concurso de cuento, poesÍa y cÓmic · primer premio de cuento eso el arbol misterioso elena...
Post on 13-Mar-2020
4 Views
Preview:
TRANSCRIPT
CONCURSO DE CUENTO,
POESÍA Y CÓMIC 23 de abril de 2016
AJ
Un año más, se realiza la convocatoria del Concurso de cuento,
poesía y cómic en las modalidades de alumnos de 1º, 2º y 3º ESO y
de 4º ESO, 1º y 2º BTO y Ciclos.
Se concedieron dos premios en cada modalidad y no hubo
participación en cómic.
Ofrecemos a continuación los trabajos premiados y esperamos que
os gusten.
CONCURSO DE
CUENTO, POESÍA Y
CÓMIC
2015 -
CURSO
2015 - 2016
DEPARTAMENTO DE
LENGUA CASTELLANA
Y LITERATURA
DEPARTAMENTO DE
ACTIVIDADES
EXTRAESCOLARES
AMPA
IES EL BOHÍIO
Primer premio de cuento ESO
EL ARBOL MISTERIOSO Elena Balsalobre Boutín – 1º ESO BI
Érase una vez una niña llamada María.
María era hija única, sus padres estaban todo el día trabajando y apenas le prestaban atención.
Vivía en un piso bastante acogedor.
Por las tardes se aburría mucho ya que no tenía con quien jugar.
Ella siempre había soñado con tener un hermano. Siempre estaba pensando en que iba a ser
de mayor y ella lo tenía muy claro, quería ser jardinera.
Sus padres le decían que ese era mal trabajo ya que no ganabas mucho dinero, pero a pesar
de todo a ella le encantaba plantar todo tipo de plantas.
Un tiempo más tarde la familia de María se mudó a una gran casa con un inmenso jardín.
La casa era preciosa, tenía un gran salón y una enorme cocina.
También tenía tres dormitorios.
Lo que más le gustó a María de la casa fue el jardín, ya que podría tener mucho sitio para
plantar todas las plantas que ella quisiese.
María plantaba especialmente flores, pero un día se hartó y decidió plantar un gran árbol en
el centro de su jardín. Y eso hizo,
Compró unas semillas que le llamaron mucho la atención porque el paquete en el que venían
era muy llamativo, pero ella no hizo caso a lo que venía escrito en el.
Decía que las semillas eran especiales y que lo plantado se volvería lo que tu quisieses.
María no se lo creyó, pero ella tenía una idea clara y era plantar un árbol.
Pasaron los días y el árbol cada vez iba creciendo más y más.
María siempre estaba pendiente de él, para ella era otro miembro de la familia.
Un día soleado su madre salió al jardín.
Se dio cuenta de que al árbol le había salido la silueta de una cara.
Ella pensó que seguramente hubiese sido María pintándosela.
Pero no fue ella, las dos pasaron del tema.
Al día siguiente María vio que el árbol no estaba en el mismo sitio en el que ella lo había
plantado. Al instante escucho una voz que decía: “¡HOLA, MARÍA!”
La chica se asustó mucho y fue corriendo a contarle a sus padres lo ocurrido.
Sus padres creían que sufría alucinaciones, hasta que un día al árbol le salieron dos piernas.
La familia estaba asombrada de aquel hecho, ya que nunca habían visto nada igual y de
repente se acordaron en lo que decía la etiqueta de aquellas semillas.
Lo primero que María hacía al despertarse era ir a saludar a su árbol, se había convertido en
un hermano para ella.
Una mañana normal y corriente, María salió a ver a su árbol. ¡Le habían crecido unos brazos!
No se lo creía, estaba muy contenta porque el árbol tenía la capacidad de andar y atrapar
cosas, lo que significaba que podía jugar con él sin ningún problema.
A la mañana siguiente, al árbol se le habían caído todas sus hojas y le había crecido una larga
melena castaña.
María estaba muy contenta.
¡Cada vez se parecía más a aquella hermana que ella siempre había deseado!
Los padres estaban alucinando porque nunca les había ocurrido nada parecido.
Todos los días María iba a ver a su árbol y a contarle historias o algo interesante que le
hubiese ocurrido. Hasta que un día el árbol ya no está en el jardín. De repente se escuchó un
chillido, era su madre al encontrarse una joven niña en la cocina comiendo un trozo de pan.
La madre creía que era una desconocida que se había colado en su casa para picar algo, pero
después se dieron cuenta de que era aquel árbol tan misterioso que se había convertido en
una niña.
La familia se quedó muy sorprendida ya que lo que decía el envoltorio era cierto y que María
siempre había tratado a su árbol como otro más de la familia
Todos se pusieron muy contentos, pero María fue la que más, ya que tendría a alguien con
quien jugar y nunca volvería a aburrirse.
FIN.
Primer premio de poesía ESO.
El caso del amor Marina García Saura – 2º ESO A
Pobre sea la persona
que de corazón rechace,
porque eso no se perdona.
Pobre sea la persona
que con los ojos mienta,
porque de mentiras enamora.
Pobre sea la inocente,
que caiga en tales encantos
sin ser consciente.
Pobre sea el verdadero enamorado
que de amor sufre
y nadie se ha enterado.
Eso dijo el poeta de los audífonos
que de desamor vive
y de dolor consume en el fondo.
Que tierno es el amor secreto
que con vergüenza se confiesa
y siempre es eterno.
Que apasionados son los amantes
con ese fuego interno,
como los de antes.
Ojalá las personas lo sintieran
que tenga un amor correspondido
y de amor vivieran.
Que desaparezcan los dramas
que desaparezcan los problemas
y que el amor nunca va a caer.
Dijo la lectora de corazón
que sueña despierta
cuando el libro cierra.
Dichosa sea la muerte
que almas blancas se lleva
y no las devuelve.
Todo lo blanco, negro se vuelve
el miedo crece
y la felicidad desaparece.
Cielo gris, mar quieto
de amor me lastimo
y en un infierno me encuentro.
¿Por qué no a mí?, ¿por qué a él?
Ahora es insufrible
y ya no puedo verle.
Dijo la viuda a su esposo
ahora difunto
ahora en su eterna cuna.
¿Por qué sufrir tanto?
¿Por qué confiarse poco?
¿Por qué no olvidarlo?
¿Por qué no lograrlo?
Abrir los ojos
y ser por fin amado.
Pasa de página,
cambia de capítulo
sin doblar esquinas.
Grito mi confuso corazón
rompiendo barrera
teniendo la razón.
Desde ahora se nace pensando
se vive creyendo
y se muere amando.
Primer premio de poesía ESO.
POESÍA
Aarón Díez Rubio 2º ESO DG
Sin suceso no hay retraso,
sin palabras no hay amor,
sin tristeza ni alegría
así no puedo vivir yo.
Solo agárrate de mi brazo
yo te llevaré al cielo
en un sueño increíble
donde eternos seremos.
Mi vida se desvive
solo por vivir contigo
quiero que comprendas
que quiero ser más que amigos.
Que por cada día que pasa
más se me entristece el corazón.
Porque mis sentimientos
no son de hierro, como
tampoco de carton,
son de una suave capa
llamada
AMOR.
Primer premio de cuento BTO.
Amor a séptima vista y un poco de historia
Rocío Martínez Martínez - 2º BCB
Como todos los días camino a paso tranquilo por la plaza. No tengo prisa, por el momento.
Tengo la hora marcada y aún falta mucho, pero cuando tengo una oportunidad para sentarme
a descansar, lo hago. Todavía me recupero de la herida en el tobillo, nada grave, pero cuesta
lo suyo andar cuando duele.
Abro mi bolso y saco una botella de agua, tengo esa manía, esa clase de persona que necesita
llevarla encima y beber cada dos por tres. Al menos no es whisky como mi hermano antes de
alejarse de la adicción.
Me entretengo un rato pensando y cuando vuelvo a mirar el reloj en mi muñeca ya es casi la
hora, así que compruebo si mi pié está en condiciones y luego sigo andando, hasta sentarme
unos cuantos bancos más lejos y espero.
No tarda ni cinco minutos en aparecer. No sonríe, no hasta que coloca un sombrero en el
suelo —uno que nunca se pone— y comienza con un “damas y caballeros” acercándose a la
gente lo suficiente como para que se paren un par de segundos a ver qué puede ofrecerles.
Tan pronto como el primer grupo de personas se para, comienza con lo de su día a día.
Desde mi sitio, apenas dos metros hacia su izquierda, vuelvo otro día más a perderme en sus
palabras y en como pronuncia cada sílaba, su voz transmite, no es transparente, se cuela en
ti llegando a emocionarte.
Le admiro, tan solo tres semanas le han bastado para conquistarme. Recita poesía sin ningún
tipo de apoyo, ha tenido la pasión suficiente para aprenderse los versos de los más grandes.
Pero él va más allá de las palabras, te cautiva con la emoción en sus ojos, atrapa a la gente
con sus mínimos gestos, nos engancha con su sonrisa.
Pero si hay algo que me hace volver cada tarde es que yo también amo la poesía, y con cada
estrofa que él dice de memoria yo sé que nunca se equivoca. Pero al final aprovecha para
engañar a los transeúntes, entre poemas de Shakespeare —por decir alguno— cuela versos
que nunca antes había escuchado y que no por ello dejan de ser igual de significativos.
Todo el mundo aplaude cuando termina, todas las personas que le escuchan acaban
cautivadas, aún si llegasen a detestar la poesía él les haría ver lo bonito de ésta.
Se inclina en una pequeña reverencia cada vez que alguien se dirige a su sombrero y sonríe
a una niña que se acerca con un par de monedas, sonrojada por completo.
Siempre soy la última en llegar, aunque hoy mis pasos aún son más lentos. Juego con las
monedas en mis manos hasta que estoy a su lado, se agacha y recoge el sombrero,
tendiéndomelo a la vez que dobla una rodilla y agacha su cabeza. Si no fuese porque no es la
primera vez que lo veo no me esperaría una reverencia en pleno siglo XXI.
Las monedas caen sobre el resto con su característico sonido metálico y él susurra un
“gracias” mientras esboza una sonrisa y me mira con sus ojos azules, de un azul que muchos
compararían con el cielo despejado y otros con el mar, pero siempre me ha gustado ser más
creativa.
Ese azul que todo pintor quiere conseguir y nunca encuentra, un tono único, uno que refleja
una parte del alma y que nunca podría ser plasmado en un lienzo.
Ese azul se encuentra con mis comunes ojos color castaño oscuro —chocolate para los
románticos— y correspondo a su sonrisa antes de irme.
Siempre sin decir nada.
[…]
Salgo de mi trabajo en la librería una hora más tarde de lo normal y apuro mi paso para llegar
a tiempo, forzando mi tobillo y sabiendo que así tardará aún más en mejorar, pero no me
importa.
Cuando me siento en el banco ya ha empezado y enseguida noto que me observa un par de
segundos antes del siguiente verso, concentrándose de nuevo en su público.
Recita un par de poemas de Yeats hasta que luego escucho versos que no conozco, unos
versos que ese día me conmueven más que nunca. Versos que hablan de soledad y de armas,
de gritos infantiles que desgarran el silencio.
Me acerco cojeando, hoy se ha sentado al final de su recital, no le brillan los ojos como esas
veces que mira a su público y se comporta como un caballero que no se ve nunca en este
siglo.
Me armo de valor y me siento a su lado, demasiado tiempo con esa cuestión ardiendo en la
parte de atrás de mi alma. Le pregunto por los versos que no reconozco, con la suposición
acertada de que son cosecha propia y, ahora que no fuerza la voz para quien le escucha, me
enamoro de su acento en cada palabra que dice, en cada explicación que me da y también
cuando me pregunta por mi tobillo.
[…]
Hace tiempo, cuando aún vivía con mi madre, salí a la calle con el dinero que me habían
pagado por mis horas extra y me acerqué a toda aquella persona que vi pidiendo algo para
comer, a aquellos que no contaban con una mínima parte de los recursos con los que yo vivía.
Les pedía que me contaran su historia mientras caminábamos a una panadería o hasta un
supermercado y les dejaba que me pidiesen lo que quisieran.
Ese día me sentí feliz, porque veía la emoción en los ojos de esa gente, ese día aprendí a no
ignorar a aquellas personas con una situación difícil. Me sentí bien conmigo misma.
Esa satisfacción que me produjo ayudar a esas personas es lo que me impulsa otro día más a
acercarme a él después de acabar de escuchar como brota cada sílaba de sus labios.
Guarda todas sus cosas y caminamos a lo largo de la plaza, con mis manos en los bolsillos
—otra manía—, le escucho hablar y me cuenta su historia, una que me conmueve hasta el
punto de sacarme las lágrimas, hasta el punto de dolerme a mí lo que él ha vivido.
Me digo a mí misma que soy muy afortunada por lo que tengo y por lo que he vivido. Nunca
podría haber soportado ver morir a mi madre a manos de aquel al que llamo papá.
Las palabras son más fuertes que las armas. Me dijo que esa era la razón de que él siguiese
en pié después de aquello, viviendo en la calle desde la temprana edad de quince años.
Enamorándose de la poesía en la biblioteca pública y ganándose su futuro a base de palabras.
Nos perdimos hablando de libros tras descubrir que la bibliotecaria le había ayudado
convenciendo al manda más de que le contratase.
Descubrí que poseía el mismo nombre que el protagonista de uno de mis libros favoritos —
Thomas—, a la vez que me contaba que tuvo que echarse a la calle porque de otra forma no
podría costearse todo lo que necesita a parte de su pequeño apartamento de alquiler y que,
aún así, le cuesta bastante llegar a fin de mes.
Me sorprende que hubiese sido tan fácil que me confiase una parte de su pasado y de su
presente al contármelo. Me duele despedirme de él aunque solo vayan a pasar veinticuatro
horas hasta que lo vea de nuevo.
Camino sola por la calle temblando con el frío del invierno y empieza a nevar justo cuando
llego a mi portal. Saludo a una vecina que emprende su camino por las escaleras y, al
contrario que ella, espero el ascensor, pensando en todo lo que me ha contado y en que quiero
ayudarle, alguna forma tiene que haber para poder hacerlo.
[…]
Apenas una semana después de que empezásemos a hablar, continúo con mi rutina pero esta
vez escucho desde un banco más lejos, hasta que él acaba con su función. Tampoco me acerco
hoy cuando termina.
Antes de independizarme, mi madre solía decirme que tenía una voz bonita, que debería
sacarle partido, pero nunca le hice caso, nunca me atreví a cantar en público. No creía que
fuese suficiente.
Pero hoy le hago caso a mamá y dejo a la gente oírme cantar, le hago honor entonando una
de esas canciones que ella nunca se cansaba de repetir y veo a la gente pararse delante de mí.
Cruzándome al mirar con esos ojos azules que he aprendido a querer con los días.
En el momento en que la gente aplaude y saca las monedas pequeñas de su cartera para
dármelas, me doy cuenta de que al haberme burlado siempre del amor a primera vista, éste
me había dado de golpe.
Cuando todos se van y solo queda él, mirándome con complicidad, comprendo que me
enamoré el primer día que le oí recitar a Keats.
Cuando le tiendo todo el dinero que he conseguido comprendo que siempre sentí más que
admiración, que él es una de esas personas que puede enamorarte sin conocerte.
Comprendo que tan solo ese azul ha podido hacerme caer en el primer instante en que sus
ojos se posaron sobre mí.
Reúno todas mis agallas un día más y, después de que me agradece lo que he hecho por él y
de que le digo mil y una veces que no tiene nada por lo que darme las gracias, le pregunto si
cree en el amor a primera vista.
Me responde con versos improvisados, con un tono musical, con los que me dice que quizá
no a primera vista, quizá no a segunda o a tercera, pero sí a cuarta y a quinta, y a sexta y unas
palabras, y a séptima y un poco de historia, y a octava y varias sonrisas.
Y aunque no haga falta la pregunta para que yo me plantee la respuesta, sé que me enamoro
a primera vista y a todas las que él me ha dicho. Pero también a novena y una mirada, y a
décima y un poema dedicado, y a undécima y un escalofrío.
Un escalofrío anterior a que sus labios se choquen con los míos y me suceda todo eso que
describen en los libros, esas mariposas o fuegos artificiales que suceden cuando le siento
sonreír en medio del beso, esa sensación de estar completa cuando acaricio su mejilla y sonrío
al separarme para ver de nuevo ese azul por el que me haría pintora solo para encontrarlo.
Primer premio de cuento BTO
I don’t wanna be your hero
Patricia Ruiz García – 2º BCA
1
Cierro de un portazo. No lo soporto. ¿Por qué son así? Deberían darme un Òscar, llevo
demasiado tiempo con este papel, no lo aguanto más. Mi habitación está a oscuras, me dejo
caer apoyada en la puerta. Quiero llorar pero no me quedan lágrimas, así que me quedo
mirando el vacio. No sé cuánto tiempo estoy así. Miro el reloj, son las 16:00, debería estudiar,
pero no tengo ganas. Me tumbo en la cama y hago un repaso a estos últimos meses, todo ha
cambiado.
No soy la misma desde que lo dejamos. He perdido las ganas de todo. ¿Mi futuro? Realmente
no me importa, solo pienso en el ahora y en cómo sobrevivir día a día. Todo es un asco. Este
curso va a poder conmigo. ¿Mis compañeros de clase? Son unas ratas, podridos por dentro.
¿Mis amigos? Parecen fantasmas, solo puedo confiar en una persona y aun así la siento lejos.
¿Mi novio? Me la pega con mi vecina, se cree que soy idiota y no me entero, pero no lo
dejamos, hablarían demasiado. Los odio a todos, estúpido pueblo.
Llaman a la puerta. Espero a que abran, pero no lo hacen, es raro, en mi casa los modales no
existen y el sentido de la privacidad menos. Cuando abro la puerta me encuentro a mi reflejo
de cuando tenía 10 años, con las coletas y la ropa pija que me obligaba mi madre a llevar, es
mi hermana. Me está mirando con una cara de miedo que no frecuenta, siempre ha sido muy
lista y no se deja intimidar, pero al oír los gritos con mis padres se ha tenido que asustar.
-¿Qué?- le espeto
No responde, sabe que estoy enfadada, así que da un paso y me abraza. Tardo en reaccionar,
no me lo esperaba, normalmente la apartaría y volvería a mi habitación, nunca he sido
cariñosa con mis familia, pero finamente le devuelvo el abrazo y es lo que me faltaba.
Empiezo a llorar, me siento débil, indefensa, lo odio. Esta no soy yo.
Llevo 18 años complaciendo a todos. Era una buena hija lo juro, nunca me he metido en líos,
no he llegado borracha o emporrada a casa, no me han quedado asignaturas para septiembre
y no tengo tatuajes o pircings en los pezones.
Me limpio las lágrimas con la manga de la camiseta, pero no suelto a mi hermana. Me gusta
tenerla así aun que no es que sea muy afectuosa con mi familia, por lo que poco a poco la
voy apartando. Cuando por fin me suelta estoy a punto de cerrarle la puerta pero vuelve a
darme otro abrazo y me susurra “no te enfades, yo te quiero”, una sonrisa asoma mi rostro
junto con unas lagrimas, ella me da un beso y se va.
Entro en mi habitación y veo la pantalla de mi iphone iluminada, tengo un whatsapp, es de
él. Dudo si leerlo, pero la curiosidad me puede.
Capi: estoy en tu puerta
Me sorprende, nunca viene. Abro la ventana de mi habitación y lo veo, apoyado en su coche.
Levanta la mirada de su móvil y me ve, una sonrisa arrogante pero sexy aparece en su rostro.
Mierda.
Yo: que quieres?
Capi: traigo un regalo
Marihuana pienso. Sabe que voy a aceptar, nunca le niego algo. Vacio la cartera y bajo. No
me despido de nadie, estos últimos meses se han acostumbrado a mis salidas entre semanas.
Me meto en su coche y me lleva a su casa, siempre acabamos ahí, en su cama, para ser exactos.
Soy una zorra, lo sé. Ni siquiera es el capullo de mi novio. No me habla, sabe que cuando
estoy de mal humor lo mejor es estar en silencio.
Cuando llegamos a su casa voy directa al sofá, la pipa de maría esta donde siempre, encima
de la mesa de cristal, entre la televisión y el sofá de cuero marrón. Miro el salón, es un salón
masculino, tonos oscuros y sobrios, se nota que vive aquí solo. Capi me tira una bolsita con
un contenido verde y sin palabras ya se lo que quiere que haga, lo he hecho demasiadas veces,
podría montar la cachimba con los ojos cerrados.
Fumamos en silencio, cuando empieza a hacerme efecto, me rio. Me rio de mi misma. Esta
no soy yo, sigo haciendo un papel. No se quién soy, supongo que no soy nadie. Noto que su
mano va recorriendo mi muslo y asciende poco a poco, no la aparto, solo lo miro fijamente,
como va acercándose poco a poco hasta que sus labios están casi pegados y nuestras frentes
se tocan, finalmente corta espacio que había entre nosotros y me besa. Le devuelvo el beso.
Cuando estoy con el consigo olvidar y casi consigo sentirme bien. Casi. El no espera que sea
perfecta como el resto, el solo quiere pasar un buen rato y yo solo quiero olvidar. Es la
combinación perfecta para el desastre en el que yo solita me meto cada día un poco más.
Me despierta el sonido de mi móvil. Levanto la mano en busca de él, pero no encuentro mi
mesilla de noche y entonces caigo en que alguien me está dando dulces y húmedos besos en
el vientre. Capi me mira. Sus ojos azul oscuro me piden que no responda al teléfono y estoy
a punto de ceder cuando reconozco la canción. Es el tono de Alex, mi mejor amiga. La
conozco y si no fuera importante no me llamaría. Ella siempre envía mensajes. Así que aparto
a Capi, cojo una de sus camisetas y salgo al salón en busca de mi móvil.
Alex: Donde mierdas estas?????
Hoy es la prueba
Dijiste que me acompañarías
Mierda Aria
Si mierda, es lo que pienso. Hoy es la audición de Alex. Lleva preparándola años, quiere ser
bailarina desde los 7años, no conozco a nadie que le dedique tanto tiempo y pasión como ella.
La vuelvo a llamar. No me lo coge.
Yo: lo siento, capi vino y se me olvido de que día era.
Voy para tu casa, aun hay tiempo.
Está en línea. Lo ha leído pero no me responde. Mierda. La he cagado con ella.
2
Aparco en la puerta de la casa de Alex. Aun recuerdo cuando la conocí.
Era el primer día en la escuela primaria, yo no tenía miedo, raro en mí ya que no conocía a
nadie ni tenía a mis padres o alguien en quien apoyarme. Los maestros nos dividieron en dos
grupos y nos llevaron a un aula. El sitio que había a mi lado se quedo vacio, no le di
importancia, total tenía 6 años, no es que pensara que estaría sin amigos y entonces la escuche.
Era un llanto, venia de la puerta y fue cuando la vi. Era una niña rubia con el pelo rizado
recogido en 2 coletas, estaba sujeta a la pierna de su madre y no se quería soltar, ella si que
tenía miedo. Nuestras miradas se encontraron y su cara me resultó familiar pero no sabría
decir de qué. Su madre llamó mi atención y me dijo que me acercara. Cuando llegue su madre
le preguntó por mi y ella parecía que me conocía y poco a poco dejaba de llorar, hasta que se
soltó de su madre, yo le tendí la mano y ella la cogió y ambas nos sonreímos.
Desde entonces hemos sido inseparables, nuestras madres nos llaman fresas con chocolate y
café con leche, dependiendo de lo quemada que este Alex. No podíamos ser tan opuestas
físicamente. Alex es rubia con ojos verdes y piel muy blanca, mientras que yo soy morena
con ojos miel y pelo castaño.
Un golpe del cristal me trae de vuelta, es su hermano, Lucas, me pide que baje la ventanilla
del coche.
-Aria, ¿Qué haces aquí?- me pregunta con una sonrisa en la cara.
-Hola Lucas, he venido a por tu hermana para llevarla a la audición.
Lucas hace una mueca, lo que hace que su hoyuelo se marque todavía más, es guapísimo,
como Alex, pero él tiene el pelo castaño como su padre. Tiene un año más que mi hermana
y son mejores amigos, cada vez que Alex y yo les decimos que van a casarse y nosotras
seremos familia ambos se ponen rojos como tomates.
-Se fue con mi padre hace una hora, cuando vio que no venias. Ya sabes lo puntual
que es
Si, lo sé de sobra y aun así le he fallado. Me siento más en la mierda si es posible. Mira el
reloj de su muñeca y sonríe, siempre esta sonriendo, es una de las cosas que me encantan de
él.
-si vas aun puedes llegar. Hasta las 13:00 no es su audición.
Miro el reloj, todavía queda una hora. Puedo pasar por la pastelería y comprarle uno de esos
pastelitos que tanto le gustan.
-¿quieres que te lleve a mi casa? Podrías ayudar a mi hermana, se ha atrancado con
un problema de mates y ya sabes que solo se deja ayudar por ti o por mí, y como yo me voy…
Su sonrisa se ensancha mas si es posible, entra en su casa y se lo dice a su madre. Como es
normal no le pone pega, somos casi familia.
Llegamos a mi casa y subimos rápido hasta la habitación de mi hermana, ella nos ve y Lucas
se sienta a su lado. Les cojo unos refrescos y unas patatas y se las subo.
Me cambio, una blusa y unos pantalones unos zapatos con algo de tacón y voy al auditorio.
Llego justo a tiempo de ver a Alex. Están terminando unas chicas y la siguiente es ella. Saco
el móvil y lo preparo para grabar entera la audición.
El director la nombra y sale con un tutu blanco roto, esta preciosa. Empieza la música, no
tardo en reconocerla, me ha bailado miles de veces, perfeccionando cada paso cada caída
cada salto.
La audición termina, le ha salido genial. No esperaba menos. Rápidamente voy a los
camerinos y me encuentro con José, su padre.
-Hola José. He visto a Alex ha estado genial
- Si, mi pequeña ha estado genial
Entonces aparece Alex, lleva una sonrisa hasta que me ve y recuerda que está enfadada
conmigo. Pongo mi carita de cachorrito, sé que no se puede resistir a ella. Cuando ve la bolsa
de la pastelería no puede aguantar más y me abraza.
Nos despedimos de su padre y nos vamos a tomarnos algo al centro, como teníamos planeado.
Llegamos a nuestro bar favorito y como siempre nos pedimos un trozo de tortilla con una
mini hamburguesa y una cerveza bien fría. Nos ponemos en la terraza, adoro este sitio
siempre hace sol.
3
Hablamos durante bastante de las cosas del instituto y sobre la audición, hasta que a lo lejos
lo veo. Nicolás. El capullo que me destrozo hace unos meses. Esta perfecto, como siempre.
Lleva una camiseta ceñida y unos vaqueros que le quedan de miedo. Lloro para mis adentros.
¿Por qué tenía que verlo? El universo me odia seguro.
No puedo parar de mirarlo y nuestras miradas se cruzan. Su perfecta sonrisa desaparece
durante un microsegundo para volver y guiñarme un ojo. Hago una mueca y le saco el dedo.
Capullo.
Alex ve mi gesto y se gira. Ella lo repite. Lo odiamos. Nicolás se acerca ¿se puede ser más
arrogante?
-¿Qué pasa chicas?- dice sentándose en nuestra mesa.
-Piérdete capullo – le decimos Alex y yo a la vez.
- ¿sigues enfadada amor?
-¿Por qué debería estarlo? ¿Por tirarte a esa cara pasillo durante el tiempo que
estuvimos juntos?
¿Por quitarme a virginidad y al día siguiente verte liándote con esa zorra? Para nada
estoy enfadada
-solo miras lo negativo amor
-si nos disculpas. –miro a Alex y ya sabe que me quiero ir lo antes posible
Este hombre es tonto. No quiero hablar con él, así que me levanto cojo la cerveza y se la
vacio en la cabeza, seguidamente Alex coge las sobras de la comida y se las estampa en la
cara. Ambas nos levantamos le decimos al camarero que la cuenta va a nombre de Nico y
nos vamos la mar de felices.
La cara de Nico llena de comida y con la cerveza chorreando no tiene precio. Miro a Alex y
realmente no se qué haría sin ella.
Llego a casa con Alex y vamos a mi habitación, esta noche salimos. Después de ver a Nicolás
solo quiero beber. Después de ducharnos estamos maquillándonos y eligiendo la ropa para
esta noche cuando llaman a la puerta. Es mi novio, Hugo. Le abro la puerta y sube directo,
Alex se pone una camiseta, nunca se han llevado demasiado bien. No le culpo es un gilipollas,
pero es la única persona con la Nico se pondría celoso.
A las 12 llegamos al bar. Vemos a nuestro grupo. Realmente Alex y yo no soportamos a la
mitad, pero los conocemos desde hace mucho y son los menos insoportables de todo el
instituto. Empezamos con los chupitos de tequila, luego Hugo me invita a un cubata y poco
a poco lo voy viendo más borroso.
No sé qué hora es ni cuantos chupitos llevo ni donde estoy, solo sé que quiero bailar. Me
sobresalto cuando un brazo me agarra de la cintura, pero no me giro a ver quién es, su tacto
me quema la piel pero a la vez me reconforta.
Primer premio de poesía BTO.
Flor de Primavera Esteban García Bernal – 2º BHD
Y tú, ¿piensas en la muerte?
Eres una esclava más del aire, del qué dirá la gente.
Escalas hasta la cima de tu locura para adentrarte en la cueva de la loba.
Bajas la mirada ante mí para parecer débil, casi puedo verte ahí, sin pestañear siquiera,
inmóvil.
Crecen en tus entrañas las piedras que tirabas al estanque de la esperanza, la de verte menos
guapa. Imbécil, pobre niñata.
Buscas, para engañarte el alma, un amante que haga de tu vida una continua batalla, la caza
inesperada de una feroz mirada.
Parpadeas intentando ver la oscuridad y te ciegas con la luz que tú misma irradias, niña,
superas a los candiles y las suaves velas.
La navidad te engaña y separa de ti misma, crees que te inunda con su olor canela, y no te
humedece ni la punta de la lengua.
Desde siempre quisiste ser tuya, que el sol no te alumbrara, que la tierra no te ensuciara y
que el hombre no te quisiera.
Pobre niña desdichada, desde siempre quisiste ser sucia ramera, pero acabaste siendo dulce,
ardiente y tardía, flor de primavera.
Primer premio de poesía BTO.
ESPEJO
Noelia María Esparza Guzmán - 2º BCA
Otra vez la misma mirada,
Esa mirada que te calma y te enamora.
Te juro que no lo hace aposta
Pero en sus ojos me encuentro a mí misma.
Se parece a ella,
Piel blanca y fría.
Sus ojos se miran
Y suspira.
Sabe que tiene que ser fuerte
Y confío en que pueda sostenerse.
Su cabello es largo y agrietado
Junto con una profunda sonrisa
Hace que se miren como si fueran la misma persona.
Y, de hecho, lo son.
Es ella misma la que se mira,
La que habla y la que pone la mano en el espejo.
No hablaba de que estuviese con otra persona,
Hablaba de ella misma enfrente del espejo,
Todas las mañanas.
top related