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A C A B A D O S
D I S E Ñ A D O R
E D I T O R
C O R R E C T O R
E S P E C I F I C A C I O N E S
nombre: Silvia
nombre: Iván, Marta
nombre:
Nº de TINTAS: 4/0
TINTAS DIRECTAS:
LAMINADO:
PLASTIFICADO:
brillo mate
uvi brillo uvi mate
relieve
falso relieve
purpurina:
estampación:
troquel
título: Dragones de tierra
encuadernación:Rústica amb solapes
medidas tripa: 130 x 195 mm
medidas frontal cubierta: 132 x 195 mm
medidas contra cubierta: 132 x 195 mm
medidas solapas: 80 mm
ancho lomo definitivo: 9mm
OBSERVACIONES:
Fecha:
An
a G
alán
1
El travieso Mondragó vuelve a hacerde las suyas. Alborota a todos los dragones enlas dragoneras del colegio y el director le da a
Cale un ultimátum: si quiere seguir llevándolocon él, debe ir todas las tardes a la dragonería para que sea adiestrado. Una vez allí, Antón,
el dragonero, le pide ayuda a Cale con las incubadoras de las futuras crías de dragón.
El trabajo parece fácil, hasta que alguieno algo los encierra en la incubadora horno
de los compactiformes, y unos extraños seres disfrazados de plantas roban algunos huevos.
¡Tarea urgente: Cale y sus amigos deben recuperarlos antes de que sea
demasiado tarde!
Ilustraciones de Javier Delgado
Ana Galán
DRAGONESde TIERRA
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CRÍAS DE DRAGÓN
www.planetadelibrosinfantilyjuvenil.com
Ana Galán es la autora de El club Arcoíris y de muchos otros libros para niños y jóvenes. Nació en Oviedo y pasó su infancia y gran parte de su juventud en Madrid. Vive en Nueva York, y en las pocas ocasiones en las que no está de-lante de su ordenador escribien-do, contestando correos electró-nicos, hablando o descargando fotos, se dedica a jugar y entrenar a un labrador para que un día se convierta en un gran perro-guía para ciegos.
www.anagalan.com
Javier Delgado nació en las Islas Canarias y ya desde los cuatro años le fascinaba plasmar con sus dibujos todo lo que se le pasaba por la cabeza, sin percatarse del paso del tiempo. Su sueño es lle-gar a ser director de arte de Pixar Animation Studios.
10137125PVP 8,95 €
CRÍAS DE DRAGÓN
Entra en un mundo lleno de:dragones voladores, castillos con fosos, peligros y valentía,
buenos y malos y el único dragón del reino
que no puede volar pero que, seguro, te hará reír…
¡Mondragó!
Mondragó es un dragón diferen-te, distraído, juguetón, tierno y pa-toso, que estornuda sin parar echando fuego por la nariz, ¡menu-do problema! A pesar de todo eso es el compañero fiel que todos qui-siéramos tener, ese que no duda en arriesgarse para sacar de más de un apuro a su dueño y mejor amigo, un chico de doce años llamado Cale.
¡Adelante!, prepárate a vivir emo-cionantes y divertidas aventuras con Cale y sus amigos, Arco, Casi y Mayo, junto a sus respectivos dra-gones, en el reino de Samaradó.
Ana Galán
DRAGONESde TIERRA
Ilustraciones de Javier Delgado
DESTINO INFANTIL Y JUVENIL, 2016infoinfantilyjuvenil@planeta.eswww.planetadelibrosinfantilyjuvenil.comwww.planetadelibros.comEditado por Editorial Planeta, S. A.
© del texto: Ana Galán, 2015 © de las ilustraciones de cubierta e interior: Javier Delgado González, 2015© Editorial Planeta S. A., 2016Avda. Diagonal, 662-664, 08034 BarcelonaPrimera edición: septiembre de 2016ISBN: 978-84-08-15221-7Depósito legal: B. 1.398-2016Impreso en España – Printed in Spain
El papel utilizado para la impresión de este libro es cien por cien libre de cloro y está califi cado como papel ecológico.
No se permite la reproducción total o parcial de este libro ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Arts. 270 y siguientes del Código Penal). Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográfi cos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. Puede contactar con CEDRO a través de la web www.conlicencia.com o por teléfono en el 91 702 19 70 / 93 272 04 47.
Samaradó
Bosque de la Niebla
Castillo de Wickenburg
Mar Ejada
Herrería
Dragonería
a
Castillos del pueblo
Colegio
HornoCuevas del Trol
Montañas glaciares
CALE
Inteligente, deportista y
divertido. Tiene una misión
y no descansará
hasta que
la cumpla.
MONDRAGÓ No es un dragón
como los demás.
No puede volar,
se distrae con las
moscas, se tropieza todo
el rato y estornuda sin parar, echando
fuego por la nariz.
CASI y CHICOCasi, el mejor
amigo de Cale,
casi siempre tiene
buenas ideas.
Chico es su
dragón.
PERSONAJESPERSONAJESCALEInteligente, deportista y
divertido. Tiene una misión
y no descansará
hasta que
la cumpla.
MONDRAGÓ No es un dragón
como los demás.
No puede volar,
se distrae con las
moscas, se tropieza todo
el rato y estornuda sin parar, echando
fuego por la nariz.
CASI y CHICOCasi, el mejor
amigo de Cale,
casi siempre tiene
buenas ideas.
Chico es su
dragón.
ARCO y FLECHAArco es el irresponsable
e hiperactivo del grupo.
Sus padres le obligan a
usar casco cuando
monta en su dragón,
Flecha.
MAYO y BRUMAMayo es muy disciplinada
¡y muy valiente! Le encanta
entrenar a su dragona, Bruma.
ARCO y FLECHAArco es el irresponsable
e hiperactivo del grupo.
Sus padres le obligan a
usar casco cuando
monta en su dragón,
Flecha.
MAYO y BRUMAMayo es muy disciplinada
¡y muy valiente! Le encanta
entrenar a su dragona, Bruma.
8
Lo que ha pasado hasta ahora
Cale y sus amigos, Casi, Arco y Mayo,
descubrieron que en Samaradó estaba
sucediendo algo muy inquietante: un
verdugo encapuchado se dedicaba a ta-
lar los árboles parlantes del Bosque de la
Niebla. Para recuperarlos, el Roble Ro-
bledo les encomendó una misión: en-
contrar seis semillas muy especiales y
sembrarlas en el bosque en una noche
de plenilunio. Después de muchas aven-
turas peligrosas y emocionantes, los
9
cuatro chicos con sus dragones consi-
guieron su cometido. ¡Pero no solo eso!
Gracias al dragón de Cale, Mondragó,
lograron además desenmascarar al ver-
dugo. No era ni más ni menos que el
alcalde del pueblo, Wickenburg, ayuda-
do por su hijo Murda. Ambos fueron de-
tenidos y llevados ante el comité del
pueblo.
Los miembros del Comité celebraron
el juicio en el Círculo de las Reuniones.
Wickenburg y su hijo Murda estaban
acusados de talar los árboles del Bosque
de la Niebla, meter en las mazmorras a
un hombre inocente y poner en peligro
a todos los ciudadanos del pueblo. Las
pruebas eran indiscutibles. Wickenburg
era culpable, y como castigo, los deste-
rraron a él y a su hijo al lugar más peli-
groso del mundo: la Tierra Sin Dragones,
una zona montañosa llena de acantila-
dos y cuevas escondidas en las laderas
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rocosas, donde vivían los malhechores
y delincuentes más sanguinarios de to-
dos los pueblos; un territorio sin leyes
donde solo sobrevivían los más fuertes.
El destino perfecto para alguien tan
perverso como Wickenburg.
Había pasado algo más de un año
desde que el alcalde y su hijo fueron
desterrados y Samaradó volvía a ser el
lugar tranquilo y seguro que todos co-
nocían. Al señor Carmona, el padre de
Cale, lo nombraron nuevo alcalde del
pueblo y su primera labor fue acompa-
ñar al dragonero Antón a la Tierra Sin
Dragones, donde habían dejado a Wi-
ckenburg y a su hijo. A la vuelta, el al-
calde Carmona salió de nuevo de viaje
para presentarse a los alcaldes de todos
los pueblos vecinos y hacer que la paz
siguiera reinando en el país.
Todo había vuelto a la normalidad.
11
CAPÍTULO 1VUELTA AL COLEGIO
Cale, Casi, Arco y Mayo regresaron al
colegio y a su rutina diaria de clases, de-
portes y ¡deberes! ¡Tenían más deberes
que nunca! Ahora que estaban en quin-
to, las clases eran más difíciles: geogra-
fía, anatomía de dragones, conserva-
ción de castillos, armas y justas...
En la clase de armas que se impartía
en el castillo amurallado donde estaba
su colegio, el aburrido profesor Trabuco
hablaba de las características de las ba-
12
llestas, catapultas, espadas y alabardas.
El tono monótono de su voz conseguía
dormir a cualquiera.
Cale miró a Mayo. Su amiga
prestaba atención y toma-
ba apuntes con su plu-
ma en un pergamino.
Mayo era muy buena
estudiante y siem-
pre sacaba las
mejores no-
tas de la
clase.
Casi, el
otro amigo de
Cale, estaba igual de
aburrido que él, y en lugar de
escuchar al profesor, se dedicaba a ha-
cer planos de nuevos inventos. Inventos
que «casi» siempre salían bien, como el
mondramóvil que había hecho para
que Cale se pudiera desplazar de un
a Mayo. Su amiga
nción y toma-
on su plu-
rgamino.
uy buena
siem-
s
de
igual de
13
lado a otro con su dragón Mondragó. El
cuarto del grupo, Arco, todavía no ha-
bía llegado. ¿Estaría enfermo?
Cale pensó en su dragón y se preguntó
qué estaría haciendo en ese momento.
Mondragó no era un dragón como
los demás. Tenía el cuerpo muy grande
y unas alitas demasiado pequeñas. El
día que cumplió once años y el drago-
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nero, Antón, se lo asignó, Cale no pudo
disimular su decepción. Había esperado
mucho tiempo para tener su propio
dragón y soñaba con recorrer todos los
rincones del pueblo volando a lomos de
su fiel animal. No tardó mucho en des-
cubrir que sus planes no iban a salir
como había imaginado. Su dragón era
demasiado juguetón, se distraía con
cualquier cosa, estornudaba lanzando
bolas de fuego ¡y no podía volar! Aun
así, Cale no lo cambiaría por ningún
otro dragón del mundo. Mondragó no
solo les había salvado la vida en más de
una ocasión, sino que además le gusta-
ba nadar, rebosaba energía y siempre
estaba de buen humor.
Mientras Cale recordaba las aventu-
ras que había vivido con su dragón, se
abrió la puerta de la clase y apareció el
loco de Arco. Llevaba el casco puesto,
como siempre. Sus padres lo obligaban
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a usarlo en todo momento porque era
un insensato y no querían que se rom-
piera la cabeza.
Arco aprovechó que el profesor
Trabuco estaba de espaldas escribiendo
algo en la pizarra para llegar a su pupi-
tre sin que lo viera, pero se tropezó con
una silla y casi se cae al suelo.
¡PATAPLAF!
Trabuco se dio la vuelta y observó a
Arco por encima de sus gafas.
—Vaya, vaya, mira quién se ha dig-
nado a venir a clase. Supongo que ha-
brás hecho los deberes como siempre,
¿no? —dijo sarcásticamente.
Arco se enderezó, se colocó el casco
en su sitio y metió la mano en el bolsillo
para sacar un trozo de pergamino arru-
gado.
—Sí, aquí están, pero mi dragón
Flecha se comió un trozo —dijo pasán-
dole el trozo de papel.
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