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CRISIS DEL PRI Y SUS REPERCUSIONES EXTERNAS
La crisis del Partido Revolucionario Institucional repercutió en
todo el sistema político y de una manera decisiva en el seno de los partidos
existentes que repitieron muchos de los vicios, los errores y las deformaciones que
tenía aquel. El lenguaje tecnocrático se extendió al resto del sistema político, al
igual que la mercadotecnia, el uso mercantil de los método electorales que
implicaron la eliminación de la sustancia de los mensajes para enfatizar en la
imagen; la fotografía sobresalía por encima de los textos escritos y en esa medida
los costos de la campaña electoral aumentaron en forma desmesurada, así como
los gastos del IFE. Ya no era necesario elaborar programas, ni hacer estudios
sobre la realidad económica y social, ni formular programas, ni persuadir a los
ciudadanos por medio de procedimientos racionales, sino había que utilizar miles
de spots o mensajes en los medios electrónicos, otorgándole a la radio y a la
televisión la mayor capacidad de penetración y la máxima credibilidad.
Los partidos destinaron más de la mitad de sus egresos a la publicidad,
precisamente a la radio y a la televisión, o bien a ofrecer regalos más o menos
costosos a los ciudadanos, hasta convertir a las contiendas políticas en un
verdadero frenesí de mercadotecnia. No hubo debates entre los candidatos sino
imputaciones directas, acusaciones temerarias que nunca se comprobaron y
campañas sucias o de la peor ralea, degenerándose así el ambiente político
nacional.
La profunda crisis que cimbró al PRI repercutió de una
manera sensible en la vida interna de sus sectores los cuales se debilitaron en
forma considerable. El “error de diciembre” había lesionado sobre todo a la clase
media lo que le restó fuerza social a la CNOP que se convirtió en un cascarón
vacío; los dirigentes del Congreso del Trabajo, precisamente se convirtieron en
apoyadores permanentes de la política Salinas-Zedillo y después los trabajadores
les cobraron la factura y así el PRI perdió muchos distritos electorales en donde
había predominio de la clase obrera industrial y un fenómeno similar le sucedió a
la CNC, aunque resultó la menos afectada por estos procesos de deslegitimación
del poder que ya se estaba sufriendo. Hubo varios Presidentes del CEN del PRI
en un periodo muy corto de tiempo, lo que reafirmó que Zedillo tenía bajo su férreo
control el Partido que se perdió como instrumento de lucha del pueblo mexicano.
El uso reiterado del lenguaje tecnocrático y neoliberal se
entronizó en los documentos, las declaraciones, los discursos oficiales, mientras el
pueblo sufrió una de las peores crisis económicas y sociales de que se tenga
memoria; muchas empresas medianas y pequeñas desaparecieron; millones de
hombres y mujeres perdieron sus puestos de trabajo; miles de estudiantes no
pudieron ingresar a las escuelas medias y superiores; los sindicatos se debilitaron
en sus funciones sociales hasta casi desaparecer o convertirse en apéndices
burocráticos de la CTM, la CROC y otras; ya no hubo discusión política seria sino
el mero hecho de asaltar la dirección del partido para que este despareciera como
partido hegemónico.
El PRI entró a una situación interna muy delicada pues a
partir de la muerte de Colosio quedó sujeto a la voluntad política de Ernesto
Zedillo quien no tenía ninguna simpatía, ninguna adhesión por el Programa, la
Declaración de Principios, la propia historia del Partido, los grandes cambios que
se habían operado en el pasado en la estructura social y política. El propio Zedillo
llegó a la conclusión de que había llegado el momento de la alternancia en la
Presidencia de la República, coincidiendo con todos los diagnósticos y previsiones
que habían hecho los organismos norteamericanos, como el FMI, el BM, y otros.
En este contexto estalló la crisis generada por el “error de diciembre”, que
cimbrara las finanzas públicas, deteriorara el nivel de vida de la población, creara
un clima de incertidumbre y de descontento en contra del PRI y sus gobierno, lo
que se agravó con el afloramiento de un conflicto político entre Zedillo y Salinas.
En el pasado se procuraba que estos antagonismos se resolvieran por medio de la
discusión y de la conciliación, pero ahora aparecieron en la prensa nacional e
internacional, lo que demuestra que ya no había unidad, ni disciplina en el seno
del aparato gubernamental y de su partido.
El lenguaje político del PRI cambió de contenido pues se
utilizaron en forma reiterada y sistemática las términos políticos clásicos del
neoliberalismo y de apoyo acrítico de una política económica que estaba
erosionando los niveles de vida de la población, empujándola a niveles de
pobreza y de miseria, de desempleo, no conocidos en la historia moderna del país.
El PRI se estaba hundiendo, al lado del Presidente Zedillo, que terminó su gestión
desempeñando puestos importantes en varias empresas multinacionales y
organismos financieros controlados por los Estados Unidos, cambiando su
residencia permanente a esa nación en donde es un hombre distinguido en el
medio académico.
El asesinato de Colosio tuvo muy graves repercusiones en el seno del PRI, todas
ellas negativas, pues abrió la puerta, más de lo que ya estaba, a los grupos
neoliberales que ya tenían el control político del partido. En esas condiciones
apareció la candidatura del último neoliberal, el licenciado Ernesto Zedillo, quien
hizo culminar un largo proceso de infiltración de los grupos y elementos
tecnocráticos y ultraderechistas, que terminaron con la entrega del poder de la
Presidencia de la República en manos de la derecha representada por el PAN. Se
trataba de coronar un proyecto político largamente acariciado por esos sectores
del PRI, y promovido por el gobierno de los Estados Unidos y sus múltiples
agencias, vinculado al cumplimiento de los acuerdos de Washington que
aconsejaban la eliminación del PRI del gobierno ya que representaba un obstáculo
para la derechización total de los sistemas políticos de América Latina.
Desde el punto de vista electoral, afirmamos que en realidad,
el sector nacionalista y progresista que durante muchos años había sido el grupo
fundamental del partido, perdió no solo la Presidencia de la República sino su
influencia y su presencia en la vida política nacional. El asesinato del político
sonorense, impactó gravemente a los militantes, simpatizantes y votantes del PRI
que observaron estupefactos cómo se dirimían por medio de la violencia y el
crimen político, una serie de diferencias que habían surgido y que no pudieron
ventilarse en la Asamblea Nacional. Con el atentado de Colosio se abonó al
terreno para que 6 años después el PAN llegara a la Presidencia de la República y
el país diera un viraje mayor hacia la derecha.
El pragmatismo invadió todas las actividades de la cultura, el
arte, la literatura, la música, en los medios de comunicación masiva, en la
educación en general, en el entretenimiento. Las actividades culturales que de una
manera destacada había impulsado el gobierno federal, se desviaron hacia el
mercantilismo, el afán de lucro, la vulgaridad, la mala calidad de muchas
expresiones artísticasm a las cuales solo se les exigía que generaran ganancias.
De una manera particular, este cambio, se manifestó en los órganos de prensa, en
los canales de televisión y en las estaciones de radio, en donde prevalecieron las
programaciones ideadas y formuladas por las cadenas norteamericanas. Se hizo
un llamado insistente a la plena libertad de expresión y de manifestaciones desde
las filas de duopolio, hacia la concentración de las concesiones en manos de un
breve, pero poderoso, grupo de empresarios que mediante sus cámaras y
organismos patronales adquirieron un gran poder para presionar al gobierno, de
arrancarle facilidades, apoyos, estímulos, complicidades, hasta llegar un momento
como el actual en que esos grupos privados determinan el triunfo o la derrota de
un candidato o influyen de una manera decisiva en el resultado final de una
elección.
Durante más de 70 años, el país vivió una larga etapa de paz
social y de progreso económico haciendo transitar a México de un país
predominante rural y agrícola a una nación urbana e industrial, siendo este cambio
de orden cualitativo, sobre todo si lo comparamos con el México que se heredó del
régimen porfirista. La gran mayoría de los conflictos sociales y de la disidencia
política se resolvieron y dirimieron por la vía pacífica, la de las negociaciones y por
lo tanto el país vivió un periodo de estabilidad, en la cual se pudieron efectuar
inversiones púbicas y privadas que se requerían para la industrialización y la
modernización económica y social. En este periodo se sentaron las bases
materiales de lo que es México en la actualidad con los claroscuros, sus
desviaciones, deformaciones, con sus altibajos. Había un partido
predominantemente mayoritario, que dominaba el escenario político nacional, lo
que facilitó que la sucesión presidencial, que tantas dificultades había producido
en el pasado, se transmitiera de una manera pacífica, mientras que en la mayoría
de los países de América Latina había cambios bruscos, asonadas, golpes de
Estado, cuartelazos, diversos atentados contra los derechos políticos de los
ciudadanos.
Se ampliaron las facilidades para que muchos mexicanos
que provenían de familias pobres pudieran acceder a los niveles de la educación
profesional y así poder ocupar puestos directivos, tanto en el sector público como
en las empresas privadas y así mejoraran sus condiciones de vida. Instituciones
como el Instituto Politécnico Nacional se pusieron al servicio de los hijos de
obreros, campesinos y soldados y pudieron realizar carreras profesionales y
técnicas; lo mismo sucedió en las Escuelas Normales Rurales y en los
Politécnicos Regionales los cuales contribuyeron a la formación de cuadros
científicos y técnicos que impulsaron el progreso económico y social de sus
respectivas entidades federativas.
El Partido Acción Nacional triunfó en las elecciones
presidenciales del año 2000 y al hacerlo despertó una serie de expectativas y de
promesas que permitieran ensanchar la vida democrática y mejorar el nivel de
bienestar de la población. Pero siendo ese partido una agrupación heterogénea, lo
cierto es que prevalecieron los grupos de los grandes empresarios que habían
quedado descontentos por una serie de medidas que se habían tomado en el
pasado, como la nacionalización de la banca y la expropiación de varios
latifundios. Algunos de esos empresarios se habían beneficiado con la aplicación
de una serie de políticas públicas oficiales, pero ahora se pasaban a las filas del
PAN, que habían desplazado de la dirección y de las principales orientaciones al
grupo heredero de Manuel Gómez Morín. Estos fueron los llamados “bárbaros del
Norte” que en buena parte eran latifundistas y grandes propietarios. El mismo Fox
pertenecía a ese grupo pues su familia había sido afectada por algunas medidas
agrarias que dictó en su tiempo el Presidente Lázaro Cárdenas. Una vez en la
Presidencia de la República, de una manera nominativa, el PAN, se pusieron en
práctica, en la mayoría de los casos, los mismos métodos, sistemas y
procedimientos que habían operado en el pasado, muchos de los cuales ya
mostraban una gran obsolescencia.
El gobierno de Fox aplicó métodos claramente capitalistas al
designar como miembros de su gabinete a distintos empresarios privados, de
mentalidad conservadora y reaccionaria, concibiendo al gobierno y la economía
nacional en su conjunto, como corporaciones particulares, las cuales se guiaban
por los principios neoliberales, fracasando de una manera estrepitosa en los
resultados obtenidos al concluir este periodo oficial. Se demostró de una manera
clara que las lógicas de las empresas privadas y la del gobierno eran muy distintas
y que al confundirlas e identificarlas solo generaron la realización de grandes y
esplendidos negocios entre los uncionarios públicos y los representantes
gubernamentales.
Muchas de las reformas políticas y administrativas que
exigían grandes sectores de la población se aplazaron una y otra vez, hasta
considerarse no viables. Por ejemplo: la corrupción, cuya bandera se había
tomado en las campañas políticas, se mantuvo inalterable, estableciéndose
asociaciones delictuosas entre muchos empresarios que ahora eran funcionarios
públicos con sus socios capitalistas, que también provenían de las filas de la
iniciativa privada, al igual que los primeros. El sistema político, que desde luego,
necesitaban algunos cambios y adecuaciones pues ya ningún partido tenía la
mayoría absoluta en el Congreso de la Unión, se mantuvo inalterable en sus
términos, mientras se profundizaba la brecha entre la minoría opulenta y la
mayoría social.
El Partido de la Revolución Democrática emergió a la vida
política nacional como resultado de las elecciones de 1988 y desde un principio
fue una agrupación muy heterogénea y diversa pues lo mismo se encontraban
algunos grupos y militantes que lo habían sido del PRI y que habían discrepado de
la orientación del rumbo neoliberal impuesto al país, pero también de políticos
oportunistas y convenencieros que encontraban una oportunidad más propicia
para escalar puestos púbicos. Estaban también varios grupos y militantes de la
izquierda socialista y de diversos grupos de luchadores sociales. Antes que estar
unificado por una concepción ideológica o por un proyecto político nacional, los
unía un programa y un odio visceral el PRI al considerar que una premisa
indispensable para el cambio político profundo en México era su salida del Palacio
Nacional, como si las transformaciones económicas y sociales que requería el
país surgieran por arte de magia y olvidando que muchos de ellos, como Muñoz
Ledo, había sido miembros encumbrados de ese partido y del gobierno emanado
del mismo y que se habían beneficiado de los cargos públicos que habían
ocupado por largos años-
Desde que nació el PRD tuvo un acentuado carácter de ser
una agrupación caudillista y personalista en el que tanto los cargos de dirección
del propio partido, como los puestos públicos, se repartieron en función de cuotas
de poder de los grupos que lo integraban, lo que propició que el partido viviera en
una crisis permanente, siempre al borde de la división y el enfrentamiento, muy
proclive a la aplicación de métodos violentos. Siendo el PRD un conjunto de
grupos y personas de las más variadas orientaciones políticas, lo que los unificó
es el uso del registro electoral que estaba vigente del PSUM, la posibilidad de
escalar puestos de gobierno y de enriquecerse, sin preocuparse realmente por la
realización de cambios económicos y sociales profundos. Careció de una
auténtica vida institucional pues las principales decisiones políticas internas y
externas las tomaban los grupos que están en pugna incesante, los cuales no
tienen identidad ideológica, no se preocupan por tenerla, operando más bajo la
influencia y la dirección de dirigentes políticos.
.
En los últimos tiempos se han multiplicado las distintas
manifestaciones del crimen organizado, desde el asesinato, hasta el soborno, la
desaparición forzada de personas y por supuesto el narcotráfico, las extorsiones.
En estas actividades delictuosas, cada vez más variadas y diversificadas,
utilizando tecnologías modernas, en las que participan sobre todo jóvenes y este
es un fenómeno muy preocupante, pues muchos de ellos encuentran en ellas una
fuente de ingresos para mantenerse ellos y sus familias. Durante mucho tiempo,
se concluyó que estos fenómenos eran propios de la larga dominación política que
haba tenido en el PRI, pero la realidad indica que esto no fue así pues estas
actividades han surgido en forma sangrienta y continuada, en entidades
federativas, que han sido gobernadas por el PAN y por el PRD incluso en algunos
casos en mayores proporciones que en los gobiernos del PRI. Ello permite
concluir que se trata de fenómenos globales, incluso de alcance internacional en
los que ningún gobierno queda indemne y por lo tanto se requiere un
replanteamiento general más complejo y profundo sobre las formas y los
mecanismos para enfrentarlo eficazmente.
Si se “abriera” aún más, el sistema de partidos y en general
el sistema político, como lo exigen algunos académicos y politólogos que más bien
actúan como si fueron servidores de las cadenas de televisión y de radio,
entonces se registraría una mayor afluencia de ese ese tipo de recursos
monetarios y las campañas electorales serían más desiguales. Ya se ha
comprobado, por ejemplo, que muchos Presidentes municipales han sido
financiados por grupos delincuenciales y que después, ya instalados en el poder,
les han “cobrado” esos apoyos, exigiendo el otorgamiento de contratos de obras
y servicios, el control de las corporaciones policiacas locales, la seguridad y
tranquilidad para la realización de sus operaciones ilícitas y otras concesiones.
Desde el régimen de Miguel De la Madrid, el estado fue
retrocediendo en su participación en la producción de bienes y servicios, como
promotor del desarrollo económico y social, en la solución de los grandes
problemas nacionales, afirmando que eran las reglas del mercado libre las que
resolverían en forma casi automática las contradicciones sociales y el
comportamiento de las fuerzas productivas y de los agentes económicos. Es decir,
se inició la implantación del llamado mercado libre, en contra del llamado
mercado controlado por el estado. En realidad, este no existió en México, ni
siquiera en el etapa del gobierno de Lázaro Cárdenas, pues si bien el estado
intervino en forma importante en los procesos productivos, en la distribución de
bienes y servicios a la población en general, nunca ejerció un control definitivo y
en cambio sí predominaron los distintos sectores y grupos de la llamada iniciativa
privada.
El estado abandonó muchas de sus funciones esenciales,
se auto limitó en sus atribuciones constitucionales y legales e incluso en dos de
las empresas industriales que aún quedaban bajo su jurisdicción, se permitió la
participación de los capitalistas privados, nacionales y extranjeros. Hoy
prácticamente no existe un sector importante de la economía nacional en donde
se destaque como preeminente la presencia de los capitalistas particulares.
Incluso en aquellas tareas que, como las de la seguridad pública, se consideraba
inherente al estado, se retrocedió de una manera notable pues aparecieron
cientos de corporaciones privadas, que lo mismo custodian a las personas
adineradas, que protegen instalaciones comerciales y de servicios.
La implantación de las leyes del mercado libre fue
predominante en la formulación fe las políticas públicas, las cuales se han
traducido en una aplicación y fortalecimiento de los monopolios nacionales y
extranjeros, en un vigorizamiento de las acciones de los duopolios y de las
medidas de esa naturaleza que se han llevado a cabo, en beneficio de breves
grupos de industriales, comerciales o banqueros. En realidad, en la práctica, la
economía nacional se ha desarrollado bajo un proceso de trustificaciones, en las
que predominan 2 o 3 empresas y corporaciones, en cada una de las ramas
productivas, muchas de ellas, vinculadas con el capital extranjero, en mayor o
menor grado.
La economía nacional se ha desnacionalizado desde el
punto de vista del régimen de la propiedad, se ha extranjerizado en relación con
sus vinculaciones del exterior y estas han sido ha sido modificaciones
estructurales, en relación con la situación prevaleciente en el pasado histórico
inmediato, lo que ha provocado una cada vez más aguda concentración de la
riqueza y un empobrecimiento cada vez mayor de gran parte de la población.
La experiencia de los últimos años también demostró que no
es posible ni conveniente, dejar el funcionamiento de la economía a las grandes
empresas nacionales y extranjeras pues ello genera graves deformaciones y
distorsiones los cuales se han manifestado en forma palmaria en las últimas
décadas, lo que ha propiciado una disminución o por lo menos un estancamiento,
del nivel de vida de la mayoría de la población, por un lado y de pequeñas
minorías sociales, cuyos miembros reciben altísimos ingresos.
Los más recientes estudios en la materia confirman que
si bien se ha reducido la pobreza extrema, la pobreza, en términos generales, no
se ha aminorado, y por ello, se puede concluir que el 40 % de la población
nacional se encuentra en esta situación, no obstante que desde el sexenio de
Carlos Salinas se implementaron muchos programas sociales y se gastaron
cientos de miles de millones de pesos. Se ha llegado incluso al abuso y al exceso
de la demagogia y del populismo pues, por ejemplo, en la ciudad de México, se
presume que operan más de 43 programas, la mayoría de los cuales tienen un
financiamiento muy limitado y precario.
En los últimos años ha ocurrido un fenómeno político que
tiene distintas implicaciones: el hecho de que un buen número de políticos que
pertenecían a un partido lo han abandonado y han aparecido como candidatos de
otro partido. Incluso existen individuos que han transitado a dos, tres o cuatro
partidos distintos, una vez que han logrado alcanzar sus ambiciones políticas
personales. En ninguno de los casos han esgrimido razones o motivos de carácter
ideológico que revelen que ya no estaban de acuerdo con el partido al que
pertenecían originalmente y en cambio sí lo hicieron esgrimiendo como argumento
central que en los procesos internos de los partidos no habían sido seleccionados
para ser candidatos a un puesto de elección popular y por ello buscaban la
nominación de otro partido. Precisamente, en la LXI Legislatura federal un grupo
de diputadas presentaron sus licencias respectivas para separarse de sus cargos
y sus lugares fueron ocupados por hombres, que eran sus familiares en la
mayoría de los casos.
Entendemos que en México impera la libertad de afiliarse al
partido político de su predilección y por lo tanto también existe la garantía de que
puedan cambiarse de un partido a otro, según convenga a sus intereses y que
estén acordes con sus convicciones políticas. Pero la práctica esta conducta, que
se ha hecho muy frecuente, ha causado una serie de deformaciones, tales como
la concepción de un criterio que consiste en que se puede utilizar a un partido
determinado solo para alcanzar un puesto público y no porque exista un
compromiso ético y político verdadero con aquel, ni se pretende militar en el
mismo para fortalecerlo, ni se busca el afianzamiento o perfeccionamiento político
del sistema de partidos vigente.
Ha imperado una conducta de carácter personalista y
oportunista pues si no se satisfacen las ambiciones particulares, entonces se
desecha el partido originario y se pasa a otro y si este no es propicio para obtener
este propósito, se busca otro y así sucesivamente. A nadie escapa que este
fenómeno ha dañado el sistema político en su conjunto, en el régimen de partidos
actual, prevalece la concepción de que los partidos solo son instrumentos para
escalar posiciones de poder, se enfatiza en la búsqueda del poder político por el
poder en sí, por los beneficios individuales que brinda, que les puede permitir la
formación de una carrera política para obtener una fortuna personal.
Este fenómeno se observa en una serie de figuras políticas
sobresalientes, como Porfirio Muñoz Ledo, Manuel Camacho Solís, Ricardo
Monreal, quienes han pertenecido por lo menos a dos o tres partidos políticos
nacionales con el único propósito de ser designados candidatos a un puesto de
elección popular y una vez que lo han logrado, los han abandonado para ingresar
a otra organización política, también con el objetivo de cumplir un requisito de
carácter formal. Se trata de políticos “profesionales” que ciertamente tiene una
serie de cualidades personales pero que utilizan a los partidos como plataformas
transitorias para obtener sus fines individuales, desprestigiando a los partidos que
así los manejan, al indicar, con estas prácticas, que sus dirigentes simplemente
alquilan sus siglas electorales, buscando obtener un beneficio político relativo
efímero Muchos de ellos lo hacen solo con la finalidad de alcanzar el mínimo
porcentaje que demanda las leyes para mantener su registro legal y na vez
logrado este propósito, abandonan a esos políticos que son tratados como
productos desechables, pues en estas combinaciones no existe ningún
compromiso político o ideológico serio.
El transfuguismo político se produce precisamente en el
momento en que los partidos políticos están experimentando una gran descrédito
entre la población, en que se ha incrementado la abstención electoral, han
aparecido muchos candidatos que se denominan independientes y se han
desprestigiado algunas de las concepciones políticas del pasado, que tuvieron un
gran poder de atracción en otros tiempos, como las de la izquierda. En la
actualidad, grandes sectores de la población asocian de inmediato al término
partido político,a la existencia de un negocio muy lucrativo del cual se beneficia
un breve grupo de individuos. Ya no se considera que un partido es un
instrumento de lucha social y política sino una forma de vivir espléndidamente del
presupuesto federal, ya no existe lo que se llamó en el pasado la “mística
partidaria “, es decir, los esfuerzos, a veces hasta heroicos, que tenían que
realizar los miembros de aquellos para llevar a cabo sus actividades pues ahora
todas estas funciones son pagadas por las tesorerías de esos organismos.
A pesar del extendido y profundo desprestigio que han
sufrido los partidos políticos como instituciones que pertenecen a una clase social
que aspiran a conquistar el poder y llevar a la práctica, sus programas, lo que
está claro es que hasta hoy la sociedad humana no ha construido agrupaciones
humanas y sociales más acabadas y elaboradas como las de los partidos
políticos para la consecución de estos objetivos. También se debe precisar que
una cosa es la conducta personal o de algunos de esos individuos,
personalidades o mercaderes de la política, que han actuado para abonar el
camino del individualismo y el espontaneísmo y otra cosa, es la importancia
histórica y política que tienen los partidos en la sociedad contemporánea. Ninguna
institución de la denominada sociedad civil ha sido tan eficaz para organizar a los
ciudadanos en la lucha por sus objetivos políticos, que los partidos políticos pues
en todos los casos han quedado demostradas las grandes limitaciones que tienen
los movimientos sociales acaudillados por una persona, así sea por una
personalidad sobresaliente.
Ningún individuo de la sociedad está por encima de las
clases sociales, ni es más importante que los partidos políticos, así sean estos
rudimentarios y débiles, como los que existieron en México en el siglo XIX, antes
surgieron los clubes, las sociedades secretas, siempre pensando en que la
asociación de esfuerzos individuales en torno a un programa o un objetivo
político era la condición indispensable para llevarlo a su realización, ningún
individuo es superior a un partido político y cuantas veces se ha producido este
intento de suplantación, ha fracasado ,incluso en aquellos casos en que un
político excepcional, ha conquistado la Presidencia de la república, por medio de
la combinación de varios factores políticos circunstanciales, pues una vez en el
cargo, se ha visto obligado a fundar un partido o bien impulsar la creación de un
movimiento de carácter político.
Las ideas neoliberales promueven la concepción de
Fukuyama de que las ideologías han fracasado o bien que después de la caída de
la Unión Soviética solo favorecen a la ideología del capitalismo, a las sociedades
de libre mercado, el único camino realmente transitable para todos los pueblos del
mundo y por lo tanto se ha justificado la pérdida de personalidad política de los
partidos de izquierda, el abandono de sus principios y objetivos, su acercamiento
hacia el pensamiento de la derecha, hacia lo que se dado en llamar el
pensamiento único universal , señalando que el único el camino que unifica a
todos los seres humanos es la construcción de la sociedad en la predomine la
propiedad privada en materia de propiedad y de creación y distribución de la
riqueza, la libertad política entendida como la libertad burguesa y nada más.
Este fenómeno deleznable se ha vuelto común en
nuestro sistema político y se manifiesta cada tres años, durante los
procesos electorales que están en curso. No se trata de progresar hacia la
formación de una verdadera carrera parlamentaria, lo cual sería muy
positivo, sino simple y llanamente de escalar puestos públicos en las
cámaras del Congreso de la Unión. Una vez que ocupan estos cargos, se
olvidan de todos los compromisos que han contraído y se dedican
plácidamente a vivir de las jugosas dietas que se les pagan, sin que se
pueda enriquecer la vida legislativa de nuestro país, la cual ha avanzado en
términos cuantitativos, pero no en términos cualitativos. EL último estudio
hecho sobre el funcionamiento de la Cámara de Senadores indica que de
los 128 miembros de la misma, solo 10 desempeñan una actividad
importante en el cumplimiento de sus funciones y una situación similar
ocurre en la Cámara de Diputados. En este contexto, el poder legislativo
mexicano es uno de los más costosos del mundo, pero también,
paradójicamente, uno de los más ineficientes e improductivos.
La transición de un partido gobernante a otro partido en la
titularidad del Poder Ejecutivo ha producido distintos efectos y resultados, entre los
que debemos destacar la implantación del utilitarismo político, es decir, la
búsqueda del poder político por el poder mismo, sin proponerse realmente
cambios económicos y sociales profundos, ni reformas trascendentales que
permitan constituir una sociedad más justa, más humana, más democrática y más
independiente. Las modificaciones que ha tenido nuestro país en su estructura
material y social ha sido de grado o de forma, han afectado aspectos de carácter
secundario, pero ahora la sociedad vive inmersa en el marco de profundas
diferencias económicas y sociales y por consecuencia, de agudización de sus
contradicciones. A pesar de que nuestro movimiento social iniciado en 1910 se
propuso, entre otras, una más justa distribución de la riqueza, este gran objetivo
nacional no se ha logrado pues según los datos estadísticos más recientes, el
número de mexicanos que viven en la pobreza relativa y en la pobreza absoluta
asciende aproximadamente a la mitad de la población nacional.
Tuvimos una etapa en que se hacia una alusión frecuente a
tres grandes principios: la lucha por la democracia social, la lucha por la
democracia efectiva, que es la que contiene el artículo 3º, de la Constitución y la
lucha por la Independencia nacional. Estos principios presidieron e inspiraron
muchas de las acciones, de las obras de los distintos gobiernos, y de muchos
funcionarios públicos, de múltiples dirigentes políticos, que militaban en el PRI y
en otros partidos progresistas; pero desde la administración de Miguel De la
Madrid el país empezó a transitar por otra vía de desarrollo, por otro camino, se
abandonó la línea histórica del nacionalismo revolucionario. El país entró a un
periodo en el cual se pretendieron establecer tanto en la economía como en
la sociedad y en la política, las leyes del mercado libre, del mercantilismo
más desenfrenado, de la búsqueda insaciable y única del enriquecimiento
individual como si esta fuera el motivo principal de la existencia humana.
El individualismo consiste en afirmar que el motivo único y
central de la existencia humana es el del enriquecimiento de los miembros de la
sociedad no solo para satisfacer sus necesidades básicas sino para mantener una
cierta hegemonía o dominación de un grupo o de varios grupos por encima de los
intereses de las comunidades. A partir de la determinación de esta meta,
concebida como la causa esencial de la vida, corresponde al estado crear,
facilitar o mantener, los mecanismos por los cuales el individuo desempeñará el
papel esencial y el estado una función subsidiaria y secundaria, lo que implicó
una transformación verdadera, radical y profunda de nuestra historia como nación.
Ante este auge del individualismo, algunos se apoderaron de porciones
mayoritarias de los excedentes económicos, hasta fomentar y acelerar un agudo
proceso de monopolización y oligopolización que no tiene precedentes en la
historia de nuestro país.
Durante la etapa en la cual el estado tenía una importante
presencia en la economía nacional, ésta constituía un valladar, un obstáculo, a la
aceleración de ese proceso que la historia comprueba como lesiva para los
intereses de la mayoría. Impedía o frenaba los acaparamientos, las
concentraciones indebidas o creaba instituciones como la CONASUPO que en la
práctica frenaba el desarrollo de estos fenómenos que son naturales en los
países capitalistas. Una vez que el estado abdicó de esa tarea, ya no hubo
prácticamente ningún obstáculo, ningún dique que impidiera los fenómenos
relativos de la concentración económica. En este contexto, a raíz de la gran crisis
de 1985, miles de empresas medianas y pequeñas desaparecieron hundidas por
los quebrantos financieros, lo que produjo que sólo sobrevivieran los empresarios
que tenían una capitalización asegurada, sobre todo por medio de los bancos
privados.
El gobierno y en general el estado en sus distintos
niveles fue retrocediendo en el cumplimiento de sus atribuciones esenciales, lo
que les había señalado la Constitución de 1917, se fueron perdiendo campos de
actividad económica y social, muchas de las empresas públicas fueron
transferidas a los empresarios privados nacionales y extranjeras, incluso algunos
muy importantes como Telmex se privatizaron y el capital extranjero entró a la
economía nacional ya sin ningún control y sin ninguna restricción. El estado fue
reculando y en su lugar se multiplicaron los agentes particulares, los empresarios,
los banqueros, los industriales que así se enriquecieron en muy poco tiempo. Tal
fue el caso de esa nueva generación de banqueros, entre los cuales estaban
Carlos Cabal Peniche quien en tan sólo 6 años amasó una gran fortuna personal
dejando una cauda de fraudes y de sobornos, de acciones ilegales, que
demostraron que estaba aprovechando al máximo las nuevas facilidades
otorgadas desde el poder público. Un fenómeno similar sucedió con Carlos Slim,
que se apoderó de la empresa telefónica nacional y constituyó también, en un
plazo muy breve, una de las fortunas más grandes del mundo, siendo, además,
uno de los contratistas más importantes del gobierno federal. El surgimiento de
este grupo de multimillonarios se hizo al calor de los apoyos, estímulos, facilidades
de todo tipo que les otorgó la administración en turno.
Se conformaron grandes empresas industriales y de
servicios, las cuales reciben ordinariamente múltiples exenciones y apoyos
fiscales, se han convertido en grupos de presión que se manifiestan en contra
cuando el gobierno toma algunas medidas que se consideran benéficas para la
población, en momentos difíciles han sido omisos en proporcionar ayuda solidaria
e incluso han depositado muchos de sus capitales a los paraísos financieros que
han aparecido en distintos países del mundo. Han creados muchos fideicomisos y
fundaciones, las cuales tienen como finalidad importante tener sistemas de
deducibilidad para pagar menos impuestos al fisco o bien mecanismos muy
sofisticados para ocultar el auténtico volumen de sus inversiones.
Si como se decía el mercado era un mecanismo que por sí
mismo equilibraba el funcionamiento de la economía nacional, entonces no se
explica la razón por la cual estallaron varias crisis profundas, ni tampoco se
entiende la causa de que se hubiese incrementado el número de mexicanos que
vivían en la pobreza y en la miseria. Si esas tesis hubieran sido correctas no
podría entenderse la razón por la cual durante el periodo de Miguel De la Madrid,
por ejemplo, la economía nacional no sólo no creció sino decreció de una manera
muy preocupante afectando los ingresos vitales de millones de mexicanos y que
peor aún, una vez hubiesen estallado varias crisis graves, como la que ocurrió al
incorporarse el gobierno de Ernesto Zedillo.
Se afirma que las tesis económicas y políticas, se deben
comprobar en la realidad social ya que de no hacerlo quedarían al nivel de meras
especulaciones y existe mucha razón al respecto. Se decía que el libre mercado
generaría mucha riqueza y prosperidad, lo que sucedió desde luego pues ahora
del Producto Interno Bruto es mucho más grande que hace treinta años, pero en
realidad ese crecimiento se ha concentrado en una breve minoría de empresarios
nacionales y extranjeros, como lo demuestran los datos más recientes en esta
materia.
Una de las concepciones centrales de estos “chicago
boys” como se les decía alegremente a estos especialistas, consistía en afirmar
que el funcionamiento normal o natural de las leyes del mercado eran un
funcionamiento perfecto pues por sí mismo y dejándolas actuar
automáticamente, distribuía la riqueza de una manera justa entre sus
componentes y que no se requería ninguna política pública redistributiva del
ingresos. Se afirmaba que la mejor política, por ejemplo, era la que dejaba en
total libertad a los sistemas bancario y financiero para que fijara las tasas de
interés, el pago de comisiones, que tampoco se requería ninguna política de
fomento industrial sino que la libre competencia, por sí sola, produciría los efectos
deseados por la mayoría de la población.. Se afirmaba que al otorgarles
facilidades ilimitadas a los capitalistas privados, se generaría una mayor riqueza,
se crearían más empleos, y por lo tanto, todos tendrían acceso a los bienes
materiales y sociales y así se elevarían los índices de bienestar. Si el gobierno
intervenía, echaba a perder este mecanismo perfecto ya que normalmente todo lo
que tocaba lo aniquilaba pues era una institución intrínsecamente, ineficiente y
corrupta.
Este grupo determinó que todos los subsidios oficiales o
estatales eran esencialmente improductivos y por lo tanto, indeseables, y por lo
tanto se pronunció porque todos los bienes y servicios que producían las
empresas estatales se vendieran a los consumidores a precios de costo de
producción, haciendo énfasis en la necesidad de que las empresas funcionaran
exactamente como lo hacían las empresas privadas capitalistas, es decir,
buscando siempre el máximo lucro, la mayor tasa de ganancia, tratando de
eliminar los aspectos sociales que favorecían a los consumidores de bajos
ingresos.
En este periodo se precisaron los perfiles sociológicos de las
clase sociales: por un lado, en la medida en que avanzó el proceso de
industrialización nacional aumentó el número de trabajadores industriales y por lo
tanto se constituyeron muchos sindicatos y organismos gremiales, pero por el otro
se incrementó el poder económico y político de la burguesía industrial, comercial,
agrícola y bancaria, o que produjo el surgimiento de agrupaciones patronales que
ejercían una gran presión y una enorme influencia en las decisiones públicas.
Hubo en una etapa un cierto equilibrio entre estas dos clases sociales pues el
estado apareció como árbitro de la mayoría de sus antagonismos y conflictos,
pero ese equilibrio comenzó a romperse a partir del gobierno de José López
Portillo, al registrarse en el seno del gobierno una notoria inclinación hacia el
fortalecimiento de los intereses y perspectivas de las asociaciones patronales y
de los intereses que defendía y al debilitarse el Congreso del Trabajo, así como
las organizaciones cupulares de los campesinos. En este contexto se tomaron
muchas medidas de orden público que incrementaron la tasa de plusvalía a favor
de los intereses de la minoría opulenta, lo que motivó un exacerbamiento del
individualismo en todos los aspectos de la vida económica y social.
La privatización que sufrió la economía nacional trajo consigo
una acentuación del egoísmo, debilitándose la actitud y los sentimientos solidarios,
comunales, colectivos, que estaban firmemente arraigados en nuestra historia y en
el seno de nuestras comunidades, desde la época prehispánica. Había una gran
identidad entre los campesinos con los valores y las costumbres de sus
respectivas comunidades en virtud de que la propiedad de la tierra era colectiva,
social, pero una vez que estas vinculaciones se rompieron o se debilitaran por los
cambios que sufrió la legislación agraria durante la gestión de Carlos Salinas de
Gortari, resurgieron o se afianzaron las actitudes aislacionistas que consistían en
que los intereses de los particulares, llámense ejidatarios o pequeños propietarios,
se impusieran por encima de los intereses de las colectividades. La tierra, que era
o había sido un bien común, se convirtió en una mercancía que se podía vender o
comprar, libremente, como sucede en la actualidad. Ello ha permitido, por ejemplo,
que en la última etapa, el gobierno haya podido entregar muchas concesiones
para la explotación minera, a cielo abierto, a empresas sobre todo canadienses,
enajenado propiedades que eran de las comunidades indígenas, teniendo como
una de sus consecuencias más lamentables, la grave contaminación de ríos,
arroyos, canales, la aparición de múltiples enfermedades entre la población, así
como la destrucción de grandes superficies boscosas y selváticas.
A la privatización que experimentó la economía nacional,
correspondió también la privatización de la política pues se adoptaron criterios
de similar contenido esencial, en este terreno. En primer lugar, con el pretexto de
que había que preservar a los partidos de las aportaciones económicas que
provinieran del narcotráfico y del crimen organizado, el IFE otorgó prerrogativas
económicas que cubrían más del 70% de sus gastos de operación y prácticamente
todo lo relativo a las actividades electorales, lo que ocasionó que esos
instrumentos devinieran en ramificaciones del erario público. Valores como la
militancia, el sentido de pertenencia y de adhesión, el pago de cuotas, la defensa
de los principios partidarios, se fueron debilitando y perdiendo pues todos los
gastos del partido ya estaban cubiertos por el gobierno federal. Se fomentó
también la concepción de que la militancia en un partido era un valor de cambio
pues todas las tareas y responsabilidades debían ser pagadas mediante altos
salarios o emolumentos elevados, o sea, se fomentó también la práctica del
carrerismo partidario, formándose en los partidos grupos cerrados de poder que
consideran que la política partidaria es una actividad eminentemente lucrativa.
En todos los partidos se han formado inmensas
burocracias de dirigentes y de funcionarios, nacionales, estatales y municipales
a los cuales se les pagaban altos salarios por lo que el llamado gasto corriente o
administrativo constituye la principal erogación, sin que existan recursos para otras
tareas sustanciales, como la educación y la formación política, la prensa y otras
tareas.
Los presidentes de los partidos y los secretarios generales
concentran casi todo el poder decisorio en el seno de los partidos y por lo tanto,
con esa fuerza enorme, pueden manipular la voluntad política de sus afiliados. Tal
es el caso, por ejemplo, de Ricardo Anaya, quien es presidente del Comité
Ejecutivo de Acción Nacional, pero a la vez aspira a ser el candidato presidencial,
lo que genera una competencia absolutamente desigual con aquellos panistas
que no están en condiciones de influir, de manera importante, en sus compañeros
de partido. Anaya, además, se ha adjudicado, para la realización de su
precampaña, de los mensajes televisivos que por ley pertenecen a todos los
miembros de ese partido, situación profundamente irregular que no ha sancionada
el INE. La misma actitud ha asumido Andrés Manuel López Obrador, que es el
Presidente del órgano dirigente de Morena, pero que también, en la práctica de
hecho, actúa como si fuera el candidato presidencial de ese partido, sin que
ninguna asamblea o congreso lo haya decidido así. También, al igual que Anaya,
concentra en su beneficio loe mensajes de radio y televisión oficiales, a pesar de
que existen ya muchos aspirantes a ocupar otros cargos públicos.
Esta forma peligrosa de privatización de la política tuvo otras
manifestaciones ostensibles: se abandonó el debate ideológico y programático, la
discusión de las ideas políticas, al enfatizarse en las reyertas entre grupos y
personas, tan solo animados por la conquista de puestos y de ámbito de poder.
Después ya no se discutió nada importante sino el reparto de posiciones dentro y
fuera de los partidos, enfatizando, como motivación única, ocupar un puesto en el
Congreso de la Unión o en la administración pública. Se hizo a un lado la
discusión sobre los proyectos nacionales que cada uno de los partidos debía
sustentar, sobre las soluciones a los grandes problemas nacionales, decayendo
en los reiterados escándalos, en las agresiones mediáticas y en las diatribas de
carácter personal.
Entramos a un largo proceso político en que lo importante
son las acusaciones que se lanzan cotidianamente los dirigentes políticos y
partidarios en entre sí, pero no con la finalidad de superar o resolver los
fenómenos denunciados, sino simple y llanamente, para desprestigiar a sus
respectivos rivales políticos. De esta manera, la mayoría de las imputaciones que
se realizan nunca llegan a los tribunales, ni se dirimen en las instancias judiciales,
tratándose incluso de la comisión de delitos graves, los cuales solo se exhiben en
los medios de comunicación en forma señalada en la prensa y en la televisión.
Al cobrar preeminencia de los valores de lo individual, ha
desparecido o se han debilitado los valores relativos a lo social, no solo en la
economía sino también en la política y en la cultura. El mercantilismo ha avanzado
en forma incontenible en casi todos los aspectos de la vida de la nación. Por
ejemplo, se considera que una determinada manifestación artística no es
importante, sino no genera utilidades, y por no se debe promover por parte del
poder público. Se ha fortalecido y ampliado distintos grupos empresariales
privados en todas las actividades nacionales en donde se considera que el
objetivo único y superior consiste en el enriquecimiento personal en el plazo
más corto posible, como medio para adquirir una serie de lujos, comodidades y
satisfactores, llegando incluso a lo extremo de la venalidad y de la vulgaridad y a
la creación artificial de necesidades. Tal es el panorama que prevalece por
ejemplo, en los medios de comunicación de masas, en donde en abierta oposición
con las normas vigentes, se ha abusado de la implementación de criterios
mercantiles y comerciales, pero lo más preocupante, es la excesiva concentración
de las frecuencias electrónicas de radio y televisión en manos de poderosos
grupos empresariales, cuya influencia es determinante en muchos resultados
políticos y sociales.
Hace mucho tiempo que no se analizan los grandes
problemas nacionales, ni se confrontan las distintas concepciones y posiciones
que existen al respecto pues muchos individuos que actúan en la vida pública y
distintos partidos se han movido de las anteriores posiciones de la derecha y de la
izquierda hacia el llamado centro político que es en realidad una postura muy
cómoda y sencilla pues les permiten acomodarse según las circunstancias y los
intereses de cada uno, cambiar de postura cuando así sea conveniente para las
partes, sin asumir compromisos concretos ninguno de ellos. Una vez que el PAN
llegó a la Presidencia de la República este fenómeno se fue agravando, hasta
transformar la arena política en un pantano de aguas movedizas en el cual es
relativamente sencillo que un político o un funcionario modifiquen sus posiciones
políticas sin ofrecer explicación alguna, tan solo motivado por la obtención de
algún beneficio individual.
Los intereses particulares han prevalecido por encima de los
intereses generales, sociales o colectivos, tanto en el campo económico como en
el político, lo que ha afectado la naturaleza y funciones esenciales de los partidos
políticos. Estos han experimentado un proceso de desnaturalización pues muchas
de sus actividades son ahora esencialmente mercantiles debido a que, entre
otros factores, el aumento del peso específico de la mercadotecnia electoral, el
travestismo político, la falta de cumplimiento de las responsabilidades y de las
promesas de campaña.
Para poder participar en las contiendas político- electorales,
los aspirantes necesitan disponer de grandes recursos económicos, primero para
adquirir su postulación, en los procesos internos que se desarrollan en cada uno
de los partidos y después, ya siendo candidatos, para realizar la respectiva
campaña política. Esos individuos deben hacer, literalmente hablando, una
inversión, como cualquier otra, pues deben reunir una gran suma de dinero,
invertirla y después recuperarla. Esa perversión ha provocado un aumento
desmesurado en el pago de las dietas para los diputados y senadores, en donde,
además, de sus remuneraciones ordinarias, participan en el reparto del dinero de
un programa que existe en el seno del presupuesto de egresos de la federación,
por medio del cual se asignan recursos a los estados y a los municipio, pero se
les paga una comisión a los legisladores que efectúan esos trámites en el
Congreso de la Unión. Otros más, a la vez que desempeñan sus cargos
constitucionales, pertenecen a empresas y sociedades las cuales efectúan
operaciones de contratismo con distintas dependencias del gobierno federal.
Anualmente, estos elementos se aprueban el pago de bonos, aguinaldos y otras
compensaciones económicas extraordinarias, lo que en términos generales, los
convierte en ciudadanos verdaderamente privilegiados. Este proceso de
enriquecimiento sin paralelo en la historia política del país, ha impulsado un
fenómeno de elitización de los cargos públicos y de un notable encarecimiento de
las actividades políticas nacionales, estatales y municipales.
Se ha abusado de los recursos propagandísticos, que hacen
énfasis predominante no en las ideas sino en las imágenes, tratando de copiar
en forma mecánica los métodos que se aplican en los Estados Unidos. Así, en la
mayor parte de los mensajes emitidos durante las contiendas políticas se
favorecen los aspectos externos y frívolos de los candidatos en donde estos no
asumen ningún compromiso ideológico, político o programático, lo que no permite
hacer una verdadera evaluación de la calidad de su gestión como representantes
populares.
Los sectores económicos más poderosos han penetrado en
las filas de todos los partidos, en forma señalada en las tres más importantes,
habiendo cambiado de conducta en relación con la asumida en el pasado. En otra
etapa, esos sectores no tenían una directa participación política directa y ahora lo
hacen en forma indirecta, es decir, por medio de una serie de influencias,
gestiones, presiones, o por medio del llamado cabildeo. Ellos preferían actuar por
estos medios en las Secretarías de Hacienda, de Programación y Presupuesto, de
Comercio, Obras Públicas y otras, desdeñaban ser diputados o senadores. Pero
ahora, en la actualidad, esto ya no ha ocurrido y muchos de ellos han ocupado
estos cargos de una manera desembozada, tratando, desde luego, de influir en la
redacción y en la orientación de las Leyes que aprueba el Congreso de la Unión.
Por otra parte, a pesar de que el llamado cabildeo es muy intenso, no se ha
reglamentado debidamente por lo que es fuente de suspicacias o dudas, en estos
casos siempre perjudiciales a los intereses de la nación.
La intervención cada vez más grande y diversificada de lo
que algunos han denominado “poderes fácticos”, es decir, las grandes
corporaciones de empresarios privados, nacionales y extranjeros, ha sido uno de
los factores más importantes que ha provocado la expansión del utilitarismo en el
campo de la política, en el envilecimiento de esta elevada actividad humana que
en muchos casos ha degenerado hasta convertirse en una labor de mercaderes
de influencias, en diferentes actos de corrupción y enajenación, en los cuales lo
que está prevaleciendo son los intereses privados, los agentes comerciales o
mercantiles han predominado en la resolución de asuntos de interés público. La
penetración de los empresarios se presentaba, en el pasado, sobre todo en el PRI,
pero ahora se manifiesta en el PAN, el PRD e incluso en Morena pues es
conocido que el proyecto de proyecto de nación de López Obrador está siendo
redactado por un grupo de grandes capitalistas, encabezados por Alfonso Romo,
uno de los más grandes productores de transgénicos, patricinados por la firma
internacional Monsanto.
En el pasado tanto, el sistema económico como el sistema
político proporcionaba grandes oportunidades a los jóvenes para el desarrollo de
sus potencialidades individuales, para efectuar una carrera profesional, tener un
empleo digno y bien remunerado, ocupar cargos en la administración pública y en
los órganos colegiados del pueblo y en términos generales para mejorar sus
condiciones de vida, de ellos y de sus familiares. En esas condiciones surgió, se
amplió y se consolidó la llamada clase media, que desarrolló su existencia en las
grandes ciudades, dotándolas de muchas ventajas urbanísticas, y servicios de
educación, vivienda y salud, de alta calidad, e incluso hasta el exceso en algunas
zonas, mientras una gran parte de las zonas rurales han permanecido sin los
servicios más elementales o bien los que tienen son muy deficientes.
A raíz de las recientes crisis económicas que ha padecido el
país esa clase social ha disminuido tanto en términos cuantitativos como
cualitativos, es decir, ha sido menor el número de miembros participantes de la
misma, pues difícilmente pueden soportar la prolongada carestía que hemos
sufrido y una constante inflación y en segundo término, que muchos de sus
integrantes han perdido una gran parte de su confort, bienestar, de sus
propiedades, de sus inversiones, de sus posibilidades de mejoramiento material y
han descendido hacia los niveles de la clase obrera, que también ha sufrido una
serie de grandes transformaciones, o bien se han incorporado a la llamada
economía informal.
También este fenómeno se ha observado en el campo
político pues cada vez ascienden un menor número de jóvenes de escasos
recursos económicos a los puestos de elección popular y de la administración
pública y en cambio, ha aumentado la participación de muchos industriales,
comerciantes y profesionistas de altos ingresos. Ello se ha reflejado en un escaso
número de representantes obreros y de campesinos, de artesanos, indígenas, que
antes ocupaban importantes franjas de poder en el Congreso de la Unión. Los
representantes de las organizaciones adheridas al Congreso del Trabajo ya no
tienen ningún presencia importante en el Congreso de la Unión, como la tuvieron
en otras épocas de la vida del país, pues ahora han sido sustituidos por
legisladores que provienen de la llamada clase media o por enviados directos del
Poder Ejecutivo cuya única función es la de defender el contenido de sus
iniciativas de ley, otorgándole una mayor capacidad de lucha a la fracción
parlamentaria del PRI que para poder cumplir con las instrucciones del Presidente
de la república por lo que ha tenido que realizar una política alianzas y de arreglos
políticos con los otros grupos legislativos.
Persiste en la sociedad un ambiente de insatisfacción
general no solo por las lacerantes condiciones económicas y sociales que existen
sino porque se proyectaba la perspectiva de que una vez que cambiara el partido
gobernante, muchos de los problemas nacionales se resolverían y cambiarían en
gran parte las condiciones de vida de la mayoría de los mexicanos. Han
transcurrido ya 10 años de la sustitución en la presidencia de la República del PRI
por el PAN y muchos mexicanos están descontentos por los resultados
económicos, sociales y políticos de la gestión de ese partido, al no registrarse
ninguna modificación importante en el rumbo del país pues en términos generales
han subsistido las grandes directrices programáticas que se han implementado en
el país desde la administración de Carlos Salinas de Gortari. Una serie de valores
éticos, como la de la lucha por la independencia, la democracia, la justicia social,
la libertad, la solidaridad fueron desplazados por un conjunto de valores que no
solo son distintos sino en muchos casos opuestos.
Este escepticismo por los frutos de lo que se denominó
transición a la democracia confirmó el hecho de que la mera sustitución de un
partido por otro no constituye un cambio positivo e importante pues todo depende
de un conjunto de medidas, decisiones, reformas que se lleven a cabo en la
estructura económica y política. Los aspectos electorales, son ciertamente
importantes, pero no son fundamentales para promover cambios sociales, menos
aun en un país como el nuestro en que existe una notable desigualdad en la
riqueza nacional y una aguda dependencia con un solo mercado, el
norteamericano. No pensamos que estos cambios o modificaciones fueran de
carácter súbito o casi instantáneo tan solo porque cambió la orientación del titular
del Poder Ejecutivo de la Unión sino se requiere de una serie de factores y
elementos que debidamente coordinados y planificados puedan impulsar algunas
modificaciones en los aspectos esenciales de la vida humana.
Estas insatisfacciones también producen otro fenómeno que
es concomitante; la desconfianza en el valor de la democracia formal, las grandes
limitaciones de que adolece, el carácter superficial de muchos de sus aspectos, lo
que puede estimular la formación de tendencias autoritarias, paternalistas o
mesiánicas, pensando que entonces la solución descansa en la fuerza que
pudiera tener un líder salvador o un regenerador en quien deberíamos depositar,
sin condiciones ni pretextos, nuestra confianza.
En el sistema político, aumentó la proclividad de sus
integrantes para usufructuar el poder por el poder mismo, es decir, por los frutos y
los beneficios individuales que genera. Personas que no tienen convicciones
políticas democráticas y progresistas, que no estaban comprometidas con el
programa histórico de la Revolución Mexicana de 1910, arribaron a importantes
puestos de responsabilidad administrativa y pública solo con la finalidad de
amasar grandes fortunas y así adquirir propiedades, comodidades, lujos y placer.
Aquí el afán desenfrenado del individualismo se vinculó con el placer en sus
distintas formas y manifestaciones, reafirmando que esto es uno de los objetivos
superiores de la vida humana. Atrás quedan y se olvidan las enseñanzas de
Benito Juárez que aconsejaba a los funcionarios públicos que tuvieran una
existencia moderada, racional, que sus ingresos fueran “magros y prudentes”
para vivir en condiciones de medianía. Esto explica un hecho escandaloso de Los
últimos gobiernos, sean del PRI, del PAN o del PRD: el aumento
descomunal del gasto público en el área administrativa, es decir, los salarios de
los altos funcionarios de las Secretarías y de las empresas públicas y
descentralizadas, la creación de nuevas plazas de esos rangos con el propósito
deliberado de colocar a amigos, aliados, servidores. Esto explica también la razón
por la cual una gran porción del gasto público que ha crecido en forma consistente
año con año, se destine a erogaciones improductivas, lo que ha contribuido a
mantener bajas tasas de crecimiento de la economía nacional.
Se ha producido un proceso de esterilización de la política
nacional pues nada se discute, nada se examina, pues todos son soliloquios
entre las partes. El gobierno, por su parte, solo exalta los aspectos positivos
existentes, al afirmar que, por ejemplo, ha crecido la economía nacional en el año
de 2010, pero no toma en cuenta que este crecimiento es notoriamente
insuficiente, sobre todo si lo relacionamos con el crecimiento de la población y con
los índices de estancamiento general que han caracterizado, por ejemplo al último
decenio. Es decir, un año puede crecer la economía nacional lo que en sí mismo
es positivo, pero si la tendencia general, cifras más cifras menos, ha sido la del
estancamiento, entonces ese aspecto valioso deja de tener importancia. Lo que
sería realmente sobresaliente y plausible sería que la economía nacional tuviera
un crecimiento sostenido del PIB por un periodo determinado y no tan solo por un
año o dos, pues eso indicaría que se están creando nuevas fuentes de trabajo
sobre todo para los jóvenes. El gobierno, en su publicidad, trató de ocultar
siempre los rezagos económicos y sociales que se han venido acumulando a
través del tiempo. Esto sucede, por ejemplo con la creación de empleos, que
durante un año pueden ser positivos, pero no lo es en relación con la tendencia
general que ha registrado la economía nacional, ni con el número total de
desempleados que existen en nuestro país.
No existe honradez política, ni lealtad en las convicciones,
menos aun, una actitud autocrítica respecto de los fracasos que se han venido
acumulando en México, relativos a la alimentación, a la salud, a la vivienda, al
empleo, al deporte y otros muchos satisfactores materiales y sociales. Se puede
tener un sistema político medianamente democrático desde el punto de vista
formal o electoral, pero ello no redunda en forma directa en un sensible
mejoramiento del nivel de vida de la población. Esto ha sido una de las causas por
las cuales existe escepticismo en grandes sectores de la población pues constatar
como la alternancia en la Presidencia de la República no fue satisfactoria ni útil
pues siguieron funcionando las mismas instituciones del pasado, con sus
conocidas deficiencias y limitaciones, ni tampoco esto hizo menos regresiva la
distribución del ingreso. Al contrario, en virtud de la acelerada rotación que
experimentó la formación de capitales, en un periodo relativamente cortó han
surgido individuos que detentan enormes fortunas, lo que demuestra también que
persisten, por ejemplo, los privilegios fiscales, que si bien tuvieron una cierta
justificación en otras épocas de la vida el país, hoy ya no tienen razón de ser y
ningún partido planrea ni siquiera afectar a los individuos y a las corporaciones
que tienen altos ingresos sino todos ellos trataban de ganarse su apoyo y su
confianza en los procesos electorales.
En la historia de México, los valores de lo social, de lo
colectivo así como la solidaridad humana están perfectamente arraigados y por
ello no han desaparecido, si bien si se han debilitado. Desde la época de los
grupos originarios que se instalan en el Valle de México en que prevaleció como
modo de producción el calpulli, hasta el siglo XX en que se constituyen los ejidos y
las cooperativas, existe un hilo de continuidad histórica y social que después se
plasmó en la Constitución de 1917 al reafirmar que la propiedad privada no era un
derecho ilimitado, inmutable, absoluto, sino una concesión del estado y que los
intereses colectivos estaban por encima de los individuales, lo que dio sustento a
la Ley de Expropiación que facultó al estado para introducir a la propiedad
particular las modalidades que dicta el interés público.
Aunque dichos preceptos políticos constitucionales estaban
vigentes en la Constitución, desde hace algunos años se han dictado medidas,
emprendido acciones, dictado leyes, decretos y políticas de orden oficial, que han
pretendido menoscabar y debilitar los valores de lo social, lo colectivo y su
ingrediente complementario, la solidaridad humana, por lo que han avanzado sus
valores distintos y opuestos como los intereses individuales, los de pequeños
grupos y elites privilegiadas en lo económico y social, así como su
correspondiente fortalecimiento político, una lucha encarnizada entre los
individuos que pertenecen a la misma clase social.
Esta transformación ideológica y ética se ha reflejado en la conducción de la
economía en lo cual se han privilegiado la acumulación de la riqueza y del
bienestar material en manos de una breve minoría, siendo México en la actualidad
una de las naciones más desiguales del mundo en materia de distribución de los
ingresos. Se afirma que México es una de las economías más fuertes del
mundo, que mantiene un diálogo permanente con las distintas potencias, pero n
no se reconocen las insuficiencias en materia de progreso social, escolaridad,
salud, seguridad pública y otros aspectos que si se valoraran más justamente
nos darían una visión objetiva de grado de desarrollo alcanzado por nuestro país.
Se han debilitado los vínculos solidarios que existían en el interior de las clases
sociales, es decir, entre los obreros y los campesinos, pues cada uno de sus
grupos representativos solo luchan por conquistar sus propios objetivos. Ello
indica, que por ejemplo, el llamado Congreso del trabajo, que se supone agrupa a
la mayoría de las organizaciones obreras, jamás emprenda una acción colectiva y
general en la consecución de las demandas de sus agremiados.
En virtud de su permanente inactividad, no sabemos si ese aparato realmente
existente o es tan solo un símbolo del pasado. Lo mismo sucede con las
agrupaciones campesinas pues la CNC dejó de ser hace muchos años una
entidad que realmente pugne por las demandas de los hombres del campo y se
ha convertido en una entidad que solo tramita créditos para proyectos
productivos. En el pasado se hicieron varios intentos por reagrupar a los
campesinos, en un centro nacional aglutinador, pero sin bien tuvo algún éxito
relativo o transitorio, ahora ha desparecido, carcomidos estos esfuerzos por la
corrupción en que han incurrido sus líderes y por la incapacidad que tienen para
luchar por sus objetivos de clase.
Se ha debilitado la propiedad social, aquella que
correspondía a los ejidos, las comunidades indígenas, las asociaciones de
trabajadores urbanos, de las cooperativas, las cuales tuvieran un periodo de auge
entre los gobiernos de Lázaro Cárdenas y de Luis Echeverría. Ahora muchos
ejidos se han disuelto a partir de que existe plena libertad para vender sus tierras,
muchas cooperativas han quebrado al recibir el tratamiento de sociedades
mercantiles violando su esencia y muchas comunidades indígenas se han
erosionado en sus fundamento material al rentar sus tierras, venderlas a
particulares y enajenar sus recursos naturales que son explotados también por
compañías privadas nacionales y extranjeras.
En el ámbito de la izquierda existe un preocupante abandono
y un desdibujamiento de sus posturas políticas acerca de la democracia, la
libertad, el bienestar social a cuyos conceptos muchos militantes de esas
corrientes han despojado de su contenido esencial, buscando hacerse simpáticos
y amigos tratando siempre de “embellecer”, o “dulcificar” los males o los
defectos del sistema capitalista, habiendo desde hace muchos años abandonado
la idea de su transformación radical. Muchos socialistas y miembros de la
izquierda se han comportado como políticos burgueses descarados pues solo
buscan o han buscado enriquecerse al escalar puestos públicos. En el pasado,
esos elementos de la izquierda tenían sus propias características y perfiles que se
definían como tales pues descansaba en la lucha por dos objetivos
fundamentales, el de la igualdad y la justicia social, pero en la actualidad estos
rasgos han desparecido para enfatizar solo en la necesidad de realizar cambios
epidérmicos y circunstanciales, que no afecten los intereses de los poderes
facticos ni pongan en entredicho el sistema económico y político imperante.
Las ideas centrales de la socialdemocracia amarilla o blanca han conquistado
muchos adeptos entre los intelectuales y los periodistas que han llegado a la
conclusión de que la lucha por la realización de cambios profundos en la
estructura material de la sociedad, la construcción de una nación socialista de
nuevo tipo, ya son quimeras, utopías y que por tanto ya debe insistirse en ellas y
que ahora se trata combatir solo por cambios en la estructura política burguesa
para ensanchar y ampliar la democracia, mientras se posponen una y otra vez,
una serie de modificaciones verdaderas que hagan menos injusta la distribución
de la riqueza.
Ahora se ha estado insistiendo en que la llamada economía de libre mercado es
el único paradigma económico y social por el que debe lucharse, es decir, se trata
de un remozamiento del capitalismo, en el cual persistan los privilegios de la gran
burguesa, así como la influencia determinante que tiene el imperialismo en nuestra
vida nacional. Cualquier intento o medida que se pudiera tomar para afectar estos
intereses, es aberrante pues conculcaría los derechos y las libertades existentes,
pues surgiría la protesta de grades sectores económicos, pues se estaría violando
la paz, seguridad y el orden jurídico existentes, el denominado estado de
derecho, ocultando el hecho de que todos los días y en forma sistemática este se
vulnera en el marco de la democracia representativa. Y nadie dice nada. Todos
los días se cancelan los derechos humanos de millones de mexicanos pues
no tienen acceso a la educación, a la salud, a la vivienda, a la seguridad de
sus familias pues estos fenómenos ya se consideran como parte de la
normalidad imperante.
Aún en el campo de los militantes de la izquierda, de todos
los matices y tendencias, se han debilitado los ideales colectivistas y sociales para
hacer descansar la lucha en principios individualistas y utilitaristas, por lo que hoy
en día es prácticamente imposible hacer una distinción política de los partidos
desde el punto de vista ideológico. Existe una tendencia que avanza desde hace
tiempo: ubicarse en lo que se llama el centro político, es decir, un punto del
espectro en el que reina la ambigüedad, la falsificación, el oportunismo y las
indefiniciones. Ser o estar en el centro implica una mayor comodidad que
fácilmente un individuo que milita en la izquierda se pasa a las filas de la derecha,
coincidiendo y trabajando a su favor, sin dar ninguna explicación y sin justificar su
conducta movediza. Este es un terreno propicio para el travestismo político, tan
común hay en la política mexicana.
Se ha afirmado que durante los gobiernos del PRI había en
México un férreo control de la prensa, la radio, la televisión y en general de los
distintos medios de comunicación masivos y que eso uniformaba los criterios
políticos y sociales de una amplia gama de grupos, sectores, de la sociedad
mexicana. Ahora en la actualidad impera una libertad muy grande pues existen
muchas voces críticas e independientes pues prácticamente todos los días
censuran las decisiones y las medidas que toma el gobierno en los distintos
ámbitos de la vida nacional. La situación es ciertamente diferente a la del pasado
inmediato, pero algunas de sus características y rasgos distintivos son
preocupantes: la absoluta mayoría de los medios de comunicación, tanto los
electrónicos como los escritos, están en manos de empresarios privados, lo que
sin duda determina el contenido y la orientación de sus emisiones y mensajes.
Existe una enorme proclividad a enfatizar en los aspectos mediáticos,
mercadotécnicos, lo que en gran medida ha empobrecido y vulgarizado las
actividades políticas que se presentan como si fuera un juego de intereses
personales y mercantiles en los cuales no existe ninguna preocupación ideológica
y programática. Se descansa mucho en los aspectos puramente comerciales, es
decir, en aquellos que dejan a sus propietarios una gran rentabilidad económica
precisamente para incrementar sus elevados ingresos monetarios.
En el campo de la televisión existen, desempeñando un
papel predominante, dos grandes empresas privadas, similares entre sí en lo que
se refiere al contenido de su programación, que dominan el espectro electrónico,
influyen en forma por demás substancial en los gustos, los hábitos, las
necesidades de amplios sectores de la población e incluso pueden determinar el
presente y el futuro de muchos dirigentes políticos, partidarios y funcionarios
públicos. En los diarios y las revistas que se dice, de circulación nacional, también
se uniforman los intereses éticos y sociales, pues se enfatiza en la frivolidad, la
chabacanería, las afirmaciones no demostradas, las acusaciones tremendistas y
sin fundamento alguno, los chantajes políticos abiertos o embozados y una
desmedido afán por los aspectos comerciales o económicos, aquellos que
pudieran beneficiar a sus propietarios, que son agentes particulares. México
ingresó en esa etapa a la era del internet y demás implicaciones tecnológicas,
pero siendo una nación, la nuestra subyugada o sometida, por el imperialismo,
esta incursión ha sido deformada, no solo desde el punto de vista comercial, sino
también desde la perspectiva de los contenidos. En términos generales, estamos
reproduciendo la programación que prevalece sobre todo en los Estados Unidos,
cuyas empresas nos consideran como receptáculos o ramificaciones de sus
grandes cadenas.
A pesar de que se afirma que el salario mínimo es un dato
meramente simbólico, todavía en el año 2010, el 31% de la población ocupada
declaró un nivel de ingreso que no superaba los dos salarios mínimos, el 32%
recibió más de 2 salarios mínimos; el 7.7% declaró no recibir ingresos. En
realidad, el salario mínimo lo siguen percibiendo muchos miles de mexicanos, lo
que ya nos permite suponer que se trata de estratos sociales que subsisten en
condiciones de pobreza alimenticia o patrimonial. Los cálculos que elaboró el
Banco de México, que no incluyen los incrementos que se registran en los
combustibles, no son confiables, sobre todo si los comparamos como los
aumentos que ha registrado la llamada canasta básica que ha subido un 63% en
los últimos meses. Quizá el método más adecuado y realista con que se puede
medir la inflación sea el impacto que sufren las amas de casa que van al mercado
y que cada día compran menor cantidad de alimentos y satisfactores, lo cual se
manifiesta en un sensible deterioro de los niveles de vida de la población. Solo el
32% de la población económicamente activa percibe más de 3 salarios mínimos,
comprobándose el hecho de que, una vez, solo la minoría trabajadora tiene
buenos ingresos.
Al registrarse los niveles de escolaridad de los trabajadores,
el 36% tiene niveles de escolaridad sumamente bajos, mientras el 24% de ellos se
dedicaban al comercio y el 36% a las actividades agropecuarias. Esos datos
reflejan una serie de problemas que tiene el sistema educativo nacional: si bien se
ha avanzado mucho en la cobertura de la enseñanza primaria y secundaria, sigue
existiendo una grave deserción por lo que muchos trabajadores ingresan al
sistema productivos sin una adecuada calificación técnica y profesional.
Muy grave es el hecho de que mientras en el año 200O, el
67% de la población ocupada se beneficiaba con prestaciones laborales y
sociales, en 2010 se redujo al 62%, situación que es muy preocupante pues esto
significa que existe en México una flagrante y sistemática violación de la
Constitución General de la República al implantar el llamado sistema
outsourcing que no permite a los trabajadores el otorgamiento de prestaciones
sociales, entre ellas la de la antigüedad.
Este sistema de contratación laboral nos hizo regresar a la situación en la que
vivían los obreros en el siglo XIX pues la mayor parte de esos asalariados, no
gozan de ninguno de los derechos que consagra la Constitución, como si se
hubiera regresado a la etapa en la que se trabajaba a destajo. Se esgrime como
pretexto que de esta manera, sacrificando a los trabajadores se tiene el
reconocimiento de que en virtud del desarrollo de las tecnologías, cada día se
requieren menos trabajadores y que lo que se necesita es que, precisamente, los
capitalistas extranjeros, sobre todo, realicen sus inversiones gozando de las
máximas facilidades para expolien el trabajo de los mexicanos.
Este sistema esclavista fue apoyado en el Congreso de la Unión por los
representantes de las organizaciones sindicales que una vez más se comportaron
como verdugos de las personas que actúan en su nombre y que suscriben a
nombre de los mismos, estos oprobiosos contratos laborales que carecen de
cualquier contenido de bilateralidad, pues todas las ventajas y facilidades las
tienen los inversionistas y ninguna los trabajadores que están a su servicio.
De acuerdo con la estructura de la población que esta
económicamente ocupada, el sector de trabajadores que estaba ubicada en el
ramo agropecuario disminuyó del 16% del total que era en el año 2000 al 13% en
2010. Aquí se reflejan las existencias de muchos problemas de carácter social: las
actividades del campo cada día son menos redituables desde el punto de vista
del ingenio que reciben los campesinos y sus familias por lo que unos se ven
literalmente obligados ya emigrar a los Estados Unidos en donde cada día
encuentras más dificultades para obtener un empleo adecuado a sus necesidades
y segundo, se trasladan a vivir a las grandes ciudades en donde no tienen una
vivienda digna para ellos y sus familias, engrosan los sectores de miseria en las
zonas de paracaidistas y ahora en la etapa más reciente se incorporan a las filas
de la delincuencia organizada.
El sector industrial y de la construcción también se ha
reducido en forma sensible pues pasó del 27.7% al 24.4 por ciento en 2010,
mientras que el sector servicios y comercio cambió del 53.8% al 60.9%, pero por
desgracia no se trata en la mayoría de los casos de los llamados servicios
productivos sino de aquellos que no lo son. Nuestro país ha sufrido un
preocupante proceso de desindustrialización pues han desparecido muchas
empresas que se encontraba ubicadas en el sector desde hace muchos años,
algunas han quebrado durante las crisis recientes que ha padecido el país y otros
se han extinguido por falta de créditos. Ya no hay políticas de fomento de las
actividades industriales pues se ha preferido seguir por el camino fácil pero
dependiente de las importaciones sobre todo de los Estados Unidos, engendrado
un proceso de aguda concentración monopólica en este sector.
En el año 2000, uno de cada cinco hogares tenía una jefatura
femenina y en el 2010 fueron uno de cada cuatro hogares, lo que indica que un
número creciente de mujeres se ha incorporado a actividades productivas y ha
asumido responsabilidades económicas que se consideraban privativas de los
hombres. Esta presencia de la mujer, cada vez más grande, tiene múltiples
significados e implicaciones, algunos positivos, pero otros negativos. Este proceso
anexo a otros, está señalado una serie de cambios en la estructura familiar, entre
los que se destacan el abandono que han han sufrido muchos hijos en su etapa
formativa, lo que en la actual situación se ha reflejado en un número cada vez
más alto de jóvenes que se incorporan a las filas de la delincuencia organizada,
pues tanto los padres como las madres se encuentran ausente del domicilio
conyugal como una regla constante. Un ejemplo típico de este abandono lo
registramos en Ciudad Juárez, que es precisamente una de las ciudades más
violentas del mundo, en la que ni los padres ni las madres están presentes en el
hogar.
Según datos del Censo del 2010, el 73% de los menores de
15 años viven con sus padres (ambos), mientras que los que viven solo con la
madre fue del 15.9%, los que viven solo con el padre fueron el 1%, mientras que
los que no viven con ninguno de los dos son el 3.3%. Esto último afectó sobre todo
a niños que se encuentran en los rangos de 0.5 años y de 6 a 14 años de edad.
En estas cifras se encuentra una de las explicaciones más profundas del actual
estado social de la juventud mexicana, de la existencia de un número muy elevado
de niños y jóvenes que no asisten a la escuela, que habiendo asistido a ella la han
abandonado y que no realizan ninguna actividad remunerativa.
Existe un proceso de marocefalia en algunas regiones
metropolitanas como el Distrito Federal con los municipios del Estado de México,
la de Monterrey, la de Guadalajara y otras que están en un periodo de formación y
crecimiento, sin que existan figuras jurídicas o legales que permitan hacer frente a
los millones de habitantes que bien en esas zonas y que solo las dividen una calle
o una avenida. Este fenómeno de combinación, uno de los más destacados del
mundo e inédito en nuestra historia, requiere de una gran imaginación política para
encarar esos retos y que se traducen en una demanda de suelo, agua, vivienda,
fuentes de trabajo, salud y otros muchos satisfactores. Se ha permitido un
crecimiento anárquico y desordenado, olvidando que es cada vez más frecuente
que un mexicano que vivía en un municipio o en una localidad determinada se
traslade a otro para trabajar o para asistir a una escuela media superior, como en
el caso de Tlaxcala.
Otras expresiones de estas migraciones permiten una
excesiva concentración de mexicanos en superficies territoriales relativamente
pequeñas lo que ha producido un notable encarecimiento de los valores del suelo
y de las viviendas, los cuales son cada vez más reducidos en función de las
necesidades de las familias. La prestación de los servicios ha sido desigual pues
en algunas colonias o regiones son de buena y hasta de excelente calidad, pero
en otras se encuentra en el otro extremo pues apenas tienen los servicios más
indispensables, hasta hacer florecer lo que se ha dado en llamar las ciudades
dormitorio. Es decir, un trabajador vive en un determinado sitio pero trabaja y
estudia en otro totalmente distinto o a varias decenas de kilómetros por lo
que se veo obligado a utilizar hasta cuatro horas diarias para su traslado. Así
esos trabajadores solo llegan a sus domicilios a dormir y esperar que
amanezca para emprender ese recorrido diario.
Se ha avanzado mucho en la cobertura universal educativa
de la educación básica pues en el año 2OOO asistió el 85% de los niños entre los
6 a los 14 años, mientras que en el 2020 ascendió al 94.7%, lo que sin duda
constituye un gran avance social. Este aspecto cuantitativo es digno de ser
resaltado pues revela un esfuerzo sustancial para los sucesivos gobiernos por
alcanzar este objetivo. Pero en la actualidad, con el progreso de la revolución
científico-técnica, con la acelerada globalización que sufre la economía mundial,
con los avances que tienen en muchos países del mundo, las llamadas
sociedades del conocimiento, ese aspecto que era un paso hacia el progreso de
una nación, ahora se convierte en un esfuerzo limitado en sus alcances, sobre
todo si tomamos en cuenta los extraordinarios progreso que han logrado países
como China, India, Malasia, Corea, Brasil, que mediante la implementación de
programas que han tenido una duración de más de 20 años hayan ocupado sitios
de vanguardia en el desarrollo industrial, comercial y tecnológico.
Sin embargo, pese a ese notable paso, los últimos resultados
de carácter internacional confirman que los niños mexicanos tienen serias
limitaciones para entender lo que leen, no están suficientemente adiestrados en el
dominio de las matemáticas y de la aritmética, ni tienen acceso a los adelantos
científicos y tecnológicos más elementales. México se ubica, por desgracia, en los
últimos lugares en la lista del ranking mundial educativo, lo que quiere decir que si
bien se ha progresado en los niveles cuantitativos, no así sucede en los aspectos
cualitativos, la calidad de la educación sigue siendo el problema fundamental
hoy en día y esto es un factor que está frenando nuestro desarrollo en todos
los órdenes de la vida nacional.
Los datos socioeconómicos más recientes revelan los
grandes rezagos que en materia de educación, empleo, recreación, oportunidad
de trabajo que padece la población joven, aquellos que se ubican entre los 15 y
los 60 años de edad, lo cual explica en gran medida o de una manera
fundamental, el incremento de la violencia social que ha sufrido la nación en los
últimos 10 años y que se manifiesta entre otros fenómenos, en un gran
participación de jóvenes, hombres y mujeres, en hechos de violencia o de
delincuencia organizada. Muchos jóvenes no pueden concluir en forma
satisfactoria sus estudios de secundaria por lo que se dedican al robo de
comercios, de automóviles, de casas habitación. Se realizan robos con violencia,
siendo esta la característica común; los jóvenes que se encuentran en estas
condiciones tratan de sobrevivir en un clima familiar que está desintegrado, en
donde algunos de sus miembros padecen una adicción y carecen de ingresos fijos
para satisfacer las necesidades de las familias.
En la medida en que se desciende en los niveles
educativos disminuye la posibilidad de tener un empleo que permita
satisfacer las necesidades vitales de una persona y de su familia pues
todavía el 36% de la población ocupada no tenía ninguna escolaridad,
mientras que el 31% tenía una preparación escolar básica. En estos casos se
trataba de personal subordinado que se encontraba en el sector industrial,
comercial y de servicios. Es un requisito indispensable para tener un empleo
bien remunerado, el haber tenido acceso a los niveles de educación media
superior o superior y en estos grados solo tienen acceso a una minoría, sobre todo
que se ha formado en escuelas privadas nacionales y extranjeras.
Se han observado varias grietas más o menos graves en el
desarrollo económico y social. Por un lado, existe una notoria diferencia entre el
crecimiento de la población y por el otro, a la manera de una contrapartida, una
disminución de las actividades productivas formales, mientras las informales han
crecido de una manera notable. De hecho el 2010 nos habla de la existencia de
dos México: uno, que ha mejorado y crecido en materia de empleo, vivienda,
salud, cultura, confort material pues se encuentran ubicados en la región del norte
de nuestro país y el otro, ubicado en el sur, que es el atrasado, pobre, rural en el
que existen los mayores rezagos acumulados a través del tiempo que no se han
superado a pesar del cambio de partido en la Presidencia de la República. Los
datos confirman la existencia de una preocupante bipolaridad en casi todos los
órdenes de nuestra existencia nacional pues existe un sector de mexicanos que
ha acumulado una enorme riqueza personal y otro, el más numeroso, que ha
padecido todo los males de nuestro desarrollo deformado. Todas las cifras tienen
su contrapartida positiva y negativa, lo que permite concluir que el progreso
económico y social no ha sido equitativo, ni homogéneo, persistiendo notorias
desigualdades en materia de regiones, sectores o grupos de la población. México
es un país desestructurado pues coexisten grandes ínsulas de riqueza, al
lado de mares de atraso, pobreza, incultura e insalubridad.
Solo el 76% de la población indígena está alfabetizada para
el caso de los hombres mientras que el 60% es el relativo a las mujeres
encontrándose una gran diferencia, entonces entre hombres y mujeres, lo que se
manifiesta de múltiples formas o maneras, entre ellas, la minusvalía que se les
asigna a las segundas en todos los aspectos de la vida social… En el mundo de la
explotación y de la miseria que padecen indígenas, las mujeres son las víctimas
mayores pues experimentan no solo un alto grado de analfabetismo sino también
insalubridad y discriminación en el empleo. El 36% de las mujeres indígenas no
tienen instrucción y menos de la cuarta parte, no tenían la educación primaria.
Mientras el nivel de escolaridad de los indígenas fue en el 2005 de 5 años, el de
las mujeres fue de apenas 3.9 ante lo cual es evidente el rezago que se ha
acumulado en los niveles de vida y de bienestar de ese importante sector de la
población. Mientras tanto, solo el 63% de sus viviendas tenían agua entubada, el
22% tenía drenaje conectado a la red pública, pero el 59% no tiene drenaje, el
16% no tenía electricidad, el 62% seguía cocinando con leña y carbón y solo el
28% de las viviendas estaban construidos con materiales resistentes.
La falta de empleos bien remunerados, que es una de las
características básicas de la economía nacional, se refleja en la constante
migración de mexicanos que viviendo en un municipio o localidad, se ven
obligadas a trasladarse a otro cercano, como ocurre en las regiones altamente
conurbadas. En esta situación se encuentran por lo menos el 13.7% de la
población ocupada, alrededor de 5.8 millones de personas, diariamente se ven
impulsadas a viajar grandes distancias entre sus sitios de residencia familiar y la
ubicación de sus trabajos, lo que constituye una clara manifestación del
crecimiento anárquico y desordenado que desde hace tiempo experimenta el país.
Esto ha generado que se desperdicien millones de horas en los citados traslados,
lo que ha provocado un uso intensivo y desbordado de los vehículos privados, el
congestionamiento de las vialidades, la elevación de los costos del transporte,
debido entre otros factores, a los incrementos contantes que sufren las gasolinas y
el diesel.
El CONEVAL declaró que en el año 2011 el Estado de Chiapas tuvo el más alto
índice de rezago educativo con el 32%, es decir, se trataba de un porcentaje de
ciudadanos que por distintas causas no tenían acceso a los servicios de
educación básica; el grupo que alcanzó la mayor cobertura educativa fue de 6 a
15 años mientras que en el resto de la población las cifras se dispararon
incluyéndose a muchos adolecentes y adultos que no habían terminado sus
estudios. En materia de servicios de salud el rezago, representó del 43% lo que la
coloca en el cuarto lugar nacional a lado de otros estados como Puebla, Guerrero,
Oaxaca y Michoacán.
La población indígena de México era de 12 millones de personas que tenían más
de 5 años que hablaban una lengua indígena. En el año 2000 había 2443
municipios de los cuales 407 eran de alta marginación y 300 de muy alta
marginación, 79 de marginación media, 12 de marginación baja y solo 3 era de
marginación muy baja. El 80% de los municipios indígenas estaban ubicados en
las zonas de alta marginación. En el año de 1981, se hizo un estudio de la
población indígena de los altos de Chiapas mediante la aplicación de distintas
encuestas, concluyendo que prevalecía la anemia en un 70% de los adultos en un
52% de los preescolares y en un 66% de los escolares de primaria. El nivel
familiar del consumo del maíz fue del 73% mientras que los consumos de col y
frijol eran muy elevados, en tanto que los consumos de proteínas de origen animal
eran muy bajos. Tanto en la población adulta, como en la infantil había muy poca
ingesta de hierro, medicina rivoflamina, acido ascórbico, siendo los niños los más
afectados mientras el 63% tenía una talla baja y bajo peso. En la Encuesta
Nacional de Nutrición del año 2006, 1.6 de los niños presentaba desnutrición
aguda, el 12% tenía una desnutrición crónica, el 23% de los niños tenia anemia y
el 20% de las mujeres embarazadas estaban mal nutridas.
En el informe del CONEVAL, relativo a la desnutrición de niños y jóvenes con
respecto al año 2006 en 4 estados Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Yucatán se
registraron los niveles más altos, así como el Estado de Chihuahua en la región
Tarahumara siendo la deficiencia más importante la de hierro en los niños de
todas las edades sobre todo de 12 meses a 11 años. Había una baja ingesta de
vitamina “C”, también un bajo consumo de zinc y de acido fólico, de 37% de los
niños entre los años 1999-2006, en donde estaban ubicados los sectores de
ingresos más bajos de la población lo cual también se reflejaban negativamente
en el estado de salud de las mujeres embarazadas.
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