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2 REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA UNIVERSIDAD DE CARABOBO ÁREA DE ESTUDIOS DE POSTGRADO MAESTRÍA EN HISTORIA DE VENEZUELA GOLPES DE ESTADO, ALZAMIENTOS E INSURRECCIONES MILITARES Y CIVILES COMO FORMAS DE VIOLENCIA POLÍTICA EN LA HISTORIA VENEZOLANA DE 1958 A 1998. Autor: Pavel José Oropeza Sánchez Tutor: Dr. José Napoleón Oropeza

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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD DE CARABOBO

ÁREA DE ESTUDIOS DE POSTGRADO

MAESTRÍA EN HISTORIA DE VENEZUELA

GOLPES DE ESTADO, ALZAMIENTOS E INSURRECCIONES MILITARES

Y CIVILES COMO FORMAS DE VIOLENCIA POLÍTICA

EN LA HISTORIA VENEZOLANA DE 1958 A 1998.

Autor: Pavel José Oropeza Sánchez

Tutor: Dr. José Napoleón Oropeza

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Introducción

El presente proyecto de investigación aborda el análisis del proceso histórico

social, que se generó el 23 de enero de 1958, tras la caída del último dictador del siglo

XX venezolano, Marcos Evangelista Pérez Jiménez.

El proceso político que comenzó en 1959 con las primeras elecciones

democráticas que llevaron a la presidencia de la República de Venezuela al Sr.

Rómulo Betancourt, quien, para algunos historiadores, fue y ha sido el presidente más

combatido en la era democrática, ha decaído a lo largo de estas cuatro décadas. Desde

esta perspectiva, intentaremos analizar el proceso ideológico que se generó, en nuestro

país tras el triunfo de la Revolución Cubana, en aquellos años en que las ideas

prevalecían sobre los hechos, como una consecuencia natural de la supremacía de lo

ideológico ante la acción.

Fuera de los cuarteles, el descontento se evidenciaba. Pero dentro de ellos

empezaba a gestarse un movimiento político que pronto intentaría tomar el poder, a

sangre y fuego; se dan los movimientos militares de El Barcelonazo; El Carupanazo y

El Porteñazo, como los más emblemáticos dentro de la era democrática. Igualmente,

los partidos que preconizaban la insurrección intentaron emular al ejército de Fidel

Castro, dando nacimiento a las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (F.A.L.N).

Las cuales no podrán tomar el poder por la vía de la insurgencia armada, pero crearán

malestar y desasosiego dentro de las Fuerzas Armadas Nacionales.

Los años transcurren dentro del proceso económico venezolano, y su futuro se

volverá a ennegrecer con la entrada al poder del señor Carlos Andrés Pérez, en 1988

(Segundo Período).

Pero los “éxitos” macroeconómicos seguían sin dejarse sentir en la calle y el

descontento era general. De modo que, lo que más llamaba la atención es que,

teniendo tanto paño donde cortar, los insurrectos del 04 de febrero de 1992 no

hubiesen hecho ni siquiera el intento de presentar un programa de reivindicaciones

civiles para justificar su acción militar.

¿Se trataba de una intentona castrense, sin importancia y sobre todo sin

futuro?, ¿Había razones de las puramente militares, para un estallido? La pregunta

fundamental que la inmensa mayoría de los venezolanos se hizo, desde el primer

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momento, fue: ¿Cuál sería la reacción popular? ¿Actuaría el pueblo como sucedió el

07 de septiembre de 1958, lanzándose al asalto de un cuartel con las manos desnudas

para defender a la recién conquistada Democracia?, ¿O por el contrario reeditaría un

“CARACAZO” para apoyar a quienes intentaban derrocar a un gobierno que, según

las encuestas, detestaba mayoritariamente?

La primera reacción de la dirigencia de los partidos fue cerrar filas en

torno a la defensa de la Democracia, amenazada por el viejo fantasma del Golpe de

Estado, que se creía enterrado desde hacía treinta años. En este trabajo de

investigación, nos planteamos analizar los Golpes de Estado, Alzamientos e

Insurrecciones Militares y Civiles como forma de Violencia Política en la Historia de

Venezuela desde 1958 a 1998.

Desde esta perspectiva, resulta imperativo analizar el papel histórico de la lucha

armada en la vida nacional, durante la década de los años sesenta.

Igualmente, conocer las razones históricas que condujeron al fracaso de la

lucha armada en Venezuela. Y es fundamental en nuestra investigación analizar las

razones históricas que produjeron los alzamientos militares, durante el período

democrático de Rómulo Betancourt. En este estudio, se intentó ubicar y determinar las

razones históricas que condujeron al fracaso de los golpes de Estado e Insurrecciones

militares en Venezuela, durante el período histórico 1958 a 1998. Es deber del

investigador señalar e investigar las respuestas del Estado como consecuencia de la

violencia insurreccional y militar, durante el período 1958-1998. Estas son las

premisas que van a centrar; a esta investigación.

Metodológicamente, la reconstrucción historiográfica se efectuará,

fundamentalmente, a partir del análisis crítico de las fuentes documentales, enlazando,

estos elementos teóricos; con los diferentes contextos históricos, los cuales, de forma

elemental, se basarán en la investigación bibliográfica existente.

Por estas razones, el trabajo podría ser considerado como una Investigación

Histórica de tipo documental, siendo este tipo de investigación, el más acorde en la

definición y explicación de los objetivos aquí planteados.

La investigación ha sido concebida en seis capítulos, más lo relativo a las

conclusiones. En el primer y segundo capítulo se abordarán, las consideraciones

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generales en base al tema desarrollado, estableciendo especial referencia a las

insurrecciones militares y civiles. Estos eventos se vincularán a los hechos y procesos

políticos e históricos de la actualidad.

Se centrará en el estudio y a los análisis de todos los movimientos de carácter

insurreccional, por parte de los partidos políticos en la clandestinidad, ocurridos

durante el inicio de la era democrática. El capítulo tres, se va a fundamentar en la

violencia política de los años sesenta, junto a lo concerniente al proceso de formación

de la Fuerza Armada Nacional, dentro del ámbito político nacional, fundamentándose

en los conceptos emitidos por Samuel Hungtinton, quien; realiza un análisis, en base al

rol de los militares y su papel en el desarrollo del sistema político, y como este último

ha pretendido un supuesto control por parte de los civiles (hacia las fuerzas

castrenses), que dirigen al Estado Venezolano y el capítulo cuatro, respectivamente;

corresponderá a los movimientos insurgentes contra el Sistema Democrático durante el

gobierno de Rómulo Betancourt, el papel del grupo Guerrillero “Bandera Roja”. El

capítulo quinto, se concentra en la llamada insurrección armada, como guerra de baja

intensidad, el capítulo sexto el análisis de las decadas setenta y ochenta, y por último

la intentona golpista de 04 de febrero, hasta concluir con la victoria electoral del actual

presidente Tcnel (Ej) Hugo Rafael Chávez Frías. Por último se le dedicará a las

conclusiones pertinentes al estudio aquí planteado.

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Capítulo I.-

Los hechos violentos acaecidos en el marco del proceso socio-político

generado en la madrugada del 23 de enero de 1958 hasta nuestros días, tales como: El

Barcelonazo, El Carupanazo, y el Porteñazo, entre otros, han transformado y

contribuido a desarrollar y renovar, estructuralmente, al Estado venezolano,

conjuntamente con la sociedad venezolana en general. Igualmente, se podría indicar

que la reestructuración del país nacional, a través de la aplicación de una carta magna

de carácter progresista, que en los actuales momentos se plantea desde el gobierno

de Hugo Chávez Frías. Ella constituye el resultado directo de estos hechos, tras el

estudio histórico de las causas y consecuencias que han generado estos eventos en la

manera de comprender y vivir el hecho político del hombre venezolano actual.

Dentro de este contexto se delimitarán los lineamientos del diseño del presente

proyecto. Según el criterio de Luis España, expuesto en su obra, “Las Razones del

Venezolano”, en el cual, se reconoce que la situación es compleja y se escapa de los

límites del discurso regular de política. Se trata de un problema nacional, cuyas raíces

son complejas para el análisis. Ernesto “CHE” Guevara; lo diría más icásticamente al

afirmar que “El camino de la liberación nacional en América Latina es el camino de la

violencia, necesaria para la casi totalidad de los países latinoamericanos”, (texto

tomado de VALSALICE LUIGI: Guerrilla y Política. Editorial Pleamar. Buenos

Aires. Argentina, 1973). Con esta afirmación genérica del CHE Guevara, el líder

carismático de la revolución cubana, se deberá enfrentar el Estado venezolano a partir

del año 1962, en la prueba táctica y político social de mayor envergadura que la

modernidad haya impuesto como fenómeno social.

En este sentido nadie se propone resolver directamente el problema de la

violencia, fenómeno digno de analizar desde distintas ópticas. En los últimos años

hemos sido testigos de los sucesos del 27 de Febrero de 1989, conocido como “El

Caracazo”. Luego, el crecimiento desmedido de la inseguridad y de la violencia

delictiva, el aumento de la pobreza y la desigualdad, la conflictividad sociopolítica, las

protestas semanales irracionalmente violentas, la violación de los derechos humanos

(El Amparo, los cadáveres del sector de La Peste, la represión policial), sólo por

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nombrar algunos hechos que han generado y afianzado un clima de violencia en el

país.

Posteriormente, la madrugada del 04 de Febrero de 1992, con el intento de

golpe de Estado liderado por Hugo Chávez Frías, queda al descubierto la inestabilidad

del régimen político imperante. Se despierta con ello el uso cotidiano de la fuerza para

“resolver” los asuntos públicos, todo lo cual generó la permanente intranquilidad de

tener la certeza de que aún, lo peor no ha pasado.

Angela Zago, en su libro “La Rebelión de los Ángeles”, afirma: “Los

comentarios políticos que a partir del 04 de febrero se hicieron a través de los medios

audiovisuales –y en algunos casos de la prensa escrita- acerca de lo que es un militar,

deben haber molestado profundamente a estos profesionales”. Mientras que la opinión

pública manifestaba una sorprendente solidaridad hacia los militares rebeldes que se

alzaron el 4 de febrero, la mayoría de los dirigentes políticos y algunos intelectuales

pegaron el grito al cielo: “había llegado el lobo y caperucita comenzó a chillar

histérica.” (Angela Zago pp 46).

En los últimos cuarenta años, el Estado venezolano, ha sufrido fuertes

enfrentamientos, algunos de carácter ideológico, como los hechos de la década de los

años sesenta, donde el comunismo era la panacea, dentro de los jóvenes cimarrones de

aquella época. Con el transcurrir de los años, la lucha se hizo más sencilla, y sin tintes

políticos. El Estado se adapta rápidamente, a esta forma de violencia, generando una

respuesta, que fácilmente se le podría comparar con las políticas STALINISTAS, el

boato y la corrupción han socavado el sistema, y la sociedad generó una respuesta

rápida frente a este mal, el sentimiento de repulsión del Estado corrupto y corruptor

que han llevado a hombres al poder, con el sentimiento muy arraigado de querer

desaparecerlo.

Tras el intento de golpe de Estado del año 1992, se generó un clima de

discusiones: El Presidente llamó a los notables, encabezados, por Arturo Uslar Pietri.

Luego, sé habló de la necesidad de una convocatoria a la Asamblea Constituyente.

La ebullición política aparentemente encontró en el gobierno de Caldera un

momento de paz, mientras avanzaba la sombra de un gobierno aparentemente

pacificador e inerte, la figura de Hugo Rafael Chávez Frías, quien pasaría, desde 1992,

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hasta un año antes de tomar el poder por la vía electoral, retomando las banderas que

habían quedado olvidadas desde los tiempos de “El Caracazo”.

Hugo Chávez Frías gana las elecciones en 1998. Y convoca a la Asamblea

Nacional Constituyente. En tres meses tendría lista una Constitución que sería tomada

como una panacea a través de la cual se solventarían, según sus redactores, las

necesidades más perentorias de la población venezolana y se dará forma a un Estado

“moderno y contemporáneo”.

Por más de tres décadas, la democracia venezolana funcionó con éxito,

sobresaliendo, junto con Colombia y Costa Rica, en un contexto latinoamericano

signado por la recurrencia de gobiernos dictatoriales. No obstante, a partir de 1989, el

país se había sumergido en una severa crisis, que sembró dudas acerca del llamado

“Excepcionalismo” venezolano. En la actualidad han resurgido viejas inquietudes

acerca de las condiciones y posibilidades de funcionamiento del orden democrático del

país. Nos podríamos preguntar ¿Cuáles son los determinantes de la crisis del sistema

político venezolano? ¿Qué lecciones se pueden extraer de los logros y deficiencias de

los cuarenta años del régimen democrático en el país? ¿Qué perspectivas de corto y

mediano plazo se le plantean al sistema político venezolano?

Partiendo de estos elementos, la investigación está orientada bajo los

elementos de la historiografía, apegados a las concepciones de los métodos de

investigación social, en aras de dilucidar las consecuencias políticas que ciertos

eventos históricos habían desarrollado en Venezuela, tales como: El Porteñazo, Las

Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, conocidas como las F.A.L.N, el mismo

derrocamiento del último dictador venezolano del siglo XX, así como la influencia del

triunfo de la Revolución Cubana, bajo las órdenes de Fidel Castro y sus insurgentes.

Todos estos eventos que, ideológicamente, influyeron positivamente en la mente de

los jóvenes venezolanos y del mundo entero, en una década llena de ideales y sueños

de libertad.

Por otra parte se abordó el final de la era guerrillera, la pacificación por parte

de congresantes y mandatarios de la época: ¿cuál fue su aporte a la formación de la

idiosincrasia y la mente política del venezolano moderno, que desde sus curules

parlamentarios siempre han deseado la Revolución?. Se abordará igualmente la

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debacle económica del gobierno de Luis Herrera Campíns y su Viernes Negro; el

segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez y los golpes de Estado del año 1992.

Al final de nuestro análisis, se podrán responder y analizar los objetivos que

dieron forma y fin a esta investigación e indicar, los resultados positivos que los

mismos pueden dar a la sociedad cambiante de la nación, en las postrimerías del siglo

XXI. Los paradigmas se han desarrollado y cambiado siempre en búsqueda del futuro

para el nacional actual

En este sentido, la investigación contribuirá con una bibliografía que aportará

un nuevo elemento de análisis de un fenómeno contemporáneo que atañe a todos: La

violencia política como generadora de cambios.

Por otra parte esta contribución bibliográfica podrá ser motivo de consulta

para otros investigadores que encuentren, en sus páginas, ecos de un problema

comunitario y nacional que nos atañe a todos los venezolanos del presente.

Los ajustes teóricos y metodológicos, por otra parte, permitirán hacer cortes en

torno a los objetivos y fines que delimitan a este diseño, permitiendo ceñirse al

objetivo de análisis fundamental que nos hemos abocado en esta investigación.

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Capítulo II.-

La izquierda jacobina fue influida fuertemente por la teoría de la dependencia,

que postulaba que la totalidad de la economía latinoamericana, tanto en las áreas

urbanas como periféricas, fue integrada al capitalismo mundial, y que la elite

económica, incluida la burguesía, sostenía y defendía al Sistema político, social y

económico imperante. Esta teoría representaba un desafío a la versión comunista

ortodoxa del concepto de las dos etapas de la Revolución del Proletariado (versión

clásica). Es este nuevo paradigma social e ideológico que va a llevar a formar a nuevos

grupos de violencia social (guerrillas), con un nuevo discurso y una nueva ideología,

que, hoy en día, persiste en toda la América Latina.

Como suele ocurrir en tiempos de decisión, en este momento todas las

posibilidades permanecen abiertas. El mapa político luce impregnado de

incertidumbre.

En las actuales circunstancias parecen visualizarse cinco imágenes de futuro

para el corto plazo, cada una con su respectivo grado de viabilidad y probabilidad”.

Así nos ilustra Manuel Caballero en su libro, “La crisis de la Venezuela

Contemporánea” (1998): “La continuación de la situación prevaleciente desde el 4 F,

el éxito de la política de concertación nacional promovida por importantes fuerzas

sociales; la imposición de las tesis de un referéndum popular sobre la reforma a la

Constitución y la permanencia o no de las actuales autoridades ejecutivas, legislativas

y jurisdiccionales; un golpe militar ejecutado por militares de alta graduación con

miras a restablecer “el orden” y “la tranquilidad” de la sociedad venezolana; y un

golpe militar realizado por oficiales de mediana y baja graduación con objetivos

similares a los que aparentemente inspiraron a los cabecillas del 4 de febrero de

1992”.

Siempre, el ideal que propugnan los alzados al sistema democrático, en el

mundo entero señala que su movimiento se basa en el ideal de reestablecer el orden

alterado. Recordemos el acta constitutiva de la Junta de Gobierno de 1948, igualmente

el 23 de enero de 1958.

El Coronel (EJ), José Machillanda Pinto, en su libro “Poder Político y Poder

Militar en Venezuela; 1958-1986” (1986) Pág. 87 nos señala: “La situación político-

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social después del derrocamiento del General Marcos Pérez Jiménez, en Venezuela,

es de enfrentamiento, de disturbios y de insurrección. Manifestaciones de numerosos

desempleados y una agitación estudiantil permanente, sirven de fermento

revolucionario a la caída del régimen dictatorial”.

La separación del gobierno, del Partido Unión Republicana Democrática,

después de la Conferencia de San José de Costa Rica, ocurrida el 11 de noviembre de

1961, remata el cuadro de inestabilidad, conflicto y enfrentamiento en toda la

sociedad.

Domingo Irwin en su texto “Relaciones Civiles-Militares en el Siglo XX”, Pág.

103 (2000), advierte que:”El Pacto de Punto Fijo, la Constitución de 1961 y el

fracaso del rosario de golpes militares, hasta el llamado Porteñazo, garantizan el

triunfo de la tesis del capitalismo de estado”.

Los movimientos subterráneos insurrecciónales de naturaleza militar, o cívico-

militar, se fortalecen durante la década de los años ochenta. Las organizadas logias

militares se manifestarán abruptamente en 1992, en dos frustrados golpes de Estado.

Con cada conspiración militar que fracasa, o bien que es develada y se frustra,

se logra avanzar en el proceso institucionalizador. Es, dentro de la oficialidad militar,

el fracaso recurrente de la tendencia pretoriana y el predominio constante de la

tendencia de orientación profesional. Afortunadamente, sobre este período de la

realidad militar venezolana, se cuenta con el excelente trabajo de compilación

testimonial desarrollado por Agustín Blanco Muñoz (1981-1982), en seis gruesos

volúmenes.

Todos los intentos fracasan. La crónica de estos sucesos, según sus más

importantes protagonistas visibles, los recoge pulcramente Agustín Blanco Muñoz

(1981). Crónica testimonial donde se siguen los detalles de los contactos entre los

sectores radicales de orientación marxista-leninista y sus aliados militares. El aspecto

culminante es la insurrección militar en las instalaciones navales en Puerto Cabello, en

1962, y su sangriento fracaso.

De los defensores militares del gobierno sólo el Contralmirante Ricardo Sosa

Ríos (1979), dejó para las generaciones futuras su visión de los sucesos en un libro

autobiográfico: Mar de Leva. Lo verdaderamente importante del llamado Porteñazo,

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no es la crónica testimonial, el detalle de los sucesos, las veladas delaciones del radical

movimiento.

Lo paradógico de este proceso histórico de 1958 a 1962, radica en que se

evidencia la institucionalidad como superior a la participación política, en el sentido

huntingtoniano de ambos términos. Esto que parece inicialmente contradictorio,

encuentra una fácil explicación al resaltar la auténtica constitucionalidad del régimen,

su legalidad y legitimidad. Como institucionalmente se canaliza la participación

política. Ésta se realiza, vía los partidos políticos, por medios electorales e

institucionales y la violencia contra esta realidad con Potestas, Imperium y Autoritas,

no tiene éxito. En términos huntigtonianos se entra en una realidad política Cívica-

progresista y de ella, teóricamente, se puede avanzar hacia una Cívica-de

participación.

Desde la década de los años sesenta, la institución política venezolana avanza en

el proceso de modernización de sus instituciones, dejando atrás fórmulas visiblemente

anticuadas.

Desde la década que se inicia a partir de 1970, hay un renacer de proyectos

político-militares clandestinos. Los paradógicos acuerdos de los años sesenta entre

civiles de orientación marxista-leninista, opositores a los gobiernos presididos por

Betancourt o Leoni y militares en proceso de politización, tienen una segunda edición,

mejorada, corregida y aumentada. Las llamadas ideas sobre seguridad nacional y

desarrollo socio-económico ganan adeptos, también, dentro del cuerpo de Oficiales

venezolanos, como vía para detener la influencia marxista en las Fuerzas Armadas

Nacionales.

El 23 de Enero de 1958 fue derrocado el General Marcos Evangelista Pérez

Jiménez. Tras este golpe de estado, concluyen casi diez años de férrea dictadura. Para

poder explicar o lograr entender lo que ocurrió, en esta década aciaga, en nuestro país,

debemos analizar el significado de ese 23 de Enero.

En el fondo, acaso se temía que jamás el País lograría sacudirse el yugo de las

tiranías. El derecho a expresar de viva voz el pensamiento, tanto tiempo ignorado por

los regímenes de facto, se manifestó en los medios de comunicación social. Y el

hombre de la calle comprendió que en lo sucesivo se podrían fijar los destinos de la

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nación. Por otra parte, el espíritu castrense tampoco podía olvidar, en un día, el papel

eminentemente protagónico que hasta entonces le había correspondido, incluso desde

los mismos días de la independencia nacional.

Se trataba de un país con nuevas características de la que muchos protagonistas de

la política echaron mano para enmendar rumbos, cada cual en la dirección de su

propio interés. Por muy férreo que fuese el espíritu de la unidad nacional, tan fuerte

disparidad de criterios no podía sino traducirse en un enfrentamiento violento. En el

campo civil, la insurrección es permanente. La guerrilla urbana y las manifestaciones

populares y estudiantiles transforman las calles en campos guerrilleros bajo la

orientación ideológica del marxismo leninismo. Desde otro escenario, en un mitin

multitudinario celebrado en La Habana el 26 de Julio de 1962, conmemorando la fecha

del asalto al cuartel Moncada, Fidel Castro apuesta a que convertirá a la Cordillera de

los Andes en la Sierra Maestra del continente Americano. La tesis de la insurrección

armada sostenida por el Partido Comunista de Venezuela y el Movimiento de

Izquierda Revolucionaria es discutida abiertamente y sus fracciones parlamentarias

hablan del “gobiernito” de Betancourt, haciéndose eco de las arengas de Castro, desde

Cuba.

Durante marzo de 1992, en un encuentro de emergencia que sostuvo el

principal partido de oposición (COPEI) para analizar las causas del fallido intento

“Del 04 de Febrero”, se llegó a la conclusión que un elevado número de oficiales y

soldados, teniendo en cuenta el volumen total de efectivos del ejército que está siendo

sometido a los procesos de la justicia militar a raíz de la insurrección, tuvo

participación en la acción, y resultaban contaminados con las ideologías comunistas

anticristianas.

Casi la totalidad de las fuerzas de lidia del ejército venezolano participaron en el

golpe del 04 de Febrero de 1992. La principal división blindada estacionada en

Valencia. La principal división misilística en la ciudad de Maracaibo. Cosa que no se

veía en ninguna insurrección militar desde el 24 de noviembre de 1948, que fuerzas

militares de tal magnitud se separaran de la línea institucionalista de la Fuerza Armada

Nacional.

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Eso conduce a ir más allá del tema limítrofe como causa del sacudón militar.

De hecho, los oficiales alzados hablaron de la forma cómo se está conduciendo el

proceso histórico.

Por primera vez en la historia de la democracia, la clase media, integrada por los

hijos de obreros y trabajadores, lograron cambiar de status. Alcanzando los sueños de

sus progenitores de bienestar y opulencia, asumieron un rol activo en la discusión

política, de manera cotidiana.

Tal vez una de las más importantes consecuencias de la crisis de 1983 se sitúe en

el terreno psicológico. A partir de entonces los venezolanos han estado habituándose a

la idea de que viven, más allá de una situación y una circunstancia, en una realidad

permanente y también en un país diferente.

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Capítulo III.-

En la historiografía venezolana resulta sumamente interesante que, a pesar de

la importancia histórica de la Violencia en el manejo de la democracia, buena parte del

contenido sobre el tema Violencia se encuentra diluido, con el tema político, en los

textos que tratan sobre la evolución histórica venezolana del siglo XX. De allí surge

parte de la confusión analítica y conceptual. En parte esta situación, resulta un reflejo

fiel de esa fusión militar-civil y político-militar, que se ha venido comentando y

analizando en textos anteriores. Si antes se diferenció entre el caudillo y el dictador,

entre caudillismo y dictadura militar, resulta ahora necesario, avanzar en el proceso de

depuración conceptual, de clarificar términos empleados sin mucho esfuerzo de

precisión analítica en la historiografía venezolana.

El problema básico es el contenido político del término Violencia. Una forma

efectiva de descalificar ante un público culto, de orientación liberal, los gobiernos de

facto que expresan las dictaduras militares iberoamericanas.

El método histórico se afianza en el conocimiento de las distintas etapas de los

objetos en su sucesión cronológica. Para conocer la evolución y desarrollo del objeto o

fenómeno de investigación se hace necesario revelar su historia, las etapas

principales de su desenvolvimiento y las conexiones históricas fundamentales.

Mediante el método histórico se analiza la trayectoria concreta de la teoría, su

condicionamiento a los diferentes períodos de la historia. Los métodos lógicos se

basan en el estudio histórico poniendo de manifiesto la lógica interna de desarrollo, de

su teoría y halla el conocimiento más profundo de esta, de su esencia. Sobre estas

premisas, sometemos el estudio planteado. Así, vemos en las páginas siguientes como

la violencia política, de las últimas décadas en nuestro país ha generado cambios.

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LA VIOLENCIA POLITICA EN LOS AÑOS SESENTA

Por largo tiempo privó en la ciudadanía el ambiente de júbilo que se inició

el día 23 de Enero de 1958, tras la huida del país del dictador Pérez Jiménez.

Venezuela, puede decirse, parecía celebrar la fiesta de la libertad. Era un jolgorio

natural y comprensible. Tenía su explicación en las dictaduras que había soportado el

pueblo. En el fondo, acaso se temía que jamás lograría sacudirse el yugo. El derecho a

expresar de viva voz el pensamiento, tanto tiempo ignorado por los regímenes de

facto, se manifestó en los medios de comunicación social. Y el hombre de la calle

comprendió que en lo sucesivo se podrían fijar los destinos de la Nación.

La convocatoria a elecciones libres, hizo de inmediato la Junta de Gobierno

presidida por el Vicealmirante Wolfang Larrazabal Ugeto, quien fue designado,

apresuradamente, para ocupar tan honroso cargo. Venezuela, casi desconocida hasta

entonces en el concierto de las naciones latinoamericanas de este siglo, pareció

alcanzar la mayoría de edad política y marchar llena de confianza hacia un futuro

promisor.

Pero las diversas opiniones, ideales y ambiciones de la Nación, que el dictador

había logrado mantener amordazadas durante toda una década, se manifestaron

entonces abiertamente. Y ya no fue un sentimiento unitario de oposición a la tiranía el

que se produjo, sino la aparición de una pugna de ideologías de clases claramente

opuestas, dando inicio a una polémica nacional para la cual el país posiblemente no

estaba del todo preparado. Venezuela, en aquel entonces, aparecía como una de las

naciones económicamente más holgadas del continente y el capital privado

internacional, no estaba dispuesto a perder la oportunidad de inversión que se ofrecía.

Pero las ideologías de izquierda también querían hacer oír su voz.

Por otra parte, el espíritu castrense tampoco podía olvidar, en un día, el

papel eminentemente protagónico que hasta entonces le había correspondido, incluso

desde los mismos días de la independencia nacional.

Se trataba de un país con nuevas características del que muchos echaron

mano para trazar rumbos, cada quien perfilando aquellos en la dirección de su propio

interés. Por muy férreo que fuese el espíritu de la unidad nacional, tan fuerte

disparidad de criterios no podía sino traducirse en un enfrentamiento violento.

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Por otra parte, al primer presidente de la nueva era democrática, le

correspondió asumir el mando en que, no lejos de Venezuela, triunfaba y se hacía del

poder la revolución quizá de mayor trascendencia ocurrida, en este siglo, en nuestro

continente: La Revolución Cubana.

La visita a Caracas que a los pocos días realizara el comandante, Dr. Fidel

Castro Ruz, pareció señalar, fehacientemente, que el pueblo se aprestaba a vivir

acontecimientos muy diferentes, en los que no sólo pudiera tomar parte, sino de los

cuales aspiraba, ni más ni menos ser el conductor.

Acción Democrática –ese partido ilegal hasta hacía tan poco- demostró

ser la agrupación política mejor organizada, y su candidato Rómulo Betancourt ganó

las elecciones limpia y abrumadoramente. Recibió el poder constitucional de manos

del entonces soberano Congreso Nacional. Pero el programa que puso en práctica para

gobernar, evidentemente, no satisfizo a todos y, aparte de los sucesivos levantamientos

en armas que debió sofocar con mano de hierro, las mismas escisiones de su propio

partido demostraron claramente que los ciudadanos en Venezuela se encontraban muy

lejos de pensar al unísono.

Y surgieron quienes alentados sin duda por el ejemplo victorioso de los

insurgentes cubanos, optaron, de una vez, por tomar las armas, en su idea de dar a

Venezuela un régimen de gobierno en el cual el pueblo no fuera solamente espectador,

sino también el responsable conductor.

A partir del intento de golpe del General Jesús María Castro León y por

más de un lustro, el país no conocería ya tregua alguna y únicamente vino a disfrutar

de una paz ciudadana una década después. Los rumores circulantes sobre la inminente

posibilidad del alzamiento de tal o cual repartición militar, o una asonada encabezada

por ese ó aquel Coronel o General retirado que, súbitamente, habían regresado al país,

eran continuos. Más de un caraqueño madrugador encendía la radio a primera hora de

la mañana esperando encontrarse con la lectura de alguna proclama de contenido

netamente “revolucionario”, en la cual el nuevo jefe de gobierno daba a conocer sus

directrices generales. Se vivía un clima de gran inseguridad, pues nadie estaba en

capacidad dónde y cuando habría de producirse el próximo atentado con bombas y

quién habría de ser la víctima escogida para la ocasión.

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Estos episodios de terror quizá se resuman en la sangrienta y terrible

aventura terrorista del Paseo de los Próceres, el 24 de Junio de 1960- en la cual perdió

la vida uno de los edecanes del Presidente de la República Don Rómulo Betancourt,

quien debió ser hospitalizado enseguida con quemaduras en las manos-. Los servicios

policiales debieron ser incrementados. Tras la desenfrenada orgía de sangre que había

constituido el ataque por parte del pueblo enardecido a la tenebrosa Seguridad

Nacional de Pérez Jiménez, organismo que sería disuelto. En su lugar, se creó uno

nuevo, pero con otro nombre y nuevo personal: La Dirección General de Policía, o

simplemente DIGEPOL, dependiente del Ministerio de Relaciones Interiores.

Continuamente sus patrullas ululantes “volaban” por las embotelladas

calles y las cada vez más peligrosas autopistas, para acudir al súbito estallido de una

bomba. Todo esto mantenía en zozobra a los inquietos pobladores. Pero la

inexperiencia de sus noveles funcionarios y la gravedad de la situación obligaron al

Ejército a crear su propio y moderno S.I.F.A., que no era otra cosa que el Servicio de

Inteligencia de las Fuerzas Armadas, cuyos métodos coercitivos comenzaron a causar

temor en los medios subversivos.

Pese a su acción, los enfrentamientos continuaban. El temerario, aunque

incruento alzamiento de la Escuela Militar de Conejo Blanco, en la noche del 20 de

Febrero de 1961, encabezado por el Coronel retirado Edito Ramírez y la espectacular y

sangrienta sublevación del cuartel de Infantería

“Pedro María Freites” de Barcelona, Estado Anzoátegui, en la madrugada del

26 de Junio del mismo año, largamente planificada por un grupo de oficiales retirados,

(entre los que figuró el propio ex-comandante general de las Fuerzas Armadas de

Cooperación ó Guardia Nacional, Coronel Oscar Tamayo Suárez), dejó claramente

establecido, por un lado, que en los cuarteles del país no existía un pretendido espíritu

de férrea unidad para deponer al gobierno, y que, por el otro, que este tenía la

intención absoluta de ahogar en sangre toda intentona de subvertir el orden.

Pero, además, se hizo notorio un fenómeno que habría de caracterizar

cada vez más, en lo sucesivo, el matiz político de las actividades insurreccionales, a

comienzos de 1958 dentro de lo que pudiera llamarse tendencia conservadora,

reaccionaria de ultra derecha de la sociedad venezolana. Se produjo lento pero seguro,

Page 18: Alzamientos  mlitares

19

un viraje hacia el campo de la ultra izquierda, alentada, sin duda, por el éxito de la

Revolución Cubana y el surgimiento, en la escena latinoamericana, de un personaje de

gran carisma, como lo fue el Comandante Ernesto “CHE” Guevara.

Al mismo tiempo se observó también otro fenómeno singular que ayudó a

acentuar la virulencia de la sublevación en general y a darle, cada vez más, un tinte

distintivo a la orientación política del partido gubernamental: la lucha vehemente e una

clase campesina desposeída de la tierra. Ello obligó al presidente Betancourt, con

carácter prioritario, la ansiada Ley de Reforma Agraria, lo que condujo, prontamente,

hacia la representación de las ambiciones del capital privado, oscilando así

notoriamente de la izquierda hacia la derecha.

En el año de 1960, el gobierno presidido por Rómulo Betancourt, decide

ilegalizar al Partido Comunista de Venezuela (P.C.V.). En los meses siguientes a la

organización partidista surgida tras la división del partido Acción Democrática: el

M.I.R (Movimiento de Izquierda Revolucionaria). Este partido también fue ilegalizado

por actividades conspirativas. Desde este momento, se abre el camino de la Violencia

que ya se enseñoreaba en los liceos y universidades, convirtiendo a los estudiantes en

carne de cañón.

“Tras cada conspiración militar que fracasa, o bien, que es develada y

se frustra, se logra avanzar en el proceso institucionalizador. Es, dentro de la

oficialidad militar, el fracaso recurrente de la tendencia pretoriana y el predominio

constante de la tendencia de orientación profesional”. Afortunadamente, sobre este

período de la realidad militar venezolana, se cuenta con el excelente trabajo de

compilación testimonial desarrollado por Agustín Blanco Muñoz (1981-1982).

Los movimientos del más ingenuo y bruto pretorianismo fueron relativamente

dominados con facilidad. El Ministro de la Defensa, General Jesús María Castro León,

parecía creer que todavía ese despacho era la antesala de la Presidencia de Venezuela.

Con derrota, exilio y prisión pagó el precio de su ingenuidad política. El Coronel Hugo

Trejo nunca llegó a materializar sus amagos o proyectos conspirativos y se acomoda al

exilio dorado y un rápido retiro. Pero los intentos golpistas continúan.

Unos pocos Oficiales jóvenes de ideas marxistas, dentro de la organización

militar y algunos políticos de orientación marxista-leninista (PCV y algunos líderes de

Page 19: Alzamientos  mlitares

20

URD) y civiles de difícil ubicación ideológica como Manuel Quijada (serán

"progresistas", por denominarles de alguna forma) procuran organizar una acción

militar que ponga fin al gobierno constitucional, republicano y democrático de

Rómulo Betancourt.

Todos los intentos fracasan. La crónica de estos sucesos, según sus más

importantes protagonistas visibles, los recoge pulcramente Agustín Blanco Muñoz

(1981). Crónica testimonial donde se siguen los detalles de los contactos entre los

sectores radicales de orientación marxista-leninista y sus aliados militares. El aspecto

culminante es la insurrección militar en las instalaciones navales en Puerto Cabello, en

1962, y su sangriento fracaso. De los defensores militares del gobierno sólo el

Contralmirante Ricardo Sosa Ríos (1979), que se tenga bibliografíado, dejó para las

generaciones futuras su visión de los sucesos en un libro autobiográfico: Mar de Leva.

“Lo verdaderamente importante del llamado Porteñazo, no es la crónica testimonial,

el detalle de los sucesos, las veladas delaciones del radical movimiento”.

Lo paradójico de este proceso 1958-1962, es que se evidencia la

institucionalidad como superior a la participación política, en el sentido

huntingtoniano (Samuel Huntington) de ambos términos. Esto que parece inicialmente

contradictorio, encuentra una fácil explicación al resaltar la auténtica

constitucionalidad del régimen, su legalidad y legitimidad. Como institucionalmente

se canaliza la participación política. Ésta se realiza, vía los partidos políticos, por

medios electorales e institucionales y la violencia contra esta realidad con Potestas,

Imperium y Autoritas, no tiene éxito. En términos huntigtonianos se entra en una

realidad política Cívica-progresista y de ella, teóricamente, se puede avanzar hacia

una Cívica-de participación.

Las medidas estructurales básicas para vencer a los pretorianos son

ampliamente conocidas. Se sustituye el Estado Mayor General, por el Estado Mayor

Conjunto. Se les da mayor autonomía a las cuatro Fuerzas: Ejército, Armada, Aviación

y Guardia Nacional. Se educa al cuerpo de oficiales en los valores democráticos. Se

mantiene un nivel socioeconómico digno para la oficialidad militar, atendiendo los

niveles de sueldos, servicios médico-odontológicos, facilidades para la adquisición de

vivienda, vehículo, fortalecimiento del sistema de prevención social de las Fuerzas

Page 20: Alzamientos  mlitares

21

Armadas, facilidades recreativas, garantizando un digno sistema de pensiones y

jubilaciones para los Oficiales en condición de retiro.

El Ministro de la Defensa es un Oficial activo que funge de vocero o puente

entre la realidad política gubernamental y la institución militar. Las compras de

nuevos equipos militares, se mantiene dentro de las exigencias y aspiraciones básicas

del sector castrense. Otro tanto se puede decir de la educación militar, se vuelve a las

Escuelas para cada una de las Fuerzas, eliminándose la Escuela Básica de las Fuerzas

Armadas. Pero, fundamentalmente, surge una comunidad de intereses entre el

gobierno de los partidos políticos reformistas y los militares al enfrentarse a un

enemigo común: la guerrilla de orientación marxista-leninista y apoyada

logísticamente desde la Cuba gobernada por Fidel Castro. Esta situación reafirma la

influencia estadounidense, refuerza la tendencia de orientación profesional entre la

oficialidad venezolana y contribuye a neutralizar el protagonismo político a la

oficialidad pretoriana.

Partidos políticos y Fuerzas Armadas redefinen sus áreas de influencia y

competencia, durante 1958-1962. La secular simbiosis de poder entre militares y

civiles venezolanos entra en una fase de reacomodo, mas no desaparece. La tradicional

política militar, encuentra nuevas formas de expresarse, deja de lado su condición

visiblemente protagónica, pero se mantiene como un factor clave de poder. El sector

civil de la sociedad se logra organizar efectivamente en partidos políticos que se dicen

modernos, doctrinales y de masas. Ya no son las pretendidas "luces del gomecismo" ni

los dirigentes de una República de Notables a lo López Contreras y Medina Angarita.

Ahora son organizaciones políticas piramidales, con un alcance y cobertura nacional,

con relaciones influyentes y dominantes dentro del sector obrero organizado y los

gremios profesionales, con vinculaciones con sectores empresariales privados. Dos

partidos políticos se evidencian como dominantes, Acción Democrática (AD) y

COPEI. La dirigencia política de ambos, emerge como la élite política dirigente. Es

ésta la que se entiende con el sector militar, dentro de la muy tradicional y venezolana:

fusión de intereses militar-civil y político-militar.

Page 21: Alzamientos  mlitares

22

MODERNIZACION Y PROFESIONALISMO: SU PECULIAR DINÁMICA

CON RELACION CON EL PRETENDIDO CONTROL CIVIL Y LA

DEMOCRACIA EN VENEZUELA (1960-1980).

Desde la década de los años 60, la institución castrense venezolana avanza en el

proceso de profesionalización militar, dejando atrás fórmulas visiblemente pretorianas.

Pero la tendencia de orientación pretoriana no desaparece, completamente, dentro del

cuerpo de Oficiales venezolanos en esta segunda mitad del siglo XX. Se fortalece sí,

por ahora, hasta donde es posible conocer del tema según la evidencia documental y

testimonial disponible, la tendencia de los Oficiales auténticamente profesionales.

La satanización de la influencia de los partidos políticos con una desmedida

injerencia dentro de la realidad militar, sencillamente, no se adecúa a la evidencia

histórica conocida sobre el medio castrense venezolano. Durante la década de los años

sesenta se desarrolla una nueva versión del secular acuerdo militar-civil y político-

militar venezolano. El protagonismo político visible será ahora de los partidos

políticos AD y COPEI. Pero el sector militar sigue siendo parte integrante y

fundamental del sistema de poder y no precisamente en su totalidad subordinado ante

la élite política-partidista gobernante. La cual, dicho sea de paso, nunca fue tan

monolítica como se pretende en su obediencia hacia el Estado venezolano.

El término profesionalismo militar debe ser aclarado conceptualmente, para ello

se recurrirá a los clásicos planteamientos de autores reconocidos como autoridades en

el mundo académico sobre este tema. Cotejando la información teórica con el caso

concreto venezolano, se propone que el profesionalismo militar, como proceso

histórico, en Venezuela, no presenta evidencias irrebatibles de estar plenamente

consolidado. En consecuencia, el proceso democratizador y el efectivo Control Civil

sobre el sector militar, en el siglo XX venezolano, ni concluye como proceso ni se

materializa efectiva y definitivamente.

Page 22: Alzamientos  mlitares

23

Las Fuerzas Armadas y los inicios de la democracia en Venezuela: de la

dominación a la pretendida subordinación política.

El pretorianismo gobernante venezolano fracasa en su intento por lograr el favor

de las mayorías, durante la década 1948-1958. La corrupción de la dictadura militar

del General Pérez Jiménez, el fortalecimiento de las clases medias urbanas, la nueva

coyuntura hemisférica de finales de la década de los años 50 y, particularmente, el

avance en el proceso de profesionalización de las Fuerzas Armadas, son todos factores

que ayudan a explicar el colapso del gobierno pretoriano, el 23 de enero de 1958.

Contando con el visto bueno del Departamento de Estado estadounidense, se

inicia un proceso de cambios políticos con la intención de lograr una segunda edición,

mejorada y corregida del Trienio. La élite dirigente civil venezolana se fracciona en

dos segmentos enfrentados para inicios de los años 60.

Lo curioso de este divorcio definitivo de intereses políticos, es la confesión de fe

socializante, o mejor dicho, estatizante de los proyectos enfrentados. Ningún sector

político se declara abiertamente partidario del liberalismo económico. Todos parecen

igualmente interesados en avanzar hacia la modernidad, en procura de una mejor

justicia social y una equitativa distribución de la riqueza. La idea recurrente, en el

liderazgo político de esos años, es que el potencial económico del Estado debe

promover el bien común y ser empleado en el desarrollo de la industria nacional y

modernizar el sector agropecuario. La diferencia estriba en que unos son partidarios de

instaurar en Venezuela una dictadura marxista-leninista, mientras los otros aseguran

que se debe llegar al Estado de Bienestar Social o Welfare State, vía el reformismo

pequeño burgués y el capitalismo de estado.

Detrás de los discursos de los líderes civiles de ambos proyectos, se esconde la

ambición de poder con tintes personalistas y el oportunismo. Un clásico ejemplo es la

evolución histórica del partido de Jovito Villalba: URD. Entre ambos sectores se dan

los acuerdos más disímiles buscando fortalecer su posición. Así, los autoproclamados

marxistas-leninistas-progresistas, entran en acuerdos con sectores que favorecen un

regreso hacia formas de gobierno militar. Sus opositores y rivales socialdemócratas o

democristianos, buscan la bendición del Departamento de Estado y gobierno

estadounidense.

Page 23: Alzamientos  mlitares

24

El Pacto de Punto Fijo, la Constitución de 1961 y el fracaso del rosario de

golpes militares, hasta el llamado Porteñazo, garantizan el triunfo de la tesis del

capitalismo de estado, bajo el manto de un Welfare State, o Estado de Bienestar

Social. Las acciones de las guerrillas urbanas y rurales, durante los años 60, por

paradójico que perezca, apuntalan los gobiernos de la naciente democracia venezolana.

El proyecto político civilista de 1945-1948, se cumple exitosamente finalizando

los años 70. Favorecidos por un alza impresionante en los precios internacionales del

petróleo, un peculiar modelo de capitalismo de estado se desarrolla en Venezuela, en

el que las políticas distributivas populistas van de la mano de un capitalismo de estado.

Este a su vez, depende de un alto ingreso estatal producto de las cotizaciones del

petróleo en los mercados internacionales. El maná petrolero distribuido por el estado,

va formando una clase empresarial subordinada y dependiente de los intereses

políticos de los partidos hegemónicos. También, unos sectores profesionales, urbanos

y de provincia, parasitarios económicamente del sector político gobernante.

A partir de la década que se inicia en 1970, hay un renacer de proyectos

político-militares clandestinos. Los paradójicos acuerdos de los años 60, entre civiles

de orientación marxista-leninista, opositores a los gobiernos presidios por Betancourt

o Leoni y militares en proceso de politización, tienen una segunda edición, mejorada,

corregida y aumentada. Las llamadas ideas sobre seguridad nacional y desarrollo

socio-económico, ganan adeptos, también, dentro del cuerpo de Oficiales venezolanos

por estos años.

Los movimientos subterráneos insurreccionales de naturaleza militar o civil y

militar se fortalecen durante la década de los años ochenta. No deja de sorprender al

analista imparcial esta situación, ya que son años en que se avanza sustancialmente en

el proceso de modernización y aparentemente se profundiza en el proceso, lento pero

constante, de profesionalización militar, en la Venezuela del siglo XX. Las

organizadas logias militares se manifestarán violentamente en 1992, en dos frustrados

golpes de estado. Evidenciándose, así, las limitaciones, deformaciones o

particularidades del proceso de profesionalización militar en Venezuela. Resulta, pues,

indispensable, aclarar conceptos claves vinculados con el tema. Tal es el caso del

Page 24: Alzamientos  mlitares

25

llamado profesionalismo militar. Por lo que se abordará de seguidas ese necesario

aspecto teórico.

Sobre el profesionalismo militar y sus implicaciones políticas: conceptos

básicos y fundamentales.

Al estudiar o investigar sobre el profesionalismo militar debemos, leer

detenidamente para abordar este tema los textos de Samuel P. Huntington (1957).

Otro tanto podemos decir del texto del reconocido padre de la sociología militar

estadounidense Morris Janowitz (1960). Igualmente otros tres autores es bueno tener

en mente cuando se aborda este tema: S.E. Finer (1962), Alfred Stepan (1973 y 1988)

y Eric Nordlinger (1977). En su oportunidad, en las páginas siguientes nos referiremos

a sus propuestas.

Huntington argumenta que “el Oficial militar profesional, al igual que el

empresario industrial, es un producto de la sociedad moderna y contemporánea. Que

su aparición se aprecia gradualmente a lo largo del siglo XIX, en los países

industrializados”, y que las principales características del profesionalismo castrense se

pueden sintetizar en:

A) Un sistema competitivo de estudio-evaluaciones, como única vía de

ingreso al cuerpo de oficiales.

B) Entrenamiento académico avanzado en la ciencia y el arte de la

guerra, como preparación indispensable para ocupar posiciones de

Estado Mayor y cargos de comando.

C) Rotación de los Oficiales en cargos de línea y Estado Mayor.

D) Supervisión periódica del cuerpo de Oficiales por sus superiores

inmediatos.

E) Remoción de aquellos Oficiales que no demuestren las cualidades y

destrezas exigidas.

En el desarrollo histórico del Ejército venezolano, desde la primera década

del siglo XIX, existe una definida y minoritaria tendencia de Oficiales militares de

orientación profesional. Siempre minoritaria y subordinada ante los caudillos primero

Page 25: Alzamientos  mlitares

26

y los pretorianos después, pero permanente en la data histórica venezolana. Fue ya

referida en páginas anteriores, como identificada inicialmente en bibliografía y

hemerografía venezolana de los años cuarenta, de manera "empírica", es decir, sin

recurrir a la metódica histórica. Luego Robert L. Gilmore (1964) desarrollará esta

idea.

Gene E. Bigler (1977 y 1982), quien inicia los estudios académicos serios

sobre las relaciones civiles-militares en Venezuela, tiende a desestimar el pasado del

siglo XIX y centra su interés en la evolución reciente de las Fuerzas Armadas

venezolanas y su proceso de modernización y profesionalización en el siglo XX. El

proceso modernizador y de profesionalismo militar pareciera, pues, ser una

experiencia reciente para la realidad militar venezolana. Se ha tratado de corregir esos

errores interpretativos en las páginas anteriores de este escrito, encontrando una

explicación para éstos en lo que señala Irwin G (1988-1999, p. 48):

"El papel protagónico desempeñado por [...] caudillos y

pretorianos, en el devenir histórico venezolano oculta la

existencia del militar-militar, es decir, del oficial de orientación

profesional, de esos [cientos de] egresados de los institutos

educativos militares y de esos valientes que abrazan la carrera

de las armas como una profesión, libres de la condición de

mercenarios y ajenos al personalismo político".

Las consecuencias de lo señalado supra en relación con el denominado, en

términos académicos, como el Control Civil sobre el sector militar es fundamental.

Inicialmente se tendría qué destacar que se entiende por Control Civil. Este no es otra

cosa que la supremacía de los civiles en la gerencia política de la sociedad moderna.

Esto es particularmente importante en las democracias, ya que sin Control Civil sobre

el sector militar no puede existir una auténtica democracia.

Para Huntington, el Control Civil puede lograrse mediante dos tipos ideales

weberianos. Uno es el que llama Subjetivo y el otro el Objetivo. Considera tres

variables para estructurar los tipos ideales ya mencionados: Poder político de los

militares, que podemos llamar nosotros Ppm. Profesionalismo militar, el cual podemos

Page 26: Alzamientos  mlitares

27

nosotros simbolizar como Pfm. Ideología anti o pro militar, las cuales podremos bien

referir como Iam y Ipm.

Sostiene que la combinación histórica de estos tres variables genera cinco

posibles tipos ideales de relaciones civiles-militares. Dos de éstas son de tipo

Subjetivo, con su correspondiente bajo nivel de profesionalismo militar. Tres son de

tipo Objetivo.

Para Huntington, el profesionalismo militar implica la neutralidad política

militante y protagónica del sector militar. Por lo que propone el Control Objetivo

como la fórmula superior para lograr el Control Civil. Lo que supone también que los

ejércitos profesionales aceptan per se el Control Civil.

El argumento sería uno de carácter "circular": si un ejército no acepta el

Control Civil es porque no alcanza un efectivo y auténtico profesionalismo militar, en

caso contrario, si lo hace, es porque adquirió ya un nivel profesional militar.

La diferencia entre pretorianismo y Control Civil es obvia. Si los civiles

gobiernan y ejercen el poder político, el cuerpo de Oficiales militares acepta su

condición subordinada, en lo político, ante las autoridades civiles. La relación entre

pretorianismo y Control Civil es pues dicotómica. Sobre este tema se volverá,

obligadamente, en las próximas páginas.

Se debe, igualmente, resaltar que bajo predominantes condiciones de Control

Subjetivo existe profesionalismo militar, aún cuando por lo ya expuesto, los

mecanismos de Control Civil son fundamentalmente extra-profesionales militares. Es

decir, instituciones sociales y políticas controladoras de la realidad militar, que operan

fuera de esa realidad militar, como el escrutinio de la realidad castrense por parte de

los medios de comunicación social o las actividades legislativas del Parlamento y

supervisoras de la Contraloría General de la República.

En el Control Civil Objetivo, el mecanismo esencial de control político del

sector militar es, paradójicamente, un intenso profesionalismo militar. Es éste, más

que agentes institucionales exógenos a la realidad castrense, lo que asegura la

voluntaria sujeción de los militares a la institucionalidad política.

Por lo recién expuesto, es por lo que según el modelo teórico de Huntington

(quien dicho sea de paso no refiere específicamente al caso venezolano) lo

Page 27: Alzamientos  mlitares

28

característico de sociedades como la de Venezuela, después de 1958 es una ideología

antimilitar, con un poder político militar alto y un profesionalismo militar bajo:

Iam + alto Ppm + bajo Pfm = Control Civil Subjetivo.

Otra alternativa, es la crítica directa a los planteamientos teóricos de este autor.

Es decir, sostener que el argumento de Huntington es un sofisma académico,

intelectual, desvinculado de la realidad concreta. Que su argumentación es

recurrentemente "circular". Sobre este aspecto se avanzará en las siguientes páginas,

pero antes resulta necesario, esbozar algunas de las ideas de Morris Janowitz.

Según el criterio de Janowitz (1960), el profesionalismo militar no es un seguro

de vida para el Control Civil. Dicho en otras palabras, ejércitos profesionales pueden

mutar hacia formas pretorianas y destruir el Control Civil. Sostiene este autor, la

existencia de varios tipos de Oficiales militares profesionales: el líder heroico,

quintaesencia de las tradicionales virtudes castrenses asociadas al valor personal y al

espíritu marcial. El militar administrador viene a ser el resultado del avance

impresionante de la ciencia-arte militar, con conocimientos provenientes del mundo

civil pero dirigido a la visión Lasswelliana del militar como gerente directo de la

violencia legitima del Estado. El militar técnico, como su nombre lo indica, es aquel

que procura incorporar los avances tecnológicos y científicos del mundo civil a la

esfera militar.

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29

Capitulo IV

LAS INSURRECIONES CONTRA BETANCOURT

El gobierno constitucional de Rómulo Betancourt, se inició el 13 de Febrero de

1959, después de su triunfo en las elecciones del mes de Diciembre del año anterior.

Su anterior ejercicio del poder supremo fue encabezado por un motín cuartelario

exitoso. El 4 de Agosto del primer año el presidente Betancourt decretó la primera

suspensión de garantías constitucionales, seguida de otras, el 28/11/60, el 23/01/61 y

el 08/10/62, continuando suspendidas las garantías económicas hasta 1990.

Esa continuada situación de disturbios populares, muchas veces ligados a

conspiraciones militares que no estallaban, fue bautizada con el apelativo de

“POPULARAZO”, para equiparar esa situación casi permanente de descontento

popular de tendencia izquierdizante con los alzamientos militares formales. Casi todos

los alzamientos acaecidos en el gobierno de Betancourt, hablando en el aspecto

netamente militar, están conectados a los programas tácticos de los partidos

ilegalizados como el M.I.R. y el P.C.V.

En muchos de los teatros de operaciones en contra de las insurrecciones

militares, fueron capturados dirigentes reconocidos de estos partidos políticos, en los

hechos antes descritos, Betancourt, desde el primer momento en que llega a la primera

magistratura, es percibido por la Burguesía nacional como el comunistoide antigomez,

pero pronto los manejos del poder, dan clara alusiones a su pretendido gobierno

pronorteamericano, lo cual le permite establecer nexos comerciales con las principales

compañías norteamericanas.

Es así, como un gran sector de la población que observaba con beneplácito la

llegada al poder de Fidel Castro en Cuba; y analizaba sus primeras políticas exigieron

los mismos instrumentos políticos en nuestro país, Betancourt que necesitaba

demostrar su abirraigado anticomunismo; les tienta y ellos se dirigieron hacia la lucha

armada, pensando que era el camino de lograr los cambios que el país requería para

lograr el bienestar general.

Page 29: Alzamientos  mlitares

30

EL BARCELONAZO

El lunes 26 de Junio de 1961, a las tres y media de la mañana, estalla la

insurrección de Barcelona conocida como el “BARCELONAZO”, dirigida por el

Coronel retirado Edito Vivas Ramírez, acompañado del Capitán Tesalio Morillo,

quienes se apoderan con gran facilidad, del cuartel Pedro María Freites de Barcelona.

El Capitán Morillo había servido allí, y gozaba de gran ascendencia sobre sus

oficiales.

De inmediato, fueron sacados de sus camas el gobernador del Estado, Dr.

Rafael Solórzano Bruce, y su Secretario Carlos Canache Mata, trayéndolos detenidos

al cuartel. Así transcurre el día y comienza la respuesta del gobierno, con la Infantería

de Marina. Al día siguiente, fueron detenidos los principales cabecillas; junto a ellos,

caen detenidos, un número de 16 civiles: entre ellos algunos miembros del partido

U.R.D. Partido político siempre dispuesto a vincularse a cualquier hecho que

produjera el derrocamiento de los adecos.

No hubo muertos ni heridos entre los militares. En cambio, los 16 civiles

detenidos murieron miserablemente acribillados a balazos después de haberse rendido

y estar detenidos. Según el Teniente Elonis López Curra, la responsabilidad de ese

asesinato recae sobre el Secretario de gobierno de Estado, Carlos Canache Mata, quien

en un momento de ira había exclamado ¡Mátenlos a todos!.

Es posible que fuese una simple expresión de su iracundia, semejante a la que

llevó a su correligionario David Morales Bello a pedir la pena de muerte en el

Congreso Nacional para los alzados del 4 de Febrero de 1992.

No resulta factible que la soldadesca del cuartel fuera a acatar una orden de un

civil. Este es un aspecto oscuro que quedó en nuestra historia de violencia política.

En el campo civil, la insurrección se torna permanente. La guerrilla urbana y

las manifestaciones populares y estudiantiles transforman las calles en campos

guerrilleros teñidos de Marxismo- Leninismo, alimentados con armas y dinero por

Fidel Castro. En mitin multitudinario celebrado en la Habana el 26 de Julio de 1962

conmemorando la fecha del asalto al cuartel Moncada, Fidel jura que convertirá a la

Cordillera de los Andes en la Sierra Maestra del continente Americano. Asaltos y

robos a bancos, establecimientos mercantiles y jefaturas provinciales proporcionan

Page 30: Alzamientos  mlitares

31

recursos económicos y armas, matizando de terror un régimen de gobierno que solo

alcanzará la pacificación al corromperse y degradarse en el orden moral. Rafael

Caldera en 1969, arroja, un manto de clemencia, y los guerrilleros, hambreados y

visiblemente cansados de las garrapatas, y otros especimenes, se reintegran a la vida

civil.

La tesis de la insurrección armada sostenida por el Partido Comunista de

Venezuela y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria es discutida abiertamente y

sus fracciones parlamentarias hablan del “gobiernito” de Betancourt. En su seno,

Fabricio Ojeda renuncia a su curul parlamentario, para unirse a las guerrillas de El

Charal, donde será detenido. Tiempo después será ajusticiado por la policía del estado

“Digepol” dentro de su celda; en la prensa de la época se señaló que había cometido

suicidio.

Tal es el descaro, que dentro de la asustada burguesía se asegura que esa

anarquía es sostenida por el líder adeco, que en el fondo no ha dejado de ser

comunista, y trata de destruir a la sociedad capitalista. De nada vale exhibirles la

vinculación del régimen que dándole la espalda al pueblo se ata cada vez más a los

intereses extranjeros y al gran capital nacional.

En ese relajo imperante y en la posterior transformación de la anarquía en

corrupción institucionalizada, se perderá, posiblemente para siempre, no solamente el

usufructo de la libertad y democracia, que nació la madrugada del 23 de enero de

1958, sino la oportunidad de transformarse Venezuela en esa gran nación por medio de

los ingentes recursos de que estaba dotada.

No es solamente la habilidad de Rómulo Betancourt lo que salva al régimen.

Su éxito se debe más bien a la falta de unidad de mando y de acción coordinada por

parte de los insurgentes, también podríamos sumar el miedo atroz a una guerra

revolucionaria total, que a futuro si pudiese igualar a otras fuerzas nacionalistas del

mundo, consideradas revolucionarias. El individualismo dispersa la ambición en

sublevaciones aisladas y en actos de terrorismo que aglutinan a los ciudadanos en

torno al gobierno.

Page 31: Alzamientos  mlitares

32

EL CARUPANAZO

El 4 de mayo de 1962 se anuncia la sublevación de Carúpano. El capitán de Corbeta

Jesús Teodoro Molina Villegas, nativo de allí, junto a otros noveles oficiales se ha

apoderado de la ciudad sin disparar un solo tiro, obteniendo la adhesión del Batallón

de Infantes de Marina nº 3 que guarnecía la ciudad. Son solamente 250 hombres en

una guarnición aislada que no tiene ninguna significación estratégica. Pero la euforia e

ingenuo optimismo hacen creer a los alzados que será una chispa que hará explotar

toda la nación. Posiblemente, este sentimiento se repetiría en los alzados de Chavéz;

esta interrogante sólo será respondida cuando los actores principales de esos hechos

históricos, respondan a esa pregunta.

Cuando el gobierno inicia la reconquista, si habrá lucha, pues los civiles

estarán mucho más involucrados que cuando el Barcelonazo. Ya en esos momentos las

luchas se vestían de rojo marxista.

Ahora la insurrección está vinculada más directamente a las organizaciones

partidistas de izquierda., con quienes se han ido identificando los cabecillas.

Douglas Bravo y Germán Lairet, del P.C.V. y del M.I.R., comisarios políticos

de la insurrección, le habían asegurado a Molina Villegas que el pueblo caraqueño

provocaría la insurrección civil, mientras Víctor Hugo Morales, Comandante del

Batallón nº 1 de La Guaira, le informaba que el también estaba listo para alzarse.

“Chuchú” cree ingenuamente en todo ello y sabiendo que Carúpano solo, con su

guarnición de 250 hombres, poco significa militarmente, piensa que una insurrección a

la desesperada, si resiste un poco, forzará la solidaridad de los demás. Pero nada de

eso sucede. Un avión Camberra sobrevuela la ciudad disparando sus ametralladoras y

mata en la calle a una señora. Es la primera víctima de esa pequeña guerra. Le sigue la

de un Subteniente y un Cabo que perecieron al estallarles anticipadamente sendas

granadas antes de lanzarlas. Al siguiente día, las fuerzas del gobierno convergen sobre

la ciudad.

Por el Este, el Batallón Urdaneta procedentes de Güiria y Ciudad Bolivar,

avanzan sin prisa pero sin pausa. Por el Sur procedentes de Maturín y Caripito,

marchan también las tropas de la Guardia Nacional. Por el Oeste el Batallón Mariño nº

9, desde Cumaná, inicia el asalto a la ciudad y un Maestre de la Infantería de Marina,

Page 32: Alzamientos  mlitares

33

pero en el lado insurrecto, que los enfrenta con una ametralladora punto 50, abandona

su puesto de combate y le dice a Molina que el avance es encabezado por una

compañía de su mismo cuerpo y él no puede disparar en contra de sus hermanos. Un

gesto parecido se produce en el bando del gobierno: un oficial le dice a su superior que

él es muy amigo de Molina y pide ser relevado del mando para no combatirlo. Una

agrupación de Artillería procedente de Barcelona ha movilizado sus cañones de 155

milímetros que se preparan a bombardear la ciudad. Los colaboradores civiles actúan

torpemente. Su acción se basó solamente en la detección de algunos militantes de A.D.

y prominentes figuras del gobierno regional, dando discursos en algunas calles que

produjeron que el pueblo se escondiera en sus hogares.

A las siete de la noche del día 6, Molina se dió cuenta que todo estaba perdido

y pidió negociación para deponer las armas. El insurrecto se rindió

incondicionalmente; fue juzgado y condenado; se escapó de la cárcel de Trujillo

sobornando a sus carceleros y se incorporó al frente guerrillero en El Charal, bajo las

órdenes del comandante Juan Vicente Cabezas alias “PABLO”.

En su discurso triunfalista, el presidente Betancourt anuncia la victoria como una

página más de gloria y heroísmo agregado a nuestra historia.

Si analizamos, el alzamiento se observa que los insurrectos siempre esperan el

alzamiento de otras unidades militares. Lo más interesante de todo resultaba el hecho

que los civiles aparecían muy involucrados en el alzamiento pero en calidad de

soldados y no de comandantes. El recelo de los militares hacia los civiles, aunque

fuesen camaradas ideológicos no les permitía dar a los civiles el mando directo del

alzamiento. Los civiles siempre han mostrado conductas anárquicas y ellos se sentían

en contra de ello A futuro, los militares insurgentes, que fueron capturados se

convertirían en los comandantes directos de los frentes guerrilleros

EL PORTEÑAZO

Un mes después, el dos de junio de 1962, después de haber dejado solo a

Molina Villegas, le corresponderá al Capitán de Navío (equivalente a Coronel) Víctor

Hugo Morales experimentar también la amargura del aislamiento y la traición, luego

del frustrado movimiento insurreccional conocido como “El Porteñazo”. Estuvo

Page 33: Alzamientos  mlitares

34

acompañado en el alzamiento en armas del también Capitán de Navío Manuel Ponte

Rodríguez. Las fuerzas navales vuelven a exhibir un espíritu de rebeldía y renovación

ideológica que sin duda no les había sido inculcado por los hermanos Carlos y

Wolfang Larrazabal, sus comandantes naturales de más alta graduación.

Tanto los insurrectos de Carúpano, como ahora los de Puerto Cabello,

aceptaban la preeminencia de Carlos Larrazabal, quien fue Comandante General de la

Marina hasta Febrero de 1962.

Él alentaba sus rebeldías y protestas. Y por ello, cuando preparaban sus

respectivas insurrecciones, confiaba en la solidaridad de quien era su superior, suplía

sus deficiencias y podía garantizarles el triunfo. “Si el Carupanazo hubiera

triunfado -confesó Larrazabal a un periodista- yo hubiera sido uno de los grandes

jefes. Ahí estaba un muchachito, Chuchú Molina que es como hijo mío. El es una

hechura mía, completamente mía.” Su cuñado, el Contralmirante Carlos Sosa Ríos,

en su libro “Mar de Leva”, dice que él le había informado a Betancourt acerca de las

conspiraciones del Jefe de la Armada y el aliento que daba a oficiales descontentos,

por lo cual debía ser encarcelado, pero el presidente le respondió “que el no hacía

mártires de bolsas”.

Carlos Larrazabal estaba resentido por la preeminencia de su hermano Wolfang

y tras el nombramiento de Rómulo Betancourt como Ministro de Defensa al General

de Brigada Antonio Briceño Linares en lugar de su persona, que tenía un grado por

encima de aquél en el escalafón militar. No era precisamente un revolucionario y

esperaba que los altos designios le fuesen otorgados sin arriesgarse mucho. En su libro

“Los Golpes de Estado en Venezuela”, Carlos Capriles Ayala, menciona una frase de

Carlos Larrazabal, ilustrativa de su espíritu cuando afirma: “El día en que yo me

meta en una conspiración, es porque estoy seguro de que la voy a ganar, porque

yo de pistola no tengo un pelo”.

Carlos Larrazabal era compadre del dictador Pérez Jiménez, quien le había

apadrinado su último hijo y nunca quiso conspirar contra él. Betancourt no tomaba en

serio esa actitud y prefirió pasarlo a retiro el mismo día que cumplió el tiempo

reglamentario de 30 años de servicio, el 2 de febrero de 1962.

Page 34: Alzamientos  mlitares

35

Desde las primeras horas de la madrugada del dos de Junio de 1962, las tropas

del Batallón de Infantería de Marina nº 2 habían empezado a tomar posiciones en la

ciudad de Puerto Cabello y a patrullar sus calles. El Capitán de Navío Manuel Ponte

Rodríguez, jefe de la insurrección, había detenido al Capitán de Navío Jesús Carbonell

Izquierdo, jefe de la escuadra Surta en la base naval, y al Capitán de Fragata

Guillermo Ginnari, jefe de la base naval.

A Ponte Rodriguezz le corresponderá el mismo destino del General Jesús

María Castro León: morir prisionero en el cuartel de San Carlos de la ciudad de

Caracas.

Radio Puerto Cabello: tomada por los rebeldes al amanecer, comenzó a

transmitir las consignas revolucionarias, las cuales pusieron en movimiento a las

fuerzas del gobierno designadas para suprimir la insurrección. En conversaciones que

sostuve con personas que vivieron aquellos años violentos, me comentaron que para

ese día las radios valencianas suponían que algo sucedía en el Puerto. Pero por no

tener conocimiento alguno sobre los sucesos, sólo transmitían una y otra vez la

canción “Mi Puerto Cabello”, interpretado por bolerista de América Felipe Pírela.

El Batallón Carabobo, acantonado a la salida de Valencia, por su ubicación

más cercano a la ciudad donde acontecían los hechos ya estaba en alerta, por lo que se

puso en movimiento casi de inmediato. Dos horas más tarde, este batallón ocupaba el

aeropuerto de El Palito, cuando todavía no habían salido de la Base Naval las fuerzas

insurrectas que iban a cumplir su objetivo. De Palo Negro y Maracay, marcharon la

agrupación Salom de artillería y dos compañías de paracaidistas. El presidente delegó

plenos poderes para obtener la sumisión de los rebeldes al coronel Alfredo Monch,

jefe de la cuarta división, quien, secretamente, había sostenido reuniones con los

alzados, pero Betancourt lo colocó al mando de las tropas del gobierno, ganando la

guerra de antemano en el plano psicológico.

El Capitán de Navío Manuel Ponte Rodríguez es el cabecilla de la

insurrección. El ejercía la jefatura de la Segunda Sección del Estado Mayor, y cuando

se produjo el alzamiento de Carúpano, surgieron indicios de su vinculación con ese

movimiento y por ello fue sometido a un consejo de investigación, separándolo de su

cargo. Al recibir el Capitán de Fragata la señal convenida de estar todo listo, penetró

Page 35: Alzamientos  mlitares

36

en la base naval a la 4 de la madrugada y asumió el mando de las operaciones. De

inmediato, fueron liberados y armados unos 60 guerrilleros detenidos en el Castillo

Libertador. La orientación extremista del movimiento se puso de manifiesto con la

participación del diputado Raúl Lugo Rojas del M.I.R. y Teodoro Petkoff de P.C.V.

Los rebeldes tomaron posiciones por la ciudad, que pronto quedó en su poder.

Se atrincheraron en algunos edificios claves a lo largo de la calle Bolívar, que se inicia

en los muelles, y a la entrada de la ciudad, en un callejón denominado “La

Alcantarilla”. Los pisos superiores del hospital del Seguro Social será el sitio desde

donde se combatirá con más ardor. Los enfermos fueron trasladados al piso inferior,

pero muy pocos quedaron en el edificio cuando las tropas leales empezaron a

bombardearlo. Otros centros de resistencia, serán el liceo Miguel Peña, los edificios de

la Mantequera Siván, de Jabón Las Llaves, la Agencia Ford y la Telefónica. En ellos

especialmente lucharán los civiles incorporados a la insurrección, que desde el

domingo 3 de junio actuaron por su cuenta por haber sido aprisionados los cabecillas

militares en forma incruenta.

En los muelles y el edificio de la Aduana, una compañía de la Guardia

Nacional que se ocupaba de los servicios portuarios se mantendrá leal al gobierno. Su

Comandante, el Teniente-Coronel Eusebio Suzzarini, se negó a plegarse al

movimiento, y permanecerá inactivo, como una isla neutral, durante el combate.

Este se avecina cuando las tropas del gobierno se acercan a la ciudad y

comienzan a posicionar las grandes baterías de 155 milímetros.

Entretanto, Radio Puerto Cabello emite, continuamente, discursos y proclamas,

invitando a estudiantes y pueblo a sumarse al “Movimiento de Recuperación

Democrática”. Los secundaban en las calles algunos estudiantes con entusiasmo, pues,

para ellos la democracia no les había aportado nada. (Igual ocurrirá en Febrero de

1992 cuando fracasa el golpe de los Comandantes Francisco Arias Cárdenas y Hugo

Rafael Chávez).

Los alzados esperan y obtienen ventajas de la falta de experiencia guerrera del

Ejército, sobre todo en el enfrentamiento de francotiradores y guerrillas. Ese tipo de

acción para la cual algunos extremistas habían recibido instrucción de expertos

cubanos.

Page 36: Alzamientos  mlitares

37

Por inexperiencia, los jefes creen que no encontrarán resistencia al no

distinguir reductos y avanzan por la calle que conduce a La Alcantarilla. La mayor

parte de las bajas se produjo por ataques sorpresivos de francotiradores. “Si el Coronel

Monch hubiese visto con interés didáctico películas de la II Guerra Mundial, se habría

dado cuenta que los tanques operan muy bien en campo abierto, pero en las ciudades

tienen que barrer los inmuebles si avanzan protegiendo a los infantes, limpiándolos

antes de seguir adelante. Una compañía del Batallón Carabobo penetró en los aledaños

de la ciudad dejando a un lado el cerro Santa Lucía. Los insurrectos los dejaron

avanzar hasta las cercanías del liceo Miguel Peña y abren fuego causándoles grandes

bajas con sus ametralladoras punto cincuenta, ubicadas en sitios estratégicos del

inmueble”.

El Capitán de Fragata Víctor Hugo Morales relata lo sucedido en esa

operación: “A las tres de la tarde, la primera compañía del “Carabobo”, intentó

avanzar por la línea del tren, situación inexplicable ya que estaban a la vista de los

defensores del liceo y la zona fue intensamente batida por sus fuegos. Podríamos

pensar que fue un gesto de valor temerario, o una orden insensata. Lo cierto es que el

pelotón, al mando del Teniente Luis Antonio Rivero Sanoja, marchó en columnas a

ambos lados de la línea. No habían avanzado 50 metros cuando cayó sobre ellos un

infierno de balas”.

Los 23 años de juventud de Luis Antonio Rivero Sanoja se perdieron

lentamente al morir desangrado pues no hubo quien lo rescatara al caer mal herido.

Junto con él murieron otros ocho humildes hijos del pueblo, víctimas de una lucha que

para ellos nada significaba, sino obediencia automática de las órdenes superiores sin

ideales que defender, sin un objetivo justo que conquistar. Se dice que cuando el

Comandante de la compañía le ordenó avanzar por la línea del tren, el Teniente Rivero

Sanoja, discutió con él tratando de hacerle ver que era un suicidio cualquier intento,

pero al ser acusado de tener miedo no vaciló ni un segundo más. Y allí moriría de

mengua, sin poder ser auxiliado por sus compañeros.

Hasta el día siguiente en que la compañía no recibió el refuerzo de un pelotón

de tanques, no hubo refuerzos por allí.

Page 37: Alzamientos  mlitares

38

En La Alcantarilla aconteció lo mismo. Los tanques adelantaban

tranquilamente y cada uno de ellos lleva detrás un pelotón de infantes. Creían expedito

el terreno pues no les disparaban. Pero al pasar el último de los blindados, las

ametralladoras abrieron fuego a sus espaldas y causaron el mayor número de muertos

de todo el combate. Los tanques no podían maniobrar y dar vuelta, porque la calle era

estrecha y lucía llena de cadáveres y heridos de su propio bando. Cuando lo hicieron,

ya los atacantes habían huido y el fuego de los cañones de 75 milímetros se cebaba

indiscriminadamente en los inmuebles que todavía se mantenían ocupados por civiles

inocentes. Ahora que podían avanzar se quedaron inmovilizados. El error táctico de

meter los tanques en esa emboscada había sido señalado al Coronel Monch por un

oficial del “Carabobo”, que había estado luchando en el sector y constató que estaba

bien guarnecido. Pero el Coronel desestimó la advertencia.

Desde el mediodía, la aviación hizo acto de presencia y empezó a bombardear

y ametrallar con vuelo rasante de camberras. Hacia las ocho de la noche el Batallón

Blindado Bravos de Apure, procedente de Maracay, se colocó en posición de ataque

frente a las líneas enemigas. Pero dejó su acción para el día siguiente en la mañana. Se

continuará combatiendo durante todo el Domingo 3 en las calles y edificios de la

ciudad.

En la Base Naval la insurrección había sido derrotada con un final que parecía

sacado de una película. En primer lugar, la parte más operativa de la flota no se plegó

al movimiento. Los destructores “Morán” y “Clemente”, al mando de los Capitanes de

Navío Manuel Rojas y Omar Guevara, se hicieron a la mar, manteniéndose mar

afuera. Desde allí empezaron a bombardear a sus camaradas, sin siquiera tomar en

cuenta que allí permanecían también como prisioneros los oficiales leales. Otro

destructor, el “Flores” se separó del muelle y permaneció neutral fondeándose en la

rada. El “Zulia”, estaba inoperante por reparaciones y aunque sí se sumó y era la nave

con mayor poder de fuego, poco podía hacer, inmovilizado en su muelle. Las demás

unidades eran de menor categoría y casi no actuaron.

Se les ha reprochado a los vencedores el hecho de su conocimiento de que ya

todos los cabecillas habían sido detenidos. Sin embargo, actuaron con una inclemencia

y crueldad innecesaria. Se supuso que había sido como una especie de venganza por

Page 38: Alzamientos  mlitares

39

las bajas infringidas el día anterior y la vergüenza de haber sido derrotadas esas

fuerzas acorazadas por unos fusiles. Pero luego se determinó que había privado un

interés político. El propio presidente Betancourt, secundado por su ministro de la

defensa General Antonio Briceño Linares, ordenó la ejecución rápida y sin clemencia

de la toma de la ciudad, para evitar que su ejemplo pudiera extenderse a otras áreas

donde existía el mismo descontento.

Como resultado, de esta pequeña guerra, tras la inclemente represión del

“Porteñazo”, el gobierno obtuvo pingües beneficios. Estos beneficios dieron como

resultado, que las fuerzas insurgentes perdieran poder dentro del pueblo; Tal vez

podamos indicar que ya el discurso Marxista-Leninista no encontraba eco en el

pueblo. Pero sí en las mentes quejumbrosas de algunos universitarios dispuestos a

seguir combatiendo desde otras trincheras de lucha.

Page 39: Alzamientos  mlitares

40

Parte de Guerra (fuente Ministerio de la Defensa):

Fuerzas leales al Gobierno:

Fuerzas Terrestres:

Unidad: Efectivos / Equipos: Batallón de Infantería Carabobo No.41 615 / Cañones S/R M-40 de 106mm Dos compañías del Batallón de Infantería General en Jefe Juan Carlos Piar No.31

300

Dos compañías del Batallón de Paracaidistas José Leonardo Chirinos (FAV)

300

Una compañía del Batallón de Infantería Girardot

175

Una Batería Mixta del Grupo de Artillería de Campaña Salóm

135 / Obuses remolcados M-1A1Howistzer Pack de 75mm y M-1 Howistzer de105mm.

Una compañía del Batallón de Infantería General en Jefe Simón Bolívar

134

Una compañía del Batallón Blindado Bravos de Apure No.4

116 / 16 tanques ligeros Crusot Loire AMX-13 M51.

Policía Militar +100 Destacamento No.55 (Guardia Nacional) 600 Fuerza Aérea Venezolana: Unidad: Aeronaves: Escuadrón de Bombardeo B-39 BAC Canberra B.2 Escuadrón de Bombardeo B-40 B-25J Mitchell Escuadrón de Caza C-35 F-86F Sabre Escuadrón de Caza C-36 D.H. Vampire Por la Armada Venezolana los destructores ARV Almirante Clemente, ARV General Morán y ARV Zulia (antes de rebelarse) que realizaron bombardeos costeros. Fuerzas Rebeldes: Unidad: Efectivos Batallón de Infantería de Marina Rafael Urdaneta No.2

-1.000

Policía Naval +150 Destructor ARV Zulia La mayoría de la tripulación. Guerrilleros castro-comunistas +50

(Fuente Ministerio de la Defensa)

Page 40: Alzamientos  mlitares

41

“Cada momento silbaban proyectiles en el aire, muy cerca de las cabezas de los que

cruzaban el patio de la ciudad... como a las siete y media escuché al Coronel Monch

que era necesario el auxilio del la Aviación para bombardear el Fortín Solano donde

estaba un nido de ametralladoras que no dejaba avanzar. Al poco llegaron los aviones

y se efectuó el bombardeo con toda precisión, luego vi que marcharon... los tanques

hacia la ciudad con dotación de hombres.

A poco rato se escuchó un ensordecedor eco de disparos con distintos estampidos en

un trayecto como de dos cuadras que hay entre la primera estación de gasolina y la

esquina de la Alcantarilla. A la distancia vi bultos que se movían en el suelo pensé

que eran cuerpos humanos, invité a una ambulancia inmediata y fuimos hasta la

estación de gasolina, donde estaba un hombre de uniforme tendido, me bajé, lo auxilié

espiritualmente. La ambulancia quedó alzándolo y yo partí por el centro de la calle

hacia donde estaba el grueso de los caídos que era justamente la esquina de la

Alcantarilla. Allí yacían creo que nueve soldados tendidos, dos heridos mortalmente y

los demás ya muertos, uno al tocarlo me dijo: “ayúdeme padrecito”. Procuraba

echármelo al hombro de pronto llegó una ráfaga de ametralladora que hizo blanco en

él, me paré y dándole la absolución y expiró. Otro herido me dijo al tocarlo: “dígale a

mi mamá cómo morí”... sobre todos di la absolución y me retiré en busca de

ambulancias pero las ambulancias no se atrevían a avanzar porque el fuego se veía

cerrado. Entonces advertí mis manos y sotana llenas de sangre...desde entonces me

limité a ayudar a las ambulancias y a auxiliar muertos y moribundos...” (Extracto del

testimonio del Monseñor Luis Maria Padilla al Consejo de Guerra).

Page 41: Alzamientos  mlitares

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Capítulo V

LAS GUERRILLAS EN VENEZUELA, Las Fuerzas Armadas de

Liberación Nacional F.A.L.N.

Desde el “Porteñazo”, la protesta contra el orden democrático constituido se

realizará por medio de la guerra de guerrillas, en un estéril sacrificio de vidas jóvenes,

y por la insurrección popular urbana. Esta nueva modalidad produciría más muertos

que todos los habidos en insurrecciones militares y represión dictatorial o democrática

para encontrarnos, al final de ese espinoso camino, en el mismo punto de partida, pero

con problemas de mucha envergadura por resolver.

Extrayendo un resumen de los titulares de la prensa caraqueña durante el año

de 1963, encontramos: asalto al Museo de Bellas Artes y robo de los cuadros de la

exposición “CIEN AÑOS DE PINTURA FRANCESA”. Asalto a la “prefectura de

San Diego de los Altos”. “Asalto a la población de Río Claro, en las vecindades de

Barquisimeto”. “Muertos y heridos en el choque entre la policía y grupos armados en

el 23 de enero y en Lomas de Pro-Patria”. “Clarín” pública largas listas de “detenidos,

de torturados y desaparecidos” su director Miquilena, hoy día ex_coordinador

nacional del M.V.R (movimiento quinta república), denuncia un fusilamiento en

Junquito. “Toma del buque mercante “Anzoategui” después de zarpar de la Guaira”.

“Secuestro del futbolista DiStéfano”. “Asalto a la oficina de Dinner’s Club”. “Asaltos

en Maracay y en Ciudad Bolívar”. “Fuga de Teodoro Petkoff del Hospital Militar”.

“Asalto al Hospital Militar”. “Asalto a las tiendas Adam’s y a la fábrica de pinturas

Dupont”.

“Voladura de un oleoducto en Barcelona”. “Asalto a los talleres de imprenta

donde se edita el material para el consejo supremo electoral”. “Incendio en una

compañía norteamericana de seguros”. “Asaltos a la emisora Crono Radar”. “Luchas

de guerrillas en la sierra de Coro”. “Asalto a la Columbia Pictures”. “Asalto a la Good

Year de Valencia”. “Guerrillas en Portuguesa”. “Disturbios en Valencia”.

“Asalto a la oficina nacional de reclutamiento”. “Voladura de un oleoducto de

Puerto la Cruz”. “Asalto al tren de excursión a “El Encanto” y asesinato de 5 Guardias

Nacionales siendo heridos de gravedad dos mujeres y dos niños”. “Fuga masiva del

Page 42: Alzamientos  mlitares

43

Penal de Trujillo de los implicados en la insurrección de Carúpano”, “otra fuga

masiva del Penal de la Isla de Tacarigua en el Lago de Valencia”.

El caos es total en el país. Nadie se explica como un gobierno puede

sobrellevar tal anarquía y como se sostiene exhibiéndose tan inepto a enfrentarla. Todo

el mundo cree y espera en la inminencia de un golpe de estado, (igual a las

expectativas creadas después del alzamiento del 4 de Febrero de 1992).

Con la llegada a la presidencia del Doctor Rafael Caldera en 1969, se impulsa

en su gobierno la política de la pacificación, con la cual se termina con doce años de

muerte y sangre para nuestra patria sojuzgada por una guerra de ideales. Pero estos

ideales no morirán, se mantendrán latentes y volverán resurgir en la década de los

noventa con el desgobierno de la tecnocracia impuesta por Carlos Andrés Pérez.

¿Fue necesaria la muerte, de tantos jóvenes venezolanos que cayeron por unos

ideales, tal vez falsos, pero en los cuales creyeron y por los que murieron?, ¿ fue la

pobreza extrema de nuestro país, impulsora de esta década de muerte ó fue la mano del

extranjero intromisor en nuestra patria, la culpable de esta década?.

Sólo al final de este trabajo de investigación, podremos responder a estas y

otras interrogantes, simplemente esperar los años, esos años, que ayudan a borrar y

perdonar. Tal vez, el lector, lamenta estos años de muerte y desenfreno, pero llenos de

juventud soñadora que comprendió que la vida de las armas, no es el camino, “POR

AHORA”.

El proceso que se aprecia con nitidez es como una vez dominados los

pretorianos en su iniciales pretensiones políticas post-1958, las acciones de la guerrilla

marxista-leninista, contribuye a fortalecer la posición de la oficialidad de orientación

profesional dentro de la institución militar. Esto opera en tres sentidos:

A) En el primero, hay un enemigo común que procuraba destruir la institución

armada por lo que se fortalece el sprit de corps, reduciendo a un mínimo las tensiones

internas.

B) En el segundo, existe la presencia de un visible y activo militarmente

enemigo exterior (la Cuba de Fidel Castro) que procura destruir las Fuerzas

Page 43: Alzamientos  mlitares

44

Armadas venezolanas, por lo que se reafirma la vinculación con los

estadounidenses dentro del contexto de la guerra fría.

C) Finalmente, crea intereses comunes entre los partidos políticos AD-COPEI

y la oficialidad militar dirigente de las Fuerzas Armadas. Esa comunidad de

intereses resultaría un disparate histórico, más aún académico, identificarla con

el modelo de penetración que propone Nordlinger.

Especie de comisarios políticos nunca, hasta ahora, se han podido identificar

dentro de la institución militar venezolana. El proceso manifiesto resulta en algo

parecido al que sufrió y padeció toda la sociedad criolla, debido a los errores

cometidos por las dos principales organizaciones políticas del país entre las décadas de

los años setenta y ochenta: AD y COPEI. Éstos, dejaron de ver al futuro y

pretendieron, en distintos momentos, llegar a permear toda la sociedad venezolana por

una suerte de metástasis político-partidista.

Esa metástasis se traducía en una situación clientelar, donde el "patrón

partido" tenía "clientes" en todo lo largo y ancho de la geografía nacional y en sus

asociaciones, agrupaciones e instituciones, con la milagrosa excepción de la Iglesia.

Las Fuerzas Armadas fueron afectadas por esta situación, pero nunca alcanzó las

proporciones alarmantes que sí logró en los sindicatos, gremios profesionales,

empresas del estado, universidades e institutos educativos públicos, asociaciones de

vecinos, juntas vecinales, etc.

Era sí una sociedad civil asfixiada por la realidad clientelar, especie de

intelillentzia, apparatich y nomenklatura de los partidos políticos dominantes y

mayoritarios: AD y COPEI. Algunos Oficiales, por méritos castrenses indiscutibles,

afectos a estos dos partidos alcanzaron sustancial influencia en la organización militar,

al llegar a los grados militares de Generales y Almirantes. Consecuencialmente, pasan

a desempeñar importantes cargos en la institución militar. Pero hasta allí.

Insistimos, en la realidad militar venezolana del siglo XX, no encontramos

evidencia sólida de nada que pueda comparar con la presencia de comisarios políticos

o infiltración y adoctrinamiento político, en, las Fuerzas Armadas por activistas adecos

y copeyanos. El adoctrinamiento, la educación castrense venezolana de los años 60 en

adelante, era técnica-militar y constitucionalista.

Page 44: Alzamientos  mlitares

45

El modelo Liberal, según Nordlinger, se apoya en la existencia de élites bien

diferenciadas y con responsabilidades propias. Los militares son ya profesionales o se

encuentran en el proceso de serlo. Son instruidos en los principios de obediencia y

respeto ante las autoridades civiles. Se busca así, despolitizar en la medida de lo

posible al sector castrense, pero respetando las condiciones propias de la institución

militar, como su sprit de corps y su efectiva autonomía en los aspectos estrictamente

militares y profesionales castrenses.

Lo antes señalado, es fundamental entenderlo en su auténtica dimensión

histórica. El avance positivo, durante los años sesenta, en lo que atañe a las relaciones

civiles-militares deviene ciertamente impresionante, comparado con el pasado

inmediato y mediato. Esto se trasluce rigurosamente exacto, a pesar del deformado

carácter del modelo Liberal.

Por primera vez en la historia del siglo XX venezolano, la tradicional

simbiosis entre militares y civiles (esta vez genuinamente gobernantes, o más que en

ningún otro momento de la historia venezolana contemporánea), alcanza un

fundamento efectivo que se expresa, institucionalmente, sin trazos protagónicos y

visiblemente preponderantes de personalismo político. Ese constituye el valor

histórico, del llamado Pacto de Punto Fijo y de la Constitución de 1961 en la

evolución de las áreas de influencia y competencia entre la realidad política civil y el

sector militar.

La llamada insurrección armada: La guerra de baja intensidad en Venezuela

y los acuerdos, entre militares y civiles, de naturaleza política en los años 60, sus

efectos en las relaciones civiles-militares.

Quizás el factor clave para la consolidación de la institucionalidad y la

supremacía de ésta sobre la participación política, en términos Huntingtonianos, en el

caso venezolano de los años 60, fue la dinámica hemisférica vinculada con la guerra

fría. La sociedad venezolana se divide en dos grandes segmentos, donde el más

cohesionado y el que contaba con mayor apoyo internacional logra imponerse.

Son los turbulentos años del gobierno de la Junta de Gobierno, el único

gobierno constitucional presidido por Rómulo Betancourt y luego el presidido por

Page 45: Alzamientos  mlitares

46

Leoni. Parece existir la idea, en algunos de los derrotados protagonistas políticos de

estos sucesos, de minimizar su intensidad e importancia. Las palabras guerra civil no

son empleadas y se prefiere el de la Lucha Armada. De allí el título de varios gruesos

tomos de evidencia testimonial, salvada para la historia por Agustín Blanco Muñoz y

que ya se mencionó en páginas anteriores. Se volverá, obligadamente, sobre esta

fuente.

Para uno de los tres "comandantes" de la izquierda revolucionaria,

entrevistados por Blanco Muñoz (1982, pp.66-67), Lino Martínez, en estos años de la

década de 1960 en Venezuela: ... "no hubo guerra [...] Hubo esporádicos

enfrentamientos armados y hubo débiles intentos de formar un ejército popular que no

culminaron, no cristalizaron". Si bien es cierto que el llamado "ejército popular" nunca

llegó a formarse realmente como tal, guerra sí hubo, guerra irregular, de baja

intensidad, entremezclada con acciones de terrorismo y de violencia física urbana

promovida por las llamadas unidades tácticas de combate (UTC) o guerrillas urbanas.

Los frentes guerrilleros rurales no constituyen una ficción sino una realidad

histórica; el que fracasaran en lograr sus propósitos es otra cuestión. El que fueran

vencidos por las Fuerzas Armadas Nacionales y el que su proyecto político no

cristalizara, trasluce una verdad histórica que no puede rebatirse para el siglo XX

venezolano.

Revisando la evidencia testimonial arriba destacada (Blanco Muñoz, 1981-

82), parece ser posible el distinguir un lapso inicial en el cual se buscaba comprometer

a un sector de las Fuerzas Armadas en un intento golpista, fundamentalmente militar,

pero con apoyo de los sectores civiles radicalizados. Este proceder no era nada nuevo,

era tratar de volver a lo que fue octubre de 1945...

El punto culminante del proceder político-militar arriba señalado, es la

frustrada insurrección militar de algunas unidades de la Armada en Puerto Cabello, en

1962. Suceso conocido en la historiografía venezolana como El Porteñazo. Esta

acción insurgente militar-civil estaba destinada al fracaso, así como antes lo habían

estado acciones de fuerza de inspiración netamente militar, expresión del más rancio

pretorianismo venezolano, como las del General Jesús María Castro León, Ministro de

la Defensa del gobierno provisional que nace en enero de 1958. Ambos movimientos

Page 46: Alzamientos  mlitares

47

miraban al pasado y no al futuro. Surgían momentos de cambio innovador no de

segundas ediciones.

Tanto las frustradas "fusiones" civiles-políticas-militares (Carupanazo o

Porteñazo), así como las fracasadas insurrecciones de Castro León, ilustran sobre la

miopía intelectual de los comprometidos en ambos movimientos. Seguían aferrados a

los tradicionales procedimientos de pasado político venezolano. Era tiempo de

innovaciones creativas, no de seculares soluciones de fuerza con un pronunciado matiz

autoritario.

El Ministro de la Defensa se creía en una posición de poder, prácticamente

antesala de la Presidencia de la República. Ese había sido el caso para Eleazar López

Contreras, Isaías Medina Angarita, Carlos Delgado Chalbaud y Marcos Evangelista

Pérez Jiménez. Desde 1936 hasta 1957, había sido una constante en la realidad política

venezolana. Al no tener éxito en su intento de golpe de estado de mediados de 1958 se

cierra el vaso comunicante de poder pretoriano entre el Ministerio de la Defensa y la

Presidencia de la República. El General Castro León no lo percibió, pero con su acción

fracasada estaba evidenciando un cambio importante en los mecanismos del ejercicio

del poder político en Venezuela.

Al no tener éxito en las los esfuerzos golpistas-insurreccionales, para 1963-

1964 se inicia la llamada Lucha Armada. Se crean Las Fuerzas Armadas de Liberación

Nacional (FALN) y el Frente de Liberación Nacional (FLN) como brazo político-

logístico. Surgen los frentes guerrilleros rurales. Particularmente útil para estudiar este

período, tan escaso de fuentes bibliohemerográficas serias y donde predominan las

evidencias testimoniales de los derrotados políticos y militares, es el libro publicado

por la Dirección de Educación del Ejército para finales de 1980:

Los Cinco De Línea (Apología a los cinco teatros de operaciones que durante

17 años formaron una sólida línea defensiva frente a la subversión, que trató de

imponer al pueblo venezolano una dictadura de tipo marxista-leninista). Es un texto

mimeografiado de 209 páginas, autorizado para ser un manual con fines

instruccionales en las Escuelas del Ejército. Su circulación, pues, ha sido restringida.

Lo interesante del texto arriba señalado es que sus autores son, o eran,

militares activos: Coronel Juan Biaggini Gutiérrez, Mayores Nelson Noriega y

Page 47: Alzamientos  mlitares

48

Roberto Moreán Umánez, Capitán Eduardo Lobo Parra y Teniente Marcos Arleo

Espinoza. Distinguen un lapso de 17 años de actividad subversiva que fraccionan en

varios períodos. Estudiando éstos y la data que presentan para apoyarla, resultan como

evidentes algunos aspectos de interés. Así, inicialmente, se hace posible reducir los

distintos períodos que presentan los autores del análisis a sólo tres: uno de

antecedentes y preparación, otro de desarrollo y crisis, para luego destacar finalmente

el de decadencia y derrota militar. El primero se da entre 1958-1962. El segundo entre

1962-1968. Finalmente, 1968-1970.

Otro aspecto que llama la atención estriba en el hecho de que en enero de

1962 se implementaron, antes del Porteñazo, los primeros esfuerzos guerrilleros

rurales visibles y organizados. También resulta evidente que la derrota del movimiento

guerrillero fue antes política que militar. La militar tomará hasta finales de los años

sesenta. Para quedar reducidos a sólo muy pequeños grupos después de esta década.

Detalles sobre apoyo logístico, material y humano del gobierno cubano de

Fidel Castro al movimiento guerrillero venezolano, es otro de los aspectos interesantes

que surge de la data que ofrece este libro escrito por militares venezolanos para

militares venezolanos. La actividad bélica se prolongará por años debido a este apoyo

foráneo.

Para finales de 1963 fue descubierto por el Ejército, el tercer cargamento de

armas enviadas desde Cuba, en las playas del estado Falcón. Otras ayudas en dinero,

armamento y hombres siguieron a ésta. Una prueba de la participación activa de

nacionales cubanos en las actividades guerrilleras en Venezuela lo hallamos en un

enfrentamiento sostenido por tropas del Batallón de Cazadores Cruz Carrillo, el 17 de

abril de 1968, en Chupulún, Estado Yaracuy. En esa acción pierden la vida 15

guerrilleros, entre ellos cinco individuos de nacionalidad cubana que habían ingresado

en territorio venezolano por las cercanías de Tucacas, en 1966.

Las Fuerzas Armadas venezolanas deben prepararse rápidamente para

enfrentar la amenaza de las guerrillas rurales y urbanas. En las ciudades será

básicamente la actividad policial y de inteligencia la que predomina. Pero en provincia

son las guerrillas rurales y éstas serán enfrentadas, fundamentalmente, por las fuerzas

Page 48: Alzamientos  mlitares

49

terrestres del componente militar venezolano: Ejército, Infantería de Marina y Guardia

Nacional.

Los entrenamientos iniciales se realizaron fuera del país, en la zona

estadounidense del Canal de Panamá. Luego, con asistencia estadounidense, en

Venezuela. Después, el entrenamiento lo efectuarán por instructores militares

venezolanos. El resultado obvio fue la capacitación efectiva de las Fuerzas Armadas

venezolanas para enfrentar al nuevo tipo de enemigo. Pero tan importante como esto

es, aunque los autores de la obra no lo señalen, un avance cierto en el proceso

profesionalizador de las Fuerzas Armadas venezolanas.

Resulta también concluyente, de la data que presenta Los Cinco de Línea, que

la llamada "Insurrección Armada" o "Lucha Armada" fue una guerra. Actividad bélica

que se extendió por casi dos décadas, con numerosos enfrentamientos, emboscadas y

acciones de terrorismo urbano. Fue una guerra de baja intensidad, de guerrillas,

irregular y no convencional. En síntesis, una forma de guerra civil, los sectores

enfrentados eran ambos mayoritariamente venezolanos, la asistencia cubana y

estadounidense nunca fue dominante en ninguno de los sectores venezolanos

enfrentados en esta pugna armada. Una expresión más de las llamadas "guerras de

liberación nacional", dentro del contexto de la Guerra Fría. La primera de tales

prolongados conflictos armados en Venezuela, desde los tiempos de la Revolución

Libertadora (1901-1903), es decir, la segunda del siglo XX venezolano.

Si bien las guerrillas no pudieron evolucionar hasta conformar un "ejército

popular revolucionario". Fue debido a que fueron rápidamente neutralizadas, primero,

en su potencial desarrollo bélico. Más luego, derrotadas política y militarmente. Pero

esto no invalida el hecho cierto, objetivo, documentalmente demostrable, de una

situación peculiar de guerra civil, de una insurrección armada.

En el libro ya mencionado del General Iván Darío Jiménez (1996), se dice

que las guerrillas llegaron a movilizar miles de hombres, claro está considerando todo

el tiempo en que se produjo la actividad guerrillera. Apoyándonos en esta fuente y en

la data que presenta el texto Los Cinco de Línea... Podemos presentar una muy breve

información sobre los llamados frentes guerrilleros:

Page 49: Alzamientos  mlitares

50

A) El José Leonardo Chirinos, dirigido por Douglas Bravo, en la

Sierra de San Luis, estado Falcón. El estado mayor estaba

formado por Elías Manuít, Luben Petkoff, Francisco Prada y

Acosta Bello. Presentó cuatro "destacamentos", con los nombres

de Raúl Hernández, Elpidio Padovani, Luis Díaz y Miguel

Noguera. Llegó a contar con unos 300 miembros y fue

prácticamente desarticulado por una ofensiva coordinada de las

Fuerzas Armadas Nacionales en 1964, aunque se reporta

actividad subversiva de poco monto hasta 1966.

B) El frente Simón Bolívar, que abarcaba los occidentales estados de

Trujillo, Portuguesa, Lara, Guárico, Barinas y el oriental de

Anzoátegui. Fue creado en los inicios de 1962. Jefaturizado por

Argimiro Gabaldón, luego de la muerte de éste se encarga de ese

frente el médico Hernán Cortés Mujica. Las acciones del

comando antiguerrillero de Urica, primero y luego del Teatro de

Operaciones No. 3 (T.O3) prácticamente llevan a la desaparición

de este frente guerrillero para finales de 1968. Llegó a contar con

tres "brigadas", llamadas II urbana, la 21 al mando de Ramón

París Aldana y la 31 responsabilidad de Freddy Carki. También

contaba con cuatro "destacamentos". Su estado mayor lo

conformaban Concepción Alcalá, Chucho Betancourt y Hernán

Cortés Mujica y para 1963 estuvo bajo la jefatura de Tirso Pinto.

C) El frente Ezequiel Zamora, con su epicentro en el cerro El

Bachiller, y bajo responsabilidad del Movimiento de Izquierda

Revolucionaria (MIR, grupo radical disidente de AD), tuvo como

jefes a cuatro dirigentes del MIR, Américo Martín, Soto Rojas,

Paúl del Río y Moisés Moleiro; derrotado por el Ejército para

1964-1966.

D) El frente José Antonio Páez, con gentes provenientes del

sector radicalizado de URD como dirigentes, tal es el caso de

Fabricio Ojeda; otros de sus jefes fueron el ingeniero Juan

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51

Vicente Cabezas y Tirso Pinto; abarcaba territorios de los estados

Portuguesa, Barinas, Mérida y Trujillo. Inicia sus actividades en

febrero-marzo de 1962. Como apéndice de este fundan en los

llanos el que denominaron "frente Ezequiel Zamora", pero que

degeneró en actividades de bandolerismo y abigeato para finales

de los años 60.

E) El frente Manuel Ponte Rodríguez del oriente del país, se

llama inicialmente en honor a un Oficial de la Armada muerto en

la prisión militar del Cuartel San Carlos a inicios de los años 60;

abarca los estados de Anzoátegui, Monagas y Sucre, aunque su

epicentro estará en las zonas montañosas de los estados

Anzoátegui y Monagas. Estuvo jefaturizado por Tomás Alfredo

Maneiro, su estado mayor lo conformaban Luis M. Sanabria,

Lelis Montes, Eusebio Zerpa. Estaba formado por cinco

"destacamentos": el Antonio José de Sucre en el estado

Anzoátegui; el Cuatro de Mayo, el Elio Carrasquero, el Guerra y

Millán, en el estado Monagas y el Tuto Lanz en el estado Sucre.

Entre sus jefes destacaron, durante los años 60, Fleming

Mendoza, Lucas Matheus y Winston Bermúdez. Es el frente

guerrillero que más ha sobrevivido en el tiempo, aunque su

importancia política y militar es mínima.

Lo interesante de esta organización guerrillera estriba en la expresión de una

fusión "civil-militar y política-militar", con vieja data en la realidad histórica

venezolana. Los organizadores y dirigentes de las FALN (Fuerzas Armadas de

Liberación Nacional) resultan ser, fundamentalmente, los militares derrotados en sus

intentos golpistas en Carúpano y Puerto Cabello. La experiencia militar, que,

evidentemente, poseían, se pone al servicio de tratar de vertebrar una supuesta

organización armada revolucionaria de inspiración doctrinal marxista-leninista.

Para cualquier observador imparcial de la época, era fácil predecir una segura

derrota del FALN. Estaban, como algunos de sus compañeros de armas en 1957, igual

Page 51: Alzamientos  mlitares

52

que la mujer del bíblico Lot, mirando hacia atrás, al pasado. Buscando su inspiración

en el siglo XIX venezolano, no en el ya bien entrado siglo XX.

Cualquier posibilidad de cambio político en la Venezuela del siglo XX, tenía

que darse vía la organización militar y no contra ella. Eso era más que evidente para

cualquiera que estudiara con seriedad la evolución política venezolana, desde los

tiempos de Castro y Gómez. Quien contase con el favor de las Fuerzas Armadas

venezolanas podría contar con el poder político, aún cuando este, por fin, no dependía

directamente del sector militar sino de la institucionalidad republicana y democrática.

La dirigencia política venezolana se divide en dos segmentos enfrentados para

inicios de los años 60. Son dos proyectos políticos distintos en sus medios. Pero que

persiguen ambos la creación de una sociedad industrialmente desarrollada y con

justicia social.

Unos se proclaman socialdemócratas o socialcristianos, reformistas,

partidarios del Welfare State, o Estado de Bienestar Social. Los otros, inspirados en las

doctrinas marxistas-leninistas, son partidarios de instaurar una dictadura del

proletariado. Como en el siglo XIX, pero a mediados del siglo XX, no hay solución de

compromiso posible, se recurre a la violencia física, a la guerra civil irregular y de

baja intensidad para dirimir las diferencias políticas. Diferencias que presentaban,

insistimos, un contenido doctrinal, ideológico y "táctico" evidente. Esto último no se

puede afirmar de la llamada Revolución Libertadora de 1901-1903. Tampoco de la

Guerra Larga o Revolución federal de 1859-1863.

La gran diferencia entre los contextos de mediados de los siglos XIX y el XX

venezolano, no son sólo condiciones socio-económicas distintas y las realidades

históricas obviamente diferentes. Estriba, fundamentalmente, en la existencia, para

mediados del siglo XX, de un efectivo Ejército Nacional en proceso de acelerada

profesionalización, que como tal ejerce la gerencia del monopolio directo de la

violencia física y legítima del Estado.

También, existía en la década de los años 60, una situación internacional que

tendía a favorecer a los partidarios del reformismo llamado por sus contrarios

"pequeño burgués", y una realidad política evidentemente legitimada, con un nivel de

institucionalidad política sin precedentes en el devenir de Venezuela. Las semejanzas

Page 52: Alzamientos  mlitares

53

entre ambos momentos, separados por cien años de historia, eran analógicas y las

diferencias abismales.

Un texto útil para entender como repercute en el Poder Legislativo

venezolano, la situación de tensión política y militar que se vivió en los inicios de los

años 60, es el artículo de Hernán Castillo en la revista Politeia (1998). En síntesis, se

puede observar como la mayoría parlamentaria de los partidos AD y COPEI, logran

neutralizar la actividad parlamentaria de la oposición, aquella que había hecho causa

común directa con los sectores que propiciaban la insurrección armada como

alternativa política.

Pero el "precio" que hubo de "pagar", el Congreso fue la poca supervisión de

las finanzas del sector militar. Esto generó vicios que se prolongarán hasta

prácticamente hoy día. También se aprecia una división de funciones que favorece al

profesionalismo militar, en ese momento, pero que repercutirá desfavorablemente en

el futuro mediato. La estructura militar recibe privilegios económicos y de status como

recompensa inmediata en su labor de defender con las armas el sistema democrático,

estos derechos adquiridos serán luego celosamente defendidos y ampliados,

lesionando el necesario Control Civil sobre el sector militar.

Se insiste, en la última idea presentada en el párrafo anterior, ya que es

fundamental para el desarrollo de las relaciones civiles-militares venezolanas

recientes. Producto de actuar contra un enemigo común, se desarrollan vínculos entre

la alta dirigencia de los partidos políticos gobernantes, AD y COPEI, y la alta

oficialidad militar durante la década de los años 60. Estas relaciones crean la falsa

imagen de un sólido Control Civil sobre el estamento militar.

Inicialmente se crea, una comunidad de intereses, en la cual los militares y la

dirigencia política de estas organizaciones obtienen beneficios institucionales mutuos.

Los políticos civiles lograban fortalecer la institucionalidad con la ayuda de los

militares, que reducían a la impotencia a los que pretendían con las armas en la mano

destruir el naciente sistema político. Pero los beneficios para los militares van más allá

de un aumento en los salarios de la joven oficialidad de cerca del 140 %, en términos

reales, durante el lapso 1960-1970, según la data que ofrece Bigler (1982, p. 181). La

situación de fondo es más densa y profunda, tiene raíces históricas y parece que no ha

Page 53: Alzamientos  mlitares

54

sido percibida por los analistas recientes de la evolución de las relaciones civiles-

militares en Venezuela.

La institución militar se asegura una especie de inmunidad en lo relativo a

los aspectos castrenses. El tema de lo militar, para los venezolanos, se convierte en

uno que parece sólo reservado para los hombres de uniforme, libre e inmune ante el

escrutinio del mundo civil, de la sociedad civil, de la opinión pública. Una especie de

contubernio entre la alta oficialidad y algunos selecta, anónima y ágrafa, miembros de

los partidos gobernantes AD y COPEI. Un Control Civil más de forma que de fondo.

¿Quiénes eran los especialistas civiles en temas estratégicos vinculados con la

seguridad y defensa en la Venezuela de ese entonces? ¿Dónde aparecía su obra

escrita? ¿Se conocen los nombres de los especialistas en el tema militar entre los

políticos de AD y COPEI? ¿Fuera del Dr. José Rodríguez Iturbe que otro miembro de

las Comisiones de Defensa del Parlamento tiene publicaciones serias sobre el tema de

seguridad y defensa? El carácter negativo de las respuestas a todas estas interrogantes,

sustenta la idea expresada en el párrafo anterior.

Otro aspecto que llama la atención, descansa en la creciente influencia del

sector militar en los asuntos fronterizos. Una especie de poder de veto,

autoproclamado y aceptado como tal por la dirigencia política, en lo que atañe a

límites y política fronteriza. La rivalidad política, desde los años 70, fraccionó, a

diferencia de los años de la década de los 60, la capacidad de los políticos civiles para

enfrentar monolíticamente al sector militar. Así se frustra el avanzar en el proceso de

Control Civil que se había iniciado desde 1958.

La consecuencia obvia, de lo arriba señalado, fue una evidente independencia

política real del estamento militar. Esta situación ha sido mal interpretada, por algunos

analistas como Schaposnik (1985), como un avanzar en el proceso de un efectivo

control objetivo del sector castrense, lo que califica de democratización de las Fuerzas

Armadas. Otros como Machillanda (1988), peor interpretando el contexto de las

relaciones civiles-militares venezolanas, aprecian un fortalecimiento del control civil

de carácter subjetivo en términos huntingtonianos, con predominio un visible de los

partidos AD y COPEI.

Page 54: Alzamientos  mlitares

55

Lo que sí es cierto es que para asegurar parcialmente el Control Civil sobre el

sector militar venezolano los partidos AD y COPEI, en las personas de sus más altos y

anónimos "estrategas" en temas castrenses, hábil e inteligentemente favorecieron y

sutilmente estimularon las rivalidades inter-fuerzas militares; así como la

independencia administrativa y operativa de cada una de las Fuerzas, aduciendo las

especificidades de cada una de éstas; y, finalmente, las limitaciones de coordinación

racional entre las cuatro Fuerzas dentro del conjunto del Ministerio de la Defensa.

Frutos de estos procederes, que aseguraban en lo inmediato el tiempo que

necesitaban los políticos civiles para fortalecer la neutralidad política del sector militar

y fortalecer en consecuencia el Poder Civil en los años sesenta, surge como evidente el

avance acelerado en el proceso de modernización del aparato militar venezolano. Esa

modernización que, como constante, se ha venido implementando en Venezuela desde

Castro-Gómez, por no referir al "Taita Crespo", con sus altas y bajas, pero que se

presenta como característica del siglo XX venezolano y que sirve como diferencia en

relación al siglo XIX criollo, donde lo militar prevalecía sobre lo civil.

Pareciera, por obvias razones vinculadas con los sistemas de armas que se

emplean en la realidad militar venezolana, que de las cuatro Fuerzas que integraban la

estructura militar, será el Ejército la que presente un menor nivel de progreso

académico comparativo desde los años 70. También fue esta Fuerza, la que llevó la

mayor responsabilidad en la derrota de la guerrilla de inspiración marxista-leninista de

los años de la década virulenta de los años sesenta. Será también la Fuerza de donde

emergerán los Oficiales responsables de los sucesos del frustrado golpe de estado del

cuatro de febrero de 1992, hecho del cual se ofrecerá alguna información, brevemente,

en próximas páginas.

Resulta necesario destacar que en las cuatro Fuerzas unos pocos Oficiales,

seleccionados según las necesidades de cada una de ellas y las demostradas

capacidades de los Oficiales elegidos, son enviados a estudiar carreras universitarias

de Licenciatura y Maestría en instituciones de educación superior en Venezuela y en el

exterior. Otro grupo, también minoritario por obvias razones presupuestarias, son

enviados a efectuar estudios militares en el exterior, como son los cursos de Estado

Mayor. También los cursos del Colegio Interamericano de Defensa, en Washington y

Page 55: Alzamientos  mlitares

56

los que ofrece la llamada Escuela de las Américas, en la infraestructura militar

estadounidense. Así como, otros cursos especiales de carácter militar y estratégico en

distintos países del hemisferio occidental y de Europa.

En teoría los Oficiales más aptos efectúan estos cursos para Oficiales

Superiores; en la práctica, a veces, afloran algunos favoritismos personales. Esta

situación en cambio de nivelar las diferencias académicas entre el Ejército y las demás

Fuerzas, podría tener un efecto más bien contrario, al intensificar las diferencias,

inclusive dentro de la oficialidad del Ejército mismo. Este aspecto parece que ha sido

poco analizado por los especialistas en el tema militar venezolano, o de haber sido ya

estudiado, los resultados no se publican, se mantienen inéditos o restringida su lectura.

En todo caso, sólo se busca presentar el tema, como uno digno para ser desarrollado en

una seria investigación.

El avance en los estudios militares en Venezuela, su constante mejoría y

mejor estructuración, se experimenta casi al mismo tiempo que la derrota de los

subversivos marxistas-leninistas. Pero no se puede dejar de señalar que la actividad

subversiva armada no desaparece totalmente durante los años 70. En esa década se

consolida su derrota militar, pero como organizaciones minúsculas, sin ninguna

influencia significativa en lo político a nivel nacional o regional y hasta local,

sobreviven hasta la década de los años 90. Tres grupos notoriamente existentes para

1992: Bandera Roja, Venceremos y Tercer Camino.

El último grupo de los arriba mencionados es la organización liderada por el

veterano jefe guerrillero Douglas Bravo. Como antecedente inmediato de esta

organización, tenemos al Partido Revolucionario Venezolano (PRV). Minúsculo

partido político que procuraba hacer honor a su nombre. Sobre los fundamentos

doctrinales de este movimiento, resulta útil la lectura de la conferencia dictada por

Bravo en el Instituto Pedagógico de Caracas, la cual fue publicada en la revista de

historia de esa institución: Tiempo y Espacio (No. 6, 1986). Ciertamente una lectura

amena, en el sentido literal y efectivo de la hermenéutica histórica, que ilustra

cabalmente sobre el carácter revolucionario, minoritario y utópico de este partido

político que se dice de orientación marxista.

Page 56: Alzamientos  mlitares

57

Venceremos se proclama como un grupo nacionalista radical y mantiene

nexos de coordinación con Bandera Roja, su fachada visible se denominaba

Desobediencia Popular. Operaba en los estados Táchira, Mérida, Lara, Yaracuy,

Carabobo, Aragua, Miranda y en el Distrito Federal. Su área de influencia parece

concentrarse en los institutos educativos públicos de nivel superior, colegios e

institutos universitarios y las universidades.

Es Bandera Roja la organización más importante y heredera legítima de las

acciones de la guerrilla venezolana de los violentos años 60. Sus "frentes militares"

eran el Américo Silva y el denominado frente occidental. Sus organizaciones políticas

visibles eran el Movimiento por la Democracia Popular y la Unión de Jóvenes

Revolucionarios. Su máximo dirigente es el diputado electo al Congreso Nacional en

los comicios de 1998, Gabriel Puerta Aponte.

Se dice, en los corrillos y cafetines universitarios, en esos comentarios

testimoniales tan difíciles de cotejar documentalmente, que Bandera Roja sufrió una

callada división interna, hace ya un par de años. En este fraccionamiento, el sector más

radical del movimiento (los "duros"), decidieron unir sus esfuerzos al de los grupos

guerrilleros colombianos. Mientras otro sector se interesaba por medios políticos

menos radicales y violentos, como el proceso electoral venezolano.

Esta situación de descalabro y decadencia guerrillero-subversiva, lleva a los

sobrevivientes políticos de estas organizaciones a tratar de fortalecerse en los institutos

públicos de educación superior por un lado, y de intensificar sus esfuerzos para

establecer algunas relaciones con jóvenes Oficiales militares por el otro. La evidencia

testimonial que presenta el libro de Alberto Garrido (1999) sobre lo recién afirmado,

parece como concluyente sobre este aspecto.

Curiosamente la situación arriba descrita coincide con el proceso de

modernización profesional en las Fuerzas Armadas venezolanas. Éste se da dentro de

un contexto, para los militares, de avance y renovación en su sistema de estudios e

infraestructura educativa. Los estudios militares de las Academias y Escuelas para la

formación de Oficiales, son estructurados para impartir un título universitario a nivel

de Licenciatura (década de los años 70). Se crea el Instituto Politécnico de las Fuerzas

Armadas, Iupfan (años setenta), donde se imparten estudios de Licenciatura y años

Page 57: Alzamientos  mlitares

58

después también de Maestría en carreras de ingeniería y gerencia (1970- 1980). Se

crea el Instituto de Altos Estudios de la Defensa Nacional (Iaeden, 1969-1970) como

máxima expresión de los estudios militares en Venezuela. De muy reciente creación

(1999-2000) es el CEMA: Centro de Estudios Militares Avanzados.

También, durante esta década de los años setenta, se pone el ejecútese a una

nueva Ley Orgánica de la Seguridad y Defensa (Lofan, 1976, está será luego

actualizada) y se crean el Consejo Nacional de Seguridad y Defensa (Conasede) y la

Secretaría Permanente de dicho Consejo, llamada Seconacede. En síntesis, durante

estos años la estructura militar se fortalece, moderniza y se avanza en los estudios

militares y estratégicos vinculados con la seguridad y defensa nacional.

Tanto el Iupfan como el Iaeden, admiten personal civil, es decir no militar, en

sus aulas. Esto obedece, especulamos racionalmente, a tres principios básicos: Primero

resulta una forma de justificar el gasto que estas instituciones suponen; así, no son sólo

los militares quienes se favorecen de sus bondades educativas. Segundo, busca evitar y

superar un supuesto aislamiento de lo militar frente a lo civil, que curiosamente

consideran los hombres de uniforme venezolanos como perjudicial para la realidad

castrense misma y el país en general. Finalmente, se parte del principio teórico, muy

de los años de su creación, que la seguridad y defensa nacionales constituyen un

problema que atañe a toda la población venezolana, tanto civiles como militares.

Resumiendo sobre el tema de la educación militar. Una vez superado el

peligro de las guerrillas durante de década de los años 60, se avanza, durante las

décadas de los setenta y ochenta, en el proceso de adecuar, de modernizar la educación

militar a las nuevas condiciones que presenta el país. En estas décadas resurgirán,

subterráneamente, pequeños grupos de Oficiales con actitudes conspirativas contra el

gobierno. No sólo el ya referido texto testimonial de Garrido (1999), ofrece evidencia

que se aprecia ya como definitiva sobre este particular. También están otras fuentes

que se referirán en próximas páginas, al tratar el tema de la situación conspirativa

militar de 1992. Por ahora, insistimos, sólo se menciona la idea por obvias necesidades

temáticas.

La situación de avances modernizantes se ve providencialmente favorecida,

por cierto, por el boom petrolero de la década de los setenta y ochenta. Pareciera como

Page 58: Alzamientos  mlitares

59

si todo fuera posible en esa Venezuela, gracias a los ingentes recursos fiscales del

Estado. Ello favoreció la idea de que el sistema político venezolano contemporáneo se

consolidaba gracias al maná petrolero. Parecía que se cumplía con el sueño del Estado

de Bienestar social. Primero se había logrado, por fin, el orden político,

institucionalmente estable en un clima generalizado de libertades públicas, ahora se

haría realidad el otro sueño venezolano: el desarrollo.

Pero se produce también a lo largo de estos años el agotamiento del proyecto

político anunciado en 1945 y promovido desde 1958 por los partidos políticos AD y

COPEI: la instalación de las industrias básicas siderúrgica y del aluminio; el

fortalecimiento de la industria petroquímica; el desarrollo del complejo hidroeléctrico

de Guayana; los programas de electricidad y telefonía con alcance nacional; la

estatización de las industrias foráneas de hierro y petróleo; el impresionante avance

cuantitativo en la educación pública, en todos sus niveles; la ampliación sustancial de

los sistemas de seguridad social y médico asistenciales; el desarrollo de sistemas

habitacionales masivos, tanto urbanos como rurales, etc. En síntesis, el Estado de

Bienestar Social, parecía haberse consolidado en Venezuela.

Para 1982-1983 la economía venezolana, sustentada en los

impresionantemente altos precios del petróleo en el mercado internacional, comienza a

dar tumbos. Cuando estos precios bajan de manera sostenida, hasta colapsar, vendrá el

desastre económico. El espejismo económico sustentado en los impresionantemente

altos ingresos petroleros llega a su fin. En febrero de 1983, se hace ya público y

notorio, lo que se venía anunciando desde finales del año anterior: el inicio de un

período de crisis y recesión.

Ante la disyuntiva de imponer políticas de estabilización económica y perder

de seguro las elecciones presidenciales de ese diciembre de 1983, debido a los efectos

sociales iniciales de las medidas de estabilización económica, el gobierno busca

concentrarse en las elecciones sacrificando las necesarias reformas económicas

liberales. Será el inicio de un rosario de errores políticos en la Venezuela de finales del

siglo XX. El resultado le fue adverso electoralmente al partido COPEI, triunfa la

oposición y Venezuela se adentra en una situación de prolongado malestar económico,

que perdura con sus moderadas alzas pero impresionantes bajas, hasta hoy día.

Page 59: Alzamientos  mlitares

60

El partido AD vuelve al gobierno en 1984. Pero los errores de política

económica persisten. Curiosamente, se inicia el momento de mayor influencia política

de esta organización en toda su historia. Parecía como la consolidación del capitalismo

de estado, especie de versión tropical adeca del Welfare State. Pero al no ser atendidos

debidamente los problemas económicos estructurales, el sueño de bienestar termina en

una realidad de pesadilla. Muy venezolanamente, vuelven a surgir rumores sobre

posible malestar e intranquilidad en el sector militar.

Los rumores de golpe de estado son parte del folklore político venezolano del

siglo XX, particularmente después de octubre de 1945. Durante los gobiernos de

Rómulo Betancourt y Raúl Leoni, fueron recurrentes. Pero luego amainaron, la

economía habiendo superado la recesión de inicios de los años sesenta, se encontraba

en una fase expansiva Surgían evidencias visibles de un predominio civil sobre el

sector militar, como fueron los casos del General Pablo Antonio Flores y del Ministro

de la Defensa Martín García Villasmil, ambos, durante el primer gobierno

constitucional de Rafael Caldera.

El General Flores aspiraba a ser Ministro de la Defensa y al ver frustradas sus

muy legítimas ambiciones burocráticas, adopta una actitud que se hizo públicamente

displicente para con el nuevo gobierno. La autoridad constitucional se impuso; el

General Flores no tuvo otra alternativa legal que aceptar la institucionalidad y desde su

retiro escribió sus Memorias (1973 y 1987). En ellas relató su versión de los hechos y

ofrece un valioso testimonio histórico sobre el desarrollo del profesionalismo militar

venezolano. Ese profesionalismo del cual era, por cierto, un digno ejemplo.

El General García Villasmil, nombrado por el Presidente Caldera como

Ministro de la Defensa, inquieta algunos círculos políticos con su locuacidad

discursiva y su disposición para opinar ante los medios de comunicación social. El

problema se centraba realmente, según refiere Machillanda (1988), en las resistencias

que presentaba el Ministro García Villasmil ante la injerencia en el nombramiento de

cargos militares por parte del senador copeyano Arístides Beaujón.

El Presidente Caldera, haciendo uso de sus atribuciones constitucionales

decide aceptar la renuncia del Ministro de la Defensa. En la práctica equivalía a

sustituirlo del cargo. Una vez más, parecía como si el Control Civil estuviese

Page 60: Alzamientos  mlitares

61

consolidado en la Venezuela de esos años. Hasta donde sabemos, el General García

Villasmil no ha escrito sus Memorias. Estas serían, como en el caso del General

Flores, un valioso aporte para el estudio de la realidad militar venezolana de la

segunda mitad del siglo XX.

Los casos de los Generales Flores y García Villasmil, durante la primera

presidencia constitucional de Caldera, evidencian la naturaleza del acuerdo militar-

civil y político-militar, estructurado durante los años sesenta. Ofrecen un excelente

ejemplo de algunas de las características básicas de esa secular y siempre remozada

simbiosis de la historia venezolana. Pero, lamentablemente, no evidencian un efectivo

y consolidado Control Civil del estamento militar en la Patria natal de Bolívar.

Las Fuerzas Armadas admiten el gobierno de los civiles, electos según la

Constitución de 1961. Pero las autoridades políticas debían y tenían que respetar las

áreas de influencia y competencia de las militares, fijadas, por cierto, indirecta pero

muy efectivamente, por los militares mismos. Adquiriendo éstos, en consecuencia, una

especie de inmunidad política. Además, a lo ya referido, se agrega una muy amplia

autonomía (en la práctica un verdadero monopolio) en todas las materias admitidas

como castrenses o de seguridad y defensa. Las condiciones socio-económicas del

sector militar debían ser bien atendidas. El gobierno de los civiles no debía y no podía

relegar a un segundo plano el proceso de modernización militar.

El entendimiento militar-civil y político-militar, aceptaba el que el Presidente

de la República, en su condición de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas,

según señalaba la Constitución de 1961, designaba a los Ministros de la Defensa.

Éstos, nombrados por todos los Presidentes desde 1958 hasta finales del siglo XX

fueron Oficiales activos, de la mayor graduación y de reconocidos méritos y prestigio

dentro de la institución militar. Era el Ministro puente entre la realidad militar y el

gobierno nacional, parte integrante del Ejecutivo. Pero era el Presidente quien lo elegía

y punto final.

La alternabilidad en el poder de dos partidos políticos distintos, AD y

COPEI, es el gran logro histórico de la segunda mitad del siglo XX. La única verdad

descansa en que, nunca antes en el devenir político venezolano, se había producido

una situación de robustez institucional y democrática como ésta. Tendría ciertamente

Page 61: Alzamientos  mlitares

62

imperfecciones, ya hemos referido varias en páginas precedentes, pero nunca antes sin

violencia guerrera se había dado una situación como ésta en el siglo XX venezolano.

Argumentar que los dos partidos en cuestión eran en realidad "lo mismo"

evidencia una ingenuidad absoluta, o de un sesgo político e interesado, evidente. Se

traduce, en pocas palabras, en confundir un proyecto político básico común, el de los

frustrados civilistas democráticos de 1945-1948, con dos partidos políticos diferentes.

Ambos en la práctica reformistas y degeneradamente populistas y pragmáticos. Pero

uno de fundamentos doctrinales socialdemócratas, el otro con una posición doctrinal

democristiana. Allí la diferencia fundamental, que no puede dejarse de lado, más allá

de los liderazgos personales evidentemente diferentes y el apoyo mayoritariamente

urbano y clase media de COPEI.

La alternabilidad en el poder durante los años 60 y 70, llevó a pensar en la

existencia de un modelo bipartidista ya consolidado. La historia demostraría lo

equivocado de este análisis. Se procura cerrar este capítulo con varias citas textuales.

Unas del Presidente adeco, sucesor de la primera presidencia constitucional de

Caldera, la otra de su Ministro de la Defensa. Ambas tomadas de Pérez (1979).

La primera proviene de palabras pronunciadas por el entonces Presidente

electo en la sede del Ministerio de la Defensa, en la vieja y augusta edificación de La

Planicie, para ese entonces sede de ese Ministerio: "La transformación jurídico-

institucional que requieren las Fuerzas Armadas no pueden seguir sufriendo

dilación"... Razón por la cual se compromete con la idea presentada por el saliente

Presidente Caldera sobre el Iupfan; agrega que ... "Como Comandante en Jefe de las

Fuerzas Armadas tendré como asesor al Alto Mando Militar. No habrá influencias

extrañas" (pp. 11-12). Se reafirma plenamente el entendimiento sobre el monopolio

castrense vinculado con las materias de Seguridad y Defensa, el compromiso

modernizador, incluyendo los aspectos institucionales educativos y legales.

Al finalizar su mandato presidencial, en Miraflores, el 2 de Mayo de 1979,

dice Pérez: "Venezuela tiene razones y pruebas de sobra para estar orgullosa del

comportamiento de la institución castrense"..., la cual se evidenció como "un leal

sostén de la democracia" (p.5). Expresión singular del entendimiento militar-político.

Modernización y monopolio real en los asuntos referentes a la seguridad, defensa y

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63

demás áreas aceptadas, de mutuo acuerdo, como de exclusiva competencia militar.

Como contrapartida, el sostenimiento de la institucionalidad. También en marzo de

1979, concuerda con los planteamientos anteriores, como en todos los discursos

oficiales de los años sesenta y setenta, el General Paredes Bello, Ministro de la

Defensa cuando afirma:

... " la impostergable necesidad de que Venezuela disponga de

una moderna y dinámica organización militar, que responda a

los requerimientos del país; que sea garante de las libertades

fundamentales, alejada de las controversias políticas y unida en

sus principios, con profundo amor a la Patria, para que

represente plenamente el poder defensivo de la nación dentro

del concepto de seguridad y defensa, que es misión indeclinable

de las Fuerzas Armadas venezolanas." (p.8).

Un argumento recurrenta del sector militar venezolano sobre su necesaria,

imprescindible y urgente modernización. Idea que proviene desde finales del siglo

XIX, que se manifiesta recurrentemente en las llamadas Memorias de Guerra y Marina

y que parece repetirse hasta hoy día. Punto cardinal de las ententes militares-civiles y

político-militares del siglo XX venezolano. Nunca parece estar plenamente

modernizado el sector militar criollo. La contrapartida a los esfuerzos modernizadores

es la garantía de defensa y seguridad institucional. Defensa y seguridad donde el sector

militar ejerce el control monopólico del tema en cuestión. Para cuando los discursos

citados recién se pronuncian, existían ya manifestaciones subterráneas dentro de la

oficialidad militar de carácter conspirativo. Los libros de Garrido (1999 y 2000) y de

Medina (1999), ofrecen evidencia testimonial que arrojan nueva luz sobre estas

inquietudes políticas remozadas dentro de la joven oficialidad militar venezolana.

Lo paradójico del asunto, radica en que esa misma evidencia testimonial

confirma la supervivencia del secular acuerdo militar-civil y político-militar. Varían

los nombres, los personajes, las organizaciones. Pero se mantiene inalterada la esencia,

el fondo, lo medular del entendimiento entre militares y civiles. Los sucesos del 4 de

febrero, 27 de noviembre de 1992 y circunstancias políticas posteriores, pondrán en

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64

pública evidencia los esfuerzos por lograr una nueva versión de la secular e histórica

simbiosis venezolana militar-civil y político-militar.

Page 64: Alzamientos  mlitares

65

Capítulo VI

LAS DECADAS DE LOS SETENTA y OCHENTA: ¿Decantación de la

violencia política?.

Con la pacificación otorgada por el Doctor Caldera, podemos observar en las

listas del Congreso Nacional de diputados de la Asambleas Legislativas, nombres que

antes eran buscados por los organismos de seguridad del estado como jefes de “la

insurrección campante” en Venezuela. Pero ahora con el indulto presidencial, pueden

tomar las riendas del poder, pero no por las armas de fuego como antes, sino con unas

nuevas y mucho más peligrosas: las armas de la política y el curul parlamentario.

En esos años la violencia en la política, prácticamente desaparecerá y sólo los

intentos desesperados de un grupo que se hizo famoso por el terror que intentó

imponer, hace sombra en la prensa de esos días: “La Bandera Roja”. Con el secuestro

del norteamericano William Frank Niehous, el hecho más relevante de aquellos años,

la tortura y la desaparición de los detenidos políticos permanece en las mentes de los

jefes policiales de aquella época. Tal es el caso del señor David Nieves fundador de la

Liga Socialista, detenido por los cuerpos de seguridad del estado.

La década de los setenta pasará sin sobresalto alguno, sólo al final de la misma

los cimientos del sistema, se mueven con el trágico fallecimiento del gran locutor y

candidato presidencial Renny Ottolina, quien con un nuevo estilo de política captó el

sentimiento nacional de aquella época en torno a la idea de reorientar los programas

sociales e implementar como política de Estado, para acceder a cargos públicos lo que

el denominaba “meritocracia”. Su muerte dejó un vacío, un mal sabor de boca en el

pueblo. Pero el sistema podía estar tranquilo, seguía teniendo el poder, ese poder que

el pueblo perdió la mañana del 24 de Enero de 1958, un día después que lo conquistara

a la férrea y temible dictadura de Marcos Evangelista Pérez Jiménez y su director de

policía Pedro Estrada.

A través de 40 años, la historia política de Venezuela se ha dibujado con

lápices de violencia política sostenida y los mismos han generado cambios tan

profundos dentro de la estructura social de nuestra nación que sería casi imposible

determinar la característica de cada uno de ellos. Desde el 23 de Enero de 1958,

cuando el pueblo venezolano salió a la calle exigiendo un cambio, una idea, una

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66

esperanza para seguir viviendo en esta tierra de Bolívar, el pueblo no sólo consiguió

dar al traste con la más férrea dictadura que haya sufrido nuestro país en el siglo XX

sino también un lugar en el curso del destino de nuestro país. Pero hoy en día, tal logro

es añorado por los vientos de seguridad que generó en la nación en sus mejores años.

A partir de esa fecha cuando el venezolano gritó al unísono con el concierto de otras

naciones latinoamericanas, “QUEREMOS DEMOCRACIA”, estaba signando el

nacimiento de una época de ideas nuevas y frescas. Pronto el pueblo fue ganado por

esa filosofía marxista. La juventud universitaria, a través de la lectura de textos y de

un hecho sin precedentes dentro de la estructura política latinoamericana, la

instauración de otra manera de gobernar, a partir del módelo surgido tras el triunfo de

la revolución cubana. Este modelo se convertiría al correr de los tiempos en el único

gobierno de carácter socialista marxista surgido en nuestro continente tras el triunfo de

la revolución cubana de Fidel Castro, el 1º de enero de 1958.

Transcurridos algunos lustros de las décadas más violentas que ha vivido la

sociedad venezolana, al fin se vislumbraba la tan ansiada paz al final de la década de

los años setenta, solo se vería perturbada en los años 80, tras algunos enfrentamientos

de estudiantes con los cuerpos de seguridad del Estado, ya no pidiendo un cambio de

sistema sino haciendo demandas propias de estudiantes, tales como el medio pasaje

estudiantil y la gratuidad de la enseñanza. Los años 80 parecían que iban a pasar sin

muchos pesares para la sociedad venezolana. Ya a finales de esa década especialmente

en el año de 1988, se va a generar un hecho que, para muchos entendidos no fue más

que un error en la cadena de mando de las Fuerzas Armadas Nacionales, para otros

con una mente más azuzada en estos hechos militaristas era una alerta, de que en los

cuarteles, se deliberaba y se cuestionaba el mando de algunos civiles, especialmente en

el manejo de la cosa pública.

El entonces presidente de la República Dr. Jaime Lusinchi había dejado

encargado a su Ministro de Relaciones Interiores, Simón Alberto Consalvi, el cual se

alojaba en la residencia de la Viñeta, a las 9:00 p.m. En el puesto de comando del

Batallón Ayala, el Mayor del ejército Augusto Soler Sambrano recibió una llamada en

clave, que le indicaba que se debía dirigir hacia la mencionada residencia ya que el

presidente encargado corría grave peligro. Esa misma noche las Fuerzas Armadas

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67

Nacionales, resolvieron la situación, dando razones a la nación, que explicaban que el

movimiento de esa poderosa columna de tanques, había sido por un malentendido del

oficial de guardia, que simplemente se le siguió juicio de ley, perdiendo su carrera. Lo

que había quedado como un malentendido, sin embargo, tal vez era una clarinada de lo

que se avecinaba muy pronto.

4 de Febrero de 1992

Los rumores habían corrido desde hacía tiempo: un golpe militar iba a

interrumpir la constitucionalidad e institucionalidad democrática del país. Si bien

algunos analistas se hacían eco de tales “BOLAS”, nunca fueron tomadas realmente en

serio por la dirigencia política de la nación. Al contrario, ésta reafirmaba con

insistencia la “estabilidad del sistema democrático” y “el espíritu constitucionalista de

las fuerzas armadas nacionales”.

En los meses de noviembre y diciembre de 1991 y enero de 1992, ejemplos de

tales rumores las primeras advertencias. El 10 de noviembre de 1991, Marcel Granier

–Importante líder empresarial vinculado a los medios de comunicación- alertaba a

través de los medios, sobre la posibilidad de un golpe de Estado que podría ser de

izquierda. Si embargo, el entonces expresidente Luis Herrera Campíns, lo descartaba

porque decía conocer bien la posición, de las Fuerzas Armadas Nacionales. Otras

declaraciones durante de noviembre y diciembre de 1991 transmitían un alerta de

conocidos personeros del mundo político venezolano, acerca del agotamiento del

sistema político y del surgimiento de condiciones para que ocurriera una insurrección

militar.

Muchos de los actores sociales y fuerzas políticas que participaron del pacto

tácito, por lo tanto, sostenían a lo largo de 1991, con diferente énfasis, que ante la

progresiva deslegitimación del régimen político era urgente la construcción de

opciones tanto políticas como económicas que diesen salida a la crisis.

Por ejemplo, personalidades y pensadores influyentes en el escenario político

nacional, entre ellos Arturo Uslar Pietri, conocidos como, “Notables”, opinaron

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68

reiteradamente que se había llegado al límite de lo tolerable en relación con la

descomposición social y política y que era necesario establecer un gobierno de

emergencia. Fedecamaras, la organización empresarial que reúne todas las cámaras del

comercio, la industria, el sector agrario privado y el capital financiero, por su parte,

señalaba que el presidente Carlos Andrés Pérez carecía de piso político, es decir, que

no contaba con el apoyo de los partidos políticos (ni siquiera del suyo, Acción

Democrática) ni con el de los empresarios. La Confederación de Trabajadores de

Venezuela (CTV), la asociación de más grande entre las centrales obreras, llamó a

paro nacional el 7 de noviembre de 1991, con el objeto de presionar al gobierno para

que tomase en cuenta los efectos de las medidas de “ajuste” económico sobre los

sectores trabajadores. La huelga fue un éxito en términos de su cumplimiento por los

afiliados. Desde entonces no cesaban los paros, manifestaciones y marchas fueron

numerosas, y la represión fue notoria –sólo en cuatro semanas, entre comienzos de

noviembre y la suspensión de clases en educación secundaria por parte del gobierno a

principios de diciembre, de ese año murieron 17 estudiantes en tales hechos. Por su

parte, la Iglesia Católica denunció la situación social calificándola de explosiva. Un

informe del Ministerio de la Defensa, citado por el diario El Globo del 26/5/1992 (p.

9), da cuenta de 925 protestas que se registraron entre septiembre de 1991 y el 4-F,

480 violentas “ya que requirieron la presencia represiva de los cuerpos de seguridad” y

445 pacíficas.

En síntesis, amplios sectores de la sociedad civil les estaba pidiendo a Pérez y a

su gobierno que rectificaran las directrices de su política económica y cambiaran el

rumbo del Sistema Político. Incluso, se produjeron demandas y llamados por un

cambio de la Constitución, eventualmente más allá de la labor que desarrollaba, desde

hacía tiempo, una comisión de reforma constitucional, compuesta por miembros de las

Cámaras del Senado y de Diputados, bajo la presidencia del Senador vitalicio Rafael

Caldera. Recordemos que según la Constitución de 1961, los Presidentes elegidos con

el voto popular pasan a ser en senadores vitalicios al término de sus períodos

constitucionales.

Planteamientos similares, y todavía más dramáticos, fueron hechos también en

enero de 1992. Todos concluían en que habría que disminuir la injusticia en la

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69

distribución de la riqueza y de los ingresos, instrumentar políticas sociales para aliviar

las consecuencias de la crisis económica y de las políticas de “ajuste” y acabar con la

corrupción, porque al no hacer nada se correría el riesgo de vivir con permanentes

estallidos sociales.

El poder judicial no funcionaba adecuadamente y dependía de la vinculación

con el poder ejecutivo y el de los partidos. El sistema penitenciario mostraba

condiciones infrahumanas, con miles de personas en espera de juicios. La policía

aparecía mediatizada por intereses parciales. Existía la sensación de impunidad

jurídica de los poderosos, de inseguridad personal de los sectores más depauperados y

medios y de total ineficacia del sistema judicial para resolver los conflictos cotidianos

y ordinarios de la sociedad. Todo ello en conjunto, propició un clima en el cual las

permanentes denuncias de corrupción daban la impresión de que esta última se había

convertido en la esencia de la cultura política reinante. La corrupción constituía sin

duda, un grave problema, y el tratamiento judicial dado a los casos más notorios del

gobierno anterior (en parte denunciados por el gobierno de Pérez en sus inicios) no

mostraba una verdadera voluntad de combatirla. No obstante a ello, resulta

sorprendente que este tema haya sido el de mayor importancia para los ciudadanos, la

mayoría de los cuales debe enfrentar a diario, situaciones individuales, familiares y

grupales de gran precariedad y hasta de penuria. Se piensa que el “cuarto poder”, los

medios, tienen mucho que ver con dicha postura.

Por otro lado, también se tambaleaba la credibilidad del gobierno central. Se

difundía la impresión de sus ausencia, producida por un aparente “descuido” en

algunos aspectos de la economía y la incapacidad de controlar otros (como la inflación

y la especulación), la inseguridad ciudadana frente a la delincuencia socialmente

engendrada, la percepción de la distancia entre las cifras macroeconómicas de las

estadísticas oficiales y la vida cotidiana y la sensación generalizada de que el

Presidente (así como buena parte de su gabinete ejecutivo) estaba ocupando en exceso

su tiempo en viajes y giras internacionales (y una suerte de rendición de cuentas en el

exterior), dejando los asuntos y decisiones internos en manos de sus ministros o, peor

aún, de funcionarios de menor jerarquía, a su vez mayoritariamente sin piso político.

Page 69: Alzamientos  mlitares

70

Un buen ejemplo fue lo que pasó a finales del año 1991. El gobierno, a través

del Banco Central, señaló que la economía había crecido, que las reservas

internacionales se habían incrementado a más de 11 mil millones de dólares, que el

déficit fiscal había sido muy bajo y que las perspectivas para el año siguiente eran

excelentes. La inmensa mayoría de los venezolanos, sin embargo, se veía confrontada

con otros problemas que no podían expresarse en datos macroeconómicos y eran hasta

contradictorios.

Si la palabra crisis todavía tiene sentido, pese a su devaluación por un uso

demasiado frecuente e indiferenciado, es menester aplicarla a la situación política del

país: todos los actores colectivos y todos los ciudadanos percibían que “algo” decisivo

podría ocurrir, que estábamos viviendo tiempos de decisión.

Síntesis de los Sucesos del 4 de febrero de 1992

En semejante circunstancias llegaron los sucesos de la noche del 3 al 4 de

febrero y a lo largo de ese día. Es evidente que no podemos reconstruir aquí la

secuencia de los hechos, pero es necesario indicar algunos que, de una manera u otra

han influido sobre el fracaso de la intentona.

1.) Todavía hoy no se sabe a ciencia cierta cómo se enteró el alto mando militar

del golpe planificado. Al ministro de la Defensa, General de División (Ej.)

Fernando Ochoa Antich, estando en Maracaibo, Estado Zulia, a 700 Kms. de

Caracas, le informaron cerca de las 11:00 a.m. de movilizaciones inusuales

de tropas. Llegó a las 3:00 p.m. al Aeropuerto Internacional Simón Bolívar

de Maiquetía, que sirve a Caracas, y donde se estaba esperando el regreso del

Presidente para las 5:00 p.m. Pérez había participado el 30 de enero de 1992,

en la reunión de jefes de Estado y de gobierno de los países miembros del

Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y viajado después al Foro

Económico Mundial que se realiza anualmente en Davos (Suiza), tal como

había sido su costumbre durante los tres años anteriores. De esta forma,

Ochoa Antich tuvo tiempo de desmontar el dispositivo que aparentemente

habían adelantado militares conjurados con los cabecillas del intento de

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71

golpe, para poner preso al Presidente de la República, a su llegada. El

elemento sorpresa les había fallado a los rebeldes por primera vez.

2.) El Presidente llegó finalmente a las 10:00 p.m. Valga la siguiente anécdota:

desde Ginebra, Pérez y su comitiva viajaron en un vuelo comercial hasta

Nueva York, donde los esperaba el avión presidencial. En el aeropuerto de

esa ciudad, se perdió el equipaje del jefe de la Casa Militar, razón por la cual

el avión despegó con un considerable retraso. Lo esperaban los ministros de

Relaciones Interiores, Virgilio Avila Vivas, y de Defensa. Al parecer, le

informaron en la vía hacia Caracas de lo que estaba sucediendo. La caravana

se dirigió hacia la residencia presidencial La Casona. Los ministros se

retiraron, se supone que a sus respectivos despachos, mientras Pérez

permaneció un breve tiempo en su casa. Pronto le comunicaron que era

inminente un ataque al Palacio de Miraflores y a residencia presidencial La

Casona, razón por la cual se dirigió hacia el primero, dejando a su familia en

la segunda. Ya en el Palacio, atacaron las fuerzas insurgentes, al tiempo que

se lanzaron también contra La Casona.

3.) Ya para las tres de la madrugada, el combate se sucedía a nivel nacional.

Las principales bases militares se habían alzado. Las de Valencia, Maracay y

Maracaibo, se encontraban en manos de los sublevados. En horas del

mediodía se fueron entregando los principales líderes de la misma, luego del

mensaje televisado de su jefe el Teniente Coronel Hugo Rafael Chavez Frías.

Sólo en Valencia se luchará hasta la tarde donde luego de algunos aviones F-

16 bombardear las instalaciones militares al norte de la ciudad, Naguanagua,

los jefes de este importante cuartel se rinden.

Causas del malestar castrense

En un encuentro de emergencia que sostuvo el principal partido de oposición

(COPEI) para analizar las causas del fallido intento, se llegó a la conclusión que un

elevado número de oficiales y soldados, teniendo en cuenta el volumen total de

efectivos del ejercito que está siendo sometido a los procesos de la justicia militar a

raíz de la insurrección, tuvo participación en la acción.

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72

Casi la totalidad de las fuerzas de lidia del Ejército venezolano participaron en el

golpe. El 80% de la capacidad operativa de las Fuerzas Armadas estuvo involucrado

en el intento. La principal base aérea. La principal división blindada. La principal

división misilística, cuestión que no se experimentaba en ninguna insurrección militar

desde el 24 de noviembre de 1948.

Eso conduce a ir más allá del tema limítrofe como causa del sacudón militar. De

hecho los oficiales alzados hablaron de la forma cómo se estaba conduciendo el

proceso histórico-social y económico del país.

Se comentó sobre la amargura popular por la gestión de Pérez, el cual en su

intento de sanear las finanzas del país, y a diferencia de su anterior gestión, pasó de un

modelo populista, con un Estado protector y benefactor, a un modelo económico

neoliberal que se tradujo en la liberación de las tasas de interés, con la supresión de las

tasas preferenciales para el sector agropecuario, el aumento de la gasolina, la

liberación de precios, en libre competencia de la oferta y la demanda –con la falsa

esperanza de que a mayor demanda menor precio- pero olvidándose de que el país los

monopolios dictan las pautas, lo que genera toda un alza especulativa, sobre todo en

los productos de la cesta básica.

Por primera vez en la historia de la democracia, la clase media, integrada por los

hijos de obreros y trabajadores que gracias a la revolución educativa lograron cambiar

de status, se manifestaban de diversas formas, incluida el apoyo a los militares

golpistas.

En Caracas, arrancó la batalla principal de armas a través de la cual la fuerza

aérea, leal al régimen decidió bombardear las posiciones golpistas, para así poderlas

dominar. A lo largo de la noche se produjeron eventos interesantes muy típicos de las

novelas de capa y espada, del siglo XVIII, donde un presidente escapa por un túnel

para dirigir el contraataque. Estos eventos fueron ampliamente publicitados por la

prensa nacional, mientras, en Valencia, último reducto de las fuerzas golpistas,

intentaron alzar la población. Pero ésta tenía ceñido el fantasma del “CARACAZO”,

y sólo consiguió eco en algunos jóvenes estudiantes de la Universidad de Carabobo,

que intentaron tomar el comando policial “CANAIMA” en la zona sur de la ciudad

siendo duramente reprimidos por las fuerzas del orden público. En este punto se

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73

desarrollaron eventos típicos de las peores dictaduras que han asolado a nuestro

continente, y se denunció que, aún cuando los jóvenes se habían rendido, fueron

fusilados sin formula de juicios. Los militares golpistas, por su parte de muchas

maneras, a viva voz y en impresos, resumirán en tres polos de pensamiento y acción

sus demandas que podemos sintetizar en:

1. Ideología: Nacionalismo exacerbado.

2. Filosofía: Ideales del Libertador Simón Bolívar, tintes de Marxismo-

Leninismo.

3. Plan de Gobierno: Basado en tres grandes ejes o raíces como ellos lo han

llamado ROBINSONIANO-ZAMORANO-BOLIVARIANO.

Los golpistas usaron la violencia como única vía para solucionar los grandes

problemas de la nación, reclamaban y repetían que se había apoderado de las calles

una violencia, negra, secreta y virulenta, promovida por un gobierno incapaz de

generar los verdaderos cambios filosóficos que necesitaba la nación para promover la

verdadera revolución que, según ellos, pedía el pueblo.

A manera de Conclusión.

La Democracia en Venezuela, luego de 40 años de estabilidad, forjada tras la

consolidación de unas instituciones aparentemente sólidas atraviesa hoy una situación

de incertidumbre, dispersión y desconcierto. Este análisis trató de abordar la coyuntura

que ha dado paso a la fundación de la V República, coyuntura que tuvo sus raíces en

un giro en la situación económica, en una ola de revueltas y en un golpe frustrado,

hecho éste último que ha desencadenado con celeridad la total revolución del Estado.

Durante toda la década de los años noventa se observaron esfuerzos por cambiar

el sistema político instaurado luego de la firma del Pacto de Punto Fijo. Se agudizó la

necesidad de reducir las desigualdades y estas tensiones fueron haciendo insoportable

la brecha entre grupos de venezolanos.

Dichos grupos compartían un mismo espacio geográfico pero ya irreconciliable.

El deseo de unos era el desarrollo social y económico, esperanzado en un mejor futuro

en un mejor porvenir; y el de los otros, se afianzaba en el hecho de mantenerse

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renuentes al cambio paradigmático de su existencia: todo cambio genera resistencia

en el hombre.

Antes de las elecciones de 1958, los principales partidos no comunistas (AD,

COPEI, URD) firmaron dos acuerdos: el Pacto de Punto Fijo, que obligaba a los

firmantes a respetar los resultados de las elecciones; a mantener la tregua política,

despersonalizando el debate y asegurando mecanismos de consulta entre los partidos

para la toma de decisiones de trascendencia. Se elaboró un Programa Mínimo de

Gobierno, que correspondía a un modelo de desarrollo basado en capital privado,

extranjero y nacional; subsidios al sector privado y un enfoque cauteloso respecto a las

reformas económicas y sociales.

Se procuró desarticular la oposición potencial: a los militares se les destinaron

jugosos presupuestos. La Iglesia Católica obtuvo un status mejor para el desarrollo de

sus actividades y fue, permanentemente, consultada en materia de educación y en lo

social.

Se llevó a cabo la baja “purga” de la oficialidad opositora en el Ejército y se

derrotó a la Izquierda guerrillera. Así Venezuela, de ser el país menos democrático de

América Latina antes de 1958, pasó a constituir, posteriormente, una de las

democracias más estables en el continente.

El Pacto Punto Fijo estableció la necesaria solidaridad política sobre la

estabilidad del poder civil, poniéndole límites al canibalismo político y

salvaguardando el régimen democrático que se estaba fundando. La democracia no

habría sido posible en Venezuela sin un pacto para moderar las controversias y las

pugnas por el poder. Por ello, que se considera que la viabilidad de la consolidación de

la democracia comenzó sobre la base de este pacto, firmado el 31 de octubre de 1958.

El día anterior de los comicios generales de esa fecha, los tres candidatos firmaron, en

la sede del Consejo Supremo Electoral, una declaración de principios y el Programa

Mínimo de Gobernabilidad.

En las elecciones del 7 de diciembre de ese año fue electo presidente Rómulo

Betancourt. Quedó, así, demostrado que la organización de los partidos decidió y

decidirán las siguientes elecciones y la vida de la Nación en su conjunto.

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75

En 1961 entró en vigencia una nueva Constitución. En 1963 ocurrió el primer

traspaso de mando legítimo de un presidente electo a otro igualmente electo, cuando

triunfó en las urnas Raúl Leoni (AD) el 1 de diciembre. Durante la década de los años

60, el juego político irá cambiando. Aunque se mantendrá el espíritu de cautela y

compromiso, de dedicación a la competencia y al juego democrático, que seguirá

marcando el proceso de consolidación del sistema.

A lo largo de esa década, se intentó superar la fragmentación socio-política y

surgió un sistema de partidos dominado por la competencia bipartidista. Esto, debido a

la división constante de AD y al crecimiento sostenido de COPEI, que gana las

elecciones de 1968. Ello significó la cota más alta de dispersión electoral en la historia

política de Venezuela.

Se definió un hito, pues, posteriormente, produciría una alta concentración de

los votos por parte de AD-COPEI. El nuevo presidente fue el doctor Rafael Caldera

(COPEI), quien ganó las elecciones por un escaso margen de 30 mil votos. Durante su

presidencia, en el marco del proceso de “pacificación” que emprendió Rafael Caldera,

el Partido Comunista de Venezuela (PCV) se reintegró al debate político pacífico y

legal: había apoyado, como ya sabemos, al movimiento guerrillero procastrista que

había pretendido tomarse el poder por la lucha armada, unos años antes.

A partir de los años 70, la competencia entre los dos partidos “grandes”

dominó el escenario político. En las elecciones de 1973, se consolidó el sistema

bipartidista, resultando electo para presidente Carlos Andrés Pérez (AD). El nuevo

residente del Palacio de Miraflores, apoyado en su gran popularidad y en la

abrumadora mayoría parlamentaria, promovió la nacionalización de la industria

petrolera en el año 1975. Esto coincidió con un aumento notable de los precios del

petróleo, lo que llevó al país a una especie de euforia y distensión por la riqueza fácil.

Asimismo, el Estado se fue haciendo cargo de una serie de compromisos que después

le pasarían la cuenta, solicitando créditos para la construcción de monumentales obras

públicas y subvencionando los artículos de primera necesidad.

Producto de un hecho mediático, quizá fortuito, como lo fue la aparición de

Hugo Chávez Frías, luego del fracaso insurreccional del 4 de febrero se pretendió

justificar las rebeliones militares acaecidas en 1992, los efectos políticos inmediatos de

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76

las insurrecciones del año 1992 fueron impresionantes. La situación política

evolucionó rápidamente hasta lograr la destitución y enjuiciamiento del Presidente y

la debacle de los partidos políticos del siglo XX como Acción Democrática y el

Comité de Organización Electoral Independiente (COPEI), se vio como irreversible,

hasta el año 2000. El Bipartidismo se debilitó en extremo desde 1992. Pero no pudo

ser sustituido por otra organización que enfrentase al prestigio personal de un líder

político que provenía del Bipartidismo: el Dr. Rafael Caldera, triunfante en las

elecciones generales subsiguientes.

El contundente triunfo electoral de Chávez, en las elecciones de diciembre de

1998, expresó y materializó los deseos de cambios políticos positivos y efectivos, en la

sociedad venezolana.

Una América Latina en proceso de convulsión arremete de esta manera, con las

gastadas estructuras de la democracia representativa y las viejas esperanzas de superar

el subdesarrollo como vuelven a emerger un oleaje de cambios sociales y políticos se

extiende por todo el continente. Argentina, Paraguay, Venezuela, Perú, Ecuador;

atraviesan procesos internos de inestabilidad social y política, mientras Brasil, una de

las economías más importantes del planeta, abre una página llena de expectativas con

Lula en el poder.

Es indiscutible que América Latina avanza hacia una crisis que podría poner en

entredicho todos los esfuerzos hechos durante décadas por desterrar las dictaduras, los

golpes de Estado y la pobreza.

El escritor y político uruguayo Luis Costa Bonino habla ahora de “golpes

sociales”, diciendo: “quiero llamar la atención para la lógica antidemocrática de

algunos movimientos sociales de protesta que derrumbaron o amenazan derrumbar

gobiernos latinoamericanos electos de forma legítima”.

Como él, otros intelectuales del continente plantean el riesgo de que sendos

movimientos sociales sean capaces de hacer caer gobiernos, sin tener una alternativa

de proyecto social, político y económico capaz de sustituir el orden (o desorden) de los

gobiernos que derrumban. Si bien es cierto que los movimientos sociales hacen

demandas legítimas ante las amenazas y los estragos del desempleo, la delincuencia, el

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77

alto costo de la vida y las privatizaciones, en el fondo queda un sabor a disturbio y

revuelta detrás de sus métodos y planteamientos.

La violencia generadora de cambios Políticos y Sociales

Los intentos de Golpe de Estado de 1992 dejaron traslucir el impacto que, en el

Sistema Político Venezolano, generó el reajuste en el diseño del Estado de Bienestar.

Desde 1958, el sistema político estuvo sostenido por cinco columnas institucionales:

a) Los partidos Políticos, conglomerados en torno a los acuerdos del Pacto

de Punto Fijo (Octubre de 1958), comprometidos en la solución

consensuada de los conflictos.

b) FEDECAMARAS, como órgano vocero de los sectores propietarios de

la sociedad venezolana y comprometidos en un proyecto de país,

esbozado por los partidos políticos, pero en donde tenían un papel

primogénito.

c) La Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), como

institución que agrupaba al sector laboral y que, mediante la firma con

FEDECAMARAS del Avenimiento Obrero- Patronal (Abril de

1958), se comprometió a mantener las normas del entendimiento no-

conflictivo en las relaciones con el Capital, contribuyendo a la

estabilidad del status quo.

d) La Iglesia Católica, que, a través del Convenio entre la República de

Venezuela y la Santa Sede, aportaba a los pactos su presencia armónica

e intermediación en los posibles conflictos.

e) Las Fuerzas Armadas Nacionales, quienes institucionalizadas dentro

del sistema político, debían ser garantes de la Constitución y en casos

eventuales aportar la fuerza de las armas como factor de disuasión o

convencimiento.(Bracho:1992)

Sin embargo, estas columnas institucionales basaron su accionar en los

beneficios que cada uno de ellos obtenían dentro del clima consensuado de

coexistencia. Este clima estuvo sostenido en la renta petrolera y los Ingresos Fiscales

del Estado Nacional. Cuando, a partir de 1983, se hicieron sentir los efectos cíclicos de

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78

la crisis del sistema capitalista y se manifestaron en nuestro contexto con la crisis de la

deuda Externa, la capacidad de conciliación de las cinco columnas del sistema político

se vio afectada. Esta falta de consenso y convivencia, estaba motivada entre otros

factores al impacto que la crisis generó en el funcionamiento del Estado de Bienestar.

Basada como estaba la conciliación del sistema político en la capacidad de

distribuir los beneficios de la renta, al disminuir su capacidad para mantener incólume

el sistema de poder condicionado se debilitó. Claus Offe, señala, acertadamente, que

los estados capitalistas tienen una gran contradicción en su funcionamiento: al ser

sociedades estructuradas en el principio de apropiación de los excedentes económicos,

las contradicciones del sistema se hacen más evidentes y deben desarrollar políticas

que propendan a controlar las contradicciones que le dan sustento al sistema

capitalista, a través de mayores apropiaciones, que son reutilizadas en inversión social.

Esta dinámica propende a debilitar las estructuras y agentes políticos de la democracia

burguesa.

De hecho en los días posteriores al Golpe del 4 F, se generó una serie de

estudios de opinión tendientes a establecer los niveles de aceptación o rechazo de los

entes del poder político (Estado, Corte Suprema, Partidos, Legislatura, Congreso

Nacional).

Las situaciones de cambio político, como las experimentadas entre principios

de 1993 y finales del año 1998, como una consecuencia del surgimiento de una

“coyuntura crítica”, suscitaron un impacto aun mayor que los intentos de Golpes de

Estado de 1992, sobre la Gobernabilidad de la sociedad venezolana. Fue así, por que

esos intentos fueron apreciados como reacciones violentas de algunos actores del

sistema. Pero los acontecimientos que incidieron en la salida del presidente Carlos

Andrés Pérez, deben ser vistos como verdaderos Golpes de Estados Constitucionales.

Se produjo una transformación profunda de las relaciones políticas que atañen

a la incorporación, desaparición o ajuste de viejos o nuevos actores políticos, al

establecimiento de reglas de juego diametralmente diferentes a las del período

anterior. La falta de salidas institucionales, la crisis de representatividad de los

partidos tradicionales, el agotamiento del modelo rentístico y el debilitamiento de los

organismos de Estado, fueron algunos de los elementos que permitieron que, ante la

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ausencia de una salida política en la coyuntura crítica vivida por el presidente Carlos

Andrés Pérez, se recurriese a una salida jurídica: el inicio de un proceso de juicio, que

comenzó con las denuncias del periodista José Vicente Rangel, acerca de malversación

de fondos de la partida secreta del Ministerio del Interior. El anuncio fue efectuado en

noviembre de 1992 (El Nacional, 3-12-1992: D-2) y el Fiscal General de la República,

Ramón Escobar Salom la presentó por ante a la Corte Suprema de Justicia en marzo

de 1993. La Corte decidió, el 30 de mayo, que había méritos suficientes para juzgar al

mandatario:

“El Fiscal General de la República acusó al Presidente de la República, en

ejercicio del cargo, señor Carlos Andrés Pérez, en escrito dirigido a la Corte Suprema

de Justicia imputándole los delitos de peculado y malversación. La Corte Suprema de

Justicia, por vez primera en su historia, declaró haber mérito para el enjuiciamiento del

presidente. Enviada esta declaratoria a la Cámara del Senado, ésta autorizó el

enjuiciamiento con la consiguiente suspensión de las funciones de dicho magistrado

ejecutivo. La Corte continuó el procedimiento conforme a la ley y estableció el

Juzgado de Sustanciación para la formación del sumario. Igualmente declaró, en 1993,

haber mérito para el enjuiciamiento de 2 de los ministros del presidente suspendido,

Alejandro Izaguirre y Reinaldo Figueredo Planchart, a quienes el Congreso despojó de

sus respectivas inmunidades parlamentarias, continuando el juicio en la Corte

Suprema de Justicia conforme al aparte único del artículo 149 de su Ley Orgánica.”

(Chiossone, Tulio. Diccionario de Historia Empresas Polar,2000: Poder Judicial).

En el caso de Venezuela, se asistirá a un cambio del sistema bipartidista a uno

pluripartidista en 1993, que permitirá la renovación – momentánea- del

presidencialismo en Venezuela. Efectivamente, las elecciones de diciembre de 1993,

abren paso a la superación definitiva de las características del antiguo régimen de

partidos. La hegemonía de Acción Democrática y COPEI, quedará en entredicho, no

sólo en las elecciones de 1993, sino definitivamente, en las de 1998. La reducción

significativa de la votación de estos partidos, será el aspecto más importante de esta

transición y una violencia soterrada, casi solapada, dio paso a un nuevo escenario

político.

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Por primera vez, desde el proceso iniciado a partir de las elecciones en 1958,

AD y COPEI no obtienen, entre los dos, en las elecciones celebradas en diciembre de

1998, los suficientes votos para controlar el sistema Político. Este resultado constituye

un duro golpe, a la institucionalidad tradicional del sistema político y es, sin lugar, a

dudas una muestra de la pérdida de credibilidad de los actores sobre los cuales estuvo

estructurada la democracia venezolana:

Este proceso de Transición Política, significó tanto para el MVR como para

Hugo Chávez, una transformación en su organización, sus objetivos, los aliados

estratégicos y en la dinámica misma del Discurso del Poder, determinado por varios

factores:

• Las condiciones del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 entre

1992 – momento del Golpe de Estado- y 1994 – cuando se produce la

liberación de los Comandantes golpistas.

• La situación política y económica de Venezuela que se agudizó

negativamente durante el gobierno de Rafael Caldera (1994-1999).

• La significación del triunfo de Francisco Arias Cárdenas, uno de los

Comandantes del 4 F, en los procesos comiciales regionales de

diciembre de 1995.

• La construcción de una matriz de opinión favorable al Movimiento

encabezado por Hugo Chávez Frías. Estos factores, son ilustrativos de

la naturaleza del Discurso Político de Chávez, para el período 1998-

2001.

El contexto de aparición del CHAVISMO como fenómeno político obedeció a

la aparición de problemas de LEGITIMIDAD, entendida como las carencias de un

soporte cognitivo de la estructura socialmente organizada del poder y de comandos

particulares de dominación, que facilitan a largo plazo la operación del sistema

mediante la reducción de la fricción de la coerción y la lucha por el predominio

(Machillanda, 1989). Precisamente, al modificarse, sustancialmente, las condiciones

de la sociedad venezolana, generadas por la creciente recesión económica entramos en

una reestructuración de las relaciones entre los individuos: es decir, de las prácticas

sociales. En este contexto los procesos dentro de los sistemas humanos están regidos

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por acciones simbólicas cambiantes que rigen la acción comunicativa entre los

hombres (Habermas, 1978). Los factores de socialización característicos del

puntofijismo, no tienen la pertinencia histórica que tuvieron antes de 1993, por ello

entramos en una gran conflictividad, expresada en los acontecimientos del 27-28 de

febrero de 1989 y en los intentos de Golpes de Estado de 1992. Esta ruptura del orden

racional de funcionamiento, obliga a una recomposición del sistema social y, por lo

tanto, de las relaciones de poder.

En esta situación de RECOMPOSICIÓN, se estructura una nueva relación de

poder, marcada por la sustitución de la vieja élite política, que necesariamente debe ser

“desaparecida” del sistema. Para ello, se reescriben los símbolos de la acción

comunicativa (Habermas, 1978), para generar un Discurso utilizado en la transmisión

de “constructos sociales” (Mato, 1994), que denotan un contenido ideológico,

permitiendo así, que el discurso deje de ser simplemente un acto social de habla y pase

a transformarse en un instrumento para el disfrute del PODER.

Chávez llegó a expresar, concretamente, la sintomatología de la crisis

institucional. El Discurso sobre la Constituyente propuso una vía para la renovación

que toma, como base, esa propuesta. La Constituyente pensada y razonada desde su

óptica, constituiría, se esperaba así, la mejor manera para superar las graves

contradicciones de la sociedad venezolana. En esta cuestión, el Discurso de Chávez se

transforma en un comentario DICHO, es decir que se transforma en objeto de

reproducción por parte de colectivo. Sus ideas serán las que marcarán la pauta de la

discusión política en los meses previos al proceso electoral de 1998, tanto para

manifestar rechazo a sus ideas, como para establecer un apoyo a las mismas.

Se conjugaron, entonces, varios elementos para otorgar un carácter de

trascendencia a la propuesta constituyente. En primer lugar, las condiciones de

agotamiento del modelo político y de los actores tradicionales, cuyos discursos no

llegaron a ser creíbles. En segundo lugar, la naturaleza de los ACTORES que

sostuvieron las argumentaciones a favor de la Constituyente: Chávez y los demás –

Carlos Delgado Ocando, Jorge Olavarría, Javier Elechiguerra, Tulio Alvárez, entre

otros – no fueron vistos “como más de lo mismo”. Por el contrario, se asumió su

argumentación, por parte de la población, con mucha efectividad, tal como quedó

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demostrado en los estudios publicados por los mismos medio de comunicación social

(El Universal publicó el 06-01-99, un estudio realizado por DATANALISIS donde el

78% de los consultados en Caracas apoyó el referéndum consultivo).De tal manera,

que los actores políticos conglomerados en torno a Hugo Chávez Frías, limitaron el

discurso de los partidos tradicionales y de otras personalidades, haciendo especial

énfasis en la RAZON , LA VERDAD, LA DOCTRINA y EL RITUAL en la propuesta

constituyente desarrollada durante el año 1999.

La convocatoria al Proceso Constituyente, fue la propuesta esencial

desarrollada por Hugo Chávez Frías en la primera etapa de su Gobierno (1998-1999).

Esto significó una conflictividad política desarrollada desde el mismo momento en que

resultara electo en diciembre de 1998. Ello se tradujo en la conformación de diversas y

encontradas matrices de opinión entorno a este proceso y a los actores que debían

conducirlo.

Se esperaba que tras, la Constituyente, se produjera un clima de explosión

política, derivado del enfrentamiento entre los factores que propendían a ocupar –

Chávez y el MVR- y aquellos que venían ocupando el poder – AD y COPEI, entre

otros –. No obstante, una decisión de la antigua Corte Suprema de Justicia (CSJ) en

manos del magistrado zuliano y exrector de la Universidad del Zulia, Humberto La

Roche, evitará el estallido de un conflicto social de gran magnitud en la sociedad

venezolana. La decisión del Magistrado La Roche, dada a conocer en Enero de 1999,

otorgó el piso jurídico del proceso constituyente que se desarrollaría durante todo el

año. Más aun cuando estaban planteadas dudas acerca de cuál sería el mecanismo legal

adecuado para adelantar este proceso.

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