carta a los romanos
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PASO NUMERO UNO
CARTA A LOS ROMANOS
INTRODUCCION A LA CARTA:
Con pocas excepciones, los eruditos concuerdan en que ciertamente fue el apóstol Pablo
quien escribió Romanos, la evidencia a favor de esta conclusión puede ser considerada,
sin exageración, abrumadora. Los argumentos que se han presentado en su contra—por
ejemplo: “Lucas, en el libro de Hechos, nunca menciona el establecimiento de una iglesia
en Roma; de modo que Pablo no podría haber escrito la carta a los romanos”—son tan
absurdos que no merecen ningún comentario adicional.
I. ARGUMENTOS A FAVOR DE LA PATERNIDAD LITERAIA
1. EVIDENCIA INTERNA
El apóstol Pablo es el autor humano de esta carta (1:1–7), que como el resto de los 66
libros que componen el canon de la Sagrada Escritura, goza de la inspiración plenaria del
Espíritu Santo. Se denomina a sí mismo apóstol a los gentiles por la voluntad de Dios, sin
que eso implique excluir del alcance de su escrito a los judíos, su pueblo por nacimiento y
por educación religiosa y cultural, al que dedica tres capítulos centrales (9–11), aparte de
varias otras menciones específicas (caps. 1, 2, etc.).
Es Saulo, el perseguidor de Cristo y de su iglesia (Hch. 8:3; 9:1–2; 22:4; 1 Co. 15:9; Gá.
1:13; 1 Ti. 1:13), transformado en el apóstol Pablo (Hch. 13:9), según su conversión
narrada nada menos que cuatro veces en el libro de los Hechos (9:3–18, 27; 22:6–13;
26:12–18). Su celo por perseguir a los cristianos le ha sido cambiado en el camino a
Damasco por un celo evangelizador imposible de valorar en todo su alcance. Es el celo
que lo llevó a realizar sus tres viajes misioneros sin mayores recursos que la fe y la santa
ambición de predicar el evangelio. Primero en cada sinagoga, y luego en cuanto lugar le
fue posible. Y no concluyó así su tarea, sino que volvió una y otra vez para confirmar a los
que creyeron, además de escribir sus notables cartas a distintas iglesias fundadas por él
mismo.
Pablo escribe la carta antes de su viaje a Roma (Ro. 15:22–24, 28), ese viaje por el que
mucho oró y que parece haber anhelado tanto, aunque al menos en lo aparente resultó
ser un viaje no tan próspero como él parecía anticiparlo, sino muy accidentado y hecho en
calidad de prisionero remitido al César debido a su propia apelación (Hch. 25:11–12; Hch.
27–28).
2. EVIDENCIA EXTERNA:
Con la intención de llevarla a un efecto culminante, la evidencia a favor de la paternidad
literaria paulina será trazada en un orden cronológico inverso (de lo más reciente a lo más
antiguo).
Eusebio, el gran historiador eclesiástico, al escribir a principios del cuarto siglo, se refiere
a: “las catorce cartas de Pablo”, y en el mismo contexto hace mención de que Romanos
era una de ellas. Orígenes (floreció entre 210 y 250), Tertuliano (floreció entre 193 y 216),
y Clemente de Alejandría (floreció entre 190 y 200) están en pleno acuerdo.
El Fragmento de Muratori (cerca 180–200), así llamado por haber sido publicado por el
Cardenal Ludovico A.
Muratori (1672–1750), que lo había descubierto en la Biblioteca Ambrosiana de Milán,
contiene la más antigua lista existente de escritos neo testamentarios. La misma está
incompleta, escrita en un latín malo e incluye títulos de libros que eran leídos en la iglesia
de Roma en la antigüedad. En relación a Romanos, este Fragmento dice: “Ahora bien, las
epístolas de Pablo, qué son, de dónde y por qué razón fueron enviadas, lo clarifican ellas
mismas a quien esté dispuesto a entender. En primer lugar, él escribió extensamente a
los corintios… luego a los gálatas… y a los romanos respecto al orden de las Escrituras,
intimando también que Cristo es el tema central de ellas”.
Ireneo (que floreció entre 182 y 188) afirma: “Pablo, al hablar a los romanos, declara:
“Mucho más, aquellos que reciben abundancia de gracia y justicia reinarán en la vida por
este, Cristo Jesús’ ” (Contra herejías, 3.16), citando libremente Ro. 5:17. En esta y en
varias otras afirmaciones Ireneo claramente adjudica la paternidad literaria de Romanos a
Pablo.
Retrocediendo aún más llegamos a los días de Marción, que vino a Roma poco antes
del año 144. Su canon de escritos sagrados consiste en diez epístolas paulinas, más
Lucas, todas editadas para cuadrar con la teología personal del hereje. El reconoce a
Romanos como una de las obras principales de Pablo.
Los primitivos padres apostólicos no tenían el hábito de mencionar el nombre de los
santos hombres de Dios a quienes citaban. Sin embargo, el hecho de que están citando,
ya sea literalmente o (con la misma frecuencia) libremente, con frecuencia es muy claro,
como lo es también la identidad de aquel a quien citan.
Esto es cierto, por ejemplo, de Policarpo, obispo de Esmirna. Este valiente héroe
cristiano, “discípulo de Juan”, sufrió martirio en el año 155. En su epístola A los filipenses
6.2, él demuestra estar bien versado en las epístolas de Pablo, inclusive Romanos. En
una frase que refleja a la vez a Ro. 14:10, [p 16] 12 y a 2 Co. 5:10 él escribe: “Entonces, si
rogamos al Señor que nos perdone, nosotros mismos debiéramos también perdonar,
porque estamos ante los ojos del Señor Dios, y todos debemos comparecer ante el trono
de Cristo, y cada cual debe dar cuenta de sí mismo”. La siguiente cita de esta misma
carta muestra que la mente y el corazón de este devoto mártir antiguo estaban inmersos
en los escritos de Pablo:
“Estas cosas, hermanos, os las escribo respecto a la justicia. No lo hago de mi propia
iniciativa, sino en primer lugar porque vosotros me invitasteis. Porque yo no soy, ni lo es
ningún otro como yo, capaz de igualar a la sabiduría del bendito y glorioso Pablo, quien,
cuando vivía entre vosotros, en presencia de sus contemporáneos enseñó precisa y
resueltamente la palabra de la verdad, y quien también, cuando estuvo ausente, os
escribió cartas. Por medio del estudio de estas cartas vosotros seréis capaces de
edificaros en la fe que os ha sido dada …” 3.1, 2.
Ignacio, obispo de Antioquía, mientras iba camino a Roma y al martirio, a comienzos del
segundo siglo después de Cristo, escribió varias cartas, mayormente cartas nuevamente
muestran con claridad que él conocía y tenía en muy alta estima las epístolas de Pablo,
incluyendo Romanos.
3. AFINIDADES LITERARIAS:
La estructura de la carta a los Romanos escrita por el Apóstol Pablo, conserva en gran
manera las mismas características de sus demás escritos o el resto de las cartas
Paulinas. El bosquejo es similar y es como sigue: Saludos 1:1-15; presentación del tema
1:16-17; desarrollo de la carta 1:18; 15:13; saludos finales 15:14, 16:24; bendición 16:25-
27. Esta descripción refleja la similitud de las cartas del tiempo del Apóstol.
4. CONSISTENCIA TEOLÓGICA:
El argumento más sólido para en la aceptación de esta como carta como de la autoría
del apóstol Pablo es precisamente la expresión literaria que él maneja y de la más pura
teología Paulina. Esta carta refleja el pensamiento del Apóstol Pablo siendo usado por el
Espíritu Santo para revelar a la iglesia de Roma la enseñanza Divina. Además que los
temas Paulinos son evidentes en todas sus cartas los cuales son: la Justificación, la
Salvación, la Predestinación. El escritor que en Ro. 3:20–24; 4:3 proclama la
profundamente satisfactoria doctrina de “justificación no por méritos humanos sino por la
fe” lo hace también en Gá. 2:16; 3:6, 11; Tit. 3:5–7. El inspirado artista que en Ro. 12:5
describe a la iglesia como el cuerpo de Cristo con sus muchos miembros no ha cambiado
su identidad en 1 Co. 10:17; 12:12–14, 27; Ef. 1:22, 23; Col. 2:19. El exhortador que en
Ro. 12:6–8 insiste en que estos miembros usasen sus respectivos talentos para beneficio
de todo el cuerpo enfatiza el mismo deber en 1 Co. 12:15–26, 12:28, 12:31; Ef. 4:11–16. Y
el generoso y entusiasta filántropo de Ro. 15:15–28 es también el recolector de
donaciones y benefactor de 2 Co. 8 y 9.
II. ARGUMENTOS EN CONTRA DE LA PATERNIDAD LITERARIA
Con pocas excepciones, los eruditos concuerdan en que ciertamente fue el apóstol
Pablo quien escribió Romanos. La evidencia a favor de esta conclusión puede ser
considerada, sin exageración, abrumadora. Los argumentos que se han presentado en su
contra—por ejemplo: “Lucas, en el libro de Hechos, nunca menciona el establecimiento de
una iglesia en Roma; de modo que Pablo no podría haber escrito la carta a los
romanos”—son tan absurdos que no merecen ningún comentario adicional.
En conclusión, quienquiera rechace la paternidad literaria paulina de Romanos debe
también rechazar la paternidad paulina de 1 y 2 Corintios, de Gálatas, de Efesios, de
Colosenses, etc.
1. VOCABULARIO Y ESTILO.
Pablo posee diversas formas literarias como: Género Hínmidico, homilético, testimonios,
exhortaciones morales y explicaciones parenéticas especialmente en 12-15. Es diatriba:
Argumento basado en preguntas y respuestas
Varios pasajes de las epístolas de Pablo revelan una consumada habilidad literaria y el
enorme parecido en su estructura, característica particular del Apóstol Pablo. En relación
con esto generalmente se hace referencia a Ro. 8, 1 Co. 13, y 1 Co. 15. Y son el mismo
lenguaje y el estilo de los siguientes pasajes igualmente soberbios: Ro. 2:17–29; 5:1–11;
cap. 12; 1 Co. 4:11–13; 2 Co. 5:1–10; 11:22–33; Gá. 2:19–21; Ef. 2:8–10; 2:14–21; 6:10–
20; Fil. 3:7–21; 4:4–9; 1 Ti. 3:16.
Las cartas antiguas podían variar de notas breves e íntimas a integrantes de la familia, a
tratados detallados destinados a una audiencia más amplia. Entre las cartas de Pablo,
Rom. es con toda claridad la que está más cerca del segundo tipo mencionado. Así, en
tanto que Rom. tiene la introducción (1:1–15) y cierre (15:14–16:27) típicos de una carta,
su rasgo más destacado es su prolongado argumento teológico/pastoral en 1:16–11:36.
En ningún lugar de esta extensa sección llega Pablo a hablar directamente a los
cristianos romanos, como tales, ni a sugerir que ellos son la causa de los te mas que está
desarrollando. Y esto resulta cierto aun en el pasaje de 12:1–15:13, de orientación más
“práctica” (aunque es probable que las apelaciones a los “fuertes” y a los “débiles” en
14:1–15:13, reflejen un problema concreto en Roma). El movimiento de la carta está
dictado más bien por la lógica interna del evangelio que por temas locales. Esto no
significa que Pablo haya escrito la carta como quien vive aislado: Rom. no es un tratado
teológico sin relación al tiempo, sino una carta, escrita a una iglesia concreta en una
situación concreta. Rom., al igual que todas las cartas de Pablo, es un documento
ocasional. No debemos olvidar la audiencia que él tenía en mente al escribir. El carácter
de la carta destaca con claridad, a la misma vez, que la ocasión para su escritura debe
haber descansado en la necesidad de tocar determinados temas teológicos que eran
relevantes a los primeros cristianos en forma general, y a cada creyente en Cristo desde
entonces.
2. DEPENDENCIA,
La carta a los Romanos es única, ya que el destino es completamente distinto como lo
son las demás cartas escritas por el Apóstol, la teología contenida en las palabras es
dirigida a cierto tipo de personas propiamente dicho de un contexto diferentes a las otras
regiones. Y no existe ninguna duda de la paternidad del escrito en estudio.
3. IDEAS POSTPAULINAS.
La verdad central en esto, es que el lenguaje usado por Pablo es concreto y da evidencia
que sus o las ideas que el maneja o usa nada tienen que ver con el uso de un lenguaje
tardío y que por lo tanto no fuese de su autoría, es básico, Pablo jamás había visitado
Roma y toda la estructura de la carta está elaborado en un completo no en
desconocimiento del lugar sino más bien de la vida de la iglesia naciente en ese país. Él
deseaba conocer a la iglesia, a los hermanos, y dar su opinión de una manera personal
del desarrollo de esta congregación, y fue por eso de su necesidad de que le antecediera
esta carta, antes del poner un pie en esa región.
III. LECTORES:
Pablo parece enviar señales mezcladas con respecto a los destinatarios específicos que
él tenía en mente mientras escribía a la iglesia en Roma. Por un lado, hay varios
elementos en la carta que señalan a una audiencia principal, si no exclusivamente, judía:
saluda a los cristianos judíos en 16:3, 7, 11; se dirige al “judío” en 2:17 e implica que sus
lectores están muy relacionados con la ley mosaica (cf. 6:14; 7:1, 4); él llama a Abraham
“nuestro progenitor” (4:1); y dedica una considerable atención a temas “judíos”, p. ej. El
pecado y el fracaso de los judíos (2:17–3:8), el lugar de la ley en la historia de la salvación
(cap. 7) y el pasado y futuro de Israel (caps. 9–11). Los indicios de la existencia de
lectores gentiles son, sin embargo, igualmente claros: la introducción de la carta asocia a
los romanos con los gentiles entre los cuales Pablo había sido llamado en especial a
ministrar (1:5, 6; cf. 1:13 y 15:14–21); Pablo les habla en forma directa (11:11–24) y su
alegato por la unidad y la tolerancia parece estar especialmente dirigido a ellos (15:7–9).
Se resume en forma sucinta la ambigüedad de esta evidencia: “Romanos manifiesta un
doble carácter: es en esencia un debate entre el evangelio paulino y el judaísmo, de modo
que parece obvio que los lectores eran cristianos judíos. No obstante, la carta contiene
declaraciones que indican de manera específica que la comunidad era cristiana gentil”
Frente a esta evidencia conflictiva, algunos estudiosos han llegado a la conclusión de que
Pablo tenía en mente una audiencia definidamente judía, otros opinan que él estaba
escribiendo a una audiencia en su totalidad gentil, y aun otros, que él se estaba dirigiendo
en algunos momentos a judíos y en otros a gentiles. La evidencia se explica mejor, no
obstante, a través de la suposición de que la audiencia a la que Pablo se dirigía estaba
compuesta por cristianos tanto judíos como gentiles. No obstante, la manera en que Pablo
relaciona a la iglesia con su ministerio a los gentiles en 1:5, 6, sugiere que los gentiles
constituían una mayoría tal que la iglesia había adquirido tanto una identidad como
características gentiles.
IV. LA CARTA SUPREMA:
Romanos incluye la presentación más sistemática de la teología de todas las Escrituras.
Explica el significado de la cruz para la vida del creyente. Mientras expone por qué Jesús
murió por toda la humanidad, Pablo aclara los conceptos medulares de la fe cristiana: el
pecado y la justicia, la fe y las obras, la justificación y la elección. La epístola contiene: (1)
Una detallada descripción de la pecaminosidad del hombre (1.18-3.20); (2) una completa
exposición de la justificación por la fe (3.21-5.11), que incluye una clara interpretación de
la muerte de Cristo (3.24-26); (3) una elaborada explicación de la santificación (5.12-8.39);
(4) una enérgica sección sobre la doctrina de la elección (9.1-29); (5) una desarrollada
exposición de lo que ocurrió a la nación de Israel y del destino del pueblo de Dios (9.1-
11.36); (6) una extensa sección dedicada a los dones espirituales (12.1-8); y (7)
instrucciones sobre la relación del creyente con el estado (13.1-14). Indudablemente,
Romanos es el libro más doctrinal de la Biblia.
V. LA CIUDAD DE ROMA:
La ciudad de roma fue fundada en el año ―753 a.C.‖1 Con una más de de un millón de
habitantes. ―Muchas historias acerca de su origen; Mitología, la historia de Romulo y
Romelo criados por una loba en el origen de la ciudad. Situada al borde del río Tíbet;
Augusto Cesar fue el primer Cesar.‖2 ―Roma atrajo a su seno hombres e ideas de todas
partes del mediterráneo, hasta que casi 1000 años después de su comienzo había
incorporado todas las restantes comunidades civilizadas desde Gran Bretaña hasta
Arabia. Roma era cosmopolita y el resto del era Romano‖3 ―Roma estaba ubicada en la
costa occidental de Italia unos 16 km al no de la desembocadura del rio Tiber‖
Factor político
―Roma dominaba políticamente el mundo mediterráneo durante la época inicial del
cristianismo. Cuando Jesús nació en Belén, Roma dominaba el territorio comprendido
entre el atlántico y el Eúfrates y desde Bretaña5 ―Roma tenía la política monárquica,
pero en 509 la monarquía fue derrocada; tomó su lugar la república y la nación.‖6 Por lo
tanto Roma era un lugar cosmopolita, monárquica, republicana, e imperial.
Factor económico
Roma económicamente creció bastante, superó tanto hasta convertirse el centro de
apogeo económico.
Factor social
La unión de tantas razas y pueblos bajo un imperio ayudó a derribar las barreras raciales
y culturales y a unificar la raza humana. Esta le trajo a convertirse una nación
cosmopolita.
Factor religiosa
A la ciudad de Roma ―llegaban muchos grupos étnicos cada uno con su religión y
caminaban por sus calles‖7, ―En el año 27 a.C. Octavio estableció un nuevo gobierno.
Se declaró príncipe y asumió el título de ―Augusto‖. Con el título de pontífice máximo‖
encabezó la religión del estado y en todas las provincias se rindió culto‖8 ―Su primera.
Hay tres autores que definen que Roma a sido fundada en la fecha señalada como:
Thomas D. Lea, Diccionario Certeza 2 www.indubiblia.og/romanos. 3 Diccionario Certeza,
pág.,1165 4 Wilton M. Nelson, Diccionario Ilustrado dela biblia, pág.,563 5 Ibíd, pág.,561 6
Ibíd, pág,.561 7 Thomas D Lea, El nuevo testamento su trasfondo y su mensaje, pág.,410
8 Wilton M. Nelson, Diccionario Ilustrado dela biblia, pág.,561. La religión politeísta regida
por un código moral bastante alto desapareció cuando por las conquistas del oriente los
Romanos entraron en contacto con la filosofía escéptica de Grecia y con las religiones de
misterio y sensuales de Asia. Los ricos y los intelectuales abrazan aquella y las masas,
éstas. Como resultado, Roma llegó a ser una Babel Religiosa. Por tanto Roma perdió su
identidad en su creencia e influenciado por la filosofía, abrasaron una nueva religión
adaptando a los dioses dioses sensuales y religión de Misterio de Grecia y Asia. Y no sólo
eso sino que llegó a celebrar culto al emperador en el año 69-79 se cuenta que el
emperador Vespaciano en su lecho de muerte se reía de la idea de que el fuera Dios.
“En la Roma de entonces solo estaban a sus anchas los millonarios y los obscuros
individuos del Oriente. Pero para el que buscaba el interior recogimiento y quietud como
Pablo, Roma era un lugar terrible. Roma en tiempos del Apóstol tampoco era de aquella
belleza embelesadora que celebran poetas posteriores, y que Fulgencio canta con estas
palabras: “¡Cuán hermosa debe ser la Jerusalén celestial, cuando ya la Roma terrenal
brilla con tales fulgores¡”. El vivir en los barrios comerciales era muy desagradable e
insalubre a causa de la estrechez de las calles, de la falta del aire, del mal olor de las
sobras de la comida, que se echaban a la calle y de los continuos peligros e incendio. El
Tiber, por su carácter santificado como deidad, no podía regularse y provocaba frecuentes
epidemias a consecuencia de inundaciones. Las casas eran altas y estaban mal
construidas. Marcial cuenta de un hombre que tenía que subir doscientos escalones para
llegar a su aposento. El ruido de las calles era insoportable. Por la noche los carros que
conducían mercancías, al pasar por los fragosos empedrados, producían un sonido
estrepitoso, desde las siete de la tarde hasta la salida del sol. Durante el día iban por la
calle los músicos sirios y sacerdotes mendicantes de Isis y Cibeles con el estridor de
instrumentos de planchas metálicas y con estruendo de cascabeles. El inquilino pobre
tenía que habitar al lado de la calle, los ricos vivían hacia el patio interior (peristilo). Así la
vida en una casa de alquiler en el ardiente verano de Roma. Fue para Pablo no pequeño
sacrificio.”
VI. EL MENSAJE:
En su tercer viaje misionero, Pablo trabajó extensamente en la ciudad de •Éfeso (Hch.
19). Después fue a Macedonia y a Acaya, con una larga estancia en •Corinto. Desde allí
pensaba viajar a Jerusalén acompañando a los hermanos que llevaban una ofrenda para
los pobres de esa ciudad (“Mas ahora voy a Jerusalén a ministrar a los santos” [Ro.
15:25]). En vez de tomar una trayectoria más directa, decidió subir a Macedonia y
después a Troas, en su ruta hacia Jerusalén. La mayoría de los eruditos opinan que fue
antes de emprender este viaje, estando en Corinto, cuando Pablo escribió esta epístola y
la envió por mano de •Febe, “diaconisa de la iglesia en Cencrea”, que era un puerto de
Corinto (Ro. 16:1–2). El apóstol escribe a una comunidad de creyentes compuesta de
judíos convertidos pero con un gran componente, quizá la mayoría, de gentiles. Hay que
recordar que en años anteriores se había producido el famoso decreto del emperador
•Claudio que ordenaba la expulsión de los judíos de Roma (Hch. 18:2). El historiador
Suetonio indica que el motivo había sido por unos alborotos causados entre ellos a causa
de un tal ―Chrestos‖. Pero ese decreto, y otros similares, pasaban pronto al olvido y los
judíos retornaban. Las matanzas que luego tendrían lugar en tiempos de •Nerón, indican
que la población de cristianos era muy grande en Roma.‖15 Pablo declaró desde siempre
visitar a Roma su deseo de visitar a los Romanos 1:13. Pablo escribió a los romanos con
un triple propósito. Estaba buscando apoyo para su proyectada visita a España 15:24,28
Quería explicar a los romanos su teología, y aplicarla a los asuntos prácticos de la vida
diaria. Quería instar a los romanos a una unidad mayor que la que tenían hasta ese
momento 14:1-15_13
Es indudable que la Epístola a los Romanos constituye la declaración más científica del
plan divino de la redención que plugo a Dios dar a los hombres. Dejando totalmente a un
lado el asunto de su inspiración, podemos considerarlo como un tratado de inmensa
trascendencia, de gran poder intelectual y que pone en fuga a las filosofías más brillantes
concebidas por la mentalidad humana.
La epístola fue dirigida a una vibrante iglesia en la ciudad de Roma. Aunque se
desconocen las circunstancias que originaron la iglesia, pudo establecerla algún grupo de
creyentes provenientes de Jerusalén después de la resurrección y del derramamiento del
Espíritu Santo en Pentecostés. Cuando Pablo escribe la carta, no había visitado
personalmente Roma, aunque desde hacía algún tiempo deseaba hacerlo.
VII. EPISTOLAS DE LA PRISION
La carta a los Romanos no es una carta que fue escrita estando el Apóstol Pablo en
prisión, él la escribe desde Corinto.
VIII. FECHA Y LUGAR:
A consideración de estos temas está afectada por la cuestión de si los capítulos 15 y 16
formaban parte de la carta originalmente. Este asunto será tratado más adelante, pero por
el momento damos por sentado que la carta incluía estos capítulos. Volvemos a señalar
que todos los manuscritos de Romanos existentes los incluyen donde están en nuestro
texto. Los datos acerca de la situación del autor aparecen en Romanos 1, 15 y 16 y se
pueden resumir de la siguiente manera:
1. Hacía mucho que el apóstol tenía deseos de anunciar el evangelio en Roma y de
compartir su ministerio de afirmación y fortalecimiento entre ellos (1:10–15). Es más, él
había planeado en muchas ocasiones ir a Roma, pero su ministerio en la zona de Asia
Menor y Grecia le habían impedido hacerlo hasta el momento en que escribía (1:13;
15:22).
2. Pablo había llenado la zona que abarcaba desde Jerusalén hasta Ilírico con el
evangelio (15:19). Está terminando de reunir una ofrenda para los creyentes en Jerusalén
(15:25–27). Va ahora a Jerusalén con la ofrenda y le preocupa su seguridad en esta
ciudad y la manera en que los judíos creyentes recibirán la ofrenda (15:30–32).
3. Una vez entregada la ofrenda, su propósito es pasar por Roma camino a España
(15:24, 28). Una comparación de la información en Romanos con la de Hechos indica que
al escribir la carta Pablo había finalizado su campaña en Éfeso y su situación es la
reflejada en Hechos 19:21, 22 y 20:1–3. El segundo pasaje dice que llegó a Grecia donde
pasó tres meses; después, emprendió el viaje hacia Jerusalén (Hech. 20:2, 3).
4. La información de Romanos indica que escribió la carta durante los tres meses que
pasó en Grecia. Varios datos en la carta sugieren que el lugar preciso era Corinto. Por
ejemplo, Pablo recomendó a los Romanos a Febe, diaconisa de la iglesia en Cencrea, el
puerto al este de Corinto (16:1). Esta hermana había cruzado el istmo hasta Corinto
desde donde ha de viajar hacia Roma (16:2). El apóstol mandó a los romanos los saludos
de Gayo, su hospedador (16:23), quien puede ser el hombre de Corinto bautizado por
Pablo (1 Cor. 1:14). Mandaron saludos Timoteo y Sosípater (16:21), compañeros de viaje
de Pablo cuando salió de Grecia hacia Jerusalén (Hech. 20:4). Erasto, el tesorero de la
ciudad donde Pablo estaba, también mandó saludos (16:23). Una inscripción en latín
encontrada en Corinto y fechada a mediados del siglo I menciona a un Erasto quien, a
cambio de ser nombrado edil o comisionado para obras públicas, había colocado a
expensas propias el pavimento en una plaza cerca del teatro. Él puede ser el tesorero de
la ciudad mencionado por Pablo (16:23).
De modo que se puede ubicar la composición de Romanos después de la terminación de
la campaña en Éfeso y antes del viaje a Jerusalén con la ofrenda. Para precisar la fecha
es posible tomar como punto de referencia el ministerio de Pablo en Corinto. Una
inscripción encontrada en Delfos en Grecia establece que Galión (Hech. 18:12–17) era
procónsul en Acaya en el año 52 d. de J.C. y ya puede haber estado ocupando este cargo
tan temprano como en el 50 d. de J.C. Pablo pasó un año y 6 meses en Corinto (Hech.
18:11) y durante ese tiempo fue llevado ante Galión (Hech. 18:12). Es probable que la
estadía de Pablo en Corinto deba ubicarse en los años 50 a 52 d. de J.C. Saliendo de
Corinto, Pablo regresó a Antioquía donde estuvo por un tiempo y entonces pasó por
Galacia y Frigia para llegar a Éfeso (Hech. 18:18–24).
Allí estuvo por dos años y unos meses (Hech. 19:8, 10; 20:31). Salió de Éfeso en el año
55 ó 56 d. de J.C. Dejando lugar para un margen de más o menos 1 ó 2 años, se puede
ofrecer como fecha probable para la escritura de la carta a los Romanos el invierno
(diciembre a febrero en el hemisferio norte) del año 55–56 ó 56–57 d. de J.C.
Ahora es posible resumir la situación de Pablo al escribir la carta. Pasó los meses de
diciembre a febrero del 55–56 ó 56–57 d. de J.C. en Corinto, en la casa de Gayo quien
había sido bautizado por Pablo (1 Cor. 1:14). Había quedado atrás una larga y exitosa
campaña en Éfeso que involucraba algunos peligros. Escribió Pablo: “Batallé en Éfeso
contra las fieras” (1 Cor. 15:32). También se había resuelto una difícil crisis en Corinto que
había puesto en duda la autoridad apostólica de Pablo y había requerido una serie de
contactos (cartas y visitas) para su solución.
Por delante hay dos grandes proyectos: el viaje a Jerusalén con la ofrenda y la misión en
España pasando por Roma en el camino. Aun estos proyectos implicarán peligro y
requerirán apoyo para su realización. Por el lapso de unos tres meses el Apóstol se
encontró con un poco de tiempo para “tomar aire”, libre de sus exigentes tareas. Era como
si él hubiera terminado un capítulo en su vida y estuviera esperando iniciar otro
ANALISIS SINTACTICO DE
ROMANOS 8:28-39.
VERSION REINA VALERA 1960
Rom 8:28-30
(28) Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es,
a los que conforme a su propósito son llamados.
(29) Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos
conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos.
(30) Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también
justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.
Rom 8:38-39
(38) Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados,
ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
(39) ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de
Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
VERSION NVI
Rom 8:28-30
(28) Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo
aman,* los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.
(29) Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser
transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos.
(30) A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a
los que justificó, también los glorificó
Rom 8:38-39
(38) Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida , ni los ángeles ni los
demonios,* ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes,
(39) ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del
amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
VERSION BIBLIA AL DÍA
Rom 8:28-30
(28) Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo
aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.
(29) Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser
transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos.
(30) A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los
que justificó, también los glorificó.
Rom 8:38-39
(38) Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los
demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes,
(39) ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del
amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
VERSION DIOS HABLA HOY CON DEUTEROCANONICOS
Rom 8:28-30
(28) Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los
cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito.
(29) A los que de antemano Dios había conocido, los destinó desde un principio[a] a ser
como su Hijo,[b] para que su Hijo fuera el primero entre muchos hermanos.
(30) Y a los que Dios destinó desde un principio, también los llamó; y a los que llamó, los
hizo justos; y a los que hizo justos, les dio parte en su gloria.
Rom 8:38-39
(38) Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte, ni la
vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente, ni lo futuro,
(39) ni lo más alto, ni lo más profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios.
¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro
Señor!
VERSION SEPTUAGINTA
Rom 8:28-30
(28) Y sabemos que a los amantes de Dios, todo coopera en bien, a los que según
propósito llamados son.
(29) Pues, a los que preconoció , también predestinó conformes a la imagen de su Hijo,
para ser él primogénito entre muchos hermanos;
(30) y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también
justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.
Rom 8:38-39
(38) Pues cierto estoy de que ni muerte, ni vida; ni ángeles, ni principados, ni potencias;
ni lo presente ni lo futuro;
(39) ni alteza, ni hondura, ni criatura alguna otra podrános apartar del amor de Dios, el en
Cristo Jesús, Señor nuestro.
FRASE PRIMERA:
A los que conforme a su propósito son llamados. VERSION REINA VALERA 1960
FRASE SEGUNDA:
Porque a los que Dios conoció de antemano VERSION NVI
FRASE TERCERA:
Pues estoy convencido de que ni la muerte. VERSION NVI.
CONCLUSION:
1. “Su propósito son llamados”
2. “Dios conoció de antemano”
3. “Pues estoy convencido”
CONTEXTO SECCIONAL DE LA CARTA A LOS ROMANOS
I. Asuntos introductorios (1:1–17)
A. Saludos (1:1–7)
B. Establecimiento de una relación cordial (1:8–15)
C. Tema principal (1:16–17)
II. La justicia de Dios se revela a través de la condenación (1:18–3:20)
A. Condenación de la humanidad pagana (1:18–32)
1. Razones de la condenación (1:18–23)
2. Resultados de la condenación (1:24–32)
B. Condenación según las normas divinas (2:1–16)
1. Veracidad (2:1–4)
2. Equidad (2:5–11)
3. Jesucristo (2:12–16)
C. Condenación de los judíos infieles (2:17–3:8)
1. Por su hipocresía (2:17–24)
2. Por la confianza depositada en sus ritos (2:25–29)
3. Por su incredulidad. (3:1–8)
D. Condenación de la humanidad (3:9–20)
1. Todos están bajo pecado (3:9–18)
2. Todos están conscientes del pecado (3:19–20)
III. La justicia de Dios se revela en la justificación (3:21–5:21)
A. Explicación de la justicia provista (3:21–31)
B. Ilustración de la justicia provista (cap. 4)
1. Por fe y no por obras (4:1–8)
2. Por fe y no por ritos (4:9–12)
3. Por fe y no por la ley (4:13–17)
4. Por fe en la promesa de Dios (4:18–25)
C. Resultados de la justicia provista (5:1–11)
D. Contrastes de la justicia provista (5:12–21)
IV. La justicia de Dios se revela en la santificación (caps. 6–8)
A. Base de la santificación (6:1–4)
B. Actitudes en cuanto a la santificación (6:5–23)
1. Considerarse (6:5–11)
2. Rendirse (6:12–14)
3. Servir (6:15–23)
C. Conflicto en la santificación (cap. 7)
1. El creyente y la ley (7:1–6)
2. La ley y el pecado (7:7–13)
3. El creyente y el pecado (7:14–25)
D. Poder para la santificación (8:1–17)
E. Meta de la santificación (8:18–27)
F. Certeza de la santificación (8:28–39)
V. La justicia de Dios se revela en la elección soberana (caps. 9–11)
A. Proclamación de la elección soberana de Dios (9:1–29)
1. Privilegios de Israel (9:1–5)
2. La elección ilustrada (9:6–18)
3. La elección explicada (9:19–29)
B. Aplicación de la elección soberana de Dios (9:30–10:21)
1. Tropiezo de Israel (9:30–10:4)
2. Misericordiosa oferta divina (10:5–15)
3. Rechazo de parte de Israel (10:16–21)
C. Cumplimiento de la elección soberana de Dios (cap. 11)
1. En la elección por gracia (11:1–10)
2. En el alcance a los gentiles (11:11–24)
3. En la salvación de Israel (11:25–32)
4. Para gloria y alabanza de Dios (11:33–36)
VI. La justicia de Dios se manifiesta en la vida transformada (12:1–15:13)
A. Dedicación básica (12:1–2)
B. Ministerio cristiano (12:3–8)
C. Relaciones sociales (12:9–21)
D. Relación con la autoridad (13:1–7)
E. A la luz del futuro (13:8–14)
F. Trato con otros cristianos (14:1–15:13)
1. Sin juzgar (14:1–12)
2. Sin impedimento (14:13–23)
3. Como imitadores de Cristo (15:1–13)
VII. Observaciones finales (15:14–16:27)
A. Planes personales (15:14–33)
B. Saludos personales (16:1–16)
C. Palabras finales (16:17–27)
PASO NUMERO DOS
ANALISIS SINTACTICO DE ROMANOS 8:28-39
1. FORMA LITERARIA: Carta escrita en prosa.
2. PARRAFO:
a. Proposición Temática
Una de las verdades más difíciles de aceptar en la vida cristiana es que todo lo
que nos ocurre está bajo el control de Dios y por lo tanto, contribuye a nuestro
crecimiento y edificación espiritual. En teoría es una verdad que todos
comprendemos, pero cuando estamos sufriendo en medio de las dificultades, nos
cuesta aceptarla. Preferiríamos que Dios nos evitara las pruebas.
La razón principal por la cual se nos dificulta entender esta verdad, es que no
podemos comprender qué quiere lograr Dios en nuestra vida a través de las
circunstancias difíciles. En este pasaje Pablo traza el plan general de Dios para
llevarnos hacia la glorificación con Cristo.
b. DIVISIONES NATURALES Y MOSTRADOR SINTACTICO
Rom 8:28-39
1. El Apóstol Pablo escribe en estos versículos acerca La soberanía de Dios y
de su propósito para la vida del cristiano en Roma
(28) Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es,
a los que conforme a su propósito son llamados.
(29) Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos
conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos.
(30) Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también
justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.
2. El Apóstol Pablo escribe acerca dela Soberanía de Dios y de su sustentación
a la vida del cristiano en Roma
(31) ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
(32) El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros,
¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
3. El Apóstol Pablo escribe acerca de la Justificación de Dios por medio de
Cristo para el cristiano en Roma
(33) ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
(34) ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también
resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
4. El Apóstol Pablo acerca de la protección y de su fidelidad hasta el final de la
vida del cristiano en Roma
(35) ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución,
o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
(36) Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;
Somos contados como ovejas de matadero.
5. El Apóstol Pablo escribe que la victoria de Cristo en la cruz del Calvario y
de la seguridad del amor de Dios lo que hace vencedor a todo cristiano en Roma
(37) Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que
nos amó.
(38) Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados,
ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
(39) ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de
Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
PASO NUMERO TRES
.ANALISIS VERBAL DE:
ROMANOS 8:28-39
1. PROPOSITO: (del gr.ρόθεσις, πρόσθεσις prothesis /proth·es·is/)
Determinación firme de hacer algo; Objetivo que se pretende alcanzar; en
las sagradas escrituras se manejan tres clases de propósitos y son como
siguen:
Del hombre
Para el mal ♦ en la rebelión contra Dios: Ge 11:6 ♦ destructivo de los
asirios: Is 10:5–7 ♦ de derramar sangre: Eze 22:6, 9 ♦ el propósito unánime
del conjunto de los diez reinos de los últimos días Ap 17:13, 17: referencias
generales: Sal 64:5; 140:4 para bien ♦ sin vacilar en propósito: 2 Co 1:17–
18 ♦ propósito del creyente en dar: 2 Co 9:7 ♦ unanimidad de propósito
entre creyentes: Flp 2:2 ♦ propósito del ministerio de Pablo en Cristo: Col
1:28–29 ♦ disciplina del creyente para el propósito de piedad: 1 Ti 4:7 ♦
sobriedad del creyente para la oración: 1 Pe 4:7 ♦ referencias generales:
Sal 17:3; Hch 19:21.
De Dios ♦ su propósito invencible: Job 42:2 ♦ su creación de todo para su
propósito: Pr 16:4 ♦ su propósito en contra de una nación: Is 19:12, 17; Je
49:20; 51:11 ♦ inmutabilidad de su propósito: Is 46:10–11; Je 4:28; Heb
6:17 ♦ su propósito siempre cumplido: Is 46:10–11; Je 51:12; La 2:17 (cp. Is
44:26) ♦ su propósito cumplido por su palabra: Is 55:11 (cp. Stg 4:5) ♦ los
propósitos de su corazón entendidos en los postreros días: Je 23:20 ♦ su
propósito para el día del SEÑOR: Am 5:18–20 ♦ los enemigos de Israel no
entienden sus propósitos: Mi 4:11–12 ♦ su propósito judicial conforme a las
obras del hombre: Zac 1:6 ♦ rechazo de sus propósitos: Lc 7:30 ♦ su
propósito al predeterminar los sucesos: Hch 4:28 ♦ su propósito servido por
David: Hch 13:36 ♦ todo su propósito declarado por Pablo: Hch 20:27 ♦
creyentes llamados conforme a su propósito: Ro 8:28 ♦ su propósito
conforme a su libre voluntad y no a la del hombre: Ro 9:11 ♦ su propósito al
demostrar su poder por Faraón: Ro 9:17 ♦ su propósito para que los
creyentes tengan vida inmortal: 2 Co 5:4–5 ♦ su propósito en Cristo en
cuanto a los creyentes: Ef 1:9 ♦ comprensibilidad de su propósito: Ef 1:11 ♦
perpetuidad de su propósito: Ef 3:11; 2 Ti 1:9 ♦ su propósito para la
santificación y pureza de los creyentes: 1 Tes 4:7 ♦ su propósito eterno de
salvación para creyentes: 2 Ti 1:9 ♦ su propósito para que los creyentes
sufran pacientemente por la justicia: 1 Pe 2:20–21 (cp. 4:1) ♦ su propósito
de que los creyentes den bendición a otros: 1 Pe 3:9 (cp. Hch 20:35).
De Cristo ♦ predicar el reino: Lc 4:43 ♦ salir a Galilea: Jn 1:43 (cp. 4:1–4) ♦
ser crucificado: Jn 12:27, 32–33 ♦ designar a Pablo para su ministerio: Hch
26:16–18 ♦ para que los creyentes sean bendición a otros: 1 Pe 3:9 (cp.
Hch 20:35) ♦ para destruir las obras del diablo: 1 Jo 3:8
2. ESCATIMAR: (del gr. φείδομαι pheidomai /fi·dom·ahee/) Dar o emplear la
menor cantidad posible de cierta cosa: los vecinos acusan al municipio de
escatimar recursos para arreglar el barrio; la crítica no escatimó elogios
para el escritor. sin regatear. También podemos emplear el término Eximir
que nos dará el significado más correcto de esta palabra:
La frase no eximió (v. 32a) recuerda el lenguaje del ángel a Abraham
después de que él no rehusó sacrificar a su hijo Isaac; la LXX usa el mismo
verbo para referirse a esta disposición de Abraham (Gén. 22:12 y 16). La
gran diferencia es que Abraham recibió de vuelta a su hijo, pero no hubo
ningún cordero para sacrificar en lugar del Cordero de Dios. La expresión
su propio Hijo destaca la diferencia entre los hijos adoptivos y el Hijo
unigénito.
Dios lo entregó por todos nosotros. El sentido común del término traducido
por aquí es “a favor de, en beneficio de”. Sin embargo, en este contexto
parece difícil evitar el sentido “en lugar de” (ver el comentario de Murray y la
nota de Morris). La palabra todos subraya el alcance de la muerte redentora
de Cristo.
Murray cita las palabras de Octavius Winslow en un libro publicado a
mediados del siglo pasado: “¿Quién entregó a Jesús a morir? No era Judas
por dinero; ni Pilato, por miedo; ni los judíos, por envidia; sino el Padre, por
amor”. Sin embargo, Morris señala en una nota que se debe tener en
cuenta que el mismo término puede usarse de la entrega de Jesús (1) por
Judas (Juan 18:5); (2) por los principales sacerdotes y ancianos (Mat. 27:2);
(3) por el pueblo de Jerusalén (Hech. 3:13); (4) por Pilato (Mar. 15:15); y (5)
la entrega de sí mismo por Jesús (Gál. 2:20). En última instancia somos
nosotros los responsables ya que “fue entregado por nuestras
transgresiones” (Rom. 4:25).
3. VENCEDORES: (del gr. ὑπερνικάω hupernikao /hoop·er·nik·ah·o/) que ha
vencido en una competición o una lucha: llegó muy satisfecho el vencedor
del certamen. El termino Vencedor debe entenderse también con el
sinónimo de Victoria que es la raíz de la palabra en el contexto griego y sus
definiciones en las Escrituras son:
Victoria convertida en duelo: 2 S 19:2 ♦ victoria de los valientes de David en
la guerra: 2 S 23:9–12 ♦ victoria de Naamán, capitán del ejército del rey de
Aram: 2 R 5:1 ♦ profecía de Eliseo de la victoria de Israel sobre Aram: 2 R
13:17 ♦ la victoria es del SEÑOR: 1 Cr 29:11; Sal 98:1; Pr 21:31 ♦ gozo por
la victoria: Sal 20:5 ♦ falsa esperanza de victoria en hombres y caballos: Sal
33:17 ♦ victoria en abundancia de consejeros: Pr 11:14 ♦ victoria sobre
Babilonia por juicio divino: Je 51:14 ♦ la victoria final por el Mesías: Mt 12:20
♦ victoria sobre la muerte por medio de Cristo: 1 Co 15:54–57 ♦ victoria que
vence al mundo por fe en Cristo: 1 Jo 5:4–5
PASO NUMERO CUATRO
ANALISIS TEOLOGICO DE:
ROMANOS 8:28-39
1. AMOR: del Gr. ἀγαπάω [agapao /ag·ap·ah·o/]
. En el Antiguo Testamento
a. Etimología
La palabra amor es trad. Principalmente del heb. ˒āhēḇ, que en todas sus
expresiones tiene un uso tan amplio como en castellano, y es fácilmente la
voz más común para todas las facetas de su significado. Otras palabras
heb. Son dôḏ y ra˓yâ (respectivamente para el amor ardiente y su objeto
femenino, esp. En Cnt), yāḏaḏ (p. ej. Sal. 127.2), ḥāšaq (p. ej. Sal. 91.14),
ḥāḇaḇ (solamente Dt. 33.3), ˓āḡaḇ (p. ej. Jer. 4.30, para los amantes
ilícitos), y rāḥam (Sal. 18.1).
En el AT el amor, sea humano o divino, es la expresión más profunda que
puede darse de la personalidad y de la intimidad de las relaciones
personales. En el sentido no religioso, ˒āhēḇ se emplea más comúnmente
para el deseo o la atracción mutua de los sexos, en que no hay restricción
alguna o sentido de impureza (véase Cnt. para su expresión más sublime).
También se aplica a una multitud de relaciones personales (Gn. 22.2; 37.3)
y subpersonales (Pr. 18.21), que no están ligadas en absoluto al impulso
sexual. Fundamentalmente se trata de una fuerza interna (Dt. 6.5, “fuerzas”)
que nos impulsa a realizar aquella acción que da placer (Pr. 20.13),
obteniendo así el objeto que nos despierta el deseo (Gn. 27.4, véase rsv), o
en el caso de personas, al sacrificio de uno mismo para el bien de la
persona amada (Lv. 19.18, 34) y a una inquebrantable lealtad (1 S. 20.17–
42).
b. Etimología en el Nuevo Testamento
El término gr. Más común para todas las formas del amor en el NT es
agapē, agapaō. Esta es una de las palabras menos comunes en el gr.
Clásico, donde expresa, en las pocas ocasiones en que aparece, esa forma
suprema y noble del amor que ve algo infinitamente precioso en su objeto.
Su uso en el NT no deriva directamente del gr. Clásico sino de la LXX, en la
que aparece en el 95% de los casos en que el heb. Se trad. Por “amor” en
las vss.; Y en todos los casos en que está relacionado con el amor de Dios
hacia el hombre, del hombre hacia Dios, y del hombre hacia su prójimo. La
dignidad que pose este término en el NT se debe a su uso como vehículo
de la revelación del AT. Está cargada de relaciones veterotestamentarias.
Fileō es la voz que alterna con agapaō. Se usa más naturalmente para el
afecto íntimo (Jn. 11.3, 36; Ap. 3.19), y para el placer de hacer cosas que
resultan agradables (Mt. 6.5), aunque encontramos una considerable
superposición en el uso de ambos términos. Buena parte de la exégesis de
Jn. 21.15–17 ha girado en torno a la disposición de Pedro a decir filō se (“yo
soy tu amigo”, J. B. Phillips; cf. “te aprecio”, La Biblia al Día) y su aparente
resistencia a decir agapō se (cf. °vm, con el contraste entre “amar” y
“querer”). Resulta difícil comprender por qué un escritor como Juan, cuyo
griego era tan simple, habría de usar las dos palabras en este contexto a
menos que deseara hacer una distinción entre sus significados. Los
eruditos disputan seriamente, sin embargo, la existencia de una clara
distinción, aquí o en otros pasajes, y los antiguos comentaristas no lo
mencionan, excepto quizás Ambrosio (Sobre Lucas 10.176) y la Vg., que
emplea en este pasaje diligo y amo para trad. Agapaō y fileō,
respectivamente.
2. PREDESTINACION:
Faltan palabras en el AT para expresar la idea de predestinación en forma
abstracta y generalizada, pero a menudo expresa la idea de que Dios se
propone, determina, u ordena ciertas cosas, en contextos que llaman la
atención sobre la absoluta prioridad e independencia de sus propósitos en
relación con la existencia o la realización de lo que se propone (cf. Sal.
139.16; Is. 14.24–27; 19.17; 46.10s; Jer. 49.20; Dn. 4.24s).
I. Presentación bíblica
a. En el Antiguo Testamento
El AT presenta a Dios, el Creador, como un ser personal, poderoso, que
tiene metas concretas; y nos asegura que así como su poder es ilimitado,
también sus metas o propósitos se cumplirán indefectiblemente (Sal.
33.10s; Is. 14.27; 43.13; Job 9.12; 23.13; Dn. 4.35). Él es Señor en todas
las situaciones, que ordena y encamina todas las cosas hacia el fin para el
cual han sido creadas (Pr. 16.4), y determina todos los acontecimientos,
grandes y pequeños, desde el pensamiento de los reyes (Pr. 21.1), y las
palabras y hechos premeditados de todos los hombres (Pr. 16.1, 9), hasta
la aparentemente casual caída de una suerte (Pr. 16.33). Nada de lo que
Dios se propone le es demasiado difícil (Gn. 18.14; Jer. 32.17); la idea de
que la oposición organizada del hombre de alguna manera podría torcer
sus planes es simplemente absurda (Sal. 2.1–4). La profecía de Isaías
amplía más claramente que ninguno de los otros libros del AT la idea del
plan de Dios como factor decisivo en la historia. Isaías hace notar que los
propósitos de Dios son eternos, que Yahvéh ha planeado “desde tiempos
antiguos”, “desde el principio”, los acontecimientos presentes y futuros (cf.
Is. 22.11; 37.26; 44.6–8; 46.10s), y que, justamente porque es él, y no otro,
el que ordena todos los acontecimientos (Is. 44.7), nada puede evitar que
ocurra lo que ha predicho (Is. 14.24–27; 44.24–45.25; cf. 1 R. 22.17–38;
Sal. 33.10s; Pr. 19.21; 21.30). La capacidad de Yahvéh para predecir que
van a suceder cosas aparentemente increíbles prueba su pleno control de
la historia, mientras que la incapacidad de los ídolos de predecirlas
demuestra que no tienen control alguno sobre ella (Is. 44.6–8; 45.21;
48.12–14).
A veces parecería que Yahvéh reacciona, ante ciertas situaciones, como si
no las hubiera previsto (p. ej. cuando se arrepiente, y rectifica su acción
anterior, Gn. 6.5; Jer. 18.8, 10; 26.3, 13; Jl. 2.13; Jon. 4.2). Pero por el
contexto bíblico resulta claro que el propósito de dichos antropomorfismos,
y lo que los mismos quieren destacar, es simplemente que el Dios de Israel
es un Dios realmente personal, y no arrojar dudas sobre si realmente
preordena y rige los asuntos humanos.
El que Yahvéh gobierna teleológicamente la historia humana a fin de llevar
a cabo sus propios propósitos, predestinados para el bienestar de la
humanidad, surge claramente de la historia bíblica ya en el protoevangelio
(Gn. 3.15), y en la promesa a Abraham (Gn. 12.3). El tema se va
desenvolviendo por medio de las promesas, dadas en el desierto, de
prosperidad y protección en Canaán (cf. Dt. 28.1–14), y de los cuadros
proféticos de la gloria mesiánica que sucedería a la obra divina de
juzgamiento (Is. 9.1ss; 11.1ss; Jer. 23.5ss; Ez. 34.20ss; 37.21ss; Os. 3.4s,
etc.); y llega a su punto máximo en la visión de Daniel, en la que Dios
determina los momentos de grandeza y de decadencia de los imperios
mundiales a fin de establecer el gobierno del Hijo del hombre (Dn. 7; cf.
2.31–45). No sería posible proponer con alguna seriedad una escatología
global de este orden, salvo que se adopte como presuposición el que Dios
sea Señor absoluto de la historia, que prevé y preordena todo su curso.
Es en función de esta visión de la relación entre Dios y la historia de la
humanidad que el AT describe la elección divina de Israel como pueblo de
su pacto, y objeto e instrumento de su obra de salvación. Esta elección fue
inmerecida (Dt. 7.6s; Ez. 16.1ss), y fruto, exclusivamente, de su gracia. Fue
hecha con un propósito; Israel recibió un destino, el de ser bendecida, y de
esa manera convertirse en bendición para las demás naciones (cf. Sal. 67;
Is. 2.2–4; 11.9ss; 60; Zac. 8.20ss; 14.16ss). Sin embargo, por el momento
era exclusiva; la selección de Israel significaba que las otras naciones
habían sido deliberadamente dejadas de lado (Dt. 7.6; Sal. 147.19s; Am.
3.2; cf. Ro. 9.4; Ef. 2.11s). Durante más de un milenio Dios los mantuvo
fuera del pacto, y solamente fueron objeto de sus juicios punitorios por sus
crímenes nacionales (Am. 1.3–2.3), y por su mala disposición para con el
pueblo elegido (cf. Is. 13–19, etc.).
b. En el Nuevo Testamento
Los escritores neotestamentarios aceptan sin reservas el testimonio
veterotestamentario de que Dios es el soberano Señor de los
acontecimientos, que dirige la historia para dar cumplimiento a sus
propósitos. Su invariable insistencia en el hecho de que el ministerio de
Cristo y la dispensación cristiana representaban el cumplimiento de las
profecías bíblicas, pronunciadas siglos antes (Mt. 1.22; 2.15, 23; 4.14; 8.17;
12.17ss; Jn. 12.38ss; 19.24, 28, 36; Hch. 2.17ss; 3.22ss; 4.25ss; 8.30ss;
10.43; 13.27ss; 15.15ss; Gá. 3.8; He. 5.6; 8.8ss; 1 P. 1.10ss, etc.), y que el
objetivo último de Dios al inspirar las Escrituras heb. fue el de instruir a los
creyentes cristianos (Ro. 15.4; 1 Co. 10.11; 2 Ti. 3.15ss), es prueba
suficiente de ello. (Nótese que ambas convicciones derivan de nuestro
Señor mismo: cf. Luc. 18.31ss; 24.25ss, 44ss; Jn. 5.39.) Rasgo nuevo, sin
embargo, es que la idea de la elección, que ahora se aplica no al Israel
nacional, sino a los creyentes cristianos, se individualiza en forma
consistente (cf. Sal. 65.4), y se le asigna una referencia pretemporal. El AT
asimila la elección al “llamamiento” histórico de Dios (cf. Neh. 9.7), pero el
NT distingue netamente ambas cosas al representar la elección como el
acto de Dios de predestinar a los pecadores a la salvación en Cristo “antes
de la fundación del mundo” (Ef. 1.4; cf. Mt. 25.34; 2 Ti. 1.9), acto correlativo
con su preconocimiento de Cristo “desde antes de la fundación del mundo”
(1 P. 1.20). El concepto neotestamentario invariable es que toda la gracia
salvadora dada a los hombres en el tiempo (conocimiento del evangelio,
comprensión del mismo como también la capacidad para responder al
mismo, preservación y gloria final) emana de la elección divina en la
eternidad.
El lenguaje de Lucas en el relato de Hechos es un extraordinario testimonio
de su creencia de que la salvación es fruto de una gracia preventiva (2.47;
11.18, 21–23; 14.27; 15.7ss; 16.14; 18.27), otorgada de acuerdo con la
preordenación divina (13.48; 18.10), y no simplemente que Cristo fue
predestinado a morir, resucitar, y reinar (Hch. 2.23, 30s; 3.20; 4.27s).
En el Evangelio de Juan, Cristo dice que fue enviado para salvar cierto
número de individuos que su Padre le había “dado” (Jn. 6.37ss; 17.2, 6, 9,
24; 18.9). Estas son sus “ovejas”, las suyas propias (10.14ss, 26ss; 13.1).
Por ellas oró en forma específica (17.20). Se ocupó de “atraerlas” hacia sí
mismo por medio de su Espíritu (12.32; cf. 6.44; 10.16, 27; 16.8ss); de
darles vida eterna, en comunión consigo y con el Padre (10.28; cf. 5.21;
6.40; 17.2; Mt. 11.27); de mantenerlas, sin perder ni una sola (6.39; 19.28s;
cf. 17.11, 15; 18.9), de llevarlas a su gloria (14.2s; cf. 17.24), y de levantar
sus cuerpos en el día final (6.39s; cf. 5.28s). Aquí se hace explícito el
principio de que los que disfrutan de la salvación lo hacen gracias a la
predestinación divina.
La aclaración más completa de este principio la encontramos en los escritos
de Pablo. Desde toda la eternidad, declara Pablo, Dios tiene preparado un
plan (prothesis) para salvar a una iglesia, aunque en tiempos antiguos dicho
plan no se dio a conocer plenamente (Ef. 3.3–11). El propósito del plan es
que los hombres sean adoptados como hijos por Dios y sean renovados a
la imagen de Cristo (Ro. 8.29), y que la iglesia, el grupo de los así
renovados, crezca hasta alcanzar la plenitud de Cristo (Ef. 4.13). Los
creyentes pueden regocijarse en la certeza de que, como parte de su plan,
Dios los predestinó personalmente para compartir dicho destino (Ro.
8.28ss; Ef. 1.3ss; 2 Ts. 2.13; 2 Ti. 1.9; cf. 1 P. 1.1s). La elección fue
enteramente por gracia (2 Ti. 1.9), y de ninguna manera se relaciona con
nuestros méritos; en realidad se hizo contrariando el merecido castigo
previsto (cf. Jn. 15.19; Ef. 2.1ss). Como Dios es soberano, su elección
predestinada es garantía de salvación. De aquí surge un “llamamiento”
efectivo, que despierta la respuesta de fe requerida (Ro. 8.28ss; cf. 9.23s; 1
Co. 1.26ss; Ef. 1.13; 2 Ts. 2.14); la justificación (Ro. 8.30); la santificación
(1 Ts. 2.13); y la glorificación (Ro. 8.30, pasaje este en el cual el tiempo
pasado indica la certidumbre de su cumplimiento; 2 Ts. 2.14). Pablo imparte
esta enseñanza a los cristianos, personas que eran “llamadas” ellas
mismas, para confirmar su actual seguridad y su salvación final, y para
hacerles comprender la magnitud de su deuda para con la misericordia de
Dios. Los “elegidos”, a quienes y sobre quienes se habla en cada epístola
paulina, son él mismo y/o los creyentes a quienes escribe (“vosotros”,
“nosotros”).
Se ha argumentado que el conocimiento previo de Dios no significa
preordenación, y que la *elección personal en el NT está fundada en la
previsión de Dios de que las personas elegidas responderán al evangelio
por sí mismas. Las dificultades que presenta este punto de vista parecerían
ser: (1) afirma, en efecto, la elección de acuerdo con las obras y los
méritos, mientras que la Escritura indica que la elección es por gracia (Ro.
9.11; 2 Ti. 1.9), y la gracia excluye toda consideración de lo que hace el
hombre por sí mismo (Ro. 4.4; 11.6; Ef. 2.8s; Tit. 3.5); (2) si la elección es
para la fe (2 Ts. 2.13) y las buenas obras (Ef. 2.10), no puede depender de
la previsión de estas cosas; (3) según esta perspectiva, Pablo debería
apuntar, no a la elección de Dios, sino a la propia fe del cristiano como
fundamento de su seguridad de salvación final; (4) aparentemente la
Escritura equipara el conocimiento previo con la preordenación (cf. Hch.
2.23).
III. Elección y reprobación
El concepto vinculado con la idea de reprobar (* Reprobado) aparece por
primera vez en Jer. 6.30 (“desechar” en °vrv2) (cf. Is. 1.22), en una
metáfora tomada de la refinación de metales. La idea es de algo que, por su
condición corrupta, no pasa el examen instituido por Dios y que, por
consiguiente, es rechazado. La metáfora vuelve a aparecer en el NT. Se la
aplica al mundo gentil (Ro. 1.28) y a los cristianos profesantes (1 Co. 9.27,
°vrv2 “eliminar”; 2 Co. 13.5s; cf. 2 Ti. 3.8; Tit. 1.16). Sin embargo, a partir de
Agustín la teología cristiana habla de la reprobación, no como el rechazo
por Dios de determinados pecadores en la historia, sino como lo que (según
se sostiene) está por detrás de ella: la determinación de Dios, desde toda la
eternidad, de pasarlos por alto, y no darles su gracia salvadora (cf. 1 P. 2.8;
Jud. 4). Por ello se ha hecho costumbre definir la predestinación como algo
que consiste en la elección y la reprobación juntas.
Se disputa si debe incluirse la reprobación en la eterna prothesis de Dios.
Algunos justifican su inclusión apelando a Ro. 9.17s, 21s; 11.7s. Parecería
difícil negar, sobre la base de 9.22, que el endurecimiento y la consiguiente
perdición de algunos, que en los vv. 19–21 Pablo indicó como un derecho
de Dios, sea realmente parte de su propósito de predestinación; aunque
debemos notar que Pablo se ocupa de destacar, no la implacabilidad de
Dios hacia el reprobado, sino el prolongado refrenamiento de su ira para
con las personas que están listas para la destrucción (cf. 2.4). Pero no es
fácil determinar el alcance exacto de estos versículos en su contexto.
3. JUSTIFICACION:
Significado de término“Justificar” (heb. ṣ ḏāq; gr. [ LXX y NTS] dikaioō) es término forense
que significa “absolver”, “declarar justo”, lo opuesto de “condenar” (cf. Dt.
25.1; Pr. 17.15; Ro. 8.33). Justificar es la acción del juez. Desde el punto de
vista del litigante, en consecuencia, “ser justificado” significa “conseguir el
veredicto” (Is. 43.9, 26)
. De las 39 veces que el verbo “justificar” aparece en el NT, 29 pertenecen a
epístolas o expresiones de Pablo, como ocurre con las dos veces que
aparece el sustantivo correspondiente, dikaiosis (Ro. 4.25; 5.18). Esto
refleja el hecho de que de los escritores neotestamentarios solamente
Pablo toma como elemento básico de su soteriología el concepto de la
justificación. Para Pablo la justificación es la acción de Dios de remitir los
pecados de los hombres culpables, y considerarlos justos, gratuitamente,
por su gracia, mediante la fe en Cristo, sobre la base, no de sus propias
obras sino de la obediencia a la ley y el derramamiento redentor de su
sangre por parte del señor Jesucristo, en representación de ellos. (Para las
partes de esta definición véase Ro. 3.23–26; 4.5–8; 5.18s).
4. GLORIFICACIÓN: Del lat. glorificationem, atribuirle gloria a alguien
En las Escrituras el término glorificación generalmente se usa para
Jesucristo o el pueblo de Dios. La glorificación de Jesús indica las
perfecciones divinas manifestadas en su persona y obras (Jn 1:14; 2:11;
17:2). La glorificación de Cristo se reveló especialmente en “la hora” de su
sufrimiento en la cruz (Jn 12:23) y en su resurrección con cuerpo
transformado de poder, gloria e inmortalidad (1 Co 15:43; Flp 3:20–21; Heb
2:9; Ap 1:18). La naturaleza de la persona de Cristo como Dios–hombre y
su realización perfecta de la redención le hace digno de “recibir el poder, las
riquezas, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza” (Ap
5:12; cp. vers. 13; Flp 2:9–11; 1 Pe 2:9). La glorificación del pueblo de Dios
se refiere específicamente al cuerpo transformado que los creyentes “en
Cristo,” tanto los vivos como los muertos, reciban en su venida (Ro 8:23; 1
Co 15:51–57; Flp 3:20–21; 1 Tes 4:16–17; 1 Jo 3:1–2). La glorificación es la
etapa final de la salvación personal y cumple con el propósito de Dios de
conformar a cada creyente a la imagen de Cristo como humanidad perfecta
(Ro 8:29)
♦ de Jesús: Lc 24:26; Jn 7:39; 8:54; 11:4; 12:16, 23; 13:31–32; 16:14; 17:1,
5, 10; Hch 3:13; Ro 8:17; Flp 3:3, 21; Col 3:4; 2 Tes 1:10, 12; 2:14; 1 Ti
3:16; Heb 2:7, 9; 1 Pe 1:11, 21 (cp. Is 4:2; Hch 7:55–56; Heb 8:1; Stg 2:1) ♦
de los redimidos: Sal 73:24; Is 55:5; 60:9; Ro 8:17, 21, 30; 9:23; 1 Co 2:7; 2
Co 4:17; Col 1:27; 3:4; 2 Tes 2:14; 2 Ti 2:10; Heb 2:10; 1 Pe 1:7–8; Jud 24
(cp. 2 Co 3:18); Ap 14:1–5; 15:2–4 ♦ de la palabra de Dios: Is 42:21; Hch
13:48; 2 Tes 3:1 ♦ de la casa de la gloria de Dios: Is 60:7 ♦ del nombre de
Dios: Is 63:14 ♦ de Moisés y Elías: Lc 9:30–31
de sí mismo ♦ evitada por Jesús: Heb 5:5 ♦ practicada por Babilonia de los
últimos días: Ap 18:7.
5. CRISTO:
El término Cristo (gr. Cristos) o Mesías (heb., mashiach) significa “El
Ungido” (Sal 2:2; Da 9:25–26; Jn 1:41; 4:25; cp. Sal 45:7). El término Cristo
indica el nombre oficial del Hijo (cp. Lc 4:18–19), mientras que Jesús es su
nombre personal y humano (Mt 1:21). Sin embargo, la iglesia primitiva poco a
poco usó Cristo más y más como parte de su nombre personal (Hch 8:5; Ro
9:3, 5; 1 Co 1:6–7, 13; Ga 6:2; 2 Tés 3:5; 2 Jo 9). La profecía del A.T. presenta
a Cristo en los oficios de profeta (De 18:15–19; cp. Lc 4:24; Hch 3:22–23),
sacerdotal (Sal 110:4; cp. Heb 5:5–6) y Rey (2 S 7:12–13; Sal 2:2; cp. Mt 2:2;
18:37), e incluye ejemplos representativos de hombres ungidos con aceite para
servir en estos mismos oficios (Ex 19:7; 1 S 16:13; 1 R 19:16). Similarmente,
Cristo fue ungido por el Espíritu en preparación para su ministerio público (Is
11:2–5; Lc 4:18–19; Hch 4:27; 10:38; CP. Heb 1:9). El título Cristo enfatiza
principalmente su oficio como Rey y su futuro dominio universal como
descendiente de David, de parte de Dios (2 S 7:12–13; Sal 110:1; Da 7:13–14;
Zac 9:9; Mt 1:1; 21:5; 26:63–64; Lc 1:31–33; Ap 5:5). Los títulos Hijo de David
e Hijo del Hombre se asocian estrechamente con su papel como el Cristo (i.e.,
Mesías) (Mt 20:30–31; 21:9, 15; 26:63–64).
Nombres principales de (véase también SEÑOR; HIJO DE DIOS; HIJO DEL
HOMBRE) ♦ Cristo: Mt 1:1, 16; 16:16; 26:63; Lc 23:2, 35; 24:26, 46; Jn 4:25;
9:22; 11:27; 20:31; Hch 2:31, 36; 3:20; Ro 9:5; 10:6–7; 1 Co 1:13; Ga 2:20; Flp
1:21; Heb 6:1; 1 Pe 3:15; 1 Jo 2:22; Ap 11:15 ♦ Cristo el Señor: Lc 2:11 (cp. Col
2:6) ♦ Cristo Jesús: Hch 24:24; Ro 1:1; Ga 3:28; Ef 1:1; Tit 1:4 ♦ Cristo Jesús
Señor nuestro: Ro 6:23; 1 Co 15:31; Ef 3:11; 1 Ti 1:12 ♦ Jesús: Mt 1:21; 11:1;
27:17; Mr 5:20; 10:47; 14:62; Lc 2:52; 17:13; 24:15; Jn 1:29; 14:6; 20:31; Hch
3:20; 5:42; Ro 3:26; 1 Co 12:3; Ga 6:17; Ef 4:21; Flp 2:10; 1 Tes 1:10; Heb 3:1;
12:2; 2 Pe 1:2; 1 Jo 2:22; Ap 1:9; 14:12 ♦ Jesucristo: Mt 1:18; 16:21; Mr 1:1;
12:35; 15:32; Jn 1:17; 17:3; Hch 2:38; 8:12; Ro 16:25; 1 Co 3:11; Ga 1:1; Ef
6:24; Flp 1:11; 2 Ti 2:8; Tit 3:6; Heb 13:8; 1 Pe 1:1–3; 2 Pe 3:18; 1 Jo 3:23; Jud
1; Ap 1:2 ♦ Jesús de Nazaret o Jesús el Nazareno: Mt 26:71; Mr 1:24; 10:47; Lc
18:37; 24:19; Jn 1:45; 19:19; Hch 2:22; 10:38; 22:8 (cp. Mt 2:23); Hch 3:6 ♦
nuestro Señor Jesucristo: Ro 1:4; 5:21; 7:25; 1 Ti 1:2; Jud 25 ♦ Señor
Jesucristo: Hch 11:17; 15:26; 20:21; 28:31; Ro 1:7; 5:1, 11; 13:14; 15:30;
16:24; 1 Co 6:11; 15:57; 2 Co 8:9; Ga 6:14, 18; Ef 1:2–3; Flp 3:20; 1 Tes 1:3;
5:19; 2 Tes 1:2; Flm 25; Stg 1:1; 2 Pe 1:8; Jud 21 ♦ Cristo Señor: Ro 16:18; Col
3:24 ♦ Señor Jesús: Mr 16:19; Lc 24:3; Hch 16:31; 20:35; 1 Co 5:4–5; 2 Co
11:31; Ef 1:15; Flp 2:19; Col 3:17; 1 Tes 2:19; 2 Tes 1:8; Flm 5; Ap 22:20–21 ♦
Príncipe de Paz: Is 9:6; Ef 2:14–18
origen de: Sal 110:1; Mt 1:1, 17; 22:42–45; Mr 12:35; Lc 1:27; Jn 1:47; 3:31;
6:41–42; 7:41–42; 8:23; Ro 1:3; 9:5; 2 Ti 2:8
Apariciones de Cristo en el A.T. (i.e., como el ángel del Señor o como
hombre): Ge 16:7–14; 22:11–18; 31:11–13; 32:24–30 (cp. Os 12:3–4); 48:15–
16; Ex 3:2–7; Nu 22:22–35; Jos 5:13–15; Jue 2:1–5; 13:3–23; 1 R 19:5–18; 2 R
19:35; Da 3:25 .
Profecías del A.T. (véase también CRISTO, títulos y funciones de, tipos
de) ♦ refs. Generales: Lc 24:25–26, 44–46; Jn 1:45; 5:39, 46–47; 1 Pe 1:10–12
♦ simiente de mujer: Ge 3:15 (cp. Mt 1:18); Ga 4:4 ♦ descendiente de Abraham:
Ge 12:3, 7; 17:7 (cp. Ro 9:5); Ga 3:16 ♦ tribu de Judá: Ge 49:10 (cp. Heb 7:14);
Ap 5:5 ♦ ningún hueso quebrantado: Nu 9:12; Sal 34:20 (cp. Jn 19:33–34) ♦
estrella de la mañana: Nu 24:17 (cp. Ap 2:28; 22:16) ♦ profeta como Moisés:
De 18:15, 18–19 (cp. Jn 6:14); Hch 3:22–23 ♦ descendiente de David: 2 S
7:12–13 (cp. Lc 1:31–33); Jn 7:42; Ro 1:3 ♦ Hijo engendrado: Sal 2:7, 12 (cp.
Hch 13:33); Heb 1:5; 5:5 ♦ soberano de las naciones: Sal 2:8–9 (cp. Ap 2:26–
27) ♦ resurrección corporal sin corrupción: Sal 16:9–10 (cp. Hch 2:26–27, 31;
13:34–35) ♦ abandonado por Dios: Sal 22:1; 69:21 (cp. Mt 27:46) ♦ objeto de
burla para sus enemigos: Sal 22:7–8; 109:25 (cp. Mt 27:39–40) ♦ tuvo sed
cuando crucificado: Sal 22:15 (cp. Jn 19:28) ♦ las manos y los pies horadados:
Sal 22:16 (cp. Mt 27:35); Jn 20:25 ♦ vestidos repartidos: Sal 22:18 (cp. Lc
23:34); Jn 19:23–24 ♦ espíritu encomendado al Padre: Sal 31:5 (cp. Lc 23:46) ♦
traicionado: Sal 41:9 (cp. Jn 13:18) ♦ ascendió a lo alto: Sal 68:18 (cp. Hch
1:9–11); Ef 4:8 ♦ despreciado por los suyos: Sal 69:8; Is 53:3 (cp. Jn 1:11; 7:5)
♦ le dieron a beber hiel y vinagre: Sal 69:21 (cp. Mt 27:34, 48) ♦ sentado a la
diestra de Dios: Sal 110:1 (cp. Mt 22:44); Heb 1:13; 10:12–13 ♦ nacido de una
virgen: Is 7:14 (cp. Mt 1:22–23) ♦ nació como hijo y soberano: Is 9:6–7 (cp. Lc
1:31–33) ♦ el Espíritu lo ungió para el ministerio: Is 11:2; 61:1–2 (cp. Lc 3:22;
4:18–19) ♦ bendición para los gentiles: Is 11:10 (cp. Ro 15:9–12) ♦ milagros
hechos: Is 35:5–6 (cp. Mt 11:4–5) ♦ ministerio de su precursor: Is 40:3; Mal 3:1
(cp. Mt 3:1–3); Mr 1:2–3 ♦ luz para los gentiles: Is 42:1, 6 (cp. Lc 2:32); Hch
13:47 ♦ el siervo sufriente: Is 42:1–4; 52:12–15 (cp. Mt 12:18–21); Mr 10:45; Ro
15:8; Flp 2:7 ♦ objeto de esputos y bofetadas: Is 50:6 (cp. Mt 26:67; 27:26, 30)
♦ varón de dolores: Is 53:3–4 (cp. Mt 26:37–38); Lc 22:44; Jn 11:33; 12:27; Heb
5:7–8 ♦ contado con los transgresores: Is 53:12 (cp. Mr 15:27–28) ♦ sepultado
con los ricos: Is 53:9 (cp. Mt 27:57–60) ♦ adorado por Gentiles: Is 60:3, 6 (cp.
Mt 2:1–11, especialmente vers. 11) ♦ su reino perpetuo: Da 2:44; 4:34; 7:13,
14, 27 (cp. Lc 1:33) ♦ llamado de Egipto: Os 11:1 (cp. Mt 2:15) ♦ nacido en
Belén: Mi 5:2–3 (cp. Mt 2:5–6); Jn 7:42 ♦ entra en Jerusalén montado en asno:
Zac 9:9 (cp. Mt 21:4–5) ♦ abandonado por los hombres: Zac 13:7 (cp. Mt 26:31)
♦ regreso al monte de los Olivos: Zac 14:4 (cp. Hch 1:11–12)
5º PASO ANALISIS HOMILETICO
Y LOS TOQUE FINALES DEL SERMON
TITULO: EL FRUTO DE AMAR A DIOS
INTRODUCCION: Por todos es sabido que al observar un árbol y sus hojas
determinamos cual es el fruto que este da, si es mango, limón, coco, etc…en esta
porción Bíblica el Apóstol Pablo enumera por lo menos tres resultados de amar a
Dios como fruto de este amor a Él y son
1. El amar a Dios produce: v. 28, Y sabemos que a los que a Dios aman,
todas las cosas les ayudan a bien, es a saber, a los que conforme al
propósito son llamados.
A. Definitivamente “amor”
B. Seguridad
C. El conocer su voluntad
TITULO: A DIOS NO LE GUSTAN LOS DADOS
INTRODUCCION: Dios simplemente podía haber escogido de los millares
de planetas existentes en todo el universo para desarrollar la vida en ellos,
pero no fue así, escogió al planeta Tierra, Él escogió a su pueblo Israel para
darse a conocer y así redimirlos de sus pecados, Él pudo escoger a otro
que no fuera yo para escuchar de su palabra y que el Espíritu Santo llevara
a cabo la obra convencedora para salvación; y fue así como su soberana
persona siempre ha sido determinante en todo. En este pasaje el Apóstol
Pablo nos muestra tres razones del porque Dios simplemente tiene el
control de todo.
1. Tres razones por lo cual Dios elije al hombre para salvación v. 29 y 30,
(29) Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que
fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el
primogénito entre muchos hermanos.
(30) Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó,
a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también
glorificó
A. Para recuperar en ellos la imagen de Dios, perdida por consecuencia
del pecado.
B. Para su gloria y honra
C. Para que viva eternamente con Él
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