero hacer aquí: Mirar el mensaje, o los mensajes, que este medio, la
computadora, envía a nuestros niños más jóvenes. Yo quiero discutir con usted, no cómo
nosotros podemos poner la computadora a trabajar para nuestros niños, sino cómo
ella“trabaja” en nuestros niños, siempre que la usan; y cómo también “trabaja” en
nosotros. Como Neil Postman, ha observado, “Lo que necesitamos considerar sobre las
computadoras no tiene nada que ver con su eficacia como una herramienta de enseñanza.
Lo que necesitamos saber es en qué forma altera nuestra concepción de aprender" (1993,
pg 19).
Para llegar ello necesitamos dedicar algún tiempo a clarificar algunos conceptos erróneos
sobre el papel fundamental de la tecnología antes que podamos hablar directamente de su
papel en la vida infantil. El primer asunto el cual tenemos que confrontar es la noción de
que las herramientas son neutras. La respuesta común de, "es sólo una herramienta cómo
usted la use es lo que cuenta", es totalmente insuficiente para describir nuestra relación
con la tecnología. Esta afirmación da por hecho que las tecnologías no tienen influencia
en nuestra conducta. Eso es absolutamente falso, por muchas razones.
En este punto yo quiero centrarme solo en una de esas razones que tienen particular
importancia para los niños y jóvenes. Es lo que ha sido llamado el principio de
amplificación y reducción. El micrófono ofrece un ejemplo literal de este principio. Una
vez que encendemos el micrófono, automáticamente es amplificada mi habilidad para
llegar a una audiencia mayor, pero también reduce mi habilidad para tener una
conversación íntima, privada con un número pequeño de personas. Mostraremos un
ejemplo, usando una computadora, de cómo este proceso de amplificación - reducción
juega un papel en las escuelas. Este ejemplo en particular involucra a estudiantes más
viejos, pero el punto de vista que muestra es extensivo a todas las edades.
Durante casi una década, cuando todavía impartía clases en una escuela secundaria,
ayudé a diseñar y coordiné un proyecto de telecomunicación global. Normalmente, uno
de mis grupos de Estudios Sociales o Arte del Idioma, participaban en el proyecto que yo
estaba tutorando. Yo asumí personalmente un grupo de voluntarios durante un año, los
cuales resultaron ser los estudiantes de Arte del Idioma, cuya aula se encontraba
pasando el vestíbulo. Justo al lado de esta aula se hallaba un grupo que recibía clases de
Inglés como segundo idioma. De hecho, las puertas de ambas aulas estaban a unos 20
pies camino al vestíbulo y se encontraban una al lado de la otra. Un día, durante el
proyecto, resultó ser que me hallaba fuera de mi oficina cuando sonó el timbre que
anunciaba el fin de clases. Noté que mis voluntarios se dirigían a sus vestidores. Lo que
llamó mi atención fue que justo al lado de ellos estaban caminando, tal y como lo
hicieron todo el año, los estudiantes del curso de Inglés como segundo idioma. Ningún
estudiante del proyecto de telecomunicación global, ninguno del curso de Arte del Idioma
se fijó en los estudiantes de Inglés y mucho menos habló con ellos. Nos habíamos
pasado meses intercambiando ideas sobre las diferentes culturas del mundo con
estudiantes del otro lado del planeta y nunca se les ocurrió a estos estudiantes (o a sus
maestros) volver sus cabezas meramente 90 grados para hablar con estudiantes de
Bosnia, Somalia, Sudán, Rusia, México, la República Checa, y media docena de otras
naciones.
Yo no culpo de ello a los estudiantes. No es fácil voltear la cabeza hacia los estudiantes
de Inglés como segunda lengua. Pero, claro, la sencillez con que Internet posibilita lidiar
con esta dificultad es simplemente el asunto. Si lo que los jóvenes necesitaran aprender
fuese fácil no harían falta maestros, o escuelas – la “red (Internet)”, con su flujo
interminable de información, probablemente sería suficiente. Si las computadoras traen
alguna revolución a la educación, esta debe partir de la realización de que, la
responsabilidad del maestro, empieza donde la facilidad para aprender termina. Y en lo
que se refiere a la educación multicultural esa facilidad acaba dónde la relación de carne
y hueso comienza. Aprender sobrelas distintas culturas es simplemente un asunto de
recoger la información – es algo fácil y relativamente sin esfuerzo. Convivir o
relacionarse con otras culturas no lo es. Ello solo ocurre cuando las distintas costumbres
y creencias chocan en carne propia y nos obligan excavar dentro de nosotros mismos,
luchando con nuestras creencias más íntimas. Esta es, simplemente, la parte crucial, a
menudo la más dolorosa del aprendizaje, que lleva a la tolerancia real y al entendimiento
- en otros términos, a una transformación del alma humana. Es precisamente de esto que
la Internet tiende a escudarnos. Y el mundo está en gran peligro hoy, en parte, porque
por un lado las tecnologías de las comunicaciones amplifican nuestro conocimiento sobre
otras culturas, y por otro reduce la necesidad de desarrollar la compasión, tolerancia y
humanidad que vienen de los encuentros directos y sostenidos con esas culturas. Esta es
una lección que todos los maestros necesitan aprender en la era de la computadora: que
estas poderosas tecnologías expanden el poder de nuestros estudiantes para obtener
información sobre el mundo exterior, pero en ese proceso, tienden a sacarnos de las
actividades que desafían y nutren las capacidades internas necesarias para aprender de ese
mundo exterior.
Lo que falta en esos Mensajes
Permítanme volver al ejemplo del micrófono para enfocar este punto en la dirección de la
niñez. Sospecho que todos hemos disfrutado alguna vez de una actuación de un pequeño
cantando, cuya voz nos llega con la ayuda de un micrófono. Esa herramienta amplifica el
poder de un niño, cuyo desarrollo pulmonar aún no es completo. Algunos de ustedes,
quizás también como yo, se han sentado a escuchar actuaciones similares en escuelas
secundarias donde los cantantes, mascullan en el micrófono, abriendo apenas sus bocas y
extendiendo sus pechos, porque confiando en esa herramienta que durante años ellos han
tenido, nunca tuvieron que desarrollar su propia capacidad y poder pulmonar. En el
trabajo con los niños, que están en el proceso de desarrollar todo tipo de capacidades
internas, es esencial recordar que amplificando y dando ayuda externa a esas capacidades,
las herramientas, incluyendo las herramientas mentales, también pueden eliminar la
necesidad y oportunidad para desarrollar esas capacidades de manera completa dentro del
niño. Por esto es qué Marshall McLuhan escogió usar un término más fuerte al referirse
a esta característica: Él lo llamó “amplificación y amputación”.
¿Cómo es que juega esto educativamente? Todos estamos conscientes de los ejemplos
superficiales, aunque importantes, como el uso de un corrector de ortografía en lugar de
aprender las reglas gramaticales, o usar una calculadora, en lugar de aprender a sumar.
Pero si realmente queremos repensar nuestra relación con la tecnología, necesitamos ser
más sofisticados que eso. Y yo pienso que podemos ir en esa dirección mostrando algo
realmente bastante simple, como un niño aprendiendo las cualidades de un árbol.
Herramientas poderosas como la computadora o los libros pueden decirle a un niño de
cuatro años mucho sobrelos árboles. Pero esto es muy diferente que aprender
directamente de los árboles. Un niño de cuatro años aprende de un árbol estando en su
presencia: pelando su corteza, subiendo entre sus ramas, desmenuzando sus hojas,
sentándose bajo su sombra, comprendiendo su fortaleza chocando con él. Estas
experiencias de primera mano son envueltas por un sinnúmero de sentimientos y
asociaciones, tan importantes como ella, - el uso de los músculos, el sol que calienta la
piel, la esencia de las flores en el aire - ninguno de los cuales pueden siquiera igualarse
por una computadora o un libro. En el proceso de aprender de un árbol se involucra un
acto creativo que compromete todos los sentidos: imaginativamente conectando el árbol
con los sentimientos y estímulos de respuesta que uno genera.
Pregúntele a los ecologistas norteamericanos por qué la mayoría de los programas
medioambientales con niños son enfocados ahora en actividades comunitarias en lugar
de salvar la selva, y ellos le dirán probablemente lo que han aprendido por propia
experiencia: “que a menos que ella aprenda de niña a amar un árbol en particular, no
amará la selva lo suficiente como un adulto, para ayudar a protegerla, no importa cuánta
información alarmante sobre el tema usted le de” (Talbott, 1995). Es casi imposible
querer profundamente algo que usted sólo conoce en teoría.
Claro, nada de esto es una visión nueva. Rousseau lo supo, hace casi 300 años, para que
sea significativa, la información sobre el mundo tiene que crecer de las raíces de las
experiencias profundas. Esto también se cumple cuando los niños aprenden a
relacionarse con las personas. Hoy los maestros, de todas partes de los EE.UU., están
usando las capacidades de comunicación e instrucción de la lengua que posee la
computadora para mejorar (o amplificar) las habilidades de escritura y lectura de sus
estudiantes, desde el preescolar hacia arriba. Al mismo tiempo, se estima que esta
generación de niños experimentará 1/3 menos de conversaciones cara a cara durante sus
años escolares, que la generación de hace 30 años (Hammel, 1999). Estas dos
observaciones están estrechamente relacionadas, porque las investigaciones muestran que
son precisamente la interacción cara a cara con personas adultas importantes para el niño
uno de los elementos más importantes en el desarrollo, tanto de las habilidades de
comunicación escrita como la oral. Y no es la cantidad de instrucción que el niño
consigue leyendo lo que predice si se volverá un lector ávido, sino cuan a menudo se lee
en compañía de un adulto importante para él, otra actividad cara a cara. Ninguna cantidad
de entretenidas instrucciones dadas por una máquina puede compensar la pérdida de la
comprensión profunda, intuitiva y apreciación de la lengua que viene de la comunicación
directa del niño con los seres humanos afectivos. Lo que vemos en EE.UU. es a padres
bienintencionados y a educadores infantiles profundizando en los problemas de la
alfabetización usando la computadora para intentar superarlos.
El Problema Detrás de la Computadora
Yo espero que los haya convencido, por lo menos, de que la computadora es algo más
problemático que lo que todas esas gentes, que intentan venderle su software, quieren que
ustedes crean. Aún, yo no creo que la fuente de esos problemas reside en la propia
computadora. Para llegar a la fuente, nosotros tenemos que asomarnos más allá de la
computadora, o a través de ésta, examinar qué es eso que tanto nos atrae hacia ella, eso
que la hace tan atractiva educativamente. Pero raramente nos detenemos a preguntar si
hace algún daño real a nuestros hijos.
Para llegar a ese punto quiero empezar investigando una actividad escogida hace varios
años por la Televisión Pública de Iowa como modelo de excelencia en el uso de la
computadora como medio de ayuda para el aprendizaje. En el programa, llamado “Teach
to tech” y donde fui invitado como comentarista, se mostró un video.
El video muestra una clase de cuarto grado que usa las computadoras para producir un
informe en hipertexto electrónico sobre una historia que enseña algunas lecciones
importantes sobre la vida y la muerte, la amistad y comunidad. En video se presentaba a
un grupo de estudiantes que orgullosamente mostraban y discutían las importantes
lecciones sociales que habían aprendido. Seguidamente el maestro explica que sus
estudiantes estaban tan entusiasmados con el proyecto, usando la computadora que
incluso dejaron de salir al receso, prefiriendo quedarse en sus asientos trabajando en el
mismo. El maestro destaca que ellos nunca harían tal cosa si se tratase de escribir un
informe de 15 páginas. Al final del video, el superintendente escolar sugiere que es
crucial enseñar a los niños cómo usar las computadoras en edades tempranas para que
ellos salgan de la escuela con las habilidades que necesitan para tener éxito en una
sociedad altamente tecnológica. Claramente, los mensajes mostrados por este video
fueron diseñados para resonar con las preocupaciones más comunes de maestros y
padres: 1. La computadora puede motivar a los estudiantes; 2. La computadora ayuda a
los niños a aprender- haciendo; 3. La computadora no crea tendencias antisociales - de
hecho, puede usarse para aprender sobre la comunidad.
El entusiasmo del maestro era contagioso y mis colegas del panel estaban impresionados.
Ni siquiera yo podría negar, que esos fines fueron cumplidos en esta clase.
Quizás el rasgo más sutil e impresionante del uso de las computadoras que es exhibido en
este video es uno: las computadoras le dan un poder extraordinario a las personas jóvenes
para controlar un ambiente particular de aprendizaje. Los niños que suelen tener un
control tan limitado sobre tantas cosas, a menudo, responden positivamente a este regalo.
Es este sentido de poder y mando el que se amplifica, cada vez que una computadora es
usada por un niño. Pero, como yo mismo intenté convencerlos hace un rato, ningún
regalo tecnológico es realmente libre. Hay algunos costos aquí, reducciones que
acompañan las amplificaciones. Para llegar a esas reducciones, permítanme hacer una
serie de preguntas retóricas:
La primera pregunta tiene que ver con el receso: ¿Por qué el maestro está tan complacido
de que los estudiantes se abstuvieron de ir al receso para trabajar en la computadora? Si
nos preocupamos absolutamente por la socialización de los niños pequeños, tiene que ser
porque ellos necesitan de esas habilidades para volverse miembros positivos de una
sociedad libre. Pero, ¿dónde?, ¿en una escuela?, ¿es qué los niños son precisamente libres
para practicar la negociación con su propia comunidad?
En el libro de Stephen Talbott, El Futuro no Computa (1995), él escribe, "Si yo necesito
averiguar si [un niño] se volverá un buen ciudadano mundial, no me muestre un archivo
de su correspondencia por correo electrónico. Simplemente permítame observar su
conducta en el patio de recreo durante unos minutos" (pg 139). No solo un “buen
ciudadano mundial”, sino un buen amigo, un buen vecino, un miembro ejemplar de la
comunidad. Como en el aprender de los árboles, sólo cuando la estructura del aula y la
autoridad del adulto es levantada, es que los niños pueden practicar la disciplina
necesaria para ser miembros de una comunidad, y no sólo aprender sobre ella.
Todo esto apunta a una conexión entre la tecnología y un fenómeno perturbador: la
disminución del juego inestructurado en los Estados unidos. El comentario de este
maestro no es de forma alguna único. IBM y Compaq han publicado anuncios en revistas
en los últimos cinco años que juegan con el tema de niños que se abstienen del receso
para trabajar con las computadoras. Al mismo tiempo, hemos sido testigos que en los
EE.UU., el 40% de los distritos escolares han eliminado dramáticamente el receso
escolar. (Kieff, 2001). Todo esto en la propia cara de décadas de investigación (y siglos
de sabiduría maternal) que claramente muestran que sacar a los niños de jugar por sí
solos en el receso, es crítico para su salud física, cognoscitiva y social.
He aquí esta otra pregunta. La historia sobre la cual estos niños construyeron su
hipertexto esta relacionada con la responsabilidad que tiene una generación con la otra en
cada final del ciclo de vida. ¿Así que, es justo preguntar por qué, dado el tema central del
trabajo, el maestro escogería tener a sus niños todo el tiempo trabajando con las máquinas
en lugar de llevarlos a visitar a los más ancianos en la comunidad o pasándose el tiempo
con los más jóvenes?
¿Y finalmente podríamos preguntar por qué el maestro ofreció como única alternativa al
proyecto de la computadora, hacer un informe de 15 páginas? De manera más general, la
postura que nosotros debemos desafiar es que sólo hay una opción entre los métodos
tradicionales de enseñar y el método de la alta tecnología. Mientras que un informe de 15
páginas sea concebido como la única alternativa, la computadora ciertamente parecerá la
mejor opción para los maestros elementales. Durante décadas los tecnólogos de la
educación han presentado al zumbido del maestro en el pizarrón y al informe, como el
hombre de paja que la tecnología informática derrumbó a golpes. Pero en la realidad, los
buenos maestros bajaron del pizarrón hace mucho tiempo, y se han convertido en una
verdadera “guía” al lado del alumno, no requieren de la alta tecnología en absoluto. Ya
es tiempo de que, la paliza que la tecnología hace sobre un caballo agonizante o muerto,
se detenga y se compare el valor de la tecnología informática con estos otros métodos de
aprendizaje innovadores, compitiendo con recursos escasos. Hasta ahora, siempre y
cuando ello ha ocurrido, la computadora no ha mostrado un resultado muy bueno.
Incluso, el panel de Ciencias Nacionales de los EE.UU., que durante décadas promovió el
uso de computadoras en las escuelas, admitió, finalmente, en un informe de 1998,
El dilema fundamental de la instrucción asistida por computadora y otras técnicas
educativas que usan las tecnologías de la información es que la efectividad de su costo,
comparado con otros métodos de instrucción - por ejemplo, grupos más pequeños de
clases, el aprendizaje al ritmo del alumno, aprendizaje en grupo, planes de estudios
innovadores, y tutores en clase - nunca ha sido probado. (Ciencia, Pg 8-19)
Yo no quiero entrar profundamente en el problema de la efectividad aquí, porque sigue
siendo un atolladero contencioso que realmente nos desvía de una mejor comprensión de
la relación entre tecnología y educación. Yo apenas quise notar que una de las maneras
que necesitamos para repensar el uso de la tecnología en las escuelas del siglo XXI, es no
compararlo sólo a la pedagogía del siglo XIX, sino con otras maneras innovadoras de
aprender tanto del siglo XX como el del XXI.
Regresemos al video para escoger una pregunta más: ¿Dado que los cambios de
tecnología ocurren rápidamente, por qué el superintendente, clama al final de la cinta, que
es importante para los estudiantes aprender habilidades técnicas en cuarto grado, que
serán totalmente obsoletas mucho antes de que ellos abandonen la escuela? ¿Cree él
realmente que si los alumnos de cuarto año, en la década de los ochenta, sabían cómo
usar la computadora Apple IIes estos se prepararían mejor para el mundo laboral o para
la universidad que otros de su misma generación que no fueron tan privilegiados y sólo
conocieron cómo usar la Mac y la PC en la escuela secundaria? La suposición que los
niños necesitan relacionarse con las computadoras a edades tempranas, para dejar la
escuela con las habilidades informáticas adecuadas es, para ponerlo bruscamente,
absurda. Durante los diez años que impartí el curso de Tecnología Informática Avanzada,
el más avanzado ofrecido en las Escuelas Públicas de Des Moines, me dejé de preocupar
sobre si un estudiante que solicitaba mi clase tenía vencido el requisito previo de clases
de aplicaciones de la computación o incluso cualquier experiencia anterior con una
computadora. Yo podría introducirlos en cualquier habilidad básica con la computadora
en corto tiempo. Lo que necesitaban traer era un espíritu creativo, curiosidad y el
conocimiento de primera mano de ese mundo al cual ellos le pudieran aplicar sus
habilidades informáticas. Cada vez más y más aquellos estudiantes, habiendo crecido en
un mundo de televisión, juegos videos y computadoras, no traían ese tipo de experiencias
e ideas a mi aula, y encontraron que podían hacer poco con las computadoras excepto lo
ésta les podría ofrecer. El reconocimiento de la disminución de sus habilidades para
utilizar las experiencias concretas de primera mano para informar, inspirar y dirigir su
trabajo en la computadora, me ayudó a comprender que incluso en una sociedad
tecnológicamente de avanzada - sobre todo en una sociedad tecnológicamente de
avanzada - no podemos desviar la larga y profunda absorción que ocurre en la interacción
directa, física y social de los niños a edades tempranas.
La Ideología Tecnológica
¿Por qué nos sentimos impulsados para buscar las formas de conseguir que los niños
usen las computadoras a esas edades? El asunto que está en la mira no es que
habilidades en el uso de la computadora puede tener el niño. Tampoco es si los niños
aprenden o no con las computadoras. Es algo mucho más importante, mucho menos
consciente, que obliga a los superintendentes a destinar escasos fondos a comprar
tecnología de buena fe; que conecta la extensión de la práctica de abolir los recesos en las
escuelas elementales, con un confuso entusiasmo al mirar a los niños pequeños sentarse
inmóviles ante una pantalla bidimensional; que provoca que los maestros vean las
computadoras como la única alternativa a los métodos tradicionales; eso que incita a los
futuristas para ver en cada nueva invención una utopía tecnológica a la vuelta de la
esquina.
Creo que existe una ideología tecnológica en todo el mundo, una manera de atraer al
mundo, que ha crecido gradualmente en el de cursar de los últimos 400 años al punto
dónde, cuando finalmente se esculpió en silicio, vino no sólo a dominar nuestras
acciones, sino nuestra manera de pensar. Haciendo esto, creó una cultura en la que
estamos determinados a introducir a nuestros niños cada vez a edades más tempranas.
Éste no es un pensamiento original mío. Postman (1992) lo ha llamado “Tecnopolis”.
Theodore Roszak (1969) lo nombró “Tecnocracia”. Como quiera que lo llamemos,
significa que el verdadero repensar que hay que hacer sobre la tecnología tiene menos
que ver con las máquinas que están en el aula y más con el tipo de “pensamiento –
máquina” que ocurre en nosotros , y cada vez más en las mentes de nuestros estudiantes.
Como lo expresa el filósofo Stephen Talbott, “a lo que realmente le temo es a esa, cada
vez más poderosa, máquina oculta dentro de nosotros, de la cual las máquinas que
creamos son solo una expresión" (1995, pg 36). Aquí es donde se localiza ese problema:
no en la computadora encima del escritorio, sino en el incremento de la mentalidad de
máquina en el interior de nuestras cabezas. Por consiguiente, las preguntas más
importantes que debemos hacernos sobre el uso de las computadoras con niños de edades
tempranas no tienen nada que ver con el desarrollo de las habilidades técnicas, o incluso
de las habilidades cognoscitivas. Esto tiene que ver con el cómo los valores generados
por este pensamiento afecta el desarrollo social, cultural, psicológico y moral del niño.
Todo lo discutido aquí, todos los ejemplos, todas las opiniones que yo he desafiado, han
estado apuntándonos en la dirección de como esta ideología se muestra con relación a la
educación.
Lo que quiero hacer ahora, es describir explícitamente esta manera de pensar. Es un
proyecto difícil. Las ideologías tienden a ubicarse en el borde de nuestra conciencia -
ellas moldean nuestros pensamientos, en lugar de nutrirse de él. Tenemos que conseguir
extraer ese molde para poder echar una ojeada dentro. Eso era lo que yo estaba intentando
hacer con las alternativas que sugerí a las actividades mostradas en el video. Pero aun así
estaba involucrada la computadora. Quiero ser más general, así que permítame empezar
contándole un incidente que me ocurrió cuando todavía era maestro de la escuela
secundaria.
Durante los últimos tres años que yo enseñé en la escuela secundaria almorcé tres veces
por semana con un estudiante que llamaré David. Era un estudiante brillante, si bien un
adolescente algo torpe, a sus 13 años de edad había sido el mejor estudiante de la
talentosa y dotada clase de Geometría que yo impartía; él y yo pasábamos el almuerzo
discutiendo un tema de interés común, la filosofía. Nosotros también hablábamos sobre
asuntos personales. Él me reveló que había sido diagnosticado con ADHD a una
temprana edad y tomaba Ritalin desde cuarto grado. Un día, sólo un par de meses antes
de su graduación, él entró apresurado en mi cuarto y me anunció que esa mañana había
vaciado todo su Ritalin por el tragante del retrete. Cuando le pregunté por qué, él me dio
una respuesta notable. "Me di cuenta de que cada mañana cuando me levanto y paso por
este ritual de suicidio del alma…”, como lo mencionó, "…tomo una píldora para evitar
todos mis problemas antes de enfrentarlos ni siquiera alguna vez". Él decidió que nunca
podría solucionar sus problemas con la familia, la escuela y los compañeros de clase si
no le daba la oportunidad de hacerles frente, por lo que botó las píldoras. Si ha tenido
éxito o no con esta decisión aún esta por ver - su vida ciertamente no ha estado, desde
entonces, exenta de dolor. Pero él esperó eso. Mientras que otros a su alrededor, durante
años definieron sus problemas en términos fisiológicos y mecánicos, como si hubiese
algo roto dentro de él, y buscaron ayuda en medios externos para escudarlo del acceso a
ese pedazo roto, él optó por redefinir el problema como una batalla interior, con la
esperanza de desarrollar la fuerza interna capaz de luchar y superarla él mismo.
Aunque este ejemplo está centrado en el uso de determinada tecnología médica, lo que
este adolescente está confrontando no son más que las consecuencias de abrazar la
tecnología como una ideología, de comprometer al mundo en un modo, que deposita cada
vez más una mayor confianza en una orientación mecánica de la vida. El Ritalin es un
tratamiento eficaz, que ayudó a todas las funciones involucradas, de una forma más
cómoda, consiguiendo que el niño estuviera rápidamente bajo control. No hizo ningún
llamado serio y doloroso a una familia disfuncional, a una comunidad fría o a una escuela
que se negara a apoyar su precocidad; no requirió ningún examen de los efectos
tecnológicos medioambientales (los aditivos de la comida, la polución, etc.); no trajo
consigo ninguna batalla interna en el niño. De un tirón desterró el problema fuera de la
comunidad, familia o incluso del contexto espiritual, lo definió en su contexto mecánico-
químico más estrecho y como tal ofreció una rápida solución mecánico-química.
Debo apresurarme a aclarar que no estoy aquí abogando porque eliminemos el Ritalin
en aquellos niños que lo necesitan. Me he encontrado una buena cantidad de padres cuyas
vidas familiares se han hecho finalmente soportables gracias a esta y otras drogas
psicotrópicas para dejarse llevar por tales sugerencias fáciles. Aún más, ya no existe duda
alguna de que en los EE.UU. el Ritalin ha sido escandalosamente recetado. Lo qué me
gustaría sugerir es que ello no constituye solamente una cuestión de un mal diagnóstico.
Es también la consecuencia de confiar en una orientación técnica, una manera de ver el
mundo que ve a los niños en términos mecánicos y a las batallas internas de estos
simplemente como una avería en esa maquinaria, en lugar de un signo de que algo esta
errado en el tejido social, psicológico, e incluso espiritual de la vida del niño.
En su maravilloso libro, El coraje para Enseñar (1998), Parker Palmer usa un lenguaje
notablemente similar al de mi joven amigo al generalizar el problema con esta visión
global.
Estamos obsesionamos con manipular a los externos porque creemos que ellos nos
darán un poco de poder sobre la realidad y ganaremos un poco de libertad de sus
limitaciones. Magnetizados por una tecnología que parece haber hecho eso exactamente,
hemos descartado nuestro mundo interior. Cada pregunta que nos hacemos la
convertimos en un problema objetivo que debe ser resuelto - y creemos que para cada
problema objetivo hay alguna clase de solución técnica. Por ello entrenamos a los
doctores para que reparen el cuerpo, no para honrar el espíritu; el clero para ser gerentes,
no guías espirituales; maestros para dominar las técnicas pero no para comprometer el
alma de sus estudiantes. (pg 19)
Palmer está llamando nuestra atención sobre la pérdida gradual de fe en el desarrollo de
aquéllos recursos internos a los que David no renunció. Ha sido a través del
desplazamiento, durante siglos, de la creencia en la posibilidad de lograr una vida mejor
mediante el perfeccionamiento de las personas hacia el perfeccionamiento de las
herramientas, que la ideología tecnológica nos ha hecho perder el enfoque sobre el
crecimiento interno de nuestros niños.
Lo que hemos encontrado últimamente en la educación norteamericana, es una carrera
acelerada para proporcionarles a los niños los medios externos necesarios de poder para
ejercer el control sobre su mundo, en detrimento de lo que podríamos llamar la tarea
"espiritual", de desarrollar los recursos internos y el apoyo de la comunidad que son
necesarios para crear un clima de relaciones saludables con ese mundo. Una simple
ojeada al lenguaje utilizado por el sistema de educación en los EE.UU. hoy, nos indica la
magnitud de ese movimiento. Rara vez los que trazan la política educativa hablan de la
verdad, la sabiduría, el juicio, el carácter, la dignidad, la virtud o la integridad – todas las
capacidades internas que una vez formaron los ingredientes esenciales de una buena
educación. El idioma de la educación del alma se ha reemplazado por el idioma de la
máquina: pruebas estándares, informes de progreso, medidas, valoración externa,
responsabilidad, GPAs, SATs,ACTs y todo un hospedero de terminología técnica diseñada
para lanzar la educación como un producto gobernado por la eficacia, en lugar de un acto
de crecimiento gobernado por las necesidades del desarrollo humano. Por todas partes en
los EE.UU. el enfoque está en los resultados, en lugar de la comprensión interna, con
consecuencias que llegarían a ser un ultraje si los educadores estuvieran verdaderamente
determinados, como dice Palmer, a "comprometer el alma" de sus estudiantes. Sólo un
ejemplo: Hoy casi todos los estados de la nación realizan exámenes de alto rendimiento a
niños de temprana edad como son los nueve años. La tensión causada por estos
exámenes es tan fuerte que en California ellos han agregado a los manuales de las
pruebas para alumnos de cuarto grado, instrucciones de lo que el maestro debe hacer si un
estudiante muy tenso vomita en la prueba. Y todavía el pasado invierno, el Congreso pasó
una ley que requiere de pruebas de habilidades en las escuelas preescolares Head
Start financiadas federalmente.
La falta de equilibrio en la vida de los niños
Lo que estamos confrontando aquí, es un asunto de equilibrio. Pero como debe haber
quedado claro hasta ahora, no es sólo una cuestión de equilibrar el tiempo ante la
computadora con otras actividades en las escuelas y el preescolar. Lo qué tenemos que
reconocer es el desequilibrio total en la vida de los niños, tanto dentro como fuera de la
escuela, debido a la dominación de la ideología tecnológica - el hecho de que en casi todo
lo que un niño hace, median hoy las máquinas y el pensamiento de máquina. McLuhan,
escribiendo en 1964, anticipó el desequilibrio creciente en las vidas de los niños y sugirió
que la "educación será reconocida como la defensa civil en contra de la precipitación
radioactiva de los medios de comunicación” (1964, el pg. 267).
Obviamente, eso no pasó. Hoy en los EE.UU. los niños crecen bajo una dieta de viajes
virtuales por el Amazona o a la órbita planetaria y escaladas virtuales a la cúspide del
Monte Everest. Éstas son las ofertas comunes ahora y las escuelas claman por participar.
Estas actividades que empiezan con un relumbrante juego de computadora en edad
preescolar, representan para los estudiantes un salto tecnológico tras otro. Pero las
emociones que atraen a los estudiantes en estas aventuras son emociones substitutivas,
desconectadas de su propia experiencia. ¿Cómo pueden esas aventuras conectarse con el
alma de un niño que ni siquiera sale al receso? El estudiante no vuela en la órbita del
planeta, no alcanza el polo Norte, no escala el Everest. Enfrentado a la incapacidad para
conectar las vidas de sus estudiantes, de forma significativa, con las representaciones
simbólicas en la pantalla, el maestro descubre que constantemente debe elevar el nivel de
excitación de cada nueva actividad "interactiva", hasta que el aprendizaje sea
indistinguible del entretenimiento.
El año pasado una investigación publicada en la revista Científico Americano (Kubey &
Csikszentmihalyi, 2002), verificó una sospecha largamente sostenida por muchos padres
y maestros: esa televisión, y más probablemente, todas esas otras actividades
relacionadas con una pantalla de video, poseen las mismas características clínicamente
identificables exigidas para que sean clasificados como sustancias adictivas. Este
hallazgo, asombrosamente poco publicado, no sorprende a nadie que haya intentado que
los niños usen las computadoras de una manera equilibrada. Por mi propia experiencia
conozco que devolverle a los estudiantes el ambiente terrenal que les rodea, después de
trabajar los proyectos de telecomunicación, resultó inevitablemente los sentimientos de
fastidio y desinterés - y un deseo de volver a estar conectado en línea. Era tan
pronunciado éste efecto que decidí clasificar a los estudiantes que más lo mostraban
como AGE: Adictos a Grandes Eventos. Éstos son los niños para quien las clases tienen
que tener todo el sensacionalismo multimedial de las noticias nocturnas, como única
forma de mantenerlos comprometidos. No se sorprenda si algún día las siglas AGE (u
otra descripción más científica) se agreguen a la lista de dolencias psicológicas en los
niños como la LD, BD, ADD y ADHD. Pero, como en el caso de mi amigo David, los
problemas de estos niños realmente son proyecciones de un trastorno social más
profundo. En el núcleo de ese trastorno están educadores y padres que buscando la llave a
la motivación, se han dejado llevar por la creencia de que la excitación es un sustituto
adecuado para la voluntad. Ellos se equivocan al estimular la glándula suprarrenal para
nutrir el alma.
Realmente, nada de esto es nuevo. Joseph Wiezenbaum pionero de la computación
(1976) advirtió hace casi treinta años que la computadora "esclaviza la mente que no
tiene ninguna otra metáfora y pocos recursos a que apelar" (pg 277). En el mundo del
adulto saturado con la tecnología informática, esas otras metáforas y recursos tienen que
ser desarrolladas en edades tempranas de la vida. Si nuestros niños están llamados a
establecer una conexión con la tierra y el viento, la carne y la sangre, lo más importante
es que mientras sean jóvenes golpeen las pelotas, jueguen con plastilina, se tiren en el
césped, opinen, hablen cara a cara con las personas de su interés. Ellos necesitan de estas
experiencias tanto cuanto seamos capaces de darles. Todavía, en lugar de ayudarnos a
encontrar más formas para que nuestros niños actúen en el mundo, los abogados de la
tecnología nos animan a comprar otra caja electrónica para nuestros niños con la que
puedan mirar hacia ella, sustituyendo la información por la experiencia directa.
Weizenbaum también señaló que el pensamiento técnico no apunta en absoluto a ninguna
dirección moral o ética. Por consiguiente, a medida que las máquinas que ponemos en las
manos de nuestros hijos son más poderosas, es indispensable que aumentemos nuestros
esfuerzos para ayudarles a reconocer la inmensa responsabilidad que ellos tienen para
usarlas en beneficio de la humanidad. Esta visión asumió un significado muy profundo
para mí, cuando comprendí, mientras enseñaba mis clases de Tecnología Informática
Avanzada que estos estudiantes tenían más poder para hacer daño a las personas, que
cualquier adolescente habría tenido alguna vez en su vida, y todo ello a una distancia
segura. A menudo parecía que los estudiantes con mayor experiencia y habilidad en el
uso de la computadora tenían un mayor problema para pensar en proyectos que se
ajustaran a mis severas normas éticas. Cuando, fuera de toda frustración, una vez estuve
de acuerdo en permitir a algunos de estos estudiantes intentar penetrar y romper la
seguridad de la red de computadoras de la escuela, la respuesta fue, “Eh, bárbaro! " y allá
fueron, hasta que yo los arrastré nuevamente atrás y reafirmé mi autoridad en el aula.
Cual es el punto que estoy intentando mostrar: una vez que los controles externos fueron
levantados, no había ningún control interior en muchos de estos muchachos de 17-18
años para hacerse cargo de la situación.
¿De dónde vendrá ese control cuando nosotros liberemos a generaciones enteras de estos
jovenzuelos a la sociedad? A menos que estemos deseosos de dejar caer toda esa farsa de
proteger y agrandar la libertad individual en el mundo, debemos ayudar a nuestros
jóvenes (y quizás debiera agregar, a algunos de nuestros líderes más viejos) a que
desarrollen la fuerza moral y ética necesaria para poder resistir la tentación de abusar del
enorme poder de las máquinas. Esas cualidades toman mucho tiempo y esfuerzo para
desarrollarse en un niño, pero ellas deben ser un requisito previo tanto para usar una
computadora poderosa, como para aprender a teclear. Intentar enseñar a un estudiante a
domar y utilizar el poder de la computadora apropiadamente sin esos rasgos morales y
éticos es como hacer crecer un árbol sin raíces.
Son esas raíces, son esos recursos internos de nuestros niños lo que hace que se conecten
a una comunidad y generen un fuerte sentido de responsabilidad moral y ética que, a su
vez, puede disciplinar el poder que las computadoras ponen a su servicio. En vez de
nutrir esas raíces para que ellos encuentren su lugar en la comunidad, nosotros le
ponemos a nuestros niños pequeñas máquinas que hacen que dirijan sus energías a
afianzar el poder y control sobre su entorno. Y entonces nos preguntamos por qué,
cuando en los EE.UU. nuestra adolescencia suburbana de alta tecnología se encuentra
confundida, enfadada, deprimida o agobiada, no extiende la mano a la comunidad para
buscar ayuda, o excava profundamente dentro de sí para encontrar la fuerza interior que
le ayude a perseverar; sino se lanza hacia la más poderosa (y a menudo mortal)
herramienta que pueda encontrar para resolver sus problemas. Si hay algo que yo quiero
trasmitirle a ustedes hoy es que nuestros esfuerzos en los EE.UU. para utilizar las
máquinas como una vía para el aprendizaje fácil, indoloro y acelerado han sido a costa
del desarrollo de la fuerza interior de nuestros niños y a la profunda desconexión con la
comunidad, y del mundo entero, pero sobre todo nuestros niños, está pagando un precio
extremadamente alto por él.
¿Luego, qué debemos hacer?
Repensando nuestra relación con la tecnología.
Me siento un poco avergonzado al confesar que habiendo recorrido grandes distancias
para describir el problema, esté renuente a sugerir cualquier solución. Ciertamente,
ofreceré algunas modestas sugerencias. Estoy renuente a ello, en parte, debido a la
naturaleza del propio problema, que está muy vinculado a la cultura. Me parece que
alguien que venga de los EE.UU., una cultura completamente tecnológica, a pesar de su
riqueza enorme y capacidad para criar físicamente saludables a sus hijos, y que se ha
convertido en un lugar extremadamente insano para los jóvenes, debe ser circunspecto a
la hora de ofrecer un consejo sobre el uso de tecnología educativa, a educadores de otras
culturas, a no ser que sea de cautela. Mi propia experiencia viviendo y enseñando en
Ecuador me sugiere que las culturas latinoamericanas comparten ciertas características
profundamente humanas que ofrecen alguna protección contra los aspectos destructivos
de la ideología tecnológica, que la computadora promueve sutilmente pero
insistentemente. Quizás esos valores y tradiciones le ayudarán a tomar a ustedes
decisiones más sabias que las que hemos tomado nosotros. Por eso debe hacerse un gran
esfuerzo para conservar esas tradiciones culturales, porque la tecnología es, como
Postman (1995) nos recuerda, un dios celoso.
En todo caso, yo no voy a sugerir que usted cierre con llave las puertas de la escuela para
que no entren las computadoras. Eso no sería ni realista, ni sabio. Yo no hubiera pasado
tanto tiempo de mi carrera enseñándoles a los estudiantes de secundaria cómo usar las
computadoras si yo hubiese pensado que ellas son inherentemente malas. Pero la práctica
norteamericana de tirar las computadoras indiscriminadamente en cada uno de los niveles
de la educación e intentar, luego, encontrar algo que hacer con ellas no debe repetirse en
el mundo. Lo que tardíamente necesitamos, y que espero sea también de valor para
ustedes, son programas sistemáticos y conscientes que coloquen a la computadora en el
lugar apropiado en relación con el desarrollo del niño y que al mismo tiempo
proporcionen una clase de inoculación contra los efectos nocivos que acompañan sus
beneficios. Durante los últimos tres años he estado trabajando con la Alianza para la
Niñez para desarrollar un conjunto de preceptos evolucionistas y pautas tecnológicas para
ayudar a los educadores a establecer esos tipos de programas. Las asunciones se basan en
la creencia que para los niños pequeños, la decisión para usar cualquier tipo de
tecnología debe regirse por su habilidad de apoyar y ahondar en lo que nosotros
consideramos son las esencias de una niñez saludable. Estas esencias incluyen:
1. Las relaciones afectivas estrechas con adultos responsables.
2. La actividad al aire libre, exploración de naturaleza, cultivar un huerto o jardín, y otros
encuentros directos con la naturaleza.
3. Tiempo para la obra activa, creativa, como la parte central del currículo para los niños
pequeños.
4. La música, el drama, los títeres, el baile, la pintura, y las otras artes, ofrecidas como
contenidos separados y como un tipo de levadura para introducir todo el rango de los
demás asuntos académicos a la vida.
5. Las lecciones prácticas, el trabajo manual, y otras atractivas actividades físicas que
literalmente personifican las primeras lecciones efectivas para los niños pequeños de las
ciencias, matemáticas, y la tecnología.
6. Enriquecer la experiencia del idioma, incluyendo la conversación, la poesía, el canto,
la narración, y los libros leídos en voz alta por los adultos cercanos a él. (Oro del Tonto,
2000, pg 47)
Podría parecer que no hay absolutamente ningún espacio para el uso de las computadoras
en estas actividades. Esta afirmación es sólo verdad si circunscribimos el concepto de
tecnología al marco estrecho de la alta tecnología electrónica. Una conceptualización más
completa de la tecnología, que abarca el uso de todo tipo de herramientas, revela que hay
una fuerte relación mostrada entre el desarrollo de la niñez y las herramientas que los
niños utilizan en el despliegue de las actividades sanas. La jardinería, los títeres, la
pintura, la música, el trabajo manual, la lectura, todas se basan en la habilidad para el uso
de las herramientas. Las “clases prácticas" infieren directamente la importancia en el uso
de una gran variedad herramientas por parte de los niños. Desgraciadamente, los
programas actuales tienden a igualar la tecnología con la tecnología digital electrónica y
de esa forma, no promueven los importantes beneficios que se pueden obtener de la
utilización de las herramientas de bajo perfil tecnológico como son: los martillos, las
cuerdas, las palas, las cintas, las crayolas, etc. Una nueva cultura tecnológica que opera
lejos de la profunda preocupación del carácter emergente en las necesidades del niño,
reconoce la gran cantidad de actividades técnicas disponibles y necesarias para su
crecimiento saludable. De hecho, considera que una sociedad de alta tecnología requiere
una niñez de altura.
El segundo proyecto, el estableciendo de los principios para el desarrollo de una
conciencia tecnológica, está en la fase final de su revisión, pero como su intención no es
ser un conjunto rígido de normas, sino más bien sugerencias flexibles, no me siento
cohibido al compartir este borrador con ustedes. Mi esperanza es que ustedes tomen estos
principios y los adapten a sus propios contextos locales, adhiriéndose solo a la filosofía
de promoción de la vida sobre la cual fueron desarrollados.
Los once principios para el desarrollo de una Conciencia Tecnológica
1. Vaya despacio: requiere de mucho tiempo para desarrollar la madurez emocional,
social, e intelectual que se necesita para operar las tecnologías; así como el monitoreo y
el desarrollo apropiado de la vigilancia y del cuidado en la casa y en la escuela.
2. Relaciónese primero con el mundo real.
3. Reconozca la vida, en toda su diversidad impredecible y temporalidad, como algo
sagrado, incluso la muerte. Niéguese a tratar a las cosas vivientes como si fuesen
máquinas.
4. Trate a las herramientas con el respeto y con mente abierta.
5. Resístase a la ilusión de que poseemos un destino tecnológico: el uso y diseño de las
tecnologías se deriva de las decisiones humanas e involucra una profunda cuestión de
ética.
6. Todos merecemos tener una voz en las decisiones que tienen que ver con la tecnología
- sobre todo aquéllos que más directamente sufren sus consecuencias.
7. La tecnología es sólo una opción, usted es libre de fijar los límites, o incluso decir que
no.
8. La solución de nuestros apremiantes problemas sociales y ecológicos depende mucho
más del desarrollo de una conducta socialmente responsable, que del diseño de alguna
nueva y deslumbrante tecnología.
9. Honre el siguiente principio preventivo: Ante todo, no haga daño.
10. Es la secundaría básica el momento adecuado para centrarnos en el desarrollo de las
habilidades y en el uso de las altas tecnologías,
11. Sea tecnológicamente consciente para educar la conciencia tecnológica
Estos principios son, por encima de todo, concisos. El texto completo que acompañan
estas guías contiene treinta páginas y ejemplos de cómo estos principios pueden ser
llevados operativamente a las escuelas, casas y comunidades. Lo que quiero destacar es
simplemente que todos estos principios comparten un rasgo fundamental: ellos sitúan a la
tecnología y a las decisiones sobre esta, dentro de la actividad humana y no al revés. No
empiecen preguntando ¿cómo podemos preparar a la juventud para un futuro tecnológico
predeterminado? o ¿qué pueden hacer nuestros niños con las computadoras?, sino cómo
y cuándo podemos hacer que la tecnología se ponga en función de los propósitos
humanos.
La tarea primordial de la educación es ayudar a nuestra juventud a desarrollar el mejor
sentido de esos propósitos humanos. Los problemas más peligrosos que enfrentan mi
sociedad - las drogas, la violencia, el racismo, la pobreza, la disolución de la familia y la
comunidad, y, por supuesto, la guerra- no puede arreglarse con la tecnología; toda una
serie de confusiones sobre los propósitos humanos. Preparar a nuestros niños para
trabajos técnicos de avanzada no ayudará a mi nación a responder cada una de las
siguientes preguntas: ¿por qué la nación más libre del mundo tiene el mayor porcentaje
de ciudadanos tras las rejas? , ¿Por qué la nación más rica de la historia condena a una
quinta parte de sus niños a la pobreza? , ¿Por qué el país con el sistema de salud más
moderno, es en el que sus niños son mas medicamentados?, ¿Por qué la sociedad
tecnológicamente más avanzada de la Tierra es incapaz de proteger a sus ciudadanos de
un grupo extremista de terroristas?.
Theodore Roszak, en su libro El Culto de la Información (1986), escribe que "vivimos en
una era en la cual las tecnologías de la comunicación humana se han desarrollado a una
velocidad deslumbrante; pero lo que las personas tienen que decirse entre si, utilizando
estas tecnologías, no muestra un avance comparable " (pg 16). En EE.UU. tenemos hoy
magníficos medios de comunicación. Incluso en los EE.UU. nuestros niños más jóvenes
son bombardeados con mucha más información que la que son capaces de asimilar. De
hecho, hemos llegado al punto donde estas poderosas herramientas han empezado a
interferir, más que ayudar, en nuestra habilidad para enseñar y aprender cómo decirnos
cosas significantes unos a los otros. Para que algo sea realmente significante debe tocar
nuestra alma, no sólo la mente. Los niños pequeños son, enfáticamente, almas que buscan
un significando. Ponerlos ante las máquinas desalmadas es realmente malinterpretar lo
que un niño necesita.
Cuando la madre - periodista me preguntó por qué yo quería alejar a su hija de aquella
“máquina de leer”, yo le respondí preguntándole por qué ella se sentía tan ansiosa de
obligar a su hija a que aprendiera a leer a una edad tan temprana, cuando indudablemente
ella lo podría hacer un par de años después fácilmente, cuando dicha capacidad
apareciera naturalmente. Le sugerí que era mucho más importante para su hija que su
madre le leyera, le ayudara a cocinar y a limpiar, jugara entre los árboles, aprendiera a
utilizar simples herramientas cuyo funcionamiento pudiese comprender, que conociera el
mundo que le rodea, en lugar de las líneas abstractas de una pantalla de computadora.
Le dije, rudamente, que temía que no era su niña la que necesitaba aprender a leer a la
edad de cuatro años, sino los adultos, que han comprado la noción de que podemos
programar a un niño igual que programamos a las máquinas, y mientras más rápido,
mejor. Si yo hubiera sabido que me iban a hacer esa pregunta, quizás hubiera sido más
gentil y en cambio habría dicho que si ella fuese paciente y esperase por el despliegue de
las capacidades naturales de su hija, los dos se ahorrarían muchas frustraciones. También,
probablemente, ella sería premiada algún día con una hija que comprendiese a cabalidad
toda la sabiduría que encierra el siguiente verso bíblico, engañosamente simple: "Para
todo hay una estación”. La estación para la computadora no es la primavera de la vida del
niño.
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