"mordisquito... ¿a mí me la vas a contar?". análisis comunicacional del ciclo radial...
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UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO
FACULTAD DE CIENCIAS POLITICAS Y RELACIONES
INTERNACIONALES
LICENCIATURA EN COMUNICACION SOCIAL
COMUNICACION Y DISCURSO POLITICO
Año de cursado: 2010
Alumna: Ludmila Bauk
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Índice
Discurso a analizar…………………………………. 3
Hipótesis…………………………………………….. 5
Marco Histórico…………………………………….. 6
Perfil del enunciador………………………………. 24
La Radio…………………………………………….. 35
Género y Formato………………………………….. 41
Fundamentación Discurso Político………………. 41
Análisis temático…………………………………... 46
Análisis enunciativo………………………………. 47
Análisis retórico…………………………………… 66
Conclusiones………………………………………. 70
Discurso a analizar:
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Edición número 7 del microprograma radial: “Pienso y digo lo que pienso”, transmitido por Radio Nacional en 1951, Argentina. Autor: ENRIQUE SANTOS DISCÉPOLO. (Discépolo, 2006)
“¿Por qué no pensás un poco, vos también? Yo no te pido que inventés
una escuela filosófica o que Leas a Einstein y te vayas a dormir con el
teorema puesto. Yo te pido que abandones tu posición de terco y
pienses… pienses en lo que estaba pasando y en lo que pasa ahora.
Tenías una patria como una rosa, pero esa rosa no perfumaba tu vida
sino que se estaba deshojando en el ojal de los otros. Ahora la solapa de
tus enemigos está vacía y la rosa es tuya, ¡pero vos seguís como
enquistado en una terquedad sin belleza y sin sentido! Aquello que
antes te robaban y te negaban ahora es tuyo, ¡todo! Hacéte una
recorrida: desde el quebracho de Charata —que está casi en el trópico—
hasta las ballenas de Ushuaia, ¡y todo es tuyo! Zonzo. ¿No ves que todo
es tuyo y, además, es gordo? Porque aquí todo es gordo. La tierra, la
dimensión, los tres climas, las frutas así de grandes, los cereales así de
altos, ¡todo es gordo! Menos yo, todo es gordo. Tenés una provincia, y
es tan grande como España entera. Tenés otra provincia y es más
grande que Italia entera. La nuestra, la tuya, es una geografía lujosa,
una geografía abundante. Y las tuyas y las mías y las nuestras no son
extensiones secas y estériles, sino tierras de milagro, tierras a las que
les das una semilla y te devuelven un monte. ¡Tierras donde dejás caer
un pucho y a la tarde ya hay un árbol de boquillas! Tierras que
transpiran jugo, tierras a las que vos te agachás y oís crecer el pasto.
Claro que antes crecía y lo escuchaban nada más que los de afuera.
Pero ahora el trigo, el maíz o la ipecacuana cantan la ópera para vos.
¡Esto quiero que comprendas! Para esto quiero que pienses. Para esto
necesito que quiebres la cáscara de tu terquedad. ¡Pensá en una patria
subdividida y administrada por tenedores de libros que subían el cuatro
y bajaban el nueve en todos los idiomas, menos en el tuyo; pensá en esa
misma patria ahora contabilizada con números criollos! Mirá, una vez,
hace veinte y tantos años, hice un viaje a la Patagonia, que queda en el
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sur. Te hago la aclaración por las dudas, porque durante mucho tiempo
los argentinos no supieron dónde quedaba la Patagonia —¡los
extranjeros lo sabían perfectamente, pero los argentinos no!—. Al sur,
¿sabés? íbamos navegando y el barco se aproximaba a la costa cuando
vi una franja obscura sobre ella, que yo creía un acantilado. Pero no. El
capitán me aclaró: «No, Discépolo. ¿Cómo acantilado? Lo que usted ve
es la lana que apilan antes de seleccionarla para el embarque ». «¿Todo
eso es lana?» «¡Todo!» ¡Y era cierto, sí! Era lana. Todo lana. Y detrás de
esa nube —¡de esa nube…gorda!— estaban los carneros, apurados en
hacerse crecer la lana para la próxima esquila, y las ovejas, también
preocupadas por no quedarse atrás frente a los carneros y a los
consorcios que las vigilaban. ¡Lana! ¡Meta lana! ¿Y para qué la daban
sino para que se la llevasen a donde había resuelto llevarla gente que no
era tuya y que te hacía dormir a vos, el dueño de tu lana, en un colchón
de estopa o en la tierra? ¡Claro, yo no te echo la culpa a vos! Éramos
una factoría, y aquel sobretodo afeitado de las ovejas y de los carneros
serviciales se perdía estúpidamente en una exportación pirata. ¡No, no;
yo no te echo la culpa a vos! La única culpa tuya era no pensar
entonces; ¡es no pensar ahora! ¡Pensá, entonces! Pensá en aquella fruta
fabulosa de Río Negro que viajaba al extranjero y la traían de regreso a
un precio de lujo envuelta en un papelito de seda. ¡Lindo el papelito!
Celeste el papelito, verde el papelito. ¡Caro te costó el papelito! Y no la
querés entender. Pensá en todo eso, sentí el despertar de esta patria
maravillosa, y en vez de ser lo que sos: un terco, sé lo que tenés la
obligación de ser: ¡un agradecido! Contemplá el desfile de los pomelos
que van a tu casa para darte la vitamina C, mirá los novillos que hacen
cola para entrar gloriosamente en el centro de tu apetito. Asimilá la
estupenda, la incomparable, la rescatada riqueza de tu patria y después
no me digas que seguís teniendo motivos o pretextos para ser terco. Y si
lo seguís siendo, lo serás de labios para afuera. Lo serás porque querés
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mantener obstinadamente tu actitud inútil. ¿Pero adentro? Adentro, ¡yo
sé que estás conmigo! ¡Bah!… ¡A mí no me la vas a contar!
Hipótesis de Trabajo
1. Los componentes que predominarían serían el descriptivo ascociado al lugar del
saber del enunciador y el prescriptivo.
2. El discurso de Enrique Santos Discépolo estaría dirigido a atacar al
contradestinatario. De esta manera, el discurso podría reforzar los valores y
creencias de los paradestinatarios.
3. El contrato de lectura que establecería el enunciador con sus destinatarios estaría
basado en la complicidad entre ambos.
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Marco Histórico
Un poco antes. Previa al 1943
La Argentina de 1943 era próspera y se mantenía alejada de las tormentas bélicas que
sacudían a los europeos. La prosperidad había surgido de esas tormentas, como un fruto
inesperado de ellas. Se suele decir: Crisis en la metrópoli-prosperidad en la colonia. Hasta
ese momento Argentina era considerada una colonia o semicolonia (Feinmann, 2008). Su
actividad comercial principal consistía en la exportación de materias primas provenientes
del sector agrícola y ganadero y la importación de productos manufacturados de los países
centrales, en especial de Inglaterra.
Cuando Europa es sacudida por sus guerras, las metrópolis dejan de tener acceso a la
importación de productos manufacturados y no queda más remedio que emprender un
proceso de sustitución de importaciones, incursionando en una política industrialista:
“Al abrirse nuevas industrias, nuevas fuentes de trabajo se crean y es así como las
ciudades comienzan a recibir a migrantes del interior del país. Los obreros
trabajan y cobran sus sueldos. Con esos sueldos consumen, algo que no sabían. Al
consumir aumenta la producción fabril. Esa producción tiene asiento en las
ciudades. Las que empiezan a llenarse de fábricas. Los peones del interior reciben
la noticia. Hacen su bagayito y se van para la ciudad. Llegan y encuentran trabajo
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en seguida. La industria le quita hombres al campo. Nacen las primeras villas
miseria. Pero son fruto de un desarrollo que beneficia a los nuevos obreros.”
(Feinmann, 2008)
Las clases medias de Buenos Aires ignoran que, en los últimos años y como resultado de
las migraciones internas, se ha constituido alrededor de la ciudad un conjunto social de
caracteres muy diferentes a los del suburbio tradicional. La era del tango y del
“compadrito” ha pasado. Ahora, pueblan los suburbios los nuevos obreros industriales, que
provienen de las provincias del interior y que han cambiado su miseria rural por los mejores
jornales que les ofrecía Ia naciente industria.
Para ver este crecimiento en cifras: de 3.430.000 habitantes que tenía en 1936, el Gran
Buenos Aires, en 1947 la cifra trepaba a 4.724.000. Por otro lado, mientras que en 1936
había solamente un12% de argentinos migrantes del interior, en 1947 la cantidad
constituía un 29% de los obreros industriales. (Romero, 2004)
El Golpe del 43, la Revolución Libertadora:
El 4 de junio de 1943 un grupo de militares identificados con las consignas de “Gobierno,
Orden y Unidad”, lleva a cabo un golpe de estado al gobierno oligárquico, fraudulento y
pro-británico de Ramón Castillo. En el golpe también llamado: la “Revolución del 43”
participan los generales Arturo Rawson, Pedro Ramírez, Edelmiro Farrell y el coronel Juan
Domingo Perón, entre otros. Las tendencias ideológicas de los mismos están relacionadas al
nacionalismo, al catolicismo y, manifestaban su simpatía por los países del Eje.
Una vez consumado el golpe de estado y derrocado Ramirez, surge una figura clave de la
historia argentina: Juan Domingo Perón. Este pide que se le asigne la Secretaría de Trabajo,
por esos momentos de escasa importancia. Desde allí lleva adelante una intensa actividad a
favor de los trabajadores y da inicio al protagonismo de los sindicatos en la política
nacional. Según José Luis Romero: “Entre los políticos del momento, Perón es el único
político capaz de ver la nueva composición social urbana y basar su estrategia política en
este actor emergente” (Romero, 2004).
El impacto que comienzan a tener las nuevas medidas de Perón desde la Secretaría de
Trabajo, comienzan a reconfigurar el mapa político y social de la época:
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“Por primera vez, desde las esferas del poder, alguien apelaba a los trabajadores
no como mera clientela, proveedora de votos, sino como eje y principal base de
sustentación de un nuevo y vasto movimiento político, movilizándolos como una
fuerza nueva; por primera vez la organización de los trabajadores era estimulada y
aún promovida desde el poder, y los dirigentes sindicales veían la posibilidad de
contar en las decisiones de gobierno. Comienza una época distinta para los
hombres que poblaban los lugares de trabajo” (Mackinnon, 1996)
El 17 de Octubre:
Desde que Perón está en laSecretaria de Trabajo, se inician masivos procesos de afiliación
por una afluencia sin precedentes de los trabajadores urbanos (y rurales) a los sindicatos y
se desarrolla una febril actividad de organización sindical en todo el país. El estado de
movilización se mantiene y aumenta con la polarización de la escena política a fines de
1945. La oposición se pone en marcha para provocar la retirada de los militares y Perón
replica radicalizando su discurso; esta puja culmina el 17 de octubre de 1945.
El 8 de octubre de 1945, el general Avalos pide a Edelmiro Farrell que destituya a Perón,
señalado como la eminencia gris del gobierno. Perón es detenido y llevado a la isla Martín
García, y luego al Hospital Militar. Amplios sectores populares que no responden a ningún
partido tradicional, sino a un hombre y un proyecto nacional, irrumpen en la vida política
marchando a Plaza de Mayo y reclamando la libertad de su líder. Desde las primeras horas
de la mañana del 17, llegan columnas de manifestantes con banderas y pancartas a la Plaza
de Mayo. Vienen desde Avellaneda, Lanús, Banfield, Quilmes, San Martín. Cruzan el
Riachuelo por el puente Pueyrredón, cuando la policía lo levanta siguen cruzando en botes,
tablas o a nado. La intensa movilización, deja sin más opción que la liberación de Perón y
la convocatoria a elecciones para el 24 de febrero del año 1946.
El 17 de octubre, luego resignificado como “el día de la lealtad” es una fecha clave tanto en
la historia del peronismo y en la historia de una clase social despreciada y maltratada, como
del panorama político nacional. A partir de este día momento, los partidos tradicionales que
hasta el momento habían pensado que el movimiento peronista era impopular, comienzan a
asimilar la magnitud del mismo y a “convencerse de la del arraigo que la nueva política
obrera había adquirido” (Romero, 2004)
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El 17 de octubre, por otro lado, no sólo debe ser analizado en términos políticos sino
también en términos sociales y culturales. Según Mackinnon:
“(…) el comportamiento de los trabajadores tiene varias dimensiones: por un lado
una atmósfera carnavalesca que representaba un apartamiento radical respecto de
los cánones de la época sobre el comportamiento público aceptable de los obreros,
que fue resentido agudamente sobre todo por los comunistas, anarquistas y
socialistas. Pero también hay otras dimensiones en esos comportamientos: hubo
hechos que estuvieron cargados de un fuerte resentimiento de clase como ataques a
centros sociales y lugares asociados a la presencia de las elites sociales. De todas
formas, la acción pública de los trabajadores no involucró el saqueo y ataque
directo a personas sino más bien la frecuente violación de tipo ritualista de
instituciones, símbolos y normas que cumplían la función de trasmitir y legitimar la
riqueza y el prestigio social. Afirma entonces James que es posible que, al
transgredir esas instituciones, símbolos y normas, las multitudes querían poner en
evidencia la impotencia de dichas instituciones y negarles autoridad y poder
simbólico, en gran parte a través de la burla y el ridículo.” (Mackinnon, 1996)
El conjunto de ideas que reinterpretan y refuerzan el poder de una elite, no pueden ser
separadas del medio social en que toman forma, la familia, la comunidad, el lugar de
trabajo. Así, la deferencia, la condescendencia, la adhesión al dictamen o al proceder ajeno,
aseguran la estabilidad de la jerarquía, amenazada por la relación menos eficaz y
potencialmente inestable de la coerción, legitimación de la jerarquía social. Esta forma de
interacción social, según Max Webber, ocurre en situaciones que involucran el ejercicio de
la autoridad tradicional. James Scott afirma que:
“Las restricciones mutuas, los límites que el superior tanto como el subalterno no
pueden transgredir, son, por supuesto, esenciales a cualquier comprensión apropiada
de las relaciones sociales hegemónicas" (Scott)
Este “aluvión zoologico”, como luego fue llamado por la oposición, avanza por la ciudad,
de la periferia al centro, de la marginalidad a la plaza pública, resignificando a su paso las
instituciones hegemónicas hasta ese momento. Transformando la calle en una fiesta y la
protesta en un carnaval. El 17 de octubre, un nuevo sujeto social se constituye
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reconfigurando los sujetos políticos tradicionales del país, la clase obrera se incorpora a la
vida política y aspira a ser reconocida como uno de los factores de poder; surge una nueva
fuerza política en torno a Perón con nuevos enfoques, modos y prácticas y nace la
antinomia peronismo-antiperonismo.
Elecciones Nacionales:
Luego de esta fecha, se llama a elecciones para el 24 de febrero de 1946. En éstas, resulta
ganadora la fórmula: Juan Domingo Perón Pesidente, Hortensio Quijano Vicepresidente,
tras competir con la Unión Democrática (frente electoral en el que se unieron
conservadores, radicales, demócratas progresistas, socialistas y comunistas) encabezada por
el radical de José P.Tamborini y Enrique Mosca.
La campaña electoral fue agitada. Perón logró atraer a ciertos sectores del radicalismo y del
conservadorismo y fue a las elecciones en compañía de un radical, Hortensio J. Quijano. Lo
respaldaba desembozadamente el aparato gubernamental y lo apoyaban fuertes sectores del
ejército y de la Iglesia, así como también algunos grupos industriales que esperaban una
fuerte protección del Estado para sus actividades. Pero también lo apoyaba una masa
popular formada por, los nuevos sectores urbanos y las generaciones nuevas de las clases
populares de todo el país, que habían crecido en el más absoluto escepticismo político a
causa de la permanente falsificación de la democracia que había caracterizado a la
república conservadora. El 24 de febrero de 1946, en elecciones formalmente inobjetables,
la fórmula Perón-Quijano triunfó en casi todo el país con 1.500.000 votos, que
representaban el 55%de la totalidad de los electores.
A pesar de sus caracteres contradictorios, el peronismo se manifiesta, desde su nacimiento,
como la expresión política de una confluencia de sectores que, en mayor o menor medida,
resultaban sofocados por el viejo régimen agroexportador que conformaba una economía
complementaria a la del Imperio Británico: trabajadores de una industria reciente crecida al
calor de la crisis del ´30 y de la Gran Guerra; sectores de clase media de modestos recursos,
empleados de servicios y del aparato estatal; trabajadores estacionales y clases medias
empobrecidas del interior; partes de un empresariado nuevo de capital nacional que vende
al mercado interno, sectores de la oficialidad del Ejército con posición nacional, en algunos
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casos industrialistas; sectores de la Iglesia, especialmente aquellos que desde una óptica
conservadora intentan que los cambios que estiman inevitables se produzcan en orden.
Esta confluencia de clases, en la cual, desde el principio, coexisten coincidencias y
disidencias- se define “nacional”, en tanto pugna por quebrar el sistema de la dominación
británica que ha convertido a la Argentina en una semi-colonia británica.
El radicalismo, después de aquella época de liderazgo Yrigoyensita en la cual había
mostrado pujanza y fervor antioligárquico, había ingresado en caminos de “alvearización”
integrándose al sistema de la dependencia, no sólo porque el partido había caído bajo el
control de una dirección conciliadora sino porque una gran parte de sus bases se han
adaptado al país agrario semi-colonial.
Este frente, que es nacional por su composición social y su objetivo político, fortalece su
rasgo identitario al oponerse a otro frente de fuerzas: la oligarquía (terratenientes,
exportadores, importadores, grandes comerciantes y banqueros), que arrastra consigo a un
importante sector de clase media. El Frente Nacional así constituido, desarrolla a partir de
1946 una política que significa la ruptura de la dependencia respecto al imperialismo
británico.
Situación económica 1945:
Al asumir la presidencia, Juan Domingo Perón, contaba con una floreciente situación
económica. Gracias a la guerra mundial el país había vendido durante varios años a buenos
precios su producción agropecuaria y había acumulado fuerte reserva de divisas a causa de
la imposibilidad de importar productos manufacturados. De 1.300 millones en 1940, las
reservas de divisa llegaron a 5.640 millones en 1946, y esta situación siguió mejorando
hasta 1950 a causa de las buenas cosechas y de la demanda de productos alimenticios por
parte de los países que sufrían las consecuencias de la guerra. La Argentina se hizo pagar a
buen precio sus productos, de acuerdo con la tesis poco generosa del presidente del Banco
Central, Miguel Miranda, que inspiró la política económica de gobierno durante varios
años. Esa circunstancia permitió a Perón desarrollar una economía de abundancia que le
asegurarse la adhesión de las clases populares.
El frente policlasista nacido el 17 de octubre de 1945 levanta un proyecto: concluir con el
viejo país agrario y quebrantar la dependencia. Pero los diversos integrantes del Frente
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observan este proyecto de Liberación Nacional desde diversas ópticas: para los hombres del
Ejército significa echar las bases de una industria pesada propia que asegure la autonomía
de las fuerzas armadas sin subordinarse a armas importadas, ni asesoramiento, ni tecnología
extranjera; para la burguesía nacional significa protección estatal que asegure condiciones
para el desarrollo de un capitalismo nacional; para los trabajadores, un decisivo avance en
sus derechos laborales y un mejoramiento del salario real.
Colocado por encima de todos los sectores nacionales, como un gran padre que no admite
preferencias por nadie, conforma a su alrededor una burocracia obediente para llevar
adelante el proceso de “liberación nacional”. Sin embargo, el apoyo simultáneo de
empresarios nacionales y de trabajadores no puede expresarse en un modelo que sea al
mismo tiempo capitalista y socialista, sino en una sola dirección y ese proyecto resulta el
capitalismo autónomo a que hemos hecho referencia.
Perón como líder del movimiento nacional, representa a todos sus componentes y se coloca
para gobernar sobre todos ellos, pero concreta desde su perspectiva el proyecto de la
burguesía nacional.
La conducción que lleva adelante es personalista, vertical y pendular. Sólo en el líder
deben concentrarse las presiones, reclamos o propuestas. No hay debate en la cúpula pues
peligraría la unidad del movimiento. Perón se erige como el árbitro final de los planteos
contrapuestos. El personalismo se completa con el verticalismo que asegura al conductor el
dinamismo y la ejecución de sus decisiones
El líder más allá de las banderas fundamentales, no se compromete de manera permanente
con ninguna posición política sino que las rebobina cuantas veces sea necesario.
Esta comunidad organizada cuyo eje está dado por: la CGT, la CGE y las Fuerzas Armadas,
se refracta asimismo en la organización del Partido Justicialista: rama gremial, rama
política y rama femenina.
La tercera posición y la comunidad organizada:
Según Juan Domingo Perón, el justicialismo a través de la “comunidad organizada”,
supera al liberalismo, de “índole egoísta” y al marxismo de “esencia autoritaria”.
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La tercera posición arranca de un doble rechazo del demoliberalismo capitalista y del
estado totalitario, busca un punto intermedio entre el individuo liberal y el colectivismo
marxista; entre la desigualdad personalista y la gregarización absoluta. En consecuencia
tiene también un objeto último diferenciado. En el liberalismo el objetivo es el ascenso de
la sociedad mediante el éxito de los individuos más aptos, en el socialismo marxista el
desarrollo económico integral, en la tercera posición el objetivo es la felicidad del hombre,
como individuo, como familia, como comunidad. En los dos modelos rechazados, los fines
de la sociedad son económicos y el hombre es un esclavo de la producción. En la
democracia social que propugna la tercera posición es un ser capaz de desarrollar
libremente toda una capacidad creadora. (Ferla, 2011)
Al concepto de tercera posición se le viene a sumar el de “Comunidad Organizada”. Este,
aparece por primera vez pronunciado por Juan Domingo Perón durante la clausura del
Primer Congreso Nacional de Filosofía acontecido en el año 1949 en la provincia de
Mendoza, y cuya versión completa, fue publicada posteriormente. La “comunidad
organizada” es concebida en un clima epocal caracterizado por antagonismos de sistemas
opuestos y de clases, y emerge como una propuesta de armonización entre los intereses
individuales y colectivos en el marco de una organización estadual que asegure la dignidad
de todos, y de una democracia real, donde el único verdaderamente soberano y protagonista
es el pueblo. Perón concibe a la comunidad organizada como un todo orgánico y
espontáneo, donde la misión común que persiguen el Estado y el Pueblo, que se constituye
en el objetivo central, debe, por tanto, establecerse previamente, para en un acto posterior
poder organizar los diversos componentes en función de ese fin. El establecimiento de la
“comunidad organizada” es consecuencia de su fin último. (Pestanha, 2010)
En el artículo publicado el día 3 de febrero de 1951 en el diario Democracia, Perón ahonda
en su visión respecto a este valor de carácter situacional, señalando que:
“Entiendo que hay dos clases de libertad: la libertad de las naciones, basada en la
libre determinación de los pueblos, en la soberanía política y en la independencia
económica, y la libertad del hombre, consistente en el respeto de sus derechos y el
cumplimiento de sus deberes. Hay, pues, una libertad esencial: la colectiva, y otra
que es su consecuencia: la individual” (Perón J. D., “La Libertad”, 1951).
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Precisamente de ahí parte el Justicialismo cuando, afirma que la libertad del hombre en un
régimen de explotación, como el comunismo o el capitalismo, es simplemente una ficción.
El hombre sólo puede ser libre si se desenvuelve en un mundo libre. En una comunidad
organizada, el rol del Estado es fundamental. Es un Estado actor y protagonista, no
reducido a un simple agente que garantice el funcionamiento de las leyes del mercado, y
menos aún, que responda a intereses sectoriales. Pero a la vez, se rechaza el Estado
omnipotente, represor de las iniciativas de los individuos y de las organizaciones. Perón, al
respecto, sostiene lo siguiente:
“No aceptamos la explotación del hombre por el hombre y menos aceptamos la
explotación del hombre por el Estado. Creemos, sí, que la sociedad modernamente
organizada debe ser una colectividad en la que el hombre sea atendido y ayudado
por el hombre y los hombres atendidos y ayudados por el Estado.” (Perón J. D.,
Disertación en el VII Congreso Internacional de Cirugía, agosto de 1950)
Política Económica:
La política económica no fue menos novedosa y su rasgo predominante fue el
intervencionismo estatal y la nacionalización de los servicios públicos. El
gobierno proyectó dos planes quinquenales.
En los años de emergencia del peronismo, se debaten dos modelos de desarrollo: uno
dependiente, semi-colonial, con fuerte presencia de capitales extranjeros manejando la
economía del país que ahoga el crecimiento interno y la modernización que no se inserte en
el modelo de economía complementaria montado sobre “ventajas comparativas” y otro, el
del Capitalismo Nacional, donde los recursos naturales y las fuerzas de la producción se
movilizan intensamente dentro de una planificación general dirigida a resguardar
intensamente dentro de la independencia económica y la soberanía política.
Las particularidades del proceso de modernización argentino, según el historiador Norberto
Galasso son:
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1- El proceso de crecimiento de las fuerzas productivas se caracterizó por una
poderosísima franja de empresas estatales, a tal punto que se debería hablar de una
economía mixta más que de una economía privada.
2- La acumulación de capital no se basó en la explotación de los asalariados, sino en la
translación de ingresos desde el sector agrario al sector industrial. (Galasso,
Peronismo y liberación nacional, 2003)
Se logra que una amplia franja de la economía esté estatizada. El Estado consigue una
estructura poderosa de empresas propias, como ser: “Agua y Energía”, “Gas del Estado”,
“ENTel”, “AFNE”, “ELMA”, “INDER”, “YPF”, “ENCOTEL”, “Ferrocarriles”,
“Aerolineas”, “Bancos estatales”, “Banco Central”, “IAPI”, “Vialidad Nacional”,
“Elevadores”, “Comisión de Energía Atómica”, “Puertos”, Siderurgia y explotación del
carbón “YCF” y de la energía, Empresas DINE (Direccion Nacional de Industrias del
Estado, 49 empresas nacionales entre las cuales hay metalúrgicas, farmacéuticas, de
construcción, químicas, entre otras, basadas en las ex-empresas alemanas: Osram, Geigy,
Bayer, Crisoldine, Metaldine, Ferrodinie), Complejo de Fabricaciones Militares (empresas
productoras de plaguicidas, solventes, productos químicos, etc.).
Nacionalizaciones:
Con el objetivo de romper con la dependencia británica se intenta recuperar para la
Argentina los resortes de la economía que estaban en manos del capital inglés. Con este
objetivo se toma una serie de medidas como: la nacionalización del Banco Central que
pone en manos del Estado el control de los cambios, las tasas de interés y la circulación
monetaria; la nacionalización de los depósitos de la banca privada que entrega al Banco
Central el control del crédito, la creación del Instituto Argentino de Promoción del
Intercambio (IAPI), que significa el control estatal del comercio exterior (antes en manos
de un ciertos consorcios extra-nacionales); la nacionalización de los ferrocarriles y de
empresas de transporte automotor que permite reglar las comunicaciones terrestres; el
impulso dado a la flota mercante que permite lograr la suficiente independencia para
manejar las exportaciones sin depender de las exigencias de la “Blue Star Line” inglesa; la
implantación de un régimen estatal de reaseguros (INDER), que quebranta la
subordinación al Lloyds Bank de Londres, ejercido a través de Leng Roberts reduciendo las
posibilidades de manejar autónomamente el comercio exterior nacional, la recuperación de
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la soberanía sobre los puertos, el reemplazo de la “Cía. Primitiva de Gas” por “Gas del
Estado”, de la extranjera “Unión Telefónica” por “ENTel” y de las usinas provinciales en
manos de la “American Foreing Power” por la red de “Agua y Energía”.
Otras medidas a destacar son: la creación de la Comisión Nacional de Energía Atómica, las
bases para la industria pesada (SOMISA), la creación de “Aerolíneas Argentinas” y la
instalación de la Televisión.
El gobierno, lleva adelante un proyecto de desarrollo nacional-burgués con el apoyo de
algunos sectores de la burguesía nacional (Miranda y Gelbard), determinando otro rasgo
fundamental del peronismo: el que sustituye a la burguesía nacional en la conducción del
proyecto de modernización, tiene a la clase trabajadora como uno de sus principales
baluartes, reconoce a los obreros un rol que no habrían tenido seguramente en un proceso
nacional burgués acaudillado por la burguesía. Además le reconoce una serie de
reivindicaciones como nunca antes en la historia.
Cambios sociales:
A nivel social, un aspecto a destacar es la inclusión en el mundo del la política a las
mujeres, gracias a la ley 13.010 sancionada en el año 1947, que permitió a las mujeres
acceder a las urnas, participando políticamente en el sistema democrático argentino. Y la
inclusión de la clase obrera al consumo, a la Justicia Social y al sindicalismo.
Por otro lado, la introducción de grandes sectores del país al consumo. Las clases
trabajadoras y bajas pueden aspirar a una vida más confortable, al trabajo digno y la
vivienda propia, así como también el fuerte influjo a la actividad sindical.
Por otro lado, a nivel educativo, el gobierno impone en la enseñanza primaria y secundaria
la obligación de comentar su obra; se hace obligatorio el uso del libro de Eva Perón
titulado: “La razón de mi vida” y se establece la enseñanza religiosa. También, se ponen en
práctica: las escuelas-fábricas y la Universidad Obrera.
Eva Perón:
“Si el peronismo determinó la irrupción en la escena política de una clase social
hasta entonces postergada, Eva Perón encarnó la voz y el reclamo de esa clase
social. Y lo hizo con vehemencia, con pasión, una pasión en la que quemó su vida,
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con un lenguaje llano, claro, simple y, por lo mismo inaceptable. Dijo su verdad a
gritos. Y la crucificaron por la osadía. (…). Pero lo cierto es que en los seis años que
abarca el breve paso de Eva Perón por la vida política argentina, sus mensajes, su
lenguaje, sus sentimientos expuestos a flor de piel y sin pudores, generaron un amor
irrenunciable y un odio irracional, como es de irracional el odio por naturaleza”.
(Amato, 2009)
La jefa espiritual del movimiento peronista, como sus descamisados la llamaban es uno de
los pilares del primer gobierno peronista y apuntala la reelección de su marido en el 1951.
Es la que introduce en el discurso político varios términos novedosos. En primer lugar
utiliza el concepto de: “oligarquía”. Al respecto Amato afirma:
“Usó para definir a quienes juzgaba sus enemigos un término académico de origen
griego: oligarcas. Y le dio las tres acepciones que el Diccionario de la Real
Academia Española reserva a la palabra: gobierno de unos pocos; forma de
gobierno en la que el poder supremo es ejercido por un reducido número de personas
que pertenecen a una misma clase social y conjunto de algunos poderosos
negociantes que se aúnan para que todos los negocios dependan de su arbitrio. En
cambio, para sus seguidores usó un par de términos lunfardos, arrabaleros y
despectivos que sólo en su voz eran tolerados y cobraban valor afectivo: “grasitas”,
“descamisados”. No necesitaba mucho más un país siempre propenso a dividirse en
dos y en el que brota con serena furia la semilla de la venganza: quienes amaban lo
que Evita era y quienes odiaban lo que Eva Perón representaba, se hicieron
irreconciliables” (Amato, 2009).
Sus discursos son sumamente emocionales y de gran impacto popular. Invierte el signo de
palabras peyorativas utilizadas por la clase alta, como “grasa” y utiliza el término “grasitas”
para hablarle a los “humildes”, término usado mucho por ella también y a los sectores
populares. Otra manera cariñosa de dirigirse a los trabajadores, es con la palabra:
"descamisados", este término se constituyó en un símbolo del peronismo y enfatizaba su
propio origen humilde como forma de solidarizarse con los trabajadores.
Por otro lado, Evita realiza una tarea decisiva para el reconocimiento de la igualdad de
derechos políticos y civiles entre hombres y mujeres. Ella declara:
18
“Este siglo no pasará a la historia con el nombre de “Siglo de la Desintegración
Atómica” sino con otro nombre mucho más significativo: “Siglo del Feminismo
Victorioso”. (Perón E. , 1947)
Eva Perón establece una relación fuerte, estrecha y a la vez compleja, con los trabajadores y
los sindicatos en particular, que la caracteriza. Eva Perón ocupa un papel de vínculo directo
y privilegiado entre Perón y los sindicatos, que les permite a estos últimos consolidar una
posición de poder, aunque compartido.
Fundación Eva Perón:
La actividad por la cual Evita se destaca durante el gobierno peronista es la ayuda
social orientada a atender la pobreza y otras situaciones sociales de desamparo.
Tradicionalmente en la Argentina esa actividad estaba en manos de la Sociedad de
Beneficencia, una antigua asociación cuasi-estatal creada por Bernardino Rivadavia a
principios del siglo XIX, dirigida por un selecto grupo de mujeres de la clase alta. En la
década de 1930 comienza a ser evidente que la Sociedad de Beneficencia como
organización, y la beneficencia como actividad, se han vuelto obsoletas e inadecuadas para
la sociedad urbana industrial. A partir de 1943, la Sociedad de Beneficencia comienza a ser
reorganizada y el 6 de septiembre de 1946 es intervenida. A partir de entonces, el
peronismo asume la tarea de modernizar la asistencia y la ayuda social. Parte de esa tarea
fue desarrollada a través del exitoso plan de salud pública que lleva adelante el Ministro de
Salud Ramón Carrillo, parte es desarrollada a partir de las nuevas instituciones de previsión
social como la generalización de las jubilaciones y pensiones; y parte fue desarrollada por
Eva Perón desde la Fundación Eva Perón.
Finalmente, la Fundación Eva Perón le deja a la sociedad Argentina:
23 modernos policlínicos generales, de cirugía y maternidad, con una capacidad media de 500 camas
Policlínico para tuberculosos Clínica de readaptación para niños Clínica para reumáticos en Termas de Reyes (Jujuy) Institutos para alienados Instituto del Quemado Hospitales en todo el país y servicios de urgencia modelo Escuela de Enfermería y Tren Sanitario. Este último, dotado de la más moderna
aparatología, cumplía con la tarea de relevamiento y protección de la salud de las poblaciones más alejadas de los grandes centros urbanos.
19
3 hogares de tránsito en Capital Federal, que hallaron su réplica en el interior, además del hogar de la empleada General San Martín para mujeres sin hijos que sufrían la carencia de alojamiento definitivo.
1.000 escuelas 18 Hogares Escuelas para niños de padres sin recursos Ciudades Infantiles en Buenos Aires, Córdoba y Mendoza Ciudad Estudiantil para adolescentes del interior que estudiaban en la Capital
Federal. Ciudades Universitarias de Córdoba (para 2.000 estudiantes argentinos y 400
extranjeros) y de Mendoza. Campeonatos infantiles y juveniles de fútbol, ampliados luego a torneos de
atletismo, natación, básquetbol, esgrima, etcétera, con un sistema que chequeaba la salud de 300.000 jóvenes por año.
Colonias de Vacaciones en Córdoba, Mar del Plata y Buenos Aires, que trasladaban anualmente a 70.000 niños hacia esos lugares de esparcimiento.
Pensiones a la vejez (entregadas por primera vez) Hogares de Ancianos con trabajos voluntariamente en forma remunerada en labores
productivas adecuadas a su edad y vocación, asistencia a biblioteca y sala de música, con paseos, charlas y otras actividades de esparcimiento
Cadena de Hogares de Tránsito Barrios en Saavedra y La Matanza), que proporcionaron casa propia a 25.000
familias, y otros en el interior del país. Plan Agrario donde operaron en el interior del país los primeros 170 tractores, 125
sembradoras, además de arados y rastras de diverso tipo, cultivadoras, juntadoras de maíz, acoplados y otros automotores que había adquirido para pequeños propietarios y colonos, con Talleres rodantes que permanentemente recorrían los campos dando auxilio mecánico a quien lo necesitara.
Plan de trabajo rural organizado 181 proveedurías para apoyar el programa de abaratamiento de precios que los
monopolios comerciales se negaban a acatar. En las proveedurías la gente encontraba a bajo precio los artículos de primera necesidad que por entonces los monopolios sustraían del mercado para provocar su encarecimiento. (Parbst, 2010)
Política Laboral:
El gobierno mantuvo una política de salarios altos, a través de la gestión de contratos
colectivos de trabajo que generalmente concluían mediante una intervención directa del
Ministerio de Trabajo y Previsión. Leyes jubilatorias, indemnizaciones por despido,
vacaciones pagas, aguinaldo, obras sociales, estimulo a la afiliación sindical, entre otras
cosas, hicieron que la relación obrero-patrón tome un nuevo dinamismo en beneficio de los
trabajadores.
La justicia social:
20
Mientras que en los procesos capitalista tradicionales, la acumulación clásica se basa en la
explotación de los asalariados, en el caso argentino, eso hubiera significado la
desintegración del frente, y seguramente, la caída del gobierno.
Por el contrario, el peronismo se convierte en intérprete de los reclamos obreros y se
caracteriza por dar respuesta a los mismos: aguinaldo, tribunales de trabajo, sindicatos por
rama, afiliación masiva, delegados por fábrica, comisiones internas, generalización de
vacaciones pagas, indemnización por despidos y accidentes de trabajo, estatuto del peón
rural, salario mínimo vital y móvil, convenios colectivos de trabajo, turismo social, CGT
única, Ministerio de Trabajo, pensiones, salario real en ascenso, agregados laborales en
embajadas, plena vigencia de leyes laborales de antigua data que carecían de aplicación
efectiva e incluso reconocimiento constitucional a los derechos más importantes.
Este reconocimiento de los obreros y el crecimiento del sector burgués a la par, sin entrar
en conflicto se puede explicar únicamente comprendiendo el papel de la “Renta Agragia
Diferencial”.
La Renta Agraria Diferencial (RAD):
Se llama Renta agraria diferencial a la utilidad excedente o superutilidad que está dada por
la diferencia entre el costo del mercado mundial (que se fija en función de la producción de
países con clima y suelo no privilegiados) y el costo argentino. Esta ventaja comparativa ha
signado el carácter de la oligarquía nacional: capitalista en tanto en que fabrica vacas, paga
salarios y vende en el mercado mundial, pero no burguesa en tanto sus altas ganancias no
provienen principalmente de la explotación de sus peones, sino fundamentalmente de esta
renta agraria diferencial, derivada de ese privilegio de clima y suelo. Esa clase dominante
está marcada por ese rasgo fundamental no burgués, parasitario, y ello la lleva a no
reinvertirlo, manteniendo durante décadas una total indiferencia por la innovación
tecnológica y el aumento de productividad. Al no ser burguesa, esta clase no se propuso
desarrollar al país, no acumuló capital y ni siquiera se preocupó por modernizar la
producción agropecuaria.
El peronismo se apropia parcialmente de esa renta agraria diferencial y la convierte en
pivote de su política de crecimiento económico y justicia social. Para ello, controla
decididamente las exportaciones a través del IAPI, el control de cambios y el Banco
21
Central, concentra la exportación defendiendo los precios y entabla negociaciones con los
ingleses en materia de carnes, fija un tipo de cambio sobrevaluado que implica la
apropiación de una parte de lo que percibe el exportador en sus ventas. Esa parte de renta
diferencial es transferida por el Bco. Central a los industriales que utilizando ese tipo de
cambio, logran importar a bajo precio máquinas e insumos, mientras la combinación con
tarifas aduaneras protectoras impide la competencia del producto terminado extranjero a las
nacientes industrias. Otra masa de riqueza, a través del Banco de Crédito Industrial les llega
a los industriales en forma de créditos a bajas tasas de interés en el curso de un proceso de
inflación controlada, con lo cual se financian al devolver mucho menos de lo que habían
recibido realmente. El sector industrial se convierte en beneficiario de una buena parte de la
renta diferencial desde el sector oligárquico. Esta burguesía a cambio de todos estos
privilegios cede beneficios a la clase obrera.
Sin embargo, precisamente allí, en la renta diferencial reside el secreto de la esfinge que
permite iluminar los diversos aspectos del peronismo aparentemente incomprensibles. Por
esa misma razón cuando a partir del 51/52 esa renta comienza a menguar, por la
disminución de los precios agropecuarios internacionales y la tendencia al
autoabastecimiento de algunos países europeos, emergerán dificultades que cuestionarán
seriamente el funcionamiento de es “Nueva Argentina”, nacida en 1945.
El achicamiento de la renta agraria diferencial:
Esa apreciable diferencia entre los costos de nuestra zona pampeana y de los otros países
agropecuarios posibilita que estancieros y chacareros continúen produciendo aún cuando se
les quite una importante parte del precio de sus exportaciones para financiar el crecimiento
industrial y la justicia social. Por esta razón la disminución de esa renta diferencial provoca
graves dificultades para seguir implementando esa política que ha caracterizado al
peronismo desde 1946.
A partir de 1950 la situación comienza a cambiar. Una prolongada sequía malogra las
cosechas y los precios internacionales comienzan a bajar. En la vida interna, se acusan cada
vez más los efectos de la inflación, que hace ilusorios los aumentos de salarios obtenidos
por los sindicatos a través de gestiones cada vez más laboriosas, (aumentan los salarios y a
la par el costo de vida). Las posibilidades ocupacionales y la esperanza de altos jornales
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comienzan a ser cada vez más remotas para el vasto sector de obreros industriales,
acrecentado por un nutrido contingente de inmigrantes que, entre 1947 y 1954, deja un
saldo de 747.000 personas. Una crisis profunda empieza a incubarse, por no haberse
invertido en bienes de capital las cuantiosas reservas con que contaba el gobierno al
comienzo de su gestión y por no haberse previsto las necesidades crecientes de la industria
y de los servicios públicos en relación con la progresiva concentración urbana; pero sobre
todo porque, pese a la demagogia verbal, nada se había alterado sustancialmente en la
estructura económica del país. Pese a todo, Perón puede conservar la solidez de la
estructura política en que se apoya.
La depuración del ejército le asegura su control, y la organización electoral se mantiene
incólume. Pero, ciertamente, carecían de fuerza los partidos políticos que lo apoyaban. Con
o sin ellos, Perón mantiene su pequeño margen de ventaja sobre todas las fuerzas opositoras
unidas, sobre todo a partir de la aplicación de la ley de sufragio femenino, sancionada en
1947.
La gigantesca organización de la propaganda oficial cuenta con múltiples recursos; los
folletos y cartillas, el control de casi todos los periódicos del país, el uso de la radio, la
eficaz oratoria del presidente y de su esposa y los instrumentos de acción directa, como la
Fundación Eva Perón, que maneja ingentes sumas de dinero, todo ello mantiene en estado
de constante tensión a una masa que no advierte que la política de salarios y mejoras
sociales no va acompañada por ninguna reforma fundamental que asegure la perduración de
las ventajas obtenidas. Ni los signos inequívocos de la inflación consiguen despertar la
desconfianza frente a la singular “justicia social” que proclamaba el gobierno.
La Huelga Ferroviaria
El año 1951 arranca con un huelga de Ferroviarios debido a un reclamo de aumento salarial
insatisfecho, al margen de las autoridades del sindicato de la Unión Ferroviaria, la misma
continúa a pesar de que el presidente Juan Domingo Perón la declara ilegal y que
la Confederación General del Trabajo interviene en contra de los huelguistas. Los
trabajadores vuelven al trabajo únicamente cuando Perón sanciona un decreto el 25 de
enero de 1951 que dispone la movilización militar de los mismos. Centenares de
trabajadores son encarcelados por participar de la huelga y unos dos mil son despedidos.
23
La Oposición intelectual.
Persecución a los intelectuales y personajes de la cultura:
A medida que la identidad peronista se fortalece, una identidad opuesta a ella cobra fuerza
y movimiento: la antiperonistas.
Dentro de este sector se encontraban los intelectuales y trabajadores de la cultura:
escritores, actores, dramaturgos, cantantes, periodistas. Desde la asunción de Perón, sus
actividades no pueden desarrollarse como estaban acostumbrados, en palabras de José Luis
Romero:
“(…) Hay censura, cierre de periódicos, persecución y marginación, se les prohíbe
a los partidos políticos y a las instituciones de cultura opositores que realicen
reuniones públicas, ni publicar periódicos o revistas que tengan intención política.
A los obreros que se resisten a las organizaciones sindicales oficiales se los
persigue brutalmente. Los escritores editaban sus libros y los artistas exponían sus
obras, pero la atmósfera que los rodeaba era cada vez más densa. Las
universidades se vieron agitadas por incesantes movimientos estudiantiles que
protestaban contra un profesorado elegido con criterio político y sometido a la
vejación detener que cometer actos indignos, como solicitar la reelección del
presidente u otorgar el doctorado honoris causa a su esposa. Las instituciones de
cultura debieron cerrar sus puertas y sólo prosperaron las de corte peronista. Los
escritores editan sus libros y los artistas exponen sus obras, pero la atmósfera que
los rodea es cada vez más densa. Las universidades se ven agitadas por incesantes
movimientos estudiantiles que protestan contra un profesorado elegido con criterio
político y sometido a la vejación detener que cometer actos indignos, como solicitar
la reelección del presidente u otorgar el doctorado honoris causa a su esposa. Las
instituciones de cultura deben cerrar sus puertas y sólo prosperaron las de corte
peronista. (Romero, 2004)
24
Perfil del enunciador
Enrique Santos Discépolo fue un poeta, músico y dramaturgo argentino. Nació en el año
1901 en el barrio porteño de Once, Capital Federal. En su más temprana infancia, a los
nueve años más precisamente, queda huérfano de padre y madre, y su hermano, Armando
Discépolo, se hace cargo de él. Este último ejercerá una gran influencia en la vida de
Enrique.
Armando estaba en el mundo de los artistas, fue uno de los dramaturgos argentinos que
trascendieron su época y continuaron vigentes hasta la actualidad. Por este motivo, la casa
de los Discépolo estaba constantemente llena de músicos, actores, compositores, escritores,
pintores.
Su pasión por el teatro y la actuación, lo conduce a abandonar la carrera de maestro y
dedicarse exlusivamente a este arte como actor y dramaturgo. Así es como en 1917, debuta
como actor al lado de Roberto Casaux, un capo cómico de la época y, un año más tarde,
25
firma junto a un amigo la pieza “Los duendes”, mal tratada por la crítica. Luego su carrera
mejora con adaptación de un cuento de Maupassant “El señor cura”, “Día Feriado”, “El
hombre solo”, “Páselo cabo” y “El organito”, escrita junto a su hermano, al promediar
los años 20. Como actor, Discépolo evolucionó de comparsa a nombre de reparto, y se
recordaría con entusiasmo su trabajo en “Mustafá”, entre muchos otros estrenos.
Ya muy joven, Enrique escribe algunas obras breves, como “El Organito” y “Caramelos
surtidos”. Los conflictos que atraviesan sus obras son aquellos que atraviesan los más
carenciados y desposeídos de Buenos Aires: el inmigrante pobre, las relaciones familiares
opresivas, la decadencia a causa de la miseria. Según Enrique, en sus obras él trata de:
"tomar un trozo de la realidad y trasplantarlo a lo escena”, ya que “no hay nada más
teatral, más diverso, más humano, más pintoresco, más serio y más cómico que la vida
misma”. (Galasso, 1986)
Más allá de esas primeras armas en el teatro, él hace otras experiencias en el atelier de un
pintor de tendencia socialista: Facio Hebecker. Junto a otros artistas, bohemios, pintores y
escritores de tendencia anarquista se reunían en Parque Patricios.
A partir de 1926, Discépolo se zambulle en el mundo del tango, donde va a hacerse famoso,
especialmente por marcar una ruptura dentro del género. Con Enrique, el tango lastimero
que habla de la mujer que fue infiel, del barrio y de la madre como elementos
sentimentales, se transmuta en un tango que denuncia, que aborda cuestiones sociales y
descarnadas y que toma posiciones ante ciertas cosas.
El primer tango que escribe es “Qué Vachaché”, en el año 1926. Tango cargado de
desesperación en el que una mujer le ruega al marido que se deje de pavadas y traiga
comida a la casa, que se van a morir de hambre, y luego enuncia una de las frases más
trascendentes en la historia del tango: “El verdadero amor se ahogó en la sopa: la panza es
reina y el dinero Dios”.
Más allá de la maestría de esta poesía, Discépolo consigue reconocimiento recién con su
próximo tango.
El salto de Discépolo a la fama nacional se produce en 1928 cuando la cantante y
compositora Azucena Maizani canta, en un teatro de revistas, “Esta noche me emborracho”.
La canción narra el encuentro de un muchacho con aquella vieja prostituta que en su
juventud había amado. Sobre este tango, Discépolo comenta:
26
“El tiempo que envejece es tan indesviable como la muerte que llega. La ruina de
la mujer que ha sido joven y ha sido linda es tan triste como el espectáculo de la
salud que se va. Y de todos modos, para todo lo que no hay remedio, yo sentí el
grito de mi tango: aturdirse”1 (Galasso, 1986)
Días después del estreno, los versos circulan por todo el país. Los músicos argentinos de
gira por Europa lo incluyen en sus repertorios y en la España de Alfonso XIII la
composición goza de gran popularidad.
Ese mismo año, la actriz y cantante Tita Merello retoma el antes denostado "Que vachaché"
y lo pone a la altura de "Esta noche me emborracho".
En 1928, compone otro tango: “Chorra”. Aquí se pueden observar ciertos componentes del
grotesco rioplatense: la risa y el humor escondiendo la tragedia. En el caso
de “Chorra” está la risa aparente con la anécdota de un tipo que se ha quedado en la vía
porque la mujer le ha ido sacando la guita y lo ha fundido, sacándole hasta el puesto en la
feria. Pero en el fondo habla del engaño, del despojo, del robo.
“Por ser bueno,
me pusiste a la miseria,
me dejaste en la palmera,
me afanaste hasta el color.
En seis meses
me comiste el mercadito,
la casiya de la feria,
la ganchera, el mostrador...
¡Chorra!...
Me robaste hasta el amor...
Ahura,
tanto me asusta una mina,
que si en la calle me afila
me pongo al lao del botón.
1 “Cómo escribí mis tangos. Esta noche me emborracho”, en Escritos inéditos de Enrique Santos Discépolo. Norberto Galasso.
27
¡Lo que más bronca me da,
es haber sido tan gil!”
Chorra, 1928 (Fragmento).
Música y Letra: Enrique Santos Discépolo
En el año 1928, estos tres tangos son prohibidos por la Radiodifusión a través del
Ministerios de la Marina, que en ese momento estaba a cargo del control de la difusión. Se
considera “malsano” que: “Ni Dios rescata lo perdido”, o que “a la honradez la venden al
contado y a la moral la dan por moneditas”.
Norberto Galasso, un historiador que ha escrito varios libros sobre Enrique Santos
Discépolo (“Escritos inéditos de Enrique Santos Discépolo” y “Discépolo y su época”)
cuenta que: “Discépolo siempre decía que el describía lo que veía. Pero él no lo describe
con ánimo derrotista, porque era un tipo que tenía valores muy positivos; la solidaridad
para él era un elemento fundamental al igual que la buena relación con los compañeros de
trabajo, con los amigos. Pero él se indignaba ante una decadencia moral que había en la
Argentina y entonces empieza a denunciar ese tipo de cosas.” (Taján)
Luego compone dos tangos paradigmáticos: “Yira, Yira” y “Cambalache”. El primero
escrito en el año 30, de regreso de una gira por Europa de la que vuelve más pobre de lo
parte.
“Venía yo, en 1927, de una gira en la que nos había ido muy mal. Y después de
trabajos, fatigas, luchas y contratiempos regresaba a Buenos Aires sin un centavo
(…) En medio de las dificultades diarias, del trabajo amargo, de la injusticia, del
esfuerzo que no rinde, de la sensación de que se nublan todos los horizontes, de
que están cerrados todos los caminos (…) “Yira… Yira…” nació en la calle. Me
inspiraron las calles de Buenos Aires… la soledad internacional del hombre
frente a sus problemas (…)
Hay un hambre que es tan grande como el hambre del pan. Y es el hambre de la
injusticia, de la incomprensión. Y la producen siempre las grandes ciudades
donde uno lucha solo, entre millones de hombres indiferentes al dolor que uno
grita y ellos no oyen” (Galasso,1986)
28
Entre 1930 y 1935, Discépolo empieza a expresar aquellas cosas que estaban pasando, se
comienza a convertir en el poeta que describe de una manera descarnada, testimonial y real
todo lo que acontece en la Argentina. Desde la desocupación y el hambre, productos de la
crisis que bien se refleja en “Yira… yira…”, hasta “Quién más, quién menos”, en la que
canta: “quién más, quién menos pa´ mal comer somos la mueca de lo que soñamos ser”
(Discepolo, 1943), el fracaso del hombre que no puede cumplir sus objetivos, hasta la crisis
de valores en “Cambalache”:
“(…) ¡Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor!...
¡Ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador!
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro
que un gran profesor!
No hay aplazaos
ni escalafón,
los inmorales
nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
¡da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón!...
(…)
¡Dale nomás!
¡Dale que va!
¡Que allá en el horno
nos vamo a encontrar!
¡No pienses más,
sentate a un lao,
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que a nadie importa
si naciste honrao!
Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata, que el que cura
o está fuera de la ley...”
Fragmento de “Cambalache”, 1934.
Letra y música: Enrique Santos Discépolo
Enrique Santos Discépolo en esta época demuestra el talento para percibir y expresar el
clima social que atravesaba el país en ese momento. En el caso del tango “Tres
esperanzas”, escrito en el año 1933, Discépolo expresa esa angustia y esas ganas de morir,
que no casualmente condice con las estadísticas de suicidios del momento: alrededor de 2
por día y 690 al año. Los años treinta se vieron marcados por el suicidio: Horacio Quiroga,
Lisandro de La Torre, Alfonsina Storni, entre otros. Enrique Santos Discépolo que no había
sido instruido, ni era un académico, ni perteneciente a la Sociedad Argentina de Escritores,
capta el fenómeno del suicidio y lo expresa en el tango “Tres esperanzas”.
“No doy un paso más,
alma otaria que hay en mí,
me siento destrozao,
¡murámonos aquí!
Pa' qué seguir así,
padeciendo a lo fakir,
si el mundo sigue igual...
si el sol vuelve a salir...
La gente me ha engañao
desde el día en que nací.
Los hombres se han burlao,
la vieja la perdí...
No ves que estoy en yanta,
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y bandeao por ser un gil...
Cachá el bufoso...
y chau... ¡vamo a dormir!
(…)”
Tres esperanzas, 1933 (fragmento)
Letra y Música: Enrique Santos Discépolo
Enrique Santos Discépolo vive casi toda su vida, en condiciones muy humildes. Hay varias
anécdotas que reflejan su situación económica. Una vez alguien le dijo que un amigo de la
primaria estaba en la Secretaría de Cultura y que lo fuera a ver así lo hacía hablar por radio
o lo ayudaba con las orquestas pero él no lo quería llamar, tal vez por timidez. Al final y
cuando ya no tiene ni para comer, lo llama. El otro lo atiende y le dice: “Cómo estás
hermanito querido, cuantas veces me acuerdo de vos, qué necesitas”, a lo que Discépolo le
comenta la situación que vive y el otro lo invita a ir a la Secretaría pero sin antes consultar
la agenda. Y luego de darle varios pretextos por los cuales el encuentro no iba a ser posible
sino hasta dentro de unos 15-20 días, Discépolo le contesta: “No puedo porque no me van a
dejar salir del cementerio”.
En 1935, las condiciones económicas de la Argentina mejoran y él deja de escribir tangos
y se va a vivir a La Lucila. Empieza a ir poco a la Buenos Aires. Durante este tiempo,
escribe versos más bien intimistas o con alguna hondura filosófica como “Tormenta”: “(…)
enséñame Dios la prueba de que ser bueno tiene sentido en la vida (…)”. Esta especie de
filosofía para el mundo tanguero no era común.
Conociendo a Juan Domingo Perón:
En una de sus giras en el año 1936, Discépolo conoce a Perón en Chile, quien era agregado
en la embajada y rápidamente, se forma una relación amistosa.
Otro encuentro entre ellos se dio en el año 1944 cuando Perón estaba en la Secretaría de
Trabajo. Una comitiva de intelectuales y artistas entre los cuales estaba Discépolo, se
presentan reclamando el levantamiento de la censura a sus canciones. El problema surgió
cuando desde el Ministerio de Educación se propone un decreto que cambie las letras de los
tangos que contenían recursos del lunfardo, este decreto imponía que “Yira.. Yira..” debía
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llamarse “Dad vueltas…dad vueltas…”. Como Perón era una figura muy influyente en el
gobierno, consiguen que el decreto sea abolido y sus tangos conserven su poética.
Más allá de la relación amistosa y de afinidad que tiene con Perón, Discépolo no es un
hombre de política.
Desde que Perón está en la Secretaría de Trabajo y luego en la presidencia de la Argentina,
Discepolín percibe un gran mejoramiento en las condiciones de vida de la población en
general. En el país se produce un período de gran actividad económica y crecimiento: se
consigue el pleno empleo y los sectores populares comienzan a tener acceso al consumo. El
mejoramiento de la situación económica, también le llega a Discepolín. Vuelve a hacer
teatro y realiza tres temporadas seguidas haciendo “Blum”, que la escribe junto con Porter y
Abel Santa Cruz, hace también gremialismo en la Sociedad Argentina de Compositores y
Autores de Música que es la que percibe los derechos de autor para los músicos cuando van
a tocar a algún lugar. Hasta consigue comprarse un departamento. Una acnécdota que
describe el carácter del poeta: Norberto Galasso cuenta que al regresar de cobrar el dinero
de los derechos de sus obras en SADAyC: “A veces llega con la mitad de la plata y otras
con nada porque lo paraba un amigo o conocidos para pedirle favores. Es decir que era un
poeta que vivía como poeta, porque hay otros poetas que hacen poesía con el diccionario
de la rima al lado y después la venden. La mujer de él, Tania, que tenía un criterio muy
materialista, con la cual no se casó nunca pero convivió mucho tiempo, nunca entendió que
a este hombre no le pudiera interesar el dinero y le interesase la gente, no comprendía su
modo de ser.” (Galasso, 1986)
En estos años, filma la película “El hincha”, en la que encarna el personaje principal,
también se dedica a viajar y salir de gira, e incluso tiene un romance en México, adonde va
sin su mujer Tania.
“Mordisquito…¿A mí me la vas a contar?”:
Llega el año 1951, las elecciones presidenciales son inminentes y la Argentina se encuentra
profundamente dividida en dos sectores antagónicos: peronistas y antiperonistas.
En la Secretaría de Información, el organismo responsable de la producción y distribución
de la propaganda en 1950, se encontraba Raúl Apold, quien es descripto como ell Goebbels
del gobierno peronista. Este secretario lo convoca a Discépolo a participar en el ciclo radial
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“Pienso y digo lo que pienso”, con motivo de la reelección de Perón en la campaña del
1951 para el período presidencial 1952-1958 y él acepta.
En medio de este conflicto, el Discépolo que había testimoniado la vida del pueblo entre
1930 y 1935, apartándose hasta el año 1945, regresa a la Capital, protagoniza una película,
hace radio, dirige, escribe y profundiza su compromiso político con el Gobierno peronista.
Al respecto Feinman comenta:
“(…) en el mediodía de su esperanza, se hizo peronista, y peronista militante,
porque agarró la radio y empezó a desparramar sarcasmos, ironías, un humor
corrosivo, que hería demasiado y más todavía en una época de esas que suelen
llamarse “electorales”, donde todo se pone al fuego, cada palabra bien puesta
es un voto.” (Feinmann, 2008)
En un ensayo llamado “Discépolo y Política”, sus autores aseguran que los discursos con un estilo directo y distanciado de la oratoria de barricada pero asociado directamente al sentido común representaba:
“ (… )a todos y a cada uno de quienes se sentían beneficiados por la nueva época pero no estaban acostumbrados al acceso directo a los medios de comunicación masiva. Por ellos habló. Por el obrero dolido de tanto sufrimiento que de a poco curaba sus llagas. Por la mujer maltratada de tantos años que descubría sorprendida que la palabra dignidad también era abarcadora de su realidad...Ahora se planta frente al micrófono y –sin que nadie pueda responderle desde ninguna otra radio, porque así el peronismo, era autoritario a rabiar– empieza a decir verdades incuestionables y que nos servirán para ver cómo un tipo como Discépolo visualizaba con honestidad y con una gracia inigualable las conquistas que se habían derramado sobre el país desde el 17 de octubre de 1945. Discépolo visualizó que una nueva mentalidad desembarcaba. Una reconversión de valores” (Libonati)
En un principio, él sólo tendría que interpretar por la radio los guiones que ya venían
escritos por Julio Porter y Abel Santa Cruz. Ambos guionistas reconocidos de la época que
ya conocían a Discépolo de otras experiencias en la radio o en el teatro. Los guiones no lo
convencen y decide rehacerlos a su manera y se mete de lleno en el universo de la política
pero sin coraza, como un poeta, sin pensar los resultados que va a traer ese compromiso que
contrajo.
33
Así es como realiza un ciclo radial llamado: “Pienso y digo lo que pienso”, en el que luego
de pasadas algunas noches, construye un interlocutor llamado “Mordisquito”, que
representa al antiperonista de aquellas épocas, al “criticón”, al “opositor”, con quien noche
a noche discute e intenta cambiar. Estas charlas políticas las escribe con toda su ironía
provocando dos actitudes opuestas: un reconocimiento por parte de la clase obrera y los
mandatarios del gobierno peronista y una reacción violenta en muchos amigos de él.
Feinmann cuenta:
“El poeta de la desesperación, cuando creyó, lo hizo con tanta vehemencia
como cuando decía que creer en Dios era dar ventaja, no aduló a nadie, no
nombró a Perón ni a Evita, sólo en la charla final hay una mención a Perón,
sólo ahí, lo que dijo fue lo que alegraba su corazón: la dignidad de los pobres,
las casitas de ladrillos, el portland, las vacaciones, el pleno empleo.”
(Feinmann, 2008)
La reacción de los “opositores” no se hace esperar: sus amigos del teatro y del tango lo
dejan de saludar, cruzan de vereda cuando lo ven, si cuando entra a un restaurant hay una
mesa de gente amiga se levanta y se va porque “no puede compartir el ámbito con un tipo
que está con el gobierno”. También le envían discos suyos rotos a su casa, lo llaman a la
madrugada para insultarlo. Entonces, empieza a sufrir un boicot, no del pueblo argentino,
porque los trabajadores tenían la misma posición, pero sí del mundo del espectáculo y esto
no lo resiste.
Un ejemplo del rechazo que sufrió Discépolo lo ejemplifica esta anécdota. Resulta que
Ricardo Balbín que encaraba una fórmula presidencial junto a Arturo Frondizi, en su
discurso de campaña menciona que hay un gran actor, director y compositor que se ha
vendido. A lo que Discépolo le contesta por radio: “Pero, ¿quién me va a comprar a mí?, si
tengo más años que kilos”. Entonces los amigos organizaron un banquete de desagravio por
esa situación. Los banquetes se hacen con la previa venta de las entradas para poder
asegurar la presencia, entonces mucha gente del ambiente, de SADAyC, compraban las
entradas pero para no ir. Se vendieron cien tarjetas y cuando llegó el día estaban él y seis
íntimos amigos íntimos y las demás sillas vacías con todo puesto sobre la mesa. Esto fue un
34
golpe tremendo y la reacción fue la de un poeta, la de un niño. Le dijo a su mujer: “Si esto
sigue así, yo me voy a tener que volver malo”.
Discépolo no suponía que iba a producir tamaña reacción, creía que nadie podía estar en
desacuerdo con que se mejorase la situación del país. Pero el cambio que acontece en la
Argentina de aquellos años, que conlleva la redistribución de los privilegios de clase,
despierta pugnas, luchas, odios y rencores. La clase media, dueña exclusiva de
determinadas cosas en la ciudad, se encuentran con que hay tipos que irrumpen de una
manera grosera en su espacio público, a los que llama: “el aluvión zoológico” 2. Nada
resulta gratuito en momentos en los cuales se disputan lugares de poder y privilegios.
“Enrique era un flaco sensible, frágil, charlatán, jodón, pero chiquito y pura sensibilidad.
No pudo aguantarlo, lo liquidaron en unos pocos meses” (Feinmann, 2008), asegura
Feinmann. Al respecto, Tania, su mujer comenta:
“En sus últimos años estaba muy cansado. Se angustió mucho por el asunto ése
de las charlas por radio durante el gobierno de Perón. A él nunca lo obligaron
a decir algo que no quería. Él lo conocía a Perón desde que éste era teniente
coronel y tomó lo de Mordisquito como una obligación para consigo mismo. Lo
angustió mucho la reacción de algunos amigos que dejaron de hablarle, le
quitaron el saludo. Él no podía soportar que lo creyeran obsecuente. Jamás lo
fue.” (Feinmann, 2008)
Pero no todo fue tristeza, así como es despreciado por la oposición, cuando se dirige a la
Casa Rosada para saludar a Perón por el triunfo en la elección del 11 de noviembre de
1951, una multitud al reconocerlo lo viva y lo levanta en andas y Perón reconoce su gran
trabajo diciendo: “Gracias a Mordisquito y al voto femenino ganamos las elecciones”
(Caró, 2006)
Más tarde, mientras descansa en su casa, un griterío lo despierta: una parte de los
manifestantes se está frente a su casa en señal de reconocimiento que parte del triunfo
también era suyo.
2 “Aluvión zoológico”, es un término discriminatorio que fue utilizado para definir a los simpatizantes del peronismo en la Argentina, pronunciado por primera vez por el diputado nacional Ernesto Sanmartino, perteneciente a la Unión Cívica Radical.
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Sin dudas, Discépolo fue un tipo muy importante para el tango y el teatro, con una
consecuencia social increíble. El decía que la opinión popular es la Corte Suprema de
Justicia porque no admite apelación ante ningún lado, con ese criterio él se consustancia
con el pueblo y considera que su éxito es esa gratificación que él tiene. Siempre
decía: “Por cada semilla seca, el pueblo devuelve un millón de flores”.
Discépolo necesitaba ser querido por todos y su incursión en la política le valió un odio del
que no era merecedor, por eso dijo:
“Negar que he deseado ser querido, sería una impostura. Lo he soñado, lo he
padecido y lo sufro con agrado. Siempre he deseado que me quisieran, aunque
esta aspiración no conduzca jamás a buenos resultados comerciales, ni traiga
aparejada una libreta de cheques. Pero mi capacidad fraternal es tan sincera,
de tan sencilla buena fe, que soy de los que quieren, sin discriminar, a la guía
telefónica entera. Quiero a los que me saludan y quiero hasta a los que me
estafan…” (Galasso, 1986).
Muere el 23 de diciembre de 1951 de un infarto. Ese día cuando la nefasta noticia de su
muerte recorre la noche porteña, las chicas de los cabarets deciden no trabajarla, un poco en
homenaje a la historia de “Esta noche me emborracho”, que tanto representa a esas chicas
del bajo que se sentían consustanciadas por el personaje del tango.
Homero Manzi llega a su funeral llorando y define de la mejor manera a este poeta: “Te
duele como propia la cicatriz ajena”
La Radio
El discurso que analizaremos en el presente trabajo corresponde a la edición número Siete
de “Pienso y Digo lo que Pienso”, un microprograma radial transmitido por Radio Nacional
en el año 1951 con motivo de las elecciones presidenciales de noviembre de ese mismo
año.
Por el ciclo “Pienso y digo lo que pienso”, circulan varias figuras de la escena nacional del
momento: Lola Membririves, Pierina Dealessi, Tita Merello, Juan José Míguez, Luis
36
Sandrini, entre otros. Su labor consiste en interpretar unos textos propagandísticos a favor
del gobierno peronista, escritos por Julio Porter y Raúl Santa Cruz.
En los primeros días de julio, Raúl Alejandro Apold, el subsecretario de Prensa del
gobierno de Perón convocó a Enrique Santos Discépolo a participar en dichas audiciones.
El poeta del tango, en un primer momento vaciló ya que le entusiasmaba la idea de
colocarse en la vidriera política, pero su apoyo a la Revolución Nacional y su amistad con
Perón, hicieron que finalmente acepte la propuesta.
Los textos escritos por los guionistas no fueron de su agrado y solicitó cambiarlos. Gracias
a la relación familiar con uno de ellos y a la relación laboral (habían escrito una obra juntos
con Julio Porter), Discépolo consiguió la autorización para modificar los textos y dejar en
sus manos la redacción final de los mismos.
Finalmente, el 11 de Julio de 1951 a las ocho y media de la noche, la voz de Enrique
Santos Discépolo comenzó a expandirse a través de ondas de frecuencia y amplitud
modulada, llegando a miles de hogares argentinos que reunidos alrededor de la mesa comen
mientras escuchan la radio, inaugurando un ciclo radial que al poco tiempo ocuparía la
atención de toda la República Argentina.
El ciclo constó en su totalidad de 39 emisiones, divididas en dos partes. La primera, la más
larga está compuesta de 37 microprogramas y la segunda sólo de dos. Esto último se debe a
que para el autor el ciclo había terminado pero la audiencia y la situación política le exigen
que vuelva. Un detalle al pasar: es en estos únicos dos últimos programas cuando mencionó
el nombre de Perón y de Evita, hasta el momento jamás los había mencionado.
“Pienso y digo lo que pienso”, fue la cuna de uno de los personajes ficticios más relevantes
de la escena nacional del momento: de la mano de Discépolo nació “Mordisquito”. A partir
de la emisión número trece, a Discépolo se le ocurrió que sus charlas tendrían más fuerza y
vivacidad si se dirigieran a un interlocutor específico. Así fue como lo inventó a
Mordisquito: “El prototipo del opositor recalcitrante que nada ve, ni nada quiere aceptar y
que muerde incesantemente al gobierno con su rumor chiquito, con su calumnia barata,
con su crítica enana” (Galasso, Escritos inéditos de Enrique Santos Discépolo, 1986).
Según Horacio Caró, Mordisquito es: “el estereotipo del gorila porteño, un retrato
verosímil del antiperonista de entonces” (Caró, 2006)
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En estos treinta y nueve encuentros Discépolo va trayendo y mencionando todas las
conquistas sociales que se han llevado a cabo con “este gobierno”. “Todos estamos
acomodados”, dice en su discurso número nueve. Y así es como se encarga de describir la
situación social que padecían los sectores más marginados y golpeados antes de la
Argentina de Perón: las mujeres, los inquilinos, los huérfanos, los ancianos, los peones, los
trabajadores, los ciudadanos que se veían sometidos a un voto fraudulento, los obreros del
ingenio, los niños de las escuelas rurales, los campesinos, los muchachos, y la que gozan en
la actualidad, realzando todas las mejoras sociales, económicas y políticas.
“Estamos todos acomodados. Todo el país. Todos menos vos están acomodados.
Pero a mí, a mí no me vas a contar que no entraste en el beneficio de esta generala
servida.” Discurso IX (Discépolo, 2006).
Por otro lado, en sus relatos ataca por todos los frentes que puede a ese opositor acérrimo
del peronismo, que rumorea, que dice por lo bajo: “se va a venir una…”, que llena de
incertidumbre e inestabilidad el escenario político, sin pruebas fehacientes, sino con
rumores:
“Oíme, Mordisquito: alguna vez te hablé de confusionismo, de los rumores, de las
calumnias, de todo ese infame y misterioso río de noticias falsas que echan a rodar
los resentidos. (…) Porque el rumor es una agachada” Discurso XXVI, (Discépolo,
2006)
Busca escudriñar la conducta de ese opositor mostrando lo indigno de su protesta:
“Vos negás, protestás, con la misma injusticia del que arma un escándalo en su casa
porque «le perdieron» la llave del escritorio. Resulta que después de promover la
batahola, cuando ya todo está cabeza abajo y en la mitad del tobogán, la llave del
escritorio aparece en la botamanga de su propio pantalón. Entonces, como ya no
podría justificar todos los gritos en contra, con tal de no hacer el papelón, esconde
la llave en el bolsillo y sigue protestando para mantener una actitud. Igualito que
vos. Escondés, tu conciencia frente a la realidad de los hechos y seguís soplando
contra el ventilador para no reconocer que la erraste”. Discurso n° III. (Discépolo,
2006)
Y lo desmesurado y desproporcionado de su crítica al gobierno, a través de historias de la
vida cotidiana:
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“¡Claro, Mordisquito, yo conozco la calidad de tu disgusto o de tu desprecio! —
porque vos despreciás y porque vos estás disgustado—. ¡Y sé por qué estás
disgustado! ¡Porque tocan mal el arpa! ¿Qué? ¿Que no sabés de qué arpa te estoy
hablando? Dejáme que te cuente, Mordisquito, porque esto le pasó a Pepe —un
amigo— y Pepe se parece mucho a vos. Fuimos él y yo al circo y empezó el número
de un equilibrista. ¡Descomunal el equilibrista! Se subía a una escalera parada de
punta y al llegar allá arriba ponía un banquito, sobre el banquito un tarro de yerba,
después del tarro un asiento de bicicleta, ¡también haciendo equilibrio el asiento! Y
allí se sentaba él, y mientras la escalera daba vueltas sobre sí misma este bárbaro
hacía juegos malabares con tres botellas en las manos, con los dos pies tocaba el
arpa, ¡y, claro, todos aplaudíamos como locos! ¡Figuráte! ¡Un número estupendo!
Pero Pepe movió la cabeza como la movés vos, desdeñando, ¿y sabés qué dijo?: «Sí,
bueno, ¡pero el arpa no la toca bien!»” Discurso n° XXXIV, (Discépolo, 2006)
Por otro lado, Discépolo no pretende explicar el peronismo con alegorías o interpretaciones
complejas. Todo lo contrario, con imágenes fuertemente poéticas y fácilmente
comprensibles, Discepolín describe la Argentina que él ve y la Argentina que padeció en su
juventud:
“Tenías una patria como una rosa, pero esa rosa no perfumaba tu vida sino que se
estaba deshojando en el ojal de los otros. Ahora la solapa de tus enemigos está vacía
y la rosa es tuya”. Discurso n° VI, (Discépolo, 2006)
“A mí me mostraban una empanada ¡y veía el comité! Entonces ya no podía
metérmele dentro a la empanada, ya no podía viajar sobre el picadillo y hablar de
hombre a hombre con la pasa confidente. Esa empanada era el símbolo del comité.
Era el escudo de armas de los malevos que alquilaban la puñalada y le llamaban
dotor al caudillo de la chalina al hombro. En ese escudo la empanada tenía un
cuadrante junto a la taba, la botella de vino y la libreta de enrolamiento que votaba
sola. (…) [ahora] yo he vuelto a comer empanadas. Las pongo en el plato, las pongo
después de haberlas descolgado de aquel escudo de armas que se vino abajo con la
pared, con el techo y con el comité entero, mientras la murga de los malevos que
decían dotor se alejó con un redoble de botellas rotas o derramadas. Ahora esta
empanada es mía ¡y tuya! Mirála, fijáte. Ahora vos y yo podemos abrirla sin
39
angustia porque tal vez encontremos adentro una caja de fósforos —un descuido lo
tiene cualquiera—, pero no encontraremos más el voto vendido o exigido, ni
aparecerá detrás de la yema la letra ce, la olvidada letra ce de la palabra doctor.”
Discurso n° VI, (Discépolo, 2006)
En sus últimas dos charlas, realiza uno de los discursos más emotivos de todo el ciclo
radial, en la cual le manifiesta a Mordisquito que no debe volver jamás, que su gobierno
debe quedar atrás y no intentar regresar, porque es injusto, porque es monstruoso:
“¿Entendés? Porque la noche es terrible. Porque a muchos como vos les da una idea
deforme de la realidad y porque el insomnio tiene la virtud de transformar en
razonables las cosas más injustas. Lo tuyo, por ejemplo. ¡Que querés volver! Lo
tuyo, que es monstruoso porque es historia y está escrito en la memoria, en los
papeles, en las cárceles, en los muertos y en los vivos que están muertos. Sos el
pasado, el pasado más cruel que haya vivido nación alguna. Porque ningún país
nació a la vida con tantas posibilidades para ser dichoso como este tuyo y ninguno
padeció tanta injusticia y tanta barbaridad como este tuyo y por tu culpa. Sos el
pasado que quiere volver por amor propio, sólo por amor propio. Idea mezquina la
tuya en esta hora de las grandes decisiones, tan mezquina la idea que de tanto
andarte a pie por la cabeza ella misma se te ha detenido avergonzada en las sienes y
te late como si tuvieras un kilo en cada una. ¿Y sabés por qué? Porque tu idea y yo
sabemos que no debés volver. Y vos también, en el fondo de tu alma, aunque lo
escondas, sabés también que no debés volver. Por decoro. Por recuerdo. Por
historia. Sos la imagen del retroceso, de la injusticia, del hambre, del entreguismo. Y
el pueblo lo sabe, como lo sabés vos. El pueblo lo sabe, porque lo padeció, que venís
de viejos partidos que nunca hicieron nada en beneficio del pueblo que es la patria y
que si alguno de los tuyos, alguna vez, intentó portarse bien, se cansó en seguida
(…) Porque vos no sos una esperanza, ni una incógnita. ¡Vos gobernaste! ¡No una
vez, sino varias veces… y mal! ¡Gobernaste mal! Infamemente. Y el pueblo sabe eso,
como sabe todo. (…) Mal negocio para un pueblo como éste que está frente a un
gobierno de asombro que le ha dado lo que ni Dios ni la madre le dieron en mil
años. De un gobierno que ha puesto en marcha a la patria hacia un destino que
nadie, nada más que él solo, puede conducir por una razón sencilla: porque este
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gobierno, en vez de seguir lo clásico que era tan cómodo, se metió en el tembladeral
de las revisiones alcanzando a cada uno la proporción de dicha que le corresponde,
revolución gloriosa que se alcanzó con el esfuerzo de unos cuantos para felicidad de
todos (...)” Segundo Ciclo Discurso n° 1, (Discépolo, 2006)
Según Ricardo Bocos, Dicépolo tomó y desarrolló los temas adecuados para hablar al
pueblo peronista y no peronista, según diferentes parámetros comunicacionales; utilizó
maneras conversacionales para dirigirse y hacer sentir al radioescucha que es un diálogo
que está dirigido hacia él específicamente. Al escuchar las grabaciones originales (o al
leerlas) es fácil atender que hay una instancia articuladora entre lo social y lo lingüístico,
con sus rasgos propios como lo enunciativo, composicional y estilístico. Sin lugar a dudas,
el punto de vista de Discépolo determina el objeto del discurso, que no es otro que
persuadir a través de la memoria, por qué se debe votar a Perón. (Bocos, 2008)
Discépolo como actor y gran poeta que era, combinó perfectamente los recursos poéticos
con la fuerza y la cadencia de su voz, produciendo una identificación casi inmediata.
(Bocos, 2008) La clase baja y, gran parte de la clase media, tendrán esa identidad peronista
al punto tal que una multitud levantará a Discépolo en andas, el día del triunfo peronista en
noviembre de 1951.
A fin de comprender mejor el impacto que tuvieron estos discursos en el 1951, creemos
importante, señalar el papel que jugaba la radio dentro del ecosistema de medios de
comunicación del momento.
La época de Oro de la Radiofonía Argentina:
Novedosa, pero aún no desplazada por la televisión. Maravilla tecnológica que puede
conectar una voz patagónica con una oreja bien atenta misionera, que puede conectar la voz
temblorosa y a tiempo real de Evita y sus descamisados que la aclaman en la plaza y los
miles de Argentinos de todas las provincias que escuchan atentamente a través de su
receptor. La radio fue el medio de comunicación más importante de la primera mitad del
siglo XX.
Al respecto el licenciado Ricardo Bocos afirma:
“(…) El peronismo fue uno de los pocos actores sociales que supo aprovechar todos
los momentos radiofónicos con fines políticos y propagandísticos. La programación
radiofónica tenía lugar para todos: información, radioteatros, concursos, recitales
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en vivo del que podía participar la población, transmisiones en directo de actos y
eventos, programas dedicados a la mujer, audiciones especiales para los niños,
deportes… Este fue el fermento que el peronismo supo aprovechar para construir
una indeleble identidad partidaria. La radio acercaba a los líderes que habían
conseguido el bienestar de un pueblo integrado por descamisados, cabecitas negras,
madres solteras, ancianos y niños expósitos, entre tantos otros.” (Bocos, 2008)
En este sentido, la radiofonía argentina de la década del 50 fue fundamental para construir
la identidad peronista. Desde el gobierno se consideró a la radiofonía como una de las
herramientas más importantes de su política de Estado. A través de ella se reafirmó esa
identidad, para lo cual se utilizaron las matrices interpretativas y productoras de discursos
propios de la formación ideológica, las que quedaron patentes en las transmisiones de esa
época. Según Bocos, la sabiduría del peronismo en materia de medios estuvo en:
“(…) saber percibir la importancia de esa distancia y en el tipo de mensaje, que era
consumido de igual manera por quien estuviera cerca como por quien a la distancia
podía escucharlos por radio. Las exigencias proxémicas se daban en los espacios
para los íntimos (el balcón de la Casa Rosada), para las visitas importantes (la
Plaza de Mayo) y la posibilidad de vencer esos espacios a través de la radio, ya que
–reitero- se lograba que los oyentes sintieran que estaban también en ese lugar
reservado para los “importantes”.” (Bocos, 2008)
La voz de Enrique Santos Discépolo peleando con Mordisquito y exaltando las cualidades
positivas del nuevo momento histórico resuena en todos los pueblos, ciudades y provincias
de la Argentina, ayudando al proceso de construcción de una identidad nacional peronista,
que hasta el día de hoy continua vigente.
“La identidad es algo que se va construyendo, como dije anteriormente, desde las
representaciones e imaginarios sociales. No existe identidad que no haya sido
construida previamente desde el discurso” (Bocos, 2008)
Género y Formato de “Pienso y Digo lo que pienso”
De acuerdo a la duración de cada uno de los episodios transmitidos, podemos afirmar que
se trata de un formato radial llamado: Microprograma. Este formato tiene la fuerza de un
flash informativo, dura entre cinco y siete minutos, tiene una unidad y una estética en sí
mismo, es decir, no depende de otro programa más grande, es autónomo. En cuanto al
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género podríamos, creemos que en este caso estamos ante la presencia de un híbrido. Por
un lado, tiene características del género opinión, ya que se trata del punto de vista del
enunciador acerca de una determinada situación de actualidad social, por el otro,
características del radioteatro (más precisamente el monólogo), y finalmente, algunas
características de campaña electoral.
¿Por qué el discurso de Enrique Santos Discépolo puede ser considerado un discurso
político? Hacia la fundamentación de la consideración de este discurso como político.
Para poder contestar esta pregunta primero aclararemos desde qué teorías concebimos el
discurso y lo social, para poder, de esta manera, avanzar en una conceptualización del
discurso político coherente con una del Discurso en general.
Partiremos de la propuesta teórica elaborada por el semiólogo Eliseo Verón llamada
“Teoría de la Discursividad” o “Teoría de los Discursos Sociales”. Esta teoría es un
conjunto de hipótesis sobre los modos de funcionamiento de la semiosis social. Por
semiosis social Verón entiende: “la dimensión significante de los fenómenos sociales en
tanto que procesos de producción de sentido” (Verón, "La semiosis social. Fragmentos de
una teoría de la discursividad", 1993)
Su teoría de los discursos sociales reposa sobre dos hipótesis:
- Toda producción de sentido es necesariamente social: no se describe ni explica un
proceso
significante sin explicar sus condiciones sociales de producción.
- Todo fenómeno social es un proceso de producción de sentido, cualquiera que fuere
el nivel de análisis. (Verón, "La semiosis social. Fragmentos de una teoría de la
discursividad", 1993)
Es decir, se presenta un doble anclaje: del sentido en lo social y de lo social en el sentido.
Según Verón, es en la semiosis donde se construye la realidad de lo social, y a partir del
análisis de los discursos sociales es posible estudiar la construcción social de lo real.
Consideraremos a los fenómenos de sentido bajo dos aspectos:
- apareciendo bajo la forma de conglomerados de materias significantes;
- en relación a la red semiótica conceptualizada como sistema productivo.
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Ahora bien, toda producción de sentido tiene una manifestación material. Es esta
materialidad del sentido la que define la condición esencial, el punto de partida necesario
de todo estudio empírico de la producción de sentido. Verón aclara:
“Siempre se parte de “paquetes” de material sensibles investidos de sentido que son
productos; de configuraciones de sentido identificadas sobre un soporte material
(texto lingüístico, imagen, sistema de acción cuyo soporte es el cuerpo, etc.) que son
fragmentos de la semiosis. Lo que se llama un discurso o un conjunto discursivo no
es otra cosa que una configuración espacio-temporal de sentido determinada. Sería
imposible analizar la semiosis social en abstracto. Por ende, siempre se parte del
sentido producido.
El acceso a la red semiótica, implica analizar fragmentos extraídos del proceso
semiótico, cristalizaciones de las tres posiciones funcionales (operaciones-discursos-
representaciones). Se trabaja sobre Estados que sólo son pequeños pedazos del
tejido de la semiosis, que la fragmentación efectuada transforma en productos”
(Verón, "La semiosis social. Fragmentos de una teoría de la discursividad", 1993).
La posibilidad de todo análisis del sentido, para Eliseo Verón, descansa en la Hipótesis de
que el sistema productivo, deja huellas en el producto, y de que el primero puede ser
reconstruido a partir de una manipulación de los segundos. Analizando productos,
apuntamos a procesos.
Es decir, es imposible acceder a la red de la semiosis social sin antes delimitar un discurso,
entendiendo por discurso a una configuración espacio-temporal de sentido. Mediante el
estudio de las huellas del sistema de producción en el discurso, podemos reconstruir el
sistema productivo que lo engendró.
Adentrándonos en nuestra problemática acerca del discurso político, citaremos los aportes
de Lucrecia Escudero a la misma:
“Para buscar una especificidad del discurso político, habrá que situarse “fuera” del
discurso, situándonos en recepción, como lo subraya muy claramente Eliseo Verón,
tratando de establecer las condiciones que permiten que un discurso sea reconocido
como político.
(…)
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No existen discursos políticos, sino discursos reconocidos como políticos en
situaciones determinadas y, en consecuencia, leídos como resultado de estrategias
político-textuales específicas, entendiendo por estrategias a toda operación lingüística
que el sujeto de la enunciación del discurso hace funcionar de modo de provocar
ciertos efectos de sentido vehiculizados a través de ciertos recorridos de lectura
privilegiados. En síntesis: no existe un lugar de enunciación del discurso político que
no esté atravesado por la lucha política, por la relación de fuerzas establecida,
codificada y ritualizadas por la sociedad. Si todo discurso se produce siempre a partir
de otros discursos, el discurso político no se produce solamente a partir de una red de
discursos emitidos anteriormente, sino que es producido fundamentalmente para
contestar a los anteriores, refutar, invalidar o apoyarlos. La producción misma del
discurso político aparece entonces explícita o implícitamente como polémica, porque
es siempre una “respuesta a”, no existiría un grado cero, una neutralidad posible del
discurso.
Lo que está en juego entonces es siempre una implicación personal: los receptores
deben creer o no, adherir o refutar, en suma, deben ser movidos pasionalmente. En el
sentido en que el término de “pasión recubre”: como una acción vista o soportada a
partir de una situación de recepción, pasión como una configuración modal de
lectura: un hacer-hacer que tiende a un querer-deber-hacer “ (Escudero, "Yo tengo
confianza en este pueblo" Algunos problemas de producción/recepción del discurso
militar argentino ")
Es claro, si partimos de la teoría de los discursos sociales, debemos analizar no sólo el
texto, el producto, sino la red que configura los espacios de producción, circulación y
lectura de los mismos. Desde este análisis podríamos llegar a determinar si un discurso es o
no político. En este sentido, expondremos los motivos por los cuales pensamos que en el
momento de su producción, es decir en el año 1951, estos discursos podrían ser
caracterizados como políticos.
Si es en la recepción el lugar en donde podemos observar si un discurso es considerado
político, citaremos tres hechos que nos demuestran que en 1951 estos discursos de
Discépolo fueron leídos como políticos:
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1- Perón luego de ganar las elecciones dice: “Este triunfo se lo debemos al voto
femenino y a Mordisquito” (Caró, 2006) (Mordisquito fue el interlocutor creado en
el discurso de Discépolo)
2- Una vez que gana Perón las elecciones, los obreros lo buscan en la casa y lo llevan
en andas a festejar, reconociéndole que parte de ese triunfo era gracias a él.
3- El discurso que pronuncia Ricardo Balbín antes de las elecciones en donde le
incrimina a Discépolo el haber inventado a Perón y “haberse vendido a la dictadura”
(Portal Público de Noticias de la República Argentina)
Por otro lado, los discursos de Discépolo están dentro de un microprograma llamado
“Pienso y digo lo que pienso”, que funcionaba tiempo antes de que este poeta lo habite y
cuyos oyentes conocían que se trataba de un espacio de propaganda al Gobierno Peronista.
Pero Discépolo trascendió la propaganda y transformó sus textos en discursos para
“transformar hombres y relaciones entre los hombres” (Fabri), contestó, refutó, discutió y
polemizó con otros discursos sociales. Lo que nos llamó poderosamente la atención, es que
esos discursos con los que polemiza, en muchos casos son aquellos que circulan en la
cotidianeidad, en la calle, en el almacén, en el barrio, en el sentido común, trama que
sustenta las valoraciones y representaciones sociales. Y en este punto, Discépolo discute
con todos aquellos discursos con los que no está de acuerdo, desde las frases más banales
de comentarios que escucha por la calle, como por ejemplo: “Se va a venir una….”
(Discurso n°VI (Discépolo, 2006)), hasta la acusación que le hace Balbín por “haber
inventado a Perón”: “Yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón ni a su doctrina. Los trajo, en
su defensa, un pueblo a quien vos y los tuyos habían enterrado en un largo camino de
miseria”. (Discurso n° 2, segundo ciclo (Discépolo, 2006)).
Implicándose tanto él como enunciador, como todos sus oyentes en un hacer pasional que
moviliza un creer, un querer y un hacer. En proceso de lectura del discurso en el cual no se
puede ser indiferente, se está de acuerdo o se está en contra, se lo apoya o se lo refuta, se lo
ama o se lo odia. Una lectura que moviliza pasiones.
La pasión que emerge de estos textos llega a emocionar a aquellos que nos acercamos
sesenta años más tarde a leerlos. En el momento de su recepción movilizó dos pasiones
contrapuestas y antagónicas, el sector obrero, los humildes, los peronistas lo amaron, los
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intelectuales, sus colegas artistas, sus fanáticos, los antiperonistas lo odiaron y se lo
hicieron saber (más información en “Perfil del enunciador”).
Por todos estos argumentos, concluimos que es válido considerar los discursos de Enrique
Santos Discépolo presentes en su ciclo radial bautizado: “¿A mí me la vas a contar?…
Mordisquito”, como discursos políticos.
Análisis
Distinguiremos tres instancias diferentes en el análisis del discurso propuesto, para esto estudiaremos las siguientes marcas:
I. Temáticas: qué dice, programa narrativo, tema (estructura) y subtemas,
verosimilitud del enunciado.
II. Enunciativas: quién dice algo. Enunciado, enunciación. Emisor, receptor. Rasgos
que detectan al emisor y al receptor: deícticos, modalidades.
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III. Retóricas: cómo lo dice, niveles de lenguaje propio y figurado, tarea prescriptiva,
figuras retoricas. Finalidades: Persuasivo, poético, cognoscitivo.
I. Temáticas
Tema general:
“La valorización de la nacionalización de los recursos de la Patria”
Subtemas:
- La patria en el pasado y en el presente.
- Los elementos que componen la Patria.
- Las características de los elementos que componen la Patria.
- Características de la Geografía de la Patria.
- Fertilidad de las tierras de la Patria.
- Comparación entre el sistema económico que existía antes y el que existe ahora.
- Los beneficios del nuevo régimen económico
- El desconocimiento de la propia tierra por parte de los argentinos
- La injusticia y las exportaciones piratas.
- La necedad y la falta de memoria histórica.
- El modelo agroexportador.
- El nacimiento de una nueva Patria.
- El reconocimiento y el agradecimiento de la nueva situación.
II. Enunciativas
Las Marcas de la Enunciación en el Enunciado:
Andreína Aldenstein define la deixis como: “la localización y la identificación de las
personas, objetos, procesos, acontecimientos y actividades de que se habla por relación al
contexto espacio-temporal creado y mantenido por el acto de enunciación” (Aldenstein,
1996).
Dentro de los deícticos encontramos los pronombres personales y demostrativos (esto, eso,
aquello), los adverbios (temporales y espaciales: ahí, hoy, aquí, allá, ayer). El tiempo y el
modo del verbo ayudan a la localización temporal respecto al momento de la enunciación.
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El elemento central de la enunciación es el “YO”, a partir de esta persona se configura el
resto. Para Jackobson, “yo” es en primer lugar, el sujeto de este enunciado y en segundo
lugar, puede ser también sujeto de la enunciación.
La referencia necesaria y constante a la situación de discurso une el par: “yo-tú” a la serie
de los indicadores o deícticos. Los deícticos forman el sistema de referencias internas a
cada situación de discurso cuya clave es “yo”.
“Yo” forma con “tu” una correlación de enunciación. “Tú” se define como “no-yo”. Ambas
personas “yo” y ”tú” se oponen a una no-persona: “él”, que en si no designa nada ni nadie
Aldenstein define a los deícticos como signos “vacíos”, no referenciales por relación a la
“realidad”, siempre disponibles y que se vuelven llenos no bien el locutor los asume en
cada instancia de su discurso. Su papel es ofrecer el instrumento de una conversión del
lenguaje en discurso. (Aldenstein, 1996)
A cada deíctico podemos hacer corresponder otro término que no se refiere ya a la situación
de discurso, sino a objetos y relaciones de los que se habla (no al proceso o protagonistas de
la enunciación, sino del enunciado). Se pueden formar dos paradigmas contrapuestos:
Ahora Entonces
Hoy El mismo día
Ayer La víspera
Mañana El día siguiente
Aquí Allí
Yo Él
Las marcas de las personas de la enunciación en el enunciado las podemos reconocer a
través de: los pronombres personales en sus casos nominativo (“yo”), objetivo (“me”),
terminal (“mi”), y los posesivos (“mío”, “mi”), la desinencia de persona en los verbos
también cumple una función deíctica: señalar a las personas protagonistas de la
enunciación. Tenemos dos personas (yo-tu) y una no persona (él) y dos números (singular y
plural). Yo y tu, son las personas necesarias y suficientes con respecto a la situación de
enunciación, por eso es que se las llama deícticos “puros”.
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Rastreo de las marcas del enunciador en el enunciado:
Casos nominativos: “Yo”
- “Yo no te pido”
- “Yo te pido que abandones tu posición de terco y pienses”
- “¡todo es gordo! Menos yo, todo es gordo”
- “…que yo creía un acantilado…”
- “¡Claro, yo no te echo la culpa a vos!”
- “¡No, no; yo no te echo la culpa a vos!”
- “¡yo sé que estás conmigo! ¡Bah!…”
Casos objetivos: “Me”
- “El capitán me aclaró: «No, Discépolo. ¿Cómo acantilado? Lo que usted ve es la
lana que apilan antes de seleccionarla para el embarque »”
- “…después no me digas que seguís…”
- “¡A mí no me la vas a contar!”
Casos terminales: “Mí”
- “¡A mí no me la vas a contar!”
Casos posesivos: “Mío, mi, mía, míos, mías”
- “Y las tuyas y las mías y las nuestras no son extensiones secas y estériles, sino
tierras de milagro”
Rastreo de la segunda persona “Tú” genérica:
El “tú” genérico tiene por función “personalizar” enunciados impersonales. Así se mantiene
una relación viviente con la situación de enunciación dentro de un enunciado que, sin
embargo, es general, el alocutario es integrado como beneficiario o víctima del proceso.
Lo esencial es subvertir la reciprocidad locutor-alocutario ya sea haciendo que el lector
asuma las palabras del alocutario (empleando la primera persona del singular), ya sea
hablando del alocutario en tercera persona como si fuera exterior a la esfera de la
enunciación, ya compartiendo lo dicho por el supuesto alocutario (uso de la primera
persona en plural)
Construcción del tú, rastreos de pronombres personales:
Casos nominativos: “vos-usted-tú”
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- “¿por qué no pensas un poco vos también?”
- “Ahora la solapa de tus enemigos está vacía y la rosa es tuya, ¡pero vos seguís como
enquistado en una terquedad sin belleza ni sentido”
- “Tierras a las que vos te agachas y oís crecer el pasto (parece ser un vos más
universal, un vos para hablar de un todos más bien)”
- “…vos el dueño de tu lana, en un colchón de estopa o en la tierra?”
- “Yo no te echo la culpa a vos”
- “Pero ahora el trigo, el maíz o la ipecuana cantan la ópera para vos”
Casos objetivos: “te”
- “Caro te costó el papelito”.
El estudio y rastreo de los pronombres objetivos permite conocer quiénes ejercen acciones
o ejercieron acciones en el pasado sobre la segunda persona, es decir sobre “tu”/“vos”.
Del análisis de estos pronombres, podemos deducir que hay dos grandes agentes que
realizan acciones sobre la segunda persona:
En primer lugar el enunciador, que constantemente le pide, le pregunta, le echa la o le retira
la culpa, le aclara.
- “Yo no te pido que inventés una escuela filosófica o que leas a Einstein y te vayas a
dormir con el teorema puesto”
- “Yo te pido que abandondes tu posición de terco y pienses... pienses en lo que
estaba pasando y en lo que pasa ahora”
- “Yo no te echo la culpa a vos: éramos una factoría”
- “Yo no te echo la culpa a vos: la única culpa tuya era no pensar entonces: ¡es no
pensar ahora!”
- “Yo te hago la aclaración por las dudas”
En segundo lugar, los que realizaban acciones sobre el “tu” en el pasado son “ellos”. Es
interesante notar qué tipo de acciones realizaban “ellos” sobre “tú”:
- “…llevarla gente que no era tuya y que te hacía dormir a vos, el dueño de tu lana,
en un colchón de estopa o en la tierra”
- “Aquello que antes te robaban y te negaban ahora es tuyo, ¡Todo!”
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Un “ellos” opera en el pasado del “Tu”. Ellos operan desde un accionar negativo, su
accionar aparece como completamente injusto: roban lo ajeno y por eso mismo reducen a la
miseria al verdadero dueño de todo: “Vos”, “tu”.
En el caso siguiente, el empleo del pronombre objetivo parece corresponder a un “Tu” más
universal que los anteriores, en el sentido que es más genérica la acción y está apelando
más a un colectivo universal de humanos que a una persona particular que por sus
cualidades puede escuchar crecer el pasto.
- “Tierras a las que vos te agachas y oís crecer el pasto”
Casos Posesivos:
“Tuyo/tuya”
- “… en una patria subdividida y administrada por tenedores de libros que subían el cuatro
y bajaban el nueve en todos los idiomas menos en el tuyo…”
- “…la nuestra, la tuya, es una geografía lujosa…”
- “¿No ves que todo es tuyo?”
- “¡y todo es tuyo!”
- “aquello que antes te robaban y te negaban ahora es tuyo”
“Tu”
- “Querés mantener obstinadamente tu posición de terco”
- “La rescatada riqueza de tu patria”
- “…los pomelos que van a tu casa para darte la vitamina C”
- “ …que hacen cola para entrar en el centro de tu apetito”
- “… el dueño de tu lana”
- “…quiebres la cáscara de tu terquedad...”
- “…no perfumaba tu vida, sino que se estaba deshojando en el ojal de otros”
- “… que abandones tu actitud inútil”
- “… ahora la solapa de tus enemigos está vacía”
Rastreo de: “nosotros”.
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“Nosotros”: no es una multiplicación de objetos idénticos sino una suma o yunción entre
“yo” y “no-yo”. Esta suma implica la pluralización de la primera persona, forma una
totalidad nueva. Siempre está “yo”, pero puede recibir tres tipos de contenidos distintos:
a- Nostros inclusivo: “no-yo” es el alocutario. Yo + vos / ustedes
b- Nosotros exclusivo: “yo” + el/ella/ellos/ellas, la segunda persona queda excluida de
la referencia.
c- Nosotros abarcativo de máxima extensión: yo + tu-ustedes + el/ella- ellos/ellas
Ustedes Puro: vos +vos
Ustedes: vos + él
A través de la desinencia verbal:
Nosotros inclusivo:
- “La nuestra, la tuya, es una geografía lujosa, una geografía abundante. Y las tuyas y
las mías y las nuestras no son extensiones secas y estériles, sino tierras de
milagro…”
En un primer momento pareciera que “la nuestra” corresponde a un nosotros exclusivo,
pero analizándolo mejor notamos que es un nosotros inclusivo. Debido a que las
características del interlocutor del discurso son: la terquedad y la ignorancia, el enunciador
reafirma con “la tuya” que en ese “nosotros” está incluido el “tu”.
Por otro lado, “las nuestras” corresponde a un nosotros de corte universal, lo que
corresponde al YO, al Tu, y a lo de Ellos y Ellas.
Nosotros exclusivo:
- “Al sur, ¿sabés? íbamos navegando y el barco se aproximaba a la costa cuando vi
una franja obscura sobre ella, que yo creía un acantilado”.
El nosotros está formado por el Enunciador+ Una No-Persona (el capitán del barco)
Nosotros abarcativos:
- “¡Claro, yo no te echo la culpa a vos! Éramos una factoría, y aquel sobretodo
afeitado de las ovejas y de los carneros serviciales se perdía estúpidamente en una
exportación pirata”.
En este caso el nosotros está formado por la primera persona (yo) + la segunda (tu) + las no
personas (el, ella, ellos, ellas)
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Ustedes
No se han encontrado huellas de un ustedes.
Rastreo de la no-persona: “ellos”
El/ella: designan a alguien o algo, pero no a una persona, no sirven sino en calidad de
abreviatura. Funciona
- “Tenías una patria como una rosa, pero esa rosa no perfumaba tu vida sino que se
estaba deshojando en el ojal de los otros. Ahora la solapa de tus enemigos está vacía
y la rosa es tuya, ¡pero vos seguís como enquistado en una terquedad sin belleza y
sin sentido! Aquello que antes te robaban y te negaban ahora es tuyo, ¡todo!”
Ellos, tus enemigos, los otros, son los que gozaban del perfume de tu rosa, los que gozaban
de la productividad de la Argentina. Ese “otro”, ese “enemigo” es el que roba, el que
margina.
- “Claro que antes crecía y lo escuchaban nada más que los de afuera.”
En esta frase, se acota el “ellos”, los “enemigos”, los “otros”, comienza a especificarse
como “los de afuera”, es decir, los extranjeros.
- “¡Pensá en una patria subdividida y administrada por tenedores de libros que subían
el cuatro y bajaban el nueve en todos los idiomas, menos en el tuyo
Nuevamente vuelve a acotar el contenido de este signo vacío (Aldenstein, 1996) de
“ellos/otros/enemigos”: no hablan el mismo idioma que el “tú”. Es posible pensar la
conformación de este ellos de la siguiente manera: no interesa si realmente son extranjeros
de nacimiento o viven en otro país, sino en qué idioma “hacen los números”, es decir, para
quiénes negocian. “Ellos” negocian para que los otros salgan beneficiados (los extranjeros,
los enemigos), y en este caso en ellos podemos incluir a los capitales extranjeros, y a la
oligarquía nacional que durante años se beneficio con el comercio exterior dejando en
ruinas a amplios sectores de la población. La patria estaba subdividida y administrada por
gente que habla cualquier idioma menos el “tuyo”, si los administradores de un territorio,
suelen ser ciudadanos del mismo, quiere decir que son argentinos que hacen negocios con
extranjeros, relacionándolo así con la oligarquía nacional.
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- “¿Y para qué la daban sino para que se la llevasen a donde había resuelto llevarla
gente que no era tuya y que te hacía dormir a vos, el dueño de tu lana, en un colchón
de estopa o en la tierra?”
- “… (la fruta)… la traían de regreso a un precio de lujo envuelta en un papelito de
seda.”
- “…Claro que antes crecía y lo escuchaban nada más que los de afuera…”
La “gente” a la que apela en esta oración está conformada por: los comerciantes de los
productos agrícolas y los capitales extranjeros, quienes se apropian de lo que le pertenece al
“tu” dejándolo en la miseria misma.
Los Argentinos y los Extranjeros:
- “…Te hago la aclaración por las dudas, porque durante mucho tiempo los
argentinos no supieron dónde quedaba la Patagonia —¡los extranjeros lo sabían
perfectamente, pero los argentinos no!—…”
El enunciador no se reconoce en ese colectivo, sino debería decir: “los argentinos no
supimos dónde quedaba la Patagonia”. Configurándose a su vez como alguien que está
aparte de ese todo, al igual que: “…acá todo es gordo. Menos yo.” Una especie de soledad
del enunciador se puede vislumbrar en esta oración.
“Los extranjeros”, también funciona como un colectivo en el cual el enunciador no se
siente identificado. Por otro lado, el comportamiento de los “argentinos” es antagonista del
de los “extranjeros” en relación al saber: unos no sabían y otros sí sabían.
Apelativos:
Los apelativos son términos del léxico que se emplean en el discurso para mencionar a una
persona. Se utilizan para designar la persona del que habla: locutor, aquella a la que se
habla: alocutario, y de la cual se habla: delocutor. Se los llama locutivos, alocutivos,
delocutivos respectivamente. Todo locutivo y alocutivo tiene un carácter deíctico, un
carácter predicativo (el sentido del apelativo elegido, conlleva cierto significado), que
manifiesta las relaciones sociales.
Locutivos encontrados: Predominan los pronombres personales. En un único caso utiliza su
nombre de pila: Discépolo
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Alocutivos encontrados: En este caso también predominan los pronombres personales, en
especial el “Vos”, por sobre el “tu” o el “usted”, lo que le otorga mayor informalidad,
proximidad y simetría en la relación entre enunciador y el alocutario. En una ocasión utiliza
un adjetivo para apelar al interlocutor: “Zonzo”
Delocutivos: en este punto la variedad de los delocutivos es mayor.
Adjetivos: “los otros”, “los enemigos”, “los extranjeros”, “los argentinos”, “la gente”
Sustantivos: “los tenedores de libros”
Estudio de los indicadores de Temporalidades:
A través del empleo de adverbios, pronombres demostrativos y tiempos y modos verbales
podemos reconocer las temporalidades presentes en el discurso.
En este sentido, observamos que el discurso propone dos momentos que contrapone
constantemente: antes y ahora.
Vamos a citar cómo describe Discépolo ese “antes” y ese “ahora”.
Antes Ahora
(…pensá en) una patria subdividida y
administrada por tenedores de libros que
subían el cuatro y bajaban el nueve en
todos los idiomas, menos en el tuyo.
(… Pensá en) esa misma patria ahora
contabilizada con números criollos
Antes te robaban y te negaban Ahora es tuyo, ¡todo!
(los productos agrarios) Claro que antes
crecía y lo escuchaban nada más que los
de afuera.
El trigo, el maíz o la ipecacuana cantan la
ópera para vos
Tenías una patria como una rosa, pero
esa rosa no perfumaba tu vida sino que se
estaba deshojando en el ojal de otros
La solapa de tus enemigos está vacía y la
rosa es tuya
…porque durante mucho tiempo los
argentinos no supieron dónde quedaba la
Patagonia —¡los extranjeros lo sabían
perfectamente, pero los argentinos no!
(…) desde el quebracho de Charata —que
está casi en el trópico— hasta las ballenas
de Ushuaia, ¡y todo es tuyo!
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¿Y para qué la daban sino para que se la
llevasen a donde había resuelto llevarla
gente que no era tuya y que te hacía
dormir a vos, el dueño de tu lana, en un
colchón de estopa o en la tierra?
(…) el desfile de los pomelos que van a tu
casa para darte la vitamina C, mirá los
novillos que hacen cola para entrar
gloriosamente en el centro de tu apetito.
Asimilá la estupenda, la incomparable, la
rescatada riqueza de tu patria
Éramos una factoría, y aquel sobretodo
afeitado de las ovejas y de los carneros
serviciales se perdía estúpidamente en
una exportación pirata.
(Pensá en) aquella fruta fabulosa de Río
Negro que viajaba al extranjero y la
traían de regreso a un precio de lujo
envuelta en un papelito de seda (…)
¡Caro te costó el papelito!
Análisis de los indicadores espaciales:
- “Aquí”: “Aquí todo es gordo, menos yo”
- “Esta”: esta patria maravillosa
A cada deíctico podemos hacer corresponder otro término que no se refiere ya a la situación
de discurso, sino a objetos y relaciones de los que se habla (no al proceso o protagonistas de
la enunciación, sino del enunciado).
En el texto esta temporalidad que no es coincidente con la de la enunciación, está presente
en los siguientes casos:
“Mirá, una vez, hace veinte y tantos años, (Introduce la historia, marca que el relato
corresponde a una narración) hice un viaje a la Patagonia, que queda en el sur. Te
hago la aclaración por las dudas, porque durante mucho tiempo los argentinos no
supieron dónde quedaba la Patagonia —¡los extranjeros lo sabían perfectamente,
pero los argentinos no!—. Al sur, ¿sabés? íbamos navegando y el barco se
aproximaba a la costa cuando vi una franja obscura sobre ella, que yo creía un
acantilado. Pero no. El capitán me aclaró: «No, Discépolo. ¿Cómo acantilado? Lo
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que usted ve es la lana que apilan antes de seleccionarla para el embarque ».
«¿Todo eso es lana?» «¡Todo!» ¡Y era cierto, sí! Era lana. Todo lana. Y detrás de
esa nube — ¡de esa nube…gorda!— estaban los carneros, apurados en hacerse
crecer la lana para la próxima esquila, y las ovejas, también preocupadas por no
quedarse atrás frente a los carneros y a los consorcios que las vigilaban. ¡Lana!
¡Meta lana! ¿Y para qué la daban sino para que se la llevasen a donde había
resuelto llevarla gente que no era tuya y que te hacía dormir a vos, el dueño de tu
lana, en un colchón de estopa o en la tierra? ¡Claro, yo no te echo la culpa a vos!
Éramos una factoría, y aquel sobretodo afeitado de las ovejas y de los carneros
serviciales se perdía estúpidamente en una exportación pirata” Discurso n° VII
(Discépolo, 2006). (Aclaración: Se encuentra subrayado lo que corresponde a la
situación de la narración, esa historia que sucede en ese entonces)
Hace veinte y tantos años: “Es en relación al momento de la enunciación”
El protagonista enunciador de la historia coincide con el enunciador del discurso: Enrique
Santos Discépolo.
En este discurso podríamos establecer tres capas: la primera la del “hacer situacional”, en
donde se establece una relación contractual entre el “yo comunicante y un tu interpretante”,
que se establecería entre Discépolo y todos sus radioescuchas, la segunda la de la “puesta
en escena” del lenguaje dada por un “yo enunciador y un tu destinatario” y la tercera del
orden de la historia narrada al interior del discurso en la que el “yo protagonista” de la
historia coincide con el enunciador y el yo comunicante.
Modos de construcción de la Interlocución:
Considerando que hemos por el momento hemos rastreado los índices de las dos personas
presentes en el discurso (yo-tu), podemos pasar a la siguiente etapa en el cual podemos
describir cómo se construye esa interlocución.
Distinguiremos dos modos de construcción de la interlocución: directa y espejada.
Casos de Interlocución directa:
En el siguiente caso tenemos un ejemplo de interlocución directa en la cual el narrador
utiliza el diálogo directo, buscando la ratificación del contacto. Es importante remarcar la
necesidad de ratificar el contacto y apelar al interlocutor que presenta el discurso
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radiofónico. En el sentido en que los participantes de la comunicación no se encuentran
cara a cara, sino que la comunicación se establece únicamente a través de la voz y la
audición, por eso mismo, la interlocución directa es un recurso que es pertinente para
mantener la atención del oyente. En este caso, por ejemplo, el enunciador parece como si
contestara a una pregunta que le hace el interlocutor:
“¡No, no; yo no te echo la culpa a vos! La única culpa tuya era no pensar entonces;
¡es no pensar ahora! ¡Pensá, entonces!”
Pareciera que la réplica del interlocutor es vehemente, como si el oyente contestara muy
enojado: “¿¡Qué culpa tengo yo!?”. O en este otro caso:
“(…) ¡Caro te costó el papelito! Y no la querés entender”
Pareciera como si el enunciador manifestara una especie de cansancio ante la terquedad del
interlocutor. Este ejemplo, al igual que el anterior, se asemeja a réplicas dialogales, es decir
involucran al destinatario en el discurso, contestándole a sus réplicas, a sus manifestaciones
emocionales.
Por otro lado, en este otro ejemplo, podemos observar que el interlocutor se apela al
destinatario ordenándole lo que tiene que hacer:
“(...) Pensá en todo eso, sentí el despertar de esta patria maravillosa, y en vez de ser
lo que sos: un terco, sé lo que tenés la obligación de ser: ¡un agradecido! Contemplá
el desfile de los pomelos que van a tu casa para darte la vitamina C, mirá los
novillos que hacen cola para entrar gloriosamente en el centro de tu apetito. Asimilá
la estupenda, la incomparable, la rescatada riqueza de tu patria y después no me
digas que seguís teniendo motivos o pretextos para ser terco (…)”
En el siguiente ejemplo vuelve a apelar a la atención del oyente: “Mirá”, y luego integra una
respuesta a una posible réplica del interlocutor, como si dijese: “No me trates de burro, sé
dónde queda la Patagonia”:
“Mirá, una vez, hace veinte y tantos años, hice un viaje a la Patagonia, que queda
en el sur. Te hago la aclaración por las dudas, porque durante mucho tiempo los
argentinos no supieron dónde quedaba la Patagonia”
Utilización de Interlocución espejada:
“En la interlocución espejada el narrador invita a su interlocutor a participar
activamente del relato: lo involucra, lo ubica como actor de las situaciones
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narradas, explica argumentos y situaciones invitando al interlocutor a “vivir”
virtualmente las experiencias (del hablante o de terceros) para conocer sus
dimensiones (…) La interpelación espejada plantea con claridad las posturas y
opiniones y pretende –más allá de sus diversos usos- la adhesión del
interlocutor(…)” (Cicalese)
En el siguiente ejemplo se puede observar la utilización de la interlocución espejada:
“Tenías una patria como una rosa, pero esa rosa no perfumaba tu vida sino que se
estaba deshojando en el ojal de los otros. Ahora la solapa de tus enemigos está vacía
y la rosa es tuya (…)”
“¿Y para qué la daban sino para que se la llevasen a donde había resuelto llevarla
gente que no era tuya y que te hacía dormir a vos, el dueño de tu lana, en un colchón
de estopa o en la tierra?”
El interlocutor vive como si fuera suya esa historia, de pobreza, de robo, de injusticia.
En el discurso de Enrique Santos Discépolo, podemos observar la predominancia de un
recurso en especial: la mención de los “otros” y del refuerzo de la división del mundo
planteada, es decir, la segunda persona del singular (vos, Ud.) reemplaza a la tercera persona
(del singular o del plural). Se trata habitualmente de la sustitución de un “otro” o unos
“otros” concretos con los que no se acuerda y se pretende distancia:
“La interlocución espejada ratifica la división del mundo en la que supone que quien
escucha coincidirá con su postura y la insustentabilidad del cuestionamiento. El
circuito discursivo de este uso de la interlocución es entonces: personalizar al
interlocutor/a espejándolo con el “otro lado” del mundo, con aquellos sujetos con
los cuales, precisamente, no se acuerda. Pero esta aplicación sirve para acercar y
reforzar la complicidad entre enunciador/a e interlocutor/a. La acción discursiva de
espejar al receptor/a, con quienes se censuran genera, paradójicamente, una
distancia más que una identificación con esos mismos sujetos”. (Cicalese)
Creemos que esta es la construcción estructural de la interlocución en este discurso.
La interlocución espejada hace que el oyente del discurso se separe de ese “tu” construido
por el enunciador. Esa segunda persona cuyo rasgo más sobresaliente es la ignorancia, la
terquedad, el desconocimiento y la ausencia de intención de conocer. De esta forma, el
oyente se espeja en esa imagen y la rechaza, reforzando la complicidad con el enunciador.
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Contrato de lectura:Teniendo en cuenta todo lo analizado hasta el momento podemos concluir que el contrato
de lectura tiene las siguientes características:
- Establece una relación de complicidad entre el enunciador modelo y el destinatario.
Ejemplos que figuren esto, son las constantes interpelaciones al interlocutor, y los
interrogantes dirigidos, la utilización del nosotros abarcativo.
- El recurso del diálogo entre el enunciador y el destinatario.
- La utilización de la interlocución espejada, que construye un interlocutor al interior
del discurso en el cual se refleja el destinatario.
- El enunciador habla desde el lugar del saber y del conocimiento que le otorga la
experiencia y la capacidad de recordar, la memoria histórica y la reflexividad.
- La utilización de la ironía y el humor como elementos persuasivos.
Construcción de los destinatarios del discurso político:
Según Eliseo Verón podemos distinguir tres destinatarios del discurso político. El
enunciador político, construye su destinatario positivo y su destinatairio negativo. La
relación con el primer destinatario, el pro-destinatario, descansa en la creencia presupuesta,
corresponde a un receptor que participa de las mismas ideas, que adhiere a los mismos
valores y persigue los mismos objetivos que el enunciador. La relación entre el enunciador
y el pro-destinatario, cobra en el discurso político, la forma característica del Colectivo de
Identificación, que se expresa en el nosotros inclusivo.
El destinatario negativo, el contradestinatario, excluido del colectivo de identificación, está
excluido del colectivo del colectivo de identificación. El lazo del enunciador con este se
basa en una inversión de la creencia, lo que es verdadero para uno, es falso para el otro y a
la inversa.
Y el tercer hombre, el para-destinatario, definido como aquellos sectores que se mantienen
“fuera de juego”. La relación entre el enunciador y este destinatario está basada en la
suspensión de la creencia. Al para-destinatario va dirigido todo lo que en el discurso
político es del orden de la persuasión. (Verón, 1987)
Debido a la forma de construcción de la interlocución espejada, resulta algo complejo
discernir entre cada uno de los destinatarios del discurso.
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Podríamos decir en primer lugar, que el nosotros inclusivo, el colectivo de identificación
del enunciador son todos aquellos argentinos que ven la mejora del país y que están
agradecidos de ese cambio, agradecidos de poder disfrutar de ser “dueños” de su propia
patria. Relacionándolo con el contexto histórico, podríamos decir que en este colectivo de
identificación estarían presentes: los sindicatos, todos los adeptos del partido peronista en
todas sus ramas, los humildes de Evita, los descamisados de Perón. Sin embargo, si
analizamos un poco más en profundidad, podemos observar que el colectivo de
identificación que maneja el discurso, responde a un nosotros abarcativo más que inclusivo.
En ese sentido, es un nosotros que remite a todos los argentinos, incluído el que no ve las
mejoras y que no agradece. Ese colectivo de identificación: “nosotros, los dueños de la
Patria”, está construido desde el lugar de la legitimidad: “ahora reina la justicia, porque no
hay robo, porque lo nuestro es manejado por nosotros mismos, en números criollos”. Esos
criollos son los que componen el colectivo de identificación.
En segundo lugar, el contradestinatario estaría conformado por: los otros, “los enemigos”,
“los extranjeros”, “los que se roban todo”, la “gente que no era tuya y que te hacía dormir a
vos, el dueño de tu lana, en un colchón de estopa o en la tierra”. En este sentido podemos
ver que los contradestinatarios son los capitales extranjeros y la oligarquía Argentina, los
patrones que hacen padecer miseria a los peones, explotándolos.
El discurso está especialmente construido para el para-destinatario, para ese sector de
indecisos. Ese para-destinatario es espejado en un interlocutor que encarna todos los malos
vicios, en este caso: la ignorancia, la falta de memoria y la necedad. Relacionándolo con el
contexto histórico podemos encontrar que este destinatario podría llegar a estar integrado
por: las sectores de clases medias que mejoraron económicamente con el Gobierno
Peronista y clases bajas (obreros, campesinos, trabajadores), pero que aún así no militan y
no tienen una opinión formada respecto del gobierno. El para-destinatario se refleja en un
espejo grotesco, la imagen que le devuelve, le plantea una decisión: es lo que tiene la
obligación de ser: un agradecido, o sigue siendo lo que es un terco, un necio, un ignorante.
Al mismo tiempo, al espejar el destinatario en aquella parte del mundo con la que no se
acuerdo, refuerza la creencia de los pro-destinatarios del discurso.
Hacia las modalidades del discurso:
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Según Lucrecia Escudero, la obsesión del político es la verosimilitud de su enunciado, ya
que está es la piedra fundamental desde donde se proyecta la eficacia persuasiva del
discurso. Escudero agrega que el discurso político deberá construir un auditorio que no
sólo sepa sino que también crea lo que sabe y quiera lo que figura en el programa político
propuesto como un deber, para lo cual sienta que puede. (Escudero, La palabra de los
Políticos ) La modalidad veredictiva es la que instaura la “credibilidad del discurso”.
El discurso está articulado sobre la base de la verdad: “ser y parecer”, lo que enuncia se
muestra como coherente y demostrable. Ahora bien, en la construcción de la verosimilitud,
intervienen tres actante: el referente, el enunciador y el interpretante:
En la construcción del enunciador: éste, se presenta como una persona transparente,
sincera, honesta al punto de confesar su delgadez extrema, en la generalización: “todo es
gordo, menos yo”. Por otro lado, si consideramos lo expuesto en este trabajo acerca del
perfil del enunciado, observamos que no es un candidato a ningún partido político, es decir
habla sin intención de captar votos para sí mismo, por otro lado, Discépolo era considerado,
el poeta de la desesperación en los años treinta, ese escritor del arrabal, de la miseria, de la
pobreza. Fue uno de los poetas que pintó con palabras justas, la decadencia de la Argentina
en los años treinta y que por otro lado, la padeció. De ahí proviene también la fuerza
persuasiva de la figura del enunciador misma. Enrique también provenía de los sectores
más carenciados de la sociedad, y también había rascado “los tamangos buscando ese
mango que te haga morfar”. Esto lo sitúa desde el lugar del saber, que la propia experiencia
de su vida, le ha otorgado.
En el tratamiento del referente: el discurso está estructurado alrededor de “lo evidente”, y
de allí extrae su fuerza persuasiva. Valiéndose de metáforas del imaginario colectivo que
han sido ampliamente aceptadas y de hechos históricos de carácter público. Por ejemplo, la
idea de la Argentina como una tierra próspera y diversa en riquezas, es parte del imaginario
social acerca de la Argentina, el hecho de que antes la gran cantidad de argentinos no podía
disfrutarla porque “los de afuera”, robaban las riquezas, también. Es necesario aclarar que
la posibilidad de que este tipo de tratamiento del referente persuada, es justamente porque
el referente del discurso coincide con lo expresado por el mismo. Si Discépolo diría que
ahora la rosa es tuya, pero en la realidad todo estuviera en manos extranjeras, se lo
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consideraría un Mentiroso (para comprender mejor aún que el referente del discurso
coincide con lo expresado, ver en “Marco Histórico”, el apartado de “Nacionalizaciones”).
En el interpretante: finalmente, la capacidad de persuadir del discurso depende de si el
interpretante se deja o quiere ser persuadido. Y en este punto, es interesante notar lo que
sucede en aquella época: la recepción de los discursos de Discépolo se polariza en dos
grupos irreconciliables: uno lo levantan en andas, lo aclaman y le agradecen y otros le
escriben cartas con insultos, le envían sus discos rotos a la casa. De esta manera, podemos
observar que la lectura también es un proceso de producción de significados y de
resignificación de los discursos sociales. Luego de este ciclo, los antiguos amigos del
ámbito artístico, lo hacen a un lado a Discépolo y el sector popular peronista lo considera
uno de sus emblemas.
Estudio de los componentes del discurso:
Eliseo Verón define a los componentes como un segundo nivel fundamental (además de las
entidades), en el plano del enunciado que: “opera como articulación entre el enunciado y la
enunciación, puesto que los componentes definen las modalidades a través de las cuales en
enunciador construye su red de relaciones con las entidades del imaginario. Se pueden
distinguir cuatro componentes: descriptivo, didáctico, programático e interpelativo”.
(Verón, El discurso político. Lenguajes y acontecimientos, 1987)
Luego de rastrear en el discurso los verbos modales (querer, poder, saber, deber), los
tiempos verbales y los lugares de construcción del enunciador, consideramos que los
componentes predominantes del discurso son el componente descriptivo y el prescriptivo,
el didáctico es utilizado en menor medida y el programático es casi inexistente.
Según Eliseo Verón, en el componente descriptivo:
“el enunciador político realiza un balance de la situación, predominan los verbos en
presente del indicativo, comporta a la vez una lectura del pasado y una lectura de la
situación actual (…) La lectura del pasado y la lectura del presente se articulan una
a la otra por medio del fantasma del saber colectivo (que reenvía al “nosotros” de
identificación o a otro colectivo más amplio como la Patria o la Nación). Lo que
distingue el componente descriptivo político de cualquier otro es que el enunciador
político se constituye a sí mismo como fuente privilegiada de la inteligibilidad de la
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descripción y de las numerosas modalizaciones apreciativas (evaluaciones) que
articulan la descripción” (Verón, El discurso político. Lenguajes y acontecimientos,
1987).
Podemos observar que el discurso está estructurado sobre este componente. Discépolo
describe con imágenes metafóricas la Argentina de antes y la de ahora y da cuenta de lo
que para él son los avances, las mejoras. Por otro lado, como mencionábamos más arriba el
lugar del enunciador que construye es el del saber. La clásica frase: “A mí no me la vas a
contar”, da cuenta de este lugar del saber que ocupa. No es posible engañarlo, es porque
sabe, y esa sabiduría viene dada por la experiencia y el conocimiento. Mismo la historia
que introduce en el discurso, la que trata de su viaje a la Patagonia, pone de manifiesto el
lugar del saber desde el que habla. El sabe que antes los de afuera se “robaban todo” porque
lo vio con sus propios ojos, él contemplo cómo esa nube gigante de lana era exportada de
manera ilegal.
Por otro lado, utiliza en gran medida el componente prescriptivo. Según Eliseo Verón, el
componente prescriptivo:
“entreteje lo que en el discurso político, es del orden del deber, de la necesidad
deontológica. Dicha necesidad aparece, naturalmente, como de carácter impersonal,
como un imperativo universal o al menos universalizable; el enunciador puede sin
embargo marcarse explícitamente como fuente expresiva de la regla” (Verón, El
discurso político. Lenguajes y acontecimientos, 1987).
Analizaremos las marcas de este componente, en los siguientes ejemplos:
- “¿Por qué no pensás un poco, vos también? Yo no te pido que inventés una escuela
filosófica o que Leas a Einstein y te vayas a dormir con el teorema puesto. Yo te
pido que abandones tu posición de terco y pienses… pienses en lo que estaba
pasando y en lo que pasa ahora.”
- “¡Esto quiero que comprendas! Para esto quiero que pienses. Para esto necesito que
quiebres la cáscara de tu terquedad.”
- “Pensá en todo eso, sentí el despertar de esta patria maravillosa, y en vez de ser lo
que sos: un terco, sé lo que tenés la obligación de ser: ¡un agradecido! Contemplá el
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desfile de los pomelos que van a tu casa para darte la vitamina C, mirá los novillos
que hacen cola para entrar gloriosamente en el centro de tu apetito. Asimilá la
estupenda, la incomparable, la rescatada riqueza de tu patria y después no me digas
que seguís teniendo motivos o pretextos para ser terco.”
El pedido y la orden se articulan desde dos instancias. El enunciador se configura como
fuente del pedido, le pide fundamentalmente que piense, que mire, que asimile, que
contemple, que evalúe. En cambio el deber, la necesidad deontológica del interlocutor, es
presentada como un imperativo universal: “…en vez de ser lo que sos: un terco, sé lo que
tenés la obligación de ser: ¡un agradecido!”. Esa “obligación”, es impersonal y universal.
Con estos dos datos podemos comenzar a delinear una estrategia discursiva. En primer
lugar el enunciador le pide que piense y evalúe a su interlocutor (modalidad prescriptiva),
para, renglón seguido, enumerarle y describirle todas aquellas cuestiones que debe
contemplar en su análisis y en su evaluación de la situación (modalidad descriptiva), para
finalmente demostrarle que su deber es ser “un agradecido” (modalidad prescriptiva).
En situación de campaña electoral es el componente prescriptivo es que concentra el mayor
número de operaciones de interpelación orientadas hacia el prodestinatario y el
paradestiantario.
Volviendo al análisis de los componentes presentes en el discurso, podemos observar, en
menor medida la presencia del componente didáctico, que junto con el descriptivo
corresponden a la modalidad del saber. Lo que los diferencia, es que el componente
didáctico no es del orden de la comprobación. En palabras de Eliseo Verón:
“A través del componente didáctico, el enunciador no evalúa la situación sino que
enuncia un principio general, no describe una coyuntura específica sino que formula
una verdad universal, los principios se enuncian en el plano intemporal de la
verdad.” (Verón, El discurso político. Lenguajes y acontecimientos, 1987)
En el siguiente ejemplo, podemos ver como establece un principio general sobre las
características de la Argentina:
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- “Porque aquí todo es gordo. La tierra, la dimensión, los tres climas, las frutas así de
grandes, los cereales así de altos, ¡todo es gordo! Menos yo, todo es gordo. Tenés
una provincia, y es tan grande como España entera. Tenés otra provincia y es más
grande que Italia entera. La nuestra, la tuya, es una geografía lujosa, una geografía
abundante. Y las tuyas y las mías y las nuestras no son extensiones secas y estériles,
sino tierras de milagro, tierras a las que les das una semilla y te devuelven un monte.
¡Tierras donde dejás caer un pucho y a la tarde ya hay un árbol de boquillas! Tierras
que transpiran jugo, tierras a las que vos te agachás y oís crecer el pasto”
Podría pensarse que también corresponde al componente descriptivo, pero consideramos
que no hay ningún tipo de evaluación sobre la situación, sino más bien se establece un
principio general acerca de las cualidades de la tierra argentina: es próspera, es vasta, es
considerablemente más grande que Europa. Son así desde siempre, es su cualidad, su
naturaleza, su esencia, desde siempre.
Finalmente encontramos una marca del componente programático en el discurso. Según
Eliseo Verón:
“En este componente se manifiestan los fantasmas del futuro en el discurso político,
es aquí que el hombre político promete, anuncia, se compromete. El componente
programático se caracteriza por el predominio de las formas verbales en infinitivo y
en futuro, el componente programático es del orden del poder-hacer.” (Verón, El
discurso político. Lenguajes y acontecimientos, 1987)
Nos ha resultado complicado encontrar las marcas de este componente, quizás por su
intervención escueta, quizás por su obviedad. Consideramos que la frase final con la que
Discépolo termina sus discursos corresponde a este tipo de modalidad: “A mí no me la vas
a contar”.
Teniendo en cuenta la relación que va construyendo el enunciador con su interlocutor,
vemos que en primer lugar le pide que piense, luego le describe todo lo que tiene que
contemplar y le hace un paseo por el pasado, a continuación, asevera las características de
la tierra argentina y le describe su situación actual, para instarlo a que recapacite. Ahora
bien si el interlocutor continúa en su actitud anterior, Discépolo se compromete a ser una
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especie de Juez moral de esa conducta y no dejarse engañar, ni dejar que su interlocutor se
engañe a sí mismo, se configura como una entidad que estará presente para marcarle lo
incorrecto de su actitud y proceder. “¡Bah!...”, puede ser considerado como una expresión
de cansancio ante la terquedad del interlocutor.
“(…) después no me digas que seguís teniendo motivos o pretextos para ser terco. Y
si lo seguís siendo, lo serás de labios para afuera. Lo serás porque querés mantener
obstinadamente tu actitud inútil. ¿Pero adentro? Adentro, ¡yo sé que estás
conmigo! ¡Bah!… ¡A mí no me la vas a contar! ” Discurso VII (Discépolo, 2006)
III. Retóricas
En este apartado realizaremos una breve síntesis de las figuras retóricas predominantes
utilizadas en el discurso que estamos analizando.
Consideramos que las figuras retóricas predominantes en el discurso son: la metáfora, la
hipérbole, la personificación y la metonimia, entre otras.
Utilización de la comparación:
“Tenías una patria como una rosa”
Es una comparación. Flor bella, sensual, exuberante, distinguida. La imagen de la rosa
alude, de cierta manera, a una cualidad femenina, distinguida y fina de la patria. Una rosa
no es una flor cualquiera, no es un clavel, no es una margarita.
Utilización de la antítesis:
“Tenías una patria como una rosa, pero esa rosa no perfumaba tu vida sino que se
estaba deshojando en el ojal de los otros. Ahora la solapa de tus enemigos está
vacía y la rosa es tuya”
Es una figura que consiste en contraponer una frase o una palabra a otra de significación
contraria. El objetivo de esta figura es enfatizar a través de la oposición.
Antes: “no perfumaba tu vida sino que se estaba deshojando en el ojal de los otros”
Antítesis
Ahora: “la solapa de tus enemigos está vacía y la rosa es tuya”
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El eje del cambio es el tiempo. Es interesante notar el comportamiento que tiene la rosa en
el ojal ajeno: se deshoja. Dando la sensación de que es maltratada, no vive, no próspera,
sino que muere lentamente, secándose, sus pétalos se van cayendo hasta quedar raquítica,
escuálida. En cambio en las manos propias, la rosa perfuma la vida.
Y en este sentido la posesión de la misma, parece como si fuese la de la mujer amada.
“(…) Porque aquí todo es gordo. La tierra, la dimensión, los tres climas, las frutas
así de grandes, los cereales así de altos, ¡todo es gordo! Menos yo, todo es gordo
(…)”
“Todo es gordo”- Antítesis-“menos yo”
Utilización de la metáfora:
“La solapa de tus enemigos está vacía y la rosa es tuya”
En la oración anterior, se plantea la comparación entre la rosa y la patria y el usufructo de
la misma y la solapa del enemigo. Por el contrario, en esta oración podemos ver que la
comparación transmutó en una metáfora. Tenemos la identificación de un término real con
un término imagen: “La solapa de tus enemigos está vacía y la rosa es tuya”. No hace falta
aludir a ningún otro elemento para explicitar su significado.
“Y detrás de esa nube — ¡de esa nube…gorda! (…)”
La parva de lana blanca como una nube gorda.
“(…) aquel sobretodo afeitado de las ovejas y de los carneros”
Sobretodo afeitado. Si la lana sirve para protegerlas del frío a las ovejas, al igual que los
abrigos de los hombres, cuando las esquilan les queda el “sobretodo afeitado”
“(…) quiebres la cáscara de tu terquedad”
Como si la terquedad fuese un huevo el cual al quebrarse derrama su líquido y se diluye.
Utilización de la hipérbole:
“(…) tierras a las que les das una semilla y te devuelven un monte (…)”
“¡Tierras donde dejás caer un pucho y a la tarde ya hay un árbol de boquillas!”
La hipérbole es aquella figura que consiste en aumentar o disminuir excesivamente aquello
de lo que se habla. Lo aumentado se ve en la exageración de la consecuencia con respecto a
la causa. Esta desmesura es la que el autor propone como cualidad de la tierra. En el
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segundo caso, la hipérbole supera los límites de lo real, ya que un pucho jamás podría
germinar un árbol de boquillas. En este caso, la hipérbole está utilizada para producir cierto
efecto cómico a la vez que emotivo. Emotivo en el sentido en que deja entrever una tierra
maravillosamente próspera y generosa y cómico por la conjunción de dos elementos que se
relacionan caprichosamente, produciendo un efecto de sorpresa: un cigarrillo como una
semilla, un árbol de boquillas, siguiendo la lógica ilógica de la situación.
“No, Discépolo. ¿Cómo acantilado? Lo que usted ve es la lana que apilan antes de
seleccionarla para el embarque ». « ¿Todo eso es lana?» «¡Todo!» ¡Y era cierto, sí!
Era lana. Todo lana”
Una comparación desmesurada, de tanta lana que había parecía un acantilado.
“(…) tierras a las que vos te agachás y oís crecer el pasto(…)”
Otra hipérbole es esta frase construida en base a una imagen sensorial auditiva. El sonido
del crecimiento de las plantas no se escucha generalemente, por no decir, nunca. Pero en
estas tierras tan prósperas donde todo crece mucho y muy rápido Sí se escuchan. Es otro
ejemplo de la utilización de la Hipérbole.
Utilización de la metonimia:
“(…) Tierras que transpiran jugo (…)”
En la metonimia se realiza un cambio semántico por el cual se designa una cosa o idea con
el nombre de otra, sirviéndose de alguna relación semántica existente entre ambas.
En este caso, podemos observar una doble metonimia:
El jugo sale de las frutas, las frutas salen de los árboles, los árboles salen de la tierra. Sin la
metonimia, deberíamos decir: tierras donde crecen árboles, que dan frutos que exprimidos
producen jugos. La relación sobre la cual opera el cambio semántico es la de causa-efecto.
Por otro lado, tenemos una personificación o prosopopeya de “tierra”, es decir, la
representación de un objeto inanimado como un ser viviente que toma características
humanas y se transforma en una entidad susceptible de transpirar.
“(…) con números criollos”
En este caso, la economía manejada por personas que les interesa que el país se beneficie.
Tenemos varios procedimientos metonímicos:
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La economía utiliza números para calcular los déficits y los superávits: números reemplaza
a economía. Criollos sustituye a manejada por personas argentinas que se preocupan por el
crecimiento del país.
Utilización de la personificación o prosopopeya:
“(…)todo es tuyo, y, además, es gordo…”
“(…)el desfile de los pomelos que van a tu casa para darte la vitamina C”
“sentí el despertar de esta patria maravillosa”
En estos tres casos se puede observar cómo “todo”, “los pomelos”, la ”patria” asumen
características vivientes: desfilan, despiertan, son gordas.
Como podemos observar el discurso está cargado de figuras literarias, poéticas y retóricas,
utilizadas con humor, ironía y emotividad, utilizadas de forma tan magistral que parecen
desaparecer ante la primera lectura para dejar ver ese paisaje que ellas dibujan y colorean.
Conclusiones
A fin de facilitar la lectura de las conclusiones, citaremos las tres hipótesis planteadas al
comienzo de este trabajo:
1. Los componentes que predominarían serían el descriptivo ascociado al lugar del
saber del enunciador y el prescriptivo.
2. El discurso de Enrique Santos Discépolo estaría dirigido a atacar al
contradestinatario. De esta manera, el discurso podría reforzar los valores y
creencias de los paradestinatarios.
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3. El contrato de lectura que establecería el enunciador con sus destinatarios estaría
basado en la complicidad entre ambos.
Luego de realizar el análisis arriba descripto, podemos concluir que las hipótesis número
uno y número tres han resultado válidas, por el contrario la hipótesis número dos, ha
resultado incorrecta.
En el caso de la primera hipótesis, pudimos observar que en el discurso los verbos modales
relativos al Saber y al Deber son los principales, en detrimento de los restantes verbos
modales como son el Querer y el Poder.
Por el contrario, en la segunda hipótesis se demostró falsa. El interlocutor que crea el
discurso, según nuestro análisis funciona a la manera de una interlocución espejada dirigida
al paradestinatario a fin de persuadirlo. Los contradestinatarios están por fuera de ese
nosotros que instala el enunciador y que incluye al interlocutor al que apela
permanentemente.
Finalmente, la tercera hipótesis acerca del contrato de lectura que establece una relación de
complicidad entre el enunciador y los destinatarios, podemos concluir que ha sido válida.
La interpelación constante al destinatario, el empleo del humor y la ironía, así como la
construcción de la relación entre uno y el otro, uno desde el lugar del saber (el enunciador)
y el otro desde el lugar del error, de la equivocación (el interlocutor), en una relación
cercano, simétrica, en la que el enunciador se constituye como juez moral del interlocutor.
Este análisis corresponde a uno de los treinta y tantos discursos que componen este ciclo
radial. En este caso, Discépolo aborda la cuestión de la valorización de lo propio, de lo
argentino, de la patria. Le erige un lugar privilegiado en el catálogo de las naciones. No por
nada utiliza las comparaciones con Europa. Al decir que una provincia es más grande que
España entera, está revalorizando la Argentina sobre la idea que las clases altas de la
oligarquía tenían de Europa.
En todos los discursos que integran este ciclo, se puede observar cómo nuevos sectores
sociales y nuevos colectivos identitarios luchan por el reconocimiento de los otros actores
de la sociedad argentina. Los pobres, los muchachos, los viejos, los huérfanos, las mujeres,
los campesinos, los inquilinos, todos tienen un lugar en los discursos de Discépolo, que
toma como suyos todas estas voces que claman por ser reconocidos y dignificados en la
sociedad.
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Es curioso que en los discursos, salvo en el último, Discépolo no mencione a Perón ni a
Evita. Consideramos que esto se debe a este rasgo último, él está fascinado por la
emergencia de este nuevo sujeto social, y por las conquistas logradas por el gobierno
peronista, no por la figura en sí de Perón.
Consideramos que así como los procesos de transformación social tienen su lucha en el
terreno de las relaciones sociales de producción, también la tienen en el terreno de lo
simbólico. Los discursos de Discépolo recrean, le dan una voz, un cuerpo y un rostro a esa
lucha simbólica.
Y él le pone el cuerpo, como un actor, como un artista receptivo a la época que le toca
vivir. Le pone el cuerpo y es el rostro que encarna ese movimiento opuesto, irreconciliable
que despertó el peronismo: el amor y el odio.
En sus discursos jamás se esconde detrás de ningún artilugio, es él, el enunciador, el
protagonista del relato y el que habla y escribe los textos, y lo dice con nombre y apellido:
Discépolo.
James Scott dice:
“En el nivel de las creencias políticas, la rabia y los sueños son una explosión social.
Esa primera declaración representa a muchísimas otras, grita lo que históricamente
debió ser dicho en susurros, controlado, contenido, sofocado y reprimido. Si los
resultados se asemejan a momentos de locura, si la política que engendran es
tumultuosa, frenética, delirante, y ocasionalmente violenta, es quizás porque los que
no tiene voz están tan pocas veces en la escena pública y tienen tanto que decir y
hacer cuando finalmente llegan.” (Scott)
La grandeza de sus discursos reside en expresar esa voz sofocada, reprimida que por
primera vez es reconocida en la historia de la Argentina como un sujeto social poderoso. En
estos discursos se puede llegar a percibir toda esa rabia, de años de silencio, de años de no
poder decir nada, esa necesidad imperiosa de polemizar, de destruira martillazos (como
diría Niestche) el sentido común construido hasta el momento, para instaurar otro. Uno que
contemple como digno y que reconozca este nuevo sujeto social, reconfigurando todo el
mapa identitario social.
Con la justeza, la precisión, el humor, la profundidad de un gran artista, Discépolo no sólo
le puso palabras e imágenes a aquello que se estaba redefiniendo en el campo de las
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relaciones de poder en la sociedad argentina de aquellos años, sino que pobló de metáforas
el imaginario social argentino, metáforas tan poderosas que perduran hasta el día de hoy y
marcando el fin de una época y el advenimiento de la sociedad de masas.
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