días de ayuno
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Días de ayuno – Exfanfarria teatro
O cómo hacer del hambre un sarcasmo para comerse el mundo con un chiste
Director y dramaturgia: Fernando Zapata. Actor: Juan Diego Zuluaga.
“El artista del hambre” de Franz Kafka, poco tiene que ver con la obra. El texto
dramático enriquece de tal manera la intuición de Kafka que posiblemente estemos
frente a un hipertexto: se ha trascendido la idea original; la palabra circo no aparece
en todo el cuento, sin embargo, es el leit motiv del drama: un ayunador como objeto
de espectáculo. Quizá el cuento de Kafka que está en la línea de la sátira, cual Jonathan
Swift o Francois Rabelais, al presentar un personaje bajo un narrador omnisciente,
haya pretendido, cómo no creerlo, llevar al absurdo la formulación del arte como una
representación ajena de la realidad, aquello que se aleja de lo real está fuera de lo
estético. ¿Qué hace esta obra de genial para aumentar dicho argumento? Se concibe en
dos planos, el primero y principal, está en lo discursivo, construir un monólogo en el
cual un actor sea todo. El hambre es el juego del cual se parte, se tiene libertad para
delirar, para hablar en desorden, para reducirse a los disparates, desvariar sin más
pretensiones que hacerlo todo satírico, pues es “el loco” quien tiene vía libre para
expresarse de cuanto quiera, sin mediación de la razón, de la moral, de ningún tabú.
En segundo plano, está su cuerpo, como no solo delira el discurso, sino también sus
movimientos, se hace del cuerpo una obra de arte, desde lo grotesco, lo ágil, lo
escatológico. Una estética de la fealdad como valdría la pena siempre reflexionar de lo
grotesco, en este caso está en su vestuario, este hombre usa un trapo de calzón, y toda
su indumentario me remite a Oriente, sus burlas al ayunar me conduce a Buda, en sus
ejercicios de meditación es donde más puede burlarse de quienes doman a las bestias,
de quienes pretenden comprender al ser humano…
El escenario es una jaula para animales. Su delirio lo hace sentirse rata, cerdo, tigre.
Ponerse en los zapatos de una bestia de circo, domable/indomable es porque en el
interior de cada ser su libertad anda descalza. La rata empieza, se nos presenta como
un hambriento artista (se ruñe los dedos de los pies, se percibe su disfrute), sin
albedrío, solo con palabra ¿cuánto no dirán los animales en cautiverio? Mas no se
queda ahí, quiere aun penetrar más al público: comienza sin pudor a masticar papel
rasgado... Después es un cerdo, su ceñirse al suelo, su mostrarnos la retaguardia, el
sentarse a defecar en un pato: todo esto son diagnósticos de una búsqueda interna; se
muestra como ajeno a cualquier recato, no sufre de vergüenza, es convertido a sí
mismo en una burla, descree de Dios, se burla de los espectáculos grandilocuentes,
reseña cómo fue una celebridad, su acto era habitar tal cual actúa, mostrarse cauto,
flaco, sin voluntad. De pronto, una reflexión magnánima: ¿cómo es posible que del
castigo surja el arte? El circo en su totalidad es puesto en cuestión, su historia íntima
es parte siempre de sus delirios, aprendió de un maestro, este pronto ganó prestigio,
40 días de ayuno, se queja de su hazaña: entraban de pronto a pesarlo a revisarlo un
médico, él quería más, podía batir muchos récords: “los recuerdos embolatan el arte,
el hambre”…
Es un artista de la “no ingestión voluntaria”: “cuando me da hambre, hablo y hablo sin
parar”. Su acto pasa de moda. Es, entonces, cuando surge la obra, un ayunador sin un
acto. “El arte debe ser otra cosa”… Esta afirmación nos hace sentir perplejos, ni
comedia ni drama, el teatro es vida, la vida de cualquier ser. Su ayuno no solo es de
comida, es también sexual, entra la transgresión… La imaginación que usó el
dramaturgo para inventarse tantas burlas que el mismo Kafka no hizo es meritorio. El
ayuno, Oriente, el juego con lo animal del hombre, la voluntad que supera lo humano
por medio de la sinrazón. Lodazales mentales siendo un cerdo, la furia con que se
enfrenta al domador ejerciendo de pantera. ¿Qué es eso otro que lo hace arte? Es la
entrega de un actor, que se come por completo la escena que hace sobren
interlocutores, que en desvaríos es tan hondo que un filósofo en su torre no podría. Se
nos dice que no puede crearse nada en óptimas condiciones, es cierto, el hambre, los
artistas del hambre, lo que tuvieron que esforzarse por salir adelante, son esos
[muchas veces] que han creado magistrales pinturas, poemas, partituras… El hombre
más allá del hombre, en su retorno a la naturaleza, en camino a un desvío de su
racionalidad pedante, pedrestre, ajena la figura de su alquimia, crea estertores.
Alejandro Herrán
31/08/2015
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