ahora bien
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En este ensayo pequeño ensayo se expresan aspectos relevantes.TRANSCRIPT
Ahora bien, se desprende que la justicia, en Nietzsche, consiste expresamente en este
implicitar del crear y del destruir, mismo que crea las condiciones y determina las
jerarquías de los quanta, y que crea la consciencia de las intensidades más altas y más bajas
en toda relación que se instaure como contrato o tentativa, en el horizonte nunca acabado de
las relaciones de dominio. Por eso Nietzsche, en un fragmento póstumo de otoño de 1885-
otoño de 1886, titulado “Para la historia del oscurecimiento moderno”, dice:
Gerechtigkeit als Wille zur Macht (Züchtung) (Nietzsche, 12, 122).
Que Nietzsche tenga que plantear el asunto de la justicia como voluntad de/para el
poder hacer bajo el título de “oscurecimiento”, indica que este asunto de la justicia aún no
alcanza claridad y determinación. Esta es la claridad que Heidegger refiere y que tiene
relación con la altura, que solo puede ser alcanzada por el pensamiento del eterno
regreso/eterno retorno, en la consigna de llevar a su cumplimiento (o “a su esencia”, como
dice Heidegger) la incondicionada subjetividad. De cualquier forma, la claridad de la
justicia y de la voluntad de/para el poder hacer solo se puede pensar como contraparte del
oscurecimiento, esto es, del nihilismo. El “oscurecimiento moderno” se ha de entender en
términos de una voluntad de/para el poder hacer que no sabe lo que quiere ni para dónde va,
en la indecisión del devenir y del eterno regreso del eterno retorno, que se mueve por sus
pobres rencillas e intereses de poca monta, preguntándose por la forma de actualizar las
cosas pasadas, y no sabe lo que es quererse a sí misma, no tiene un hacer desarrollado de sí
mismo y no vive, ni mucho menos, al servicio de la vida. La gran dificultad con la que
siempre uno se topa es con el hecho de que el nihilismo no es en absoluto un fenómeno o
concepto, y hacia él no se puede desplegar un “sujeto” a través del ningún método del
conocimiento. Sin embargo, en un fragmento póstumo de verano de 1886-otoño de 1887,
Nietzsche expresa de manera más contundente las implicaciones del derecho a partir de
“contratos” y la difícil pero contundente relación entre los quanta de poder en el equilibrar
permanente de la justicia en la balanza. La imagen de la justicia es, en todo caso, curiosa,
pero da idea de las formulaciones de Nietzsche respecto de las relaciones esenciales de la
voluntad de/para el poder hacer como quantum de poder y la justicia, además de perfilar el
asunto del adiestramiento:
Recht entsteht nur da, wo es Verträge giebt; damit es aber Verträge geben kann, muß ein
gewisses Gleichgewicht von Macht da sein. Fehlt ein solches Gleichgewicht, stoßen zwei zu
verschiedene Macht-Quanten auf einander, so greift das Stärkere über nach dem
Schwächeren zu dessen fortgesetzter Schwächung, bis endlich Unterwerfung, Anpassung,
Einordnung, Einverleibung eintritt: also mit dem Ende, daß aus Zwei Eins geworden ist.
Damit Zwei zwei bleibt, ist wie gesagt ein Gleichgewicht nöthig: und deshalb geht alles
Recht auf ein vorangehendes Wägen zurück. Es ist deshalb nicht gut zu heißen — denn es
führt irre — wenn man die Gerechtigkeit mit einer Wage in der Hand darstellt: das richtige
Gleichniß wäre, die Gerechtigkeit auf einer Wage stehen zu machen dergestalt, daß sie die
beiden Schalen im Gleichgewicht hält. Man stellt aber die <Gerechtigkeit> falsch dar: man
legt ihr auch falsche Worte in den Mund. Die Gerechtigkeit spricht nicht: “jedem das
Seine”, sondern immer nur “wie du mir, so ich dir”. Daß zwei Mächte im Verhältniß zu
einander dem rücksichtslosen Willen zur Macht einen Zaum anlegen und sich einander
nicht nur als gleich lassen, sondern auch als gleich wollen, das ist der Anfang alles “guten
Willens” auf Erden. Ein Vertrag enthält nämlich nicht nur eine bloße Affirmation in Bezug
auf ein bestehendes Quantum von Macht, sondern zugleich auch den Willen, dieses
Quantum auf beiden Seiten als etwas Dauerndes zu affirmiren und somit bis zu einem
gewissen Grade selbst aufrecht zu erhalten: — darin steckt, wie gesagt, ein Keim von allem
“guten Willen” (Nietzsche, 12: 221).