alejandro fielbaum - jacques derrida, estética y política. i. el riesgo de defenderse, de iván...

7
Jacques Derrida, estética y política. I. El riesgo de defenderse, de Iván Trujillo (Palinodia, Santiago, 2009) POR ALEJANDRO FIELBAUM S. 1 Hace casi quince años, Iván Trujillo señalaba que el estudio de Derrida no dejaba de generar re- sistencias en Chile. 2 El tiempo transcurrido pareciese corroborar tal actitud ante la deconstruc- ción. O, al menos, cierta desatención en la producción filosófica chilena en torno a un pensador de la importancia de Derrida. Poco más que el libro de René Baeza 3 o algunos artículos de Carlos Contreras 4 o Raúl Madrid 5 pueden mencionarse como contraejemplos al silencio imperante sobre el autor francés, vigente incluso tras su bullada visita al país en 1995. Entre tal silencio, escribir sobre Derrida no parece tarea sencilla. En tal sentido, el libro de Iván Trujillo resulta tan necesario como osado. No deja de hallarse recorrido por cierto riesgo, prometido ya en su título. Actitud que no resulta nueva en el autor, pues sus trabajos previos ya parecen fundarse en tal gesto. 6 Mas el reunir algo de ello en un solo libro hiperboliza tal exposición, como riesgo tomado en torno al expo- ner filosófico. Pues lo presentado es una escritura que busca rastrear lo pensado desde los vaivenes que este exige, sin un orden predispuesto que pudiese reordenar aquello que excede toda unidad temática. La cual, por cierto, tampoco es deseada. Al contrario, en Trujillo se halla una obstinada renuencia al pensar como explicación o resumen. Nada se hallará allí para hacer la intrincada fi- losofía derridiana más asequible. Al contrario, la exigente estrategia de Trujillo es la de seguir sus trazos en los textos en los que ésta se juega. En efecto, sólo uno de los cuatro artículos del libro gira RESEÑA 1 Licenciado en Filosofía, Pontificia Universidad Católica de Chile. Estudiante de Magíster en Estudios Latinoamericanos, Universidad de Chile. ([email protected]) 2 Trujillo, Iván, “Efectos de margen”, en Bonzi, Patricia & Giannini, Humberto (Editores), Congreso latinoamericano sobre filosofía y democracia, (LOM, Santiago, 1997, p. 401.). 3 Resistencias: Economía de la inscripción en Jacques Derrida, ARCIS/Cuarto Propio, Santiago, 2001. 4 “De lo oblicuo a lo aporético. Responsabilidad, justicia y deconstrucción”, en Revista de Filosofía, Vol. 63 (2007). 5 “Deconstrucción, anti-representacionismo y postmodernidad política”, en Boletín jurí- dico de la Universidad Europea de Madrid, N° 2, 1999; “¿Naturaleza o convención? La (extraña) economía de institución y huella

Upload: jose-matias-rambaldi-villa

Post on 18-Aug-2015

228 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Jacques Derrida

TRANSCRIPT

Jacques Derrida, esttica y poltica. I. El riesgo de defenderse, de Ivn Trujillo(Palinodia, Santiago, 2009)POR ALEJANDRO FIELBAUM S.1Hacecasiquinceaos,IvnTrujillosealabaqueelestudiode Derridanodejabadegenerarre-sistenciasenChile.2Eltiempotranscurridopareciesecorroborartalactitudanteladeconstruc-cin.O,almenos,ciertadesatencinenlaproduccinfilosficachilenaentornoaunpensador de la importancia de Derrida. Poco ms que el libro de Ren Baeza3 o algunos artculos de Carlos Contreras4 o Ral Madrid5 pueden mencionarse como contraejemplos al silencio imperante sobre elautorfrancs,vigenteinclusotrassubulladavisitaalpasen1995. Entretalsilencio,escribir sobre Derrida no parece tarea sencilla. En tal sentido, el libro de Ivn Trujillo resulta tan necesario como osado. No deja de hallarse recorrido por cierto riesgo, prometido ya en su ttulo. Actitud que noresultanuevaenelautor,puessustrabajospreviosyaparecenfundarseentalgesto.6Masel reunir algo de ello en un solo libro hiperboliza tal exposicin, como riesgo tomado en torno al expo-ner filosfico. Pues lo presentado es una escritura que busca rastrear lo pensado desde los vaivenes que este exige, sin un orden predispuesto que pudiese reordenar aquello que excede toda unidad temtica. La cual, por cierto, tampoco es deseada. Al contrario, en Trujillo se halla una obstinada renuencia al pensar como explicacin o resumen. Nada se hallar all para hacer la intrincada fi-losofa derridiana ms asequible. Al contrario, la exigente estrategia de Trujillo es la de seguir sus trazos en los textos en los que sta se juega. En efecto, slo uno de los cuatro artculos del libro gira RESEA1Licenciado en Filosofa, Pontificia Universidad CatlicadeChile.EstudiantedeMagsteren EstudiosLatinoamericanos,Universidadde Chile. ([email protected])2Trujillo, Ivn, Efectos de margen, en Bonzi, Patricia&Giannini,Humberto(Editores), Congresolatinoamericanosobrefilosofay democracia, (LOM, Santiago, 1997, p. 401.).3Resistencias:Economadelainscripcin enJacquesDerrida,ARCIS/CuartoPropio, Santiago, 2001.4De lo oblicuo a lo aportico. Responsabilidad, justiciaydeconstruccin,enRevistade Filosofa, Vol. 63 (2007).5Deconstruccin,anti-representacionismo ypostmodernidadpoltica,enBoletnjur-dicodelaUniversidadEuropeadeMadrid, N2,1999;Naturalezaoconvencin?La (extraa)economadeinstitucinyhuella LA CAADA N1 (2010): 248 -254 JACQUES DERRIDA, ESTTICA Y POLTICA. I. EL RIESGO DE DEFENDERSE ALEJANDRO FIELBAUM 249preferentemente en torno a Derrida y de forma algo parcial. Los restantes se ocupan de lo pensa-do por el pensador argelino en torno a Platn, Hegel y Heidegger, desde una lectura simultnea de distintos textos de la extensa produccin derridiana. Ya aquello lo aleja de la forma imperante de comentar a Derrida, ejercitada fundamentalmente en la recepcin angloamericana de su obra, la cual suele centrarse en explicar aquellos textos que resultaran centrales para comprender la filo-sofa de Derrida. Y es que, acaso, lo que aqu comentamos no sea un libro sobre Derrida. O bien, se tratara precisamente de una lectura derridiana de Derrida. Es decir, una autoinmunizacin del pensarcontralapaperizacincomopauperizacindelpensar,contracualquiercanonizacinde aquello que podra ser la deconstruccin.En ello, Trujillo parece acercarse al tipo de lectura realizadas fundamentalmente en Francia sobre Derrida, en autores como M. Liss o G. Bensussan. Y tambin, acaso con mayor fuerza, en tornoaltrabajorealizadoporquieneshanheredadolaimprontaderridianaenlasdcadasms recientes. Nos referimos, claro est, a J.-L. Nancy y P. Lacoue-Labarthe, adems de P. de Man. La preguntaporlalneadondesituarsunombrenoparececasual.PuesTrujillonodejadereferir, temtica y polticamente, a la cuestin de la herencia. En particular, a la del necesario pensar de P. Marchant como crisol, en Chile, de la deconstruccin. Pues Trujillo busca disputar tal herencia comprendida,deconstructivamente,comounatareanecesariaeimposible.Comoejerciciode unainestabledecisin,contratodapretensindesegurafiliacin.Talfiguradelafamiliacriba, para Trujillo, lo pensado desde Derrida en Chile. Trujillo all apunta al maridaje entre arte y filoso-fa existente desde la Escena de Avanzada, el cual ha habitado como estudiante del Doctorado en Arte y Filosofa de la Universidad de Chile. Habra que preguntarse, por cierto, si tal reflexin no peca de una lectura demasiado familiar de la familia. Es decir, de sellar algo apresuradamente a todos quienes all se renen bajo el mismo trabajo filosfico en torno al inestable lazo entre arte y filosofa. Desde el cual arranca tambin Trujillo, para pensar precisamente lo infamiliar en tal lazo, como aquello que lo asedia impidiendo cualquier transmisin simple. Incluyendo, claro est, la de susargumentosaunareseacomoresumendeargumentosdesarrolladoslinealmente.Loque no impide tal chance, mas exige ciertas modulaciones que puedan hacer justicia a la singularidad descrita.Valgaaquellaaclaracinantesdecomentarlosartculosencuestin,ascomosealar quenoharemosmencinaalgunasdiscusionesentrelazadasentrelosargumentoscentralesde enJacquesDerrida,enPhilosophia: AnuariodeFilosofa,N2000,2000; Derridayelnombredelamujer:ra-cesreconstructivasdelfeminismo.Los estudiosdegneroyelFeministLaw, enAnuariodaFacultadedeDereitoda UniversidadedaCorua,N5,2001; Derridaylosestudiosdegnero:Por quladeconstruccinnoesfeminista, en Seminarios de Filosofa, N16, 2003.6Eldedoenelojo.ReseadeEldedode DigenesdeP.Oyarzun,Coaccin sinsujeto.EntornoaDerridaylarazn inmunitaria,Elextravodeloms cercano,Laconstruccinsacrificialde lamemoria,Laligadura.Apropsito deartefactualidadehistoriaenJacques Derrida,Notasapiedepginasobre lamuerte,Pensarlaprdida.12ep-grafesparaNellyRichard,Potica delaquema.Losdosprimerostextos mencionados se hallan en la Revista de la Academia, en el tercer (otoo de 1998) y dcimonmero(2006),respectivamen-te. El tercero, en el nmero 2 del primer volumendelaRevistaPolis(2001).Los restantes textos han sido digitalizados en elwebsitedelaEscueladeFilosofade Universidad ARCIS, www.philosophia.clLA CAADA N1 (2010): 248 -254 JACQUES DERRIDA, ESTTICA Y POLTICA. I. EL RIESGO DE DEFENDERSE ALEJANDRO FIELBAUM 250losdistintostextos.Loltimoseexplicaporquelaspolmicasencuestinslopuedenseguirse mediante una lectura completa tanto de los textos discutidos como de los ensayos de Trujillo, lo que aqu no podemos ofrecer por motivos de espacio.ElprimerensayosetitulaLafuenteyeltormento.Hegelyelcrculodelarte.Requiere una descripcin algo ms larga, pues tematiza varias de las reflexiones sobre la obra y la filosofa que sern recuperadas en los restantes ensayos, hacia nuevas lneas de exposicin. Tras una breve mencin a la economa de la fuente en Valry, la reflexin es guiada en torno a tal problemtica en la reflexin hegeliana sobre el arte. Lo que recogen ambos autores sera la atencin al mostrarse mismo de la fuente que posibilita lo mostrado. Hegel all distingue el carcter puramente ausen-tedeldiosjudodelamarchadialcticadelespritucomoaquellaquepresentasupropioorigen y superacin. Recordando ciertos pasajes de Glas, Trujillo remarca la concepcin hegeliana de la poesa hebraica como sublime negativo. De manera impotente, desconecta la finitud de la repre-sentacindelainfinituddelorepresentado.Alcontrario,eldioshegelianoexpondrasuinicial impresentabilidad para retornar all cuando su presencia nada debe guardarse. Trujillo recuerda la deconstruccin all realizada por Derrida en torno a la figura de la donacin. sta excede la on-tologa dialctica al restar sin poder ser relevada, poniendo en marcha aquello a lo que no deja de restar. Para lo cual, en el desencadenamiento de su potencialidad pura, debe aparecer. Pero para encadenar lo que posibilita su pasajero momento fenomnico. Lo simblico se revela como el signo que siempre fue, pero que no pudo sino primero darse como representacin de un concepto que este ltimo superar. Mas la linealidad de tal finalizacin no asegurara la simplicidad del lugar de arranque del arte en la filosofa hegeliana. Su renuencia a cualquier concepto natural de lo bello lo obliga a comenzar por aquello que culminar el proceso de manifestacin de la belleza. Esto es, lo bello como obra del espritu, hallndose all un retorcido problema de circularidad al partir por el final. La marcha del espritu sera la de un revenir sobre s cuya estricta repeticin se enmarca en la finalizacin ya prometida desde su comienzo. El lugar all otorgado al arte vendra cifrado, como en Kant y en Heidegger, por cierto, desde un tercer lugar que garantiza y resguarda la articulacin entre arte y filosofa. Antes que una simple participacin, lo all jugado sera aquello que encuadra parergonalmente a la dialctica, sin por ello someterse a su implacable lgica. Pues la obra repre-sentara un presentarse que se completa como totalidad, el cual resulta arte y parte. Y de manera LA CAADA N1 (2010): 248 -254 JACQUES DERRIDA, ESTTICA Y POLTICA. I. EL RIESGO DE DEFENDERSE ALEJANDRO FIELBAUM 251simultnea. Slo el acabamiento del devenir del espritu permitir llegar a una totalidad que ya no se deje resumir en presencia alguna, como crculo mayor anunciado en obras que son superadas porlacircularidadenlaqueseacogen.Nopodrainiciarselareflexindesdelameraexistencia emprica de las obras, dado que su aparecer ya que se rige por su conceptualizacin filosfica. Mas sta slo puede presentarse tras aquellas representaciones. Tal consideracin derridiana de la es-tricta apora entre el arte y sus comienzos culmina el ensayo y sirve de punto de arranque para el prximo artculo.El arte como punto de reunin. Heidegger y la reunin del sujeto es el ttulo de tal escrito. Casi iguala las treinta pginas del texto ya descrito, y tampoco escatima en profundidad temtica yretrica.Eltrazoentrecrculoypartida,recuerdaTrujillo,yaloveatempranamenteDerrida en Heidegger al tratar su reflexin sobre el tiempo en Ousia y Gramma. Aquella lgica no dejara de determinar la circularidad de la hermenutica heideggeriana. La deconstruccin all trabajada demostrara la insistencia de cierta primaca del sujeto en la tentativa de Heidegger de una reunin que ya no se rigiese por el orden de la subjetividad. En ello, Derrida cuestiona tambin la crtica realizadaporSchapiroalainterpretacinheideggerianadelapinturadeVanGogh,enseando la similitud en ambas interpretaciones en lo que refiere al intento de reanudar certeramente los zapatos graficados al usuario que se ausenta. En ambas lecturas se tratara, entonces, de devolver el calzado a quien resulte su legtimo propietario aun cuando ste, en Heidegger, no se deje de pensar simplemente como sujeto. Aquello, claro est, se funda en el rescate del pensar griego pre-vio a su traduccin latina. Pues esta ltima, la cual pierde el carcter originario de la coseidad, se buscar en la obra de arte como mediacin no subjetiva. Es decir, como medio que deja de mediar parasituarsealcentrodelpensar.As,loalldadoserelserdelproductodesdeunarelacin improductiva, como desnuda verdad de la cosa. Como si no obrasen, ni constituyesen obra algu-na. Mas, para Derrida, la obra no deja de ser asediada por aquello que se rene sin situarse en el medio.Estoes,loqueunesinmediar,comoinsegurorevestimientodeunadesnudezqueyano podra entonces atribuirse a origen alguno como lugar de certeza ni cuerpo alguno que materialice la fetichizacin de su sentido. Mas es, precisamente, tal insistencia fantasmal lo que promete su re-unin con aquel que los zapatos aguardan. Entonces, lo que posibilita tal promesa es precisamente aquello que impide su definitiva destinacin.LA CAADA N1 (2010): 248 -254 JACQUES DERRIDA, ESTTICA Y POLTICA. I. EL RIESGO DE DEFENDERSE ALEJANDRO FIELBAUM 252El tercer artculo se denomina El riesgo de defenderse. La familia y su estilo. Segn deja entrever Trujillo, ya desde su interpretacin de Platn habra cierta preocupacin en Derrida por los filosofemas asociados a la familia. La lectura de tal reflexin es guiada por la preocupacin por la autoinmunizacin, como remarca del lmite que busca alejar lo que posibilita el establecimiento de tal distincin entre el adentro y el afuera. La familia no dejara de hallarse suturada por la huella de aquel imposible combate, cuyo anlisis no slo ocupara buena parte de Glas, sino tambin indi-rectamente distintos textos en los que Derrida afronta la tradicin filosfica. Partiendo, claro est, por lo all comprendido como tradicin. Ya en el pensador griego se remarcara el trazo entre habla y paternidad, como forma preferente de transmisin de un logos que as se resguarda su vida a la exposicin de lo infamiliar. Al perder su origen, se perdera hasta la bastarda errancia de la cual su padre debe sustraerlo, en virtud de la legitimidad que lo distingue de la simulacin circundante. Talespaciofarmacolgicoresultaraanlogoalpuntomediohegeliano,cuyotrabajoseralare-cuperacin del sentido derribado. Es decir, superara la ambivalencia platnica precisamente por una dialctica de opuestos cuyo juego ya no requiere ser detenido. Antes bien, la verdad requiere de aquel momento para desplegarse. La escena hegeliana de la familia expresara cierto tono cris-tiano, mediante un tiempo que representara una reconciliacin an impresentable. Tal presencia fantasmtica sella una dialctica poco convencional, renuente al deseo de origen tanto metafsico como cristiano, estableciendo una tensin no resuelta que asedia el orden de lo familiar.ElensayoquecierraellibrosetitulaArteyhostilidad.Hegelbajoelsignodeunahosti-lidadabsoluta,partecontraponiendolasuperacindialcticadelacontradiccinalahostilidad quecifraunartecuyareflexividadtornaimpotentesusmediosderepresentacin.Ladialctica hegeliana del arte combina ambos movimientos, al situarse tensamente entre la sensibilidad y el concepto. Pero al superar el subjetivismo romntico mediante una esttica cuyo contenido revela su progresiva conquista de la verdad, la dialctica denuncia tal hostilidad al anunciar la posibilidad delareconciliacin.Entalgesto,resultarfundamentallacontencinhegelianadelsmboloen unprocesoenelcual,finalmente,stedevienesigno.Ydeabsolutahostilidad,entantonecesa-riodesencadenamientoqueanunciaunaverdadprecipitadaparaloquelecircunda.Sloensu culminacin se suspende la disyuncin entre arte y filosofa. Sin que aquello, claro est, implique su identificacin. Al contrario, el fin del arte significa antes la superacin de la hostilidad que suLA CAADA N1 (2010): 248 -254 JACQUES DERRIDA, ESTTICA Y POLTICA. I. EL RIESGO DE DEFENDERSE ALEJANDRO FIELBAUM 253detencin. Tras exponer aquello, Trujillo brinda una productiva y singular lectura del posterior obje-to del arte, desde lo ya trazado en torno a Hegel. Aquello se encamina desde la consideracin surrea-lista del objeto. Breton buscaba cifrar tal particularidad en una marca imaginativa capaz de producir poticamente. Es decir, como arbitrariedad inmediata ejercida en un signo de clara descendencia romntica. Trujillo recuerda que la culminacin hegeliana del arte no es slo el cese de una esttica tributaria de la imitacin de lo natural, sino tambin de su declive puramente prosaico. El ejercicio imaginativo y mnmico debe volcarse reflexivamente sobre su contenido y las chances de represen-tarloparacontenercualquierretornodelaarbitrariedad.Entonces,latentativabretonianadebe plantearse contra la pretensin surreal de incondicionalidad, y, en ello, hacia la suspensin concep-tual de una historia emprica que amenaza la integridad del objeto artstico. Tal cuidado se hallara hiperbolizado en Paul Celan, quien es convocado desde la lectura derridiana del trazo entre fecha y poema llevada a cabo en Schibboleth. La remarca de la fecha no sera sino la de la irrepetibilidad de lo inscrito, como recuerdo de una ocasin solitaria. El estrecho e imposible vnculo all existente entre singularidad y repeticin obligara, segn Derrida, a repensar el esquematismo trascendental del tiempo y el espacio. Lo cual, claro est, no resulta ajeno al proyecto hegeliano. En ambos, la figu-ra moderna del poema puede contraponerse al subjetivismo kantiano y su herencia en la esttica ro-mntica. Mas en Celan lo desatado tras la finalizacin del arte no puede sino retornar una y otra vez. Sin concepto posible, la singularidad del poema desatara incluso la clasificacin epocal de un Hegel que slo considerara aquello que logra articularse bajo el dominio del concepto. Dialcticamente, la singularidad inscrita por Celan slo puede pensarse desde la absoluta hostil generalizacin de un signo que termina subsumido en el orden conceptual de la estetizacin moderna. Lo que, claro est, impide pensar aquello que suspende tal modernizacin como singularidad que no se deja integrar a conciliacin alguna. Bien notara aquello Derrida al sealar la multiplicidad de sentidos y lenguas que atraviesan el schibboleth como suspensin de todo sentido que trascendiese tal susurro.Restaaninterrogarporaquelloquehilvanalosensayosya,quizsgroseramente,resu-midos. Para lo cual no queda sino arriesgar cierta hiptesis de lectura, ya que la presunta unidad del libro no se halla explcita y, mucho menos, presupuesta. Parece sensato sospechar que aquello que permite pensar que el libro de Trujillo no es slo una culminacin de ensayos sobre filosofa delartedelsigloXIXyXXdesdeunaperspectivaderridianavieneyaprometidodesdeelttulo. LA CAADA N1 (2010): 248 -254 JACQUES DERRIDA, ESTTICA Y POLTICA. I. EL RIESGO DE DEFENDERSE ALEJANDRO FIELBAUM 254Particularmente,desdeaquelloqueessilenciadotrasaquelanuncio.Merefiero,claroest,ala relacin entre esttica y poltica. Pues no slo se trata de un libro que no supone lo poltico desde los estrechos lmites con que el liberalismo nos ha acostumbrado a imaginar su conceptualizacin, sino que tampoco se traza positivamente otra forma de articular tal reflexin. Desde all, entonces, nada de poltica habra en el libro en cuestin. Mas pareciera que aquello no puede sino significar, desde la intencin del autor, que todo lo all escrito puede pensarse bajo la rbrica de lo poltico. No slo por el riesgo de un pensar sin baranda alguna, parafraseando a Arendt. Sino, mucho ms concretamente, en una cuestin tan central para cualquier reflexin poltica como la figura de la representacin, y en aquello que enlace a uno y otro como condicin de posibilidad de aquella l-gica. De ah su insistencia en las figuras de la reunin, la filiacin o la cadena. El asedio espectral atodovnculoconstituira,segnparecepostularTrujillo,lacondicindeimposibilidaddetodo vnculo. Lo tematizado por el arte sera, precisamente, tal suplementariedad como aquello que so-cava lo montado as como toda filosofa del arte que, intentando trascender la figura moderna de la representacin, buscase ceir su verdad a lo presentado. El rendimiento reflexivo del arte para concebir una poltica que parta asumiendo tal imposibilidad como espacio de lo comn, por cierto, resulta una estrategia ya comn en el pensamiento contemporneo. Pero est lejos de ser agotada, en la medida en que tal trabajo siga realizndose desde la exigencia y rigor con que el libro aqu reseado somete a sus materiales. Harto saludable sera, por cierto, que el nmero que acompaa elttulogaranticeunsegundonmeroquereflexionelaarticulacinprometidaentreestticay poltica recorriendo tal relacin en la va inversa. Sin embargo, el trabajo ya presentado ofrece a la discusin un trabajo cuyo tema no ha sido tratado en el campo filosfico nacional con la atencin querequiere.Slotalriesgoobligaraacelebrarlapuestaenobradellibroencuestin.Masla profundidad con que tal decisin es ejercida torna necesario mucho ms que un saludo, y leer lo aqu comentado con la preocupacin filosfica que trasciende la mera resea. Precisamente, como Trujillo lo hace con Derrida. Esto es, con la dignidad de un pensar cuya vocacin resiste toda figura del esquema o resumen, cuyo cotejo con la tradicin filosfica se mide all donde sta retorna a la discusin presente antes que en el acercamiento mediado por una infrtil erudicin. En tal sentido, la estampa del ya mencionado Marchant recorre el texto, desde el gesto de una fidelidad que no se juega en la pleitesa, sino en el arriesgarse, precisamente all donde se debe.