américa latina y conciencia cristiana

Upload: wagner-azevedo

Post on 29-Feb-2016

11 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Enrique Dussel - Filosofia de la Liberacion - Teologia de la Liberacion - América Latina - Pueblo - Pobres - Jesús Cristo

TRANSCRIPT

  • PRESENTACIN Una de las caractersticas ms notables del ac- tual movimiento de renovacin del cristianismo en Amrica Latina es la toma de conciencia de la identidad propia. En una convergencia proftica, desde los ngulos socio-econmico, cultural, tni- co, religioso y pastoral, Amrica Latina est po- niendo en movimiento el dinamismo de su original vocacin histrica. No por casualidad una de las expresiones ms "latinoamericanas" hoy es "con- cientizar", tomar y hacer tomar conciencia. La "concientizacin" cristiana ser ingrediente indispensable del continente del maana. En qu grado de influencia, el espritu de los mismos cris- tianos y la historia lo dirn. Por eso hoy da una de las grandes tareas de la Iglesia y de su Pastoral es la de crear el sentido original y responsable de una conciencia cristiana latinoamericana en sus hi- jos. En el presente volumen, el autor-profesor de Historia de la Iglesia en Amrica Latina en el IPLA ha reunido algunas de sus ms significativas confe- rencias y artculos sobre esta materia. El aporte slido de elementos histricos y de antropologa cultural que realiza esta obra sern preciosa ayuda tanto para la elaboracin de una "teologa" como de una pastoral conscientemente latinoamericanas. En memoria del 450 aniversario de la toma-de -conciencia, conversin a la causa de la justicia, de Bartolom de las Casas. (1514-1964). 6

  • INTRODUCCIN Como nos referimos a una CONCIENCIA CRIS- TIANA en Amrica Latina, querramos sugerir tres textos, porque la dicha conciencia se expresa para- digmticamente en la figura de los profetas, y, s- tos, habiendo existido a lo largo de toda la tradicin judeo-cristiana, no han faltado en nuestra Amrica: "El Espritu de Yahv, el Seor, reposa so- bre m, pues Yahv me ha consagrado, me ha enviado a proclamar la Buena Nueva a los po- bres... a anunciar a los cautivos la amnista, a los prisioneros la liberacin" (Isaas 61,1 seis siglos a. JC). "Bienaventurados los pobres, porque vues- tro es el Reino de los Cielos... Malditos voso- tros los ricos, porque sis reos de condena- cin..." (Jess, en el Evangelio de Lucas 6, 20- 24). "Yo soy una voz que clama en el desier- to de esta isla... y es para haceros conocer vues- tra falta contra los indios... Ella os dice que estis en falta grave a causa de vuestra crueldad con que tratis esta raza inocente" (Antonio de Montesinos, sermn del tercer do- mingo de adviento de 1511, en la Isla Espaola Hait).

    Fue principalmente Bartolom de Las Casas

    quien tom antorcha encendida por Montesinos, en aquel da memorable de 1514 cuando lea un texto de la misma tradicin judeo-cristiana:

    7

  • "Inmunda es la ofrenda del bien mal adqui- rido, los sacrificios de los malvados no me son agradables" (Eclesiasts) (Ben Sira) 34,21 ). Despus de un Bartolom vendrn otros mu- chos, seguirn sus pasos, un Vasco de Quiroga en Michoacn, el Tata de los Tarascos (1538-1665), Luis Beltrn (1525-1581), Pedro Claver (1580-1654) entre los negros de Nueva Granada; Francisco So- lano (1576-1628) entre los indios del norte argen- tino, o Toribio de Mogrovejo (1538-1606) entre los del Per; Roque Gonzlez creador de la civilizacin del Paraguay de las reducciones (1576-1628), Mar- tn de Porres entre los pobres de Lima (1576-1639), Junpero de Serra entre los californianos en el si- glo XVIII... un Hurtado en Chile en pleno siglo XX, para despertar una conciencia adormecida... En los tiempos de la naciente civilizacin his- panoamericana fusin de las culturas y civiliza- ciones amerindianas la conciencia cristiana supo rpidamente, aunque con mayor o menor claridad se- gn las pocas, tomar posicin, proclamar las in- justicias, proponer y crear dentro de sus reduci- das posibilidades los instrumentos para la efec- tiva promocin de los ms necesitados. Sin embar- go, la noche oscura de nuestra historia (el siglo XIX) adormeci, casi extingui, comprometi, dicha con- ciencia con formas socio-polticas que le impidieron cumplir su funcin proftica. Es a la nueva genera- cin cristiana latinoamericana, junto con todas las juventudes que pretenden realizar en Amrica La- tina un cambio de estructuras, a las que dedicamos estas lneas. 8

  • CONCIENCIA CRISTIANA LATINOAMERICANA I 1. HACIA UNA METODOLOGA GLOBAL Es necesario previamente clarificar las condicio- nes metodolgicas que nos proponemos utilizar con- juntamente. Para ello, ser necesario discernir los di- versos niveles en los que cada ciencia o grupo de ciencias poseen sus objetos. En los ltimos aos se ha visto, cada vez ms, que la creciente especializa- cin impide tener una visin de conjunto. Reunidos los especialistas de diversas ciencias, pueden, sin embargo estudiar Latinoamrica abrindose a la pro- blemtica de sus colegas que operan en otros nive- les que el propio. El hombre es irreductible al anli- sis de una ciencia; debe ser estudiado por todas ellas; mucho ms cuando se trata de un hombre con- creto, de una porcin de la humanidad presente: la comunidad latinoamericana de Naciones. Existe una doble dificultad. En primer lugar, obje- tivamente: Se pretende negar la unidad de nuestra ci- vilizacin y cultura latinoamericana, en beneficio de una autonoma o personalidad nacional. Dicho nacio- nalismo debe ser definitivamente superado, como pro- ducto de la edad del liberalismo (el siglo XIX) de la 9

  • oligarqua criolla, del aislacionismo artificial y suici- da. En segundo lugar, subjetivamente: cada ciencia, cada cientfico, cada especialista an en el campo obrero o rural posee su mtodo especfico. Rpida- mente constituye como absoluto su modo de ver, su modo de actuar, su modo de tratar el mundo, las co- sas, los hombres. As el matemtico slo cuantifica- r las cosas no discerniendo ni su historicidad ni su cualidad; as el socilogo "sociologizar" la realidad perdiendo sus contenidos intencionales; as el filso- fo se perder en sus lecturas ms o menos irreales; as el telogo repetir las frmulas sabidas sin preo- cuparse de pensar la realidad de su tiempo o la an- gustia del pueblo; etc. Es necesario comprender que mientras no nos habituemos a saber sentarnos jun- to a una mesa, con el espritu predispuesto a un tra- bajo de inter-ciencia, todo ser imposible. Debemos abandonar el particularismo para abrirnos a una vi- sin universal y descubrir en equipo un neo-humanis- mo latinoamericano. 2. ETHOS SOCIAL O CULTURAL(3) El hombre que ha inventado las civilizaciones por diversos condicionamientos colectivos e hist- ricos ha adoptado, de hecho, diversas actitudes, ha utilizado los instrumentos de civilizacin de diferen- tes maneras. Esas maneras, actitudes, posiciones existenciales forman un cuerpo orgnico de hbitos y costumbres en una conducta personal y social, pre- sente e histrica, que denominamos ethos de un pue- blo el modo de vivir. Entre la objetividad de los instrumentos de la civilizacin y la pura espontanei- dad de la libertad por ejemplo, existe un plano intermedio: el de los modos, las actitudes fundamen- tales que determinan la direccin, el sentido, el fin del acto, es decir, el temple especial con el que se re- laciona el hombre con el sistema de los tiles. Com- prese por ejemplo el ideal de belleza del mundo he- lnico, con el orden prctico del romano; el profundo pesimismo de lo histrico y contingente (maya), del 10 hind con el carcter guerrero de un azteca; la pasivi-

  • dad y resignacin de un inca con el profetismo israe- lita; la intemporalidad de una tribu animista con el es- catologismo cristiano determinado por el gape o caridad. Son diversos temples, temperamentos, es- tilos. Estas actitudes fundamentales no son ni tan transmisibles, ni tan acumulativas como el sistema de la civilizacin, sin embargo, no son la mera espon- taneidad. Puede transmitirse y acumularse en cier- ta medida por la educacin, en el mbito de una so- la subjetividad personal y social; en una persona su temple termina con su muerte, en una sociedad em- pieza y termina con la vida histrica del grupo; mien- tras que el sistema de los tiles de la civilizacin pueden ser transmitidos a otros grupos, a otros mbi- tos subjetivos, y en ello consiste la transmisin acu- mulativa y ascendente del progreso. El temple propio greco-romano desapareci casi ante el choque del estilo judeo-cristiano, de igual mo- do que la cultura de las civilizaciones amerindianas fueron esencialmente desorganizadas y agonizaron durante mucho tiempo ante el choque del ethos his- pano-europeo. El ethos social latinoamericano ser el objeto de las ciencias del espritu en general y de la psicologa social latinoamericana. 3. NCLEO FUNDAMENTAL DE VALORES(4) Toda civilizacin y ethos como los hemos des- crito en los dos apartados anteriores poseen un sentido ltimo. Slo en nuestro tiempo, en la civiliza- cin de contenidos diversos, pluralista y profana, el sistema de tiles o instrumentos tcnicos de la huma- nidad actual deja de tener "un" sentido para reducir- se slo a una mera exterioridad. El sentido ltimo pue- de estar difuso, inconsciente o es difcil de discernir, pero nunca se encuentra ausente. Todo sistema de civilizacin se organiza en torno a una mdula, un fo- co, un ncleo tico mtico, los valores: fundamenta- les del grupo que pueden descubrirse por la herme- nutica de los mitos bsicos de la comunidad, siendo 11 la filosofa de la religin uno de los instrumentos in- dispensables. Son, entonces, los niveles ms pro-

  • fundos de una civilizacin: aquellas estructuras, fines o valores que no son ni vistos como objeto, ni critica- dos, y que, sin embargo, son los objetivos hacia los que tienden todas las conductas, son los valores que justifican la eleccin y utilizacin de los instrumen- tos. Es el organismo intencional que funda en grupo humano, y lo define, en lo que tiene de propio, esen- cial.

    tos. Es el organismo intencional que funda en grupo humano, y lo define, en lo que tiene de propio, esen- cial.

    tos. Es el organismo intencional que funda en grupo humano, y lo define, en lo que tiene de propio, esen- cial.

    tos. Es el organismo intencional que funda en grupo humano, y lo define, en lo que tiene de propio, esen- cial.

    tos. Es el organismo intencional que funda en grupo humano, y lo define, en lo que tiene de propio, esen- cial.

    tos. Es el organismo intencional que funda en grupo humano, y lo define, en lo que tiene de propio, esen- cial.

    tos. Es el organismo intencional que funda en grupo humano, y lo define, en lo que tiene de propio, esen- cial.

    tos. Es el organismo intencional que funda en grupo humano, y lo define, en lo que tiene de propio, esen- cial.

    tos. Es el organismo intencional que funda en grupo humano, y lo define, en lo que tiene de propio, esen- cial.

  • (6)Hemos estudiado la cuestin en nuestra obra de prxima edicin (Cuernavaca, Mxico) sobre El Episcopado hispanoamericano (1504 1620) como todo es divino, el indio es sumiso. El indio del impe- rio incaico obedeca en todo a sus autoridades, cie- gamente. Mientras que el ethos del hispano era distinto. Observen, por ejemplo, una muestra del choque de los ethos en la descripcin que Bernal Daz hace so- bre Corts, en un enfrentamiento en la conquista de los aztecas, del imperio azteca. Como cabalgaba con cacique y papas, y a todos los dems principales, co- mo ya callaban, mand Corts a los dolos que de- rrocamos, hechos pedazos que los llevasen a donde les pareciese, y las quemsemos (vea como Corts hecha abajo todos esos valores de ese pueblo). Otro da despus de nos encomendar a Dios (este es el Dios de Abraham) partidos de all muy concentra- dos nuestros escuadrones y nuestros caballos (nor- mal, cierto? pero no, estos caballos fueron aquellos caballos de los pueblos indio-europeos, que despus fueron semitizados; los indios se admiran de estos caballos, pero los jinetes son hombres muy particulares que tienen dioses prnicos, etc. A partir de estas pocas palabras podramos retrazar toda la protohistoria americana, hasta llegar prcticamente a la Mesopotamia y ms all) y de caballos muy avan- zados que haba de entrar rompiendo. Y yendo as viniendo a encontrar dos escuadrones de guerreros que haba seis mil. Corts mand que estuvisemos quedos, y con tres prisioneros que tomamos unos das antes, les mand decir y requerir que no diesen guerra, que les queremos como hermanos, y dijo a uno de nuestros hermanos que se deca Diego de Godoy, que era escribano de S. M. (estas cosas nos hacen sonrer hoy, pero era as; esta gente tena es- cribanos que escriban esto y daban valor jurdico a todos los actos) que mirase lo que pasaba y diese testimonio de ello si hubiese menester. Y cuando les hablaron los tres prisioneros que les enviamos, mostrndose mucho ms recio, enton-

    72

  • ces, dijo Corts: Santiago, a ellos! Son interesantes estos hechos, para esta palabra Santiago lo dice ya todo. Esta palabra Santiago es la que haban usado los cristianos en la cruzada contra los musulmanes; como ellos tenan a su Mahoma y lo lanzaban contra los cristianos, los cristianos tambin tuvieron que tener alguien que los defendiera y fue Santiago. Es- tas palabras de Corts, luchando contra los aztecas, se manifiesta toda la historia y el choque de cul- turas. Entonces desde la batalla pasada tenan los ca- ballos tiras, espadas y balletas, y nuestro buen pe- lear, y sobre todo la gran misericordia de Dios; que nos daba fuerzas para nos sustentar. (7)El hispano muestra all un nimo y un tem- ple ms recio; ms recio an por un hecho simple; el indio era vegetariano y era de temple ms dbil, mientras que el espaol coma como haba comido en Extremadura o Castilla, as tambin haba comido en Cuba, que era de donde venan estos conquistado- res de Mxico; all coman carne en cantidad; eran hombres mucho ms fuertes que el indio, como bien lo explica Pierre Chaunu. El comentario de estos cortos textos nos es suficiente para admitir que el ethos del conquistador no es sino el ethos del caballero cristiano de la Re- conquista, con todos sus defectos y virtudes. Lo cierto es que ese ethos indio permite que el indio acepte la esclavitud encubierta, la servidumbre. As como Coln cuando desembarca cambia el nombre a una isla, y esto ya anticipa toda la historia que ven- dr; tambin en la misma isla de Hait, en el primer ao, algunos indios fueron encomendados. Y en esta institucin de la encomienda, o en el hecho de que al- gunos indios comiencen a trabajar para los espaoles, est toda la historia de Amrica. Unos gobernarn y sern los espaoles; otros sern los sbditos, y se- rn los indios. De modo que al nivel de las institucio- nes sociales o ticas, en un primer momento se da toda la historia posterior.

    73

  • 5. LA EVANGELIZACIN COMO PROCESO DE ACULTURACIN. LA CRISTIANDAD COLONIAL Un tercer aspecto y el ms importante es el choque de cosmovisiones. A qu nivel se da ese cho- que de cosmovisiones. El choque de cosmovisiones, lo ms radical del proceso se da en lo que algunos creen que es dominio exclusivo de la historia de la Iglesia: en la Evangelizacin(8) Ese es el nivel ra- dical y fundamental de la transculturacin del pueblo indio en pueblo latinoamericano. Los evangelizadores que portan en s el ncleo fundamental de la cultura hispana. El guerrero espaol toma la espada, pero tiene plena conciencia que es el misionero quien va a dar el contenido cultural a la conquista. Tendra- mos que estudiar, en la historia de la cultura, el pro- ceso de evangelizacin como el fundamental de es- te proceso de transculturacin. Las historias americanas se detienen frecuente- mente, o casi exclusivamente en el enfrentamiento de las civilizaciones o en el sistema de instrumentos. A veces los poetas o las historias literarias descu- bren elementos de choque entre el ethos, pero no conocemos, no existe, una exposicin sistemtica del proceso de aculturacin que se produjo al nivel del ncleo tico-mtico, del sistema ltimo, del conteni- do, de los valores, de las cosmovisiones en pugna. Evidentemente era necesario plantear la cuestin en el nivel y pocos autores, sobre todo contemporneos, han sabido preguntarse dnde y cmo se produjo el principal y esencial nivel de aculturacin. De haberse seguido atentamente nuestra expo- sicin que lo esencial de esas estructuras en pugna, y el triunfo de una de ellas, debe situarse en lo que comnmente se ha relegado, no sin cierto desdn, en las historias de la Iglesia latinoamericana. Se tra- ta nada menos, que del proceso de la evangelizacin. Con esa palabra explcitamente religiosa y cristiana, se relega todo esto a un captulo secundario de nues- tras historias. De estas visiones del mundo que se

    74

  • dieron en Latinoamrica, por otra parte, nadie se va a ocupar en las historias de la filosofa, y as se en- cubre un fenmeno esencial de nuestra cultura. Es ms, se trata del fenmeno esencial. Para probarlo tenemos argumentos suficientes. El ms pobre e n- fimo de los misioneros iba a los indios y les predi- caba: Uds. creen que el sol es dios, o que tal Ruaca es un ngel o demonio, no todo esto es error; hay un Dios creador y vivo que hace todo de la nada y este es nuestro Seor. Esto lo encontramos en todos los catecismos del siglo XVI. Esto que parece tan inocente significa nada menos que predicarles a ellos estructuras semitas milenarias, desconocidas para pueblos primitivos, y esto significa un hacerles cam- biar los ltimos valores de su cultura. La Amrica colonial es una Cristiandad muy pe- culiar, ms de tipo bizantino que medieval-romano, y puede llamrsela estrictamente cristiandad. En la cristiandad medieval, el nivel cultural haba sido asu- mido totalmente por la Iglesia, y sta se impona to- do desde arriba; la inquisicin formaba parte del sistema. Sera de mucho inters para Uds. el estu- diar el sentido profundo de esta cristiandad. Esta cristiandad americana tiene su historia. Uds. podran estudiar el nivel cultural o literario, en la Historia de la Literatura Hispanoamericana de Anderson Im- bert(10). Hace all un anlisis generacional de auto- res. Pueden an leer la amena exposicin de Picn Salas De la conquista a la independencia, un pe- queo libro del F.C.E. donde muestra lo que significa esta vida colonial bajo el imperio de la Iglesia. Para todos, esta sobreentendido, que este proce- so culmina en la independencia. Lo mximo que ha- llamos es una erupcin a mayor cantidad de influen- cias de tipo francs, pero la ruptura cultural no se produce de ningn modo, como digo, en 1810, sino que se produce mucho despus. Cuando se hace un anlisis cultural de la Argentina o de Amrica Lati- na, esta hiptesis se transforma en un hecho. Por qu, porque desde 1492 la poca que propondremos hubo una continuidad de estructuras fundamentales;

    75

  • y para que realmente haya una nueva estructura cul- tural, no poltica sino cultural, es necesario que una nueva visin del mundo se imponga, y que se impon- ga desde el poder, y desde este poder se imponga a toda Amrica Latina. Uds. pueden ver que en 1810 no se hace esto. Todos los que hicieron la Revolu- cin de Mayo fueron formados en universidades co- loniales; por ejemplo Belgrano en la Universidad de Salamanca, y hoy todava en la escalera de la biblio- teca dice aqu estudi en Chuquisaca, y en los de- ms igualmente; todos haban estudiado en univer- sidades coloniales, y por lo tanto en la Cristiandad Miranda, el gran profeta de la libertad de Amrica. Mucho ms que los nuestros, creo yo, muere y lega sus libros a la universidad de Caracas y dice: Don- de yo aprend a ser cristiano. As que toda esa gen- te que proclama la independencia son todava con- servadores de ese rgimen cultural antiguo, ninguno de ellos sale del sistema. El mismo Rivadavia, que algunos piensan que es el gran secularizador, tena de su constitucin la misma visin patronal de los reyes hispnicos, y cuando organizaba y reorganizaba los conventos y se queda con los bienes, hace lo que haba hecho la Cristiandad desde Constantino. No es un sistema distinto, sino que es el mismo siste- ma que se aplica y conserva; y as en toda Amrica Latina, donde se da este mismo proceso hasta apro- ximadamente 1850. 6. SIGNIFICACIN DEL POSITIVISMO En 1850 comienza una poca de transicin. Don- de realmente se da el segundo momento cultural en Amrica Latina es en el perodo que va de 1850 a 1880, ah se produce una ruptura(11). La Cristian- dad dura de 1492 hasta esa poca en que se pro- duce una ruptura radical, como nunca haba habido, y es la irrupcin en toda Amrica del Positivismo. No influye como algo secundario es fundamental. Comte ensea su filosofa en Pars, y tuvo muchos alumnos latinoamericanos, especialmente brasileos. Esta ge-

    76

  • neracin comienza a influir desde 1870 y no es una pequea influencia, es una influencia que domina la situacin. Esta generacin positivista pasa despus de un desmo, del tipo iluminista-racionalista, a un puro ma- terialismo. El positivismo de tipo comtiano, que pro- gresar ms en Brasil era de inspiracin religiosa, no as el de Mxico y Argentina que se transform en un positivismo materialista. La ley 1420 en nuestra Argentina es un pequeo epifenmeno de una visin nueva del mundo. Esta generacin que era positivista en filosofa, en el plano de la civilizacin lanzaron a Amrica Latina a la conquista de la utilizacin y el progreso en el plano de los instrumentos. A Alberdi, un Sarmiento, un Mitre como primera generacin, y despus mucho ms importante an un Scalabrini, un Bunge, un Inge- nieros... esos producen una verdadera revolucin en el plano de la civilizacin y sobretodo en las estruc- turas culturales. Adems, en Argentina, se produce en esos mo- mentos una inmigracin inmensa; de italianos y es- paoles sobre todo. Esta gente encuentra un desqui- cio cultural; y aunque ellos pretenden integrarse y piensan colaborar, no saben como; se produjo al fin del siglo XIX la gran crisis cultural que ameniza ge- neraciones enteras, pierde el alma. Todo este gran grupo va a la deriva, toda esta historia pierde su sentido. Pero hay una reconstitucin. Uds. saben que a principios del siglo, en 1910, ciertos profesores de filosofa y ciertos grupos ms activos comienzan su lucha contra el positivismo. Por ejemplo, en Argen- tina, un Lorn, un Albertini, un Rougs en el norte, y, sobre todo, por la influencia de Ortega y Gasset, de Bergson, se aplican a un golpe definitivo al positi- vismo. Comienza una primavera cultural y se resta- blece un cierto equilibrio. Nuestra historia cultural como ven Uds. podra resumirse as: Una prehistoria de tipo americano; una

    77

  • protohistoria que asume toda la historia europea e hispnica; y la constitucin, por un choque entre es- tas dos culturas, de Latinoamrica. Este choque entre dos culturas lo seguimos lle- vando adentro. En estos das, por ejemplo, se ha constituido un grupo de investigadores que est estu- diando el problema del catolicismo popular. El ca- tolicismo popular no puede explicarse sin todo lo que hemos explicado, ya que en las reacciones del argentino est implcita toda su historia. En Argen- tina hay mucha menos influencia india porque la inmigracin fue inmensa y los indios pocos. En otros pases latinoamericanos, al ser tan grande el nme- ro de indios, la influencia es mayor. Pero de todos modos, esos dos mundos estn siempre en nosotros. La Cristiandad colonial cambia, de hecho, con el positivismo, no antes. All comienza realmente la historia contempornea. Solo queremos situarnos hoy en la cultura argentina, tenemos primero que saber claramente qu es el positivismo. Aqu en la Argen- tina desde Scalabrini hasta Ingenieros, debemos ha- cernos cargo de ellos y debemos leer sus obras; leer a Ferreira y a todos ellos. Ricaurte Soler(12) ha es- crito un libro sobre el positivismo en la Argentina y es una buena introduccin. Al positivismo todos lo tenemos dentro, en especial la generacin ante- rior a la nuestra. Los mdicos, sin saberlo, en sus cabezas, una filosofa positivista. An los artistas, y muchos marxistas que son ms positivistas que mar- xistas. Marx mismo propuso un humanismo antiposi- tivista, y el mismo Marx desesperara de estos co- munistas positivistas que son la lacra del comunis- mo: son exactamente los comunistas actuales. Debemos estudiar todo esto y, entonces tendra- mos plena conciencia de que es el movimiento positi- vista. En 1968 hemos dejado atrs el positivismo, y, que yo sepa, no hay ninguna universidad argentina que tenga un profesor positivista, en filosofa al me-

    78

  • nos, porque muchos profesores de filosofa del de- recho son todava positivistas. Este es uno de los grandes problemas de nues- tra cultura actual la superacin definitiva, el destie- rro del positivismo, pero, qu podremos en su lugar, esta es la cuestin. Buenos Aires, 1969. _______________ NOTAS: (1)Hemos estudiado esta cuestin en un curso indito dicta- do en la Universidad Nacional de Nordeste (Argentina), el primer semestre de 1967. (2)Citado por Ballesteros-Berretta, Cristbal Coln en His- toria de Amrica, Salvat, Barcelona, t. IV, p. 540. (3)A. CATURELLI, Amrica bifronte, Troquel, Bs. As. 1961, pp. 49-53. (4)Ed. Tezontle. Mxico. 1955, p. 35. (5)The indian population of Central Mxico, 1531-1610, Univ. Calif. Pres Berkeley, 1960. (6)Hemos estudiado la cuestin en nuestra obra de prxima edicin (Cuernavaca, Mxico) sobre El episcopado hispa- noamericano (1504-1620). (7)BERNAL DAZ DEL CASTILLO, Historia verdadera de la conquista de la Nueva Espaa, Austral, Buenos Aires, pp. 107-133. (8)Vase p. ej. la obra de ROBERT RICARD, La conquete Spi- rituelle du Mexique, lnstitut d'Etnnologie, Pars, 1933, y la de ARMAS MEDINA, Cristianizacin del Per, EEAH, Sevilla, 1953. (9)Archivo del Escorial (Espaa) Ms. d-IV-8, primer folio; ...que con ojos tan piadosos se ha dignado mirar esta Iglesia y nueva Cristiandad de estas Indias. (10)Ed. FCE Brevarios, Mxico, 1966. (11)Cfr. LEOPOLDO ZEA, Dos etapas del pensamiento hispano- americano, el Colegio de Mxico, Mxico, 1949. (12)RICAUTE SOLER, El positivismo argentino, Paidos, Buenos Aires. 1968.

    79

  • LA ACTITUD PROFTICA ANTE EL PASAJE DE LA CRISTIANDAD A UN SISTEMA PROFANO Y PLURALISTA. 1. LA HIPTESIS FUNDAMENTAL. SECULARIZACIN La hiptesis de fondo que debemos tener clara para pensar una teologa, para pensar una pastoral, para situarnos, y de la cual he visto su efectividad en la vida cotidiana, es la del pasaje de una cristian- dad a una civilizacin profana y pluralista. Por ejemplo, en un grupo de matrimonios nos propusimos hablar de la espiritualidad matrimonial cristiana: hemos dis- cutido mucho y hemos hecho una historia del proce- so; concluimos que no se deba hablar ms de es- piritualidad cristiana sino de vida cristiana hoy, porque espiritualidad pareca residuo de un cierto espiritualismo maniqueo y monacal, de desprecio del cuerpo y el amor, que a su vez es un residuo de la influencia helnica ms que judeo-cristiana; entonces veamos como una hiptesis interesante para mostrar el fondo de la cuestin era esta de la que hablamos ahora, y que creo est al fondo de la cuestin. Lo que se ha producido en este siglo XIX es el pasaje de una cristiandad medieval y colonial a un mundo

    81

  • que en el siglo XX es cierta y progresivamente un mundo y una civilizacin profana y pluralista(1). La Cristiandad era una civilizacin que tena una cultu- ra impregnada y dirigida por la Iglesia. Es importante en Teologa y Pastoral tener bien claro que quiere decir Cristiandad. Es necesario que pensemos que significa cristiandad, claramente y como la cristian- dad funciona sociolgica, econmica y teolgicamen- te; hay una teologa de cristiandad; una teologa que es coherente; y tenemos que conocer ese momento histrico, ese momento teolgico, para tener bien claro que va a significar el pasaje que pretendemos indicar aqu. Para mi la Cristiandad se manifiesta como una sociedad monoltica, es decir, una sociedad donde no hay una cierta bipolaridad; si existiera bipolaridad lo natural, por una parte, su propia consistencia, sera lo profano; lo sobrenatural, es distinto pero no le qui- ta la autonoma propia de lo temporal. Mientras que en la Cristiandad los dos planos estn mezclados. En la Cristiandad constantiniana o medieval, es el emperador el que convoca el concilio (el primer con- cilio de Nicea y los siguientes fueron convocados por el emperador). La dbil situacin del papado le exi- ge estar relegado, como en la sombra hasta que va tomando conciencia. Este es un residuo de cristian- dad, donde unas veces el emperador, otras el Papa- do lo dirige todo, hasta lo poltico y econmico, todo. Un sistema, el latino, es un papo-cesarismo; el otro, un csaro-papismo; dos tipos de cristiandad de donde se da interinamente. Eso es lo que pasaba en la poca colonial. Un nio que vena a la existencia, al ser como dira Zubiri entra en la trama interpersonal dira la fenomenologa existencial y la fe era un dato que se le impone; la fe cristiana social; 1a liturgia le re- cordaba la fe de su pueblo y a su vez de su ambiente socio-geogrfico. Uno pudo nacer en Italia, en un pue- blito y ah su fe funcionaba; de pronto se transfor- m en imigrante y vino a Argentina; es un Giovan- ni o Pepe que ha llegado de Italia. Y pierde su

    82

  • fe; pierde su fe porque estaba en una Cristiandad todava en el siglo XX y aqu no funciona ms; porque ni los amigos ni su madre estn para recordar- le o presionar. Ni est aqu toda esa tradicin que hace a su ser religioso, entonces lo que pasa es que la fe pierde su soporte cultural; lo que le pare- ce es haber perdido la fe; de donde se sigue la prdi- da efectiva de la fe. Esto es lo que pasa en concreto entre nosotros. Argentina tiene paganismo de mltiples orgenes: primero por su prehistoria, el indio; despus por el espaol que no siempre viene con buenas intencio- nes al nuevo mundo, cuya intencin no fue evang- lica como en el caso de los Misioneros, sino para hacerse la Amrica. Sali de un sistema de Cris- tiandad y vino aqu a un sistema en formacin, que est naciendo. En este pasaje fundamental para l pierde su fe. Para el mismo conquistador su fe no funciona ms como funcionaba en Andaluca; se ejerce de otro modo. Aqu puede tener cuatro o cinco indias concubinas y despus va a confesarse, pero con el tiempo su conciencia no puede ser ms efec- tivamente cristiana. La situacin es completamente distinta a la de Espaa. Hay un proceso de prdida de fe por el mero hecho de cruzar el Atlntico. Este proceso se multiplica en Argentina por la avalancha de inmigracin de mediados y a fin del siglo pasado y comienzos de ste. Casi todos hoy somos hijos de inmigrantes. Toda esta gente estaba en un sistema de Cristiandad europea en crisis, pero de todas maneras Cristiandad cuando sali de su mundo y lleg aqu a ponerse a trabajar. Pierde entonces tambin su fe. Al paganismo que vena de abajo (de la prehistoria) se agrega el desquicio, el desequi- librio que viene de afuera. Eso hace que nuestro pas no est integrado desde un punto de vista cul- tural, pero tampoco desde un punto de vista estricta- mente religioso, hay un paganismo que se va suman- do a los paganismos ambientes. Propongo como tarea de estudio el siguiente te- ma: Cul es la teologa de la Cristiandad? Van a

    83

  • ver que hay un modo de concebir la Iglesia, los sa- cramentos, el bautismo, la gracia; un modo de conce- bir aquello de que fuera de la Iglesia no hay salva- cin, que aunque lo dijo Cipriano en el norte de frica hay que saber entender lo que significa. Esa es la teologa que rein durante la poca colonial y los misioneros la tuvieron in mente cuando predica- ban. Se decan a ellos mismos: Si no bautizo al in- dio, el indio se pierde y va al infierno. Hay que leer las predicaciones que se efectan acerca del infier- no, con amplia descripcin de las llamas y todo; se les deca a los indios que si no se bautizaban poda pasarles todo eso. Los indios se decan: Estos son ms fuertes que nosotros, lo que significa que sus dioses son ms fuertes que los nuestros, adems puede pasarnos tan tamaa cosa, entonces, bautic- monos. Por lo que las razones de la conversin, eran perfectamente paganas, y Jesucristo vena a formar parte del panten indio, como uno de tantos dioses. As entraba el cristianismo de este modo. Adems de rendirle culto al Seor, debajo del altar tena su dios pagano, de la antigedad, al que le segua rindiendo culto, no vaya a ser que no viniese una buena cose- cha o que lloviese poco. En el sistema de Cristiandad la teologa que te- na in mente el misionero no puede realmente crear un apstol. Esto creo que es importante para los que pretenden recauchutar el sistema de Cristian- dad. Todo intento de conservar o defender este sistema tiene un sentido negativo, porque uno cree vivir la ilusin de la Cristiandad, y cree, sobre todo, poder reconstruir, como deca Maritan, la nueva cristiandad, es decir, que analgicamente se puede reconstruir. El problema est en que no sabemos si- quiera si Dios quiere que se reconstituya, y no sa- bemos tampoco y quiz ni siquiera tiene inters en que alguna vez se reconstituya. As que an en esto, Maritan, que fue tan de avanzada en su tiempo, tan demcrata, habra propuesto una idea que debe ser relegada definitivamente al pasado.

    84

  • De un sistema de Cristiandad hemos pasado a una sociedad que es profana; en el sentido que tiene conciencia de su autonoma y de los valores propios, y sobre todo que es pluralista. Los cristianos nos en- contramos siendo uno de los grupos de esta nueva sociedad, no quiz el mayoritario, y si el mayoritario, uno de tantos. Entonces, es necesario re-pensar la teologa, primero, para que fundamente esta nueva situacin; hay que pensar una nueva eclesiologa pa- ra esta situacin, una cristologa para esta situacin, una teologa de la gracia, de los sacramentos y de to- do, para realmente explicar acabadamente esta nueva situacin. No es fcil y la gente se encuentra profun- damente desorientada. Los laicos y los sacerdotes tambin. Antes, por ejemplo, nos confesbamos, rez- bamos el rosario y el asunto funcionaba; antes, los laicos hacamos la comunin diaria, y ahora Qu se hace? de otra manera; antes obedecan al obispo cie- ga y totalmente y ahora hay una conciencia ms adul- ta. Hay una crisis es evidente, pero esto no se puede quedar as; hay realmente que organizar las cosas. Estamos en un momento de cierto peligro, creo, por- que se larga por la borda la Cristiandad y no se tiene respuesta cierta sobre la nueva situacin. Cier- tamente, creo que el ejemplo radical debe ser el cristianismo primitivo. Tenemos que avanzar sobre vas centrales, debemos construir sobre slo algunos puntos fundamentales y desde ah llegar a una solu- cin. Esta visin-histrica que hemos dado tiene que ser el contexto que nos permita ver esta realidad. Tenemos que re-pensar la totalidad de la teologa en una actitud pastoral. No debemos dejar el optimismo de la esperanza, la lnea es ascedente, porque lo di- cen an las estadsticas. En Venezuela, por ejemplo, uno ve que el aumento demogrfico y del nmero de religiosos no se ha igualado; en Colombia, el n- dice de aumento en el nmero de sacerdotes y de las religiosas es mucho ms grande que el demo- grfico; hay una recuperacin, digamos, en ese fac- tor vocaciones religiosas, esto hasta 1963, lo cual no quiere decir que sea esta la situacin en Argentina actualmente.

    85

  • 2. MOTIVOS DE ESPERANZA Hay como una esperanza ambiente. A qu se de- be? Habra que ir a las causas, habra que hacer todo un estudio de las causas de un cierto situarse del cristianismo en la realidad. Hay distintos factores, y son muy numerosos. Voy a tomar un punto ex quo, a partir del cual, en 1899, se realiz en Roma un Concilio latinoamericano. Fue el primer Concilio re- gional que tuvo la Iglesia Catlica, porque todos los anteriores han sido o provinciales o universales, en cambio este era interprovincial, de toda Amrica La- tina. De ese Concilio se han impreso las actas en latn, y lo tienen en la biblioteca (es por completo desusual el leerlo), es un testimonio interesante aun- que ms no sea un testimonio histrico. Es la Igle- sia que desde la Cristiandad pretende organizarse de nuevo y se plantea las cuestiones, aunque no las resuelve. Es interesante, porque ese concilio pasto- ral, no era teolgico, y plantea muchas cuestiones que todava nos planteamos hoy. Hablaba de como iba creciendo la propaganda anticristiana y propo- na ciertas soluciones por desgracia de cristiandad. Es un concilio que marca el comienzo de un cierto renacimiento cristiano, de una renovacin. El ao 1899 sera la fecha de partida del ltimo proceso que estamos viviendo. Propongo, para concluir dicha poca el ao 1955, la creacin del CELAM, o el 1962, comienzo del Concilio Vaticano II. Despus se abre una nueva etapa en la que estamos al presente. Se han dado las causas de un cierto rejuvenecer hay efectos, evidencias, sobre este rejuvenecimien- to; un como volver a cobrar el ritmo de la historia. Un ejemplo es la enorme cantidad de instituciones coordinadoras de movimientos nacionales cristianos en el plano latinoamericano. Hoy contamos con no menos de cuarenta organizaciones de coordinacin. En el plano de las civilizaciones es fundamental la unidad, los catlicos, en este sentido, vamos bastan- te al avance de la civilizacin latinoamericana, en esto se est siendo profticos. El CELAM es un or-

    86

  • ganismo que funciona con bastante ms coherencia que la OEA, en sus finalidades propias. La Iglesia est tomando el ritmo de la historia, y quiz comien- z a orientarla. Lo primero que necesitaba era una cierta coordinacin sobre todo el plano latinoamerica- no, no slo sobre el nacional, y se est logrando. Mucho ms que el mero contacto, se evidencia una renovacin efectiva que se est dando en todos los campos, pero con grandes oposiciones y dificul- tades. Por ejemplo, en el orden intelectual. En el si- glo XIX Latinoamrica haba tenido muy pocas per- sonas, una minora que haba respondido intelectual- mente como cristianos a la realidad; mientras que desde fines del XIX empiezan a surgir en cada pas gente de valor. En el siglo XX, durante los primeros veinte o treinta aos hubo tambin contadas perso- nalidades, pero ya mucho mejor formadas. Pienso en un Amoroso en Lima o un Figueiredo en Brasil. En Argentina Uds. conocen numerosos pensadores cris- tianos; pensemos en el campo de la filosofa. Los filsofos cristianos argentinos surgen como un gru- po influyente desde el treinta. Pero ya en 1900, hubo un gran profesor, Martnez Villada, del cual es alum- no por ejemplo, Nimio de Anqun(2). Ellos se lanza- ron al estudio de Santo Toms, y comenz lentamen- te una renovacin. En Buenos Aires, yo creo, recin despus del ao treinta. E1 grupo de Sepich, Casares, Menvielle, y otros (despus sigui cada uno su ca- mino, que ustedes conocen), en 1928 estaba consti- tuido por muchachos jvenes que, en este seminario, fundaron Criterio. Despus convencieron a Fran- ceschi de que colaborara con ellos, y por ltimo, Franceschi tambin entr, pero tiempo despus. Este grupito porteo no es el primero en Argentina, en Crdoba como hemos visto, haban empezado mucho antes la reflexin cristiana en este sentido. Esto que ocurri en la Argentina se generaliz, y hoy, en 1968, la situacin es muy distinta. Creo que actualmente los movimientos cristianos cuentan con intelectuales de primera lnea. Creo que de aqu a quince o veinte aos la presencia de los cristianos

    87

  • en el pensamiento histrico, filosfico y dems cien- cias humansticas va a ser de enorme importancia en Amrica Latina. Esto ha permitido, adems; la co- ordinacin de grupos, por ejemplo. La Oficina Coor- dinadora de Movimientos Estudiantes Universitarios, la coordinacin de las Universidades Catlicas y otros organismos; es decir, que es una presencia actual, una respuesta cristiana que ha sabido des- cubrir su lugar y, entonces, responde. Por supuesto todo esto no es ms que un esquema muy limitado; tendramos que hacer un estudio a fondo que deseo realizar algn da, pero que ser despus de haber analizando las estructuras intencionales latinoame- ricanas. La historia del pensamiento cristiano en Latinoamrica en los siglos XIX y XX supone hacer una historia del pensamiento general y la precisin de la funcin que cumplen en ella los cristianos. Otro fenmeno muy importante en nuestro siglo fue la Accin Catlica. La Accin Catlica fue un movimiento realmente proftico en su momento. Se funda alrededor del ao treinta en casi todas partes, desde Cuba a Mjico y Argentina. Fue realmente un renacer del compromiso del laico, hasta el punto que prcticamente nadie que cumpla una funcin en la Iglesia, no ha pasado por las filas de la Accin Catlica, son muy pocos los que no han formado parte de ella, empezando por los clrigos y termi- nando por los obispos; todos hemos pasado de algn modo por la Accin Catlica que era el catalizador del compromiso cristiano. Este fenmeno de la Accin Catlica cuando se hace historia, nos muestra que fue un punto de par- tida. Ahora la Accin Catlica est en crisis; es tambin una crisis de crecimiento. Monseor Bou- lard, estuve hablando con l cuando residi en el Cha- co el ao pasado en la semana pastoral del nordeste, entre otras cosas me deca: Es interesante ver que Amrica Latina que hace poco me maravillaba por la constancia y la generosidad de los laicos de Accin Catlica, sta haya desaparecido casi en todas par- tes. La crisis de la Accin Catlica se ha generali-

    88

  • zado casi en todo el continente, y an multiplicado, despus del Concilio. Qu es lo que pasa? Hay una desorientacin, desorientacin por querer situarse de nuevo; es un momento de creacin. Cada uno ahora se est comprometiendo del modo que le parece ms propio; van a surgir nuevos movimientos; creo que estamos en un momento de enorme maduracin. Sera hoy ms necesario que nunca, que gente formada y que hubiese pensado la evolucin histri- ca que hemos expuesto pudiese ahora explicarla; en- tonces, cuando uno explica la gente capta inmediata- mente la realidad y confirma la intuicin que tena de esa situacin nueva. En vez de estar intranquilos, resquemorosos de lo que han dejado atrs, del no te- ner nada todava, se dan cuenta que en esta nada, im- previsible, se les est presentando el Seor que los llama ahora para crear cosas nuevas, para hacerlas con un sentido nuevo. Ahora se necesitaran grandes telogos que supiesen predicar sobre esto. Creo que se hace mucha pastoral, a veces, pero, el fundamento de la pastoral es la teologa; la pastoral es una parte fundada en la misma teologa; la dogmtica es la fundante. Los mtodos de pastoral no s si son tan importantes; todo eso es metodologa, sociolo- ga, pero el fondo es la dogmtica esa dogmtica que es la reflexin sobre la Palabra de Dios que se interpela; es la Palabra de Dios la que convierte y lanza al profeta a comprometerse en la Historia de la Salvacin. Ante todo necesitamos telogos, y, por supuesto, tambin la pastoral; pero pastor en este sentido, es quien predica la Palabra de Dios y la hace entender. Cuando los fieles captan el contenido, ya no se necesita ponerse al frente, hay que dejar que sigan su propio camino. Necesitamos hoy un enorme esfuerzo de refle- xin, pero necesitamos igualmente el testimonio del compromiso en la lucha social. El cristiano empieza a tomar conciencia de su funcin proftica en la histo- ria; en vez de ser un conservador desteido pasa a ser un anticonformista y an un revolucionario cuan- do es necesario; aunque tambin a veces se pasa

    89

  • de revolucionario y se hace un revolucionarista, un modo utopista de predicar la revolucin en todas las ocasiones, en las que a veces no hay por qu. Hay situaciones distintas y no hay necesidad siempre de ser revolucionario. Creo que a veces se pasa al mito de la revolucin; es un cierto snob que no va cier- tamente a fondo de la cuestin hay que renovar, hay que cambiar la situacin, hay que edificar lo absoluto y en cada lugar y circunstancia exigir un modo dis- tinto de lograrlo. En fin, la lucha social manifiesta que el orga- nismo se ha puesto en algunos lugares a la cabeza, en otros junto a los mejores, en otros a la retranca pero est comprometindose. La gente de ms avan- zada, de ms entusiasmo, y sentido de justicia, el pueblo, encuentra en el cristiano, al menos en algu- nos, un aliado y esto cambia totalmente la fisonoma del cristianismo. Al mismo tiempo, gente conserva- dora teme a un cierto tipo de cristiano, porque, claro, se puede distinguir bien un cristiano que acepta to- talmente la situacin establecida, dira un cristiano de derecha de uno que se va comprometiendo cada vez ms en la situacin presente. Me pasa y nos pasa muchas veces que para ciertos cristianos de dere- cha, por ejemplo, pongamos por ejemplo uno que siga los principios de Charles Maurras de la Action Francaise, para ellos la ltima negatividad en la je- rarqua de valores no es ser ni siquiera un marxista, si no el ser un cristiano de avanzada. Ha habido igualmente una renovacin lenta en el sentido de la contemplacin, de la vida con- templativa. La presencia en algunos pases, por ejemplo, de los Petits Frres y de otros grupos tambin ha manifestado ser un elemento esencial. Es notable que Amrica Latina en su historia nunca tuvo la presencia de contemplativos, por lo menos de Ordenes Contemplativas. Los benedictinos nunca llegaron a Amrica en los tiempos de la Colo- nia; los trapenses tampoco sino a fines del siglo XIX de manera que fueron las Ordenes mendican- tes, de palabra proftica, las que impusieron su ritmo.

    90

  • El cristiano latinoamericano no tuvo nunca la posibili- dad de participar en una liturgia de sentido monacal y medieval; claro que quiz eso no lo necesitemos, pero de todos modos, digo, no tenemos siquiera la posibilidad de esto. Creo, que sin embargo, tambin tiene su significado proftico este desprenderse, este como anticipar la vida gloriosa del cielo, claro que no debe ser triunfalista, pero pudiera ser un tes- timonio de la trascendencia del cristianismo. Cuando he estado en la Trapa y en conventos benedictinos he podido percibir el misterio de la li- turgia de un modo mucho ms ntimo, el que despus me ha servido para mi vida de compromiso. Y eso en la Argentina es difcil de verlo porque casi no hay dichas comunidades. De hecho esto ha estado fuera de nuestras posibilidades y de nuestra historia. 3. LA ELECCIN PASTORAL ESENCIAL El P. Luis Segundo, en un artculo en la revista La Lettre, 54 (1963) 7-12, de Pars, explicaba que en la Amrica Latina necesitamos hoy hacer una elec- cin fundamental; esa eleccin fundamental es pas- toral, en el sentido de decidirse a apoyar la antigua estructura de la Cristiandad, de la que todava tene- mos que estudiar claramente qu es lo que significa- ba, o inventamos la solucin adecuada para esta so- ciedad que es pluralista y profana. Esto es capital porque, por ejemplo, si alguien me invita a participar de una institucin del tipo Cristiandad, le digo: Mire, gracias, no puedo hacer tal cosa, tengo muchas ocupaciones, y uno no las hace, en cambio, hay s que descubrir qu es lo esencial en la nueva situa- cin, y en eso tenemos que entregarnos a fondo, y eso acaece todos los das de nuestra existencia, ya que se nos invita de continuo a aceptar compro- misos y uno tiene que elegir slo los fundamentales. A veces el panorama es oscuro, y sin embargo pode- mos estar llenos de esperanzas porque estamos tra- bajando a fondo, a un cierto nivel que es el que pro-

    91

  • ducir, a la larga, los frutos que espera de nosotros el Seor. Es imprescindible discutir qu es lo necesario; estudiar cules son los niveles realmente esenciales de la nueva posicin del cristianismo en nuestro pas o en Amrica Latina en general. Enjuiciar lo que significa el catolicismo contemporneo de nuestro pas o de Latinoamrica y cul debe ser nuestra fun- cin en dicha situacin es primario; y esta es una tarea reflexiva. Sera estudiar la dialctica que se ha establecido entre una masa que se dice cristiana y que de hecho tiene valores cristianos, y una lite que cobra conciencia ahora de que es una minora y que el sistema de Cristiandad no funciona ms, y que debe actualmente entrar en contacto con esa masa para no perderla del todo, no para reconstituir un sistema de Cristiandad, sino para terminar de evangelizarla. 4. LA ACTITUD MISIONERA. CONDICIONES DE SU EJERCICIO Es necesaria en el cristiano de hoy una concep- cin y posicin totalmente misionera. Para ser mi- sioneros, y como todo misionero, es necesario ser hombre de dos mundos, es decir, que un hombre que vive en el mundo, ste mundo profano, que no es cristiano, y que vive en la Iglesia. Es un hombre de frontera, del frente diramos, con su rostro afue- ra y con su espalda adentro, Qu es lo que de hecho pasa muchas veces? Que este hombre de frontera se lanza al mundo, y deja de tener un contacto esencial con la Iglesia, se transforma en un hombre del mundo y, por ltimo, la Iglesia no lo reconoce ms como si-mismo. Su voz no se escu- cha ms dentro de la Iglesia. Mientras que el misio- nero para que cumpla su doble funcin debe, por una parte, ir al mundo, comprenderlo y vivirlo, pero, por otra parte, debe ir y decir continuamente su ex- periencia del mundo a la Iglesia, para que la Iglesia

    92

  • haga tambin el proceso de ir all, afuera porque si no se produce una profunda disociacin, distorsin, ruptura. En Francia, por ejemplo, la cuestin de los sa- cerdotes obreros que no es tan simple como se piensa a veces. No todos hicieron tampoco lo que al- gunos creen. Los sacerdotes obreros eran de distin- tos movimientos; algunos eran del Prado; otros Petits Frres y lo siguen siendo; otros eran religiosos, fran- ciscanos, dominicos, jesutas, y haba muchos que eran de la Misin de Francia, que es una institucin poco conocida; algunos trabajan solos, otros en gru- pos; lo cierto es que fueron entrando a un mundo que realmente estaba fuera de la Iglesia. El mun- do obrero. A partir de la experiencia de la guerra, co- menz la experiencia de los sacerdotes obreros. Co- mo sacerdotes en el campo de concentracin o en la vida de la guerra, no podan guardar su estado so- cial eclesistico como antes, sino que tuvieron que entrar al mundo y trabajar como todos; y descubrie- ron que era un mundo pletrico de vida, un mundo en el que ellos podan ser perfectamente sacerdotes siendo adems como los dems, lo que les permita, al mismo tiempo, un dilogo ms profundo y el des- cubrimiento de una pastoral real de la evangelizacin. Fue la guerra lo que permiti todo esto. La fun- dacin de los Petits frres viene de la guerra, es decir, Voillaume estaba como perdido en el Norte de fri- ca; pero fue gracias a la guerra que algunos Petits frres, que fueron mandados a diversos lugares de trabajo durante la guerra, comprendieron que no era necesario estar en el frica, perdidos all entre los desiertos para vivir una vida contemplativa, sino que podran volver a la sociedad actual y ocuparse del obrero a su modo. Esa guerra tiene muchos bienes adems de tanto mal, pues Dios escribe derecho so- bre lneas torcidas. Esos sacerdotes entraron a ese mundo, pero entraban a veces no con toda la prepa- racin suficiente, aunque s con todo el nimo. En- traron a ese mundo y fueron comprendiendo los va- lores y quisieron cambiarlo. Pero qu pas? Se fue-

    93

  • ron separando de la Iglesia, y se fueron separando existencialmente de la Iglesia; formaban sus equipos solos, sus grupitos, su liturgia, su modo de ver las cosas y cada vez tenan menos dilogo con la Iglesia en bloque. En ese momento estaban ya separados. En la encrucijada del camino deban seguir su vocacin cristiana solos, solitarios, como lo han seguido algu- nos que han continuado clibes y solitarios, fuera de la iglesia visible; o se hicieron marxistas, porque dentro de la Iglesia, dejando su posicin misionera, (despus de las disposiciones del Santo Oficio sobre el trabajo de los sacerdotes). El proceso para que sea correcto debe ser un llevar las dos cosas al mismo tiempo. Lo ideal sera que los pastores fue- ran los misioneros, de tal modo que sea el pastor el que est en situacin de misin, el que organice toda la Iglesia en funcin de misin. Lo ideal sera que los obispos fueran los misioneros del mundo, y en a1- gn caso del mundo de los obreros. Es decir, slo imitar lo que eran Pablo y Pedro. Pablo no era obispo, pero era algo ms: era un apstol; l, en su situacin de misionero, le puede decir a Pedro: Un momento! La situacin es distinta de la que t crees; esta gente que es helenista y que no es juda, es sin embargo perfectamente cristiana, y eso lo conozco yo y lo he visto. Si San Pablo hubiese estado como Santiago en Jerusaln, y no hubiese visto con claridad la si- tuacin de ese pueblo helnico, que crea y viva el cristianismo, San Pablo no hubiera podido argu- mentar, no se hubiese hecho ese snodo capital del cristianismo que es aqul del ao 49, aproximada- mente. Esto nos lo deca recientemente Jean Frisque, telogo de la Misin de Francia: Es capital que en los rganos directivos de la Iglesia haya pastores que estn en estado de misin, de tal modo que impreg- nen y sienten a toda la Iglesia en un ritmo misionero. Esto sera el ideal. Lo concreto es que el que quiera hacer misin, que no deje la Iglesia. Lo que significa que el misionero no deje de tenerla informa- da, que no deje de estar unido a ella. Por ejemplo, he vivido en esta situacin con apstoles propiamente

    94

  • misioneros; se trata del padre Paul Gauthier, en Na- zareth, cuando formaba parte de una cooperativa ra- be. Trabajbamos con judos o con rabes musulma- nes o cristianos; sin embargo los domingos bamos siempre a su templo parroquial, y Gauthier celebraba la liturgia con los dems sacerdotes, concelebraba y predicaba en su iglesia como todo sacerdote catlico; estaba continuamente unido a su obispo, monseor Hackim, en el sentido de dialogar, discutir las cosas y las actitudes que bamos a tomar; el obispo nos apoyaba o no, en fin, era un dilogo continuo; era mu- cho ms frecuente que con cualquier otro sacerdote, el que tena con nosotros el obispo de Galilea. Por qu? Porque estbamos continuamente en situaciones de compromiso, y tena que estar apoyndonos al mis- mo tiempo que comprendindonos. An por nuestra posicin visible debemos formar parte de la Iglesia, en conformidad con la institucin, pero en actitud misionera. Se nos exige una gran integracin y coor- dinacin con la Iglesia, formando parte igualmente del mundo. Y esto lo expresaba tambin muy bien Teilhard de Chardin, cuando deca aproximadamente: Yo es- toy, en cierto modo, en una posicin un tanto privi- legiada, porque he podido comprobar en mi vida este fraguarse del mundo futuro. El estaba en medio de toda esa gente que haca ciencia, que haca paleon- tologa, que haca biologa... al mismo tiempo, por mi condicin de religioso, estoy viviendo ya aqu mi Iglesia. Nunca dej la Iglesia, porque se daba cuenta que si perda eso lo perda todo. Hay que saber man- tener con las dos manos esta posicin; estar plena- mente en el mundo, para cumplir con la condicin misionera: estar plenamente en la Iglesia y abrir la Iglesia al mundo.

    95

  • 5. EL PROFETA, COMO SUPERACIN DEL INTEGRIS- MO Y EL PROGRESISMO. LA TRADICIN VI- VIENTE ANTE EL TRADICIONALISMO ESTATICO Pensaba, y pienso todava, que hay ante la histo- ria cuatro posiciones distintas; cuatro tipos distintos de ser cristianos en Argentina, de ser cristiano latino- americano, en general(3). A m me agrada siempre representar esto en forma de rombo. A la derecha estara lo que Hans Urs von Baltha- sar llama Integralismus y que nosotros llamamos integrismo; un cierto modo de ver la historia. Des- pus, a la izquierda pondra lo que Balthasar llama el Progresismus, el progresismo. Podra ponerse en tercer lugar abajo el tradicionalismo, que gusta del pasado por el pasado es la tentacin del historiador como tal. En cambio, la posicin cristiana es otra, es de la que ya hablamos en una conferencia anterior, es la del profeta, es decir la del cristiano que asume toda la historia (arriba). Podra hacerse una descripcin fenomenolgica de estas cuatro actitudes, pero slo anotaremos a1- gunas caractersticas. Por ejemplo, el integrista: Por qu se llama integrista? Porque cree poder compren- der, tener ante s y haber estudiado y dar cuenta de ello, la integridad de la Verdad. Entonces se cree poseedor de la Verdad, y que esta verdad la encuen- tra en el pasado; es muy fiel al pasado. En cambio, ante el futuro, el integrista es ms bien negativo. Lo que l quiere hacer es retornar a esa Verdad Integral que cree reconocer en el pasado; es necesario con- servarla. De all viene la defensa de la fe, se de- fiende la fe. Lo que les parece es que la fe se va corrompiendo; entonces, hay que defenderla. Esto involucra una interpretacin de lo que significa la tradicin; un sentido de la tradicin que no tiene nada que ver con la tradicin viviente. La Tradicin nunca puede ser la repeticin o el estudio de una verdad pasada, porque una Verdad pasada es eso: pa-

    96

  • sada, pero no una verdad viviente. En cambio, la Tra- dicin es la identidad de una comunidad con una Verdad viviente. Es un poco paradjico, pero es la realidad. Si tomo un texto pasado, como fue dicho, sacndolo de su contexto histrico, sin referirlo a la Verdad, en- tonces, yo no tengo ms la verdad; esta es la reali- dad. El integrista por conservar una verdad, lo que est haciendo es no dando ms con ella; lo que con- serva es una frmula. Por eso l tiene horror al mo- dernismo, que fue esa enorme crisis, pero que se dio cuenta de que las cosas cambian, y que las cosas tienen que re-expresarse; y si no, Qu es el Antiguo y el Nuevo Testamento sino la expresin en cada tiem- po de la misma Verdad eterna? El problema est en que porque esa Verdad es eterna, es que necesita ser re-expresada en cada tiempo; y por eso debe ne- cesariamente cambiarse. La Tradicin no es una re- peticin de frmulas, sino que es la identidad de esta comunidad consigo misma. La identidad viviente, por ser viviente puede ir efectivamente cambiando de mira; puede tener como objeto esa Verdad eterna en cada tiempo y expresarla, en cada tiempo, para que pueda ser comprendida en su mundo. Esta comprensin significa que yo estoy antes en el mundo. La expresin doctrinal est dentro de un mundo y yo no me puedo hacer comprender si no comprendo al mundo de mi tiempo. Esto es lo que hoy se llama en Pastoral, justamente, una pedago- ga de los signos. Tengo que comenzar por los sig- nos que ese mundo comprende e ir poco a poco lle- vndolo por los signos que l no puede an compren- der. Los smeion, los signos de los tiempos, deben ser puestos progresivamente. Si Amrica Latina ne- cesita hoy el signo de la justicia, tenemos que re- presentarle el signo de la justicia, y desde all, ele- vmosla a otro signo que le cuesta comprender. Si los indios no entendan al Dios trascendente, los mi- sioneros debieron haberlos tomado tal como esta- ban y, poco a poco, por una pedagoga de los signos, levantarlos a una comprensin total; de tal manera que la expresin de esa Verdad debe ser progresiva.

    97

  • En general, el integrista cree que posee la Verdad eterna, y la posee para l. Primero cree que la posee, despus cree la necesidad de comunicarla a todos, y al que no la tiene, pues de lo contrario ese hombre se pierde. En fin, podra decirse mucho de la posicin integrista, pero para m esto es fundamental, porque ellos hablan siempre de la Tradicin, pero no com- prenden lo que es Tradicin. La Tradicin es algo muy distinto porque es viviente. En cambio, tambin existe la posicin que yo llamara progresista. Quiz algunos que se dicen pro- gresistas, no caen de ningn modo en esta descrip- cin. Pero para m el progresista sera el que com- prende de tal manera los valores del mundo, que ya no sabe cumplir una funcin misionera, se deja llevar por un extremo. En un poco la posicin de algunos sacerdotes obreros. Viendo que la C.G.T. (Confede- racin General de Trabajadores) francesa era mucho ms activa que la cristiana (CFTC) y que realmente propona una visin del mundo y era realmente revo- lucionaria, entonces no solamente aceptaron el huma- nismo marxista, primero, sino que despus perdieron su fe, porque ese humanismo marxista no estaba en concordancia con su fe. Su fe se fue haciendo cada vez ms fidesta; la fe no tena ms soportes hist- ricos ni reales, y eso es lo que le pasa a mucha gen- te actualmente. El fidesmo es una posicin muy generalizada en el cristianismo actual; la fe no se apo- ya ms en nada sino en la pura fe revelada. Sin em- bargo, la fe tiene tambin un soporte histrico y filo- sfico que hay que saber asimilar; hay toda una an- tropologa que se puede construir a la luz de la fe, y esa antropologa sera una visin cristiana del hom- bre que es histrica y concreta. Cuando no creo ms en esa visin cristiana del hombre, porque no la he penetrado, porque no me he tomado el esfuerzo de pensarla, de reconstruirla, entonces voy y tomo cual- quier antropologa, pongamos, la marxista. Pero no he visto al comienzo que mi fe no funciona con la an- tropologa marxista, porque es distinta, porque son

    98

  • contradictorias, porque son distintas concepciones del hombre y de la historia. Se establece un dualismo, que por un momento puede caminar, pero que con el tiempo no funciona ms, entonces tengo que optar, o caigo en el fidesmo o caigo en el marxis- mo. Pero tambin pasa lo mismo con el liberal, que acepta el positivismo por un lado, y acepta su fe, por otra parte. Su fe en la fe del domingo y la vida diaria es liberal, es individualista, egosta, burguesa, etc., etc. Pues s, la posicin del progresista hacia la izquierda en la parte social, es semejante a la del liberal, que es tambin una especie de dualismo entre la visin cristiana y la visin del mundo burguesa y positivista. La posicin tradicionalista sera la ms inofensi- va, en el sentido que es aquella gente que ama el pasado por el pasado: todo pasado fue mejor. En esta posicin se encuentra mucha gente de Iglesia que recuerda que todo pasado fue mejor. Creo que la posicin realmente cristiana es la que asume la totalidad. Es la del que no deja de pensar que hay una Verdad eterna que es Dios vivo, el Dios vivo de Israel; es la del que no deja de pensar que est en una historia que se mueve y que necesita siempre una re-explicitacin distinta; por lo tanto, que necesita comprender siempre su mundo. Y en ese mundo, el que da una explicitacin de la Verdad Eter- na, precisamente con sentido del presente, que asu- me el pasado y prospecta el futuro, es el profeta. Para m, la visin propia del cristianismo es la del profeta que no es ni integrista, ni progresista; es el que asume el pasado dndole un sentido y que por eso, se pone a hablar del futuro. Y el profeta entra al presente, en el momento ms difcil, porque propo- ne al presente lo que ste todava no tiene, es decir, al presente le propone un sentido comprendindolo. Pongamos por ejemplo el caso de Teilhard en la re- lacin ciencia-cristianismo, dejando de lado algunos puntos que creo habra que discutir; su actitud es realmente una actitud proftica, porque l realmente

    99

  • comprendi muy bien el modo como se engarza la ciencia con la fe. Simplemente hacindolo real, l se constituye en profeta, porque tambin se constituye como el fundamento para los tiempos futuros. El que realmente descubre el sentido del centro de la evo- lucin cristiana, es necesariamente el fundamento del proceso futuro; y su mundo es el punto de partida de la existencia cotidiana de los hombres del futuro, de los cristianos futuros. El profeta resume la totalidad de la actitud cris- tiana; el profeta es el que ante lo imprevisible, ante lo que se le presenta inesperadamente, es capaz de dar una nueva solucin cristiana. Esa es la posicin o actitud que necesitamos en el momento en que nos encontramos hoy. Tenemos que dar una nueva solu- cin cristiana a un cmulo de imprevisibles acerca de los cuales no tenemos una frmula para aplicarles; tenemos que inventarla. Entonces, a la luz de la fe y en el horizonte de nuestro mundo, la realidad, es que nosotros tenemos que lograr una nueva expresin cristiana. Esta actitud y situacin crtica ha sido la misma siempre en la historia de la Iglesia y ha sido siempre la del cristianismo. Cuando queremos nor- malizar lo imprevisible, hacerlo normal, entonces retornamos a la conciencia arquetpica del hombre primitivo, volvemos al mito del eterno retorno, esta- mos en el integrismo y el terror nos paraliza ante la historia. Pero si queremos mantenernos en una alerta con- ciencia histrica, que es una conciencia de fe, enton- ces lo imprevisible no lo tenemos. Es la solucin de lo imprevisible en donde se juega el entusiasmo de la vida cristiana, nuestra responsabilidad de hijos libres de Dios. La historia de la Iglesia as estudiada nos vendra a reafirmar en una actitud proftica; un largo pasado comprendido con sentido, puede hacernos vislumbrar un futuro nuevo e imprevisible, pero que sea la con- tinuidad, la mismidad de una solucin proftica. En una actitud de fe comprometida y misionera, tendra

    100

  • que fusionarse, como digo, la comprensin del pasa- do por una reflexin teolgica e histrica. Todo esto es una sola realidad: el dogma, la pastoral, la exge- sis y la historia de la Iglesia; todo esto es una sola teologa que se diversifica porque el hombre no puede analizar simultneamente todos los aspectos; pero es una sola teologa, que en ltima trmino analgi- camente, sera la visin que Dios tiene de la historia y an la visin que l tiene de s mismo vindose en la historia expresado por participacin. Ahora bien en nuestra existencia fragmentaria, para usar la frmula de Urs von Balthasar puesta al comienzo, la actitud proftica del cristiano necesita de la conciencia de su historia, porque vive en un tiempo que es escatolgico. Cristo est al fin del proceso, es el Omega como dice el Apocalipsis de S. Juan. Buenos Aires, 1969. _______________ NOTAS: (1)Cfr. CHAVASSE-FRISQUE, Eglise et Apostolat, pp. 176-204. (2)Cfr. A. CATURELLI, La filosofa en Argentina Actual, Univ. Nac. de Crdoba, 1962, pp. 24 y s. (3)Sobre este tema hemos escrito un corto trabajo todava indito en el cual incluimos una bibliografa especfica como puede suponerse esta bibliografa es inmensa ya que incluye la historia de la Iglesia contempornea, espe- cialmente europea, y los estudios exegticos (con res- pecto a una nueva interpretacin del fenmeno del pro- fetismo) y teolgicos (porque el profeta no es, ni mucho menos, una figura exclusiva del A. T., sino de la existen- cia cristiana de todos los tiempos).

    101

  • NOTAS (1)Todas las notas de nuestro trabajo indican el material usa- do pero sobre todo se dirigen a permitir a posibles se- minarios de estudio continuar y criticar lo que exponemos a continuacin. Posteriormente a esta conferencia apareci nuestra Hipte- sis para una historia de la Iglesia en Amrica Latina, Estela, Barcelona, 1967; El humanismo semita, Eudeba, Buenos Ai- res, 1969; Cultura, cultura latinoamericana y cultura nacio- nal", en Cuyo (Mendoza) IV (1968 7-40; "Iberoamrica en la historia universal", en Revista de Occidente (Madrid) 25 (1965) 85-95, en donde se completa el esquema de es- ta exposicin. (2)Este ha sido el objeto de los estudios de DANILEVSKY, SENGLE, TOYNBEE, NORTHROP SOROKIN, etc. No nos in- teresa aqu numerarlas, ni mostrar su origen, sino solo in- dicar su naturaleza. Lo que queremos recalcar es que, al fin, todas las civilizaciones se comportan como un sistema global de Instrumentos que, de hecho no se ha Interrum- pido al menos en su centro mas original, es la flecha central de la evolucin. En este sentido nos oponemos, entonces, radicalmente a un Oswald Spengler. Mientras que aceptaremos su teora en el nivel del ethos social y an en el del ncleo tico-mtico (de los ciclos cerrados, donde una cultura muere sin poder ser trasmitida). De hecho, las cosmovisiones indo-europeas agonizan en el mun- do actual y an las pre-histricas sobre todo desde la entrada de socialismo marxista en el mundo asitico y el socialismo, cristianismo o Islm en el frica. Para ver un verse ARNOLD TOYNBEE-EDWARD MYERS, Historical Atlas and Gazetter, en A study of History, vol. XI, Oxford, 1962, pp. 90-93. Cuando hablamos de la "civilizacin latinoamericana" no queremos decir que sea una civilizacin autnoma, sino que la comunidad latinoamericana tiene una civilizacin, concretamente determinada. (3)En alemn se dira "cultura como modo de vida" (Le- bensweise o Art und Weise). DILTHEY nos dice: "Die Darstellung der einzelnen, psysichen Lebenseinheit ist die Biographie... Die Stellung der Biographie innerhalb der allgemeinen Geschichteswissenschaft entspricht der Stel- lung der Anthro pologie innerhalb der theoretischen Wis- senschaften der geschichtlich-gesellschaflitchen Wirklich- keit" (Einleitung in die Geisteswissenschaften I. IX, en Ge- sammelte Schriften, t. I, p. 33). Mas adelante expresa que "in der Tat existiert ein System der Sitllichkeit" (Ibid, I, XX; t. I, p. 61). Un ERNST TROELTSCH se referir igual- mente a die Sitten ("Die subjektive Sittlichkeit fordert nicht nur Einsel, sondern auch Kollektivpersnlichkeit"; WILHELM F. KASCH, Die Sozialphilosophie von Ernst

    49

  • Troelstsch, Mohr, Tbingen, 1963, p. 39). Vase igualmen- te la Etica de MAX SCHELER (Der Formalismus in der Ethik, Francke, Berna, 1954, pp. 314 ss.), etc. La civiliza- cin se encuentra al nivel del Mitsein (ser-con) (MARTIN HEIDEGGER, Sein und Zeit, Niemeyer Tbingen, 1963, pp, 117 ss). (4)Vase este trmino usado, aunque en un sentido anlogo pero no idntico, por PAUL RICOEUR, Espirit (Paris) oct. (1961) p. 447, Todo el tomo VIII Weltanschauungslehre de las Gesammelte Schriften de DILTHEY, da un material para realizar una reflexin sobre el ncleo tico-mtico (ideale Kern) Die Weltanschuungen entwickeln sich unter verschiedenen Bedingungen" Die Typen der Weltans- chauung und ihre Ausbildung in den metapysischen Sys- temen, I; vol. VIII, p. 84). Sobre el ncleo tico-mtico de los sistemas helnicos y semticos vanse nuestros traba- jos sobre El humanismo helnico y El humanismo semita (EUDEBA; Buenos Aires, 1969); all se encontrar una bi- bliografa indicativa. (5)MIGUEL LEN PORTILLA, El pensamiento prehispnico, sobretiro de Estudios de historia de la filosofa en Mxico, Mxico, 1963, p. 32 Adems pueden consultarse las siguientes obras: BALLESTEIOS GAIBOIS, Historia de Amrica, Pegaso, Ma- drid, 1954; A. BALLESTEROS, Historia de Amrica y de los pueblos americanos, Salvat, Barcelona, desde 1946; CAM- PEHAUSEN-DINKLER, Die Religion in Geschichte und Ge- genwart, Mohr, Tbingen, 1957-1962; Revistas: Anthropos (Fribourgo-St. Augustin), Amrica Indgena (Mxico, des- de 1941), El Mxico Antiguo (Mxico, desde 1919); Revista de Indias (Madrid, desde 1940) The Americas (Washing- ton; desde 1945) etc. Adems el Handbook of South Ame- rican Indians, en Smithsonian Institution, ed. J. Steward, Washington; H. LEHMANN, Les civilisations prcolombien- ses, Madrid, 1932; F. AMEGHINO, La antigedad del hom- bre en el Plata, La Cultura Argentina, Buenos Aires, 1918; SALVADOR CANALS FRAU, Las civilizaciones prehistricas de Amrica, Sudamericana, Buenos Aires, 1955; R. KONETZ- KE, Der Weltgeschichte Moment der Entdeckung Ameri- kas, en Hist. Zeitschrift (Mnchen) CLXXXII, 2 (1956) 267- 290; W. KRICKERBERG, Etnologa de Amrica, Mxico, 1946; M, LEON PORTILLA, La filosofa nhuatl estudiada en sus fuentes, Inst. Indig. Interamer., Mxico; 1956; A, LIPSCHUTZ, El indoamericanismo, Nacimiento, Santiago, 1944; W. SCHMIDT Der Ursprung der Gottesidee, Asch- endorf, Mnster, 1926-1955, en especial el tomo II; ibid, Ursprung und Werden der Religion, ibid, 1930; CANALS FRAU, Prehistoria Americana, Sudamericana, Buenos Ai- res, 1950; F. HAMPL, Die Religionen der Mekicaner, Maya und Peruaner, en Ch. und die relig. der Erde, Herder, Frei- burg, 1951; t; II, pp, 751-784; W. KRICKERBERG Alteme-

    50

  • xikanische Kulturen; Safari-verl., Berln, 1956; KRICKBERG- TRIMBORN-MLLER-ZERRIES, Die Religionen des alten Am- rica, en Die Religionen der Menschheit, Kohlhammer, Stutt- gart, 1961, t. VII; SOUSTELLE-AIGRAIN-BAUDIN, Les reli- gions du Mexique, Incas..., en Histoire des Religions, Bloud et Gay, Paris, t. V; etc. Recomendamos leer: NIMIO DE ANQUIN, El ser visto des- de Amrica, en Humanitas (Tucumn) III, n. 8, 13-27; EDUARDO BLANQUEL, Edmundo O'Gormann y Leopoldo Zea, dos ideas de Amrica, en Humanidades (Mrida) I, 3-4 (1959) 455-443; SERGIO BUARQUE DE HOLANDA, Rai- zes do Brasil. Ro de Janeiro, 1948; ALBERTO CATURELLI, La historia en la conciencia americana en Dianoia (FCE) (1957) 57-77; ibid, El hombre y la historia, Guadalupe, Bue- nos Aires, 1959; ibid, El hombre y la naturaleza america- nos, en Estudios Americanos (Sevilla) 90-91 (1959) 141-146; ibid, Amrica Bifronte, Troquel, Buenos Aires, 1961; ibid, La filosofa, Univ. Crdova, 1961, I, cap. XIV; GUILLERMO FURLONG, Nacimiento y desarrollo de la Filosofa en el Ro de La Plata, Kraft, Buenos Aires, 1952; VICTOR RAUL HAYA DE LA TORRE, Espacio-Tiempo histrico, Lima, 1948; PEDRO HENRQUEZ UREA. Historia de la cultura en la Amrica Hispnica, FCE, Mxico, 1959; HERMAN DE KEY- SERLING, Meditaciones sudamericanas, Ballesteros-Torres, Santiago de Chile, 1931; PEDRO LAIN ENTRALGO, Espaa como problema, Aguilar, Madrid, 1956; MIGUEL LEN POR- TILLA, La filosofa nhuatl estudiada en sus fuentes, Inst. Indigenista, Mxico, 1956; ALCEU AMOROS LIMA, A rea- lidade Americana, Agir, Rio de Janeiro, 1954; Ibd, L'Am- rique en face de la cultura Universalle, en Panorama (Washington) II, 8 (1953) 11-33; RAMIRO DE MAEZTU, Defensa de la Hispanidad, Fax, Madrid, 1952; JOSE MARTI, Antimperialismo, en Obras completas, t. XXII, la Habana, 1961; ERNESTO MAYZ VALLENILLA, Examen de nuestra conciencia cultural, Inst. de Filosofa, Caracas, 1957; Ibid, El problema de Amrica, en Episteme (Caracas) I (1957) 467-501; LUIS MONGUIO, Optimismo o pesimismo... en Casa de la Cultura (Quito) XII, 22 (1960) 82-97; EDUARDO O'GORMAN, La invencin de Amrica. EL universalismo de la cultura de Occidente, FCE, Mxico, 1958; ibid, Fun- damentos de la Historia de Amrica, Imprenta Univ., Mxi- co, 1942; M. DE OLIVEIRA LIMA, La evolucin histrica de Amrica Latina, Ed. Amrica, Madrid; JOSE ORTEGA Y GASSET, La pampa..., en Obras completas, Rev: de Occid., Madrid, 1946, t, II: JOSE VASCONCELOS, La raza csmica, Calpe, Buenos Aires, 1948; J. VICENS VIVES, Manual de Historia Econmica de Espaa, Teide, Barcelona, 1959; AL- BERTO WAGNER DE REYNA, Destino y vocacin de Ibero- Amrica, Cult; Hispn., Madrid, 1954; SILVIO ZAVALA, La filosofa Poltica en la conquista de Amrica, FCE, Mxico, 1947; LEOPOLDO ZEA, Dos etapas del pensamiento en Hispanoamrica: Del romanticismo al positivismo, Colegio de Mxico, Mxico; 1949; ibid, La historia intelectual en

    51

  • Hispanoamrica, en Memoria del I Congreso de Historia- dores de Mxico y EE.UU., (Monterrey) TGSA, Mxico, 1950, pp. 312-319; Ibd., Amrica en la historia, FCE, M- xico, 1957. (6)En todo esto dejamos la palabra al Profesor MANUEL LIZ- CANO de la Universidad de Barcelona (cfr. El Anlisis so- ciolgico de Hispanoamrica, en III Jornada Iberoamericana (Madrid) 1964. Ser interesante integrar la posicin de un Gurtvich, con las investigaciones del Prof. SCHELSKY (Mnster- Dortmund), y sobre todo con las reflexiones sobre la Institucin de GEHLEN. La tipologa marxista (cfr. Amrique Latine a la lumire du marxisme, en Recherches Internationales (Paris) 1962, n. 32) no dejan de ser tiles en la programacin poltica. Los grupos sociales, para un marxista latinoamericano son los siguientes: proletarios, campesinos trabajadores, in- telectuales, burguesa de avanzada nacional, (cfr. Segun- da declaracin de la Habana), y despus la reaccin, es decir, la burguesa capitalista y terrateniente y todos aque- llos que le siguen. Toda la estrategia comunista se diri- je a realizar la revolucin de liberacin nacional antim- perialista realizando un frente democrtico de izquierda con todos aquellas fuerzas progresistas, a fin de poder, en un segundo momento, dominar la situacin por el Partido Comunista e instaurar la dictadura del proletariado co- mo en Cuba (Cfr. Ibid, Presentation de l'Amrique La- tine, por HECTOR AGOSTI, pp. 3-17). En general, la uni- dad latinoamericana en la visin marxista queda de- finida por la unidad del Imperialismo norteamericano y por la semejante situacin revolucionaria es decir, por un factor extrnseco o futuro, sin dar cuenta, en ningn momento, de la unin de nuestra civilizacin, no solo por su lengua, ni su religin, sino an mucho ms por su ethos, su modo de vivir, de encarar la existencia. por nuestra historia, etc. Sin embargo dicho imperialismo y la anlogo situacin pre-revolucionaria son Igualmente dos factores esenciales de la unidad latinoamericana. (7)Le systme du Monde. Histoire des doctrines cosmolo- giques de Platon Copernic, Hermann et Fils, Paris, 1914, t. II, p. 453: "Todas las cosmologas helnicas eran en l- timo trmino Teologas. En el corazn de ellas se encon- traban siempre dogmas religiosos... Era necesario que una revolucin teolgica se produjera. Esta revolucin fue obra de la Teologa cristiana. La ciencia moderna fue iluminada por la chispa producida por el choque entre la teologa del paganismo helnico y la teologa cristiana". Para poder entender esta tesis recomendamos las obras de CLAUDE TRESMONTANT: Essais sur la Pense Hbrai- que, Etudes de Mtaphysique Biblique, La mtaphysique du Christianisme en sus tres tomos: La naissance de la Philosophie Chrtienne (1961), La crise du treizime si-

    52

  • cle ( 1964), Introduction a la mtaphysique de Maurice Blondel (1963), editadas en Cerf, Gabalda y Seuil), Intro- duction la pense de Teilhard de Chardin (1955). Todas estas obras hacen un conjunto muy importante. (8)Cfr. La thorie de la relativ restreinte et gnralise Gauthier-Villars, Paris, 1921. El razonamiento de Einsten puede resumirse as: El grupo de transformaciones de Lorent permite pasar de un sistema de Coordenadas de Galileo a otro que se mueve con respecto al primero con un movimiento uniforme. Si se reemplaza el sistema de referencias por el sistema de coordenadas de Gauss te- nemos la teora de la relatividad generalizada que se enun- cia del siguiente modo: "Toda transformacin correspon- de a un cambio de sistema de coordenadas de Gauss" (p. 85). "Todos los sistemas de Coordenadas de Gauss son en principio equivalentes para la expresin de las leyes generales de la naturaleza (Ibd.). De este modo, se to- ma cualquier punto del universo como punto de referen- cia, y aunque se encuentre en movimiento puede operar- se con l. Vanse las reflexiones de MERLEAU-PONTY en Signe, Gallimard, Paris, 1960, pp. 247 ss. (9)Einsten, ibid, p. 95. "Por la relacin simple entre la ex- tensin del mundo en el espacio y la densidad media de la materia" (Ibd., p. 100) puede deducirse que nuestro universo es intrnseca y esencialmente finito aunque en expansin. (10)Cfr. DE WAEHLENS, La philosophie et les expriences na- turalles, Hijhoff, La Haya, 1961, el captulo sobre Le Monde; HEIDEGGER, Sein und Zeit, en el tercer captulo Die Wel- tlichkeit der Welt, pp. 63 ss.; etc. (11)PIERRE CHAUNU, Pour un gopolitique de l'espace am- ricain, en Jahrbuch fr Geschihte... Lateinamerikas (Kln), 1 (1964) p. 5. (12)Ibid, p. 7. (13)FERNNDEZ DE OVIEDO, Historia Natural (1945), t. I, p. 27. (14)Vase nuestro trabajo a publicarse en la Revista de Occi- dente (Madrid) sobre Iberoamrica en la Historia Univer- sal. Sobre estos temas ha escrito MIRCEA ELIADE: Tra- tado de Historia de las religiones, El Mito del Eterno retor- no, y ltimamente Aspects du mythe, Gallimard, Paris, 1963. (15)Cfr. ERNST CASSIRER, El mito del Estado, FCE, Mxico, 1947. (16)Sobre la demitificacin y demitizacin vanse los traba- jos del telogo calvinista RUDOLF BULTMANN (Tbingen) en Mythos und Logos, y los de PAUL RICOEUR, en o.c.

    53

  • (17)Cfr. nuestro articulo citado en la nota 14. (18)No queremos, de ningn modo, desvalorizar la importan- cia de la revolucin en Amrica Latina. Solo apuntamos aqu el carcter mtico que recubre muchos de los dichos movimientos revolucionarios mtico en tanto unilatera- les, particulares y aun simplistas. Vase JAIME DEL- GADO, La revolucin hispanoamericana, en III Jornadas iberoamericanas (Madrid) 1964; una interpretacin comu- nista puede verse en Amrique latine a la lumire du mar- xisme, Une rvolution Continentale por RODNEY ARIS- MENDI; la visin cristiana, en cambio, en la revista Men- saje (Santiago de Chile) N 113 (1963): Revolucin en Amrica Latina. (19)Todos estos cultos primitivos indo-europeos, tanto los griegos como los hindes, hititas o persas, explican la realidad a partir de un caos inicial de donde se origina el Nuevo Ao csmico el gran ao del eterno retorno. (20)Para HEGEL la comprensin adecuada de los fenme- nos humanos se alcanza en el momento en que se posee una perspectiva lo suficientemente universal que pueda explicar cada acontecimiento concreto, es decir, "el con- tenido de la representacin es el Saber Absoluto" (Ph- nomenologie des Geistes, en Smtliche Werke, 1951, t. II, p. 602). As, por ejemplo, la diferencia de civilizacin y ethos social de la Amrica anglosajona y la latina debe irse a buscar en la lejana Edad Media, y en el distinto re- nacimiento que seguir la lnea de: Roma-Florencia-EI Rhin- Paises Bajos e Inglaterra, y el otro: Roma-Florencia-Madrid- Nueva Espaa (cfr. WENER SOMBART, Der Moderne Ka- Pitalismus, Die Genesis des Kapitalismus, Duncker-Hum- lot, Leipzing, 1902, vol. II). Es decir, el punto de partida para explicar las diferencias de las dos Amricas debe buscarse, al menos, desde el siglo XII. (21)Muy al contrario de lo que pretenda Florentino Ameghino, o.c., ya que el hombre no solo no es autnomo de Am- rica, sino que pareciera mas bien un eterno extranjero. (22)Para nosotros pre-historia no define la poca en que el hombre no escriba, sino, subjetiva y profundamente, co- mo la poca en, que el hombre no tiene conciencia de la historia, es decir, intencionalmente se encuentra todava en el tiempo mtico pero no histrico. (23)Paradjicamente en Amrica llamamos oriente lo que es- t en nuestro occidente, y occidente a nuestro oriente. (24)CANALS FRAU, Las civilizaciones prehistricas p. 81 (Cfr. bibliografa en pp. 605-629). (25)TOYNBEE-MYERS, o.c., p. 90. (26)PAUL RIVET, Les origines de l'homme amricain, Galliard, Pars, p. 62.

    54

  • (27)Cfr. ALES HRLISKA, The Genesis of the American Indian, en las actas del XIX Congreso de Americanistas, Washing- ton, 1917, pp. 559-568; FRANZ BOAS, Handbook of Ameri- can Indian Languages, Bureau of American Ethnology, Vol. 40, I (1911); etc. (28)Este trmino tan expresivo puede verse en MIGUEL LEN PORTILLA, El pensamiento prehispnico, p. 69: "Lo que se conserva en los centros ceremoniales descubiertos por los arquelogos, permite de entrever algo de lo que fue el hogar csmico tan penosamente concebido por el hombre nhuatl. (29)CANALS FRAU, o.c., Ibd. (30)Proton significa en griego lo primero. Es decir, es un au- tntico comienzo de nuestra historia, aunque solamente la primera parte, el fundamento, el substractum, sin el cual nuestra Historia sera ininteligible. (31)Cfr. nuestro trabajo sobre El humanismo helnico. (32)Cfr. nuestro trabajo sobre El humanismo semita. (33)Historia de la Cultura, FCE, Mxico, 1941, p. 260. (34)El discurso de Sr. FELIPE HERRERA, Aspectos polticos y econmicos de la integracin de Amrica latina, publica- do por el Banco interamericano de desarrollo, el 12 de ju- nio de 1962: ...As podemos sealar hoy como realizacio- nes de significacin en este camino de afirmacin del concepto regional: la creacin del Banco Interamericano; el establecimiento de los esquemas de la ALALC y del Mercado Comn Centro Americano; la adopcin de un nuevo tipo de poltica interamericano, en materia de re- laciones econmicas cuya expresin est contenida en la Carta de Punta del Este, y el afianzamiento creciente del concepto multilateral que alcanza su ms definida vi- gencia en los acuerdos de Alta Gracia sostenidos luego solidariamente por los representantes de toda Amrica Latina..." (pp. 9-10). Es interesante anotar que en las conclusiones dice: "Amrica latina avanza en su camino hacia la integracin... El gran impulso hacia la integra- cin tiene qu sustentarse en la opinin pblica latino- americana. Y ella tiene que ser estimulada y orientada por un movimiento ideolgico de vasto alcance. La Uni- versidad Latinoamericana debe formar no slo los profe- sionales y los tcnicos que "han de realizar la obra de" la integracin sino los idelogos, los socilogos y los pol- ticos que nutran al proceso econmico y social del esp- ritu que la gran empresa de la integracin requiere..." (pp. 23-24). (35)Cfr. JOHANNES BRONDSTED. Norsemen In North Ame- rica before Columbus, en el Annual Report (1953) del Smithsonian Institution; Washington, 1954, pp. 367-405.

    55

  • (36)Ibid. (37)Cfr. Infra los trabajos de O'Gormann. (38)Esto ser el objeto de los trabajos de una posible SEMA- NA futura. (39)Archivo del Escorial primer folio del manuscrito del Con- cilio III de Lima catalogado bajo la numeracin: d-IV-8. (40)Cfr. VICENTE DE SIERRA, El sentido misional de la con- quista de Amrica, Cons, de Hisp., Madrid, 1944. (41)Voyage aux rgions quinoxiales de nouveau continent, Paris, 1804, I, p. 594. (42)Bases, Buenos Aires, 1948, p. 147. (43)Vase nuestro trabajo, Hiptesis para una historia de la Iglesia en Amrica Latina, donde ejemplificamos esta rup- tura. (44)La oposicin ya irreconciliable entre la URSS y la China Popular es perfectamente comprensible desde este punto de vista: mientras Rusia comienza a establecer un sis- tema socialista de todo el pueblo reemplazando as la dictadura del proletariado para pasar a un sistema don- de el consumo tiene mayor importancia, la China po- pular permanece en la lnea de la dictadura del proleta- riado, en la primaca de la austeridad y la produccin. (45)Esto lo ha pretendido tanto la evolucin mexicana como el Aprismo peruano, fracasando por diferentes razones. Cuba en cambio ha pretendido imponer por primera vez la "dictadura del proletariado" segn la ortodoxia pura del comunismo, la que, logrando muchos xitos en un primer momento, se enfrenta ahora con las dificultades propias de una solucin extranjerizante y de difcil continuidad. (46)Entre los elementos esenciales a inculcar en la educacin es la de un sano internacionalismo regional latinoameri- cano, para superar el nacionalismo particularista. Es evi- dente que la lucha para realizar la liberacin nacional del imperialismo econmico internacional es un ele- mento necesario para la nueva constitucin latinoamerica- na; pero dicha liberacin nacional es imposible sin la in- tegracin simultnea y progresiva de Amrica Latina. (47)PIERRE TEILHARD DE CHARDIN, Le Phnomne humain, Seuil, aris, 1955, p. 344. (48)Que se opone a la "subconciencia", al ber Ich de Freud, es decir, el campo de la atencin en vigilia. (49)MAURICE MERLEAU-PONTY, en su Phnomnologie de la perception, Gallimard, Paris, 1945, pp. 481 ss., muestra bien la importancia del fenmeno tiempo para la consti-

    56

  • tucin de la conciencia en general. Vase igualmente E. Husserl, Vorlesungen zur Phnomenologie, des Inneren ed Zeitbewusstsein, en Phil, und Phnom. Forschung, IX (1928) p. 22; Heidegger, Sein und Zeit, toda la segunda seccin, pp. 231 ss., en especial el capitulo sobre Zeitli- chkeit und Geschichtlichkeit (p. 372 ss.). (50)DILTEHY insistir una y otra vez sobre la doble propiedad de la conciencia: "Verschiedene Personen sind in jedem von uns, das Familienglied, der Berufgenosse; wir finden uns im Zussammenhang sittlicher Verflichtungen, in einer Rechtsordung, in einem Zweckzusammenhang des lebens, der auf Befriedigung gerichtet ist: nur in der Selbstbesin- nung finden wir die lebenseinheit und ihre Kontinuitt in uns, welche alle diese Beziehungen trgt und halt. So hat auch die menschliche Gesellschaft ihr leben in der Her- vorbringung und Gestaltung, Besonderung un Verknpfung dieser dauernden Tatbestnde, ohne dass sie oder eines der sie mittragenden Individuen darun ein Bewusstsein von dem Zusammenhang derselben bessse" (Einleitung in die Geisteswissenschften, I, XIV; en Gesammelte Schrif- ten, I, p. 87). Es as como Hegel comprendi su Weltges- chichte Historia Universal, como todo lo acaecido en la unidad de la Conciencia humana, del Espritu (cfr. Vor- lesungen ber die Philosophie der Geschichte, Reclam, Stuttgart, 1961; HEIDEGGER, o.c., pp. 387). (51)Cfr. DE WAELHENS, o.c., captulo sobre la Intersubjecti- vit; MAURICE NEDONCELLE, La rciprocit des cons- ciences, Montaigne-Aubier, Paris, 1941; JEAN PAUL SARTRE,