el modelo de universidad en el que estamos inmersos
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LA ACADEMIA Y LA PERTINENCIA DEL ESTUDIO DEL CONFLICTO POR LA TIERRA
EN COLOMBIA: MODELO UNIVERSITARIO EN EL QUE ESTAMOS INMERSOS.
Simposio 19: “La lucha por la tierra y la educación: conflictos sociales y proyectos de
desarrollo para el campo”
Alexis Fernan Urrea Romero
Universidad Nacional de Colombia
afurrear@bt.unal.edu.co
Valentina Montealegre Melo
Universidad Nacional de Colombia
vmontealegrem@unal.edu.co
Jorge Forero
Universidad de los Andes
ja.forero910@uniandes.edu.co
Presentación.
Colombia es un país inmerso en múltiples y convergentes conflictos. La lucha por la Tierra
es transversal al devenir como país. Esa lucha hoy, matizada en los movimientos
indígenas, negros y campesinos y en las respuestas al destierro, busca defender los
proyectos colectivos ante la individualidad de la propiedad privada. El modelo de
universidad en Colombia está generando apáticos sin esperanza, o simplemente
ignorantes de la ruralidad. En tal situación se le debe hacer un cuestionamiento profundo
por no replantear su quehacer; ni tener iniciativas certeras para empezar a construir
soluciones a tantos conflictos que exigen una academia investigativa, de acción y de
participación, en donde los proyectos de desarrollo rural incluyan un reconocimiento al
campesinado, al indio, al negro, al mestizo con ansias de construir ruralidad, como
movimientos sociales capaces de incidir tanto en las políticas públicas como en el
fortalecimiento de procesos populares emergentes.
El presente trabajo se desarrolla en 3 secciones. Primero, tiene como objetivo el análisis
crítico de la educación y la universidad, haciendo de una contextualización histórica el
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insumo primario para entender el modelo universitario en el que estamos inmersos y su
vinculación con la lucha de clases. Segundo se presenta el contexto del conflicto por la
tierra en Colombia para entender la transversalidad en los problemas sociales,
económicos, políticos y culturales de la sociedad colombiana. Finalmente, en la tercera
sección, presentamos la experiencia del Colectivo Agrario Abya Yala, como una apuesta
que cobija y convierte en actores políticos comprometidos a estudiantes que se organizan
en virtud de gestar una transformación profunda de la sociedad y generar respuestas
concretas a sus problemáticas.
Palabras clave: educación, universidad, lucha de clases, transformación, conflicto por la
tierra.
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I
“En resumen, el aparato educativo es un sistema para integrar, orientar y filtrar la
juventud del país”.
IVON LEBOT
Para entender la pertinencia del estudio del conflicto por la tierra, debemos definir primero
pertinencia respecto a qué. Si bien todas las sociedades asumen un sistema de
transmisión y conservación del conocimiento, aquí nos referiremos a la academia en
relación a su vínculo con las fuerzas productivas en la sociedad capitalista, en general, y a
la manera en que se ha relegado en Colombia el estudio de lo rural, en particular. Es
preciso comprender que la educación, en tanto que es una expresión social, ha estado
signada a lo largo de los tiempos por condicionantes históricos que nos permiten
comprender a qué objetivos responde actualmente.
Aníbal Ponce, en su libro Educación y lucha de clases1, argumenta que uno de los puntos
culminantes del proceso social que fue transformando la educación, sucedió cuando en la
sociedad primitiva - concepto abstraído del estudio de Luis E. Morgan en su libro cumbre2-
a través de un largo transcurrir histórico y sujeta a una constante evolución, apareció la
división de clases.
“Este concepto de la educación como una función espontánea de la sociedad
mediante la cual la prole se asemeja a los adultos, exacto en la comunidad
primitiva, dejó de serlo en cuanto la comunidad se fue transformando
lentamente en una sociedad dividida en clases”3
La división de clases en la sociedad tuvo como detonantes dos factores, dependientes
entre sí: el escaso rendimiento del trabajo humano en la comunidad primitiva, y el
������������������������������������������������������1 PONCE, Aníbal, Educación y lucha de clases, Tegucigalpa, Baktun, 1988.
2 MORGAN, Luis E, La sociedad primitiva. Investigación de las líneas del progreso humano desde el salvajismo hasta la civilización a través de la barbarie, Buenos Aires, Lautaro, 1946 3 PONCE, Aníbal: Educación y lucha de clases, Tegucigalpa, Baktun, 1988, pp. 13-14.
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aumento de la producción. En el primer factor, se destaca la separación entre trabajo
material y trabajo no material, hecho que llevó a la aparición de individuos -liberados del
trabajo material4- y que condujo a que en la sociedad existiera la división de quienes
piensan qué hacer y quienes lo hacen, todo esto en una sociedad en transformación.
El segundo factor estuvo determinado por la mejora en las técnicas –domesticación de
animales y su aplicación a la agricultura como auxiliares del hombre5-. He aquí un hecho
fundamental para la transformación gradual en una sociedad dividida en clases: la
comunidad dejó de producir exclusivamente para su sustento y empezó a acumular un
excedente de producción, que funcionalizó un intercambio más fluido entre comunidades.
Ahora bien, en éste contexto, los prisioneros de guerra, fueron codiciados en tanto que se
constituían como una fuerza de trabajo necesaria para aprovechar las mejoras
sustanciales en las formas de producción. Una fuerza de trabajo esclava que devino en la
lógica de la herencia y la propiedad privada –aún cuando la propiedad comunal sobre la
tierra permanecía- y la aparición de la mansedumbre como respuesta a la relación
dominante – dominado y la desigualdad como concepto reinante entre las relaciones
sociales determinadas por las fuerzas productivas:
“En la sociedad primitiva, la colaboración entre los hombres se fundaba en la
propiedad común y en los vínculos de sangre; en la sociedad que comenzó a
dividirse en clases, la propiedad se hizo privada y los vínculos de sangre
retrocedieron ante el nuevo vínculo que la esclavitud inauguró: el que engendra
el poder del hombre sobre el hombre”6
El conocimiento inserto en esta nueva configuración de la sociedad, pasa a ser un objeto
de poder y empieza también a evidenciar las desigualdades entre miembros de la
comunidad, algunos de ellos centinelas de un patrimonio cultural que anteriormente era el
símbolo y esencia de una cultura.
A su vez, la mujer, quedó relegada al plano de las labores domésticas –que se
convirtieron en trabajo no reconocido socialmente- y su educación quedó truncada por la
segregación del trabajo productivo. Esta transformación fue operada por la sustitución del
������������������������������������������������������4 Ibid., p. 14.
5 Ibid., p. 15.
6 Ibid., p. 16.
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matriarcado –en el que la propiedad era comunal- por el patriarcado, que permitía la
conservación de bienes dentro de una sola familia7.
En este contexto histórico, donde las relaciones materiales de intercambio definen las
relaciones sociales del ser humano, se observan especificidades en cada modelo de
educación, de acuerdo al momento histórico del desarrollo de las fuerzas productivas de
la sociedad, pero siempre sujetas al contexto de una división de clases. Se puede
apreciar cómo la división de clases lenta pero certeramente, definió las formas de
aprendizaje y enseñanza, los fines y los medios, y que a través de su desarrollo, puede
contar la transformación de nuestra sociedad.
Es importante señalar, a su vez, que hasta éste momento se ha hablado de los
principales condicionantes que conforman el desarrollo del actual aparato educativo
formal. Sin embargo, existen otras formas de educación, vinculadas con los saberes
ancestrales y las formas tradicionales, en sociedades que no están divididas
categóricamente por clases, tal como se presenta en algunas comunidades indígenas y
negras (concentradas sobre todo en lo que se denomina el Tercer Mundo). Son estas
formas expresiones de una conciencia grupal que invita a pensar en que el conocimiento
adquirido estaba destinado a servir a los intereses de la comunidad, lejos de estar
permeado por las lógicas individualistas que hoy nos dominan y que, a su vez, han
encontrado resistencias y en las prácticas, alternativas.
El modelo universitario colombiano8
El sistema universitario colombiano ha estado permeado históricamente por distintos
modelos de universidad, estrechamente vinculados con los intereses de las élites
gobernantes, la religión católica y las politicas imperialistas. Las primeras universidades
en Colombia pertenecieron a las comunidades religiosas que llegaron con el proceso de
������������������������������������������������������7 Ibid., p. 19
8 Este análisis se basa principalmente en la información histórica que aparece en el libro de GARCÍA Antonio, La crisis de la universidad. La universidad en el proceso de la sociedad colombiana, Bogotá. Plaza & Janes, Editores – Colombia Ltda. 1985.
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conquista del territorio americano9. Estas universidades se caracterizaron por ser parte de
un sistema escolástico y conventual; fueron universidades autónomas pero nunca fueron
universidades públicas, es más, restringieron el acceso a la educación mediante
mecanismos como limpieza de sangre, tradición católica y pertenencia a familias con
títulos de nobleza. Este sistema tuvo como objetivo la represión cultural de la
organización indígena y negra, y su incorporación en la estructura socio-política Colonial,
en su mayoría, mediante relaciones de esclavitud y servidumbre.
Desde el siglo XVII se comenzó a pensar en una universidad pública que dependiese
directamente de la Monarquía, proyecto que se consolidó hacia finales del siglo XVIII con
el afianzamiento de un modelo universitario de corte europeo con tendencia racionalista y
pragmática. Con esto se dio paso al uso de las ciencias exactas con el objetivo de
aprovechar los recursos naturales del territorio y por ende de crear las condiciones
necesarias para comercializarlos. Este cambio fue producto de las nuevas relaciones
comerciales derivadas del contrabando y el comercio con bucaneros ingleses, holandeses
y franceses.
Con el establecimiento del Estado Republicano y su vinculación directa con el mercado
mundial, se inicia una reestructuración de la universidad hacia un modelo liberal de
educación superior. Este proyecto se caracterizó, en principio, por ser educación
impartida únicamente por el Estado, orientada a las nuevas tendencias del modelo
racionalista, liberal y burgués europeo. Promovió la formación de los cuadros
profesionales de la Primera República pero continuó con el carácter elitista de la
educación. Posteriormente se orientó hacia el modelo liberal con una red descentralizada
de educación, paralelo a una nueva concepción de las relaciones sociales: abolición legal
de las relaciones serviles y de esclavitud, ampliación del derecho al voto, abolición del
ejército permanente, reforzamiento de las autonomías locales. En 1867 se funda la
Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia, la cual alcanza a funcionar con
autonomía durante una década antes del advenimiento de las guerras civiles que llevan a
la militarización de los establecimientos universitarios y la destinación de la mayor parte
del presupuesto nacional para la guerra.
En el último tercio del siglo XIX, un proceso de contra-reforma restaura el poder y
������������������������������������������������������9 La Universidad Santo Tomas, primera universidad fundada en Colombia hacia el año de 1573, era una institución universitaria del Convento de Nuestra Señora del Rosario de Santafé.
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hegemonía de los viejos sectores políticos, sociales y religiosos, cerrando las puertas a
cualquier intento de reforma e insurgencia popular. Este cambio se consolidó mediante la
Constitución de 1886 y el Concordato de 1887. La educación pasó a ser controlada por la
Iglesia Católica y el Vaticano, definiendo un modelo de universidad elitista, cerrada,
confesional, autoritaria, limitada a la formación de un pequeño grupo de profesionales y
negando el acceso del pensamiento de filósofos y científicos sociales tales como Darwin,
Marx, Hegel, Kant y Descartes. La Universidad Nacional es convertida en una serie de
escuelas de educación superior, atomizadas y sin unidad orgánica10.
En 1935, bajo el gobierno de la segunda república liberal y la moderna apertura
capitalista, se promovió un modelo educativo universitario democrático y profesionalista.
Se gestionó un sistema integrador, que en la Universidad Nacional se reflejo en la
construcción de la “Ciudad Universitaria” donde se integraron las Facultades e institutos
de la misma y se le dio un nivel de autonomía que incluía el cogobierno de la universidad
con el cuerpo de profesores y estudiantes. Sin embargo, este proyecto de educación para
todos fue desmontado con una contra-reforma en 1946 que concentró nuevamente el
poder político y económico. En este período (1946-1957) aparecen las primeras
universidades privadas que no responden a los intereses políticos ni religiosos, sino a la
formación de una élite tecnocrática cuya competitividad es medida con parámetros
internacionales. En este período se produce el proceso de internalización de las
corporaciones trasnacionales y la instauración de las formas modernas del absolutismo de
Estado.
El modelo de universidad desarrollista, impulsado desde la década de los años sesenta,
ha correspondido al proceso de implantación del sistema norteamericano de educación
superior en el cual hay una marcada diferencia entre los diversos estamentos: a unos les
corresponde administrar; a otros enseñar; y a los estudiantes estudiar -no gobernar ni
administrar-11. Este modelo desarrollista de universidad se caracteriza principalmente por:
una estructura tecnicista y profesionalista de la universidad; la formación de profesionales
que responden a las necesidades de la economía de mercado en el proceso de
transnacionalización pero que se alejan de las necesidades de desarrollo de la sociedad
������������������������������������������������������10 LUCIO, Ricard y SERRANO, Mariana LA EDUCACIÓN SUPERIOR. Tendencias y políticas estatales, Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1992, p. 28.
11 Ibid., p. 63.
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colombiana; la estratificación académica de acuerdo a las necesidades tanto del mercado
interno –trasnacionales, empresas privadas, empresas del estado- como del mercado
internacional reflejado en la migración de personal altamente calificado, estratificación que
a la vez refleja la estructura de clases a nivel de la educación superior; la intervención
directa de las corporaciones transnacionales en la orientación y financiamiento de los
programas de investigación universitaria12. Sumado a esto, este modelo propende hacia
una autonomìa puramente operacional o administrativa de la universidad, cuya dirección
académica sea vertical, de forma que su funcionamiento sea el de una empresa comercial
sometida a las reglas del capital.13
Dentro de este marco, se ha presentado una expansión del sistema universitario. Sin
embargo, dicha expansión se ha reflejado en la aparición de una gran cantidad de
universidades privadas de segunda clase encargadas de recibir el creciente número de
estudiantes que no son soportados por el sistema público y cuyos sistemas de educación
tienen un enfoque tecnicista. La universidad privada se ha mostrado como el paradigma
de empresa rentable y centro hegemónico de la educación superior. Por otro lado la
universidad pública también se ha expandido hacia las regiones, sin embargo, su calidad
y recursos continúan centralizados, bajo la amenaza cada vez más cercana del proceso
de privatización.
La universidad pública depende cada vez menos de sí misma, ha visto coartada su
capacidad de pensamiento crítico y su autonomía por la intervención y represión de un
Estado absolutista que responde tanto a las necesidades de una élite política y social,
como también a intereses imperialistas. Es segregada cada vez más del pueblo que la
sustenta, se aleja de ser un órgano líder en el desarrollo social y cultural que propicie la
transformación de la sociedad colombiana, incapaz de conformar una red nacional
universitaria. Esto es lo que Antonio García denomina la “crisis de la universidad” 14.
Sin embargo, en el período de coyuntura actual de nuestro país, los diferentes grupos
sociales y culturales se han ido uniendo para reivindicar sus derechos, para generar
desde lo local y lo regional un gran proceso de transformación del país. El llamado ha
������������������������������������������������������12 GARCÍA, Antonio, La crisis de la universidad. La universidad en el proceso de la sociedad colombiana, Bogotá, Plaza & Janes, Editores – Colombia Ltda, 1985, p 117-119.
13 Ibid., p. 132-133.
14 Ibid., p. 145.
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incluido a las universidades públicas y algunas privadas, que aún se reflejan en la
sociedad como espacios de lucha y resistencia, como espacios para la construcción
conjunta de un conocimiento que se adapte a las necesidades propias de la realidad del
pueblo colombiano.
Hacia la autonomía universitaria.
Es necesario abordar una definición del concepto de autonomía universitaria, sobre el que
sea posible plantear una propuesta de trabajo respecto a una universidad inclusiva, del
pueblo y para el pueblo. La autonomía universitaria puede ser entendida de diversas
maneras de acuerdo al nivel en que se piense el concepto de autonomía. Antonio
García15 propone tres niveles de autonomía universitaria: a) Aquel en que la universidad
dispone de una capacidad simplemente operacional y administrativa de una cierta
comunidad universitaria, subyugada a los parámetros científicos, ideológicos y técnicos
tanto del Estado como del modelo de desarrollo capitalista ; b) En el que la universidad
tiene un autogobierno, esto es tanto la capacidad de administrar autónomamente los
recursos propios (económicos, físicos, culturales) como la de tomar decisiones sobre el
esquema académico y el estilo de formación de sus profesionales, sin embargo debe
continuar sometida a los lineamientos generales del modelo de desarrollo estatal; c) el
nivel superior, en el cual la autonomía universitaria se entiende como la capacidad de
autodeterminación que conquista una comunidad universitaria cuando se transforma en la
conciencia crítica de una sociedad. En este nivel la universidad se proyecta como un
órgano capaz de establecer su propio rumbo y establecer rumbos culturales de la
sociedad en la cual se integra, sustentada en la identificación con los intereses, propósitos
y objetivos de un pueblo.
Nuestra apuesta se dirige hacia este último nivel, conscientes del compromiso que debe
tener la academia con los problemas que afronta nuestro país y con su participación en la
solución de los mismos.
������������������������������������������������������15 Ibid., p. 28-29.
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II
Colombia: histórica herencia del conflicto por la tierra.
En esta sección se expondrán parte de las dinámicas que hacen que el conflicto histórico
por el control de la tierra revele a los pueblos de Colombia, -un país con gran potencial
agropecuario-, como víctimas de los altos niveles de explotación en el contexto del Nuevo
Imperialismo16. En Colombia, entendemos el destierro (desplazamiento forzado), los
megaproyectos de infraestructura, la proyección de los agro-negocios y/o el conflicto
armado, como expresiones propias de una pugna por el ejercicio de poder territorial.
Problema: La Estructura Agraria:
Cuando hablamos de estructura agraria hacemos referencia a las formas en que está
distribuida la tierra y a las interacciones sociales propias de esa distribución; en el marco
del sistema capitalista va a ser la propiedad privada la variable que explique el conflicto
por la tierra. Para Antonio García17, en América Latina las formas de ejercicio de poder
sobre la tierra, van a estar caracterizadas por elementos señoriales, heredados de la
colonia, que sumado al continuo despojo y destierro de los oprimidos, ha configurado el
“Latifundio como constelación social”: una forma de la estructura agraria que hace que
alrededor del latifundio, el minifundio se vea inmerso, sustentando el valor de la propiedad
privada y una ruralidad aislada y focalizada en las relaciones del terrateniente. Así el
latifundista determina la distribución de la tierra, el acceso a créditos, la forma de los
mercados y su infraestructura, entre otras, mientras los desposeídos alimentan la
estructura agraria latifundista, como siervos, arrendatarios, campesinos sin tierra, o
propietarios de tierras marginales.
Referenciando a Absalón Machado18, la estructura agraria en el país hasta los años 30
������������������������������������������������������16 HARVEY, David, “El nuevo imperialismo: Sobre reajustes espacio-temporales y acumulación por desposesión”, Revista Viento Sur, Traducción de Enrique Rodríguez, Uruguay 2006 pp. 1-26 http://www.correntroig.org/IMG/pdf/El_nuevo_imperialismo.pdf 08/10/2010 17 GARCÍA, Antonio, Sociología de la Reforma Agraria en América Latina, Bogotá, Cruz del Sur, 1973.
18 MACHADO, Absalón. “Diagnóstico de la problemática de tierras en Colombia”. Memorias, Foro tierra, prosperidad y paz. CNRR – Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación. Bogotá. 2010. http://www.cnrr.org.co/contenido/09e/spip.php?article3008&var_mode=calcul. 08/10/2010
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del siglo XX se conformó a partir de la política de feria de baldíos y el conflicto por la tierra
entre antagónicos, terratenientes, desposeídos (campesinos, indígenas y negros) en una
estructura bipolar (latifundio-minifundio) en el período que el autor llama de Pre-
modernidad. De los años 30 a los 70, en lo que denomina Período de Transición, el
conflicto por la tierra se va a caracterizar por la violencia política, propia del conflicto
partidista Liberal-Conservador, basado en el despojo de tierras y el destierro, elementos
constitutivos de las guerrillas armadas, especialmente de las FARC EP.
La estructura Agraria Bipolar se mantiene y se fortalece, mientras desde la política pública
se recogen intentos reformistas (ley 200 de 1936, ley 131 de 1961), centrados en una
apuesta por la modernización productiva del país, lo que significó ampliar la frontera
agrícola como forma de disminuir el conflicto terratenientes-desposeídos, a partir de una
política de reparto agrario de zonas lejanas de los centros urbanos en crecimiento,
especialmente hacia la región de los llanos orientales, las selvas de la Orinoquía y las
zonas de ladera de la cordillera, ramificada en Colombia en oriental, central y occidental,
mientras los valles entre estos sistemas montañosos concentran la propiedad de la tierra,
las aguas y el acceso a mercados locales e internacionales. Así, esta distribución de la
tierra no tocó el gran latifundio y se caracterizó por la parcelación, el mercado de tierras
fuera de los valles productivos interandinos y por la adjudicación de baldíos, en el marco
de una alta fragmentación de la tierra entre los desposeídos.
En un tercer período -siguiendo con Machado-, denominado Modernización trunca sin
Modernidad, la política pública con el Pacto de Chicoral en 1972, cierra la opción de
solución al conflicto por la tierra por vía legislativa, y se manifiesta una clara política de
contrarreforma agraria, que se refleja de los 80 en adelante y se caracteriza por el
despojo violento y el desplazamiento forzado19 dramáticamente demostrado con el
accionar del paramilitarismo como fenómeno político, con una estrategia centrada en el
control territorial, asociado al narcotráfico y a la proyección de proyectos productivos
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19 “En el período comprendido entre 1985 y 2008 (24 años), el desplazamiento forzado afectó a un total aproximado de 4´628.882 personas que integran en promedio 925.776 familias” (CODHES, 2009) “Si tomáramos solamente las cifras de los años de la puesta en marcha del Plan Colombia (2000 - 2009), tendríamos 2´785.417 desplazados, o sea, que durante la ejecución del Plan Colombia se ha producido el 60 % del desplazamiento forzado desde 1985 hasta hoy”. LA PAZ, Allende: “Plan Colombia y desplazamiento forzoso”, La Pluma. Net. 24 de Abril de 2009. http://lapluma.wae-energy.com/index.php?option=com_content&task=view&id=2156&Itemid=98, 08/10/2010.
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agroindustriales, como la palma aceitera, más que a una estrategia contrainsurgente20. En
este escenario, Machado destaca que se acelera un proceso de disputa y codicia por la
tierra, se consolida el testaferrato y con la violencia y poder político existe una involución
en la estructura agraria, ya no bipolar: se eliminó físicamente o a través del destierro a
uno de los actores: los desposeídos. La nueva política pública se orienta hacia el mercado
subsidiado de tierras, dónde al desposeído se le dan créditos impagables para que
compre sus propiedades pero ya no se piensa en la redistribución vía expropiación.
Mientras se agudiza el conflicto por la tierra21, se desarrollan grandes programas de
modernización y se apoya y obliga al sector agropecuario a entrar en los estándares de
competitividad internacional (TLC’s), las formas de producción basadas en el monocultivo
o la ganadería extensiva y la focalización en la agro exportación, mientras el mercado
interno se ve hundido en la miseria22. Para 2010 con el nuevo gobierno, la apuesta del
gabinete del presidente Juan Manuel Santos, desde el discurso oficial habla de la
necesidad de reparar a las víctimas del conflicto armado y del destierro en marco de una
política de modernización del país que apuesta por la empresarización y asalarización del
campo y por explotación intensa de recursos minero energéticos a gran escala. La
respuesta de las comunidades organizadas rechaza, los alcances de la apuesta
gubernamental23 en marco de otro capítulo del conflicto por la tierra en Colombia.
������������������������������������������������������20 PEÑA, Diana María: Megaproyectos, desagrarización y soberanía alimentaria, El caso de los desplazados del Bajo Atrato, Monografía para optar por el grado de economista, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2010.
21“En 1984 las fincas menores de 5 ha correspondían al 65.7% de los propietarios y controlaban el 5% de la superficie (…) en 2001, las fincas menores de 3 ha, pertenecían al 57.3% de los propietarios y controlaban el 1.7% de la superficie. Igualmente, para 1984 las fincas con más de 500 ha correspondían al 0.5% de los propietarios y controlaban el 32.7% de la superficie; (…) en 2001 estas fincas aún correspondían al 0.4% de los propietarios y controlaban el 61.2% de la superficie” FAJARDO, Darío: Informe sobre tierras, justicia y paz, Bogotá, 2010 “Ahora, el uso potencial de cosechas agrícolas es de 21,5 millones de hectáreas (18.9%), mientras el uso real es de 4.2 millones de Ha (3.6%); en pasturas ganaderas el uso potencial es de 14.2 millones de Ha (12.5%) y se utilizan 41.7 millones de Ha, el 36.5% de la territorio colombiano”. FAJARDO, Darío, Informe de consultoría para el Centro Internacional de Toledo para la Paz, Bogotá, 2009.
22 Para Colombia “la producción agropecuaria tuvo un crecimiento negativo del 0,6% en el último trimestre de 2008 y, en todo el año, el rendimiento fue decreciente con relación a 2007; las importaciones de alimentos y géneros agrícolas pasaron de cinco millones de toneladas en 2003 a más de ocho y media en 2008”. SUÁREZ, Aurelio: “El desplome del modelo Carimagua”, MOIR- Movimiento Obrero Independiente Revolucionario. 31 de marzo de 2009 http://www.moir.org.co/EL-DESPLOME-DEL-MODELO-CARIMAGUA.html. 08/10/2010.
23 En este contexto se destaca como la apuesta por “saldar la deuda histórica del Estado colombiano con las víctimas del conflicto armado” que se proclama desde el gobierno nacional contrasta en materias tan importantes, como la definición de las víctimas o la cantidad de tierras a intervenir en marco de la Ley de Tierras. Ver el debate en la CNRR – Comisión Nacional de Reconcialiación y Reparación www.cnrrr.org
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III
ABYA YALA, apuestas para una transformación de la sociedad
Entendiendo los condicionantes históricos que definen las formas y contenidos de la
educación a partir de sociedades divididas en clases y analizando las particularidades en
el caso colombiano de la universidad pública, sus apuestas y los retos que exigen una
completa autonomía, el Colectivo Agrario Abya Yala surge a principios de 2009, como un
grupo de trabajo conformado por estudiantes de varias disciplinas24, que en marco de las
características históricas del conflicto por la tierra en Colombia y de la regulación,
financiación y control de la universidad pública más grande de Colombia, la Universidad
Nacional, hace de las diversas luchas sociales un derrotero para sus líneas de acción e
investigación buscando abrir caminos de transformación social.
Los vivaces reclamos de una sociedad que necesita que la academia trascienda los
linderos de lo teórico y pueda volcarse a pensar y proponer una propuesta de país, que
revolucione y que derrumbe cimientos de dominación que han caracterizado a la sociedad
actual, han configurado un cuadro de acción para quienes nos hemos asumido como
sujetos políticos, librando las luchas tanto en el terreno de las ideas como en la praxis.
Siempre aprendiendo, siempre aportando.
Ejes de trabajo.
1. El Colectivo Agrario Abya Yala acoge la propuesta grupal de construir
colectivamente al interior de la universidad, la cual actúa como punto de encuentro,
de convergencia y divergencia. El constante reto, es encontrarle un mecanismo
interno, un móvil para concederle a la universidad un papel transformador, que
provenga desde las raíces de nuestro inconformismo y que se proyecte ante una
sociedad que se debe transformar.
2. Creemos que la extensión solidaria entre la universidad y sociedad es una de las
������������������������������������������������������24 A la fecha, Octubre de 2010 el Colectivo cuenta con estudiantes de Derecho, Sociología, Economía, Antropología, Administración de Empresas y egresados Economistas y Antropólogos, bajo la tutoría del Magíster en Historia y Economista Julián Vivas. Esta adscrito a la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional y ha desarrollado 4 trabajos de investigación de grado, además de algunas publicaciones en marco del Análisis Interdisciplinar del Conflicto por la Tierra en Colombia.
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formas más provechosas de aprender, aportar y construir. De allí que hemos
iniciado un proceso de fortalecimiento organizativo con una comunidad rural del
municipio de Subachoque, vereda de La Pradera, en Colombia. Los ejes de trabajo
se centran en economía solidaria, herramientas de incidencia en el territorio y
formulación de proyectos. Como parte del apoyo a plataformas campesinas, el
Colectivo Agrario Abya Yala hizo parte de la creación del comité campesino de La
Pradera–Subachoque y ha venido acompañando a la iniciativa Boyacá Real, sitio
de acopio y comercialización de productos campesinos de la Provincia de
Gualivá25. Es una forma de proyectar el trabajo de extensión hacia la articulación
con organizaciones campesinas regionales, cuyo campo de acción se define por
fuera de la Universidad.
3. Con el Seminario Antonio García Nossa, rendimos homenaje a quien fuera uno de
los más grandes defensores de la causa agraria en Colombia y Latinoamérica.
Semestralmente se organiza y discute alrededor del conflicto por la tierra en
Colombia, evocando la memoria del maestro García Nossa, quién convencido de
romper con los postulados coloniales que dominan el pensamiento, aguerrido
militante que acompañó tanto a los indios en su tierra como a las luchas que desde
el marco legal se libraban en los años 40 en medio de turbulencias sociales,
fundador la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional, de fluida
prosa, análisis riguroso y vasta obra literaria, hoy está vigente y recogemos su
legado histórico, crítico y transformador. El Seminario enmarca la propuesta de
análisis e incidencia frente al conflicto por la tierra en Colombia y es un espacio de
coordinación grupal junto a otros colectivos.
4. Nos une la articulación con plataformas estudiantiles que trabajan también el tema
agrario y que con el Colectivo adelantan acciones conjuntas, como la Coordinadora
Estudiantil de Asuntos Rurales, CEAR y el Colectivo de Estudios Rurales. Las
apuestas por el trabajo en conjunto, son una forma de unidad en la incidencia
política dentro de la universidad, allí se proyecta un trabajo de formación interna,
así como escuelas de formación en regiones como El Catatumbo y Valle del Río
Cimitarra, en el nororiente colombiano, donde se comparte con las comunidades
campesinas experiencias relacionadas con derechos humanos, soberanía y ������������������������������������������������������25 Conformada por los municipios de Albán, La Peña, La Vega, Nimaima, Nocaima, Quebradanegra, San Francisco, Sasaima, Supatá, Útica, Vergara y Villeta, del departamento de Cundinamarca.
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seguridad alimentaria entre otros temas.
5. A través de las nuevas tecnologías de la información se ha configurado una
estrategia de comunicaciones que vincula un espacio Web,
colectivoagrarioabyayala.blogspot.com, la información por correo electrónico y las
redes sociales como Facebook, para hacer una difusión permanente y dinámica
que nos exige invitar, convocar, analizar el conflicto por la tierra, opinar, escribir e
investigar. Creemos en hacer del conocimiento una herramienta transformadora
que trascienda los derechos de autor.
6. Nos convoca el contacto con la tierra y las formas ancestrales de comunión con
ella que nos invitan a trabajar comunalmente con la siembra, las semillas, arando,
recogiendo y cultivando basados en la agricultura orgánica, en la Huerta al Sol,
que funciona dentro de la Universidad Nacional de Colombia.
Con las jornadas de discusión académica sobre el conflicto por la tierra, profundizamos en
el debate sobre su análisis y dimensionamiento, partiendo de una visión interdisciplinar.
Se propone un plan de estudio semestral, que recoja los lineamientos históricos del
conflicto por la tierra, los procesos surcados por sectores sociales, la coyuntura y las
propuestas de reforma agraria formuladas desde las políticas públicas y desde las
organizaciones sociales que abanderan espacios de cambio.
Finalmente, presentando nuestra propuesta como forma de responder a lo que García
(1973) denomina como la crisis de la universidad y concientes del conflicto por la tierra
como eje transversal para poder transformar nuestra sociedad deseamos que éste
espacio abierto en el marco de las Jornadas Internacionales de Problemas
Latinoamericanos, sea útil para construir lazos que nos permitan enriquecer nuestras
experiencias y avanzar en el ardúo camino de transmutar el desarraigado vínculo de la
universidad con el país.
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