aguanten che ii aniversario

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SALÚ AGUANTEN CHE , DESDE 2012 VERTICALIZANDO LA OFERTA DE PASES. PARA FESTEJAR EL SEGUNDO AÑO SOÑABAMOS CON PUBLICAR UN LIBRO. NOS DIO PARA HACER UN PDF.

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Para nuestro segundo cumpleaños, soñábamos con publicar un libro. Nos dio para hacer un PDF.

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Page 1: Aguanten Che II Aniversario

S A L Ú A G U A N T E N C H E , D E S D E 2 0 1 2V E R T I C A L I Z A N D O L A O F E R T A D E P A S E S .

P A R A F E S T E J A R E L S E G U N D OA Ñ O S O Ñ A B A M O S C O N P U B L I C A RU N L I B R O .

N O S D I O P A R A H A C E R U N P D F .

Page 2: Aguanten Che II Aniversario
Page 3: Aguanten Che II Aniversario

Cuando arrancamos con este proyecto dos años atrás, lo hicimos con ilusión, muchísimas dudas y una convicción: construir un espacio que descontracturara al ya estresante fútbol y que buscara combinar humor con información, entrevistas, datos curiosos y cultura. Abrir las puertas de un hogar en donde el equipo más insignificante mereciera la misma cobertura que el más poderoso, donde se remarcaran las atroces diferencias que hay en nuestro deporte rey, donde todos los hinchas sintieran que pueden tener un espacio.

Pasaron dos años y creemos haber logrado algo parecido a eso. Aguanten Che demanda es-fuerzo y retribuye una alegría ilimitada al conectarnos con miles que sienten el fútbol al igual que nosotros. Pero dejemos los balances para otro momento y sigamos disfrutando y traba-jando día a día porque, como bien dijo cierto faro, el camino es la recompensa.

Miguel Méndez.J E FE DE REDACCIÓN

Page 4: Aguanten Che II Aniversario

D A M E U N A U .

S E R É E L P R I M E R O R I E N T A L C A P O C A N N O N I E R E .

1 1 L I B R O S D E H A R R Y P O T T E R S O B R E E L F Ú T B O L U R U G U A Y O .

E L A C T O R Q U E N O Q U I S O S E R F U T B O L I S T A .

E L D Í A Q U E U N L Í N E A F E S T E J Ó U N G O L D E P E Ñ A R O L .

Y O T E V I J U G A R .

L A P O S T A L I N A .

ESTA ES UNA SELECCIÓN DE LOS MEJORES ARTÍCULOS DE AGUANTEN CHE EN SUS 2 AÑOS DE EXISTENCIA. LOS ELEGIMOS POR SER LoS MÁS LEÍDoS O POR ALGUNARAZÓN TOTALMENTE ARBITRARIA Y SUBJETIVA.

Cuando arrancamos con este proyecto dos años atrás, lo hicimos con ilusión, muchísimas dudas y una convicción: construir un espacio que descontracturara al ya estresante fútbol y que buscara combinar humor con información, entrevistas, datos curiosos y cultura. Abrir las puertas de un hogar en donde el equipo más insignificante mereciera la misma cobertura que el más poderoso, donde se remarcaran las atroces diferencias que hay en nuestro deporte rey, donde todos los hinchas sintieran que pueden tener un espacio.

Pasaron dos años y creemos haber logrado algo parecido a eso. Aguanten Che demanda es-fuerzo y retribuye una alegría ilimitada al conectarnos con miles que sienten el fútbol al igual que nosotros. Pero dejemos los balances para otro momento y sigamos disfrutando y traba-jando día a día porque, como bien dijo cierto faro, el camino es la recompensa.

Miguel Méndez.

Page 5: Aguanten Che II Aniversario

S E C C I Ó N :H i s t o r i a s d e l o s m u n d i a l e s .

E n e l M u n d i a l d e 1 9 3 0 , B o -l i v i a q u i s o h o m e n a j e a r a U r u g u a y p e r o u n j u g a d o r e s t u v o d i s t r a í d o . E s o g e n e r ó u n s i n f í n d e c o n j e t u r a s y e s p e c u l a c i o n e s p e r o l a h i s t o r i a r e a l e s m u c h o m á s s i m p l e y, n a t u r a l m e n t e , m e n o s l e g e n d a r i a .

U n a d e l a s i m á g e n e s m á s f a m o s a s d e l M u n d i a l d e U r u g u a y 1 9 3 0 e s l a f o r m a c i ó n d e l a s e l e c c i ó n n a c i o n a l d e B o -l i v i a , c a d a u n o c o n u n a r e m e r a c o n u n a l e t r a d i s t i n t a , q u e f o r m a r o n l a s p a l a b r a s “ U - R - U - G - A - Y V- I - V- A ” . L a a u s e n c i a d e l a t e r c e r a “ U ” q u e l e d a n o m b r e a n u e s t r o p a í s m o t i v ó u n m o n t ó n d e e s p e c u l a c i o n e s .

Q u e e l f u t b o l i s t a q u e d e b í a p o r t a r l a e s t a b a e n f e r m o y f a l t ó a l m a t c h ; q u e s e n e g ó a h o m e n a j e a r a u n p o t e n c i a l r i v a l , e n t r e o t r a s d e m e n o r r e l e v a n c i a .

P e r o l a r e a l i d a d e s m u c h o m á s s i m p l e ; s e n c i l l a m e n t e , e l

j u g a d o r d e l

a l t i p l a n o e s t a b a d i s t r a i d o e n e s e m o m e n t o y n o s e c o l o c ó j u n t o a s u s c o m p a ñ e r o s .

DAME UNA U

Page 6: Aguanten Che II Aniversario

S E C C I Ó N :O r i e n t a l e s P i o n e r o s

SERÉ EL PRIMER ORIENTAL CAPOCANNONIERE

Page 7: Aguanten Che II Aniversario

Pedro Petrone vino al mundo para abrir surcos. Bendecido por la naturaleza con un pie fuerte que su trajinar por los arcos convirtió en certero, Perucho fue el primer jugador extran-jero de Fiorentina, el primer capocanoniere oriental del de la Serie A, el primero en gritar gol en el Artemio Franchi, el futbolista más joven en recibir la medalla olímpica de oro y hasta el primer operado de meniscos del Uruguay.

Nacido en La Comercial, Petrone comenzó a jugar en la otra punta de la cancha como golero del Solferino. La potencia de su patada hizo que el cambio de posición fuera casi natural, por lo que pronto dejó de tapar goles para empezar a fabricarlos en serie.

Del Solferino pasó al Charley Football Club, en donde un puñado de partidos bastaron para que rep- resentara a Uruguay en el Campeonato Sudamericano de Selecciones de

1923. Con dieciocho años, Perucho anotó tres goles en tres parti-dos y fue goleador junto al argentino Vicente Aguirre. Ya co-

menzaba a acostumbrarse a alzar trofeos.

Esa costumbre incluiría dos Campeonatos de Primera Di-visión con Nacional, los dos oros olímpicos de la Ce-

leste, otro Campeonato Sudamericano de Selecciones y, por supuesto, el Mundial de 1930.

La rodilla rebelde

Perucho tuvo una breve carrera (se retiró a los treinta años) que a su vez estuvo interrumpida por dos

graves lesiones en su rodilla izquierda.

En 1925, Nacional se encontraba en medio de su mítica gira de 190 días por Europa, cuando en el Estadio Les

Corts se midió ante el Barcelona. Esa tarde, Perucho sintió un dolor mortífero en la rodilla. "Sin exagerar les

diré, que el dolor era tal, que si hubiese tenido un arma a mano desesperadamente hubiera recurrido a ella"

relató Perucho, en declaraciones recogidas por Franklin Morales.

"Durante nuestra gira actual ha sido lesionado seriamente Petrone [...]. Con él perdimos el alma de nuestro equipo, aquel hombre que en los partidos que llevábamos realizados supo marcar 19 de los 22 tantos que habíamos obtenido a nuestro favor" decían Zibecchi y Sca-rone en 1925 en el Diario Mundo Deportivo de Barcelona.

Petrone sobrellevó una larga convalecencia de un año y medio a causa de esa severa lesión de meniscos. En su partido de regreso ante Olimpia de Paraguay, volvió a resentirse. Esta vez, quedó en manos del doctor Manuel Quintela (sí, el que da nombre del Hospital de Clíni-cas de Montevideo), quien le realizó a Perucho la primera operación de meniscos en la histo-ria del Uruguay.

Y si te viene alguna duda

La rodilla de Perucho era una incógnita. Muchos dudaban de su recuperación y lo notaban rengo. Pero los goleros de Alemania y Argentina en los Juegos Olímpicos de Amsterdam pueden dar testimonio de que, rengo o no, Petrone seguía siendo letal. Dos años más tarde, jugó el primer partido de Uruguay en los mundiales y, junto a sus compañeros, estuvo entre los primeros campeones del mundo. En ese torneo, no obstante, las cartas goleadoras de Uruguay fueron José Pedro Cea y Juan Peregrino Anselmo.

En 1931 Petrone tuvo ciertas desavenencias con los dirigentes de Nacional, al punto que pasó a Peñarol en donde no llegó a jugar partidos oficiales, pero sí un par de amistosos. Sin embargo, la oferta de un equipo italiano fundado unos años antes, llamado Fiorentina, cambió el rumbo de su carrera.

La viola jugaba su primera temporada en la Serie A y de la mano de Perucho acabaría en la cuarta posición. Además de ser el primer extranjero en la historia del club, Perucho fue el Capocannoniere del torneo junto a Angelo Schiavio. El uruguayo había conseguido 25 goles y, entre ellos se contaba el primer gol jamás anotado en el Estadio Artemio Franchi.

Aún con contrato vigente con el club italiano que lo mimaba para retener sus goles, Perucho regresó Uruguay en 1933, para ser campeón con Nacional del Campeonato Uruguayo de 1933. Fue el último torneo que jugó, pero aún en sus últimas veces, logró otra "primera vez" para la historia, ya que aquel fue el primer título en la era profesional para el tricolor. Así se retiraba un Adán del fútbol, no sin antes abrirles a los pibes del mañana varias sendas por las que andar.

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Pedro Petrone vino al mundo para abrir surcos. Bendecido por la naturaleza con un pie fuerte que su trajinar por los arcos convirtió en certero, Perucho fue el primer jugador extran-jero de Fiorentina, el primer capocanoniere oriental del de la Serie A, el primero en gritar gol en el Artemio Franchi, el futbolista más joven en recibir la medalla olímpica de oro y hasta el primer operado de meniscos del Uruguay.

Nacido en La Comercial, Petrone comenzó a jugar en la otra punta de la cancha como golero del Solferino. La potencia de su patada hizo que el cambio de posición fuera casi natural, por lo que pronto dejó de tapar goles para empezar a fabricarlos en serie.

Del Solferino pasó al Charley Football Club, en donde un puñado de partidos bastaron para que rep- resentara a Uruguay en el Campeonato Sudamericano de Selecciones de

1923. Con dieciocho años, Perucho anotó tres goles en tres parti-dos y fue goleador junto al argentino Vicente Aguirre. Ya co-

menzaba a acostumbrarse a alzar trofeos.

Esa costumbre incluiría dos Campeonatos de Primera Di-visión con Nacional, los dos oros olímpicos de la Ce-

leste, otro Campeonato Sudamericano de Selecciones y, por supuesto, el Mundial de 1930.

La rodilla rebelde

Perucho tuvo una breve carrera (se retiró a los treinta años) que a su vez estuvo interrumpida por dos

graves lesiones en su rodilla izquierda.

En 1925, Nacional se encontraba en medio de su mítica gira de 190 días por Europa, cuando en el Estadio Les

Corts se midió ante el Barcelona. Esa tarde, Perucho sintió un dolor mortífero en la rodilla. "Sin exagerar les

diré, que el dolor era tal, que si hubiese tenido un arma a mano desesperadamente hubiera recurrido a ella"

relató Perucho, en declaraciones recogidas por Franklin Morales.

"Durante nuestra gira actual ha sido lesionado seriamente Petrone [...]. Con él perdimos el alma de nuestro equipo, aquel hombre que en los partidos que llevábamos realizados supo marcar 19 de los 22 tantos que habíamos obtenido a nuestro favor" decían Zibecchi y Sca-rone en 1925 en el Diario Mundo Deportivo de Barcelona.

Petrone sobrellevó una larga convalecencia de un año y medio a causa de esa severa lesión de meniscos. En su partido de regreso ante Olimpia de Paraguay, volvió a resentirse. Esta vez, quedó en manos del doctor Manuel Quintela (sí, el que da nombre del Hospital de Clíni-cas de Montevideo), quien le realizó a Perucho la primera operación de meniscos en la histo-ria del Uruguay.

Y si te viene alguna duda

La rodilla de Perucho era una incógnita. Muchos dudaban de su recuperación y lo notaban rengo. Pero los goleros de Alemania y Argentina en los Juegos Olímpicos de Amsterdam pueden dar testimonio de que, rengo o no, Petrone seguía siendo letal. Dos años más tarde, jugó el primer partido de Uruguay en los mundiales y, junto a sus compañeros, estuvo entre los primeros campeones del mundo. En ese torneo, no obstante, las cartas goleadoras de Uruguay fueron José Pedro Cea y Juan Peregrino Anselmo.

En 1931 Petrone tuvo ciertas desavenencias con los dirigentes de Nacional, al punto que pasó a Peñarol en donde no llegó a jugar partidos oficiales, pero sí un par de amistosos. Sin embargo, la oferta de un equipo italiano fundado unos años antes, llamado Fiorentina, cambió el rumbo de su carrera.

La viola jugaba su primera temporada en la Serie A y de la mano de Perucho acabaría en la cuarta posición. Además de ser el primer extranjero en la historia del club, Perucho fue el Capocannoniere del torneo junto a Angelo Schiavio. El uruguayo había conseguido 25 goles y, entre ellos se contaba el primer gol jamás anotado en el Estadio Artemio Franchi.

Aún con contrato vigente con el club italiano que lo mimaba para retener sus goles, Perucho regresó Uruguay en 1933, para ser campeón con Nacional del Campeonato Uruguayo de 1933. Fue el último torneo que jugó, pero aún en sus últimas veces, logró otra "primera vez" para la historia, ya que aquel fue el primer título en la era profesional para el tricolor. Así se retiraba un Adán del fútbol, no sin antes abrirles a los pibes del mañana varias sendas por las que andar.

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F R A S E S H E C H A S

Pedro Petrone vino al mundo para abrir surcos. Bendecido por la naturaleza con un pie fuerte que su trajinar por los arcos convirtió en certero, Perucho fue el primer jugador extran-jero de Fiorentina, el primer capocanoniere oriental del de la Serie A, el primero en gritar gol en el Artemio Franchi, el futbolista más joven en recibir la medalla olímpica de oro y hasta el primer operado de meniscos del Uruguay.

Nacido en La Comercial, Petrone comenzó a jugar en la otra punta de la cancha como golero del Solferino. La potencia de su patada hizo que el cambio de posición fuera casi natural, por lo que pronto dejó de tapar goles para empezar a fabricarlos en serie.

Del Solferino pasó al Charley Football Club, en donde un puñado de partidos bastaron para que rep- resentara a Uruguay en el Campeonato Sudamericano de Selecciones de

1923. Con dieciocho años, Perucho anotó tres goles en tres parti-dos y fue goleador junto al argentino Vicente Aguirre. Ya co-

menzaba a acostumbrarse a alzar trofeos.

Esa costumbre incluiría dos Campeonatos de Primera Di-visión con Nacional, los dos oros olímpicos de la Ce-

leste, otro Campeonato Sudamericano de Selecciones y, por supuesto, el Mundial de 1930.

La rodilla rebelde

Perucho tuvo una breve carrera (se retiró a los treinta años) que a su vez estuvo interrumpida por dos

graves lesiones en su rodilla izquierda.

En 1925, Nacional se encontraba en medio de su mítica gira de 190 días por Europa, cuando en el Estadio Les

Corts se midió ante el Barcelona. Esa tarde, Perucho sintió un dolor mortífero en la rodilla. "Sin exagerar les

diré, que el dolor era tal, que si hubiese tenido un arma a mano desesperadamente hubiera recurrido a ella"

relató Perucho, en declaraciones recogidas por Franklin Morales.

"Durante nuestra gira actual ha sido lesionado seriamente Petrone [...]. Con él perdimos el alma de nuestro equipo, aquel hombre que en los partidos que llevábamos realizados supo marcar 19 de los 22 tantos que habíamos obtenido a nuestro favor" decían Zibecchi y Sca-rone en 1925 en el Diario Mundo Deportivo de Barcelona.

Petrone sobrellevó una larga convalecencia de un año y medio a causa de esa severa lesión de meniscos. En su partido de regreso ante Olimpia de Paraguay, volvió a resentirse. Esta vez, quedó en manos del doctor Manuel Quintela (sí, el que da nombre del Hospital de Clíni-cas de Montevideo), quien le realizó a Perucho la primera operación de meniscos en la histo-ria del Uruguay.

Y si te viene alguna duda

La rodilla de Perucho era una incógnita. Muchos dudaban de su recuperación y lo notaban rengo. Pero los goleros de Alemania y Argentina en los Juegos Olímpicos de Amsterdam pueden dar testimonio de que, rengo o no, Petrone seguía siendo letal. Dos años más tarde, jugó el primer partido de Uruguay en los mundiales y, junto a sus compañeros, estuvo entre los primeros campeones del mundo. En ese torneo, no obstante, las cartas goleadoras de Uruguay fueron José Pedro Cea y Juan Peregrino Anselmo.

En 1931 Petrone tuvo ciertas desavenencias con los dirigentes de Nacional, al punto que pasó a Peñarol en donde no llegó a jugar partidos oficiales, pero sí un par de amistosos. Sin embargo, la oferta de un equipo italiano fundado unos años antes, llamado Fiorentina, cambió el rumbo de su carrera.

La viola jugaba su primera temporada en la Serie A y de la mano de Perucho acabaría en la cuarta posición. Además de ser el primer extranjero en la historia del club, Perucho fue el Capocannoniere del torneo junto a Angelo Schiavio. El uruguayo había conseguido 25 goles y, entre ellos se contaba el primer gol jamás anotado en el Estadio Artemio Franchi.

Aún con contrato vigente con el club italiano que lo mimaba para retener sus goles, Perucho regresó Uruguay en 1933, para ser campeón con Nacional del Campeonato Uruguayo de 1933. Fue el último torneo que jugó, pero aún en sus últimas veces, logró otra "primera vez" para la historia, ya que aquel fue el primer título en la era profesional para el tricolor. Así se retiraba un Adán del fútbol, no sin antes abrirles a los pibes del mañana varias sendas por las que andar.

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S E C C I Ó N : L I S T A S

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H A R R Y P O T T E R Y L A C Á M A R A C E L E S T E

D A N U B I O Y L A F Á B R I C A D EN A C H O S G O N Z Á L E Z

H A R R Y P O T T E R Y E L C Á D I Z D E LL O L O , E L C A C I Q U E Y F L E U R Q U I N

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H A R R Y P O T T E R Y E L P R I S I O N E R O D E L C L Á S I C O

H A R R Y P O T T E R YL A S R E L Q U I A S D E O B D U L I O

F E R N A N D O H A R R Y Á L V E ZY S U H E R M A N O P O T T E R

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H A R R Y K E W E L L Y L A S P A T A D A S D E L U G A N O

H A R R Y P O T T E R Y J U V E N T U D D E L A S P I E D R A S F I L O S O F A L E S

H A R R Y P O T T E R Y E L M I S T E R I O D E L P R Í N C I P E

F É N I X Y L A O R D E N D E H A R R Y P O T T E R

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H A R R Y P O T T E R Y E L M I S T E R I O , L A I N T R I G A , E L S U S P E N S O , L A I N C Ó G N I T A , E L S E C R E T O ,

L A I N T E R R O G A N T E , E L P R O B L E M A . . .

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S E C C I Ó N : T i n t e r o

A L F O N S O T O R T

EL ACTOR QUE NOQUISO SER FUTBOLISTA

por Miguel Méndez

Page 16: Aguanten Che II Aniversario

Aguanten Che estuvo con Alfonso Tort, actor uruguayo con papel protagónico en la recordada 25 Watts. El artista desarrolló una prometedora carrera en las divisiones formativas de Progreso y Huracán, llegó a una preselección uruguaya para la sub 20 y hasta fue al banco en un partido de Primera. Sobre eso, y muchísimas otras yerbas, hablamos con él.

Alfonso. Se llama Alfonso Tort. Es complicado no tentarse y decirle Seba o Marmota Chico a este actor de 34 años, que hace más de 10 interpretó al famosísimo Seba en la película 25 Watts (2001, Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll), que marcó un antes y un después en el cine uruguayo y que tuvo una repercusión y una crítica enormemente favorable a nivel nacional e internacional.

Recientemente Tort finalizó de rodar la película El Cinco de Talleres, dirigida por Adrián Biniez, en la que hace el papel de un jugador de fútbol. “Trata de la historia del cinco de Tall-eres Remedios de Escalada, que es de donde es el Garza (el director), vivió ahí muchos años. Habla del retiro de las canchas del ídolo del club y de la historia que tiene con su pareja. Hago un personaje secundario”, comentó. “Hay otro actor uruguayo que se llama Néstor Guzzini (Tanta Agua, Tres), él hace de DT”, continuó.

Significó, de cierto modo, el regreso a la vida del Alfonso Tort jugador de fútbol. Es que su infancia y adolescencia estuvieron muy ligadas a la pelota. “Llegué hasta Tercera en Huracán. Empecé desde chiquito en Belgrano, un cuadro de baby fútbol que jugaba en el Estadio. De ahí me fui al Maeso, porque me mudé a Punta Carretas. Así empecé”, recuerda.

Cuando superó la edad para jugar al baby fútbol, un amigo le ofreció empezar en Progreso y hacia allí fue. Una hora y veinte de ida y otra de vuelta en ómnibus hasta La Teja todas las mañanas hasta Quinta División. En ese entonces dejó el fútbol por un año, porque “estaba re-podrido y no aguantaba más las exigencias”. “Además era adolescente y quería ir a los cumpleaños de 15, salir, y no podía. Ya empezaba a vivir la cotidianeidad del jugador de fútbol, de eso de salir los domingos y era un embole”, explicó.

Tras los doce meses sabáticos, un primo lo llevó a Huracán Buceo y en el CV de Tort ya figu-raba un partido en Primera División. Al menos, desde el banco de suplentes. “En Progreso subí a Primera, en un partido en el Centenario contra Liverpool, No me acuerdo por qué juga-mos ahí. Fue lo más cercano a una experiencia de jugador de verdad, aunque no había nadie, jaja. Tendría 16, 17 años”, rememoró el actor.

No solamente eso: estuvo en una preselección sub 20, del equipo que resultaría vicecam-peón mundial en Malasia. “Fue Púa a una prácitca, que estaba seleccionando para la famosa generación del 97. Habían regado la cancha y en el corner había un charco de agua; cuando fui a tirar uno me resbalé y me caí y todos se cagaban de la risa. Pero me citó, porque hizo una tanda previa con muuuuchos jugadores y fui. Tenías todo ordenado, un canasto con las medias, toda la indumentaria” explicó. No fueron todas rosas. “Me pusieron tres minutos para demostrar que era Pelé y no demostré nada, jaja”.

Durante toda su carrera en formativas, enfrentó a los subcampeones mundiales. Anécdotas no faltan. “Jugué contra el Nico Olivera, contra Zalayeta, siempre. Es más, en un partido contra Danubio, el que jugaba de dos en Progreso ató con hilo tres agujas y en los corners lo pinchaba a Zalayeta y se volvía a meter las agujas en el short. Él le protestaba al juez, pero no lo descubrieron nunca al defensor. Le ganamos 2 a 1 y encima en la hora. De visitantes y contra Danubio, que siempre salía campeón, casi nos matan”, recuerda entre risas.

Repasemos, entonces: a los 17 años regresó a las canchas para jugar en la Cuarta de Huracán Buceo y el sueño (en especial el de su padre) de ser futbolista había retomado el rumbo. Alfonso, en ese entonces, estaba más cerca de seguir los pasos de un tal Mau-ricio (que aparecería en el mundo del fútbol muchos años después), con quien comparte apellido pero asegura no tener paretensco alguno, que del Mar-mota Chico o del compañero de equipo del Cinco de Talleres.

Para colmo de bienes, debutó ante Nacional y…. y mejor que lo explique él. “Yo soy muy hincha de Peñarol y le meto dos goles a Nacional, uno de ellos de cabeza, me acuerdo. Yo jugaba de 9. Está filmado, mi viejo siempre me filmaba. Fue el único que tengo registrado porque mi viejo, entre que trataba de dirigirme, de filmarme y de gritarme se volvía loco, con todo no podía. Yo estaba como loco, fue en el 97”.

Estábamos, además, ante la presencia de un jugador que, según su autodescrpición, hoy le vendría bárbaro a muchísimos equipos del medio. “¿Con qué jugador de hoy me compararía? Y, tendría que ser con un jugador de antes, un puntero veloz, como Rúben Sosa; no con tan buena técnica y patada, pero muy rápido, con un pique increíble. Hoy sería un Lolo Estoya-noff, o un Bueno… mirá con quién me comparo, no puedo creer, no tengo cara, jajaja (hay un “ja” de más porque fue carcajada)”.

El veloz puntero uruguayo, entonces, parecía acercarse a la Primera División. Pero una serie de hechos lo despertaron, al punto tal que prefirió no seguir jugando al fútbol.

Vamos por partes; cuando fue a practicar con la selección comenzó a ver el “teje y maneje” del fútbol. El mundillo, como lo llama él. “Había mucha gente que nadie conocía mirando cada práctica. Imagino que serían dirigentes de los mejores cuadros para colocar a sus juga-dores; tenías que ser muy, muy bueno para destacarte y avanzar”, describió.

Apenas comenzaba a salir de la nube de jugador de formativas. Tras un muy buen año en Cuarta, Atijas, el presidente de Huracán, había ido a verlo con un representante y entendió aun más cómo se manejaba el ambiente: “Que si no tenés representante no jugás, esas cosas. Perdió la mística. Vengo de una familia de clase media y el fútbol no era una salva-miento económico. Lo tenía como un divertimento: me gustaba ir, practicar y romper las pelo-tas con mis compañeros”, aclaró

“Yo en Cuarta pensaba en cómo festejar los goles, estaba para esa, no hice el click que tienen que hacer los jugadores que quieren ser profesionales”, continuó con el argumento. Hasta que largó todo: “Entré en Tercera y dejé. Yo era el único de mi categoría que había ter-minado el liceo y, con 18 años, tuve que decidir qué hacer. Ahí me tomé mi tiempo, me puse a pensar qué quiero. Me puse más “pluralista”, por decir algo. “Tengo 18 años, no llegué a

primera”. Un poco exigente de más, pero era la realidad”, pensaba, y dejé”. Punto. Final.

Por supuesto que entró en el juego de imaginarse hasta donde hubiera llegado si seguía ju-gando al fútbol. “Si hubiera sido futbolista, creo que hubiese jugado la final de la Champions: Lewandowsi y Tort era el dúo, jajaja. No, claro, pero en la Cuarta de Huracán estuve muy cerca de irme a París, yo tenía un tío ahí”, arrancó.

“No lo hice porque justo decidí dejar el fútbol, pero tuve esa posibilidad. Yo creo que hubiera terminado en Europa, por ahí hubiera hecho una carrera allá, en un cuadro de la B, no sé qué hubiera sido de mí, pero hubiera ido a probarme”, aseguró el artista. Pero no lo hizo y no lo lamentó. Al menos, no tanto como su padre.

“Mi viejo tenía ganas que yo llegue a Primera. Me entendió cuando le dije que dejaba, pero tenía una esperanza. Muchas veces me llevaba y me iba a buscar a las prácticas. A veces salía del laburo y se iba a verme a una práctica, ni un padre hacía eso”, puntualizó. Y abre juego para otra anécdota.

“Mi padre trabajaba en Philips y caía al entrenamiento de traje y corbata. Entonces mis com-pañeros de Progreso pensaban que yo era hijo de un dirigente y me cagaban a patadas. Hasta que al mes aclaré que no y ahí me empezaron a tratar bien, jaja”.

Tort dejó el fútbol y le abrió las puertas a la actuación. Filmó en el 2001 lo que fue, a juicio del cronista, una película que marcó un antes y un después en el cine uruguayo. Pero eso es otra historia...

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Aguanten Che estuvo con Alfonso Tort, actor uruguayo con papel protagónico en la recordada 25 Watts. El artista desarrolló una prometedora carrera en las divisiones formativas de Progreso y Huracán, llegó a una preselección uruguaya para la sub 20 y hasta fue al banco en un partido de Primera. Sobre eso, y muchísimas otras yerbas, hablamos con él.

Alfonso. Se llama Alfonso Tort. Es complicado no tentarse y decirle Seba o Marmota Chico a este actor de 34 años, que hace más de 10 interpretó al famosísimo Seba en la película 25 Watts (2001, Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll), que marcó un antes y un después en el cine uruguayo y que tuvo una repercusión y una crítica enormemente favorable a nivel nacional e internacional.

Recientemente Tort finalizó de rodar la película El Cinco de Talleres, dirigida por Adrián Biniez, en la que hace el papel de un jugador de fútbol. “Trata de la historia del cinco de Tall-eres Remedios de Escalada, que es de donde es el Garza (el director), vivió ahí muchos años. Habla del retiro de las canchas del ídolo del club y de la historia que tiene con su pareja. Hago un personaje secundario”, comentó. “Hay otro actor uruguayo que se llama Néstor Guzzini (Tanta Agua, Tres), él hace de DT”, continuó.

Significó, de cierto modo, el regreso a la vida del Alfonso Tort jugador de fútbol. Es que su infancia y adolescencia estuvieron muy ligadas a la pelota. “Llegué hasta Tercera en Huracán. Empecé desde chiquito en Belgrano, un cuadro de baby fútbol que jugaba en el Estadio. De ahí me fui al Maeso, porque me mudé a Punta Carretas. Así empecé”, recuerda.

Cuando superó la edad para jugar al baby fútbol, un amigo le ofreció empezar en Progreso y hacia allí fue. Una hora y veinte de ida y otra de vuelta en ómnibus hasta La Teja todas las mañanas hasta Quinta División. En ese entonces dejó el fútbol por un año, porque “estaba re-podrido y no aguantaba más las exigencias”. “Además era adolescente y quería ir a los cumpleaños de 15, salir, y no podía. Ya empezaba a vivir la cotidianeidad del jugador de fútbol, de eso de salir los domingos y era un embole”, explicó.

Tras los doce meses sabáticos, un primo lo llevó a Huracán Buceo y en el CV de Tort ya figu-raba un partido en Primera División. Al menos, desde el banco de suplentes. “En Progreso subí a Primera, en un partido en el Centenario contra Liverpool, No me acuerdo por qué juga-mos ahí. Fue lo más cercano a una experiencia de jugador de verdad, aunque no había nadie, jaja. Tendría 16, 17 años”, rememoró el actor.

No solamente eso: estuvo en una preselección sub 20, del equipo que resultaría vicecam-peón mundial en Malasia. “Fue Púa a una prácitca, que estaba seleccionando para la famosa generación del 97. Habían regado la cancha y en el corner había un charco de agua; cuando fui a tirar uno me resbalé y me caí y todos se cagaban de la risa. Pero me citó, porque hizo una tanda previa con muuuuchos jugadores y fui. Tenías todo ordenado, un canasto con las medias, toda la indumentaria” explicó. No fueron todas rosas. “Me pusieron tres minutos para demostrar que era Pelé y no demostré nada, jaja”.

Durante toda su carrera en formativas, enfrentó a los subcampeones mundiales. Anécdotas no faltan. “Jugué contra el Nico Olivera, contra Zalayeta, siempre. Es más, en un partido contra Danubio, el que jugaba de dos en Progreso ató con hilo tres agujas y en los corners lo pinchaba a Zalayeta y se volvía a meter las agujas en el short. Él le protestaba al juez, pero no lo descubrieron nunca al defensor. Le ganamos 2 a 1 y encima en la hora. De visitantes y contra Danubio, que siempre salía campeón, casi nos matan”, recuerda entre risas.

Repasemos, entonces: a los 17 años regresó a las canchas para jugar en la Cuarta de Huracán Buceo y el sueño (en especial el de su padre) de ser futbolista había retomado el rumbo. Alfonso, en ese entonces, estaba más cerca de seguir los pasos de un tal Mau-ricio (que aparecería en el mundo del fútbol muchos años después), con quien comparte apellido pero asegura no tener paretensco alguno, que del Mar-mota Chico o del compañero de equipo del Cinco de Talleres.

Para colmo de bienes, debutó ante Nacional y…. y mejor que lo explique él. “Yo soy muy hincha de Peñarol y le meto dos goles a Nacional, uno de ellos de cabeza, me acuerdo. Yo jugaba de 9. Está filmado, mi viejo siempre me filmaba. Fue el único que tengo registrado porque mi viejo, entre que trataba de dirigirme, de filmarme y de gritarme se volvía loco, con todo no podía. Yo estaba como loco, fue en el 97”.

Estábamos, además, ante la presencia de un jugador que, según su autodescrpición, hoy le vendría bárbaro a muchísimos equipos del medio. “¿Con qué jugador de hoy me compararía? Y, tendría que ser con un jugador de antes, un puntero veloz, como Rúben Sosa; no con tan buena técnica y patada, pero muy rápido, con un pique increíble. Hoy sería un Lolo Estoya-noff, o un Bueno… mirá con quién me comparo, no puedo creer, no tengo cara, jajaja (hay un “ja” de más porque fue carcajada)”.

El veloz puntero uruguayo, entonces, parecía acercarse a la Primera División. Pero una serie de hechos lo despertaron, al punto tal que prefirió no seguir jugando al fútbol.

Vamos por partes; cuando fue a practicar con la selección comenzó a ver el “teje y maneje” del fútbol. El mundillo, como lo llama él. “Había mucha gente que nadie conocía mirando cada práctica. Imagino que serían dirigentes de los mejores cuadros para colocar a sus juga-dores; tenías que ser muy, muy bueno para destacarte y avanzar”, describió.

Apenas comenzaba a salir de la nube de jugador de formativas. Tras un muy buen año en Cuarta, Atijas, el presidente de Huracán, había ido a verlo con un representante y entendió aun más cómo se manejaba el ambiente: “Que si no tenés representante no jugás, esas cosas. Perdió la mística. Vengo de una familia de clase media y el fútbol no era una salva-miento económico. Lo tenía como un divertimento: me gustaba ir, practicar y romper las pelo-tas con mis compañeros”, aclaró

“Yo en Cuarta pensaba en cómo festejar los goles, estaba para esa, no hice el click que tienen que hacer los jugadores que quieren ser profesionales”, continuó con el argumento. Hasta que largó todo: “Entré en Tercera y dejé. Yo era el único de mi categoría que había ter-minado el liceo y, con 18 años, tuve que decidir qué hacer. Ahí me tomé mi tiempo, me puse a pensar qué quiero. Me puse más “pluralista”, por decir algo. “Tengo 18 años, no llegué a

primera”. Un poco exigente de más, pero era la realidad”, pensaba, y dejé”. Punto. Final.

Por supuesto que entró en el juego de imaginarse hasta donde hubiera llegado si seguía ju-gando al fútbol. “Si hubiera sido futbolista, creo que hubiese jugado la final de la Champions: Lewandowsi y Tort era el dúo, jajaja. No, claro, pero en la Cuarta de Huracán estuve muy cerca de irme a París, yo tenía un tío ahí”, arrancó.

“No lo hice porque justo decidí dejar el fútbol, pero tuve esa posibilidad. Yo creo que hubiera terminado en Europa, por ahí hubiera hecho una carrera allá, en un cuadro de la B, no sé qué hubiera sido de mí, pero hubiera ido a probarme”, aseguró el artista. Pero no lo hizo y no lo lamentó. Al menos, no tanto como su padre.

“Mi viejo tenía ganas que yo llegue a Primera. Me entendió cuando le dije que dejaba, pero tenía una esperanza. Muchas veces me llevaba y me iba a buscar a las prácticas. A veces salía del laburo y se iba a verme a una práctica, ni un padre hacía eso”, puntualizó. Y abre juego para otra anécdota.

“Mi padre trabajaba en Philips y caía al entrenamiento de traje y corbata. Entonces mis com-pañeros de Progreso pensaban que yo era hijo de un dirigente y me cagaban a patadas. Hasta que al mes aclaré que no y ahí me empezaron a tratar bien, jaja”.

Tort dejó el fútbol y le abrió las puertas a la actuación. Filmó en el 2001 lo que fue, a juicio del cronista, una película que marcó un antes y un después en el cine uruguayo. Pero eso es otra historia...

Page 18: Aguanten Che II Aniversario

Aguanten Che estuvo con Alfonso Tort, actor uruguayo con papel protagónico en la recordada 25 Watts. El artista desarrolló una prometedora carrera en las divisiones formativas de Progreso y Huracán, llegó a una preselección uruguaya para la sub 20 y hasta fue al banco en un partido de Primera. Sobre eso, y muchísimas otras yerbas, hablamos con él.

Alfonso. Se llama Alfonso Tort. Es complicado no tentarse y decirle Seba o Marmota Chico a este actor de 34 años, que hace más de 10 interpretó al famosísimo Seba en la película 25 Watts (2001, Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll), que marcó un antes y un después en el cine uruguayo y que tuvo una repercusión y una crítica enormemente favorable a nivel nacional e internacional.

Recientemente Tort finalizó de rodar la película El Cinco de Talleres, dirigida por Adrián Biniez, en la que hace el papel de un jugador de fútbol. “Trata de la historia del cinco de Tall-eres Remedios de Escalada, que es de donde es el Garza (el director), vivió ahí muchos años. Habla del retiro de las canchas del ídolo del club y de la historia que tiene con su pareja. Hago un personaje secundario”, comentó. “Hay otro actor uruguayo que se llama Néstor Guzzini (Tanta Agua, Tres), él hace de DT”, continuó.

Significó, de cierto modo, el regreso a la vida del Alfonso Tort jugador de fútbol. Es que su infancia y adolescencia estuvieron muy ligadas a la pelota. “Llegué hasta Tercera en Huracán. Empecé desde chiquito en Belgrano, un cuadro de baby fútbol que jugaba en el Estadio. De ahí me fui al Maeso, porque me mudé a Punta Carretas. Así empecé”, recuerda.

Cuando superó la edad para jugar al baby fútbol, un amigo le ofreció empezar en Progreso y hacia allí fue. Una hora y veinte de ida y otra de vuelta en ómnibus hasta La Teja todas las mañanas hasta Quinta División. En ese entonces dejó el fútbol por un año, porque “estaba re-podrido y no aguantaba más las exigencias”. “Además era adolescente y quería ir a los cumpleaños de 15, salir, y no podía. Ya empezaba a vivir la cotidianeidad del jugador de fútbol, de eso de salir los domingos y era un embole”, explicó.

Tras los doce meses sabáticos, un primo lo llevó a Huracán Buceo y en el CV de Tort ya figu-raba un partido en Primera División. Al menos, desde el banco de suplentes. “En Progreso subí a Primera, en un partido en el Centenario contra Liverpool, No me acuerdo por qué juga-mos ahí. Fue lo más cercano a una experiencia de jugador de verdad, aunque no había nadie, jaja. Tendría 16, 17 años”, rememoró el actor.

No solamente eso: estuvo en una preselección sub 20, del equipo que resultaría vicecam-peón mundial en Malasia. “Fue Púa a una prácitca, que estaba seleccionando para la famosa generación del 97. Habían regado la cancha y en el corner había un charco de agua; cuando fui a tirar uno me resbalé y me caí y todos se cagaban de la risa. Pero me citó, porque hizo una tanda previa con muuuuchos jugadores y fui. Tenías todo ordenado, un canasto con las medias, toda la indumentaria” explicó. No fueron todas rosas. “Me pusieron tres minutos para demostrar que era Pelé y no demostré nada, jaja”.

Durante toda su carrera en formativas, enfrentó a los subcampeones mundiales. Anécdotas no faltan. “Jugué contra el Nico Olivera, contra Zalayeta, siempre. Es más, en un partido contra Danubio, el que jugaba de dos en Progreso ató con hilo tres agujas y en los corners lo pinchaba a Zalayeta y se volvía a meter las agujas en el short. Él le protestaba al juez, pero no lo descubrieron nunca al defensor. Le ganamos 2 a 1 y encima en la hora. De visitantes y contra Danubio, que siempre salía campeón, casi nos matan”, recuerda entre risas.

Repasemos, entonces: a los 17 años regresó a las canchas para jugar en la Cuarta de Huracán Buceo y el sueño (en especial el de su padre) de ser futbolista había retomado el rumbo. Alfonso, en ese entonces, estaba más cerca de seguir los pasos de un tal Mau-ricio (que aparecería en el mundo del fútbol muchos años después), con quien comparte apellido pero asegura no tener paretensco alguno, que del Mar-mota Chico o del compañero de equipo del Cinco de Talleres.

Para colmo de bienes, debutó ante Nacional y…. y mejor que lo explique él. “Yo soy muy hincha de Peñarol y le meto dos goles a Nacional, uno de ellos de cabeza, me acuerdo. Yo jugaba de 9. Está filmado, mi viejo siempre me filmaba. Fue el único que tengo registrado porque mi viejo, entre que trataba de dirigirme, de filmarme y de gritarme se volvía loco, con todo no podía. Yo estaba como loco, fue en el 97”.

Estábamos, además, ante la presencia de un jugador que, según su autodescrpición, hoy le vendría bárbaro a muchísimos equipos del medio. “¿Con qué jugador de hoy me compararía? Y, tendría que ser con un jugador de antes, un puntero veloz, como Rúben Sosa; no con tan buena técnica y patada, pero muy rápido, con un pique increíble. Hoy sería un Lolo Estoya-noff, o un Bueno… mirá con quién me comparo, no puedo creer, no tengo cara, jajaja (hay un “ja” de más porque fue carcajada)”.

El veloz puntero uruguayo, entonces, parecía acercarse a la Primera División. Pero una serie de hechos lo despertaron, al punto tal que prefirió no seguir jugando al fútbol.

Vamos por partes; cuando fue a practicar con la selección comenzó a ver el “teje y maneje” del fútbol. El mundillo, como lo llama él. “Había mucha gente que nadie conocía mirando cada práctica. Imagino que serían dirigentes de los mejores cuadros para colocar a sus juga-dores; tenías que ser muy, muy bueno para destacarte y avanzar”, describió.

Apenas comenzaba a salir de la nube de jugador de formativas. Tras un muy buen año en Cuarta, Atijas, el presidente de Huracán, había ido a verlo con un representante y entendió aun más cómo se manejaba el ambiente: “Que si no tenés representante no jugás, esas cosas. Perdió la mística. Vengo de una familia de clase media y el fútbol no era una salva-miento económico. Lo tenía como un divertimento: me gustaba ir, practicar y romper las pelo-tas con mis compañeros”, aclaró

“Yo en Cuarta pensaba en cómo festejar los goles, estaba para esa, no hice el click que tienen que hacer los jugadores que quieren ser profesionales”, continuó con el argumento. Hasta que largó todo: “Entré en Tercera y dejé. Yo era el único de mi categoría que había ter-minado el liceo y, con 18 años, tuve que decidir qué hacer. Ahí me tomé mi tiempo, me puse a pensar qué quiero. Me puse más “pluralista”, por decir algo. “Tengo 18 años, no llegué a

primera”. Un poco exigente de más, pero era la realidad”, pensaba, y dejé”. Punto. Final.

Por supuesto que entró en el juego de imaginarse hasta donde hubiera llegado si seguía ju-gando al fútbol. “Si hubiera sido futbolista, creo que hubiese jugado la final de la Champions: Lewandowsi y Tort era el dúo, jajaja. No, claro, pero en la Cuarta de Huracán estuve muy cerca de irme a París, yo tenía un tío ahí”, arrancó.

“No lo hice porque justo decidí dejar el fútbol, pero tuve esa posibilidad. Yo creo que hubiera terminado en Europa, por ahí hubiera hecho una carrera allá, en un cuadro de la B, no sé qué hubiera sido de mí, pero hubiera ido a probarme”, aseguró el artista. Pero no lo hizo y no lo lamentó. Al menos, no tanto como su padre.

“Mi viejo tenía ganas que yo llegue a Primera. Me entendió cuando le dije que dejaba, pero tenía una esperanza. Muchas veces me llevaba y me iba a buscar a las prácticas. A veces salía del laburo y se iba a verme a una práctica, ni un padre hacía eso”, puntualizó. Y abre juego para otra anécdota.

“Mi padre trabajaba en Philips y caía al entrenamiento de traje y corbata. Entonces mis com-pañeros de Progreso pensaban que yo era hijo de un dirigente y me cagaban a patadas. Hasta que al mes aclaré que no y ahí me empezaron a tratar bien, jaja”.

Tort dejó el fútbol y le abrió las puertas a la actuación. Filmó en el 2001 lo que fue, a juicio del cronista, una película que marcó un antes y un después en el cine uruguayo. Pero eso es otra historia...

Page 19: Aguanten Che II Aniversario

Aguanten Che estuvo con Alfonso Tort, actor uruguayo con papel protagónico en la recordada 25 Watts. El artista desarrolló una prometedora carrera en las divisiones formativas de Progreso y Huracán, llegó a una preselección uruguaya para la sub 20 y hasta fue al banco en un partido de Primera. Sobre eso, y muchísimas otras yerbas, hablamos con él.

Alfonso. Se llama Alfonso Tort. Es complicado no tentarse y decirle Seba o Marmota Chico a este actor de 34 años, que hace más de 10 interpretó al famosísimo Seba en la película 25 Watts (2001, Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll), que marcó un antes y un después en el cine uruguayo y que tuvo una repercusión y una crítica enormemente favorable a nivel nacional e internacional.

Recientemente Tort finalizó de rodar la película El Cinco de Talleres, dirigida por Adrián Biniez, en la que hace el papel de un jugador de fútbol. “Trata de la historia del cinco de Tall-eres Remedios de Escalada, que es de donde es el Garza (el director), vivió ahí muchos años. Habla del retiro de las canchas del ídolo del club y de la historia que tiene con su pareja. Hago un personaje secundario”, comentó. “Hay otro actor uruguayo que se llama Néstor Guzzini (Tanta Agua, Tres), él hace de DT”, continuó.

Significó, de cierto modo, el regreso a la vida del Alfonso Tort jugador de fútbol. Es que su infancia y adolescencia estuvieron muy ligadas a la pelota. “Llegué hasta Tercera en Huracán. Empecé desde chiquito en Belgrano, un cuadro de baby fútbol que jugaba en el Estadio. De ahí me fui al Maeso, porque me mudé a Punta Carretas. Así empecé”, recuerda.

Cuando superó la edad para jugar al baby fútbol, un amigo le ofreció empezar en Progreso y hacia allí fue. Una hora y veinte de ida y otra de vuelta en ómnibus hasta La Teja todas las mañanas hasta Quinta División. En ese entonces dejó el fútbol por un año, porque “estaba re-podrido y no aguantaba más las exigencias”. “Además era adolescente y quería ir a los cumpleaños de 15, salir, y no podía. Ya empezaba a vivir la cotidianeidad del jugador de fútbol, de eso de salir los domingos y era un embole”, explicó.

Tras los doce meses sabáticos, un primo lo llevó a Huracán Buceo y en el CV de Tort ya figu-raba un partido en Primera División. Al menos, desde el banco de suplentes. “En Progreso subí a Primera, en un partido en el Centenario contra Liverpool, No me acuerdo por qué juga-mos ahí. Fue lo más cercano a una experiencia de jugador de verdad, aunque no había nadie, jaja. Tendría 16, 17 años”, rememoró el actor.

No solamente eso: estuvo en una preselección sub 20, del equipo que resultaría vicecam-peón mundial en Malasia. “Fue Púa a una prácitca, que estaba seleccionando para la famosa generación del 97. Habían regado la cancha y en el corner había un charco de agua; cuando fui a tirar uno me resbalé y me caí y todos se cagaban de la risa. Pero me citó, porque hizo una tanda previa con muuuuchos jugadores y fui. Tenías todo ordenado, un canasto con las medias, toda la indumentaria” explicó. No fueron todas rosas. “Me pusieron tres minutos para demostrar que era Pelé y no demostré nada, jaja”.

Durante toda su carrera en formativas, enfrentó a los subcampeones mundiales. Anécdotas no faltan. “Jugué contra el Nico Olivera, contra Zalayeta, siempre. Es más, en un partido contra Danubio, el que jugaba de dos en Progreso ató con hilo tres agujas y en los corners lo pinchaba a Zalayeta y se volvía a meter las agujas en el short. Él le protestaba al juez, pero no lo descubrieron nunca al defensor. Le ganamos 2 a 1 y encima en la hora. De visitantes y contra Danubio, que siempre salía campeón, casi nos matan”, recuerda entre risas.

Repasemos, entonces: a los 17 años regresó a las canchas para jugar en la Cuarta de Huracán Buceo y el sueño (en especial el de su padre) de ser futbolista había retomado el rumbo. Alfonso, en ese entonces, estaba más cerca de seguir los pasos de un tal Mau-ricio (que aparecería en el mundo del fútbol muchos años después), con quien comparte apellido pero asegura no tener paretensco alguno, que del Mar-mota Chico o del compañero de equipo del Cinco de Talleres.

Para colmo de bienes, debutó ante Nacional y…. y mejor que lo explique él. “Yo soy muy hincha de Peñarol y le meto dos goles a Nacional, uno de ellos de cabeza, me acuerdo. Yo jugaba de 9. Está filmado, mi viejo siempre me filmaba. Fue el único que tengo registrado porque mi viejo, entre que trataba de dirigirme, de filmarme y de gritarme se volvía loco, con todo no podía. Yo estaba como loco, fue en el 97”.

Estábamos, además, ante la presencia de un jugador que, según su autodescrpición, hoy le vendría bárbaro a muchísimos equipos del medio. “¿Con qué jugador de hoy me compararía? Y, tendría que ser con un jugador de antes, un puntero veloz, como Rúben Sosa; no con tan buena técnica y patada, pero muy rápido, con un pique increíble. Hoy sería un Lolo Estoya-noff, o un Bueno… mirá con quién me comparo, no puedo creer, no tengo cara, jajaja (hay un “ja” de más porque fue carcajada)”.

El veloz puntero uruguayo, entonces, parecía acercarse a la Primera División. Pero una serie de hechos lo despertaron, al punto tal que prefirió no seguir jugando al fútbol.

Vamos por partes; cuando fue a practicar con la selección comenzó a ver el “teje y maneje” del fútbol. El mundillo, como lo llama él. “Había mucha gente que nadie conocía mirando cada práctica. Imagino que serían dirigentes de los mejores cuadros para colocar a sus juga-dores; tenías que ser muy, muy bueno para destacarte y avanzar”, describió.

Apenas comenzaba a salir de la nube de jugador de formativas. Tras un muy buen año en Cuarta, Atijas, el presidente de Huracán, había ido a verlo con un representante y entendió aun más cómo se manejaba el ambiente: “Que si no tenés representante no jugás, esas cosas. Perdió la mística. Vengo de una familia de clase media y el fútbol no era una salva-miento económico. Lo tenía como un divertimento: me gustaba ir, practicar y romper las pelo-tas con mis compañeros”, aclaró

“Yo en Cuarta pensaba en cómo festejar los goles, estaba para esa, no hice el click que tienen que hacer los jugadores que quieren ser profesionales”, continuó con el argumento. Hasta que largó todo: “Entré en Tercera y dejé. Yo era el único de mi categoría que había ter-minado el liceo y, con 18 años, tuve que decidir qué hacer. Ahí me tomé mi tiempo, me puse a pensar qué quiero. Me puse más “pluralista”, por decir algo. “Tengo 18 años, no llegué a

primera”. Un poco exigente de más, pero era la realidad”, pensaba, y dejé”. Punto. Final.

Por supuesto que entró en el juego de imaginarse hasta donde hubiera llegado si seguía ju-gando al fútbol. “Si hubiera sido futbolista, creo que hubiese jugado la final de la Champions: Lewandowsi y Tort era el dúo, jajaja. No, claro, pero en la Cuarta de Huracán estuve muy cerca de irme a París, yo tenía un tío ahí”, arrancó.

“No lo hice porque justo decidí dejar el fútbol, pero tuve esa posibilidad. Yo creo que hubiera terminado en Europa, por ahí hubiera hecho una carrera allá, en un cuadro de la B, no sé qué hubiera sido de mí, pero hubiera ido a probarme”, aseguró el artista. Pero no lo hizo y no lo lamentó. Al menos, no tanto como su padre.

“Mi viejo tenía ganas que yo llegue a Primera. Me entendió cuando le dije que dejaba, pero tenía una esperanza. Muchas veces me llevaba y me iba a buscar a las prácticas. A veces salía del laburo y se iba a verme a una práctica, ni un padre hacía eso”, puntualizó. Y abre juego para otra anécdota.

“Mi padre trabajaba en Philips y caía al entrenamiento de traje y corbata. Entonces mis com-pañeros de Progreso pensaban que yo era hijo de un dirigente y me cagaban a patadas. Hasta que al mes aclaré que no y ahí me empezaron a tratar bien, jaja”.

Tort dejó el fútbol y le abrió las puertas a la actuación. Filmó en el 2001 lo que fue, a juicio del cronista, una película que marcó un antes y un después en el cine uruguayo. Pero eso es otra historia...

Page 20: Aguanten Che II Aniversario

Los árbitros deben ser imparciales y no mostrar favoritismo por ninguno de los dos cuadros en cancha. Pero ¿qué pasa si el favorit-ismo se muestra con un equipo que no está en la cancha? Eso ocur-rió a principios de los sesenta en un partido por el Campeonato Uru-guayo.

Peñarol en 1961

Esta vieja historia de nuestro fútbol tuvo lugar el 11 de junio de 1961. Jugaban Wanderers y Rampla por el Campeonato Uruguayo. En cierto momento el juez del partido, Rodolfo Llanes notó que el juez de línea Feliciano Cacheiro Sánchez había agitado la bandera, aunque nada hubiese sucedido en ese costado de la cancha.

El árbitro corrió a consultar a su asistente para ver qué había ocur-rido. El línea le contestó: “¡Gol del ‘Pepe’ en San Pablo!“. El Pepe, no era otro que José Sasía, que convertía en ese momento para Peñarol ante Palmeiras, en Brasil, por el partido de vuelta de la Final de la Copa Libertadores de 1961.

El partido terminó 1 a 0 a favor de Wanderers. Pero, según la historia, al asistente le preocupaba más el partido que se jugaba en el Estadio Pacaembú, de San Pablo, que a la postre terminaría en empate 1 a 1 y que, tras la victoria en el partido de ida con gol de Spencer, le daría a Peñarol su segunda “Copa de Campeones de América” (Tal como se le llamaba hasta 1965 a la Copa Libertadores).

EL DÍA QUE UN LÍNEA FESTEJÓ UN GOL DE PEÑAROL

Page 21: Aguanten Che II Aniversario

Los árbitros deben ser imparciales y no mostrar favoritismo por ninguno de los dos cuadros en cancha. Pero ¿qué pasa si el favorit-ismo se muestra con un equipo que no está en la cancha? Eso ocur-rió a principios de los sesenta en un partido por el Campeonato Uru-guayo.

Peñarol en 1961

Esta vieja historia de nuestro fútbol tuvo lugar el 11 de junio de 1961. Jugaban Wanderers y Rampla por el Campeonato Uruguayo. En cierto momento el juez del partido, Rodolfo Llanes notó que el juez de línea Feliciano Cacheiro Sánchez había agitado la bandera, aunque nada hubiese sucedido en ese costado de la cancha.

El árbitro corrió a consultar a su asistente para ver qué había ocur-rido. El línea le contestó: “¡Gol del ‘Pepe’ en San Pablo!“. El Pepe, no era otro que José Sasía, que convertía en ese momento para Peñarol ante Palmeiras, en Brasil, por el partido de vuelta de la Final de la Copa Libertadores de 1961.

El partido terminó 1 a 0 a favor de Wanderers. Pero, según la historia, al asistente le preocupaba más el partido que se jugaba en el Estadio Pacaembú, de San Pablo, que a la postre terminaría en empate 1 a 1 y que, tras la victoria en el partido de ida con gol de Spencer, le daría a Peñarol su segunda “Copa de Campeones de América” (Tal como se le llamaba hasta 1965 a la Copa Libertadores).

Marzo de 2006. Domingo a la madrugada. Estando en Mariachi, ya en la calle Uruguay, me lo encuentro en el baño. Él no estaba pasando un buen mo-mento. Hacía todo bien, todo, menos la parte esa de hacer que la pelota toque la red. Yo ya sentía, como muchos hinchas de Nacional, esa especie de can-sancio al que se llega después de ver tanto gol errado y tanta jugada increíble que no llegaba a un lindo final.

Y ahí lo tenía, al lado mío. Algo le tenía que decir. Por dentro me peleaba conmigo mismo. “Decile, no, ¿qué le voy a decir?, no seas cagón”, me decía. Lo miraba, me hacía el respetuoso y no lo molestaba. Hasta que no me aguanté y se la tiré: “Luis, en serio te lo digo. No te lo tomes a mal, pero… sólo un gol te pido, ¡sólo un gol!”. Me miró, y sonrió. Yo creo que, al menos por un segundo se preguntó si me iba a putear o si se tenía que callar.

Como en la cancha, eludió. Usó su clase, fuera del césped en este caso, siendo tan joven, y eligió el buen camino del diálogo. Su mirada me decía que

yo tenía razón. Pero al mismo tiempo me explicaba, o intentaba, cómo era que le pasaba eso de no poder hacer lo que más sabía hacer: un gol. Se distendió y

hasta se quejó de su técnico de turno. A mí ya no me importaba. Me había sacado las ganas de decir lo que sentía que tenía que decir.

Hoy, más de 7 años después, me debería arrepentir. O en todo caso debería intentar encontrármelo en un baño todos los días de mi vida para agradecerle por cada gol

que vino. Y no solo por tal o cual gol. Le debo agradecer por jugar como juega, por ser como es. Por tener yo el hermoso e impagable placer de saber que lo estoy viendo. Por jugar como él sinceramente es. Tal cual es. Por demostrar en cada partido todo su empeño, su garra (bien entendida), su clase, su magia y su inconmensurable talento.

YO LO VI JUGAR

S E C C I Ó N :

por Juan José Peyrallo.C o l u m n a s

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Por si no quedó claro hablo de Luis Suárez. El goleador histórico de la selección uru-guaya de fútbol con 38 goles en tan solo 71 partidos, con apenas 26 años, un cuarto puesto en mundial y una Copa América a cuestas en donde fue deslumbrante. Él, que es la figura y pico en esa selección que también es histórica. Esa que se mece en los brazos de la más grande mística futbolera hace ya más de 100 años.

Hace unas horas el mismo Suárez cambió el rumbo de un partido que nos puso bastante más cerca de un mundial que parecía lejos, muy lejos, a pesar de que se jugará a unos pocos kilómetros. Tanto nos arrimó, que se lo dijo su, nuestro, señor capitán, “gracias a vos vamos a ir al mundial”. Y yo, como aquella noche en aquel baño me tomo el atrevimiento de hablarle directamente y le digo una vez más (van muchísimas y no me canso): ¡gracias… en serio Luis, mil gra-cias!

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PostaDesde que el relato de la radio se desfasó de la imagen televisiva, el fútbol ya no volvió a ser el mismo. Empezó a perder ese tango de las cosas.

Es verdad también que desde hace ya un tiempo largo, cuando la televisión arrasó con las ideas, el hincha del cemento o el viejo tablón, pasó a ser un hincha de sillón, whisky, maní y aceitunas. Y esa comodidad indómita del hogar es difícil de negociar una vez alcanzado tal limbo. Sin embargo, habría que, de vez en vez, darse una dosis de fóbal en el real vivo y di-recto del alambrado.

En algún momento con mi viejo y mi hermano, de botijas, nos enroscamos con el fútbol de la vieja B. Algunos partidos invernales los devorábamos en casa, otros partidos algo más cáli-dos nos acercábamos hasta la cancha, al mítico Estadio Charrúa por ejemplo, ubicado paradójicamente en pleno Parque Rivera. Eran épocas de Chilindrón y Alexis Noble, mis no-tables en aquel tiempo.

Para nosotros, y para ese mundano del fútbol, esas realidades son puras, cotidianas, son es-cuela.Cuando empecé a jugar en mi querido Miramar Misiones, la ida al partido de la primera-reserva de por medio- fue la única religión que supo atarme. Eran épocas del Tincho Crossa y el Raviol Varela, del Rafa Bermúdez y el Pelado De Castro, y eran épocas de aquel Hernán Padilla, que más de una vez vieron brillar los hinchas cebritas, que aún hoy se siguen pr-eguntando qué fue de él, colgados de sus escasos minutos en primera. Lo mismo ha pasado con varios, tatuados en las retinas fanáticas, momificados en la gloria que no fue, idealizados en cuentos que cada vez tienen más fantasía y firulete. Lo mismo podría haber pasado con el Bigote Santiago López, aquella bestia pop que deambuló por algunos equipos antes de hacer los fam-osos veinticinco goles con la casaca de Villa Española

Lo que nadie contó y lo que pocos saben, son los devenires de tal goleador, los devenires de tal plantel en tal ascenso: tapones que rebotaban secos contra la tierra, pelotas emparchadas una y otra vez, sueldos peregrinos y amistades inseparables. Se dice que vendieron huevos con el Chelo Ferreira (un puntero fatal), pintaron casas, elevaron planchadas. Pero los detalles de esas historias requieren asado y tambores

de por medio, porque esas historias son dignas de ser contadas con la magia que merecen, con la fantasía y la realidad a flor de piel, casi al

punto de lo increíble, pero plagadas de verdura, para aquellos que tenemos la dicha de habernos criado en vestuarios con

goteras. Para nosotros, y para ese mundano del fútbol, esas re-alidades son puras, cotidianas, son escuela. Sin embargo la de-

sidia de la tele nos enferma, nos pone gel y aros brillantes de lata, ro-sadas camisetas ajustadas de un Armani desvalido, y resortes impla-cables que apenas si nos hacen saltar de la cruda y hermosa realidad que somos y hacemos.

Entonces, como bien me dijo él mismo, el Bigote, los goles son para verlos en vivo y en directo; cuándo pasan a la pantalla ya no son los

La-lina

S E C C I Ó N :H I S T O R I A S D E L A G A L L I N A

por Agustín Lucas

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Desde que el relato de la radio se desfasó de la imagen televisiva, el fútbol ya no volvió a ser el mismo. Empezó a perder ese tango de las cosas.

Es verdad también que desde hace ya un tiempo largo, cuando la televisión arrasó con las ideas, el hincha del cemento o el viejo tablón, pasó a ser un hincha de sillón, whisky, maní y aceitunas. Y esa comodidad indómita del hogar es difícil de negociar una vez alcanzado tal limbo. Sin embargo, habría que, de vez en vez, darse una dosis de fóbal en el real vivo y di-recto del alambrado.

En algún momento con mi viejo y mi hermano, de botijas, nos enroscamos con el fútbol de la vieja B. Algunos partidos invernales los devorábamos en casa, otros partidos algo más cáli-dos nos acercábamos hasta la cancha, al mítico Estadio Charrúa por ejemplo, ubicado paradójicamente en pleno Parque Rivera. Eran épocas de Chilindrón y Alexis Noble, mis no-tables en aquel tiempo.

Para nosotros, y para ese mundano del fútbol, esas realidades son puras, cotidianas, son es-cuela.Cuando empecé a jugar en mi querido Miramar Misiones, la ida al partido de la primera-reserva de por medio- fue la única religión que supo atarme. Eran épocas del Tincho Crossa y el Raviol Varela, del Rafa Bermúdez y el Pelado De Castro, y eran épocas de aquel Hernán Padilla, que más de una vez vieron brillar los hinchas cebritas, que aún hoy se siguen pr-eguntando qué fue de él, colgados de sus escasos minutos en primera. Lo mismo ha pasado con varios, tatuados en las retinas fanáticas, momificados en la gloria que no fue, idealizados en cuentos que cada vez tienen más fantasía y firulete. Lo mismo podría haber pasado con el Bigote Santiago López, aquella bestia pop que deambuló por algunos equipos antes de hacer los fam-osos veinticinco goles con la casaca de Villa Española

Lo que nadie contó y lo que pocos saben, son los devenires de tal goleador, los devenires de tal plantel en tal ascenso: tapones que rebotaban secos contra la tierra, pelotas emparchadas una y otra vez, sueldos peregrinos y amistades inseparables. Se dice que vendieron huevos con el Chelo Ferreira (un puntero fatal), pintaron casas, elevaron planchadas. Pero los detalles de esas historias requieren asado y tambores

de por medio, porque esas historias son dignas de ser contadas con la magia que merecen, con la fantasía y la realidad a flor de piel, casi al

punto de lo increíble, pero plagadas de verdura, para aquellos que tenemos la dicha de habernos criado en vestuarios con

goteras. Para nosotros, y para ese mundano del fútbol, esas re-alidades son puras, cotidianas, son escuela. Sin embargo la de-

sidia de la tele nos enferma, nos pone gel y aros brillantes de lata, ro-sadas camisetas ajustadas de un Armani desvalido, y resortes impla-cables que apenas si nos hacen saltar de la cruda y hermosa realidad que somos y hacemos.

Entonces, como bien me dijo él mismo, el Bigote, los goles son para verlos en vivo y en directo; cuándo pasan a la pantalla ya no son los

P A R A N O S O T R O S , Y P A R A E S E

M U N D A N O D E L F Ú T B O L , E S A S R E A L I D A D E S S O N P U R A S ,

C O T I D I A N A S , S O N E S C U E L A .

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Hay otra forma de volver al manisero, a la fila de la boletería, al socio, a la cábala, al llanto oxidado en el alambradoHoy en esta desdicha del fútbol mundial, en este hollywoodense acto de cada domingo, en este centenar de camisetas gringas y europeas vagando por las calles montevideanas, en éstos cortes de pelo parecidos al de tal o cuál, en éstos botines psicodélicos; hoy, hay otra forma de contar las historias de las que vengo hablando apenas en éstas líneas: la forma de enlazar como en un casorio la radio con el mute de la tele, el asado con la bandera de fondo, los viejos cracks con los nuevos cracks que llegan y con los que nunca llegaron. Hay otra forma de volver al manisero, a la fila de la boletería, al socio, a la cábala, al llanto oxidado en el alambrado; esa forma de volver al folklore, al tango, al primer amor, esa forma de volver al fóbal, al fulbito, al caño, al hachazo, esa forma de volver a sentir, a vivir, a dejar de verdad el alma sobre la tierra, esa forma de llenar la cancha, de oler a chorizo, de rezarle a la nada, de cruzar los dedos, esa forma de volver a vivir el viejo fútbol en el que nos hemos criado, esa forma de volver a la escuela de todas las cosas, esa forma sin grifas, sin propagandas, esa forma sin gel, sin diamantes, sin sumas millonarias… a esa forma, a esa pureza, se vuelve, se puede volver, con la frente marchita. Esa forma de hablar de fútbol, se llama Pablo Silva, Fer-nando Cañarte, se llama Bigote López, se llama Bocha Santín.

Esa forma de hablar de fútbol, de contar y hacer historias, se llama ver jugar de nuevo al viejo Villa Española.

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M A R I A N A V O E T T E R , I G N A C I O G I M É N E Z , J O A Q U Í N R O D R Í G U E Z F R A U ,

G O N Z A L O R O D R Í G U E Z , I N É S M É N D E Z , M A R T Í N R O D R Í G U E Z ,

J U A N J O S É P E Y R A L L O , A L B E R T O S O B R E R O , M A R T Í N P R A D O ,

F R A N C I S C O P E R E I R A , M A R I A N A G O N Z Á L E Z , D I E G O Á L V A R E Z ,

A N D R É S G A L E A N O , D I E G O R U I Z , A G U S T Í N L U C A S , L U I S A G A R R I D O ,

M A T E O M A G N O N E , M A R T Í N A N D R É , M A R I O B O C C H I O , P A B L O A B E L L E I R A ,

M A G N E S I O , P E D E R N E R A , M I G U E L M É N D E Z , R O M I N A A L O N Z O ,

V A L E N T Í N F L E T C H E R , S E B A S T I Á N P I Z Z O R N O , M A T E O A R I Z C O R R E T A ,

T O M Á S A R I Z C O R R E T A .

G R A C I A S A :

Y . . .

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A G U A N T E N U S T E D E S