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LUGAR DE PABLO

EN EL

CRISTIANISMO.

El apóstol Pablo ha constituido siempre para la comunidad cristiana un grave problema.

Pablo: fue y sigue siendo un incomprendido, un solitario, «sin duda uno de los más importantes en la historia de la iglesia y, ciertamente, el más dis cutido ya en tiempos de la cristiandad primitiva».

La figura de Pablo, como la de Jesús de Nazaret, no se puede estudiar con indiferencia o desde la distancia; sus excesos y defectos así como su portentosa dedicación a la predicación del evangelio estuvieron motivados en una toma de postura personal, en una pasión y una necesidad (1 Cor 9,16-18).

LA PERSONA DE PABLO COMO

PROBLEMA HISTORICO.

Pablo tiene «el don de apasionar, y atormentar a la vez, a quien intente penetrar el secreto de su obra y de su vida»

a) Una personalidad

difícil

Pablo de Tarso tuvo que ser, en realidad, un hombre contradictorio, un carácter difícil: «hombre de pasión y místico, organizador y fi lósofo, misionero y teólogo, apologista y director de almas, reunía los dos extre mos del espíritu humano, razón e imaginación, espíritu sintético y analítico, uni versal y profundo, lógico e intuitivo.

Como hombre, apóstol y escritor, no era una persona distante o neutral; siempre apasionado, se comprometía de lleno y se dejaba fácilmente arrastrar por lo que le ocupara en ese momento.

Hombre conflictivo

En sus comunidades adoptaba actitudes de dominador, acostumbraba a imponer su voluntad sobre los demás, solía reclamar la autori dad suprema de apóstol, llevaba siempre la razón y con facilidad perdía la com postura cuando estaba en entredicho su rango.

Su carácter fuerte.

Apasionado e impaciente.

Consciente de su debilidad no duda, a veces, de ponerse por modelo.

Capaz de amar hasta la ternura.

Podía herir con sarcasmo.

No le hacía proclive al com promiso ni al diálogo sereno.

Tan compleja personalidad le llevó, lógicamente, a numerosos conflictos personales. En su primera etapa, con Juan Marco (Hch 12,24-13,5.13)

Con Ber nabé (Hch 15,36-41)

Con Pedro (Gal 2,11-21), con quienes, a pesar del decisivo apoyo que le prestaron, no dudaría en romper.

Hay que admitir, en su descargo, que para sus contemporáneos Pablo no era el apóstol que luego llegó a ser en la iglesia, a partir ya de Hch.

Y, sobre todo, hay que achacar a Pablo una identificación excesiva entre el evangelio y su per sona.

Perseguidor Perseguido

Perseguidor de cristianos (Hch 8,1-3; Gal 1,13.23), el Pablo cristiano estuvo ex puesto a frecuentes y graves peligros (2 Cor 11,23), que le hicieron en alguna ocasión temer por la vida.

Dialectico impenitente:

Su forma de ser influía en su forma de pensar y escribir.

La lista de sus famosas antítesis es impresionante: muerte/vida (Rom 5-6.8), ley/fe (Rom 3,21-4,25), carne/espíritu (Gal 5,16-21), perdición/salvación (1 Cor 18; 2 Cor 1,15; Flp 1,28), desobediencia/obediencia (Rom 5,19; 11,30-32).

peca do/gracia (Rom 5-8), esclavitud/libertad (Gal 4; Rom 8); debilidad/fuerza (2 Cor 10-13); sabiduría humana/sabiduría divina (1 Cor 1-4), Adán/Cristo .

Pablo se sabe apóstol por carisma gratuito e inesperado (Gal 1,11-12.15), pero se presenta como apóstol de tradiciones institucionalizadas.

Dotado de enor me sensibilidad y rápida inteligencia, usó con sus adversarios una ironía hi riente (1 Cor 4,10), casi sarcástica (Gal 5,12); solía presentar a la posición del contrario para demolerla con contundencia (p.e., Rom 2,1; 3,3-6.31; 6,2.15-16; 1 Cor 13,16).

Enfermo incurado

Además de difícil, Pablo pudo ser un hombre enfermo

Por más esfuerzo que se ha hecho, no se ha logrado identificar la naturaleza de su mal (2 Cor 12,7), alguno incluso ha negado la existencia de una auténtica enfermedad,

epilepsia, malaria, alguna enfermedad de piel.

LAS IMÁGENES DE ECLESIALES

DE PABLO

Sus cartas fueron colec cionadas tempranamente y difundidas, constituyendo el embrión del canon cris tiano.

El apóstol, que en vida había sido contestado con violencia, fue rápidamente canonizado.

Su estilo y sus ideas produjeron una nueva literatura, probándose así la fertilidad de sus intuiciones frente a las nuevas necesidades comunitarias.

Aparición eclesial de Pablo en el siglo II

La herencia paulina comenzó a tener su historia en el mismo en el N.T.

El entusiasmo ante su obra y por su persona ha convivido en la iglesia siem pre, ya desde el siglo II.

Fue Lucas, sin duda, quien creó la imagen católica de Pablo, concediendo a su obra más de la mitad de su segundo libro (Hch 7,59).

PABLO se vio siempre

domesticado de nuevo por la Iglesia bajo

formas diversas : primero como

misionero y como mártir y

más tarde como

dogmático.

La iglesia en el siglo III y IV estuvo más preocupada de su unidad y supervi vencia, de la defensa de la fe y de la disciplina moral, que de las grandes cuestio nes teológicas; además, a una iglesia que se sabía libre de la ley poco le podían decir las mejores páginas paulinas.

CANONIZACIÓN DE UN REBELDE.

Como su persona real, la herencia eclesial de Pablo ha resultado difícil de asumir. Como su incómoda personalidad, también su pensamiento origina po lémica y división; no existe el Pablo entendido, en realidad el único que existe es el Pablo siempre mal entendido.

Al lado de esta imagen de Pablo que va a dominar en la iglesia futura, existe también el verdadero y auténtico Pa blo que siguió cerrado en sus siete cartas y que se mantuvo inaccesible en nume rosos planos para las siguientes generaciones.

Es verdad que muy pronto la or todoxia y el entusiasmo se apoderan de ese Pablo y lo destierran una vez más a sus epístolas. Pero la iglesia sigue conservándolas en su canon, y de este mantiene arropada su crisis permanente. Quien canoniza a un rebelde, se expone a un estado de rebelión.

PANORAMA DE LA INVESTIGACION PAULINA

SIGLO XIX

Ferdinand Ch. Baur (1792-1860)

Tomando las cartas paulinas —sólo consideraba auténticas Rom, 1 y 2 Cor, Gal — como do cumentos históricos de una época, buscaba reconstruir el proceso histórico del cristianismo primitivo, al que concibió constituido por la pugna entre dos parti dos o concepciones opuestas del ser cristiano.

Resaltaba la importancia de la vida del apóstol pa ra entender su teología, destacó la importancia del grupo opositor a Pablo en la formación de sus ideas y contribuyó a la búsqueda de un centro en el pensamiento paulino.

La obra de Heinrich J. Holtmann (1832- 1910

Pablo sería el representante de la adolescencia del cristianismo; llevó a cabo la helenización de la fe cristiana con tribuyendo así a facilitar el paso del mensaje primitivo al dogma eclesial.

La teología liberal, inspirada por el neokantismo.

Siglo xx

Afirmaba que Pablo había creído con todas sus fuerzas en la pronta veni da de Cristo y en la inminencia del fin del mundo; el acto histórico de la salva ción y la irrupción futura de su señorío están en su concepción muy próximos entre sí.

Wilhelm Wrede (1859- 1906)

Considera a Pablo no ya un seguidor de Cristo sino el fundador del cristianismo; así polarizaba la investigación posterior con la alternativa o Je sús o Pablo para explicar el origen histórico del cristianismo.

Pablo no sería el helenizador del cristianismo sino un místico judío que ve en la exis tencia cristiana, el ser-en-Cristo al que el creyente se inicia en el bautismo, como la realización de las esperanzas escatológicas.

En Pablo estarían presentes tres concepciones de la redención: la escatológica, centrada en la espera de Cristo, reino de Dios; la mística, caracterizada por el ser-en-Cristo; la jurídica, el tema de la justificación por la fe, que no sería más que un aspecto secundario.

Karl Holl (1866-1926),

Histo riador del cristianismo,

afirmó que fue Pablo precisamente quien libró al

cristianismo primitivo de naufragar en el helenismo.

Ha cía responsable a Pablo de la disolución

del espíritu revolucionario y

rebelde que la figura y el pensamiento de

Jesús habría aportado, al

interpretar su muerte en cruz como

salvación ya concedida sin lucha

ni esfuerzo renovador humanos.

Ernst Bloch (1885 1977)

Todas estas circunstancias invi taron al pastor suizo Karl Barth (1886-1968) a publicar su comentario a la carta a los Romanos .

Barth reaccionaba contra el ambiente dominante en el protestantismo de fi nales de siglo, que había convertido a Pablo en el hombre de acción, fundador de la cultura occidental; en el pensador que habría liberado el cristianismo del judaísmo.

Acuciado por esa situación

Centró en el mensaje mismo, considerando el pensamiento de Pablo como predicación, en la que se revela Dios desvelando al hombre su propia condición: la salvación era obra exclusiva de Dios.

Lo que motivó la controversia y el distanciamiento con Rudolf Bultmann (1884-1978), quien, considerando también la predicación paulina como palabra de Dios (teología), la interpreta existencialmente, como palabra sobre el hombre.

El kerigma debe responder al hombre preocupado por sus de rechos y de su existencia individual amenazada; la salvación que le sea prometi da, para que sea atendida, tiene que recoger esa preocupación y liberar de esa amenaza.

La reducción antropológica de la teología paulina en la interpretación bultmanniana llevaba implícita una desvalorización de la historia salvífica y la volatización de los hechos salvíficos.

El centro de la teología es ahora la cristología escatológica, desde donde se explican todas las demás dimensiones, pasando a plano destacado la comuni taria y la cósmica.

El pionero de esta nueva postura ha sido Ernest Kásemann (1907-1980), quien ha situado en la apocalíptica el origen de toda la teología cristiana en tendiendo por

apocalíptica la espera inminente de la parusía; según él, Pablo no se preocupa de manera particular por la antropología.

«La teología de Pablo debe exponerse partiendo de lo que constituye el núcleo de su pensamiento, del evangelio de la revelación de la justicia de Dios en la cruz de Cristo».

«el núcleo del mensaje del Apóstol es que la salvación llega sólo y de mo do definitivo por Jesucristo»

el evangelio anunciado al hombre es, al mismo tiempo,

el apocalipsis del hombre.

Jesucristo es el evangelio; desde él, y

con posterioridad a él, conoce Pablo quién es

el hombre:

A la base de este doble principio está el

desvelamiento de la persona de Jesús para

Pa blo.

Cada día se afirma con más seguridad que la perspectiva escatológica en Pa blo no constituye algo accidental, sino que deriva de su propia experiencia cre yente, que fue la de un judío de robusta conciencia y no la de un angustiado hombre moderno.

Es «la cima de su doctrina»; la novedad de la vida en Cristo se sitúa en tener en posesión ya los bienes que se esperan.

Pablo com partía con Jesús la espera inminente del juicio de Dios y con la primera comuni dad se sabía ya salvado: la experiencia no agotaba la esperanza, más bien la mo tivaba.

En este enjuiciamiento del pensamiento paulino se está logrando una sorprendente unanimidad: católicos, como Otto Kuss (1905-1989), y judíos como Hans J.Schoeps (1909-1980)

Pablo predicó la salvación que había experimentado; se podría in cluso decir que hizo de su biografía más personal el objeto de su evangelio; de ahí que su testimonio fuera fehaciente y el fruto de su trabajo, las comunidades que fundara.

El Pablo de la historia no es siempre identificable con el Pablo asimilado por la iglesia ni con el Pablo reconstruido por la investigación.

Con todo, el estudio de Pablo y su obra es una necesidad y una oportunidad para todo creyente; si al go ha de quedar claro, tras esta reseña de la historia de la investigación, es que los textos paulinos fueron siempre comprendidos de una manera diversa, pero jamás se acabaron de comprender totalmente.

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