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Apuntes elaborados por la Prof. Dra. María Inés Saravia de Grossi. 2010
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Apuntes de clase para los alumnos de Griego I
KITTO. LOS GRIEGOS
CAP. 1 Introducción
El pueblo griego tiene el mérito exclusivo de haber puesto a la luz, por primera vez, cuál
debía ser la función del espíritu del hombre.
Los griegos dividían a los hombres en helenos y bárbaros, este último no es peyorativo,
significa extranjero, por la onomatopeya de “bar, bar”. Ser bárbaro no significaba
menosprecio, muchos griegos admiraban el código moral d e los persas y la sabiduría
egipcia. No se los confundía, pero se los agrupaba.
Los hebreos también fueron conscientes de ser diferentes al resto de los pueblos, esto
que podría ser un hilo de cohesión entre ambos pueblos no lo fue. Recién durante las
conquistas de Alejandro el pensamiento griego gravitó sobre el pensamiento hebreo, tal
como puede verse en el Eclesiastés (cfr.) ambas culturas tenían como característica
común, el sentimiento religioso, los hebreos con la razón y los griegos como
humanistas. Estos elementos constituyeron la base de la cultura europea posterior: la
religión cristiana. Por un lado griegos y hebreos tuvieron una concepción racial y
religiosa; los demás pueblos asiáticos sólo incidentalmente racial y religiosa. Podría
afirmarse que mientras las viejas civilizaciones orientales eran en extremo eficaces en la
resolución de sus problemas prácticos y en su arte eran tan valiosos como los griegos,
fueron estériles desde el punto de vista intelectual. No tuvieron memoria de las
experiencias de la vida de tantísimas generaciones. La experiencia moría con ellos.
Lo que afina y preserva la experiencia de un pueblo es la literatura. Antes de los
griegos, los hebreos habían cultivado poesías tanto religiosa como erótica, y la oratoria
de los profetas, pero la literatura en todas sus formas conocidas (excepto la novela) fue
creada y perfeccionada por los griegos. Tucídides no sólo relata la historia sino que la
hace comprensible para los demás. La poesía épica, la historia y el drama, la filosofía en
sus distinas ramas, desde la metafísica hasta la economía política, la matemática y
muchas ciencias naturales, comienzan con los griegos. Los griegos fueron conscientes
de que eran hombres libres, frente a la esclavitud del extranjero. Esto significa que el
griego percibe que el gobierno de la ciudad respeta sus derechos, aunque ellos mismos
no fueran los gobernantes. Los asuntos de estado eran asuntos públicos, no privados. La
Ley, que a su vez respetaba la justicia. La democracia de los griegos no fue ejercitada
por ninguna civilización moderna. La arbitrariedad en la cosa pública era una ofensa.
Eleuthería, libertad, es una traducción incompleta. La esclavitud y el despotismo
constituyen estados que mutilan el alma, como dice Homero: “Zeus despoja al hombre
de la mitad de su hombría, si llega para él el día de la servidumbre”. La obediencia
oriental significaba esclavitud para el griego, una afrenta a la dignidad humana. El
griego sabía muy bien que no era un dios, pero tenía conciencia de ser hombre.1
Además, existían otros bárbaroi, que vivían en tribus, no en palacios. El griego había
desarrollado la célula social de la ciudad-estado. Polis. El marco donde se desplegaba y
fomentaban todas las aptitudes del ser humano. Llegó a ser el centro de la vida social,
moral, intelectual, estética, etc. Este fenómeno no volvemos a encontrarlo ni antes ni
después. Esto permitió que hallaran el mejor modo de vivir, la pregunta socrática pw=j dei= zh=n; también Aristóteles ha afirmado que el hombre es un animal político, en el
sentido de que la esencia del ser humano, gregario, es vivir en el marco de la polis. Si
esto no era así, vivía por debajo de su condición. Los bárbaros no alcanzaron esa
convivencia social y eso el griego lo supo y valoró sus posibilidades.
1 Finley afirmaba que el misterio del milagro griego consistió en que los griegos miraban hacia los dioses
y se formaban a su imagen y semejanza, se elevaban, ejercían la sublimación de la realidad.
Apuntes elaborados por la Prof. Dra. María Inés Saravia de Grossi. 2010
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Cap. II. La formación del pueblo griego.
Los griegos encontraron en el mar el camino que los llevaba de regreso a casa.
Thálassa, agua salada, fue el grito de alegría que tuvo la expedición a Asia menor y en
la cual después de tres meses encontraron más allá de los acantilados. A pesar de lo
arraigado del vocablo en griego, no es una palabra de raíz indoeuropea. El indoeuropeo
fue un tronco común de lenguas, del cual deriva el latín, el sánscrito y las lenguas
célticas y germánicas. Al principio pueblos originarios de Europa central, en las
sucesivas migraciones las llevaron hacia el sudeste, hacia Persia y la India, de modo que
el raj indio es pariente del rex latino del roi francés, también se desparramaron por las
penínsulas balcánicas e itálica y hacia Irlanda. Parece un resabio de un pueblo oriental
extinguido, según cuenta el mismo Jenofonte.
Otras palabras griegas que no son de origen indoeuropeo. Las terminadas como thálassa
en –assos, o –essos, generalmente nombres de lugar como Halicarnaso, patria de
Heródoto, y Kórinthos, labýrinthos. Más sorprendente, Atenas tampoco es un nombre
griego, y tampoco la diosa Atenea. Es curioso en un pueblo que quería ser
autókhthones, “nacidos de la región”. El otro pueblo eran los arcadios, que se habían
establecido en Arcadia antes del nacimiento de la luna. Arcadia está en la región
montañosa central de Peloponeso, muy difícil de conquistar, como lo comprobaron los
turcos, y Ática, el territorio de los atenienses, posee un suelo pobre, poco atractivo para
los invasores o inmigrantes. Atenea entonces no es griega, y hay motivos para suponer
que ella y su pueblo son anteriores a los griegos, lo cual es una cosa muy distinta.
Otra leyenda ateniense es el conflicto entre Atenea y Poseidón. Poseidón era un dios
griego, mejor diríamos helénico, y Atenea no helénica. En este relato mítico vemos el
choque entre un pueblo que llegaba y un pueblo aborigen, y el desenlace fue pacífico,
pues los naturales absorbieron a los colonizadores. Fenómeno de sincretismo.
Los pelasgos eran parte de esa población no helénica cuyos sobrevivientes se
conservaron en los tiempos clásicos y hablaban su propio idioma.
Herodoto se interesó en las corrientes migratorias griegas y consideró que el pueblo
griego estaba formado por dos ramas principales: los jónicos y los dorios, y los jónicos
eran de ascendencia pelásgica. Así, para distinguirlos de los jónicos, llama a los dorios
“helénicos”.
En resumen:
Civilización cretense, minoica o egea: 4000ª. C, en la edad neolítica, ha alcanzado la
edad de Bronce hacia el año 2800 y posteriormente florece, con períodos de gran
esplendor alternando con épocas de relativo estancamiento, hasta que Cnossos es
saqueda y destruida alrededor de 1400.2 Abarca la isla de Creta con capital en Cnossos,
luego hacia las islas del Egeo y costas del Asia Menor y hasta Palestina. La figura del
minotauro. (mito). Teseo y Ariadna. Evans fue el descubridor de Cnossos, y la
arquelogía demostró que adoraban al toro. A partir de 1600 algunas zonas del continente
rivalizan con Cnossos y cuando la ciudad es destruida el foco cultural y comercial se
traslada a ellas, principalmente Micenas.
La ausencia de fortificaciones confirma que se asentaba políticamente en el poder
marítimo, thalassocracia. El complejísimo plano del palacio de Cnossos sugiere que era
un centro de administración más que una fortaleza. Los vasos pintados, los frisos,
estatuillas etc muestran que era una civilización de gran elegancia, vigor, alegría y
bienestar material. Se conoce la famosa parisienes, del vaso de Creta. (foto). Tenían
sistema de desagüe, como si fuera ingeniería inglesa. Alfarería colmada de adornos con
líneas curvas, reflejaban la flora y fauna marinas. Se destacan la cacería, las acometidas
2 Un período tan extenso como el comprendido entre la caída de Roma y nuestros días.
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de toros3 y las acrobacias. Tenían la escritura del lineal A, todavía no traducida
completamente. Pertenecían a la raza “mediterránea” de hombres delgados, de piel
oscura y cabellos negros, oriundos del norte de África.
Civilización micénica (1400): puede establecerse que los griegos dorios llegaron
alrededor del 1100, y que no fueron los portadores de la lengua griega en Grecia, puesto
que fueron precedidos por lo menos en dos siglos por los griegos aqueos. La edad
micénica llegó a su fin al concluir el siglo 12.
Micénicos: sus palacios tenían más aspectos de fortalezas por las condiciones más
turbulentas de subsistencia, con cuartos menos abiertos, como para climas más
rigurosos. Además, adquiere relevancia la figura humana en la pintura de vasos, por
ejemplo escenas de procesiones y carreras de carros. Esta civilización, ¿fue un
desprendimiento de Creta? O bien es una población predominantemente no griega, ya
muy influida por Creta y semejante al pueblo cretense, pero dominada por una
aristocracia griega de aurigas recién llegados? Entonces si es así, Herodoto estaba en lo
cierto, eran jonios helenizados, convertidos en micénicos.
Los aqueos, rubios de ojos azules, o de cabellos rojizos, ca/nqoi, distintos a los de
cabellera negra a quienes gobernaban. Los Atridas, Atreo, Agamenón y Menelao eran
aqueos.4 También Aquiles. Las armas aqueas de hierro habían demostrado ser
superiores a las micénicas de bronce, pero en general la cultura micénica era más
elevada. Fueron llamados akhaiwashi en Egipto y es un nombre aproximado a akháivoi,
aqueos en Homero. Este pueblo toma la primacía en los siglos 15 y 16 a.C.
Troya. La homérica la VI se supone que fue destruida entre 1194 y 1184 a. C. Troya la
de las anchas calles, amplias avenidas, grandes torres, etc. Comentar En busca de Troya
de Schliemann.
En Homero la genealogía de los héroes asciende a la tercera generación, luego venía un
dios. ¿Significa esto “Y sólo Dios sabe quién era el padre de él?” a su vez, estas
genealogías desaparecen dos generaciones después de la guerra de Troya, lo cual nos
llevaría a la fecha tradicional de la invasión doria, alrededor del 110, en cuyo tiempo
todas las ciudades del continente fueron destruidas. Atenas y Argos, tenían como
deidades patronales a dos diosas: Atenea y Hera argiva. No obstante, muchas imágenes
del culto han sido descubiertas en Creta y ellas muestran patentemente que este pueblo
adoraba a una diosa. Si había un dios, estaba subordinado. La diosa era sin duda una
diosa de la naturaleza, un símbolo de la fertilidad de la tierra. Las deidades helénicas
fueron preferentemente masculinas. Zeus es una palabra de origen helénico. Latín deus.
Su consorte era Dione, pero en la mitología griega la consorte fue Hera. Ella se había
negado a la unión. Una vez más vemos la fusión de dos pueblos de diferentes culturas,
en apariencia de distintas lenguas y posiblemente de otro origen racial.
Dioses y diosas. El panteón olímpico de los doce dioses, presidido por Zeus, parece de
una imponente solidez, pero no tanto. Las diosas ni siquiera tienen nombres griegos, y
el matrimonio d eZeus y Hera parece un mero matrimonio dinástico. Los verdaderos
cultos olímpicos se basaban en ideas de un dios que protegía la tribu, el estado o la
familia, que tomaba al huésped o al suplicante bajo su custodia. El dios estaba, por lo
tanto, íntimamente relacionado con el organismo social. Era un dios de la naturaleza en
tanto explicaba ciertas fuerzas naturales: Zeus enviaba la lluvia y el rayo; Posseidón
irritaba el mar y sacudía la tierra. Atenea fue enteramente absorbida dentro de ese
sistema: se convirtió en la hija de Zeus, la protectora armada de la ciudad, dispensadora
3 En general las mujeres agarraban el toro por las astas.
4 Atreo fue rey de Micenas, hijo de Pélops que dio su nombre al Peloponeso. Pélops es un nombre griego
que significa “rostro rojizo”, y él vino desde Lidia, Asia Menor, .
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de sabiduría social. La lechuza recuerda su origen: fue una diosa de la naturaleza y no
una diosa de la tribu. (nombrar dioses del panteón, todos)
Los dioses olímpicos atañen al grupo. Hay otros dioses basados en los misteriosos
poderes vivificantes de la naturaleza. Estos cultos interesaban al individuo, mientras los
olímpicos atañían al grupo; aquéllos admitían a cualquiera, esclavo o libre, estos sólo
admitían a los miembros de la comunidad. Podemos afirmar que la concepción del dios
es europea y la concepción de la diosa mediterránea. Las diosas procedían en línea recta
de la Creta minoica.
Civilización doria S. XII. Provenientes de la Grecia septentrional y central. Fue un
destructivo alud de hombres. Produjeron una Edad Oscura, tres siglos de caos, después
del cual empieza a surgir la Grecia clásica. Los jónicos se trasladaron más allá del Egeo,
excepto los atenienses. El nombre Acaya se redujo a la estrecha planicie a lo largo de la
costa meridional del golfo de Corinto, y los aqueos, de cabellos rojizos, junto con los
dorios que los tenían de igual tono, si es que eran de ese color, fueron absorbidos por el
tipo de cabello oscuro que produce Grecia, de mismo modo como los celtas rubios de
Galia se convirtieron en morenos franceses. Fue una etapa desconocida, a no ser por el
súbito e inexplicable resplandor de Homero. Hoy se han descubierto piezas valiosas.
Los metales: se introdujo el hierro y la pintura en alfarería, aunque sin tanta elegancia,
libertad e invención de la primera época. En el S. IX se produjeron vasos Dípylon en
Atenas, como los minoicos, están decorados con modelos geométricos, pero con la
figura humana, nada común en Creta. También hombres remando en trirremes, escenas
fúnebres, carros. Figuras estilizadas con finas líneas en lugar de brazos y piernas un
círculo en lugar de cabeza y un triángulo en lugar de torso, todo primitivo técnicamente,
pero muy logrado en el diseño general.
En resumen: el arte en Grecia clásica no fue runa creación sino más bien un
Renacimiento. La confusión de migraciones produjo una fusión: un nuevo pueblo que
asimiló las virtudes de los dos pueblos progenitores.
El arte clásico combina dos principios opuestos: 1) claridad, dominio y seriedad. 2)
esplendor, imaginación y pasión. Por ejemplo el Partenón, una tragedia de Esquilo, un
diálogo platónico, una pieza de orfebrería, etc. Aun el discurso histórico de Tucídides
posee un intelectualismo indiscutible junto con una energía y una pasión que sobresalen
por estar enmarcadas con tanta inteligencia.
El arte minoico tiene estas condiciones, salvo el consumado intelectualismo. La
escultura de gran tamaño también es una característica del arte griego. Los minoicos
sólo esculturas pequeñas. La característica “intelectual” remite a los helenos. Cuando
bajaron de las montañas del norte, no traían consigo arte alguno, pero sí el idioma en el
cual en su íntima estructura se encuentran esa claridad, el equilibrio y la exigencia de
rigor que se advierte en el arte clásico y que se echa de menos en el anterior.
Siguen más ejemplos de la estructura arquitectónica del griego y el empleo de
coordinación para distinguir los pilares estructurales.
Cap. III. El país.
Grecia es de una geografía irregular. Es una tierra de montañas calizas, valles angostos,
golfos extensos, escasos ríos y numerosas islas, elevaciones sobrevivientes de un
sistema de montañas sumergido. Hay pocas llanuras. Algunas son costeras, como la
angosta y fértil llanura de Acaya, a lo largo de la costa meridional del Golfo; otras en el
interior, como Lacedemonia (Esparta); otras casi aisladas del mar por cadenas de
montañas, como las llanuras de Tesalia y Beocia. Beocia significa “tierra de vacas”. Los
atenienses los llamaban “cerdos beocios”. Gran variedad de climas. Cohabitan las
condiciones mediterráneas y subalpinas, llanuras fértiles alternan con montañas
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abruptas. Hoy también encontramos contrastes en Grecia. Como todos los países en vías
de algún desarrollo, las capitales son modernas y a pocas cuadras la población vive
como lo hizo históricamente, en el más rudimentario ritmo.
En el S. V casi todos los ciudadanos se dedicaban a las tareas de granja. Aristófanes
retrata que Atenas conservó mucho de ciudad campesina. La ciudad y el campo estaban
íntimamente unidos. La Grecia clásica no conoció la resignada inmovilidad de los
hombres de la estepa y experimentó muy escasamente las torpes veleidades de la
multitud urbana. El estado se bastaba a sí mismo, gozaban de autarqueia o autarquía.
Para el griego, era el principio básico en la idea del estado. Si bien todos los estados
tenían llanura y montaña, había algunos característicos. Por ejemplo las aceitunas de
Ática, el mármol de Melos, el vino de la islita de Pepareto. Esto fomentaba el
intercambio comercial.
Nota: los Apeninos en la península itálica sirvieron de frontera. Los latinos no se
encontraron con la antigua cultura del sudeste del Mediterráneo firmemente afincada en
la península que invadieron. La influencia minoica fue escasa en la península itálica.
El clima es agradable y estable. El invierno es severo en las montañas, pero benigno y
soleado en el resto. El verano es caluroso pero no abrumador, salvo en los valles
cerrados. La lluvia es desconocida en verano.
En el S. V, hay gran cantidad de longevos: Esquilo, Sófocles, Eurípides, Aristófanes,
Sócrates, Patón, Isócrates, Gorgias, Protágoras, Jenofonte. Más de 70 años, y hasta 90.
De este tema habla Diógenes Laercio Vida de los filósofos. A Empédocles se le
atribuyen 150 años de vida, evidentemente son fechas legendarias o simbólicas. Todos
tuvieron larga vida y energía prolongada. Edipo en Colono de Sófocles fue escrita a los
90 años y Agesilao rey d e Esparta, pelaba en el campo de batalla a la edad de 80. Dieta:
no tuvieron lujos de nada. Un acemilero griego actual puede aguantar días enteros con
una hogaza de pan y unas pocas aceitunas. Su antepasado del S. V A. C. era igual. Pan
de cebada, aceitunas, un poco de vino, pescado como un regalo, carne solamente en los
feriados importantes.
Zimern describió la comida ática: 1º plato: una especie de potaje. 2º plato: también una
especie de potaje. Dieta escasa, aunque debidamente interrumpida por libaciones. En
Homero, los héroes se comen un buey cada doscientos o trescientos versos; comer
pescado es un rasgo de extrema miseria, en los tiempos clásicos, el pescado era un lujo
y la carne casi desconocida.
¿Por qué Grecia era tan pobre? Platón en Critias dice algo. Ática es el esqueleto de lo
que era en el pasado pues se sale del continente y se interna en el mar, como un
peñasco-que es lo que significa Ática, y el mar que lo rodea es profundo”. Explica que
los diluvios han barrido el humus del continente y quedó el hueso, las rocas de las
montañas.
Festivales: en Atenas, el primer festival dramático del año, al aire libre, es en febrero, ya
no hay lluvias. Pero era un festival sencillo en comparación con la celebración
dionisíaca (Las grandes dionisas) que se realizaba a principios de abril, cuando acudían
visitantes de todas las ciudades de Grecia.
El hombre griego tenía más tiempo libre que nosotros. No se preocupaba por el confort.
No obstante, se apoyaban en la esclavitud. Evidentemente tiene algo que ver, pero no
tanto como la facilidad de prescindir de las tres cuartas partes de cosas que necesitamos
nosotros. Al estar al aire libre, mantuvieron una asidua comunicación con el prójimo.
Pocos pueblos han sido tan plenamente sociables. La prueba irrefutable es la aparición
de un ciudadano como Sócrates. Cambió la orientación del pensamiento humano sin
haber escrito una sola palabra? La educación eficaz se impartía en los lugares de
reunión: en la plaza del mercado, en el peristilo o el gimnasio, en las asambleas
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políticas, en el teatro, en los recitales públicos de Homero, y en las celebraciones y
procesiones religiosas. Ese fue un beneficio del clima: poder reunirse al aire libre. La
vida pública ateniense fue accesible para todos porque estaba bajo la luz del sol. Pero no
fue sólo eso.
Homero y Hesíodo nos enseñan algo sobre la vida económica. La agricultura se
desarrollaba con inteligencia, el cultivo de la vid era bien entendido. En Odisea, al
describir la ciudad de los feacios, Homero nos pinta huertos y jardines bien cuidados,
abundosos y pulcros. Canto VI.
El palacio de los feacios también es descrito.
Si bien la descripción remite a un país utópico, Homero tiene la imagen de lo que él
conoce. En el último canto de Odisea, vemos la huerta de Laertes, el padre del héroe.
Observamos a los reyes en sus dominios, aunque el rey de Ítaca es un señor feudal.
Emplea trabajadores libres y esclavos, pero él también trabaja mucho. Laertes sabe
cómo se cava alrededor de la vid y el propio Odiseo se jacta d e poder abrir un surco tan
derecho como el que más. Hesíodo describe al pequeño granjero que trabaja su tierra
con sus hijos y un esclavo cuando puede o bien con mano de obra asalariada. En todos
los casos la finca abastece la economía familiar, esa es la regla. Arete, la reina feacia,
teje junto a la lámpara, Penélope en Ïtaca es la tejedora más famosa con la túnica. Mito.
El palacio d e Alcínoo “tiene cincuenta doncellas de servicio: unas realizan la molienda,
otras tejen, hacen girar los husos.” etc.
Sólo conocemos dos oficios especializados, el de forjador y el de alfarero. Estos eran
demiourgoi, “hombres que trabajan para el pueblo” y que no consumen ellos mismos el
producto de su trabajo. El demiurgo es el artífice, en Platón, el creador; de ahí el
Demiurgo de Shelley en su Prometheus Unbound. Estos dos son los únicos oficios que
tienen representantes divinos: Hefesto (Vulcano, el forjador, y Prometeo, también dios
del fuego pero en el culto del Ática el dios de los alfareros. Los trabajos de metal
labrados o la confección de una elegante pieza de alfarería “¿Cómo ha sido elaborada?-
algún dios debe haberla inventado”. Por eso Hefesto, en la historia escandalosa de Ares
y Afrodita, que Homero cuenta en el octavo canto de la Odisea, forjó una red de hierro,
tan ligera como una gasa y tan fina que ni los bienaventurados dioses podían verla; y
fingió que se iba a Lemnos; y Ares dijo: “Ven, amada mía, tu esposo ha ido a Lemnos a
visitar a sus bárbaros amigos los sintios”; y Afrodita fue; pero la red cayó sobe ellos y
los aprisionó muy firmemente. Entonces Hefesto llamó en su rabia a los demás dioses,
quienes presenciaron el ultraje de los amantes y cuando vieron el astuto ardid de
Hefesto, rieron.
Los artículos de lujo que se ven en los palacios procedían de oriente, venían en barcos
fenicios, los que también traían esclavos. Eumeo, el fiel porquerizo de Odiseo, fue uno
de ellos. En Odisea, es el mayordomo de la granja.
El comercio internacional estaba en manos de los fenicios hasta fines del S. III a. C.
Cartago era una colonia fenicia –de aquí el nombre de “Guerras púnicas”- y los
cartagineses se las compusieron para mantener a los comerciantes griegos fuera del
triángulo formado por el extremo occidental de Sicilia, el estrecho de Gibraltar y el
extremo oriental de los Pirineos. Los griegos se ocupaban del comercio en la costa.
Hesídodo, en Los trabajos y los días, da instrucciones sobre las estaciones del año
apropiadas para la navegación y las que no. Hesíodo mira con desprecio la actividad
comercial. Él era granjero. Homero, anterior, habla de un puerto en regla, el de los
feacios. No hay duda que Homero lo conoció. Se ve que no era lo normal y que estos
sobresalieron en el arte de navegar.
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Cap. IV. HOMERO
Cuestión homérica. Heródoto afirma: “cuatro siglos antes de mi época y no más”. Tiene
razón. Ilíada y Odisea: “la ¨Biblia de los griegos”. Los recitales de Homero eran
ejecutados por profesionales que iban de ciudad en ciudad (al modo de los juglares en la
EM.). en Ion de Platón se habla de ellos: “Debe ser maravilloso, Ion, andar, como haces
tú, de sitio en sitio arrastrar una densa multitud adonde quiera que vayas y tener a todos
pendientes de tus labios, y ponerte tus mejores ropas”. Fue fuente de inspiración para
todos los artistas posteriores. Se dice que Esquilo afirmaba que su obra era sólo
“migajas del banquete homérico”. Proporcionó cohesión al pueblo griego. Todos se
identificaban con los relatos homéricos.
Ilíada, comienzo. Todos los hombres importantes y aquellos que no lo fueron
conocieron de memoria durante toda su vida los primeros cantos de la Ilíada. Se ha
dicho, incluso Horacio lo hacía, que Homero comienza el tema in medias res. Esto es un
signo del genio literario. Homero no divaga sobre los diez años de la guerra, se contenta
con una fase de ella, y concluye sin relatarnos la toma de Troya. Realmente no hablará
de la guerra sino en tanto como materia prima para elaborarla en el tema que le interesa
que es explícito en los cinco primeros versos de todo el poema. El poeta no habla de
nada exterior, como el conflicto bélico, sino la trágica concepción de que una pelea
entre dos hombres acarreará dolor, muerte y deshonor a muchos otros. Qué significa
“Cumplíase el plan de Zeus? Más bien lo contrario, que es parte de un Plan universal,
algo que no se da ocasionalmente sino que proviene de la verdadera índole de las cosas.
No es pues, una referencia a lo particular, sino a lo universal. Ese es el tema. Leer “Así
dijo rogando. Oyóle Febo Apolo, ”…. peste apolínea. Aquiles promete ayuda a Calcas,
aunque deba enfrentarse al mismo Agamenón. El cambio de botín frustrado por el
momento. Aquiles no recupera a Briseida. Aquiles dice a Agamenón: “Borracho, que
tienes cara de perro y corazón de ciervo”… después de esta pelea entre ambos,
sobrevino tanto sufrimiento para los griegos. Queda clara la “perversa arrogancia” de
Agamenón y la “funesta ira” de Aquiles. Estos temperamentos descritos tan vivamente
“precipitaron al Hades muchas almas de héroes. Y así se cumplía el plan de Zeus.”
También es curioso que en el relato el marco natural, el paisaje no aparece. No vemos
las torres de Troya ni el Escamandro, no sabemos dónde transcurre la acción, si en una
tienda o en una ladera o en la costa. Lo mismo que ante los vasos griegos pintados, la
atención se concentra en las figuras humanas. Lo mismo sucede en la tragedia griega.
Acción divina: llamados “el aparato de dioses”, parecen los que mueven las piezas de
ajedrez. Son deidades caprichosas e irresponsables. Sin embargo, es difícil conciliar esta
idea con la descripción de agentes humanos autónomos y responsables que Homero
forja para nosotros con tanto esfuerzo. Homero carece de teología dogmática. En
realidad, todavía no existe ni la mera idea de pensamiento sistemático. Descenso de
algunos dioses al campo de batalla, otros que adquieren aspecto de guerreros y engañan
a los compañeros o a los propios enemigos, trampas. Por ejemplo Atenea ayuda a
Aquiles a envainar la espada. Nosotros diríamos: “Por un sobrehumano esfuerzo de
autodominio”… los griegos decían: “por la ayuda de algún dios”.
Canto VI. Rasgos de humanidad. Héctor encarga a las mujeres de Troya que oren a los
dioses, y “a muchas produjo gran pena”. Héctor envía nuevamente a la lucha a Paris, a
quien una diosa había retirado del campo de batalla y llevado junto con Helena.
Encuentro entre Héctor y Andrómaca. En esa despedida familiar (a destiempo) vemos el
imperativo ético del héroe, no luchar por los demás sino por su propia areté,
excelencia, virtud. Briseida representa esa areté, no es sólo una muchacha.
También es memorable el encuentro entre Diomedes y Glauco.
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La Ilíada tiene un trasfondo trágico, pensamiento habitual en los griegos. Esto se debe a
que el griego pensaba que la vida no era una pobre cosa. Era sentido de tragedia, no de
melancolía. Homero vio todo con intenso interés. Los griegos sentían la más vehemente
atracción por la actividad en todos sus aspectos: física, mental, emocional, un inagotable
placer en realizar hazañas y en contemplar cómo se hacían.
Épica burlesca: la Bratracomiomaquia o Batalla de las ranas y los ratones. El griego
deleitaba lo cómico tanto como lo trágico. Posiblemente por la doble vertiente de su
manera de ser: intelectualismo y humanidad.
Aquiles prefiere ser el último de los mortales bajo la luz del sol.(canto IX Odisea). La
magnífica autoconfianza en la humanidad no volveremos a encontrarla sino en el
Renacimiento. La nota trágica que se advierte en toda la literatura griega es producida
por la tensión entre dos fuerzas. Un apasionado deleite por la vida y una clara
comprensión de su estructura inalterable. (símil de las hojas que caen como las
generaciones humanas, canto VI Ilíada). Este símil también se halla en un texto hebreo.
Otro ejemplo. Lo que es más digno de tenerse puede ser poseído solamente con peligro
de la propia vida. El héroe demuestra su valor y obtiene la gloria solo quizás en su
muerte, para dolor de sus deudos. La belleza tiene como vecinos el peligro y la muerte.
Príamo dice a Helena:”fueron los dioses”, no significa que deslinda responsabilidades,
sino un reconocimiento de que tales cosas forman parte del destino humano.
Odisea: según Longino, un poema de carácter más que de pasión, lleno de amor por la
aventura y los cuentos extraños, y como la Ilíada, un poema que pudo haber sido un
costal de historias añejas y, en cambio, tiene una unidad artística e inteligente que surge
inevitablemente de una sola idea central: en este caso una creencia en una justicia
trascendente. ¿Qué pasaría si todos los hombres tuvieran a Homero como la fuente
primordial en la educación?
Cap. V. LA POLIS.
Polis es la palabra griega que se traduce por “ciudad-estado”. Ni era sólo una ciudad ni
tampoco un estado.
¿Qué era la polis? En Ilíada hay reyes, como Aquiles, que gobiernan su pueblo, y está el
gran rey, Agamenón, señor feudal. Tiene la obligación de consultar a los demás reyes.
Cuando se produce la asamblea, el cetro como símbolo de la autoridad es tenido por el
que habla en ese momento.
Después de la Época oscura, es diferente, ya no hay un Agamenón de amplio poder. En
Creta, donde Idomeneo ha gobernado como único rey, encontramos más de cincuenta
póleis independientes, 50 “estados” pequeños en lugar de uno. Esto pasa también en
toda Grecia. En Jonia, las islas, el Peloponeso, con excepción de Arcadia, Grecia
central, excepto las regiones occidentales, y el sur de Italia y Sicilia cuando se volvieron
griegas.
Tanto en la República de Platón como en la Política de Aristóteles se habla de las
ciudades. Aristóteles habla de 100.000 ciudadanos en la polis. Sólo tres poleis tenían
más de 20.000 hab. Siracusa y Acragas (Agrigento) en Sicilia y Atenas. Cuando
comenzó a guerra del Peloponeso, la población de Atica era más o menos de 350.000
hb., la mayoría atenienses, una décima parte residentes extranjeros y el resto esclavos.
Esparta o Lacedemonia tenía menos superficie urbana y más rural. Los griegos conocían
un gran estado: el Imperio Persa, y les parecía muy conveniente… para los bárbaros. Es
posible que las invasiones dóricas se fragmentaran en tribus o clanes y que se
apoderaran de tierras diseminadas por el Peloponeso. Ante el cuadro de invasiones la
fortaleza estaba en lo alto de la colina, la “Acrópolis”, ciudad alta, fue fortificada y era
la residencia del rey. Llegó a ser todo el lugar de la Asamblea y el centro religioso. Esto
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es el origen. El crecimiento se debe principalmente al comercio. Necesitaron un
mercado o ágora.
Contexto histórico: los griegos tuvieron exclusividad en el Mediterráneo oriental
durante el tiempo suficiente para afirmarse. En Asia, el Imperio hitita había sucumbido;
el reino de Lidia no se mostraba agresivo y el poderío persa que eventualmente venció a
lidia, era aún embrionario en los lugares apartados del continente. Egipto se hallaba en
decadencia, Macedonia, destinada a poner en quiebra el sistema de la polis, permanecía
en la penumbra y siguió por mucho tiempo debatiéndose en un estado de semibarbarie
inoperante; la hora de Roma todavía no había llegado ni se conocía ningún otro poder
en Italia. Existían, por cierto, los fenicios, y su colonia occidental, Cartago, pero éstos
eran ante todo mercaderes. Por lo tanto, el pueblo griego pudo afianzarse históricamente
sin ser absorbido por un imperio.
Acrópolis. Centro de la vida pública. Alrededor fue creciendo la población, astu.
Algunas veces el territorio y la ciudad tienen nombres diferentes. Ática es el territorio
ocupado por el pueblo ateniense, inclusive Atenas- la polis en su sentido más
restringido-, el Pireo y muchas aldeas, pero sus habitantes en conjunto eran atenienses,
no áticos. Todos eran atenienses, cualquiera fuera el lugar donde vivieran en Ática. Cita
del discurso de Creon en Antígona. La imagen de la nave del estado. Hay confusión o
indiferenciación entre estado y pueblo. Los asuntos de gobierno incumbían a todo el
pueblo, no sólo de una élite gobernante. A Creón se lo acusa de destruir la polis, no el
estado.
Yocasta en Edipo Rey: ella argumenta que a Layo lo mató un grupo de bandidos, no uno
solo. Lo escuchó la polis. En ese sentido el término alude a la población.
Demóstenes, el orador, habla de un hombre que “evita la ciudad”, nada dice sobre su
domicilio sino significa que él no participaba en la vida pública, y por lo tanto, tenía
algo de excéntrico.
A la clase adinerada se la obligaba a cumplir con ciertas “liturgias”, “obras populares”.
Por ejemplo mantener una nave en guerra durante un año, si quería podía ser su
comandante, o financiar la representación de tragedias en el Festival, o dotar una
procesión religiosa. Esto daba orgullo a los ciudadanos.
La oración fúnebre de Pericles recreada por Tucídides, ilustra la relación estrecha del
hombre y la polis.
Compara la polis ateniense con la espartana y señala que los espartanos admiten a los
visitantes extranjeros de mala gana y que a veces los expulsan. Ellos permiten que su
polis sea común a todos. Pericles quiere decir que ellos abren las puertas de la vida
cultural. Agrega “ni le negamos ninguna instrucción o espectáculo”, dado que el drama,
trágico y cómico, la ejecución de himnos corales, los recitales públicos de Homero, los
juegos, eran partes necesarias y normales de la vida “política”. Esto está aludido cuando
Pericles menciona la instrucción y el espectáculo. Cuando Pericles ensalza las
condiciones en las que se desarrolla la vida ateniense, justamente ensalza ese modo de
vida. Lo mismo cuando alude a Atenas como la “escuela de la Hélade”. Los griegos
concebían la polis como una cosa activa, formativa, que educaba la mente y el carácter
de los ciudadanos. El aprendizaje de la virtud, que el estado medieval encomendaba a la
iglesia, la polis lo consideraba como empresa propia, y el estado moderno lo deja a la
buena de Dios.
La polis, pues, al principio sólo la ciudadela, puede significar tanto toda la vida
comunal, política, cultural, moral, incluso económica de un pueblo.
Religión: los dioses olímpicos eran adorados en toda Grecia, pero cada ciudad tenía sus
propios dioses o cultos particulares. En Esparta se adoraba a Atenea de la Casa de
Bronce, pero para los espartanos no fue igual que para los atenienses el culto a Atenea.
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Atenea Polias, Atenea guardiana de la ciudad para los atenienses. Hera en Atenas fue
adorada especialmente por las mujeres, como la diosa del corazón y del hogar; pero en
Argos Hera Argiva era la patrona. Además, cada polis tenía sus deidades locales
menores, “héroes” y ninfas; cada uno con sus ritos. Los dioses son los copartícipes
invisibles en el bienestar de la ciudad.
Orestíada, Esquilo deja ver cuán ligados estaban el pensamiento político y el religioso.
Esta trilogía está compuesta en torno a la idea de justicia ella lleva del caos al orden, del
conflicto a la reconciliación, y obra en dos planos a la vez, el humano y el divino.
Comentar el argumento. Para Esquilo, la polis perfecta se logra por medio de la Ley sin
provocar caos, ya que la justicia pública reemplaza a la venganza privada y los derechos
de la autoridad se concilian con los instintos de la humanidad.
Aristóteles dice en Política que el hombre es zoon politikon, una criatura que necesita la
ciudad para su realización.
Cap. VI. LA GRECIA CLÁSICA: EL PERÍODO PRIMITIVO.
Algunos nombres griegos: Sebastopol, Alejandría, Benghazi, y Apolonia, Siracusa,
Nápoles, Mónaco. Todos de origen griego. Alejandría conmemora a su fundador,
Alejandro Magno. Sebastopol en griego es “ciudad de Augusto”, por consiguiente una
fundación de los tiempos de la Roma imperial; Benghazi es Berenike, en griego
macedónico Ferenike, portador de la victoria, nombre de una de las reinas de la dinastía
macedónica de los Ptolomeos que gobernó a Egipto desde los tiempos de Alejandro
(320 a.C.) hasta Cleopatra, la que fascinó a César, a Shakespeare, y a Bernard Shaw.
Muchos de esos nombres datan de los siglos VIII, VII y VI. Marsella era Massilia y fue
fundada por los griegos alrededor del 600. Mónaco en honor a Heracles Monoikos,
Heracles el que vive solo. Niza era Níkaia, Victoria, Antibes es Antípolis, la ciudad
opuesta, Agde es Agathé, el buen lugar. En el sudoeste de Italia está lleno de nombres
griegos: Nápoles es Neápolis, Ciudad nueva y Reggio es Rhégion, la griega, así llamada
por el angosto estrecho.
Nombres griegos llegan hasta la India. En el Mar Negro, inclusive en Crimea, a lo largo
de la costa Libia, al sur y al oeste de Italia, en Sicilia, en la costa sur de Francia y la
costa oriental de España. Sicilia y las regiones vecinas de Italia fueron conocidas como
la Magna Grecia: fue de allí y no de la madre patria de donde llegó a Roma la
civilización griega.
Otras migraciones. Por ejemplo cuando Ciro el Grande conquistó Jonia en el año 545
a.C., los habitantes de dos ciudades, Tenos y Focea, resolvieron emigrar en masa antes
de vivir sometidos a Persia. Los tenios se establecieron en la costa de Tracia, y fundaron
Abdera, pero los focenses fueron mucho más lejos. Fueron a Córcega. Sumergieron un
pedazo de hierro en el puerto, según relata Heródoto, y juraron que no regresarían hasta
que el hierro flotara. Pero antes de mucho tiempo, algunos de ellos volvieron,
abrumados por la nostalgia. Los demás continuaron y se incorporaron a la ya existente
colonia de Eulalia en Córcega, luego se llamó Aleria y aún existe con ese nombre un
villorrio.
Estas ciudades no fueron sólo comerciales, ni factorías. El griego era granjero y quería
seguir su actividad tradicional. Hubo históricamente revueltas por tenencia de tierras.
Aunque fue la tierra y no el comercio el objetivo primordial, la colonización estimuló
aquella actividad como la industria. Por ejemplo, la ruta del ámbar procedente del
Báltico, se alcanzaba más cerca. Corinto por ejemplo, construía barcos, trabajaba el
bronce y la alfarería, en un estilo pictórico naturalista. Otras ciudades prósperas en
comercio e industria fueron Egina, Calcis en Eubea y Mileto en Jonia.
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Aspectos políticos de la colonización. La voz griega apoikía significa “un hogar lejano”.
Tampoco era una extensión o dependencia de la metrópoli, era una fundación nueva e
independiente. La metrópoli organizaba la expedición, con frecuencia miembros de
otras poleis eran invitados a incorporarse. Aquella debía elegir entre sus propios
miembros un conductor oficial. Este vigilaba la distribución de las nuevas tierras y se lo
honraba como el fundador. Se consultaba el oráculo de Delfos antes de emprender el
establecimiento de una nueva colonia. Al acudir a Delfos, el griego esperaba recibir la
bendición de los dignatarios religiosos y algún experimentado consejo de la oficina de
Investigaciones Coloniales. El fuego que ardía en su hogar público había sido encendido
en la ciudad originaria. Cada nueva fundación de colonias replicaba las simpatías y
odios de la metrópoli.
JONIA.
Homero, el primer poeta occidental, era jonio. Hay una anécdota que cuenta Heródoto
acerca de remeros jonios. Se habían confiado a Dioniso. Remaron bajo el sol abrasador
de Grecia bajo su mando. No acostumbrados a tales ejercicios, lo toleraron durante siete
días, pero luego reflexionaron y advirtieron que estaban sujetos a un loco vanidoso de
Focea, un lugar que sólo pudo contribuir con tres arcos-y Dioniso se apoderó de ellos y
los martiriza. Todos enfermos o en mal estado de salud, abandonaron el barco, se
pasaban los días en la costa con el resultado inevitable. Es una historia con una dosis de
insidia, pero algo de eso hay.
Cita del pasaje del Himno “homérico” a Apolo. La gracia y el encanto son los rasgos del
arte jónico, así como la fuerza y la belleza lo son del dórico. En arquitectura, el estilo
jónico envuelve una levedad general, con gráciles volutas del capitel, contrastan con el
estilo dórico. Ambos pueblos se esforzaban en expresar el ideal atlético.
En la escultura jónica hay una delicada sensualidad que no vemos en la dórica. En
general, Jonia produce una impresión muy grata y muy alegre, con una sugestión de
molicie oriental o al menos meridional.
S. VI: época de la poesía lírica monódica. Provino mayormente de Jonia, incluye a las
poetisas eólicas de Lesbos, la más representativa es Safo. Hay un verso: “Me enamoré
de ti una vez, Athis, hace tiempo.” Este verso fue citado en el s. II a.C. por Hefestión,
un versificador común y sumamente tonto. También se hallan fragmentos citados por
Plutarco. La más famosa oda de Safo es el apasionado poema de amor traducido al latín
por Catulo.
En general, los poetas jonios se diferencian de los espartanos y atenienses, les interesan
los temas sobre individuos, su poesía no es política, como la poesía de Tirteo y de
Solón. Quedan fragmentos. Poco queda de Arquíloco, jonio, quien empleaba la sátira
personal; Anacreonte cantó al vino y el amor, o con tristeza sobre la llegada de la vejez.
El dicho espartano de regresar con el escudo o sobre él, por decir que sólo muerto,
nunca derrotado, esta máxima es adaptada por el espíritu jonio por Arquíloco:
“Algún feliz tracio tiene mi noble escudo:
Para poder huir lo arrojé en un bosque.
Así me quité estorbos, a Dios gracias. ¡Así queda
Mi escudo! Conseguiré otro, tan bueno como ése.”
Filósofos jonios, los filósofos de la naturaleza Thales, Anaxímenes, Anaximandro, etc.
ESPARTA
Los dorios eran más graves y menos individualistas. Tirteo en Esparta incitaba a sus
conciudadanos a elevarse a cimas heroicas en la lucha contra sus enemigos en Mesenia,
y Alcmán componía graves y deliciosos himnos corales para entonar en los festivales.
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Lo jónico y lo dorio representan en estado de pureza dos concepciones opuestas de la
vida. Lo dinámico y lo estático, lo individualista y lo comunitario, lo centrífugo y lo
centrípeto, según las diferencias que hoy podemos comprobar entre el este y el oeste.
Atenas es el foco de conciliación que se necesitaba. La escultura y la arquitectura áticas
combinaron la austeridad doria con la gracia jónica y el drama logró en Atenas una
armoniosa y orgánica síntesis entre el himno coral colectivo y el arte del actor, así
también concertaron la libertad individual jónica con el sentido dorio de la disciplina y
la coherencia.
Esparta es una ciudad llena de extrañas contradicciones. Los dorios tomaron posesión
de la mayor parte del Peloponeso y los espartanos, una minoría dominadora y orgullosa,
se instalaron en uno de los valles meridionales más fértiles del continente europeo.
Cuando Esparta decayó y sucumbió, no fue por falta de energía sino por carencia de
ciudadanos y de ideas y ella sola fue la única responsable. Hubo dos acontecimientos
críticos. 1º: la determinación de mantenerse alejados de la población conquistada.
Tenían el sentido de que ellos constituían una comunidad muy unida. Conservaron sus
propias pautas sin admitir influencia de los pueblos conquistados.
La sociedad en Lacedemonia se estratificó de un modo excepcional (algo parecido pasó
en Tesalia): en la cima, los espartiatas, los únicos espartanos verdaderos; luego los
periecos “vecinos”, una clase que era libre pero sin derechos políticos, y en la parte más
inferior: los ilotas, que no eran esclavos personales de los espartanos, sino siervos de la
comunidad. La mayoría de ellos trabajaba la tierra y entregaba la mitad de lo producido
a los ciudadanos a quienes estaban asignados.
2º acontecimiento crítico. También fundaron algunas colonias, como Tarento, pero no
muchas. Para obtener la posesión de más tierras conquistó a su vecina occidental
Mesenia, anexó el territorio y redujo a sus habitantes a la servidumbre. Era un hecho
raro en Grecia. Tenían un ejército permanente en esa zona.
Esta esclavitud de Mesenia hizo que los espartanos constituyeran una minoría en su
propio país, y muy amenazada. Quizás la rebelión mesenia indujo a los espartanos a
adoptar las famosas instituciones de Licurgo. A fines del S. VII desaparecen la gracia y
el encanto de la vida espartana y adquiere su reconocido aspecto de cuartel. El cuerpo
de ciudadanos llega a ser una minoría dominante que sojuzgaba y explotaba a una
población mucho más numerosa de siervos activos y peligrosos.
El espartano se dedicaba exclusivamente a ser soldado profesional. Los ilotas trabajaban
las granjas, comían en comedores públicos, a los cuales contribuía con una parte de su
granja, si dejaba de contribuir, perdía su condición de ciudadano. Los niños débiles eran
eliminados, los demás vivían con sus madres hasta los 7 años; desde los 30 recibían la
instrucción militar pública. Las jóvenes también eran adiestradas.
Practicaban juegos y las muchachas usaban muy poca ropa. No había ninguna
educación intelectual, aunque se insistía en la modestia de la conducta y también,
naturalmente, en el valor y en la virtud de la obediencia. Los ilotas vivían en el más
absoluto sometimiento.
Licurgo mantuvo la máquina bélica siempre preparada y aisló a la ciudad del comercio
y el intercambio con el extranjero. La xenofobia puede compararse a lo que ocurre en
nuestros días.
Mientras Atenas empleaba monedas de oro que eran aceptadas incluso en la Galia,
Esparta seguía con monedas de hierro, incómodas.
Constitución política: también resultaba algo absurda. Constaba de dos reyes, al modo
de los dos cónsules de la República romana. El efecto era evitar la autocracia.
Internamente, los reyes estaban supeditados a los éforos (supervisores), cinco
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magistrados anuales más o menos elegidos por votación; pero el ejército espartano en el
exterior era siempre mandado por uno de los reyes, que en ese caso tenía poderes
supremos. Había también un Senado y una Asamblea de todos los espartanos, pero ésta
no debatía, y expresaba sus decisiones- para burla de los otros griegos- con votos, sino
con gritos: el grito más fuerte salía triunfante. Para los teorizadores griegos este
comportamiento fue desconcertante, pues no sabían si se trataba de un régimen
monárquico, una aristocracia, una oligarquía o una democracia. Esta constitución de
Licurgo no abolía nada antiguo (los reyes, por ejemplo) y tampoco desarrollaba nada
nuevo hasta sus conclusiones lógicas.
Esta rigidez en la forma de vida influyó finalmente en la moral, lo intelectual y lo
económico, que fue ruinoso. No obstante, algunos griegos admiraron la modalidad
espartana, antes de la G. del Peloponeso.
Esta forma de vida llevó a decir la siguiente expresión: “Ahora comprendo por qué los
espartanos no temen a la muerte”. Diógenes el Cínico, estando en Olimpia, observó a un
joven de Rodas que llevaba ropas muy hermosas y profirió. “¡Afectación!” Luego vio a
algunos espartanos con sus ropas raídas y dijo: “¡Más afectación!”
Una anécdota más: un anciano buscaba un asiento en un estadio de los juegos
olímpicos. El populacho se burlaba de él. Cuando llegó al lugar de los espartanos, todos
los jóvenes y otros mayores se levantaron para ofrecerle un lugar. La muchedumbre
aplaudió a los espartanos, pero el anciano dijo suspirando: “Todos los griegos saben lo
que está bien, pero sólo los espartanos lo hacen”.
El griego consideraba las leyes colectivas, nómoi, de su pólis, como una fuerza oral y
creadora. Ellas estaban para asegurar la justicia en los casos individuales y para
inculcarla. Por eso un joven ateniense, durante los dos años que pasaba bajo bandera,
era instruido en los nómoi, que son las leyes básicas del estado y deben distinguirse de
las disposiciones específicas que regulan otras cosas, tales como las luces de los autos:
estas ordenanzas eran psephísmata o “decretos votados”. Los griegos no crearon algo
así como un Ministerio de Educación, la pólis enseñaba a los ciudadanos sus deberes
morales y sociales por intermedio de las leyes.
Esparta era admirada por su Eunomía, su “buena legislación”, porque más allá de estar
de acuerdo o no, mediante sus leyes educaba a sus ciudadanos en este ideal. Ella
consiguió que sus ciudadanos desinteresadamente se consagraran al bien común.
Esparta no cambió su legislación durante siglos. Ellos consideraban que había que
imponer una norma a la vida y no acomodarse a las exigencias de ésta. Las leyes de
Licurgo, aprobadas por el santuario de Delfos, no merecían ser cambiadas. En la iglesia
católica los dogmas no se han modificado en el curso de los siglos y no se nos ocurre
sonreír. Las leyes de Licurgo eran una norma de Virtud, areté, la excelencia humana. Es
una concepción estrecha que irrita a los modernos humanistas.
ATENAS
Ocupaban el territorio del Ática, en dos siglos y medio, nacieron Solón, Pisístrato,
Temístocles, Arístides y Pericles entre los estadistas. Equilo, Sófocles, Eurípides,
Aristófanes y Menandro entre los autores dramáticos. Tucídides, el más fascinante de
todos los historiadores y Demóstenes, el más grandioso de los oradores. Mnesicles e
Ictino, arquitectos de la Acrópolis y Fidias y Praxíteles, los escultores. Formio, uno de
los más brillantes jefes navales. Sócrates y Platón. Todavía quedan más hombres
talentosos sin mencionar.
En ese período Atenas rechazó a los persas con la única ayuda de mil hombres de
Platea, en Maratón. Hizo más que todo el resto de Grecia junta para obtener la decisiva
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victoria de Salamina; y dio forma al único imperio griego conocido. Durante una
considerable parte de esta época, los vasos atenienses exquisitamente dibujados y
pintados, eran buscados y cotizados en todo el Mediterráneo y en Europa Central, y lo
más extraordinario, convirtió el entretenimiento popular, equivalente al cine de nuestra
época, en el drama más excelso y exigente que jamás haya existido. La prueba de que la
mayoría de los ciudadanos acudía al teatro se halla en la crítica rigurosa de Aristófanes
a los trágicos. El aporte de esta ciudad a la cultura griega y europea es único. Desde el
año 480 y hasta el 380 a.C. Atenas debe ser considerada como la comunidad más culta
forjada hasta el presente.
Como dice un médico ateniense, todas las enfermedades eran llamadas “milagrosas” o
“enviadas por un dios”, pero uno de los escritores médicos manifiesta muy
razonablemente que ninguna enfermedad es excepcional. Todas son naturales y al
mismo tiempo “enviadas por un dios”. Kitto explicará el fenómeno ateniense del S. V
bajo esta premisa.
En la épica homérica Atenas no sobresale en el relato. Fue la posterior unión de las doce
pequeñas póleis en Ática lo que facilitó el camino a la grandeza ateniense. El imperio
ateniense duró 50 años, y el romano 500. El rasgo más importante de este genio del
pueblo era la disposición general para tratar los disturbios sociales como un pueblo
razonable, actuando en conjunto y no como los niños o los fanáticos, por medio de la
violencia. Discuten y aceptan el veredicto las clases privilegiadas. El interés común to
koinón, es atendido.
Dracón 621 a.C. promulgó el código legal.
Solón fue llamado el más grande economista de la antigüedad, en realidad no sabía
mucho de economía política, pero para él, la fuente de disturbios no era el sistema, sino
la voracidad y la injusticia. Así lo dice en sus poemas. Le otorgaron poderes de dictador
durante el tiempo necesario para solucionar el malestar. Terminó con la esclavitud por
deudas, limitó la extensión de las propiedades, restituyó las tierras que habían sido
perdidas por los deudores e hizo retornar a Ática a los que habían sido vendidos en el
extranjero. El gran servicio a la economía ática fue establecer su agricultura sobre una
nueva base. Fomentó la especialización. Promovió la producción y exportación de
aceite de oliva y alentó la industria, artesanos extranjeros fueron invitados con la
promesa de la ciudadanía ateniense para que se establecieran en el Ática y ordenó que
los padres enseñasen a sus hijos un oficio. Esto desdice la creencia de que los griegos
eran esencialmente aristocráticos y que despreciaban el trabajo. Resultados: el auge de
la artesanía muy pronto obtuvo el monopolio de aquellos magníficos vasos que
recorrieron todo el mundo.
El problema económico traía aparejado el problema político. Atenas se regía por
arcontes “gobernantes” anuales, elegidos entre algunas familias nobles por la Asamblea
de todos los ciudadanos propietarios. Estos arcontes, después del año de su mandato,
pasaban a ser miembros del antiguo Consejo del Areópago (“Colina de Marte”). Estos
aristocráticos arcontes constituyeron, desde el punto de vista histórico, la antigua
monarquía en servicio activo y el consejo que pasaban a integrar llegó a ser algo similar
al Senado Romano, un cuerpo cerrado y poderoso. Solón no se metió para nada con el
antiguo consejo, pero abolió la prerrogativa del nacimiento y la sustituyó por una
condición relativa a la propiedad. De ese modo la nueva clase de los comerciantes podía
aspirar a los mayores cargos y con el tiempo se modificaría el carácter del Consejo.
Todos los ciudadanos fueron admitidos en la Asamblea. La Asamblea tuvo un consejo
electivo de 400 personas, una especie de comité ejecutivo, que preparaba sus tareas.
Después de estos cambios profundos, Solón abandonó su cargo y volvió a sus viajes.
Tanto los ricos como los pobres odiaron a Solón, pero todos tenían el concepto de que el
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bien común era más importante que las ventajas individuales. Esta disconformidad y sus
revueltas produjeron el surgimiento del tirano, igual que en otras ciudades griegas.
Pisístrato: fue un tirano de tipo corriente, salvo en un aspecto. Tanto él como los otros
tiranos griegos fueron hombres aristocráticos y cultivados. Algunos ocuparon un lugar
en la nómina posterior de los Siete Sabios. Pisístrato fue un ejemplo. Constituyó un
tercer partido. Administró bien veinte años: 546-527ª.C. ayudó a los granjeros más
pobres de varias maneras, distribuyó la tierra de las fincas confiscadas, construyó un
acueducto para dar agua a Atenas y contribuyó al bienestar del Ática y la estabilidad.
Pisístrato tuvo una corte de gran esplendor, como otros tiranos. La alfarería y la
escultura florecieron con elegancia y ostentación. Llevó a su corte a poetas jónicos
como Simónides y Anacreonte, así como Hierón, tirano de Siracusa, atrajo más tarde a
la suya al propio Simónides, a Baquílides, al grave Píndaro y hasta a Esquilo. Construyó
el templo de Zeus Olímpico, pero fue terminado por el emperador Adriano. Sus ruinas
constituyen aún hoy uno de los panoramas más grandiosos de Atenas. También
reorganizó algunos de los festivales nacionales. Por ejemplo el de Dioniso, un dios de la
naturaleza. De este modo otorgó carácter colectivo a un nuevo arte: el drama trágico. No
sólo tragedias sino también danzas dramáticas, representaciones rituales en honor de
Dioniso, eran miméticas, es decir, pantomimas. También el himno ditirámbico y la
danza dedicados a Dionisos fueron adquiriendo jerarquía dramática, según explica
Aristóteles cuando el director del coro se separó de él para mantener un diálogo lírico
con el resto de sus integrantes. Uno de los antecesores de estas artes teatrales fue Tespis.
Pisístrato le otorgó dignidad al incorporarla a su nuevo festival. El primer certamen
trágico fue en 534 y ganó Tespis.
Este gobernante también impulsó la poesía épica. Los recitales de Homero fueron
incluidos en el gran Festival panatenaico, el “Festival de Atenas Unida”. Se le atribuye a
Pisístrato haber fijado el primer texto definitivo de Homero.
La palabra tirano, no griega sino Lidia, no tuvo en su origen las connotaciones que
adquirió posteriormente. Pocas tiranías sobrevivieron a la tercera generación. La de
Pisístrato terminó en la segunda. Su hijo Hiparco fue asesinado, el otro Hippias,
sospechó motivos políticos. Por consiguiente, se volvió más opresor, hasta que fue
expulsado por una familia noble desterrada, los Alcmeónidas, con la ayuda de Esparta y
el apoyo general de los atenienses. Pisístrato había mantenido las formas de la
constitución democrática moderada de Solón, en el lapso de una generación el pueblo
ateniense adquirió el hábito de administrar sus propios asuntos, bajo una prudente
tutela. Después de la caída de la tiranía, la vida pública de Atenas siguió su ritmo
normal.
Clístenes. Realizó una reforma completa de la constitución. El poder de los nobles
dentro de la ciudad centralizada en forma nominal procedía del hecho de que para la
elección de arcontes la pólis se dividía en “tribus”, o grupos de familias, de modo que el
jefe reconocido de cada grupo tenía asegurada la elección. Estos grupos habían
demostrado ser demasiado fuertes para la seguridad de la ciudad. Clístenes encaró este
peligro con la creación de una extraña constitución teórica que se ajustó con precisión a
los hechos previstos. Creó diez tribus completamente nuevas, todas con sus respectivos
antepasados, integrada cada una por un número más o menos igual de demos (o
“parroquias”), pero no contiguas: este era el punto principal. Clístenes dividió el Ática
aproximadamente en tres áreas: la capital, el interior y la costa; cada una de las nuevas
tribus contenía parroquias pertenecientes a las tres divisiones; por consiguiente, cada
una era un corte transversal de la población total. Aunque deliberada, la división fue
aceptada por novedosa. El objetivo fue la integración de la polis, dejaba a los atenienses
su demo para la gestión de los asuntos locales, entre los cuales uno era la admisión de
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nuevos ciudadanos, pues el niño recién nacido tenía que ser aceptado como legítimo por
los miembros del demo. Además brindó una solidaridad más amplia dentro de la pólis:
no solamente el ciudadano votaba por tribus, sino que también luchaba por tribus. De
modo que esta nueva creación era asimismo su regimiento; y como los certámenes
dramáticos fueron también realizados por tribus, el sistema encaminaba esta pasión de
la rivalidad hacia un fin deliberadamente creador.
Las reformas de Solón hicieron que todo ciudadano desempeñara su papel en el estado,
aunque el de las clases más pobres era muy restringido. El aristocrático Clístenes
continuó y casi completó lo comenzado por Solón. Se redujeron considerablemente los
poderes del consejo del Areópago. La Asamblea de todos los ciudadanos fue el único y
decisivo cuerpo legislativo, y los magistrados fueron responsables ante ella o ante sus
miembros que actuaban como cuerpos judiciales. Solo le quedaba a la generación
siguiente abolir la última de las discriminaciones, la que se basaba en la propiedad, y
dar el paso final y aparentemente contraproducente para elegir a los arcontes por sorteo.
Así el sistema político de Atenas fue tan democrático como lo permitió el talento del
hombre.
Tales fueron los acontecimientos que convirtieron a Atenas en una capital floreciente.
El predominante sentido común de Atenas, que se elevó hasta el genio con Solón,
Pisístrato y Clístenes, logró que la nobleza ateniense, en su conjunto, se interesase
sinceramente por la política democrática mientras su areté era aún vigorosa. Los
estadistas que siguieron procedían de las mejores familias, como Pericles.
CAPÍTULO VII. La Grecia Clásica: el siglo quinto.
Acontecimientos. En 560ª.C. el reino de Lidia, parte occidental de Asia Menor, tuvo un
monarca, el fabuloso Creso. Sometió a las ciudades griegas de Jonia. Creso era un
hombre civilizado y helenófilo, de modo que no fue destructivo, gobernó por medio de
týrannoi griegos adictos. En tanto en Media, situado más al este, Ciro el Grande llegó al
trono. Siendo rey en el norte de la Mesopotamia, se apoderó de Babilonia, gobernada a
la sazón por el hijo de otra figura conocida, “Nabucodonosor, el rey de los judíos”. Una
vez conquistada Babilonia, quiso conquistar Lidia. Estos pueblos ya habían estado en
guerra que había finalizado con un eclipse total de sol. Se impresionaron tanto los
guerreros que se negaron a seguir en lucha. Este eclipse fue pronosticado por Tales de
Mileto.
La segunda guerra fue iniciada por Creso. Consultó el oráculo de Delfos, por el cual
tenía el mayor respeto y se le dijo que si atravesaba el río Halis, la frontera entre él y
Ciro, destruiría un poderoso imperio. En efecto atravesó el Halis y destruyó su propio
imperio. Puede verse que la política del oráculo era complicar a Creso y Ciro en una
larga guerra, para ventaja de Grecia. Herodoto cuenta estos acontecimientos. Un griego
narra la historia de la Mesopotamia. También relata el nacimiento de Ciro: un niño
maravilloso nacerá y realizará hazañas extraordinarias. Alguien intenta impedir el
nacimiento o matar al niño. Falla el propósito y la profecía se cumple inexorablemente.
Una forma griega de esta fábula es el mito de Edipo y hay paralelismos entre el relato d
Herodoto con el Edipo rey de su amigo Sófocles. Luego relata Heródoto una anécdota
entre Creso y Solón, en la cual Creso pregunta al filósofo quién era el hombre más feliz.
Y Solón responde en dos oportunidades gente común, que habían muerto honrados por
la ciudad. Y añade que nadie debe llamarse “feliz” mientras esté vivo. Nunca se sabe
qué puede suceder. (Como el pensamiento de Sófocles.)
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Cuando finalmente Creso es derrotado por Ciro, este lo pone en la pira. Totalmente
incendiada, Creso invoca a Solón tres veces, se le preguntó la razón y relató la moraleja
de Solón, Ciro e apiadó, advirtió que ese destino también lo podría involucrar algún día.
(Como Odiseo en Áyax). En suma, siguió la máxima griega: “Conócete a ti mismo”, lo
cual significa: recuerda que eres hombre y estás sujeto a todas las condiciones y
limitaciones de la condición humana. Por lo tanto ordenó extinguir el fuego, pero ya era
tarde, entonces Creso invocó a Apolo que lo salvara, si sus ricas ofrendas le habían
otorgado algún favor. Inmediatamente cayó un torrente de lluvia y el fuego se apagó.
Luego ambos soberanos se hicieron amigos.
Año 499: las ciudades jónicas se rebelaron contra el rey persa Darío. Cuenta Heródoto
la anécdota entre Aristágoras, tirano de Mileto que había ido al palacio de Cleómenes,
rey de Esparta, en busca de ayuda. Esta fracasó porque la expedición exigía que los
griegos se alejaran de la costa del mar en un viaje de tres meses .luego intento una vez
más corromper al rey, pero su hijita de 10 años lo impidió. Hubo algunas
colaboraciones y batallas. Persia comprendió que nunca mantendría en paz a Jonia si no
hacía una manifestación de su poder en el mar Egeo. Así, en el 490 fue enviada una
expedición a las ciudades insolentes. Eretria fue saqueada y algunas tropas persas
desembarcaron en la costa oriental de Ática: Maratón. Los persas traían consigo al
amargado hijo de Pisístrato, Hippias, expulsado de Atenas hacía veinte años. Se
proponía ser impuesto como tirano, bajo la protección persa. Los atenienses los
enfrentaron solos, sólo con la ayuda de una pequeña tropa de mil hombres de Platea.
Los vencieron con una pérdida de 192 soldados. Esquilo estuvo en esta lucha, junto con
su hermano. Este fue muerto, pero Esquilo regresó. Después de la muerte de Darío, los
persas estuvieron ocupados en Egipto. Esta década decidió el destino d e Atenas. En
Sunio se descubrió una mina de plata y Temístocles propuso invertir las ganancias en
una flota. Esto garantizaba la defensa de la ciudad y la expansión comercial. El segundo
ataque persa fue en el 480. Fue una invasión a gran escala, por tierra. Las defensas
desnorte cayeron unas tras otras. Las Termópilas fue un episodio glorioso, mas una
acción naval en las aguas vecinas al cabo Artemisio alentó a los griegos, mostraron que
sus barcos más pesados y más lentos-generalmente atenienses- podía luchar con
esperanzas contra la flota enemiga, principalmente fenicia y jónica en aguas reducidas
donde los otros no podían maniobrar. Pero luego los atenienses tuvieron que abandonar
Ática y transportar a la población a Salamina, desde donde observaban cómo los persas
incendiaban sus casas y destruían los templos de la Acrópolis. Así se llega a uno de los
más importantes combates de la historia. Los griegos del norte, ya sometidos, luchaban
a favor de Persia. Nadie enfrentaba a los invasores excepto los del Peloponeso, unas
pocas islas y Atenas. El Ática también estaba perdida. Temístocles vio que el estrecho
de Salamina daba a los griegos una probabilidad de victoria, mientras que en el istmo
serían seguramente derrotados, incluso si la flota se mantenía unida. Temístocles
persuadió urgentemente a Euribíades, comandante en jefe espartano, de que reanudara
la lucha, según el relato d Herodoto. Este accedió y Temístocles convenció de luchar.
Ahora había que inducir a Jerjes a luchar en mares angostos. Esto era sencillo, para
Temístocles. Envió un esclavo en un bote al bando persa y dijo que venía de parte de
Temístocles, quien secretamente estaba con los persas, lo cual era admisible. Los
griegos se retirarían durante la noche, por la salida occidental del lado de la bahía de
Salamina; así los persas podrían bloquear el estrecho por el oeste y sorprenderían a los
griegos en una trampa. Pero los persas fueron por completo engañados. Un
destacamento fue enviado a bloquear la salida oeste, el resto amontonó en la zona
angosta. “Y al ponerse el sol ¿Dónde estaban?” Fue una victoria aplastante y a Atenas
correspondió el mérito. El verano siguiente fue el turno de Esparta. En Platea, el ejército
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persa fue derrotado gracias a la entereza de las tropas espartanas. Sólo faltaba liberar a
Jonia y asegurarse que jamás volvería un rey persa a enfrentarse con los griegos libres.
Pero ¡ay!, cien años después el rey pudo imponer una paz a su arbitrio sobre los estados
griegos en guerra, sin librar ninguna batalla.
A raíz de la victoria, elevó la autoestima de los griegos, más viva cuando se comparaban
con los “bárbaros”. El amo asiático exigía obediencia apelando para ello al uso del
tormento y del látigo; los griegos tomaban sus decisiones mediante el debate y la
persuasión, y luego actuaban como un solo hombre y vencían. La libertad y la razón
habían derrotado a la autocracia y al terror.
Resumen: Solón liberó el suelo ateniense de la esclavitud impuesta por los ricos.
Reformas de Pisístrato, quien facilitaba semillas de cereales a los pobres y convirtió a la
ciudad en una capital conocida. Terminó la tiranía y surgió una nueva constitución
liberal forjada por Clístenes. Estallaron conflictos. Las guerras contra los persas y el
triunfo en Maratón, aunque todo estuviera incendiado. Pero la polis había triunfado y su
esfuerzo había salvado a la Hélade. Grecia tenía dos defensores: Atenas y Esparta. La
guerra fue un reactivo como para conocerse a sí misma, una especie de reconocimiento
trágico.5 Con este transfondo histórico empezaría la era de Pericles. Influida también
por el ideal homérico que enseñó este hábito mental, esencialmente aristocrático, en
cualquier clase social, el cual anteponía la cualidad a la cantidad, la noble lucha al
simple logro y el honor a la opulencia.
La liberación de Jonia y la defensa del Egeo era una empresa marítima, por consiguiente
de Atenas. Además Atenas era la cuna de la raza jónica. El cuartel general estaba
centrado en la isla de Delos, todas las ciudades marítimas del Egeo contribuyeron con
barcos o con dinero. Esto fue fijado por Arístides de Atenas, el justo. Nunca se discutió
su accionar. La lucha duró varios años, luego surgió el problema insoluble del derecho
de secesión. Naxos, una isla importante, se negó a continuar siendo miembro de la Liga.
Los persas ya no eran una amenaza, entonces no tenía objeto seguir aportando
contribuciones en beneficio de la preponderancia ateniense. Atenas replicó que si
desaparecía la liga, no tardaría en resurgir la amenaza persa. Consideró la secesión
como un levantamiento. Lo sofocó e impuso a Naxos un tributo en dinero. Todos los
estados del Egeo fueron obligados a plegarse a la Confederación. Parecía justo porque el
esfuerzo de la seguridad llegaba a todos. Hubo otras dos decisiones: el cuartel de Delos
fue trasladado a Atenas, era una conveniencia administrativa y una manera de asegurar
más el tesoro de la Liga. Estas medidas transformaron a la Liga en un imperio. Pericles
continuó la política de Pisístrato y mandó construir o reconstruir la acrópolis. Era una
forma de mantener la mano de obra ocupada.
En el medio siglo que corrió entre la guerra de Persia y la guerra del Peloponeso, la
política de Atenas fue dirigida primero por el aristocrático Cimón (hijo de Milcíades, el
vencedor de Maratón) y luego por Pericles. Este gobernó desde el 461 hasta el 429 que
murió, aceptó la hostilidad espartana como algo inevitable, llegó a un acuerdo con
Persia y quiso hacer de Atenas una ciudad excepcional en Grecia.
En el año 431 estalló la guerra que parecía inevitable. El detalle está en el cap.
Siguiente. P. 168: u n párrafo de Tucídides que cita a los corintios cuando describen a lo
atenienses. (I, 70). Luego Pericles, dos años después, en su discurso fúnebre (II, 40). En
este párrafo citado es evidente la crítica a Esparta y ciudades como Corinto, comercial e
industrial. Los atenienses aman la libertad y la capacidad de iniciativas, la riqueza
brinda oportunidades, salvo para la vida ociosa. El hombre que no participa en los
negocios públicos no es indiferente sino inútil.
5 Maratón 490. Salamina 480, creo.
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Kitto compara el discurso con el Partenón. De tamaño modesto, sólo 67 m. de largo y
que produce una impresión tan abrumadora (foto).es el edificio que más estremece el
ánimo. Como las tragedias de Sófocles, nada en ellas es superficial, ni hecho por
ostentación a pesar de la soberbia técnica utilizada, ni secundario. Las piedras tienen
algo de serena dignidad. En ninguna parte como en la Atenas de Pericles, uno está tan
seguro de que no encontrará cosas vulgares, grotescas, caducas o superficiales. Incluso
en la comedia. Tiene obscenidades pero nada que provoque la risa grosera. La razón
reside en que aquel pueblo de tan fina condición vivía en un ambiente que lo
acostumbraba a los grandes esfuerzos espirituales, mentales y físicos.
La vida democrática de Atenas. En ella no intervenían en los asuntos públicos ni las
mujeres, los residentes extranjeros ni los esclavos. Si definimos la democracia como la
participación en el gobierno de toda la población adulta de un país, entonces Atenas no
era una democracia, pero tampoco ningún país moderno que delega sus
responsabilidades. Si la definimos como la participación en el gobierno de todos los
ciudadanos, entonces Atenas era una democracia.6 El requisito para ser ciudadano era
que por lo menos el padre, o ambos progenitores, fueran ciudadanos, pues el estado
griego era, en teoría y en sentimiento, un grupo de parientes y no simplemente una
población que ocupaba cierta superficie. Ahora la definición exacta no hace a la
cuestión, veremos cómo las instituciones políticas de Atenas gravitaban sobre la vida y
el pensamiento de los habitantes.
Asamblea: era soberana. No existía en Atenas el riesgo de que este organismo asumiera
el poder absoluto. Estaba constituida por todos los atenienses adultos varones, aceptados
como legítimos por su demo y que no hubiesen sido privados de sus derechos por algún
grave delito. No quedaba ningún vestigio de la discriminación por propiedades, salvo en
el ejército. El que era suficientemente rico, luchaba en la caballería con su propio
caballo, los más o menos acomodados formaban la infantería pesada, hoplitas,
aportando su propia armadura, y el pobre que no podía contribuir con nada, salvo él
mismo, servía como auxiliar o remaba en la escuadra. Los residentes extranjeros servían
junto a los ciudadanos, pero los esclavos nunca fueron admitidos en el ejército o en la
marina, salvo una vez de gran peligro, se los invitó con la promesa, cumplida, de la
libertad y el pleno ejercicio de los derechos civiles, no políticos. La asamblea tenía el
control completo de la administración y de la judicatura. El antiguo Areópago,
compuesto de ex arcontes, ya no hacía nada salvo intervenir en casos de homicidio. Los
arcontes, antes tan poderosos, ahora eran elegidos por votación anual de la Asamblea.
Asamblea: se reunía una vez por mes, salvo que fuese convocada especialmente para
tratar algo importante. Todo ciudadano podía hablar, si lograba que lo escuchasen, y
podía presentar proyectos. Pero un cuerpo tan amplio necesitaba una comisión para
preparar su tares y para tratar asuntos urgentes.
Esta comisión constituía el Consejo (Boulé) de los quinientos. Sus miembros no se
designaban directamente sino por un procedimiento secreto de votación y en la cantidad
de cincuenta por cada tribu. En el Consejo no se desarrollaba un sentido de Cuerpo por
los movimientos seguidos de gente. Ese era el propósito. No hacer sombra a la
Asamblea. La mayoría de las juntas administrativas (departamentos de gobierno)
estaban integradas por miembros de la Boulé. Pero como 500 hombres no podían
sesionar permanentemente, había otro consejo interno,
6 Democracia dominio del pueblo, significaba la democracia política arriba mencionada, pero los
teorizadores políticos, especialmente Platón y Aristóteles, la utilizaban en el sentido de “gobierno de los
pobres”, y en consecuencia la condenaban por ser una forma inversa de la oligarquía o tiranía, gobiernos
inspirados por intereses egoístas. Politeia era el nombre que se daba al gobierno constituido por el
consenso general, sin referencia a ninguna clase.
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El pritáneo, compuesto, a su vez, de los cincuenta hombres procedentes de cada una de
las diez tribus, el cual permanecía en sesión una décima parte del año. Uno de estos era
elegido por votación para presidir cada día. Si había una reunión de la Asamblea, él
presidía; durante veinticuatro horas era la Cabeza titular el Estado. Para una
fiscalización más estricta sobre la administración, todos los magistrados salientes debían
someter a la Asamblea un informe de sus actos oficiales y su responsabilidad solo
cesaba cuando pasaban esta “prueba”. Si no cumplían este requisito, no podían salir de
Atenas ni vender ninguna propiedad. Los diez strategói o generales, almirantes, se
elegían anualmente. También estaba permitida la reelección. Con frecuencia un
ateniense que era general en una campaña era soldado raso en la siguiente. Un ejemplo
de la concepción fundamental de la democracia: gobernar y ser gobernado. Ejercían
gran influencia en todas las decisiones cívicas. Gracias a su designación para uno de
estos empleos y a su ascendencia personal en la Asamblea, Pericles gobernó a los
atenienses durante mucho tiempo. La asamblea fiscalizaba no solo la legislación y la
administración, sino también la justicia, pues así como no había gobernantes
profesionales, tampoco había jueces o defensores profesionales. El concepto consistía
en que el hombre ultrajado acudía a sus conciudadanos en procura de justicia, en los
tribunales locales para los asuntos sin mayor importancia, en los tribunales atenienses,
civiles o criminales, para los de mayor envergadura. El jurado era una sección de la
Asamblea, su número variaba entre 101 y 1001, según el caso. No había juez, solo
presidente de fórmula, algo parecido a un presidente del jurado. No había defensores:
las partes dirigían sus propias causas, si bien el demandante o el acusado podían recurrir
a un “escritor de discursos” para aprendérselo y decirlo en la Asamblea. No cabía hacer
una apelación. Si la ofensa era tal que la ley no establecía una penalidad precisa, el
jurado tampoco podía formular la sentencia, el acusador proponía una pena, el acusado
ofrecía una alternativa y el jurado debía elegir entre las dos. Esto explica el
procedimiento en la Apología de Platón. Cuando Sócrates ha sido condenado, la
acusación exige la pena de muerte, pero Sócrates sugiere al principio, como alternativa,
la posibilidad de acogerse a la munificencia de la ciudad y luego propone, formalmente,
no el destierro que hubiese sido aceptado con gusto por el jurado, sino una multa
irrisoria. La conclusión es que los asuntos públicos en Atenas estaban manejados por
aficionados. Todo ciudadano llegaba a ser, a su turno, soldado o marino, legislador,
juez, administrador, si no como arconte, seguramente como miembro de la Boulé. Este
procedimiento fue criticado por Sócrates y Platón, no tanto porque fuese ineficaz, sino
porque dejaba en manos de los ignorantes el arte de la política, es decir, el arte de hacer
mejores a los hombres. Más que aversión a los profesionales, consideraban que la
participación hasta las últimas consecuencias de los ciudadanos era un deber consigo
mismo. Eso los diferenciaba de los bárbaros. Para el ateniense, el autogobierno por
medio de la discusión, la autodisciplina, la responsabilidad personal, la participación
directa en todos los aspectos constituian una exigencia vital. Platón y Sócrates se
planteaban lo siguiente: ¿Educaba esta forma de gobierno a los hombres para la virtud?
Platón dice en Gorgias que Temístocles, Cimón y Pericles “llenaron la ciudad con
fortificaciones y otras cosas inútiles por el estilo”, pero fracasaron en el primer deber de
un estadista: hacer a los ciudadanos más virtuosos. Son muy pocos, sin embargo, los
gobiernos que aspiraron a esta clase de objetivos. Un error histórico de la asamblea fue
aprobar la invasión a Sicilia, aunque muy pocos sabían dónde estaba y la extensión de la
isla. Los atenienses tenían tiempo para dedicarle a la cosa público por la mano de obra
servil, que era mucha en aquella época. Además, los atenienses mantuvieron un nivel de
vida muy simple. No se cosificaron ni lucharon ciegamente por el confort. Desecharon
los lujos de toda naturaleza. Trabajaron sólo con luz artificial, no se regían por ningún
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reloj. Por las tardes el ateniense también podía asistir a los baños o al gimnasio (centro
atlético y cultural espacioso que el público proveía para su propio esparcimiento). El
griego se levantaba de un salto en cuanto comenzaba a clarear, sacudía la manta con la
que había dormido, se envolvía en ella con la mayor elegancia como si fuera un traje,
usaba barba y no desayunaba y estaba listo en cinco minutos para enfrentar el mundo.
La tarde no era la mitad de su jornada sino casi el final.
Los miembros de la Boulé, los arcontes y otros funcionarios y los jurados que actuaban
en los tribunales recibían paga, aunque modesta, de los fondos públicos, acumulados en
buena medida por las ganancias del imperio. La democracia ateniense fue un laboratorio
experimental irrepetible.
CAP.VIII. LOS GRIEGOS EN LA GUERRA
El mundo griego estaba dividido en dos. 1) El Imperio ateniense, que los hombres
llamaban una “tiranía”; ejercía el dominio en el mar. Mayoritariamente jónico. Atenas
insistía en que sus aliados tuviesen una constitución democrática. Luego 2) Esparta, la
Liga del Peloponeso, un cierto número de estados, especialmente en Beocia,
simpatizantes de Esparta, ejercían el dominio en tierra. Mayoritariamente dórico. Los
espartanos ayudaban a las oligarquías, o bien a las democracias restringidas. Los
espartanos criticaron la conducta de Atenas por coartar la autonomía de sus aliados
nominales. Esto permitía a Esparta erigirse en campeona de la libertad griega. Además,
existía la rivalidad comercial entre Atenas y Corinto. La guerra entre ambas ciudades
fue un hito decisivo en la historia de la polis griega. Duro desde el 431 al 404
ininterrumpidamente, 27 años. Salvo en breves treguas, la lucha se desarrolló en casi
todo el mundo griego, en el Egeo, en Calcidia, en Beocia, en las costas del Peloponeso,
en el noroeste de Grecia, en Sicilia, donde fueron destruidas dos poderosas fuerzas
expedicionarias de los atenienses, sin quedar casi ningún sobreviviente. El Ática,
excepto la ciudad y el Pireo, defendidos por una línea de fortificaciones, quedó a
merced de los ejércitos espartanos y fue arrasada sistemáticamente. En el segundo año
de guerra, cuando los campesinos buscaron protección dentro de las murallas y vivían
donde podían, comenzó la peste que hizo estragos y mató a Pericles. Tucídides señala
el abatimiento moral que produjo en la población, pues desaparecieron la obediencia a
la ley, la religión, la honestidad y la decencia. Murió una cuarta parte de los habitantes.
No obstante, la Asamblea siguió funcionando. Ella elegía a los generales, abría frentes
de batalla, discutía los términos de la paz, etc. Sólo después del fracaso de Sicilia
flaqueó y entregó sus poderes a un cuerpo más pequeño, una pantalla de determinado
grupo de oligarcas. Gobernó durante pocos meses y luego fueron derrocados, se
implantó una democracia limitada, muy elogiada por Tucídides, pero luego se volvió a
la antigua Asamblea, abierta a todos. A pesar de los desastres de la guerra, los
atenienses siguieron con sus festivales, no como un escape sino como una parte de la
vida por la cual luchaban. El drama de Sófocles hay que leerlo en ese contexto, como
una reflexión sobre los problemas esenciales de la vida y del carácter humano. Eurípides
exponía la vanidad de la victoria y la fealdad de la venganza, y lo más asombroso,
Aristófanes seguía ridiculizando a los jefes populares, a los generales y al propio pueblo
soberano, proclamando su aborrecimiento de la guerra y las delicias de la paz. Durante
este tiempo Sócrates filosofaba en su ciudad natal, salvo mientras estuvo en Potidea,
donde luchó heroicamente como soldado, tratando de convencer a quien se acercara que
la virtud del alma era el supremo bien y la dialéctica rigurosa el único medio de
alcanzarla. Finalmente este pueblo único, el los últimos años de la guerra entrega su
futuro al inescrupuloso Alcibíades, traidor a Atenas y a Esparta, que convierte en
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victoria la derrota y luego malogra ese triunfo y se vuelve ferozmente contra los
generales que la obtuvieron. El relator también único de la guerra, como una exposición
del carácter humano sin duda es Tucídides. Era un ateniense rico, admirador de Pericles
pero no de sus sucesores, un estratego en las primeras etapas de la lucha y un escritor
cuyo talento ejerce una irresistible atracción sobre el lector. Sólo comparable a Esquilo
y a Homero en Ilíada. Cita de fragmentos de Pericles (192-3) para no hacer concesiones
a Esparta. Pedido de moderación y de mantener el juicio. Sugirió dar una respuesta
firme sin ser desafiante. La Asamblea aprobó la recomendación de Pericles. Los
enviados espartanos regresaron a su ciudad y ya no volvieron a Atenas.7
La guerra se desató por un sorpresivo ataque de los tebanos sobre Platea. Los espartanos
invadieron el Ática y emprendieron el saqueo de las tierras cercanas a la importante
aldea de Acarnes. A los habitantes les resultó intolerable esta invasión y
desordenadamente resolvieron la lucha, recriminándole a Pericles el discurso; pero
Pericles, viéndolos irritados y lejos de la prudencia, pensó que lo propio era negarse a
atacar al enemigo y no convocó a la Asamblea ni a ninguna otra reunión (informal),
temiendo que determinasen obrar algo, antes por ira que por juicio y razón; por
consiguiente, se preocupó de la defensa de la ciudad y de tenerla lo más tranquila
posible. No obstante, mandó salir al campo alguna gente de a caballo para impedir que
el enemigo se acercase a la ciudad. Posteriormente, en el curso del año, contraatacó con
el envío de una flota destinada a saquear las costas del Peloponeso. Quedó demostrado
que el mayor bien de Atenas era el buen sentido del pueblo. Otro discurso de Pericles.
Lo único que no pudo preveer es la peste. El consejo de Pericles era no extender el
imperio durante la guerra; sus sucesores hicieron todo lo contrario, llevados por la
ambición y las ganancias particulares.
En el año 428 Lesbos se levantó en armas contra Atenas. Era un aliado “independiente”
y esperaron ayuda de Esparta que nunca llegó. El levantamiento fue aplastado, los
lesbianos quedaron sometidos a merced de los atenienses. Correspondía decidir a la
Asamblea. Ahora ese cuerpo era dominado por un curtidor de cueros llamado Cleón.
Aristófanes lo parodia en Caballeros como un payaso violento e ignorante. Convenció a
la Asamblea de castigar duramente a Lesbos, enviaron una nave a Mitilene, la capital,
con instrucciones de matar a todos los hombres y vender como esclavas a las mujeres y
los niños. Al día siguiente los atenienses reflexionaron y pareció injusto atar a todos y
no sólo a los culpables. Se transcriben los discursos de Cleón y Diodoto y ganó él.
Enviaron una nave lo antes posible (la primera iba lentamente por la misión que tenía
que ejecutar) y salvaron de la destrucción a Mitilene. La defensa de Diodoto está basada
en el sentido de la oportunidad (sumieron, como diría Aristóteles en Poética), el sentido
común. Podemos suponer que esta misma Asamblea participaba de obras de Eurípides
como Hécuba o Las troyanas, sobre el mismo tema, la crueldad y la inutilidad de la
venganza. A medida que avanzaba la guerra fue ganando terreno la opinión de Cleón,
con bastante irresponsabilidad y aplicando la doctrina de la fuerza, especialmente en el
tratamiento cruel contra Melos, un estado neutral inocente. La Asamblea descargó su
furor en los jefes que no triunfaban y aun en los que triunfaban. Así se precipitó la
decadencia, gracias al sentido oportunista y la guerra agobiante. La historia de
Tucídides refleja el análisis de la conducta humana en la política y en la guerra, no es
sólo una crónica de guerra.
Es probable que el trato de los espartanos con los platenses inspiró a Eurípides la
Andrómaca, una tragedia sobre la esposa de Héctor cautiva, y llega a ser un vehemente
ataque a la crueldad y la doblez espartanas. Los atenienses llegaron a límites parecidos,
7 Los espartanos solicitaban beneficios económicos.
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cuando años después atacaron la isla de Melos, neutral e inofensiva y mataron o
esclavizaron a sus habitantes. Luego también Tucídides relata el desastroso ataque
ateniense a Sicilia. Como todos los artistas griegos, Tucídides es interpretativo, no
representativo, y expresa sus pensamientos más profundos en la disposición
arquitectónica de su material. (de este capítulo no están resumidas las últimas dos
páginas con dos anécdotas de guerra.)
CAPÍTULO IX. LA DECADENCIA DE LA PÓLIS.
La guerra del Peloponeso significó virtualmente el fin de la ciudad-estado como fuerza
creadora que adaptaba y conformaba la ida de todos sus miembros. El siglo IV trae otros
modos de pensar y de vivir. Resumen del s. IV: la historia política de Grecia es confusa,
tediosa y deprimente. Esparta había ganado la guerra, más que nada por errores
atenienses y tuvo también más suerte que Atenas para obtener la ayuda persa, cuyo
precio fue el abandono de Jonia. Lo que Atenas y Esparta juntas habían ganado a Jerjes,
Atenas y Esparta en guerra se lo devolvieron a Artajerjes. EL Imperio ateniense llegaba
a su término, pero la liberación prometida por los espartanos hacía añorar a muchos
griegos la tiranía ateniense, pues implicaba casi en todas partes la imposición de
oligarquías, con un gobernador espartano para mantener el orden. El espartano sacó lo
pero de sí, nunca aprendieron a conducirse en el extranjero. La tan mentada libertad
imperante en Grecia era la que gozaban los espartanos para provocar a quien le
pareciese. La verdadera beneficiaria de la guerra fue Persia, pues había recobrado Jonia
y Grecia desunida jamás podría rescatarla. Por consiguiente, todos deseaban la plena
autonomía de cada ciudad helena, ya sea los griegos como Esparta y Persia.
Entre las oligarquías establecidas o sostenidas por Esparta, hubo en Atenas un grupo
cruel y sanguinario, conocido por los “Treinta”, dirigido por Critias, compañero de
Sócrates. Gobernaron unos meses por medio del terror. Luego la democracia fue
restaurada en Ática, con bastante moderación, no obstante, fue el gobierno que en el 399
a. C. concedió que había que condenar a muerte a Sócrates. Algunos atenuantes ante la
decisión. No fue un acto de estupidez. Hay que pensar que la ciudad estaba derrotada,
maltratada y desmantelada por los espartanos; la democracia derrocada y el pueblo
asolado por la tiranía. El hombre que causó más daño a los atenienses y prestó más
importantes servicios a Esparta fue el aristócrata ateniense Alcibíades y este había sido
compañero permanente d e Sócrates y el temible Critias había sido otro. Aunque
Sócrates había sido un ciudadano eminentemente leal, resultó también un franco crítico
del principio democrático. Muchos atenienses pudieron haber considerado que la
traición de Alcibíades y la furia oligárquica de Critias y sus secuaces fueran una
consecuencia de la enseñanza d e Sócrates. Las calamidades de la ciudad podrían
haberse atribuido al derrumbe de las normas tradicionales de conducta y moralidad,
achacaban parte de la responsabilidad al interrogatorio continuo y público de todo lo
existente que formulaba Sócrates. Un total de 60 sobre 501 fue el resultado para la pena
de muerte, que dependió en gran parte de él mismo, se rehusó deliberadamente a
proponer el destierro, y también, en forma terminante, se negó a ser sacado de la
prisión. La muerte de Sócrates parece una tragedia hegeliana, un conflicto en el cual
ambas partes tienen su derecho.
El dominio de Esparta no duró mucho. Otras ciudades formaron una coalición, cuya
lucha se conoce como la Guerra de Corinto. La paz se restableció en 387 en la
desdichada forma de un edicto del rey de Persia, según el cual, una vez más, todas las
ciudades griegas debían disfrutar de autonomía. Las tres ciudades principales eran ahora
Atenas, Esparta y Tebas. Atenas se reponía lentamente, en lo económico y en lo
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político. Incluso llegó a formar una segunda Liga; una forma de autoridad central en los
estados egeos. En 371 sucedió un acontecimiento: Tebas derrotó al ejército espartano en
abierta lucha en Leuctra. Dos hombres, Pelópidas y Epaminondas, habían inventado una
nueva y audaz táctica militar. En lugar de formar la infantería pesada en una hilera de
ocho hombres (con la caballería y los guerrilleros en los flancos), ellos reducían un ala y
el centro y formaban la otra ala con una profundidad extraordinaria de cincuenta
hombres. Esta masa de infantes, actuando como un scrum de rugby, se abría paso por
las filas espartanas por su propio peso, y así sucedió lo increíble. Pero Tebas no tenía
una nueva idea política para ofrecer. Luego Epaminondas también ganó la batalla de
Mantinea, pero murió en ella y se derrumbó la preeminencia de Tebas.
Por el norte había una amenaza inesperada. Macedonia nunca había sido considerada
perteneciente a Grecia. Era un país agreste y primitivo. La familia gobernante tenía
pretensiones helénicas. Se atribuian pertenecer a la familia d e Aquiles, y la corte tentó a
Eurípides hacia el fin de su vida. En 359 a.C. llegó al trono Filipo II, mediante una serie
de asesinatos familiares. Era ambicioso, enérgico y astuto. Había vivido en Tebas y vio
cómo se había debilitado Grecia y también aprendió algo de las tácticas militares de
Pelópidas. Las adoptó y perfeccionó, así nació la famosa falange macedonia, que
dominó el campo d e batalla hasta que fue batida por la legión romana. Filipo quiso
dominar el mundo griego, con o sin Atenas. Parecía imposible. Macedonia estaba
amenazada desde el noroeste por las salvajes tribus ilirias; era un país atrasado.
ventajas: tenía muchos hombres y una mina d e oro recién descubierta, además del
secreto, la rapidez y la fata de escrúpulos. Trató con los ilirios y aseguró así las espaldas
de Macedonia en poco tiempo. Se apoderó de la ciudad griega de Anfípolis, la que
hubiese obstruido el paso hacia el sur. Comienza un largo y trágico duelo entre dos
grandes figuras de la política en el S. IV. Filipo y Demóstenes, el más grande orador de
todos los tiempos. Ateniense, escritor profesional de discursos, un patriota formado en
Tucídides. Advirtió el peligro, finalmente en toda su magnitud, y, en discurso tras
discurso, rogó a los atenienses que adoptaran una firme actitud. La Atenas del 350
contrasta con la del 450. Entonces las fuerzas atenienses estaban en todas partes, sus
ciudadanos dispuestos a cualquier sacrificio; ahora Demóstenes tenía que suplicarles
que defendieran sus intereses más vitales: que lucharan con fuerzas compuestas por
atenienses, no solo mercenarios. Los atenienses no querían oir verdades desagradables,
sí creían a Filipo. Finalmente, cuando era demasiado tarde, Demóstenes venció. Atenas
realizó un esfuerzo considerable y digno de elogio, había terminado la antigua lucha
contra Tebas y los ejércitos combinados marcharon contra Filipo, pero el resultado fue
“aquella deshonesta victoria/ en Queronea, fatal para la libertad”. Finalmente los
griegos tuvieron que aceptar lo que se les ordenó. Filipo instaló guarniciones
macedonias en tres ciudades estratégicas: “las cadenas de Grecia”. Dos años más tarde
murió. Su hijo y sucesor Alejandro Magno, uno de los hombres más asombrosos que
hemos conocido. Tenía 20 años y se movía muy hábilmente. En 15 meses sofocó una
insurrección en Tesalia, marcho a Grecia y asustó a las ciudades que habían enviado sus
anuencias(aprobaciones) a los asesinos de Filipo y pensaban rebelarse; realizó una
rápida campaña hasta el Danubio para asegurarse la retaguardia y, como el oro persa
persuadió a Tebas a levantarse contra su guarnición macedonia y a otras ciudades a que
se rebelaran, fue por segunda vez a Grecia, se apoderó de Tebas y la destruyó. Dejó una
sola casa en pie: la casa de Píndaro, cuando el Templo y la Torre habían sido
derribados. Todo esto en 15 meses. Tanto Grecia como los pueblos del norte
aprendieron su lección. En la primavera siguiente (334a. C.) Alejandro pasó a Asia.
Once años después murió, a la edad de 33 años, pero todo el imperio persa era ahora
macedonio y durante un breve tiempo, también el Panjab, nunca dominado por los
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persas. Adondequiera que fue, consolidó sus conquistas mediante la meditada fundación
de ciudades griegas, algunas de las cuales, en especial Alejandría, en Egipto, llevan el
nombre de su fundador. Cuando murió Filipo, estados como Atenas y Tebas eran, para
el griego, grandes y poderosos estados. Cuando murió Alejandro, los griegos nativos
contemplaban un imperio que se extendía desde el Adriático al Indo, y desde el Caspio
hasta el alto Egipto. Estos trece años produjeron un gran cambio. La Grecia clásica
había llegado a su fin y la vida tenía otra forma y otro significado.
¿Cuáles fueron las causas de este derrumbamiento inmediato de todo un sistema
político? 1) durante un siglo Grecia estuvo en guerras. Personalidades como Isócrates
abogaban a las ciudades griegas de unirse a Filipo para caer todos juntos contra el persa.
Platón había perdido toda esperanza en la democracia, formuló la teoría del “rey
filósofo” y realizó dos viajes a Sicilia con la esperanza de convertir en este rey filósofo
a Dionisio el joven, gobernante de Siracusa.
Internamente, en Atenas son fuertes los contrastes entre la época de Pericles y la de
Demóstenes. Para el ateniense de la primera época, el empleo de mercenarios se habría
parecido a la negación de la polis como lo era en efecto. La Atenas del S. IV parece de
letargo político, indiferente. Los hombres se interesaban en otras cosas y no en la polis.
En el S. IV existe un mayor individualismo. Lo vemos en el arte, en la filosofía, en la
vida. La escultura por ejemplo empieza a ser introspectiva, a atenerse a los rasgos
individuales, con su índole transitoria, ya no expresa lo ideal o lo universal. Es decir,
empieza a representar hombres, no el Hombre. Lo mismo sucede con el drama. Ya en la
última época del S. V la tragedia se aparta de los temas importantes y universales y se
interesa por personajes anormales, como Electra y Orestes d Eurípides o en relatos
románticos y fugas conmovedoras, como en Ifigenia en Táuride y Helena. En filosofía
encontramos escuelas como los cínicos y los cirenaicos. La gran pregunta era: ¿Dónde
está el Bien para el hombre? Y la respuesta dada no tenía en cuenta la polis. Los cínicos,
cuyo ejemplo extremo era el famoso Diógenes, decían que la Virtud y la Sabiduría
consistían en vivir de acuerdo con la naturaleza, y en abandonar vanidades tales como el
deseo de honores y la comodidad. Diógenes vivía en un tonel y la polis tuvo que
prescindir de él. Los cirenaicos, una escuela hedonista, sostenían que la sabiduría
consiste en la recta elección de los placeres y en eludir lo que podría perturbar el fluir de
la vida, y así evitaban la polis. En este tiempo fue acuñada la palabra cosmópolis, para
expresar la idea de una comunidad del hombre sabio, dondequiera que viviese era
ciudadano. Aparte de su sentido filosófico, el cosmopolitismo era el complemento
necesario del nuevo individualismo. La cosmópolis empezaba a reemplazar a la polis.
En la vida privada, había ostentación.
Por qué sucumbió la polis en esta época y no en el siglo anterior? Cada ciudadano debía
participar (ya vimos eso). El ideal procedía de la concepción homérica de la areté, como
la excelencia completa y una actividad total. Esto implica un respeto por la totalidad o la
unicidad de la vida, y un consiguiente desagrado por la especialización. Un hombre
debía ser todo a su debido tiempo: tal era su obligación para consigo mismo y para con
la polis. Esto implica un modo de vida simple. Pero el hombre occidental, tiene que
investigar, averiguar, experimentar, progresar, y el progreso destruyó la polis.
Platón y Aristóteles. Ambos proclamaron que la polis debe bastarse a sí misma, la
autárkeia, autosuficiencia, es la primera ley de la ciudad, en la práctica pretendían
abolir el comercio. Ambos coincidían en que las pequeñas poleis aseguraban la única
base para una vida realmente civilizada, y era ésta una opinión correcta. Para esto
debían cumplirse tres condiciones:
1) las poleis debían manejar sus asuntos con inteligencia y disciplina.
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2) las poleis tenían que ser lo bastante fuertes para mantener el orden, sin pretender
inmiscuirse indebidamente en las cuestiones privadas de las demás.
3) exigía que el territorio fuese espacioso para que los sembrados no se molestasen entre
sí. En los primeros tiempos esto se cumplió pero las exploraciones del Mediterráneo y el
crecimiento del comercio alteraron las cosas. Comenzó la rivalidad comercial que
suscitó las guerras a gran escala. El desarrollo de Atenas contradecía la ley de la
autárkeia, que desde los tiempos de Solón pasó a depender cada vez más de la
exportación del vino, aceite y artículos manufacturados y de la importación de cereales
del Mar Negro y de Egipto. Por lo tanto tuvo que controlar el Egeo y el estrecho de los
Dardanelos. Esto era incompatible con el sistema de ciudad-estado.
La guerra se convertía cada vez más en un oficio de profesionales, las tácticas requerían
especialistas. Quedaba atrás la época en que un ciudadano era un estadista y un militar.
Los mercenarios tuvieron su razón de ser, aunque encerraron siempre un peligro. La
táctica naval lo mismo. En las Guerras Médicas los barcos griegos eran lentos y
pesados, propios de hombre de tierra adentro, como la flota romana en la primera guerra
púnica. La idea era abordar la embarcación enemiga y luego pelear en cubierta. Pero,
cincuenta años después, en los primeros tiempos de la G. del Peloponeso, la trirreme
ateniense, “con tres bancos de remos”, era un verdadero buque, construido como una
embarcación de carrera. Se prefería la velocidad y la movilidad, y los remeros,
ciudadanos, no esclavos, habían sido adiestrados. Se podía virar en redondo y pasar
rasante ante el enemigo. Los arqueros en cubierta hacían lo suyo. El imperio ateniense
brindaba el grado de especialización, la polis no. El Pireo era el puerto más activo del
Mediterráneo. Surgieron industrias, llegaron extranjeros. El alto grado de
industrialización era incompatible con un modelo de vida agrícola ganadero. Esto trajo
disconformidad en la población de la ciudad. El desorden económico también se vio
reflejado en la moralidad griega. Esta había continuado siendo severamente tradicional,
cimentada en las virtudes cardinales de Justicia, Fortaleza, Templanza y Prudencia. Los
poetas y los artistas habían proclamado la belleza de la justicia, los peligros de la
ambición, la locura de la violencia. Esta moralidad, por supuesto, no era practicada por
todos los griegos, así como tampoco el cristianismo fue observado por toda la
cristiandad. No obstante, era un arquetipo aceptado. Si un hombre obraba mal, lo sabía.
Este es el fundamento simple y fuerte sobre el cual podía edificarse una vida común.
Pero el S. V cambió por completo. Hacia su fin, nadie sabía orientarse mentalmente: el
inteligente, subvertía las concepciones y creencias conocidas, y el simple sentía que
todo eso estaba pasado de moda. Si se trataba de la Virtud, la respuesta era: “todo
depende de qué entiendas por virtud”, y nadie lo comprendía, por eso los poetas dejaron
de interesarse en el problema.
Sócrates fue el hombre más noble que jamás existió. Se había interesado en las
especulaciones de los físicos, pero las abandonó por considerarlas infructuosas y
triviales en relación a la pregunta: ¿Cómo debemos vivir? Él no sabía la respuesta pero
se empeñó en hallarla mediante el riguroso examen de las ideas de los demás hombres.
Esta investigación mostró a Sócrates y a los ávidos jóvenes que lo seguían que la moral
tradicional no estaba fundada en la lógica. Nadie en Atenas podía dar una definición de
ninguna virtud moral o intelectual que sobreviviera a una conversación de diez minutos
con este formidable dialéctico. El efecto sobre algunos de los jóvenes fue desastroso; su
creencia en la tradición fue destruida y nada se colocó en su lugar. Así, Sócrates decía
que la ciudad se ocupaba de consultar a un experto para la construcción de un muro o un
dique, pero una materia infinitamente más decisiva como la moral o la conducta
permitía que cualquiera diese su opinión indocta.
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Tanto Sócrates como Platón tuvieron el designio de poner a la Virtud sobre una base
lógica inatacable, llevarla al conocimiento exacto para que pudiese ser aprendida y
enseñada. Este objetivo llevó directamente a la República, la antítesis profesional de la
polis aficionada, pues el adiestramiento de los ciudadanos en la virtud, es decir, el
gobierno de la polis, debía ser confiado a los que sabían qué cosa era la virtud. Esto trae
como consecuencia la fragmentación de la sociedad en individuos, dada uno de ellos es
experto en una sola ocupación. El arte de la política, el más importante es para quien
llegue a dominarlo. Estas doctrinas exceden los límites de la polis.
Este fermento intelectual produjo el movimiento de los sofistas. Platón le dio el sentido
peyorativo al término. Ellos eran maestros y no investigadores, y sus designios eran
prácticos y no filosóficos. La palabra significa “maestro de sophía”, y sophía es de
difícil traducción, significa sabiduría, inteligencia o destreza. Quizás profesor sería un
aproximado equivalente moderno de sofista. Además, recibían paga por sus enseñanzas.
Ellos, como Sócrates, criticaban la moralidad tradicional. Trasímaco, por ejemplo decía:
“La justicia es simplemente el interés del más fuerte”. Otro, Protágoras, decía: “el
hombre es la medida de todas las cosas”. Esto significa que la verdad y la moral son
relativas. Con el advenimiento de los sofistas, la educación se volvió especializada y
profesional, accesible sólo a quienes quisieran pagarla. Se abría por primera vez una
brecha entre el ilustrado y el ignorante.
Enseñaron retórica. El arte de la persuasión había sido analizado, elaborado y reducido a
un sistema. Ahora se enseñaba por una paga. En Las Nubes de Aristófanes vemos cómo
el hombre común es derrotado en el debate y rechazado en su petición, se quejaba del
modo como se había pervertido la justicia.
CAPÍTULO X LA MENTE GRIEGA
En este capítulo se examina el carácter del pensamiento griego. El sentido de la
totalidad de las cosas es quizás el rasgo más típico de la mente griega. Por ejemplo
Homero tiende a establecer un marco universal, la versatilidad de los hombres griegos
en ejercer diversas funciones a la vez, como Solón, político y reformador económico,
hombre de negocios y poeta y la integración de la vida en la polis. A diferencia del
pensamiento moderno que divide, especializa, piensa en categorías; el instinto griego
era lo opuesto, veía las cosas como un conjunto orgánico. Los discursos de Cleón y
Diodoto mostraban precisamente lo mismo: los problemas particulares deben ser
generalizados. Comenzaremos con la lengua griega.
Kalós-aischrós.
Hamartía.
Areté homérica.
La diferencia entre cuerpo y alma, que el mundo cristiano y el oriental establecen, es
ajeno al pensamiento griego, al menos hasta la época de Sócrates y Platón. Para el
griego existía el hombre total.
Competiciones: locales e internacionales son un ejemplo claro de la mente griega. Los
Juegos Olímpicos, el más grande de los cuatro festivales internacionales, eran
celebrados en honor de Zeus en Olimpia; los Juegos Píticos en honor de Apolo, los
Juegos Panatenaicos, en honor de Atenea. Además se realizaban en recinto sagrado. El
torneo estimulaba y desarrollaba la areté humana, y a la vez, una digna ofrenda al dios.
Además, se celebraban juegos en honor de un héroe muerto, como en el caso de
Patroclo en la Ilíada. Como la areté es tanto mental o corporal, no existía la menor
incoherencia o afectación en combinar los certámenes musicales con los atléticos.
Apolo era el “Señor de la lira”. Los juegos ponían a prueba la areté del hombre
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completo, no una habilidad especializada. Las pruebas eran una carrera de unos 200m,
la gran carrera (2,5km.), la carrera con coraza, el lanzamiento del disco y la jabalina, el
salto en largo, la lucha, el boxeo (muy peligroso) y la carrera de carros. El gran
acontecimiento era el péntathlon: carrera, salto, lanzamiento del disco y la jabalina y
lucha. Si uno vencía en todo esto, podía considerarse un hombre. No hace falta decir
que la carrera hoy llamada Maratón fue desconocida hasta los tiempos modernos; los
griegos la habrían juzgado una monstruosidad. En elación a la destreza en juegos como
el golf y el billar, los griegos la harían considerado algo excelente para un esclavo. Para
un griego era imposible adquirir una pericia de este tipo y al mismo tiempo vivir la vida
que corresponde a un hombre o a un ciudadano. Para Aristóteles, un caballero debe
saber tocar la flauta pero no demasiado bien.
El vencedor de los juegos era un Héroe, y recibía su homenaje con honores públicos por
ejemplo, comer en el ayuntamiento por el resto de sus días a cuenta del erario público,
lo que completaba la corona de olivo silvestre. Y entre los dorios se encomendaba a un
poeta que escribiese un himno coral en su honor, para ejecutarlo en un banquete o en
algún festival religioso. En la primera mitad del s. V Esquilo y Píndaro. El segundo fue
el autor más conocido de lírica coral. Era un poeta de jerarquía que escribía odas a los
atletas. Llama la atención que el autor al héroe atlético siempre le advierte lo efímero de
la victoria y de la condición humana en general. Para Píndaro, la excelencia física moral
e intelectual, y también la simple riqueza, eran partes de un todo. El hombre era “flor de
un día”, “un resplandor brillante se cierne sobre él, y un esplendor divino”. Es una
visión completa de lo físico, lo intelectual, lo moral, lo espiritual y lo sensorial. En ese
concepto integrador subyace la vida griega, la cordura esencial.
El hombre griego conocía el éxtasis místico, y lo buscaba en los cultos de Dioniso. Es
muy elocuente la leyenda religiosa que durante tres meses al año Apolo abandonaba a
Delfos y Dioniso ocupaba su lugar. Eurípides bosqueja el retrato de un exaltado:
Hipólito, el puro y virginal adorador de la diosa virgen Artemisa, que no honra a
Afrodita, la diosa del amor. La Edad Media hubiese hecho de él un santo, Eurípides lo
convierte en un trágico inadaptado. El Hombre debe rendir culto a ambas diosas, aunque
puedan parecer antagónicas. Hipólito es destruido por Afrodita, a quien desprecia, y su
Artemisa nada puede hacer para protegerlo.
Otro aspecto de la mentalidad griega es la firme creencia en la Razón. El griego nunca
dudó de que el universo no es caprichoso: obedece a la Ley; y, por consiguiente, es
susceptible de una explicación. En Homero vemos la idea de que detrás de los dioses, a
veces identificado con ellos, hay un poder sombrío que Homero llama Anánke, la
necesidad, un orden de las cosas que ni siquiera los dioses pueden infringir. La tragedia
griega está forjada en la fe de que la ley reina en los asuntos humanos y no el azar.
Edipo Rey de Sófocles. No podemos interpretarlo como si el hombre fuera un juguete de
un destino maligno. Lo que Sófocles expone es que en la más compleja y aparentemente
fortuita combinación de acontecimientos existe un designio, aunque no podamos llegar
a comprenderlo. Como los dioses pueden ver el designio total, Apolo pudo vaticinar lo
que haría Edipo. En Esquilo la Ley es más simple: es la ley moral. El castigo sigue a la
hýbris como la noche al día. Por esta causalidad Whitehead considera a los poetas
trágicos como los verdaderos fundadores del pensamiento científico, más que a los
filósofos primitivos.
Filósofos: Tales de Mileto, fue el primero que expresó sus ideas en términos lógicos y
no mitológicos. En Egipto aprendió matemática y en caldea astronomía. Los egipcios
habían medido la pendiente del Nilo en una extensión de 1100 km con un error de unos
pocos centímetros y resolvieron el problema según el cual, en un triángulo rectángulo,
el cuadrado d e la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los dos catetos. Los
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griegos no habían estudiado nada de esto, se mantuvieron aferrados a problemas
morales, religiosos y sociales. De Tales sabemos poco. Predijo que durante el año 585
el sol sufriría un eclipse total. Se cumplió puntualmente en el día que para nosotros es el
28 d e mayo. Aplicó sus conocimientos de geometría al problema d e medir la distancia
de un buque en el mar y contribuyó con el arte d e la navegación y perfeccionó el
calendario. Era un hombre práctico, y también se interesaba por la política pues sugirió
a las desordenadas ciudades jónicas que debían formar una liga política con centro en
Teos. Lo más importante que hizo Tales fue formularse la pregunta: “¿De qué está
hecho el mundo?”, y la respuesta fue: de agua. Lo interesante es la simple formulación
de la pregunta. Lo interesante de la respuesta es que consideraba que el mundo no
consistía en muchas cosas sino en una sola; y ahí tenemos la característica del
pensamiento griego, el universo, tanto físico como moral, no debe ser solo racional, y
por consiguiente cognoscible, sino también simple. La multiplicidad aparente de las
cosas es sólo superficial. Lo mismo pensaban los trágicos griegos. Thales coincidiría en
que los elementos químicos son en verdad combinaciones distintas de una sola cosa. S.
XX. Hubiera objetado la multiplicidad de elementos que consideraba un físico del S.
XIX.
Anaximandro fue el sucesor de Tales, otro hombre práctico. Hizo el primer mapa y
condujo una colonia desde Mileto a Apolonia. Parece que sostuvo que la suprema
realidad física no podía ser ella misma una de las sustancias físicas, y así sustituyó el
agua por “algo indefinido”, sin propiedades, pero que contenía “oposiciones” dentro de
sí, tales como lo caliente y lo frío, lo húmedo y lo seco. Mediante estas oposiciones, y
por la influencia de un movimiento eterno, los objetos de los sentidos son formados de
lo Indefinido y a él vuelven cuando se destruyen. También tuvo la concepción de un
equilibrio de fuerzas en la naturaleza, que expresa en términos de dike, que en un
contexto diferente significa justicia. El movimiento eterno estaba representado como un
remolino o vórtice con la tierra en el centro, una idea que capacitaba a Anaximandro
para mejorar la doctrina de Tales de que la tierra (plana) reposa sobe el agua;
Anaximandro sostenía que aquélla se halla libremente suspendida en el espacio,
equidistante en cualquier dirección de la periferia del vórtice. Este era un notable
adelanto, además anunció que las criaturas vivientes surgieron del agua cuando esta se
evaporó por la acción del sol, y que el hombre fue en su origen un pez. (la mitología
sostenía que el hombre derivaba indirectamente de los dioses y los Titanes). La teoría
de Anaximandro se basa en el razonamiento puro.
Parménides y Zenón, en la escuela eleática otorgaron una mayor confianza aún en la
razón. Zenón es el inventor de las famosas paradojas. Éstos sometieron las teorías
físicas de los jónicos a un examen lógico, y, por razonamiento metafísico, llevaron la
teoría atómica.
Parménides, su reflexión: el no-ser no es; es decir, que la nada no es. Por consiguiente,
lo que es, es eterno, pues si así no fuera, debería haber surgido de la nada o terminar en
ella; y la nada no existe. El movimiento es una ilusión, pues una cosa solo puede
moverse avanzando en el espacio vacío, es decir, en la nada. La materia es uniforme,
pues no puede mezclarse con la nada para rarificarse; el Universo es un plenum inmóvil,
uniforme, esférico.
Un absurdo, naturalmente, pero el investigador moderno no desdeña el resultado
negativo. La investigación de las leyes de la lógica fue un resultado del pensamiento de
Parménides; el otro fue la teoría de Leucipo y Demócrito, quienes aceptaron la
concepción de Parménides sobre el universo, pero postularon un número infinito de
ellos y también un espacio vacío en que pudieran moverse. Estos eran los átomos, que
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constituian todo lo que existe y que se reunían y separaban de nuevo por un movimiento
natural.
Otro problema debatido fue la naturaleza, y también la posibilidad del conocimiento.
Había sido universalmente aceptado que la Realidad constituia algo estable, pero
Heráclito, un escritor oscuro y sibilino (hermético, indescifrable), sostuvo la alarmante
doctrina según la cual era verdad lo contrario: la esencia del universo es el cambio; todo
se halla en estado de constante fluir. No se puede entrar dos veces en el mismo río, pues
la segunda vez no es ya el mismo, proposición que un sucesor enmendó agudamente:
“No se pede estar una sola vez en el mismo río”, pues este cambia mientras uno está en
él. ¿Se puede sostener que una cosa es, si siempre se está convirtiendo en algo
diferente? ¿Es posible formular un juicio firme sobre cualquier cosa?
Esta filosofía de Heráclito influyó mucho sobre Platón, pues la distinción entre el
cambiante, imperfecto y esencialmente incognoscible mundo de los sentidos y el
invariable, perfecto y cognoscible mundo de la Realidad es el fundamento del
platonismo.
El desdén de lo superficial, las apariencias transitorias de las cosas, su multiplicidad y
variedad, y el anhelo de llegar a la simple realidad interior, no se ve acaso también en la
escultura griega, la que hasta por lo menos comienzo del s. IV no intentó representar al
individuo y en cambio se esforzó en perfeccionar su representación del atleta o el dios?
Lo mismo vemos en la tragedia.
El drama griego clásico muestra una arquitectura que se diferencia con la gótica. Estas
diferencias evidencian el hábito mental a que nos referimos. La arquitectura gótica se
complace en la multiplicidad, en los mayores contrastes de luz y sombra, en la
ornamentación que extiende sobre todo el dominio de la naturaleza: pájaros, animales y
flores, figuras de reyes, santos y ángeles y también figuras grotescas. También la
tragedia isabelina presenta toda la complejidad y riqueza de la vida: reyes y ciudadanos,
consejeros y soldados, amantes, cómicos, niños, hadas. Todo está allí. Se ha dicho que
una catedral gótica nunca está terminada y, a la inversa, Shakespeare ha sido a menudo
abreviado; pero ¿quién podría agregar algo a un templo griego que no fuese una
excrecencia superflua, o cortar una escena de un drama griego sin volverlo ininteligible?
Por ejemplo en Los Persas de Esquilo (v. 252) no vemos ningún contexto bélico. La
acción transcurre en la capital persa, la acción es vista solo con ojos persas, se
simplifica tanto el curso de la guerra que la batalla naval d e Artemisio no es
mencionada, ni tampoco la heroica defensa de las Termópilas, y ni un solo griego es
llamado por su nombre. No se trata de que el drama griego no permitiera un tratamiento
realista de la guerra, solamente. El verdadero punto de la cuestión es que los autores
tampoco querían serlo. Esquilo no quiso escribir una pieza histórica, al modo d e
Shakespeare, sino un drama sobre la idea de que la hýbris, en este caso el imperdonable
desafío de Jerjes a la voluntad de los Cielos, siempre es inexorablemente castigada. En
el drama Jerjes es vencido por Zeus, los griegos no son más que intermediarios, y
también la verdadera alma de Grecia. Esquilo dramatiza no el hecho, sino su
significación esencial; y no duda el autor en modificar los detalles históricos si no
expresan con claridad la situación íntima. Su procedimiento lo lleva a la sencillez y la
intensidad. Así la forma es más lograda y tensa. Ratifica por anticipado lo que
Aristóteles dice en Poética, que la poesía es más filosófica que la historia.
Resumen de las características del hombre griego: su confianza en la razón, su
extraordinario sentido de la forma, su amor por la simetría, su propensión creadora o
constructiva, su tendencia a confiar en el razonamiento a priori.
Comparación de Antonio y Cleopatra de Shakespeare y Agamenón. Shakespeare
Incluye acontecimientos superfluos de la historia; Esquilo fragmenta el mito y la
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historia de modo que construye un drama sobre cierta concepción de la justicia
retributiva. Su estructura no es el relato sino aquella concepción. Los datos que incluye
tampoco respetan un criterio cronológico. Además, el auditorio ya sabía el qué de la
representación.
En la prosa griega también se da la pasión por el equilibrio y la antítesis.
Simetría, Ley y Razón forman tres aspectos de una misma cosa. Luego Kitto se dedica a
hablar de experimentos matemáticos y comenta la importancia que para los griegos tuvo
esta disciplina, inclusive para Platón, a quien se le atribuye el dicho de que Dios
siempre está practicando geometría. Junto con el impulso matemático, Platón combinó
la convicción socrática de que el adecuado estudio de la humanidad es el Hombre, y el
supremo Bien, para el Hombre. También heredó el método dialéctico de Sócrates, es
decir, la búsqueda mediante la indagación lógica de la definición integral, del lógos de
las virtudes. Creía, como Sócrates, que la Virtud es conocimiento, que un hombre que
sabe lo que es la virtud por fuerza la practicará. También Platón señaló la tajante
división entre conocimiento y opinión. El conocimiento no es lo que se ha dicho,
mostrado o enseñado a un hombre; solo puede ser lo que él ha extraído de sí mismo
mediante una pesquisa larga y rigurosa. Además, sólo lo que es, es objeto de
conocimiento, no los objetos de los sentidos que se están siempre convirtiendo en
alguna otra cosa. Los sentidos sólo pueden mostrarnos copias provisorias e imperfectas
de la realidad. De estas Realidades, o Ideas, la más alta es el Bien, y aunque Platón no
identifica formalmente el Bien con Dios, habla de su naturaleza divina en tales términos
que la identificación formal variaría las cosas muy poco.
Ese es el conocimiento que aparta al hombre del mar, el Conocimiento del Ser, del Bien,
virtualmente, de Dios. No es un conocimiento puramente intelectual, pues la fuerza
impulsora es una pasión tanto moral como intelectual y su objeto es la Verdad que todo
lo abarca.
CAPÍTULOXI. MITO Y RELIGIÓN
Se ha afirmado en reiteradas oportunidades hasta aquí que el griego procuraba por
instinto la unidad y el orden en el universo, y esto podría hacernos esperar que fuese
monoteísta, en cambio, profesa el más exuberante politeísmo, incluso en el esplendor de
la cultura, los poetas parecen inventar nuevos dioses sin pensarlo dos veces: la
Esperanza o el Temor, o concepciones semejantes, pueden endiosarse sin que nadie se
sorprenda. El fondo de la poesía y el arte es absolutamente serio, en el sentido de
responsabilidad moral, aunque no carece de alegría y encanto. Sin embargo, los mitos
muestran impudicias, con innumerables historias de caprichos, brutalidades y
enamoramientos divinos. En esto radica la dificultad para la adecuada interpretación de
estos mitos. La explicación comenzaría por aclarar que la palabra griega theós no
significa Dios, y el vínculo entre teología y moralidad no era lo que nosotros
consideramos, en realidad no existía virtualmente ninguna relación, y recordemos que
nos acercamos a los mitos por su versión literaria, no la versión primitiva. En realidad
comenzamos el conocimiento de este elemento de la vida griega con Ovidio y las
posteriores fuentes helenísticas.
Politeísmo: como todos los pueblos primitivos, los griegos de la edad arcaica pensaron
sobre los dioses. La vida se halla en realidad sujeta a fuerzas exteriores que no podemos
dominar-el tiempo atmosférico, por ejemplo, y estas fuerzas son theói, dioses. Todo lo
que podemos hacer es tratar de estar en buenas relaciones con ellos. Son potencias
heterogéneas y arbitrarias; la lluvia cae tanto sobre el justo como sobre el réprobo, por
lo tanto hay otros poderes que nos protegerán (esperemos), como los dioses de la tribu,
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del clan, de la familia, del hogar. Estos integrantes invisibles del grupo social deben ser
tratados con escrupuloso respeto. Es necesario ofrendar sacrificios a todos los dioses en
la forma prescripta, cualquier irregularidad puede irritarlos. Tampoco es claro que ellos
estén limitados por las leyes éticas de los hombres, algunos no lo están, por eso se
afirma que hay una escisión entre teología y moral. Por el temperamento griego, los
dioses se convirtieron en algo así como reyes sublimados. En segundo lugar, el impulso
hacia la unidad y el orden redujo el número de dioses y los agrupó en una familia y un
consejo de familia. Ejemplificación: el gran dios tribal o nacional, Zeus, era también un
dios celestial. Había además una deidad, Herkêios, que protegía el hérkos de un hombre,
o sea el “recinto de su granja”. Estos dos dioses se convirtieron en uno solo, bajo el
nombre de Zeus Herkêios; Herkêios se transformó en un simple adjetivo, un aspecto
especial de Zeus en esta función particular de defender el recinto.
Además, existe un ritmo regular en el universo que puede forzarse, pero nunca
romperse. Es decir, hay un poder superior a los dioses, estos no son omnipotentes. Este
poder sombrío era llamado Anánke, “lo que debe ser” o Moîra, “la fatalidad
distribuidora”. Esta concepción de un poder universal e impersonal contiene el germen
tanto de la religión como de la ciencia.
En una segunda etapa efectivamente se combinan la teología con la moral. Por un
lado, el sacrificio de los dioses exigía una estricta pureza ceremonial; así por ejemplo,
un hombre que había derramado sangre no podía tomar parte en ellos hasta que
estuviese purificado. Era natural que, con el tiempo, esta divina exigencia de pureza
exterior se extendiese a la pureza interior. Asimismo, ciertas ofensas que la ley humana
no podía castigar ni los hombres percibir, fueron puestas bajo la sanción divina. En las
condiciones primitivas, el que estaba fuera de la ley, el refugiado, carecía de protección
legal, y las personas humildes no podían obtenerla con facilidad. Por consiguiente, el
suplicante, el forastero, el mendigo eran considerados como seres que estaban al
cuidado especial de los dioses. El perjurio es una ofensa que a veces resulta imposible
probar; por tal causa es de las que repugnan particularmente a la divinidad. Sobre todo,
los griegos se negaban en forma terminante a distinguir entre la Naturaleza y la
naturaleza humana. Así, pues, las fuerzas que rigen el universo físico deben regir
también el universo moral. Por este tiempo los dioses se han espiritualizado, Anánke o
Moira son ahora no ya los superiores de Zeus, sino la expresión de su voluntad; y otros
poderes divinos como las Furias o las Erinias que castigan la violencia y la injusticia,
son sus leales agentes. Pero ¿no había discrepancia entre tal concepción de Zeus y los
mitos que lo representaban como violento, irascible, enamorado? La había en efecto.
Antes de ver las discrepancias, veremos cómo surgieron los mitos.
Kitto no se detendrá en dos tipo de mitos: el histórico o de pretensión histórica, como el
ciclo troyano, y las fábulas como la de Perseo, que cortó la cabeza de la Gorgona, las
que son mitos populares, Märchen, cuentos de hadas, como la historia de Jack y el tallo
de la haba. Le interesan por ej. el derrocamiento y la mutilación de Cronos por su hijo
Zeus, y la enorme cantidad de diosas, ninfas y mujeres mortales que fueron
sucesivamente amadas por Zeus y Apolo. Son historias que desorientan y ofendían a los
griegos en días d e mayor reflexión.
En general, estos relatos asumían el carácter de interpretaciones de las cosas,
representaban el color y el movimiento con que los griegos revestían lo más saliente de
su experiencia vital y cuya expresión simbólica se veía impulsada por su inteligencia.
Eran explicaciones.
Sólo las religiones muy desarrolladas son exclusivas e intolerantes: las religiones como
el judaísmo, el cristianismo, el mahometismo. Una religión politeísta es naturalmente
hospitalaria con los nuevos dioses. Cada pueblo que llegaba mantenía sus creencias y
Apuntes elaborados por la Prof. Dra. María Inés Saravia de Grossi. 2010
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asimilaba las del pueblo que lo recibía. La piedad y la prudencia impedirían
menospreciar el culto existente, por lo tanto se unían el viejo y el nuevo.
A menudo la deidad primitiva fue una diosa, entonces resultaba natural convertirla en
esposa del nuevo dios. Así, Zeus y Apolo tuvieron una inmensa progenie en incontables
diosas, ninfas o simples mujeres. Pero estos amores divinos fueron consecuencia
fortuita, no la intención de los mitos, y no ofendían el sentimiento religioso
precisamente porque sabía que representaban solo una explicación. No tenían ningún
alcance dogmático, apologético o educativo. Eran aclaraciones. Lo esencial consistía en
honrar al dios mediante el rito; nada obligaba a creer en las historias que corrían sobre
él.
También existía otro tipo de mitos, mucho más tosco. De distinto origen, aunque
también se consideraba una explicación. Qué motivó la invención de una historia sobre
Zeus, que ofendía tan en lo íntimo a los griegos posteriores, según la cual éste derrocó a
su padre Cronos y lo tuvo prisionero en las remotas profundidades del Infierno? para ser
breves, tales mitos constituyen un intento de abordar el origen de las cosas, primero del
universo físico y después de los dioses. En el comienzo existió el Caos, el “abismo
tenebroso”, (bostezo). Del Caos surgió la ancha y dilatada Tierra, la verdadera madre de
todas las cosas, de los dioses y de los hombres. Ella produjo a Uranós (el Cielo), y la
Tierra y el Cielo al unirse produjeron la Noche, el Día y una raza de seres monstruosos,
imágenes estos últimos de fuerzas tanto físicas como psicológicas. Este gradual paso de
la confusión al orden era expresado naturalmente en términos humanos. ¿Por qué la
Tierra y Uranós no siguieron engendrando esta prole primitiva? ¿Cómo llegó el orden?
Uranós fue vencido y encadenado por un hijo nuevo y superior, Cronos, y en la plenitud
del tiempo Cronos fue a su vez vencido y superado por Zeus, bajo cuyo mandato se
iniciaron el mundo y el orden moral que conocemos. Si fue Cronos hijo de Urano y
Zeus hijo de Cronos fue puramente accidental, no había nadie más de quien pudieran ser
hijos. Sólo una época posterior y más artificiosa pudo insistir en este detalle y
horrorizarse por la conducta tan poco filial de estos dioses.
El politeísmo griego fue entonces una religión natural, que se volvió más compleja y
politeísta por la dispersión de la raza griega, y por la unidad, al menos en ciertas partes
de Grecia, de dos diferentes clases de religión, una vinculada con el grupo social, y otra
relacionada con el culto de la naturaleza. El instinto griego a favor de la armonía y la
lógica se advierte en la creación del sistema olímpico presidido por Zeus, el padre de los
dioses y los hombres. En él, los dioses helénicos tribales y celestes, los dioses y diosas
de la naturaleza, en apariencia no helénicos, toda una multitud de dáimones (espíritus y
no demonios) tales como las Erinias o Vengadoras, las abstracciones personificadas
como Dike, la justicia, y Thémis, la Ley, fueron reunidas dentro de un sistema
coherente. También la moral se incorpora dentro de la protección de los dioses.
Los numerosos mitos fueron explicaciones deliberadas de los más variados hechos y
fenómenos y la vivaz imaginación griega no podía evitar el darles una forma dramática
y personal.
Pero cuando la religión y la moral empezaron a coincidir, cuando los dioses fueron no
sólo poderes naturales, sociales y psicológicos, sino también poderes morales, el
elemento amoral en el mito se convirtió en un obstáculo. Mostraba una contradicción
que fue considerada de un modo distinto por los filósofos y por los artistas. Los artistas
quitaron u olvidaron lo que no les agradaba y continuaron utilizando el resto con
espíritu creador; los filósofos arrasaron con todo.
En el s. VI, un pensador jónico como Jenófanes observó que si los asnos fuesen
religiosos imaginarían a sus dioses con apariencia de asnos. Lo mismo podía decirse
del antropomorfismo que era el alma del mito. El mismo Eurípides condena “las
Apuntes elaborados por la Prof. Dra. María Inés Saravia de Grossi. 2010
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despreciables historias de los poetas”. Si un dios hace mal, no es dios,; si desea algo, no
puede ser dios, puesto que Dios es perfecto y completo. Platón condena a los poetas por
propalar historias triviales, falsas y hasta perversas sobre los dioses, por ej. Que
luchaban entre sí o padecían emociones como el pesar, la ira, el regocijo. Platón no
permitiría la enseñanza de Homero en su República. De acuerdo con lo que conocemos,
su reproche a los poetas cae en el absurdo. No admite el camino artístico como
búsqueda de la verdad. Es excesivamente intelectual, pero paradójicamente, más poeta
que muchos y creador de algunos de los más profundos y más hermosos mitos griegos.8
Los poetas no fueron conscientes de esta pugna. Píndaro, Esquilo, Sófocles, Eurípides
fueron poetas filosóficos como nunca los hubo, y el mito, incluso el “inmoral”,
constituia su medio de inspiración. Es importante tener en cuenta cómo lo emplearon.
No escribieron “sobre” personajes mitológicos, no tomaban figuras como de un Arca de
Noé. Ellos construian sus dramas a partir de sus propias luchas con los problemas
religiosos, filosóficos y morales de su época, con absoluta libertad.
Medea de Eurípides. El asesinato de los niños por su madre fue invención de Eurípides.
En versiones primitivas del mito los hijos son muertos por el pueblo de Corinto. Con
este recurso agudiza la idea de cuán devastadora es para el que la padece y para la
sociedad, una pasión que no es regida por la razón.
Esquilo: recurre a los mitos antiguos más violentos y les infunde una significación
profunda. En Prometeo recrea el antiguo relato cosmogónico de la guerra entre los
dioses; según esto, Prometeo desafió a Zeus y padeció como consecuencia un tormento
de por vida. En la Orestía, la exigencia de Artemisa a Agamenón, de sacrificarle a su
hija es un mito que procede de los remotos días en que se hacían sacrificios humanos.
Sin embargo, estos mitos están firmemente estructurados en dos ciclos dramáticos-uno,
por desgracia, incompleto- que se cuentan entre las supremas realizaciones de la mente
humana, dramas sobre el nacimiento y crecimiento de la razón, el orden y la piedad
entre los dioses y los hombres. Así, en los poetas el mito siguió siendo vital y se colmó
de un profundo sentido religioso y filosófico. Continuó siendo lo que era: una
explicación, pero en manos de estos poetas graves y poderosos, se convertía en una
explicación de la vida y del alma humana. Algunos de los últimos dramas de Eurípides
muestran cuánto se desviaba el centro de gravedad. El pensamiento se encauza por
senderos puramente filosóficos. La clásica unidad de mito y religión se quiebra. El autor
lo toma como forma satírica, retozona o romántica.
Pero el futuro del pensamiento griego yacía en los filósofos. El elemento griego en el
cristianismo es muy importante y deriva de Platón. Fue la filosofía griega,
especialmente la concepción platónica de lo absoluto, la deidad eterna, la que preparó al
mundo para recibir una religión universal.
En el Helenismo los mitos fueron catalogados y estudiados. Los autores al principio
gratos, se vuelven de una pesadez intolerable. Ha muerto lo que estaba vivo en Píndaro,
en Esquilo, en Sófocles y en Eurípides.
CAPÍTULO XII. VIDA Y CARÁCTER
Sobre Jenofonte.
8 Ver ej. en las últimas pp de su Gorgias y último libro de República, el mito de Err.
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