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·Ei aijt~ goza de merecido renombre en el.....medio antropológico por su clásico tratado

'_,' '~ pa~eontología humana ampliam~nte di­,. , fundido;l además,en 1968 se publico la ver-

DOn· castellana de un breve pero enjundiosoartículo tratando de defmir al género

, ·homo.2

, Ante todo hace hincapié en observacio-nes metodológicas bien conocidas, pero nosiempre aplicadas, aún siendo de primera'~ortancia en la investigación paleontoló­gica:" a) Necesidad de fechar correctamente'

,. 108 ,hallazgos, a fin de obtener su edadrelativa con procedimientos estratigráficos y

- la edad absoluta con técnicas físico-quími­cas.. Una omisión al respecto motiva quemuchos restos queden inutilizables para es­tablecer hipótesis fllogenéticas.

b) .Tener en cuenta los principios decorrelación y de conexiones; el primeropara establecer las posibles relaciones entrefOrIllas animales diversas; y el segundo que

· permite encontrar la unidad en la variedad,dando así cierta validez al establecimientoeventual de series evolutivas.

c) Utilizar el criterio de homologio, con­secuencia directa del principio de las cone­xiones: dos órganos pertenecientes a seresdistintos se consideran homólogos cuandoofrecen las mismas conexiones.

d) Distinguir entre caracteres primitivos(o generalizados) y caracteres especializa­dos; y también el concepto de irreversibili­dad en la evolución, citando ejemplos ilus­trativos, tales como la pentadactilia comodisposición primitiva, sustituida en muchoscasos por conformaciones especializadas co­rrespondientes a pérdida de uno o variosdedos (équidos, rumiantes, etc.) como re-sultado de una divergencia evolutiva a par­tir de un tipo generalizado. Reconoce lairreversibilidad del proceso evolutivo, o seala imposibilidad de retornar a las caracterís­ticas generalizádas partiendo de una espe­cialización; admitiendo sin embargo que

; ciertos caracieres simples, ajenos a la ínti­ma organización del animal y carentes de'significado funcional, pueden ser y son de·hecho reversibles.

e) Advierte los peligros de emplear, pre­ferente.y primordialmente, métodos cuanti­'tativos tratando de substituir aquéllos basa­

, dos en la comparación de estructuras, esdecir, los cualitativos. Sin negar la importan­ocia de la estadística y el criterio cuantita-

tivo en la interpretación de los hechospaleontológicos, coincidimos' con Piveteauen la necesidad de no olvidar el aspectocualitativo en las ciencias de la vida.

Sólo mencionaremos algunos de los pun­tos más relevantes en cuanto a la evoluciónde los homínidos. Recuerda los 3 tipos delocomoción: a) fase inicial cuadrúpeda oarborícola; b) fase también arborícola perocuyo desplazamiento se hace por suspen­sión de los brazos (braquiación); c) fasebípeda, consecuencia' del descenso de losárboles; fases consideradas a menudo comouna sucesión linear evolutiva, pero que Pi­veteau estima independientes y divergentes,afirmando que desde muy temprano seestableció entre los primates, según los gru­pos, una persistencia de la etapa cuadrú­peda, una tendencia a la braquiación o unaorientación hacia el bipedismo. Esta últimamodificación del aparato locomotor ten­diendo a la posición erecta motivó la diver·gencia hacia el grupo de los homínidos,siendo ésta [la posición erecta] la primeracondición orgánica del fenómeno humano;fue más tarde cuando el cerebro alcanzó supleno desarrollo. De este modo respondenuestro autor a la tan controvertible cues­tión de si la evolución cerebral antecedió ala posición erecta y especialización de lamano, o viceversa.

Considera a la línea homínida separadade la de los restantes primates a partir delOligoceno, o sea hace mas de 50 millonesde años; pero, contrariamente a otros inves­tigadores, incluye los Dryopithecus y Pro­consul en la familia de los póngidos. Encambio reconoce en el Ramapithecus (del

Mioceno superior y Plioceno) por un ladocaracterísticas claramente póngidas junto aotras que le aproximan a los homínidos; .por 'anto rechaza el criterio de quienessitúan al Ramapithecus casi en la fronteracon la humanidad.

En cuanto al Oreopithecus (Mioceno su­perior) se atiene a la interpretación deHuerzeler para quien se trataría de unaparadoja filética, por presentar simultánea­mente caracteres correspondientes a losgrandes monos y otros orientados hacia elproceso de· hominización. Puede conside·rarse una rama lateral en el árbol fllogené­tico de los homínidos, pero no una formaancestral del hombre.

Sitúa todos los restos australopitécidosde Africa del sur en un único género(Australopithecus) incluyendo los supuestosgéneros Paranthropus y Plesionthropus deotros investigadores.

En cuanto a los restos recogidos enAfrica oriental, sobre todo en Oldoway,nuestro autor cree también necesario sim­plificar la taxonomía englobando los distin­tos hallazgos de Zinjanthropus en el mismogénero Australopithecus, al cual pertenecenademás los restos clasificados por Leakey,Tobias y Napier como Hamo habilis, pese areconocer que su sistema dentario no pre­senta diferencia apreciable con el del Hamosapiens.

Los hallazgos de Omo (Abisinia) sontambién Australopithecus, con una antigüe­dad que remonta a unos 3 millones 300 milaños.

Señala que la relación fllética entre Aus­tralopithecus y Hamo es imprecisa, si biencree que el tipo ancestral de Hamo debiópasar por una etapa similar a la que encon­tramos en Austrolopithecus.

El paso de lo pre-humano a lo humanoimplica el surgir del pensar reflexivo, defi­niendo la reflexión como la toma de con­ciencia de una acción diferida, de unaacción retardada; el fenómeno psicológicode la espera, que es la separación entre elmomento de producirse el estímulo y laconsumación del acto.

Este pensar reflexivo surge, según Pive­teau del diálogo entre la mano y el cere-, .'bro, del tiempo entre sus reaccIOnes recI-procas. Las rudimentarias herramientas líti­cas fabricadas por los australopitécidos sonexpresión de la dualidad mano-cerebro; pro­ducto de una mano que no termina aun suproceso evolutivo y de un cerebro quecontinúa aún desarrollándose.

Para establecer el límite inferior evolu­tivo del Hamo se carece de un criterioanatómico, ya que Piveteau rechaza porinadecuado el de volumen o capacidad cere­bral. Hay que recurrir a documentos ar­queológicos y supone que la herramientalítica primitiva pudiera marcar el inicio dela inteligencia como la facultad de fabricarobjetos artificiales, particularmente he"a­mientas para fabricar herramientas. Sin em­bargo, se pregunta a continuación: ¿es queen realidad el útil fabricado implica forzo­samente la existencia de un pensar reflexi­vo? , y se responde admitiendo que en elfilum de los homínidos pudo surgir laposibilidad de fabricar herramientas inci­pientes, gracias a la liberación de la mano y

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al desarrollo cerebral, pero que tal herra·mienta sería resultado de un pensar técnicoque no implica todavía la existencia dellenguaje; estaría en el umbral de. lo huma·no. Es decir que acepta un estadio pre-hu­mano de la herramienta, del mismo modoque acepta un estadio pre-humano de laorganización biológica. Lá herramienta seríala prolongación del cuerpo antes de llegar aser la del espíritu. Esta etapa pre·humana,pero homínida, sería la del Australopi­thecus.

El lenguaje, en sus orígenes, queda toda·vía y quizá para siempre, ignorado; es unproblema que la paleontología no puederesolver. El hombre es el único animal enposesión de un lenguaje articulado, queexige la previa modificación de ciertas ca­racterísticas anatómicas en la laringe. Laaparición del lenguaje articulado debiócoincidir con el surgimiento de la reflexión.Preguntarse cómo y cuándo comenzó elhombre a hablar es preguntarse cuándo ycómo comenzó a ser hombre.

Transcribe de Lurnley (1972) una crono­logía absoluta del pleistoceno, incluyendolas glaciaciones Donau y Biber, fijando ellímite inferior de esta última en 4 millonesde afios; todavía en libros recientes la dura­ción del cuaternario no alcanzaba más de1500.000 años.

Los Australopitécidos habrían vividohasta los 700.000 afias, en tanto que elHomo (especie Homo erectus, o sea lospitecan tropus, sinantropus, atlantropus,etc.) surge hacia 1400.000 y perdura hastalos 300.000 afias. El hombre de Neandertalocuparía el período entre 120.000 y35.000 afias, en tanto que la especie actual(Homo sapiens) se conoce desde hace unos40 a 50.000 años. Tales fechamientos de­ben interpretarse en su justo valor, es decircomo edades geológicas sujetas a una am­plia variabilidad.

Por exigencias de espacio nos limitamosa sefialar los puntos de mayor importanciaacerca de la primera etapa en la evoluciónhomínida. Los niveles evolutivos de Ar­queoantropos u Homo erectus, Paleoantro­pos (Neandertales) y Neoantropus (Hornosapiens fossilis) ocupan gran parte de laobra no sólo en cuanto a información sinotambién a interpretación. En los capítulosfmales plantea las interrogantes de ¿Porquéhay hombres? y ¿Hacia dónde va el hom­bre? , ¿roál es su destino? .

En verdad, Piveteau ha hecho una exce­lente aportación paleoantropológica; estevolumen es modelo de síntesis científica yde clara exposición didáctica. Se esté o node acuerdo con algunas de sus conclusiones,debe leerse la obra. Y, de ser posible,habría que traducirla al castellano.

Pive1eau, lean. Origine et destinée de [,horn­me. Massan, editor. París, 1973. XVI + 174 pp. Y58 figs.

EL SIGNOY EL GARABATO O¿ENTRE UN NUEVOESCILA Y CARIBDIS?por Manuel Mejía Yalera

El hombre contemporáneo es para Octavio'paz un náufrago que se debate enmedio deun escollo y un torbellino, nuevo Escila yCaribdis, en el que oscila entre signos que,para su desconcierto, se convierten en intra­ducibles garabatos.

Estas distorsiones originadas en la limita­ción humana para apoderarse de la realidadalejan a Octavio Paz de la lógica -qu;estudia las significaciones- considerada co­mo part~ de la Teoría de la Ciencia (quesólo analiza nociones dotadas de eficaciacognoscitiva) para hacerlo concebir una ló­gica plena de sentido metafísico. Una lógicametafísica, una ciencia del lagos que a lapostre se confunde con la ciencia mismadel ser, la cual, además, para el autor de Elsigno y el garabato es temporal e ideal, esdecir, histórica.

Así, en "La Nueva Analogía: Poesía yTecnología" -a nuestro entender el másimportante' de los ensayos del volumen­dentro de su obsesivo análisis del quehacerpoético, paz hace un recuento histórico delas imágenes del mundo que, como es co­múnmente aceptado, hunden sus raíces enlas estructuras inconscien tes de la sociedady se sustentan en una concepción particulardel tiempo. En este repaso minucioso, aun­que sin citarlo, coincide con Dilthey cuan­do asegura que el hombre no considera eltiempo -en realidad a sí mismo- como unmero suceder sino como un proceso inten­cional. Sabido es que para Dilthey la cate­goría esencial de la vida es su dinamismo:nuestra existencia es esencialmente teleolá­gica e histórica; en suma dinámica y nocontemplativa. Además, la vida espiritual se

caracteriza por una perpetua transforma­ción de carácter acumulativo, lo más distan­te de la pura y vacía transformación.

Pero acorde con su sincretismo sui gene­ris, Paz (más cercano a Nietzsche) se alejade Dilthey, cuyo afán, como se sabe, esconstruir una teoría del conocimiento espi­ritual (así como Kant intenta fundar unateoría del conocimiento natural), basada enuna nueva concepción de la psicología. Elmundo histórico, para Dilthey, y todo loque se halla alrededor de nosotros se reflejaen nuestras vivencias: al ahondar en noso­tros mismos, ahondamos y aprehendemos elmundo objetivo. Para Paz, en cambio, lasnociones que del tiempo tuvieran todas lascivilizaciones, han encarnado -y reencarna­do- en esas imágenes que llamamos poemas.En suma, se llega al conocimiento identifi­cándonos con la concepción del mundo denuestra época, a través de la poesía, queviene a ser una superestructura de las diver­sas experiencias del tiempo, siempre enmovimiento. No es el factor económicosino la imagen del mundo en perpetuocambio la que crea esa superestructura. Porsupuesto, la teoría de la comprensión histó­rica de Dilthey no acompañaría al autor deEl arco y la lira en ese desordenado impe­rialismo (o totalitarismo) poético, que lelleva a afirmar que no cree en la omnipo­tencia de la historia, sino en la soberaníade la poesía, cuya sustancia es tiempopuro. Y en otro lugar: "El hombre es loinacabado... él mismo es un poema".

La sociedad actual se halla profunda­mente alterada por la técnica -la cienciaconsidera al tiempo sólo una coordenada-,al extremo de arnenazarnos con la negaciónde la imagen del mundo: etapa apocalípticaque para Paz conlleva un doble riesgo: elmundo puede acabar de súbito por unacatástrofe cósmica o por una hecatombeatómica, provocada por el hombre. Estasociedad, repetimos, ¿se ha transformadoen realidad en un garabato? ¿es insalvable-o intraducible- este mundo escindido por

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