nínsula, venidos de la itálica tierra

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La manoseada teoría ortegu(a. . na <!e ."la circunstancia" tienit esta noche una bivalente apli­cación en el caso del que no3 vamos a ocupar¡ má;i definida por existir en ella una contra-· posición que bien -podríamos catalogarla como antípoda: No du!fo que tal doble circunstan· cia pueda presentarse, pero a­hora nos toca de cerca, la es­tamos viendo, que es como _de­cir que la tenemos en la ma­no, "que se ha de comer la tierra" para usar ei. pensar de Camilo José Cela. Nos parece, por lo pronto, que lo . -primero sería buscar la razón o razo­nes que nos han traído a tan interesante encrucija.da. Y va­mos a ello teniendo desde lue­go en cuenta la escasez de re­cursos que para tan alta em­presa, padece ·el que aqui les está ha.blando.

Las dos "circunstancias" del poeta

Fieles a nuestra costumbre de rendir un ho­menaje cada año y con motivo de la3 fiestas pa­trias a un costarricense, cuyo hacer, dentrq del contexto vital de la patria, ha constituido una ejemplar conducta, un provechoso propósito un resultado óptimo, no.s hemos reunido de n~evo. Pareciera, si revisamos las listas de anteriores ho­menajes, que nos inclinamos hacia aquello,, cuy~ tarea se · desenvolvió en el campo cuitu;:al, cosa muy explica ble por ser éstos los más olvidados del acontecer patrio. Esta filosofía hace de más relumbre la oportunidad que enfrentamos esta no­che, por ser la muy "sui generis" de abarcar dos campos simultáneos cultivados con idéntico ardor y con perfecto equilibrio en cuanto a los fruto;;. Poes ia y Ciencia forman el binomio al que nos hemos venido refiriendo con motivo de la cita hecha en el comienzo de Ortega y por ser nuestro homenajeado el profesor don Eernau.4:>-C.en.teUo ~ ' -

Aunque pareciera a simple vista que determi­nar dónde nace esta bivalencia sería cosa de roma­nos, caemos bien pronto que la cosa es sencilla y que si no la vemos es porque estamos padeciendo de miopía a l parecer incurable. Un ligero bosquejo del caminar de la sangre y los genes de nuestro don Feruando, nos pone las cosas claras y ya po­demos decir que sabemos el origen de tan -dis· tintas inclinaciones como lo son el cultivar al par y con idéntico- arrebato, Ciencia y Poesía. Fer­nando Centeno Güell, costarricense cie'1. por ciento, nace precedido de un pasado que en este caso es interesante y cuya transfundación en él, se verifica por la ley inexorab le de su propia herencia.

Por Güell, es de origen catalán, le} que ya índica una actitud propicia a tomar el trabajo co­mo un de recho del hombre ·en b ien de la comu­nidad. Cataluña es mediterránea, y ~ ella llegaron gentes que dieron el molde pa ra ese pueblo de infatigable tesón. Pareciera que en .'ipocao; mile­narias arribaron a aquellas costas gentes de ciu­dades de leyenda, Sidón, Tiro, Cartago, posible­mente después de que Emiliano Escipión, conocido po r "El Africano", derrotara al tuerto Aníbal, el tnás temible guer reto de la Edad AntigL•a. y tam-

José l\larín Cañas

Palabras. ¿n el homenaje al profesor Fernando Cen­teno ·Güell.

bién llegaron romanos, cuya presencia 1e hizo p~­tente en Tarragona con una testificación incuestio­nable. Tiene por ascendencia las cualidades étnic<'s de u_ua comarca model? por su terquedad en el proposito, por su habilldad en el trabajo, por el alto mvel de su cultura. El apellido GüeH, que lleva nuestro poeta, esta íntimamente ligado a la soci'"­dad costarricense. Bien es verdad que aquí murió el tatarab111elo. que fue pirata por los mares del Caribe, pero también es cierto . que cuatro perso­naJes hemos conocido con carácter de institución na ::: ional : doña Carmen Güe!l, monumental matro­na, _que resistió los embates del inexorable tiempo cultivando su lozanía y galanura, y que vivió, c<i­mo en un punto crucial, en la esquina noroeste del teatro Moderno. De ella nació una de las grau­des figurns de nuestra historia contemporánea; el poeta don Rogelio Fernández Güell, director del "Imparcial", diputado fogoso y elocuente y múrti r de la lucha contra un gobierno de fuerza. A él, entre otros, lo llamó Rubén Coto "Jesucristo en el martirio", desde el atrio de la catedral metropol ita ­na cuando el pueblo adolorido, siendo yo un niño, lo llevaba al sepulcra. Y existió otro Gtiell, don Santiago, si la memot·ia no me es infie l, que an­duvo en cosas municipales con tal · energía y ts l vitalidad, que causaban pasmo por aquellos tran-· quilos días provinc ianos. Y don Tomás Soley G üell, prin1er economista, de honda y trascendente im­portancia en nug,;tras casi siempre desvalidas fi­nanzas.

Por Centeno es un "tartesio", que en lengu~ jt:-. más conocido quiere decir "andaluz". Como todos sabemos, lo3 "tartesios, que llegaron primeramen ­te al sur de la península ibérica, venían en el na­vío de "Tarsis" del rey Hiram y su gran carac­terística es que traían una cultura tan vieja, mil años antes de Cristo, como la de los chinos. Gades, · (hoy Cádiz) tiene el honor de ser la ciudad más antigua de España, pLtes acaba de cumplir dos mil

-a ños de fundadp . Por este lado, por ser un "tarte­sio" le viene al poeta la herencia de Ferna11d<, Herrera, "el Divino", - que cantó a EspR lí.a en los p rimeros endecasilabos que se oyeran en la pe ..

nínsula, venidos de la itálica tierra . Estamos, . pues, frente a la razón de dos pue­

blos de profunda trascenáencia en la historia de nuestro homenajeado, todo lo que explica en forma sencilla lo que al part::cer pareciera una antinomia sin serlo. Ello explica cómo es posible tener cabez~ Y corazón en las remotas lejanías del verso, y en las cercanas y angustiosas de la ciencia caritativ~.

Cent~n? Güello ha entregado a su patria una ~.abor . poet1ca de ~entido mitológico y mesiánico. No siento la poesia vernacular", -dice- "y por

ello no la cultivo". Su feroz sinceridad es exaeta­mente el imperativo de su origen histórico. Conser­va como se ve por esta declaración, la sinceridad de su emoción esté tica y no se circunscribe a fór­mulas que en el fondo serían quizás una concesión a las galerias.

La obra poética de Fernando Centeno es dens1>. Y sidera l. Aquí tenemos algunos de sus libros, que lleva~ por títulos : "Lirios y cardos", 'La mendig1.1 ~el pmar", "Carne y espíritu", "Poesía", qui> cons-

. tituyen su primer ciclo de tendencia moderriista, escuela en boga en los años de sus primeros tra­ba¡os. Posteriormente Centeno crea una su propili expresión y su auténtica arquitectura con "Ange­lus", "Rapsodia de Anglae" "Andromos" ''Evoca· ción de Xande", "Signo y' mensaje", y' ,c;u obril considerada por la crítiea como máxima: "El ' ángel y las imágenes"; "Perenne luz", "Donadora de gra·· cia", "El hombre en busca .de su dios" "Peemas" "El hacedor de sueños", "Vendimia de Juan el so.'. litario", "Ensayos poemáticos", "Los nombres de la luz" e "Intima búsqueda", que la firma en el añri 74 y es su reciente producción . Toda la poesía de Centeno, después de sus primeros trabajos moder. nistas, están enlazados con obsesiva creación po· dríamos decir, de una cosmogonía. Escarband~ un poco pareciera guiado lejanamente por Heiddegcr o más bien por San Francisco de Asís: o por Hol­derling, cuyo pensamiento básico : "Por allí donde es tá el peligro, está también aquello que :;alva". Si esto fuera así , la labor de Centeno recrea una cosmogonía limpia dP abrojos y volátil, (ína y tránsfuga-como el paso de un ángel en el silencio de este mundo atropellante.

Por su obra en el campo de la ciencia, el pro­fesor Centeno ha dedicado sus años a la aplicación de conocimientos ~adquiridos en España y Fran­cia- para remediar a una humanidad doliente re­pr~sentada en los n iilos defectuosos, desde el re­trasado mental hasta el mongólico y el sordomudo. Dentro de este quehacer, un trabajo tiene las ca­racterísticas de un misionero. práct ico, de un mila­grero sencillo, de cuyo esfuerzo y sacrificio lugra el fruto de consolar al triste, que en el fondo es la caridad en su más alta y genuina expresión.

La insti tución fundada por él, organizada y de­sarrollada por él. lleva su nombre. No pretenden·,;:¡s con este homenaje levantarle una estatua, que él, sencillo y modesto, nos la dinamitaría de corrido. Su obra viva está intacta, como lo más represen­tativo y et~rnal de su labor humana. Quizás todo ello ~e concrete e.n lo que dice el poeta:

Todo es bello. La armonia existe en todo; en el tiempo, en el espacio y en la nada. Y tiene nuestro gran poeta más r azón que un

santo: Porque la ar monía existe hasta en el do­lor humano -comentamos n_osotros en forma agó­nica-.

He dicho.

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