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SUMARIO
Terruños.Número 22_marzo 2012.
EditaFUNDACIÓN PARA LA CULTURA DEL VINOAtenas, 2 - 1º28224 Pozuelo de Alarcón (Madrid) e-mail: info@culturadelvino.orgwww.culturadelvino.org
Presidente Eduardo Muga Peña
VicepresidenteLuis Miguel Beneyto
Gerente Rafael del Rey Salgado
Redacción y coordinación Rafael del Rey, María Gasca Elósegui, Margarita Contreras
Colaboran en este númeroLuis Vicente Elías, Eliana Bórmida, Gemma Molleví, Luis Mos-quera, Inmaculada Martín, Laura Santín, Miguel Martín, Lina-rejos Cruz, Emilio Barco, Asociación para la Defensa delPaisaje Riojano, Jesús Yraola, Antonio Casado, Justo Banegas,José Hidalgo, Ignacio de Miguel y Alberto Coronado.
ImágenesWines Of Argentina, Fundación para la Cultura del Vino,Pedro Menéndez, José Alfonso Sierra, Miguel Martín, Shut-terstock.
Ilustración de portada Alberto Coronado (Magic Circus)
Diseño y maquetaciónMagic Circus
Terruños no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores
Patronato de la Fundación para la Cultura del Vino:
• Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente
• Bodegas Julián Chivite
•Vinos de los Herederos del Marqués de Riscal
• Bodegas La Rioja Alta, S.A.
• Bodegas Muga
• Bodegas Terras Gauda
• Bodegas Vega Sicilia
COMPARTIENDO TRADICIÓN, GENERANDO CONOCIMIENTO
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El paisaje del viñedo desde todas las miradas 4Luis Vicente Elías Pastor
El paisaje del viñedo: una muestra de arqueología sincrónica 10Luis Vicente Elías Pastor
Viña, paisaje y arquitectura en los Andes del sur 12Eliana Bórmida
El sector vitivinícola y el paisaje: dependencia, promoción, fomento 16Gemma Molleví Bortoló
La divulgación y la imagen del paisaje del viñedo 20Luis Mosquera
Viejos guerreros 21José Alfonso Sierra
El mercado del vino como mecanismo de protección de su paisaje 22Inmaculada Martín Portugués
La ausencia de imagen del paisaje del vino español 24Laura Santín
Paisaje del viñedo: una mirada fotográfica 27Miguel Martín
El paisaje del viñedo como recurso 41Linarejos Cruz
¿Cuánto vale un paisaje de viñedo? 38Emilio Barco Royo
¿Cómo se protegen los paisajes agrícolas? 46Asociación para la Defensa del Paisaje Riojano
Viaje sensorial 50Jesús Álvarez de Yraola
Vino, paisaje y arquitectura 56Justo Banegas
Un viaje varietal 60Antonio Casado
Variedades autóctonas - variedades internacionales: un debate abierto 63José Hidalgo Togores / Ignacio de Miguel Poch
El sabor de los grandes: Vega Sicilia 68Alberto Coronado
Noticias de la Fundación 74
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El viñedo es la base sobre la que se asienta el
mundo del vino así como la cultura que lo
rodea. Sin él no habríamos tenido vino en los
últimos 5.000 años, pero tampoco tendríamos
el paisaje, el asentamiento de nuestros viticulto-
res, los pueblos que de él dependen y su positi-
vo efecto en el medio ambiente. De ahí que el
viñedo se vea por la gente del sector y gran
parte de la sociedad como un valor a preservar.
En torno a este valor fundamental del viñedo,
reunimos en esta nueva edición de la revista
TERRUÑOS a un extraordinario elenco de
profesionales. Muchos de ellos, de la mano
experta de Luis Vicente Elías y la colaboración
extraordinaria de Margarita Contreras, fueron
ponencias en el curso que la FUNDACIÓN
PARA LA CULTURA DEL VINO patrocinó el
pasado verano en El Escorial. Entre ellos se
encuentran la propia contribución de Luis
Vicente, así como la interesante exposición de la
arquitecta argentina Elena Bórmida, las reflexio-
nes de Gemma Molleví, Luis Mosquera,
Inmaculada Martin, Laura Santín y Linarejos
Cruz. Participación destacada en este curso y en
la revista tienen las impresionantes fotografías
de Miguel Martin.
A defender la importancia del viñedo contribu-
yen también aportaciones que reunimos en
esta edición como la valoración económica de
Emilio Barco, la visión de Justo Banegas o las
reflexiones sobre la necesidad de su protección
EDITORIAL
Eduardo Muga Peña
Presidente de la Fundación
para la Cultura del Vino
que hace la Asociación para la Defensa del
Paisaje Riojano. Intercaladas entre todo el texto
y como muestra de la belleza que nos brinda el
paisaje vitícola español, se incorporan también
fotografías extraordinarias de José Alfonso
Sierra. Fotografías que nos permiten sentir la
importancia del viñedo, como podemos sentir-
lo en el entretenido viaje sensorial de Jesús
Álvarez de Yraola.
Pero el viñedo, además de por su importancia
intrínseca, es esencial y debe preservarse por el
fruto que da: las uvas de las que sale el vino.
Ahora, ¿qué tipo de uvas? Es un auténtico lujo
para TERRUÑOS poder contar entre sus cola-
boradores con profesionales como Antonio
Casado, que nos introduce al “viaje varietal”, y
Pepe Hidalgo que, junto con Ignacio de Miguel,
nos expone sus opiniones en el debate entre
varietales autóctonas frente a internacionales.
Todo ello, junto con la reseña que Alberto
Coronado hace de la última edición del Sabor
de los Grandes con vinos de Vega Sicilia y las
noticias de actualidad de esta Fundación, forman
esta edición. Edición que ha sido posible gracias
al esfuerzo de muchas personas y, particular-
mente, el entusiasmo que el mundo del vino
despierta en grandes profesionales como el
propio Alberto Coronado, Margarita Contreras
y María Gasca. A ellos y todos los que han
hecho posible este nuevo número de
TERRUÑOS, nuestro sincero agradecimiento.
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Nuestra intención al plantear este Curso (patrocinado por la Fundación para la Cultura
del Vino) y artículos era la de reunir a un número de especialistas de diferentes ramas
del saber, para hablar de un tema concreto y debatir sobre un paisaje agrario específico
dedicado a la producción de uva y, como resultado, a la elaboración del vino.
El paisaje del viñedo desdetodas las miradas.Cursos de Verano Universidad Complutense de Madrid.El Escorial, 20-22 de julio 2011.
Es abundante la información sobre el vino y en
muchas áreas universitarias se estudia y se
investiga sobre esta bebida y alimento. Pero el
tema del paisaje del viñedo, todavía en España
no ha sido suficientemente estudiado y por lo
tanto no es considerado y valorado.
Probablemente hayan sido los usuarios, aficio-
nados y consumidores, los que movidos por un
interés estético se hayan fijado en el paisaje del
viñedo y esto haya provocado el inicio de una
nueva mirada hacia las viñas, más allá de por su
carácter productor de unas apreciables uvas.
A esta falta de interés sobre el paisaje del
viñedo, ha podido colaborar un cierto despre-
cio sobre lo que es el paisaje agrario español,
frente a la importante consideración que se
ofrece sobre “los paisajes naturales”, y nos refe-
rimos con este impreciso concepto a los terri-
torios generalmente boscosos, montañosos o
vinculados con elementos hídricos que reciben
ciertas valoraciones como las de “espacios,
reservas, parques” calificados como naturales.
En España gozamos de un gran número de
espacios naturales con diverso grado de pro-
INTRODUCCIÓN
Por Luis Vicente Elías Pastor
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tección y por lo tanto de consideración y de
valoración, pero muy escasos de esos
“bellos” territorios tienen que ver con la acti-
vidad agraria.
Algunas veces oímos hablar de la Huerta
Valenciana, de los Arrozales del Delta del Ebro,
o del Mar de Olivos de Jaén, pero si estudiamos
la protección de esos espacios veremos que es
muy escasa.
Con el caso del viñedo nos sucede algo similar.
Nosotros hemos llegado al paisaje del viñedo
a partir de los elementos culturales de la vid y
del vino; observamos el paisaje del viñedo
como una parte del conjunto cultural que el
mundo del vino posee, y es entonces cuando
percibimos que ese conjunto cambiante de
plantas puede ser observado desde varias
perspectivas científicas, y ese ha sido el objeti-
vo del Curso.
Al ser la primera incursión en el estudio del
paisaje agrario de la viña, hemos de conside-
rar este Curso como una introducción para, a
partir de estas informaciones, pasar a la
lectura de la bibliografía más especializada
sobre el tema.
Las diferentes miradas.Hemos pretendido con las conferencias y
mesas redondas abarcar diferentes aspectos
y desde distintos ángulos, comenzando por
una visión del paisaje del viñedo desde la
antropología.
A partir del estudio de la cultura de la vid y el
vino, Luís Vicente Elías del Departamento de
Documentación y Patrimonio Cultural de
Bodegas R. López de Heredia Viña Tondonia de
Haro (La Rioja), a través de su ponencia: “El
paisaje del Viñedo: una muestra de arqueología
sincrónica” nos ha explicado como el paisaje
del viñedo es el fruto de la actividad del agri-
cultor a lo largo de los siglos en los diferentes
territorios de cultivo. Partiendo del análisis de
distintas fuentes escritas que la antigüedad nos
ofrece, podemos ver como era el cultivo en el
pasado, y como esa tarea agraria ha continua-
do y se ha mantenido en muchas regiones
hasta finales del siglo XIX.
...el tema delpaisaje del viñedo,todavía en Españano ha sidosuficientementeestudiado y por lotanto no esconsiderado nivalorado.
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A través de grabados, pinturas, representacio-
nes gráficas y descripciones podemos observar
como ha sido la viña del pasado. Pero también
estamos a tiempo de poder visitar ejemplos
regresivos que nos llevan a épocas muy lejanas
y que por diferentes razones se han quedado
ancladas en espacios concretos, como mues-
tras arqueológicas.
El viñedo se estudia como un resultado de
acciones laborales, mezclado con manifestacio-
nes de todo tipo como pueden ser arquitec-
tónicas, tiene que ver con la pendiente del
terreno, como la forma de propiedad y de
herencia de cada territorio, y está sujeto a los
cambios tecnológicos y económicos, sin olvidar
que es como cultivo reglamentado posee una
legislación y reglamentación precisa.
Pero además el viñedo posee elementos inma-
teriales que influyen en su imagen, como pueden
ser construcciones religiosas, símbolos que nos
muestran conocimientos o normas, y que están
muy cerca de lo que es el patrimonio inmaterial.
Es por lo tanto un cultivo agrario que puede
ser estudiado desde muchos ángulos y que es
además un valor patrimonial que puede consti-
tuir un importante recurso, como está ocu-
rriendo en la actualidad en todo lo relacionado
con el turismo del vino.
Eliana Bórmida del Estudio de Arquitectura
Bórmida & Yanzón de Mendoza (Argentina),
con su ponencia: “Viña, paisaje y arquitectura en
los Andes del Sur”, nos ofreció un repaso por
el espacio y el tiempo del paisaje del viñedo en
el Noroeste Argentino. Partiendo del posicio-
namiento que este país tiene en el mundo, al
ser el 5º productor de vino.
La ponencia continua con la descripción del
territorio prehispánico y analizando la llegada de
los colonizadores y el uso del agua como gene-
rador de doblamiento. En el discurso se com-
paran los paisajes del viñedo europeos, en los
que la arquitectura, como el château bordelés,
tiene una gran importancia y el impresionante
peso del entorno natural que posee el territo-
rio argentino, siempre con la mole montañosa
de los Andes a la espal de de los viñedos.
Pese a las diferencias existentes en muchos
casos se encuentran relaciones generadas por
el producto, su producción y su consumo. En el
análisis histórico se plantea un primer periodo
colonial, posteriormente una etapa preindus-
trial para llegar a mediados del siglo XIX
cuando se inicia el proceso industrial, con la
construcción de nuevos regadíos, así como de
instalaciones bodegueras que tienen su
máximo éxito con la llegada del medio de
transporte esencial para el vino que fue el
ferrocarril. Prosigue su descripción relacionan-
do el territorio con la edificación y urbaniza-
ción, en una época de masificación con la pro-
...el viñedo poseeelementosinmateriales queinfluyen en suimagen, comopueden serconstruccionesreligiosas, símbolosque nos muestranconocimientos, onormas, y que estámuy cerca de loque es elpatrimonioinmaterial.
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La ambivalencia deque el paisajeagrario sea unvalor cultural, a lavez que un espaciode producción, solose puede entendersi se posee unavisión culturalistadel paisaje,
ducción de grandes cantidades de vino de baja
calidad y la última etapa de la globalización, en
la que Argentina se presenta al mundo con un
nuevo vino, que surge de un paisaje extraordi-
nario y que se produce en construcciones de
un valor arquitectónico extraordinario.
La conferencia concluyó con una descripción
de algunas de la principales obras de bodegas
realizadas por la ponente, como Septime,
Salentein, O’ Fournier y Diamante.
Javier Maderuelo Raso, catedrático de la
Escuela Técnica Superior de Arquitectura y
Geodesia de Alcalá de Henares, nos presentó
su “Visión Cultural del Viñedo”.
El autor, considerando el paisaje como una
muestra patrimonial, hace un repaso desde el
análisis de la historia del arte, de cómo se
refleja el entorno agrario en la pintura y cómo
aparece escasamente el viñedo en este
repaso. No obstante como patrimonio cultu-
ral que es posee caracteres reseñables que le
han hecho en la actualidad merecedor de
valoraciones internacionales. La ambivalencia
de que el paisaje agrario sea un valor cultural,
a la vez que un espacio de producción, solo se
puede entender si se posee una visión cultu-
ralista del paisaje, como una producción del
hombre, no con intencionalidad estética, pero
si con resultados apreciados por algunos de
los observadores.
El concepto de paisaje, que es a su vez un
fruto cultural propio de una formación deter-
minada, fue el punto de partida de esta ilus-
trada conferencia.
Carlos Coello Martín, magistrado juez, es un
experto en legislación dedicada a temas vitivi-
nícolas. Su Tesis Doctoral dedicada al Sistema
Jurídico de las Denominaciones de Origen, nos
introduce en la normativa vinculada a un cultivo
reglamentado desde la antigüedad.
Su conferencia ha versado sobre esa normati-
va, y como desde la antigüedad tanto el cultivo
como la elaboración ha estado muy reglamen-
tada. A partir de finales del siglo XIX y partien-
do de diversas corrientes se pretende regular la
producción de los alcoholes y reglamentar su
elaboración, origen y consumo, y como esa
extensa normativa va diseñando espacios de
cultivo delimitados y muy definidos para defen-
der la originalidad y el valor de sus productos.
Una descripción de la normativa actual que
emana del conjunto de los países productores
nos muestra cómo el paisaje actual está muy
definido por reglamentos y también por los
apoyos económicos que los productores
reciben si se atienen a las normas oficiales de la
reestructuración del viñedo.
Gemma Molleví Bartoló es doctora en
Geografía y nos habló de “El sector de la vid y
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el vino como protector del paisaje y fomenta-
dor del desarrollo rural”. A partir de diferentes
ejemplos de los cultivos del viñedo en varias
zonas catalanas, la autora abandona los aspec-
tos teóricos para plantear el paisaje de la viña
como un recurso que puede generar una eco-
nomía complementaria a las zonas de produc-
ción. Repasando los diferentes espacios de viña
que son Patrimonio de la Humanidad, la autora
propone una visión de la actividad agraria
como valor complementario para el turismo
rural y en particular para el turismo del vino.
Las mesas redondas.Para completar la visión individual de los
autores propuestos se ofrecieron dos mesas
redondas. La primera bajo el tema de “La divul-
gación y la imagen del paisaje del viñedo”
reunía a Rafael del Rey como Gerente de la
Fundación para la Cultura del Vino; Miguel
Martín Hernández, fotógrafo; Luís Mosquera,
redactor jefe de la Revista Origen, Eliana
Bórmida, arquitecta y Luís Vicente Elías Pastor,
antropólogo.
El tema central de la mesa era el cómo la natu-
raleza, en cuanto a territorios definidos y defen-
didos posee una excelente “imagen”, muy vin-
culada a los temas de medio ambiente, y a con-
ceptos muy de moda en los medios de comu-
nicación, y cómo el medio rural posee otros
valores que se han ido consolidando en los
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...el paisaje actualestá muy definidopor reglamentos ytambién por losapoyos económicosque los productoresreciben si seatienen a lasnormas oficiales dela reestructuracióndel viñedo.
últimos años, a partir del incremento del
turismo de interior. Esa imagen de la naturaleza
no parece que incluya a otros paisajes que no
reciben esa misma consideración de valiosos, ya
que en muchos casos el territorio agrícola
termina siendo un espacio urbanizable, sujeto a
posibles cambios sustanciales.
La defensa del territorio como valor, ya que los
productos que en el se obtienen poseen esa
garantía de autenticidad, es una de las líneas pro-
puestas para relacionar el espacio con sus frutos,
unión muy habitual en otros países que tanto
han fomentado el concepto “terroir”, que tanto
vale para la tierra como para sus productos.
También aparece en el debate el concepto de
los paisajes tópicos, con los que el cliente pre-
tende encontrarse en una búsqueda mediática
de espacios de ocio. No obstante se observa a
partir también de las nuevas normativas sobre
paisaje, una apreciación diferente y una concien-
ciación de la existencia de impactos en esos
espacios rurales, hasta ahora desdeñados.
La segunda mesa redonda se orientó hacia la
visión del paisaje del viñedo como recurso,
con la participación de Javier Maderuelo
Raso, Carlos Coello Martín, Gemma Molleví
Bartoló y Linarejos Cruz Pérez, como res-
ponsable de Paisajes Culturales del Instituto
del Patrimonio Cultural de España del
Ministerio de Cultura.
El debate se planteó a partir de considerar el
paisaje del viñedo como un recurso que en la
actualidad está demandado; así lo demuestran
muchas propuestas de las instituciones, los
organismos internacionales y las empresas
privadas del sector vitivinícola. La aportación
de la representante del Ministerio de Cultura,
muestra la orientación de su Ministerio a
partir de la firma del convenio Europeo del
Paisaje el año 2008.
Como ejemplo de un paisaje de viñedo apro-
vechado como recurso, se presentó por parte
de María Burgoa de Bodega y Viñedos
Garmendia de la Finca Santa Rosalía de Vizmalo
(Burgos), su iniciativa, en la que se integran los
viñedos ecológicos, la bodega, el alojamiento
rural y la explotación de productos cinegéticos,
como un proyecto integrado en el que el
viñedo es el atractivo más importante.
En ambas mesas redondas fue interesante la
aportación de algunos de los matriculados, y
fruto de ella son los escritos que también
aportamos en este intento de divulgar los
valores del paisaje del viñedo, según la
opinión de diversos especialistas dentro de
un marco universitario.
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EL PAISAJE DEL VIÑEDO
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El paisaje del viñedo: una muestra de arqueología sincrónica
Tratamos con esta comunicación de mostrar cómo se puede estudiar el paisaje del
viñedo desde el punto de vista de la antropología. Para investigar los paisajes existen
diferentes metodologías empleadas por las distintas ramas del saber; nuestra
pretensión es diseñar una herramienta que nos permita estudiar los viñedos como
un elemento patrimonial más, para lo cual ofrecemos esta propuesta.
En la medida en que como paisaje agrario
encontramos algunas muestras del pasado
laboral de la viña, hemos definido un con-
cepto que llamamos: “Arqueología sincróni-
ca”, y nos referimos a que, a través del
estudio del paisaje, podemos obtener infor-
maciones sobre formas de cultivo y de acti-
vidades agrarias del pasado que, habiendo
desaparecido en la mayor parte de los terri-
torios agrícolas, permanecen en otras zonas
más regresivas, en el sentido de que mantie-
nen técnicas tradicionales, ya que las tecno-
logías y los cambios culturales no han llegado
todavía a ese entorno, pudiendo encontrar
aún esas manifestaciones olvidadas o sola-
mente citadas en los documentos históricos.
Esas muestras que clasificamos de arqueoló-
gicas nos dan una excelente información de
cómo ha sido el paisaje del viñedo hasta
nuestros días, y nos justifican muchas forma-
ciones actuales. Estas se han mantenido hasta
nuestros días y, teniendo en cuenta que la
validez de los datos etnográficos es muy dila-
tada, nos pueden remitir hasta épocas
medievales o anteriores.
Por Luis Vicente Elías Pastor
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EL PAISAJE DEL VIÑEDO
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A la observación del paisaje, que es la
primera fase de esta metodología le acom-
paña la lectura de escritores clásicos agraris-
tas que describen las tipologías de cultivos,
que están a la base del paisaje agrario.
Por ejemplo, los cuatro tipos de formaciones
que cita Alonso de Herrera en el siglo XVI,
ya los nombraban, Plinio, Varrón y Columela.
Las mismas nos las describen los viajeros en
el siglo XIX, también los escritores agrarios
y las podemos visitar en nuestros días.
Además de la literatura, las manifestaciones
artísticas como pinturas, grabados, códices
miniados, retablos y tapices nos muestran
formas de plantaciones que podemos obser-
var en la actualidad.
Los propios objetos, los útiles de trabajo, las
herramientas empleadas en el viñedo, nos
narran las actividades que en él se han des-
arrollado hasta nuestros días, y siguiendo con
nuestra hipótesis esencial de que el paisaje
del viñedo es un fruto de la actividad laboral,
nos interesa conocer el utillaje que consigue
crear o modificar ese paisaje.
Esta metodología nos ha permitido investigar
paisajes de viñedo que se trasladan de un
continente a otro con las lógicas adaptacio-
nes medioambientales, por lo que podemos
hablar de paisajes de viñedos imitados en
América Latina, que son una copia adaptada
de los que conocían los emigrantes en sus
países de origen, y que transportan a los de
destino. Así, en América Latina, podemos
encontrar viñedos de origen italiano, español,
francés o alemán, según fuera el país de
origen de sus cultivadores.
Luego hay paisajes de viñedo modelo y
otros, copia. Y lo mismo podemos decir de
paisajes tópicos que se repiten, como se
puede hacer con los jardines.
No podemos dejar de hablar de la influencia
que tienen las normativas y legislaciones en el
paisaje agrario, por lo que será otro tema en la
metodología. Si olvidar el refranero, la tradición
oral o los imaginarios del mundo simbólico.
En conclusión el estudio del paisaje del
viñedo se debe plantear como el que se
realiza a cualquier otro elemento del patri-
monio cultural, y en él se deben de emplear
todas las herramientas posibles para darle la
valoración adecuada.
Luis Vicente Elías Pastor pertenece al Departamento
de Documentación y Patrimonio Cultural de Bodegas R.
López de Heredia, Haro (La Rioja).
...en AméricaLatina podemosencontrar viñedosde origen italiano,español, francés oalemán, segúnfuera el país deorigen de suscultivadores.
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Viña, paisaje y arquitecturaen los Andes del sur
En el año 2005, Mendoza fue declarada una de las ocho Grandes Capitales Mundiales del
Vino, ingresando a la red global “Great Wine Capitals”. Esta distinción premió su tradición
vitivinícola y estimuló su proyección al futuro. Actualmente, Mendoza busca fortalecer su
identidad a través de la puesta en valor de sus paisajes.
MURCIA Y VALENCIA: VIN
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VIÑA, PAISAJE Y ARQUITECTURA EN LOS ANDES DEL SUR
En Sudamérica, la tradición vitivinícola
comenzó con la colonización española y por-
tuguesa, que introdujo la vid y la tradición
mediterránea de cultivo y elaboración de
vino. Hoy las regiones productoras se
encuentran en distintos países, pero tienen
mayor fuerza a lo largo de los Andes, entre
los paralelos 22° y 42° de Latitud Sur, en
estrechas franjas cultivadas a ambos lados de
la Cordillera. Estas áreas argentinas y chilenas,
que tienen en común las tierras altas, los
valles inter-montanos, la aridez y el regadío, se
articulan en terruños muy diversos cuya plu-
ralidad aporta matices y enriquece la cultura
enológica del mundo actual.
El vino en la actualidad se mueve dentro de
un mundo globalizado. Las claves de su posi-
cionamiento son la difusión mediática, la
inversión en imagen (packaging y diseño
gráfico) y las estrategias de comercialización,
que buscan atraer al consumidor local y
extranjero. Alrededor del vino se desarrolla la
industria del turismo enológico, floreciente
actividad que moviliza visitantes hacia los
centros productores del mundo, donde viven
experiencias culturales y recreativas variadas.
Sin embargo, el vino no sólo es un producto
comercial, también es valorado como bien
cultural. La actividad vitivinícola ha acompaña-
do históricamente el desarrollo de las regio-
Por Eliana BórmidaFotografías cortesía de WINES OF ARGENTINA
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VIÑA, PAISAJE Y ARQUITECTURA EN LOS ANDES DEL SUR
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VIÑA, PAISAJE Y ARQUITECTURA EN LOS ANDES DEL SUR
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nes productoras, favoreciendo la creación de
culturas e identidades particulares. Los paisa-
jes de viñedos resultantes de estos complejos
procesos son promocionados por el enotu-
rismo, mediante propuestas sostenibles que
ponen en valor el patrimonio de cada zona y
ayudan a conservarlo y a proyectarlo adecua-
damente al futuro.
En este contexto de los vinos de Los Andes del
Sur destaca el caso de Mendoza, en el centro
oeste de Argentina, que ejerce liderazgo por su
producción, cultura y paisajes. Sus condiciones
naturales son óptimas para el cultivo de la vid.
El territorio semidesértico está dominado por
altas cadenas de montañas y vastas planicies,
donde la agricultura se desarrolla en forma de
oasis regados con aguas puras de las cumbres
nevadas. Los oasis son islas que ocupan sola-
mente el 4% de la superficie provincial; no obs-
tante, allí se concentran la mayor población y
las actividades económicas.
Los oasis vitivinícolas mendocinos son cinco y
se diferencian por su ubicación, altura y com-
posición de suelos, En sus 160.704 hectáreas de
viñedos se produce más del 80% del vino
argentino.
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VIÑA, PAISAJE Y ARQUITECTURA EN LOS ANDES DEL SUR©
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La vitivinicultura provincial tiene más de cua-
trocientos años de historia, que han permiti-
do el desarrollo de un rico patrimonio cultu-
ral que la identifica. Esta evolución tiene dos
grandes períodos: pre industrial (siglos XVI al
XIX) e industrial, que llega a nuestros días con
tres fases diferenciadas: Revolución Industrial
(1889-1950), Industria y masificación (1950-
1990), Globalización ( desde 1990).
En el año 2005, Mendoza fue declarada una
de las ocho Grandes Capitales Mundiales del
Vino, ingresando a la red global Great Wine
Capitals. Esta distinción premió su tradición
vitivinícola y estimuló su proyección al futuro.
Actualmente Mendoza busca fortalecer su
identidad a través de la puesta en valor de sus
Paisajes y la creación de una Arquitectura del
Vino contemporánea y apropiada, con la clara
visión de que por estos medios se apoya la
calidad del producto, se fortalece su imagen
con auténticos atributos, se refuerza el con-
cepto del vino como producto cultural y se
colabora en el manejo sostenible de los
terruños, sus gentes y su patrimonio,
Eliana Bórmida, es arquitecta, titular del estudio argen-
tino Bórmida & Yanzon, especializado en investigación y
diseño de Arquitectura y Paisaje del Vino, con más de
treinta obras terminadas, que han sido publicadas y han
recibido distinciones internacionales.
El territoriosemidesértico estádominado por altascadenas demontañas y vastasplanicies, donde laagricultura sedesarrolla en formade oasis regadoscon aguas puras delas cumbresnevadas.
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EL SECTOR VITIVINÍCOLA Y EL PAISAJE
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El sector vitivinícola y elpaisaje: dependencia,promoción, fomento
El paisajeEl paisaje es diverso: Un paisaje es la suma
compleja de diferentes elementos que se
combinan en una alquimia difícil de interpre-
tar en una sola frase.
La imagen percibida está enriquecida por las
experiencias de cada persona: La personalidad,
la cultura, la experiencia vivida, el interés profe-
sional de cada observador (no es lo mismo la
mirada de un arquitecto, que de un agricultor o
un turista) le hacen retener ciertos aspectos
del paisaje y no le permiten observar otros.
El paisaje es vivo y modificable: Aunque nues-
tras referencias están en nuestra cultura,
podemos desarrollar unas sensaciones a través
de nuestros 5 sentidos: por ejemplo, vemos a
partir de los ojos, pero también sentimos el
viento, oímos los cantos, tocamos la tierra y
probamos la fruta.
La imagen percibida está enriquecida por las
emociones experimentadas, revividas: Por
tanto, esta imagen, este paisaje puede ser
soñado, descrito en palabras (literatura, poesía)
o plasmado (pintura).
El paisaje es diferente para cada persona: hay tantos paisajes como tantas personas
que observan. Hay la visión objetiva, la parte espacial que el ojo ve, pero también la
visión subjetiva, el espacio percibido por cada persona.
Por Gemma Molleví Bartoló
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LOS VINOS DE LAS ISLAS
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EL SECTOR VITIVINÍCOLA Y EL PAISAJE
Hay distintos tipos de paisajes vitícolas: de
montaña, litorales, volcánicos, en terrazas, en
valles, en colinas, etc. El vino también tiene sus
paisajes: el paisaje de la vendimia, de las
bodegas modernistas o modernas, etc.
El paisaje como fomentador del sector vitícola
En su aspecto funcional, el paisaje constituye
una herramienta integradora que asocia tanto
las prácticas vitícolas como el medio natural en
el que se desarrolla generando una ordenación
específica del territorio.
En su aspecto sensible, el paisaje es un compo-
nente central, básico en la definición y origen
de algunas identidades locales y de los produc-
tos que se extraen de ese territorio y del saber
hacer de sus habitantes.
Se habla de paisaje rural, urbano, pero también
del paisaje del viñedo. Un paisaje recurrente en
la literatura y en la pintura, en la historia, en el
comercio y en la política.
El paisaje vitivinícola tiene un valor económico
muy importante, ya que se puede hacer uva
de mesa, vino, vinagre, alcohol, etc. Tiene
también un valor comercial, con sus tasas e
impuestos. El vino no sólo es y ha sido una
bebida, sino también un estimulante, una
medicina, un alimento.
El paisaje vitivinícola tiene un valor histórico,
ya que es el fruto de las transformaciones y de
las prácticas culturales realizadas durante
siglos por una sociedad, una cultura, unas cre-
encias, unos conocimientos en un territorio.
El paisaje vitivinícola tiene una connotación
social, ya que es fruto del trabajo de los
hombres, es un cultivo y una práctica agraria,
origen de sindicatos de viticultores, de coope-
rativas y de asociaciones agrícolas.
El paisaje vitivinícola es cultura, puesto que
La imagenpercibida estáenriquecida por lasexperiencias decada persona.
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EL SECTOR VITIVINÍCOLA Y EL PAISAJE
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tiene una larga historia, con un patrimonio muy
importante (edificios, bodegas, instrumentos),
de fiestas (especialmente las de la vendimia), y
de fuerte simbolismo (el vino como bebida de
los dioses, el vino como sangre de Cristo).
El paisaje vitivinícola tiene una fuerte presencia
en la toponimia, hay regiones y ciudades cono-
cidas a escala mundial por el nombre de un
vino: Champagne, Burdeos, Oporto, Jerez.
El vino está muy vinculado al paisaje. Si tenemos
un buen paisaje, el producto de ese paisaje
tendrá un valor añadido que ese producto no
tendría con otro tipo de paisaje menos
hermoso (imaginemos un vino extraído de un
viñedo rodeado de árboles y playas, de otro
vino extraído de unas viñas rodeadas de casas o
polígonos industriales: ¿cuál preferiríamos?).
Por lo tanto, el paisaje vitivinícola se ha de pro-
teger, porque éste puede ser un recurso para
desarrollar el municipio o la región vitivinícola. A
partir de la producción de un vino de calidad,
embotellado y que muestra el carácter de la
región, del terruño y de la gente que ha cultiva-
do las viñas y ha elaborado el vino. De ahí la
importancia de las Denominaciones de Origen,
que protegen el producto de una región hacién-
dolo único y singular. El vino que se hace en ese
lugar no puede ser el mismo que el vino que se
hace en otro lugar, porque hay diferentes condi-
cionantes, de carácter físico (suelo, pendiente,
insolación) y humano (decisión de hacer vino
blanco o cava o vinagre, joven o de crianza).
Más allá de su aspecto funcional, la tierra
ilustra esta dimensión patrimonial dando un
sentido a un territorio. Pero la conservación
de este patrimonio tiene un coste, que difícil-
mente pueden sufragar regiones vitícolas de
escaso valor añadido. Es deseable, si se quiere
mantener la riqueza estética de paisajes nota-
bles, que se establezca una política de ayuda
que tenga en cuenta los costes excesivos de
producción vinculada a las características tra-
dicionales de la tierra (por ejemplo el cultivo
de vides en terrazas). Que los viticultores no
se conviertan en jardineros a sueldo, sino que
puedan vivir de su trabajo.
El paisajevitivinícola escultura, puesto quetiene una largahistoria, con unpatrimonio muyimportante, defiestas y de fuertesimbolismo.
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EL SECTOR VITIVINÍCOLA Y EL PAISAJE
El sector de la vid y el vinocomo protector del paisajeActualmente, se considera que la conservación
del paisaje es de interés general porque
permite conservar el medio ambiente (evitan-
do incendios, erosión, abandono, etc.), las prác-
ticas culturales de una comunidad (las fiestas, las
tradiciones) y fijar los habitantes en un territo-
rio al crearse empleo.
El turismo, que en el ámbito vitivinícola recibe
un nombre propio: el enoturismo, se está con-
vir tiendo en un revulsivo económico en
algunas comarcas rurales, bien convirtiéndose
en un complemento a la actividad familiar, bien
tratándose de la principal actividad económica
de una familia.
El sector vitivinícola es un capital que conviene
conocer, preservar y valorizar, si queremos per-
petuar la cultura del vino, una de las más impor-
tantes que tiene España, pues hay que recordar
que es el primer país vitícola del mundo.
Algunos paisajes vitivinícolas están reconocidos
como paisajes culturales Patrimonio de la
Humanidad por la Unesco, pues para este
organismo internacional, este tipo de paisaje
muestra una construcción humana singular,
característica y patrimonial en un territorio, que
además presenta una gran diversidad de estilos
y variantes. Algunos ejemplos son la Jurisdicción
de Saint-Émilion (Francia, en el año 1999), el
Paisaje cultural de Wachau (Austria, en el
2000), la Región vitícola del Alto Duero
(Portugal, 2001), o Lavaux, viñedo en terrazas
(Suiza, en el 2007).
Gemma Molleví Bartoló, es Doctora en Geografía
por la Universidad de Barcelona. Ha investigado
sobre el paisaje de la vid y del vino, específicamente
las regiones vitivinícolas Patrimonio de la Humanidad
por la UNESCO y las regiones francesas de Burdeos
y Borgoña.
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LA DIVULGACIÓN Y LA IMAGEN DEL PAISAJE DEL VIÑEDO
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La divulgación y la imagendel paisaje del viñedo
EUMEDIA es una editorial especializada e inde-
pendiente centrada en exclusividad en el sector
agroalimentario que nació hace 22 años.
Nuestro objetivo: informar y formar al sector
agroalimentario a través, actualmente, de nues-
tras cuatro cabeceras: Vida Rural, Mundo
Ganadero, Agronegocios y Origen: la revista del
sabor rural.
Es por este motivo, que cuando Luis Vicente
Elías planteó a nuestra editorial la edición del
libro “El Paisaje del Viñedo”, el único hasta ahora
sobre este tema en lengua castellana, no lo
dudamos. Porque detrás de estos increíbles y
fascinantes paisajes que todos debemos ayudar
a preservar y cuidar como nuestros más apre-
ciados tesoros, se encuentra siempre la labor
del agricultor y ganadero. Una labor creemos,
hoy más que nunca, no suficientemente recono-
cida y en vías, aunque sea trágico reconocerlo,
casi de extinción.
Creemos que la misión de los medios de comu-
nicación, y máxime los especializados como los
nuestros, tenemos el deber en la medida de
nuestras posibilidades, de dar a conocer y
apoyar al campo y sus gentes, las mismas que
han esculpido año a año estos paisajes, de foto,
que ahora nos recopilan y nos hacen conocer
estudiosos como Luis Vicente, y que, como no
podía ser menos, nos alucinan.
Si nuestro trabajo ayuda a crear conciencia
social sobre la importancia de nuestros paisajes
rurales, despertar el interés de nuestras admi-
nistraciones para su preservación y manteni-
miento y, cómo no, motivar la visita turística a
estos parajes dando vida a la economía de sus
territorios, podremos decir que hemos cumpli-
do nuestro objetivo.
Luis Mosquera es Subdirector de EUMEDIA, S.A.
Por Luis Mosquera
“El Paisaje delViñedo”, es elúnico libro escritohasta ahora sobreeste tema en lenguacastellana,
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VIEJOS GUERREROS
Viejosguerreros
Como viejos guerreros de tantas batallas cur-
tidos, famélicos, retorcidos y cansados, pero
enhiestos. Prestos a dar la ultima o, la penúlti-
ma... ¡Quién dijo final! La siguiente será califi-
cada de excelente, de ligeros racimos, sueltos,
cascabeleantes, agitados por el viento, apreta-
dos por los fríos, revenidos por el calor. Rotos
hasta la extenuación, pero ¡llenos de Gloria!
Texto y fotografías José Alfonso Sierra
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EL MERCADO DEL VINO COMO MECANISMO DE PROTECCIÓN DE SU PAISAJE
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Cada vez se van desarrollando mayores y mejores medidas para preservar el valor del
Paisaje del Vino, darlo a conocer y protegerlo, como en La Rioja o Cataluña. Este hecho
contrasta con la situación en creciente decadencia de La Mancha.
El mercado del vino comomecanismo de protecciónde su paisaje
Castilla-La Mancha cuenta con la mayor super-
ficie de viñedo del mundo (7,6%), siendo la
mitad de la superficie de viñedo del territorio
español. Sin embargo, lejos de reconocer su
valor patrimonial, protegerlo y conservarlo
mediante políticas e incentivos agrarios opor-
tunos se encuentra sufriendo las consecuen-
cias nefastas del Plan de Reestructuración de la
Organización Común del Mercado Vitivinícola
materializado en políticas de arranque con los
consecuentes efectos económicos y sociales. El
Programa de Arranque ha contribuido al pro-
greso de la desertización y destrucción del
paisaje manchego que comienza a ser desola-
dor. Se ha subvencionado en pro a la indus-
trialización y al cultivo en espaldera, siendo la
prima mayor, cuánto mayor fuere el rendi-
miento histórico de la explotación. Este nuevo
cultivo requiere un mayor consumo de agua,
generándose una mayor productividad in
detrimento de su calidad. Ello tiene nefastas
consecuencias medioambientales: numerosos
acuíferos se están agotando debido a la proli-
feración de pozos y sus efectos se están
haciendo notables en parques naturales como
las Tablas de Daimiel.
Desde 2007-2009 la Consejería de Agricultura
recibió más de 22.000 solicitudes de arranque
y en 2009 se arrancaron más de 31.500 Ha.
Por Inmaculada Martín Portugués
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EL MERCADO DEL VINO COMO MECANISMO DE PROTECCIÓN DE SU PAISAJE
El Romeral, municipio del que procedo, perte-
neciente a la Mancha Toledana ha pasado de
contar en la década de los ’80 con una super-
ficie de viñedo en secano y/o asociada con
olivo de un total de 1.115,6 Ha a una superfi-
cie de 655,30 Ha, parte en regadío. En estos
últimos años ha sufrido un arranque, de casi el
40%. Aún recuerdo el olor a vino por las calles,
el “jaleo” de la vendimia, el trasiego de tracto-
res, los festejos, los cantos de los jornaleros…
Todo esto, también patrimonio, se ha perdido.
La causa de esta pérdida es la ausencia de
valor que se le ha otorgado. El Paisaje
Cultural del Vino, ni se menciona en su legis-
lación patrimonial, ni en su Planeamiento
Territorial y en su Atlas del Paisaje aparece
casi de forma anecdótica.
¡Qué lejos estamos de las regiones catalanas
como El Penedés o Aleya que han contado
con la elaboración de su Carta del Paisaje!
Inmaculada Martín Portugués es arquitecta por la
ETSA de Madrid, máster en Urbanismo, Planeamiento
y Diseño Urbano por la ETSA de Sevilla, experta en
temas de infografía y representación gráfica arquitectó-
nica. Actualmente es alumna de doctorado en la ETSA
de Sevilla, realiza su Tesis Doctoral sobre la “Difusión
del Patrimonio Cultural como herramienta para su
conservación” bajo la dirección de José Fariña Tojo
(Universidad Politécnica de Madrid) y Mª Teresa Pérez
Cano (Universidad de Sevilla).
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LA AUSENCIA DE IMAGEN DEL PAISAJE DEL VINO ESPAÑOL
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Internacionalmente no hay una imagen que el gran público pueda asociar con el viñedo
español. Las repercusiones sociales y ambientales de éste hecho son trágicas, pero
difícilmente medibles como lo pueden ser las económicas.
La ausencia de imagen delpaisaje del vino español
Esta preocupación personal y profesional por
la invisibilidad de los Paisajes del Vino
Españoles quedó constatada tras la interven-
ción de la arquitecta argentina Eliana
Bórmida, en la que lanzó una pregunta retóri-
ca al respecto, tras encontrarse con la impo-
sibilidad de utilizar una imagen representativa
para su ponencia.
En un mercado global, un producto sin imagen,
es un producto que no existe. Hace tiempo
que las grandes regiones vitivinícolas no
venden vino, venden experiencias. Así, práctica-
mente cualquier ciudadano de a pie en
Estados Unidos o China, tiene asociada una
imagen evocadora con los vinos de otras
regiones europeas. Una imagen que les trans-
Por Laura Santín
Los vinos españolestienen unaidentidad únicaque está enraizadaen sus paisajes deorigen.
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LA AUSENCIA DE IMAGEN DEL PAISAJE DEL VINO ESPAÑOL
porta virtualmente a un paisaje y que cualifica
el vino que acaban de escoger frente a la innu-
merable oferta desechada.
En las diferentes D.O. de España se hacen
caldos de una calidad incontestable que, más
tarde, quedan mezclados en las cartas de vinos
con excelentes ejemplos de otras regiones del
mundo. Los vinos españoles tienen una identi-
dad única que está enraizada en sus paisajes de
origen; el vino es la destilación del carácter de
un paisaje, la condensación de su espíritu y
sabiduría.
El término paisaje ha trascendido hace tiempo
el concepto de imagen visual del territorio.
Según El Convenio Europeo del Paisaje,
(Florencia 2000): Paisaje se entenderá cualquier
parte del territorio tal como la percibe la pobla-
ción, cuyo carácter sea el resultado de la acción y
la interacción de factores naturales y/o humanos.
El paisaje es una elaboración cultural, es el
reflejo de una sociedad y por tanto un rasgo
identitario de la misma. Los paisajes culturales
de las diferentes D.O. son documentos que
dejan al descubierto la historia, los valores y las
políticas de la cultura que los han moldeado y
continúan haciéndolo.
Muchos de estos Paisajes del Vino están en un
punto crítico, del que cabe destacar la pérdida
irreversible de valor en su dimensión visual y
sus consecuentes ramificaciones económicas.
En general, la falta de una perspectiva holística
que marque una dirección coherente en el
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LA AUSENCIA DE IMAGEN DEL PAISAJE DEL VINO ESPAÑOL
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desarrollo de las regiones vitivinícolas españo-
las, está comprometiendo todas las dimensio-
nes de la sostenibilidad a medio y largo plazo.
El trabajo en la caracterización, ordenación,
protección y gestión de los paisajes asociados
al vino, es una herramienta necesaria para
hacer compatibles las transformaciones que
han de realizarse en el territorio para conti-
nuar con el desarrollo económico de nuestras
comunidades, con los intereses comunes de la
población y con el medio ambiente.
Estos planes estratégicos de desarrollo, con el
paisaje como eje vertebrador, se vienen reali-
zando desde hace tiempo en las principales
regiones vitivinícolas del mundo.
El Plan Nacional de Paisajes Culturales, presen-
tado por Linarejos Cruz como representante
del IPCE (Ministerio de Cultura), es el instru-
mento definitivo para gestionar y proteger Los
Paisajes Culturales de las diferentes
Denominaciones de Origen Españolas.
Somos el primer país del mundo en superficie
de viñedo, nuestros paisajes no deberían con-
tinuar siendo invisibles. Tienen una identidad
única y no necesitan imitar. Es urgente que
vuelvan a escuchar su voz y sigan transformán-
dose en su propio idioma.
Laura Santín es paisajista e Ingeniero Agrícola
NOMAD STUDIO,
www.thenomadstudio.net
Somos el primerpaís del mundo ensuperficie deviñedo, nuestrospaisajes nodeberían continuarsiendo invisibles.
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PAISAJE DEL VIÑEDO: UNA MIRADA FOTOGRÁFICA
Paisaje del viñedo: una mirada fotográfica
IntuicionesÚltimamente mis reflexiones sobre la foto-
grafía parten casi siempre, más que de princi-
pios, certezas o verdades absolutas, de intui-
ciones. Entiendo “intuir” no en el sentido de
habilidad para comprender algo rápidamente
sin haberlo pensado o analizado, que es su
uso normal, sino en el sentido de presentir,
barruntar. O sea, intuir utilizando más la
cabeza del campesino que la del ingeniero
agrícola con sus instrumentos.
Primera intuición, basada en la estadística: las
grandes obras, las obras geniales se han reali-
zado antes de que su creador cumpliese los
treinta y tres años (la edad de Cristo...). Salvo
las excepciones que confirman la regla, repito,
son datos estadísticos.
Revisando mis fotografías del viñedo, todas
aparecen en archivos que se han hecho
cuando estaba rebasada con creces esa edad.
La foto del paisaje, la única foto de paisaje
verdadero, la hice antes. Esto me permite
considerar mis fotos del viñedo como una
impostura, pura artesanía.
Texto y fotografías Miguel Martín
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PAISAJE DEL VIÑEDO: UNA MIRADA FOTOGRÁFICA
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Las pinturas con paisajes de viñedo como
motivo destacado, tampoco aparecen en los
primeros años creativos de sus autores. Y las
fotografías de reputados fotógrafos, al margen
de su edad, referidas al mundo del vino
suelen utilizar el paisaje de viñedo sobre todo
como escenario de fondo a los grandes
marcas de vinos o como documentos de
intención puramente turística. Y generalmente
limitadas al colorido de las vides en otoño.
Segunda intuición. Para crear una gran obra
fotográfica, en este caso referida al paisaje,
basta con recorrer los dos kilómetros cua-
drados que te rodean desde la infancia y que
forman parte del propio ADN. Ahí es donde
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PAISAJE DEL VIÑEDO: UNA MIRADA FOTOGRÁFICA
Para crear unagran obrafotográfica, en estecaso referida alpaisaje, basta conrecorrer los doskilómetroscuadrados que terodean desde lainfancia y queforman parte delpropio ADN.
hay que fotografiar una vez, otra y otra... Y
pensar mucho esas fotografías.
El resto suele ser turismo.
Tercera intuición. Fotografiar sin intención
documental sino desde un punto de vista
artístico es dar sentido (fotógrafos: “dadores
de sentido”), o dicho de otra manera y ya
referido al paisaje: como el sentido suele ir
asociado al ánimo es por lo que, en definitiva,
fotografiar un paisaje es reflejar un estado de
ánimo como muy bien mostraron y contaron
los creadores románticos.
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PAISAJE DEL VIÑEDO: UNA MIRADA FOTOGRÁFICA
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La expulsión del paraísoLa naturaleza no es el campo y, por supuesto,
el campo no es el paisaje.
En el principio fue el paraíso, la naturaleza vir-
ginal. Según los mitos, del edén primigenio el
hombre fue expulsado de forma irrevocable
para ganarse el pan con el sudor de su frente,
es decir, para hacerse campesino. Esa natura-
leza hostil, dominadora, terrorífica que se
encuentra cuando le arrojan del jardín
edénico la irá, poco a poco, domesticando,
dominando, ordenando y haciéndola producir.
En los últimos peldaños de este proceso evo-
lutivo, allá por el año 1604, el campo se con-
vierte en paisaje. Como es sabido, es en ese
año cuando aparece impresa por vez primera
en Europa la palabra “paisaje” . Y responderá
a los cuadros o parte de los cuadros que los
pintores holandeses e italianos están hacien-
do por esa época. El campo ha perdido su
condición productiva, utilitaria, para convertir-
se en pura contemplación, es decir, en paisaje.
Es la mirada, no del campesino precisamente,
que se abre a la tierra con intención estética.
Es la mirada del pintor y más tarde la del
fotógrafo.
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PAISAJE DEL VIÑEDO: UNA MIRADA FOTOGRÁFICA
Dadores de sentidoEn medio del campo, ante el horizonte infini-
to, fotografío -selecciono, acoto, delimito,
escojo- un árbol, alguna nube, las vides
encendidas de color, e intento ajustar en el
visor la proporción aurea entre la parte de
cielo y la parte de tierra que han de compo-
ner la fotografía.
No sé y tampoco me interesa qué clase de
árbol sea, la tipología de las nubes, las varie-
dad de las uvas que se producen, la historia y
modos de trabajar los renques o las besanas...
A todos esos elementos no les busco un
sentido -geográfico, antropológico, históri-
co...- sino que cuando los contemplo desde la
cámara fotografica quiero darles un sentido
propio, personal, nuevo. Con ellos quiero
construir una fotografía que sea trasunto de
un estado interior, de una reflexión y de una
manera de mirar que convierte un campo
ordinario en un paisaje extraordinario.
La fotografía depaisaje es laconstrucción de unametáfora continuadaen la que unelemento del campo,buscado oencontrado, seconvierte en soportede sentidosinesperados, designificados nuevosy de bellezainevitable alcontemplarla.
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PAISAJE DEL VIÑEDO: UNA MIRADA FOTOGRÁFICA
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La fotografía de paisaje es la construcción de
una metáfora continuada en la que un ele-
mento del campo, de la tierra, buscado o
encontrado, se convierte en soporte de sen-
tidos inesperados, de significados nuevos y de
belleza inevitable al contemplarla.
Campos de videsCampos de vides, surcos de líneas, colores
encendidos... Y siempre el otoño.
He fotografiado los viñedos de la ribera del
Duero, los paisajes sobrecogedores de rojo y
polvo de la quebrada de Cafayate
(Argentina), en donde los viñedos crecen a
alturas imposibles.
En Brasil recorrí una y otra vez el Valle de los
Viñedos en Bento Gonçalvez, en el estado de
Rio Grande do Sul; los viñedos, casi como
explosión de una naturaleza incontenible,
sobrepasaban todas las fotografías que no
fuesen el documento de la abundancia y la
grandiosidad. La mirada del fotógrafo se
perdía entre el verde colgado por los montes
y laderas en los que se ordenaban y confun-
dían aquellos viñedos para dejar constancia
del esfuerzo y lo imposible.
He fotografiado lospaisajessobrecogedores derojo y polvo de laquebrada deCafayate(Argentina), endonde los viñedoscrecen a alturasimposibles.
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Es fácil y gratificante fotografiar los viñedos de
la zona de Pinhao (Portugal), el denominado
“Alto Douro Vinateiro”, donde la geometría y
el esfuerzo dan lugar a uno de esos paisajes
heroicos en su construcción y a la vez minima-
listas en su expresión fotográfica. La geografía
facilita el punto de vista: el Duero encajonado,
los viñedos colgados en los bancales de las
laderas componiendo planos rotos por la ver-
ticalidad de unos cipreses en líneas negras, los
caminos blancos construyendo fugas entre lo
verde y la mirada del fotógrafo recortando los
espacios según la luz y el ánimo. Siempre es
necesario volver a este lugar para que las foto-
grafías que me faltan por hacer se manchen
con las gotas de sudor que un día se despa-
rramaron por aquellos lugares, hoy mundo de
belleza y contemplación.
En la zona dePinhao (Portugal),el denominado“Alto DouroVinateiro”, lageometría y elesfuerzo dan lugara paisajes heroicosen su construccióny a la vezminimalistas en suexpresiónfotográfica.
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PAISAJE DEL VIÑEDO: UNA MIRADA FOTOGRÁFICA
Si una sola de las muchas fotografías que hice
en Uruguay reflejase la dignidad, elegancia y
humildad de aquellas tierras donde el Tannat
se convierte en compañía y riqueza, todas las
demás serían el documento de una esperan-
za. No es fácil fotografiar un paisaje desde el
suelo y los campos uruguayos son lisos como
la palma de la mano. Todas las fotografías se
reducen a una: viñedos en liras sobre las que
cantan y construyen sus nidos los horneros.
Viñedos de la Toscana, de Le Marche -más
bellos, si cabe, y menos fotografiados- del
Piamonte... Todos ellos expuestos a la mirada
secular de pintores y fotógrafos, convertidos en
paisaje antes de que éste existiese y perdidos
en la secuencia de colinas, nieblas, torres, cipre-
ses y campos amarillos. La mirada y la reflexión
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PAISAJE DEL VIÑEDO: UNA MIRADA FOTOGRÁFICA
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Campos de vides, campos de La Rioja,
campos de otoños dulces y fotografías traba-
jadas. Campos de Criptana, Valdepeñas y La
Mancha toda, cual desfile de ejércitos de sol-
dados uniformados a los lados de kilómetros
interminables y fotografías desde la ventana
de un automóvil.
fotográfica que he contrastado con la del fotó-
grafo Renato Gatta sobre los viñedos del
Conte Branchetti-Peretti, en Tolentino
(Macerata), me han enseñado la diferencia
entre los paisajes interiores y los paisajes refle-
jados. Los primeros son silenciosos y durade-
ros; los segundos son un fogonazo de sorpresa
e impacto visual.
El intermediarioHoy el paisaje, el paisajismo y casi todo lo que
tenga alguna connotación con el punto de
partida, es decir, con la naturaleza son valores
en alza. Lo mismo ocurría, por ejemplo, con la
pintura de paisaje en la Roma del siglo XVII. A
lo que hoy se entiende por paisaje se le está
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PAISAJE DEL VIÑEDO: UNA MIRADA FOTOGRÁFICA
dando un valor patrimonial -congresos y trata-
dos sobre Paisaje y Patrimonio- y como tal se
pretende que sea considerado y respetado. Se
caracterizan determinados paisajes como patri-
monio cultural de la humanidad. Los ecologistas
marcan y difunden sus posturas y opiniones
con una gran receptividad por parte de los
consumidores de naturaleza. Y por unos
caminos u otros el paisaje se ha convertido en
un recurso para generar riqueza.
Frente a este panorama y ante algo tan con-
creto como un campo de viñedos ¿para qué
sirve la mirada del fotógrafo? Intuyo que para
enseñar a mirarlo como un paisaje y no como
un simple campo de vides. El fotógrafo hoy,
como antes lo fue el pintor o el dibujante o
el escritor, sería uno de esos personajes
denominado por el antropólogo Luís Vicente
Elías “el intermediario” y cuya misión consisti-
ría precisamente en tender puentes o en tras-
ladar unos valores desde un punto de partida,
que en este caso sería el campo, la naturale-
za, el terruño a otros mundos o sujetos
ajenos pero interesados en esos valores. El
resultado en unos casos sería más cultural
que crematístico y en otro se intentaría com-
paginar ambos. Y de cualquier manera,
siempre está la invención para seguir trans-
formando la realidad.
Pongámonos en lo alto de la colina un día del
incipiente otoño, cuando las vides empiezan a
amarillear y la vendimia está en su plenitud. El
dueño y trabajador de aquellos campos
exclama: “¡qué buena tierra y qué buen año
de cosecha!”. El fotógrafo mira por el visor de
su Hasselblad y murmura: “¡cuánta belleza!”...
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En el contexto del paisaje del viñedo como recurso, me ha parecido oportuno dedicar
unos minutos a la presentación del Plan Nacional de Paisaje Cultural, que ha sido
recientemente aprobado en Consejo de Patrimonio Histórico.
El paisaje del viñedo como recurso
Un Plan Nacional es un instrumento de gestión
que tiene como fin último la protección activa
de los Bienes Culturales. En líneas generales los
Planes Nacionales tienen como propósito pro-
mover el conocimiento a través de la investiga-
ción, implementar procedimientos de conser-
vación preventiva, programar intervenciones,
coordinar actuaciones, hacer accesible el patri-
monio a los ciudadanos y fomentar la informa-
ción y la difusión.
Por Linarejos Cruz
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EL PAISAJE DEL VIÑEDO COMO RECURSO
Para comenzar a centrarnos en el Plan de
Paisaje parece conveniente aproximar una defi-
nición de paisaje cultural, entendido como el
resultado de la interacción en el tiempo de las
personas y el medio natural, cuya expresión es un
territorio percibido y valorado por sus cualidades
culturales, producto de un proceso y soporte de la
identidad de una comunidad.
El paisaje no es un objeto estático ni elemental,
sino una realidad dinámica y compleja.
Constituye una realidad dinámica, ya que es
resultado de procesos ambientales, sociales y
culturales que se han sucedido a lo largo del
tiempo en el territorio. Estos procesos están
marcados por los modos de vida, las políticas,
las actitudes y las creencias de cada sociedad.
Por tanto es preciso conocer la evolución his-
tórica del paisaje, identificar y caracterizar sus
principales rasgos, y estimar sus valores para
poder actuar, a partir del conocimiento, a favor
de la salvaguarda y fortalecimiento de los
valores culturales y ambientales que definen su
carácter e identidad. El futuro del paisaje
depende de las actuaciones que se llevan a
cabo en el presente, en cada momento; para
obrar con coherencia y asegurar su sostenibili-
dad es necesario partir de un conocimiento
exhaustivo del paisaje, que implica identificar
sus elementos constitutivos y desentrañar los
procesos históricos y actividades socioeconó-
micas que han incidido en su configuración. La
finalidad no debe ser fosilizar el paisaje, sino
propiciar una evolución capaz de garantizar la
pervivencia de sus valores y de su carácter.
Además el paisaje es una realidad compleja. Tal
complejidad reside en su propia naturaleza, en
la que intervienen componentes naturales y
culturales, materiales e inmateriales, tangibles e
intangibles. Todos ellos son constitutivos del
paisaje y deben ser tenidos en cuenta, pues de
esta combinación resulta su carácter y las dis-
tintas formas de percepción.
Ante esta realidad, el Plan Nacional de Paisaje
El paisaje no es unobjeto estático nielemental, sino unarealidad dinámicay compleja.
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EL PAISAJE DEL VIÑEDO COMO RECURSO
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Cultural establece como objetivo general la sal-
vaguarda de los paisajes de interés cultural,
entendiendo por salvaguarda las medidas enca-
minadas a garantizar la viabilidad del paisaje cul-
tural, comprendidas las acciones de identifica-
ción y caracterización, documentación, investi-
gación, protección, mejora, revitalización,
cubriendo los aspectos necesarios de defini-
ción, delimitación, análisis de componentes y
gestión, todo ello desde una perspectiva de
desarrollo sostenible.
La selección de los paisajes culturales suscepti-
bles de ser integrados en el Plan debe ser equi-
librada, de forma que estén representados
todos los territorios y los procesos históricos
en sus diferentes caracterizaciones. Por tanto
deberán ser elegidos no tanto por su excep-
cionalidad o rareza, sino justamente por ser un
buen modelo del tipo de paisaje al que perte-
necen o representan.
Como ya hemos visto, el Plan de Paisaje
Cultural debe atender a los paisajes relevan-
tes por su significación cultural. Para ello se
plantea una secuencia coherente de actuacio-
nes que parte de una fase previa de identifi-
cación, con la elaboración de Inventarios, que
proporcionarán una primera información
general. Este conocimiento básico facilita la
labor de selección de determinados paisajes y
permite plantear las acciones más apropiadas
en cada caso.
En este sentido, otro de los propósitos iniciales
es la realización de Estudios y Planes
Directores, que sirvan como base para la plani-
ficación de futuras actuaciones, ya sean de
carácter cultural, turístico, medioambiental,
urbanístico o de implantación de infraestructu-
ras. De tal forma que, tanto las administracio-
nes como los promotores privados o cualquier
otro agente implicado en actuaciones en el
paisaje, dispongan de una herramienta que les
proporcione la información necesaria y les faci-
lite el desarrollo de proyectos.
Linarejos Cruz es Técnica del Instituto del Patrimonio
Cultural de España y Coordinadora del Plan Nacional
de Paisaje Cultural.
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“Le paisage viticole est bien la résultante de l`aplication sur un territoire
d`une activité économique, ce qui est d`ailleurs sa raison d`être.”
Dorothée Franjus
Congreso de la OIV, junio 2007
¿Cuánto vale unpaisaje de viñedo?
Quienes vivimos en entornos rurales, rodeados
de paisajes agrarios, venimos observando desde
hace algunos años, una mayor preocupación
social por el estado del paisaje. Algunos estudios
demuestran que el mayor nivel cultural de la
población y el aumento de la renta, son factores
que contribuyen a ello porque los atributos cul-
turales asociados a un determinado paisaje son
más valorados con estas mejoras que animan,
así mismo, la apreciación estética, contemplativa
o no, que todo paisaje conlleva. En mi opinión,
las agresiones que han sufrido, y sufren, los pai-
sajes por muy diversas razones, también influyen
en que se les preste mayor atención.
Entre la gran diversidad de paisajes, los agra-
rios son un buen ejemplo para entender esta
última afirmación. No son abundantes los que
se identifican con un valor cultural o estético,
más bien son marginales y, en muchos casos,
frágiles. Sí lo son, en cambio, los paisajes agra-
rios agredidos por infraestructuras de trans-
porte, distribución y comunicación, agrupacio-
nes parcelarias, construcciones, mecanización
de labores, cambio de cultivo…
Muchos y graves han sido, y son, los destrozos
que se les han infligido, pocas las voces colecti-
vas que se han alzado contra los desmanes
Por Emilio Barco Royo
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cometidos, y menos aún las respuestas institu-
cionales. Parece que esto sólo ocurre cuando el
paisaje agredido es considerado como “un indi-
cador de calidad de vida y como un recurso
susceptible de alcanzar un precio en el mercado
turístico” (Silva Pérez R. 2010).
Dejando al margen, no por menos importantes,
las miradas sobre el paisaje desde la perspecti-
va del patrimonio, en su doble y artificial dife-
renciación, entre naturaleza y cultura (Elías
Pastor L. V., 2011) y aquellas que lo contemplan
como parte no prescindible de la planificación
territorial, cabe plantearse ¿Cuál es el valor
monetario de un determinado paisaje agrario?
¿Puede calcularse? La respuesta es, sí.
Si siguiéramos todavía de la mano de la teoría
económica clásica, pensaríamos, como Adam
Smith, que el valor asignado a ese paisaje de
huerta de la ribera del Arga o a esos viñedos en
los meandros del Ebro, no es otra cosa que la
suma de la cantidad de trabajo que hay en ellos
“encerrada” y Marx nos hablaría de la cantidad
de trabajo socialmente necesario para produ-
cirlos. Los marginalistas matizarían este pensa-
miento y nos dejarían solo con el valor del
último factor que contribuyó al valor final. Pero
el pensamiento económico evolucionó y llega-
ron los neoclásicos y nos dijeron que el valor
era algo subjetivo y pusieron en el centro al
consumidor y su capacidad para valorar y la
econometría facilitó la creación de bellísimos
modelos matemáticos para jugar a valorar
activos reales y virtuales.
Hoy son diversos los métodos empleados para
calcular el valor de un paisaje, pero casi todos
coinciden en los componentes que lo determi-
nan: valor intrínseco (cultural o estético); valor
comparativo o de contraste (un mismo paisaje
tiene distinto valor en dos espacios diferentes)
y valor de alternativa (cuando se conoce una
alternativa a un paisaje amenazado de desapari-
ción) (Calatrava J. 1996).
Teniendo en cuenta estos componentes, la valo-
ración de un paisaje puede abordarse desde
muy diferentes puntos de vista, por ejemplo, filo-
sófico, esto es, atendiendo principalmente a la
interacción que se produce entre el paisaje y
quien lo observa. Pero también puede darse
una valoración más “aséptica” apoyada exclusi-
vamente en una serie de descriptores propios
de cada paisaje, o todo lo contrario, adoptar un
punto de vista psicológico en la valoración aten-
diendo al impacto que el paisaje produce en el
observador (Otero I., Novoa J. C., Hernández
M., 1996, en el caso del Páramo leones).
Si se quiere obtener un resultado monetario en
la valoración, no todos los métodos sirven. La
economía ambiental trata de resolver esta cues-
tión proponiendo dos métodos diferentes de
valoración, uno basado en la valoración de pre-
ferencias y otro que se apoya en la observación
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del comportamiento económico a posteriori,
cada uno de ellos con diferentes variantes que
les dan flexibilidad para adaptarse a la gran
diversidad de “casos a valorar”.
Ante esta disyuntiva cada uno elige entre los
posibles aquel que cree se ajusta mejor a las
características del objeto de la valoración. En la
valoración de paisajes agrarios, Calatrava (1996)
se inclina por la utilización de métodos de valo-
ración basados “en las preferencias reveladas o
expresadas por los consumidores en mercados
(explícitos, implícitos o artificiales) (Calatrava J.
1996, pág. 146). En este grupo se encuentran el
método de precios hedónicos, el del coste del
viaje y el de la valoración contingente. También
se encuentran diversos casos de valoración de
activos ambientales que utilizan métodos multi-
criterio que combinan diferentes enfoques
(Aznar Bellver J., y Estruch Guitart V., 2007, en el
caso del Parque Natural del Alto Tajo).
Más allá de las diferencias y de las ventajas e
inconvenientes que cada uno conlleva al ser uti-
lizado, todos tienen como objetivo obtener una
valoración de bienes y de servicios que no
cotizan en el mercado, lo que obliga a emplear
técnicas de valoración económica que permitan
estimar su valor a partir de la observación de
mercados reales relacionados con los recursos
naturales (métodos de preferencias reveladas),
o a través de la obtención directa de las prefe-
rencias personales (métodos de preferencias
declaradas) (Castillo Mª. E., Sayadi S., Ceña F.,
2008, en el caso del Parque Natural Sierra de
María-Los Velez). Por ello algunos, como el de
valoración contingente por ejemplo, se basan en
poner al consumidor en una situación en la que
exprese, en términos monetarios, su preferen-
cia, ya que no puede revelarla pagando por
dichos bienes o servicios en un mercado real
porque tal mercado no existe.
Es obvio que este tipo de métodos requieren
de una selección precisa de la población a
encuestar, de la correcta descripción e identifi-
cación del objeto de valoración y de un cues-
tionario que permita determinar la disposición a
pagar por el objeto que se está valorando. Pero
más allá de estas exigencias de concreción,
organización y trabajo, no debería existir ningún
problema para valorar cualquier paisaje agrario
y en particular el de viñedo en el municipio de
Haro en La Rioja que tanto preocupa a las per-
sonas integradas en la plataforma constituida a
los efectos de defenderlo de las agresiones que
viene sufriendo de manera reiterada. Digo esto
porque estas reflexiones surgieron al abrigo de
una conversación, y de un vino compartido, con
un miembro muy activo de dicha plataforma,
Jorge Muga, en la que éste insistía en esta idea:
hasta que no le pongamos precio a este paisaje,
no conseguiremos nada.
Algo parecido debieron pensar hace unos años
los gestores de la Política Agraria Común (PAC)
Hoy son diversoslos métodosempleados paracalcular el valor deun paisaje, perocasi todoscoinciden en loscomponentes quelo determinan:valor intrínseco,valor comparativo ode contraste y valorde alternativa.
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cuando se plantearon incentivar las buenas
prácticas agrarias, la protección del medio
ambiente y la conservación de los espacios
naturales frágiles.
Los cambios que se han producido en la
Política Agraria Común en las últimas décadas,
que han incorporado el paisaje a su discurso, y
algunas de las nuevas medidas de apoyo al
sector agrario aplicadas con las sucesivas refor-
mas, son un buen ejemplo para entender
cómo esta forma de mirar el paisaje, desde una
perspectiva económica, es cada vez más fre-
cuente. Y con ello aumenta el interés por
valorar económicamente aquellos recursos
para los que no existe mercado.
Aunque en sus orígenes la PAC no presta
ninguna atención al paisaje, en los años ochenta,
de la mano de las políticas estructurales y de
desarrollo rural (medidas agroambientales
especialmente), la consideración del paisaje en
general y del agrario en particular, se hizo un
hueco en la política agraria y se establecieron
ayudas e incentivos para conseguir su conserva-
ción, protección y mejora.
La incorporación de la protección del paisaje
agrario al discurso de la PAC y su materializa-
ción a través de la condicionalidad de las ayudas
al cumplimiento de los códigos de buenas prác-
ticas agrarias, la reforestación o la Red Natura
2000, por ejemplo, es condición necesaria pero
no suficiente para alcanzar los objetivos plantea-
dos respecto del paisaje agrario, y no lo es
porque, a veces, otras medidas de la propia polí-
tica agraria como la transformación en regadío,
la modernización de explotaciones, la mecaniza-
ción… diluyen lo conseguido por las otras vías.
Esto se ve más fácilmente allí donde el paisaje
agrario es el resultado de una clara integración
en el mercado. Las nuevas medidas de la PAC
ayudan, sin duda, a sostener determinados pai-
sajes agrarios muy frágiles y en vías de desapari-
ción, pero no son suficientes en otros casos,
como por ejemplo, paisajes de viñedo en las
zonas en las que este cultivo tiene una clara
orientación comercial.
En las últimas reformas se sigue avanzando en
esa dirección que marca la sensibilidad ambien-
tal, y se introduce un nuevo concepto, la multi-
funcionalidad de la actividad agraria, esto es, los
agricultores además de producir tangibles que
son objeto de mercado, por ejemplo, patatas,
producen también intangibles y otros bienes y
servicios para los que no hay mercado, por
ejemplo, paisaje. Y se quiere remunerar a los
agricultores y ganaderos por eso que producen
y que no se mercadea. Surge la necesidad de
valorarlo para poder internalizar en forma de
subvenciones, impuestos u otras medidas esto
que se considera una externalidad de la activi-
dad agraria (Calatrava J., 1996, aplicación al caso
del cultivo de la caña de azúcar en la Vega de
Motril-Salobreña).
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En síntesis, la PAC, más allá de sus contradiccio-
nes, ha contribuido a dar al paisaje agrario una
dimensión de recurso y como tal objeto de
valoración. Un paisaje de viñedo, por ejemplo, no
tiene precio, pero tiene valor, aquel que le da el
propio consumidor, pero ¿cómo darle un valor
monetario? (Granoto L., Oddone N., y Carballo
A., 2009). De la mano de las nuevas orientacio-
nes de la PAC, caminan varias iniciativas que dan
respuesta a esta pregunta, centradas en unos
casos en paisajes naturales (Parques Naturales) y
en otros en paisajes agrarios.
Me consta que hay interés en dar los pasos
necesarios para trabajar en darle respuesta en
el caso de algunos paisajes de viñedo, por lo
que solo me queda animarles a ello y subrayar
cuatro cosas que creo importantes para
empezar con buen pie: la necesidad de integrar
diferentes perspectivas, la identificación precisa
de los paisajes de viñedo sobre los que se
quiere trabajar, la elaboración de un inventario
de elementos característicos a considerar y la
adopción de una metodología de valoración
previa discusión, en un grupo de expertos, de
las diferentes opciones sobre las que es
posible elegir y que, obviamente, aquí apenas si
se han presentado.
Emilio Barco Royo. Departamento de
Economía y Empresa. Universidad de La
Rioja. emilio.barco@unirioja.es
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AZNAR BELLVER J., y ESTRUCH GUITART V., 2007,Valoración de activos ambientales mediante métodos multi-criterio. Aplicación a la valoración del Parque Natural del AltoTajo. Economía Agraria y Recursos Naturales, Volumen 7,13 (2007) págs. 107 a 126.
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CASTILLO Mª. E., SAYADI S., CEÑA F., 2008, El valor deluso recreativo del Parque Natural Sierra de María-Los Velez(Almería). Economía Agraria y Recursos Naturales,Volumen 8, 2, 2008, págs. 49 a 72.
ELÍAS Pastor L. V., 2011, El paisaje del viñedo. Una miradadesde la antropología. Editorial Eumedia y MMARM.
GRANATO L., ODDONE N., y CARBALO A., 2009,Valoración económica del medio ambiente: las propuestas dela economía ecológica y la economía ambiental. EUMED.NET Universidad de Málaga Año 3, nº 7 diciembre 2009.
MANCEBO S., IGLESIAS E., y SANZ J., 2008, Valoración delpaisaje agrario como externalidad positiva en sistemas tradi-cionales de olivar. I Congreso de Estudiantes Universitariosde Ciencia, Tecnología e Ingeniería Agronómica.
OTERO I., NOVOA J. C., HERNÁNDEZ M., 1996,Valoración del paisaje y del impacto paisajístico de las cons-trucciones en el páramo leones. Revista Informes de laConstrucción, Vol. 47 nº 441 - 442, enero/febrero -marzo/abril 1996
PÉREZ R., Silvia., 2010, Tratamiento normativo de los paisa-jes agrarios españoles. Anales de Geografía, 2010, volumen30, nº 1, págs. 119 a 138.
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¿CÓMO SE PROTEGEN LOS PAISAJES AGRÍCOLAS?
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Nos hacemos esa pregunta ya que para proteger, preservar o defender los espacios
naturales, encontramos en la normativa española multitud de legislaciones que los
custodian. Esto quiere decir que anteriormente alguien, es decir personas, colectivos o
instituciones se han preocupado de delimitar y definir unos territorios que poseen una
serie de valores que posteriormente se protegen.
¿Cómo se protegen los paisajes agrícolas?
La tradición de señalar espacios naturales, de
valor extraordinario y de otorgarles una cla-
sificación, una marca, surge a finales del siglo
XIX, cuando los norteamericanos deciden
conceder el titulo de Parques Nacionales a
espacios de singular belleza. Lo mismo hacen
en Europa, donde España e Italia copian un
modelo que venía de lejos.
Así podemos decir, que los espacios natura-
les que hoy todo el mundo reconoce como
de un valor ecológico, medioambiental y
social evidente, toman carta de ciudadanía.
Faltan unos años para que surjan las norma-
tivas, las protecciones, y sobre todo para que
las diferentes Administraciones tomen
partido y apuesten por esos territorios.
El concepto “espacio natural protegido” es
algo que se conoce y se respeta, y cuando se
prevé una alteración, todo el mundo pone el
grito en el cielo.
La Administración enseguida tomó parte en
esta defensa de unos territorios de propie-
dad comunal, alejados de los espacios
urbanos, poco poblados, y con cier tos
valores estéticos que la población admitía
Por Asociación para la Defensa del Paisaje Riojano
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como positivos e incluso como higiénicos, ya
que inmediatamente pasaron de ser espacios
del sector primario a territorios del ocio, del
descanso y de la contemplación.
Para cualquier intervención en estas zonas se
precisa de múltiples permisos y del cumpli-
miento de diferentes reglamentos.
El caso de los espacios naturales es por tanto
evidente, pero no podemos decir lo mismo
de los espacios agrarios. Pese a que el con-
cepto de paisaje tiene mucho que ver con la
intervención humana, cuando esta se con-
centra en el sector productivo, generador de
productos, es decir agricultura o ganadería,
parece que no estamos ante un paisaje, sino
ante un espacio extractivo.
Esta opinión hace que los espacios agrarios
sean los menos considerados a la hora de la
clasificación de los paisajes. Copiamos de un
excelente libro sobre paisaje: “Actualmente
cuando se proyecta una nueva vía de comu-
nicación, ya sea una autopista o un tren de
alta velocidad, se tiene la sensación de que el
espacio rural, el territorio ocupado por culti-
vos, es, para el equipo encargado de redactar
el proyecto, un espacio vacío que se puede
atravesar indiscriminadamente por donde
sea más conveniente desde el punto de vista
de la rentabilidad económica o por motivos
especulativos y de afinidad con quien detenta
la propiedad de esos terrenos: la trayectoria
más corta para unir los puntos de interés y a
través del lugar con la pendiente más suave.”1
El espacio agrario depende de reglamentacio-
nes municipales, en vías a su producción agrí-
cola, y es su única dedicación. No obstante
siempre se plantea la posibilidad de su trans-
formación en suelo urbanizable o industrial.
Si repasamos las herramientas de protección
de los espacios naturales tanto en sus aspectos
vinculados a la flora como a la fauna, hallare-
mos que se encuentran encuadradas general-
mente en zonas de montaña, de componente
1Busquets, Jaume y Cortina, Albert. Gestión del paisaje.
Manual de protección y ordenación del paisaje. Ariel
Patrimonio, Barcelona, 2008. Pg. 91
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¿CÓMO SE PROTEGEN LOS PAISAJES AGRÍCOLAS?
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boscoso, con fuertes pendientes, escasa activi-
dad productiva y por lo tanto reducido pobla-
miento. Territorios como: Lugares de Interés
Comunitario, Parques Nacionales, Reservas de
la Biosfera, Red Natura 2000, Zepas, etc, en
escasas ocasiones contemplan dentro de su
ámbito zonas de dedicación agrícola.
No obstante, existe normativa de carácter
agrario e incluso la Ley de Desarrollo Rural
Sostenible, que habla en diferentes epígrafes
del paisaje rural. En algunas Comunidades
como en La Rioja, se habla en la Ley de
Patrimonio, del “paisaje cultural del viñedo”.
En el caso de las Directrices del Suelo no
Urbanizable en La Rioja, no aprobadas todavía, se
delimitan algunos espacios agrarios a proteger.
En otras zonas de España se han dado iniciati-
vas como la Protección de la Huerta
Valenciana. Dentro de los Planes Territoriales,
se plantean Áreas de Interés Paisajístico, que
pueden contener espacios agrícolas, ordena-
ción de espacios agrarios y otras fórmulas que
difícilmente reglamentan más allá de la propia
actividad agrícola.
Ante esta indefensión el agricultor está
sufriendo todas las incursiones de cualquier
tipo que se plantean a la hora de definir tra-
zados de infraestructuras, que hoy atraviesan
el territorio.
Por otra parte en el Convenio Europeo del
Paisaje se define a este “como cualquier parte
del territorio, tal y como es percibido por las
poblaciones, cuyo carácter resulta de la acción
de factores naturales y/o humanos y de sus
interrelaciones”, es decir que hay una implica-
ción de los habitantes de cada territorio sobre
la propia definición, así como sobre la gestión
y el planeamiento.
Pero en la realidad se observa que el paisaje
agrario, está indefinido e indefendido. Ante
este hecho y a partir de los diferentes impac-
tos que se han ido sucedicendo a lo largo de
décadas en toda La Rioja Alta, un grupo de
personas, instituciones y colectivos han creado
en 2011 una “Asociación en Defensa del
Paisaje Riojano”, con el objetivo de informar
sobre los impactos que se estaban producien-
do en los viñedos de esa privilegiada región.
El detonante se produce a partir de los pro-
yectos de instalación de varias líneas de Alta
Tensión, que atraviesan el
término municipal de
...en la realidad seobserva que elpaisaje agrario,está indefinido eindefendido.
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Haro y de los pueblos limítrofes. La implanta-
ción de decenas de torres de alta tensión sobre
viñedos de gran interés agronómico y paisajísti-
co, ha animado a muchas personas a manifes-
tarse en contra de estas instalaciones.
La previsión de que doce líneas de alta tensión
atraviesen la zona, más la instalación de dos
centrales de biomasa, el desdoblamiento de la
Nacional 232 y otras infraestructuras previstas
en la zona, hacen que este espacio, que ha pre-
tendido ser considerado como un paisaje de
viñedo de extraordinaria belleza, pase a ser
simplemente una tierra productora de uvas,
atravesada por múltiples infraestructuras.
La Asociación está llevando a cabo una
campaña de concienciación sobre este tema, ya
que la zona es de dedicación prioritaria vitiviní-
cola y hay un aspecto difícilmente evaluable
que es el del valor del paisaje del viñedo como
recurso turístico. Desde hace tiempo el
Gobierno de La Rioja pretende que los viñedos
de esta Comunidad sean declarados
Patrimonio de la Humanidad, esta loable pre-
tensión se enfrenta a la aprobación de la insta-
lación de todo tipo de infraestructuras entre
los viñedos riojanos, que a la larga van a
impedir esa declaración.
Como Asociación creemos que el valor patri-
monial del paisaje, además del interés social
que posee, tiene la posibilidad de convertirse
en recurso para una región agrícola, tan
mermada de otras fuentes de desarrollo. La
conservación de un paisaje del viñedo de exce-
lencia, garantizará la continuidad del turismo del
vino, que tantos éxitos está alcanzando en toda
La Rioja Alta.
El papel de la Asociación es sobre todo con-
cienciar a la población de los valores que el
paisaje posee, y cómo estos son un patrimonio
similar a la arquitectura, la pintura o al resto de
obras de arte; y por lo tanto no se puede des-
truir. Creemos que existen soluciones técnicas
para que los trazados de alta tensión sean
enterrados, consideramos que se pueden plan-
tear otros itinerarios, y sobre todo pretende-
mos exista un debate en el que los ciudadanos
sepan como su territorio va a ser en el futuro,
a partir de las propuestas urbanísticas o de
infraestructuras que fragmentan y deterioran el
entorno en el que conviven. Espacio éste que
además es atractivo como generador de recla-
mos turísticos para el enoturismo.
La Asociación además de las tareas de divulga-
ción, por medio de charlas, publicaciones, actua-
ción en medios de comunicación y en la Red,
está también presentando recursos jurídicos y
alegaciones a los procesos de instalación de
algunas líneas de alta tensión que pretenden
atravesar la comarca de la Rioja Alta.
www.paisajerioja.com
Asociación para la Defensa
del Paisaje Riojano
nomecablees@paisajerioja.com
El detonante seproduce a partir delos proyectos deinstalación devarias líneas deAlta Tensión, queatraviesan eltérmino municipalde Haro y de lospueblos limítrofes.
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Recuperándome de la gripe. Según el médico, la falta de lluvia está aumentando la
gravedad de esta enfermedad. La boina de Madrid, es inmensa, se ve desde la lejanía, han
prohibido el transporte privado por el centro…esos deben ser los factores que hacen
que no huela nada desde hace más de dos semanas, que mi garganta arda continuamente
y que me cueste tragar, además de jaquecas continuas, aunque me dijeron que también
podían ser debidas al stress del trabajo.
Viaje sensorial
Lo mejor será huir de aquí. He liado a María
para que venga conmigo un par de días a ver
a Juan, un gran amigo que dejó la ciudad y
montó una bodega.
Cuando ella me viene a buscar, todavía es de
noche. Me acomodo en el coche y me echo a
dormir. Al rato, comienzo a despertar ; el sol
está apareciendo por el este; esos leves rayos
acarician mi sien, alegran mi vista e incluso me
da la impresión de que respiro mejor.
–¿Paramos a tomar un café?– Al entrar en la
estación de servicio me fijo en el paisaje de
cepas ya podadas e incluso, al fondo, puedo ver
a dos viticultores podando cerca de una
hoguera.
Antes de entrar al bar mi mente me sugiere
que me acerque al viñedo, hundo mis botas en
el terreno que ha sido mullido hace pocos días,
me acerco a la vid, toco sus pulgares…en ese
momento siento que me transmite energía,
aunque está dormida, la vida fluye suavemente
por ella. El sol ahora sí que acaricia con más
fuerza mi frente, lo siento con agrado, cierro
los ojos, mientras mi mano agarra con fuerza
ese pulgar, comienzo a relajarme…De
pronto…oigo mi nombre, abro los ojos…miro
y...respondo: –¡¡Sí, María, ya voy!!–…Síii, comien-
zo a oler, hasta mí llega el olor de los sarmien-
tos ardiendo.
Estamos cerca de nuestro destino y presiento
que este será un gran viaje. Juan nos ha citado
en la gasolinera que está a la entrada de su
Por Jesús Álvarez de Yraola
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pueblo. Me sorprendo al verle, está más
delgado, con muy buen color de cara y muy
sonriente.
Le seguimos por sinuosos caminos y pronto
dejamos de ver atisbo de urbanización.
Llegamos a una pequeña casa rural, sin preten-
siones, la chimenea desprende olor a leña
quemada que me trae recuerdos de niñez en
casa de la abuela. Nos tiene preparado un
almuerzo que llena la mesa: una hogaza de pan
de corteza fuerte y crujiente y miga con
pequeños alveolos; huele a cereal. Lo tuesta al
momento en la brasa de la chimenea y lo rocía
con un verde aceite cuyos olores inundan mi
pituitaria. También probamos algo de embuti-
do, pimientos asados. –Pero esto es una
burrada de comida–, comento. Él sólo ríe. Para
beber sirve un vino rosado, con olor a frutos
rojos negros; con un toque láctico que me
recuerda al yogurt de frutas del desayuno.
Entra como la seda.
Nos enseña las habitaciones. La suya tiene un
gran balcón desde donde se divisa una ladera
llena de vides con una zona de pinos y coro-
nada por un gran risco de quejigos.
Vamos a dar una vuelta por los viñedos. Sin
darnos cuenta, han pasado más de dos horas
caminando entre vides, abedules y pinos, bajo
un sol que alegra la cara; escuchando las pala-
bras de Juan versando sobre variedades de uva,
el mesoclima de la zona, el suelo y los microor-
ganismos que habitan en él o de un pequeño
ahondamiento. Se detiene, de vez en cuando,
para mostrarnos algún detalle de una cepa, nos
explica el microclima de esa pequeña parte del
viñedo, sus especiales virtudes… Da gusto
oírle, no ya por lo que cuenta, por cómo lo
hace. Por la tranquilidad y ternura que transmi-
te. No como cuando vivía en Madrid, cuando
fue el número uno de aquel gran máster o el
directivo más joven de aquella multinacional de
informática. Qué cambio. Se le ve feliz.
Al rato, comienzo adespertar; el solestá apareciendopor el este; esosleves rayosacarician mi sien,alegran mi vista eincluso me da laimpresión de querespiro mejor.
© José
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María comienza a cansarse, pero Juan solo ríe
y sigue con sus explicaciones: nos mantienen
muy atentos y demuestra nuestra incultura
rural. Al rato, tras la pequeña ladera aparece
una aldea. – ¡Bien! justo a la hora del vermut.
Vamos al bar de Carmelo–, comenta Juan. Allí
no hay más que abuelos, curtidos y sonrientes,
todos con un vino en la mano.
–Juan, yo como siempre una cerveza–, espeto.
Él se echa a reír. Al momento, trae un vino que
bebo con ansia. Lo que atrae a un paisano que
entre risas dice ante mí, –Tranquilo urbanita,
que eso es el fruto de la cepa unido al esfuer-
zo del hombre… y es para disfrutar–.
Juan nos presenta al grupo, todos se conocen.
Jenaro, que se reía de mí, nos explica que el
vino no sirve para apagar la sed, hay que dis-
frutarlo y beber poco a poco. Para ellos la hora
del vermut es sagrada, una ceremonia; el
momento en que hablan de sus cosas: el
campo, la familia, el fútbol o la política. El
momento de disfrutar los vecinos. María se
asombra, el bar está lleno de mujeres, ellas
también comparten el vermut y hablan en cua-
drilla como uno más. Creería que estaban en
casa, sin salir.
De pronto, una vez terminado el segundo vaso,
todo el mundo se va. –Si la tercera ronda es la
mía–, advierto. Jenaro me contesta que saber
beber es saber vivir y el vermut es tomar algo
tranquilo, sin abusar, y después a casa a comer.
Juan había preparado todo: comeremos con
Jenaro y Pepa, su mujer, en su casa. Allí nos
espera Dionisia, la abuela, y sus dos hijos. Pepa
disculpa la falta de lujos advirtiéndonos a María y
a mí que es una casa humilde y muy sencilla. Me
parece más bonita y acogedora que la de Juan.
Dionisia, según nos ve llegar, exclama –Justo,
llegáis puntuales, ¡lavaos las manos!–, mientras
nos distribuye alrededor de los platos. Una vez
sentados bendice la mesa. Y trae unos platos con
cardos guisados de olor intenso y sabor deleito-
so. Cuando Dionisia habla, el silencio es total. Su
expresiva voz pausada de tono impactante nos
reclama poderosamente la atención.
Especialmente a mí, pues se sienta a mi izquier-
da y me insiste: –come despacio, mastica bien,
saborea…–.
La comida es sencilla, según ellos: patatas con
chorizo de sabor extraordinario. –Mastica bien y
me dices todo lo que lleva– Me inquiere
Dionisia. Juan la apoya entre risas: –a mí me hizo
lo mismo la primera vez…te toca examen–.
Me insiste: –Mastica bien, muerde con tranqui-
lidad la patata, nota su textura, busca sus sen-
saciones, su sabor. Haz lo mismo con el
chorizo, la cebolla y el pimiento...– Pienso para
a mí: –A un gastrónomo reputado en todos
mis círculos, ¿esta señora me va a enseñar a
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comer?–. Sin embargo, al seguir sus pautas,
advierto que mis sensaciones son diferentes:
noto el leve picor del pimentón, el ahumado del
chorizo, la textura firme de la patata. Después
un lechazo al horno. ¡Qué olor! La piel crujien-
te, la carne jugosa. Sucumbo a la comida, mien-
tras Juan y Jenaro hablan del campo, las faenas
por hacer y el vino. El vino, un tinto que hace
Jenaro de una pequeña viña con más de 60
años. Produce poco, pero madura muy bien. Se
bebe con facilidad, pero antes debo catarlo.
Olores muy variables: arándanos, moras, un sutil
toque de madera, tostados y bayas de enebro.
En boca, una acidez vitalizante, muy buen
cuerpo y a la vez buen paso, dejando de su largo
recorrido un gusto memorable.
Para terminar, unos mantecados anisados receta
de Dionisia y un vino blanco dulce de uva mos-
catel que también hace Jenaro de maravilla. En
el café y la charla de sobremesa, admiro la vida
y alegría de estas gentes.
Volvimos al bar a jugar una partida de cartas y
después anduvimos por la aldea y sus alrededo-
res de pinares y abedules. Era casi media tarde
cuando Jenaro nos acercó a la casa de Juan en
su coche. Durante el viaje de regreso entre ala-
banzas a toda su familia, especialmente a
Dionisia, Juan dejó caer que era un poco hechi-
cera, que adivinaba cosas y tenía ciertos
poderes sobrenaturales. Jenaro asentía entre
sonrisas.
Al llegar a casa cargamos en el coche algunas
cajas con bolsas de corchos, etiquetas y otros
enseres para el vino que Juan tenía para Jenaro.
Me convencí de que el viaje estaba preparado.
Tras picar algo de fruta y dar otro paseo por los
alrededores, como estábamos cansados, nos
acostamos.
Dormí muy bien. Y por la mañana desayunamos
con el esplendido pan de la aldea, el aceite de
olor intenso y una infusión de hierbas autócto-
nas muy digestivas. Todo con gran tranquilidad.
El plan era visitar la bodega emblemática de la
zona, comer allí y volver a Madrid.
Desde el coche disfrutaba del paisaje donde
unos almendros en flor rompían el fondo
oscuro de un bosque de pinos, subidas y
bajadas constantes por las laderas hasta llegar
a una bodega de más de setenta años. Por
fuera no llamaba la atención, dentro guardaba
unos antiguos secretos que descubrimos poco
a poco.
Lo primero, un paseo por los viñedos de los
que Florentino, el dueño de la bodega, no
paraba de hablar. Sobre su mimo, pues si la uva
no es extraordinaria, el vino difícilmente lo será.
De cómo, en su paseo diario, habla con ellos y
escucha sus necesidades, sus problemas y la
forma de cuidarlos; que él intenta comprender
para tratarlos de la forma más sencilla y natural
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posible, la menos agresiva con el medio ambien-
te. Florentino es un enamorado de la viña.
Al entrar en la bodega, sentí emanar una fuerza
que encrespaba el pelo y me recordó la sensa-
ción vivida hace unos años, cuando en Finisterre:
note la energía que brota de la tierra.
El amor por el detalle, todos los mimos y cariño
posibles y la sencillez; eran las ideas que repetía
y mostraba Florentino.
La sala de catas me sorprendió: unas cincuenta
copas colocadas en cinco series donde todos
puntuábamos igual, entre uno y veinte. Según él,
para hacernos pensar, y conocer cuál nos
gustaba más y cuál menos. Juan nos miro, a
María y a mí, y dijo: –Bebed solo un sorbo, ana-
lizad el vino, entrando en su mundo, dejad que
os transmita sensaciones, esperad cinco segun-
dos y puntuad– Catamos y disfrutamos. A
ninguno de los vinos le di menos de 15 puntos.
¡Qué maravillas! Una vez recogidas las valora-
ciones, comentó que eran cinco viñedos dife-
rentes y las muestras correspondían a los cinco
depósitos que tenía y a algunas de las mezclas
que había seleccionado con diferentes propor-
ciones de ellos.
Durante la comida, comentamos los resulta-
dos, María había sido la más extrema en las
calificaciones, aun así coincidió en gusto con los
preferidos de Juan y Florentino. Yo salía de la
media, lo que nos dio para muchas risas;
siempre con la insistencia de Florentino en el
mimo, la viña…
Volvimos a casa de Juan, hicimos las maletas y
nos obsequió con una sorpresa que tenía pre-
parada: huevos de gallinas del lugar, setas y
unas botellas de su propio vino. Tras alguna
explicación sobre la preparación de las setas,
nos despedimos y partimos.
Durante el regreso hablamos de la buena
gente que habíamos conocido, del gran
cambio de Juan, las ganas de volver allí, incluso
de seguir sus pasos: dejar la ciudad e irnos allí.
La filosofía del pelotazo y el stress no es buena
vida, mejor es disfrutar de las pequeñas cosas
del día a día…
En mi casa, casi exhausto, puse una lavadora, me
duché, preparé las setas con huevos como dijo
Juan, cené y el cansancio me ayudó a dormir.
Estaba echándome la siesta en la habitación de
Juan, de pronto, oí un ruido en el cristal del
balcón, fui a mirar y observé un azor posado
en la parte alta, me acercaba despacio cuando
se giró y clavó su mirada en mi…volé, por los
viñedos de Juan, viendo a través de esos
ojos…con una perspectiva diferente al recuer-
do que tenía del día anterior, noté la brisa del
aire frotando mi cara, pude distinguir dónde
hacia más frío, dónde estaban las corrientes
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cálidas, percibía los cambios del color del suelo,
los grandes y pequeños desniveles, las zonas
abiertas y claras, y las más oscuras y cerradas,
pasé por el bosque de abedules, por los
enebros, por las encinas…sentí muchos olores
que no conocía…paré un rato a coger aire en
la vara de una cepa en un alto. Mis ojos se afe-
rraron a un pequeño roedor, me lancé sobre
él, pero éste se giró y clavó sus ojos, sobre los
del azor…me vi en esa musaraña, recorriendo
los suelos y viviendo una nueva sensación, aca-
riciando todo con mis bigotes: las cepas, la
arena, las piedrecitas…noté, bruscamente, los
cambios del suelo y dónde había más lombri-
ces, insectos, caracoles; descubrí pequeños ria-
chuelos subterráneos, zonas secas y otras
encharcadas; vetas de mucha caliza, otros are-
nosos y hasta un filón de hierro. Di varias
vueltas por ese magnífico viñedo y empecé a
comprender muchas de las cosas que me
habían dicho. De pronto alguien me cogió del
rabo y me levantaba…era Dionisia, su mirada
me hizo volver. Me hablaba de la naturaleza,
del campo y sus gentes…todo para hacerme
comprender la vida que llevaba, si era la ade-
cuada…para recapacitar en mí mismo y
valorar más lo que da la naturaleza y no sólo
lo material. Incluso me dijo, sobre esas fragan-
cias que había encontrado volando, que las
conocía, pero nunca me había fijado en ellas.
De cuántas cosas agradables pasan por la vida
y no nos fijamos. Que debía ser más feliz, que
yo sólo soy un chiste del cosmos y debo
reírme y hacer reír. Gozar la vida, salir de mí
mismo y encontrarme. Ser feliz.
No sé si las setas eran alucinógenas, si separe
mi cuerpo de mi mente, si fue verdad o solo
un sueño, pero creo que esta experiencia es
un cambio en mi vida. Hoy no he ido a traba-
jar, me he pasado toda la mañana pensando en
ese sueño, comienzo a entender más claro lo
que me transmitían; Juan, Jenaro, Florentino,
Pepa y, especialmente, Dionisia. Ahora lo
escribo mientras bebo una copa del buen vino
que hace Juan y advirtiendo que mi vida no
deja de cambiar.
Jesús Álvarez de Yraola es profesor Análisis Sensorial de
la Escuela Superior de Hostelería y Turismo de Madrid.
© José Alberto Sierra
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VINO, PAISAJE Y ARQUITECTURA
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Se ha escrito mucho sobre la temática de la arquitectura unida al “vino”, de los
edificios, de las bodegas como elementos de marketing, utilizando estos recursos como
reclamo enoturístico. No hay más que pasear por cualquiera de nuestras zonas
vitícolas, por sus pueblos y sus viñedos, para destacar como han influido en el entorno
las bodegas, tanto los nuevos proyectos vanguardistas, como otros de tiempos recientes
y menos recientes.
Vino, paisaje y arquitectura
Paseemos por Jerez, Villafranca del Penedés,
Barbastro, Haro, Peñafiel, Toro, Cacabelos,
Cambados, Jumilla, Utiel, Requena, etc, o por
diferentes zonas, como La Mancha, Rioja,
Ribera, Bierzo, Somontano, Cariñena,
Valdepeñas… ¿por cuántos caminos de España
no nos encontramos una bodega?
En los últimos 15-20 años las publicaciones han
reflejado los proyectos estrella, de vanguardia, los
concursos de arquitectura donde las bodegas se
presentan como estrellas de cine. Pero ¿Cuánto
se escribe de las barbaridades arquitectónicas
que te encuentras en esos mismos paisajes?, no
solo desde el punto de vista estético, sino donde
coincidiendo imagen de modernidad y premios
hay fracasos de funcionalidad, operatividad y
altos costos de producción.
Este artículo habla de VINO, PAISAJE Y
ARQUITECTURA y lo hace en ese orden, de
forma razonada. El vino es el elemento real-
mente importante en una bodega y para con-
seguir el equilibrio es necesaria la integración
entre el viñedo y sus uvas, la tecnología orde-
nada para su transformación, con un entorno
agradable y funcional. Qué bueno sería si años
después de una gran inauguración, todos los
participantes en el proceso del vino (enólogos,
bodegueros, administrativos, directivos, etc.)
estuvieran satisfechos a su salida, después de
una dura jornada de trabajo, porque los técni-
Por Justo Banegas
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cos hubiéramos sido capaces de aunar
entorno, funcionalidad y estética.
DesarrolloUna bodega es algo más que una industria,
creamos algo más que un alimento, desarrolla-
mos ARTE, y el arte debe ser mostrado, a los
clientes, a los amigos, y al mundo. Pero ese, más
que una industria, no debe ser tomado como
algo superfluo cuando se desarrolla un proyecto,
todo lo contrario. Para desarrollar un buen pro-
yecto hay que analizar los procesos: vendimia,
transporte, vinificación, almacenamiento, trata-
mientos, crianza, embotellado, logística, etc.
¿verdad que nos recuerdan los elementos de
una cadena de producción, donde hoy más que
nunca los costes son muy importantes?
Todos estos elementos deben conjugar tradi-
ción y artesanía con tecnología, optimización
de recursos, funcionalidad, ahorro energético,
sostenibilidad, marketing, visitas, etc. Nada sen-
cillo que debemos transmitir a nuestros arqui-
tectos e ingenieros cuando se diseña “una
industria muy especial”. En ocasiones, por esta
connotación del mal llamado “MARKETING”,
conseguimos uno de los objetivos
“ATRACCIÓN DEL VISITANTE”, pero no
debemos olvidar que los procesos se realizan
todos los días, todos los años y por mucho
tiempo, y es al VINO, a sus gentes, técnicos y
operarios a los que tenemos que tener pre-
sentes, para buscar ese EQUILIBRIO que
garantice el éxito presente y FUTURO.
Históricamente la tecnología y la evolución nos
han ayudado a mejorar, a dominar los proce-
sos, las condiciones ambientales de las
bodegas, pero tengamos presente que las
bodegas, desde hace miles de años, se diseña-
ban buscando la optimización. Ahora se nos
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llena la boca con la utilización de términos
como la gravedad en los procesos, el control
de temperatura y humedad, el dominio de la
fermentación, sostenibilidad, ahorro energéti-
co, como si estuviéramos descubriendo algo
nuevo, de alta innovación tecnológica.
No hay más que volver al campo, a los
pueblos y visitar las bodegas centenarias, las
bodegas de cosecheros, las catedrales del
Marco de Jerez, cualquier calado en Rioja,
Ribera, Mancha… para que reflexionemos
sobre el vocabulario actual y lo que ya se
hacía muchos años atrás. Los técnicos
debemos ser capaces de integrar el bien
hacer del pasado con las oportunidades de
hoy, volviendo al sentido común que nunca
debimos perder y que muchos hemos
perdido estos últimos años.
Arquitectura, arte, estética, paisaje, SÍ; marke-
ting, enoturismo POR SUPUESTO, pero simpli-
cidad y funcionalidad TAMBIÉN.
FuturoEl futuro está en la arquitectura e ingeniería
inteligente, que entiende los procesos y sus con-
diciones, que siente el vino correr por su inte-
rior, que está comprometida con su entorno
social y ambiental.
Los nuevos proyectos ya recogen, o deberí-
an hacerlo, los diseños buscando estos cri-
terios. La orientación adecuada, protegien-
do las salas de crianza del sur cálido, facili-
tando las ventilaciones naturales contra el
gasto de la climatización, utilizando la grave-
dad de forma razonable, integrando mate-
riales nobles con otros de larga vida y con-
sistencia, con cer tificación Leed, Passive
House, etc. Comprometidos todos en la
reducción de la huella ambiental (huella de
carbono, agua…) y donde se permita que el
trabajo de sus operarios tenga calidad de
vida y facilite el gusto por su “faena diaria”,
permitiendo que las visitas se hagan par tíci-
pes de ese ambiente.
Arquitectura, arte,estética, paisaje, SÍ;marketing,enoturismo PORSUPUESTO, perosimplicidad yfuncionalidadTAMBIÉN.
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Todo dentro de un contexto de un paisaje del
cual la edificación va alterar lo que hoy vemos.
Recorramos los viñedos, hablemos con sus
gentes, elijamos una estación, en cualquiera de
ellas gusto, olfato, vista, tacto y oído están impli-
cados en una danza de sensaciones. Ninguna
atracción turística ofreció tanto, los cinco sen-
tidos son los protagonistas en los encuentros
enológicos del cual se formará parte activa.
Perfumes, gustos, colores, vistas y sensaciones
del vino pueden ser presentados con un corte
divulgativo por cualquier bodega que se lo
proponga. Basta una pequeña sala de catas
para comunicar cultura con mayúsculas, susci-
tar interés en el visitante.
Una impresión personalMe atrevo a elegir el otoño para disfrutar de
los tonos ocres, marrones, amarillos y verdes,
de un paisaje excepcional capaz de infundir
paz; quién diría que el cultivo está muriendo
para volver a renacer en primavera. Visitemos
las bodegas, rodeemos su entorno, contemple-
mos los descubes, las malolácticas, los trasie-
gos, el olor a vinos creciendo.
Paseemos por los pueblos míticos, dejémo-
nos llevar, participemos de la belleza del con-
junto, veamos, catemos, estudiemos, que
mejor que al abrigo de una “fábrica” mágica
que nos cobija, nos alegra y nos permite dis-
frutar de una buena copa de vino. A través de
pasillos sinuosos, espacios limpios y majestuo-
sos, donde la quietud pasa escondida bajo
volúmenes industriales. Ese patio, sala de
catas, mirando a un lado el mejor viñedo del
mundo y al otro un mar en calma de barricas
bien alineadas.
Los campos, los viñedos son para todos, pero
los oriundos no percibimos esto, nos lo tienen
que contar los de fuera. El turista del vino
puede ser un especialista en busca de las
fuentes de sus vinos preferidos o un simple
viajero que quiere concederse una desviación
respecto de los itinerarios más comunes. La
persona que se aventura en la zona de origen
de los vinos de calidad puede descubrir paisa-
jes no contaminados y de rara belleza; además
de encontrarse con los hombres y mujeres
que trabajan en las viñas y en las bodegas.
El paisaje, el vino y el arte ganan con la unión
entre la pasión de un bodeguero, la enología, la
ingeniería y la arquitectura. Uniéndolos se ha
hallado un valor que permite racionalizar la
funcionalidad y la tecnología con el marketing
del “bien hacer”. Calidad y prestigio.
Un brindis por el sentido común, por el arte y
por el vino.
Justo Banegas es Ingeniero Agrónomo y Director de
Alfatec Ingeniería y Consultoría (www.alfatec.es).
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Históricamente, el Mediterráneo ha sido el
gran mar del vino. Desde España hasta Biblos
(Líbano), en el extremo oriental, desde el
norte de Italia hasta las orillas egipcias, el vino
ha transitado esas aguas durante siglos hasta
incluso apadrinar hoy en día asuntos plena-
mente próximos a la enología como la dieta o
el clima. Desde el punto de vista sensorial, la
naturaleza de lo mediterráneo ha tenido
siempre dos anclas fundamentales, la expre-
sión de fruta madura, algo cálida y licorosa, y
la fragante presencia de notas herbales que
siempre se han apellidado sencillamente así,
“mediterráneas”. Una de las forma de repre-
sentar ese carácter ha sido el recurso a las
notas de “garriga”, la forma arbustiva típica del
arco mediterráneo, que perfila el verdor
costero desde la más bravía Gerona hasta el
ventoso balcón africano que nos ofrece Cádiz
y la montañosa Málaga interior. La palabra
garriga, pese a no constar en el diccionario de
la RAE es un vocablo que todos recordamos
de los libros infantiles de “Naturaleza y
Sociedad”, donde se describía como matorral
o monte bajo donde proliferan las hierbas
aromáticas más reconociblemente nuestras
(mediterráneas), que incluyen el tomillo, el
romero y la salvia; en menor medida pero con
idéntica intensidad y singularidad territorial, la
albahaca, el orégano, el hinojo y la menta.
Asentamiento ibéricoSon varias las variedades de uva mal llamadas
“foráneas” –generalmente francesas– que por
diversas razones han acabado implantadas en
nuestro país. Ese tránsito fronterizo conlleva en
ocasiones sorpresas más que significativas por
Una de las diferencias fundamentales en el vino contemporáneo se expresa en forma de
oposición entre lo “atlántico” y lo “mediterráneo”, términos que proceden de la
adscripción de estilos vinícolas diferenciados a sendas masas de agua y a sus entornos
físicos.
Por Antonio Casado
Un viaje varietal
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el comportamiento de las mismas en
territorios ajenos a los originales.
La más significativa de ellas, tras
una amplia evaluación, resulta
del análisis de la implantación
de la petit verdot en la franja
mediterránea. Una de las
variedades clásicas de
Burdeos pero con apenas
presencia contemporánea
en la región, la petit verdot
parece haber hallado en el
Mediterráneo un excep-
cional territorio de
acogida, si bien pocos son
conscientes hasta la fecha
de tan extraordinario
acontecimiento.
Comparte con la más
noble y popular cabernet
sauvignon el grosor del
hollejo, así como su capaci-
dad para ofrecer mucha pro-
ducción y vinos con un elevado
carácter tánico y colorante que
envejecen bien en la medida en que las
uvas puedan madurar adecuadamente. Y es
ahí –en la capacidad de óptima maduración–
donde reside la clave de su elaboración, y pre-
cisamente donde podemos afirmar de forma
concluyente que la petit verdot ha hallado en la
franja mediterránea el territorio más propicio
para su expresión varietal. Varias son las
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UN VIAJE VARIETAL
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Son varias lasvariedades de uvamal llamadas“foráneas”–generalmentefrancesas– que pordiversas razoneshan acabadoimplantadas ennuestro país.
bodegas que dan constancia de este hecho,
pero las más significativas son sin duda tres:
Bodegas Francisco Gómez, en Villena
(Alicante), bajo la soberana batuta de Juan
Huerta; Casa de la Ermita, en Jumilla y con la
juiciosa enología de Marcial Martínez, y ya en el
extremo meridional de la península, en Ronda
–una zona hasta hace poco despreciada a
efectos enológicos para las variedades tintas–
la extraordinaria diligencia enológica de Juan
Manuel Vetas, quien ha elevado a la categoría
de “grande de España” a una variedad nada
nacional.
De ronda por la penínsulaPlantada ya en 1991 en el Cortijo las Monjas,
en Ronda, propiedad de los Hohenlohe, la
petit verdot ha crecido en expresión por obra
y gracia de un enólogo que, con formación
eminentemente francesa, ha hecho de ella una
bandera casi personal. Con el nuevo siglo, Vetas
hizo de ella variedad mayoritaria (80%) en su
pequeña finca rondeña, a una inusitada altitud
cercana a los mil metros. Atento a una filosofía
de rendimientos bajos, severa poda y crianza
eminente (¡54 meses en botella para su 2004!),
su monovarietal resulta único, con una fianza de
crianza clásica y formidable expresión varietal,
licorosa y repleta de singularidad. La “detesta-
ble” (en palabras de Juan Huerta, en razón a su
connatural verdor y agresiva tanicidad) cepa
bordelesa se manifiesta igualmente espléndida
en Villena (Alicante), donde ofrece además una
inusitada intensidad colorante y magnífica
acidez (garantía de buen envejecimiento), en la
medida en que se la permita madurar conve-
nientemente. Pero tal vez sea en Jumilla
(Murcia), donde la alta meseta peninsular
comienza a perder altura para asomarse al
mar, el lugar idóneo para su más sorprendente
expresión varietal. Fruto de un intenso ejerci-
cio de microvinificaciones acaecido a mediados
de los 90, la petit verdot ofrece en Casa de la
Ermita notas eminentemente especiadas y con
una excepcional intensidad balsámica, cualidad
ésta que le era evidentemente esquiva (por
falta de sol) en su atlántica y francesa patria
original. Uno de los escasos beneficios del des-
arraigo geográfico, para regocijo (primero) de
los paladares peninsulares.
Antonio Casado es periodista vinícola.
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José Hidalgo Togores e Ignacio de Miguel Poch
son dos grandes sabios de la vitivinicultura
española. Aunque con sus diferencias en edad,
experiencias y seguramente opiniones, en
ambos coincide esa extraordinaria cualidad, tan
buscada por la mayoría de las bodegas hoy día,
como es un profundo conocimiento de la ela-
boración del vino desde la misma uva y su
tierra y hasta la salida de bodega, con un plan-
teamiento comercial derivado de su buena
visión del mercado. En ambos casos, el resulta-
do son grandes vinos.
Es un lujo para TERRUÑOS disponer de la
opinión de ambos expertos, para abrir o conti-
nuar un debate que lleva tiempo entre nosotros:
el de las variedades autóctonas frente a las inter-
nacionales. Ambos parten de una base histórica
sobre el origen de la vid y su extensión hacia el
Mediterráneo, pero separan sus argumentacio-
nes cuando se plantean la necesidad de poten-
ciar lo autóctono frente a lo internacional. ¿O
será más bien, a la hora de permitirlo? Con
sólidos argumentos, en notas necesariamente
breves, hay quien se inclina más hacia la conser-
Dos de los mejores enólogos de España, responsables de muchos buenos vinos en
distintas zonas y bodegas de nuestro territorio, expresan sus opiniones sobre la
conveniencia de “conservar y potenciar nuestro rico patrimonio varietal” o la necesidad
de aceptar algo que no sea “lo que se ha hecho toda la vida”. Pero, ¿son conceptos
antagónicos?
Variedades autóctonas –variedades internacionales:un debate abiertoPor José Hidalgo Togores
Ignacio de Miguel Poch
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VARIEDADES AUTÓCTONAS - VARIEDADES INTERNACIONALES
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vación del patrimonio varietal autóctono sin
necesidad de importar varietales “mejo-rantes”
y hay quien se muestra más abierto a experi-
mentar y probar nuevas variedades y su posible
adaptación a diferentes terruños.
Ambos, buscan vinos de gran calidad y que sean
apreciados por el consumidor. Y el lector atento
comprobará que, como suele ocurrir en los
argumentos esgrimidos por autores inteli-
gentes, quizás las diferencias no sean tantas.
Esperamos que este espacio sirva para lanzar el
debate y agradeceremos a los lectores que, si lo
tienen a bien, hagan llegar sus puntos de vista
sobre este asunto a info@culturadelvino.org
para, en su caso, continuarlo en próximas edi-
ciones de la revista.
Según la teoría orientalista, la especie Vitis vinife-
ra tiene su origen en una amplia zona compren-
dida entre las riberas de los mares Negro y sur
del mar Caspio, extendiéndose a lo largo de
muchos años por las tierras situadas en el
entorno de mar Mediterráneo, especialmente
por su ribera norte, y siempre en sentido de
oriente a occidente, cruzándose entre ellas en
este largo viaje, e incluso también con las varie-
dades de vid silvestres que se encontraron en su
expansión, según la otra teoría indigenista. La
consecuencia de esta colonización, la tenemos
en la existencia hoy en día de más de cinco mil
variedades de uva diferentes, unas productoras
de vino y otras de uva para consumo directo
como fruta o pasas, y todo ello a pesar de una
importante pérdida, que sin duda alguna se
produjo como consecuencia de las crisis sucesi-
vas del oidio, filoxera y mildiu, que a finales del
siglo XIX azotaron los viñedos europeos, y que
ocasionaron una apreciable erosión genética en
un importante patrimonio varietal legado desde
más de dos mil años atrás.
Todas estas variedades fueron cultivadas en este
período bimilenario en diferentes tierras situadas
principalmente al norte de la cuenca mediterrá-
nea, donde se adaptaron a sus suelos y climas
particulares, para después en los últimos cien
años, extenderse a otras zonas vírgenes también
aptas para el cultivo del viñedo, en una gran can-
tidad de países situados en dos franjas com-
prendidas entre los paralelos 30º a 50º latitud
norte y 30º a 40º latitud sur. Precisamente esta
Variedades autóctonasJosé Hidalgo Togores
Hoy en día existenmás de cinco milvariedades de uvadiferentes, unasproductoras devino y otras de uvapara consumodirecto como frutao pasas.
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diferenciación entre unas y otras viníferas,
definen lo que son las “variedades autóctonas”
de las “variedades foráneas”, donde las primeras
llevan mucho tiempo cultivadas y adaptadas al
medio de cultivo, y en las segundas, su implanta-
ción y adaptación es relativamente reciente, y
que en ocasiones se las han denominado injus-
tamente como “variedades mejorantes”.
Sin menospreciar el desarrollo de negocios vitivi-
nícolas basados en el cultivo y/o la producción de
vino a partir de variedades importadas, creemos
que para países o zonas vitícolas como el
nuestro, con una larga historia en el cultivo del
viñedo, el verdadero sentido de esta importante
actividad, y que cuenta con un enorme peso eco-
nómico, está en la conservación y potenciación
de nuestro rico patrimonio varietal, sin que
ninguna otra variedad tenga que “mejorar” lo que
la naturaleza y la mano del hombre han desarro-
llado en perfecta armonía a lo largo de los siglos.
En consecuencia, nuestra defensa de las varieda-
des autóctonas, se basa en los siguientes aspectos:
• Las variedades autóctonas, cultivadas en sus
diferentes ecosistemas, ofrecen una perfecta
adaptación al medio de cultivo, que se ha des-
arrollado a lo largo de miles de años en
algunos casos, constituyendo una situación
irrepetible y forma parte de nuestro patrimo-
nio y cultura.
• Nuestra responsabilidad como enólogos y
viticultores, está en la conservación del patri-
monio vitícola, evitando la erosión genética
que se ha venido produciendo desde la crisis
de la filoxera, tanto a nivel de variedades,
como también de clones y cultivares.
• Con las variedades autóctonas se consiguen
vinos de calidad y sobre todo con tipicidad,
que es el elemento diferenciador frente a
los vinos de las variedades globaliza-
das. Este concepto es la esencia de
los vinos de terruño o de deno-
minación de origen, que implica
una singularidad comercial y por
lo tanto una mayor posibilidad
de volumen de negocio.
• La enorme diversidad de varie-
dades autóctonas que existen en
nuestro país permiten elaborar
vinos muy especiales, “únicos” y
con producciones limitadas, y por
lo tanto con un mayor valor
añadido.
• En estos momentos en los que
consumidor está más formado,
puede acceder a una mayor
información, y busca continua-
mente novedades y nuevas sen-
saciones, siendo precisamente los
vinos de variedades autóctonas
quienes lo pueden proporcionar.
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VARIEDADES AUTÓCTONAS - VARIEDADES INTERNACIONALES
Empezaremos por la reflexión del propio con-
cepto de autóctono. Según el diccionario de
Maria Moliner, autóctono: indígena, nativo,
nacido en el país de que se trata.
Según los historiadores, el cultivo de la vid
comienza en El Caucaso, desde donde viaja
hacia el sur, pasa por Mesopotámia, y de allí
hacia el oeste, llega a su tierra prometida: el
Mediterráneo. Dicho esto, y en función de
cuando paremos el cronometro del tiempo,
cada una de las variedades que se van creando
durante este viaje, serán autóctonas de alguna
de las estaciones por las que pasó, y no de
donde hoy la consideramos.
Por ejemplo, la Garnacha tiene hoy en día una
cuna indiscutible: Aragón. Pues bien, algunos
autores, defienden que esta variedad proviene
de la isla de Cerdeña, y que durante la ocupa-
ción de la isla por el reino de Aragón en 1.297,
las plantas viajaron a España. Pero ¡a Cerdeña
también llegó de otro país! Entonces, ¿en qué
lugar ha nacido?
Los franceses lo arreglan de una manera muy
inteligente: re-bautizando. La Garnacha llega a
Francia en el XVIII, rápidamente la denominan
Variedades internacionalesIgnacio de Miguel Poch
Grenache, y ya es suya. ¿Alguien hoy en día
discute la utilización de la Grenache como base
de algunos vinos de Châteauneuf-du-Pape
o de Côtes du Rhône?
Hace algunos años, en un debate en
Ribera de Duero sobre la utilización
única de la Tinto Fino, o la inclusión de
la “foránea” Cabernet Sauvignon como
mejorante, el escritor John Radfor puso
el dedo en la llaga preguntando: si la
Cabernet llego a la Ribera a mediados del
XIX de manos de D. Eloy de Lecanda
cuando plantó el primer viñedo en
Vega Sicilia, y desde entonces se
cultiva aquí de forma continuada,
¿cuánto tiempo necesita una uva en
España para tener permiso de residencia?
Si lo que se pretende con esta defensa de las
(llamadas) variedades autóctonas, es defen-
der la personalidad única de cada uno
de los territorios frente a la globaliza-
ción del sabor, yo soy en primero que
me pongo en la manifestación defen-
diendo la personalidad única, pero
entendiendo que esta personalidad no se
adquiere solo, por la utilización de un varietal,
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falta de frescura, y unos graves problemas de
estabilidad debido a los altos índices de ph.
Sabemos que muy cerca de nosotros hay
varietales de ciclo largo, que llegan a su plena
madurez con valores por encima de 7 gr/l de
acidez y pH de 3. Con solo un 10 o 15% de
estas uvas, equilibramos el vino sin necesidad
de adicionar ningún ácido industrial, propor-
cionando la frescura y estabilidad que produc-
tores y consumidores deseamos. ¿Todavía hoy
alguien se niega a aceptar la plantación de
estas variedades por no ser “autóctonas”?
En verdad hay gente que prefiere hablar del
origen que de la calidad. Nicolás Joly, padre
del pensamiento biodinámico en viticultura,
defiende en su libro El vino del cielo a la
tierra que “antes de hablar de un buen vino
hay que interesarse por su autenticidad y el
respeto a sus orígenes”
Yo, que aunque trabajo de enólogo hace mas de
veinte años, sigo considerándome consumidor
antes que técnico, creo que nuestra primera
misión es hacer vinos de calidad que satisfagan
a los consumidores, utilizando para ello, todos
los elementos (legales, sanos, etc...) que tenga-
mos a nuestro alcance para conseguirlo.
José Hidalgo Togores es Dr. Ingeniero Agrónomo
y Enólogo.
Ignacio de Miguel Poch es Enólogo.
sino por la confluencia de los tres factores que
influyen en la personalidad de un vino: suelo-
clima + planta + hombre. Si no fuera así, todos
los vinos elaborados a base de Cabernet
Sauvignon se parecerían a los del Medoc, y claro
esta, no es así.
Pero demos aun otra vuelta de tuerca. La nega-
ción de utilizar otros varie-
tales en un territorio,
significa la creencia de
que lo que allí se
esta haciendo es lo
mejor posible. Negar la
experimentación, la prueba-
error, y condenar a esa región a
producir solo “lo que se ha
hecho toda la vida”. Con esta
teoría, nos cargamos de un
plumazo los grandes vinos
de Syrah que se están pro-
duciendo en Castilla la
Mancha, a costa de seguir
bebiendo el anodino Airen.
¡Pobres consumidores!
En las zonas más calidas
del país, estamos viendo
día a día como nuestros
vinos van perdiendo
acidez por el continuo
aumento de las temperatu-
ras. Este fenómeno, condena a los vinos a una
La personalidad deun territorio no seadquiere solo, porla utilización de unvarietal, sino por laconfluencia de lostres factores queinfluyen en lapersonalidad de unvino: suelo-clima +planta + hombre.
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EL SABOR DE LOS GRANDES: VEGA SICILIA
Cuando en 1848 D. Toribio Lecanda donó a sus hijos las
fincas Vega Sicilia y Carrascal que adquirió para el
cultivo, no imaginaba que había creado la partitura
para la elaboración de una de las sinfonías más bellas
de la historia de la enología universal: la primera
piedra de lo que sería el mito Vega Sicilia.
El Sabor de los Grandes: Vega SiciliaPor Alberto Coronado
Más de cien años después de aquel primer
acontecimiento y en el marco del Salón Real
del Casino de Madrid, pudimos hacer un reco-
rrido de lo que fue parte de la historia de la
bodega. La Fundación para la Cultura del Vino
en su novena convocatoria de El Sabor de los
Grandes ha hecho un homenaje a uno de los
vinos necesarios e imprescindibles y sin lugar a
dudas, uno de los auténticos Grandes de todos
los tiempos.
No servían excusas, había que acudir a tan
egregio encuentro, tener todos los sentidos
bien “afilados” y adentrarse en el reto de
poder catar, en una sola sesión, todo el saber
de generaciones de enólogos, maestros viticul-
tores o toneleros de la casa. El examen era
intenso y de gran responsabilidad, no cabían
superficialidades a la hora de juzgar un trabajo
tan amplio y cargado de vicisitudes climatoló-
gicas, relevos en la dirección de la bodega, cri-
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EL SABOR DE LOS GRANDES: VEGA SICILIA
terios de elaboración, retos tecnológicos o
fidelidad a un estilo “único”.
D. Pablo Álvarez, gerente de la propiedad y D.
José María Fonseca, presidente saliente de la
Fundación, fueron los maestros de ceremonias,
encargados de introducir el acto y de dar la
batuta a Javier Ausás, enólogo de Vega Sicilia,
para que fuera el guía que dirigió la cata, expli-
cando las añadas, las características de la vendi-
mia y ordenó los tiempos, para darle a cada
vino catado la solemnidad que requería, dada la
selección tan minuciosa que había sido necesa-
ria para la organización de este evento.
Los vinos a catar eran dos Valbuenas de las
añadas 2007 y 2001 y ocho “Únicos” de los
años 2004, el más joven, hasta un 1942 sor-
prendentemente entero y vivo el más longevo.
Puedo decir, porque estuve presente con Javier
Ausás (enólogo) y Enrique Macías (director de
viticultura de la bodega) en el proceso de des-
corche de los vinos, que los corchos estaban en
perfecto estado sin haber sido renovados en
ninguno de los casos.
Comenzó la cata con una introducción a cargo
de Javier Ausás sobre la filosofía de la bodega,
del porqué tan solo en los años excepcionales
se elaboraba “Unico” y de por qué aun en esos
años climatológicamente especiales, la bodega a
veces decidía no sacar vino al mercado. También
dejó muy claro que Valbuena no era en ningún
caso segunda marca de Vega Sicilia, como en
los míticos Château franceses, sino que era
otro concepto de vino, de viña y de elabora-
ción, donde la fruta era vital y la capacidad de
envejecimiento era más limitada, ya que sólo
los “Únicos” estaban pensados para ser consu-
midos a partir del décimo año como pronto.
Comenzó la cata con un Tinto Valbuena
del 2007. Una añada calificada de
“difícil” donde, tras un invierno
considerado normal, con fríos
y precipitaciones en la media
de la zona, dio paso a un
verano atípico, con tem-
peraturas anormalmente
bajas en la zona. La
entrada en la boca era
más lineal y menos
abierta que en otras
grandes añadas, pero con-
servando la frutalidad que
caracteriza a los Valbuenas. El
segundo, un 2001, estaba en su
momento álgido de consumo con
más cacaos, torrefactos, muy sutil con
una espléndida fruta, chocolates, ciruelas pasas
y tabaco de pipa. El 2001 fue un año calificado
de excepcional, pero en Vega Sicilia optaron
por no sacar el “Único”, ya que sobre el 12 de
mayo hubo una gran helada y las uvas de
primera generación se fueron con la misma. El
fin de ciclo fue bueno pero con 15 días de
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EL SABOR DE LOS GRANDES: VEGA SICILIA
retraso, así que la cabernet se le aportó al
Valbuena, consiguiendo un vino verdaderamen-
te soberbio y serio.
Transcurrida ya una hora desde el inicio de la
cata, también comenzamos a degustar los
“Únicos”, el verdadero plato fuerte de la con-
vocatoria. Ahora se requería toda la concentra-
ción para captar los matices y la sutileza que iba
a ser vertida en nuestras copas. Ausás hablo de
subestilos dentro de las añadas a las que íbamos
a enfrentarnos. El 2004 era el primero, aunque
no saldrá al mercado hasta el 2014 y que, junto
con el 83, se les podría entroncar dentro de un
estilo más “masculino”, rotundo y serio. A otros
vinos, por la particularidad de la añada y de la
elaboración, se les podría calificar de más “feme-
ninos” al ser más barrocos, con numerosos
matices y más sutiles.
El 2004 es una añada con la mejor expresión de
la Ribera del Duero: fruta fresca, nada de sobre-
maduración ni de puntas de verdor. Con una
nariz potente de frutos rojos en sazón y puntas
maduras de moras silvestres, resulta un vino
opulento, serio, amplio sin ser nada agresivo. Con
un final muy complejo y de enorme persistencia.
La botella acabará de redondear las aristas y
convertirá sin lugar a dudas a este vino en uno
de las joyas de la casa, donde se aúnan una gran
cosecha, con ciclos vegetativos “de libro” con
una elaboración de orfebre.
1996 era el primer vino de la cata que se pre-
sentaba ya con la redondez y la complejidad
del paso por la botella, aunque para el
baremo de Vega Sicilia aún lo consideran un
“bebé”; el tiempo en la botella todavía no
llega a ser el suficiente. El año, calificado como
Aún estábamos casien los preámbulosde las grandesbotellas que seavecinaban y yateníamos lospresentes elabsolutoconvencimiento deque estábamostocando el cielo.
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EL SABOR DE LOS GRANDES: VEGA SICILIA
excelente por el Consejo Regulador de la
Ribera del Duero, es una perfecta expresión
del terruño con un invierno muy ribereño,
con temperaturas frías y una pluviometría
media-alta, dejando paso a una primavera fría
y lluviosa y a un verano caluroso, con unas
temperaturas en la vendimia altas y sin lluvias
tardías. Cuenta con un esqueleto podero-
so, –magnífica acidez– y también con una
buena musculatura, –taninos persistentes y
maduros–, lo que da como resultado un vino
de gran carga frutal, con higos secos, ciruelas,
así como con notas balsámicas muy caracte-
rísticas del terruños de Vega Sicilia y puntas
de tabaco inglés. Aún estábamos casi en los
preámbulos de las grandes botellas que se
avecinaban y ya teníamos los presentes el
absoluto convencimiento de que estábamos
tocando el cielo.
Los vinos de Vega Sicilia no son vinos de corte
moderno, ni tan siquiera están en la media de
lo que el consumidor habitual de vino actual
busca; no son vinos sujetos a la moda. La fruta
es un elemento si se quiere, secundario, el pro-
longado tiempo que necesitan estos vinos para
ser consumidos en todo su esplendor hacen
que el consumidor tenga que buscar en ellos
elementos más complejos y diferenciadores.
Los aromas terciarios de buena evolución se
tornan imprescindibles en su correcto entendi-
miento y el recorrido en el tiempo de estos
vinos hacen de ellos una verdadera enciclope-
dia del saber de generaciones y generaciones
y un reflejo de lo que fue la España de la época
en la que se elaboró. Uno no puede evitar ima-
ginar qué acontecimientos estaban discurrien-
do en el país, o fantasear sobre lo que hacía
uno el año en que se vendimió o del parade-
Al catar estosvinos, uno nopuede evitarimaginar quéacontecimientosestabandiscurriendo en elpaís, o fantasearsobre lo que hacíauno el año en quese vendimió...
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EL SABOR DE LOS GRANDES: VEGA SICILIA
ro de las personas implicadas en las labores o,
por qué no, recordar a las personas que traba-
jaron en el proyecto y que ya no están entre
nosotros, pero que dejaron un legado que
ahora tenemos el privilegio de disfrutar.
El anterior preámbulo enlaza con el siguiente
vino, la cosecha de 1983; la primera de las que
hemos catado donde se puede decir que pro-
bamos lo que Vega Sicilia pretende, el registro
en el que pone el énfasis la bodega, la perso-
nalidad y la marca de la casa. Este 83 tiene los
años justos y los atributos necesarios para que
podamos decir “estoy ante un auténtico Vega
Sicilia”. Sin tener la complejidad del 82, este
vino es un dechado de elegancia, de buena
evolución, de lo que denominamos un vino
“femenino”, aterciopelado, serio, especiado; no
es exuberante pero está cargado de matices y
de historia. Es un compendio de todas las vir-
tudes de la bodega, es el más “Vegasiciliano” de
todos los catados hasta el momento. A pesar
de que el vino parece estar sujeto con alfileres,
mantiene un poderío aromático que lo hace
perpetuo y majestuoso.
1976 es la primera cosecha de las catadas
donde en el coupage aparece la variedad
albillo, hoy no utilizada por la casa. También el
porcentaje de “tinto fino” es menor que en la
actualidad (70%) y las cabernet, merlot, malbec
y albillo se reparten el resto del coupage. Hoy
en día la “tinto fino” es la absoluta reina de
Vega Sicilia junto con un porcentaje variable
de cabernet sauvignon. Pero antes era normal
aportar algo de albillo (variedad blanca) para
dotarle de más acidez. Hoy se piensa, acerta-
damente en la bodega que la “tinto fino” tiene
tal potencial de aromas y de longevidad y de
estructura, que ella por sí sola es capaz de
hacer un vino de élite y de guarda, tan solo
apoyada por toques de cabernet para redon-
dear adecuadamente el vino. Este 76 se nos
presenta equilibrado, licoroso, femenino y con
toques de eucalipto, muy al estilo de Vega.
El vino que se sirvió a continuación (1967),
tengo que reconocer que me pareció sublime
por varias razones: es el ejemplo de lo que se
llama “defecto hecho virtud” ¡y qué virtud!. Es
una rareza, un atrevimiento. Tal vez hoy con los
complejos métodos de medición, de la sesuda
tarea de los enólogos o con la última tecnología
vitivinícola, nadie habría hecho de esta cosecha
un “Único”, sin embargo teniendo todo en
contra para sacar un Vega Sicilia al mercado, se
presenta esta añada como una de las más mis-
teriosas, grandes y perfectas que haya probado
jamás. Es más abierto de color y más evolucio-
nado que otros, pero soy de la opinión de que
a veces la perfección es previsibilidad o aburri-
miento y que, sin lugar a dudas, este tipo de
imperfección es la que a mí me excita y me inte-
resa. Pocos son los vinos 10 que uno prueba a
lo largo de su vida y para mí este merece una
rotunda matrícula de honor.
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La añada de 1960 no es demasiado conocida,
aunque Vega consigue una vez más, dar una
vuelta de tuerca a la excelencia; acuñar un
nuevo concepto de vino. La idea de que
muchos de los que tuvieron responsabilidad en
la elaboración de los vinos, no hayan podido
ver cómo su “pequeño” ha ido creciendo
y se ha convertido en un señor
venerable, me da siempre
vueltas por la cabeza
mientras cato vinos
que tiene más años
que yo mismo.
Estamos ante un vino
potente, a pesar de sus
51 años de vejez, estructura-
do y de intenso color que ya torna
a los tonos teja. Es delicado y fresco, uno de los
grandes sellos inconfundibles de la bodega.
Parece mentira que vinos de más de cinco
décadas puedan tener ese grado de acidez tan
equilibrado que los hace casi eternos.
Los dos últimos vinos de la cata, un 1953 y un
1942 los valoro juntos, como colofón a esta
maravilloso paseo por las glorias de Vega
Sicilia. Y los valoro juntos porque a pesar de
llevarse once años de diferencia entre uno y
otro, es tal el milagro de la evolución en
ambos, que cuesta creer que, después de 70
años en el caso de uno y de 58 años en el caso
del otro, el tiempo parece haberse detenido
en los dos. Comentaba Javier Ausás que
cuando abren botellas en Vega para lle-
varlas a catas por todo el mundo, el
milagro con el que se encuentran es que
estos vinos tan longevos, siempre están
perfectos, con el predominio lógico de
aromas terciarios, y de aldehídos, con
una presencia en la boca inigualable.
Desde los corchos
que están en per-
fecto estado, hasta
la acidez que
sigue enorme-
mente presente y
distinguida, la perso-
nalidad y la elegancia
que muestran, son una prueba
palpable de que estamos ante algo más
que un vino, incluso ante algo más que
un mito. Estamos, probablemente, ante
un documento sensorial al nivel de un
códice que nos retrata sin ningún maqui-
llaje, una época y unas costumbres
ancestrales que en Vega Sicilia se han
transmitido en cada botella homenajean-
do a sus gentes y a sus paisajes, que
vieron nacer hace ya 163 años un verda-
dero mito de la mano de D. Toribio y D.
Eloy Lecanda.
¡Vaya por todos ellos un brindis y hasta el
próximo Sabor de los Grandes!.
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NOTICIAS DE LA FUNDACIÓN
Desde el pasado mes de noviembre de
2011, el Presidente de la Fundación para
la Cultura del Vino es D. Eduardo Muga
Peña, quien ha pasado a ocupar el cargo,
de acuerdo con los Estatutos, y tras
haber desempeñado el puesto de
Vicepresidente los dos años anteriores.
En el sistema habitual de rotación,
Eduardo Muga sustituye como presi-
dente de la FCV a D. José Mª Fonseca
Moretón, responsable de la bodega
Terras Gauda, a quien sus compañeros
agradecieron muy sinceramente su
esfuerzo y dedicación durante estos
años difíciles de crisis.
Eduardo Muga es Licenciado en
Ciencias Empresariales Europeas y en
Administración de Empresas, y ocupa el
puesto de Consejero y Director
Financiero de Bodegas Muga desde el
año 2004.
Nuevos nombramientosEl nuevo presidente afronta el reto con
mucha ilusión y con la voluntad de afian-
zar la estrecha relación entre el vino y la
cultura española.
Por otra par te, desde el pasado mes de
marzo 2011 el nuevo gerente de la
Fundación para la Cultura del Vino es
D. Rafael del Rey Salgado. Licenciado
en Ciencias Políticas y Sociología, espe-
cializado en relaciones internacionales
y con más de 16 años en el sector de
español del vino, el Sr. Del Rey es,
desde octubre de 2008, Director
General del Observatorio Español del
Mercado del Vino.
Rafael del Rey accede a este puesto tras
unos años de fuerte dedicación y esfuer-
zo del anterior Gerente, D. Emilio Castro
Medina quien, con su contribución y acier-
tos, dio un impulso decisivo a la actividad
y prestigio de la FCV.
D. Eduardo Muga Peña
Presidente de la
Fundación para la
Cultura del Vino
D. Rafael del Rey
Salgado
Gerente de la
Fundación para la
Cultura del Vino
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