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D.3 PROGRAMA DE SEGUIMIENTO DE VARIABLES INDICADORAS DE LA EVOLUCIÓN
DEL HÁBITAT EN LAS ÁREAS QUEMADAS DEL PARQUE NACIONAL DE GARAJONAY
INFORME GENERAL DEL PROGRAMA DE SEGUIMIENTO DE
VARIABLES INDICADORAS DE LA EVOLUCIÓN DEL HÁBITAT EN
LAS ÁREAS QUEMADAS DEL PARQUE NACIONAL DE GARAJONAY
“Informe general del Programa de Seguimiento de variables indicadoras de la evolución del hábitat”
D.3 Programa de seguimiento de variables indicadoras de la evolución del hábitat en las áreas quemadas del PN de Garajonay
LIFE+ Garajonay Vive. LiFE13 NAT/ES/000240
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Elaboración:
Domingo Guzmán Correa Marichal
Técnico de campo Proyecto LIFE+ Garajonay Vive (LIFE13 NAT/ES/000240)
Coordinación técnica responsable:
Marta Martínez Pérez
Director coordinador Proyecto LIFE+ Garajonay Vive (LIFE13 NAT/ES/000240)
Dirección técnica del trabajo:
Ángel B. Fernández López
Director Conservador del P.N. de Garajonay
Colaborador@s:
Luis Antonio Gómez González (Tragsatec)
Israel Rodríguez Reverón (Tragsatec)
Genaro Luis Barrera Chinea (Tragsatec)
David Eiroa Mateo (Tragsatec)
San Sebastián de La Gomera, 18 de diciembre de 2018
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ÍNDICE
ÍNDICE ............................................................................................................................................ 7
1. INTRODUCCIÓN ......................................................................................................................... 8
2. ESTUDIO METEREOLÓGICO ..................................................................................................... 10
3. ESTUDIO HIDROLÓGICO .......................................................................................................... 15
5. SEGUIMIENTO DE PARCELAS DE VEGETACIÓN ....................................................................... 23
6. ESTUDIO DEL DESFRONDE Y ACUMULACIÓN DEL HORIZONTE AO EN ÁREAS QUEMADAS .... 27
7. ESTUDIO DE LA SUCESIÓN ECOLÓGICA ASOCIADA A LA PUTREFACCIÓN DE LA MADERA
MUERTA ...................................................................................................................................... 31
8. INVENTARIO DE ÁREAS AFECTADAS POR ESPECIES DE FLORA INVASORA Y SEGUIMIENTO DE
LAS ACTUACIONES DE CONTROL ................................................................................................. 36
9. REFERENCIAS ........................................................................................................................... 39
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1. INTRODUCCIÓN
El 4 de agosto de 2012 se producía en la isla de La Gomera el peor incendio
forestal de las últimas décadas en las Islas Canarias, desde el punto de vista ecológico.
Se trata del incendio conocido que ha afectado a mayor superficie de bosques de
laurisilva en Canarias, incluyendo importantes superficies de bosques centenarios de
gran valor ecológico. La superficie total incendiada de manera intencionada ascendió a
3.613,78 has, afectando a 7 ZECs en un 32,55% de su superficie. La superficie afectada
en el Parque Nacional de Garajonay fue de 741,7 has, lo que supone el 18,76% de su
superficie.
El incendio ha tenido gravísimas repercusiones ambientales como consecuencia
de la destrucción de extensas masas de vegetación, principalmente bosques antiguos
de laurisilva incluidos en el Parque Nacional de Garajonay, declarado Patrimonio de la
Humanidad. Asimismo afectó directamente a numerosas poblaciones de especies
amenazadas, produjo una gran pérdida de suelos de gran calidad, y ha supuesto un
grave deterioro de las funciones de captación de agua y regularización del ciclo
hidrológico de los bosques, de los que depende la isla para su suministro de agua.
El objetivo general del proyecto LIFE+ “Garajonay Vive” (LIFE13
NAT/ES/000240) es apoyar al proceso de regeneración natural de las zonas afectadas
por el incendio y el desarrollo e implantación de las medidas necesarias para reducir el
riesgo de que se produzcan nuevos incendios.
Para la consecución de este objetivo se ejecutó una serie de actuaciones de
seguimiento de variables indicadoras de la evolución del hábitat en las áreas
quemadas del Parque Nacional de Garajonay dentro de la acción D.3 Programa de
seguimiento de variables indicadoras de la evolución del hábitat en las áreas quemadas
del Parque Nacional de Garajonay. Este programa de seguimiento sirve como apoyo a
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la gestión de restauración de los hábitats dañados por el fuego. Está encaminado a
abordar importantes lagunas de conocimiento sobre los efectos del fuego en la
laurisilva, especialmente los mejor conservados. Esta generación de datos, información
y conocimiento es esencial para implementar una gestión adaptativa de hábitats muy
frágiles dañados por el incendio, respecto a los cuales no existe experiencia previa, y
en los que la adopción de decisiones no suficientemente contrastadas puede suponer
un daño adicional.
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2. ESTUDIO METEREOLÓGICO
A pesar de las numerosas especulaciones que se han realizado en torno a la
importancia de la precipitación de niebla en el Monteverde canario, lo cierto es que
sólo recientemente se han realizado estudios rigurosos que evalúan este fenómeno.
Santana (1987) fue el primero en abordar de una manera parcial este tema, así como
Marzol et. al. (1994) y Aboal (1998). Las mayores limitaciones de estos trabajos se
debían a las pocas situaciones topográficas consideradas y los cortos períodos de
tiempo estudiados. Más recientemente, la precipitación de niebla ha despertado
mucho interés debido a su posible utilización como recurso hídrico para la población
de las zonas de medianías en Canarias. De este modo se han realizado estudios sobre
la captación de agua de nieblas con dispositivos captanieblas cuyo período de
muestreo abarca varios años (Marzol, 2001, 2002; Marzol y Valladares, 1998; Marzol et
al., 1997), habiendo sido todos ellos desarrollados en Tenerife. De hecho, actualmente,
en los archipiélagos de Canarias y Madeira, se desarrolla la red DYSDERA, a través del
proyecto INTERREG III-B de captación de aguas atmosféricas, que promueve la
distribución comercial de estaciones de recogida que, a la vez que producen agua para
consumo, facilitan datos climatológicos destinados a construir un perfil de
rendimientos y costes, así como una metodología de instalaciones, exportable en su
momento a otros puntos de la Unión Europea.
En lo que concierne a la captación de nieblas por la vegetación, gracias al
desarrollo del Programa de Seguimiento del Parque Nacional de Garajonay, se han
realizado varios estudios que, o bien están exclusivamente dedicados a la
cuantificación en los diferentes tipos de bosques del Parque, teniendo en cuenta
diversos componentes de la precipitación (precipitación normal, precipitación
penetrante y escurrido cortical), y la descripción de su variación temporal (Gómez y
Fernández; 2009, 2003), o bien están integrados a una escala geográfica más amplia
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(Aboal et al., 2013,). Por último, también dentro del Parque Nacional de Garajonay, se
han realizado trabajos más detallados, aunque más limitados en el espacio y en el
tiempo, abarcando los principales componentes del ciclo hidrológico (García-Santos et
al. 2004, Ritter et al. 2005).
Dada la ausencia de una cuantificación de los valores de la precipitación
originada a partir de las nieblas y su importancia relativa en determinados ecosistemas
del Parque Nacional de Garajonay, se lleva abordando desde hace años la
cuantificación del volumen de precipitación debido a las nieblas en los diferentes tipos
de bosques del Parque, teniendo en cuenta los componentes de la precipitación
intervinientes, como son la precipitación normal (cantidad total de agua que cae sobre
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la copa de los árboles), la precipitación penetrante (aquella que atraviesa la cubierta
vegetal y cae al suelo) y el escurrido cortical (agua que se desliza por la superficie de
ramas y troncos y llega a suelo), así como la descripción de su variación temporal. Tras
el Gran Incendio Forestal (GIF) de 2012, y dentro de las actuaciones de seguimiento del
proyecto LIFE+ “Garajonay Vive” se amplió esta red de seguimiento meteorológico a
las áreas afectadas con el mismo objetivo. Además, los resultados obtenidos se
compararon con los recogidos en zonas no afectadas por el fuego, durante el mismo
período de muestreo.
De tal forma, se instalaron seis (6) estaciones meteorológicas formadas por diez
(10) pluviómetros colocados bajo la bóveda afectada para la medición de la
precipitación penetrante, además de un (1) pluviómetro en zona abierta próxima.
Además, se colocaron diez (10) colectores para la medición del escurrido cortical de los
troncos afectados en pie. Los datos fueron recogidos durante los dos primeros años
del proyecto con una periodicidad mensual, toda vez que, transcurrido este tiempo, los
datos obtenidos eran suficientes para poder inferir conclusiones.
Según los resultados obtenidos, existen diferentes tipos de dinámica de la
precipitación en función de la localidad en la que se trabaje.
Por un lado, en cumbres como la de Tajaqué, situada en un cambio abrupto de
vertientes, en donde el alisio sopla con fuerza durante gran parte del año, el escurrido
cortical registrado en las áreas incendiadas es siempre superior al de las áreas no
incendiadas, siendo esta diferencia significativa en los dos años de muestreo y en el
ciclo 2015-2016 considerado en su conjunto. Ocurre lo mismo si confrontamos la
precipitación neta con la precipitación normal, siendo siempre positivo el balance a
favor de la precipitación obtenida en las áreas incendiadas, siendo además esta
diferencia significativa en 2016 y en el ciclo 2015-2016 en su conjunto. Si relacionamos
tanto la precipitación penetrante como la precipitación neta de las áreas incendiadas
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con la de las áreas no incendiadas, el balance es siempre negativo y además,
significativo en todas las ocasiones.
Por otro lado, en cumbres más altas, pero sometidas a una influencia menor del
alisio, como es el caso de la Montaña de Gúa, junto al Alto de Garajonay, sucede, del
mismo modo que en el caso de Tajaqué, que el escurrido cortical registrado en las
áreas incendiadas es siempre superior al de las áreas no incendiadas, siendo esta
diferencia significativa en los dos años analizados y en el ciclo 2015-2016 considerado
en su conjunto. Sin embargo, al confrontar la precipitación neta de estas áreas
incendiadas con la precipitación normal, el balance es negativo salvo en el año 2015,
no encontrando diferencias significativas en ninguno de los casos. Al igual que en
Tajaqué, al relacionar tanto la precipitación penetrante como la precipitación neta de
las áreas incendiadas con la de las áreas no incendiadas, el balance es siempre
negativo y significativo.
Por último, en el caso de Guadiana localizado en áreas de sotavento del alisio
pero influidos por este, no va a existir en ninguno de los casos un balance positivo en
las áreas incendiadas para ningún tipo de precipitación. La significación es variable
dependiendo de los años, de tal manera que en los años en que existe una relación
significativa entre las precipitaciones de áreas incendiadas y no incendiadas no existe
al relacionar la precipitación neta en incendiadas con la precipitación normal exterior,
y viceversa.
Parece pues que la localización de las áreas incendiadas influye de una manera
decisiva en el efecto que produce el mantenimiento de los fustes quemados en pie en
cuanto a la captación o no de precipitación, ya sea de niebla o normal. De este modo,
las áreas localizadas en plena área de influencia del Alisio dominante tenderán a
adquirir más precipitación si no se altera el estrato de árboles calcinados o soflamados,
principalmente por un efecto concentrador de la lluvia en los fustes que es
considerablemente mayor que en el caso de las áreas maduras no incendiadas,
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posiblemente debido a que se elimina el componente de la interceptación de los
doseles foliados. A medida que nos alejamos del área de mayor influencia de estos
vientos, este efecto disminuye, y aunque la concentración en los fustes es importante,
no lo es tanto en cuanto a la precipitación global registrada en la zona, que no sufre
variaciones significativas con respecto a un área desnuda. Finalmente, en las áreas de
menor influencia, o de rebose como el caso de estudio, el escurrido cortical no tiene
un papel relevante, y tampoco la precipitación registrada es muy distinta de áreas sin
vegetación. No obstante, y sobre todo en los casos en los que existe una diferencia
significativa, habría que analizar los fenómenos de interceptación del agua producidos
por los rebrotes más o menos densos observados en la zona, que podrían estar
relacionados con esa aparente pérdida del aporte de la precipitación en el medio
edáfico, habida cuenta de que la intercepción que pudieran realizar los fustes
calcinados no parece muy importante.
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3. ESTUDIO HIDROLÓGICO
Más de las tres cuartas partes del agua que se consume actualmente en la isla
de La Gomera procede de nacientes, pozos, sondeos y galerías es decir, son de origen
subterráneo. De los 387 nacientes inventariados en toda la isla, más de una tercera
parte se encuentra en el Parque Nacional de Garajonay o en su zona periférica de
protección, conformando, junto con la precipitación horizontal, una diferenciación de
los ecosistemas en la parte más alta de la isla.
Dada la importancia que en el territorio protegido por el Parque tiene la
presencia de las aguas subterráneas, el conocimiento de su presencia y distribución es
un importante instrumento para su gestión y seguimiento. Así, se sabe que, en
general, las aguas subterráneas de la isla de La Gomera conforman un complejo
sistema hidráulico, condicionado por la estructura hidráulica del subsuelo. Se conoce la
existencia de dos grandes reservorios de aguas en el subsuelo de la isla: la zona
saturada general y el acuífero colgado multicapas.
La práctica totalidad de los nacientes del Parque y del pre-Parque surgen desde
el llamado acuífero colgado multicapa, en aquellas zonas de contacto con los
materiales impermeables que hacen regresar al exterior a las aguas infiltradas. Están
relacionados con las áreas de mayor precipitación y con las zonas de afloramiento de
los basaltos horizontales, especialmente en la zona central y norte. También aparecen
en la zona sur, pero en menor cantidad y con caudales más bajos.
Estos nacientes colgados pueden surgir de diversos tipos de materiales, pero
siempre sobre un nivel piroclástico, muy transformado en arcillas, siendo por tanto
impermeable. Estos nacientes reciben el nombre de nacientes colgados, y son muy
característicos en la isla. Aparecen a cualquier altura dentro de la formación de los
Basaltos Horizontales, pero su número tiende a ser mayor en la base, donde existe una
gran concentración de niveles piroclásticos y donde se produce además un contraste
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brusco de permeabilidades con las formaciones inferiores, más antiguas. En lo que
respecta al Parque, sin embargo, los más importantes son aquellos que surgen de
forma más o menos difusa en el techo de la formación, directamente en el suelo del
bosque, en algunos casos con caudales importantes que se mantienen durante todo el
año, aunque con grandes variaciones estacionales.
Sus alumbramientos discurren libremente por los cauces y alimentan así cursos
perennes, que originan en algunos puntos grandes saltos de agua (caso de las cascadas
de El Cedro y de Liria, en la cuenca de Hermigua), hasta que son captados en el límite
de la zona boscosa. Los más importantes son los manantiales de El Cedro y otros que
alimentan al barranco del mismo nombre, y los de Agua de los Llanos y otros de la
Cuenca del Bco. de Fuensanta. El más caudaloso de todos estos nacientes es el de El
Cedro.
Los manantiales y las corrientes de agua permanentes o casi permanentes que
generan, tienen un importante valor ecológico, puesto que constituyen un
componente fundamental del ecosistema de la laurisilva, en cuya estabilidad y
conservación integral son imprescindibles. Por otro lado, son importantes
suministradores de agua de las zonas de regadío situadas en las cuencas de Agulo y
Hermigua, por lo que tuvieron un importante papel en el desarrollo agrícola de la isla,
y lo tienen hoy en la conservación de la actividad tradicional y el paisaje agrario.
Por todos estos motivos, los manantiales situados dentro del Parque Nacional
de Garajonay son objeto de especial protección en su Plan Rector de Uso y Gestión
(aprobado mediante el RD 1531/1986, de 30 de mayo, por el que se aprueba el Plan
Rector de Uso y Gestión del Parque Nacional de Garajonay), en el que se recoge una
normativa específica para su conservación, incluida la prohibición de abrir galerías y
perforar pozos o sondeos dentro del Parque Nacional sin la correspondiente
autorización por parte del organismo competente, previo informe favorable del
Patronato. Además, el Plan Hidrológico Insular de La Gomera (aprobado mediante el
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DECRETO 101/2002, de 26 de julio, por el que se aprueba el Plan Hidrológico Insular de
La Gomera) también reconoce la gran importancia ambiental, social y cultural de estos
recursos hídricos, por lo que contempla entre sus ordenanzas varias encaminadas a la
protección del multiacuífero colgado central y sus nacientes.
Después del GIF de La Gomera en 2012 se planteó, acorde a las necesidades y
posibilidades actuales, realizar un trabajo pormenorizado y sistemático del caudal de
las aguas naturales en zonas incendiadas de Garajonay, con el objeto de obtener una
información valiosa que contribuya a la correcta gestión post-incendio de este frágil
ecosistema. Para realizar este estudio se seleccionaron 7 puntos de aforo localizados
en nacientes y cursos de agua dentro de las áreas incendiadas del Parque Nacional de
Garajonay, de un total de 43 puntos registrados en todo el espacio natural protegido y
su entorno o área de influencia. Algunas de estas localizaciones se corresponden con
distintos puntos de muestreo de un mismo caudal, por tanto el cálculo definitivo será
la suma de caudales obtenidos en los diferentes puntos. Esto no significa que se afore
el mismo caudal varias veces, sino que lo que ocurre es que el mismo caudal se
encuentra entubado en varios ramales que “difluyen” pero que todos juntos
constituyen el caudal real de la misma corriente. En la Tabla 1 se detalla los puntos de
aforo por caudal y cuenca hidrográfica correspondiente.
Tabla 1. Tabla de caudales de puntos de aforo tomados como referencia en el ciclo 2010/2016.
Nombre cauce
Bco. de Lajugal
Cañada de Balurco
Bco. del Agua
Bco. de Budién
Bco. de Budién
Bco. de Guadiana
Cañada del Rosal 40
41
11
10
36
12
131284 m
AltitudNº
localización
1110 m
1123 m
1239 m
1239 m
1252 m
1364 m
UTM
276108/3113559
276629/3113339
278518/3112476
278518/3112476
278336/3110775
278841/3111421
279626/3110094
Tipo
Cauce
Cauce
Naciente
Naciente
Cauce
Naciente
Cauce
Erque
Santiago
Localidad aforo
Pinar de Lifante
Ancón de
Guadiana
Hierba Huerto -
Tanquilla
Hierba Huerto -
Tubería
Bco. del Agua
Tanquilla de
Cañada de
Balurco - Potrico
Bco. de Lajugal
Cuenca
Valle Gran Rey
Valle Gran Rey
Valle Gran Rey
Valle Gran Rey
Erque
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En cada una de estas localizaciones se procedió a medir el caudal existente.
Para realizar los muestreos se utilizó siempre un recipiente de volumen conocido, el
cual debía ser colocado interceptando la totalidad del agua circulante. La medición se
realizaba en unidades de tiempo, cronometrando el tiempo exacto que tardaba en
llenarse el recipiente. Esta medida se tomaba un total de cinco veces consecutivas
(cinco réplicas). La medida de caudal tomada como definitiva sería la relación entre el
volumen del recipiente utilizado, expresado en litros, y el valor medio de las cinco
réplicas, expresado en segundos.
Para poder interceptar con el recipiente la totalidad de agua fluyente, se
aprovecharon, siempre que fuera posible, estructuras ya creadas para la canalización
del agua, como tanquillas, tuberías o tajeas. Para aquellos casos en que no existieran
estructuras apropiadas, se fabricaron estructuras para aforar, fijas, más o menos
sólidas, de mampostería y con tuberías o mangueras. También fue necesario
improvisar pequeñas represas que permitieran recoger el caudal de algunas corrientes,
e incluso, se fabricaron aforadores móviles.
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En cada uno de los lugares seleccionados se estableció un punto de muestreo.
En ellos se procedía a analizar el agua in situ siempre que era posible, en especial
aquellos parámetros físicos o químicos que no consienten un traslado sin alterar sus
valores originales. De este modo, se registraba directamente en el lugar de muestreo
la temperatura del agua, así como su pH, conductividad, potencial óxido-reducción, y
medida del caudal, entre los parámetros físicos.
Entre los parámetros químicos que debían ser analizados in situ, se
encontraban los análisis de amonio, cloruros y alcalinidad. Nitratos, nitritos y calcio
deben también analizarse con una cierta inmediatez y no prolongarse su cuantificación
en el tiempo más allá de 24 horas, suponiendo claro, que su conservación ha sido
adecuada, a temperaturas no superiores a 4 ̊C. El resto de las medidas pueden llevarse
a cabo en laboratorio y con una cierta dilación, aunque siempre es preferible realizar el
análisis lo antes posible. Estos análisis son los que se realizan para la determinación de
Cloruros, Dureza (Calcio), Sodio, Potasio, Sílice y Magnesio (López et al., 1997).
Con los datos obtenidos en el estudio se puede concluir:
Los caudales son bastante variables en el tiempo. Los caudales máximos
aparecen en los muestreos de final del invierno y los mínimos en los muestreos
de verano.
Las diferencias también son acentuadas entre las distintas corrientes de agua.
Las corrientes que se originan en el Parque y que presentan los mayores
caudales medios son las del Barranco de El Cedro (15,49 l/s), el Barranco de la
Banda Mora (5,76 l/s), el Barranco de La Laja (4,79 l/s), el Barranco de Izcagüe
(4,27 l/s), el Barranco de Aguajilba (3,36 l/s) y el Barranco de Ancule (2,99 l/s).
Las de menor caudal son las de la Piedra Encantada (0,06 l/s), Barranco de
Lajugal (0,05 l/s) y la Cañada de Balurco (0,04 l/s).
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De este modo, las corrientes con menor caudal presentan una menor variación
del mismo, mientras que las de mayor caudal presentan variaciones
estacionales más acentuadas.
El caudal registrado en casi todas las corrientes fue mayor en febrero de 2015,
obteniéndose el registro máximo de caudal para los aforos de: Bco. de Lajugal,
Bco. Guadiana y Cañada del Rosal.
No parece existir una relación clara entre el régimen del caudal de corrientes y
nacientes (es decir, de su variabilidad y caudal estacional) con la precipitación
normal y la precipitación neta.
La mayoría de las correlaciones se observan al confrontar los datos del caudal
con la precipitación del mes del aforo, sin ser esto una tendencia universal ni
exclusiva de cada cuenca. Esto viene a indicar que el aporte de agua sucede de
manera local, dependiente de la localización de cada uno de los nacientes y
corrientes. Se observa que la precipitación neta tiene una respuesta más
inmediata que la precipitación normal, lo que puede indicar que en conjunto la
precipitación registrada en el interior del bosque tiende a estabilizar en mayor
medida el caudal medio y regular sus máximos de manera más eficaz que la
precipitación normal, cuyos eventos están más concentrados en el tiempo y
tienden a tener respuestas más retrasadas en el tiempo, sin ser la tendencia
mayoritaria.
En lo que hace referencia a los parámetros físico-químicos:
- El valor medio de pH registrado se halla algo por debajo de 7, pudiendo de
este modo ser consideradas como ligeramente ácidas. No parecen existir
diferencias significativas entre el pH de las áreas incendiadas y el de las no
incendiadas.
- En cuanto a la temperatura, parece existir un cierto incremento de las
temperaturas en las áreas incendiadas, quizás debido al incremento de la
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exposición solar, al haberse alterado la estructura y densidad del dosel
forestal.
- En función de la conductividad, puede caracterizarse a las aguas del Parque
Nacional como de mineralización media, salvo algunos casos que tienden a
mineralización débil.
- Las concentraciones de nitratos, si bien se han incrementado en cierta
medida en todas las estaciones, lo han hecho de manera mucho más
acusada en las estaciones localizadas en áreas incendiadas, incluso en áreas
próximas no afectadas que bien pudieran compartir acuíferos en los que se
habrían filtrado los nitratos procedentes del incendio.
- Existen incrementos de sodio en el agua no explicables por lavados del
lecho rocoso que podrían estar relacionados con las concentraciones de
sodio procedentes de aportes exógenos durante la extinción.
- Las altas concentraciones de magnesio detectadas durante los últimos
muestreos, no relacionables con incrementos elevados del caudal, se
pueden deber no a lavados del lecho rocoso sino a los aportes de los suelos
ricos el Mg++ y algo hidrófobos, que podrían ser movilizados no sólo con
lluvias copiosas sino también menos conspicuas.
- La concentración media de oxígeno disuelto medido en este estudio es
óptimo para el desarrollo de cualquier vida acuática. No obstante,
puntualmente se dan valores que descienden por debajo de los valores
soportados por las larvas de algunos de los invertebrados acuáticos más
característicos de los arroyos de la isla, efemerópteros y tricópteros. Aun
teniendo en cuenta que existen variaciones globales de este parámetro
para todas las corrientes, dado que los barrancos donde estos fenómenos
de descenso de la concentración del oxígeno disuelto no han sido
muestreados y se desconoce su fauna fluvial, sería interesante conocer qué
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poblaciones existen en ellos y cómo pueden verse afectadas. Todas ellas se
localizan en áreas incendiadas en el año 2012, y en el caso del Barranco de
Budién, la afección ha sido registrada puntualmente con posterioridad a tal
evento.
- No obstante, en general, la calidad de las aguas que emanan del Parque
Nacional de Garajonay presentan una calidad buena, ateniéndose a los
principios establecidos en el RD 140/2003, del 7 de febrero y en la Directiva
2006/44/CE para aguas ciprinícolas, así como para otras referencias
diversas sobre valores tolerados por diversos taxones acuáticos.
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5. SEGUIMIENTO DE PARCELAS DE VEGETACIÓN
Tras el establecimiento de una importante red de parcelas y transectos, y tras
el estudio de resultados de distintos parámetros, los resultados obtenidos muestran
que el comportamiento de la zona afectada por el incendio sigue un patrón
heterogéneo respecto a la regeneración de especies arbóreas, lo que implica la
existencia de zonas en donde tras seis años después del incendio, dicha regeneración
ha sido aceptable y precisa de pocas intervenciones, mientras que en otras, las
afectadas gravemente, es necesario efectuar importantes medidas de restauración con
cierto grado de inmediatez.
Esta heterogeneidad del paisaje no se circunscribe únicamente a la
regeneración de las especies arbóreas, sino también a la propia composición de las
mismas. Además, antes de que esta zona se viera afectada por el incendio ya
presentaba una importante heterogeneidad respecto a estos factores, debido a que la
misma había sido alterada de forma trascendente por la acción humana. Dicha
heterogeneidad también se observa en el matorral, pues en aquellas zonas donde no
lo hay, o si está es en bajos porcentajes, coincide con zonas que presentan una buena
conservación, mientras que en las zonas donde predominan existe una mayor
degradación del terreno.
Este matorral no puede ser eliminado de forma inmediata, pues a pesar de
presentar un importante carácter inflamable, su eliminación provocaría graves
consecuencias edafológicas, así como privar de un hábitat a especies que llevan a cabo
una importante labor de dispersión. Es por ello que se propone una gestión a través de
la apertura de calles en él (modificando así los procesos de sucesión natural) en las que
además puedan ubicarse las plantas a introducir en la repoblación. De esta manera se
consigue disminuir la cantidad de matorral, pero dejando aún importantes masas que
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puedan continuar protegiendo el suelo y creando condiciones de abrigo (disminución
de la insolación y la incidencia del viento) para las plantas a introducir en sus calles.
El muestreo realizado ha permitido determinar que las unidades ambientales
que presentan un estado más avanzado en cuanto a su regeneración (teniendo en
cuenta también sus características para alcanzar su vegetación potencial) son aquellas
que han sido mayoritariamente soflamadas por el fuego, es decir, el Antiguo
monteverde maduro soflamado y Antiguo monteverde soflamado de menor madurez,
mientras que las unidades que han sido mayoritariamente calcinadas por el incendio
se encuentran en un escalón inferior en cuanto a este aspecto.
Además de esta cuestión, el muestreo ha ayudado a establecer que justamente
las especies con un carácter inflamable han sido las que mejor se han regenerado tras
el incendio, como es el caso de Erica arborea, y los matorrales de Adenocarpus
foliolosus, Cistus monspeliensis y Chamaecytisus proliferus. Es por ello que en lo que se
refiere a las especies arbóreas no se precisa en ningún momento de la introducción de
Erica arborea, sino todo lo contrario, ya que las acciones propuestas van encaminadas
a acelerar la sucesión natural, evitando así su expansión, con lo que además se
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consigue evitar, en cierto modo, que el ecosistema padezca la fase más inflamable de
la sucesión en este tipo de bosques. De esta manera, se determina que es Morella faya
la especie que se desea introducir mayoritariamente en las actividades de repoblación,
ya no sólo para hacer frente a la excesiva representación de Erica arborea, sino
también por su carácter de frondosa pionera de menor inflamabilidad. Su introducción
puede ir en compañía de otras especies, pero en menores proporciones, como Laurus
novocanariensis, Persea indica o Ilex canariensis entre otras.
Se exponen las conclusiones de este estudio:
Según los datos recogidos en las diferentes unidades ambientales, se ha
constatado un importante déficit en cuanto a la regeneración de especies
arbóreas, lo que justifica la necesidad de una restauración donde en según qué
zonas será necesario llevar a cabo acciones de repoblación.
La escasa regeneración surgida tras el incendio presenta un patrón
heterogéneo sobre el terreno, lo que implica la existencia de zonas donde no es
necesario llevar a cabo ningún tipo de acción para su restauración, pues la
misma sigue cauces naturales, mientras que en otras zonas sí se precisa de una
intervención antrópica para ello, modificando de esta manera los procesos de
sucesión natural.
Según los datos de coberturas recogidos en las distintas unidades ambientales,
se ha corroborado la presencia de importantes coberturas de matorral
altamente inflamable en zonas bastante amplias.
Se determina que para obtener una mejor regeneración de las especies
arbóreas en las zonas de matorral, se debe llevar a cabo una gestión activa
mediante la apertura de calles en dicho matorral, colocando en las mismas las
plantas de las especies arbóreas que se estimen pertinentes, para así acelerar
el carácter nodriza del matorral respecto a la vegetación arbórea en los
procesos de sucesión natural.
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Por su carácter de frondosa pionera de menor inflamabilidad, con una baja
representación en el momento actual y para hacer frente a la excesiva
presencia de Erica arborea, la especie mayoritaria a introducir en la repoblación
es Morella faya.
En las zonas donde el fuego calcinó gran parte de la vegetación, zonas éstas de
un menor grado de madurez, el matorral ha tomado un papel dominante,
evitando así una mejor y mayor regeneración de las especies arbóreas. En
dichas zonas se encuentran las siguientes unidades ambientales: Antiguo
monteverde calcinado de copas, Antiguo pinar calcinado del Infante, Antiguo
fayal-brezal calcinado mayor de 4 metros - Cuenca de Cabecita, Antiguo fayal-
brezal calcinado menor de 4 metros - Orientación norte, Antiguo fayal-brezal
calcinado menor de 4 metros - Orientación sur y Antiguo fayal-brezal calcinado
menor de 4 metros con escasa cobertura.
En las zonas de bosques maduros más desarrollados, propios de la laurisilva y
con una buena regeneración, donde la vegetación fue soflamada por el
incendio, se observa la aparición de especies propias del cortejo florístico de la
laurisilva, al igual que una cobertura de matorral bastante inferior, lo que
implica una gestión pasiva exceptuando las actividades de repoblación. En estas
zonas se sitúan las unidades ambientales Antiguo monteverde maduro
soflamado y Antiguo monteverde soflamado de menor madurez.
Las unidades ambientales Islotes verdes no quemados, Vaguadas de
monteverde y Comunidades rupícolas se sitúan fuera de las zonas
anteriormente comentadas debido a sus características diferenciadoras y/o por
no haber sido afectadas por el incendio o por el comportamiento variable del
mismo en ellas.
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6. ESTUDIO DEL DESFRONDE Y ACUMULACIÓN DEL
HORIZONTE AO EN ÁREAS QUEMADAS
Las pautas de circulación de nutrientes son un aspecto clave para conocer la
dinámica de los ecosistemas forestales. Sobre el suelo del bosque se van depositando
materiales provenientes delos distintos estratos de vegetación, como hojas, ramas,
inflorescencias, frutos, y restos de animales, cuyo conjunto se denomina hojarasca o
desfronde. La caída de hojarasca juntamente con la incorporación de las raíces
muertas, son las principales vías de retorno de biomasa al suelo. Los materiales
aportados se descomponen y los nutrientes posteriormente son reutilizados por la
vegetación del ecosistema
Las plantas pierden nutrientes por diversos procesos, especialmente por
lixivación de las hojas y desfronde (desprendimiento de partes de biomasa que se
incorporan al suelo). La lixivación es mayor en el caso de los elementos más móviles,
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como el K, pedro depende en gran medida de la forma de la hoja y de su cutícula. Las
hojas esclerófilas son menos susceptibles a la lixivación y más frecuentes sobre suelos
pobres, pero no parecen muy eficientes en la retranslocación, es decir, en la
recuperación de nutrientes en las hojas senescentes, antes del desfronde. La movilidad
de los nutrientes dentro de la planta es variable, siendo mucho mayor para N, P o K
que para el Ca, que suele estar asociado a materiales estructurales. Dado que, en la
comunidad vegetal, los materiales que se pierden por lixivación o desfronde en gran
parte no salen del sistema, sino que van al suelo, donde son procesados hasta quedar
nuevamente disponibles para su utilización por las plantas, lo mismo podemos
considerarlos como pérdidas de la vegetación como aportes al suelo.
En cualquier caso, el desfronde es uno de los flujos más grandes de nutrientes y
un proceso básico en el funcionamiento del ecosistema. El desfronde más conocido
está asociado al proceso de caída de hojas, frutos, inflorescencias, ramitas y madera
muerta, su descomposición y nueva absorción por las plantas. Los materiales que caen
anualmente se acumulan sobre el suelo, formando el mantillo. En el conjunto de
bosques del mundo, el 64% de estos aportes está constituido por hojas (Meentemeyer
et al., 1982) aunque su proporción es, desde luego, variable.
Para el estudio se tomaron ocho (8) muestras de cuatro parcelas
representativas de cuatro formaciones (Monteverde maduro, Monteverde soflamado,
Monteverde calcinado y Fayal-brezal mayor de 4 m), registrándose el peso fresco y el
peso seco.
PNG 90 PNG 106 PNG 86 4N
Monteverde maduro Monteverde
soflamado
Monteverde
calcinado
Fayal-brezal mayor
4 m
Muestra Peso fresco (g) Peso fresco (g) Peso fresco (g) Peso fresco (g)
M1 42,19 21,87 25 38,07
M2 36,98 27,88 93,6 66,71
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M3 60,11 147,49 26,6 40,23
M4 51,01 62,01 34,42 115
M5 14,88 237,65 44,25 26,08
M6 249,48 343,04 74,27 56,35
M7 3,38 93,64 169,44 144,6
M8 97,07 157,15 20,06 75,55
PNG 90 PNG 106 PNG 86 4N
Monteverde maduro Monteverde
soflamado
Monteverde
calcinado
Fayal-brezal mayor
4 m
Muestra Peso seco (g) Peso seco (g) Peso seco (g) Peso seco (g)
M1 37,38 17,41 22,46 33,42
M2 32,11 23,56 87,29 55,87
M3 50,52 117,53 24,27 34,22
M4 45,19 53 31,07 93,29
M5 13,13 200,3 40,22 22,65
M6 193,32 297,12 62,9 49,26
M7 2,91 76,24 145,44 122,66
M8 85,2 119,24 16,98 63,16
A continuación se exponen las conclusiones que se han extraído de este estudio:
Los datos interanuales de necromasa en Monteverde suelen ser siempre
bastante dispares, existiendo mucha variabilidad interanual, y dependiente del
grado de madurez y de la complejidad estructural.
En base a esto y al análisis de los datos, se observa una acumulación media de
necromasa inferior si tenemos en cuenta ecosistemas maduros muestreados en
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los últimos años. Sin embargo, si consideramos diferentes períodos de
muestreo, en áreas quemadas se alcanzan valores superiores.
En áreas incendiadas, los valores más altos de necromasa acumulada de
categoría 1 se corresponden con las áreas soflamadas (presumiblemente las
hojas, frutos flores y ramillas finas que permanecieron tras el incendio cayeron
paulatinamente y se incorporaron a la superficie del suelo), alcanzándose
valores de 18.088,00 kg/Ha.
Los valores más bajos se correspondieron con las zonas calcinadas, donde se
alcanzaron valores de 8.612,60 kg/Ha.
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7. ESTUDIO DE LA SUCESIÓN ECOLÓGICA ASOCIADA A LA
PUTREFACCIÓN DE LA MADERA MUERTA
El Gran Incendio Forestal de 2012 trajo consigo la aparición de nuevas
dinámicas internas de regeneración de los bosques quemados en el Parque Nacional
de Garajonay, esto es, el inicio de una sucesión secundaria que va evolucionando de
manera natural hacia formas más complejas y estables en el tiempo. Para profundizar
en el estudio de esta sucesión ecológica secundaria, es importante conocer el papel
que la madera muerta, tanto en pie como aquella de troncos y árboles caídos, tiene
sobre el funcionamiento del ecosistema, especialmente en los ciclos de nutrientes y
del agua. La madera quemada constituye una importante fuente de nutrientes de
liberación lenta que permite la reincorporación de los nutrientes al ecosistema
(Feedman et al. 1981; Augusto et al. 2000; Merino et al. 2003) lo que resulta
especialmente importante en el caso de los micronutrientes debido a su escasez en el
suelo, y en el caso de los macronutrientes debido a la gran demanda de estos por la
vegetación en las primeras etapas de la regeneración (López-Serrano et al. 2005;
Merino et al. 2003).
Por otra parte, lejos de ser una unidad, a efectos de los procesos de ocupación
por especies pioneras, las maderas, especialmente las de gran tamaño, ofrecen una
variedad de microhábitats insospechada. En los grandes troncos, las diferentes partes
definidas por la distribución original de los tejidos conforman distintos ecosistemas
(bajo el tronco, bajo la corteza, en el xilema interno, en el xilema externo, en la base o
el ápice del tronco si este está en pie, etc.).
Asimismo, existe una variación temporal de los organismos intervinientes en el
proceso de sucesión, a medida que la materia orgánica se va incorporando al suelo del
bosque. Se forman complejas redes alimentarias en las que intervienen organismos
saproxílicos, consumidores secundarios, parasitoides, micófagos e incluso vertebrados
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de tamaño considerable necesitan de la madera muerta para anidar, habitar o
alimentarse.
Se sabe que determinadas plántulas encuentran un sustrato adecuado para su
germinación en las maderas muertas, aumentando el número de individuos a medida
que se incrementa la descomposición de la madera, al incrementarse la cantidad de
nitrógeno asimilable y la capacidad de formación de micorrizas.
Teniendo todo esto en cuenta, y considerando además la importancia de la
incorporación ulterior de los nutrientes almacenados, la adecuada caracterización de
los procesos de incorporación de la materia vegetal muerta al sustrato es de gran
importancia.
Debido a la alteración ocasionada por el Gran Incendio del año 2012, se decidió
abordar, de manera preliminar, un estudio de la incorporación de los fustes quemados
en las áreas afectadas por el fuego. No cabe duda de que la importante afección
provocada por la calcinación de extensas áreas del Parque provocó la volatilización de
gran parte del N presente en el medio edáfico, disminuyendo el aporte disponible para
las plantas colonizadoras. Por ello, salvo la entrada de las plantas nitrificantes, todo el
desarrollo posterior de la sucesión secundaria asociada al incendio estará íntimamente
relacionada con los sucesos derivados de la putrefacción y la incorporación gradual de
la necromasa depositada sobre el suelo.
Es sabido que el retorno de materia orgánica y elementos minerales a través de
la caída de las partes aéreas de la planta, junto con la tasa de renovación de la biomasa
subterránea constituye el principal proceso de transferencia de nutrientes al suelo
(Vitousek et al. 1995). El reciclado de los nutrientes aportados por la necromasa llega a
suponer porcentajes importantes del nitrógeno y fósforo absorbido por las plantas, por
lo que juega un papel fundamental en el ciclo de nutrientes y en la transferencia de
energía entre las plantas y el suelo (Gallardo et al. 2009). La mineralización y
nitrificación están inhibidas en condiciones de suelo seco, y los períodos de sequía se
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traducen en una capa superior seca del suelo que puede restringir la cantidad de N que
está disponible (Garwood y Tyson 1973). Debido a que los horizontes superficiales se
secan más que los profundos, el pedoclima para la mineralización puede ser más
favorable en profundidad que en superficie (Rovira y Vallejo 1997). No cabe duda,
pues, que tanto el contenido hídrico, la humedad edáfica, así como las condiciones
ambientales de hiperhumedad favorecen la incorporación al suelo de la necromasa.
Para realizar este informe se seleccionaron troncos muertos en pie y caídos de
diferentes especies, tamaños y grados de putrefacción con el fin de determinar sus
funciones ecológicas, su contribución a la biodiversidad por los principales organismos
que sustentan, la rapidez de la descomposición o las fases por las que pasa la
degradación de la madera muerta antes de su incorporación al suelo.
De tal forma se seleccionaron cuatro parcelas que fueron escogidas por
considerarse representativas de cuatro de los ocho estratos de vegetación
predefinidos en las zonas afectadas por el GIF de Garajonay del año 2012,
eliminándose del estudio las áreas de herbazal y matorral y de fayal- brezal menor de
cuatro metros. De manera previa se realizó una revisión general en toda la parcela
para comprobar cuál fue la proporción de troncos muertos en pie/troncos muertos
caídos. Del mismo modo se comprobó dentro de qué categorías de descomposición se
hallaban estos troncos, aplicándose el siguiente criterio: Recientemente muerto,
descomposición inicial, moderadamente descompuesto, madera vieja y dura con
pocos signos de descomposición, totalmente descompuesta.
En dichas parcelas se ha pretendido muestrear la madera muerta de las
especies arbóreas más abundantes en cada una de ellas. Para conocer cuáles son estas
especies, se revisaron las abundancias o densidades absolutas registradas tras los
últimos inventarios en ellas realizados, seleccionados en función del taxón y del
diámetro a la altura del pecho (DBH) previamente medidos.
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Las clases diamétricas que se definieron fueron: Menores de 5 cm; Entre 5 y 10
cm; De 10 a 20 cm; Mayores de 20 cm. Se seleccionaron un máximo de cinco
individuos por clase diamétrica para las especies más frecuentes, decidiéndose el
número de troncos a muestrear para el resto, de forma proporcional a su número.
Para ello se “loncheaban” en número variable intentando que las galletas obtenidas
fueran al menos inferiores a 2,5 cm de grosor, siempre que fuera posible. El número de
galletas seleccionadas por clase diamétrica fue el siguiente: 3 trozos en cada uno en los
menores de 5 cm; 2 trozos en cada uno (en base tronco y en base copa) entre 5 y 10
cm; 3 trozos en cada uno (base tronco, intermedio y base copa) en el resto.
Este mismo procedimiento se realizaba sobre los troncos caídos, con la
diferencia de que se desconocía su densidad y diámetros a priori.
Tras la toma de las medidas, los resultados obtenidos permiten establecer las
siguientes conclusiones:
En términos generales, en las zonas incendiadas existe un incremento de la
densidad de la madera de troncos en pie de un 14%, siendo de un 19% en los
troncos caídos.
En el brezo (Erica arbórea) se dan los valores más altos en los troncos en pie,
llegando al 28,64%, mientras que en los caídos es de un 11,91%.
En Morella faya, a pesar de la variabilidad que se detecta, existe una tendencia
a que se reduzca la densidad en los troncos de gran diámetro en pie. En los
troncos caídos no sucede lo mismo. Presenta un incremento similar que ronda
el 15% en ambos casos.
En el acebiño (Ilex canariensis) se reduce un 10% la densidad de la madera de
los troncos en pie quemados con respecto a los troncos verdes. No se conoce lo
que ocurre con los troncos caídos.
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En Laurus novocanariensis la densidad de la madera aumenta en un porcentaje
similar al resto en los troncos en pie (un 13%) pero disminuye abruptamente en
los caídos (35%).
En general, parece haber un comportamiento diferencial de la densidad de los
troncos en pie, entre Erica arborea, donde el aumento de densidad es más
significativo, y las especies de frondosas, en las que el aumento es leve o en las
que hay directamente una disminución. En los troncos caídos, sin duda, la
diferencia está definida por la gran reducción de densidad de L.
novocanariensis.
Estas circunstancias tienen importantes implicaciones en la incorporación de la
madera al sustrato, ya que se conoce que la densidad de la madera está
inversamente correlacionada con las tasas de descomposición.
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8. INVENTARIO DE ÁREAS AFECTADAS POR ESPECIES DE
FLORA INVASORA Y SEGUIMIENTO DE LAS ACTUACIONES
DE CONTROL
Debido a que en las primeras fases posteriores al Gran Incendio del año 2012,
desde el Parque Nacional se trabajó en la eliminación de las especies invasoras de
carácter leñoso (principalmente Acacia cyanophylla, Eucaliptus globulus y Castanea
sativa) en donde fueron localizadas (Pinar del Infante, cuenca de Guadiana), no se ha
observado una proliferación significativa en los seguimientos realizados, por lo que no
se ha inventariado áreas afectadas dentro del Parque Nacional de Garajonay.
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En cuanto a las especies herbáceas (Ageratina adenophora o Conyza spp.)
detectadas en la zona se ha considerado innecesario trabajar sobre tareas de
eliminación ya que se entiende que conforme vaya evolucionando la sucesión de las
formaciones vegetales donde se encuentran, irán siendo desplazadas por las especies
autóctonas, hecho que se confirma en situaciones donde la regeneración ha sido
óptima, donde estas especies son desplazadas ante la proliferación de especies como
Cedronella canariensis, Phyllis nobla o Adenocarpus foliolosus.
Sí se ha realizado un protocolo de actuación para el control y erradicación de la
especie Acacia cyanophylla en la Zona Especial de Conservación Benchijigua–Guarimiar
(ZEC ES7020107), además de procederse a realizar un pequeño ensayo en Benchijugua,
donde los operarios de campo han realizado en el verano de 2018 una limpieza
profunda de una parcela, donde el Área de Medio Ambiente del Cabildo Insular de La
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Gomera tiene previsto realizar plantación de especies de las formaciones termófilas de
la isla.
“Resumen de las actuaciones realizadas 2014-2015”
9. REFERENCIAS
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