aguirre r.- la iglesia de jerusalen

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  • Rafael Aguirre y La Iglesia de Jerusaln 2

    ndice

    I. BREVE INTRODUCCION SOBRE LOS ORIGENES DEL CRISTIANISMO .................. 4

    II. LA CIUDAD DE JERUSALEN............................................................... 9

    III. DE JESUS A LA IGLESIA ................................................................ 17

    1. El Reino de Dios es el proyecto de Jess y el hilo conductor que explica teolgicamente el surgimiento de la Iglesia. ...................................... 18

    2. La comunidad pospascual continuadora del proyecto de Jess de promover la renovacin definitiva de Israel y su aceptacin del Reino de Dios. ......... 21

    3. Proceso de surgimiento paulatino de la Iglesia cristiana. .................... 22

    4. La Iglesia obra de Dios y consecuencia del ministerio de Jess. ......... 24

    5. Algunas sugerencias. ............................................................... 27

    IV. LA IGLESIA DE JERUSALEN HASTA LA GUERRA JUDIA DEL AO 70.............. 33

    1. La primitiva comunidad de Jerusaln como el Israel de los ltimos tiempos. ................................................................................. 33

    2. Elementos de la vida comunitaria. ............................................... 34

    3. Papel de la comunidad. ............................................................ 39

    4. Los Doce y Pedro. ................................................................... 41

    5. Persecuciones y primeros conflictos. Los Helenistas. ......................... 43

    5.1. Primeras persecuciones.......................................................... 43

    5. 2. El conflicto de los helenistas................................................ 44

    5. 3. La persecucin contra los helenistas. ........................................ 45

    5. 4. La persecucin de Agripa I (aos 41-44). .................................... 46

    6. Santiago, el hermano del Seor, y los presbteros............................. 48

    7. Pablo y Jerusaln. .................................................................. 51

    8. La colecta de las iglesias de la gentilidad en favor de Jerusaln. .......... 52

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    V. LA IGLESIA DE JERUSALEN ENTRE LAS DOS GUERRAS JUDAS (70135) ........ 60

    VI. LA IGLESIA DE JERUSALEN A PARTIR DEL 135: RIVALIDAD ENTRE LA IGLESIA DE LA CIRCUNCISION Y LA IGLESIA DE LA GENTILIDAD ........................... 65

    1. La persistencia de la Iglesia de la circuncisin y su rivalidad con la Iglesia de la gentilidad. .............................................................. 66

    La exaltacin posterior de Santiago por obra de los judeocristianos. ...... 66

    Resistencia de los judeocristianos al cambio de la fecha de la celebracin de la Pascua decretada por los obispos paganocristianos. ................... 66

    Conservacin en la comunidad cristiana del siglo IV de la lengua siraca.. 67

    La iglesia-sinagoga de los judeocristianos en el monte Sin. ................ 67

    La existencia de los judeocristianos en las catequesis de S. Cirilo de Jerusaln. ............................................................................ 68

    Otros testimonios de la rivalidad entre los judeocristianos y la Iglesia oficial en Jerusaln. ........................................................................ 69

    2. Breves indicaciones topogrficas sobre la Iglesia de la Circuncisin en Jerusaln. ............................................................................... 70

    AGUIRRE MONASTERIO, Rafael: La Iglesia de Jerusaln. Orgenes de la Iglesia y sus primeros desarrollos. Editorial Espaola Descle de Brouwer, S. A. 1989 Henao, 6 - 48009 BILBAO I. S. B. N. : 84-330-0781-5 Depsito Legal: BI-1105/89 Impreso por Industrias Grficas Garvica Bilbao

    Rafael Aguirre y La Iglesia de Jerusaln 4

    I. BREVE INTRODUCCION SOBRE LOS ORIGENES DEL CRISTIANISMO

    1. El cristianismo primitivo fue un fenmeno muy entusiasta y creativo y, por tanto, complejo y conflictivo. Esto hay que decirlo de entrada, porque todo movimiento social tiende a idealizar sus orgenes y a presentar una edad de oro idlica al principio caracterizada por la unidad y la perfeccin. As sucede en las primeras visiones de los orgenes del cristianismo. Lucas en los Hechos de los Apstoles nos presenta una visin idealizada de la primitiva comunidad, sin conflictos, viviendo en perfecta armona, y con un desarrollo esquemtico y lineal de la extensin de la Iglesia. Eusebio de Cesarea, en su Historia Eclesistica, acenta esta idealizacin y pretende legitimar decididamente la Iglesia que acaba de oficializar Constantino.

    Esta idealizacin es normal y no se discuten sus funciones positivas para promover la identidad del grupo y crear puntos de referencia para pocas posteriores. Pero es evidente que para hacer un estudio histrico se requiere un uso crtico de todas las fuentes, especialmente de las de este tipo. Y la observacin no es gratuita cuando tenemos que basarnos en Hechos y en las cartas de Pablo para nuestro propsito que no es otro que el de estudiar la Iglesia de Jerusaln. Ni Lc ni Pablo pretendan hacer informes histricos, pero y lo comprobaremos sus escritos s nos permiten obtener valiosos datos histricos.

    2. El estudio del cristianismo primitivo es especialmente difcil. En efecto, para otras pocas tenemos delante una realidad el cristianismo sociolgica y teolgicamente precisa y bien definida. Pero en los comienzos no es an as. El estudio de la Iglesia de Jerusaln pone de manifiesto el deslizamiento y la imprecisin que haba para distinguir un judo de un cristiano. En un principio ciertamente no se distinguan. Cuando las diferencias fueron apareciendo los diversos grupos cristianos las entendan de formas distintas, a veces dramticamente opuestas.

    Es un simplismo pensar que a partir de un tronco primitivo y claro, el cristianismo ortodoxo, se fueron desgajando ramas desviadas y herticas. Es esta la visin simple y unilateral que

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    una institucin puede hacer de su propio pasado. Pero, en realidad, la ortodoxia fue producto de un difcil proceso, en el cual la lnea que prevaleci fue considerada como tal: Bien entendido que la bsqueda de la lnea ortodoxa, el convencimiento de que exista y de que no todas las interpretaciones eran de igual valor, es algo que atraves desde el inicio el movimiento cristiano. A lo que debe aadirse que si bien es verdad que una lnea se constituye en la ortodoxa porque prevalece, tambin es cierto que puede reivindicar su especial coherencia con los principios de legitimacin a los que tiene que recurrir lo cristiano.

    3. Todo estudio histrico se hace desde necesidades del presente y condicionado por la cultura que se posee y por el punto de vista que se adopta. Ilusin vana e ingenua la del historiador que se cree totalmente asptico y neutral. Hacer historia es necesariamente seleccionar unos determinados acontecimientos del pasado, porque desde el punto de vista del historiador resultan especialmente significativos. Sobre todo cuando se trata de vrselas con realidades interpelantes, de incidencia actual y que pueden comprometer las actitudes personales como es el caso del cristianismo la subjetividad del historiador est implicada en su trabajo.

    No oculto que me importa seguir haciendo historia cristiana, ms concretamente historia evanglica, y que es este un inters que mueve mi trabajo. Lo cual no se traduce en fervorines ni espero en falta de rigor, pero es una pasin legtima que, adems, deseo no se le escape al lector avisado. Naturalmente no debemos recurrir a la historia con el nimo de buscar recetas inmediatas para el presente. Pero el estudio de los orgenes del cristianismo es sumamente instructivo porque nos descubre las razones de unas opciones, revela posibilidades que quedaron inditas o frustradas; porque las opciones que se tomaron en ese momento decisivo marcaron la historia posterior y, adems, porque los problemas de los orgenes suelen reaparecer bajo distintas formas en la historia posterior. Y si la fe cristiana nos hace descubrir al Hijo de Dios en la carne, bien amoratada por cierto, tambin tendremos que descubrir la presencia del Espritu en una historia tejida, como todas las humanas, de aciertos y fracasos, de complejos factores sociales y de actitudes personales.

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    4. Este trabajo responde al deseo de hacer una especie de eclesiologa desde abajo. Me parece que es este un intento que se manifiesta hoy en muchos lugares, de forma simultnea e independiente y que responde a una sensibilidad teolgica comn. En nuestras das se acepta la legitimidad y conveniencia de una cristologa desde abajo, es decir, partir de la vida de Jess, de sus actitudes, mensaje y conflictos para desde ah leer su resurreccin, su glorificacin y el mismo misterio de Dios que a travs de esa historia se revela.

    Pues bien, as como hay que conocer la historia de Jess para leer en la fe a Jess, tambin hay que conocer la historia de la Iglesia, sobre todo la de sus orgenes, para leer en la fe a la Iglesia. Por eso hablo de eclesiologa desde abajo, como la que describe su surgimiento, va conociendo su consolidacin institucional y teolgica y, de esta forma, va descubriendo la obra de Dios (Hch 5, 39) que se desarrolla en la historia. Pienso que estamos an muy lejos de aplicar al estudio de la Iglesia primitiva el espritu crtico y los recursos histricos y sociolgicos que son habituales en el estudio de Jess.

    Ni que decir tiene que as como la cristologa desde arriba la del Verbo Encarnado de Juan no queda invalidada por la ascendente, tampoco la eclesiologa desde abajo, cuya necesidad reivindico, invalida la eclesiologa desde arriba la del Misterio escondido en Dios desde toda la eternidad de la Carta a los Efesios. Es decir, hay que articular la visin rigurosa del historiador que describe, la del socilogo que descubre los factores sociales y, por tanto, explica, y la del telogo que en todo ello va discerniendo con temor y temblor, con balbuceo modesto ante el misterio el plan de Dios. Porque no quiero dejar de decirlo: la historia nos debe hacer modestos, conscientes del misterio de Dios que es ms grande que nuestras obras, que es una presencia siempre movilizadora y nunca del todo poseda, que nos deja a la escucha de sus pasos y a la bsqueda de sus huellas. La historia rigurosa es siempre una cura para la hibris institucional; en trminos teolgicos, una llamada a la conversin y a la humildad.

    5. El estudio de los orgenes de la Iglesia no puede limitarse a los libros del Nuevo Testamento. En libros no cannicos, incluso aunque su redaccin definitiva sea ms tarda, pueden

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    conservarse tradiciones muy antiguas. Por otra parte, es un problema muy discutido el lmite temporal del cristianismo primitivo y no es mi intencin abordarlo ahora. Pero me parece sumamente importante, en la medida de lo posible, seguir la evolucin de las comunidades neotestamentarias a travs de los documentos inmediatamente siguientes, por ejemplo de los primeros escritores eclesisticos. Concretamente para el estudio de la Iglesia de Jerusaln es de suma importancia Eusebio de Cesarea, que transmite normalmente el testimonio ms antiguo de Hegesipo. Recurrir abundantemente a l.

    La Iglesia de Jerusaln es un caso muy singular dentro del cristianismo primitivo. Sus orgenes son especialmente importantes, porque no son los de una comunidad ms, sino los de la Iglesia cristiana en cuanto tal. De ellos hablar intentando proyectar alguna luz histrica y teolgica. Pero tambin su evolucin posterior es especialmente interesante: por qu desaparece bien pronto su importancia que pasa a otras iglesias, especialmente a Antioqua y a Roma?, qu sucede con la comunidad cristiana de Jerusaln tras las catstrofes de esta ciudad y del pueblo judo en los aos 70 y 135?, hasta qu punto es la Iglesia madre, como la llama la tradicin, o una secta juda, que va languideciendo hasta que su memoria se pierde?

    En los estudios del cristianismo primitivo no suele faltar la atencin a la Iglesia de Jerusaln. Suele tratarse de estudios exegticos que proceden a un anlisis crtico de las fuentes, especialmente de los primeros captulos de los Hechos. Naturalmente este aspecto no puede estar ausente de las pginas que siguen. Pero a partir de los recientes aos 60 ha comenzado a aflorar un importante acerbo de datos histricos y arqueolgicos sobre la Palestina del siglo I y, ms concretamente, sobre la Jerusaln de dicha poca. Y si a los exegetas del Nuevo Testamento les suelen faltar conocimientos sobre la arqueologa palestina e, incluso, inters por ella, debido al tradicional idealismo de una exgesis de matriz germana, los arquelogos neotestamentarios frecuentemente no andan muy sobrados de conocimientos exegticos y de espritu crtico. Sera muy deseable que en los estudios sobre el Nuevo Testamento se consiguiese la articulacin de mtodos literarios e histricos, incluyendo los arqueolgicos, que son habituales desde hace tiempo en el Antiguo Testamento. Intentar ser fiel

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    a este proyecto de articular la exgesis de los textos con los resultados de la arqueologas de Jerusaln, pero soy muy consciente de la modestia de mi intento y me dara por muy satisfecho si se valora el inters de este camino y, sobre todo, si alguien se anima a internarse por l.

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    II. LA CIUDAD DE JERUSALEN

    El movimiento de Jess se extendi en ambientes rurales de Galilea, pero muy pronto el movimiento cristiano, impulsado por los helenistas y por Pablo, aparece como un fenmeno urbano que se asienta en la cuenca del Mediterrneo. De hecho encontramos las ms famosas comunidades cristianas en ciudades importantes por ser capitales de provincia o por su valor estratgico y comercial. Jerusaln, sede de la primera comunidad cristiana, es tambin una ciudad, pero de naturaleza muy distinta y peculiar. No tiene particular importancia estratgica y su poblacin es muy inferior a la de las ciudades donde Pablo va a fundar sus conocidas iglesias. La peculiaridad de Jerusaln reside en el carcter especial que esta ciudad tiene en el judasmo. Y esta es la razn por la que los primeros discpulos de Jess se van a asentar en ella y van a constituir all la comunidad primitiva.

    Jerusaln es, segn una etimologa popular, ciudad de paz, pero por ninguna ciudad del mundo se ha derramado tanta sangre y ninguna ha conocido ms destrucciones y guerras. A1 margen de las rutas comerciales, pobre en recursos, esta ciudad es objeto de pasiones y de amores desde el tiempo de los jebuseos hasta nuestros das. Su historia es nica y su sentido especial se confunde con el destino de las religiones con especial sabor a tierra, que tienen su origen en el pueblo judo.

    Quiz por su no identificacin con los centros del poder del norte y del sur o, quiz, por el valor de la tradicin religiosa cananea existente en ella, el caso es que David hizo de ella la capital de su estado. Bien pronto Jerusaln iba a convertirse en la ciudad santa, en smbolo de la presencia de Dios y de la eleccin del pueblo.

    No es posible seguir los mil avatares de la historia de esta ciudad ni el proceso paralelo de su interpretacin religiosa en la fe de Israel. Pero no se puede dejar de mencionar que con el destierro comienza un notable proceso de idealizacin de Jerusaln. Es el centro de la tierra (Ez 38,12; Jub 8,12. 16; Hen 26, 1), la ciudad santa (Is 52, 1). Se espera la glorificacin de la ciudad y la renovacin del templo en los tiempos mesinicos, cuando todos los pueblos acudan a Jerusaln a reconocer al Dios de

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    Israel. Estas esperanzas estaban vivas en el siglo I: Jerusaln era el centro de las esperanzas escatolgicas de los judos piadosos. Con frecuencia se situaba en la ladera occidental del Monte de los Olivos, enfrente de la colina del Templo, y en el valle del Cedrn, el escenario de la resurreccin y del juicio final. As se explica que existiese un gran afn por ser enterrados en estos lugares.

    Jerusaln era el centro de todo el judasmo. Todos los judos tenan que peregrinar peridicamente a la ciudad y cada adulto que viva en la dispora estaba obligado a enviar una limosna anualmente. Ahora bien, lo que explicaba la importancia de Jerusaln era la existencia del Templo. No deja de ser significativo que el Documento de Damasco (12, 2), encontrado en Qumrn, utilice dos veces la expresin ciudad del santuario. En el tiempo que nos ocupa exista el que en terminologa juda se llama el segundo Templo, la imponente construccin con la que Herodes haba querido granjearse el favor del pueblo judo.

    El Templo y el sistema cultual eran la columna vertebral de la sociedad juda del siglo I. Ante todo por su importancia teolgica: era el signo de la presencia de Dios con su pueblo, lo que confera a Israel su conciencia de pueblo elegido y de distinguirse de los dems. Pero no se puede desconocer su decisiva importancia econmica. En efecto, atraa grandes cantidades de dinero, ya sea a travs del impuesto que tenan que pagar todos los judos adultos, ya sea porque las peregrinaciones obligatorias suponan elevados ingresos para Jerusaln y sus habitantes (sacerdotes, posaderos, mercaderes, etc.). Adase que, como era habitual en otros templos, por ejemplo en Roma, el Templo de Jerusaln funcionaba como una especia de banco central en Israel1. Tampoco puede olvidarse que en dependencias del Templo se reuna el Sanedrn, mximo organismo autnomo del pueblo judo, lo que confera al Templo un valor incluso poltico.

    Desde haca ya dos siglos la penetracin del helenismo en Palestina era importante. Basta echar una ojeada al mapa para comprender que esta apetecible costa del Mediterrneo oriental no poda quedar al margen de la floreciente cultura helenstica que surcaba en todas direcciones las aguas de dicho mar.

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    Aunque no era inmune a esta influencia, tambin es verdad que Jerusaln se caracterizaba por su fuerte judasmo. Y es que, entonces como ahora, solo en la ideologa y en la religin poda basarse su importancia. En la ciudad santa existan numerosas escuelas de escribas, en las que se practicaba el escudriamiento de las Escrituras y la custodia de las tradiciones tan tpicas del judasmo. No eran pocos los que iban a la ciudad movidos por este inters acadmico, entre ellos, quiz, el joven Saulo (Hch 22, 3). Sin duda que este ambiente de estudio y de conservacin de la tradicin influy en el comportamiento de los primeros cristianos.

    Cmo era la ciudad en el siglo I?2. Fundamentalmente se podan distinguir dos colinas separadas por un valle (el Tiropeon), que constituyen la ciudad alta y la ciudad baja: la baja era la ms primitiva y pobre; la alta, posterior y resultado de la expansin de la ciudad hacia el oeste, era ms aristocrtica y helenizada. Flavio Josefo en el libro V de la Guerra de los Judos da una amplia descripcin de la Jerusaln herodiana. Me limito a citar un prrafo:

    La ciudad estaba construida sobre dos colinas, una enfrente de la otra, separadas por un valle hacia el que descendan las casas. De las dos colinas, la que formaba la ciudad alta era notablemente ms alta y tena en su cima una explanada ms amplia; dada su fuerte posicin reciba el nombre de fortaleza del rey David (n 1 del plano de la pgina 11), el padre de Salomn que fue el primer constructor del Templo, mientras que nosotros la designamos con el nombre de plaza superior. La segunda colina es la que se llama Akra y formaba la ciudad baja que tena forma curva en su extremo. Enfrente de sta haba una tercera colina (estaba ocupada por la explanada del Templo, cfr. plano), originariamente ms baja que la del Akra, de la que antes estuvo separada por un amplio valle. Ms tarde, durante su reino, los Asmoneos rellenaron dicho valle con la intencin de unir la ciudad con el Templo y, a la vez, rebajaron la cumbre del Akra, de modo que la mole del Templo sobresaliese por encima de ella3.

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    En los ltimos aos se han realizado numerosas excavaciones arqueolgicas en Jerusaln y para nuestro objetivo son especialmente interesantes las de la ciudad alta, que corresponde en buena medida con el barrio judo de la ciudad vieja actual4. Herodes fortific tanto la ciudad alta como la baja: la fortaleza Antonia dominaba el Templo en la baja y el palacio de Herodes, provisto de tres enormes torres, dominaba la alta.

    Toda la ciudad estaba rodeada de una muralla, que a lo largo de los aos que abarca nuestro estudio experiment muchas transformaciones por su parte norte5. La explanada del Templo estaba unida con la ciudad alta por medio de un puente, que corresponda a lo que se llama el primer muro del tiempo de los Asmoneos. Al este de la ciudad, fuera ya del recinto amurallado, estn el Cedrn, Getseman y el Mote de los Olivos. Ms hacia el este, casi ya inmediatamente, empezaba el desierto.

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    Flavio Josefo describe numerosos edificios suntuosos en la Jerusaln herodiana, de muchos de los cuales no se ha encontrado rastro. Habla de un hipdromo al sur del Templo6 y de un anfiteatro a las afueras7. Tambin nos informa sobre muchas tumbas famosas, situadas evidentemente fuera de la ciudad.

    Cuntos habitantes tena Jerusaln? En la ltima edicin de su famosa obra sobre Jerusaln, Jeremias modific en sentido restrictivo el nmero de habitantes y lo situ en torno a los 25.0008. Los estudiosos modernos dan mucha importancia al hecho de que Herodes ms que duplicase la capacidad del acueducto que conduca el agua a Jerusaln y lo relacionan con un espectacular aumento de su poblacin, que habra pasado de 35.000 a 70.000 habitantes9. Se calcula que por Pascua el nmero de peregrinos en Jerusaln era de 125.00010, lo que permite hacerse una idea de lo que representaba esta ciudad y el Templo en el judasmo, as como del ambiente que tena que crearse en aquellos das de tensas emociones religiosas. Todo ello, esbozado brevemente, es bien importante para comprender los sucesos evanglicos y para situar de forma adecuada a la primera comunidad cristiana.

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    Notas

    1. Segn IV Mac 4, 3, en el Templo se haban reunido ingentes cantidades de capital privado. Cfr. BJ VI, 282.

    2. Cfr. el plano de Jerusaln en tiempo de Herodes, pg. 13.

    3. BJ V, 136-139.

    4. Los resultados de estas excavaciones se estn dando a conocer en publicaciones especializadas. Especialmente importante: N. AVIGAD, Discovering Jerusalem, Nashville 1983. Una visin de conjunto realizada por un gran especialista: M. AVI-YONAH, Jerusalem in the Hellenistic and Roman Periods, en The World History of the Jewish People, Jerusalem 1975, 207-249. Tambin son muy importantes las recientes excavaciones de B. MAZAR en las cercanas del Templo y de las que informa en su artculo Herodian Jerusalem in the Light of the Excavations South and South West of the Temple Mount, IEJ 28 (1978) 230-237.

    5. En el plano de la pgina 13 est indicado el muro del tiempo de Herodes y el que construy posteriormente Agripa, en los aos 41-44, que incluy dentro de la ciudad el lugar del Calvario. Una exposicin documentada y accesible del complicado problema de las sucesivas murallas de Jerusaln en el artculo de P. BENOIT, Las murallas de Jerusaln, en El Mundo de la Biblia n 1, 1983, 21-35. Para no alargarme excesivamente omito lo referente a las puertas de la ciudad, pese a que es una cuestin bien importante. Una buena exposicin con amplia bibliografa en R. M. MACKOWSKI, Jerusalem, City of Jesus, Michigan 1980, 51-70.

    6. BJ II, 44; AJ XVII, 255.

    7. AJ XV, 268276.

    8. Jerusaln en tiempos de Jess, Madrid 1977, 44.101s. En la primera edicin de 1923 pensaba que la cifra poda oscilar entre 95.000 55.000.

    9. J. WILHINSON, Gerusalemme come la vide Ges, Roma 1981, 57. La reciente obra de J. E. STAMBAUGH y D. L. BALCH, The New Testament in Its Social Environment, Philadelphia 1986, 97, da la cifra de 40.000 habitantes.

    10. J. JEREMIAS, o. c., 101.

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    III. DE JESUS A LA IGLESIA

    La Iglesia se legitima a partir de Jess, pretende continuar su obra y hacer presente su persona. Pero, responde histricamente al proyecto de Jess, a lo que l dispuso con sus palabras y con su actuacin?

    Desde que existe la eclesiologa como parte de la teologa es sta una cuestin primordial. Parece oportuno plantearnos este interrogante cuando nos disponemos a hablar de la primera comunidad cristiana, la de Jerusaln, promovida y formada por quienes histricamente ms vinculados estuvieron con el Jess terrestre. Necesariamente nos encontramos con un elemento clave para entender la comunidad de Jerusaln y que debe aparecer en el umbral de todo estudio histrico y teolgico sobre la Iglesia. En el fondo es un aspecto de ese gran problema teolgico de los tiempos modernos que consiste en comprender las relaciones entre Jess de Nazaret y el Cristo de la confesin de la Iglesia.

    La respuesta a esta cuestin ha basculado entre dos polos opuesto11. Por una parte, la famosa frase de Loisy Jess anunciaba que iba venir el Reino,y vino la Iglesia12 es el exponente clsico de quienes ven en la Iglesia la tergiversacin radical del proyecto de Jess. Por otra, estaba la reaccin de una teologa para la cual la Iglesia, incluso en su funcionamiento y organizacin, responda a unos designios explcitos que segn se pretenda demostrar histricamente provenan de Jess, su fundador.

    Pero quiz haya que preguntarse si ambas posturas, ms all de sus conclusiones contradictorias, no coinciden en un concepto positivista de la historia y en un recurso anacrnico al pasado de Jess para fundamentar as sus valoraciones, bien divergentes, sobre la Iglesia posterior. En mi opinin, la madurez a la que ha llegado la reflexin hermenutica sobre lo que significa la historia y los indudables avances en el conocimiento histrico de Jess permiten hoy plantear de una forma crticamente ms rigurosa y hermenuticamente ms flexible consciente de lo que puede afirmar la historia y de lo que pertenece a la opcin de fe la relacin de la Iglesia con el proyecto de Jess.

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    Obviamente no es posible desarrollar con amplitud un tema de tanta enjundia y me limito a una presentacin breve y sinttica.

    1. El Reino de Dios es el proyecto de Jess y el hilo conductor que explica teolgicamente el surgimiento de la Iglesia.

    El Reino de Dios es el centro de la proclamacin de Jess y lo que explica su actuacin e itinerario vital. Jess anuncia la cercana inslita del Reinado del Padre en el presente y su manifestacin definitiva en un futuro prximo, e insta a la aceptacin de la soberana de Dios en la vida personal y colectiva. Cuando Jess habla del Reino de Dios est hablando de la voluntad o proyecto de Dios en la historia y en la existencia humana. El aspecto temporal de sus anuncio es real, pero secundario.

    El anuncio del Reino de Jess con su dimensin innegable de la espera de un fin prximo est situado en la radical relacin con Dios de toda su actuacin, que implica una renuncia ltima a los planes propios. A modo de ejemplos podemos referirnos a la peticin venga tu Reino, que solo clama por el acontecimiento del Reinado de Dios, pero que deja totalmente en manos de Dios las modalidades de su venida.13

    Para Jess la cercana de Dios es plenitud humana: la aceptacin de esta soberana de Dios es fuente de libertad y se traduce como amor y fraternidad. Pero hay que decir inmediatamente que Jess no se dirige solamente a los individuos aislados y que tampoco presenta el Reino de Dios como un proyecto inmediata y directamente universal. Jess se dirige al pueblo de Israel. Porque hay que tener presente que en la Biblia el Reino de Dios es correlativo al concepto de Pueblo de Dios14, es decir implica un pueblo concreto e histrico que lo acepte, lo visibilice y lo anuncie a los dems. Aqu reside la razn ltima de ese hecho, de otra forma inexplicable y escandaloso, de la eleccin de un pueblo. El Reino de Dios tiene que hacerse concreto y visible en la historia para que el nombre de Dios sea glorificado. Y para ello el Pueblo de Dios tiene que poner de manifiesto la

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    capacidad de humanizacin y de justicia que comporta la aceptacin del Reino de Dios.

    Pues bien, esto es lo que pretende Jess: convocar a Israel para que acepte el Reino de Dios y se prepare a su manifestacin plena. Jess intent promover la reunin definitiva, la congregacin escatolgica, de Israel en vista del Reino de Dios15. Por eso limit su ministerio al pueblo de Israel y no pretendi fundar una institucin religiosa aparte de l. Tampoco fue su intencin formar un grupo de elegidos o selectos que se separasen del resto del pueblo y fuesen como el embrin de un nuevo Israel. Esto es lo que hacan, por ejemplo, los esenios de Qumrn, que se consideraban los hijos de la luz y se separaban de los dems para fundar su propia comunidad en el desierto, porque consideraban que el pueblo los hijos de las tinieblas estaban totalmente corrompidos. Por el contrario, Jess se dirige a todos sin discriminacin. Ms an, se acerca con un afn singular a los pecadores, les anuncia el Reino de Dios y les acepta entre sus seguidores. Y Jess no se preocupa de explicitar las consecuencias que para ellos haba de tener la necesaria conversin, sino de subrayar el carcter inslito del amor de Dios que rompe tabes y marginaciones y busca a lo que se consideraba ms alejado.

    Aqu hay que situar la eleccin por Jess de un grupo de doce de entre sus discpulos. Es una de sus ms importantes acciones simblicas. La mayora de los crticos se inclinan a pensar que es un hecho realmente acaecido. Es inverosmil que la comunidad primitiva designase a Judas como uno de los doce (Mc 14, 10.20.43) si no llega a ser porque la existencia de tal grupo, y la pertenencia de Judas a l, era un hecho que se le impona. Es claro que la constitucin del grupo de los doce dice relacin al pasado de los doce patriarcas del pueblo. Pero hay ms: debe tenerse presente que la esperanza en el restablecimiento de las doce tribus era una de las formas ms comunes de la gran esperanza escatolgica en el restablecimiento de Israel16. Estamos ante una de las acciones simblicas ms importantes de Jess, con la que expresa su voluntad de dirigirse a todo Israel y de promover la renovacin escatolgica del pueblo de las doce tribus. Tras un detenido estudio de la esperanza juda en la restauracin escatolgica de las doce tribus, E. P. Sanders concluye con las siguientes palabras:

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    Vemos que las esperanzas judas del primer siglo para el futuro incluan la restauracin de las doce tribus de Israel. Como se reconoce comnmente es a esta luz como tenemos que entender el motivo de los doce discpulos en los evangelios. Aunque no todos los textos que miran al futuro restablecimiento de Israel mencionan explcitamente el nmero doce, sin embargo es verdad que la expectacin del reagrupamiento de Israel estaba tan extendida y el recuerdo de las doce tribus permaneca tan agudo, que doce tendra que significar necesariamente restablecimiento.17

    De forma similar se expresa G. Lohfink:

    El nmero de doce solo se puede relacionar con el nmero de doce de las tribus de Israel. Pero con las doce tribus se est refiriendo a un punto central de la esperanza de Israel para el tiempo final. Pues aunque el sistema de las doce tribus para entonces haca ya mucho que no exista, se esperaba para el tiempo de la salvacin escatolgica la plena restitucin del pueblo de las doce tribus.18

    Jess mantuvo esta orientacin al pueblo de Israel hasta el fin de su vida y probablemente vio en su muerte el ltimo servicio para que Israel aceptase el Reino de Dios.

    Es claro que Jess no puso en marcha un movimiento misionero hacia los gentiles. De otra forma no se explican las dificultades que existieron en las comunidades primitivas para iniciarlo. Pero tampoco debe olvidarse que as como Nazaret est en el corazn de la montaa galilea, aislado de todo influjo y al margen de las vas de comunicacin, Cafarnan que fue elegida por Jess como centro de su ministerio est en una situacin que prcticamente obliga a tener relacin con ambientes paganos: muy cerca pasaba la Via Maris, que llevaba a Damasco a travs de la Decpolis; la orilla de enfrente del lago, fcilmente accesible a unos pescadores, era ya terreno pagano; al parecer pasaba muy cerca de Cafarnan la ruta que una la Decpolis con el tambin territorio pagano de Tiro y Sidn en la costa siria del Mediterrneo. Las incursiones de Jess por estos territorios, tal como nos cuentan los evangelios, son perfectamente verosmiles. Se trata, sin duda, de narraciones muy teologizadas por la comunidad posterior, pero no hay duda que Jess tuvo

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    contactos con gentiles como, por otra parte, caba esperar de un judo abierto de aquel tiempo.

    De todas maneras lo ms importante no son estos contactos de Jess con paganos, sino el hecho de que de forma mediata los gentiles s tenan cabida en el mismo proyecto de Jess. En la medida en que Israel acepte el Reino de Dios se convertir en una luz para las naciones, es decir, provocar la aceptacin de Yahv por todas las gentes y su peregrinacin a Jerusaln. Como los profetas, Jess tiene una escatologa centrpeta y no centrfuga.

    2. La comunidad pospascual continuadora del proyecto de Jess de promover la renovacin definitiva de Israel y su aceptacin del Reino de Dios.

    Despus estudiaremos con ms detalle cmo tras la muerte de Jess y la experiencia del Resucitado, los discpulos se volvieron a reunir. Tras aquellas experiencias decisivas permanecen a la espera del Reino de Dios y siguen dirigindose a Israel. Continan el proyecto de Jess de promover un movimiento escatolgico de conversin de Israel en vistas del Reino de Dios. Con frecuencia se desconoce esta continuidad fundamental entre Jess y la primera comunidad19.

    Los discpulos son judos, se sienten miembros de Israel y en absoluto piensan separarse de l. El hecho de hacer de Jerusaln el centro de la comunidad pone de manifiesto su conciencia escatolgica y su decidida orientacin hacia Israel en su conjunto20.

    Ahora bien, cada vez con ms claridad los discpulos van percibiendo que el Reino de Dios, causa de la vida de Jess, era inseparable de su persona. Por eso la espera de la venida definitiva del Reino se identifica a sus ojos con la espera de la venida del Seor, con la parusa del Hijo del Hombre. La espera de la segunda venida de Cristo no es sino la expresin cristolgica de la fe radical en el Reino de Dios y en su plenitud, que descubren como inseparable de la persona de Jess21.

    Rafael Aguirre y La Iglesia de Jerusaln 22

    3. Proceso de surgimiento paulatino de la Iglesia cristiana.

    Se da un proceso complejo, en cuyos detalles no puedo entra ahora, en virtud del cual una buena parte de Israel rechaza el anuncio de Jess realizada por los enviados pospascuales, de manera que stos van orientando sus pasos cada vez ms hacia los gentiles.

    El estudio de las diversas iglesias de los orgenes cristianos tiene como uno de sus objetivos principales describirnos este proceso y adentrarnos en los discernimientos histricos y teolgicos que supuso. De estas forma y poco a poco el grupo de los cristianos fue adquiriendo una identidad propia y diferencindose del Israel histrico. El mismo pueblo de Israel fue percibiendo al grupo de los cristianos como una realidad diferente. As fue apareciendo la Iglesia como una realidad teolgica y sociolgicamente diferenciada. Este proceso fue muy difcil y lleno de conflictos en el interior del grupo cristiano y con el judasmo. Creo que vale la pena decir unas palabras para interpretarlo histricamente.

    Es sabido que Israel experiment una terrible crisis, quiz la ms fuerte de toda su convulsa historia, el ao 70. La cada de Jerusaln y la destruccin del Templo por las tropas romanas supona el derrumbamiento de lo que haba constituido la columna vertebral del pueblo y de la religin juda. Desapareca el culto y el sacerdocio; faltaba el Templo de Jerusaln, centro hasta entonces de la identidad de todos los judos; los saduceos perdan su hegemona poltica e ideolgica.

    Esta crisis provoc unas enormes convulsiones en el judasmo, que se vea en la necesidad de recrear una nueva identidad. Obviamente al hablar del judasmo me refiero a algo que implicaba todas las dimensiones de la vida, por lo que estas convulsiones, adems de su dominante aspecto ideolgico, implicaban conflictos de poder muy serios. Aqu jugaron un papel destacado no solo los grupos tradicionales de la poca fariseos, saduceos, esenios sino tambin una serie de movimientos mesinicos, profticos y apocalpticos, ms efmeros, pero de fuerte impacto popular. Pues bien, puede considerarse al cristianismo naciente como un movimiento intrajudo de renovacin22: era una oferta y una posibilidad para

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    que el pueblo de Israel superase la crisis y reconstruyese su identidad. Como ya he subrayado, los primeros cristianos, que eran y se sentan judos, se dirigieron al pueblo de Israel y no pasaba por su cabeza la idea de fundar una institucin religiosa aparte.

    Lo que sucedi fue que el pueblo de Israel super su terrible crisis por la lnea propugnada por el farisesmo, es decir, centrndose en la Ley y en la sinagoga; y, lo que tuvo quiz ms repercusiones, uniformando un judasmo que hasta entonces haba sido enormemente plural. A partir de este momento precisamente como consecuencia del conflicto interno y porque los otros puntos de referencia haban desaparecido el judasmo de cuo fariseo se erige en la ortodoxia juda sin ms. Las otras corrientes judas van siendo marginadas y su literatura es excluida. La recopilacin de la Misn en el siglo II fue la canonizacin de este judasmo de los rabinos, de orientacin farisea. Pero sera un grave error de perspectiva el que este judasmo posterior nos hiciese olvidar el pluralismo existente con anterioridad.

    La relacin con Israel permanece como un elemento fundamental de la conciencia de los primeros cristianos, que es formulado de diversas formas por los distintos autores del Nuevo Testamento. Sin embargo era inevitable que se fuesen constituyendo en entidad propia separada de este judasmo que acabo de describir. Los cristianos tomaron conciencia de este hecho de formas diferentes y con ritmos diversos. Las comunidades predominantemente gentiles fueron las que con ms rapidez y menos problemas se reconocieron con una identidad propia y al margen del judasmo. Hubo otras comunidades, formadas por judos, que mantuvieron su conciencia de pertenecer al Israel histrico hasta mucho ms tarde. No faltaron grupos judeocristianos que cuando el cristianismo era ya un fenmeno sociolgico y teolgico consolidado no aceptaron diferenciarse de Israel, lo que les hizo quedar como ramas cristianas desgajadas y al margen de lo que se suele llamar la gran Iglesia. Los puntos en que los judeocristianos se mostraban especialmente recalcitrantes eran la observancia de la Ley, la fecha de la celebracin de la Pascua (las fechas tienen una importancia decisiva en la identidad social de los grupos) y algunas cuestiones teolgicas

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    (concretamente una cristologa adopcionista). An en el siglo VII parece queMahoma conoci algunos de estos grupos judeocristianos disidentes, que pervivan aislados en el desierto23.

    4. La Iglesia obra de Dios y consecuencia del ministerio de Jess.

    As pues, la Iglesia es el resultado de un proceso histrico que tiene su momento clave y decisivo en la doctrina y obra de Jess. El Vaticano II lo dice de forma muy precisa: El Seor dio comienzo (initium fecit) a su Iglesia predicando la buena noticia, es decir, la llegada del Reino de Dios (LG I, 5). Este texto del Concilio vincula la Iglesia con el anuncio del Reino de Dios y dice que, de esta forma, Jess dio comienzo a la Iglesia, evitando la expresin ms jurdica de fund.

    De esta manera la Iglesia aparece como la consecuencia explicable y legtima de un proceso histrico que tiene su momento decisivo en Jess. Para el creyente este proceso es el despliegue del plan de Dios en la historia y, por eso, sita a la Iglesia en una perspectiva teolgica y trinitaria. Pero, naturalmente, esto es ya una interpretacin de los datos histricos realizada a la luz de la fe. El proyecto de Dios viene de muy lejos, se va desplegando progresivamente siempre en relacin dialctica con la libertad humana y tiene su punto culminante en Jess, de modo que sin lo que l signific no hubiese podido surgir la Iglesia cristiana.

    Entre los autores del Nuevo Testamento ha sido Lucas quien ms profundamente ha reflexionado sobre los orgenes de la Iglesia y quien mejor los ha descrito, hasta el punto de haber dedicado una segunda obra (Hechos de los Apstoles) a este tema. Es claro que Lc presenta una visin teolgica de los orgenes de la Iglesia y no se trata ahora de discutir el valor histrico de los sucesos singulares que narra. Pero s parece que las lneas de fondo del proceso que describe reflejan con fidelidad lo sucedido realmente24. Una serie de datos de la obra lucana ayudarn a percibir mejor el proceso histrico a travs del cual

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    se va desplegando el plan de Dios, que desemboca en la Iglesia cristiana25.

    Sobre todo en los dos primeros captulos de su evangelio, que estn basados en antiguas fuentes semticas, Lc subraya que Jess ha sido enviado a Israel (1, 16.17.32-33.54.68-69; 2, 32.34). A lo largo de su obra utiliza mucho ms que Mc y Mt la palabra griega laos para designar al pueblo26, distinguindolo con claridad de ojlos, que significa muchedumbre o gento. Frecuentemente Lc recurre a palabras y giros de la Biblia griega de los LXX. Y en los LXX laos tiene un sentido preciso para designar a Israel como pueblo elegido y comunidad de salvacin. Jess se dirige al laos y ste responde positivamente (19, 48; 20, 19; 23, 27.35), a diferencia de los lderes que se caracterizan por una respuesta adversa.

    Ya al principio de los Hechos se dice que el nmero de los hermanos reunidos era de unos ciento veinte (1, 15), es decir, diez veces el nmero de los doce apstoles y de las doce tribus. Esta comunidad primitiva representa a todo Israel unido en nombre de Jess y a la espera de la venida del Espritu Santo, que es el don escatolgico prometido a Israel (Hch 2, 17-21 con la cita de Joel 3, 1-5).

    Como hizo Jess, los apstoles en los primeros discursos se dirigen a los israelitas (2, 23; 3, 15) o a toda la casa de Israel (2, 36). Tambin la reaccin del pueblo es francamente positiva en la primera parte de los Hechos (2, 41.47; 3, 9; 4, 4.16-17.21.33; 5, 13-16.26; 6, 7). En varios de estos lugares se trata de la reaccin positiva del laos precisamente (2, 47; 3, 9; 4, 17.21; 5, 13.26). Sin embargo, como ya suceda en el evangelio de Lc, la actitud de los dirigentes es muy negativa (cfr. captulos 4 y 5).

    A partir del episodio de Esteban experimenta un cambio el relato lucano. Crece la hostilidad contra los cristianos y se reduce llamativamente el uso de laos, porque ya no se puede designar positivamente al conjunto de los israelitas. En adelante usa dos veces laos para referirse a la comunidad cristiana (15, 14; 18, 10) y, al mismo tiempo, llama los judos al pueblo hostil e increyente. Para Lc, Israel es el pueblo de los judos cuando ha rechazado definitivamente la conversin. Se cumple la profeca citada en Hch 3, 23: Todo el que no escuche a ese profeta sea exterminado del pueblo. Quien ahora, despus de

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    Pentecosts, no escuche el anuncio de Jess realizado por los Apstoles y se convierta, deja de pertenecer a Israel. El verdadero pueblo de Dios est solo all donde estn los Apstoles y todos los discpulos que se han unido a ellos. Hch 3, 23 muestra la unidad indestructible entre Israel y la Iglesia en el sentido de Lc27.

    La utilizacin de la palabra ekklsia en Hch pone de relieve la coherencia de la visin lucana. Aparece por primera vez en 5, 11, poco antes del mencionado cambio de orientacin, que tiene lugar con el episodio de Esteban (captulos 6 y 7). Se usa por segunda vez en 8, 1-3, cuando se habla de la persecucin de la Iglesia. A partir de este momento aparece regularmente en el resto del libro de los Hechos.

    La conclusin es clara. La Iglesia no es algo que aparece de repente. Es, ms bien, el resultado de un proceso que presupone la convocatoria a Israel y la venida del Espritu Santo. Pero la ekklsia solo se consolida como una entidad diferenciada del pueblo judo cuando el rechazo de la mayora de ste a la predicacin de los Apstoles es irreversible.

    Para Lc hay un Israel que acepta a Jess propuesto en la predicacin, que recibe el Espritu Santo como el don de los ltimos tiempos, que se abre a los gentiles y que forma parte del verdadero Israel (compuesto de judos y paganos). Hay otro Israel que no acepta esta invitacin y que se convierte en los judos. Lc describe un proceso en el que la Iglesia es la obra de Dios(13, 41), que est en continuidad con Israel, que aparece como el desarrollo histrico del plan de Dios, que tiene en Jess su momento decisivo y configurador del futuro. Para Lc no tiene sentido plantearse el problema de la fundacin de la Iglesia. Segn Lc, Jess no ha fundado la Iglesia, pero sin embargo l ha jugado el papel decisivo en el proceso que condujo a la aparicin de la Iglesia28.

    Desde un punto de vista sociolgico esta forma de plantear las cosas es perfectamente verosmil. Frecuentemente cuando un grupo se separa de otro sostiene que lo hace por fidelidad a los orgenes y no se ve a s mismo introduciendo una discontinuidad, sino que atribuye sta a aquellos de quienes se aleja. Es probable que de una forma semejante viese la comunidad primitiva sus relaciones con Israel. Jess no era tanto el

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    fundador de una nueva institucin, sino el salvador de Israel, el que congrega al Israel verdadero del fin de los tiempos29. Lc utiliza para definir a la comunidad cristiana un vocabulario teolgico propio de una iglesia (laos, Israel), pero esto mismo revela una actitud sociolgica de secta (sin que el uso de esta palabra tenga una connotacin negativa desde el punto de vista religioso) que, en el fondo, pugna por diferenciarse de la iglesiajuda30.

    5. Algunas sugerencias.

    Voy a plantear para finalizar tres sugerencias que se desprenden del estudio realizado y que, pienso, tienen importantes repercusiones.

    1. Es muy diferente pensar la Iglesia, ya desde su origen, como una realidad histrica y dinmica, con sus antecedentes, que va descubriendo su camino y sus formas institucionales en un proceso complejo, o verla ya desde el inicio como una entidad esttica, perfectamente definida y, en el fondo, inclume a la historia. Quiz una imagen falsa de sus orgenes contribuya a fomentar la inmovilidad histrica de la Iglesia actual. A veces se cree, confundindolo todo, que amar lo eterno equivale a intentar perpetuar lo temporal31.

    El estudio riguroso de los orgenes de la Iglesia nos muestra que Dios conduce a su pueblo a travs de un proceso histrico muy complicado y conflictivo en el cual y no en instituciones inmutables le descubre la mirada del creyente.

    El origen de la Iglesia, tal como lo he presentado, se caracteriza histricamente por ser un proceso y no responde a un mero decreto institucional explcito ni de Jess ni de Cristo resucitado; y teolgicamente se caracteriza por situar a la Iglesia en el plan de Dios, aunque debe tenerse bien presente que su surgimiento tiene una relacin inmediata con la predicacin y la obra de Jess. El creyente descubre en este complejo proceso la obra de Dios, que a travs de Jesucristo y de su Espritu crea su pueblo de los ltimos tiempos.

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    Sin duda, las palabras de Jess en Mt 16, 18 han tenido una enorme influencia para que se haya pensado en una institucionalizacin puntual y explcita de la Iglesia por parte de Jess. Sin embargo, existe hoy un acuerdo muy generalizado en considerar que este texto es pospascual y no debe leerse como una informacin histrica, sino como una confesin sobre la naturaleza de la Iglesia y su relacin con su Seor. Ms an, en este texto Jess dice edificar mi Iglesia, con lo que est afirmando tambin el carcter de proceso que mira al futuro. La diferencia radica en que para Lc es la obra de Dios, mientras que en Mt se atribuye al Cristo resucitado. El Cristo mateano (cfr. 28, 20) est todos los das hasta el fin de los tiempos con su comunidad. Lc es ms sensible a la ausencia fsica de Jess (cfr. relato de la ascensin) e insiste en la continuidad del proyecto de Dios que se despliega en la historia.

    Me pregunto si, a veces, no latir en los deseos de vincular la Iglesia con un decreto explcito y concreto de Jess un intento por legitimar la Iglesia de una forma tal que suprima la relatividad de lo humano y, en el fondo. ahorre la visin profunda de la fe.

    2. El proyecto de Jess es el Reino de Dios, que implica un Pueblo de Dios concreto, que lo acepte y visibilice. Este es el hilo conductor que explica, tras la negativa de Israel, la aparicin de la Iglesia. La Iglesia queda as relacionada y al servicio del Reino de Dios32.

    Jess acepta plenamente el Reinado de Dios en su existencia humana, pero como hombre es esencialmente limitado y ni se identifica totalmente con el Reino de Dios ni agota la mediacin de Dios en la historia. Dios lleva adelante el Reino comenzado con Jess, precisamente porque ese Reino no queda absorbido en l33. El Reino de Dios tiene una dinmica que abarca a toda la historia y a todos los hombres. Al servicio de esta causa est la Iglesia. Sera inexacto decir que la Iglesia es la forma pospascual de seguimiento de Jess34 si no se aade que est para acoger y difundir el Reinado de Dios. Naturalmente en esta tarea la existencia de Jess es el punto de referencia privilegiado para la Iglesia posterior.

    El servicio al Reino de Dios en la historia es el criterio ltimo que debe guiar la actividad de la Iglesia y el discernimiento de

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    todas sus opciones. Es un reto permanente que sus medios institucionales estn al servicio de su nico fin teolgico y no viceversa.

    3. Un problema teolgico clave es el de la relacin entre Jess y la Iglesia. Modernamente se ha discutido su aspecto cristolgico: la relacin entre la investigacin histrica sobre Jess y la confesin cristolgica posterior. Hoy parece aceptarse que el estudio histrico no puede demostrar que Jess reivindicase para s los ttulos con que despus le va a confesar la Iglesia, pero s puede demostrar una serie de caractersticas en Jess que despus, tras la experiencia pascual, van a explicar el surgimiento histrico de la cristologa. Es lo que se quiere decir cuando se afirma que el historiador descubre una cristologa implcita y no explcita.

    Pues bien, creo que el historiador puede hablar de la eclesiologa implcita de Jess. Reuni un grupo de discpulos, eligi doce de entre ellos, les envi a predicar, entendi su vida y su muerte como un servicio para reunir al pueblo que aceptase el Reino de Dios. Todo esto no es una eclesiologa explcita. Jess se movi siempre en el horizonte inmediato de Israel. Pero tras la experiencia pascual y la venida del Espritu, despus de la actitud concreta que adopt Israel, la causa de Dios promovida por Jess fue dando origen a la Iglesia como pueblo del Reino de Dios, como una entidad cada vez ms definida social y teolgicamente. Es este el proceso que hemos visto35.

    El estudio histrico muestra la legitimidad y coherencia del proceso, pero no puede dirimir el significado ltimo que solo la fe le confiere. No es correcto buscar en el origen jesunico explcito la legitimacin de las formas institucionales de la Iglesia. En este punto hay que decir, por una parte, que probablemente el margen de lo modificable histricamente es mayor de lo que con frecuencia se acepta, que la Iglesia tiene el peligro de revestir con su peculiar legitimacin religiosa la tendencia de toda institucin a la permanencia de sus formas; pero, por otra parte, tambin hay que decir que la fuente de legitimacin y legitimacin teolgica de la institucionalidad eclesial no es su explcito origen jesunico. Esto debera estar patente tras el empeo que he tenido por superar un planteamiento eclesiolgico cristomonista, muy extendido, y

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    sustituirlo por un horizonte teolgico ms amplio, que sita la Iglesia en el plan de Dios, a travs de la obra de Jess y del Espritu. Pero en la medida en que la referencia a Jess es decisiva para el surgimiento y el ser de la Iglesia, tambin es claro que el problema no es si Jess fund la Iglesia, sino cmo tiene que ser la Iglesia si quiere estar fundada en Jess.

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    Notas

    11. Una historia de cmo se ha ido planteando exegtica y teolgicamente esta cuestin, realizada con claridad y con atencin tambin a los ltimos planteamiento de los estudios neotestamentarios en F. SCHUSSLER FIORENZA, Foundational Theology. Jesus and the Church, New York 1985, 60107.

    12. LEvangile et lEglise, Pars 1902, 111.

    13. W. TRILLING, Implizitate Ekklesiologie. Ein Vorschlag zum Thema Jesus und die Kirche, en Studien zur Jesusberlieferung, (Stuttgarter Biblische Aufsatzbnde. Neues Testament 1), Stuttgart 1988, 172.

    14. De la misma forma que el Reino tiene su tiempo, tiene tambin su lugar. Necesita un pueblo, en el que pueda hacerse presente: G. LOHFINK, Jesus und die Kirche, en W. KERN, H. J. POTTMEYER, M. SECKLER, Handbuch der Fundamentaltheologie. 3 Traktat Kirche, Freiburg 1986, 75.

    15. El nico sentido de toda la actividad de Jess es la convocatoria del Pueblo de Dios del tiempo final: J. JEREMIAS, Jesu Verheissung fr die Vlker, Gttingen 1959, 30.

    16. Ecl. 36; 10 s.; 48, 10; Sal Salomn 17, 28-31. 43; Test Mois 3, 4; 4, 9; 1QM 2, 2s.; 3, 13; 5, 1; 11QT 18, 14-16.

    17. Jesus and Judaism, Philadelphia 1985, 98.

    18. o. c. 37, Un texto muy judeocristiano, el Apocalipsis de Juan, ha comprendido muy bien el papel de los doce como fundamento del Israel escatolgico. Presenta a la Jerusaln celeste, llena de gloria, con su muralla edificada sobre doce piedras, que llevan los nombres de los doce Apstoles del Cordero. Cfr. Apoc 21, 9-14.

    19. E. P. SANDERS o. c., 334.

    20. M. HENGEL, Die Ursprnge der christliche Mission, NTS 18 (1971/72) 31: Quien quera dirigirse a todo Israel, deba hacerlo en Jerusaln.

    21. R. AGUIRRE, Reino, Parusa y decepcin, Madrid 1984.

    22. G. THEISSEN, Sociologa del movimiento de Jess, Santander 1979 es quien utiliza esta terminologa. Hablar de cristianismo, sobre todo referido a este momento, es una simplificacin, porque haba muchas lneas diferentes y ninguna quiz claramente hegemnica. Pero creo que esta simplificacin es inevitable para la tipificacin, instrumento til de conocimiento en este caso.

    23. Puede verse la introduccin de J. Jomier a la edicin de El Corn, realizada por J. Cortes (Madrid 1980). Cfr. pg. 16-19.

    24. J. ROLOFF, Hechos de los Apstoles, Madrid 1984, 98; G. LOHFINK, Hat Jesus eine Kirche gestiftet?, ThQ 161 (1981) 81-97.

    25. G. LOHFINK, Die Sammlung Israels, Mnchen 1975.

    26. Frecuencia de laos : Mt 14/ Mc 3/ Lc 37/ Jn 3/ Hch 48.

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    27. G. LOHFINK, art. c., 90.

    28. G. LOHFINK, Jesus und die Kirche, 64.

    29. G. LOHFINK, art. c., 84.

    30. F. BOVON observa que en la actualidad hay una cierta reaccin contra la tendencia reciente a identificar de forma excesiva Israel y la Iglesia en la interpretacin de Lc. Cfr. L oeuvre de Luc. Pars 1987. Dice muy acertadamente que el discurso teolgico de Lc sobre la Iglesia como pueblo elegido es, ante todo, un signo de la ruptura histrica de la comunidad primitiva con el judasmo dominante, pg. 254.

    31. J. M. ROVIRA y BELLOSO, Fe y cultura en nuestro tiempo, Santander 1988, 93.

    32. Por eso no es adecuada la expresin tan frecuente y ya usada por escritores eclesisticos antiguos, segn la cual Jess es autobasileia, que viene a sugerir la identificacin plena del Reino con Jess.

    33. W. TRILLING, art. c., 181.

    34. J. BLANK, Jess de Nazaret. Historia y mensaje, Madrid 1973, 167-171.

    35. F. SCHSSLER FIORENZA, The Foundational Theology. Jesus and the Church, New York 1985 ampla el concepto de fundar, que no puede restringirse a la intencin explcita del sujeto. Lo que est objetivamente contenido en la obra de una persona es mucho ms de lo que puede detectar su intencin personal. En el caso que nos ocupa la cuestin debera ser si la proclamacin y las obras (de Jess) tienen un sentido que legitima la emergencia de la Iglesia (pg. 114). No rechaza el uso de las categoras implcitoexplcito, que han sido utilizadas sobre todo en cristologa, pero considera que es mejor reflexionar sobre el significado de continuidad histrica. Esta reside en una interpretacin a posteriori de la historia que depende del punto de vista que se adopta y de los valores por los que se opta. Schssler Fiorenza desarrolla una sugerente visin de la relacin entre Jess y la Iglesia, a partir de lo que llama una hermenutica reconstructiva (el proceso constante de reinterpretacin del sentido descubierto en Jess) y que forma parte de su proyecto de Foundational Theology, que no es simplemente Fundamental Theology.

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    IV. LA IGLESIA DE JERUSALEN HASTA LA GUERRA JUDIA DEL AO 70.

    1. La primitiva comunidad de Jerusaln como el Israel de los ltimos tiempos.

    Al leer los Hechos de los Apstoles parece que la comunidad de Jerusaln es la nica existente en los primeros momentos. Pero ya sabemos que Lc simplifica la historia y no se puede excluir que hubiese discpulos de Jess en otros lugares. En el misma libro de los Hechos se da por sentado que haba comunidades en Galilea y en Damasco (9, 2.31). Tras la dispersin que sigui a la crucifixin, pronto los discpulos regresaron a Jerusaln y, en todo caso, es cierto que la comunidad de esta ciudad tuvo un papel histrico nico.

    Tenemos que preguntarnos, por qu estos hombres de origen galileo, se renen otra vez y permanecen en Jerusaln? La respuesta es la siguiente: a) porque es el lugar ms idneo para difundir el anuncio de Jess resucitado y de la venida del Reino36; b) porque responde a su voluntad de dirigirse a todo el pueblo de Israel, sin segregarse ni restringirse a una lite de elegidos; c) porque responde a su esperanza escatolgica, que tendra en Jerusaln su centro de manifestacin. Estn convencidos de que en Jess y en su propia comunidad se cumplen las promesas hechas a Israel37.

    Esta primera comunidad jerosolimitana vive en una fuerte tensin escatolgica y quieren conseguir la conversin y la convocatoria de Israel para que acoja la cercana manifestacin del reino de Dios. Como hemos visto, hay en esto una continuidad radical entre el proyecto de Jess y el de la primera comunidad pospascual. Sin embargo, esta comunidad explicita un elemento: ellos saben que el Reino de Dios es inseparable de la persona de Jess y, por eso, al anunciar el Reino de Dios anuncian tambin la segunda venida de Jess. O, dicho de otra forma, viven la espera de la parusa del Seor como la forma concreta que revestir la llegada definitiva del Reino de Dios. Esta esperanza se expresa en una breve y antiqusima invocacin que se nos ha conservado en arameo, y que procede, sin duda,

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    de esta primitiva comunidad palestina: Maranatha, Ven, Seor (1 Cor 16, 22; Apoc 22, 20).

    Las autodesignaciones que emplea la comunidad de Jerusaln expresan con claridad su conciencia de ser el Israel escatolgico (los santos, Rom 15, 25; los elegidos, Mc 13, 22.27). Pronto aparece la designacin Iglesia de Dios (ekklsia tou Zeou). En el AT griego (la versin de los LXX), la palabra ekklsia traduca el hebreo qhl para referirse tcnicamente a la asamblea santa de los israelitas en el desierto. Con esta autodesignacin la comunidad de Jerusaln (Hch 5, 11; 8, 1.3) est expresando su conciencia de ser la continuadora legtima del verdadero Israel y de ser el pueblo de Dios de los ltimos tiempos38.

    Estos discpulos de Jess no se separan obviamente del pueblo de Israel, sino que son un grupo peculiar dentro de l. Se les conoce como la secta de los nazarenos(24, 5; 28, 22), de modo anlogo a como se hablaba de las sectas de los fariseos o de los esenios (Hch 5, 17; 15, 5). Y, ciertamente, un socilogo no habra tenido dificultad en clasificar a aquel grupo de creyentes en el Mesas Jess como una secta, que quera renovar profundamente el judasmo oficial y pretenda incorporar la verdadera interpretacin de lo que es Israel y de en qu consiste ser creyente en el Dios de los padres.

    2. Elementos de la vida comunitaria.

    Los Hechos de los Apstoles nos transmiten en tres pequeos sumarios una sntesis apretada y denssima de los elementos fundamentales de la vida de la comunidad de Jerusaln (2, 42-47; 4, 32-35; 5, 12-16). No es posible entrar aqu en los complejos problemas literarios planteados por estos textos, ni en su valor histrico ni en sus analogas culturales. Baste decir que es claro que se presenta un cuadro idealizado de la vida de la primitiva comunidad. La intencin de Lc es poner ante los ojos de su iglesia un ideal teolgico que debe alentar su vida a travs del tiempo. Pero tampoco es arbitrario admitir que el texto puede perfectamente estar basado en algunos rasgos histricos ciertos. Es normal que en los momentos fundacionales y carismticos surjan experiencias y se promueva una

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    radicalidad que despus, con el paso del tiempo, resultan difcilmente sostenibles.

    Por su importancia vamos a leer el primero de los sumarios citados:

    Perseveraban en la enseanza de los apstoles y en la comnunin de vida, en la fraccin del pan y en las oraciones. El temor se apoder de todos, pues los apstoles realizaban muchos prodigios y seales. Todos los creyentes vivan unidos y tena[todo en comn; vendan sus posesiones y bienes y repartan el precio entre todos, segn la necesidad de cada uno. Acudan al Templo todos los das con perseverancia y con un mismo espritu, partan el pan por las casas y tomaban el alimento con alegra y sencillez de corazn Alababan a Dios y gozaban de la simpata de todo el pueblo El Seor agregaba cada da a la comunidad a los que se haban de salvar (2, 42-47).

    El primer versculo (marcado tipogrficamente) es el enunciado general, que presenta los elementos que posteriormente se desarrollan. La primitiva comunidad viene caracterizada con cuatro rasgos, que se presentan en dos grupos de dos miembros cada uno. Parece claro que esta disposicin indica que solo si hay una suficiente unidad en la fe y una comunicacin de bienes efectiva puede celebrarse la eucarista y la liturgia. Una breve explicacin de cada uno de estos cuatro rasgos nos introducir en la vida de la primitiva comunidad de Jerusaln.

    Perseveraban en la enseanza de los apstoles. Se trata de la asiduidad en la enseanza y de la unidad en la fe. La Iglesia se forma por la proclamacin y la aceptacin de la Palabra de Dios. Aquellos primeros cristianos, como buenos judos que eran estaban adiestrados en el respeto a la tradicin y en su transmisin fiel. Sin duda, para ellos pronto las palabras de Jess formaron parte de esa tradicin que haba que custodiar, de manera que cultivaron y transmitieron numerosas tradiciones evanglicas. Parece lgico pensar que en la comunidad de Jerusaln los recuerdos de la pasin y muerte de Jess, as como las primeras experiencias pascuales, tuvieron que revestir una importancia especial. Se admite incluso muy comnmente que muy pronto pusieron por escrito un relato de la pasin, que algn autor moderno llega a situar no ms tarde del ao 4039.

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    Sin duda en la comunidad de Jerusaln se transmitan frmulas de fe y tambin parece que un relato de la Ultima Cena tiene su origen en esta comunidad. De hecho, la terminologa que usa Pablo para hablar de la Cena y de la confesin pascual es la utilizada tcnicamente en el judasmo para designar la tradicin que debe ser fielmente transmitida: os transmit lo que recib (1 Cor 11 ,23 y 15, 3. Los trminos griegos empleados, paralambanein paradidonai, recibir entregar, son la traduccin exacta de la frmula hebrea empleada por los escribas quibbel min-masar le). Tambin tiene su origen en Jerusaln la llamada fuente Q. Se trata de una coleccin de palabras de Jess, de estilo bastante semtico y de teologa muy arcaica, que utilizaron Mt y Lc para componer sus evangelios.

    Pero estos primeros discpulos no se limitan a conservar y transmitir literalmente las tradiciones de Jess, sino que las reelaboran para iluminar las nuevas situaciones que se van presentando. Para ello aplican a las palabras de Jess una serie de procedimientos que los judos aplicaban a la palabra de Dios del Antiguo Testamento con el fin de desentraar su sentido actual. La interpretacin y exgesis de las palabras de Jess fue una de las actividades primeras y fundamentales en la vida de la Iglesia. En un contexto judo es impensable una comunidad cristiana que no tenga una cierta actividad escolar y teolgica. Esto fue fundamental para ir fraguando las tradiciones que despus seran recogidas en nuestros evangelios.

    Estos cristianos afincados en Jerusaln necesariamente tenan que guardar y comunicar el recuerdo de los lugares donde haban sucedido los episodios ms importantes de la vida de Jess, sobre todo de la pasin. Ms an, con toda probabilidad visitaban estos lugares y celebraban all su fe. Los judos de aquel tiempo, como los de ahora en Palestina, gustan de peregrinar a los lugares relacionados con los varones piadosos, especialmente a sus tumbas, y es totalmente normal que los discpulos de Jess hicieran lo propio con su maestro. Para una poca un poco posterior est perfectamente documentada la peregrinacin y devocin a los santos lugares que practicaba la comunidad de Jerusaln, que con toda probabilidad no haca sino seguir una costumbre de la primera hora40. Y es muy posible que en los diversos lugares se cultivasen las tradiciones de Jess vinculados con ellos.

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    y en la comn-unin de vida (koinnia). La palabra griega koinnia, en este contexto, podemos traducirla por comn-unin de vida o por comunin fraterna. Es claramente el elemento que ms se subraya en los dos primeros sumarios (2, 44-45; 4, 32.34-35).

    Ya he indicado que se trata de una clara idealizacin de la vida de la primitiva comunidad, pero que cuenta con cierta base histrica, como se pone de manifiesto en el hecho de citar nombres concretos en torno a este tema (Hch 4, 36-37; 5, 1-2). De hecho, los casos de Ananas y Safira (5, 1-11), como ms tarde las quejas de los helenistas (6, 1-6), indican que las cosas no fueron tan idlicas y que hubo serios conflictos a la hora de administrar y de compartir los bienes.

    En la descripcin de Lc hay que destacar tres elementos:

    a) La raz de la comunin est en la fe que se comparte; Lc subraya en ambos sumarios que se trata de los creyentes (2, 44; 4, 32).

    b) La comunin implica una unidad espiritual: la multitud de los creyentes no tena sino un solo corazn y una sola alma (4, 32). Para enfatizar esta comunin a Lc le gusta hablar de la unanimidad de la primitiva comunidad.

    c) La comunin tiene una repercusin material, se comparten los bienes y se pone todo en comn41. Es ste el aspecto que ms se desarrolla y ms se subraya en la descripcin de los Hechos. Es algo obvio para la mentalidad bblica y para los primeros cristianos que la fraternidad y la comunin no es algo meramente intencional e inverificable, sino que tiene que tener traducciones histricas y eficaces.

    Esta comunin no lleg a traducirse en el plano de la produccin de bienes, como entre los esenios de Qumrn, que vivan en unas condiciones muy especiales, aislados en el desierto. Tampoco parece que fuese absolutamente obligatorio entregarlo y compartirlo todo, pues Pedro reconoce que Ananas y Safira hubiesen podido disponer del precio del campo que han vendido y su pecado consiste en que han mentido al Espritu Santo al ocultar parte del dinero obtenido (5, 1-4).

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    El cuadro que Lc presenta responde al ideal griego de la amistad, segn la conocida mxima de que entre amigos todo es comn. Pero tambin quiere decirnos que en la primitiva comunidad se realiza la promesa del Deuteronomio: en el pueblo elegido no habr pobres porque se establecer la fraternidad perfecta (Dt 15, 4). Presentndose como la realizacin de estas promesas, la comunidad primitiva se est declarando el Israel escatolgico, el pueblo de Dios de los ltimos tiempos.

    Hay dos instituciones judas que han podido servir de modelo a este comportamiento de la comunidad primitiva42: el Tamjurz, distribucin diaria de alimentos a los pobres de paso, y la qppah, distribucin semanal de alimentos y vestidos a los pobres de la ciudad. Pero, sin duda, hay que contar, sobre todo, con las palabras de Jess que haba exigido la renuncia de los bienes en favor de los pobres, y con el comportamiento de Jess y de sus discpulos, que haban abandonado todo y vivan de una bolsa comn.

    Tambin perseveraban en la fraccin del pan, en la celebracin eucarstica, que es desde el primer momento el centro especfico de la comunidad cristiana. La misma disposicin de los elementos de la vida cristiana en Hch 2, 42 deja claro que la celebracin de la eucarista exige como condiciones previas la comunin en la fe y la solidaridad efectiva en la vida. La primera condicin se mantiene con rigor en la Iglesia actual y es la razn por la cual la legislacin eclesistica no permite la participacin eucarstica plena con cristianos no catlicos. En cambio, la segunda condicin la solidaridad efectiva en la vida, que implica la comunicacin de bienes no se urge de ninguna forma. Es necesario recuperar la exigencia de justicia como condicin para que pueda haber una fraccin del pan realmente cristiana. San Pablo es muy tajante en este punto y a los fieles ricos de Corinto, que se renen a celebrar la Cena del Seor despus de haber comido hasta hartarse mientras los pobres pasan hambre, les dice simplemente que eso no es comer la Cena del Seor (1 Cor 11, 20) y que comen y beben su propio castigo (1 Cor 11, 29).

    Los creyentes de Jerusaln acudan al Templo todos los das y con un mismo espritu partan el pan por las casas (2, 46). Probablemente se alude a la existencia de iglesias domsticas,

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    es decir a grupos de cristianos que se reunan habitualmente en la casa de alguno de sus miembros, de modo que el jefe de esta casa o familia fcilmente desempeaba un ministerio clave en la vida de la comunidad43.

    Hay dos tradiciones de la institucin eucarstica, ambas fuertemente coloreadas por el uso litrgico, una la de Mc 14, 22-25 (Mt 26, 26-29) de origen jerosolimitano, y otra la de Pablo en 1 Cor 11, 23-25 y Lc 22, 15-20 de procedencia antioquena. La celebracin de la Eucarista era verosmilmente un contexto muy adecuado para cultivar y transmitir tradiciones de Jess y de los acontecimientos pascuales.

    en las oraciones. Es otro elemento esencial de la vida de la primitiva comunidad, como tambin lo haba sido de la de Jess. Desde el principio se nos dice que todos ellos perseveraban en la oracin con un mismo espritu en compaa de algunas mujeres, de Mara, la madre de Jess, y de sus hermanos(1, 14). En momentos de importancia y dificultad la comunidad aparece orando (4, 31; 6, 6; 12, 12).

    Como es normal, los creyentes de Jerusaln frecuentaban el Templo (2, 46; 3, 1; 5, 42) y practicaban los diversos tipos de oracin, que eran habituales en los judos fieles. Pero tambin tenan oraciones cristianas propias, entre las que tiene un lugar destacadsimo el Padre Nuestro, que se remonta esencialmente a Jess y cuya antigedad se pone de manifiesto por su perfecta retraduccin al arameo o al hebreo. Tambin la breve invocacin aramea Maranatha, Ven, Seor, es una oracin que surge en el culto de la comunidad palestina y que tiene la particularidad de dirigirse al mismo Jess.

    3. Papel de la comunidad.

    Aunque sabemos que Lc, ms que darnos informaciones histricas, lo que pretende es mostrarnos la difusin de la Palabra de Dios y la eficacia de su Espritu, no dejan de tener un cierto valor histrico sus informaciones sobre el rpido crecimiento de la comunidad primitiva.

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    La primera reunin de creyentes consta de ciento veinte hermanos, diez veces doce, cifra evidentemente simblica (1, 15). Tras la primera predicacin de Pedro el da de Pentecosts se les unieron ms de tres mil personas (2, 41). Tras la segunda predicacin, que tuvo lugar en el Templo, los convertidos ya son cinco mil (4, 4). Un xito tan colosal y tan rpido es totalmente inverosmil, sobre todo si tenemos en cuenta que la poblacin de Jerusaln giraba en torno a los 20.000 habitantes.

    Pero podemos admitir como muy verosmil el eco popular positivo que encontraba este primer grupo de creyentes entre sus compatriotas judos, as como un crecimiento notable. Tambin puede reflejar la verdad histrica lo que nos dice Hch 15, 5 que algunos de la secta de los fariseos haban abrazado la fe. Hay varias razones para admitirlo: a) se acepta hoy que la dura enemistad entre los fariseos y Jess, presente en algunos pasajes evanglicos refleja, en gran medida, las polmicas de la iglesia posterior y no las circunstancias de la vida de Jess; b) hay concomitancias doctrinales fundamentales entre el cristianismo primitivo y el farisesmo. por ejemplo en torno a la resurreccin (cfr. Hch 23, 6-9): c) los fariseos podan encajar muy bien con el marcado carcter judo que caracteriz a la comunidad cristiana de Jerusaln y, recprocamente, su presencia en ella ayudara a explicarla.

    Pienso que hay que tomar muy en cuenta una informacin que pasa frecuentemente desapercibida: La Palabra de Dios iba creciendo; en Jerusaln se multiplic considerablemente el nmero de los discpulos, y multitud de sacerdotes iban aceptando la fe(6, 7). Haba sacerdotes de diferentes orientaciones ideolgicas y, en principio, no es nada inverosmil que algunos se convirtiesen. Pero quiz se puede decir algo ms: no later tras estas palabras el conocimiento de Lc de que algunos esenios, que originariamente procedan de estirpes sacerdotales, se hicieron cristianos? En efecto, est documentada arqueolgicamente la existencia en Jerusaln de un barrio esenio, cerca de la llamada Puerta de los esenios, en la parte alta de la ciudad, precisamente por la zona donde la tradicin ms antigua localizaba tambin a la primitiva comunidad cristiana de la ciudad. Si aadimos que hay ciertas

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    prcticas parecidas entre la comunidad cristiana y los esenios, esta hiptesis resulta muy verosmil44.

    Como es sabido una pequea secta mesinica se basa en la adhesin libre, en la fuerte participacin de todos sus miembros, y en la intensidad y horizontalidad de las relaciones entre ellos. Este tipo de relaciones se encuentran en los sumarios que describen la vida de la comunidad de Jerusaln, pero otros datos viene a corroborarlo. Pedro recurre a la comunidad para que busque y presente a quien pueda sustituir a Judas (1, 15-26). Al salir del Sanedrn Pedro y Juan cuentan lo sucedido a la comunidad, que da gracias a Dios y recibe el Espritu Santo (4, 23-31). Es toda la asamblea la que escoge y presenta a los Apstoles a quienes deben dirigir a los helenistas (6, 3-6). No est claro si quienes les imponen las manos son solo los Apstoles o toda la asamblea (6, 6), pero en una situacin anloga es la comunidad de Antioqua la que impone las manos a Bernab y Saulo para enviarlos a misionar (13, 3). Despus de la opcin decisiva de relacionarse con incircuncisos Pedro da explicaciones en Jerusaln a toda la comunidad judeocristiana (11, 1-4). Por fin, la decisin de la Asamblea de Jerusaln se enva a Antioqua por decisin de los Apstoles y presbteros, de acuerdo con toda la Iglesia (15, 22).

    4. Los Doce y Pedro.

    Conzelmann destaca cmo, a diferencia de los esenios de Qumrn, cuyos escritos describen con minuciosidad la organizacin de la secta, las fuentes cristianas nos cuentan bien poco de la organizacin de la comunidad primitiva. El mencionado autor lo atribuye a que dicha comunidad vea su esencia no en la constitucin externa, sino en el cumplimiento de su tarea, en la misin. Pero hay una razn sociolgica evidente en este hecho: el aspecto organizativo es totalmente secundario en un grupo que vive unos inicios carismticos, en tensin escatolgica, sin reflexiones institucionales y que no se plantea una organizacin alternativa al judasmo. Veremos que posteriormente el elemento organizativo, y consiguientemente el momento institucional, fueron adquiriendo mayor importancia.

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    Ya hemos visto que con gran probabilidad el grupo de los Doce se remonta a Jess y simboliza su voluntad de congregar a todo Israel, como el pueblo de la nueva alianza, ante el Reino de Dios que viene. La orientacin hacia Israel y la voluntad de congregacin escatolgica se mantienen bien vivas en la comunidad pospascual, lo que les lleva a reconstituir el grupo de los Doce, supliendo a Judas (Hch 1, 15-26).

    Estamos muy acostumbrados a or hablar de los Doce Apstoles y, de hecho, Lc tiene un concepto muy peculiar de apstol, que se restringe a los Doce, porque ellos son los testigos de la vida terrena de Jess y los enviados por el Resucitado (1, 21-22). Pero histricamente ni es nada claro que los Doce fueran apstoles desde el principio ni se puede reducir este ttulo solo a ellos.

    Los primeros captulos de Hch mencionan repetidamente la presencia de los Doce en Jerusaln. Se cita la lista de sus nombres en compaa de algunas mujeres, de Mara y de los hermanos de Jess (1,13-14). Se habla de su predicacin y enseanza (2, 42; 6, 2.4) y de los prodigios que hacan (2, 43; 5, 12). Dan testimonio de la resurreccin (4, 33). Los creyentes venden sus bienes y ponen el producto a los pies de los Apstoles (4, 35.31; 5, 2). Sufren la persecucin (5, 18.40). Son quienes deciden dar unos dirigentes propios al grupo de los helenistas (6,2). Se renen y deciden en la Asamblea de Jerusaln, en la que siempre se les menciona junto con los presbteros (15, 2.4.6.22.23; 16,4). El grupo desaparece en Hch a partir de este momento. Pablo tambin nos habla de la presencia de los Apstoles en Jerusaln en el tiempo de su primer viaje aunque l solo se vio con Pedro y con Santiago el hermano del Seor (Gal 1, 19).

    Los textos de Hch estn muy reelaborados y es muy difcil saber cul fue la funcin del grupo de los Doce en la comunidad primitiva de Jerusaln. Todo parece indicar que no fueron propiamente un rgano de mando de esta comunidad sino un smbolo de la plenitud del pueblo de Dios en el tiempo final45.

    Dentro de este grupo destaca el papel de Pedro y Juan (3, 1-11; 4, 13-23; 8, 14); quiz ellos s han tenido un papel efectivo de direccin46. En todo caso, es innegable el protagonismo de Pedro. Aparece reiteradamente como el portavoz de los

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    Apstoles. Tiene una actividad misionera que va ms all de la comunidad de Jerusaln (9, 32-42; 1011; 1 Cor 9, 5). Despus de su conversin Pablo sube a Jerusaln para conocer y ser informado por Pedro (historsai), en cuya compaa permaneci quince das (Gal 1, 18)47. Sin duda Pedro posee una autoridad personal indiscutible, derivada primordialmente de su privilegiada posicin como primer testigo de la Resurreccin y realizada, con la fuerza del Espritu, en la diakonia de la Palabra. Pero ni siquiera esta figura egregia de Pedro permite percibir en el texto lucano una estructura ministerial fija, constitutiva de la comunidad primitiva48.

    Los Doce tienen una funcin simblica y proftica en el plan de Dios para Israel y no constituyen propiamente un elemento organizativo de la comunidad de Jerusaln. Su funcin va perdiendo sentido a medida que aparece claro que la tarea de congregar a todo el pueblo de Israel no tiene xito y la inminencia escatolgica se afloja. Por eso, cuando matan a Santiago, el hijo del Zebedeo (ao 41 al 44; cfr. Hch 12,1-2) ni le nombran sucesor ni sienten la necesidad de recomponer el grupo de los Doce, a diferencia de lo que haba sucedido en el primer momento con la eleccin de Matas (Hch 1, 15-26)49.

    5. Persecuciones y primeros conflictos. Los Helenistas.

    5.1. Primeras persecuciones.

    En los captulos 4 y 5 de Hch se nos narran las dos primeras persecuciones contra los discpulos en Jerusaln. El notable parecido entre ambos relatos inclina a pensar que se trata de la misma tradicin repetida dos veces, la primera con Pedro y Juan como protagonistas y la segunda con todos los Apstoles.

    La persecucin procede de los sumos sacerdotes y de los saduceos (4, 5s.; 5, 17), que haban estado ya en el origen de la muerte de Jess. Pero no se dice a qu se debe la persecucin. Lc nos da la razn que mueve a los Apstoles que estaban contentos por haber sido considerados dignos de sufrir ultrajes por el Nombre (Hch 5, 41), pero probablemente l mismo ignora la causa exacta que movi a la autoridad juda.

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    5. 2. El conflicto de los helenistas.

    Pese a la indudable voluntad lucana de resaltar la unidad sabemos que pronto se plante un serio conflicto interno en el seno de la comunidad cristiana.

    El presupuesto del problema est en la heterogeneidad social y cultural de los primeros cristianos y en la administracin de los bienes destinados a ayudar a las viudas como los miembros ms necesitados de la comunidad. En Jerusaln haba una importante colonia de helenistas, judos de cultura y lengua griega, que procedentes de la dispora se haban instalado en la ciudad. Tenan su propia sinagoga, lean la Biblia en griego y, en general, su judasmo haba recibido el influjo del pensamiento heleno. Pero no debe pensarse que su espritu religioso fuese menos fervoroso: su mismo asentamiento en Jerusaln est expresando su amor a las tradiciones de su pueblo y su consideracin por el papel teolgico y escatolgico de la Ciudad Santa. Tambin parece que los helenistas solan ser de mejor condicin econmica, quiz en buena parte con capitales adquiridos en el extranjero.

    Pues bien, pronto en la comunidad cristiana hubo un sector hebreo, judos autctonos, que hablaban arameo y entre los que se contaban los Doce, y otro sector helenista; es decir, se introdujo entre los cristianos la diversidad que exista entre los judos.

    No tard en surgir un conflicto, al perecer por razones econmicas. Los helenistas se quejaban porque sus viudas salan desfavorecidas en el reparto de unos dineros que era aportado fundamentalmente por ellos: porque sus viudas eran desatendidas en la asistencia cotidiana (en t diakonia t kazmerin. Hch 6, 1). Esta expresin griega designa probablemente una ayuda material para la vida cotidiana que se reparta en la comunidad cristiana, como se haca tambin entre los judos pobres de Jerusaln. Parece que en la comunidad primitiva existi un papel de gestin financiera, al que no fueron ajenos al principio algunos apstoles50, y que posteriormente qued en manos de los presbteros51.

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    Ante el conflicto los Apstoles arbitran una solucin dando una organizacin propia a los helenistas y para ello piden a la comunidad que busquen (episkepsate52) siete hombres de entre los helenistas para ponerles al cargo de los de dicha procedencia. La asamblea acepta la propuesta, elige a los siete, cuyos nombres se dan (6, 5), y los presentan a los Doce que los establecen53 en su nueva funcin por una oracin acompaada de la imposicin de las manos, segn la costumbre juda. El nmero de siete se explica por analoga con la junta directiva de las poblaciones judas, que constaba de siete hombres54; tambin las comunidades sinagogales judas tenan, por regla general, un consejo de siete ancianos; Flavio Josefo design siete jueces en cada ciudad de Galilea para dirimir los conflictos menores durante la guerra juda55. Es destacable que no se eligiese un colegio de doce para dirigir a los helenistas, lo que confirma que los Doce no fueron inicialmente un rgano administrativo, sino un smbolo de la restauracin escatolgica del pueblo de Dios.

    La eleccin de los siete no puso en duda el significado fundamental de los Doce y tuvo primeramente un sentido administrativo, aunque tambin realizaron despus una tarea misionera y de servicio a la Palabra de Dios, como se ve en los casos de Esteban (Hch 7) y Felipe (Hch 8). En todo este asunto se pone de manifiesto cmo ante una necesidad nueva se crean unos ministerios nuevos, que no pretenden ser un orden permanente, y que se realizan mediante un dilogo y una participacin de los responsables y de toda la comunidad.

    5. 3. La persecucin contra los helenistas.

    Los Hechos nos informan de una gran persecucin contra la iglesia de Jerusaln, de fecha muy temprana, pues es anterior a la conversin de Pablo (8, 1-3). En realidad no fue toda la iglesia la afectada, sino solo los helenistas: solo ellos tienen que abandonar la ciudad, mientras que los Apstoles permanecen sin problemas. Probablemente despus de los primersimos incidentes al de poco de la Pascua (Hch 4-5) originados por la aristocracia saducea, los Apstoles lograron una cierta respetabilidad en el seno del pueblo judo56.

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    Es comprensible que fueran los helenistas, de cultura griega y ms liberales ante el Templo y la Ley, los que suscitasen las iras de los judos y provocasen la persecucin. Esteban, la figura principal de los helenistas, es martirizado (7, 55-60) y los dems tienen que huir y en su dispersin van anunciando la Buena Noticia de Cristo (8, 3), dirigindose primero a los samaritanos (8, 5 ss.), que eran unos judos disidentes, despus a la franja costera del Mediterrneo (8, 40), donde la cultura griega es muy importante, hasta llegar, por fin, a la ciudad de Antioqua, en la que el evangelio se va a proponer tambin a los paganos (11, 18-20). Estos judeocristianos helenistas van a tener una importancia decisiva no solo para abrir la fe en Cristo a los paganos sin obligarles a hacerse judos, sino tambin para toda la aclimatacin del cristianismo a la cultura helenista del imperio romano. As mismo estos helenistas proporcionaron a los cristianos una importante base urbana de misin y organizacin gracias a la amplia red de sinagogas helenistas, que permiti la rpida irradiacin de Jerusaln a Antioqua y Damasco57. Y no puede olvidarse que, al fin y al cabo, Pablo, judo y fariseo, pero nacido en una ciudad de la dispora (Tarso) importante y helenizada, va a profundizar en el camino abierto por ellos.

    5. 4. La persecucin de Agripa I (aos 41-44).

    En tiempo de Agripa I (aos 41-44) se desat una persecucin ya no solo contra los helenistas sino contra toda la iglesia de Jerusaln, Apstoles incluidos. Agripa era nieto de Herodes el Grande y haba sido educado en Roma, donde entabl ptimas relaciones con vanos miembros de la casa imperial. Poco a poco los emperadores le fueron nombrando rey de los diversos territorios palestinos hasta el punto de que por un breve lapso de tiempo qued interrumpido el rgimen de prefectos romanos de Judea y se unific bajo su trono lo que haba sido todo el reino de su abuelo Herodes. Agripa, helenista y buen amigo del emperador, fue un hbil maniobrero poltico que supo vincularse con los sectores ms tradicionales del judasmo para ganarse las simpatas de los fariseos y del pueblo58.

    Desde la muerte de Esteban y la persecucin de los helenistas haba evolucionado la situacin dentro del judasmo de los

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    cristianos de lengua aramea. Por una parte, desapareca la esperanza de una rpida conversin de Israel y, por otra, la comunidad cristiana de Jerusaln suscitaba una fuerte desconfianza en un nacionalismo judo en auge por su vinculacin con unos judos laxos que actuaban fuera de Judea. Los fariseos estaban deja