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Facultad de Ciencias y Educación
Proyecto Curricular Licenciatura en Biología
“Desarrollo sostenible” en Colombia, una mirada desde la educación ambiental a través del
quinquenio 2010-2015.
Madeleynne Johanna Mondragón
Estefanía Cotrino González
Director
Gustavo Giraldo
Bogotá D.C. 30 de abril de 2018
Universidad Distrital Francisco José de Caldas
Facultad de Ciencias y Educación
Proyecto Curricular Licenciatura en Biología
“Desarrollo sostenible” en Colombia, una mirada desde la educación ambiental a través del
quinquenio 2010-2015.
Madeleynne Johanna Mondragón
Estefanía Cotrino González
Director
Gustavo Giraldo
Bogotá D.C. 30 de abril de 2018
Agradecimientos
Al director, el profesor Gustavo Giraldo por su orientación y, ante todo, por su confianza en nosotras
y nuestro trabajo.
Al evaluador, el profesor Óscar Serrato por ampliar nuestra visión sobre el tema y asumir el reto con
nosotras.
A los expertos entrevistados por abrirnos un espacio en su agenda e incluso las puertas de sus casas
para compartirnos un poco de su conocimiento.
A quienes nos acompañaron en este largo e intrincado camino lleno de aprendizaje, momentos y
personas bonitas.
Índice
Resumen 1
Introducción 2
Capítulo 1: Planteamiento del problema 4
1. Descripción del problema 4
2. Justificación 6
3. Objetivos 7
3.1. Objetivo general 7
3.2. Objetivos específicos 7
Capítulo 2: Antecedentes 8
1. Antecedentes internacionales 8
2. Antecedentes nacionales 10
3. Antecedentes locales 11
Capítulo 3: Marco conceptual 15
1. Educación Ambiental 15
2. Desarrollo Sostenible 17
3. Legislación ambiental colombiana 18
3.1. Historia normativa de la Educación Ambiental 20
3.2. Historia normativa del Desarrollo Sostenible 24
Capítulo 4: Metodología 26
1. Tipo de estudio 26
2. Instrumentos 26
3. Fases 28
Capítulo 5: Resultados y Análisis 29
1. Del dicho al hecho hay mucho trecho 29
1.1. No se tapa el sol con un dedo 30
2. Para grandes males, grandes remedios 32
2.1. Transformación del concepto ambiente 32
2.2. Comenzar a pensar sistémicamente 32
2.3. Avanzar hacia la sustentabilidad: rescate del pensamiento ancestral, buen vivir y
ética ambiental
34
2.4. Educación Ambiental para la Sustentabilidad 36
Conclusiones 38
Alcances y recomendaciones 38
Referencias bibliográficas 39
1
Resumen
Esta monografía es el resultado de una investigación documental que centra su interés en la
relación entre los conceptos de Educación Ambiental (EA) y Desarrollo Sostenible (DS), ya que hay
poca claridad conceptual, lo que dificulta la implementación de una verdadera EA que resulte en
sujetos reflexivos y críticos frente a las acciones que afectan el ambiente, entendido como un sistema
dinámico y complejo, lo cual impide que exista armonía entre el hombre y la naturaleza.
Teniendo en cuenta que desde la normativa nacional e internacional se habla de la EA como
herramienta fundamental para alcanzar el DS, entendido este como aquel que favorezca el crecimiento
económico, la calidad de vida y el bienestar social, sin comprometer los recursos y el ambiente a los
cuales tienen derecho las futuras generaciones. Al analizar los textos y las entrevistas con expertos,
se concluye que el concepto se encuentra en crisis, y por lo tanto hoy se habla de teorías que orientan
a nuevas relaciones con el planeta.
Dados los hallazgos, se propone una EA basada en los principios de la Sustentabilidad, donde
los saberes ancestrales logren rescatar y reevaluar los valores que el hombre olvidó en su afán de
dominar.
2
Introducción
“Es necesario que enseñen a sus hijos, lo que nuestros hijos ya saben, que la Tierra es nuestra
madre. Todo lo que ocurra a la Tierra, le ocurrirá también a los hijos de la Tierra”
(Fragmento de la carta del Jefe Indio Seattle, 1854)
La forma en la que hemos habitado el planeta hasta hoy, ha deteriorado los recursos, al punto de
afectar notablemente la calidad de la vida de los seres con los cuales lo cohabitamos. Esto nos hace
pensar sobre lo que ocurre con toda la normativa ambiental existente en el mundo y en Colombia, un
país cuya amplia biodiversidad y variedad de culturas y etnias debería tenerse en cuenta al momento
de formular políticas para proteger el ambiente.
El reconocimiento de los impactos negativos que el hombre genera sobre el planeta, da lugar a un
espacio de discusión en donde la educación se ubica como la estrategia fundamental para lograr
transformaciones y es entonces donde la Educación Ambiental se posiciona como un elemento
creador de conciencia y conocimiento, que permite comprender la relación de interdependencia del
hombre con el ambiente, en el cual se encuentran todos los entornos en los que se desarrolla y a través
del cual se promueve la formación de valores y de pensamiento crítico y reflexivo tanto a nivel
individual como colectivo, con el fin de comprender y dar soluciones a las problemáticas ambientales
desde contextos locales a globales (Pita, 2016; Torres, 2010).
Ahora bien, el pensamiento ambiental requiere nuevas formas de relacionarse con el ambiente, es
entonces cuando en 1987 se introduce el concepto de Desarrollo Sostenible, definido como “aquel
que satisfaga las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer la capacidad de las
generaciones futuras para satisfacer sus necesidades” convirtiéndose en meta global, esta noción
permite pensar que la educación es un poderoso instrumento para alcanzar el DS.
Sin embargo, a pesar de la evidente necesidad de formar personas con un pensamiento sistémico,
que les permita ver la complejidad de las relaciones que ocurren en el mundo y cómo estas afectan a
todas y cada una de las formas de vida, no se ha logrado salir de las teorías y los conflictos
conceptuales a los cuales hemos sido expuestos, lo que dificulta aún más el establecimiento y la
aplicación de un verdadero pensamiento ambiental que responda a las necesidades actuales y que sea
diverso y contextualizado.
Para abordar estos temas y su relación, esta monografía se organiza en varios capítulos, en el
primero se hace el planteamiento inicial del trabajo, se presenta el problema y la importancia de este
3
tema de investigación dejando de precedente que los problemas ambientales son los problemas del
desarrollo, es decir, que no están aislados. En segundo lugar, está la contextualización, donde se
enuncian algunos productos de investigaciones relacionadas junto con las definiciones de los
conceptos de Educación Ambiental y Desarrollo Sostenible que fueron objeto de indagación, así
como los marcos normativos que los reglamentan en Colombia. En la tercera parte se dan a conocer
los resultados de la recopilación de información y el análisis de los documentos y los testimonios de
expertos en el tema, recogidos durante el desarrollo del trabajo, que nos llevó por diferentes caminos
y formas de ver y habitar el mundo. Con respecto a esta parte, es necesario aclarar que, si bien la
revisión tuvo como tiempo determinado el quinquenio 2010-2015, la información que se consideró
significativa para la construcción de la monografía, fue en muchos casos, anterior a este intervalo.
Finalmente, se encuentran algunas conclusiones que relacionan los conceptos iniciales con los
adquiridos y recomendaciones sobre los posibles campos abiertos.
4
CAPÍTULO 1: PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
1. Descripción del problema.
El desarrollo de la economía como “ciencia” empezó en el siglo XVIII con la publicación del libro
La riqueza de las naciones por Adam Smith (1776). Y aunque Smith desarrolló su teoría económica
basado en ventajas comparativas relacionadas con el aprovechamiento de la oferta natural y las
características ambientales de las diversas regiones, la economía se alejó de lo natural como referente
de análisis para su evolución teórica (Sánchez, 2002).
Lo ambiental y el desarrollo eran dos problemas que se entendían y miraban por separado, en
términos del desarrollo teórico económico. El economista no tenía referentes ambientales para evaluar
o proponer el desarrollo. Las reflexiones sobre la relación entre ambiente y desarrollo surgieron
cuando, en términos económicos, se empezó a sentir el carácter limitado de la oferta natural. Como
consecuencia, se cuestionó el crecimiento sin límites (Sánchez, 2002), evidenciado en la agresividad
de la conducta humana sobre el medio natural y se reconoce la variedad de transformaciones causadas
por las diversas actividades antrópicas en los últimos tiempos, la acumulación de saberes científicos
y nuevas tecnologías.
En 1972, en Estocolmo (Suecia), se reconoció la interrelación y el conflicto entre medio ambiente
y desarrollo y se concluyó que la restricción era de carácter técnico, ya que el ser humano, a lo largo
de su historia, ha considerado a la naturaleza fundamentalmente como fuente de recursos y lugar en
el que depositar los desechos de su actividad. Esta concepción ha provocado durante los últimos años
grandes alteraciones en los ecosistemas del planeta, y una utilización descontrolada de los recursos,
muchos de ellos no renovables (Gutiérrez, n/f).
A finales de la década de los sesenta, la UNESCO realizó un esfuerzo por estudiar las formas de
incluir el tema ambiental como recurso educativo. Por lo cual solicitó a la Oficina Internacional de
Educación (OIE) un estudio comparativo sobre la manera de abordar los temas del medio ambiente
en la escuela, que pretendía detectar cuáles eran las actividades educativas que se realizaban en los
países. Esta investigación mencionó en sus resultados la necesidad de abordar la temática ambiental
desde una perspectiva transversal, criterio que luego sería uno de los principios de la EA. Sin
embargo, y debido al contexto en el que se realiza el estudio, considera a la EA como escolarizada,
es decir, diseñada y ejecutada desde las instituciones educativas (Novo, 1998).
5
El concepto de EA toma fuerza en la “Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio
Ambiente”, Estocolmo 1972. A partir de esta reunión se destaca su importancia en el cambio del
modelo de desarrollo, asociado principalmente al “ecodesarrollo”. Se habla, además, de una EA
escolarizada y no escolarizada que debe enfocar su atención el cumplimiento de sus tres funciones
principales y complementarias, que fueron la generación de conciencia sobre la necesidad de la
educación ambiental, la elaboración de conceptos y enfoques metodológicos y la incorporación de la
dimensión ambiental en los procesos educativos. En los jóvenes, adultos y medios de comunicación,
actores centrales de la problemática ambiental (Macedo y Salgado, 2007).
Al ser la educación una propuesta para la solución del problema ambiental, ya que “la
conservación del medio ambiente depende de una conciencia ecológica; la formación de la conciencia
depende de la educación” (Gadotti, 2002), modificando estilos de vida que hacen insostenible la vida
en el planeta.
En la Cumbre de Río, se establecieron las bases para que se diera una Educación Ambiental
enlazada con el desarrollo sustentable, entre estas:
• La reorientación de la educación no formal: debido a que es importante lograr un cambio en
las actitudes de las personas, para que se comience desde ellas, a generar soluciones que se encuentren
desde este enfoque. La educación, además, es importante porque ayuda a la adquisición de
comportamientos, valores y aptitudes que favorezcan el desarrollo sostenible. Para que se de este
trabajo en la educación, es necesario que se implemente programas interdisciplinarios, en el caso de
la educación formal.
• Aumento de la conciencia del público: para ello es necesario que toda la comunidad se
informe al respecto, y sobre todo que aprenda a conocer la problemática ambiental de su entorno más
cercano; que cada individuo tenga un conocimiento teórico - práctico, que ayude a mitigar los dichos
problemas ambientales.
• Fomento de la capacitación: que le ayude al individuo a ser más consciente con la naturaleza,
y sobre todo una formación que involucre las características propias de cada contexto. Una
capacitación que ayude a la Educación Ambiental, por medio de la organización, y movilización;
llevando a que la población se sienta realmente incentivada con respecto al mejoramiento del medio
ambiente.
Si bien la sostenibilidad implica lo ecológico, lo económico y la diversidad cultural, las
expresiones de desarrollo sostenible son diversas en cada lugar, tanto por las diferencias biofísicas
6
como por las diferencias culturales. El cómo lograrlo, es decir, la estrategia a seguir debe ser definida
por cada proceso social particular (González, 1997).
Para que el desarrollo sostenible tenga una verdadera aceptación, debe admitirse que los problemas
del medio ambiente son los problemas del desarrollo y que la meta del desarrollo sostenible debe ser
la de conciliar el crecimiento económico para la población en general, presente y futura, con la
renovabilidad de los recursos, proceso que implica cambios políticos, económicos, fiscales,
industriales y de manejo de los recursos naturales, bióticos y energéticos (Sánchez, 2002), además de
los culturales y sociales, llevándonos a rastrear el papel de la Educación Ambiental, las estrategias
que se han emprendido dentro de espacios formales y no formales, como en núcleos de alto impacto
social y de aprendizaje permanente.
Esta revisión pretende analizar y reflexionar sobre la importancia de las acciones llevadas a cabo
desde la Educación Ambiental para la toma decisiones orientadas al Desarrollo Sostenible,
determinando su impacto en Colombia; llevándonos a la pregunta: ¿qué papel ha cumplido la
Educación Ambiental en la toma de decisiones orientadas al Desarrollo Sostenible en Colombia
durante el quinquenio 2010-2015?
2. Justificación.
Teniendo en cuenta que tanto en los acuerdos internacionales como en diferentes constituciones
políticas se ha establecido el Desarrollo Sostenible como meta, Colombia en su Constitución de 1991
y en la Ley 99 de 1993, lo define como:
El que conduzca al crecimiento económico, a la elevación de la calidad de la vida y al bienestar
social, sin agotar la base de recursos naturales renovables en que se sustenta, ni deteriorar el medio
ambiente o el derecho de las generaciones futuras a utilizarlo para la satisfacción de sus propias
necesidades (Ley 99 de 1993, artículo 3).
Debido a que las prácticas sociales en su conjunto suelen contradecir las normativas establecidas
por la Ley donde se consagra el deber ser, los propósitos, derechos y procedimientos para proteger la
vida y el ambiente, siendo esto una enorme dificultad para la promoción de una sociedad con
Desarrollo Sostenible, el concepto empieza a orientar una estrategia educativa ambiental, que algunos
denominarán “educación ambiental”.
En este sentido, es a partir de la Constitución Política de 1991, donde se establecen los parámetros
legales que posibilitan el trabajo en Educación Ambiental, para adquirir progresivamente una
7
conciencia sobre los propósitos de manejo del ambiente y de promoción de una cultura responsable
y ética al respecto.
Con esta revisión se pretende dar a conocer la importancia de las acciones llevadas a cabo desde
la Educación Ambiental para la toma decisiones orientadas al Desarrollo Sostenible, determinando
su impacto en Colombia en el marco del quinquenio de 2010-2015, estableciendo un punto de
inflexión entre lo que se ha hecho y lo que puede hacerse y llegando a ser un aporte significativo en
la reflexión y análisis de las concepciones sobre la EA en el país en virtud de lograr un Desarrollo
Sostenible, mediante la compilación, crítica y propuesta de acciones que puedan dar lugar a trabajos
futuros y otras reflexiones.
3. Objetivos.
3.1 Objetivo general.
Analizar los diferentes planteamientos teóricos que den cuenta de la importancia de las acciones
llevadas a cabo desde la Educación Ambiental para la toma decisiones orientadas al Desarrollo
Sostenible, determinando su impacto en Colombia en el quinquenio 2010-2015.
3.2 Objetivos específicos.
1. Determinar los antecedentes investigativos que den cuenta de la relación de la Educación
Ambiental y el Desarrollo sostenible en los ámbitos local, regional, nacional e internacional.
2. Recopilar información relacionada con el tema de investigación, haciendo uso de tres fuentes
de datos (bases de datos y revistas especializadas, documentos de entidades públicas y
privadas, y entrevistas con especialistas) que puedan dar cuenta de la trayectoria de ambos
conceptos y de su relación en el tiempo.
3. Organizar la información haciendo uso de una matriz con parámetros definidos (elaboración
propia de las autoras), que se examinará para seleccionar de manera exhaustiva los aportes
más relevantes que permitan demostrar la relación de interdependencia entre la Educación
Ambiental y el Desarrollo sostenible.
4. Elaborar un documento original y crítico a partir de la revisión de las diferentes fuentes de
información, que dé cuenta de la importancia de las acciones llevadas a cabo desde la
Educación Ambiental para la toma decisiones orientadas al Desarrollo Sostenible,
determinando su impacto en Colombia en el quinquenio 2010-2015.
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CAPITULO 2: ANTECEDENTES
Los antecedentes de esta investigación se han organizado desde lo global hacia lo local, con el fin
de dar una visión amplia de lo que se ha realizado con respecto al tema del Desarrollo Sostenible
desde la Educación Ambiental en Colombia; de este modo iniciamos con los trabajos elaborados
sobre el tema en el plano internacional, pasando a investigaciones y trabajos desarrollados en el país
(como plano nacional), y finalizando con los artículos que se registran para la ciudad de Bogotá como
plano local. Para poder hacer seguimiento de esta evolución, aquí se registran no los trabajos más
recientes, sino los más relevantes, que puedan dar fundamentos teóricos y orientación a la
investigación.
1. Antecedentes internacionales.
En primer lugar, se encuentra la tesis doctoral de José Martín Montoya Durá del 2012, titulada
“Plan de Educación Ambiental para el Desarrollo Sostenible de los colegios de la institución La
Salle”, de la Universidad de Valencia, España. Allí, Montoya plantea que las políticas ambientales
establecidas en los centros educativos dependen de las diversas realidades sociales en la que se
encuentre su emplazamiento. Así pues, los centros de La Salle sujetos a países emergentes mantienen
acciones de intervención ambiental más agresivos y eficientes ante la problemática de degradación
de su entorno, debido al deficiente alcance ambiental que mantienen los gobiernos en sus países de
origen. En cambio, los centros educativos que se establecen en áreas menos desfavorecidas
económicamente, establecen acciones de intervenciones ambientales tipificadas y repetitivas
dirigidas, sobre todo, a la concienciación y no a la práctica educativa de sus alumnos.
El objetivo de este trabajo fue el de: “caminar más allá de un análisis bibliográfico sobre la
realidad de la Educación Ambiental en el ámbito de la Institución La Salle. Quiere ofrecer una
respuesta educativa a la situación actual para afrontar, de manera coordinada e internacional, la
vital urgencia educativa ante los desmanes ecológicos que el desarrollo económico ha provocado en
la humanidad”, para lograrlo, la tesis se dividió en cinco capítulos donde se abarcaron los temas de
la EA en la sociedad global, la EA en la legislación, la institución educativa La Salle, el diseño de la
investigación y el planteamiento de EA para los centros educativos formales de la institución La Salle,
de donde se observó que la EA ha avanzado desde una postura meramente unida a los conocimientos
de las ciencias naturales, hasta establecerse dentro de la ética del desarrollo humano.
Sin embargo, se plantea que en la actualidad existe la necesidad de introducir esta pedagogía -la
de la EA- dentro de la educación para los procesos económicos y sociales del desarrollo “sostenible”,
9
ya que nuestro actual modelo de desarrollo no soluciona los grandes problemas sociales como la
pobreza, la desigualdad, las injusticias, las guerras, etc., y que debe convocarse a las redes sociales
(UNESCO, PNUMA, etc.) para crear mecanismos institucionales que permitan garantizar la
continuidad de la aplicación de la Educación para el Desarrollo Sostenible en todos los ámbitos de la
vida del hombre, aunque sea la escuela quien cumple el papel principal al ser educadora formal con
capacidad de cobertura para movilizar y transformar el pensamiento.
Por otro lado, en el artículo titulado “Educación Ambiental y Educación para el Desarrollo
Sostenible en América Latina” escrito por Beatriz Macedo y Carol Salgado, en el 2007, se ponen en
evidencia algunos de los aspectos más destacados del concepto de Educación Ambiental en América
Latina; recoge y relaciona los principales debates y tendencias a nivel mundial y en la región
Latinoamericana.
En América Latina el desarrollo de la Educación Ambiental y de la educación para el Desarrollo
Sostenible (EDS) se caracteriza por las condiciones propias de la región, como son la diversidad, la
heterogeneidad, la inequidad y la pobreza. En este marco, se examinan las perspectivas de la
educación para el Desarrollo Sostenible como una oportunidad para que la educación encuentre
nuevos sentidos en la manera de actuar como un verdadero catalizador social. Hace énfasis en
examinar con especial atención el modo en que la educación puede contribuir a hacer realidad el
Desarrollo Sostenible y a mejorar las perspectivas de equidad y paz, puesto que esta desempeña un
papel clave en el desarrollo social y humano de los países.
Es necesaria una educación que asegure a los estudiantes la apropiación de habilidades y
competencias necesarias para actuar constructivamente, enfrentando con éxito los cambios y desafíos
que la vida presenta. Debe contribuir efectivamente a la formación de ciudadanos que sean capaces
de fundar un futuro sostenible. Esta nueva visión pone a la educación en el centro de la investigación
para resolver los grandes problemas de la humanidad. La educación deja de ser un fin en sí mismo y
pasa a ser un instrumento, considerándose un medio para promover los cambios necesarios con el
objetivo de asegurar el desarrollo sostenible, lo que exige una orientación distinta tanto de los
sistemas, como de las políticas, contenidos y prácticas, con el fin que todos puedan tomar decisiones
y actuar de manera apropiada y pertinente en el plano cultural y social para encauzar los problemas y
las situaciones que amenazan nuestro futuro común.
Concluyendo, este artículo nos pone de manifiesto que los espacios de aprendizaje pueden y deben
transformarse en espacios democráticos de acceso y producción de conocimiento, el sentido de los
centros educativos debe ser la formación de estudiantes y docentes con actitudes críticas y reflexivas
10
para llegar a los principios de la sostenibilidad, convirtiéndose el quehacer, el sentir y el actuar
educativo.
Por último, en la revisión de investigaciones internacionales, se logra ver una perspectiva mucho
más amplia sobre el panorama del problema que queremos abordar en nuestra investigación, además
brinda herramientas que pueden retomarse y adaptarse a diferentes contextos para lograr que desde
la Educación Ambiental se den bases fuertes para el Desarrollo Sostenible.
2. Antecedentes nacionales.
A nivel Colombia se encontraron dos trabajos investigativos relevantes, el primero que brinda una
mirada sobre el estado de la legislación en cuanto a los temas Desarrollo Sostenible y Educación
Ambiental y el segundo, sobre el Desarrollo Sostenible rural desde procesos de la Educación
Ambiental. El primero es del año 2011 y se titula “El desarrollo rural sostenible desde procesos de
educación ambiental”, fue elaborado por Lorena Alvear Narváez y publicado en la Revista del
Doctorado Interinstitucional en Ciencias Ambientales de la Universidad del Cauca. El objetivo de
este trabajo fue: “evidenciar una vez más la necesidad urgente de recontextualizar la Educación
Ambiental (EA) que se está impartiendo en nuestros territorios rurales colombianos”
Desde este punto de vista, la autora nos recuerda que la EA no es un campo de estudio, sino un
proceso que busca la transformación de la sociedad, lo que implica que se incluyan programas de
educación ambiental en los planes de desarrollo, integrados a cualquier acción de gestión ambiental
para lograr la comprensión de las relaciones entre naturaleza – sociedad – ambiente, y que se estimule
la voluntad de actuar a favor del ambiente, acciones que no se logran a través de talleres de formación
en temáticas definidas que no responden a las dinámicas culturales ni a la necesidades
socioambientales de las comunidades rurales.
Toca el tema de la Política Colombiana de Educación Ambiental y el concepto de la denominada
Educación para el Desarrollo Sustentable, impulsada por distintas plataformas institucionales,
incluido el sistema de las Naciones Unidas a través de organismos como el Consejo Económico y
Social, la UNESCO o el PNUMA, que se caracteriza por la capacidad de síntesis en el estudio del
medio ambiente y de los problemas del desarrollo, se identifica por ser no formal e ir más allá de la
escuela, convirtiéndose en un estudio más profundo mediante una visión holística de los problemas,
concluyendo que es necesario fortalecer procesos educativos de la mano de los proyectos de
intervención que lleguen a las comunidades rurales, pues aquellos que se emprendan en aras de un
desarrollo sostenible rural deben estar ligados a procesos educativos que impliquen cambios de
actitud y de autovaloración, para que a partir de la apropiación social de conocimiento, las
11
comunidades tomen iniciativas para realizar acciones de producción limpia y trabajos innovadores
que les permita aprovechar y desarrollar potencialidades como individuos, en la sociedad en beneficio
del ambiente.
El segundo artículo fue publicado en el 2008 con el nombre de “El Medio Ambiente: un concepto
jurídico indeterminado en Colombia”, fue escrito por Germán Eduardo Cifuentes Sandoval y
publicado en la revista Justicia Juris. En este, el autor expone cómo el medio ambiente como concepto
jurídico constituye un verdadero reto en su definición y delimitación. El concepto legal ofrecido por
la ley colombiana es restrictivo e inexacto y sólo se refiere a uno de los componentes del mismo. El
hombre sí forma parte del medio ambiente, pero la protección de sus derechos escapa al ámbito de
aplicación del derecho ambiental, al que le compete la salvaguarda de los demás elementos
integrantes del medio ambiente.
Dentro del mismo, el autor manifiesta que la expresión medio ambiente es redundante, siendo más
apropiado para él hablar únicamente de ambiente, puesto que estas palabras significan lo mismo:
entorno; y por eso su significado más común es “todo aquello que nos rodea”. Esta apreciación
semántica permite ciertas controversias en diferentes ciencias, siendo para este trabajo una postura
diferente entre los diversos aspectos de influyen en la Educación Ambiental en pro de un Desarrollo
Sostenible. Se hace énfasis en la variedad de relaciones dinámicas que se mueven en todas las
direcciones y que crean vínculos de dependencia de diversas magnitudes entre el hombre y los
diferentes factores que conforman el ecosistema de la tierra.
Es un artículo de gran interés para el desarrollo de este trabajo, debido a la perspectiva que nos
brinda desde el punto de vista del derecho y cómo ha aportado a la construcción y modelación de la
Educación Ambiental, cómo ve este el Desarrollo Sostenible y la forma en que ambas se relacionan.
Con la revisión de antecedentes nacionales logramos ver que en la actualidad el país cuenta con
una amplia reglamentación en el tema de Desarrollo Sostenible y Educación ambiental, pero que es
difícil evaluar la toma de acciones reales al respecto y que aún hace falta mucho trabajo en materia
de EA para que esta se haga efectiva en la orientación del Desarrollo Sostenible tanto en el campo
como en la zona urbana.
3. Antecedentes locales.
Según los registros encontrados para la ciudad de Bogotá, las investigaciones que han dado lugar
a publicaciones respecto a la relación entre Desarrollo Sostenible y Educación Ambiental han sido
pocas, una de las más destacadas en esta área fue publicada en el año 2014 por la Revista
Latinoamericana de Bioética de la Universidad Militar Nueva Granada con el nombre de “Educación
12
ambiental y desarrollo sostenible: El caso de los cerros Orientales de Bogotá, Colombia”, elaborado
por Fabio Alberto Garzón Díaz, cuyo objetivo es: “evidenciar la problemática de los cerros
Orientales de Bogotá como una red de problemas ecológicos, sociales, económicos, políticos y
culturales que imposibilitan la puesta en marcha de programas de conservación que permitan
garantizar la vida en todas sus manifestaciones”. Allí, se utilizó una metodología sintética para
relacionar hechos aparentemente aislados y formular una teoría que los unifica.
Pone de manifiesto que el deterioro del medio ambiente es debido al uso indiscriminado de los
recursos naturales y a la poca atención que se les da a los efectos negativos que esto produce sobre
los seres vivos. Este deterioro se debe en gran parte a los excesos de estilos de vida claramente
incompatibles con la supervivencia de la naturaleza y la equivocación que sugiere pensar en la
tecnología como solución a los problemas básicos de la población si no se pone de forma armónica
en función de la protección del medio ambiente y del desarrollo económico y social de las
comunidades. Garzón dice (basado en los planteamientos de García, 1999, p. 65) que para que esto
se dé es necesario que se produzcan profundos cambios en la mentalidad del ser humano y se creen
patrones de conducta sostenible, de manera que las personas y las sociedades sean conscientes del
efecto del medio ambiente sobre el bienestar general y del impacto que sobre este ejercen sus estilos
de vida, es en este proceso donde media la Educación Ambiental.
También menciona que es la bioética la disciplina que debe proporcionar un diálogo equilibrado
y un vínculo entre las ciencias naturales, humanísticas y la aplicación de políticas integrales y
coherentes, para lograr la necesaria armonía y el correspondiente nexo ético entre el hombre y la
naturaleza. De este modo, se debe poner en evidencia que el problema de los Cerros Orientales de
Bogotá, desde la época de la Conquista y la Colonia (deforestación para uso doméstico o producción
de carbón vegetal y fundición de metales) compete a la dignidad y a la calidad de la vida en general.
Dados los resultados de la investigación, recomienda la implementación de un tipo de gobierno
que genere un desarrollo sostenible con justicia social, que tenga en cuenta el desconocimiento
ambiental, social y cultural de los cerros y que implemente un modelo de conservación que integre a
los ciudadanos en la generación de alternativas de vida y desarrollo en torno a la recuperación de los
cerros Orientales y su uso sostenible.
En segundo lugar, se encuentra un artículo publicado en el 2011, escrito por Hernán Rodríguez
Villamil, Yolanda M. Guerra García y Andrés Guzmán Cómbita titulado “El rol de la Educación
frente al Desarrollo Sostenible: una mirada desde el marco del decenio de la Educación para el
Desarrollo Sostenible 2005-2014” y publicado por la Revista Educación y Desarrollo Social. Nos
13
expone en primer lugar, una definición de lo que es el Desarrollo Sostenible, luego nos habla de cómo
debe actuar la Educación Ambiental desde el marco de los principios establecidos de la ONU en el
decenio de 2005-2014, para promover una conciencia y apropiación del desarrollo sin comprometer
los recursos naturales de su entorno para un futuro, es decir, “Desarrollo Sostenible”.
En consecuencia, la EA debe tener como base una educación de acción, en la cual se pase de
imponer pautas de conducta, a desarrollar en los estudiantes habilidades de pensamiento crítico,
reflexivo y participativo, obteniendo como resultado personas influyentes positivamente en su
entorno social y cultural e individuos con decisiones conscientes dentro del marco democrático. Se
evidencia cómo las empresas en la sociedad contemporánea cumplen un papel decisivo en todos los
contextos: político, social, económico, cultural, etc. Siendo esto un gran contribuyente al núcleo
social en donde se hay continuos procesos de aprendizaje; por lo tanto, el papel pedagógico y
formativo de la educación en estas organizaciones es fundamental.
También nos señala algunas vías educativas para el Desarrollo Sostenible desde Pujol (2005). La
primera vía es la institucional donde se les debe brindar a los estudiantes la posibilidad de
desarrollarse como ciudadanos reflexivos, activos y participativos. Concibe que debe estar
configurado para la formación en el Desarrollo Sostenible, siendo capaz de eliminar sus fronteras
internas y procurar la asimilación de valores prioritarios como la autonomía, la libertad y la
cooperación. La segunda es la vía curricular relacionada con la necesidad del diseño de un currículo
flexible, no estático, que se construya a través de actitudes reflexivas y críticas, con posibilidades de
variación o modificación. Por último nos muestra las formas pedagógicas utilizadas por la
universidad Militar Nueva Granada para fomentar en sus estudiantes las actitudes anteriormente
nombradas cuya preocupación se orienta en dos posiciones prácticas: “brindar elementos y estrategias
para sembrar en la idiosincrasia de los docentes, estudiantes y administrativos, la cultura de la
educación para el desarrollo sostenible” y, así mismo, “Adaptar métodos y contenidos educativos que
permitan plantear soluciones a problemas específicos del ambiente en nuestro entorno universitario,
personal y social”.
Como conclusión, este artículo nos aporta al trabajo en curso en medida que nos permite ver cómo
se debe ver la EA en pro del Desarrollo sostenible. Cómo actuar desde el marco de los principios
establecidos por la ONU; la cual nos permite conocer cómo tratar y orientar las estrategias
pedagógicas, además de ser puesto en el contexto de una población universitaria y cómo desde allí se
estudia y promueve conocimiento para el tema en cuestión.
14
De la búsqueda de los antecedentes locales, se concluye que la investigación sobre el Desarrollo
Sostenible y la Educación Ambiental es escasa y en ocasiones demasiado focalizada y cerrada, sin
embargo, puede resultar útil en tanto hace un recorrido por el marco legal que reglamenta el tema de
interés y brinda ciertas proyecciones al respecto.
Desde la revisión de antecedentes se empieza a notar que el concepto de Desarrollo Sostenible en
Latinoamérica necesita ser sometido a una reevaluación, debido a la incapacidad que este presenta en
la resolución de problemáticas sociales y ambientales propias de la región. Con el fin de transformar
las conductas sociales, la educación se posiciona como el instrumento para dejar de lado la
domesticación y la automatización del conocimiento, que rompen el vínculo entre los diferentes
entornos de desarrollo humano y para que se convierta en un proceso dinamizador y contextualizado,
que, de la mano de políticas integrales y coherentes, responda a las necesidades de realidades
determinadas y cuya suma permita la transición hacia un pensamiento ambiental.
15
CAPITULO 3: MARCO CONCEPTUAL
1. Educación Ambiental (EA).
Historia.
La Educación Ambiental aparece como respuesta al modelo socioeconómico occidental cuyas
pautas deterioran el medio ambiente rápidamente, las primeras nociones se dan con la publicación de
“Silent Spring” de Rachel Carson y el surgimiento del movimiento ecologista en los años 60
integrado por defensores de la naturaleza y pacifistas de filosofía hippie. Estos movimientos parten
del principio de que el medio ambiente es un sistema y que, si se altera una de sus partes, habrá
repercusiones en todos los componentes, así, se pretende cambiar la visión antropocéntrica de la
sociedad donde el medio ambiente es fuente de recursos y sumidero de desperdicios. En esta misma
época, en la Conferencia de la Biósfera que se llevó a cabo en París (1968), se dan las primeras pautas
para la incorporación de la EA al sistema educativo formal (Moreno, 2008).
Ya en los años 70 se comienza a usar formalmente la expresión Educación Ambiental a partir de
la Conferencia Internacional sobre el Medio Ambiente de 1972 en Estocolmo donde se enfatiza en la
importancia de la EA en el reequilibrio ecológico, entendiendo que para la vida es necesario tanto el
medio natural como el modificado por el hombre: el medio urbano también es medio ambiente
(Moreno, 2008). Allí se inicia un proceso constante y gradual donde ocurren discusiones y
consideraciones políticas respecto a la implementación de acciones educativas tendientes al
conocimiento, concienciación, restauración y preservación del medio ambiente (Zabala y García,
2008) con la participación de 103 naciones y 400 organizaciones que desean hacer frente a los
problemas ambientales bajo la supervisión de la UNESCO.
Para el año de 1982 se realiza la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, donde
se comienza a elaborar un informe con la colaboración de la primera ministra de Noruega, Harlem
Brundtland, este fue publicado en 1987 con el nombre de “Nuestro futuro común” donde se recoge
la primera y más aceptada definición del concepto de Desarrollo Sostenible, del cual hablaremos más
adelante en este trabajo. Paralelo a la publicación del 87, en Moscú se lleva a cabo el Congreso
Internacional de Educación y Formación sobre el Medio Ambiente donde se define la EA como “un
proceso permanente en el cual los individuos y las comunidades adquieren conciencia de su medio y
aprenden los conocimientos, los valores, las destrezas, la experiencia y también la determinación
que les capacite para actuar, individual y colectivamente, en la resolución de los problemas
ambientales presentes y futuros” (Moreno, 2008).
16
La crisis ambiental de los 90 debida a la deforestación, el cambio climático, la guerra, las
hambrunas, entre otros factores, hace que la búsqueda por conciliar el desarrollo económico con el
medio ambiente sea cada vez más exhaustiva y en la Conferencia Mundial sobre Medio Ambiente y
Desarrollo o Cumbre de Río de 1992, se elaboraron textos y propuestas sobre Educación Ambiental,
con la participación de mandatarios y gobernantes de todo el mundo. Paralelamente, se celebró el
Foro Global Ciudadano, donde más de 15000 participantes aprobaron 33 tratados, entre ellos el de
Educación Ambiental para Sociedades Sustentables y Responsabilidad Global, donde se exige a los
gobiernos incorporar el medio ambiente a sus políticas de desarrollo (Moreno, 2008).
En el siglo XXI, según Moreno (2008), en las Conferencias y Cumbres mundiales sobre Medio
Ambiente es cada vez menos frecuente que se incluya como tema principal la Educación Ambiental,
apareciendo la expresión de Educación para el Desarrollo Sostenible. Sin embargo, la EA está
establecida como el medio más efectivo para concienciar a la población sobre la necesidad de
preservar el medio ambiente para lograr una mejor calidad de vida actual y futura (Zabala y García,
2008).
Definición.
El Congreso sobre Educación y Capacitación Ambiental de la UNESCO-PNUMA (1987) estuvo
de acuerdo en que:
La educación ambiental debería en forma simultánea desarrollar una toma de conciencia,
transmitir información, enseñar conocimiento, desarrollar hábitos y habilidades, promover valores,
suministrar criterios y estándares y presentar pautas para la solución de problemas y la toma de
decisiones. Ella, por lo tanto, apunta tanto al cambio cognitivo como a la modificación de la conducta
afectiva. Esta última necesita de las actividades de clases y de terreno. Este es un proceso
participativo, orientado a la acción y basado en un proyecto que lleva a la autoestima, a las actitudes
positivas y al compromiso personal para la protección ambiental. Además, el proceso debe ser
implementado a través de un enfoque interdisciplinario (UNESCO-PNUMA, 1987).
En este sentido, la Educación Ambiental se define como un proceso que ayuda a desarrollar
habilidades y actitudes necesarias para comprender las relaciones entre los seres humanos, sus
culturas y el mundo biofísico, estimulando también la curiosidad, fomentando la toma de conciencia
y orientando hacia un interés informado que eventualmente será expresado en términos de una acción
positiva (UNESCO-PNUMA, 1987).
La crisis ambiental actual es producto del impacto del estilo de vida y el desarrollo (modos de
producción y consumo actuales) en diferentes escalas: globales, regionales y locales, y del sistema de
17
valores que lo sustenta, siendo su ideología la expansión del mercado. En este contexto, la Educación
Ambiental se constituye como un proceso fundamental orientado a la búsqueda de caminos
alternativos que posibiliten la construcción de una sociedad diferente, justa, participativa y diversa
(Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación (Argentina), 2009).
2. Desarrollo Sostenible.
Comprender la interrelación y problemática entre desarrollo y medio ambiente implica entender
el concepto de desarrollo sostenible, nuevo en el contexto mundial, que surge como una necesidad de
enmarcar una nueva forma de entender y mirar el desarrollo, concepto que expresa una confrontación
política. En 1980, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) presenta una
definición de desarrollo sostenible fundamentada en la necesidad de la conservación de lo natural:
(Sánchez, 2002; Rodríguez, H. et al. 2011).
La estrategia que lleve a mejorar la calidad de vida, sin rebasar la capacidad de carga de los
ecosistemas que la sostienen, entendiendo por capacidad de carga de un ecosistema la capacidad que
tiene para sustentar y mantener al mismo tiempo la productividad, adaptabilidad y capacidad de
renovación.
En 1987, en el documento Nuestro futuro común de la Comisión Brundtland, se definió el
desarrollo sostenible como aquel “que satisface las necesidades del presente, sin comprometer la
capacidad para que las futuras generaciones puedan satisfacer sus propias necesidades”. Definición
que es una categoría que gira en torno a la sustentabilidad del crecimiento económico pero que
también está íntimamente vinculada con el objetivo de la equidad intergeneracional.
El desarrollo sostenible reconoce la responsabilidad de cada generación de ser justa con la
siguiente generación, mediante la entrega de una herencia de riqueza que no puede ser menor que la
que ellos mismos han recibido. Alcanzar este objetivo, como mínimo, requerirá hacer énfasis en el
uso sostenible de los recursos naturales para las generaciones siguientes y en evitar cualquier daño
ambiental de carácter irreversible.
Desde entonces el concepto de desarrollo sostenible se ha venido cuestionando y desarrollando en
medida del tiempo y de quien le vea.
La necesidad del desarrollo sostenible como meta de largo plazo se expresa no solamente en el
hecho de que éste haya sido incorporado en diversos acuerdos internacionales, sino también en que
haya sido consagrado en las legislaciones de muchos países, como Colombia en su Constitución
18
Política de 1991 y en la Ley 99 de 1993, mediante la cual se creó el Ministerio del Medio Ambiente.
(Rodríguez, 1994; Sánchez, 2002).
En la actualidad, partiendo de ciertos postulados comunes, se dice que, si bien la sostenibilidad
implica lo ecológico, lo económico y la diversidad cultural, las expresiones de desarrollo sostenible
son diversas en cada lugar, tanto por las diferencias biofísicas como por las diferencias culturales. El
cómo lograrlo, es decir, la estrategia a seguir debe ser definida por cada proceso social particular
(Gonzales, 1997).
3. Legislación ambiental colombiana.
La Ley consagra el deber, los propósitos, derechos y procedimientos que se deben llevar a cabo
para proteger la vida y el ambiente, pero el desconocimiento y las prácticas sociales en su conjunto
contradicen la normativa, dificultando el cumplimiento de sus objetivos (García, 2003). En Colombia,
la legislación ambiental ha evolucionado, siendo influenciada por la política internacional en la
materia, y fue la creación de la C.V.C. (Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca) en
1954, el acontecimiento que dividió la historia de las normas ambientales en Colombia. Antes existían
disposiciones que se referían a aspectos muy concretos del problema ambiental y a la creación de
organismos para dichos fines. Después aparece una concepción más amplia y la regulación por
sectores (flora, fauna, etc.). Este proceso se consolidó con la creación del INDERENA
(establecimiento público adscrito al Ministerio de Agricultura encargado de la protección y manejo
de los recursos naturales renovables) en 1968, como órgano rector de la gestión ambiental nacional
(Perea, 2003).
Hasta 1974, los recursos naturales dejaron de ser manejados como un criterio patrimonial y de
explotación donde el concepto o visión de conservación era insuficiente, este manejo se hizo a través
de organismos los cuales se ocupaban de la explotación de un recurso determinado y/o de la
utilización integrada y múltiple de varios, pero de manera fragmentada e inconexa. Un ejemplo de
ello es el decreto 1279 de 1908 donde se estableció el Departamento de Tierras Baldías y Bosques
Nacionales en el Ministerio de Obras Públicas, una época de altos niveles de deforestación en el país
consecuencia del pago de obras con bosques. En 1912 se acogió el Código Fiscal Nacional el cual
establecía algunas normas sobre los fines tributarios que tenía el uso de los bosques en terrenos
baldíos, situación que se reforma con la creación de la Comisión Forestal en 1989 amparada en la
Ley 119. A nivel marítimo se destaca el decreto 376 de 1957 y el decreto 1975 de 1959 el cual regula
la pesca en aguas dulces de uso público, entre otras. Pero es la creación del Instituto Nacional de los
Recursos Naturales Renovables y del Ambiente (INDERENA) en 1959 con el que se afirma la
19
intención del país por conformar una estructura legal para la protección, manejo, vigilancia, etc. del
patrimonio natural. Convirtiéndose en una de las principales bases para encauzar, dinamizar y
construir una conciencia ambiental (Sánchez, 2002 y Rodríguez, 1994).
La Ley 23 expedida en 1973 después de la Declaración de Estocolmo, en la cual el Estado
colombiano concibe que el medio ambiente está conformado por una atmósfera y una variedad de
recursos, y es a partir de allí donde se logra establecer los objetivos para el manejo, control y la
conservación del mismo. El alcance jurídico de la Ley expresa la necesidad y facultad de plantear lo
que es el Código Nacional de Recursos Naturales Renovables y Protección del Medio Ambiente
expedido en 1974, documento con el cual se empieza una verdadera discusión para una legislación
ambiental integral construyéndose como la principal norma sustantiva en materia ambiental (Sánchez,
2002 y Alvarado, 2015).
En el período de los 90, se estructuró al fin una política ambiental sistemática y rigurosa con bases
institucionales, financieras y técnicas. La Constitución de 1991 estableció en 49 de sus artículos
deberes ambientales del Estado y los particulares; el Estado debe proteger la diversidad e integridad
del ambiente, conservar las áreas de especial importancia ecológica y fomentar la educación para
lograr estos fines (art. 79), el Estado debe prevenir y controlar los factores de deterioro ambiental,
imponer las sanciones y exigir la reparación de los daños causados (art. 80); es deber de las
autoridades garantizar la participación de la comunidad en las decisiones que puedan afectar al
ambiente sano (art. 79); es deber del Estado velar por la protección de la integridad del espacio público
y por su destinación al uso común, el cual prevalece sobre el interés particular (art. 82); es deber del
Estado regular el ingreso y salida del país de los recursos genéticos y su utilización de acuerdo al
interés nacional (art. 81) y cooperar con otras naciones en la protección de los ecosistemas situados
en zonas fronterizas (art. 80); son deberes de la persona y el ciudadano proteger los recursos naturales
y culturales del país y velar por la conservación del ambiente sano (art. 95 #8). En otras palabras,
ordenó la formulación de políticas ambientales como parte del Plan Nacional de Desarrollo (Sánchez,
2002 y Perea, 2003).
Para Ponce (1997), los artículos 339 y 340 de esta constitución elevaron la política ambiental al
mismo nivel de la política económica y social, obligando a que se señalen objetivos, estrategias,
programas y metas ambientales que deben ser adoptadas por el gobierno nacional, garantizando una
planeación integral, que considera los aspectos económicos, sociales y ambientales, al tiempo que
reconoce al sector ambiental un espacio como interlocutor en la discusión del plan nacional de
desarrollo.
20
Por otro lado, la Ley 99 de 1993, el Sistema Nacional Ambiental (SINA) cuya misión es dirigir la
gestión ambiental, administrar los recursos naturales renovables, e impulsar una relación de respeto
y armonía entre el hombre y la naturaleza, al igual que definir en los términos que señala dicha ley
las políticas a las que se someten la recuperación, conservación, manejo, uso y aprovechamiento de
los recursos naturales renovables y el medio ambiente de la Nación (Perea, 2003). Sánchez, 2002
“…destaca la legislación en materia de licencias ambientales, tasas retributivas, tasas por uso del
agua, destinación de recursos financieros para la gestión ambiental, y sanciones por infracción de
las normas ambientales. Entre los decretos se destacan los que organizan los institutos de apoyo
científico y técnico del ministerio, el que define la naturaleza jurídica de las corporaciones
autónomas regionales y el que reglamenta aspectos concernientes con la prevención y control de la
contaminación atmosférica, entre otros. También se estipula que el 0,1% del PIB debe destinarse a
la protección ambiental…”
Con esta ley se busca involucrar a la sociedad en general y al sector privado en la solución de los
problemas ambientales. En este sentido, se creó el Consejo Nacional Ambiental y el Consejo Técnico
Asesor de Política y Normatividad Ambiental, que son un espacio legal importante e idóneo para que
la sociedad civil participe en la reglamentación de las disposiciones ambientales (Ponce, 1997).
Finalmente, y aunque no pertenecen a la órbita del derecho ambiental, las leyes 52 de 1994 y 188
de 1995, aportan y constituyen un impulso a la legislación ambiental en Colombia. La Ley 152 de
1994, establece los principios generales que rigen las actuaciones de las autoridades nacionales,
regionales y territoriales en materia de planeación. Entre estos principios sobresale el de
sustentabilidad ambiental, que plantea la necesidad de armonizar el desarrollo socioeconómico con
el medio natural, para que los planes desarrollo deben considerar criterios que permitan estimar los
costos y beneficios ambientales, con miras a definir acciones que garanticen una adecuada oferta
ambiental (Sánchez, 2002).
3.1. Historia normativa de la Educación ambiental en Colombia.
Con el Código Nacional de Recursos Naturales Renovables y Protección del Medio Ambiente de
1974 surge la primera generación de ciudadanos con una conciencia ambiental en el país, permeando
la academia y abriendo la discusión del papel de la educación en temas ambientales, como resultado
se obtuvo el Decreto 1337 de 1978 donde se reglamenta la implementación de la educación ecológica
y la preservación ambiental en el sector educativo. Por esta misma línea se encuentra La Carta a
Bogotá, un documento de 1985 resultado del seminario de Bogotá “Universidad y Medio Ambiente
en América Latina y el Caribe” donde se analizó el papel de las universidades en los procesos de
21
desarrollo y la importancia de vincular la educación superior con los temas ambientales, haciendo un
llamado para la inclusión y la movilización de la dimensión ambiental en los currículos de diferentes
carreras profesionales, generando espacios para promover nuevas estrategias y alternativas de
desarrollo.
En el artículo 79 de la Constitución Política de 1991, se habla del derecho a gozar de un ambiente
sano y el deber de proteger la diversidad e integridad del mismo, buscando formar al ciudadano para
la protección del ambiente. De este modo, se establecen parámetros legales que posibilitan el trabajo
en Educación Ambiental, expresando la adquisición y el compromiso cada vez más fuerte de una
conciencia ambiental.
En el documento CONPES No. 2544 de 1991 “Una Política Ambiental para Colombia” la EA se
ubica como una de las estrategias fundamentales para reducir las tendencias de deterioro ambiental y
para el desarrollo de una nueva concepción en la relación sociedad - naturaleza. En su capítulo 2,
literal C se refiere a la gestión ambiental en áreas estratégicas, y reconoce la educación ambiental en
todos sus niveles, formal y no formal, así como un plan nacional de Educación Ambiental,
estableciendo los objetivos de dicha política (Rodríguez, 1994).
En 1992 se establece un convenio entre el Ministerio de Educación y el IDEA (Instituto de
Estudios Ambientales de la Universidad Nacional de Colombia) Con el propósito de concretar la
misión, las estrategias y metodologías de trabajo y cuya función es empezar a explorar las
posibilidades en cuanto a la EA, reflexionando críticamente sobre la formación integral y detectando
avances, logros y dificultades de las acciones, propuestas, actividades y proyectos que se venían
desarrollando en materia de educación ecológica y ambiental; investigando caminos para orientar los
procesos a lograr resultados en los fines de la EA (Ministerio de Educación Nacional de Colombia,
1996; Rodríguez, 1994).
Luego de la organización formal del sector ambiental en el país, en 1993 la Ley 99 se
dictan los parámetros políticos para la concertación de medidas y acciones tomadas de manera
conjunta por parte del Ministerio del Ambiente y el Ministerio de Educación con los temas
relacionados a la EA, además de la vinculación de otras entidades para la investigación y promoción
de la misma. En este mismo año se expide la Ley 70, la cual incorpora en varios de sus artículos la
dimensión ambiental dentro de los programas de etnoeducación, dirigidos a las comunidades
afrocolombianas que habitan los territorios aledaños al mar Pacífico, elemento este importante para
la proyección de las políticas nacionales educativas y ambientales y su contextualización en el marco
22
de la diversidad cultural y atendiendo a las cosmovisiones propias del carácter pluricultural del país
(Política de Nacional de educación Ambiental. SINA, 2002).
Entre 1994 y 1995 continúa la profundización en estos temas y toma fuerza la reflexión teórica a
propósito de cómo manejar la información y, sobre todo, de cómo trabajar los obstáculos que en
materia de Educación Ambiental se venían encontrando, para desarrollar procesos que tuvieran
verdaderos impactos. Finalmente, a partir de 1995 comienza la etapa de proyección, donde el trabajo
se centra en la difusión de los Lineamientos para una Política de Educación Ambiental, esta etapa se
encuentra en desarrollo hasta nuestros días. (Política de Nacional de educación Ambiental. SINA,
2002).
La Ley General de Educación (Ley 115 de 1994) es uno de los mayores logros de la fase
de profundización, al establecer la educación ambiental como un área obligatoria y fundamental en
su Artículo 23, para cumplir con este fin, la EA debe incluirse en el currículo como parte del PEI
(Proyecto de Educativo Institucional) en planteles públicos y privados de educación formal y no
formal tanto en preescolar como de básica y media. En el artículo 5 se establece como uno de los
fines la adquisición de una cultura ecológica basada en una conciencia para la conservación,
protección y mejoramiento de medio ambiente, de la calidad de vida y del uso racional de los recursos
naturales, entre otros.
En este mismo año, el Decreto 1860 reglamenta la Ley 115 estableciendo la inclusión en los
aspectos del PEI en el Proyecto Ambiental Escolar (PRAE) como un eje transversal del currículo, en
este sentido, el Decreto 1743 es el instrumento político fundamental por el cual se institucionaliza el
PRAE para todos los niveles de la educación formal, además se fijan los criterios para la promoción
de EA en la educación no formal e informal y se establecen los mecanismos de coordinación entre el
MEN y el Ministerio del Ambiente para todo lo relacionado con el proceso de institucionalización de
la EA (Política Nacional de Educación Ambiental SINA, 2002).
Es en 1997 en el plan de desarrollo “El salto social hacia el desarrollo humano sostenible” donde
se posiciona la EA como la instancia que permite una construcción colectiva de nuevos valores y
garantiza un cambio a largo plazo, frente a los ámbitos sociales, económicos y ambientales del estado
actual, poniendo de manifiesto que se requiere un modelo alternativo de desarrollo.
Respecto al tema ambiental, es importante mencionar que en el año 2000 con el Decreto 309, se
reglamenta la investigación científica sobre diversidad biológica, teniendo en cuenta que en la
Constitución Política se establece que el Estado promueva la investigación, la ciencia, el desarrollo y
23
la difusión de los valores culturales de la Nación (art. 70), y de este modo se garantizan las libertades
de enseñanza, aprendizaje, investigación y cátedra (art. 27), centrando la atención en las áreas de
especial importancia ecológica, fomentando la educación para la protección y la conservación (art.
79).
En el 2001, fue creada la Política Nacional de Investigación Ambiental, una estrategia transversal
para los sectores nacional y regional con el fin de fortalecer la capacidad para impulsar la generación
y utilización oportuna de conocimientos relevantes para el desarrollo sostenible, coordinando y
orientando las acciones investigativas.
Como resultado de la unión de fuerzas entre los Ministerios de Educación Nacional y de Ambiente
y Desarrollo Sostenible, en el año 2002 nace la Política Nacional de Educación Ambiental, allí se
reúnen los conceptos, metodologías y proyecciones de la EA y propone una estrategia contextualizada
teniendo en cuenta las problemáticas locales, regionales y nacionales, convirtiéndose en la
orientadora de los esfuerzos en pro del ambiente, al contener los principios, estrategias y retos de la
Educación Ambiental.
Dentro de las disposiciones legales más recientes en el tema de la Educación Ambiental se
encuentran la Ley 1549 del 2012 donde se le define como un proceso dinámico y participativo, cuyo
objetivo es la formación de personas críticas y reflexivas, capaces de comprender las problemáticas
ambientales de sus contextos, así como de participar en las soluciones para transformar su realidad,
logrando la construcción de sociedades ambientalmente sustentables y socialmente justas, por este
motivo, todos tienen derecho a acceder a ella, contando con el apoyo de instituciones como el MEN,
el MMA, las CAR y otras entidades autónomas con competencias y responsabilidades en el tema para
temas de gestión y políticas. De este modo, se fortalece la institucionalización de la política nacional
de educación ambiental y su incorporación efectiva en el desarrollo territorial.
En el capítulo 4 del llamado Decreto Único Reglamentario del sector educativo (Decreto 1075 del
2015), se hace mención a la educación ambiental como un contenido curricular especial. Según lo
estipulado, ésta debe regirse por los principios de interculturalidad, formación en valores,
regionalización, de interdisciplina y de participación y formación para la democracia, la gestión y la
resolución de problemas, elementos que deben estar presentes en todo el currículo.
También en el 2015, durante el Primer Encuentro del Sistema Nacional Ambiental del país, se
establece el Acuerdo 407 por “La formación de una ciudadanía responsable: un país más educado y
una cultura ambiental sostenible para Colombia”. En sus 5 ejes se habla de la educación y la
24
participación como como elementos indispensables en la formación de una ciudadanía que tome
decisiones responsables frente al manejo sostenible del ambiente, haciendo posibles las alianzas
interinstitucionales e intersectoriales que la construcción de una cultura ambiental para Colombia.
Finalmente, la Ley 1753 del 2015, expide el Plan de Desarrollo Nacional 2014 – 2018 “Todos por
un Nuevo País, Paz, Equidad y Educación”, donde se destaca como propuesta la inversión en
diferentes sectores como la reparación de víctimas, la reducción de la pobreza y el desempleo, el
mejoramiento de vías y la entrega de becas, además del fortalecimiento de actividades como la
minería, la protección de bosques y páramos (contemplada en el capítulo VI “Crecimiento verde”),
las TIC, la agricultura, la salud, entre otros.
3.2. Historia normativa del Desarrollo Sostenible en Colombia.
En Colombia, es en la Constitución Política del 1991 quien explícitamente reconoce el concepto
de Desarrollo Sostenible como una finalidad del Estado y como una meta social en el artículo 80: “El
Estado planificará el manejo y aprovechamiento de los recursos naturales para garantizar su desarrollo
sostenible, su conservación o sustitución. Además, deberá prevenir y controlar los factores de
deterioro ambiental, imponer las sanciones legales y exigir la reparación de los daños causados. Así
mismo, cooperará con otras naciones en la protección de los ecosistemas situados en zonas
fronterizas”. Logrando consolidar herramientas teóricas para plasmar el concepto de desarrollo
sostenible como referente para el desarrollo del país (Sánchez, 2002 y Alvarado, 2015).
En 1993 la Ley 99 creó el Ministerio del Medio Ambiente convirtiéndose en la mayor autoridad
de gestión ambiental en el país, en esta ley se define el concepto Desarrollo Sostenible en su Artículo
3 como:
El que conduzca al crecimiento económico, a la elevación de la calidad de la vida y al bienestar
social, sin agotar la base de recursos naturales renovables en que se sustenta, ni deteriorar el medio
ambiente o el derecho de las generaciones futuras a utilizarlo para la satisfacción de sus propias
necesidades.
Para el año 2000 se nota la debilidad de la autonomía del sector ambiental en temas ejecutivos y
políticos debido al manejo discrecional del gobierno de turno y el interés particular del mismo. Los
recursos destinados a la gestión ambiental entre 1998 y 2010 se redujeron de 0,19% del PIB pasando
a un 0,06% y un 0,09% del PIB (Sánchez, 2002 y Alfonso 2011)
25
En la historia político-económica de Colombia se han caracterizados dos modelos, Proteccionista,
el cual favorece el desarrollo industrial nacional, impulsó el modelo de sustitución de importaciones
en combinación con la promoción de exportaciones durante los 90 y la mitad del siglo XX. Y el de
Globalización modelo promovido por los países de mayor desarrollo tecnológico y concentración de
capital, el cual se insertó a partir de 1990. Estos han determinado la forma cómo ha evolucionado la
industria, el comercio y la agricultura colombiana y su interrelación con los recursos naturales y el
medio ambiente (Sánchez, 2002).
En la actualidad, partiendo de ciertos postulados comunes, se dice que, si bien la sostenibilidad
implica lo ecológico, lo económico y la diversidad cultural, las expresiones de desarrollo sostenible
son diversas en cada lugar, tanto por las diferencias biofísicas como por las diferencias culturales. El
cómo lograrlo, es decir, la estrategia a seguir debe ser definida por cada proceso social particular
(Gonzales, 1997).
26
CAPITULO 4: METODOLOGIA
1. Tipo de estudio.
Investigación documental.
Se entiende por Investigación Documental, el estudio de problemas con el propósito de ampliar y
profundizar el conocimiento de su naturaleza, con apoyo, principalmente, en trabajos previos,
información y datos divulgados por medios impresos, audiovisuales o electrónicos (Manual de
Trabajos de Grado de Especialización y Maestría y Tesis Doctorales, 2006).
Es un proceso sistemático de indagación, recolección, organización, análisis e interpretación de
información o datos en torno a un determinado tema. Al igual que otros tipos de investigación, éste
es conducente a la construcción de conocimientos (Alfonzo, 1994).
2. Instrumentos
Técnicas de recolección de datos.
Como primera medida, se realizó un análisis documental y de contenido, teniendo como base la
información encontrada en fuentes documentales bibliográficas, iconográficas y digitales (bases de
datos y revistas especializadas).
Como segunda fuente de información, se hizo la búsqueda y recolección de documentos de
entidades de carácter público y privado que dentro de sus temáticas aborden los conceptos de
Educación Ambiental y/o Desarrollo sostenible, con el fin de mostrar la relación de interdependencia
entre ambas.
Finalmente, se acudió a fuentes primarias (y directas) de información, es decir, especialistas en el
campo de la Educación Ambiental y el Desarrollo sostenible, que puedan dar cuenta de la trayectoria
de ambos conceptos y de su relación en el tiempo.
Toda la información obtenida y recolectada por medio de cada fuente será examinada de manera
exhaustiva y crítica, para seleccionar los aportes más relevantes que puedan dar lugar a reflexiones
posteriores, enfocándonos en aquellas acciones que han tenido lugar en Colombia.
27
Técnicas de procesamiento de datos
Todo el material documental recolectado pasará por un proceso de triangulación, donde se clasificará,
analizará, reflexionará e interpretará la información, dando como resultado una síntesis sobre el tema
de investigación que será registrada en un documento crítico y original.
Matriz de datos utilizada para los documentos
Tipo de fuente Autor Año Concepto
Desarrollo
sostenible
Concepto
Educación
ambiental
Aspectos de
relación
importante
Preguntas utilizadas para las entrevistas con los expertos
1 Sabemos que la EA tiene ciertos marcos teóricos e incluso políticos trasversales para Latinoamérica, en
este sentido ¿Cuál ha sido el aporte más valioso de Colombia?
2 El DS está en auge recientemente, sin embargo, este nace aproximadamente en los años 70s. En
Colombia ¿cuándo se empieza hablar de DS?
3 ¿Cuál es el papel de la EA en Colombia? ¿se le considera realmente importante?
4 Para usted, ¿Cuáles son los retos de la EA frente al DS en el país?
5 Para usted, ¿qué logros o impactos ha logrado la EA en Colombia en pro del DS?
6 ¿Qué espera para que la EA realmente se posicione como esa estrategia fundamental para el DS en el
país?
7 En este momento de contingencia que vive el país con respecto al post-acuerdo, hay muchas áreas que
quedan “abiertas” a exploración y explotación, ¿considera importante vincular la EA y DS como temas
de la agenda del post- acuerdo?
Matriz de datos utilizada para las entrevistas con los expertos
Tipo de
fuente
Autor Año Concepto Desarrollo
sostenible
pregunta 2
Concepto Educación
ambiental
preguntas 1 y 3
Aspectos de
relación importante
preguntas 4, 5, 6 y 7
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3. Fases.
1) Selección y delimitación del tema 2) Acopio de información o de
fuentes de información
3) Organización de los datos y elaboración de un esquema
conceptual del tema
4) Análisis de los datos y organización de la monografía
5) Redacción de la monografía o informe de la investigación y
presentación final (oral y escrita)
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CAPITULO 5: RESULTADOS Y ANALISIS
El desarrollo de esta investigación es una propuesta crítica al modo en que se ha adoptado y
apropiado el pensamiento ambiental en Colombia, teniendo como eje los conceptos de Educación
Ambiental y Desarrollo Sostenible y cuál debe ser su manejo para la inclusión de una cultura
ambiental.
Colombia es un país de refranes, popularmente utilizados para enseñar, dar advertencia o consejo
ante una situación. Por este motivo, cada título relaciona el deber ser con lo que se vive en la realidad
del país.
1. Del dicho al hecho hay mucho trecho
Con la declaración de la Segunda Conferencia Mundial sobre Medio Ambiente o Cumbre de Río,
celebrada en Río de Janeiro en el año de 1992, se pone de manifiesto que la EA es indispensable para
la modificación de actitudes y para desarrollar comportamientos compatibles con un desarrollo
sostenible, y por ello, debe ser introducida en todos los niveles escolares, reexaminando los programas
y los métodos de educación. El programa o agenda 21 destaca la vinculación entre ambiente y
desarrollo y la importancia de una EA escolar y extraescolar, crítica, transversal e interdisciplinaria
que abarque todos los ámbitos -económicos, ambientales, sociales, de desarrollo humano- para el
desarrollo sostenible (Macedo y Salgado, 2007; Rodríguez, H. et al. 2011).
Por lo tanto, Colombia fortalece los espacios de discusión, generando una serie de normativa para
cumplir con dichos objetivos. La ley 115 de 1994 en su artículo 5, inciso 10, define como uno de los
fines primordiales de la educación "La adquisición de una conciencia para la conservación,
protección y mejoramiento del medio ambiente, de la calidad de vida, del uso racional de los recursos
naturales, de la prevención de desastres, dentro de una cultura ecológica...". Esta ley es uno de los
logros más importantes, llegando incluso a tener gran reconocimiento a nivel Latinoamérica; esto se
debe a la inclusión de la educación ambiental por medio de los PRAE (Proyecto Ambiental Escolar),
con los cuales se pretende generar espacios de reflexión y acción para el mejoramiento de la calidad
de vida y de las relaciones con el ambiente. Estos implican una transformación de valores en
democracia, gestión comunitaria, participación ciudadana y educación para el manejo responsable y
adecuado del entorno (Torres, 1996). Estos se pensaron y proyectaron para que se convirtieran en uno
de los fundamentos del Proyecto Educativo Institucional (PEI) para la construcción de una nueva
30
escuela, convirtiéndose así en una de las estrategias fundamentales para la apropiación de procesos
de educación ambiental y como se expresa en la Política Nacional de Educación Ambiental (2002)
“… la inclusión de la EA en el currículo no se hace ni a través de una materia, ni a través de una
disciplina o de acciones aisladas, no inscritas dentro de un proceso secuencial y permanente de
formación…”
Pero la realidad de dicha normativa educativa para lograr la inclusión de la dimensión ambiental
se queda en el papel. A pesar de los esfuerzos en términos legislativos, es lamentable aún la presencia
de una cultura ecológica escolar muy débil, lo que demuestra un escaso conocimiento de las realidades
ambientales de su contexto. La situación de los PRAE en las instituciones educativas del país es
pobre, no solo en creatividad, en crítica o en reflexión, sino en la verdadera apropiación y
participación de cada uno de los miembros que conforman el plantel educativo para lograr esos
procesos de Educación Ambiental para el mejoramiento de la calidad de vida y de las relaciones con
el ambiente. Esto se debe a la poca importancia que el país le ha dado a la verdadera realización y
cumplimiento de aquello que pone en papel, es decir, no hay una evaluación clara de los proyectos,
un acompañamiento ni una asociación entre entidades, una capacitación constante en temas
ambientales, entre otras falencias que pasan desde la organización interna de las instituciones hasta
la poca trascendencia con la que se tratan estos temas. De esta manera, se genera que la EA se reduzca
a procesos aislados y adscritos al área de ciencias naturales o a la asignatura de biología sin tener en
cuenta los objetivos y metas con la que se creó y se fundamentó.
No se pueden desconocer algunos logros como, la presencia de una tenue conciencia ambiental
reflejada en algunas instituciones de carácter público y privado, ONGs, redes y/o fundaciones, que
han otorgado a la educación ambiental un alto nivel de importancia que, lamentablemente, se ha
quedado en la teoría y no ha logrado trascender a una práctica empoderada, ni a un pensamiento
crítico, reflexivo y analítico de las realidades ambientales, que lleve a pensar en estrategias para optar
por alternativas que permitan detener y mitigar los daños que le ha ocasionado el hombre a la tierra.
1.1. No se tapa el sol con un dedo.
Los conceptos no son entes fijos, estos pueden cambiar de época en época; su significado depende
de las teorías o ideologías en las que participe discursivamente, así como de las disciplinas o áreas
del conocimiento donde se aplique, además de la interpretación entre comunidades académicas
geográficamente dispersas. Esto los convierte en viajeros a través del tiempo, del espacio y las
culturas, los hace flexibles confiriéndoles una perspectiva que no es rígida e inamovible, pero en tanto
los conceptos son la herramienta fundamental para el entendimiento intersubjetivo, tienen que ser
31
explícitos, claros y definidos, para lograr que el mundo pueda adoptarlos y utilizarlos (Pacheco, 2005;
Bal, 2002).
En 1987 se da a conocer el concepto de Desarrollo Sostenible (DS) en el informe “Nuestro Futuro
Común” de la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Comisión Brundtland), el cual
no ha sido ajeno a esa mutabilidad. Hoy en día este concepto ha sido sometido a fuertes críticas y
cuestionamientos, debido a que su construcción se fundamenta en el desarrollo con la idea de progreso
dada después de la Segunda Guerra Mundial, dejando en evidencia los errores y limitaciones como
el dogma de crecimiento económico, la incapacidad de resolver los problemas de la pobreza y los
impactos negativos en las sociedades y el ambiente causado por diferentes prácticas agresivas.
Rodríguez M. (1994) exponía que el peligro no radicaba en que su interpretación fuera banal, sino
en la instalación del DS como una concepción que pudiera utilizarse para enmascarar acciones
perjudiciales sobre el ambiente y por consiguiente para cualquier forma de vida o para construir un
discurso retórico sobre avances en la superación de los diversos problemas ambientales que nos
aquejan. Recientemente, vemos que la concepción de desarrollo sólo como el crecimiento ilimitado
económico de una nación, es decir, el aumento del PIB, ha llevado a creer que el ambiente y los
recursos que él nos ofrece también lo son, en la actualidad este tipo de planteamientos no solo son
cuestionados sino obsoletos, porque como lo dice Márquez G. (2017), se nos ha hecho creer que
muchas prácticas son ambientalmente correctas cuando no lo son, pero que se les cataloga con el
nombre de sostenible y ambientalmente amistosas.
Esta concepción netamente económica, ha llevado a que se cuestione el concepto de sostenibilidad,
siendo una propiedad inherente de un proceso que lo hace perpetuo en un sistema dado, es decir, el
problema de la sostenibilidad es la idea de perpetuidad porque no se habla de un proceso en mediano
o largo plazo, sino que sea por siempre. Es entonces cuando en América Latina surge una discusión
semántica entre lo sostenible y sustentable, a causa de la traducción de sustainable en sostenible,
término que no existía en el español, generando la propuesta de sustentable. Pero más allá de la
discusión conceptual, el problema reside en la complejidad que significa tomar acciones concretas y
verdaderas para enfrentar los problemas ambientales (Carrizosa, 1998; Bermúdez, 2016).
Es innegable que necesitamos cambiar muchos de los tantos paradigmas que se han asumido para
lograr lo que se considera desarrollo, a través de la generación y el fortalecimiento de espacios que
abran las puertas a discusiones que permitan visibilizar, diversificar y promover un cambio de la
interpretación y el valor de la naturaleza. Ángel Augusto Maya planteó la necesidad que tiene
Colombia de replantear su concepto de desarrollo, teniendo en cuenta que es un país con una alta
32
biodiversidad, por lo cual es primordial fortalecer el proceso ambiental, base fundamental para la
calidad de vida y el bienestar social, sin deteriorar los recursos naturales de la presente generación y
para nuevas generaciones. Un estilo ambiental de desarrollo exige una organización social y política
que propicie el acceso igualitario a los medios tecnológicos y culturales tanto entre los países, como
al interior de cada nación (Maya, 2015).
2. Para grandes males, grandes remedios
2.1. Transformación del concepto ambiente.
El ser humano, como especie biológica, forma parte del ambiente y por ello su existencia está
sujeta a la interacción que tenga con el sistema ecológico. El ecosistema puede subsistir sin la
presencia de la especie humana, pero el hombre no puede existir fuera del ambiente, ya que es de allí
de donde obtiene sustento para vivir y multiplicarse, para la satisfacción de sus necesidades básicas.
Dado lo anterior, consideramos indispensable una transformación en la concepción de la palabra
ambiente, ya que nuestra sociedad está acostumbrada al punto de vista netamente naturalista e incluso
conservacionista de la misma. Sin embargo, este concepto es mucho más amplio, llegando a abarcar
nociones de las ciencias humanas y sociales. Siendo así, el ambiente se define como un sistema
dinámico que involucra las interacciones físicas, biológicas, sociales y culturales, percibidas o no,
entre los humanos y los demás seres vivientes y todos los elementos del medio donde se
desenvuelven, sean estos elementos de carácter natural, o bien transformados o creados por el hombre
(Política Nacional de Educación Ambiental, 2002). En tanto se reconozca el ambiente como un
sistema dinámico y más aún, se apropie esta acepción de la palabra, reconociendo el papel
fundamental del ser humano, se dará paso a sociedades reflexivas, capaces de tomar decisiones
críticas y de hacer frente a las dificultades que se presenten en este camino de manera eficiente.
2.2. Comenzar a pensar sistémicamente.
Sabiendo que el ambiente es un sistema dinámico, podemos comenzar a pensar que los problemas
en él son producto directo de la organización de los sistemas sociales, por ende, ameritan que en su
estudio se encuentren las técnicas adecuadas para comprender y mejorar la forma como se abordan
aquellos problemas y fenómenos complejos (Sterman, 1994).
33
El pensamiento sistémico ha sido aplicado en diferentes disciplinas como la medicina, la
ingeniería, la psicología, la economía, la administración, los negocios, entre otras, demostrando ser
un enfoque muy útil en el entendimiento de la realidad del sistema, enfatizando las relaciones entre
las partes del mismo, en lugar de ver el sistema como un todo (Checkland y Scholes, 1999).
En principio, este tipo de pensamiento ubica al sujeto como parte de un sistema, por lo cual, su
desarrollo dependerá del entorno en el cual ocurra. Estas ideas fueron introducidas en 1969 por
Lwdinvg Von Bertalanfy, un biólogo que al encontrar que el paradigma reduccionista no daba
explicación a los fenómenos de los seres vivos, comenzó a estudiarlos a partir de su organización
existente. En ese momento su idea de sistema fue un conjunto organizado de elementos donde era tan
importante la organización como los elementos mismos, para descubrir los principios de organización
en diversos niveles (Bertalanfy, 1995).
En este sentido, el pensamiento sistémico nos ayuda a percibir las problemáticas de una manera
más amplia, objetiva y precisa, dejándonos ver el qué, cómo y por qué ocurren las cosas y abriéndonos
el camino hacia las estrategias de solución a corto, mediano y largo plazo. Esto es importante, ya que
los seres humanos venimos acostumbrados a la búsqueda de soluciones inmediatas en cuanto vemos
los riesgos y/o daños inminentes casi irreparables, pero no pensamos en estrategias a largo plazo que
puedan mitigar los daños al tiempo que avanzan y menos aún, cuando el daño está hecho.
Queda claro que no se pueden seguir abordando los problemas actuales a partir de formas de pensar
instauradas en el pasado, cuyas soluciones son la causa de la situación actual. La escuela ha enseñado
a pensar de una manera en la cual se descomponen los sistemas, los sucesos y los fenómenos para
analizarlos y luego sintetizarlos nuevamente. Al referirnos al ambiente como sistema complejo, esta
forma de pensar resulta ineficiente y salta a la vista la necesidad de una manera diferente para
aproximarnos a la realidad, donde no sólo se comprenda el sistema, sino que se den las herramientas
para intervenirlo y transformarlo.
Esto se apoya en la teoría de Edgar Morin (1990), donde “la complejidad no es un fundamento, es
el principio regulador que no pierde nunca de vista la realidad del tejido fenoménico en la cual
estamos y que constituye nuestro mundo”, la poca capacidad para observar y explicar los fenómenos
ha dificultado comprender la complejidad del mundo, pensar de manera compleja implica observar
amplia y profundamente para acercarnos a la realidad en la que estamos inmersos.
Todo lo anterior depende de la sinergia, comunicación, conexión, fuerza de trabajo y toma de
decisiones que se den a nivel de cada elemento (Dangerfield y Roberts,1995), lo que implica que el
resultado está influido por los intereses y valores que posean los involucrados, por lo que se hace
34
fundamental la existencia de un interés común, teniendo en cuenta que es natural que las personas
actúen de acuerdo con sus propósitos y racionalidades individuales dadas también por el contexto
particular y por tanto multidimensional.
2.3. Avanzar hacia la sustentabilidad: rescate del pensamiento ancestral, buen vivir y ética
ambiental.
“La problemática ambiental plantea un reto a la actual organización del sistema social y a los
instrumentos teóricos de análisis al igual que a las instituciones encargadas de transmitir el
conocimiento” (Maya, 1991).
Es evidente que para lograr hacer frente a los diversos problemas que hoy aquejan no solo al
hombre sino al planeta en su totalidad, es necesario lograr ciertos cambios tanto sociales como
individuales para alcanzar lo que plantea Ángel Augusto Maya (2015), como una sociedad fundada
en el principio del derecho a la vida donde conservarla y perfeccionarla no solo es un compromiso
sino un deber, logrando el restablecimiento de la armonía entre el hombre y la naturaleza, donde se
respete al otro y a lo otro.
Atendiendo a esta necesidad, nace la idea de “buen vivir” como respuesta a las claras
contradicciones que presenta el concepto de desarrollo bajo el modelo económico actual. Sus orígenes
se presentan en América del sur, convirtiéndose en una visión de aquellos grupos sociales, en su
mayoría indígenas que por años habían sido marginados en el mundo moderno.
De este modo, el buen vivir se convierte en un diálogo con las tradiciones indígenas, con el fin de
re-crear nuevas conceptualizaciones que se adapten al contexto actual, donde también intervienen
tradiciones occidentales que se han atrevido a cuestionar los modelos de vida actual, como las
posturas éticas alternativas que reconocen los derechos de la naturaleza y le dan protección jurídica,
independientemente de la utilidad que esta represente para los seres humanos, hasta aquellas que
involucran las libertades, oportunidades, capacidades y potencialidades de los individuos (Gudynas
y Acosta, 2011).
Los primeros en introducir el concepto de buen vivir (sumak kawsay) a escalas legislativas fueron
los ecuatorianos en su constitución de 2008, donde se propone una transformación profunda de la
sociedad, al tratarse de procesos heterogéneos, establece ciertos derechos. En el año 2009 se sumaría
Bolivia con su vivir bien (suma qamaña), como reivindicación de aquellos saberes provenientes de la
forma de vida de los pueblos indígenas, constituyéndose entonces en principios ético-morales que
alcanzan la misma jerarquía que la igualdad, la dignidad, la libertad o el respeto.
35
Pero, ¿cuáles son las perspectivas de las comunidades colombianas? ¿con qué contamos a nivel
local para construir una sustentabilidad sólida? Según la investigación llevada a cabo por Pinilla
(2013), para la comunidad Arhuaca, el buen vivir es el equilibrio y la armonía con el territorio y la
naturaleza, que puede evidenciarse a través de los ritos, ceremonias y pagamentos, cuyo trasfondo es
intangible ya que tienen que ver con lo espiritual, con lo que son y hacen, no sólo de manera
individual, sino colectiva, deja de ser un asunto teórico para ser vivencial, considerando que la
naturaleza es siempre superior al hombre, pero que las personas son todas iguales.
El punto de vista de los Sikuani se diferencia en que, si bien hay que poder vivir en comunidad, es
importante reconocer los rasgos identitarios propios y su territorio. En esta comunidad se habla de un
“estar mejor, estar tranquilos, estar bien”, entendido como tener todo lo necesario para poder pervivir
en el territorio como construcción social más que en la misma naturaleza considerada como dadora
de recursos; para ellos, temas como la educación y la salud son centrales y reconocen que han
cambiado de acuerdo con el contexto histórico, pero que siguen rigiéndose por prácticas tradicionales
que regulan la utilización de los recursos (Pinilla, 2013).
Con estas diversas cosmovisiones y teniendo en cuenta el planteamiento que hace el Departamento
Nacional de Planeación en el 2002, según el cual, para el año 2019, la economía debe garantizar un
mayor nivel de bienestar, debe existir una sociedad más igualitaria y solidaria con ciudadanos libres
y responsables y un Estado eficiente al servicio de los ciudadanos, podemos pensar que las ideas de
sustentabilidad y buen vivir, pueden ayudar en el alcance de los objetivos mencionados, aplicando
políticas centradas en la responsabilidad social y de carácter endógeno, reconociendo que Colombia
es un país pluricultural y multiétnico, que la población indígena está protegida bajo una política
diferencial y sus territorios son inalienables y que, además, la Constitución consagra el derecho
colectivo a gozar de un ambiente sano.
Abocados por este mismo fin, los pensadores colombianos en temas relacionados con el ambiente
comienzan a hablar de la ética ambiental. De acuerdo con Augusto Ángel Maya, la capacidad política
del libre albedrío, propia del ser humano, es la que lleva a las sociedades a modificar su medio,
dependiendo del grado de comprensión que se tenga sobre las formas en las que la vida se desenvuelve
y, por ende, lo ético emerge de la vida, comprometiendo al ser humano con la naturaleza (Noguera,
2007).
Guillermo Hoyos hace énfasis en la importancia de escuchar, comprender y respetar los relatos
contados a través de cada región, grupo social minoritario, especie o paisaje; a esta manera de
aproximarse al mundo le llama ética comunicativa ambiental, donde lo fundamental es adoptar una
36
actitud respetuosa de escucha. En esta ética priman los sentidos, no las reglas. Dentro de la dimensión
comunicativa se encuentran los planteamientos de Arturo Escobar, quien encuentra elementos que
pueden contribuir a la sustentabilidad en las comunidades negras del Pacífico, a partir de la
resignificación de algunas prácticas relacionadas con tradiciones míticas y simbólicas, que no se
reducen a relaciones utilitarias con el entorno natural, sino que cada río, montaña o animal se
convierte en un símbolo y, por tanto, en un elemento identitario de la cultura. De la propuesta eco-
cultural antropológica de Escobar, surge la diferencia como un valor etno-ético-estético ambiental,
donde la misma diversidad cultural es muestra de una biodiversidad que convive con respeto,
solidaridad y cooperación con sus diferentes formas de expresión y manifestaciones estéticas.
Finalmente, y teniendo como base el panorama actual del país en el post-acuerdo, Julio Carrizosa
Umaña aporta a la construcción del pensamiento ambiental desde la relación entre desarrollo
sostenible y paz. Para él, es imposible pensar en un ambiente sano en territorios de guerra donde sus
habitantes deben abandonar su hogar. Del mismo modo, no es posible la paz en sociedades donde la
relación con el ecosistema es netamente utilitaria. Así, para Carrizosa, la paz es una construcción
política en la cual deben participar todos los actores involucrados, incluyendo bosques, ríos, minas,
la fauna, la flora y las prácticas culturales que emergen de las relaciones sociales y los elementos no-
humanos, reconociendo que cada acto, decisión, concepto, idea e imagen del ambiente tiene implícita
una dimensión ética y estética que no puede ignorarse. Dentro de su propuesta, también se destaca el
principio de Responsabilidad ecológica como una forma de conciencia humana en la que se reflexiona
sobre la emergencia y presencia del ser humano de y en la tierra, si nuestra sociedad es capaz de
asumir esta visión, podrá comprenderse mejor la realidad del país en el que habitamos.
2.4. Educación Ambiental para la Sustentabilidad.
En la Constitución de 1991 el Art 67 dice “La educación formará al colombiano en el respeto a
los derechos humanos, a la paz y la democracia; y en la práctica del trabajo y la recreación, para el
mejoramiento cultural, científico, tecnológico y para la protección del ambiente…”, por lo tanto, los
proyectos educativos deben comprometerse con la mejora de las condiciones de vida de la humanidad,
fomentando la cooperación y sin duda alguna el fortalecimiento y amor por el territorio propio.
De los anteriores planteamientos se hace evidente la necesidad de un cambio de paradigma en la
educación desde lo ambiental hacia lo sustentable y en la cual se rompa la unión entre desarrollo y
crecimiento del PIB, dando lugar a nuevos discursos y en el cual los proyectos educativos estén
orientados a la re-construcción de la relación del ser humano con la naturaleza.
37
Al integrar los elementos mencionados, la Educación Ambiental para la Sustentabilidad debe
apuntar a que la sociedad, de manera individual y colectiva, comprenda la complejidad del ambiente
como resultado de la interacción de factores bío-físico-químicos y sociales, para que adquieran no
sólo los conocimientos, sino las habilidades y los valores para que puedan participar de manera crítica
y responsable en la búsqueda de soluciones a los problemas que nos aquejan y en la gestión de la
calidad del medio ambiente, teniendo como eje transversal el pensamiento sistémico. Siendo así, la
Educación para la Sustentabilidad se convierte en una poderosa estrategia para reorientar el modelo
de desarrollo actual.
Para que esta idea pueda ejecutarse, debe existir unión entre los contenidos curriculares y los
planes y programas locales de desarrollo comunitario relacionados con la gestión ambiental, pues la
implementación de una nueva racionalidad requiere poner en marcha de una política científica y
tecnológica que tome en cuenta las condiciones naturales, sociales, económicas y culturales de cada
país o región para el aprovechamiento de sus recursos (Carta de Bogotá, 1985).
El fortalecimiento y aplicación de esta manera de habitar el mundo en la práctica escolar se
convierte en un reto, ya que requiere dejar atrás los análisis fragmentados y flexibilizar los currículos,
dando lugar a la diversidad de culturas, tradiciones, rasgos y criterios. Para nosotras, se trata más de
enriquecer y contextualizar el currículo que la misma legislación, lo que necesitamos es una
transformación en la forma de vivir. En palabras de Jefferson Galeano (2017): “no necesitamos más
educación ambiental, lo que necesitamos es ambientalizar la educación”
38
Conclusiones
● La legislación ambiental en Colombia esboza un esfuerzo por mitigar los daños, proteger y
conservar el patrimonio natural de la nación. Sin embargo, está arraigada a los conocimientos
occidentales modernos y adopta conceptos poco funcionales en un país pluriétnico,
multicultural y biodiverso, en el cual los problemas internos difieren tanto de dicha
cosmovisión, que no permiten la aplicación de tales conceptos. En su lugar, se deben explorar
alternativas para el desarrollo, rescatando visiones autóctonas y adoptando una posición
crítica ante la concepción antropocéntrica de nuestro medio.
● Con el fin de lograr una transformación cultural, en la cual exista un lugar para nuevas
visiones y discursos sobre cómo habitar en nuestra casa común, se hace necesario un proceso
educativo continuo, sistémico y coherente, que haga seguimiento de la normativa legal con
la que se fundó la educación ambiental, donde se maneje el mismo lenguaje y no exista una
separación entre la sociedad y la naturaleza.
● En nuestro contexto actual, no es posible hablar de educación ambiental y desarrollo
sostenible, entendiéndose este último desde la perspectiva económica, ya que sus propósitos
son opuestos, además de generar una reducción del componente humano en la sociedad.
Alcances y Recomendaciones
● El campo de investigación queda abierto a la exploración de conceptos propios sobre la
dimensión ambiental y todo lo que ésta abarca, lo que implica entenderla, protegerla y
utilizarla, para lograr un equilibrio entre el progreso y el entorno natural.
● Es necesario hacer un análisis minucioso de los discursos en torno a la educación ambiental
para que no existan errores al momento de su aplicación y todo lo que esto conlleva.
● Es pertinente considerar las teorías económicas que se alejan de la industria extractivista, sin
que se comprometa la calidad de vida y se aumenten concepciones erróneas del ambiente y
de los recursos naturales.
● Se sugiere profundizar en la relevancia y alcances de la política, para que pueda aplicarse
verdaderamente a la transformación cultural.
39
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