fuera de toda ley el maleficio del Ídolo - ufdc...

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  • 10 EL MUNDO, SAN JUAN, P. R. - DOMINGO 4 DE SETIEMBRE DE 1938.

    FUERA DE TODA LEY

    EL MALEFICIO DEL DOLO Por ROSITA FORBES

    (Este es el segundo de una serie de apasionantes relatos por Rosita Forbes, famosa novelista inglesa, en los que relata las increbles aventu- ras que vivi en los parajes ms desconocidos y remotos, al par que peligrosos; del pla- neta. En el de hoy describe cmo un hombre blanco que se haba hecho jefe de una tribu de salvajes, canbales de los mares del sur, se ven- g de ctro blanco, amante de

    |fe mujer, explotando el fa- ~natsmo de los nativos.)

    II

    Hace bastante tiempo, cuando yo todava no sabia nada acerca de topografas y nacionalismos, de los peligros y caractersticas qu entraan ciertos climas o de cmo ciertos hombres blancos daban en convertirse en "nativos", viajaba por los mares del Sur con otra jo- ven tan ignorante de todas esas cosas como yo misma.

    La docena de otros pasajeros qu Iban a bordo, eran traficantes en tabaco de las plantaciones de acue- llas is!as donde las gentes vivan fuera de toda ley. Se turnaban con- tndonos extraas aventuras, que muchas veces no creamos. En otras, sin embargo, la originalidad era tal, que no podamos estimar- las productos de la fantasa de aquellos hombres vulgares, a quie- nes las libaciones de unos "cock- talls" que llambamos "Dr. Funk". ingeridos bajo un sol de fuego y en medio de una calma chicha, po nlan manchas de carmn en sus rostros huesudos y anmicos.

    Entre los pasajeros hablan uno que slo hablaba de una mujer de quien, aparentemente, estaba apa- sionado. Era un individuo pequeo, de rostro hechicero, que unas ve- ces pareca una esfinge y en otras daba muestras de poseer la vivera

    de un simio. Habla vivido treinta aos en la Nueva Guinea, entre la tribu de los Guri Bar. Cuando habla establecido su tienda en aquella semldesconoclda regin dei trpico, no pasaba de ser un hom- bre blanco, el nico hombre blanco de la regin.

    El ciudadano que le habla prece- dido en el cargo, habia servido de festn a aquellos canbales, que se lo hablan comido sin dejar de l nada ms que las botas, recupera- das por la expedicin punitiva que fu enviada al lugar al tenerse co- nocimiento de su triste sino. Se su- po que el cuerpo del infeliz habla estado cocindose varios das, pues los salvajes queran que sus carnes estuvieran del todo blandas cuando llegara el momento de meterles el diente.

    Ahora, por supuesto, las cosas son distintas... explicaban los tabaqueros.

    Claro que todava siguen des- apareciendo nios, y que cuando se produce una investigacin, la ex- plicacin es que estaba enfermo y que a nadie se ha perjudicado con su muerte. Pero lo cierto es que es individuo pequeo y de apa- riencia dbil, ha metido en cintura a toda la tribu. Nadie pensarla, al mirarlo, que para Jos salvajes vie- ne a ser como una'especie de Dios, ni que tiene sobre ellos un poder] onnimodo.

    Y su mujer? preguntamos. A veces parece una loca, lo que

    no deja de ser explicable teniendo en cuenta la clase de vida que ha- re. Todo lo que tiene para su n- tretenimlento son aves del paraso y negros de espaldas retintas y su- dorosas.

    ;.Se qued sola all? Si. Es ella ahora la que est

    al frente de la tienda, una tienda llena de cuentas, cuchillos, clnturo nes y otros artculos de color es- carlata. Es lo que les gusta a los negros los colores subidos. El lu- gar est situado mucho ms all de nuestras plantaciones. Apenas si. de vez en cuando, un traficante Jo-

    ven y sin miedo se aventura hasta sus dominios.

    Cuando el hombre enigmtico nos invit a que le hiciramos una visi- ta en aquella su especie de reino, los tabaqueros nos aconsejaron que la aceptramos. No creo que ha- ya ningn peligro para ustedes, y en cambio van a ver algo tipleo y original, algo que acaso nunca so- aron conocer. nos dijeron.

    Lo que ms estimulaba nuestra curiosidad, era aquella mujer que se quedaba sola entre los salvajes que se hablan comido al antecesor de su marido, de aquella fmina por quien pareca sentir tal vene- racin aquel hombre pequeo e hirsuto que era un dios para los salvajes.

    No nos quiso esperar, tal era su ansiedad por volver a reunirse con la mujer de todos sus sueos. Mien- tras nosotros ingeramos unas cc-

    1 a bordo. Pareca como si una lla- ma nueva se hubiera encendido en su espritu, como si una idea fija k> dominara por completo. Se ha- bia convertido en una especie de pantera de garras afiladas que te- nia siempre en la boca un rictu.. salvaje y repulsivo. Sua labios se apretaban tanto uno sobre otro, que en realidad desaparecan.

    Aquel que siempre estaba hablan- do de su mujer, ahora pareca ig- norarla por completo. Y aquella si- tuacin hubiera sido increble, s no hubeira sido por un incidente que ocurri la noche despus de nuestra llegada. Hablamos pasado un da terrible, lleno de silencio y de presentimientos.

    Si, esa mujer no fuera comple- tamente estpida me dijo mi compaera vivirla siempre ate- rrada. Este lugar es nauseabundo. Vmonos inmediatamente.

    orilla de la caada, nos dijimos con la clarividencia de nuestros diez y nueve y veintin aos:

    El lo sabe y est tramandj algo terrible!

    Se trataba, naturalmente, del dueo de la tienda.

    A la hora de la comida se pre- sent el amante. Parece que era un traficante y que se habia insta-

    pretenden que ello es la causa de sus malas cosechas...

    Me llam la atencin que aquel rostro que en el barco siempre se iluminaba y sonrea al hablar, per- maneciera grave y opaco, como a tuviera una mscara. Luego me puse a observar las decoraciones de las paredes y advert una cara de expresin horrible, uno de aque-

    A la prxima maana partimos, mujeres Jvenes y que parecan en mitad de la indiferencia de o gustarle acaso ms de lo con ve- esposos, que no parecieron sentir i niente, se decidi a hablar.

    UN CUENTO DOMINICAL

    RETARDO JUSTIFICADO Por AUGUSTA ESQUIVAR

    .'La seora Sanford mir el re- Joj. no sin regocijo, y orden a la sirvienta que anunciara la comida. Habia aguardado ya todo lo que poda y no fu hasta que todos sus Huspedes se hallaban sentados a la mesa cuando Benson apareci y avanz hacia la duea de la casa, ofrecindole toda clase de excusas.

    Casi siempre el joven Benson lle- gaba tarde. Y siempre se encon- traba, o al comienzo de una aven- tura, o en mitad de ella. Esta no- che habla llegado ms tarde que de costumbre, pero cuando apare- ci todo el mundo perdon su fal- ta, porque era un husped encan- tador.

    De manera que la seora san- ford lo mir regocijada, saludndo- lo entre sonrisas:

    Ya s que tiene un cuento que contarnos, Roger...

    Luego, mientras su husped se disponia a ocupar su silla:

    Todos lo perdonaremos, como de costumbre. Nos conoce a todos excepto, tal vez. a los esposos Don- lm de Nueva York. Mr. Roger Ben-

    "n- , J Benson reparti sonrisas alrede- dor de la mesa, y sus ojos se fija- ron en la seora Donlin. que era

    Sgea, linda y admirable por to- s conceptos. Despus de fij tam-

    Mn en su marido y no pudo evi- tar un sentimiento instintivo de repulsin hacia l. "No es mal ti- fo, pens pero no me gustan pl el brillo extrao de sus ojos ni l rictus duro de su boca. Lstima que una mujer tan agradable se haya casado con l". Despus se volvi hacia la seftora Sanford y xpres entre sonrisas mutuas:

    T-NO es exactamente un cuento lo que tengo que contarle. Ethel. sino una realidad acongojadora. Dispona de unos cuantos minutos antes de venir aqu, y determin pasar por casa de mi sastre que me habla avisado haber recibido de Londres nuevas telas para la prxima estacin. Pues bien, al de- tenerme a mirar su vidriera, donde

    La ciencia al da

    El ao pasado el Japn estuvo a la cabeza de todas las dems na- ciones en la produccin de fibras sintticas. Slo la produccin de rayn fu de 325,000,000 libras.

    Las estrellas de mar tienen ojo

    en el extremo de cada uno de los cinco puntales.

    En Slngapur, propiedad de los in-

    gleses, se va a construir una es- tacin de radio lo suficiente pode- rosa para cubrir toda la regin de la Malaca.

    Japn, que comenz la manufac-

    tura de hojalata como un experi- mento en el 1919, hoy produce una cantidad casi suficiente para cu- brir toai sus necesidades.

    * Se ha Inventado una tinta els-

    tica para escribir sobre superficies de goma, como pneumticos de au- tomviles.

    Un peridico en Washington, D.

    C. present un anuncio de flores que despeda aromas. Se mezcl la tinta de imprimir en colores con perfume.

    Para proporcionarle descanso a

    los pies de los choferes en largos viajes se ha preparado una palan- ca que cen la rodilla opera el ace- lerador.

    St ha inventado un compuesto

    que absorbe agua para aadrselo a las pinturas, etc., de manera que se puedan aplicar a superficies mojadas.

    estaban expuestos algunos mode- los, un individuo que tambin los admiraba, expres cuando ya yo me dispona a marchar: Muy bo- nitos, no es verdad? Eso ingleses saben lo que hacen en materia de ropa.

    Entonces nos miramos y nos re- conocimos. Era un muchacho a quien llambamos "Blanquecino" er. la universidad, debido al color de su cabello, de ese tono que ahora llaman platino.

    Una coincidencia sorprendente, Roger, pero no por ello menos in- teresante interrumpi la seora Sanford.

    Llmelo como quiera, Ethel. Nos fuimos a un bar y nos entre- tuvimos, y se fu el motivo de mi tardanza por la que pido jjerdones. Si supiera lo triste que es la his- toria aue me hizo mi amigo...

    Por qu no nos la cuenta? Esas aventuras suyas siempre re- sultan intrigantes. Roger...

    Con mucho gusto. "Blanqueci- no" siempre mereci mi admiracin, pues se trataba de un muchacho que trabajaba para costearse el co- legio y que cuando sali de la uni- versidad se dedic a los negocios en el ramo de tejidos. Lo dej en ple- na prosperidad cuando yo comenc a dar vueltas por el mundo, y des- pus ya no supe nada ms de l.

    Es que cuando usted no est escalando una montaa viaja enci- ma de las nubes, Benson... Hijo la seora Sanford con picarda. Pero todo le es perdonado, Inclu- so su versatilidad con las damas.

    Entonces continu Benson vino el "crash" bancarlo -de 1929. con la terrible baja de valores, y el muchacho tuvo que realizar to- da clase de esfuerzos para que su negocio no se declarara en quie- bra.

    Casi todos nosotros io hicimos tambin, intervino Donlin.

    No tuvo ms remedio que di- rigirse a un banco en solicitud de un prstamo. Luego necesit ms dinero, y yo estoy seguro de que si lo hubiera encontrado hubiera ven- cido la tormenta. Pero el "mana- ger" del departamento del' banco, que era amigo de "Blanquecino", se neg a facilitarle el dinero y hasta obstaculiz todos los esfuer- zos que el muchacho hizo por otros conductos en ese sentido. Por l- timo mi amigo lleg al convenci- miento de que aquel hombre era el causante de su ruina, una ruina deliberada...

    Qu horrible! Eso fu Inhuma- no... Intervino la seora San- ford.

    Al fin la ruina de mi amigo fu completa. No quiero cansarlos con detalles, pero se qued sin nada. Y todo lo soport con estoicismo por- oue. despus de todo, crea en el amor de una mujer que para l significaba mucho ms que la for- tuna.

    Pero el amor que para l supo- na tanto, no le dur mucho, por- que ella se cas precisamente con el "manawr" del banco. Fu enton- ces cuando mi amigo comprend' que habla sido un Juguete de sus combinaciones, que lo habia lleva- do a la ruina con toda premedita- cin. Entonces fu cuando perdi todo el coraje que le quedaba y en adelante ya no hizo nada para sa- lir d su triste Indigencia.

    Pero quin pudo ser ese ami- go, y esa mujer, y ese traidor oue perece salido de una nelcnla? Lo conocemos nosotros. Roger? vol- vi nrejruntar la seor* Sanford.

    MI amigo no me dl ios nom- bre contesta el Joven. Pero TTrl. conoce a "B'anoueclno". Ethel. Se trata de Fred Crlttenden. aquel muchacho ue tenia una excelente VO de bartono...

    Se ov el ruido de un vaso oue se nuebraba. v el vino, oue form un 'haroo ane el plato de 1* seflo- r D^nlln fu tambin a pintar un

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