guillermo basagoiti
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1975 2010
Guillermo Basagoitiobra
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Centro Leonés de ArteInstituto Leonés de Cultura
9 de marzo al 9 de mayo de 2012
Guillermo Basagoitiobra
1975 2010
«Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara».
Jorge Luis BorgesEpílogo a El hacedor
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Presentación
Isabel Carrasco LorenzoPresidenta de la Diputación de León
La Diputación de León, por medio del Departamento
de Arte y Exposiciones del Instituto Leonés de Cultura viene
desarrollando una intensa labor que intenta potenciar, difundir
y aproximar al público en general algunos de los fenómenos
creativos más interesantes y significativos que se han produci-
do durante el siglo XX. Para ello, dentro del proyecto programá-
tico del Departamento se han articulado varias líneas de trabajo
que se consideran como estructurales en la propuesta y desa-
rrollo de exposiciones: una de tipo internacional, otra nacional
y por último la de ámbito provincial.
La muestra que presentamos en esta ocasión en el
marco emblemático del Centro Leonés de Arte, se encuadra
perfectamente en el ámbito nacional y pretende aproximar a
uno de los autores que participó en el desarrollo de una de las
vertientes y enfoques más interesantes de la historia de la es-
cultura española, precisamente aquella que tomó como mate-
rial fundamental el metal.
Por primera vez se organiza una exposición que pre-
tende mostrar una visión retrospectiva por medio de la exhi-
bición de algunas de las obras fundamentales creadas por el
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gran escultor Guillermo Basagoiti, partiendo de una propuesta
muy sintética pero que nos permite visualizar un recorrido por
las diferentes etapas y vertientes de sus propuestas creativas
desde los años setenta hasta los años noventa del siglo pasado,
sin obviar las destacadas aportaciones que ha realizado en el
ámbito de la pintura y de la instalación, aspectos que quedan
perfectamente reseñados en el catálogo.
Sin duda, esta muestra servirá para facilitar una aproxi-
mación directa y didáctica a las creaciones más destacadas de
este significativo escultor y al mismo tiempo podrá restablecer
su figura y obra. Otro de los objetivos fundamentales que se
pretende es situar a este artista de forma adecuada y merecida
dentro de la historiografía especializada tanto en el ámbito as-
turiano como nacional.
Una propuesta muy interesante que sin duda no dejará
indiferente a nadie.
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Aproximaciones
Luis García MartínezDirector Dpto. de Arte y Exposiciones del ILC. Diputación de León
Francisco Zapico es un crítico de reconocido prestigio
y gran comunicador especializado en alguno de los fenómenos
creativos más significativos del siglo XX en Asturias, pero sobre
todo buen compañero en las múltiples y diversas lides que me
ha tocado compartir y por supuesto un excelente amigo. Cuenta
con una amplia experiencia como conservador de museo, acti-
vidad en la que coincidimos y desarrolló con gran dedicación y
entusiasmo en el Centro de Escultura de Candás Museo Antón.
También es un experto comisario de exposiciones y, en este
momento, considero que es de justicia reseñar que sus aporta-
ciones críticas a la bibliografía artística son una contribución de
gran relevancia. Aproximadamente, desde finales de la década
de los años ochenta del siglo pasado, ha venido realizando con
discreción y empeño, un sistemático, constante e intenso tra-
bajo de documentación e investigación centrado en alguna de
las figuras más emblemáticas del arte asturiano con las que ha
estado o está muy próximo o ha mantenido una buena sintonía
tanto vivencial como artísticamente, o que en algún momento
han despertado su atención y reflexión.
Como no podía ser de otra forma, Francisco Zapico nos
propone un excelso texto analítico sobre la figura y la producción
creativa de Guillermo Basagoiti que supone una aproximación
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humana y afectiva, pero también técnica y crítica de gran interés,
que se convierte hoy en fundamental para conseguir una com-
prensión adecuada de esta figura señera de la escultura españo-
la. El mismo está realizado con atenta vigilancia, mimo y esmero
desde la distancia cognoscitiva más idónea, pero aún así, creo
que será necesario el transcurrir del tiempo para que alcance su
verdadera dimensión y significación. Sin duda es el análisis de un
amigo y de un hombre que ha compartido con Guillermo muchos
años de vivencias, emociones, ilusiones, peripecias, proyectos,
alegrías y también, por qué no decirlo, dolor y muchos sinsabo-
res, aspectos todos ellos que han servido para fraguar un humus
fértil y fructífero que ha posibilitado desde la verdad sentida y
la sinceridad de las palabras, crear una argumentación lúcida y
coherente que posibilita, sutil y sosegadamente, desentrañar al-
gunos de los mimbres esenciales que integran la urdimbre de la
poética creativa de este gran hombre, Guillermo Basagoiti.
Por otro lado, me gustaría matizar que normalmente
la historia y mucho más en el caso del ámbito artístico, no se
suele escribir de forma clara y lineal, es más frecuente que se
conforme finalmente por medio de una engorrosa interrelación
de renglones torcidos y desdibujados que se reconstituyen
con el paso del tiempo. Por tanto, aquellas aspiraciones o
proyectos expositivos que se plantearon en alguna ocasión
con gran ilusión y complicidad, tuvieron que ser relegados y
dejar que reposaran en un cierto olvido de buhardilla, con no
poco duelo. Así, es cierta, y admito mi plena responsabilidad, la
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cita que hace Francisco Zapico en relación a la muestra fallida
Forma de Encuentro, propuesta por el Departamento de Arte y
Exposiciones del ILC para ser presentada en la sala Provincia; un
proyecto ambicioso que proponía una interrelación y diálogo
sincero y abierto entre cuatro grandes escultores asturianos:
Amador Rodríguez, Joaquín Rubio Camín, Guillermo Basagoiti
y Pablo Maojo. Pero no es menos cierto que gracias al trabajo,
empeño y confianza de mucha gente, en León se ha podido
apreciar la extraordinaria exposición retrospectiva centrada
en la obra de Amador Rodríguez titulada Amador Presencia
Ausencia que se mostró en la sala Provincia en el año 2005.
También en el año 2010 y gracias a la generosa colaboración
del Museo Barjola de Gijón, recaló la muestra retrospectiva que
analizaba las aportaciones creativas del gran maestro Joaquín
Rubio Camín, comisariada por Soledad Álvarez, titulada Entorno
Camín, y se exhibió en la sala Provincia, en el Centro Leonés de
Arte y en la sede de la Fundación Cerezales Antonino y Cinia. Hoy,
creo muy sinceramente que podemos y debemos felicitarnos
todos y celebrar al mismo tiempo esta exquisita producción
expositiva que nos aproxima la figura de Guillermo Basagoiti,
un gran desconocido para la mayoría de la gente. Así como de
la edición de este sobrio pero primordial catálogo que como
no podía ser menos cuenta con el toque exclusivo y personal
de uno de los mejores editores. Sin duda, espero sinceramente
que algún día podamos presentar una relevante muestra que
nos aproxime al destacado creador Pablo Maojo, intentando
dejar así escrita, aunque de una forma muy diferente, la historia.
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En relación a la figura de Guillermo Basagoiti, creo
que precisamente la década de los setenta del siglo pasado en
la cual se incorpora al panorama creativo español, es crucial,
esencial y la base del cambio sociopolítico y al mismo tiem-
po cultural de una España que pretendía abrirse al exterior e
incorporarse sin complejos al ámbito internacional. La década
de los setenta son momentos de cambio, de tensión, de lucha y
de búsqueda de una identidad que esperanzaba a todos. Es el
momento de resurgir de las cenizas, de construir el futuro entre
todos, pero desde las bases esenciales y constitutivas propias
en diálogo con las diversas realidades del exterior, no desde
una mimesis internacionalista absurda que pretendía avasa-
llarlo todo, imponiendo modas. Situándonos en este contexto,
es en el que opino que Guillermo supone una aportación muy
significativa al panorama artístico español y forma parte de ese
selecto grupo que posibilitó el reconocimiento de una nueva
escultura con trascendencia internacional.
Guillermo construye su lenguaje plástico, por medio
de la asimilación y reinterpretación de los grandes maestros
de la escultura nacional e internacional surgida del metal,
partiendo de un conocimiento intuitivo y sensitivo, pero
también racional. Por lo tanto su obra escultórica es heredera
y está inmersa dentro de esa gran línea que emplazó al arte
español en los territorios internacionales más importantes.
En esta vertiente podríamos situar a los grandes creadores:
Julio González, Picasso, Gargallo y algunos más próximos en
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el tiempo como Oteiza, Chillida, Chirino, Palazuelo o Camín
entre otros muchos.
En los años setenta y sobre todo en los ochenta del
siglo XX, en España se produce un giro muy importante en la
escultura. Es un momento eufórico con la aparición en esce-
na de una nueva generación de artistas que alcanzan una clara
proyección tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Ese
grupo de escultores es heterogéneo en planteamientos y en-
foques, pero dentro del mismo se puede observar con cierta
nitidez que produce una línea de trabajo, en la que están algu-
nos destacados creadores, que toman como punto de partida o
se relacionan con esta vertiente de la escultura en metal que
hemos comentado anteriormente, teniendo un peso muy des-
tacado la figura de Oteiza como punto de referencia. Así se con-
vierten en cierto modo en continuadores o mejor dicho en reno-
vadores de esta herencia, tomándola como punto de reflexión
y partida, para dar un nuevo paso o salto cualitativo que abrió
nuevas vías, como ocurre en el caso de Txomin Badiola, Ser-
gui Aguilar o Susana Solano entre otros. Guillermo por derecho
propio pertenece a este grupo selecto de artistas del cambio, si
bien es cierto que sus aportaciones se producen únicamente en
dos décadas y abandonará en cierto modo la actividad creativa,
para centrarse en la dirección de la Fundación Museo Evaristo
Valle, cuestión que ha hecho que su obra haya caído en un in-
justo olvido. Pero la generosidad, la sensibilidad, el trabajo bien
hecho y la creatividad innata de Guillermo han hecho posible
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el milagro de que la Fundación Museo Evaristo Valle se haya
convertido con el tiempo en un espacio emblemático del arte
asturiano. Por sus salas y jardines han pasado los creadores más
destacados y siempre ha sido un lugar de refugio, de encuentro,
de diálogo, en el que cualquier joven creador ha podido en-
contrar apoyo y aliento. Gracias por tu generosidad y amistad.
Guillermo BasagoitiDe creador a hacedor
Francisco Zapico Díaz
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«Todo arte es una prefijada costumbrede pensar la hermosura»Jorge Luis Borges
«La vida humana entendida como interacción del yoy la circunstancia es la realidad radical de la filosofía y del arte» José Ortega y Gasset
«La cordura es una locura que se usa para bien; la vida despierta es un sueño controlado»George Santayana y Borrás
«Esto vive en función de aquello»Zhuangzi
Origen
Hace algunos años, pasada la mediana de la década de
los noventa, Luis García Martínez, que por entonces ya dirigía
la Sección de Arte y Exposiciones de la Diputación Provincial
de León, me propuso la organización de una amplia exposición
que incluyera piezas de Amador Rodríguez, Joaquín Rubio Ca-
mín, Guillermo Basagoiti y Pablo Maojo. Acepté con gusto el en-
cargo; la integridad artística y humana de aquellos creadores
contaba con mi adhesión más ferviente e incondicional. Cabe
reseñar que, aun partiendo de tan decidida convergencia, dicha
colectiva no buscaba nutrir hipótesis alguna sobre la eventual
existencia de una escuela asturiana de escultura; planteaba
algo mucho más simple, trivial, un puro ejercicio de plástica
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comparada que extremara por igual tensión perceptiva y nive-
lación armónica, que fuera fiel a la singularidad de cada artífice
y también consecuente con la supuesta participación de todos
ellos en un arcano fondo común. Le puse un nombre: Forma
de encuentro, y trabajé muy inclinadamente sobre ella durante
bastantes meses. Llegué a definirla, teorética y materialmente,
con bastante precisión. No obstante, por razones que no vienen
al caso, nunca llegó a celebrarse.
Quizá como demostración de que la mayor parte de las
cosas importantes no se fraguan en el éxito, guardo de aquella
malograda experiencia útiles y gratos recuerdos. Entre los más
preciados y tangibles, unas fotos, tomadas por José Pañeda, de
los cuatro escultores posando a la orilla de la ría de Villaviciosa.
Amador Rodríguez, Pablo Maojo, Guillermo Basagoiti y Joaquín Rubio Camín, en la ría de Villaviciosa, 1997.
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Conste que si menciono tan remoto y frustrado pro-
yecto es por su condición de substancia amniótica de otros mu-
chos que sí vieron la luz y la imprenta. La presente individual,
que supone el despliegue panorámico de la labor escultórica
de Guillermo Basagoiti García-Tuñón, y este catálogo, que la re-
duce y documenta, responden a ese nebuloso origen.
En cuanto al contenido textual quiero aclarar que sus
principales mimbres proceden de dos sembrados muy dife-
rentes: del muestrario −gráfico, bibliográfico y hemerográfico,
ciertamente estimable por contenido y volumen− que reco-
pilé gracias a la generosa y paciente colaboración de los su-
puestos encontrados en aquella abortada mas no inane Forma
de encuentro, y de las vivas y largas conversaciones que he
sostenido con Guillermo Basagoiti −va para veintisiete años
que estoy muy próximo a su persona y a su trabajo− o, más
precisamente, del eco que de ellas aún rebota en mi memoria.
Dicho lo que antecede, me resta hacer un par de
observaciones o advertencias relativas también a la naturaleza
epistémica y narratológica de estas notas.
La primera se refiere a su carácter argumental y causal.
Obviamente, pertenecen a esa codificada modalidad de escritu-
ra conocida como ensayo de catálogo, en consecuencia, tratan
de cumplir el legítimo y utilitario objetivo que les corresponde:
potenciar, con la mayor eficacia y amenidad, el interés per-
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ceptivo y la curiosidad apreciativa del público. Sin embargo,
no están orientadas, exclusivamente, hacia la pura asimilación
fruitiva o hacia el mero despliegue informativo, albergan ade-
más cierta ambición interpretativa: pretenden establecer, lo
más cuidadosa y estrechamente posible, la concreta especifi-
cidad de las obras que se muestran y del autor que se expone.
La segunda concierne a su entramado narrativo,
muy semejante a lo que en novela policial se denomina
howdhecatchem, historia donde el nudo argumental se conoce
de antemano y el relato en sí consiste en la despaciosa
averiguación y acumulación de evidencias que llevan a resolver
la situación inicial, formato opuesto al típico whodunit, donde
casi nada se revela hasta el final. Así, los primeros párrafos
declaran ya las cualidades nativas y casi todos los atributos
esenciales de la obra de Guillermo Basagoiti. Luego, como quien
compone un extenso mosaico, voy agregando y alternando, a
modo de teselas o módulos, datos y observaciones que al final
intento hacer converger en síntesis, en sentido concordante con
los enunciados de partida. No sé muy bien por qué elegí esta
estructura, quizá por temor a que lo intrincado se convirtiera
en caótico.
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Zona portuaria de la ría de Bilbao, años setenta.
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Acotación
El reducto poético nativo de la obra de Guillermo
Basagoiti fue la ciudad de Bilbao y su trayectoria artística un
camino derecho desde él hacia la plena madurez de su mensaje
eficiente. Puedo aclarar y apuntalar testimonialmente esta
aseveración que quizá parezca demasiado firme y precipitada:
«Todo lo que he hecho en escultura nació en mis años de
Bilbao», me dijo hará un par de inviernos durante una grata
charla de sobremesa en un bar de Campo Caso. Necesito
forzar muy poco la memoria y la imaginación para reconstruir,
al menos parcialmente, aquella conversación. Rememoró sus
veraneos en la casa de su abuelo paterno, un edificio del barrio
de Neguri en el municipio de Getxo. Recordó que, no siendo
un estudiante muy convencido, tenía que tomar clases en una
academia del centro metropolitano, lo que le obligaba a cruzar
a diario casi todo lo que hoy conocemos como Gran Bilbao.
Se demoró reviviendo, minuciosamente, observaciones
y anécdotas reveladoras del interés y el asombro que le
procuraba el complejo y fascinante espectáculo de aquella
vigorosa y metastásica conurbación que iba invadiendo y
fagotizando, como una colosal y monstruosa criatura, todo el
territorio contiguo a la ría del Ibaizábal y del río Nervión.
Se acordó también de la máquina de fotos que le ha-
bían regalado por entonces y de lo pronto que se volvió mara-
villosa extensión de sus propios ojos en aquellas obligadas y
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entusiásticas singladuras. Sacó a relucir al chaval dinámico e hi-
perestésico que, con reverencia y convicción, se empeñaba en
rescatar de entre aquel abrupto y hostil entorno los más fieles,
dignos y bellos emblemas de humanidad. La conversación fue
menguando al mismo ritmo que la luz que entraba por la ven-
tana. Se imponía volver a Gijón y así lo hicimos. Se dice que los
días felices no tienen historia, sin embargo, de aquella jornada
todavía trabajan en mi pensamiento la lluvia mansa, la niebla
densa, el viento frío…, y otras muchas imágenes y sensaciones
que ahora no merecen demora.
Orientados sobre el peculiar linaje ideal y sentimental
del lenguaje artístico de Basagoiti, que fluye con perfecta natu-
ralidad desde su infancia, ahora necesitamos graduarlo. Medir
algo así parece tarea inasequible; no lo es tanto si pensamos
que, como Evaristo Valle, Bernard Shaw, George Santayana o
José Ortega y Gasset, Guillermo es un adepto al culto vitalista.
Esa filiación, que nunca es el resultado de una elección cons-
ciente, pues responde siempre a esos impulsos imperiosos e
impersonales que en terminología jungiana llamamos arque-
tipos de conciencia, nos permite, justamente a la manera or-
teguiana, hablar con claridad de una escala de distancias con
respecto a la realidad. En esa escala, los grados de proximidad
equivalen a participación sentimental con los hechos; los de
alejamiento, por el contrario, significan liberación objetiva o
autista, puro tema de contemplación. Situados en uno de los
extremos nos encontramos con un aspecto del mundo −perso-
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nas, cosas, situaciones− que es la realidad «vivida»; desde el
otro, en cambio, se ve todo en su aspecto de realidad «con-
templada». Un vitalista como Guillermo carece de obsesiones
contemplativas. Aquella ciudad, matriz de su escultura, no le
interesaba por su amplia y potente dimensión escénica, le in-
teresaba como fondo simbólico del hado, como expresión de la
alteridad, como entrañable y entrañada silueta del acontecer
humano. A mi juicio, cualquier apertura interpretativa y analíti-
ca de su obra ha de tener presentes esas dimensiones.
La admisión de un sentido arquetípico, o de un sen-
tido simbólico, no implica el rechazo del sentido literal o del
Guillermo Basagoiti con su esposa Alina Brown y sus hijos Bill y Pablo, Villaverde, Asturias, 1975.
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histórico, y al revés, dar prevalencia a estos no implica reducir a
fábula fantástica aquello que es solo accesible desde modos in-
dagatorios recónditos. Más o menos así sentenció René Guénon
la vieja y siempre actual controversia sobre los diversos planos
de significación y valoración en el orden de lo artístico. Yo, que
en tal sentido soy proclive a oscuras minucias, hace años que
he aceptado ese juicio maestro y he orillado mis reticencias so-
bre la utilidad evaluativa propia de la historiografía, que nace
de concebir la cronología documentada como indicio plausible
de evolución, desarrollo y finalidad. En consecuencia, dado que
el árbol genealógico de la estatuaria ferruginosa es muy joven,
aunque su tronco principal sea grueso y su frondosidad amazó-
nica, trataré de situar, lo mejor que pueda, la obra de Guillermo
Basagoiti bajo su sombra.
Es sabido e innegable que la escultura en hierro se
debe al genio inventivo de Pablo Picasso, y que el hierro hizo
posibles muchos de los grandes y decisivos cambios que sufrió,
y nunca mejor traído el verbo, la creación tridimensional durante
el pasado siglo, el mayor de los cuales no fue la transición del
cuerpo cerrado o sólido a la compostura abierta o construida,
sino, tal vez, la afirmación de la estatua como entidad autónoma,
desligada de todo programa edilicio. Es curioso constatar que,
desembridada en el espacio, sustentada en el concepto y refle-
jándose en los media, la escultura corre el albur de su definiti-
va desaparición. Lo que parecía un camino abierto a horizontes
de libertad e independencia se ha convertido en un callejón sin
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aparente salida. Siendo esto así, dejemos que el imprevisible
futuro se encargue de tales paradojas y volvamos a lo nuestro.
En la obra de Guillermo Basagoiti convergen al menos
dos de las principales ramas de la escultura en hierro y acero
del siglo XX. Por un lado, la manera tradicional del forjado a
partir del bloque de metal, línea en la que trabajaron extraor-
dinarios pioneros como Julio González y que encontró fecun-
da continuidad en numerosos artistas; pensemos por ejemplo
en Eduardo Chillida o en Alain Kirili. Por otro, la manera basada
en el montaje de elementos siderúrgicos, línea que se subdi-
vide a su vez en dos excrecencias: la que enlaza con el recha-
zo del momento negativo del ciclo industrial, aquel en el que
los productos, reducidos a chatarra y llevados a fundición, son
devueltos a su estado inicial de materia prima, y la afirmativa
del momento positivo, que retoma los nuevos transformados
del acero e impulsa una relectura conformativa de las anti-
guas posiciones constructivistas abierta a los más variados
contenidos configurativos, decorativos, metafóricos, metafísi-
cos…; César Baldaccini o David Smith y Shirazeh Houshiary o
Anthony Caro serían representantes, no siempre canónicos, de
esas tendencias.
Estos renglones son deliberadamente divulgativos,
pero, insisto, son también perseguidores del esquema verosímil
de un programa intencional para el arte de Guillermo Basagoiti,
están por ello abocados a poblarse no solo con la plenitud de sus
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esculturas, sino también con la limitación causal -la existencia y
el tiempo son caudalosos azares- de algunos de sus sucesos o
sucedidos vitales.
La más cumplida presentación de su obra y de su bio-
grafía nos la ofrece el propio Guillermo en un lugar humilde: el
anverso de la postal que sirvió para anunciar su individual de
1984 en la galería gijonesa Cornión. El leve y breve background
que sigue recoge y actualiza el que allí se incluía.
Pintor, fotógrafo y escultor, Guillermo Basagoiti García-
Tuñón nació en Madrid el año 1944, aunque, como evidencian
sus apellidos, es de raíces vascas y asturianas. En 1967, tras
abandonar los estudios de ingeniería, se inicia en el campo de
la informática. El trabajo en tal actividad tampoco le satisfizo y,
cuatro años después, siguiendo una vocación precoz, ya se ha-
bía manifestado en 1956, decide dedicarse profesionalmente
a la fotografía. Practica la vertiente publicitaria, la industrial y
también el reportaje, y llega a publicar en Life, Sports Illustra-
ted y en otras prestigiosas revistas europeas y americanas. Por
estas mismas fechas su simétrico interés por otras formas de
expresión le lleva al ámbito de la escultura. En 1971 contrae
matrimonio con Alina Brown, que será desde entonces su más
firme apoyo y su más capaz impulsor. En 1975 se traslada, jun-
to con ella y sus hijos Bill y Pablo, a la localidad de Villaverde,
en el Principado de Asturias, donde abre casa y taller. Poste-
riormente, alternará su residencia entre Asturias y Madrid. En
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1982, quizá colmando su destino -había trabajado durante años
en una serie de fotografías titulada Ventanas de museo- aban-
dona la asiduidad configurativa escultórica y, en conformidad y
colaboración con su esposa, asume el reto de poner en marcha
la Fundación Museo Evaristo Valle, institución que pilota desde
entonces con manos seguras y generosas. En 1984 se instala de-
finitivamente en Gijón. En 1987 acepta una nueva y difícil inicia-
tiva: definir y hacer funcionar el Centro de Escultura de Candás
Museo Antón, otro enclave emblemático dentro del panorama
cultural asturiano, que dirigirá con acierto y probidad hasta el
año 2001. Durante la última década ha seguido el juego de la
vida, manteniéndose infatigable, animoso y probablemente feliz.
Dos trazos cabe destacar del anterior bosquejo. Uno, la
concentrada brevedad de su trayectoria artística o creativa −en-
tendiendo artista o creador en el estrecho sentido de aquel que
nutre con sus obras el mercado del arte−, ya que en apenas once
años, los que van de 1971 hasta 1982, y de manera tan indecible
y vertiginosa como la de los sueños, alcanza su plena madurez y
su completa resolución. Otro, la inicial simultaneidad en la prác-
tica de dos oficios de arte: fotógrafo y escultor. A mi parecer, bien
se puede decir que ambos rasgos apuntan justo al centro poético
de su obra. Abundo a continuación en tal sugestión. La fotogra-
fía −que involucra una operación conjunta del cerebro, del ojo
y del corazón− es pasmosamente eficaz extrayendo, fijando y
almacenando la enigmática y evanescente abundancia de lo
real. Como arte es, quizá, el único que no aspira a la condición
33
de la música, que es forma en el tiempo, porque ya es tiempo
con forma. Y ese instante sustraído al propio discurrir del tiem-
po brinda la posibilidad de experimentar una sutil emoción,
muy cercana a la virtud de lo inmediato y a la plenitud de lo
eterno, el desvelamiento de nuestra fugaz condición; algo que,
según señaló aquel virtuoso de la cámara y de la palabra llama-
do Henri Cartier-Bresson, en vez de irritante o doloroso, resulta
más bien jocoso o festivo, porque conlleva aceptar la vida en
su plena plenitud. Tengo para mí que uno de los mayores acier-
tos de Guillermo Basagoiti fue aprehender esa delicada emo-
ción y transformarla en palpable indicio inscrito en la estatua;
y que, por otro lado, su gran peculiaridad como creador fue dar
luego alcance, desde la renuncia y desde la experiencia, a otro
nivel de enlace e intercambio entre la realidad exterior y la
subjetiva. Insistiré sobre esto mismo luego, más extensamente
y quizá más acertadamente.
Escultura
Ya he dejado apuntado que Guillermo Basagoiti reco-
gía en aquella lejana postal promocional de 1984, en la que no
había nada banal ni adventicio, además del concentrado curri-
cular que hemos copiado y ampliado, casi todos los nombres de
su repertorio escultórico. La nómina, que apunta certeramente
hacia procesos relacionados con funcionalidades expresivas,
temáticas y poéticas, es esta: Relieves, Barras sólidas, Espacios
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temporales, Angulares, Espacios ortogonales, Signos encontrados
y Decolages navales. No debe inferirse de tal clasificación una
partición de su trabajo según secciones tipológicas estancas,
sino más bien un verdadero agregado de vasos comunicantes.
Tampoco debe entenderse como una cronología evolutiva; en-
tre los diferentes grupos no hay sucesión, hay la soterrada vi-
bración cordial de lo que crece parejamente.
En adelante, siguiendo las pautas analíticas e interpre-
tativas que ya hemos señalado, me ceñiré a ese sabio orden
serial de Guillermo Basagoiti, que me libra de errores, pues me
exime de la ardua tarea de tipificar su escultura, de encontrar
correspondencias y de ajustarlas a una norma común.
Tiempos, 1976, aglomerado, pintura y serrín, 60 x 240 x 4 cm, de la serie Espacios temporales.
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Declarar una obvia y postrera cuestión; a la hora de
evaluar cognitivamente los eventuales sentimientos e ideas
que hicieron posible o que habitan el universo escultórico de
Guillermo Basagoiti he operado según dos direcciones heurísti-
cas divergentes: partiendo de la información, la descripción o la
alegoría para convocar o, más bien, evocar al objeto o marchan-
do desde el objeto hacia las palabras, hurgando en su superfi-
cie sensual o en su trasfondo factual.
Relieves y Espacios temporales
He leído casi todo lo que se ha escrito sobre la
escultura de Guillermo Basagoiti. Puedo constatar que
abundan los comentarios elogiosos y que hay coincidencia
en consignar la presencia en su obra de unas capacidades
referenciales muy hondas y de un gran vigor expresivo
nacido de la contención y la mesura. Empero, sobre estas
series, cuyas piezas fueron concebidas y realizadas con
evidente cuidado y complacencia, solo he encontrado unas
pocas líneas del profesor Javier Barón; repetidas dentro de
los templados artículos que dedica a Guillermo Basagoiti en
la Gran Enciclopedia Asturiana y en la Enciclopedia temática
de Asturias, su fiel literalidad es esta: «Por entonces realiza
también pintura espacialista, combinando en dos planos, de
modo muy elemental, relieves a veces texturados». Tanta
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exigüidad no requiere mayores elucidaciones que las de fecha:
1975, y las de contexto: Guillermo ya trabajaba en Villaverde
sobre la serie Barras sólidas.
En mi caso, voy a dejar de lado cualquier cavilación so-
bre la especificidad háptica, volumétrica, masiva o espacial de
la escultura para volver los ojos hacia lo que considero clímax
indagatorio de estas primerizas series: hacer fluir el espíritu en
la materia o, más bien, evitando términos trascendentes, lograr
la emergencia de la figura y del significado en el contexto de la
más estrecha interlocución con lo sensible.
Al iniciar su tarea, esto es, al disponerse a gestar una
forma precisamente con un material dado y de acuerdo con
unas determinadas proporciones, el escultor −y hablo genéri-
camente, pues esto es un simple esqueleto praxiológico− debe
replegar la materia sobre su propia estructura de escritura, es
decir, debe calibrar cabalmente su inteligibilidad intrínseca.
Desde ahí arrancan, pareja y automáticamente, el diálogo con-
formativo y el configurativo, y aparecen áreas de continuidad y
discontinuidad, acotaciones de lugar, esquemas compositivos,
diagramas de sentido…, esto es, la propia materia dispuesta
ahora como lectura estética y, finalmente, como forma plástica.
Es pues el lenguaje quien informa y es la materia quien despier-
ta la forma. Así funcionan la liberación del sentido y la concep-
ción de la figura. Y no estoy tratando de oscurecer el proceso
apelando a una descripción deliberadamente oscura; como sa-
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ben todos los artistas creadores me estoy refiriendo a cuestio-
nes de carácter eminentemente práctico. Aludo a una especie
de principio de integridad en las formas y en los materiales:
«Debe ser esto concretamente con aquello». Estos grupos se
ajustan admirablemente a tal postulado.
Me apresuro a repetir que lo dicho es un esquema, fre-
cuente y funcional, de las relaciones entre los datos hiléticos y
las vivencias intencionales. Es posible que algún escultor con-
ciba la estatua como algo que responde a un minucioso plan
activo y productivo trazado a priori y seguido con fidelidad; tal
no es el caso de Guillermo Basagoiti.
Marcar posibles filiaciones estilísticas es algo que
me interesa tan poco como discernir si la tridimensionalidad
exenta y neta es más escultórica que una suave y leve oro-
grafía de huecos y salientes. Con esto no niego que parte de
la poesía esté en reconocer la entonación. De hecho, hay en
estas series ciertas piezas de una límpida armonía que ganan
en fuerza al reconocer en ellas la presencia de la sabiduría
matemática, intuitiva y metafísica de Jorge Oteiza. Otras, de
carácter más orgánico, ganan en sabor si les añadimos las
sombras de Hans Arp e Isamu Noguchi, es decir unos toques
de dadaísmo y ergonomía.
38
Angulares
Como advierte María Soledad Álvarez Martínez, en su
excelente monografía Camín escultor, y cito casi textualmente:
«La influencia de las creaciones de Joaquín Rubio Camín se
acusa en algunos artistas de generaciones posteriores, espe-
cialmente en Guillermo Basagoiti, que tras el contacto con la es-
cultura del maestro gijonés abandona su primer estilo, más liga-
do a las técnicas artesanales, y emprende una indagación con el
perfil angular de acero próxima a la de aquel». Esta afirmación,
Con Joaquín Rubio Camín, durante el montaje de la exposición Camín esculturas, Fundación Museo Evaristo Valle, 1983.
39
como todas las verdades, es casi verdadera. Ahora trataré de
explicar por qué. Ciertamente, la escultura de Basagoiti depen-
de esencialmente de la de Camín. Pero hablo de dependencia
nativa, no de semejanza o de paralelismo. La diferencia, que
puede parecer trivial, no es en absoluto gratuita. Sé por boca
del propio Guillermo Basagoiti que si algo abrió definitivamen-
te las compuertas y permitió que el íntimo imaginario infantil y
juvenil, forjado con las experiencias y las referencias adquiridas
durante sus veraniegas estancias en Bilbao, desembocara en su
carrera de escultor, fue la conmoción emocional que recibió al
ver una exposición personal de Joaquín Rubio Camín, concreta-
mente, la que presentó en las salas de la Dirección General de
Carteles de las exposiciones de Oviedo y Nueva York, febrero y octubre, 1978.
40
Bellas Artes durante los meses de enero y febrero del año 1973.
Para que se dé un artista es necesario que confluyan en el tiem-
po muchas circunstancias y que algunas de ellas tengan capa-
cidad de germinar; en el caso de Guillermo Basagoiti fueron
suficientes catorce excepcionales angulares, una presentación
de impecable sobriedad y un enorme capital de sensibilidad. Se
halló a sí mismo a través de aquellas esculturas de acero, y eso
es mucho más que descubrir las posibilidades conformativas de
un concreto estándar modular. Camín determinó la vocación de
Basagoiti y podríamos decir lo mismo de Evaristo Valle con res-
pecto a Joaquín Rubio Camín. «Valle está presente en mis obras,
pero no en su superficie», le oí decir bastantes veces. Nada nue-
vo, alteridades que afirman identidades, vidas que convergen.
Conversando con Michel Tapié durante la exposición en la Bibliotheque Espagnole, París, 1979.
41
No se vea en lo anterior una crítica a la competen-
cia apreciativa de María Soledad, que es extraordinaria y está
fuera de cualquier duda. La desviación en la que incurrió era
inevitable. La mayor parte del trabajo escultórico de Guillermo
Basagoiti, que supera las trescientas piezas, permanecía y per-
manece disperso y repartido, circunstancia que lo mantenía y
mantiene en un limbo de silencio e invisibilidad. Sin una ex-
haustiva y detallada visión era imposible concluir que la traba-
zón entre las distintas series que lo marcan no es secuencial,
que su desarrollo responde a un laboreo simultáneo.
Tampoco puede negarse que desde coordenadas ico-
nosintácticas y pragmáticas los angulares de Basagoiti y los de
Camín enuncian semejante voluntad y manifiestan similares lo-
gros: captan el espacio, envuelven el espacio, se convierten en
espacio y establecen las condiciones de la escultura.
Comparten la condición dinámica, que se revela en la
fluidez estenográfica del contorno lineal; la condición rítmica,
que se evidencia en las cadenciosas transiciones entre las pie-
zas diédricas; y la condición estática, que se basa en el equi-
librio organizativo de la composición. En un artículo de 1973
aparecido en Nuevo Diario, José Hierro definió, con impecable
precisión lírica, lo que buscaba Camín en sus angulares: «Se di-
ría que crear cárceles al aire, mágicas plataformas para apoyar
nubes de distinta intensidad, gestos de brazos de hierro que
aluden a lo infinito, volutas que nacieron con vocación de llama
42
y quedaron congeladas por la geometría». Volviendo a la hue-
ra retórica prosaica se diría que si Camín busca y encuentra la
epifanía del espacio organizado y mesurado, probablemente el
sustrato poético de esta serie de angulares de Basagoiti tam-
bién sea la conversión del espacio continuo en espacio discon-
tinuo y jerarquizado, en el que no se extravíen ni la inteligencia
ni la sensibilidad, rebusca, por lo demás, no muy diferente a la
que se plantea en sus Barras sólidas.
Emerson dijo que la poesía sale de la poesía, y acier-
ta María Soledad al afirmar que Guillermo utiliza la vía lícita
y tradicional de la cita. Pero no se concita exclusivamente a
un escultor. El programa creativo de esta serie alterna, com-
petentemente, una geometría de indagación intuitiva, a lo
Camín, y una geometría de operadores instrumentales, a lo
Amador. Dos piezas, casi coetáneas y de igual carácter con-
memorativo, Homenaje a Evaristo Valle y Homenaje a Rafael
Leoz, valdrían como ejemplos sobresalientes de esas mane-
ras parejas que se engranan admirablemente en la escultura
angular de Guillermo Basagoiti, siempre escueta y esencial,
siempre grácil y armónica.
43
Módulo Hele, Homenaje a Rafael Leoz, 1976.
Homenaje a Evaristo Valle, 1976.
44
Barras sólidas
Aunque atendiendo a sus condiciones de producción
las piezas de esta serie no responden estrictamente a las de
la forja artesanal −Guillermo Basagoiti las trabajó directamen-
te, pero en un taller de metalistería dotado de herramientas
ciertamente más sofisticadas y precisas que las de una simple
fragua−, cabe entroncarlas, estilísticamente hablando, con el
registro tradicional de la escultura en hierro al que ya hemos
hecho mención.
Quizá desde una perspectiva puramente sensual, es
decir, situándose al margen de cualquier sugerencia o conte-
nido simbólico, la mayor virtud de estas obras es su marcado
carácter fronterizo o combinatorio. Por un lado, tienden al pre-
ciosismo, al extremar audazmente torsiones y dislocaciones en
una substancia tan rígida e intratable como el hierro; por otro,
acumulan pregnancia, esa cualidad de las cosas para seducir-
nos por el equilibrio o estabilidad de su esqueleto estructural.
De una parte, dada su robustez hierática y densa, exaltan los va-
lores táctiles de la masa mensurable y del lugar ponderable; de
otra, dotadas de una vivacidad tensa y florida, proclaman los va-
lores visuales de la línea delicada y exacta. Tales contrastes les
confieren una enorme pulsión cinética y un eficaz dinamismo
oscilatorio, que inducen alternancias apreciativas entre bloque
íntegro y el volumen diáfano. Vistas así, como esculturas ente-
ramente abstractas, en el sentido convencional de una plástica
45
pura e inventada que no se remite a un tema o a un motivo pre-
cedente, pues en el recto sentido filosófico toda obra de arte es
una concreción real, Guillermo Basagoiti se manifiesta en ellas
como un refinado escultor intuitivo y, asimismo, como un poeta
de la humildad, de la paciente y dificultosa lucha del ser huma-
no con la materia, de la grandeza del hacer y de la alegría de ver
nacer las cosas de nuestras manos.
Tomando un ángulo más teorético, estas piezas son
palmaria e inequívoca prueba del agudo sentido hilemorfista
de Guillermo Basagoiti que, exprimiendo su condición de ob-
jetos no neutrales, de materiales con historial propio, supo ex-
traer un sutil mensaje, distinto del que proviene de su tensión
háptica, de su fluidez sintáctica o de su impecable tectónica.
Con Severo Ochoa y su esposa Carmen de Albornoz, Nueva York, 1978.
46
Por supuesto, para captar tan tenue aviso es preciso
tener noticia de que esas barras pasaron primero por el fue-
go para ser vulgares ejes de carro. Ignoro si desde un principio
fue consciente del double coding implícito en estas esculturas.
No obstante, conozco una anécdota, relativa a su individual en
Nueva York del año 1978, que jalona inequívocamente su uso
intencional. Ocurrió durante la visita que hizo a la exposición el
profesor Severo Ochoa. Mientras le acompañaba, como señalan
la cortesía y la etiqueta, en su recorrido por la sala, Guillermo
hizo mención del modesto y utilitario origen de aquellos exactos
arabescos lineales que contemplaban. De inmediato, por el bri-
llo en sus ojos, pudo comprobar cuánto más calaban en la entra-
ña emotiva de nuestro eximio Nobel, que, probable y melancó-
licamente, conjugaba aquellas precisas presencias con el difuso
eco de alguna lejana escena de su infancia asturiana, con prados
verdes, carros cantores y bueyes dorados de amplia cuerna.
S/T, 1975, hierro forjado, de la serie Barras sólidas.
47
Tan poderoso potencial de traspaso emocional, com-
parable con la inmensa capacidad de permear del orbayu −esa
llovizna fina, menuda, lenta y persistente−, solo aparece en esta
serie como alígera insinuación, pero en otras, particularmente
en Decollages navales, es explotado concienzuda e intensiva-
mente, y llega a convertirse en el principal eje poético.
S/T, 1975, acero, de la serie Barras sólidas.
48
Signos encontrados y Compresiones
Sitúo el primer grupo, integrado por piezas formal-
mente muy heterogéneas, entre los más felices e imaginativos
de Guillermo Basagoiti y también entre los más reveladores
de su específica manera de concebir la escultura como juego
y como experiencia. Juego o aprendizaje hedónico, sin el cual
la actividad específicamente artística, que consiste en ampliar
y definir el área de la conciencia coherente, no sería posible.
Experiencia o adherencia a la forma de huellas de existencia;
una forma donde no quedase rastro alguno de vivencia sería
algo absolutamente ininteligible.
Otra notable característica de este curioso conjunto
es que sus elementos son refractarios a cualquier título o
a cualquier comentario. Por ejemplo, no sería ardua tarea
encontrar una pieza que cuadrase con el nombre de Lira, dada
su semejanza con ese primitivo instrumento musical o con el de
Mano abierta, en recuerdo del célebre diseño de Le Corbusier.
También se podrían hallar sin esfuerzo un Bumerán, una Pala,
una T y una especie de visor constructivista que admitiría,
sin mayor dificultad, el apelativo Mirándome en Ródchenko.
Pero sería trabajo baldío, nada más puestos los nombres,
como cuando se explica un chiste, quedarían yertos la gracia,
el sentido y el sentimiento. En estas esculturas, el resorte
emotivo está inextricablemente ligado a los datos sensibles,
hay algo en ellas que está por decir, pero que se esfuma al
49
decirlo. Según Borges, esa inminencia de una revelación que
no se produce es, quizá, el hecho estético.
Borges nos ha enseñado también que todo arte de-
vuelve la imagen de su artífice. Pues bien, las esculturas que
aquí se presentan reflejan el rostro del Guillermo más respe-
tuoso y amoroso con las propiedades nativas del entorno, y el
del Guillermo más burlón y sañudo con los procesos inherentes
a la psique. Por un lado, parece que se complace en demostrar-
nos que hasta lo más insignificante está preñado de sentido. Por
otro, que engendrar significados resulta un proceso banal, pues,
de hecho, significar es simple y literalmente hacer signos, con lo
que todo puede traspasarse en contrasentido. En cierto modo,
esa paradoja encaja a la perfección con nuestro tiempo, y de-
muestra que la serie ha aguantado muy bien su paso. Ahora que
la teoría se pone por encima de la práctica y de la realización,
ahora que tener grandes pensamientos acerca de historias y es-
trategias parece ser más noble que el trabajo manual, ahora que
nos inunda un arte exageradamente entrecomillado, contemplar
esas piezas que obstinadamente reniegan del mensaje es algo
tan saludable como un buen masaje.
Hay una regla que reza: No hay regla sin excepción que
la confirme. En cierto modo, Grúa de Neguri juega ese papel.
Esa boya que no flota en el agua, sino que suspendida de un
cable besa la hierba, y que manifiestamente alude a una pieza
de Giacometti, La boule suspendue, evocativamente bastante
50
menos casta, es de plasticidad mucho más verbal que la de sus
compañeras. Pero también cobija una bella historia, un estado
de felicidad que no se revela, luego cumple, en parte, los requi-
sitos de estos Signos encontrados. Aunque pienso que se acerca
mucho a más a los de Compresiones, grupo muy próximo tam-
bién a la boule del gran maestro suizo, que a su vez responde al
programa escultórico dadaísta conocido como Mundo del obje-
to, y denominado por Paul Eluard: Física de la poesía; y detengo
aquí tan larga cadena referencial, acato el perspicaz consejo de
Juan Cueto, que recomienda desterrar de la escritura la erudi-
ción, mas, si es posible, no la sabiduría.
Decollages navales
Una forma escultórica debe afirmarse tanto por el
continente como por el contenido. Atendiendo al continente,
el acero no es precisamente el material más apto para sugerir
lo patético. Las asociaciones que posee son las que provie-
nen de nuestra asfixiante y arrogante civilización tecnificada y
mecanizada: estabilidad, firmeza, energía, poder, movimiento,
progreso, suspensión, destrucción, brutalidad. Solo apelando
a su condición de sustancia duramente obtenida y trabajada
es posible evidenciar su intenso valor de signo humano. Yo
diría que justamente la siembra de esa sugerencia es el prin-
cipio poético o, lo que viene a ser lo mismo, la teoría o causa
profunda que justifica y orienta la serie. Como cabe esperar
51
de un rótulo o título tan claro y nítido, Guillermo Basagoiti re-
currió para elaborar estas piezas a los desechos de la indus-
tria naval, algo que abundaba en el Gijón de la década de los
setenta, cuando buena parte de la dársena local había sido
convertida en un enorme desguace al que arribaban, como ce-
táceos heridos de muerte, viejos barcos condenados al sople-
te y a la cizalla. Un ojo adiestrado, y el suyo lo estaba desde
los estimulantes años bilbaínos, siempre puede rescatar algo
S/T, acero, de la serie Decollages navales, 1975.
52
sensualmente interesante de una intrincada montaña de mu-
gre, basura y chatarra. Pero la facilidad cinegética ocular no es
suficiente para hacer de un cúmulo de fragmentos de acero un
trozo de realidad fértil, capaz de mover y agitar el ánimo de un
observador infundiéndole afectos tan precisos y vehementes
como para desembocar justo en una intensa afirmación de hu-
manidad. Para lograrlo, es necesario dominar al menos dos ha-
bilidades: la de la misteriosa y santa simplicidad y la del lúcido
y estricto ajuste del tamaño.
Decollage naval III, acero, de la serie Decollages navales, 1981.
53
Entre las aproximaciones a la naturaleza de la simpli-
cidad, la más razonada y completa es la de Frank Lloyd Wright.
Para aquel genial arquitecto americano «el único secreto de la
simplicidad está en el hecho de que no hay nada que pueda
considerarse simple en sí mismo; toda cosa debe conquistar
la simplicidad». La labor de eliminar lo inútil es algo que nada
tiene de automático, «saber qué hay que suprimir y qué hay
que añadir, dónde y cuándo, quiere decir estar educados en el
conocimiento de la simplicidad orgánica», y Guillermo Basagoi-
ti sabe cómo dejar las cosas en su desnudez justa, sabe cómo
despojarlas de todo lo accidental y sabe cómo hacer anidar en
ellas el hallazgo trascendental.
El secreto de la escala, el del tamaño relativo al perfil
humano, es tan grave como el de la simplicidad. Y no va ligado
a exóticos virtuosismos métricos, pues no basta con apoyarse
mesuradamente en el terreno, sino que hay que brotar de él;
implica modular metonímicamente y aceptar empáticamente la
realidad entitativa; sencillamente: todo lo que vemos fuera es
un poco de nosotros. Así es como Guillermo Basagoiti rehace
materiales y formas periclitadas y las hace comparecer como
magro remanente ontosimbólico del factor humano.
Quiero señalar además que las piezas de este grupo,
fruto de un código lingüístico riguroso y de un escrupuloso
respeto del compromiso estructural, exhiben una excepcional
variedad en su apariencia. Unas veces se presentan como acu-
54
mulaciones atorbellinadas propias del expresionismo más des-
medido; otras, como organizaciones hirsutas y controladas pro-
pias del constructivismo más reflexivo; y, a veces, como figuras
de una suavidad y una quietud acogedoras propias del orienta-
lismo más contenido. Y por último, observar que el proceso de
esta escultura de Guillermo, que recoge una compleja reflexión
vivencial sobre el espacio humanizado, le hubiera conducido,
sin esfuerzo, hacia la práctica de otro oficio del arte: el de arqui-
tecto; por fortuna, en varias ocasiones así ha ocurrido.
Espacios ortogonales y Superficie del cubo
Las esculturas del primer grupo, de planificación nítida
y estereometría elemental, pero plena y expresiva, me traen a
la memoria otras de Amador Rodríguez, que son mezcla porten-
tosa de pensamiento y forma. Impregnadas de la misma auste-
ridad y de las mismas soledades, estas piezas, de seca claridad
geométrica y de vívida piel, piel que guarda la memoria de los
procesos que las han traído a presencia, vuelven a ser estatua
que trata de la huella humana, empero sin énfasis, sin vehemen-
cia. Masivamente rotundas, mas no abrumadoras, se diría que
buscan la precisión no la sugestión. No es así; la euritmia retiene
una crudeza feroz y la armonía amortigua una melodía desgarra-
da, y todo se recoge en silencio, y a su abrigo se manifiesta lo
bello, con una pureza primigenia y una claridad de éxtasis. Pero
55
lo bello no puede regresar para dar esplendor a la nada. Preci-
samente en el desafío al inmenso caos del mundo funda Gui-
llermo Basagoiti su necesidad de orden y de verdad. Densidad
y unidad de pensamiento y de conciencia que guardan relación
con su voluntad de dignificar el destino de la criatura humana,
un deseo ético y estético tan viejo y digno como el viejo y digno
constructivismo de Naum Gabo.
La serie Superficie del cubo, integrada por una pareja
de esculturas minuciosas hasta el escrúpulo, parece comple-
mentaria de la anterior. Indudablemente, existe parentesco,
aunque hay que buscarlo en un nivel profundo. Pero hay una
manera de apreciarlo en superficie, basta con cambiar algunas
palabras y atender a los procesos. Si antes hablábamos de reco-
gimiento, aquí hemos de decir apertura; si antes hablábamos de
densidad, aquí hemos de decir hueco; si antes hablábamos de
silencio, aquí hemos de decir vacío; y debemos introducir ade-
más dos nuevos términos: tiempo y entorno. Guillermo opera a
partir de las caras de un cubo de acero laminado asimiladas a lí-
mites diafragmáticos, y mediante matizados desplazamientos y
ensamblajes construye una escultura que, al no trabarse en una
posición única, temporaliza el hueco, a fin de no dejar ni una
sola de sus moléculas inerte, para integrarlo luego en el entor-
no. Luces y sombras, interior y exterior, pueden moverse ahora
en consonancia o disonancia, desplegándose o replegándose,
cediendo o resistiendo a equilibrios y desequilibrios sorpren-
dentes. Y es por ese camino del vacío poblado y del espacio
56
abierto, por donde devuelve la sustancia a la estatua y por don-
de regresa a la densidad y al silencio; es decir, a la hermandad
con Espacios ortogonales.
Instalaciones
Hay mucho de espectral en mi apreciación de las pie-
zas de esta serie, pues salvo La casa de la nostalgia, ni me ro-
dearon ni las enfrenté jamás directamente. Mi experiencia de
su existencia se reduce a muy pocos pero muy valiosos pecios:
un vídeo, unas cuantas fotografías, algunos recortes de perió-
dico y un par de carteles; es decir, sonidos, imágenes y textos
tan explícitos como enigmáticos. Por el epígrafe −que no se
debe a Guillermo y que probablemente ni es feliz ni exacto,
y cito posibles rótulos sustitutivos como: acción poética, arte
programado, arte ambiental, arte procesual, arte de la partici-
pación…, quizá mucho más oportunos− se advierte raudamen-
te que las obras de este grupo o ciclo se afirman en intere-
santes nociones radicalmente intelectuales. No obstante, fuera
de apuntar su carácter de manifestaciones pioneras en tierras
asturianas, todas se presentaron al público en la década de los
ochenta, no voy a tratar de penetrar en la concreta y consisten-
te armadura de exquisitas agudezas conceptuales que las sus-
tentan, ni voy a demorarme rememorando la espesa envoltura
de referencias propias de aquella época cultural, tan propicia a
la germinación de lenguajes expresivos presuntamente nuevos
57
o novísimos. No, lo que me planteo es insistir en su carácter
de arte hondamente inscrito en la vida de su artífice y en su
especial vertiente de estatuaria gnómica o sentenciosa, si se
me permite aplicar al orbe de la plástica una noción propia de
la estética literaria.
Casi todo el material textual relativo al ambicioso y
preciosista montaje Túmulo para un árbol, accesible en la Sala
Polivalente del Centro Cultural Campoamor durante catorce
días de febrero del año 1988, insistió en la misma lectura: el
respetuoso y amoroso paralelismo entre dos peripecias exis-
tenciales, la de un árbol de principio a fin y la de un hombre
de principio a finalidad. No se equivocaban los comentaristas
Un aspecto de Túmulo para un árbol, Centro Cultural Campoamor, Oviedo, 1988.
58
porque ambos estaban allí como formas representativas de la
vida, que es misteriosa tarea que se va cumpliendo en perpe-
tua tensión, y es extraño quehacer entreverado de fatalidad y
libertad, y es proceso que no se complace en resultado sino
en recurrencia perpetua. No se equivocaban porque el tema de
aislar al menos un nodo de ese ciclo sin tregua de lo natural ha
sido y sigue siendo uno de los más queridos y frecuentados por
Guillermo Basagoiti; y esta obra, como casi todas las suyas, es
conspicuo testimonio de esa aspiración. También es prueba de
que las verdades fundamentales, aunque proteicas, aparecen
siempre en el mismo sitio.
Píldora de gracia e inteligencia, la pieza Tríptico para
el agrimensor ¿Vales lo que pesas? es notable en su doble tem-
ple de humorada ácida y de emblema de lealtad a un destino:
el del hombre que se juzga no ya en su relación con un bien
o un mal trascendentes, sino por lo mucho o poco que pueda
hacer. Como la famosa sentencia de Giambattista Vico: verum
ipsum factum, «lo verdadero es lo mismo que lo hecho», en
esta obra se resume la moral entera de Guillermo Basagoiti.
Una moral del empeño práctico, responsable y concreto, sin la
cual no hay problemas particulares ni generales que podamos
resolver.
Cifro lo poco que conservo de Tren de luz: un cartel,
cuya imagen parece reproducir un fragmento de una antigua
carta mercatoriana española, en el que figuran las islas de
59
Luzón y de Formosa y una referencia al meridiano de Madrid;
una página del periódico La Nueva España, correspondiente al
viernes 15 de junio de 1990, que incluye una minúscula foto de
la instalación y un breve comentario del crítico Rubén Suárez;
y, cometiendo abuso de lenguaje, algunos datos biográficos,
relativos a Valle y a Basagoiti, vinculables a esos menguados
Tríptico para el agrimensor ¿Vales lo que pesas?, 1986.
60
residuos. Cosas amortiguadas como un latido lejano, pero que
me traen, imparable, implacable, una emoción retardada que
se desborda sobre lo actual.
Llegados a este punto, perfectamente válido para ce-
rrar este texto, voy a ceder a la tentación de elucubrar, a ries-
go de volverlo todo aún más turbio de tanto agitarlo, sobre lo
que enuncian y contienen estas obras de Guillermo Basagoiti:
la compacta solidaridad que le llevó en 1982 a trocar una vo-
cación, la de creador −el que se planta decididamente ante sí
La casa de la nostalgia.
61
abriéndose a lo real−, por una misión, la de hacedor −el que se
implica incisivamente en lo real abriéndoselo a los otros−, y el
sereno sino de mediador esforzado en traernos delante un ex-
traordinario venero de hermosura y humanidad y en procurar-
nos un ámbito intermedio e intermediador entre esa creciente
luz que se salva y la belleza de la otredad que se abriga en su
crecimiento.
Es difícil resolver en razonamiento algo que ya se
maneja como intuición; por eso he buscado una expresión me-
tafórica capaz de subsumir el anterior párrafo, tan trabajado y
tan trabajoso, que he aventurado como corolario, no sé si la he
hallado en las siguientes palabras de Octavio Paz, que se leen
en El arco y la lira: «Astros, zapatos, lágrimas, locomotoras, sau-
ces, mujeres, diccionarios, todo es una inmensa familia, todo se
comunica y se transforma sin cesar, una misma sangre corre por
todas las formas y el hombre puede ser al fin su deseo: él mis-
mo. La poesía pone al hombre fuera de sí y, simultáneamente,
lo hace regresar a su ser original: lo vuelve a sí. El hombre es su
imagen: él mismo y aquel otro».
Obra
1975 2010
Relieves y Compresiones
67
s/t, 1975113 x 74 x 3,8 cm
Aglomerado, serrín y pintura acrílicaColección del artista
68
s/t, c. 197486 x 106,4 x 9,6 cm
Aglomerado, madera, pintura sintética y serrínColección del artista
69
s/t, c. 197346,2 x 61,3 x 5,5 cm
Madera y pintura sintéticaColección Ana Basagoiti
70
s/t, 197929 x 29 x 4 cm
Hierro fundido y bronceColección del artista
71
s/t, 197929 x 29 x 4 cm
Hierro fundido y bronceColección del artista
72
s/t, 197929 x 29 x 4 cm
Hierro fundido y bronceColección del artista
Barras sólidas
75
s/t, 197545 x 24,8 cm
Hierro forjadoColección Ubiña, Nueva York
76
s/t, 197730 x 10,5 x 10,5 cm
Hierro forjadoColección particular, París
77
s/t, 197560 x 13 x 7 cmAcero y madera
Colección Emanuel Poons, Nueva York
78
s/t, 197830 x 10,5 x 17 cm
Hierro forjado y aceroColección Somolinos, Gijón
79
s/t, 197817,1 x 31,7 x 9 cm
Hierro forjado y aceroColección del artista
80
s/t, 197791 x 46,5 x 18 cm
Hierro forjado y aceroColección Edgar Hertzka, California
Decollages navales
83
s/t, 1980201 x 200 x 75 cm
AceroColección del artista
84
s/t, 1980150 x 65 x 34,7 cm
AceroColección Circa XX - Pilar Citoler, Cuenca
85
s/t, 1980180 x 78 x 52 cmAcero y madera
Colección particular, Madrid
86
s/t, 198067 x 167 x 66 cmAcero y madera
Colección del artista
87
s/t, 1980152 x 62 x 18 cm
AceroColección del artista
88
s/t, 197950 x 39,8 x 12 cm
AceroColección del artista
Signos encontrados
91
s/t, 1977110 x 48 x 24 cm
Hierro forjado y maderaColección Avelino Alonso, Gijón
92
s/t, 198335,1 x 56,2 x 21 cm
Acero y pinturaColección del artista
93
s/t, 1980175,5 x 20 x 20 cm
Acero, madera y pinturaColección del artista
94
s/t, 198362 x 50 x 12 cmAcero y granito
Colección del artista
95
s/t, 1983138 x 30 x 20 cmAcero y madera
Colección del artista
96
s/t, 1980130 x 55 x 37 cm
Acero pintado y maderaColección del artista
97
s/t, 1980105 x 130 x 75 cm
Acero pintadoColección del artista
98
Homenaje a una grúa [Grúa de Neguri], 1981430 x 230 x 75 cm
AceroColección del artista
Espacios ortogonales ySuperficie del cubo
101
s/t, 197935 x 15 x 15 cm
AceroColección del artista
102
s/t, 197935 x 15 x 15 cm
AceroColección del artista
103
s/t, 197935 x 15 x 15 cm
AceroColección del artista
104
s/t, 197915 x 45 x 15 cm
AceroColección Pelayo Ortega, Gijón
105
s/t, 197915 x 45 x 15 cm
AceroColección del artista
106
s/t, 197615 x 35 x 25 cm
AceroColección del artista
107
s/t, 198130 x 15 x 30 cm
AceroColección del artista
108
s/t, 198114,6 x 32,2 x 32,2 cm
AceroColección del artista
109
s/t, 1981Dimensiones variables
AceroColección del artista
110
De la superficie del cubo, 198257 x 42 x 57 cm
AceroColección del artista
111
De la superficie del cubo, 198247 x 77 x 57 cm
AceroColección del artista
112
Polar, homenaje a Camín, 201032 x 32 x 25 cm
AceroColección del artista
Exposiciones
115
1975
Exposición Colectiva [Fernando Alba, Adolfo Bartolomé, Guillermo Basagoiti, Joaquín Rubio Camín, Ernesto Deira, Xosé Díaz, Trinidad Fernández, Alejandro González Pascual, Acisclo Manzano, José Mar, Poldo Novoa, Orlando Pelayo, Nicanor Piñole, Seoane, Antonio Suárez, Evaristo Valle], Galería Atalaya, Gijón, inauguración: 19 de diciembre, 1975. Catálogo: tarjeta con nómina de artistas participantes.
1976
Guillermo Basagoiti, individual, TAP Gallery, Coral Gables, Florida, inauguración 1 de marzo, 1976. Católogo: impreso de presentación, incluye la famosa cita del arquitecto Mies van der Rohe: “Less is more”; tríptico con texto de agradecimiento, frase de Mies y tres fotografías.
Spanish Artists / To Commemorate The Bicentennial Celebration, colectiva, Gables Art Gallery, Coral Gables, Florida, inauguración 9 de abril, 1976. Catálogo: tríptico con nómina de los participantes.
Guillermo Basagoiti / Esculturas, Collages, individual, Galería Atalaya, Gijón, Octubre, 1976. Inauguración: lunes, 4 de octubre. Catálogo: díptico con información curricular.
I Bienal Nacional de Arte Ciudad de Oviedo, Museo Provincial de Bellas Artes, Oviedo, 13 de octubre-13 de noviembre, 1976. Participó con una obra titulada Tiempos, [catálogo 20].
Obras maestras del arte contemporáneo / Óleos, pequeño formato y esculturas, colectiva, Valle Ortí Galería de Arte, Valencia, diciembre, 1976. Catálogo: díptico sin ilustraciones, con listado de piezas y nómina de artistas participantes.
116
1977
Basagoiti, individual, Galería Ynguanzo, Madrid, mayo-junio, 1977. Inau-guración: 27 de mayo. Catálogo: Basagoiti, Gijón, 1977, 12 pp., 9 ilustracio-nes, textos: ensayo de catálogo [s/t] por Joaquín Planell, reseña biográfica.
Doce escultores de hoy, exposición de grupo, Galería Berdusán, Zaragoza, 1977. El grupo estaba formado por Javier Aleixandre, Francisco Barón Molina, Joaquín Rubio Camín, Teresa Eguibar, Feliciano Hernández, Lorenzo Frechilla, Pepe Antonio Márquez, Carlos Muela, Ignacio Bayarri Nassio, Juan Antonio Palomo, José Luis Sánchez y Guillermo Basagoiti.
Doce escultores de hoy, exposición de grupo, Galería Valle Ortí, Valencia, 1977.
Doce escultores de hoy, exposición de grupo, Museo de Arte Contempo-ráneo del Alto Aragón, Huesca, julio-agosto, 1977.
Galería 99, colectiva, Bay Harbour Island , Florida, 1977.
Galería 24 Collection [The Twenty Four Collection], Miami, Florida, 1977.
1978
Guillermo Basagoiti / Esculturas, individual, Galería Tassili, Oviedo, 9-21 de febrero, 1978. Catálogo: desplegable de gran tamaño, incluye, además de una cita extraída del epílogo de El hacedor de Jorge Luis Borges, dos reproducciones fotográficas.
Basagoiti Sculptures, individual, Spain Art Gallery of Spanish Tourist Office, Nueva York, 17 de octubre-17 de noviembre, 1978. Catálogo: Basagoiti, Gijón, 1978, 16 pp., 15 ilustraciones, textos: cita de El hacedor y agradecimientos.
117
1979
Guillermo Basagoiti, individual, Salle Arte al Día, Bibliothèque Espag-nole, París, 1-15 de febrero, 1979. Catálogo: tarjeta con información curricular.
Artexpo NY, colectiva [con la Galería Ynguanzo], New York Coliseum, 8-12 de marzo, Nueva York, 1979.
7 años en Ynguanzo, colectiva, Galería Ynguanzo, Madrid, 1979. Inaugu-ración: 3 de octubre. Catálogo: postal de presentación, incluye la exten-sa nómina de los participantes entre los que cabría destacar: Amador, Berrocal, Dubuffet, Jesse, Le Corbussier, Ben Nicholson, Marca-Relli, Pa-blo Serrano, Saúl Steinberg, Wolf Vostell.
1980
Exposición colectiva, Madridejos, Toledo, 1980.
Guillermo Basagoiti / Esculturas, individual, Galería Ynguanzo, Madrid, 1980. Inauguración: 26 de noviembre. Catálogo: postal, la clásica de esta sala, en la que se reproduce la entrada de la galería y junto con el nombre del artista que expone sobreimpreso en color verde. Fotorre-portaje sobre la exposición realizado por Luis Pérez-Mínguez.
1981
Panorama 81 del arte asturiano [I Centenario del Centro Asturiano de Madrid], colectiva, Círculo de Bellas Artes, Madrid, 10-29 de febrero, 1981. Catálogo: Panorama 81 del arte asturiano, Oviedo, 1981, pp. 83, texto: “Panorama 81 del arte asturiano”, por Jesús Villa Pastur.
118
1984
Guillermo Basagoiti / 8 esculturas + fotografías, individual, Librería Cor-nión, Gijón, 1984. Inauguración viernes 10 de febrero. Catálogo: tarje-tón con información curricular y un excelente retrato.
1986
VIII Bienal Ciudad de Zamora / Escultura Ibérica Contemporánea, Zamora, 20 de septiembre-20 de octubre, 1986. Catálogo: VIII Bienal Ciudad de Zamora / Escultura Ibérica Contemporánea, coedición [Junta de Castilla y León, Ayuntamiento de Zamora, Diputación de Zamora], Zamora, 1986, 264 páginas, ilustración reproduciendo la pieza Decollage naval III, texto: “A modo de carta de navegación / Apuntes para una aproximación a la escultura asturiana”, por Ramón Rodríguez.
1988
Instalación / Túmulo para un árbol / Guillermo Basagoiti, individual, Cen-tro Cultural Campoamor, Sala Polivalente, Oviedo, 12-26 de febrero, 1988. Catálogo: desplegable y cartel, cuatro fotografías, texto: breve ensayo de catálogo [s/t] por Avelino Alonso [que firma con el seudóni-mo Joan Davies], información curricular.
1990
El tren de luz, instalación, Galería La Sala, Oviedo, 10-15 de junio, 1990. Catálogo: cartel con imagen e información curricular.
2004
La industria en el arte, CMAE [Centro Municipal de Arte y Exposiciones], Avilés, 3 de noviembre-6 de diciembre, 2004. Catálogo: La industria en el arte, Asociación Cincuentenario de la Escuela de Aprendices
119
de Ensidesa, Avilés, 2004, textos: “Adiós a la Pax”, de Juan Carlos de la Madrid, “El reflejo de lo industrial en el arte”, por Francisco Zapico, “Lo industrial utilizado por los artistas” y “Desde la ruina industrial”, ambos de Ramón Rodríguez, pp. 62, 70 y 71, incluye dos ilustraciones correspondientes a sendas piezas de la serie Decollages Navales.
2007
El Paisaje en el Coleccionismo Leonés, colectiva, Palacete Torbado [Centro Leonés de Arte], León, 2007. Catálogo: El Paisaje en el Coleccionismo Leonés, Instituto Leonés de Cultura, León, 2007, 155 pp., texto “El paisaje en el coleccionismo leonés”, por Luis García Martínez, incluye ilustración: Homenaje a Rafael Leoz I (Módulo Hele), p. 110.
2010
Modo de encuentro 3/35, colectiva [escultura de Guillermo Basagoiti, escultura y fotografía de sus hijos Bill y Pablo Basagoiti, respectivamente], Vorágine, Avilés, 2010. Catálogo: postal con una hermosa foto de 1975, donde aparecen todos ellos junto con Alina Brown.
Bibliografía y Hemerografía
123
1975
Castañón, Luciano, “Exposiciones / Colectiva”, El Comercio, Gijón, 24 de diciembre, 1975.
1976
Anónimo, “Exposición”, Diario Las Américas, Miami (Estados Unidos), domingo 29 de febrero, 1976. Alude a la inauguración de la exposición celebrada en TAP Gallery en marzo de 1976.
Anónimo, “Basagoiti realiza su primera exposición de esculturas de hierro”, Resumen / Bimestral de Arte y Cultura, 10, III, Miami, Florida, abril-mayo, 1976. Incluye una fotografía del artista y reproduce dos de sus piezas.
Anónimo, “Exposición en el Gables Art Gallery Conmemora el Bicentenario”, Diario Las Américas, Miami, Florida, miércoles, 7 de abril, 1976.
Anónimo, “Obras de ocho artistas españoles”, Diario Las Américas, Miami, Florida, miércoles, 7 de abril, 1976.
Anónimo, “Spanish Art”, Times / Guide, Miami, Florida, miércoles, 7 de abril, 1976.
Basagoiti, Guillemo, Guillermo Basagoiti, TAP Gallery, Coral Gables, Flo-rida, marzo, 1976. Tríptico editado con motivo de la exposición homó-nima. Incluye agradecimientos, una famosa cita del no menos famoso arquitecto Ludwig Mies van der Rohe, “Less is more”, y la reproducción fotográfica de tres piezas.
Castañón, Luciano, “Gijón / Colectiva”, Gazeta del Arte, Madrid, 11 de enero, 1976.
124
Castañón, Luciano, “Crónica de Galerías / Asturias”, Gazeta del Arte, Madrid, 11 de julio, 1976.
Catálogo exposición Guillermo Basagoiti / Esculturas, Collages, Galería Atalaya, Gijón, 1976. Díptico con información curricular.
Catálogo exposición I Bienal Nacional de Arte Ciudad de Oviedo, Museo Provincial de Bellas Artes, Oviedo, 1976.
Catálogo exposición Obras maestras del arte contemporáneo / Óleos, pequeño formato y esculturas, colectiva, Valle Ortí Galería de Arte, Valencia, diciembre 1976. Díptico con relación de obras y participantes.
González, Marcelino, “Fotógrafo, pintor, escultor…: artista / Guillermo Basagoiti, un romántico del arte”, El Comercio, Gijón, 11 de enero, 1976.
González Marcelino, “Expone otra vez en Gijón Guillermo Basagoiti, nueve meses después”, El Comercio, Gijón, 5 de octubre, 1976. Larga entrevista con motivo de la individual en la Galería Atalaya, incluye dos fotografías: un retrato del artista, donde puede reconocerse una escultura y un collage.
Pena Monte, Gustavo, “Abren exposición de esculturas de hierro”, Diario Las Américas, Miami, Florida, martes 2 de marzo, 1976. Alude a la exposición celebrada en TAP Gallery (marzo, 1976). Recoge interesantes declaraciones del artista y menciona el artículo de El Comercio firmado por Marcelino González.
1977
Anónimo, “Basagoiti”, Canal [journal quinzomadaire d’informations culturrelles/ Été 1977], París, junio, 1977. Suelto relativo a la exposición individual en la Galería Ynguanzo, Madrid, mayo-junio, 1977.
125
Anónimo, “Esculturas y pinturas de Guillermo Basagoiti”, Telva, Madrid, junio, 1977. Nota crítica sobre la exposición individual en la Galería Ynguanzo, Madrid, mayo-junio, 1977.
Anónimo, “Exposiciones”, Cambio 16, Madrid, 289, 20-26 de junio, 1977. Suelto relativo a la exposición individual en la Galería Ynguanzo, Madrid, mayo-junio, 1977.
Arce, Evaristo, Primera Bienal Nacional de Arte Ciudad de Oviedo, Oviedo, 1977. Catálogo de la exposición homónima celebrada en Oviedo entre el 11 de octubre y el 11 de noviembre de 1976.
Basagoiti, Guillermo, memoria sobre su escultura Homenaje a Rafael Leoz / Módulo Hele, inédita, Madrid, diciembre, 1977.
Catálogo: Basagoiti, Gijón, 1977, 12 pp., 9 ilustraciones, textos: ensayo de catálogo [s/t] por Joaquín Planell y reseña biográfica. Editado con motivo de la individual en la madrileña Galería Ynguanzo.
Castro Arines, José de, “Paginas de arte”, Informaciones, Madrid, junio, 1977. Breve pero elogiosa crítica relativa a la individual en la madrileña Galería Ynguanzo.
Ferrer Gimeno, Félix, “Huesca / Doce escultores de hoy”, Artes Plásticas, julio, 1977. Reseña de la colectiva homónima celebrada en el Museo de Arte Contemporáneo del Alto Aragón.
Moreno Galván, José María, “Arte / Esculturas de Basagoiti”, Triunfo, Madrid, XXXII, 755, 16 de julio, 1977. Crítica, relativamente pompier como corresponde a su autor, relativa a la magnífica individual de nuestro artista en la madrileña Galería Ynguanzo.
126
Sheerin, Jerry, “Art”, This week in Spain / Guidepost, Madrid, 24 de junio, 1977. Suelto sobre la exposición individual en la Galería Ynguanzo, Madrid, mayo-junio, 1977.
1978
Anónimo, “Exposición en Tassili de Guillermo Basagoiti”, La Nueva España, Oviedo, jueves 9 de febrero, 1978.
Anónimo, “Exposición de esculturas de Guillermo Basagoiti en las Oficinas Españolas de Turismo”, Impacto, Nueva York, 25-31 de octubre, 1978.
Anónimo, “Gente / Guillermo Basagoiti”, El País, Madrid, viernes 10 de noviembre, 1978. Suelto sobre la exposición en la Galería de Arte Español de la Oficina de Turismo de Nueva York.
Guillermo Basagoiti / Esculturas, Gijón, 1978, catálogo de la exposición homónima en la Galería Tassili. Desplegable de gran tamaño, incluye, además de una cita extraída del epílogo de El hacedor de Jorge Luis Borges, dos reproducciones fotográficas.
Basagoiti, Gijón, 1978, 16 pp., 15 ilustraciones, textos: cita de El hacedor y agradecimientos. En portada se reproduce la escultura Homenaje a Rafael Leoz. Catálogo de la exposición homónima en la Spain Arte Gallery of Spanish Tourist Office, New York, octubre, 1978.
Planell, Joaquín, “Basagoiti expone en Nueva York”, Noticias de New York, noviembre, 1978.
Villa Pastur, Jesús, “Arte/ Pintura, escultura y cerámica en las exposicio-nes ovetenses”, La Voz de Asturias, Oviedo, 15 de febrero, 1978.
127
1979
Anónimo, “Galerie Arte al día / Exposition février 1979 / Guillermo Basagoiti”, Le Noveau Journal, París, 3 de febrero, 1979. Suelto con anuncio de la exposición.
Anónimo, “Galerie Arte al día / Exposition Guillermo Basagoiti”, Panorama du Medicien, París, miércoles 7 de febrero, 1979. Suelto con anuncio de la exposición.
Anónimo, “El escultor Guillermo Basagoiti expone en París”, El Comercio, Gijón, 8 de febrero, 1979
Anónimo, “En Bref… Le sculpteur Guillermo Basagoiti”, Le Figaro, París, viernes 16 de febrero, 1979.
Anónimo, “Les Expositions / Guillermo Basagoiti Sculpteur”, Le Noveau Journal, París, 24 de febrero, 1979.
Barret, Robert, “La vie des galeries”, Panorama du Medicien, París, 709, miércoles 21 de febrero, 1979.
Giraudon, Georges, “Galeries”, L’Économie, París, 1365, 13 de febrero, 1979.
H. H., “Guillermo Basagoiti”, Journal de l’Amateur d’Art, París, 15 de febrero, 1979. Comentario sobre la individual Guillermo Basagoiti, Salle Arte al Día, Bibliothèque Espagnole, París, 1-15 de febrero, 1979.
1980
Anónimo, “Exposiciones / Basagoiti”, Cambio 16, 472, Madrid, 15 de diciembre, 1980. Reseña relativa a la exposición en la Galería Ynguanzo.
128
Anónimo, Batik, Panorama general de las artes, IX, 59, Madrid.
Casanelles, María Teresa, “Basagoiti”, Hoja del Lunes, Madrid, 15 de diciembre, 1980.
Calvo Serraller, Francisco, “La difícil vocación de la escultura”, El País, Artes, 57, Madrid, sábado 6 de diciembre, 1980.
Collado, Gloria, “Arte / Cultura / Escultura en hierro”, Guía del Ocio, 263, Madrid, 29 de diciembre, 1980 - 4 de enero, 1981.
Marín Medina, José, La escultura española contemporánea (1800-1978) / Historia y evaluación crítica, Madrid, Edarcón, 1978, p. 320.
Planell, Joaquín, texto inédito [s/t] sobre la exposición en la Galería Ynguanzo, Madrid, 23 de noviembre, 1980.
1981
Barón Thaidigsmann, Javier, “Diccionario de pintores y escultores”, en AA. VV., Enciclopedia temática asturiana, t. 5, Gijón, Silverio Cañada,1981, pp. 284-285.
Catañón, Luciano, “Basagoiti, Guillermo”, en AA. VV., Gran enciclopedia asturiana, t. 15, Gijón, Silverio Cañada, 1981, p.135. Se reproduce la pieza Homenaje a Evaristo Valle.
Guisasola, Félix, “Panorama crítico de la modernidad plástica en Asturias / (Desde la postguerra hasta la actualidad)”, en AA.VV., Enciclopedia temática asturiana, t. 5, Gijón, Silverio Cañada, 1981, p. 221.
Marín Medina, José, “3.ª dimensión / La joven escultura española”, Guadalimar, 56, Madrid, enero, 1981.
129
Huici, Fernando, “Un censo del cantábrico”, El País, Madrid, sábado 21 de noviembre, 1981. Comentario sobre la exposición colectiva Panorama 81 del arte asturiano [I Centenario del centro Asturiano de Madrid], Círculo de Bellas Artes, Madrid, 10-29 de febrero, 1981.
Villa Pastur, Jesús, Panorama 81 del Arte Asturiano, “Colección grandes exposiciones, 5”, Oviedo, Servicio de Publicaciones Caja de Ahorros de Asturias, 1981, pp. 10, 18 y 80. Catálogo editado con motivo de la exposición homónima celebrada en 1981, Salas del Círculo de Bellas Artes, Madrid, conmemorando el primer centenario del Centro Asturiano de Madrid.
1984
Argüelles, Teodoro, Guillermo Basagoiti / Esculturas, inédito, inteligente y sentido comentario sobre la exposición en la Sala Cornión, 1984.
Anónimo, “Exposición de fotografías y esculturas de Basagoiti”, El Comercio, Gijón, 11 de febrero, 1984.
Barón, Javier, “Esculturas y fotografías de Basagoiti”, La Nueva España, Oviedo, miércoles 7 de marzo, 1984.
L., “En la Sala Cornión / Guillermo Basagoiti: España es uno de los países más punteros de la escultura”, Hoja del Lunes de Gijón, Gijón, 13 de febrero, 1984.
1986
Montero Aparicio, D., “La Bienal de Zamora llega a su fin / La escultura ha muerto. ¡Viva la escultura!”, El Correo de Zamora, Dominical, 19 de octubre, 1986.
130
Rodríguez, Ramón, “A modo de carta de navegación / Apuntes para una aproximación a la escultura asturiana”, en VIII Bienal Ciudad de Zamora / Escultura Ibérica Contemporánea, coedición [Junta de Castilla y León, Ayuntamiento de Zamora, Diputación de Zamora], Zamora, 1986, 264 páginas, ilustración reproduciendo la pieza Decollage naval III, catálogo editado con motivo de la exposición homónima.
1987
Martínez-Novillo, Álvaro, “El auge de la nueva escultura”, ABC de las Artes, jueves 10 de diciembre, 1987.
1988
Anónimo, “Exposición de Guillermo Basagoiti”, El Comercio, Gijón, 26 de enero, 1988.
Anónimo, “Exposición de Guillermo Basagoiti, El Comercio, Gijón, 12 de febrero, 1988.
Anónimo, “Homenaje al eucalipto”, La Nueva España, Oviedo, 14 de febrero, 1988.
Alonso, Avelino, “Guillermo Basagoiti / El artista cerca del científico”, Vetusta, 33, enero-febrero, 1988.
Casaprima Collera, Adolfo, “Hoy se inaugura en el Campoamor una instalación titulada Túmulo para un árbol / Guillermo Basagoiti tras los nuevos pasos de la escultura”, El Correo de Asturias, viernes, 12 de febrero, 1988.
Crabiffosse, Francisco, “Extra domingo / Arte / Guillermo Basagoiti: Túmulo para un árbol”, La Nueva España, Oviedo, 21 de febrero, 1988.
131
Instalación / Túmulo para un árbol / Guillermo Basagoiti, Oviedo, Fundación de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo, 1988. Desplegable y cartel editado con motivo de la exposición homónima y de un ciclo de conciertos [Concierto de Campanas de Llorenç Barber y Audición de música electrónica por el Gabinete de Música Electroacústica de Cuenca], incluye cuatro fotografías, textos: breve ensayo de catálogo por Avelino Alonso que firma con el seudónimo Joan Davies, información curricular.
M. A., “Las casas más bellas del mundo”, Arquitectural Digest, Heres-Mondadori, año 11, 4, enero, 1988, p.108.
Rubiera, Pilar, “Sociedad y Cultura / El escultor y director del museo Evaristo Valle de Gijón muestra estos días una de sus instalaciones artísticas en el Centro Cultural Campoamor”. Basagoiti: “Todavía se ve al creador como un tipo socialmente peligroso”, entrevista, La Nueva España, Oviedo, 21 de febrero, 1988.
1989
Álvarez, Blanca, “Sociedad / Retratos impresionistas / Guillermo Basagoiti”, La Hoja del Lunes, Gijón, 25 de septiembre, 1989.
1990
Álvarez Martínez, María Soledad, “Escultura del siglo XX en Asturias” [Artes de la Modernidad en Asturias (II): Escultura y Arquitectura, 49], en Historia de Asturias, t. 4, Oviedo, Prensa Asturiana, 1990, p. 860.
Suárez, Rubén, “Artes Pásticas / un tren de luz”, La Nueva España, viernes, 25 de junio, 1990.
132
1991
Álvarez Martínez, María Soledad, Camín escultor, Caja de Ahorros de Asturias, Oviedo, 1991, p.78.
1993
Barón, Javier, “Basagoiti, Guillermo”, Gran enciclopedia asturiana, t. 18, Gijón, Silverio Cañada, 1993, p. 82.
1995
Rodríguez, Ramón, Asturias: escultores de cinco décadas. / Apuntes para una cronología de la escultura de la modernidad en Asturias, Servicio de Publicaciones del Principado de Asturias, Oviedo, 1995, p. 43. Libro publicado con motivo de la exposición homónima, itinerante por diversas casas de cultura de Asturias.
Villa Pastur, Jesús, “La Crítica / La escultura contemporánea asturiana y algunas consideraciones en su entorno”, La Voz de Asturias, Oviedo, jueves, 1 de junio, 1995.
1997
M. S. M., “Sociedad y Cultura. El Arte en Asturias / La escultura resurge en el último tercio de siglo, tras el declive de la guerra civil / Javier Barón, profesor de arte de la Universidad de Oviedo, asegura que la verdadera renovación de la escultura asturiana del siglo XX se produce en las últimas décadas”, La Nueva España, 7 de junio, 1997.
Rodríguez, Ramón, “Escultores asturianos nacidos en las décadas 40 y 50”, en Escultores asturianos nacidos en las décadas 40 y 50, Servicio de Publicaciones del Principado de Asturias, Oviedo, 1997. Catálogo de la muestra homónima celebrada en el Museo Juan Barjola, Gijón, 1997.
Índice
pág. 9
Presentación. Isabel Carrasco LorenzoPresidenta de la Diputación de León
pág. 11
Aproximaciones. Luis García MartínezDirector Dpto. de Arte y Exposiciones del ILC
Diputación de León
pág. 17
Guillermo Basagoiti. De creador a hacedorFrancisco Zapico Díaz
pág. 61
Obra
pág. 63
Relieves y Compresiones
pág. 71
Barras sólidas
pág. 79
Decollages navales
pág. 87
Signos encontrados
pág. 97
Espacios ortogonales y Superficie del cubo
pág. 111
Exposiciones
pág. 119
Bibliografía y Hemerografía
CRÉDITOS:
Instituto Leonés de Cultura Diputación de León
Presidenta:Isabel Carrasco Lorenzo
Vicepresidente:Marcos Martínez Barazón
Director:Jesús Celis Sánchez
Director Arte y Exposiciones:Luis García Martínez
EXPOSICIÓN:
Organiza y promueve:Instituto Leonés de CulturaDiputación de León
Comisariado:Francisco ZapicoGuillermo Basagoiti
Diseño y dirección del montaje:Guillermo Basagoiti Antonio García Celada
Actividades didácticas:Noemí Álvarez
Fechas:9 marzo al 9 de mayo de 2012
Espacio:Centro Leonés de Arte
CATÁLOGO:
Edita:Instituto Leonés de CulturaDiputación de León
Fotografías:Guillermo ÁlvarezGuillermo BasagoitiPablo BasagoitiAlejandro BrañaJosé Ramón Cuervo-ArangoJosé PañedaJosé Antonio Varela
Diseño y producción editorial:Chiwake Comunicación
Fotomecánica:Asturlet
Imprime:Gráficas Summa
Catálogo razonado e investigación:Francisco Zapico
© de los textos y fotografías:Sus autores
© de la presente edición:Diputación de LeónInstituto Leonés de Cultura
Depósito legal:AS-95-2012
ISBN:978-84-89410-27-5
En la memoria, mis antepasados:pescadores, navegantes, artistas,
forjadores de la industria ylas finanzas en México, Cuba y España...
A mi mujer, mis hijos, mis nietos.
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