enseanzas del papa francisco no.76

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Enseñanzas del Papa Francisco .No.76

Enseñanzas del Papa Francisco .No.76

El 13 de octubre dijo en parte de su homilía: …“Dios es el Dios de la ley, pero también es el Dios de las

sorpresas”. “también a su pueblo Dios le ha reservado sorpresas tantas

veces”, como cuando los ha salvado “de la esclavitud de Egipto”.

…“un camino no es absoluto en sí mismo”, es el camino hacia “la manifestación definitiva del Señor.

La vida es un camino hacia la plenitud de Jesucristo, cuando vendrá por segunda vez”.

Comentando acerca de las palabras de Jesús en el Evangelio dirigidas a los doctores de la ley que le pedían un signo,

y los define “generación malvada”. Explicó: “no habían entendido que la ley que ellos custodiaban y

amaban” era una pedagogía hacia Jesucristo.

“Si la ley no lleva a Jesucristo, no nos acerca a Jesús, está muerta.

Y por esta razón Jesús les recrimina que están cerrados, que no son capaces de reconocer los signos de los

tiempos, que no son capaces de estar abiertos al Dios de las

sorpresas”.

Pidamos al Señor un corazón que ame la ley, porque la ley es de Dios;

que ame también las sorpresas de Dios y que sepa que esta ley santa no tiene un fin en sí misma”.

Está “en camino” es una pedagogía “que nos lleva a Jesucristo, al encuentro definitivo, donde se producirá este

gran signo del Hijo del hombre”.

El 14 de octubre dijo en parte de su homilía: “La fe “no es sólo rezar el Credo”, sino que pide que nos separemos de la avidez y de la concupiscencia para saber

dar a los demás, especialmente si son pobres”.

“La fe no tiene necesidad de aparecer, sino de ser. No tiene necesidad de ser cubierta de cortesías,

especialmente si son hipócritas, cuanto de un corazón capaz de amar de modo genuino”.

 “…Ante el fariseo que se sorprende porque el

Maestro no realiza las abluciones prescriptas antes de comer, Jesús “condena” ese tipo de “seguridad” totalmente centrada en el “cumplimiento de la ley”.

“Jesús condena esta espiritualidad cosmética, aparecer como buenos, bellos, ¡pero la verdad adentro es otra cosa! Jesús condena a las personas de buenas

maneras pero de malos hábitos,

esos hábitos que no se ven pero que se hacen a

escondidas.”

“Pero la apariencia es justa: esta gente a la que le gustaba pasear por las plazas,

hacerse ver rezando, ‘maquillarse’ con un poco de debilidad cuando ayunaba…

Jesús dirá de ellos “sepulcros blanqueados” …remarcando ciertas actitudes

que Él define con dureza como “inmundicia”, “podredumbre”.

“Den más bien como limosna todo lo que tienen dentro”, es su contrapropuesta.

“La limosna ha sido siempre, en la tradición de la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, una vara

para medir la justicia”.

…“Lo que vale es la fe. ¿Cuál fe? Aquella que se ‘vuelve laboriosa por medio de la

caridad’. El mismo razonamiento de

Jesús al fariseo. Una fe que no es sólo rezar

el Credo: todos nosotros creemos en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo,

en la vida eterna…. ¡Todos creemos!

Pero ésta es una fe inmóvil,

no activa. Lo que vale en Cristo Jesús es la

laboriosidad que viene de la fe, o mejor la fe que se

vuelve laboriosa en la caridad,

es decir que vuelve a la limosna.

Limosna en el sentido más amplio de la palabra:

desprenderse de la dictadura del dinero,

de la idolatría del dinero. Toda concupiscencia nos

aleja de Jesucristo”.

“¿La nuestra es “una vida cristiana

cosmética, de apariencia

o es una vida cristiana con la fe laboriosa en la

caridad?”.

“Jesús nos aconseja esto: ‘No hacer sonar la trompeta’.

El segundo consejo: ‘No dar sólo lo que sobra’.

Y nos habla de aquella viejita que dio todo lo que tenía para

vivir. Y elogia a aquella mujer por

haber hecho esto. Y lo ha hecho un poco a escondidas, quizá porque se avergonzaba

por no poder dar más”.

 El 15 de octubre, parte de lo

que dijo en su catequesis acerca de la Iglesia:

La Iglesia esposa espera a su esposo…

Hoy queremos preguntarnos: al final, ¿qué fin tendrá el pueblo

de Dios? ¿Qué será de cada uno de

nosotros? ¿Qué debemos esperarnos?

El apóstol Pablo consolaba a los cristianos de la comunidad de

Tesalónica, que se hacían estas mismas

preguntas, y después de su argumentación decían estas palabras que son entre las más bellas de Nuevo

Testamento: “Y así estaremos siempre con el

Señor”.

Son palabras simples, ¡pero con una densidad de esperanza tan grande!

“Y así estaremos siempre con el Señor”.

…Es emblemático como Juan, en el libro del Apocalipsis, retomando la intuición de los Profetas, describe la dimensión última, definitiva, en los términos de la

“Nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una novia

preparada para recibir a su esposo”.

¡He aquí lo que nos espera!

Y entonces, esto es la Iglesia:

es el pueblo de Dios que sigue al Señor Jesús y que

se prepara día a día al encuentro con él,

como una esposa con su esposo.

Y no es solamente un modo de decir: ¡serán unas

verdaderas nupcias! Sí, porque Cristo haciéndose hombre como nosotros y

haciendo de todos nosotros una sola cosa con Él, con su muerte y su

resurrección, nos ha desposado verdaderamente

y ha hecho de nosotros como pueblo, su esposa.

Y esto no es otra cosa que el cumplimiento del designio de comunión y de amor tejido por Dios en el curso de toda la historia, la historia del pueblo de Dios y también la propia historia de cada uno. Es el Señor el que lleva adelante esto

…Juan nos dice que en la Iglesia, esposa de Cristo, se hace visible la “nueva Jerusalén”. Esto significa que la Iglesia, además de esposa, está llamada a convertirse en ciudad,

símbolo por excelencia de la convivencia y de ‘relacionalidad’ humana.

Qué bello, entonces, poder ya contemplar, según otra imagen muy sugestiva del Apocalipsis, todas las gentes y todos los pueblos reunidos a la vez en esta ciudad, como

en una morada, será “la morada de Dios”. Y en este marco glorioso no habrá más aislamientos,

prevaricaciones, ni distinciones de ningún género – de naturaleza social,

étnica o religiosa – sino que seremos todos una sola cosa en Cristo.

Ante la presencia de este escenario inaudito y maravilloso, nuestro corazón no puede no sentirse

confirmado en modo fuerte en la esperanza. La esperanza cristiana no es sólo un deseo, un auspicio, no es optimismo: para un cristiano, la esperanza es espera, espera ferviente, apasionada por el cumplimiento último y definitivo de un misterio, el misterio del amor de Dios

en el que hemos renacido y en el que ya vivimos.

Y es espera de alguien que está por llegar: es Cristo el

Señor que se acerca siempre más a nosotros, día tras día, y

que viene a introducirnos finalmente en la plenitud de

su comunión y de su paz.

La Iglesia tiene entonces la tarea de mantener

encendida y claramente visible la lámpara de la

esperanza, para que pueda seguir brillando como un

signo seguro de salvación y pueda iluminar a toda la

humanidad el sendero que lleva al encuentro con el rostro misericordioso de

Dios.Queridos hermanos y

hermanas, esto es entonces lo que

esperamos: ¡que Jesús regrese!

¡La Iglesia esposa espera a su esposo!...

Invoquemos a la Virgen María, Madre de la esperanza y reina del cielo, para que siempre nos

mantenga en una actitud de escucha y de espera,

para poder ser ya traspasados por el amor de Cristo y un día

ser parte de la alegría sin fin, en la plena comunión de Dios.

El 16 de octubre dijo en parte de su homilía: es más fácil rezar para pedir gracias, mientras es más difícil la oración de alabanza, a pesar de ser esta la oración de la

verdadera alegría.

“Nosotros sabemos rezar muy bien cuando pedimos cosas,

también cuando agradecemos al Señor, pero la oración de alabanza

es un poco más difícil para nosotros: no es tan habitual

alabar al Señor. Y esto podemos sentirlo mejor cuando hacemos

memoria de las cosas que el Señor ha hecho en nuestra vida: ‘En Él – en Cristo – nos ha elegido antes

de la creación del mundo’. ¡Bendito eres Señor, porque tú me has elegido! Es la alegría de una

cercanía paterna y tierna”.

 “La oración de alabanza” nos da esta alegría, nos lleva a

ser felices ante el Señor. Hagamos un esfuerzo para reencontrarla; teniendo en cuenta que el punto de partida

es, precisamente, “hacer memoria” de esta elección:

“el Señor me ha elegido antes de la creación del mundo”.

¡Pero esto no se puede comprender!”. “No se puede comprender ni imaginar:

que el Señor me haya conocido antes de la creación del mundo, que mi nombre estaba en el corazón del Señor.

¡Ésta es la verdad!¡Ésta es la revelación! Si nosotros no creemos esto no

somos cristianos ¡eh! Quizá estemos impregnados de una religiosidad teísta, ¡pero no somos cristianos!

El cristiano es un elegido, el cristiano es un elegido en el corazón de Dios antes de la creación del mundo. También este pensamiento colma de

alegría nuestro corazón: ¡yo soy elegido! Y nos da seguridad”.

Nuestro nombre está en el corazón de Dios. Precisamente en las entrañas de Dios, como el niño está

dentro de su mamá. Ésta es nuestra alegría, la de ser elegidos”.

“No se puede entender sólo con la cabeza. Ni siquiera sólo con el corazón.

Para comprender esto debemos entrar en el Misterio de Jesucristo.

El Misterio de su Hijo amado: ‘Él ha derramado su sangre en abundancia sobre nosotros, con

toda sabiduría e inteligencia, haciéndonos conocer el misterio de su voluntad’. Y ésta es una tercera actitud: entrar en el

Misterio”.

“Cuando celebramos la Eucaristía, entramos en este Misterio, que no se puede comprender totalmente: el Señor está vivo, está con

nosotros, aquí, en su gloria, en su plenitud, y da otra vez su vida por nosotros. Debemos aprender cada día esta actitud de entrar en el Misterio. El

cristiano es una mujer, es un hombre, que se esfuerza para entrar en el Misterio. El Misterio no se puede controlar: ¡es Misterio!

Yo entro”.

La oración de alabanza es ante todo “oración de alegría” y también “oración de memoria”. “‘¡Pero cuánto ha hecho por mí el Señor! Con cuánta ternura me ha acompañado,

cómo se ha abajado; se ha inclinado como el papá se inclina con el niño para

hacerlo caminar’”. Y, en fin, oración al Espíritu Santo para que nos dé “la

gracia de entrar en el Misterio, sobre todo cuando celebramos la Eucaristía”.

El 17 de octubre dijo en ocasión de la Jornada Mundial de la alimentación: …”quienes sufren la inseguridad alimentaria y la desnutrición son personas y no números, y precisamente por su dignidad de personas, están por encima de cualquier

cálculo o proyecto económico”.

… “¿Hasta cuándo se seguirán defendiendo

sistemas de producción y de consumo que excluyen a la mayor parte de la población

mundial, incluso de las migajas que caen de las

mesas de los ricos? Ha llegado el momento de pensar y decidir a partir de cada persona y comunidad, y no desde la situación de

los mercados”…

“En consecuencia, debería cambiar también el modo de entender el trabajo, los objetivos y la actividad

económica, la producción alimentaria y la protección del ambiente. Quizás ésta es la única posibilidad de

construir un auténtico futuro de paz, que hoy se ve amenazado también por la inseguridad alimentaria”…

El 17 de octubre dijo en parte de su homilía: …“El Espíritu Santo es el “sello” de luz con el que Dios ha dado el Cielo a los cristianos. Sin embargo, mucha veces

los fieles olvidan esta luz a cambio de una vida de penumbra o, peor aún, de luz falsa,

esa que brilla en la hipocresía”.

…“Nuestra identidad es precisamente este sello, esta fuerza del Espíritu Santo, que todos nosotros hemos

recibido en el Bautismo. Y el Espíritu Santo ha sellado nuestro corazón y, además,

camina con nosotros. Este Espíritu, que había sido prometido – Jesús lo había prometido – este Espíritu no sólo

nos da la identidad, sino que también es anticipo de nuestra herencia”.

“Con Él el Cielo comienza. Nosotros estamos viviendo precisamente este Cielo, esta eternidad, porque hemos sido

sellados por el Espíritu Santo, que precisamente es el inicio del Cielo: era el anticipo; lo tenemos en nuestras manos. Nosotros tenemos el Cielo en

nuestras manos con este sello”.

Sin embargo, tener el Cielo como anticipo de eternidad no

impide a los cristianos “resbalar al menos en un par

de tentaciones”. Primero

“cuando nosotros queremos, no digo borrar la identidad,

sino volverla opaca”. “es el cristiano tibio”.

“Es cristiano, sí. Va a Misa el domingo, sí. Pero en su vida la identidad no se ve. También vive como un pagano:

puede vivir como un pagano, pero es cristiano. Ser tibios. Volver opaca nuestra

identidad”.

“El otro pecado, aquel del que Jesús hablaba a sus discípulos y hemos oído: ‘Estén atentos a la levadura de

los fariseos, que es la hipocresía’. ‘Hacer de cuenta que’: yo hago de cuenta que soy cristiano, pero no lo soy. No soy transparente, digo una cosa – ‘sí, sí, soy

cristiano’ – pero hago otra que no es cristiana”.

Una vida cristiana vivida según la identidad creada por el Espíritu Santo trae como dote dones de otro calibre,

y que son el “amor, alegría, paz, magnanimidad, benevolencia, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí”.

“Este es nuestro camino hacia el Cielo, es nuestro camino, que hace que comience el Cielo desde acá.

Porque tenemos esta identidad cristiana, hemos sido sellados por el Espíritu Santo.

Pidamos al Señor la gracia de estar atentos a este sello, a nuestra identidad cristiana, que no sólo es promesa, no, ya la tenemos en nuestras manos como anticipo”.

El 19 de octubre dijo en parte de su homilía:

“‘dar a Dios lo que es de Dios’ significa estar dispuesto a

hacer su voluntad y dedicarle nuestra vida y colaborar con su Reino de misericordia, de amor

y de paz”.

“En eso reside nuestra verdadera fuerza, la levadura que fermenta y la sal que da sabor a todo esfuerzo humano contra el pesimismo generalizado que nos ofrece el mundo. En eso reside nuestra esperanza, porque la esperanza en Dios no es una huida de la

realidad, no es una coartada: es ponerse manos a la obra para

devolver a Dios lo que le pertenece”.

“Por eso, el cristiano mira a la realidad futura, a la realidad de Dios,

para vivir plenamente la vida –con los pies bien puestos en la tierra– y responder, con valentía, a los incesantes

retos nuevos”.

“lo hemos visto en estos días durante el Sínodo extraordinario de los Obispos –‘sínodo’ quiere decir

‘caminar juntos’–“…Hemos sembrado y seguiremos sembrando con

paciencia y perseverancia, con la certeza de que es el Señor quien da el crecimiento”…

El 19 de octubre el Papa Francisco beatificó a Pablo VI: “Contemplando a este gran Papa, a este cristiano

comprometido, a este apóstol incansable, ante Dios hoy no podemos más que decir una palabra tan sencilla como sincera e

importante: Gracias. Gracias a nuestro querido y amado Papa Pablo VI. Gracias por tu humilde y profético

testimonio de amor a Cristo y a su Iglesia”.

El que fuera gran timonel del Concilio, al día siguiente de su clausura, anotaba en su diario personal: «Quizás

el Señor me ha llamado y me ha puesto en este servicio no tanto porque yo

tenga algunas aptitudes, o para que gobierne y salve la Iglesia de sus dificultades actuales, sino para que sufra algo por la Iglesia, y quede claro que Él, y no otros, es

quien la guía y la salva».

En esta humildad resplandece la grandeza del Beato Pablo VI que,

en el momento en que estaba surgiendo una sociedad

secularizada y hostil, supo conducir con sabiduría y con

visión de futuro –y quizás en solitario– el timón de la barca de Pedro sin perder

nunca la alegría y la fe en el Señor.

Pablo VI supo de verdad dar a Dios lo que es de Dios

dedicando toda su vida a la «sagrada, solemne y grave

tarea de continuar en el tiempo y extender en la tierra la misión de Cristo», amando a la Iglesia y

guiando a la Iglesia para que sea «al mismo tiempo madre

amorosa de todos los hombres y dispensadora de salvación».

 En twitter dijo:

Conforta, Señor, a cuantos sufren, especialmente a los enfermos, a los necesitados, a los desempleados.

 El cristiano es necesariamente misericordioso:

la misericordia es el centro del Evangelio.

 Para cambiar el mundo, es necesario hacer el bien a

quien no puede darnos nada a cambio.

Si deseas recibir mails, relacionados con la Iglesia: que contienen diapositivas, vida de Santos,

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con el título suscripciones . Servicio Gratuito.

Que Dios te llene de bendiciones. Y que permanezcamos unidos en el

amor a Jesús.

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