definición y carácter ordalias
Post on 15-Jan-2016
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JUSTIFICACIÓN DE LA ORDALÍA: LA «JUSTICIA INMANENTE»
Según las leyes de los pueblos germánicos la tortura, así como
las penas corporales, sólo se aplicaba a los hombres que no eran libres o a los
libres deshonrados, por haber sido declarados públicamente traidores,
desertores o cobardes. Al principio en los reinos germánicos que sustituyeron
al Imperio Romano de Occidente se aplicaron códigos legales diferentes a los
germanos y a los romanos sometidos.
El derecho penal durante la Alta Edad Media en Europa, especialmente entre
los siglos IX y XII, era "privado". La autoridad pública no buscaba ni investigaba
los crímenes, sino que sólo intervenía a petición del que sufría el agravio, que
se convertía en acusador. Este, tras hallar el tribunal apropiado (el que
declarase tener jurisdicción sobre ambas partes), "presentaba su acusación,
declaraba bajo juramento y llamaba a la otra parte al tribunal para que
respondiese". El acusado sólo necesitaba jurar que la acusación era falsa,
aunque a veces el tribunal requería el juramento de otros hombres libres que
corroboraran el del acusado, aunque no hubieran sido testigos de los hechos. Y
ahí se detenía el juicio. Así pues, "el juramento era la prueba más fuerte que la
parte acusada podía brindar", aunque también existía la ordalía y el combate
judicial. En aquellos casos en que la reputación del acusado era mala y la
acusación conllevaba la pena capital, se podía recurrir a la ordalía o juicio de
Dios para determinar si decía la verdad.
Otra forma de solucionar el pleito era el combate judicial entre acusador y
acusado, o entre personas designadas por ellos, lo que también se
consideraba una forma de ordalía, ya que se basaba en la idea de que Dios
sólo permitiría la victoria de la parte que tenía razón. Estos eran los tres modos
de prueba, considerados después "irracionales, primitivos y bárbaros", del
proceso penal altomedieval. Se basaba en lo que algunos historiadores han
llamado "justicia inmanente": "el supuesto de que la intervención divina en el
mundo material era continua, de tal modo que se negaba a permitir que las
injusticias quedasen sin castigo… La gente aceptaba las sentencias de la
ordalía, el juramento y el combate judicial porque creía que eran sentencias de
Dios tanto como prácticas antiguas y aceptadas".
Las Ordalías o Juicios de Dios
Esta práctica era muy común entre los paganos o bárbaros, que sometían a
diferentes pruebas a los acusados de quebrantamiento de las normas o de
pecado, poniendo como intermediario y juez a alguna divinidad.
Las pruebas generalmente estaban relacionadas con el fuego, siendo las
principales el sostener una barra de hierro candente o meter y mantener las
manos en una hoguera. En ocasiones se obligaba al acusado a permanecer
cierto tiempo debajo del agua. Todos aquellos que sobrevivían o no resultaban
demasiado dañados, era por la intervención de Dios, y entonces eran puestos
de nuevo en libertad y no recibían castigo alguno.
(La prueba del agua)
Estas pruebas, con el paso del tiempo, se fueron clasificando en dos
categorías:
† La vulgar; eran las maneras de justificarse frente a la acusación, inventadas
por las supersticiones del pueblo.
† La canónica; en el juramento prescrito en los cánones, que posteriormente
recibió el nombre de “Juicio de Dios”.
Las pruebas más comunes eran las llamadas pruebas del fuego, que
consistían, en su mayoría, en poner la mano sobre un brasero o andar con los
pies desnudos sobre carbones encendidos.
Otro tipo de pruebas eran las pruebas del hierro candente, para las cuales se
enrojecían al fuego nueve o doce rejas de arado, que el acusado debía sujetar;
o, en otros casos, meter la mano y mantenerla dentro de un guantelete de
hierro al rojo.
La Ordalía o prueba judicial se realizaba en las iglesias. Estas pruebas eran las
siguientes, entre otras muchas y muy variadas:
La prueba caldaria: se echaba agua hirviendo en una caldera puesta al fuego.
Si la acusación era simple, el condenado debía sumergir el brazo en ella hasta
la muñeca, y si, por el contrario, la acusación era por un delito grave, debía
sumergir el brazo hasta el codo. Pasados tres días, se le hacía sacar el brazo
del agua y se comprobaban los daños y la magnitud de las quemaduras
producidas. Según la opinión personal del juez de turno, el acusado era
culpable o no.
El juicio de la Cruz: delante de un altar se colocaban dos personas de pie (los
acusados), inmóviles con los pies juntos y los brazos abiertos en imitación de
un crucificado. Se leía delante de ellos la misa, o salmos, o el Evangelio de la
Pasión. El primero que se movía era considerado culpable.
(Los acusados habían de permanecer con los brazos en cruz)
El juicio del corsned: esta prueba se realizaba con un pedazo de pan y uno
de queso. Los alimentos eran bendecidos y consagrados; y se les daba a
probar a los acusados. Si el acusado era culpable, sus dientes no lograrían
masticar los alimentos, o sus entrañas serían devoradas por un fuego interior.
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