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El cuento del molinero

____________________________ Geoffrey Chaucer

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En Trumpington, no lejos de Cambridge,serpenteaunarroyocruzadoporunpuente.Auna ribera de esta corriente se yergue unmolino —en donde y os estoy contando laverdad— vivió un molinero durante muchosaños.Eraorgullosoypagadodesímismocomounpavoreal;sabíatocarlagaita,cazar,pescar,remendar las redes, fabricar cazos demaderaenuntornoylucharcuerpoacuerpo.Colgadodel cinto llevaba siempre un largo alfanje dehojamuyafilada,yensu faltriqueraguardabaun puñal pequeño, muy bonito, que era unpeligroparaelqueseleacercaba.Además,ensus calzas llevaba oculto un largo puñal deSheffield.Calvocomoeltraserodeunamonayconunacararedondadeperropachón,era laperfectafiguradeunmatasietedemercado.

Nadie se atrevía a ponerle un solo dedoencima, pues había jurado que el que seatreviera lo pagaría muy caro. Era, a decirverdad, un bribón muy taimado. Solía robartrigoyharina.SeleapodabaFanfarrónSimkin.Tenía esposa demuy buena familia: su padreera el sacerdote de la ciudad, quien paraconseguirqueSimkin laaceptasehabíatenido

quedarleunaimportantedote.Lamujerhabíasidoeducadaenuncolegiodemonjas, loquepara Simkin tenía gran importancia, pues, conel fin de mantener su posición de pequeñoterrateniente, dijo que no tomaría esposa, amenosqueéstaestuvierabieneducadayfueravirgen.Lamujereraorgullosaylistacomounaurraca.

Era un espectáculo ver a esta pareja endomingo: él la precedía por la calle con lacabeza cubierta por una caperuza; ella leseguía,conunvestidodecolorrojo,quehacíajuego con las medias de él. Nadie osaballamarlaodirigírselesindecirle

«Señora»,niapiropearlaporlacalle,amenosque desease que Simkin le degollara conalfanje, cuchillo o daga (los celosos siemprehan sido sujetos peligrosos o, por lo menos,esto es lo que pretenden que sus esposascrean). Como que su reputación no era muyclara,lamujermanteníalagenteadistancia(elaguadelasacequiashacelomismo)conaltivodesdén. Creía que se le debía respeto, tantopor la familia de la que procedía como porhabersidoeducadaenuncolegiodemonjas.

Estaparejahabíatraídoalmundounahija,quefrisabalosveinteaños;hijo,sólohabíantenidoun arrapiezo que todavía estaba en la cuna,puescontabaseismeses.Lamuchachaestababien desarrollada y era algo llenita; tenía unanariz respingona, ojos grises, anchas nalgas,pechos empinados y redondos, y deboreconocer que su cabello era muy hermoso.Comoeratanbonita,elsacerdotedelaciudadpensaba nombrarla heredera de la casa y sustierras y ponía dificultades a que se casara,puesto que quería que hiciera un buenmatrimonio con alguien que perteneciese auna digna familia de rancio abolengo. LasriquezasdelaSantaMadreIglesiadebíancaerenmanosde alguien cuya sangreprocedíadeella,por loqueél tenía intencióndehonrar lasangre divina, aunque para ello tuviera quedevoraralaSantaMadreIglesia.

Porcierto,quemuchagenteacudíaaélconeltrigo y la cebada de toda la comarcacircundante. En particular, había un grancolegioenCambridgellamadoKing’sHall,cuyotrigo y cebada molía. Un día sucedió que suadministradorcayóenfermoyparecióque iba

amorirsinremedio.Aconsecuenciadeello,elmolinero empezó a robar cien veces másharinay trigoqueantes.Hastaentoncesél sehabía contentado con una mesuradaexpoliación, pero ahora era ya un ladrón a ladescarada.Eldirectorseencolerizóyarmóunzipizape,peroelmolineronocedióniunápice;profirió amenazas y negó la acusación enredondo.

Ahora bien, en el colegio del que hablo habíadosjóvenesestudiantes,unostipostestarudosdispuestos a todo. Simplemente por deseoaventurero, solicitaron del director permisopara ir a ver moler el grano del colegio.Estabandispuestosajugarseelcuelloaqueelmolineronoconseguiríarobarles,porlafuerzao por fraude, ni media espuerta de trigo. Alfinal, el director cedió y les dio permiso. UnodeellossellamabaJuan;elotro,Alano.Amboshabían nacido en la misma ciudad, un lugarllamado Strotherl, situado muy al norte delpaís.

Alanocogiótodassuspertenenciasycargóunsaco de grano sobre el caballo. Luego, Juan yAlanopartieron,cadaunoconsubuenaespada

y broquel al cinto. No necesitaron guía, puesJuan conocía el camino. Cuando hubieronllegadoalmolino,echaronel sacodegranoalsuelo.

Alanohablóenprimerlugar:

—¡Ahdelacasa!Hola,Simón.¿Cómoestántuesposaytuchica?

—Bienvenido, Alano —dijo Simkin—. ¡Por mivida!¡SiestáaquíJuantambién!

¿Cómo os van las cosas? ¿Qué os trae poraquí?

—¡Vive Dios! Nos trae, Simón, la necesidad,quenoconoceleyes—dijoJuan—.

«Si no tienes sirviente, cuídate a ti mismo oeres un imbécil», como dicen los sabios.Nuestro administrador está a punto de morirde dolor demuelas, y por eso he venido conAlanoaque trituresnuestrogranopara luegollevárnoslo a casa. Esperoque te des prisa endespacharnos.

—Ahora mismo lo haré; confiad en mí —dijoSimkin—. Pero ¿qué haréis mientras estoytrabajando?

—Yo me situaré junto a la tolva —le replicóAlano— ymiraré cómo entra el grano. Enmividahevistofuncionarestatolvatuya.

—Hazlo,Juan—repusoAlano—.Yomepondrédebajo para ver cómo la harina cae en esaartesa.Creoqueloharébien,puestoquetúyyo somos tan parecidos, Juan. Soy tan malmolinerocomotú.

El molinero sonrió para sí y pensó: «Esto essólo una argucia: creen que nadie puedeburlarles; pero, a pesar de su inteligencia yfilosofía, a fe de molinero que lograréengañarles. Cuanto más inteligentes sean lostrucos que utilicen, más les robaré al final.Incluso llegaré a darles salvado por harina.Como le dijo la yegua al lobo “los que mássabennosonlosmáslistos”.Meríoyodetodoloquehanaprendidoenloslibros».

Cuando tuvo ocasión, se deslizósilenciosamente por la puerta y buscó elcaballo de los estudiantes hasta que lo hallóatado a un espeso arbusto detrás delmolino.Sedirigiódecididamentehacia lamonturay lequitólabrida.Unavezsueltoelanimal,caminóhacia el pantanoendondehabía unas yeguas

salvajes en libertad, y dando un relincho laspersiguióacampotravés.

El molinero regresó y no dijo una palabra;prosiguió con su trabajo haciendo broma conlos dos estudiantes hasta que todo el granoestuvo totalmente molido. Pero cuando laharina estuvo en el saco y Juan salió ydescubrióqueelcaballonoestabagritó:

—¡Socorro! ¡Socorro! El caballo se haescapado. Por el amor de Dios, Alano,muévete. Sal enseguida, hombre. Se nos haextraviadoelpalafréndeldirector.

Alano se olvido de la harina, del trigo y detodo.Lanecesidaddenoquitarojodeencimadelascosasseesfumócomoporencanto.

—¿Cómo?¿Adóndehaido?—gritó.

Lamujerdelmolineroentrócorriendoydijo:

—¡Ay!Vuestrocaballosehaidoconlasyeguassalvajes del pantano, galopando tan deprisacomopodía.Lamanoqueloatóerainexperta.Debiste haber hecho un nudo mejor con lasriendas.

—¡Ay!—exclamóJuan—.Alano,desenvainalaespada; yo haré lo mismo. Dios sabe que novalgomásqueuncorzo,pero¡viveDios!,noseescaparáanosotrosdos.

¿Por qué no lo pusiste en ese establo? ¡Eldiablotelleve,Alano;eresunimbécil!

Y los dos simples salieron corriendo lo másrápidamenteposiblehaciaelpantano.Cuandoel molinero observó que se habían ido, tomódos arrobas de su harina y le dijo a sumujerqueconellahicieseunpastel.

—Te aseguro que voy a dar un susto a esosestudiantes—leespetó—.Unmolineropuedechamuscar la barba de un estudiante, a pesarde los libros que hayan leído. Déjales quecorran. Contémplales y ve cómo se van. ¡Quéjueguenlosniños!

¡No van a recuperarlo fácilmente, por misbarbas!

Lospobresestudiantescorríandeacáparaallágritando:

—¡Ojo! ¡Eh! ¡Eh! ¡Eh! ¡Ahí! ¡Vigila por detrás!Túlesilbasyyoleagarro.

En pocas palabras, por mucho que lointentaron, el caballo corría tanto, que nopudieron cogerlo hasta que al anochecer loacorralaronenunazanja.

Lospobres JuanyAlanoregresaronsudadosycansados comoel ganadobajo la lluvia.DecíaJuan:

—¡Ojalá no hubiera nacido! Hemos sidoburlados. Se ha reído de nosotros. Ha robadonuestrograno,ytodosnos llamarántontos:eldirector, nuestros compañeros y, lo que espeor,tambiénelmolinero.

Así refunfuñaba Juan al caminar hacia elmolino llevando a su bayardo de la rienda.Encontraron al molinero sentado junto alfuego. Como era de noche y no podían ir aningún otro sitio, le rogaron almolinero que,poramordeDios, lesdiesecomidayalbergueacambiodedinero.

Profirióelmolinero:

—Si hay sitio, tendréis vuestra parte; peroocurre que mi casa es muy pequeña. Ahorabien, comovosotroshabéis estudiado, sabréiscómo arreglároslas para convertir un espacio

deveintepiesdeanchuraenunamilla.Ahora,veamos si el espacio os conviene. Siempre lopodréis hacer mayor hablando, que es comoarregláislascosaslosquesoissabios.

—Oye, Simón —dijo Juan—, aquí nos tienescogidos. Por San Cuzberto, cómo te burlas denosotros.Peromuybiendiceelproverbio:«Unhombre solamente podrá tener una de estasdos cosas: o lo queencuentrao lo que trae».Buen hombre, por favor, acógenos y danoscomidaybebida,quetepagaremosatocateja.No puedes cazar un halcón con las manosvacías. Mira; aquí están nuestras monedas,listasparagastar.

Elmolinerolesasóunaocaymandóasuhijaala ciudad a por pan y cerveza; ató su caballoparaquenosesoltaradenuevoy lespreparóuna buena cama con sábanas ymantas en supropiahabitación,amenosdedocepiesdesupropiolecho.

Allí cerca,enelmismoaposento, suhija teníauna cama para ella sola. Era aquél el mejorlugarquepodíantener,porlasimplerazóndequenohabíaningúnotromásenlacasadondedormir.Cenaron,charlaron,hicieron jolgorioy

bebierontodalacervezaquelesvinoengana,hastaquehacialamedianocheseacostaron.

Elmolinerosehabíaembriagadoafondo,perola bebida no le había hecho subir los colores,sinomásbienestabapálido;lesacudíaelhipoyhablabapor lanariz como si tuviera asmaounresfriadodecabeza.Seacostójuntoconsumujer; ella estabaalegre comoungrajo,puestambiénsehabíaremojadoelgaznate.Lacunaestaba al pie de la camapara podermecer alniño o darle de mamar. Cuando hubieronterminado la jarra, lahija se fuedirectamenteallecho,seguidadeAlanoyJuan.Noquedóniuna gota de vino, y no tuvieron necesidad deninguna poción para dormir. El molinero lahabía cogido de órdago, pues roncó como uncaballo mientras dormía, dando ruidososgraznidosdespuésdecadaronquido;prontosumujer le acompañóen el coro,metiendomásruidoqueél, si cabe.Se lespodíaoír roncaramediokilómetrodedistancia.Paranodejarlessolos,lahijatambiénroncabaaplacer.

Después de escuchar esta sonora melodía,AlanodiouncodazoaJuanyledijo:

—¿Estásdormido?¿Oístealgunavezgraznidossemejantes?¡Vayaconcierto!Así lesdésarna.Es la cosa más horrible que he escuchadojamás.Yestovademalenpeor.Yaveoquenopegaréojoenloquequedadenoche;peronoimporta,todoseráparabien,puesteaseguro,Juan, que intentaré trabajarme esa chica sipuedo. La ley nos permite algunacompensación,Juan,pueshayunaleyquediceque si un hombre es perjudicado de algunaforma, debe ser compensado de otra.No hayquiennieguequenosrobaronelgrano.Hemostenidomalasuertetodoeldía;perocomoseaque no da satisfacción por la pérdida que hetenido,metomarélacompensación.¡PorDiosquevaaserasí!

—Mira lo que haces, Alano —repuso Juan—.Ese molinero es un tipo de cuidado, y sidespierta de repente, puede darnos undisgusto.

—Unapulgamedamásmiedoqueél—repusoAlano, quien se levantó y se deslizó hastadonde se hallaba la chica, que estabaprofundamente dormida panza arriba, perocuando lo vio, estaba tan cerca que era ya

tardeparagritar.Enotraspalabras,queprontollegaron a un acuerdo. Pero dejemos a AlanodivirtiéndoseyhablemosdeJuan.

Juan se quedó donde estaba unos cuantosminutosyempezóalamentarse.

—¡No le veo la diversión! —se dijo—.Solamentepuedodecirquemehantomadoelpelo a fondo sin que, como mi compañero,obtengaalgoacambio.Él,porlomenos,tienea la hija del molinero en sus brazos. Haprobado fortuna y le ha salido bien,mientrasyosigoaquíacostadocomounsacodepatatas.Y cuando se cuente esta aventura algún día,parecerá que he estado haciendo el imbécil.Me acercaré a tomar fortuna y ¡qué pase loqueDiosquiera!,comosueledecirse.

Por lo que se levantó y, sin hacer ruido, seacercó a la cuna, la cogió y sigilosamente lallevóalpiedesupropiacama.Pocodespués,lamujer del molinero dejó de roncar y sedespertó. Se fue a orinar, regresó y noencontró la cuna. En la oscuridad buscó atientas aquí y allá, pero no la pudo localizar.«¡Diosmío!—pensó—.Porpocomeequivocoymemetoenlacamadelosestudiantes.Dios

meproteja,puesmehabríaencontradoconunbuenlío».

Ysiguióbuscandohastaquelocalizólacuna.

Entonces siguió tocando los objetos con lasmanos a tientas hasta que encontró la cama,pensandoqueeralasuya,pueslacunaestabajunto a ella. No sabiendo exactamente dóndeestaba,seintrodujoenellechodelestudiante.SequedóquietaysehubiesedormidosiJuan,cobrando vida, no se hubiera echado encimadelabuenamujer.Éstapasóelmejorratoquehabíagozadoenaños,puesél la trajinócomoun loco, entrando a por uvas con fuerza. Asífue cómo los dos estudiantes lo pasaron tanricamentehastabienavanzadoelalba.

Por la mañana, Alano empezó a cansarse detanto trabajonocturnoysusurró:Adiós,dulceMolly; ya llega el día; no me puedo quedarmás. Pero, por mi vida, que mientras viva yrespireserétuhombre,dondequieraqueesté.

—Entonces ve, cariño, y adiós —dijo ella—;perotediréunacosaantesde irte:cuandoosmarchéis a casa, al pasar frente al molino,detrás de la puerta, encontraréis un pastel

hechocondosarrobasdevuestraharina,queayudéamipadrearobar.¡QueDiostebendigayteproteja,cariño!

Yaldecirestocasisepusoallorar.

Alanoselevantóypensó:«Medeslizarédentrodelacamademiamigoantesdequerompaeldía». Pero su mano tropezó con la cuna ypensó: «Dios mío, sí que estoy errado. Micabezame da vueltas después del trabajo deestanoche,yporestonosécaminarrecto.Porla cuna, veo que me he equivocado de ruta.Aquíduermenelmolineroysumujer».

Asíquisoeldiabloqueelestudiantesemetieraen la cama en la que dormía el molinero.Pensando que se metía al lado de su amigoJuan,secolocóalladodelmolinero,leechóelbrazoalrededordelcuelloydijoenvozbaja:

—Tú, Juan, imbécil, despierta, por Dios, yescucha,¡porSantiago!Estanochehejodidoalahijadelmolinerotresveces,mientrastúhasestadoaquíhechounflan,temblandodefrío.

—¿Qué has hecho, bandido? —gritó elmolinero—. ¡Por Dios que voy a matarte,mequetrefe, traidor! ¿Cómo te atreves a

deshonrar a mi hija, ella que es de cuna tannoble?

YagarróaAlanoporlanuez,quienasuvezserevolvió y le dio un puñetazo en la nariz. Unchorrodesangrelebajóporelpecho,ylosdosserevolcaronporelsuelocomodoscerdosenlapocilga,sangrandoporlabocaylanariz,yseatizaron de lo lindo hasta que el molinerotropezó con una piedra y cayó de espaldassobre sumujer, que no se había enterado deesta tonta pelea. Acababa de dormirse en losbrazos de Juan, que la había retenido toda lanoche, pero la caída la despertósobresaltándola.

—¡Socorro, Santa Cruz de Bromeholme! —exclamó—. A tus manos me encomiendo,señor. ¡Despierta, Simón! Tengo un diabloencima.Micorazónestalla.¡Ayúdame,quememuero! Tengo a alguien sobremi estómago ysobre mi cabeza. ¡Ayúdame, Simkin! Estosmalditosmuchachosestánpeleándose.

Juan saltó de la cama lo más deprisa posibleque pudo y, a tientas, buscó un palo por lapared. La mujer del molinero se levantótambiény,conociendolahabitaciónmejorque

Juan,prontoencontróunoapoyado juntoa lapared. Por la débil luz que daba laresplandeciente luna al filtrarse por la rendijade la puerta distinguió a la pareja que estabaluchando, pero sin poder saber quién eraquién, hasta que su vista distinguió algoblanco. Suponiendo que eso blanco era elgorrodedormirdeunode losestudiantes, seacercóconelpaloconlaintencióndedarleunbuenestacazoaAlano,peroledioasumaridoenplenacalva,quecayóalsuelodandovoces.

—¡Socorro,mehanmatado!

Losestudiantesledieronunabuenapalizayledejaron tendido en el suelo. Entonces sevistieron,recogieronsucaballoylaharinaysefueron, no sin antes detenerse en el molinopara recobrar el pastel hecho con sus dosarrobasdeharina.

De esta manera el fanfarrónmolinero recibióunabuenapaliza,perdiósupagapormolerelgranoytuvoqueapoquinartodo loquehabíacostado la cena de Alano y Juan y acabócornudoyapaleado.Lejodieronalamujeryala hija. Éste es el pago que recibió por sermolinero y ladrón. Ya dice bien el proverbio:

«Quien a hierro mata, a hierro muere». Lostimadores,alfinal,acabansiendoellosmismostimados. Y Dios, que se halla con toda sumajestaden lagloria,bendigaa todos losquemehanescuchado.Asíhecorrespondidoyoalmolineroconmicuento.

FIN

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