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Obra Social CM 1 ALFOLÍ Publicación trimestral. Espacio para Mayores de Obra Social Caja Madrid. Marzo 2010. Nº 9 Acerca de “el Alfolí” Acerca de “el Alfolí” Acerca de “el Alfolí” Acerca de “el Alfolí” Y además temas de actualidad, poesía, relatos, trucos de gastronomía, consejos de jardinería... La isla misteriosa La isla misteriosa La isla misteriosa La isla misteriosa Inolvidable viaje a los Pirineos Inolvidable viaje a los Pirineos Inolvidable viaje a los Pirineos Inolvidable viaje a los Pirineos

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ALFOLÍ Publicación trimestral. Espacio para Mayores de Obra Social Caja Madrid. Marzo 2010. Nº 9

Acerca de “el Alfolí”Acerca de “el Alfolí”Acerca de “el Alfolí”Acerca de “el Alfolí”

Y además temas de actualidad, poesía, relatos, trucos de gastronomía, consejos de jardinería...

La isla misteriosaLa isla misteriosaLa isla misteriosaLa isla misteriosa

Inolvidable viaje a los PirineosInolvidable viaje a los PirineosInolvidable viaje a los PirineosInolvidable viaje a los Pirineos

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Editorial

E n esta edición de la revista Alfolí, os proponemos una serie de artículos de distintos temas que esperamos sean de vuestro interés: Toñi nos lleva de

paseo por diversos rincones de Madrid, Jesús entrevista a dos personalidades de la vida escu-rialense, Miguel reflexiona sobre el sentimiento de la amistad, Juan nos envía su colaboración sobre abuelos y nietos desde el Espacio para Mayores de Entrevías, Araceli nos cuenta los secretos y la historia de la palabra “alfolí”, Margarita rememora momentos de la infancia con sus mascotas, Carlos evoca su viaje a los

Pirineos, la pluma de Rosa hará rebelarse a los meses del año, Mari Carmen se verá arrastrada por el bullicio del Carnaval en uno de sus paseos. Tendremos también algo de geografía, medio ambiente y poesía a través de la mirada de Maribel, en la isla del Hierro. Finalmente, en las secciones de gastronomía y jardinería aprenderemos trucos y consejos para nuestra cocina y nuestros balcones o jardines. Os recomendamos la lectura de todos ellos. No dejéis de enviarnos vuestras opiniones y comentarios a [email protected].

Alfolí

Espacio para Mayores

de Obra Social Caja Madrid.

Dirección

Calle Alfolí, Nº 7,

28280, El Escorial

[email protected]

…..

Equipo de Redacción

Margarita Bermejo

Carlos Bernardino Arias

Rosa Cermeño

Isabel García Núñez

Mª Carmen Gómez Hontoria

Antonia Padilla Puebla

Jesús Rodríguez

Araceli Segovia Dilla

Miguel Soto Carmona

Colaboradores:

Francesca Cordido, Juan Díaz

Coordinación:

María Jesús Bermejo Rubio

Fotografía de Portada:

Carlos Bernardino

Jardines de la Casita de arriba

Impresión: Copy May, Collado-Villalba

Alfolí no se responsabiliza de las opiniones ni contenidos presentados en los escritos

Algunas de las imágenes han

sido tomadas de la red sin autori-

zación expresa del autor por des-

conocimiento de la identidad

mismo. No obstante, si alguien

se siente molesto por ello puede

enviarnos un email a la direc-

ción que figura y serán retiradas

inmediatamente.

EDITORIAL

Alfolí, ahora también online:

http://issuu.com/alfoli

Reunión de algunos miembros de Alfolí, los viernes por la mañana.

Fe de erratas

En el número anterior (pág.27), el nombre de nuestra colaboradora debería ser Araceli Segovia Dilla.

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Y en este número... Noticias de nuestro Espacio de Mayores María Jesús Bermejo habla de las clases de memoria del Espacio

Curiosidades y anécdotas de Madrid Antonia Padilla Puebla se sumerge en los rincones de Madrid

Entrevistas; Carolina del Campo y Dª Rosario de Frutos Jesús Rodríguez conversa con dos personalidades de la vida escurialense

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El tesoro de la amistad Miguel Soto reflexiona sobre el sentimiento de la amistad

Abuelos y nietos Juan Díaz nos expone sus ideas sobre el papel de los abuelos

Acerca de “El Alfolí” Araceli Segovia nos descubre los secretos y la historia de esta palabra

Mascotas, mis mejores juguetes Margarita Bermejo rememora momentos de su infancia y sus mascotas

Mi inolvidable viaje a los Pirineos Carlos Bernardino nos relata sus andanzas

La rebelión de los meses Paseo por los meses del año de la mano de Rosa Cermeño

La broma Mari Carmen Gómez tendrá un encuentro carnavalero

La isla misteriosa Isabel García nos transmite sus impresiones de la isla de el Hierro

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Viaje a los Pirineos… P. 20

Rosales… P. 34

INDICE

Gastronomía Jesús Rodríguez nos presenta dos recetas de ternera

Jardinería Rosales: consejos de Margarita Bermejo 34

Entrevista con Dª Rosario de Frutos…P. 8

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L os Espacios para Mayores de Obra Social Caja Madrid son centros don-de se favorecen las relaciones de convivencia y el desarrollo integral

de las personas mayores. Obra Social Caja Ma-drid fomenta y programa una amplia y diversa gama de actividades socio-culturales. Queremos destacar una actividad que se impar-te en nuestro Espacio para Mayores de El Es-corial, en este último trimestre: el taller de memoria, Las clases son impartidas por Fer-nanda García (psicóloga, con una amplia expe-riencia en el trabajo con personas mayores). P: Fernanda, ¿cuál es el objetivo principal de hacer ejercicios para la memoria dirigidos a personas mayores? R: En el mayor, principalmente hay que hacer hincapié en la atención y concentración, pues éstas se ven afectadas por diversos factores: alteraciones emocionales propias de la edad (como estados depresivos o de ansiedad) e in-cluso algunas enfermedades que por la medica-ción alteran o interfieren esos procesos directa-mente relacionados con la memoria. La mayor parte de las veces los fallos en la memoria no se deben a una pérdida real de la información, sino a que no se utiliza una vía adecuada para acceder a ella (para ello el aprendizaje de las mnemotécnicas o técnicas de memoria). P: ¿Con qué dificultades te encuentras a la hora de preparar e impartir tus clases? R: La constancia suele ser un inconveniente. En general, al encontrarse cognitiva y física-mente muy bien, aprovechan para realizar todo aquello que, por diversos motivos, antes no han podido hacer: excursiones, viajes, baile, o sea, muchas actividades (que yo siempre reco-miendo), cuidado de nietos, citas con sus médi-cos. Todo ello puede hacer que, si no encuen-tran en el taller (en este caso de memoria) a la vez un trabajo beneficioso para ellos y algo

divertido o lúdico, no se acuda con regulari-dad. Puedo decir con satisfacción que, hasta el día de hoy, “esta pequeña dificultad”, no la he encontrado. P: ¿Qué puedes decirnos del grupo con el que trabajas en el Espacio de El Escorial? R: Hemos conectado genial. Son voluntario-sos, tienen muchas ganas de trabajar y ya se ha formado lo que se llama “cohesión de grupo”, algo fundamental para el progreso y consecu-ción de los objetivos propuestos. Estoy encan-tada con ellos, cada día aprendo algo nuevo, pues es un intercambio de conocimientos y ex-periencias. Para terminar decirte que el espacio donde se imparte el taller de memoria es el lugar idóneo para el desarrollo de la misma, pues reúne las condiciones fundamentales: calidez, luminosi-dad, tranquilidad y armonía.●

María Jesús Bermejo Rubio

Cuidando nuestra memoria

NOTICIAS DE NUESTRO ESPACIO

Clase de memoria en el Espacio para Mayores de El Escorial

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MAÑANA

10:30-13:30

TARDE

15:30-19:30 LUNES 11:30-12:30

INFORMÁTICA BÁSICA

12:30-13:30

INFORMÁTICA AVANZADA

11:00-13:00

AULA ABIERTA DE DIBUJO

AULA ABIERTA DE INFORMÁTICA

MARTES 10:30-11:30

PSICOMOTRICIDAD

11:45-12:45

MEMORIA

AULA ABIERTA DE INFORMÁTICA

AULA ABIERTA DE INFORMÁTICA

MIÉRCO-LES

12:00-13:00

CONFERENCIA SOBRE SALUD (ÚLTIMO MIÉRCOLES DEL MES)

AULA ABIERTA DE INFORMÁTICA

SALIDAS Y VISITAS CULTURALES

16:30-18:30

MANUALIDADES

AULA ABIERTA DE INFORMÁTICA

JUEVES 11:00-12:00

CHI KUNG

AULA ABIERTA DE INFORMÁTICA

17:00-19:00

CINE EN EL ESPACIO (ÚLTIMO JUEVES DEL MES)

AULA ABIERTA DE INFORMÁTICA

VIERNES 10:30-12:00

TALLER DE CUENTOS

INFANTILES

12:00-13:00

REVISTA ALFOLÍ

18:00-19:00

BAILES DE SALÓN

AULA ABIERTA DE INFORMÁTICA

ARTE SALUD ACTUALIDAD CULTURA PARTICIP.

Cursos y talleres 2009-2010

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María Antonia Padilla Puebla

Geografía e Historia de Madrid

GEOGRAFÍA

La ciudad de Madrid está situada casi en el centro geográfico de la Península, emplazada sobre un conjunto de montículos entre cuyas depresiones discurre el río Manzanares, la alti-tud media de la ciudad sobre el nivel del mar es de 654 m. y la máxima de 694 m.

Madrid tiene, en resumen, una climatología benigna de tipo continental. La temperatura media anual es de 13 grados centígrados. La mínima, algún grado bajo cero. En la capital nieva escasamente. Durante el verano, la tem-peratura máxima llega a los 40 grados. Por su privilegiada situación, a corta distancia de los montes de Somosierra, de Guadarrama y de Toledo, Madrid recibe el aire puro de estas sie-rras, algunas de las cuales tienen abiertas du-rante todo el año estaciones de deporte de in-vierno.

El visitante encontrará el clima más agradable

en el transcurso de la primavera o el otoño, que son épocas en las que se dan las temperaturas perfectas, con poca humedad y una buena cla-ridad solar.

Madrid es una ciudad muy favorecida por la naturaleza. Sobre lo hecho por los hombres desde la Edad Media, predominan aquí los fac-tores físicos, que influyen en su clima: suelo, cielo, agua, y aire. Basta decir que la reproduc-ción de las claras tonalidades dio fama univer-sal al mejor pintor de todos los tiempos: Diego de Silva y Velásquez. Desde él, a los bellos cielos de Madrid se les llama “velazqueños”.

Madrid tiene su pequeño río, el Manzanares, con poca agua y mucha literatura y grandes puentes históricos. También parten todas las carreteras radiales hacia la periferia del país, que tienen en ella su kilómetro cero.

De Madrid al cielo

CURIOSIDADES Y ANÉCDOTAS

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HISTORIA DE MADRID

Hay vestigios de presencia humana en el actual asentamiento de Madrid desde tiempos prehis-tóricos. Por estos lugares pasaron celtíberos y visigodos y fue el rey Alfonso VI quien con-quistó la ciudad de los árabes.

En Madrid residieron posteriormente, entre otros, Enrique IV y el Cardenal Cisneros, hasta que la villa ganó su título de capitalidad a me-diados del s. XVI con Felipe II.

El siglo XVII es trascendental en la vida de Madrid, donde se construyen importantes edi-ficios civiles y religiosos y se produce un gran auge cultural.

Más tarde, el rey Carlos III dio a Madrid una dimensión de monumentalidad neoclásica El espíritu cultural de la época propició la crea-ción de sociedades académicas, bibliotecas y

museos. Goya inmortalizó a principios del si-glo XIX escenas de la Guerra de la Indepen-dencia. Después llegó una época de desarrollo urbanístico. Surgieron rondas y bulevares, ca-fés y tertulias, y se acuñó entonces una imagen tópica del “madrileñismo”.

COTILLEO EN LA VILLA Y CORTE

La primera agencia de noticias chismosas y de cotilleo sin duda fue la que popularmente se denominó como “las gradas de San Felipe”. Éstas no eran más que las escaleras de acceso al convento de San Felipe el Real, situado en la calle Mayor esquina Esparteros. Como el des-nivel del terreno era muy grande, el convento fue construido en las calles Mayor y Correo sobre una lonja que muy pronto fue conocida por “las gradas de San Felipe”. El que quisiera enterarse de algo no tenía más que acercarse a este lugar, porque estas gradas constituían el principal de los “mentideros” o lugares donde se difundían noticias con mayor rapidez, inclu-so antes de producirse.

Los mentideros eran verdaderos mercados de rumores, lugares donde la gente se reunía a cotillear. En la época de los Austrias, además de las “gradas” existían otros “mentideros” con

nombres tan curiosos como las “losas del Alcá-zar” y el “mentidero de los Cómicos” en la ca-lle León.●

Curiosidades y anécdotas: mentideros

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D esde aquí mi agrade-cimiento a Carolina por la amabilidad y

las facilidades que a dado para llevar a cabo esta entrevista

Con motivo de la asamblea que se celebró el día 25 de noviem-bre de 2009 en contra de la vio-lencia de género en el Salón de actos del Ayuntamiento de El Escorial, a la cual asistieron re-presentantes de todas las colecti-vidades, cofradías y hermandades de El Esco-rial como también la corporación municipal con el Sr. Alcalde y varias concejalas, repre-sentación de la guardia civil, protección civil, y otros estamentos.

Se cerró el acto guardando un minuto de silen-cio en la puerta del Ayuntamiento en memoria de todas las mujeres fallecidas por los malos tratos de género.

P- ¿Crees que algún día se podrá terminar con la plaga que asola a las mujeres maltratadas?

R- Sí, con el trabajo conjunto y el esfuerzo de las personas que trabajamos en estos temas, y la concienciación de la población general.

P-¿Crees que se necesitaría otro sistema más para aquellas personas que maltratan?

R- Sí, sería muy interesante hacer una labor de educación ciudadana, la ley es muy importante pero son necesarias otras acciones como la pre-vención.

P- ¿Con qué medios se cuentan contra esas personas?

R- Hay un punto municipal de observatorio regional de la violencia de género en el que

hay servicios de psicología, abogados y asis-tentes sociales.

P-¿Existe ayuda telefónica?

R- Tenemos dos teléfonos de ayuda que son los siguientes: 690 859780 y 660 536722.

P-¿Existen casas de acogida?

R- Sí, para aquellos casos graves en los que la vida de las mujeres y de los niños están en pe-ligro.

P- ¿Cómo funcionan las casas de acogida de mujeres maltratadas?

R- En caso de que sea necesario este servicio, la mujer puede acercarse al punto de observa-ción regional de la violencia de género utili-zando los teléfonos que hemos mencionado más arriba.

P- Para casos extremos, ¿qué pasos tienen que seguir las mujeres maltratadas?

R- Ponerlo en conocimiento de la policía o guardia civil y ellos mismos se encargan de efectuar las diligencias oportunas.●

Jesús Rodríguez

Carolina del Campo Gala, defensora de la igualdad de oportunidades del Ayuntamiento de El Escorial

CONVERSACIONES CON...

Acto contra la violencia de género en el ayuntamiento

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N uestra entrevista de hoy va encaminada hacia una persona mayor de las muchas

que hay en España, que han tra-bajado toda su vida desde muy jóvenes y están en el anonima-to. A la persona que he dirigido mi entrevista tiene 95 años, mu-jer con una memoria increíble-mente prodigiosa contando chis-tes. Tiene todos los dientes, usa gafas sólo para ver la tele y es muy simpática.

Nos estamos dirigiendo a Dª Rosario de Frutos Flores, que nació el 5 de octubre de 1914.

P- ¿Cuál fue tu primer tra-bajo?

R-Yo tenía 13 años. Mi primer trabajo fue en la fábrica de chocolates Matí-as López y ganaba 1 peseta con 90 céntimos al mes, todo un capital, deseando cobrar para ayudar a la fa-milia (mis padres y mis 6 hermanos).

Luego me iba a fregar es-caleras y pisos de madera para seguir ayudando. La vida era muy dura en aquella época y había que trabajar para poder sacar la casa adelante.

Me casé y estuve casada 42 años con Francisco Fernández, más conocido como “el lechuga”. Tuve 7 hijos y se murieron 3.

A partir de casarme ya cambió un poco la suer-te, teníamos huertos y lo que recolectábamos lo subíamos a San Lorenzo en un carro con una mula que se llamaba Torda.

P- ¿Qué recuerdos tienes de cuando teníais los huertos?

R- Muchos y muy bonitos. Recuerdo cuando compramos un caballo para se-guir subiendo mercancía a San Lorenzo, teníamos muchos clientes porque decían que nuestras lechugas eran muy buenas.

P-¿Qué productos sacabais de las huer-tas?

R – Zanahorias, lechugas, acelgas, judí-as verdes, tomates, pepinos, escarolas, patatas, todo natural, no había fertilizan-

tes como ahora, que no sabemos lo que come-mos.

P-¿Qué más actividades has tenido en tu vida aparte de los huertos?

R- También hemos tenido una granja de pollos. Los traíamos pequeños para el engorde y luego se vendían a distintas granjas, pero era muy compli-cado porque se morían mu-chos, llegaba el invierno y no podíamos casi con el trabajo.

Había veces que teníamos que romper el hielo del pilón para poder dar agua a los pollos o para limpiar las jaulas donde vivían. Teníamos 2.000 pollos.

P- ¿Cómo fueron los años de tu juventud?

R- Mi juventud fue normal, trabajando mucho para que no faltase el pan en casa, pero tam-bién nos divertíamos un poco, principalmente cuando llegaban los carnavales. Nos poníamos las delanteras y lo pasábamos muy bien

P- ¿De qué trabajaba tu marido aparte de los huertos y los pollos?

R- Sólo trabajaba en los huertos. Empezó a los 17 años, al morir su padre tuvo que hacerse cargo de los huertos.●

Dª Rosario de Frutos Flores, una luchadora incansable

Jesús Rodríguez

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El tesoro de la amistad Miguel Soto

RELATOS

“Afecto personal, puro y desinteresado compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato” ( D.L.E. ).

Hacía un día precioso. Como buen Capricornio, me dispuse a pasear a la hora acostumbrada, no tenía pereza, el esfuerzo que otras veces me molestaba, hoy me empujaba hacia el monte.

El caminar fue largo, ¡era hora de sentarse a descansar! Miré el bello paraje para encontrar ese sitio que siempre espera a todo buen caminante para darle descanso y luz.

Me senté, relajé mi cuerpo y mi mente, llevándoles al reposo y a la nada, pues meditar es tener la mente en blanco y dejar fluir tu paz.

Al cabo de un rato, ya recuperado, activé mis pensamientos : había todo, alegrías, preocupa-ciones, proyectos, fantasías, ¡qué sé yo! De improviso apareció una palabra: “Amistad”. Me recreé en ella, y se me ocurrió contaros cómo llegué a conocerla.

Siempre que escribo sobre algún te-ma me gusta personalizarlo, yo sé que todos tenemos secretos guarda-dos con llave, pero pienso que se pueden compartir, ya que si a nosotros nos sirvieron como aprendizaje, a vosotros tal vez os puedan ayudar.

Hace unos días una compañera de Marisa, nos contaba con dolor su separación de su pareja. Mientras nos relataba los hechos se preguntaba con obsesión: “¿por qué?, ¿por qué?”. Yo intentaba animarla, diciéndole esas cosas

previstas para estos casos.

Sentía que no me escuchaba, ahondé en mi interior y busqué mi aprendizaje y le pregunté. ¿Habéis trabajado vuestra amistad todos los días? ¿No dejasteis algún tiempo de enamoraros? Ella me miró con sus preciosos ojos, y me contestó: “No, no hicimos bien los

deberes”, y la paz volvió a su cara.

REFLEXIONES

La amistad es respeto al sentir, al pensamiento, al modo de ver y vivir la vida del otro.

No es pretender que las cosas que creemos o necesitamos oír en un momento determinado de dolor, de

ira, de pasión, de amor, nos sean dichas por la persona elegida por nosotros en ese instante.

No es mejor amigo el que parlotea como un loro y su mensaje nos halaga el oído o nos proporciona un bálsamo a nuestro dolor, es el que nos dice la verdad que tal vez no queramos escuchar.

“La amistad es

silencio, es

complicidad, es

sonrisa y

lágrimas”

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La amistad es silencio, es complicidad, es sonrisa y lágrima, sin preguntar si sientes al amigo. No es necesario estar junto a él, sólo con pensar en su persona tu soledad desaparecerá en ese instante, pues él está presente en cada célula de tu cuerpo.

Ella no tiene ni horas ni días, ni palabras, se tiene a sí misma. Nunca puede destruir nuestro templo, aporta siempre un ladrillo más.

A veces no se puede escribir sobre un senti-miento tan profundo pues todo parece banal al intentar definirla. Si queremos su definición, acudamos al diccionario, pero si queremos sentirla guardemos silencio y pensemos en el amigo y si surge el verbo, bienvenido sea, si no a callar y a sentir el bienestar que, por lo menos a mí, me proporciona el saber que siempre él o ella están dentro de mí.

MI PROPIA HISTORIA

En mi vida hay dos personas que han marcado mi camino, ellas sin duda alguna me ayudaron a ser la persona que todos conocéis.

Son dos mujeres, Alicia, la madre de mis hijos, Marisa mi compañera de viaje durante 20 años.

Con Alicia descubrí el amor, la pasión, la entrega, los hijos, la ilusión por un camino nuevo, pero sé que la amistad no fue trabajada lo suficiente y sin ella la convivencia se fue apagando. Un día me di cuenta de que se me olvidaba enamorarla y que, en cambio, me dejaba llevar por el miedo, el compromiso, la dejadez y muchas más cosas con las que nos vestimos las personas para justificar una situación en la que la mentira se hace poderosa.

Pasaron unos meses muy difíciles, el haber querido tanto te hace no ver que puedes

caminar solo sin dependencia y en libertad.

Aprovechando mis vacaciones me fui a Cádiz, esta ciudad siempre me ha dado claridad y paz, y ambas cosas yo las buscaba con gula.

La Caleta, la Cortadura, fueron testigos de largos paseos, en ellos viví mi dolor y busqué mi esperanza.

Una tarde me senté en la Punta de San Felipe, cogí de mi bolsillo unas cuartillas y escribí:

“Gracias por ser como eres, pues me haces ver claramente como no quiero ser.

Al mirar el camino que sigues, veo claro mi sendero, que cada vez se aleja más del tuyo.

Es doloroso, y gratificante a la vez, saber que no quiero seguir tu ruta, ni peor ni mejor que la mía, tan sólo distinta.

La soledad pesa como una losa, la tentación de caminar con alguien es tan fuerte que flaqueo. Intento cruzarme en tu vida, para ver si podemos ir juntos, pero enseguida me doy cuenta de que es un burdo engaño y me es imposible dar un paso a tu lado.

Tal vez lleguemos al mismo sitio pero con ideales casi opuestos.

Tenemos tantas maneras diferentes de ver las cosas que hacen inútil el esfuerzo de acoplarme a tus pasos, y si eso cuesta tanta renuncia de mí mismo,

no me merece la pena dejar de ser yo y convertirme en un ser sin identidad, pintando un cuadro que no es real, para paliar este vacío doloroso de la soledad.

Aunque nuestro corazón ansíe compartir el camino es imposible engañarle, tarde o temprano la máscara cae y los rostros aparecen tal como son, distintos e incompatibles.

Por eso te doy las gracias por ser como eres, y con todo el dolor de mi soledad, te agradezco que me hagas ver tan claro cómo no quiero ni puedo ser.

“A todos los

amigos y amigas de

mi vida, por

vuestro amor y

vuestras caricias,

sois el motivo por

el cual cada día

tiene sentido crear

circunstancias

para que crezcan

pétalos mágicos”

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Cambio la ira de la impotencia por la aceptación de nuestras realidades.

Te quiero. Miguel”

Un día quedé con Alicia para hablar de nuestros hijos; nuestras miradas eran distintas, había mucha l impieza en ellas, sonreímos y nos abrazamos c o n mu c h a fuerza.

Cuando acaricié su cara ambos sabíamos que éramos amigos. ¡Nunca olvidaré ese instante!

Viví un periodo de tiempo en el que el descuido a mi trabajo como persona fue el denominador de muchos de mis actos.

Volé de “flor en flor”, buscando pero sin encontrar mi paz.

Un día me presentaron a Marisa, fue en un mesón de la calle Ferraz de Madrid, yo iba con mi hija Ainoa. Fue divertido, ella con gran sentido del humor relataba sus propias experiencias, tanta simplicidad y tanta verdad me resultaron chocantes, pero era un regalo oír sus comentarios.

Marisa y yo vivíamos en portales contiguos, en la calle Francisco Lozano, nuestros padres fueron amigos, y algún hermano perteneció a la misma pandilla. Yo, este hecho lo desconocía ya que soy 16 años mayor que ella y había emigrado de mi casa por otras historias que algún día os contaré.

Por circunstancias ajenas a los dos nos encontramos en otras ocasiones. Conocí a sus hijos y me tomé con ella unas “caipiriñas” muy seductoras.

Un día me llamó y pasamos la noche juntos, nos reímos muchísimo y disfrutamos de nuestra atracción. Yo sentí que algo nuevo estaba llamando a mi corazón.

Hablamos, hablamos y seguimos hablando, un compromiso de a m o r f u e n a c i e n d o , ambos sabíamos l o q u e queríamos y nos lo dijimos sin miedos.

Q u e r í a m o s caminar juntos, sin ataduras, con respeto absoluto a la individualidad,

confianza sin cortapisas. Empezamos a trabajar día a día corriendo el aire entre nosotros, respetando lo que somos y lo que tenemos. Comenzamos a saber querer y nos

sentimos amigos.

¡20 años maravillosos!

Ahora que tengo 70, pienso: Tal vez en el amor se necesita un componente de admiración y en la amistad no, por ello siempre acabo considerando que

lo que más me ha enseñado en la vida ha sido la amistad.

EPÍLOGO

Soy una persona afortunada, siento que mi capacidad de querer está viva.

Un día conocí la calle Alfolí y a vosotros, para mí fue un regalo.

Por eso, a todos los amigos y amigas de mi vida, por vuestro amor y vuestras caricias, sois el motivo por el cual cada día tiene sentido crear circunstancias para que crezcan pétalos mágicos.●

“La soledad

pesa como una

losa”

RELATOS

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Abuelos y nietos

H ace algunos años y espe-

cialmente a medida que la mujer se ha ido incor-porando a la vida labo-ral, cuando en un matri-monio con hijos peque-ños trabajan los dos pa-dres, a veces por necesi-dad, porque están pagan-do la hipoteca de la vi-vienda, y con el sueldo de uno no llega, en otros casos es porque estamos inmersos en el consumis-mo, queremos todo lo que nos ofrece la publici-dad, muchas cosas super-fluas e innecesarias.

Por todas estas cosas son los abuelos los que tienen que bregar con sus nietos, llevarlos y recogerlos en el colegio, darles de comer, a veces si es necesario llevarlos al médico, etc., en fin, cuidarlos en todo lo que necesiten, hasta que los padres regresan de sus trabajos.

Todo esto naturalmente lo hacen-hacemos encantados, el problema surge cuando ya somos muy ma-yores, cansados, con problemas de salud y movilidad, en estos casos, con estas obligaciones aña-didas, nos sentimos agobiados y con pocas fuerzas para hacer estas tareas.

De todas formas es una gozada, yo lo digo por experiencia, porque a mí en algunas ocasiones me ha tocado hacer estas cosas, y con mis pe-

queños, la verdad es que lo he pasado muy bien, y lo sigo pasando, porque cuando no tie-nen colegio todavía vienen a mi casa para que no se queden solos.

Todo esto es un problema, que yo no sé que solución puede tener, quizás sería bueno que todos, en lo posible, renun-ciáramos a algunas cosas. Pienso en tiempos pasados, cuando la misión principal de la madre era ocuparse de los niños, mientras solo el padre traba-jaba, todo ha cambiado tanto que a los mayores nos cuesta asimilar la forma de vida actual.

De todos modos, en algunos casos y ciertos hijos, creo que sin pensárselo mucho, cargan a sus padres-los abuelos con demasiado trabajo, esta es mi opinión, no se si acertada o no.●

Juan Díaz, Espacio para Mayores de Entrevías

“...quizás sería

bueno que

todos, en lo

posible,

renunciáramos

a algunas

cosas.”

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ARTÍCULO

Q uerido lector: Cuando comencé a colaborar con la revista que tienes en

tus manos, me gustó el nombre que llevaba. Después supe que se debía a que el Espacio de Mayores de Caja Madrid, donde se edita, está ubicado en la Calle Alfolí de El Escorial, y de ahí se tomó el título. Me confieso una enamo-rada de las palabras y “alfolí”, aún sin saber lo que significaba, me pareció una palabra her-mosa, sonora y juguetona, evocadora de anti-guas culturas. Ésa es la razón por la que hoy os contaré un poco de lo que he encontrado rebus-cando en Internet y en algunos documentos escritos, acerca de lo que el alfolí representa.

El Diccionario de la Real Academia de la Len-gua nos da la siguiente definición:

alfolí.

(Del ant. alhorí, este del ár. hisp. alhurí, y este del ár. clás. hury; cf egipcio mhr y copto ahor)

m. Granero o pósito.

m. Almacén de la sal.

Y el Diccionario de María Moliner lo define así:

alfolí (del ár. and. “alhurí”) m. *Granero o *depósito; particularmente, depósito de sal. Alforiz, alholí, alholía, alhorí, al-horín.

De acuerdo con ambas definiciones, entende-mos el alfolí como almacén en que se deposita-ban tanto el grano como la sal. Éste es un con-

cepto que nos habla de dicho término como edificio con una finalidad concreta pero, más adelante, veremos cómo existe también el con-cepto de “alfolí divino”, como metáfora bíblica del lugar donde se almacenan los bienes proce-dentes de Dios.

UN POCO DE HISTORIA

En la primitiva sociedad israelita encontra-mos el alfolí secular o granero como almacén diseñado para que el pueblo subsistiese en

ARTÍCULO

Alicante a principios del s. XVII. A la izquierda , en primer término el Alfolí de la Sal, o casa del Rey

Acerca de “el Alfolí” Araceli Segovia Dilla

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tiempos de necesidad. Las gentes sabían dónde acudir para buscar alimentos. Ese lugar centra-lizado servía como estandarte para las acometi-das de los invasores, y constituía un símbolo de supervivencia na-cional. En tal sentido, era el receptáculo o granero que se usaba para que el pueblo de Israel depositara sus ofrendas y diezmos de todas las cosechas.

Para el almacenamien-to se usaban grandes cántaros y habitacio-nes en los altos de las casas de familia. Había viviendas, incluso, que se dedicaban exclusiva-mente al aprovisionamientos de granos. Aque-llos edificios se pueden comparar a los actuales silos que todavía encontramos en algunas zo-nas rurales.

Los tesoros del rey estaban guardados, escondidos, en enormes graneros. En el tiempo del rey Salomón constituían auténticas ciu-dades, donde no sólo se guardaba el grano, el vino y el aceite, sino también las posesiones materiales. Sus tesoros eran inmensos y abastecían a muchos de sus empleados. En tiempos “turbulentos” se usaban depósitos y hasta pozos para esconder los comesti-bles. Todo en aras de ase-gurarse los alimentos. Ade-más de los reyes, también las personas ricas tenían sus propios espacios don-de guardaban sus frutos y sus bienes.

En la lengua griega encontramos la palabra qshaurou, (tesaurus) para definir los graneros o almacenes.

EL DIEZMO

Antes de seguir adelante rastreando la existencia posterior de estos edifi-cios, vamos a detenernos en el término “diezmo”, muy ligado a la existen-cia del alfolí. El diezmo (del latín decimus, déci-mo) era un impuesto del diez por ciento (la déci-ma parte de todas las ga-

nancias) que se debía pa-gar el rey, gobernante o

jefe eclesiástico.

Según la RAE, es el “derecho del diez por ciento que se pagaba al rey sobre el valor de las mercaderías que se traficaban y llegaban a

los puertos, o entraban y pa-saban de un reino a otro”.

El diezmo era la manera de sustentar a la tribu israelita de Levy, que no podía poseer herencias, sino que su heren-cia era el diez por ciento de lo que rindiera lo producido por los cultivos y los ganados de todas las otras tribus de Is-rael, es decir sus ganancias después de haber sacado los gastos necesarios para vesti-do, techo y comida. Del pro-ducto de cada año se llevaría el diez por ciento al alfolí y de allí comerían los sacerdo-tes y sus familias. El diezmo

consistía solamente en alimentos o animales; la mención del alfolí aquí no es casual, pues su

El alfolí en 1900. Imagen cedida por A.C.

ALFOLÍ DE YNFANTES. CONTABILIDAD DE LA SAL. 1795 PERGAMINO. DOCUMENTO ÚNICO.

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REFLEXIONES

finalidad era estrictamente social y alimenticia.

En Francia, durante el Antiguo Régimen, el diezmo fue un impuesto para recaudar fondos con los que mantener a la Iglesia y sus minis-tros. Correspondía a una parte de la recauda-ción, que variaba de un obispo a otro y de una parroquia a otra, dependiendo del número de personas de las mismas. A fin de proceder a la recaudación de este impuesto, el cura primitivo de la parroquia era el “diezmero”, quien lo re-colectaba anualmente mediante un canon esta-blecido, ya fuera en especie o en moneda.

Por lo que se refiere a España, la obligación del diezmo se introdujo a través de Aragón y Cataluña, regiones fronterizas con el Imperio Carolingio. El pago del tributo se realizaba en especie, y representaba un décimo de los frutos de la agricultura o ganadería obtenidos por el creyente. Los ingresos obtenidos eran recogi-dos por el “colector” y entregados a los párro-cos, abades y obispos.

En la Edad Media, los reyes consiguieron una participación en la recaudación de los diezmos de la Iglesia. El rey Fernando III propuso al papa Inocencio VIII la posibilidad de que la Hacienda Real obtuviese el tercio del diezmo que se destinaba a la construcción de las igle-sias, con la finalidad de atender a los gastos militares del asedio de Sevilla. Conseguida es-ta primera participación, la autorización ponti-ficia fue renovándose, hasta convertirse en 1494 en un recurso permanente del Estado, conocido con el nombre de “tercias reales”.

Felipe II consiguió otra nueva concesión, el “excusado”, que consistía en reservar al mo-narca los rendimientos del diezmo obtenido por el mayor diezmero de cada parroquia. En este caso, los motivos de la participación eran los costes que suponían para la corona las gue-rras contra los infieles y los herejes.

En 1837 se acordó la supresión de los diezmos

en España, pero las necesidades de recursos para la Primera Guerra Carlista, obligaron a diferir la efectividad de la medida hasta la con-clusión del conflicto. En 1841 nació la contri-bución de culto y clero que supuso que el im-puesto siguiese incidiendo, aunque fuese con otro nombre.

En la América dominada por el Imperio Es-pañol, debido a los acuerdos del Patronato Re-gio, el diezmo era cobrado directamente por los funcionarios civiles de la Corona, a condi-ción de que ésta se encargara de erigir, dotar y mantener las iglesias y parroquias y otras obras de la Iglesia Católica. Este impuesto, corres-pondiente al diez por ciento aproximado de los ingresos anuales, era cobrado a hacendados y propietarios de inmuebles rurales. Al llegar la época de la Independencia, en el siglo XIX, los gobiernos de las nuevas repúblicas suprimieron paulatinamente este impuesto, considerado molesto por los terratenientes criollos.

ARTÍCULO

Dos imágenes del alfolí de Boñar (León).

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EL ALFOLÍ COMO EDIFICIO

En España tenemos vestigios de la existencia de los alfolís o alfolíes en torno al siglo XVI. Seguramente existieran con anterioridad, pero los testimonios y restos de construcciones se sitúan en este siglo. Parece que los más anti-guos se dedicaron a almacenar grano, pero más tarde predominó su uso como almacenes para guardar la sal, el principal conservante e ingre-diente entraña-ble de nuestra cultura popular, durante siglos.

Algunos de los pueblos y ciuda-des que dan tes-timonio de su alfolí, mejor o peor conservado, son entre otros: Alfolí de la Sal (Alicante), Torrelaguna, Nava de los Caba-lleros, Garrucha, Puentecesures, Cudillero, Bo-ñar, etc.

El edificio de Alfolí de la Sal, también llamado Casa del Rey, fue levantado en el siglo XVI por encargo de Felipe II. Actualmente es edifi-cio de Correos y Telégrafos. Estaba a pie de playa, donde desembarcaban la sal procedente de las salinas de La Mata. Fue durante mucho tiempo cárcel y los alicantinos terminaron des-truyéndolo.

El alfolí de Torrelaguna (Madrid), local muni-cipal de servicios para almacén y despacho de la sal, fue anteriormente Alhóndiga, una espe-cie de Mercado de Abastos. Tal vez es el único ejemplar de su tipología, historia y significado que se conserva en la Comunidad de Madrid. La ubicación del inmueble indica su importan-cia porque se halla situado en el sector central del casco antiguo de la Villa, parada necesaria de la vía medieval más importante de la pobla-

ción, que enlazaba la del Norte de la Muralla urbana con la Puerta del Sol de Madrid.

EL ALFOLÍ COMO TÉRMINO DIVINO

Por último, una reseña a la palabra “alfolí” uti-lizada como término divino. Recogiendo algu-nos párrafos de comentaristas de la Biblia, hallamos una cita del profeta Malaquías (3:10),

que dice: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa... si no, os abriré las ventanas de los cie-los, y derramaré sobre vosotros bendición has-ta que sobreabunde”.

Hay muchas opiniones acerca de dónde se ubi-ca el alfolí a que la Biblia hace referencia. He recogido algunas interpretaciones, susceptibles de diferentes interpretaciones, y las enumero a continuación:

− La Palabra de Dios

− La Biblia, como compendio de la Palabra de Dios. En ella se encuentra la llave que ha de abrir el Tesoro de la Palabra.

− Jesucristo, como “alfolí” donde está guarda-do el alimento de la casa de Dios.

− Lugar escogido y reconocido por Dios para almacenamiento de su propiedad, y de los tesoros de la sabiduría y el conocimiento. Quizá aquí se encuentre una referencia a la Iglesia.

Finalmente, una cita de San Juan (6:35), que nos puede resultar más cercana: “Su alimento (el de Dios) viene a nosotros a través de su palabra, el alfolí de donde comemos... Señor, danos siempre este pan.” ●

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Mascotas, mis mejores juguetes Margarita Bermejo

CRÓNICA

L levo muchos años observando y pen-sando sobre los Reyes Magos, la

cantidad de juguetes que los niños reciben, es en mi opinión un exceso, pues los niños no lo disfrutan y tampoco lo aprecian, se cansan en-seguida de jugar con su nuevo coche, muñeca, rompecabezas y tantos más. Yo recuerdo sólo recibir una muñeca de cartón que los Reyes Magos me dejaron en el Ayuntamiento de El Escorial, que cuando yo era pequeña daban un juguete a cada niño del pueblo. Lo recuerdo con tanto cariño que creo es uno de mis recuer-dos más bonitos de los Reyes Magos. Los re-galos que recibíamos en casa eran artículos para el colegio, frutos secos, mandarinas y un par de calcetines, pero nunca juguetes. Por esa razón mi muñeca era algo especial y no dejaba a nadie tocarla. Solamente tenía tiempo para jugar con mi preciosa muñeca y no hacía caso a mis hermanos. Un buen día, mis hermanos me la quisieron arrebatar de las manos y entre forcejeos, la muñeca se partió en seis piezas: cabeza, tronco, brazos y piernas, pues estaba unida por una goma elástica. No pude jugar con ella nunca ya que se guardó en una caja a la espera de un arreglo que nunca llegó, y así se terminó mi único juguete. Lloré amarga-mente y mi querida madre no sabía como con-solarme. A mis padres les gustaban los anima-les y teníamos un perro, y gallinas, y un cerdo, las gallinas para abastecernos de huevos y para

tener un pollo para la cena de navidad y el cer-do para hacer la matanza y de esa manera tener alimentos en el invierno. Entonces nos dijo que podíamos tener un gato y que sería nuestra mu-ñeca, nos dieron un gatito chiquitín todo blan-co precioso y de esa manera se me fue pasando el disgusto. Pasaron los meses y el animal fue creciendo y mi hermana Delia la cuidaba tan bien que se apoderó del gato, conmigo no que-ría estar porque yo le apretaba demasiado y le hacía daño. Un día en la calle había un grupo de chicos que chillaban y tiraban piedras a un trapo negro, al menos eso era lo que yo creía, pero cuando me acerqué vi que era un gatito negro con manchas blancas, ¡parecía que esta-ba muerto! Regañé a los niños, lo recogí, lo metí debajo de mi rebeca y me fui corriendo a casa. Le estuve lavando las heridas como veía que hacía mi madre, y lo coloqué en una caja hasta que ella llegó. No sabía cómo decírselo y pensé que si mi madre viera el animal sería más fácil poder convencerla, pues yo lo quería para mi mascota personal. Mi madre miró al gatito y me advirtió que estaba muy mal heri-do, pero que si se salvaba sería para mí, por haber tenido la valentía de quitárselo a los chi-cos. Con la ayuda de mi madre el gatito salió adelante y se curó. A partir de entonces no nos separamos, dormía a los pies de mi cama, ¡en el invierno era agradable sentir su calorcito en mis pies! y desde entonces tengo un cariño es-pecial por los gatos, nos entendemos muy bien, y prefiero al gato sobre otros animales, por su independencia, limpieza y su inteligencia.

Pasó un tiempo y un día la cerda que te-níamos, se puso de parto. Fue una buena noti-cia ya que mis padres la compraron precisa-mente para que criase, ya que era de una raza especial, muy grande y sin mucho tocino -creo que era de raza inglesa- cuando quisieron darse cuenta, se percataron de que la fina y aristocrá-tica “Lady” británica se comía sus crías ¡como una vulgar cerda cualquiera! Empezaba a lim-piarlas y se emocionaba tanto que seguía hasta

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terminar por comérselos. En este estado, las cerdas son muy peligrosas ya que pueden atacar a una perso-na fácilmente, y mi madre sólo pudo salvar el último, no sin antes llevarse un buen mordisco a cambio. No hubo más remedio que criarlo a biberón. Para mi hermana y yo era como tener una muñeca viva. Era tan bonita y con sus ojitos tan tiernos nos miraba y creo que pensó que mi her-mana Delia y yo éramos sus madres. El animal cre-ció un poco pero no parecía que fuera a convertirse en un animal grande. Pasaron los meses y Currinchi, el nombre que entre todos elegimos, nos seguía a to-das partes; parecía más un perro que un cerdo. Por entonces, El Escorial era un lugar donde los animales podían andar libremente y nadie de-cía nada, el cerdito subía las escaleras se senta-ba a nuestro lado y donde fuéramos mi herma-na Delia y yo Currinchi nos seguía. Si algún chico se le ocurría pegarnos o meterse con no-sotras, el animal le mordía.

Un domingo en verano, nos fuimos a mi-sa. Normalmente lo encerrábamos para que no nos siguiera, pero ese día se quedó la puerta abierta y Currinche entró en la iglesia. Gruñen-do y resoplando, como hacen los cerdos buscó hasta que dio con nosotras. No sabíamos qué hacer y nos pusimos a reír, nerviosas de pensar en el castigo que tendríamos cuando mi madre se enterase. Todos los ojos en la iglesia se gira-ron hacia nosotras y nos quedamos petrificadas de miedo. De repente, el guardia del pueblo –al que todos los niños llamábamos Felipón a es-condidas- bramó:

- ¿De quién es este cerdo? A la vez que le daba patadas a Currinchi. Éste le dio un buen

bocado en el tobillo. Se armó un enorme re-vuelo en la iglesia y tuvimos muchos proble-mas después con ese guardia por culpa de lo sucedido. No era buen momento para estar a malas con la autoridad del pueblo y mis padres decidieron que para el invierno harían la ma-tanza con nuestro querido cerdito. No había sido su intención pues se había quedado enano y para nosotras era nuestro mejor juguete. Un buen día en invierno mi madre nos dijo que Currinchi iba a ser sacrificado por todos los problemas que habíamos tenido con el guardia. Nosotras lloramos e imploramos para intentar salvar a nuestra mascota pero no pudo ser. La decisión estaba tomada.

Normalmente, los días de matanza eran de enorme alegría para todos, pero ese día fue di-ferente. Mi hermana y yo nos fuimos lejos de casa para no estar presentes, rezábamos y llo-rábamos, y prometimos no comer nada y así fue. No fue un sacrificio cualquiera, había des-aparecido nuestro querido Currinchi, nuestra mascota, nuestro único juguete.●

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A l regreso de la excursión a la Lagu-na de Peñalara, y en aquella es-pléndida mañana del mes de Agosto del año 2004, nos acomodamos en el interior de La Venta de Marcelino, existente como sabéis, en el alto del puerto de Cotos. A las hambres que nos propició la marcha, estábamos dispuestos a acallarlas tanto mi mujer como yo, con la de-gustación de un sabroso asado y la compañía inseparable de un buen vino y su correspon-diente ensalada.

Una vez que conseguimos aplacar nuestro apetito, y después de haber saboreado un riquí-simo café, decidimos pasear lo ingerido por aquel hermoso paraje. Al dar comienzo al pa-seo y contemplando la hermosa serranía que nos rodeaba, nos vino a la memoria, observan-do este escenario las impresionantes cumbres Pirenaicas, las cuales habíamos visitado re-cientemente.

Y fue este acontecer lo que me motivó, pa-ra dar inicio a la narración de nuestra visita con un matrimonio amigo, a esta espectacular e increíble región montañosa de exuberante na-turaleza paisajística.

El recuerdo de aquellos panoramas hizo empequeñecer a nuestra preciosa Sierra de Guadarrama, pero sin merma alguna del cariño que todos los montañeros seguimos sintiendo por ella.

Dicho lo anterior y desde estas líneas, reco-miendo a todos los que sintáis esa inclinación hacia la naturaleza y la montaña, no perdáis la oportunidad de conocer al menos estos dos parques pirenaicos.

El primero que visitamos fue el de Aguas Tortes, así llamado, por sus “tortuosas aguas”.

Dejamos atrás a Lérida, para dirigirnos a Es-pot, donde encontramos alojamiento, hallándo-nos ya en las estribaciones de entrada al par-que. A él acudimos al día siguiente, en unos vehículos todo terreno que explota una empre-sa de la localidad, para el traslado de los visi-tantes. Pues al igual que en Ordesa, el acceso a ellos es restringido a los coches particulares.

No obstante, la medida de protección al margen de ser comprendida, también está justi-ficada por el mal estado de la vía de acceso, ya que para conservar su estado natural, se ha evi-tado su asfaltado.

Fuimos trasladados hasta su interior a una primera parada en la que abandonamos el vehí-culo, pues aunque continuaba internándose más, maravillados por el lago de San Mauricio

MI INOLVIDABLE VIAJE A LOS PIRINEOSMI INOLVIDABLE VIAJE A LOS PIRINEOSMI INOLVIDABLE VIAJE A LOS PIRINEOSMI INOLVIDABLE VIAJE A LOS PIRINEOS

PARQUES NACIONALES DE ORDESA Y AGUAS TORTES

Texto y fotografías: Carlos Bernardino

CRÓNICA

Río Arazas y Gradas de Soaso

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que aparecía a nuestros pies, y las cumbres de Los Encantados sobre el mismo, nos decidió a continuar a pie toda la excur-sión. Después, supimos que tan-to el Lago como los imponentes Encantados, for-man la parte mas representativa del parque, tal y como aparece en su logotipo.

Su impresio-nante imagen natural, 2.747m. destacándose so-bre el inmenso lago, hacían que no pudiésemos sustraernos de su inevitable contemplación. De esta manera, dimos comienzo a la visita al parque paseando en este entorno, el cual, nos hizo suponer el gran contenido que podía guardar su interior.

Una vez disfrutadas estas sensaciones, co-menzamos nuestro ascenso para ganar la base de La Ratera, una segunda cumbre de 2.857m. que siendo superior en altitud, no rivalizaba por ello con Los Encantados en cuanto a su ubicación, pero sí en cuanto a su entorno de una singular belleza.

Un río, el San Nicolás, da lugar en su asiento a un hermoso lago rodeado de fresnos, robles y una espléndida vegetación que le pres-ta una imagen de paisaje espectacular. Y por parecerle insuficiente a la naturaleza circun-dante lo que cuento, he de añadir, el espectácu-lo que ofrecen unas oportunas cataratas des-cendiendo desde las alturas hasta su mismo lago.

El tiempo que decidimos dedicar a esta vi-sita, nos resultó muy escaso teniendo en cuenta la oferta que nos presentaba. Pero las exigen-cias del “guión”, conociendo el recorrido que

nos aguardaba, nos obligó a dar por terminada nuestra estancia en tan sin-gular paraje.

No puedo ter-minar mis alaban-zas hacia él, sin añadir, que este parque es a mi pa-recer, un verdade-ro paraíso para los amantes de la na-turaleza; lagos, torrentes, casca-das, canchales, agrestes picos y frondosos bosques de pino negro, abe-to, pino silvestre, abedul y haya, constituyen el hogar de una multi-

tud de plantas y fascinantes animales, que exis-ten en él y que lamentablemente no pudimos contemplar, pues creo que para conseguir esto, habríamos de dedicar más tiempo del disponi-ble a su entorno, con nuestra permanencia en él.

Con las experiencias vividas, y con el ánimo de continuar viviendo nuevas emocio-nes, pusimos nuevo rumbo hacia el Parque de Ordesa.

Para ello, hubimos de recorrer por unas carreteras muy sinuosas, con unos desfiladeros impresionantes. Al término de la tarde y, ya entre dos luces, encontramos un albergue de montaña, en el que decidimos pernoctar. El paraje en que se encontraba, más parecía saca-do de un cuento que real. El ambiente de ca-maradería que allí encontramos, así como el trato recibido por quienes lo regentaban, nos hizo sentir muy satisfechos y contentos por el hallazgo. Después de una divertida y amena cena, fuimos a recibir un merecido descanso, en dos espléndidas y aseadas habitaciones de-coradas con un clásico estilo típico de monta-ña.

Pintoresca calle de Torla

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El despertar en aquel lugar, para nosotros, resultó ser una explosión de alegría ya que a nuestra llegada, no pudimos advertir la belleza que encerraba aquel entorno. Asomados a los balcones, permanecimos ensimismados con-templando la naturaleza que nos rodeaba, dan-do largas a la espera del desayuno.

Avanzada la mañana continuamos nuestro viaje, para después de un delicioso recorrido llegar al medio día al pueblo de Torla. Pueblo éste que pone límite a la entrada del Parque Nacional de Ordesa.

El pueblo, al igual que los de su entorno, es singularmente atractivo. Sus edificios son en general, legendarios, sobrios, y con un marca-do estilo pirenaico que le aporta un personal estilo. Igualmente sus calles empedradas, y sus balcones engalanados por una multicolor amal-gama de geranios, petunias, y otras florecillas, vienen a prestarle una muy llamativa decora-

ción natural.

Disfrutada la tarde con el recorrido por sus amplias y también estrechas calles, nos dispu-simos para, a la mañana siguiente, tener nues-tro primer encuentro con el que ya nos consta-ba, hermoso parque.

Para llegar a él, fuimos trasladados en au-tocar hasta su entrada, conocida como La Pra-dera de Ordesa. Esto, ocurría después de haber ascendido por un pequeño puerto, y donde fui-mos apeados en una enorme explanada, prepa-rada para el aparcamiento de estos servicios. La citada Pradera, dispone de una zona de des-canso con servicio de restaurante y cafetería en su exterior, con tan buenas vistas del inicio del valle, que invita al disfrute del espectáculo y olvidarte de continuar la marcha.

El inicio del camino de entrada al Valle de Ordesa, tiene su arranque en este lugar. Desde

CRÓNICA

Puente sobre el río Arazas

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él y hasta su final, -coincidente con la catarata de La Cola de Caballo– hay una distancia aproximada de 20 kms. En recorrerlos emplea-mos seis horas, las cuales, en ningún momento nos resultaron cansadas, por el detenimiento a que nos obligaba la contemplación del paisaje que nos rodeaba. Debo decir, que me es impo-sible describir con palabras, lo que pudimos contemplar allí. Y añadir, que ni siquiera el testimonio fotográfico define realmente la magnitud y la belleza de aquel entorno. Los innumerables contrastes de naturaleza de este valle, solamente pueden ser apreciados acu-diendo a él.

Su floresta, sus escarpadas montañas, vege-tación y ríos de agua pura, hacen las delicias de todos los que le visitamos. Para calmar la sed, sólo basta hundir el vaso en el discurrir del agua de su único río: el Arazas. Así como una multitud de manantiales que afloran por todas partes; aguas éstas, que finalmente acu-den a su inevitable encuentro con su único río. Su fauna parece muy variada en especies; águi-la real, lechuza, búho, jabalí, etc. Muy a mi pesar, sólo creo haber visto algún águila que otro.

La enumeración de sus mu-chos contrastes, me reclama la cita de todos ellos de forma cro-nológica y por orden, al igual que en el teatro de aparición. Para ello comenzaré ensalzando su paisaje arbóreo, compuesto de espesos bosques de pinos silvestres, abe-tos, hayas y pino negro. Y en el primer encuentro con su río; sau-ces, fresnos y abedules. El mis-mo, ofrece en su descenso, numerosas y espec-taculares cataratas como la de Las Gradas de Soaso, al término del camino del valle. No obstante, la más espectacular, y que da origen al río Arazas, es la llamada cascada de La Cola de Caballo. Su origen se debe al deshielo de las nieves perpetuas que subyacen en las impo-nentes alturas de Monte Perdido.

Estas aguas, descienden por el cañón de Arazas, el cual da nombre al río, y las deposita en él, desde una altura tan impresionante, que

no me atreví a medir.

Pasadas unas preciosas cataratas, pudimos disfrutar de la majestuosa altura del pico Tozal

del Mallo, al tiempo que discurría-mos por entrantes y salientes de un espectacular hayedo. Más avanza-do el camino, y a nuestra izquier-da, igualmente se vino a destacar un formidable conjunto de picos, entre los cuales se destacaba el llamado Tal In Wolken; según me informaron. Quizás el nombre pro-venga de algún noruego extravia-do en su escalada; pienso yo.

Terminamos nuestro primer recorrido, llegando hasta el final del valle, en el que le sirve de cierre el Circo de Soaso, dan-do allí comienzo a sendas de ascenso al Monte Perdido el cual, nos observaba desde su impre-sionante altitud.

Ya, como final de mi narrativa del encuen-tro con ambos parques, creo que sólo me resta aconsejar una vez más a cuantos no los cono-céis que acudáis a ellos, pues estoy seguro de que, como yo, disfrutaréis mucho con estas visitas.•

“Ni siquiera el

testimonio

fotográfico define

realmente la

magnitud y la

belleza de aquel

entorno”.

Torla, desde la explanada de autobuses

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Rosa Cermeño

La rebelión de los meses

RELATOS

É rase una vez un quejumbroso mes de Febrero. El mes de Febrero, sí el que

sigue a Enero y queda atrás dando paso a Mar-zo. Se hallaba entre ambos y no dejaba de que-jarse de su suerte.

¿Por qué tengo que tener a mi lado un mes tan duro y frío como tú, Enero? Uno de los que trae más días y siempre vienes blanco por la nieve. Tanto es así que a veces me salpicas y

tengo yo que arrastrar tu temperatura por un montón de días. A pesar de todo yo quiero siempre sacudirme los vientos gélidos que se me agarran como lapas, pues quiero estar pre-parado ya que en todos mis días ocurren cosas, hay acontecimientos interesantes. Por ejemplo vienen los carnavales. No quiero que dejen las personas de festejar en la calle las comparsas, los bailes, las pantomimas, sin quedarse conge-lados. El día de los enamorados. ¡Qué bonito ver pasear por el parque alguna pareja de ena-morados, sin que los pobres se conviertan en

14 de febrero

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témpanos! Durante estas fechas es cuando se emparejan y aparean los pájaros, de ahí que es-te período se vea como un símbolo de amor y de creación. Como tengo menos días, aprove-cho a buscar algún rayo de sol que me compla-ce muy a menudo, ya que la primavera -esa dio-sa bienhechora- empuja la savia desde las raí-ces de los árboles y plantas dándoles vida y yo siento la tierra moverse por la suave sacudida que se repite todos los años

– Bueno, no es para tanto, nos has salido muy presumido, dijo Enero. Yo inauguro el año, acontecimiento del que cualquiera podría estar orgulloso, pero me cae todo lo peor. La gente está muy deprimida después de tanto gasto por las Navidades y me han bautizado con un apo-do: el mes de la “cuesta”. O sea que me reco-rren con un cansancio que les bajan las defen-sas y siempre se instala la gripe para más “inri”.

– Sí, lo reconozco, yo me moriría de tristeza si fuera tú, pero tienes suerte de tenerme a mí es-perando a que termines, y soy tan alegre, que algunos me llaman loco. Y fíjate en el panora-ma que me sigue: Marzo, siempre con tormen-tas, vientos fríos, lluvias y a veces nieve. Y no es por regodearme, pero al pobre casi siempre le cae La Semana Santa ¡qué tristeza!

– Te estoy oyendo, Febrerillo el Breve, has de saber que yo puedo tener días muy señalados como es San José y la celebración de las Fallas en Valencia. No me niegues que eso sí que es una fiesta bien alegre y divertida.

– Sí, claro el que no se consuela es porque no quiere. No me di-gáis que no os cambiaríais si nos dieran esa oportunidad por otros meses mucho más afortunados, como por ejemplo, el mes de Ma-yo, mes de las flores, con todo tipo de celebraciones, o Junio con sus días largos y noches caluro-sas, tan románticas, o Julio que huele a vacaciones y a playas blancas y soleadas, o Agosto. És-te sí que es un mes afortunado, tiene nombre de César Empera-dor: Augusto, ¡qué majestuoso!,

¡qué aristocráti-co! En sus días casi todos los frutos han ma-durado y en todas las casas la gente engala-na sus mesas con bellos reci-pientes, que exhiben abun-dantes y jugo-sas frutas, ins-piración de pintores para sus bodegones.

¡Ojalá existieran los milagros!, yo me cambia-ría con mucho gusto de lugar.

Intervino el mes de Marzo y dijo solemnemen-te:

– Ese milagro al que te refieres, sólo puede hacerlo un hada.

Como en todos los cuentos cuando alguien in-voca a las hadas, en la mayoría de los casos aparecen, y aquí no fue menos.

– Soy el hada Soñadora. Han llegado hasta mis oídos lamentos de quejas e infelicidad.

Después de interrogar a nuestro renegado mes, qué le pasaba y en qué quería cambiar, Febrero algo asombrado por la presencia del hada dijo tímidamente:

– Mi querida señora, yo soy un mes feliz, todo el mundo lo sabe, pero estoy más que harto del lugar que ocupo en el año. ¡El invierno! Todo mi entusiasmo se viene aba-jo por todo lo que tengo alrededor. Y la verdad veo a mis compañeros situados en los cálidos puestos del verano, disfrutando, relajados con siestas interminables y sus noches eternas sin preocuparse de cale-facciones, o abrigos de piel. ¡Qué envidia! Por eso le pido este deseo con todo respeto. Además, es una cuestión de justicia.

¡Qué bonito ver

pasear por el

parque alguna

pareja de

enamorados…!

Hada

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El hada, con mirada enigmática, se dirigió a él:

– Nunca me había pedido nadie tal despropósi-to –vivir para ver- pero como mi deber es ayu-dar a ser feliz a todo ser sobre este planeta, si ese es tu deseo más fer-viente te lo concederé. Ahora bien, en tu lugar tengo que poner al su-plantado, veremos qué dice.

Todo ocurrió como nuestro perso-naje deseó. Al poco tiempo ya es-taba ocupando aquel regio espacio que tanto anhelara.

En el camino se cruzó con Agosto y la verdad no le vio cara muy sa-ludable, pues acababa de soportar una epidemia de gastroenteritis, debido al mal estado de una comi-da basura de un chiringuito en la playa.

Cuando llegó al deseado puesto, lo primero que hizo fue echar una mirada de soslayo a sus dos com-pañeros más cercanos: Julio y Sep-

tiembre.

Julio le decepcionó, por ser tan mal educado. Su saludo fue breve e huidizo. Además le oyó

decir según se alejaba:

– ¡Vaya un carámbano que nos han colocado! Espero se derrita pronto.

Sin embargo le cayó mejor Sep-tiembre. Le pareció elegante y simpático, muy atareado pero con buena conversación.

– ¿Qué le parecen las fiestas que tengo en todos los pueblos? Dis-frútelas, está usted en su casa. Tengo entendido que le gusta la alegría y diversión.

– ¡Ah sí!, muchas gracias.

– A propósito, amigo, espero que mi cosecha de uva no se eche a perder con su contacto. Sería la ruina. Su antecesor, -abrasador como siempre- ha dejado toda la

RELATOS

Fuego en el bosque

En el camino se

cruzó con Agosto y,

la verdad, no le vio

cara muy saludable.

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vegetación afectada, mire el color que tiene, parece ictericia. Es como si un dragón hubiese estornuda-do sobre ella.

– Bueno en eso sí creo que puedo ser útil. Mi humedad y frescor mitiga-rá todo ese malestar que ha dejado Agosto.

Sin haber pasado mucho tiempo nuestro protago-nista fue sintiendo el calor que tanto añoraba desde su antiguo puesto y ense-guida empezó a beber, beber, beber…

– ¡Estoy tan seco! Toda mi piel se acartona y el sudor es incontrolable, creo que me estoy mareando, además tendré que ponerme gafas de sol, pues padezco fotofobia. En cientos de años nunca me he sentido tan mermado y eso que ha habi-do épocas de ser agraciado gentilmente con días soleados. No quiero quejarme, esto es normal y en cuanto venga la noche me sentiré como un rey.

El ruido de las noches veraniegas extendido por doquier, con las fies-tas de cada pueblo, barrio o lugar, entre músicas altisonantes, alboroto y sobre todo los cohetes a las seis de la mañana anunciando la fiesta res-pectiva, hizo que Febrero no pegara ojo.

– No estoy acostumbrado, amigo –le comentó a Septiembre. Yo no sabía que esto fuera así, me voy a consumir de inanición, pues esta temperatura paraliza hasta los sentidos. Ade-más yo soy muy sensible con las cosas de la naturaleza, y sufro mucho de ver en las noti-cias tantos fuegos que acaban con árboles cen-tenarios. ¡Es un horror!

– No se queje, todavía puede pedir el traslado y volver.

– No me atrevo, es un abuso. Yo tengo muchos defectos, pero no soy desagradecido.

Aquella noche soñó con el hada que le concedió el deseo y se sorprendió de oír sus propias palabras pidiéndola con timidez, volver a su lugar de proceden-cia.

Por la mañana nada más desper-tar, Febrero sintió algo extraño: Un silencio monacal y una bri-sa vivificadora que le hizo mirar al exterior. La tenue claridad difuminada, y un aroma fresco de hierba recién nacida, le en-volvieron como un bálsamo, y desperezándose, dijo como en

un suspiro:

– ¡Qué a gusto se está en casa!

Y pensó: la pesadilla que he tenido se la conta-ré a mis colegas más tarde. •

El ruido de las

noches veraniegas

extendido por

doquier...

Fuegos artificiales

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RELATOS

N ada más salir de casa y poner los pies en la calle de Francisco Mu-ñoz, a media tarde, veo el perfil oscu-

ro de las Machotas y un cielo entoldado que no permite a mi mirada vagar por lo celeste. Sin embargo, mientras camino me entretengo mirando lo cercano. Paso junto a la tapia del jardín de Matilde, donde árboles des-nudos estiran sus ramas implo-rando sol y agua para verdecer. Frente a mí y sobre mí hay teja-dos grises y rojos de variada geometría y pronunciada ver-tiente, entre los que destaca y despliega sus galas la torre del Ayuntamiento. Al llegar a la ba-randilla de la churrería detengo mis pasos y la mirada en la estructura del Monasterio. Un rebullir de ideas relacionadas con la grandeza, la historia, o el destino de esta obra se adue-ñan de mi cabeza; unas, apoyadas en la reali-dad; otras, en la leyenda. Pero no es nada de esto lo que más aprecio del monumento, si no

la causa que fue de la existen-cia de mi pueblo. Aparto la vista del Monasterio, sigo an-dando y me acerco a la Plaza de la Constitución. Un cartel muy florido y colorista anun-cia las fiestas de Carnaval. Es martes, doce de febrero. El reloj marca las cinco, a conti-nuación, da las campanadas. Las campanadas se mezclan con las notas de una música de charanga, interpretada por

una orquesta de payasos narigudos. Un grupo de personas en acción, poseídas por una co-

rriente contagiosa bailan, hacen muecas, hablan alto, ríen, mientras se pone en marcha la comitiva del entierro de la sardina. Van disfraza-dos de clérigos, de monaguillos; y el acompañamiento de brujas, duendes, magos y personajes famo-sos de esta y otras épocas, enluta-dos y con antifaz. Vuelan de un la-do a otro confetis y serpentinas. Hay una carroza ocupada por la chi-quillería, a la que sigue un dragón verde y colorado, con una lengua de trapo horripilante. Sin saber có-mo me encuentro enredada en esta fiesta que nada tiene que ver con mi manera de vivir, con mi manera de

pensar, con mi manera de sentir.

Doy una porción de vueltas sin rumbo fijo por la plaza. “¡Hola! ¡Adiós!”. Saludo a algunos conocidos, y estoy dispuesta a continuar mi paseo por el pueblo, cuando una máscara ves-tida con dominó, guantes blancos, botas negras de fieltro y ridícula capucha, bajo la cual aso-

La broma Mari Carmen Gómez Hontoria

“Un grupo de

personas en acción,

poseídas por una

corriente contagiosa

bailan, hacen

muecas, hablan alto,

ríen, mientras se

pone en marcha la

comitiva del entierro

de la sardina”.

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ma un pobre pelo estira-do, sopla ante mi cara un matasuegras. La pluma amarilla que ondea en la punta me hace estornu-dar. Retrocedo. Piso a alguien, que gime. “Perdón”, me disculpo. Entretanto, la máscara habla en verso cerca de mi oído; pero, a causa de la careta, su voz es irre-conocible. No así su ges-to; su gesto desenvuelto, arrogante, seguro, me resulta conocido. Le mi-ro. Anda como... Me que-do pensativa y, de repen-te, me da un vuelco el corazón. Juraría que es... Sí, puede ser: los gu-rriatos tenemos muchos disfraces. Entonces, en un arranque momentáneo decido seguir la broma porque he leído, Dios sabe dónde, que “difícilmente se divierte en com-pañía quien por sí solo no sabe organizarse la fiesta”. Sentado esto, digo: “Juan, deja de hacerte el gracioso”. Doy un paso adelan-te, me pongo de puntillas sobre el bordillo de la acera ¡a ver si con-sigo pillarle desprevenido y le quito la careta! No me da tiempo a levantar el brazo. El arlequín, como si hubiera adivinado mis intenciones, sujeta el utensilio carnavalesco incrustado en su ca-ra, con la mano izquierda y sale del corro. Es como un portazo. Bueno y qué. Al fin de cuentas, ha dejado de posar en mí la mirada de sus ojos huecos. Pero, apenas pienso esto, irrumpe en el círculo su cuerpo ajedrezado con pasos me-didos y ademanes de mimo. Mi instinto me

advierte; no es inofensivo: es un maestro del teatro. Finge estar distraído y ¡zas... ¡ Otra vez sopla el matasuegras ante mis narices que, al contacto con la pluma, responden: “A-a-a-chisss”. De su boca, dise-ñada en cartón, brotan carcaja-das que me desconciertan.

Siempre protegido por el ano-nimato, salta, hace reverencias, forma remolinos con su aire a mi alrededor, hinca la rodilla, junta las manos. Es absurdo. Quiero tomarlo con indulgente ironía o con suave desprecio; no puedo. Soy consciente de que el hecho casual es signifi-cativo, me pone en evidencia

y, como dar puntapié a este loco empeoraría las cosas, me veo obligada a huir. A huir, aho-ra que se pone en marcha el desfile de másca-ras con destino al polideportivo. Allí se cele-

bra el oficio de difuntos en el que se come asada la sardina y se en-tierra la raspa. Yo, por qué negar-lo, no he asistido nunca a un acto de tales características, así que, siento verdadera curiosidad y quiero seguir hasta el final el es-pectáculo; sin embargo, me voy.

El acompañamiento ruidoso me sigue hasta la calle de Juan Leyva, donde encamino mis pasos para continuar el paseo. Ya es imposi-ble; la lluvia menuda, persistente, monótona, cae y cae. Hace frío. Los transeúntes pasan de prisa.

Los coches vienen y van por las calles trans-versales. Regreso a casa contrariada y un poco triste esta tarde, ya tarde.•

“Me quedo

pensativa y, de

repente, me da un

vuelco el corazón.

Juraría que es… Sí,

puede ser: los

gurriatos tenemos

muchos disfraces”.

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PAISAJE Y POESÍA

La isla misteriosa Maribel García Núñez

D urante cinco días, de diciembre pasado, he conocido el encanto y la sin-gularidad de la más pequeña y joven de las Islas Canarias. Hoy, quiero com-partir con todos los que leéis la revista, esas sensaciones, para que veamos como se puede vivir evolucionando y construyendo el hábitat de las perso-nas, sin destruir el paisaje y las cos-tumbres, de manera que, no es antagónica la pre-servación del medio ambiente con vivir, en una economía sostenible.

La Isla de El Hierro es muy pequeña, apenas alcanza los 300 kms2 de superficie; sin embargo, su geología abrupta y rocosa, la hace muy distinta a las otras islas del Archipiéla-go. El Faro de Orchilla es el más occidental de Europa y durante 1.700 años se conside-ró que por ese lugar pasaba el meridiano “0”, ahora en Greenwich, desde 1883.

Su punto más alto es el pico Malpaso con 1.501 ms de alti-tud y sus acantilados llegan a medir 1.000 ms. de altura en

algunos parajes. Como todas las Islas Canarias, su origen es volcánico, pero se sabe que es la última que se formó, hace menos de 3 millones de años. No tiene ríos ni manan-tiales y el agua se recoge de la humedad de nubes y bru-mas que se posan en los árbo-les y dan una sensación de misterio, de bosque encanta-do. Al parecer, los antiguos habitantes –Bimbaches- reco-gían el agua de un árbol gi-gante “el Garoé”, que acu-mulaba el agua de las nubes en sus hojas y ellos deposita-ban en cisternas, cuando las nubes se disipaban, para cu-brir sus necesidades. En 1.610, un huracán lo destruyó

Rocas volcánicas en el mar: dicen que es un oso con un león luchando

Los países, las ciudades,

los pueblos, no los hacen

los gobernantes, los

hacemos las personas que

habitamos en ellos.

Podemos hacer mucho,

con nuestra actitud

cuando salimos al campo,

enseñando a nuestros

niños a respetar la

Naturaleza y pensando

que habitamos en un

Planeta que está vivo y de

vez en cuando nos pide

cuentas.

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y en 1949 plantaron otro en el mismo lugar, que ellos conservan y denominan “Santo”.

En el centro de la Isla están los bosques de coníferas; de todas ellas, El Sabinar, con sus sabinas perdurables inclinadas por la fuerza del viento, producen una sensación de fuerza y belleza admirables.

Sorprende el azul intenso del mar que la ro-dea por todas partes. Es de un azul vivísimo, marino, intenso, y su rumor suave cuando llega a la orilla, te tranquiliza y relaja después del largo viaje.

Sientes su magia al recorrer los bosques y acantilados y si te asomas a los miradores de todo su perímetro, verás que se muestra como una dama orgullosa de sus encantos. Los colo-res, las formas de las rocas y sobre todo la ve-getación verde, en todos sus matices, los ama-rillos, las flores crasas, (aloes, siemprevivas, etc.,) en contraste con los ocres y negros de las lavas volcánicas, tienen un cromatismo espe-cial.

Una de las primeras cosas que piensas, des-pués de contemplar la belleza luminosa del paisaje, es: ¿de qué viven los habitantes de El Hierro?, y es ahí donde quiero transmitir, que desde siempre, sus habitantes, han sabido sacar de la tierra y de los animales que crían, su sus-tento.

La agricultura, la ganadería, el pequeño co-mercio, la construcción de sus casas (que no rompe el paisaje) el silencio de la Isla, fuera y dentro de sus dispersos pueblos, el turismo, nada masivo y una infraestructura hotelera mo-derada, casi toda de turismo rural, nos habla de una economía sostenible y de una cultura eco-lógica, que guardan como un tesoro que quie-ren preservar. El 60% de su territorio es prote-gido y desde el 20 de Enero de 2000 es Reser-va de la Biosfera, igual que lo son sus fondos marinos, de una gran riqueza, desde 1996. •

EL HIERRO

Frente a este mar,

siento la incertidumbre de la espera

escuchando el tenue lamento de sus olas.

Cada día, cada hora, muestra el Cielo

la generosa paleta de colores

a su capricho, en un juego amoroso

entre Sol, nubes y Luna en creciente.

Un mundo, un Universo

un punto infinito. Un pensamiento

en la grandeza de lo aparentemente

pequeño, que perturba.

Mares, formas, color…

flores que desprecian el agua

y beben el sol que vivifica y quema.

Árboles que llueven agua

o la lloran… o la entregan

como un Galán de Noche

regala su perfume.

Un agua que “rodea”, mas no existe,

sólo ese breve bramido del mar,

en la pequeña y misteriosa Isla.

Maribel Gª Núñez 29-12-2009

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GASTRONOMÍA

Gastronomía Jesús Rodríguez

Sugerencia de presentación del asado

P ara un buen asado se calcula 150g por persona.

Los trozos buenos son: el solomi-llo, el lomo alto o siendo res

grande, también el lomo bajó en un trozo. Éste ultimo tiene el defecto de tener que trincharse atravesado, pero aun así resulta bueno.

Conviene un trozo grande (de entre 1 y 3 kg). Si fuera mayor se podría asar igual, pero sería mejor hacerlo en dos trozos.

Se ata la carne con una cuerda fina dándo-le una bonita forma. Se unta con la punta del cuchillo con manteca de cerdo (no se sala hasta después de hecho).

Nota. Para las personas que les guste la corteza del asado un poco tostada, se pue-de calentar la manteca en la besuguera donde se vaya a asar y se dan unas vueltas al solomillo para que dore. Esto, durante unos 5 minutos como máximo. Después se procede corrientemente.

Precalentamos el horno a fuego fuerte unos 10 minutos antes de meter la carne. Después, pondremos el asado dentro y a los 15 minutos bajamos el fuego a media-no–fuerte para que el asado se haga tam-bién por dentro. Lo bueno es que quede rosado por dentro.

Normalmente se le suele agregar un poco de vino blanco para un mejor asado

Durante la cocción rociaremos el asado con su jugo varias veces, dándole también la vuelta con dos cucharas para no pin-charlo.

Unos 10 minutos antes de terminar de asar

la carne, salamos por todos lados.

Una vez terminada de asar, apagamos el horno, y dejamos la carne dentro para que se quede caliente parando la cocción.

El asado siempre se trincha mejor así, re-posado.

Idea para preparar una salsa salsa:

Se quita el solomillo de la besuguera y se deja al calor en una fuente.

Se le quita el exceso de grasa a la salsa de la besuguera con una cuchara, y se añade después un poco de agua caliente y un chorrito de zumo de limón. Se pone al fuego y con un tenedor se mueve bien rascando un poco las partes tosta-das, que son las que dan mejor gusto a la salsa.

ASADO AL HORNO

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ASADO EN CACEROLA

Si no tuviéramos horno, también podemos usar una cacerolas de hierro especial (cocote).

Se calienta la manteca de cerdo y, una vez de-rretida, se pone el asado a dorar por todos los lados; una vez dorada toda la carne se volverá

solamente cada 10 minutos, dejando destapada la cacerola.

Se procede con la sal y la salsa del mismo mo-do que en la formula anterior.

Para este procedimiento de asado se debe cal-cular unos 25 minutos por cada ½ kg. de carne.

RECETA DE RAGOÛT CON ZANAHORIAS, CEBOLLETAS FRANCESAS Y GUISANTES

11/2 Kg. de carne de vaca cortado en trozos

½ Kg. de zanahorias

¼ Kg. De cebollitas

1 cebolla mediana (50g) muy picada

2 cucharadas soperas de tomate frito

1 lata pequeña de guisantes

1 vaso (de los de caña200dl) no lleno de aceite oliva

1vaso (de los caña 200dc ) no lleno de vino blanco

1 cucharada sopera rasada de harina

1 pellizco de hierbas aromáticas

20g de mantequilla (para las cebolletas)

agua y sal.

Se corta la carne en trozos cuadrados de unos 3 dedos de grosor.

Puede ser morcillo, falda, ó sea carne de segunda. En una cacerola se pone el aceite a calentar, cuando está caliente se pone los trozos por tandas a dorar, y se van reservando en un plato.

Una vez rehogada toda la carne se quita casi todo el aceite, no dejando más que un poco en el fon-do de la cacerola; se pone la cebolla picada y se deja dorar ligeramente.

Se añade la harina y se rehoga todo 5 minutos. Se vuelve a poner la carne en la cacerola, y se le agrega el vino blanco, después agua para que justo lo cubra.Se sala y se espolvorea el pellizco de hierbas, se mueve bien, se deja que rompa el hervor y se tapa con tapadera. Se cuece durante 2 horas y entonces se agregan las zanahorias, peladas y partidas a lo largo en trozos grandecitos. Se cuece otra hora. Se añaden entonces las 2 cucharadas de tomate. Durante este tiempo, se ponen las cebolletas previamente peladas a cocer en un cazo pequeño con un poco de agua (justo que las cu-bra) y la mantequilla. Una vez que están tiernas, pero enteras se reservan. Unos 15 minutos antes de servir el guiso, reañaden las cebolletas y guisantes escurridos de agua.

Se sirve en n una fuente, previamente templada, y con los platos del servicio también templados, pues este tipo de ragout debe comerse muy caliente para que no se solidifique la grasa.

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Los rosales

H oy quiero hablar de los rosales ya que un jardín sin

rosas no es jardín.

Los rosales son plan-tas adaptables que cre-cen en casi todas las partes del mundo. Son más vigorosas en las regiones cálidas y templadas. En climas más cálidos, como el nuestro, pueden flore-cer continuamente a lo largo de todo el año. No hay nada más bello que una rosa de invier-no.

Existen alrededor de 100 especies de rosas que aparecen de un modo natural. Después de 200 años de ser cultivadas como ornamentales, al-canzan ahora a ser millares de especies.

Desde antes de la época Romana, jardineros y poetas han reverenciado el rosal como la reina de las plantas floridas, por la belleza de sus flo-res y su extraordinario perfume.

En tiempos medievales las rosas las llamaban, Flos Floraun, las flores de las flores. También se adaptó a las flores de las vírgenes, era un símbolo de los dos cielos y perfección. Son también plantas delicadas que es preciso tratar con esmero para que nos den lo mejor de sí mismas. Los rosales silvestres viven en la franja templada del hemisferio norte) desde miles de años. Los rosales son las plantas ornamentales con más dilatada historia de cuanto se tiene co-nocimiento en nuestro tiempo. La Virgen Ma-ría, se identifica con una rosa blanca símbolo de su pureza. Los rosetones de las catedrales repre-sentan el esquema de una rosa sencilla.

Para mí, los rosales de flores “híbrida té” son las que más me gustan, la flor es completamen-te doble, los tallos son altos y espigados y la clásica es más curvada y de extremos aplana-dos. Pero para elegir los rosales es a gusto per-sonal. Se encuentra una variación de colores incalculable y para todos los gustos. Casi todas las variedades de rosa se injertan sobre pies de rosales próximos a especies silvestres. Una rosa de calidad es el resultado de la unión de dos plantas.

La primavera es el momento ideal para plantar a raíz desnuda. Estos arbustos son los que pue-des comprar en tiendas de grandes almacenes y vienen en una bolsa de plástico.

1) Haga un agujero de plantación lo bastante ancho para acomodar las raíces y lo bastante profundo. Agregue una mezcla de turba de plantación, tierra y un poco de fertilizante lo mezcla todo bien y lo coloca en el agujero.

2) Elimine los tallos dañados, corte vástagos cruzados, recorte las raíces gruesas en un tercio, coloque el rosal en el centro y asegúrese de que

Margarita Bermejo

JARDINERÍA

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las raíces estén bien extendidas y que la unión del brote (donde se ha hecho el injerto y se ve más grueso) esté 2,5 cms por debajo del nivel del suelo.

3) Llene el agujero con tierra afirmando con las manos, y también se puede aplastar con el pie. Esto es muy importante para que no queden bolsas de aire en las raíces que harían que se secara la planta. A continuación riegue muy bien.

4) Después de plantar el rosal, pode las puntas unos centímetros, recorte hasta brotes que des-punten hacia fuera. Los rosales con cepellón se pueden plantar en cualquier momento del año.

5) Siempre que se haga la poda en rosales esta-blecidos de algunos años, elimine tocones de podados previos que no hayan producido un desarrollo nuevo que valga la pena, entresaque vástagos (ramas nuevas) débiles.

Cómo se propagan los rosales por esquejes

Los rosales se pueden propagar con esquejes de leña madura. A últimos de otoño seleccione un vástago maduro, del grueso de un dedo, que mi-da de 30-60 cms. haga trozos de 23 cms cortan-do en ángulo por encima del brote superior. Haga una línea de agujeros de plantación de 15 cms, de profundidad y plante los esquejes, afir-me el suelo y riegue. A mí me va bien así, pero para tener más opciones de éxito, se puede tam-bién meter en polvos de arraigue para después plantar. Un año después retire cada esqueje que ya estará arraigado, plante en macetas indivi-duales.

También se eligen esquejes de leña semi-madura y el proceso es igual al anterior, lo úni-co que varía es que se plantan a últimos de ve-rano después de la floración y suelen tener mu-cho éxito.•

TRUCO

Para saber distinguir los chupones

de las ramas verdaderas, los chupones

tienen 7 hojas y las que dan las rosas

tienen 5. Los chupones aunque de un

verde bonito y vigoroso, nunca te darán

flores, sólo acabarán por ahogarte el

rosal, que se volverá silvestre del todo.

Para fumigar las plantas y que no tengan bichos

Se maceran las cáscaras de la cebo-

lla durante unos días y después se es-

polvorear con el líquido cada semana.

Si se plantan un par de dientes de

ajo en la tierra de la planta, también

hace el mismo efecto (¡y te crecerán

ajetes!)

Para las personas que fumen, pue-

den echar las colillas en agua durante

unos días y luego fumigar .

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