alonso millán, juan josé -las señoras primero

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literatura cuento

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  • LAS SEORAS PRIMERO

    FARSA DE HUMOR EN TRES ACTOS,

    ORIGINAL DE

    JUAN JOS ALONSO - MILLAN

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

    2

    EDICONES

    ALFIL

    PREMIO NACIONAL DE TEATRO

    COLECCIN

    TEATRO

    1967, by, . JUAN JOSE ALONSO MILLAN.

    Editada por ESCELICER,, S. A. Hroes del Diez de Agosto, 6. Madrid.

    Reservados todos los derechos.

    Los representantes de la Sociedad General de Autores de Espaa son los nicos encargados de

    autorizar la representacin o adaptacin de esta obra.

    Depsito Legal: CA. 186-1967

    ESCELICER, S. A., Cdiz - Obispo Calvo y Valero, 4 al 12

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

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    "Para ti Adelina, tu comedia". Juanjo

    Esta obra fue estrenada en el Teatro Recoletos, de Madrid,

    el da 5 de junio de 1962, con el siguiente

    REPARTO

    CARLOS ... CARLOS Muoz.

    RAQUEL ................... ngela Mara Torres.

    CONSERJE ................ Marcelo Arroita-Juregui.

    VCTOR ... Jos Luis Heredia.

    La accin de esta comedia transcurre toda en un hotel

    de San Sebastin. poca actual.

    Direccin: ESTEBAN POLLS. Escenografa: PATO.

    DECORADO

    Estamos en la habitacin nmero 17 de un hotel de lujo en San Sebastin, aproximadamente

    hacia la mitad del mes de agosto, en plena Semana Grande. Al dar comienzo la accin, es la una y

    media de la madrugada de una noche calurosa. El decorado de los tres actos, es la habitacin de un

    hotel de lujo, no muy recargada de muebles; una cama, tras un pequeo foro, dos butacones, mesa

    pequea, telfono, etc. Hay un balcn, por el que se divisa el azul del cielo. A la izquierda del

    espectador una puerta, la nica que comunica con el exterior que da acceso al pasillo. A la derecha

    en primer trmino, otra puerta que comunica con el cuarto de bao. Un poco ms hacia el foro un

    armario empotrado. Varias lmparas, cortinas, alfombras, etc... completan el atrezzo sobrio y

    elegante.

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

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    ACTO PRIMERO

    Al levantarse el teln la escena est completamente vaca. Las luces encendidas y el balcn abierto,

    por el que entra una msica lejana de un slow fox que se supone viene de la orquesta que toca en el

    jardn. Encima de la cama hay una maleta abierta con ropas de hombre. En el respaldo de la silla,

    una chaqueta colgada y tirada en el suelo una corbata. A los pocos segundos, entra en escena

    CARLOS, que aparenta unos treinta aos. Sale del cuarto de bao, va en mangas de camisa y viene

    tarareando la msica que toca la orquesta.

    (CARLOS trae en las manos un pequeo frasco y un vaso de agua, que deja encima de la mesa,

    despus de haber vertido unas gotas en l. Se acerca a la mesa e introduce una carta dentro del

    sobre, luego lo cierra y escribe una direccin, a continuacin deja el sobre en la mesa, va hacia el

    vaso y bebe su contenido sin respirar, siente un pequeo mareo. Inmediatamente se toma un

    caramelo que saca del bolsillo. Al momento se repone del mareo, coge la corbata del suelo, se pone

    sta y luego la chaqueta, de uno de los bolsillos extrae una pistola del nueve corto, la carga y se la

    lleva a la frente. Cuando se la va a disparar, unos golpes en la puerta dela izquierda, lo vuelven a

    la realidad, mira hacia donde han partido, titubea y por fin se dirige hacia all, siempre con la

    pistola en la mano. Abre la puerta y entra precipitadamente en la habitacin, una mujer, se llama

    RAQUEL, es joven, bonita, etc., etc... Calza zapatillas de tacn alto y viste un pijama azul debajo

    de una bata de seda encarnada.)

    RAQUEL.-Est usted solo?... Chist... S, claro que debe estar usted solo. (Pasa y cierra la puerta.)

    Pero bueno, dgame algo. No se quede usted as, no levante < mucho la voz y diga... Est usted

    solo?

    CARLOS.-Desde luego, hace un momento cuando no haba llegado usted, yo habra jurado.., pero

    claro.

    RAQUEL.-No sabe el peso que me quita de encima, menos mal.

    CARLOS.-Vaya, me alegro.

    RAQUEL.-Oiga, no esperar usted a alguien?

    CARLOS.-No, no, a nadie, tenga en cuenta que no es una hora muy apropiada para hacer visitas a

    la gente.

    RAQUEL. Ah, no? Es que tiene usted algo contra la una y media de la madrugada?... Le parece

    tarde?

    CARLOS.-Eso depende; la una y media aqu en San Sebastin, en pleno mes de agosto, con inedia

    Semana Grande por delante y una noche como sta, me parece una hora estupenda para cualquier

    cosa, pero no me negar que para practicar el bello deporte de la visita, creo quedas reglas de

    sociedad recomiendan otras horas del da...

    RAQUEL.-Es verdad... Por qu ser eso? Todo el mundo tiene la mana de hacer las visitas por la

    tarde y casi siempre a una hora fija.

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

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    CARLOS.-S, como las corridas de toros.

    RAQUEL.-Cunto ms bonito serla de tres a seis de la madrugada, adems no se correra el riesgo

    de en contrar la casa vaca.

    CARLOS.-S, y mucho ms cmodo. Recibira uno a los amigos en pijama, zapatillas y vaso de

    agua. La sociedad es eso; hacer las cosas ms fciles de la manera ms difcil, para dar mrito a los

    actos que en s solos...

    RAQUEL.-S, tiene usted razn, se nota que es usted un hombre de mundo, yo a los hombres de

    mundo los conozco en seguida.

    CARLOS: -S?

    RAQUEL.-Desde luego, son as como usted: morenos, con don de gentes y... Oiga perdone esta

    pregunta indiscreta, pero qu quiere, soy mujer.

    CARLOS.-No haca falta la aclaracin.

    RAQUEL.-Eso que tiene usted en la mano, que parece una pistola, qu es? Calle, no me lo diga.

    Es un mechero. Verdad?... Yo tuve uno as. Bueno, era un poco ms pequeo, y ms mono, y no

    encenda nunca.

    CARLOS.-Le creo, porque esto no es ningn mechero, es...

    RAQUEL-Entonces, ya s, es una radio... Naturalmente. Si no hay ms que verla, lo que pasa -es

    que es muy fea, adems no debe coger nada..

    CARLOS -Siento contradecirla otra vez, pero tampoco es una radio. Esto que tengo en la mano en

    forma de pistola, asmbrese: es una pistola.

    RAQUEL.-No.

    CARLOS.-Se lo juro.

    RAQUEL.-Me deja de piedra... Quin lo iba a decir? De pronto se encuentra una con un seor que

    tiene en la mano un chisme que parece una pistola, empieza a preguntar, a preguntar, a preguntar, y

    resulta que es.

    CARLOS.-No s cmo le extraa.

    RAQUEL-Como hoy da nada de lo que a primera vista vemos es realmente lo que parece, cmo

    iba yo a figurarme...? Seor, Seor, pero crame que me alegra ver que quedan cosas que no varan

    con el tiempo. Porque eso de ir a coger un libro de una biblioteca y encontrarse que es un bar, ver

    unas escaleras que no conducen a ninguna parte, la arcaica mesa de camilla que por las noches se

    convierte en una esplndida cama de matrimonio, y el cuarto ese pequeo donde nos mandaban a

    jugar nuestros padres, y que era el de los trastos, hoy da convertido en un estupendo piso con

    derecho a cocina, donde viven tres familias numerosas y una abuela que no sirve para nada, crame

    que no hay quien lo resista. Yo prefiero que el pan sea pan y el vino si puede ser de Mlaga, mejor

    que mejor. (Pausa.) Oiga, y por qu lleva usted pistola?... (Con alegra) No me diga... qu ilusin...

    Es usted asesino? SI, no cabe duda. Usted ha debido matar a mucha gente.

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

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    CARLOS.-Siento contradecirla otra vez.

    RAQUEL.-A ver, mreme a los ojos... No, qu va, usted qu va a matar... Usted debe ser

    representante de armas, o coleccionista de objetos extraos... verdad?

    CARLOS.-No, tampoco. Ahora no soy nada. Pero eso no im. porta, lo importante es lo que se ha

    sido. Y yo, hasta hace doce das exactamente, no me aplauda por favor, era empleado.

    RAQUEL.-Vaya, le felicito.

    CARLOS.-No, compadzcame mejor.

    RAQUEL.-Pero empleado del Estado o de los que trabajan?

    CARLOS.-De los segundos. Empleado de la ms importante fbrica de cosas americanas; todo lo

    que se fabrica all es americano. "Girldez y Girldez, Sociedad Limitada": El negocio ms

    productivo desde que le pas a los alemanes lo que les pas; un consejo de administracin, con su

    presidente y todo para que no falte de nada; un di. rector, un co-director, un vice-director, cuatro

    jefes de personal y un empleado.

    RAQUEL. (Con alegra.) -Usted?

    CARLOS.-Exacto, yo. (Dndole una tarjeta de visita.) Car. los Prez Rodrguez como mi nombre

    indica, natural de Ciudad Real, de 31 aos de edad, cinco meses y tres das, no mal parecido, de...

    RAQUEL.-Oiga, en Madrid conoc a un seor que se apellidaba Prez, fjese, como usted.

    (RAQUEL se re mucho.) Tiene gracia, no?

    CARLOS.-Mucha, ya lo creo. El mundo es un pauelo... Bien, bien, y usted, cmo se llama?

    RAQUEL.-Raquel, y no me avergenzo, por lo menos tengo nombre de mujer, que en estos

    tiempos, ya es algo. (Pausa.) Pero no me ha dicho para qu lleva usted ese trasto encima!

    (Por la pistola)

    CARLOS.-He aqu un prodigio de la imaginacin humana, con un slo movimiento del dedo, se

    manda a hacer grgaras a una persona, animal o cosa.

    RAQUEL.-Y para qu quiere hacer todo eso?

    CARLOS.-Es una historia muy larga de contar. Dentro de unos momentos, con su permiso, claro

    est, me voy a suicidar.

    RAQUEL.-Vaya, hombre, qu pena... con lo moreno y lo bien que est usted... Y por qu?... No

    me diga... una mujer ha tenido la culpa, una mujer... siempre pasa lo mismo, a que no me

    equivoco?

    CARLOS.-Y qu mujer! Si la hubiera usted visto!

    RAQUEL.-Rubia, verdad?

    CARLOS.-Rubia, como una peseta y un metro sesenta y seis con tacones, he dicho algo?

    RAQUEL.-Francesa.

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

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    CARLOS.-Francesa como De Gaulle, ojos verdes, rasgados...

    RAQUEL.-Boca sensual.

    CARLOS.-Boca sensual, y encima una nariz graciossima tirando a chata.

    RAQUEL-Cincuenta centmetros de cintura.

    CARLOS.-Cuarenta y ocho centmetros de cintura... Oiga! Usted cmo sabe todo eso?

    RAQUEL.-Porque son as las mujeres por las que se matan los hombres sin personalidad.

    Suicidarse por una mujer como esa, no tiene mrito, lo hace cualquiera. Lo verdaderamente digno

    de mayor elogio, es levantarse la tapa de los sesos por una manchega bajita de...

    CARLOS.-Si usted hubiera conocido a mi Colette!

    RAQUEL.--La hubiera hecho un monumento o la habra cantado la Marsellesa, en fin, cualquier

    cosa, menos suicidarme.

    CARLOS.-Pero pngase en mi caso. Yo padeca un sueldo de dos mil treinta y siete pesetas menos

    los descuentos, que se quedaba reducido a mil trescientas cincuenta, ms la caresta de vida, que

    haca un total lquido de mil trescientas cincuenta y seis con treinta y...

    RAQUEL.-Al ao?

    CARLOS.-No, todos los meses.

    RAQUEL.-Ah, todos los meses... Qu granuja. Mira, mira, todos los meses sus mil y pico pesetitas,

    para que luego digan.

    CARLOS-Pues bien, ella necesitaba ms.

    RAQUEL.-Eso es muy francs. No se conforman con nada.

    CARLOS.-Adems, como las francesas son as, que no se casan. Salen carsimas.

    RAQUEL.-Qu distintas de las espaolas, verdad usted? Que, en cuanto nos hablan de boda,

    aunque sea en rabe, nos ponemos a ahorrar como idiotas.

    CARLOS.-ES usted casada?

    RAQUEL.-S, claro, por eso lo digo, hablo con conocimiento de causa... Pero siga contando cosas

    de su Colette. A m me traen sin cuidado, pero usted lo pasa en grande.

    CARLOS.-Qu mujer... Unos ojos...

    RAQUEL.-Dos, verdad. Como me figuro que se va a referir a los mismo se lo hago constar.

    CARLOS.-S, tiene razn. (Saca una fotografa de la cartera.) Mire, esta es, le gusta?

    RAQUEL.-Muy pintada... no?

    CARLOS.-.Si, pero bien. Lo importante en una mujer no es que se pinte, sino que se pinte bien.

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

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    RAQUEL. Ya, ya. Pero es que esta mujer parece un autoretrato.

    CARLOS.-Bien, deme, dome. Si hubiera sido vieja y fesima, estara usted dicindome el sex

    apelle que tiene. (Pausa.) Pues bien, pas lo que le hubiera pasado a todo espaol normal, haya o

    no, cumplido el servicio militar.

    RAQUEL.-Que se llev el dinero de la Caja, no?

    CARLOS.-Y la caja tambin.

    RAQUEL.-Y fue mucho lo que sustrajo?...

    CARLOS-Milln y medio aproximadamente.

    RAQUEL.-Y todo eso se lo ha gastado con ella, con Colette?

    CARLOS.-Absolutamente todo... Si usted hubiera visto cmo me quera... cunto tenemos que

    aprender de Francia.

    RAQUEL.-Sin nimo de criticar y sin necesidad de salir con una paisana de Paquita Sagn, le dir

    que por la mitad tiene usted a media Espaa del elemento femenino dando vueltas detrs de usted.

    CARLOS. (Saca un cuadernillo.)-Mire, aqu est explicando perfectamente lo que tengo que hacer,

    esta decisin la he tomado despus de pensarlo mucho.

    RAQUEL.-Veo que es usted un hombre ordenado.

    CARLOS.-Ordenadsimo. Yo todo lo que haga desde que me levanto hasta que me acuesto lo

    escribo en mis diarios y lo que tengo pensado hacer, en este cuadernillo de notas que llevo conmigo.

    RAQUEL.-Sus diarios?... -Es que tiene usted ms de un diario?

    CARLOS.-S, tengo tres. Y no crea que son muchos para llevar la contabilidad de mi vida. En el

    primero escribo todo lo que me hubiera gustado que ocurriese, pero que claro, no ha ocurrido. En el

    segundo me convierto en otro hombre y hago cosas que haran temblar al ms repugnante asesino.

    Y el tercero, lo tengo dedicado a la vida ntima de todas mis amantes.

    RAQUEL.-Ha tenido usted muchas?

    CARLOS.-No, pero a fuerza de leerlos llega un momento que yo mismo me creo todas mis

    mentiras.

    RAQUEL.-Y en ninguno pone la verdad?

    CARLOS.-Desde luego que no. En qu diario ntimo ha visto que se ponga la verdad? Yo invento

    cosas preciosas, dejo los diarios en cualquier parte para que lo lean los dems y cuando pase lo que

    tiene que pasar, dejar dicho a mis descendientes que lo presente a un concurso literario a ver si

    pega. Y aqu en este pequeo cuadernillo. Ve (Leyendo.) Martes 17: Corbata marrn con unos

    puntitos, traje marrn con unas rayitas, zapatos de box-calf con unos cordones. A las nueve: caf

    con leche en la cafetera de la esquina y que sea lo que Dios quiera. A las diez robar la caja del

    dinero de la oficina y a las once coger el Taf para Cceres con Colette.

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

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    RAQUEL.-Vaya maana. Y por qu precisamente a Cceres?

    CARLOS.-Es un detalle de astucia; cuando la Polica se entere de que he robado un milln y medio

    de pesetas para irme con una francesa, me buscarn por todas partes menos en Cceres... O es que

    usted no conoce Cceres? (Sigue leyendo.) "Viernes 17: Corbata marrn con unos puntitas, traje

    marrn con unas rayitas, zapatos de box-calf con unos cordones. Salida con Colette hacia

    Andaluca.

    RAQUEL.--Con este calor?

    CARLOS.-Con un milln y medio de pesetas no hay verano caluroso. (Sigue leyendo.) "Viernes

    24: Corbata marrn con unos puntitos, traje marrn con unas rayitas y zapatos de box-calf con unos

    cordones. Salida Hacia Toledo a or misa en la catedral. Yo soy catlico sabe?. Luego a visitar

    Madrid.

    RAQUEL.--Pero no vive usted en Madrid?

    CARLOS.-No, all trabajo. "Jueves 30: Corbata marrn con unos puntitos...

    RAQUEL-Oiga tiene usted un vestuario muy numeroso, eh?... Si no tiene ms que lo puesto por

    qu lo apunta?

    CARLOS.-Ya le dije que yo soy un hombre muy ordenado y no se debe dejar nada a la memoria.

    Tenga en cuenta que tambin tengo un pijama azul con tres botones blancos. Y aqu tiene usted.

    Hoy lunes a la una y media de la madrugada, escribir la carta a la polica y suicidarse. Usted ha

    llegado en el preciso momento en que lo iba a hacer.

    RAQUEL. No sabe cuanto me alegro. Porque me figuro que ya se le habrn quitado las ganas de

    hacer tamaa tontera.

    CARLOS.-Se equivoca. Estoy decidido a pasar a mejor vida y pasar.

    RAQUEL.-Es usted incansable.

    CARLOS.- Y usted muy guapa.

    RAQUEL.-S, ya lo s. Y adems de guapa, tambin soy casada.

    CARLOS: Pero poco, mucho, o bastante?

    RAQUEL.--No, muy poco, casi nada. Desde las diez de la maana en que me cas en Madrid en la

    iglesia de San Jos.

    CARLOS.-Enhorabuena.

    RAQUEL.-Muchas gracias... Y qu boda! Si hubiera usted visto!

    CARLOS Muchos invitados?

    RAQUEL-A la ceremonia pocos, con este calor. Pero al lunch... yo no s de dnde pudo salir tanta

    gente. Adems llevaba un vestido.., blanco... Cmo estaba de guapa... Fjese si estaba favorecida

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

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    que mi padre le pre. gunt a mi madre, que quin se estaba casando con Vctor. Vctor es mi

    marido, sabe? Y adems es ingeniero, como las personas decentes.

    CARLOS.-No sabe cunto me alegro... Y se le nota mucho?

    RAQUEL.-Si no habla, no. Ahora se lo juro, me hubiera casado con l aunque slo fuera perito.

    CARLOS.-Vaya, eso dice mucho a su favor. (Despus de una pausa.) Entonces.., esta es su noche

    de bodas, no?

    RAQUEL.-Carlos, por Dios, no sea usted verde.

    CARLOS.-No s, no s; pero me parece que aqu hay algo que no est perfectamente claro. Usted

    se ha casado esta maana en Madrid. Ha venido en viaje de novios a este hotel, esta es su noche de

    bodas y la est pasando con un desconocido, en el buen sentido de la palabra. Qu le parece a

    Vctor?

    RAQUEL.-Qu le va a parecer? Cmo se nota que nunca ha estado casado!

    CARLOS.-En fin, no s qu pensar. Es posible que tenga usted razn. Yo he odo contar

    costumbres brbaras de algunos pueblos de las Hurdes; alguna vez las he puesto en duda; pero

    crame, despus de or y ver lo que hace y dice una seora de buena familia, con su bachillerato ya

    terminado, porque usted tiene cara de tener el bachillerato ya terminado, verdad?

    RAQUEL.-Ya lo creo. Y adems muy bien; tard doce aos en acabarlo. He conocido ocho

    maneras diferentes de estudiarlo.

    CARLOS.-Pues bien, despus de este ejemplo palpable no s qu pensar.

    RAQUEL. (Muy solemne.)-Carlos, a pesar de todo, yo soy muy desgraciada.

    CARLOS.-No exagere. Ser desgraciada a secas... Pero muy desgraciada, me parece llevar las

    cosas demasiado lejos. Qu deja usted para la hurfana, paraltica y pobre?

    RAQUEL.-Hgase cargo, Carlos; hace quince horas que me he casado y de pronto, me doy cuenta,

    que no me gusta nada, nada mi marido.

    CARLOS.-Pues yo tena entendido que los maridos solan gustar ms tiempo.

    RAQUEL.-No, si antes de casarme ya tena mis dudas, pero qu quiere, soy curiosa.

    CARLOS.-Y por qu se cas... con...?

    RAQUEL.-Vctor, se llama Vctor; pero no ha sido ese el motivo.

    CARLOS.-Es que la oblig la familia?

    RAQUEL.-Si hubiera sido as no lo habra aguantado. Mi madre se enter que era un buen partido

    e inmediatamente me prohibi salir con l, eso bast para que a los seis meses acaba siendo su

    esposa

    CARLOS -Y por qu' no le quiere?

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

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    RAQUEL-No s, no acierto a explicarme la causa. Es un hombre muy raro, nunca habla de ftbol.

    CARLOS.-Le ha visto algn mdico?

    RAQUEL.-No quiere, no tiene fe en ninguno. El dice que la diferencia que existe entre un mdico

    y un practicante est, en que el practicante pone inyecciones. Adems, no habla ms que de

    matemticas, a todas horas las matemticas. Para l no existe otra cosa en el mundo. El primer da

    que salimos, en vez de hacer un soneto a mis ojos como est mandado, el muy anormal, me trajo

    resuelta la ecuacin de la elipse de mis ojos. Figrese, casada con un hombre as, se corre el riesgo

    de dar a luz en lugar de un hijo, un paraleppedo recto-rectangular. No le parece?... Adems, usa

    gafas.

    CARLOS.-Qu tiene eso de extrao?

    RAQUEL.-No, si a m no me disgusta, hasta en las mejores familias se dan seres as. Lo que pasa,

    es que cuando se las quita parece otro hombre; es como si de pronto, sin avisar, se quitara el bigote,

    la barba o una oreja. (Pausa.) Cuando vamos al cine que naturalmente se quita las gafas...

    CARLOS.-!Entonces no ver nada!

    RAQUEL.-Claro- que no, pero no importa mucho. Me da cada susto, adems, no llego a

    acostumbrarme; un da cre que era un seor desconocido y le puse la cara roja a bofetadas. Y ha

    sido esta noche, hace unos minutos, cuando le he visto, con su bata azul y su pasta de dientes en la

    mano, cuando de pronto se quit las gafas (Pausa.) No lo he podido resistir. Ha sido superior mis

    fuerzas. Me pareca que era otro hombre. Vamos, senta la sensacin de que le estaba engaando.

    No le he dicho nada, pero he esperado a que se fuera al cuarto de bao a lavar los dientes. Y

    entonces me he escapado de su cuarto y me he venido al suyo.

    CARLOS.-Sigue sin parecerme correcto... Por qu precisamente al mo?

    RAQUEL.-Dnde iba a ir? A la calle no poda porque no es frecuente ver a una seora por la calle

    en pijama, ms an si es espaola. Si me vesta, no tena tiempo. Entonces pens en usted, mi

    vecino de habitacin. No recuerda? Nos tropezamos esta tarde al entrar.

    CARLOS. Pues no, no recuerdo. Y cmo se le ocurri?

    RAQUEL.-Le vi la cara y en seguida lo decid... Seguro que este seor tan caballero, no tendr

    inconveniente en cobijarme toda la noche en su cuarto. A la maana siguiente ya habr pasado todo

    y yo entonces tranquilamente me voy a mi casa.

    CARLOS.-Pero su marido cuando la eche de menos se pondr furioso. Revolver este hotel, hasta

    es posible que quiera registrar este cuarto.

    RAQUEL. Usted cree? Los maridos hacen todo eso cuando falta su mujer?

    CARLOS.-Si es su noche de bodas, yo dira que s.

    RAQUEL.-Mira, mira de qu cosas se entera una.

    CARLOS.-Seora, tiene usted que marcharse.., Seor, Seor, qu complicacin. Ya no puede uno

    ni suicidarse tranquilo... Con la cantidad de habitaciones que hay en este hotel... Hgame caso, no

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

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    puede usted quedarse aqu ms tiempo, tiene que salir.

    RAQUEL.-No, Carlos, no sea usted malo... Qu ms da?... Que quiere usted suicidarse? Pues no

    se hable ms, ser buena, v mirar desde aqu quietecita, cmo se da usted el tiro.

    CARLOS.-Es que no s... para m resulta algo violento. (Duda.) Bueno, como quiera.

    (Se pone la pistola en la sien.)

    RAQUEL.-Ay, no puede ser. No, imposible, usted no puede matarse estando Yo aqu.

    CARLOS.-Pero por qu?

    RAQUEL.-Todo el mundo me echara la culpa de esto... Para qu queramos ms, si me encuentran

    en la habitacin de un seor que tiene un tiro' en la frente.

    CARLOS.-Pero hgame, caso. Maana estar aqu la Polica y no quiero ser tratado como un

    ladrn... Prefiero suicidarme, aunque luego digan que era rojo.

    (Carlos se va a un rincn de la habitacin y se dispone a dispararse en la cabeza.)

    RAQUEL.-Carlos; Carlos, no haga eso, se lo suplico, no lo haga... Vamos a ver, contsteme antes a

    una pregunta muy importante. Dnde se va a dar el tiro?

    CARLOS.-Pues aqu en la sien... pasa algo?... es lo ms frecuente.

    RAQUEL.-S, desde luego, porque en un dedo a lo mejor falla. Pero en la frente va a resultar muy

    mal, adems se quedar con los ojos muy abiertos, y le voy a decir la verdad, Carlos; usted tiene los

    ojos lo suficientemente grandes para no tener que recurrir a los tiros.

    CARLOS.-Usted cree?

    RAQUEL.-Adems, no se debe morir uno tan de prisa. La muerte debe venir poco a poco, con sus

    catarros, y sus toses, para tener tiempo de ponerse a bien con Dios, porque me parece a m, que

    arriba se la gana.

    CARLOS.-No lo crea, yo siempre he sido un buen catlico.

    RAQUEL-Pues lleva usted una carta de recomendacin malsima: Un suicidio, ah es nada.

    CARLOS-Pero yo tengo mucha fe y mi fe me dice, que ya cumplo bastante suicidndome. No crea

    usted que es tan fcil... Considere que lo tengo que hacer todo. Si es envenenndome, tengo que

    poner el frasco con agua y echarle unas gotitas de veneno, y luego tomarme en seguida un caramelo

    de menta para quitarme el mal sabor que tiene.

    RAQUEL.-Me gusta mucho ms ese mtodo, que esa barbaridad del pistoletazo.

    CARLOS.-Ya lo prob antes, pero no hizo ningn efecto. RAQUEL.-Y el balcn? Tengo

    entendido que hay personas que se tiran por los balcones.

    CARLOS.-No servira, este es un primero, por lo, tanto tendra que tirarme cinco veces.

    RAQUEL.-Y si se cortara las venas de la mueca?

    CARLOS.-Hara falta una guillet, y yo me afeito con maquinilla elctrica. A lo ms que llegara

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    sera a un calambre en el codo. Decididamente el tiro es ms seguro... Y an dice usted que arriba...

    No, Raquel, no,

    RAQUEL.-Oiga, me ha llamado usted Raquel, verdad?

    CARLOS.-Pues s... Raquel... Le extraa? Yo creo que es lo ms lgico. Si la hubiera llamado

    Emilio o Federico... !

    RAQUEL.-No, no es por eso... Es que en sus labios, Raquel suena muy bien.

    CARLOS.-Pues le doy a usted mi palabra que es la primera mujer que llamo as.

    RAQUEL.-Eso se lo dir usted a todas.

    CARLOS.-A todas las que tienen unas pestaas tan largas como las suyas.

    RAQUEL.-Adems, Raquel simplemente. Nadie me haba llamado as nunca.

    CARLOS.-Es extrao. No se llama as?

    RAQUEL.-S, pero en casa decan que era un nombre muy cortito y siempre me han llamado

    Raquel Mara de la Medalla Milagrosa. Y luego los apellidos.

    CARLOS.-Pues a m me gusta ms Raquel, as como suena.

    RAQUEL.-Es que usted lo hace sonar muy bien... Ha estudiado usted canto?

    CARLOS.-No, no.

    RAQUEL.-Msica?

    CARLOS.-Tengo tres aos de piano, pero lo tuve que dejar porque no aprenda nada. El profesor

    era de Little Roock. Como era lgico tena prejuicios raciales y me prohibi tocar las teclas negras.

    Oiga, pero volviendo a donde estbamos: Su Vctor tambin para llamarla emplea todas esas

    cosas?

    RAQUEL.-Menos los apellidos. El me llama Raquel Mara y lo eleva todo al cuadrado... Antes de

    matarse tiene usted que conocerlo... Si no fuera por las gafas...

    CARLOS.-Sabe una cosa? Yo no uso gafas ni de sol. Y le voy a decir ms, aunque sea una

    inmoralidad gordsima. Me gusta usted muchsimo, y le aseguro que si no fuera por la tontera que

    ha hecho en San Jos, le pedira que se casara conmigo. Desde que la he visto, estoy convencido de

    que estoy hablando con la mujer de mi vida.

    RAQUEL.-Qu lstima. Entonces ya no me puedo casar con usted ni con ningn otro seor?

    Porque el caso es que usted tampoco me desagrada... Estoy por asegurar... que jams le ha

    preocupado que dos rectas paralelas situadas en un mismo plano, por mucho que se prolonguen,

    nunca llegan a juntarse.

    CARLOS.-Nunca?

    (Se va acercando mirndose a los ojos.)

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

    14

    RAQUEL.-Nunca, se lo juro.

    CARLOS.-Pues la verdad, no, no saba nada.

    (Siguen acercndose.)

    RAQUEL.-Y por dos puntos.., slo puede pasar una recta... y en cambio, fjese bien... por una..,

    solo. (Se besan.) Carlos, besas mejor que Vctor.

    CARLOS.-T tambin. (Se vuelven a besar.) Raquel, te adoro.

    RAQUEL.-Carlos, voy a ser indiscreta... Quin te gusta ms, Colette o yo?

    (Se oye una msica lejana que viene del balcn.)

    CARLOS.-T, Raquel, t. No te das cuenta que me ests quitando el sentido y vas a hacer que

    haga una locura y no me suicide...?

    RAQUEL.-Ah! Eso s que no.' En cuanto yo salga de este cuarto haces lo que te d la gana.

    (Pausa.) Oyes esa msica? Me gusta. (Se va hacia el balcn.) Siempre que oigo la msica por la

    noche me da la sensacin que toca para que bailen esas estrellas con esos luceros, sabes? Lo le en

    un libro. Las estrellas son las novias de los luceros, y cuando se casan se van a vivir a la luna.

    CARLOS.-Te gustara ser una estrella, y que yo fuera un lucero, y que viviramos siglos y siglos,

    all, en la luna?

    RAQUEL.-Y Vctor? Tambin vivira en la luna?

    CARLOS.-No, mujer, l no es ningn lucero, y no sabe de estas cosas... Mira, ves aquel que est

    entre esas dos estrellas? Ese soy yo; cuando lo veas lucir de esa manera, sonrele... as, como lo

    ests haciendo ahora y ser el ms feliz de toda la constelacin.

    RAQUEL.-Y nunca me engaars con otra estrella?

    CARLOS.-Nunca, te lo juro.

    (Se besan.)

    RAQUEL.-Carlos... Llvame contigo, llvame lejos, lejos de aqu, lejos de este hotel, y de las

    crceles, vmonos all, con esas estrellas y esos luceros. (Cesa la msica.) Se ha parado la msica,

    qu lstima, es como si se hubiera deshecho toda la armona... Maana t te habrs muerto, aqu

    llover como siempre, y yo terminar haciendo las paces con Vctor,

    CARLOS.-Eso s que no. Si quieres no me mato, robo otra caja y nos vamos a Cceres. Est visto

    que mi sino es robar caja por las mujeres.

    RAQUEL-No, Carlos, no puede ser.

    CARLOS.-NO te gusta Cceres?

    RAQUEL.-No, no es por eso... Es que esta maana, cuando el buenazo de don Julin, me pregunt

    en la pltica sin nimo de hacer chistes, que si soportara a Vctor en el bien y en el mal, en la suerte

    como en la desgracia, a m se me ocurri decir que s, y Carlos, yo me he educado en las Ursulinas,

    donde me han enseado que estas cosas son en serio. S, Carlos, muy serias.

    CARLOS.-De manera que t eres catlica?

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

    15

    RAQUEL.-Qu ests pensando?

    CARLOS.-Ya est. Matmonos juntos.

    RAQUEL.-Caramba, eso es muy fuerte, yo te quiero a ti, pero de eso...

    CARLOS.-No quieres vivir siempre conmigo? No quieres ser feliz?... Ten en cuenta que en este

    mundo tanto para ti como para m, la felicidad es un artculo de lujo que no podemos disfrutar sin

    pagar su impuesto que nos separara al uno del otro. Pero nuestro mundo, nuestra vida, est en el

    ms all, est en ese firmamento que nos separa.

    RAQUEL.-S, Carlos, s, suicidmonos juntos... En el fondo somos buenos y obramos bien. Y

    veremos todas las noches a San Sebastin desde el cielo, que tiene que estar precioso... Pero no me

    escuchas?, qu tienes?

    CARLOS.-No, Raquel, no- puede ser. Tu caso es distinto al mo. T tienes un marido y te debes al

    mundo, an no ha terminado tu misin aqu. Yo en cambio,..

    RAQUEL.-Slo porque no tienes un marido como yo... pero en lo dems... Mi vida sin ti ser un

    continuo sufrimiento; cuando los veranos viniera aqu a ver llover, te imaginas cmo sufrir al

    recordarte? No se mataron por amor Romeo y Julieta?

    CARLOS.-Eran otros tiempos, hoy por amor no se mata nadie.

    RAQUEL.-Adems seremos muy felices, t no tendras tiempo de engaarme con otra y yo sera

    as de guapa siempre.

    CARLOS.-Cllate, Raquel, no puede ser. Me matar yo solo.

    RAQUEL.-Entonces cuando t te hayas marchado yo me meter el cargador entero en el cuerpo.

    CARLOS.-Tanto me quieres?

    RAQUEL.-No te pongas cursi, no creas que me mato por ver qu pasa. Adems sobre eso de volar

    a mejor vida tengo mis dudas.

    CARLOS.-Bien, entonces no lo pensemos ms... Quin se mata primero?

    RAQUEL.-T, Carlos. Eso es ms bien, cosa de hombres.

    CARLOS. No, Raquel, no; para suicidarse como para entrar en un ascensor. Las seoras primero.

    (Le da la pistola.)

    RAQUEL.-Est bien. (Vacila.) Me matar en ese cuarto. (Por el lavabo.) Delante de ti me da

    vergenza. Oye, arrglame un poco... Lo digo por la fotografa y los mdicos. (Cuando va a hacer

    mutis, la msica vuelve a sonar.) Escucha, otra vez la msica.

    CARLOS.-S, es nuestra marcha nupcial, que nos acompaar hasta el cielo,

    RAQUEL.-Pues ya podan tocar "Arrivederchi, Roma", que me gusta ms.

    (La msica se para y empieza a tocar "Arrivederchi Roma".)

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

    16

    CARLOS.-Raquel, te quiero mucho...

    (Se abrazan.)

    RAQUEL.-Yo tambin a ti... oye no te arrepentirs cuando me veas con el tiro en la cabeza? Ten

    en cuenta que no favorece mucho.

    CARLOS.-No digas eso, inmediatamente me reno contigo. RAQUEL.-CARLOS, bsame.

    (Se besan.)

    CARLOS.-Adis, Raquel.

    RAQUEL.-Adis, no... Hasta ahora.

    (Hace mutis por la puerta del cuarto de bao. Carlos espera impaciente. Al momento se oye un

    disparo, Carlos corre hacia el lavabo y vuelve trayendo en brazos a Raquel y la deja en el silln, le

    coge la pistola que tiene en la mano, la arregla un poco la ropa, le da un beso en la mejilla, se

    anuda la corbata, se peina, se pone el can de la pistola en la frente y dispara. Al instante cae al

    suelo. La msica sigue sonando a bastante volumen y muy despacio desciende el

    TELON

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

    17

    ACTO SEGUNDO

    (Al levantarse el tejn, Carlos y Raquel continan en la misma posicin que al terminar el acto.

    Sigue oyndose "Arrivederchi Roma", mezclado con el ruido que hace el timbre del telfono al

    sonar. Despus de una breve transicin, Raquel se incorpora, mira extraada hacia el exterior,

    mira a Carlos, despus va hacia el telfono, hace ademn de descolgarlo, pero inmediatamente se

    arrepiente. Deja de sonar el telfono. Carlos vuelve tambin a la vida, mira a todas partes, va

    hacia el balcn, lo cierra. La msica deja de sonar quedando la escena completamente en silencio.

    Ninguno se atreve a romper el mutismo, se miran embarazosamente.)

    RAQUEL.-Qu faena... eh?

    CARLOS.-Si, qu faena.

    RAQUEL.-Yo creo que no nos hemos portado bien, Carlos... Arriba tenan razn.

    CARLOS.-No estars arrepentida?

    RAQUEL.-No s qu decirte. Estoy aturdida y no veo las cosas muy claras... Todo ha sido

    demasiado fcil. S, demasiado cmodo.

    CARLOS.-De todas maneras me parece una injusticia. Yo creo que son los dos primeros casos de

    suicidio que se han rechazado.

    RAQUEL.-No te quejes; nosotros no hemos nacido para matarnos. Los suicidas, s.

    CARLOS.-Nunca poda imaginarme eso. Yo cre que la vida era como fumarse un cigarrillo, que se

    tira cuando uno se cansa o se espera pacientemente a que se consuma.

    RAQUEL.-Tambin los hay que se queman.

    CARLOS.-No es fcil. Se quema slo el que fuma un grueso puro o el hipcrita que los fuma

    emboquillados. Pero, desengate, cuando la vida de uno es un triste cigarro negro, lleno de estacas,

    y con un papel amarillo repugnante, el nico peligro es que se apague cuando menos se espera, pero

    quemarse... eso s que no.

    RAQUEL.-Hay que ver la que has armado. Qu vergenza me has hecho pasar. All no sonaba la

    msica, ni se oan trompetas, ni crecan alitas.

    CARLOS.-Mujer... cmo iba yo a suponer.

    RAQUEL.-Y luego t empeado a toda costa que nuestros nombres tenan que estar en ese libro

    tan gordo.

    CARLOS.-Total, que no ha servido para nada el tiro. Resulta que ni t ni yo hemos nacido para

    suicidas. Aqu tenemos que esperar un da, otro da, una semana, un ao... hasta que muramos de

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

    18

    muerte natural, como se muere la gente sin aspiraciones, los pobres de espritu... Adems... ahora no

    se muere nadie. Antes con las guerras...

    RAQUEL.-E1 otro da le en el peridico que un seor haba llegado a los ciento treinta aos.

    CARLOS.-Vivira en algn pueblo. Como de aburrimiento no se muere nadie... En una capital,

    llegar a los sesenta es un rcord.

    RAQUEL.-Anda, pues ahora que me acuerdo. Las tortugas, tengo entendido... (Suenan unos golpes

    en la puerta.) Carlos, llaman a la puerta.

    CARLOS.-Chist, calla.

    RAQUEL.-Oye, crees que seguiremos como antes?

    CARLOS.-No s; t me parece que ests ms guapa... Estas cosas te sientan.

    (Suenan otra vez los golpes en la puerta.)

    RAQUEL.-No es momento para decir tonteras.

    CARLOS.-Voy a abrir. Escndete; no conviene que te vean en mi cuarto,

    RAQUEL.-No, hijo, no. Despus de este ridculo. Adems, ahora que me acuerdo, yo soy una

    mujer casada. CARLOS.-Raquel)

    RAQUEL.-S, casada y con un hombre muy serio. A l no le da por ir convenciendo a la gente para

    que se suiciden y encima te tomen el pelo.

    (Vuelven a sonar los golpes en la puerta.)

    CARLOS.-Pero, pero... Est bien. All t.

    (CARLOS abre la puerta y entra un hombre mayor vestido de conserje.)

    CONSERJE.-Buenas noches... Qu, est usted bien?

    CARLOS.-Pues s... s, s seor. (Se re.) Y usted?

    CONSERJE.--Regular. Adems, con este calor... Si lloviera, otra cosa sera.

    CARLOS.-Muy bien. Pues no sabe cunto me alegro... (Los dos se miran violentos y terminan

    rindose.) Vaya, vaya con el portero... Bien, bien. Qu, paseando?

    RAQUEL.-Quin es, Carlos?

    CONSERJE.-Yo, seora. Fermn, el portero, para servirla.

    RAQUEL.-S?... El qu?

    CONSERJE.-Pues, no se me ocurre nada... Lo que usted quiera... Pero a qu he subido yo?

    Porque yo he subido para algo!... Ah, ya est... con permiso. Yo estaba tranquilamente sentado en

    mi conserjera cuando me pareci or como dos... como dos...

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

    19

    RAQUEL.-Cohetes, verdad?

    CONSERJE.-No, precisamente cohetes, no... Eran como dos... como dos...

    CARLOS.-Truenos?

    CONSERJE.-No, no; precisamente truenos, no. Eran como dos...

    RAQUEL.-Tiros?

    CONSERJE.-Exacto. Tiros, s, eso es. (Pausa.) Parece que los estoy oyendo. Primero, uno: Pum.

    Y luego otro.

    RAQUEL.-Pum, verdad?

    CONSERJE.-S, eso es... Pum. (A Carlos.) Su mujer?

    CARLOS.-Oh, no seor. Yo soy soltero.

    CONSERJE.-Entonces, esta seora?

    CARLOS.-Esta seora ya es otra cosa.

    CONSERJE.-Cmo? Es usted casada?

    RAQUEL.-S, seor. Soy la mujer del seor del cuarto de al lado.

    CONSERJE.-Del diecisis?

    CARLOS.-Aunque parezca mentira.

    CONSERJE.-Entonces, la seora es una de las recin casadas que llegaron esta maana? Ahora

    recuerdo... Claro, hombre... Cmo no me fijara antes?... Ande, que tiene un carcter su marido...

    Hace una hora que no para de dar gritos.

    RAQUEL.-S, no me extraa. Siempre est dando gritos. Se cree ms hombre.

    CONSERJE.-Ahora es por usted... Hay que ver... El mundo es un pauelo. (Va al telfono y lo

    descuelga.) Con el diecisis... Cmo se va a alegrar! Oiga... El seor Morales?... Aqu Fermn, el

    portero... Regular, con este calor. Si al menos lloviera, otra cosa sera... Pues ya se me ha olvidado...

    S que era una cosa muy importante para usted... (Raquel le hace seas.) Ah, s... su mujer... La he

    encontrado... No, seor; viva. Otra Vez ser... S, seor, aqu... Claro... Quiere hablar con ella? ...

    Un momento, se pone en seguida. (Da el telfono a Raquel.) Tenga; es su marido. Quiere hablar

    con usted.

    CARLOS.-No sers capaz de...?

    RAQUEL.-Vctor... Eres t? ... Menos mal que puedo oirte... No sabes la alegra que me das...

    Secuestrada; que he sido secuestrada... S, hace un rato, por un monstruo... S, un monstruo o un

    enfermo... Yo no s para qu... Aqu, en el cuarto de al lado... S, ven corriendo. (Cuelga. Le saca la

    lengua a Carlos.) Va a venir... Va a venir...

    CARLOS.-(Estupefacto.) Pero ests loca? Cmo se te ocurre decir que yo... que yo...? Se fija?

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

    20

    Un mostruo yo!

    CONSERJE.--Hombre!... No s qu decirle. De eso entiendo muy poco. Claro que cuando la

    seora lo dice.,.

    RAQUEL.-Un monstruo, s; y muchas cosas ms.

    CARLOS.-;Pero yo a ti te -mato otra vez! (Llaman a la puerta.)

    RAQUEL.-Vctor.., (Entra Vctor, joven, con gafas y correctamente vestido con una bata de seda.)

    Vctor!... Amor mo!... Slvame.

    VCTOR.-Valor, valor,.. Calma; ya est aqu tu Vctor.

    RAQUEL.-Cmo he sufrido!... Ha sido horrible! Y ade. ms, en una noche como sta!...

    (El CONSERJE se re.)

    VCTOR, (Al conserje.)-No sea usted grosero,,, Ya s, ya s. Vamos a ver. Quin es el monstruo?

    RAQUEL.-Ese.

    (Sealando a CARLOS.)

    CARLOS .-Ver usted... Yo le explicar...

    VCTOR. (Avanza hacia l, desabrochndose la bata.)-Es usted un miserable!... (Al momento se

    da cuenta de que tiene una pistola en la mano. Se vuelve hacia Raquel.) El de la pistola?

    RAQUEL.-S, s, el mismo.

    VCTOR. (Se sonre mirando a todo el mundo)-No se tratar de un error?... Estoy seguro de que

    ese seor es incapaz... Si no hay ms que verle!...

    RAQUEL.-Te equivocas. Mientras t te lavabas los dientes, entr en nuestro cuarto, me sac a la

    fuerza y me trajo al suyo.

    VCTOR.-No es posible!

    CONSERJE.-No le azuce la seora, que va a haber una desgracia.

    VCTOR.-Quiere usted hacer el favor de callarse? Esta seora es mi mujer y tiene derecho a

    azuzarme cuanto quiera,

    RAQUEL-Y luego me amenaz con quitarme la vida si no era suya... Figrate, suya... Qu risa!...

    VCTOR.-Mucha.

    RAQUEL.-Figrate. Yo de otro hombre, estando t a diez metros!

    CARLOS.-Qu imaginacin!

    RAQUEL.-Y en vista de que conmigo no le valan de nada sus malas artes y sus picardas, empez

    a dar tiros

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

    21

    como un poseso.

    CONSERJE.-Si; yo o los disparos. Por eso llam por telfono.

    VCTOR.-Ha sido usted capaz de eso?

    CARLOS.-Si se calma y tiene un poco de paciencia, le contar cmo ha sido todo.

    VTOR.-Si no tuviera un arma en la mano, le enseara cmo pegamos los maridos ultrajados.

    RAQUEL.-Casi ultrajado, Vctor; casi ultrajado. Gracias a la mujer que tienes, que sacando fuerzas

    de flaqueza, supo resistir con la frente muy alta y llegar casi al sacrificio, por serle fiel a un hombre.

    VCTOR.-T has hecho todo eso?

    RAQUEL -Claro que s! Y todo, por quin?... Por ti, Vctor. S, por ti solito!

    VICTOR.-S?

    CARLOS.--Basta ya!... Se acab! Al primero que pronuncie una sola palabra, me lo cargo!

    Sintese... Sintese -usted tambin.

    CONSERJE.-Es que yo soy conserje, y el reglamento...

    CARLOS.-El reglamento soy yo. Sintese!

    (Se sienta. CARLOS coge un vaso, lo llena de coac y bebe.)

    VCTOR.-Me parece que, est usted acabando con nuestrapaciencia!

    RAQUEL.-Muy bien dicho, Vctor. Que se d cuenta que t tambin eres muy hombre.

    VCTOR.-Pues no faltaba ms.

    CARLOS.-Tenga. (Le ofrece el vaso.) Beba... Le va a hacer falta... Ahora preprese, que va a

    escuchar la verdad. Comprende? La verdad escueta, clara y limpia, en relieve y con letras as de

    grandes. Atencin! Primera noticia: dos puntos, mayscula y entre admiraciones. Preparado? Va

    premio!... Su mujer no le quiere; le engaa.

    VCTOR.-Como que me lo voy a creer!...

    CARLOS.-Por qu no se lo pregunta usted a ella?

    RAQUEL-Es que vas a dar crdito a lo primero que te digan de m?

    VCTOR.-No claro que no... Estara bueno! Oiga, seor. Nos est usted ofendiendo a los dos...

    Se entera?... A los dos!

    CARLOS.-A usted es posible. A ella, desde luego, no.

    VCTOR.--NO me refiero a ella. Lo digo por ese seor y por m.

    CONSERJE.-A m, lo que se dice ofender... Uno ya est acostumbrado. Viene tanto francs por

    aqu!...

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

    22

    CARLOS.-Est bien. (A. Vctor.) Qutese las gafas y bsela... Hgalo.

    VCTOR.-Naturalmente_ Pues qu crea?

    RAQUEL.-No lo hagas, Vctor. Ten en cuenta tus dioptras.

    VCTOR.-No importa.

    (Se quita las gafas y hace intencin de besar a Raquel. Esta se levanta.)

    RAQUEL-No, Vctor, imposible. No puedo.

    VCTOR.-Raquel... Luego... es verdad?... No me quieres? S, es verdad; aqu hay otro hombre.

    RAQUEL.--No, Vctor... no hay ms hombres.

    VCTOR.-Cllate!... No hace falta que me expliques nada. Ahora lo veo todo claro.

    CARLOS. Naturalmente. En cuanto se ha quitado las gafas.

    VCTOR.-Qu se puede esperar de una mujer que prefiere Marlon Brando a Descartes, porque

    dice que es ms guapo? Una mujer que disfruta ms tomando gambas que resolviendo la ecuacin

    de la hiprbole? Cmo no lo pensara antes?,,. qu tonto he sido! Aunque, en el fondo, deb

    sospecharlo. Raquel, t jams supiste ensolver bien un problema de determinantes.

    CONSERJE.-Vamos, vamos, no se ponga usted as. Seguro que en el fondo la seora es buena. Es,

    es la juventud. Todos hemos sido jvenes alguna vez.

    VCTOR.-Cmo usted tambin? No saba nada.

    CONSERJE.-Es, que nunca le habl de ello. Pero mi juventud era distinta a sta; ramos ms

    sanos; bamos menos al cine.

    CARLOS.-Bien; contine, que nos estamos saliendo del tema. Segunda noticia. Atencin, dos

    puntos, mayscula y entre admiraciones. Preparado? Va premio! Su mujer se ha suicidado hace

    escasamente media hora, conmigo.

    VCTOR.-,,Suicidarse? Del reflexivo suicidarse? De quitarse la vida?

    CARLOS.-Premio al caballero. Ella se dispar un tiro aqu, en mitad de la frente.

    VCTOR.-T has hecho eso?

    RAQUEL.-Le dije que sera capaz de hacer cualquier cosa por l.

    VCTOR.-Pero eso es slo un refrn, Raquel. Tambin se dice que "no se tom Zamora en tina

    hora", y nadie coge el tren para comprobarlo.

    CARLOS .-Y cuando una mujer es capaz de hacer lo que ha hecho Raquel por m, qu ms le va

    usted a pedir?

    VCTOR.-;Qu inmoralidad! Dispararse un tiro delante de un desconocido. Qu pensar mi

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

    23

    familia?

    RAQUEL.-Cmo poda yo sospechar que era eso? Nadie me dijo nada.

    CONSERJE.-La seora tiene razn. Quin no ha sido alguna vez desconocido? Eso a cualquiera

    le puede ocurrir.

    VCTOR.-Usted se calla.

    RAQUEL.-Si dejas que te explique te hars cargo de la situacin... Ten en cuenta que cuando yo

    entr en esta habitacin, l solito...

    VCTOR.-Luego es verdad?... Todo lo que ha dicho este seor es verdad. El no te ha querido

    secuestrar; todo ha sido imaginacin tuya. Entonces este seor no es un monstruo.

    CARLOS.-Hombre, no me tengo por el Apolo de Belvedere... Pero un monstruo me parece

    excesivo.

    VCTOR.-Ella ha venido a su cuarto por su gusto, sin que nadie la secuestrara. Y luego unas

    palabras han sido suficientes para... Qu vergenza!... Y luego dicen del extranjero... En una noche

    como sta...

    RAQUEL.-;Vctor, ya est bien! Todas las paciencias tienen un limite, y t ests pasando de la

    raya.

    VCTOR.-Qu tontas sois las mujeres!... Pero no te das cuenta que si t no te has suicidado antes,

    ha sido porque yo no he querido? No piensas que a m me hubiera costado muy poco trabajo

    convencerte y que si no lo hice fue porque siempre me ha parecido una cosa muy fea? He ah la

    diferencia entre un seor con carrera y un... Sabe Dios lo que ser este hombre.

    CARLOS,- Ladrn. Le parece a usted bien?

    VCTOR-Bueno, eso lo es todo el que puede. Pero.., qu ms?

    CARLOS.--No, nada ms que eso. Pero no vaya a pensar mal. Ladrn de los que ya no quedan; de

    esos a los que se les juzga y se les mete en la crcel para treinta aos y un da. Ms que ladrn dira

    yo desgraciado.

    RAQUEL.-Bueno, no hace falta ponerse as.

    VCTOR.-Ya lo ves... Y por un ser as, t has sido capaz de quitarte la vida.

    CARLOS.-Debera estar enfadado; la exclusiva de quitar las cosas la tengo yo.

    VCTOR.--Pero ahora que me fijo, ustedes siguen viviendo... No?... Se ren, y hablan... Usted

    portero, qu opina?

    CONSERJE.-QU quiere que yo le diga? Yo de esto no entiendo... pero yo dira que s, creo que

    s... Los muertos suelen tener otro aspecto...

    VCTOR.-Los dos, verdad?

    CONSERJE.-Yo me atrevera a asegurar que s. Aunque ya sabe que de esto entiendo muy poco.

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

    24

    VCTOR.-Entonces la cosa no est nada clara.

    CARLOS.-No se esfuerce, Raquel y yo nos matamos, pero hemos sido rechazados en el ms all.

    CONSERJE.-Ah, ya deca yo... Ahora est clarsimo.

    VCTOR.-De manera que usted tambin?...

    RAQUEL.-Pues qu te habas figurado?... No es tan malo torn aparenta; es todo un caballero.

    Nos suicidamos los dos. El detrs de m. Porque como nadie ignora, para suicidarse, como para

    subir en un ascensor, las seoras primero.

    VCTOR.-Muy fino... Y dice usted que arriba los han rechazado?

    CARLOS.-S seor, s. Resulta que ni Raquel ni yo hemos nacido para suicidas.

    RAQUEL.-ES verdad, Vctor. Hubiera sido demasiado sencillo para nosotros; pero ya ves, segn

    nos dijeron. "La vida es un valle de lgrimas" y estamos condenados a vivir con ellas, hasta que

    purgamos todo lo que hemos hecho de malo. As es que tengo la sospecha de que nos vamos a hacer

    centenarios.

    CARLOS.-ES verdad; todo lo que dice Raquel es verdad. Dentro de unas horas yo ingresar en la

    crcel por el asunto se de que le habl antes y Raquel vivir a su lado hasta... cualquiera sabe hasta

    cuando.

    VCTOR.-Vaya, hombre; me est usted dando lstima! Y no cree que si volviera a suicidarse?...

    RAQUEL.-No insistas, Vctor; no puede ser.

    CARLOS.-Le agradezco sus buenos sentimientos, pero es completamente imposible. (Pausa.) En

    todo caso... Pero, claro... Cmo no se me ocurrira antes?... Ya est... Qu idea. Claro que s... Qu

    estpido he sido.

    RAQUEL.-Pero Carlos. qu ests pensando?

    CARLOS.-La solucin, la idea feliz, al fin, naturalmente que s... Cmo no me dara cuenta antes?

    VCTOR.-Diga ya de una vez lo que sea, que yo a sus ideas las temo.

    CARLOS.-Eso es. Vamos a ver, Raquel. Como suicida no me puedo marchar de la tierra!

    RAQUEL.-Eso es.

    CARLOS.-Perfecto. (Mirando a Vctor.) Pero si alguien me quita de en medio?...

    VCTOR.-Qu barbaridad est usted pensando?

    CARLOS.-No es ninguna barbaridad; es la liberacin, la idea feliz. Esccheme, Vctor, amigo mo,

    a m no me duelen prendas. Usted, va a tener el inmenso placer de pegarme un tiro, o dos, o los que

    hagan falta, hasta que est completamente seguro que estoy ms muerto que Tutankamn.

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

    25

    VCTOR.-Hombre, la idea es tentadora; pero as, en fro... CARLOS. (Le entrega la pistola.)-

    Tenga, quedan cuatro balas; adminstrelas bien... Vamos, dispare... qu espera?

    VCTOR-No s... La verdad, yo nunca... Adems, as, do pronto, sin pensarlo...

    CARLOS.-Vamos, no sea usted cobarde. (Le da una bofe tada.) Dispare ya.

    VCTOR.-Caramba!

    CARLOS. (Le da otra bofetada.)-Lo ves, Raquel, qu poco hombre es tu marido?

    (Vctor va a disparar.)

    RAQUEL.-Quieto, Vctor. Si te mata a ti, yo no me quedo aqu para vestir muertos. Los dos o

    nada. Aunque no deba decirlo, y menos en una noche como sta, yo me voy contigo, Carlos.

    VCTOR.-Pero Raquel. T te quedas conmigo y con este seor... (Por el conserje.) No te da

    alegra?

    CONSERJE.-Claro, seora. Qu ms quiere?

    RAQUEL.-No, Vctor. Contigo y con Fermn lo paso muy bien; pero Carlos es tan divertido y dice

    unas cosas tan bonitas...

    VCTOR.-Bien, entonces seria estpido. Decididamente yo no les mato.

    CARLOS.-Y por qu no? Con lo bien que iba a quedar delante de todo el mundo: "Mira, se es el

    que mat a su mujer y a su amante Dira la gente al verlo.

    RAQUEL.-Todo el mundo te admirara. Te nombraran subsecretario de algo.

    CARLOS.-:Las mujeres ms hermosas pagara fortunas por un mechn de su pelo.

    RAQUEL.-Tu vida servira de argumento a varias pelculas.

    VCTOR.-Y la crcel? Al que mata a su mujer y al otro, no hay quien le salve.

    CARLOS.-Quin se atrevera a condenarlo? Sera ir contra la moral.

    RAQUEL.-S, Vctor. Y la moral es una cosa muy seria.

    CARLOS.-Y en este momento tiene usted de su brazo a esa mujer enlutada, hipcrita y mundana,

    que es la moral. Y con esa pareja tiene el mundo a sus pies.

    CONSERJE.-Yo, aunque no entiendo mucho, creo que estos seores tienen razn. Por qu no los

    mata?

    VCTOR.-Porque tengo que matar a los dos, y eso para m es imposible.

    RAQUEL.-Vamos, Vctor; no irs a estar celoso...

    CARLOS.-No piense ahora en esas tonteras. Fjese lo que le tiendo: La fama, la admiracin, los

    enchufes...

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

    26

    RAQUEL.-Te est ofreciendo la inmortalidad. No lo ves? La inmortalidad tangible en forma de

    nueve corto. No la desprecies, Vctor.

    VCTOR.-La admiracin; los enchufes... Todo eso al cuerno. Para saborear la inmortalidad hay que

    morirse. (Pausa larga.) Claro. Saben lo que he decidido? Matarme con ustedes.

    RAQUEL.-Cmo?

    CARLOS.-Est usted loco?

    VCTOR-A m me parece bastante lgica la idea. Yo quiero tanto o ms que usted a Raquel y no

    voy a consentir que por una tontera se la lleve. As es que... O nos matamos todos, o rompemos la

    pistola... Ustedes dirn.

    RAQUEL.-Pero y tu lgebra?... Tu sistema de ecuaciones?

    CARLOS.-La teora de los mximos y los mnimos? La belleza que encierran los nmeros

    complejos?... Qu me dice usted de los nmeros complejos?

    RAQUEL.-Adems, Vctor, t eres ingeniero y los ingenieros est muy mal que se maten.

    VICTOR.-Ah, s... Por qu?

    RAQUEL.-Porque sois muy poquitos, y si encima os da por mataros...

    CONSERJE.-Yo no entiendo mucho de eso; pero creo que el seor no debe matarse.

    VICTOR.-Usted se calla! Estoy decidido. Nos mataremos los tres.

    CARLOS.-S, pero si usted no lo hace... quin se va a encargar de...?

    RAQUEL-Claro, porque ya sabes que el suicidio no vale.

    VCTOR.-Es verdad. Qu contrariedad... Esta es una complicacin con la que no haba contado.

    CARLOS.-Bien. Entonces se decide usted a...?

    VCTOR.-Ya est! A m, aunque ingeniero, tambin se me ocurren ideas luminosas. (Seala al

    conserje.) Nos

    matar este seor.

    CONSERJE.-Quin, yo?... Pero vamos! (Se re.) Qu guasn es el seor!

    RAQUEL.-Eso es; le dais una buena propina, y tan contento.

    CARLOS.- No est mal la idea. Me figuro que a este seor no le importar...

    VCTOR.-Qu le va a importar? Si lo est deseando. No se lo notan en la barba?

    CONSERJE. (Se sigue riendo.)-Amos que... qu cosas tienen los seores!

    VCTOR. (Entregndole veinte duros.)-Tenga usted; no es ninguna broma.

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

    27

    CONSERJE.-Pero... pero si yo nunca he matado a nadie, y personas, mucho menos.

    RAQUEL.-No se preocupe. Si es muy fcil. Se nace sabindolo.

    CONSERJE.-Pero y la Polica? Cmo se va a creer que yo...? Vamos, que no.

    VCTOR.-Mire usted. Si quiere, nosotros escribimos una carta explicndolo todo. Usted la guarda

    y cuando termine la faena, la ensea.

    CONSERJE.-No s, no s. Es peligroso. Adems, me parece que est prohibido hacer estas cosas

    en las habitaciones.

    (Vctor le da otro billete de cien pesetas.)

    VCTOR.-Tenga. No se hable ms del asunto.

    CONSERJE.-Est bien. Seor, Seor, qu fcil de convencer soy. Pero tienen que escribir esa

    carta; si no, hay tiros.

    RAQUEL. (Besndole.)-Es usted muy bueno. Cuando estemos all arriba, intercederemos por

    usted, para que se venga pronto con nosotros.

    CONSERJE.-No, no se preocupe. Yo aqu lo paso la mar de bien, de verdad... Eh? No hagan nada

    por m... Djenme tranquilo.

    CARLOS.-Lo que usted quiera. Entonces vamos a escribir esa carta.

    VCTOR.-Sintese. Yo dicto.

    VCTOR.-Empecemos. Escriba: Ilustrsimo seor Director general de Seguridad.

    RAQUEL. (Aplaudiendo.)-Muy bonito.

    CARLOS.-Esto siempre es de mucho efecto.

    VCTOR.-Los abajo firmantes, todos ellos muy espaoles, con buenos tipos, de derechas de toda la

    vida y en pleno uso de sus facultades mentales...

    CARLOS.-Mentales.

    VCTOR.-Suplican a V. I.

    CARLOS.-No ser V. E.?

    RAQUEL.-Quin es V. I. y V. E.?

    CARLOS.-Las letras vocales se dicen segn la importancia: A. de alteza. E. de excelencia. I. de

    ilustrsima.

    RAQUEL.-Y la U?

    CARLOS.-La U como es la ltima, significa humilde.

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

    28

    VCTOR.-Pero hombre, qu barbaridad!. Humilde es con H.

    CARLOS.-S, pero una H. tan muda, que el no ponerla no es ninguna falta de ortografa, y el

    decirla en cambio es pedantera.

    CONSERJE.-Entonces, la U., soy yo.

    VCTOR-Sigamos. No tome en consideracin cuanto haga en el da de la fecha, a las tres y media

    de la madrugada, Fermn, de profesin portero.

    RAQUEL.-Pues obra impulsado por la voluntad de los abajo firmantes, todos ellos muy espaoles,

    con buenos tipos y en pleno uso de... Tonos.-De sus facultades mentales.

    CARLOS.-Bueno, ya est. Firmen aqu debajo. (Vctor y Raquel firman. Luego Carlos.)

    VCTOR. (Le entrega la carta al conserje.) Qu, ahora est ms tranquilo?

    CONSERJE.-Oiga! Aqu falta una pliza.

    CARLOS. (Le entrega la , pistola.)-Tenga. Ya sabe lo que tiene que hacer.

    CONSERJE.-Pues no, no seor.

    RAQUEL.-S, hombre, s, si es muy fcil. Usted nos apunta al corazn; luego oprime el gatillo con

    el dedo, y ya est!

    CONSERJE.-Y ya est?

    CARLOS.-Y ya est uno. Tenga en cuenta que somos tres.

    VCTOR.-S. Y los tres nos vamos a ir de la misma manera.

    CARLOS.--Oiga, Vctor; ya que vamos a estar juntos toda la eternidad, que es mucho tiempo,

    quisiera decirle que me es usted muy simptico y que este rasgo de dejarlo todo por una mujer, me

    ha emocionado.

    VCTOR.-La verdad es que yo tampoco le guardo ningn rencor. Entre nosotros le dir, que se lo

    pusieron demasiado fcil. Yo en su lugar hubiera hecho igual.

    (Se re.)

    RAQUEL.-Bravo. Ya me parece que os quiero igual a todos.

    CARLOS.-Propongo un brindis.

    VCTOR.- La idea me parece excelente... No hay nada como los brindis; sobre todo en ocasiones

    como esta. CARLOS._Vaya, hombre! Se ha terminado el cognac.

    VCTOR.-Es igual; brindaremos con agua.

    RAQUEL.-Naturalmente. Es mucho ms sano. (Raquel se va al cuarto de bao y trae tres vasos

    llenos de agua.)Aqu la tenis, fresquita.

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

    29

    CARLOS. (Levanta su vaso.)-Porque descansaremos pronto en paz.

    RAQUEL.-Por los hombres en general.

    VCTOR.-Por ti, Raquel.

    CONSERJE.-Por qu no nos dejamos d brindis ya y vamos a lo que importa?

    CARLOS.-Bien; como usted quiera.

    CONSERJE.-Est bien. Pero repito que me parece una tontera y luego les va a pesar... A quin

    mato primero?

    CARLOS.-Yo creo que a m.

    VCTOR.-Qu insolencia!... Recuerde, amigo Carlos, para estas cosas, como para entrar en el

    ascensor-...

    CARLOS.-Las seoras primero.

    RAQUEL.-Ve usted? An quedan caballeros. (Se acerca a Vctor y le besa en la mejilla.) Hasta

    ahora, Vctor. (Luego besa a Carlos.) No tardes,

    CARLOS. (Al conserje )Cuando usted quiera, Fermn. Ya estoy preparada.

    CONSERJE.-Ay, madre! Madre, que a m esto me gusta cada vez menos!

    CARLOS.-,Pero no tiemble, hombre!

    VCTOR.-La bebida, Fermn. Hay que dejar esa bebida.

    CONSERJE.-Si yo no bebo ni en las comidas... Bueno, all va. (Cierra los ojos y temblando

    dispara a Raquel.) Ya est.

    VCTOR.-Pero, hombre, Fermn! Hay que apuntar.

    CARLOS.-Que es a la seora a la que tiene que matar primero y no a m.

    CONSERJE.-Entonces no he acertado, verdad?

    RAQUEL.-Vamos, Fermn, vamos. No hay que ponerse nervioso. Si es muy fcil. Y no cierre los

    ojos. Ande, mreme, que no estoy tan mal.

    CONSERJE.-All va.

    (Dispara y cae Raquel. Vctor la coge en seguida. Carlos aplaude y el conserjese seca el sudor de

    la frente.)

    CARLOS.-Premio al caballero!

    CONSERJE.-Pues no lo hago mal, verdad?

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

    30

    CARLOS.-Mal, dice usted? Si parece que no ha hecho otra cosa en toda su vida.

    (Vctor recoge amorosamente a Raquel del suelo y la coloca en un silln.)

    VCTOR. (Compungido.)-Seores, hganse cargo. Creo que el que debe seguirla soy yo. Al fin y al

    cabo soy su viudo.

    CARLOS.-Naturalmente. Vctor, le acompao en el sentimiento.

    VCTOR-Gracias. Era tan buena!...

    (Se abrazan.)

    CONSERJE.-Ahora a quin?... Porque yo ya estoy acostumbrndome a esto.

    VCTOR.-Vamos, Fermn. Mi mujer me est esperando.

    CARLOS.-Adis, Vctor; d recuerdos.

    CONSERJE.-All va otra vez. (Dispara y Vctor cae muerto. Fermn se echa a rer.) Ah queda

    eso.

    CARLOS.-Bueno, ahora voy yo. Espere un momento. (Sepeina, se anuda el nudo de la corbata; se

    arrodilla, co. ge una mano a Raquel y la besa.) Raquel, qu bien, pero qu bien te sienta el cuerpo

    presente.

    CONSERJE.-Y que usted lo diga.

    CARLOS.-Vamos a la obligacin. Cuando usted quiera.

    CONSERJE.-S, seor, ahora mismo.

    (Dispara pero no sale ninguna bala.)

    CARLOS. -Pero qu pasa?

    CONSERJE.-NOos; esto falla. (Se empieza a rer.) Mira, que si no lo puedo matar... Qu faena,

    eh?

    CARLOS.-No sea idiota y no haga bromas macabras. Pruebe otra vez. Dse prisa. Como no

    consiga usted disparar, preprese a matarme a patadas.

    CONSERJE.-(Sigue manipulando la pistola sin que salga ningn tiro.) Y si lo dejramos?

    Adems, me estoy empezando a poner nervioso y esto no me gusta nada... Qu nochecita!... Hace

    un calor!...

    CARLOS.-Pero qu dice? Es usted idiota... Esto slo poda ocurrirme a m. Qu mala suerte

    tengo!

    CONSERJE.-Mire, no hay nada que hacer. No queda ninguna bala.

    CARLOS.-Y ahora qu hago?

    (De pronto suena un trueno y empieza a llover.)

    CONSERJE.-Usted sabr. Yo, desde luego, me voy... Adems, mire, est lloviendo. Es una noche

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

    31

    perfecta.

    CARLOS.-Pero cmo se le ocurre 'pensar en el tiempo? Es que no se hace cargo de mi tragedia?

    CONSERJE.-Yo lo nico que s es que est lloviendo. Lo dems no me interesa.

    CARLOS:-No me ir usted a dejar solo con el matrimonio!

    CONSERJE.-All usted... Tres das esperando que lloviera. Muchos veraneantes se crean

    defraudados. Que descanse.

    (Hace mutis llevndose la pistola.)

    CARLOS.-Pero, oiga... Usted no puede dejarme as... Me asustan las tormentas... Pues s que la he

    hecho yo buena. (Al momento se oye un disparo.) Cmo?

    (Entra el conserje sin gorra, con la pistola en la mano y muy asustado.)

    CONSERJE.-Ah va... Se va usted a rer cuando se lo diga... Me equivoqu. (Se re.) Quedaba un

    tiro.

    (Carlos se sienta en un silln mordiendo un pauelo con la cara entre las manos.

    Muy de prisa cae el

    T E L O N

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

    32

    ACTO TERCERO

    Al levantarse el teln son las diez de la maana del mismo da. Est lloviendo. Las luces

    permanecen encendidas. Todo est exactamente igual que al comienzo de la obra

    cuando Carlos se tom el veneno. Se entiende, por lo tanto, que todo lo que ha pasado en los actos

    anteriores, ha sido consecuencia de los efectos producidos en el cerebro de Carlos por ingerir el

    veneno. Desde el principiode la obra en escena habr tambin una guitarra.

    (Carlos est tumbado en el sof. Se incorpora, se toca la frente, mira el reloj.)

    CARLOS.-Las diez menos cinco... (Mira el balcn.) Debe ser de la maana. (Apaga la luz.) Pero

    de qu da?... (Recoge el frasco, del veneno del suelo.) Vaya, vaya. (Mira la carta que escribi a la

    Polica y se la guarda en el bolsillo.) ... Qu sabor de boca tan desagradable!...

    (Coge un vaso y va hacia el cuarto de bao, abre el grifo y se le oye tararear "Arrivederchi Roma".

    Al momento, la puerta que co. munica con el pasillo se abre y deja paso a Fermn que entra con

    tres maletas. Detrs Raquel y Vctor, con ropas de calle. Raquel trae un pequeo maletn en la

    mano y sobre los hombros un impermeable.)

    CONSERJE.-Pasen, pasen... Esta es... (Pasan y miran la habitacin.) Qu les gusta?

    VCTOR.-No est mal, verdad, Raquel?... Pero... Se ver el mar, no?

    CONSERJE.-Si, seor.

    RAQUEL--Qu pesado ests con el mar! Parece que me he casado con un buzo, A veces me

    remuerde la conciencia no ser una sardina.

    VCTOR.-No digas eso, Raquel. Las sardinas huelen a sardinas, y t...

    RAQUEL.-Gracias, cario. (Al conserje.) Ya lo ha odo usted. Segn mi marido, huelo a todo

    menos a sardinas. Qu le parece?

    CONSERJE.-Cuando el seor lo dice...! Yo de eso entiendo muy poco. (Abre el balcn.) Mire

    usted, seor: el mar.

    VCTOR.-A ver, a ver. (Asomndose.) Oh... Qu maravilla! Mira, Raquel, cunta agua... y

    salada... Verdad usted?

    CONSERJE.-Ya lo creo.

    VCTOR.-Eso no lo tenemos en Madrid.

    CONSERJE.-Ya estar usted enterado que esta habitacin lleva un pequeo recargo de cincuenta

    pesetas diarias.

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

    33

    VCTOR.-No saba nada.

    CONSERJE.-S, seor; todas las de esta parte que dan a la Concha, llevan un impuesto de

    cincuenta pesetas y los martes de quince pesetas ms, porque se ve entrar en el puerto un barco de

    guerra ingls que toca la sirena.

    RAQUEL.-Hoy es martes, no?

    CONSERJE.-Es cierto, es cierto; ya vern ustedes qu espectculo.

    VCTOR.-Y dice usted que toca la sirena?

    CONSERJE.-Y muy bien. Hubo una temporada que en vez de quince pesetas cobrbamos seis

    veinticinco porque desafinaba.

    RAQUEL.-Oiga, conserje. Cuando llueve no hay una pequea rebaja?

    CONSERJE.-Gurdeme el secreto

    ; aqu en el verano llueve siempre. En el fondo, es lo que le

    divierte a la gente... Ah, ya se me olvidaba. Como desde este balcn no se oye bien el mar, la casa

    alquila unas magnficas caracolas. (Saca del bolsillo un par.) Oye usted...? Que cumplen con

    creces estas deficiencias.

    VCTOR.-A ver? (Se la pone al odo.) Es verdad... Mira, Raquel... Mira.

    RAQUEL.-Oiga, est usted seguro, seguro, que es el mar?... Porque yo no oigo nada.

    CONSERJE.--Es que la seora est oyendo la del Mar Muerto.

    VCTOR-Claro, Raquel. Usted perdone a mi mujer; ya le dije antes que de mares entiendo muy

    poco. Dentro de un momento nos vamos a ir a la playa a darnos un bao.

    RAQUEL.-Pero Vctor... con lo que est cayendo no hace falta que busquemos el mar!

    (Quitndose los zapatos.) Estoy reventada.

    VCTOR.-ES que venimos de Madrid... sabe usted?

    CONSERJE.-Andando?

    RAQUEL.-Casi.. Hemos estado parados en la carretera cerca de seis horas; si no, hubiramos

    pasado aqu la noche.

    VCTOR.-S, primero se par un poquito, luego otro poquito, y luego ms.

    CONSERJE.-Bueno, eso pasa siempre; no tiene mucha importancia.

    RAQUEL.-Que se cree usted eso.

    VCTOR.-Es que era nuestra noche de bodas y ella quera Italia.

    RAQUEL.-Y mira que se lo dije veces: "Deja el coche en Madrid, que t para los coches eres un

    manazas" Pero, claro, yo nunca tengo razn. Qu cosa ms lgica que pasar la luna de miel en

    Italia. (Al conserje.) Usted conoce Italia?

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

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    CONSERJE.-Por el cine, solamente.

    RAQUEL.-Pues en la realidad es lo mismo; slo que sin Vittorio de Sica.

    CONSERJE.-De manera que son ustedes recin casados?

    VCTOR.-Usted lo ha dicho. Nos casamos ayer por la maana en la iglesia de San Jos, de

    Madrid.., por tanto esta es nuestra noche de bodas.

    RAQUEL.-Bueno, ya est bien de decir esas cosas a todo el mundo.

    CONSERJE.-Pues que sea enhorabuena; ahora con el permiso de los seores, me retiro.

    RAQUEL.-Oiga, conserje. Querrn guardarme este maletn en la caja fuerte del hotel? Es mi dote,

    sabe? Las joyas de la madre de mi marido; por nada del mundo quisiera que se perdiese ninguna.

    VCTOR.-Pero Raquel! Me parece una exageracin... Cmo se te ocurre pensar que en este hotel

    van a vivir ladrones? Adems, vamos a estar solamente una semana; yo creo que no vale la pena.

    CONSERJE-Su marido tiene razn. No obstante...

    RAQUEL-Est bien. Confiemos en que no tengamos que arrepentirnos despus.

    CONSERJE.-Si quieren algo, no tienen ms que llamar. Qu da tan estupendo. No se preocupen,

    en cuanto aparezca el barco, yo les aviso. Buenos das.

    (Mutis.)

    VCTOR. Bueno, Raquel... bueno.

    RAQUEL.-Qu dices?

    VCTOR.-Que llueve... eh?

    RAQUEL.-S, llueve.

    VCTOR.-Oye, cario. Sabes una cosa?

    RAQUEL.-Qu?

    VCTOR.-Me parece que voy a darte un beso.

    RAQUEL.-Otro?. Eres incansable, Vctor!... Me diste uno hace tres das. No te sientes mal?

    VCTOR.-No creo.

    RAQUEL.-Voy a llamar a mi madre, a ver qu dice.

    VCTOR-No hace falta. Eres mi mujer.

    RAQUEL-Est bien. Como quieras... Pero cortito, que me aburro.

    (Se besan. Al momento sale del cuarto de bao Carlos, ve la escena y se queda perplejo. Raquel le

    ve.)

    VCTOR.-Amor mo... Te quiero.

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

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    RAQUEL.-Basta, Vctor... Qu van a pensar de nosotros?

    VCTOR.-Pero, cario, si estamos solos...

    RAQUEL.-Ests seguro, Vctor, que alquilaste esta habitacin para ti y para m y para nadie ms?

    VCTOR.-S, amor mo, s. Para el nene y para la nena. Es que te parece mal?

    RAQUEL.-No, Vctor; es que no estamos solos... Mira, un seor.

    CARLOS.-Buenos das... Sigan, sigan; yo ya me iba.

    VCTOR.-Pero quin es usted?... Qu hace en este cuarto?... Quin le ha dado permiso?

    CARLOS.-Le contesto a sus preguntas por orden correlativo o todas al mismo tiempo?

    RAQUEL.- QU vergenza, Vctor! Lo estaba mirando todo, el muy pillo.

    VCTOR.-Ha de saber usted que esta habitacin es ma desde hace exactamente quince minutos.

    CARLOS.-S, es posible... No obstante creo que ha habido una equivocacin. Hasta que ustedes

    llegaron yo era el nico ocupante; claro que todo puede arreglarse.

    VCTOR.-Desde luego... Haga el favor de marcharse de aqu.

    CARLOS.-Con mucho gusto. Eso pensaba hacer.

    RAQUEL.-Bueno, no hay que ponerse as. Seguro que con un poco de buena voluntad, se puede

    arreglar todo.

    CARLOS.-No se preocupe. En un momento cojo todas mis cosas y les dejo... Pero por favor, sigan,

    sigan como si estuvieran solos.

    (Carlos empieeza a recoger y cerrar su maleta. Raquel y Vctor se sientan en el sof.)

    VCTOR.-Raquel... te quiero mucho, mucho... Nunca cre que se pudiera ser tan feliz con una

    mujer as... Eres...

    RAQUEL.-Ms bajo, ms bajo.

    VCTOR.-Qu dices, mi vida?

    RAQUEL.-Que a ese seor no le importa lo que t creas.

    VCTOR. (Ms bajo de tono.)-Te das cuenta? Toda la vida juntos. No nos separaremos nunca.

    Cuando yo sea viejecito, muy viejecito... quin me sacar al sol para ver jugar a nuestros

    nietecitos?... Eh?... Quin?

    RAQUEL.- (Nerviosa.)-Dame un cigarro.

    VCTOR.-SI, mi vida.

    (Se lo da. Carlos le da lumbre.)

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

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    RAQUEL. (A Carlos.)-Muchas gracias,

    CARLOS.-De Madrid, eh?

    RAQUEL.-S, seor.

    VCTOR.-Pero Raquel... No me has contestado... Quin me va a sacar al sol a...?

    CARLOS.-Con permiso. Quieren levantarse un momento a ver si est ah debajo una corbata que

    estoy buscando?

    VCTOR.-Pero... es que...

    RAQUEL.-No faltaba ms. (Se levanta y Vctor tambin. Raquel se agacha a buscar la corbata con

    Carlos.) Qu es un regalo?

    CARLOS. (Buscando por debajo del silln.)-S, un regalo.

    VCTOR-Pero Raquel, por qu no dejas a este seor que busque solo su regalo?

    CARLOS.-Ya est aqu.

    RAQUEL.-(Aplaudiendo muy contenta.) Qu bien. (Asombrada.) Qu bonita. Y tan larga... (A

    Vctor.) Est bien. Dime.

    VCTOR.-Ya no s qu te estaba diciendo.

    CARLOS.-S, hombre. Le estaba preguntando usted, que quin le iba a sacar al sol cuando fuera

    viejo.

    VCTOR.-Ah, s, ya recuerdo... Muchas gracias.

    CARLOS.-No hay por qu.

    RAQUEL.-Es intil, Vctor, no insistas... No me sale... no me sale nada.

    VCTOR.-Pero qu es lo que no te sale?

    RAQUEL.-Que no puedo, lo oyes?... Que no puedo entrar en situacin.

    (Carlos silba.)

    VCTOR.-Pero amor mo, si yo..,

    RAQUEL-Calla y djame. (Llora.) Dios mo, toda la vida soando con este momento... Y pensar

    que hay amigas que me tendrn envidia!... Toda la noche tirados en una carretera!...

    VCTOR.-Yo no he tenido la culpa.

    RAQUEL.-Luego casarnos en el mes de agosto, slo por pasar la luna de miel en San Sebastin.

    VCTOR.-En la Semana Grande.

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

    37

    RAQUEL-La Semana Grande me la ests dando t a m... No hace ms que llover, llover.

    VCTORY el mar, Raquel?

    RAQUEL.-Mira, no vuelvas a nombrarme el mar en tu vida, lo oyes? Lo odio con todas mis

    fuerzas, lo odio... Si tanto te gustaba el mar, por qu no te has hecho farero?

    VCTOR.-Farero?... No haba pensado en eso... S, creo que tienes razn.

    RAQUEL.-Ay, Vctor, te odio... Y quieres decir a ese seor que no silbe?

    VCTOR.-Oiga usted...

    CARLOS.-Es a m?

    VCTOR.-Quiere hacer el favor de no silbar?

    CARLOS.-Desde luego... Oiga, qu le pasa a su mujer? Est llorando.

    VCTOR.-No le gusta el mar.

    CARLOS.-Mala cosa. Por qu no la lleva a que la vea un mdico? Yo en su lugar, me

    preocupara.

    RAQUEL-Pero, bueno, a usted quin le manda meterse en esto? Es que va a estarse aqu todo el

    da parado como un pasmarote?..., Es que no tiene usted nada que hacer?

    CARLOS.-Pues bien mirado... No, no tengo nada en absoluto que hacer.

    VCTOR.-Eso me parece muy bien; pero aqu no puede usted estar.

    CARLOS.-S, tiene razn.., Con permiso; voy a pedir la cuenta. (Levanta el auricular del telfono.)

    Oiga, por favor...! Quiere usted subir la cuenta del catorce...? No, soy Carlos Prez Rodrguez...

    Cmo? Ya la pag una seora francesa? Bien, gracias... No, nada, nada... Ir andando... Mejor.

    Hace un da esplndido.

    (Cuelga.)

    RAQUEL.-.Pero usted tambin est loco?... Cmo se le ocurre decir que est un da esplndido?

    CARLOS.-Hoy es uno de esos das ms importantes de mi vida. Me, da la sensacin de que he

    vuelto a nacer a una vida completamente distinta. Creo que la avera del coche, que llueva y que

    ustedes se hayan casado, forma parte de un plan trazado por alguien que est muy por encima de

    nosotros, y que tiene un desmedido inters por mi.

    RAQUEL.-No entiendo lo que usted quiere decir.

    CARLOS.-Nada, no me haga mucho caso... Yo he sido siempre un soador, pero un soador

    estupendo. Soaba con francesas de esas que se van con uno.

    VCTOR.-Rubia, verdad?

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

    38

    RAQUEL.-Qu sabes t de las francesas?

    VCTOR-Nada, mujer; que las hay rubias, morenas, castaas.

    CARLOS.-Cierto. Y albinas: La ma era estupenda. Hemos sido durante un mes los seres ms

    felices de este mundo. Hasta ayer por la maana... (Yendo hacia el balcn.) Ven ustedes esa

    esquina?... Desde aqu se ve muy bien... Todas las maanas muy temprano la invadan los

    Lorencini... Una mona, una contorsionista con su marido que era un prestmano que se coma

    cristales y un enano que tocaba al saxo bajo aires espaoles.

    VCTOR.-Qu bonito.

    CARLOS.-A ella le entusiasmaba, se le llenaban los ojos de lgrimas cuando los oa. Saltaba de la

    cama e iba al balcn a escucharle. Todas las maanas el enano tocaba para ella "El Sitio de

    Zaragoza".

    VCTOR.-Es que, amigo mo... Espaa es muy grande.

    RAQUEL-No seas vulgar. Mi marido es muy patriota. Fjese, para l no existen ms pases que

    Portugal, Andorra y Mnaco. De los dems no quiere saber ni que existen. Por eso siempre est

    diciendo que Espaa es muy grande.

    CARLOS.- Colette deca una cosa parecida el ltimo da.

    RAQUEL.-Ayer?

    CARLOS.-S, eso es. El enano toc muy desafinado, pero eso no importa cuando se toca con el

    saxo bajo y el corazn; toc el Relicario y eso fue definitivo, se visti, cogi sus cosas y mi dinero.

    Me dijo con ese espaol que ella chapurreaba tan bien: "Me voy con Espaa". Y sali de esta

    habitacin... A estas horas me figuro que ya habr aprendido a tocar el Relicario y ser feliz con la

    mona y la contorsionista.

    RAQUEL.-La quera usted mucho?

    CARLOS.-Para un hombre como yo.., creo que no se puede pedir ms. (Saca una foto.) Miren, sta

    es.

    RAQUEL.-No est mal.

    VCTOR.-Caramba! Yo cre que estas mujeres eran de broma... He aqu algo que no resuelven las

    matemticas.

    CARLOS. (Rompiendo la foto.)- Au revoire, mademoiselle Colette tu rendido Don Juan, tu

    caballero espaol va a pagar con treinta aos y un da el que tengas unos ojos rasgados, una boca

    sensual y hayas nacido en Francia... Yo creo que ya est bien, no?

    VCTOR.-Ves, Raquel. Por algo en el extranjero tenemos la fama que tenemos.

    CARLOS.-Ayer la busqu por todas partes. Hasta me compr una guitarra. Miren. (Coge la

    guitarra.) Y las partituras de La Violetera, Agua, azucarillos y aguardiente, y Carrascls. Estaba

    dispuesto a aprenderlo todo por ella. Pero intil ya. Luego me compr una pistola, un veneno y

    anoche...

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

    39

    VCTOR.-Se arrepinti usted a tiempo!

    CARLOS -No, seor, no... El veneno, sabe usted? un veneno nacional que no mata, slo duerme.

    Pero en esta vida que da el veneno.., me enamor de su mujer.

    VCTOR.-Cmo dice usted?

    RAQUEL.-Calla, Vctor... Estas cosas nos gustan mucho a las mujeres. Siga, siga. Dice usted que

    se enamor de m?

    CARLOS.-S. Y usted se mataba conmigo.

    RAQUEL.-Qu bonito!

    CARLOS.-Pero el final era muy triste. Usted se iba con su marido para siempre.

    RAQUEL.-Vaya, entonces acababa mal.

    CARLOS.-Creo que si ustedes hubieran llegado aqu por la noche, no habra sido un sueo.

    VCTOR.-No diga usted tonteras... Mi mujer est enamorada de m.

    CARLOS.-Creo que se equivoca, Vctor... Usted es ingeniero y esos hombres no enamoran a

    ninguna mujer, slo sirven para casarse con ellas. La mujer se enamora siempre del perito.

    RAQUEL.-Alberto Gonzlez, perito agrnomo destinado en Talavera de la Reina con dos mil cien

    pesetas de sueldo.

    VCTOR.-Raquel, t me habas dicho que no te acordabas para nada de Alberto.

    RAQUEL.-Y es de verdad. Ha sido como volver a un recuerdo pasado. Creo Carlos que se

    equivoca. Yo amo a Vctor, a su posicin, a su carrera, a su Seat 600 verde y adems, mire. (Coge

    un maletn.) Estas son las joyas de la madre de Vctor. Las dej al morir para m.

    CARLOS.-Son muy gordas.

    RAQUEL.-Ya lo creo. Mal tasadas dos millones y pico... Quiere alguna?

    VCTOR.-Raquel las joyas de mam no se pueden ir dando a la gente.

    CARLOS.-No, gracias; no puedo aceptarlas. RAQUEL.-Vamos, no sea nio; esta pequeita... mire,

    unas cinco mil pesetas... Qu le parece?

    VCTOR.-Vamos, Raquel, trae. (Le coge el maletn.) No hagas ms tonteras.

    CARLOS.-Me parece una imprudencia tener el maletn aqu... No temen que se lo roben?

    RAQUEL.-Lo oyes? Hemos debido dejarlas en la caja del hotel.

    VCTOR.-No, Raquel. Debimos dejarlas en el Banco. Pero esa mana tuya de llevarlas contigo a

    todas partes, para verlas a todas horas y enserselas a todo el mundo, nos va a costar algn

    disgusto.

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

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    CARLOS.-Creo que su marido tiene razn. Me parece una imprudencia.

    RAQUEL.-Por qu? Aqu no hay ladrones... Eso es slo en las pelculas. En la vida real no existen

    seores que vayan por ah robando a la gente. Eso sucede en la mentalidad de mi marido que no

    tiene otra cosa en qu pensar.

    VCTOR.-Raquel! Ten en cuenta que yo he vivido el robo del correo de Andaluca.

    RAQUEL.-Tonteras. Por ejemplo, este seor me inspira tanta confianza como t.

    CARLOS.-No diga usted eso.

    RAQUEL.-Ya lo creo. Y lo digo muy alto. Se le nota en la cara. Conoce a una mujer y por el, mero

    hecho de enamorarse de ella, es capaz de dejarla marchar con todo su dinero. Es un poeta, Vctor.

    CARLOS.-No, seora, se. equivoca... Yo...

    VCTOR.-No se moleste. Usted no conoce a Raquel. Si dice que es usted un poeta, no le quepa-

    duda... RAQUEL.-Ya encontr la solucin. Esto se arregla ahora mismo. Usted se viene con

    nosotros a Italia y toda nuestra luna de miel.

    VCTOR.-Pero qu dices?

    RAQUEL.-Tenemos el deber de ayudar a este hombre. No. te das cuenta que est pasando un

    momento muy duro? Verdad que tengo razn? Figrate si le dejamos ahora y luego se nos mata en

    la habitacin de cualquier hotel. No, no se hable ms. Usted se viene con nosotros.

    CARLOS.-Gracias, Raquel; pero no puede ser. Yo tengo que cumplir ahora con un deber que me

    tendr apartado de muchas cosas... Pero luego volver y buscar una mujer que se parezca a usted

    mucho y me la llevar a Cceres.

    VCTOR.-Pero no volver usted a intentar...

    CARLOS.-Eso les prometo que no. Hoy al verles a ustedes, me he dado cuenta de que merece la

    pena seguir viviendo y que adems en el mundo existen mujeres, que sin tener una peseta y slo por

    el mero hecho de estar enamoradas, son capaces hasta de suicidarse.

    VCTOR.- Mi mujer hacia todo eso por usted?

    CARLOS.-Si, nos matamos los dos en una noche en que ninguno de los dos tena sueo, no llova,

    y haba muchas estrellas que bailaban con los luceros al son de la msica.

    RAQUEL.-T nunca me has dicho a m esas cosas.

    VCTOR.Claro, Raquel. Yo he sido tu novio formal durante seis meses y los novios formales no hablan de eso; esas cosas se dejan para la aventura furtiva de una noche en un hotel cualquiera.

    RAQUEL.-Entonces, Vctor, adems de tener una carrera sabes decir todo eso?

    VCTOR.-S, Raquel, s. Cuando me quito las gafas...

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

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    RAQUEL .-No.

    VCTOR.-Raquel!

    RAQUEL.-No lo puedo remediar, pero cuando te quitas las gafas me recuerdas a otra persona.

    VCTOR.-Mira Raquel, ya no llueve.

    CARLOS.-Bueno, creo que ha llegado el momento de irme. (Coge la maleta.) En fin, creo que

    tardar mucho tiempo en olvidar todo esto. (Saca un cuadernito de notas y escribe.) Eplogo de la

    vida de Carlos Prez Rodrguez, corbata marrn con unos puntitos...

    RAQUEL. (Va hacia el balcn.)-Verdad que no volvers a quitarte las gafas para hacerme el

    amor, Alberto?

    VCTOR.-Alberto has dicho?

    RAQUEL.-No, tonto! Te habr parecido a ti. Lo que he dicho ha sido Vctor.

    CARLOS.- ...y zapatos con unos cordones. El retraso- en la hora de mi muerte se debe a haber

    conocido los ojos ms grandes, la boca ms sensual y el espritu femeninamente ms intenso

    hablando la lengua de Cervantes. Con esto doy por terminada esta primera parte.

    VCTORDe verdad te sigue sin gustar el mar, cario?

    RAQUEL.-No, ahora me parece ms azul, como en los cuadros.

    (Suena el telfono y lo coge Carlos.)

    CARLOS.-Dgame?... S, al aparato... Colette... S, soy yo. (Deja la maleta en el suelo.) De

    verdad?... Oye, te he buscado por toda la ciudad... S, escucha. Me he comprado una guitarra y estoy

    aprendiendo canciones espaolas... Yo tambin a ti... Ya no me acuerdo de nada... Ah... para

    despedirte... Te vas a Madrid con un seor muy rico...! Ya, es una lstima... Qu vamos a hacer?

    Son cosas que pasan, no te preocupes... Colette, oye, puedo tener mucho dinero... S, mucho

    dinero... No, no estoy loco... Ahora mismo... S, s, dentro de cinco minutos en la puerta del hotel

    con un taxi... Hasta ahora, cario.

    (Cuelga. Carlos deja la guitarra y coge el maletn de Raquel.)

    RAQUEL.-Qu bonito tiene que ser todo esto por la noche, verdad, Vctor?

    VCTOR.-S, Raquel. Todo ser como dice Carlos. Y por la maana nos parecer que lo hemos

    estado soando.

    (Carlos sale con su maleta y el maletn de Raquel.)

    RAQUEL.-Oye, quiero que me beses.

    VCTOR.-Mira, se ha ido.

    RAQUEL.-Pobrecillo; le hemos echado.

    VCTOR.-Somos unos pesados.

    RAQUEL.-Sabes? No s pero yo jurara que alguna vez me ha pasado todo lo que ha dicho

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    Carlos.

    VECTOR.-Un tipo extrao.

    RAQUEL.-Un verdadero caballero espaol que no entra dentro de nuestro siglo.

    VCTOR. -Mira, se ha dejado aqu la guitarra. Por lo visto ya no le va a hacer falta.

    RAQUEL.-Vctor... las joyas... las joyas, Vctor.

    VCTOR.-,,Qu pasa?

    RAQUEL.-Que se las ha llevado... Las ha robado... Era un ladrn... un miserable... Pero no te

    quedes as... Valiente sinvergenza!

    (Descuelga el telfono.)

    VCTOR.-No hagas nada, Raquel.

    RAQUEL.-Cmo que no? As aprender el vago ese; con la pinta de bueno que tiene...

    (Vctor cuelga el telfono.)

    VCTOR.-Clmate, no tiene importancia; le haran falta.

    RAQUEL.-Pero ests loco! Las joyas de tu madre... las joyas de tu santa madre en manos de un

    desgraciado. Aunque slo fuera por el recuerdo.

    VCTOR.-No eran de mi madre.

    RAQUEL.-No importa ahora eso. Eran tan gordas! Tienes que hacer algo.

    VCTOR.-Eran falsas.

    RAQUEL.-S s, vamos, no te quedes as. Si no, yo misma llamar a la poli... Cmo dices?

    VCTOR.-S, Raquel. Son falsas.

    RAQUEL.-No!... Dime que es una broma... -dmelo.

    VCTOR.-Tena que conquistarte y emple todas las armas que tena a mi alcance. Ya sabes que el

    fin justifica los medios y...

    RAQUEL.-Calla. (Llora.) Es, es el colmo.

    VCTOR.-Lo siento, Raquel.

    (Suenan unos golpes en la puerta. Abre Vctor y entra el conserje con unos gorros de papel y tres

    banderitas.)

    CONSERJE.-No lo dije?... Ya est aqu...

    (Les pone un gorro a cada uno y les da una banderita.)

    VCTOR.-Pero quin ha venido?

  • Juan Jos Alonso Milln Las seoras primero

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    CONSERJE.-El barco, seor, el barco... Mrelo, ahora va a entrar en el muelle... Mire, de guerra...

    Y lleva sirena..

    VCTOR-S, s; es bonito.

    CONSERJE.-Dgale a la seora que venga a verlo. Ya ver cmo suena la sirena. Adis... Eh...

    VCTOR.- Raquel, mira el barco.

    (Suena la sirena y se oye el Arrivederchi Roma.)

    RAQUEL. (Mira a la puerta por donde se march Carlos yse echa a rer.)-Se ve bien desde aqu,

    Vctor?

    CONSERJE.-Ya lo creo, seora. Mire, mire, ya entra. Esto no lo tienen en Madrid.

    TODOS .-Eh... Adis,.. Adis...

    (Msica fuerte y

    TELN