alexandre koyré - de la influencia de las concepciones filosóficas

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  • 7/28/2019 Alexandre Koyr - De la influencia de las concepciones filosficas

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    KOYR, A. (1955a), De la influencia de las concepciones filosficas en la evolucin de las teoras cientficas Pgina 1 de 11

    Alexandre KOYR

    SOBRE LA INFLUENCIA DE LAS CONCEPCIONES

    FILOSFICAS EN LA EVOLUCIN DE LAS TEORAS

    CIENTFICAS1

    (Traduccin castellana de M Jos Muoz y Juan Bauz)

    En la comunicacin que acabamos de escuchar, el Sr. Philip Frank2 nos haexplicado que las razones a favor, o en contra, de la aceptacin de algunas teorascientficas no se reducen siempre a la consideracin del valor tcnico de la teora encuestin, es decir a su capacidad para darnos una explicacin coherente de losfenmenos que trata, sino que muy a menudo depende de otros numerosos factores.

    As por ejemplo, en el caso de las astronoma copernicana, no slo haba queelegir entre una teora de los movimientos celestes ms simple y otra ms complicada,sino tambin entre una fsica que pareca ms simple (la de Aristteles) y otra que

    pareca ms complicada, entre la confianza en la percepcin sensible como muy bienlo observ Bacon3- y su rechazo en aras de una especulacin terica, etc.

    Estoy absolutamente de acuerdo con el Sr. Frank. Slo lamento que no haya idosuficientemente lejos y que no haya hablado en su anlisis de la influencia ejercida porla subestructura u horizonte filosfico de las teoras concurrentes [que compiten entres]. En efecto, estoy profundamente convencido de que el papel de esta subestructurafilosfica ha sido de una gran importancia y de que la influencia de las concepcionesfilosficas sobre el desarrollo de la ciencia ha sido tan grande como el de las

    concepciones cientficas en el desarrollo de la filosofa. Se podran aducir numerososejemplos de esta influencia. Uno de los mejores, y que es el que voy a presentarles

    brevemente, nos lo proporciona el periodo post-copernicano de la ciencia, periodo quecomnmente se est de acuerdo en considerar como el de los orgenes de la cienciamoderna; me refiero a la ciencia que domin el pensamiento europeo durante casi tressiglos,grosso modo, desde Galileo hasta Einstein y Planck o Niels Bohr.

    Por tanto, apenas necesito decirles que considero la omisin cometida por PhilipFrank como muy grave y muy lamentable. Pero, a decir verdad, es casi normal. Pues sise habla mucho de la influencia del pensamiento cientfico en la evolucin de lasconcepciones filosficas, y con razn ya que es evidente y cierta basta evocar losnombres de Descartes, de Leibniz, de Kant-, en cambio se habla mucho menos, o no se

    habla en absoluto, de la influencia de la filosofa en la evolucin del pensamientocientfico. A menos que, como hacen a veces los historiadores de obediencia positivista,nicamente se mencione esta influencia para ensearnos que, en tiempos pasados, lafilosofa efectivamente haba influido e incluso dominado la ciencia y que la cienciaantigua y medieval deben su esterilidad precisamente a eso. Pero que, desde larevolucin cientfica del siglo XVII, la ciencia se rebel contra la tirana de esta

    pretendida Regina scientiarum, y que su progreso coincidi justamente con suliberacin progresiva y su establecimiento sobre la base firme de la empiria[experiencia]. Liberacin que no se hizo de una vez as, en Descartes e incluso en

    1 Conferencia pronunciada en la reunin de laAmerican Association for the Advancement of Science en

    Boston, 1954; Cf. The Scientific Monthly, 1955.2Ibid.3 Por eso Bacon rechaza el copernicanismo.

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    Newton, se encuentran an huellas de especulacin metafsica, y fue preciso esperar alsiglo XIX o incluso al XX para que desaparecieran completamente-, pero que tuvo lugara pesar de todo, gracias a Bacon, Auguste Comte, Ernst Mach y la escuela de Viena.

    Algunos historiadores van incluso ms lejos y nos dicen que, en el fondo, laciencia como tal al menos la ciencia moderna jams estuvo realmente ligada a la

    filosofa. As el Sr. E. Strong, en su bien conocida obra, Procedure and Metaphysics(Berkeley 1936) nos explica que los prefacios y las introducciones filosficas de losgrandes creadores de la ciencia moderna a sus obras, en la mayora de los casos no sonms que gestos corteses o prescritos, expresin de un acuerdo conformista con elespritu del tiempo, y que incluso cuando revelan convicciones sinceras y profundas,stas tampoco tienen ms importancia, ni ms relacin con los procedimientos(procedures), es decir con el trabajo real de estos grandes personajes, que susconvicciones religiosas...

    Casi nadie, a excepcin del Sr. E. A. Burtt, autor del clebre MetaphysicalFoundations of Modern Physical Science (Londres 1925), admite la influencia positivay el papel importante de las concepciones filosficas en la evolucin de la ciencia. Pero

    incluso el Sr. Burtt no ve en ellas ms que soportes, andamios que ayudan al cientfico aformar y a formular sus concepciones cientficas y que, una vez acabada la construccinterica, pueden ser eliminados, y efectivamente lo son, por las generalizaciones

    posteriores.De ah que, cualesquiera que sean las ideas paracientficas o ultra-cientficas que

    hayan guiado a un Kepler, un Descartes, un Newton o incluso un Maxwell hacia susdescubrimientos, a fin de cuentas tienen escasa -o nula- importancia. Lo que cuenta es eldescubrimiento efectivo, la ley establecida, la ley de los movimientos planetarios y no laArmona del Mundo; la conservacin del movimiento y no la inmutabilidad divina...Como dijo Heinrich Hertz: La teora de Maxwell no son sino las ecuaciones deMaxwell.

    Podra decirse que, segn el Sr. Burtt, las subestructuras o los fundamentosmetafsicos hallaran en la evolucin del pensamiento cientfico un papel anlogo al quedesempean las imgenes [ilustraciones] segn la epistemologa de Henri Poincar.

    Eso ya sera bastante interesante. Por mi parte, creo que no hay que despreciardemasiado las imgenes. De hecho, lo que a m me sorprende no es que stas nocoincidan definitivamente con la realidad terica... es, por el contrario, el hecho de quecoincidan tan bien con ella, y que la imaginacin o la intuicin cientfica las llegue afabricar tan bellas, a penetran tan profundamente (lo vemos cada da de nuevo) enregiones el tomo, e incluso su ncleo que, a primera vista, parece que tienen queestarle completamente cerradas. Por eso vemos volver a las imgenes a los mismos que

    como Heisenberg primero las haban dejado de lado, descartado radicalmente.Admitamos, pues, con el Sr. Burtt, que las consideraciones filosficas no sonms que andamios... Ahora bien, dado que raramente se ve que las casas se construyan

    sin stos, la comparacin de Burtt podra llevarnos a una conclusin diametralmenteopuesta a la suya, a saber la de la necesidad absoluta de esos andamios que sostienen laconstruccin y la hacen posible.

    El pensamiento cientfico puede, sin duda, rechazarlos post factum. Pero quizslo para reemplazarlos por otros. O tambin para dejarlos caer en el olvido, en lainconsciencia de las cosas en las que ya no se piensa como las reglas de la gramticaque se olvidan a fuerza y a medida que se aprende una lengua, y que desaparecen de laconsciencia cuanto ms la dominan.

    Y, pera volver al Sr. Strong, evidentemente es bastante claro que la obra deFaraday no se explica por su adhesin a la secta oscura de los Sandemanianos ms que

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    la de Gibbs por su presbiterianismo, que la de Einstein por su judasmo o la Louis deBroglie por su catolicismo (aunque sera temerario negar toda influencia; los caminosdel espritu son tan extravagantes e ilgicos!); y es muy posible que a menudo lasaserciones filosfico-teolgicas de los grandes cientficos de los siglos XVII y XVIII notengan ms valor que las aserciones anlogas de nuestros contemporneos al afirmar

    que han encontrado la luz en el materialismo dialctico o en las geniales obras del granStalin. Pero, ciertamente, ste no es siempre el caso. Por ejemplo sera ms fcil -o almenos, posible- mostrar que la gran batalla que domina la primera mitad del sigloXVIII, la batalla entre Leibniz y Newton, resulta, en ltima instancia, de una oposicinteolgico-metafsica, y que no es una oposicin de dos vanidades, o incluso de dostcnicas sino sencilla y claramente de dos filosofas4.

    La historia del pensamiento cientfico nos ensea pues (al menos tratar dedefenderlo) que:

    1. El pensamiento cientfico nunca ha estado enteramente separado delpensamiento filosfico;

    2. Las grandes revoluciones cientficas siempre han sido determinadas por

    conmociones o cambios de concepciones filosficas;3. El pensamiento cientfico me refiero a las ciencias fsicas no se desarrolla in

    vacuo, sino que siempre se encuentra en el interior de un cuadro de ideas, deprincipios fundamentales, de evidencias axiomticas que habitualmente han sidoconsideradas como pertenecientes propiamente a la filosofa.Lo que no quiere decir, quede claro, que yo pretenda negar la importancia del

    descubrimiento de hechos nuevos, ni la de la tcnica, ni tampoco la autonoma e inclusoautologa del desarrollo del pensamiento cientfico. Pero sta es otra historia de la queno tengo intencin de hablar aqu hoy.

    En cuanto a saber si la influencia de la filosofa sobre la evolucin delpensamiento cientfico ha sido buena o mala, es una cuestin que, a decir verdad, o bienno tiene mucho sentido, puesto que precisamente acabo de afirmar que la presencia deun ambiente y de un marco filosfico es una condicin indispensable de la existenciamisma de la ciencia, o bien, tiene un sentido muy profundo porque nos llevara al

    problema del progreso o de la decadencia del pensamiento filosfico mismo.En efecto, si se respondiera que las buenas filosofas tienen una buena influencia

    y las malas una menos buena, se ira de Scila a Caribdis, pues sera preciso saber culesson las buenas... Y si se las juzgara segn sus frutos, lo que es bastante natural, quiz secaera, como nos lo ense Descartes en un caso anlogo, en una especie de crculovicioso.

    Adems hay que desconfiar de las apreciaciones demasiado apresuradas lo que

    era admirable ayer, puede que hoy no lo sea y viceversa, lo que ayer era ridculo, hoypuede no serlo en absoluto. La historia nos muestra buen nmero de ejemplos de estoscorsi e ricorsi realmente asombrosos y, si en ningn caso nos ensea la epoj, sin dudanos ensea a ser prudentes.

    Pero se me podra objetar les pido disculpas por detenerme tanto tiempo en estasconsideraciones preliminares: lo hago porque me parecen en efecto de una granimportancia- que incluso si yo tuviera razn, es decir que incluso si yo hubiera probado,y hasta aqu no he hecho ms que afirmarlo, que la evolucin del pensamiento cientficoha sido influida, y no entorpecida, por la del pensamiento filosfico, eso no valdra msque para el pasado y no podra ensearnos nada respecto al presente o al porvenir.

    4 Cf. hoy mi From the Closed World to the Infinite Universe, Baltimore, 1957. [Hay trad. esp.: Delmundo cerrado al universo infinito,. Trad. Carlos Sols Santos, Siglo XXI, Madrid, 1979.]

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    En resumen, la nica leccin de la historia sera que no se puede sacar leccinalguna. Adems, qu es la historia, sobre todo la historia del pensamiento cientfico otcnico? Un cementerio de errores o incluso una coleccin de monstra justamenterelegados al cuarto del trastero y buenos solamente para una obra de demolicin. A

    graveyard of forgotten theories o incluso un captulo de la Geschichte der menschlichen

    Dummheit. Esta actitud hacia el pasado que, por otra parte, es ms la del tcnico que ladel gran pensador creador es, confesmoslo, bastante normal, aunque no sea en absolutoinevitable. Y an menos justificable. Es bastante normal que aquel que, desde el puntode vista del presente, e incluso del porvenir hacia el cual tiende en su trabajo, echa unvistazo sobre el pasado -un pasado desde hace tiemposobrepasado-, las teoras antiguasle parezcan monstruos incomprensible, ridculos y deformes. En efecto, puesto queremonta el curso del tiempo, las encuentra, en el momento de su muerte, envejecidas,ajadas, esclerosadas. Ve, para decirlo de una vez, laBelle Heaumire tal como nos la hadejado Rodin. Slo el historiador la encuentra en su primera y gloriosa juventud, entodo el esplendor de su belleza; slo el historiador que rehaciendo y repasando laevolucin de la ciencia, capta las teoras del pasado en su nacimiento y vive, con ellas,

    el impulso creador delpensamiento.Volvamos pues a la historia.

    La revolucin cientfica del siglo XVII, poca del nacimiento de la cienciamoderna, tiene en s misma una historia bastante complicada. Pero dado que la hetratado en una serie de trabajos, me permitir aqu ser breve. As pues, la caracterizarmediante los rasgos siguientes:

    a) Destruccin del cosmos, es decir sustitucin del mundo finito y jerrquicamenteordenado de Aristteles y de la Edad Media, por un Universo infinito, ligado porla identidad de sus elementos componentes y la uniformidad de sus leyes.

    b) Geometrizacin del espacio, es decir, sustitucin del espacio concreto (conjuntode lugares) de Aristteles, por el espacio abstracto de la geometra euclidianaen adelante considerada como real.Se podra aadir aunque, en el fondo, no es ms que la consecuencia de lo que

    acabo de decir-: sustitucin de la concepcin del movimiento-proceso por la delmovimiento-estado.

    Las concepciones cosmolgicas y fsicas de Aristteles, generalmente hablando,tienen muy mala prensa. Lo que, a mi parecer, se explica sobre todo:

    a) Por el hecho de que la ciencia moderna naci en oposicin a, y en lucha contra,la de Aristteles, y

    b) Por la persistencia en nuestra conciencia de la tradicin histrica, y de los juicios

    de valor, de los historiadores de los siglos XVIII y XIX. Para stos, en efecto,para los cuales las concepciones newtonianas no slo eran verdaderas, sinoadems evidentes e incluso naturales, la idea misma de un cosmos finito parecaridcula y absurda. Cmo se burlaron de Aristteles por haber asignado almundo unas determinadas dimensiones, por haber pensado que los cuerpos

    podan moverse sin ser lanzados o impulsados por fuerzas exteriores, por sucreencia de que el movimiento circular era un movimiento de una especie

    particularmente importante y haberlo llamado un movimiento natural!Hoy sabemos pero an no lo hemos aceptado y admitid que todo esto quiz

    no era tan ridculo, y que Aristteles tena mucha ms razn de la que l mismo saba.Despus de todo, el movimiento circular parece efectivamente estar particularmente

    extendido en el mundo y ser particularmente importante; por lo que parece, todo gira y

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    da vueltas, las galaxias y las nebulosas, los astros, los soles y los planetas, los tomos ylos electrones... no parece que los propios fotones constituyan una excepcin a la regla.

    En cuanto al movimiento espontneo de los cuerpo, sabemos bien desde Einsteinque una curvatura local del espacio puede producir movimientos de esta clase; sabemostambin, o creemos saber, que nuestro Universo no es de ningn modo infinito, aunque

    no tenga lmites, contrariamente a lo que crea Aristteles, y que fuera de este Universono hay rigurosamente nada, precisamente porque no hay fuera y todo el espacio estdentro.

    Es precisamente lo que nos deca Aristteles que, no teniendo a su disposicinlos recursos de la geometra riemaniana, se limitaba a afirmar que fuera del mundo nohaba nada, ni lleno, ni vaco, y que todos los lugares, es decirtodo el espacio, estn enel interioro dentro.5

    La concepcin aristotlica no es una concepcin matemtica sta es sudebilidad; sta tambin es su fuerza-: es una concepcin metafsica. El mundo deAristteles no es un mundo que posea una curvatura geomtrica; est, por as decirlo,metafsicamente curvado.

    Los cosmlogos de hoy, cuando tratan de explicarnos la estructura del mundoeinsteniano, o post-einsteniano, con su espacio curvo y finito por ms que no tengalmites, habitualmente nos dicen que ah intervienen concepciones matemticas bastantedifciles y que aquellos de entre nosotros que carecen de la formacin matemticanecesaria no sern capaces de comprenderlas como es preciso. Lo cual es bastanteacertado, sin duda. Sin embargo, es bastante divertido notar que los filsofosmedievales, cuando tenan que explicar a los profanos o a sus estudiantes lacosmologa de Aristteles, decan algo anlogo, a saber, que tenan que vrselas conconcepciones metafsicas muy difciles, y que aquellos que no tuvieran una formacinfilosfica suficiente, y que no pudiesen elevarse por encima de la imaginacingeomtrica, no podran comprenderlas y continuaran planteando cuestiones (estpidas)como por ejemplo: qu hay fuera del mundo? O, an qu sucedera si se empujara un

    bastn a travs de la superficie ltima de la bveda celeste?La dificultad real de la concepcin aristotlica consiste en la necesidad de alojar

    una geometra euclidiana en un Universo no euclidiano, en un espacio metafsicamentecurvado y fsicamente diferenciado. Confesemos que esto no preocupaba apenas aAristteles. Pues la geometra no era para l una ciencia fundamental de lo real queexpresara su esencia y su estructura profunda; no era ms que una ciencia abstracta yque, para la fsica, ciencia de lo que es, no era ms que un auxiliar.

    La percepcin y no la especulacin matemtica, la experiencia y no elrazonamiento geomtrico a priori, he ah lo que formaba para l el fundamento de la

    ciencia verdadera del mundo real.La situacin era, en cambio, mucho ms difcil para Platn que haba tratado deentrelazar la idea del Cosmos con una tentativa de construir el mundo del devenir, delmovimiento y de los cuerpos a partir del vaco, o del espacio puro () plena yenteramente geometrizado. La eleccin entre estas dos concepciones la del ordencsmico y la del espacio geomtrico era inevitable, aunque slo se produjera muytarde, precisamente en el siglo XVII, en el que, habiendo tomado la geometrizacin delespacio en serio, los creadores de la ciencia moderna tuvieron que rechazar laconcepcin del Cosmos.

    5 Cf. KOYR, A. (1949b), Le vide et lespace infini au XIVe sicle,Archives dhsitoire doctrinale etlittrarie du Moyen Age, 1949, en KOYR, tudes dhistoire de la pense philosophique, Gallimard,1971, col. Tel, p. 37-92; 1 ed. franc. en Armand Colin, Cahiers des Annales,1961.

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    Me parece perfectamente evidente que esta revolucin, que sustituy el mundocualitativo del sentido comn y de la vida cotidiana por el mundo arquimediano de lageometra reificada, no puede explicarse por la influencia de una experiencia ms rica oms amplia que la que los antiguos Aristteles tenan a su disposicin.

    En efecto, como P. Tannery mostr hace ya bastante tiempo, la ciencia

    aristotlica, precisamente porque estaba fundada en la percepcin sensible y erarealmente emprica, concordaba mucho mejor con la experiencia comn que la deGalileo y de Descartes. Despus de todo, los cuerpos pesados caen naturalmente haciaabajo, el Sol y la Luna se levantan y se ponen, y los cuerpos lanzados no continanindefinidamente su movimiento en lnea recta... El movimiento inercial no esciertamente un hecho de experiencia, la cual, de hecho, lo contradice todos los das.

    En cuanto a la infinitud del espacio, es del todo evidente que no puede ser unobjeto de experiencia. El infinito, como ya lo destacara Aristteles, no puede sertraspasado, ni dado. Comparados con la eternidad, mil millones de aos son como nada.comparados con el infinito espacial, los mundos que nos han revelado los telescopios incluso el de Palomar no son mayores que los de los griegos. Ahora bien, la infinitud

    del espacio es un elemento esencial de la subestructura axiomtica de la cienciamoderna; est implicada en sus leyes del movimiento, y muy especialmente en la ley deinercia.

    Finalmente, en cuanto a las experiencias alegadas por los promotores de laciencia moderna, y sobre todo por sus historiadores, no prueban nada en absoluto

    porque; a) tal como fueron hechas lo he mostrado en mi estudio sobre la medida de laaceleracin en el siglo XVII6-, son todo menos precisas; b) para ser vlidas, exigen unaextrapolacin al infinito; y c) tienen, pretendidamente, que demostrarnos la existenciade algo como el movimiento inercial que no slo no ha podido ni podr jams serobservado por nadie, sino que adems es estricta y rigurosamente imposible.

    El nacimiento de la ciencia moderna es concomitante de una transformacin mutacin de la actitud filosfica, de una inversin del valor atribuido al conocimientointelectual comparado con la experiencia sensible, del descubrimiento del carcter

    positivo de la nocin de infinito. De ah que sea totalmente pertinente que lainfinitizacin del Universo la ruptura del crculo como lo ha llamado Miss

    Nicholson7, o la explosin de la esfera, como prefer llamarlo yo mismo fuera obrade un puro filsofo, Giordano Bruno, y que, por razones cientficas empricas fueraviolentamente combatido por Kepler.

    Giordano Bruno no es, sin duda, un gran filsofo. Y es an peor cientfico. Y lasrazones que nos da a favor de la infinitud del espacio y de la primaca intelectual delinfinito no son muy convincentes (Bruno no es Descartes). Sin embargo, no es el nico

    caso son numerosos no slo en filosofa sino tambin en ciencia pura: pensemos enKepler, en Dalton, o incluso en Maxwell en que un razonamiento defectuoso (fautif),que parte de premisas inexactas lleva a resultados extremadamente importantes.

    La revolucin del siglo XVII, que anteriormente llam el desquite de Platnfue de hecho el efecto de una alianza, la de Platn con Demcrito. Extraa alianza! Afe ma que acaece en la historia que el Gran Turco se ala con el Rey muy Cristiano, -losenemigos de nuestros enemigos son nuestros amigos o, para volver a la historia del

    pensamiento filosfico-cientfico, qu hay de ms extrao que la alianza, ms reciente,entre Einstein y Mach?

    6 KOYR, A. (1953) An experiment in measurement, American Philosophical Society Procedings,1953. [Hay trad. esp. en KOYR, A., Estudios de historia del pensamiento cientfico, trad. Encarnacin

    Prez Sedeo y Eduardo Bustos, Madrid, Siglo XXI, 1977, p. 274-307.]7The Breaking of the Circle, Evanston, 1950. Cf. mi From the Closed World to the Infinite Universe.[Para la referencia completa vase nota 4.]

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    tomos democrteos en el espacio de Platn o de Euclides-: se entiende bienque Newton haya tenido necesidad de un Dios para mantener la conexin entre loselementos constitutivos de su Universo. Tambin se comprende el carcter extrao deeste universo al menos, nosotros lo comprendemos: el siglo XIX estaba demasiadohabituado a l para ver toda su extraeza cuyos elementos materiales, objetos de una

    extrapolacin terica, se baan, sin verse afectados, en el no ser necesario y eterno,objeto de un conocimiento a priori, del espacio absoluto. Se comprende igualmente laimplicacin rigurosa de este absoluto, o de estos absolutos espacio, tiempo,movimiento absolutos rigurosamente incognoscibles a no ser por el pensamiento puro,

    por los datos relativos espacio, tiempo, movimientos relativos que son los nicos quenos resultan accesibles.

    La ciencia moderna, la ciencia newtoniana, est indisolublemente ligada a estasconcepciones de espacio absoluto, de tiempo absoluto, de movimiento absoluto.

    Newton, que fue tan buen metafsico como fsico o matemtico, se dio cuentaperfectamente. Por los dems, igual que sus grandes discpulos MacLaurin y Euler, y elms grande de todos ellos, Laplace. Los Axiomata seu leges motu, son vlidos e incluso

    tienen sentido slo sobre esos fundamentos.Adems, la historia nos da la refutacin. Basta citar a Hobbes que no acepta la

    existencia de un espacio separado de los cuerpos y, por ello, no comprende la nuevaconcepcin galileana, cartesiana, del movimiento. Pero Hobbes es quizs un malejemplo. No es bueno en matemticas. No en vano John Wallis dijo un da que era msfcil ensear a hablar a un sordomudo que hacer comprender al Dr. Hobbes el sentidode una demostracin geomtrica. Leibniz, cuyo genio matemtico es nulli secundus, esun testigo mucho mejor. Ahora bien, cosa curiosa, en la dinmica, Hobbes ser elmodelo de Leibniz. Porque, al igual que Hobbes, Leibniz tampoco admiti jams laexistencia de un espacio absoluto y por tanto jams pudo comprender el verdaderosentido del principio de inercia. Lo que, por lo dems, quizs no era ms que unblessing in disguise*: cmo, de otro modo, podra haber concebido el principio de lamnima accin? En fin, podra citarse nada menos que a Einstein: est claro que en lafsica einsteniana la negacin del movimiento y del espacio absolutos entraainmediatamente la negacin del principio de inercia.

    Pero volvamos a Newton. Acaso es posible, nos dice, que no haya ni un solocuerpo en el mundo que est verdaderamente en reposo y que adems nos sea imposibledistinguirlo de un cuerpo en movimiento uniforme. Tambin es verdad que no podemos,ni podremos jams por ms que Newton parece haber tenido esa esperanzadeterminar el movimiento absoluto uniforme de un cuerpo, su movimiento enrelacin con el espacio, sino solamente su movimiento relativo, es decir, su movimiento

    en relacin con otros cuerpos sobre cuyo movimiento absoluto en tanto se trata demovimientos uniformes y no de aceleraciones estamos tan poco informados comorespecto al del primero. Pero eso no es una objecin contra las nociones de espacio, detiempo, de movimiento absoluto; al contrario, es una consecuencia rigurosa de laestructura misma de stas. Adems, est claro que, en el mundo newtoniano, esinfinitamente improbable que un cuerpo se encuentre alguna vez en reposo absoluto; ytotalmente imposible que alguna vez se encuentre uno en movimiento uniforme. Laciencia newtoniana, sin embargo, no puede no utilizar estas nociones.

    En el mundo newtoniano, y en la ciencia newtoniana contrariamente a lo quepensaba Kant que los haba comprendido mal, pero por su mala interpretacin habaabierto la va a una epistemologa y una metafsicas nuevas, fundamentos posibles de

    una ciencia no newtoniana no son las condiciones del saber las que determinan las* Expresin inglesa equivalente a no hay mal que por bien no venga. [R.]

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    condiciones del ser fenomnico de los objetos de esta ciencia o de los entes sino, alcontrario, la estructura objetiva del ser lo que determina el papel y el valor de nuestrasfacultades de saber. O, para emplear una vieja frmula de Platn: en la ciencianewtoniana y en el mundo newtoniano, la medida de todas las cosas no es el hombre, esDios. Los sucesores de Newton pudieron olvidar, pudieron creer que no tenan

    necesidad de la hiptesis Dios, en adelante andamio intil de una construccin que sesostena por s misma. Se equivocaron. Privado de su soporte divino, el mundonewtoniano se revel inestable y precario. Tan inestable y tan precario como el mundode Aristteles que haba reemplazado.

    La interpretacin de la historia y de la estructura de la ciencia moderna queacabo de esbozar no es la communis opinio doctorum, al menos todava no, aunque creoque va camino de serlo. Pero an no hemos llegado a este punto. De hecho, lainterpretacin ms comn es bastante diferente. Todava sigue siendo la interpretacin

    positivista, pragmatista.Por lo que respecta a la obra de los Galileo y los Newton, los historiadores de

    tendencia positivista tienen la costumbre de insistir en su aspecto o lado experimental,

    empirista, fenomnico; en su renuncia a la bsqueda de las causas en provecho de labsqueda de las leyes, en el abandono de la pregunta: por qu? y su sustitucin por lapregunta: cmo?

    Ciertamente, esta interpretacin no est desprovista de fundamentos histricos;el papel de la experiencia, o ms exactamente de la experimentacin en la historia de laciencia es del todo evidente; las obras de los Gilbert, de los Galileo, de los Boyle, etc.,estn llenas de elogios a la fecundidad de los mtodos experimentales opuestos a laesterilidad de la especulacin. Y en cuanto a la bsqueda de leyes con preferencia a lade causas, todo el mundo conoce el famoso pasaje de los Discorsi en el que Galileo nosanuncia que sera ocioso e intil discutir las teoras causales de la gravedad propuestas

    por sus contemporneos y predecesores, dado que nadie sabe qu es la gravedad queno es ms que un nombre y que ms vale contentarse con el establecimiento de la leymatemtica de la cada.

    Y todo el mundo conoce tambin el pasaje no menos clebre de losPrincipia, enel que Newton, a propsito tambin de la gravedad, convertida en el nterin en atraccinuniversal, nos dice que hasta entonces no ha sido capaz de descubrir la causa de las

    propiedades de la gravedad [partiendo] de los fenmenos y que no ha imaginadohiptesis explicativas pues lo que no se deduce de los fenmenos, debe ser llamadohiptesis, y las hiptesis, tanto fsicas como metafsicas, mecnicas o [que supongan]cualidades ocultas, no caben en la filosofa experimental. En esta filosofa las

    proposiciones particulares son inferidas de los fenmenos y, a continuacin,

    generalizadas por induccin. En otros trminos, las relaciones establecidas porexperiencia son transformadas, por induccin, en leyes.Por eso no es sorprendente que para un gran nmero de historiadores y de

    filsofos este aspecto legalista, fenomnico, en definitiva positivista, de la cienciamoderna aparezca como su esencia o al menos como su proprium y que la opongan a laciencia realista y deductiva de la Edad Media y de la Antigedad.

    Sin embargo quisiera objetar a esta interpretacin:a) Mientras que la tendencia legalista de la ciencia moderna es totalmente

    indudable, y adems ha sido extremadamente fecunda al permitir a loscientficos del siglo XVIII consagrarse al estudio matemtico de las leyes

    fundamentales del Universo newtoniano estudio que culmina en la obraadmirable de Lagrange y de Laplace aunque a decir verdad una de estas leyes,

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    a saber la ley de la atraccin, fuera transformada por ellos en causa y enfuerza su carcterfenomnico no es tan aparente; de hecho no son los , sinolos los que se encuentran conjuntamente ligados por leyes causalmenteinexplicadas o inexplicables. De hecho no son los cuerpos de nuestra experienciacomn, sino cuerpos abstractos, las partculas y los tomos del mundo

    newtoniano los que son los relata o los fundamenta de las relacionesmatemticas establecidas por la ciencia;

    b) La autointerpretacin y la autorrestriccin positivista de la ciencia no son enabsoluto un hecho moderno. Como ya establecieron Schiaparelli, Duhem yotros, son casi tan viejas como la ciencia misma, y, como todas las cosas, o casitodas, fueron inventadas por los griegos. El fin de la ciencia astronmica,explicaban los astrnomos alejandrinos, no es descubrir el mecanismo real de losmovimientos planetarios que por lo dems no podemos conocer, sino slo salvarlos fenmenos, combinando, sobre la base emprica delas observaciones un sistema de crculos y de movimientos imaginarios un

    truco matemtico que nos permita calcular ypredecir

    las posiciones de losplanetas de acuerdo con las observaciones futuras.Por otra parte, Osiander (en 1543) recurre a esta epistemologa pragmatista y

    positivista para disimular con ella el carcter revolucionario de la obra copernicana. Yprecisamente contra esta mala interpretacin positivista protestan los grandesfundadores de la astronoma moderna, Kepler, que pone en el ttulomismo de su gran obra sobre Marte,8igual que Galileo e incluso Newton que, a pesar desu clebre hypotheses non fingo9, en los Principios matemticos de filosofa naturalestableci una ciencia no slo realista, sino incluso causalista.

    Pues, aunque renunciara -provisionalmente o incluso definitivamente10- a labsqueda del mecanismo de produccin de la atraccin, aunque incluso negara la

    realidad fsica de la accin a distancia, la propone no obstante como una fuerza realtransfsica que subtiende la fuerza matemtica de su construccin. El ancestro de laciencia fsica positivista, no es Newton, es Malebranche.

    En efecto, la actitud newtoniana que renuncia a la explicacin fsica de laatraccin y la plantea como un hecho de accin transfsica, no tiene sentido desde el

    punto de vista positivista. Desde este punto de vista, una accin a distancia instantnea,como nos lo explic ya Ernst Mach y muy recientemente el Sr. P. W. Bridgman, notiene nada de reprensible: exigir la continuidad temporal o espacial es estar ligado porun prejuicio.

    Al contrario, tanto para Newton como para sus mejores sucesores, la accin adistancia a travs del vaco siempre fue sentida como algo imposible y por tanto

    inadmisible, y es esta conviccin, que, como acabo de recordar, poda apelar a laautoridad del propio Newton, la que conscientemente inspir la obra de Euler, deFaraday, de Maxwell y, finalmente, de Einstein.

    Como se ve, no es la actitud positivista sino, muy al contrario, la del realismomatemtico, la que est en el origen de la fsica de campos, ese nuevo concepto clave dela ciencia cuya importancia capital nos ha mostrado tan bien Einstein.

    8Astronomia nova AITIsive Physica Coelestis, tradita Commentariis de motibus stellaeMartis, 1609.

    9 Cf. hoy mi Hypothse et exprience chez Newton, Bulletin de la Societ francise de Philosophie,1956; y I. B., COHEN, Newton and Franklin, Philadelphie, 1956.

    10 Definitivamente en tanto que bsqueda de explicacin mecnica de la atraccin; provisionalmente entanto que sta poda reducirse a la accin de fuerzas no mecnicas elctricas- ora repulsivas oraatractivas.

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    Por tanto, me parece posible concluir, provisionalmente al menos, que laenseanza de la historia nos muestra que:

    a) La renuncia la resignacin positivista no es ms que una posicin de retiradatemporal y que si el espritu humano en la persecucin del saber asume

    peridicamente esta actitud, no la acepta jams al menos an no lo ha hecho

    nunca como definitiva y ltima; tarde o temprano deja de hacer de la necesidadvirtud y de alegrarse de su derrota. Tarde o temprano, vuelve al trabajo y se ponede nuevo a buscar una solucin intil, o imposible, de problemas declaradosdesprovistos de sentido, tratando de hallar una explicacin, causal y real, de lasleyes establecidas y aceptadas por l.

    b) La actitud filosfica que a la larga demuestra que es buena no es la delempirismo positivista o pragmatista, sino, por el contrario, la del realismomatemtico. En resumen, no la de Bacon o de Comte, sino la de Descartes,Galileo y Platn.

    Creo que, si tuviera tiempo, podra presentar casos de desarrollo completamente

    paralelos, sacados de otros dominios de la ciencia. Podramos, por ejemplo, seguir eldesarrollo de la termodinmica desde Carnot a Fourier es sabido por los dems quefueron los cursos de Fourier los que inspiraron a Augusto Comte y ver en qu seconvirti en manos de Maxwell, de Boltzmann y de Gibbs; sin olvidar la reaccin tansignificativa en su perfecto fracaso de Duhem.

    Podramos estudiar la evolucin de la qumica que, a pesar de la oposicin totalmente razonable de los grandes qumicos, sustituy la ley de las proporcionesdefinidas por una concepcin atmica y estructuralista de la realidad subyacente ydonde encontr precisamente una explicacin de la ley.

    Podramos analizar la historia del sistema peridico que, hace algn tiempo, micolega y amigo G. Bachelard nos presentaba como ejemplo perfecto de pluralismocoherente y ver en qu se convirti en manos de Rutherford, de Moseley y de NielsBohr.

    O tambin, la de los principios de conservacin, principios metafsicos si loshubo, principios para cuyo mantenimiento se est obligado, de vez en cuando, a postularseres como el neutrino no observados o incluso no observables en la poca de su

    postulacin, cuya existencia no parece tener ms que una nica meta, a saber: elmantenimiento de la validez de los principios en cuestin.

    Creo incluso que se llegara a conclusiones enteramente anlogas si se estudiarala historia creo que empieza a ser posible de la revolucin cientfica de nuestro propiotiempo.

    Est fuera de duda que fue una meditacin filosfica la que inspir la obra deEinstein del que podra decirse que, como Newton, fue filsofo tanto como fsico. Estperfectamente claro que su negacin resuelta, incluso apasionada, del espacio absoluto,del tiempo absoluto, del movimiento absoluto negacin que, en cierto sentido,

    prolonga la que Huygens y Leibniz opusieron antiguamente a estos mismos conceptosest fundada en un principio metafsico.

    As, no son los absolutos en s los que se ven proscritos. En el mundo deEinstein y en la ciencia einsteniana hay absolutos los llamamos modestamenteinvariantes o constantes tales como la velocidad de la luz o la energa total delUniverso, que haran estremecer de horror a un newtoniano, pero en realidad se trata deabsolutos que no estn fundados en la naturaleza de las cosas.

    En cambio, el tiempo absoluto como el espacio absoluto, realidades que Newtonaceptaba sin vacilar porque l poda apoyarlas en Dios y fundarlas en Dios- se

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    convierten para Einstein en fantasmas sin consistencia y sin significacin, no ya, comose ha dicho a veces, porque es imposible apoyarlas en el hombre me parece que lainterpretacin kantiana es tan falsa como la interpretacin positivista sino porque sonmarcos vacos, sin relacin ninguna con lo que hay dentro. Para Einstein, como paraAristteles, el tiempo y el espacio estn en el Universo, y no el Universo en ellos.

    Puesto que no hay accin fsica inmediata a distancia ni Dios que pueda suplir suausencia-, el tiempo est ligado al espacio y el movimiento afecta a las cosas que semueven. Pero si la medida de todas las cosas tal como son ya no es Dios, tampoco es elhombre, es la naturaleza.

    Por eso, la teora de la relatividad de nombre tan desafortunado afirmaprecisamente el valor absoluto de leyes de la naturaleza que son tales y deben serformuladas de tal manera que sean cognoscibles y verdaderas para todo sujetocognoscente. Sujeto, por supuesto, finito e inmanente al mundo, y no sujetotrascendente como el Dios de Newton.

    *

    Lamento no poder desarrollar aqu algunas observaciones que acabo de hacerrespecto a Einstein. Pero creo haber dicho suficiente para hacer ver que la interpretacincorriente positivista de su obra no es en absoluto adecuada, y para dejar adivinar elsentido profundo de su oposicin resuelta al indeterminismo de la fsica cuntica.Tampoco en este caso se trata de preferencias subjetivas o hbitos de pensamiento, loque se opone son filosofas, y eso explica por qu, hoy como en tiempos de Descartes,un libro de fsica comienza con un tratado de filosofa.

    Pues la filosofa quizs no es la que se ensea hoy en las facultades, perosuceda lo mismo en tiempos de Galileo y Descartes ha vuelto a ser la raz cuyo troncoes la fsica y cuyo fruto es la mecnica.