actas xii. aih. una escritura de la mirada: la literatura mexicana ante el … · 2007-05-30 · la...

7
Una escritura de la mirada: la literatura mexicana ante el arte Héctor Perea, Universidad Nacional Autónoma de México I No me gusta trabajar, pero cuando lo hago me agrada hacerlo como los pintores. Se paran ante su tela, la miran, la miden, calculan; luego hacen unos trazos con lápiz, se asustan (creo yo) y se van a la calle o leen (son grandes lectores) y vuelven, y desde la puerta ven aquello, a lo que se acercan, ahora con unos pinceles y una mesita en la que han puesto muchos colores, o pocos, según: rojo, azul, verde, añil, blanco, violeta; piensan, titubean, miran su tela, se acercan a ella y ponen un color aquí y otro allá; se detienen, se hacen a un lado y miran, vacilan, piensan, y leen o se van a la calle otro rato. 1 El guatemalteco Augusto Monterroso mostraba en apenas unas líneas la curiosa cercanía que existe entre el arte y la ficción literaria. O más precisamente, entre uno y otro procesos creativos. Cercanía que pareciera tener como puntos neurálgicos, según el enfoque poco solemne de este autor, una presunta pereza y sobre todo el miedo a la hoja, a la tela vacías, factores determinantes de esa eterna lentitud e inseguridad propias de la inmersión creativa. Por cierto que, conociendo tan a profundidad este mecanismo común, Monterroso nunca ha procurado escribir sobre lo que dice desconocer absolutamente y que aquí retrata desde dentro. O sea, sobre el arte y sus procesos. En este rechazo podría uno percibir el reproche irónico ante una labor de crítica que han venido ejerciendo algunos escritores mexicanos del presente siglo, con y sin cartera de profesionales. En cuanto a la postura que mantiene el escritor frente al arte habría que poner sobre la mesa, desde luego, algunas consideraciones. Hace apenas unos años se dio en México una brevísima polémica entre el pintor jalisciense Juan Soriano y los críticos e investigadores Teresa del Conde y Jorge Alberto Manrique. Ventilada en la prensa, a través de ella se quiso dejar en claro las distintas posturas que ante el fenómeno artístico han adoptado, por un lado, los analistas profesionales, y por el otro, los autores literarios. Soriano pedía entonces al 'verdadero crítico de arte' ser también artista, 'ver la obra de la cual se está hablando con los mismo ojos del que la hizo'. 2 Y agregaba: 'la propiamente llamada 'crítica' está muy apegada a 'cierta escuela muy aburrida'. En esta forma de acercamiento analítico, digamos, oficial o académico, se habla 'mucho disque de la historia alrededor del pintor

Upload: others

Post on 16-Mar-2020

1 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Una escritura de la mirada:la literatura mexicana ante el arte

Héctor Perea, Universidad Nacional Autónoma de México

I

No me gusta trabajar, pero cuando lo hago me agrada hacerlo comolos pintores. Se paran ante su tela, la miran, la miden, calculan; luegohacen unos trazos con lápiz, se asustan (creo yo) y se van a la calle oleen (son grandes lectores) y vuelven, y desde la puerta ven aquello, alo que se acercan, ahora con unos pinceles y una mesita en la que hanpuesto muchos colores, o pocos, según: rojo, azul, verde, añil, blanco,violeta; piensan, titubean, miran su tela, se acercan a ella y ponen uncolor aquí y otro allá; se detienen, se hacen a un lado y miran, vacilan,piensan, y leen o se van a la calle otro rato.1

El guatemalteco Augusto Monterroso mostraba en apenas unas líneas lacuriosa cercanía que existe entre el arte y la ficción literaria. O másprecisamente, entre uno y otro procesos creativos. Cercanía que parecieratener como puntos neurálgicos, según el enfoque poco solemne de esteautor, una presunta pereza y sobre todo el miedo a la hoja, a la telavacías, factores determinantes de esa eterna lentitud e inseguridad propiasde la inmersión creativa.

Por cierto que, conociendo tan a profundidad este mecanismo común,Monterroso nunca ha procurado escribir sobre lo que dice desconocerabsolutamente y que aquí retrata desde dentro. O sea, sobre el arte y susprocesos. En este rechazo podría uno percibir el reproche irónico anteuna labor de crítica que han venido ejerciendo algunos escritoresmexicanos del presente siglo, con y sin cartera de profesionales.

En cuanto a la postura que mantiene el escritor frente al arte habría queponer sobre la mesa, desde luego, algunas consideraciones. Hace apenasunos años se dio en México una brevísima polémica entre el pintor jaliscienseJuan Soriano y los críticos e investigadores Teresa del Conde y Jorge AlbertoManrique. Ventilada en la prensa, a través de ella se quiso dejar en claro lasdistintas posturas que ante el fenómeno artístico han adoptado, por unlado, los analistas profesionales, y por el otro, los autores literarios. Sorianopedía entonces al 'verdadero crítico de arte' ser también artista, 'ver la obrade la cual se está hablando con los mismo ojos del que la hizo'.2 Y agregaba:'la propiamente llamada 'crítica' está muy apegada a 'cierta escuela muyaburrida'. En esta forma de acercamiento analítico, digamos, oficial oacadémico, se habla 'mucho disque de la historia alrededor del pintor

204 Héctor Perea

[apuntaba Soriano], cómo era el tiempo en que pintó equis cuadro, si laobra tiene innovaciones de origen técnico, cosas así que, a final de cuentas,no tienen que ver con la creación artística'.

El argumento de mayor peso del pintor era que 'la crítica de arte sobreun cuadro tiene que ser vista desde la poesía'. Las aportaciones en cuantoa los materiales o la tecnología utilizados, siendo para el crítico algofundamental, para el artista representan, según Soriano, hechos derivadosde la 'renovación del alma'. O sea, secundarios. Aunque, para redondearla idea de Soriano, habría que agregar que algunas las mejores páginasno académicas sobre su obra han sido escritas efectivamente por un poeta,Octavio Paz, pero también por narradores como Juan García Ponce,Sergio Pitol, Alberto Ruy Sánchez o Carlos Monsiváis. Y desde una posturaintermedia, María Zambrano supo asimismo descifrar muchos de losenigmas que sus cuadros plantean. Creo que Juan Soriano, al sugerir quela crítica que debería ver al arte desde la poesía, pensaba en realidad, y denueva cuenta, más que en la poesía misma, en esa forma de acercamientoque trasciende los géneros y las clasificaciones y se sustenta en la comunidadestablecida simplemente por la creación.

La respuesta desde el ámbito académico a las palabras de Soriano seríaclara y contundente, por parte de los dos críticos aludidos. Teresa delConde, citando a Schlosser, consideraría su propio trabajo como 'literaturaartística'. 'Los textos sobre arte [escribía Del Conde], vengan de quienesvengan, están en el terreno de las letras'.' Como las letras, según lo habíaadvertido Monterroso, ¿lo están en el de la plástica?

Manrique, por su parte, vería las palabras de Soriano como pocosorprendentes, ya que, agregaba, 'hay artistas que a ratos prefieren [...]la apología del poeta a la reflexión del crítico'. Ambas formas deacercamiento, no obstante, aseguraba este crítico, resultan 'instrumentosválidos para acercarse a y preguntarse por ese objeto magnífico quellamamos objeto artístico'.4

Por la brevedad del estudio, y con la idea de dar una visión panorámicadel tema que abordo, me veré obligado a dejar de lado esta polémica,que marca algunos de los límites más extremos e interesantes delacercamiento que los escritores y los críticos profesionales mexicanos hantenido con el arte. Sólo quisiera apuntar que, independientemente de loexpresado arriba, en las publicaciones culturales mexicanas másimportantes de esta segunda mitad del siglo, escritores y críticos de artehan venido participando en los mismos espacios.

nA lo largo del siglo XX muchos son los ejemplos de escritores mexicanosque más allá de insinuar o manifestar en su obra influencias de la plástica,

La literatura mexicana ante el arte 205

la gráfica o la escultórica5 han escrito sobre estas disciplinas con muydistintas intenciones y logros. En cierta forma, esta práctica se haconvertido en una suerte de vaso comunicante entre autores y gruposque si bien han compartido inclinaciones y lecturas desde algunos puntosde vista poco tendrían en común. El acercamiento crítico, la promociónde artistas y corrientes, el rescate de obras y nombres olvidados, eldescubrimiento de universos plásticos o el simple gozo y aun pasión poreste campo paralelo en cierta forma, según hemos visto a través de laspalabras de Monterroso o de Teresa del Conde, al de la escritura literaria,es al que quisiera referirime en estas páginas, así sea muy por encima.

Escritores como Juan de Dios Peza o Amado Ñervo habían venidopracticando este ejercicio de comprensión del entorno plástico en elencabalgamiento de siglos, pero sería más bien durante el XX que estacostumbre se hizo casi norma entre los escritores, sobre todo a partir degeneraciones como la del Ateneo de la Juventud, el grupoContemporáneos, algunos miembros de El Hijo Pródigo, Taller y,primordialmente, en la que se ha dado en llamar la generación de mediosiglo.6 Una de las diferencias, quizá la primordial, entre todos estoscomentaristas no profesionales de artes plásticas ha sido el grado deinfluencia que sobre ese medio ajeno aparentemente se ha ido ganandoen los últimos tiempos, gracias al refinamiento paulatino de losacercamientos críticos.

Entre los autores de la Generación del Centenario, uno de ellos, el quemenos escribió y menos viviría, Jesús Acevedo, anticipó al español JoséMoreno Villa en el estudio del arte virreinal.7 Dos más, Martín Luis Guzmány Alfonso Reyes, se inclinaron, igual que años después Octavio Paz, CarlosFuentes y otros autores que mencionaré más adelante, por el arte de sutiempo, visto como una manifestación que ha convivido y convivenaturalmente con las distintas etapas del pasado cultural mexicano.

Ahora bien. Luis G. Urbina, como Martín Luis Guzmán o José JuanTablada en Nueva York, nutriría sus días de exilio con tertulias madrileñaspero también con acercamientos a pintores favoritos. A través de lascrónicas de Urbina podemos seguir, por ejemplo, el crecimiento de unapasión por Francisco de Goya que tocaría también, con el correr de losaños, a autores tan cercanos y distantes al viejecito en gustos y en tiemposcomo Alfonso Reyes, Martín Luis Guzmán o Carlos Fuentes. Y es queGoya y Velázquez han sido, ciertamente, piedras de toque en cuanto lapasión despertada en estos y otros mexicanos por el arte. Ambos pintoressería también caminos abiertos hacia otras formas, corrientes y artistasposteriores y de la más diversa índole. Carlos Fuentes, por ejemplo, sentiríaun interés paralelo por Goya y por el surrealismo, mientras que SalvadorElizondo por esta corriente y por su espejo opuesto: Velázquez. En relacióncon lo anterior, no hay que olvidar a cuatro integrantes del exilio españolque influirían sobre los gustos de sus contemporáneos mexicanos: RamónGaya, Luis Buñuel y los mencionados Moreno Villa y Zambrano.

206 Héctor Perea

Casos aparte son los de Octavio Paz y, desde luego, Juan García Ponce.Como en el caso de Alfonso Reyes, en la elaboración, en la costuradefinitiva de algunos de sus libros Paz ha procedido por acumulaciónmás o menos espontánea de materiales diversos o con ciertas conexiones.De la misma forma, ha ido dosificando con naturalidad los volúmenesde su vasta obra con aportaciones concretas a la crítica de las artes visuales.El trabajo ensayístico y poético de Octavio Paz relacionado con el arteincluso daría nacimiento, hace algunos años, a una exposición que quisoaproximarse a la idea del Museo imaginario del poeta. Idea que en eltítulo podría recordar, obviamente, aun sin vinculación directa, al Museopoético, antología de Salvador Elizondo, y a las Vidas imaginarias deMarcel Schwob. Pero también, y ya en cuanto al contenido de la muestra,a los gabinetes de coleccionista del siglo XVII. Además, deberíamos tenerpresente que Paz, a través de su ensayo a la primera exposición de RufinoTamayo en París, dio el empujón definitivo a la obra de este artista en eluniverso total de la pintura contemporánea.

Ensayos sobre artistas y corrientes, dedicatorias de poemas, inspiraciónen obras plásticas encontramos en casi todos los libros en prosa y enverso de Octavio Paz. Algunos, como el tomo III de México en la obra deOctavio Paz (1987), los VI y VII de sus Obras completas (1994) oApariencia desnuda (1974), son volúmenes dedicados expresamente alarte. Otros, como el anticipo del anterior, Marcel Duchamp o el castillode la pureza (1968), o sus Discos visuales (1968), fueron libros-objeto dearte sobre el arte. Dentro de este último apartado habría que señalar lagran cantidad de obras gráfico-poéticas realizadas por Octavio Paz encolaboración con Vicente Rojo, Antoni Tapies, Pedro Coronel, ManuelÁlvarez Bravo, Robert Motherwell, Toshihiro Katayama, Günther Gerzso,Brian Nissen, etcétera. Y desde luego, que además la edición original desu poema "Blanco" fue, según las palabras de su autor, 'algo así como elviaje inmóvil al que nos invita un rollo de pinturas y emblemas tántricos'.

Los trabajos de Paz relacionados con el mundo del arte están lleno deartistas fundamentales. Algunos de ellos, hitos en este campo, otros tanrepresentativos que resultan hoy en día lugares obligados y hasta lugarescomunes. Pero además, en los comentarios y ensayos de Paz destaca laexistencia paralela, y en un mismo nivel, de grandes firmas con rarasfirmas, de escuelas y nacionalidades que han abarcado siglos enteros dearte con movimientos nacidos apenas en este fin de siglo. Pablo Picasso,Joan Miró, Marcel Duchamp, Max Ernst, Diego Rivera, Edward Hopper,Robert Rauschenberg, Jasper Johns, el arte tántrico, el chino, elsurrealismo o la poesía visual son nombres, escuelas, conceptos del arteuniversalmente sancionados que convivirán sin dificultad, en el espacioescrito por Octavio Paz, con Richard Dadd, Hermenegildo Bustos,Rodolphe Bresdin, Jean Baptiste Simeón Chardin, Abel Quezada oFrederic Edwin Church.

La literatura mexicana ante el arte 207

Octavio Paz, como la mayor parte de los escritores mexicanos que sehan metido en esto, nunca ha pretendido ser crítico de arte en forma. Suscomentarios contienen sólo algunos nombres y unas cuantas obraselegidas. De la misma manera, sus gustos e intereses en el campo de lacreación plástica se han manifestado en pequeños bloques, en parcelasdiscretas o llamativas pero nunca en obligados ejercicios de totalidad.En su trabajo crítico se aprecian con claridad sus inclinaciones y susrechazos. Al enfrentarse con el arte, Paz no ha pretendido abarcar todaslas facetas de que se compone cada obra, autor o corriente, y sí destacaraspectos fundamentales, singulares o bien olvidados de los mismos. Enesto, el poeta se diferenciaría claramente del crítico profesional. Tambiénha buscado rectificar el valor de obras o autores menospreciados confrecuencia o caídos en la marginación más absoluta. Al abordar el estudioo simple goce de obras como las de Hermenegildo Bustos, Martín Ramírezo Richard Dadd, Octavio Paz ha destacado, por ejemplo, la extraña rarezade estas vidas y obras. Pero sobre todo, ha buscado tender redes decomunicación cultural entre artistas y obras en efecto sui generis aunquesólo aparentemente solitarios o marginales.

Hablé de autores que han escrito eventualmente sobre arte. Pero loshay también, aunque sean los menos, que han venido ejerciendo unacrítica más en forma. Dentro de este grupo un caso fundamental en lasletras mexicana sería desde luego el de Juan García Ponce. García Poncees un escritor que comparte con contemporáneos suyos y autores muyanteriores la pasión por artistas considerados como clásicos. Pero esademás, y en esto supera a la mayoría, un verdadero actual permanente,si se me permite el calificativo. O sea, un autor que ha ensayado yconstruido sobre su tiempo y, en particular, de vuelta con Fuentes, sobresu tiempo mexicano. García Ponce igual ha comentado como promovidoobras, corrientes y artistas. Ha sido, en este sentido, una piezafundamental en la crítica y en la existencia concreta del artecontemporáneo mexicano, tal como lo conocemos hoy en día. Sutrayectoria en este campo recuerda en algunos aspectos las seguidas enMéxico, y en otro tiempo, por Paul Westheim, Luis Cardosa y Aragón oJosé Moreno Villa. En sus ensayos y prólogos encontraremos algunasresonancias comunes a otros autores: Tamayo, Vicente Rojo, JuanSoriano. Pero también, García Ponce sobrepasará el interés de la mayoríade ellos al llegar a escribir, en un ejercicio de mayor riesgo,8 sobre artistasmexicanos mucho más jóvenes, como Irma Palacios, los hermanos CastroLeñero, Arnaldo Cohén o Gabriel Macotela.

Sergio Pitol, Carlos Monsiváis y algún otro autor que sobrepasa lacincuentena han dejado páginas sobre arte, en algunos casos memorables,en revistas, catálogos o libros. Pero este ejercicio de crítica, crónica osimple y gustosa impresión, casi exclusivamente masculino en el ámbitode la letras mexicanas, no es un fenómeno que se haya agotado en los

208 Héctor Perea

autores y generaciones referidos. Otros poetas y narradores, como AlbertoRuy Sánchez, Guillermo Samperio, Alberto Blanco y, más recientemente,Juan Villoro y Jaime Moreno Villarreal, muestran francas inclinacioneshacia el arte.

Ver y escribir sobre arte ha sido casi un ritual de iniciación dentro deuna amplia parcela de la literatura mexicana de este siglo, y una suertede espejo de cámara de gesell, con doble reflejo, colgado entre la creaciónajena y la propia, entre las artes plásticas y la literatura. Por lo mismo,para muchos de los autores que han venido practicando esta forma de lacrítica debe resultar natural el enfoque citado de Monterroso. Ante elobjeto de arte, los autores 'piensan, titubean, miran su tela [pues ya lespertenece en cierta forma], se acercan a ella...; se detienen, se hacen a unlado y miran, vacilan, piensan, y leen'.

Hacen, han hecho y harán todo esto para luego, simplemente, escribirsobre el arte como algo cercano, propio en más de un sentido.

NOTAS

1 Augusto Monterroso: "Puntos de vista", en Vicente Rojo. Códice abierto(Sevilla: CNCA/Junta de Andalucía, 1992), p. 8.

2 Merry MacMasters: 'Soriano: un cuadro sólo se explica con la sensibilidadde otro que lo puede leer' (entrevista), La Jornada, México, 3-V-1995. p.23.

3 Teresa del Conde: "De Teresa del Conde a Juan Soriano", en "El CorreoIlustrado", La Jornada, México, 5-V-1995, p. 2.

4 Jorge Alberto Manrique: "Hay artistas que prefieren la apología del poetaa la reflexión del crítico: Manrique", "El Correo Ilustrado", La Jornada,México, 5-V-1995, p. 2.

5 O que han practicado alguna de las modalidades del arte: Fernando delPaso y Marco Antonio Montes de Oca, la pintura; Alfonso Reyes yMonterroso, el dibujo; José Juan Tablada, la acuarela; Salvador Elizondo,la plástica, el cine y el collage, Juan Rulfo, la fotografía.

6 Guzmán y Reyes, Villaurrutia y Torres Bodet, Octavio Paz son autoresque desde el primer cuarto hasta pasada la mitad del siglo destacaríandentro de esta práctica. En relación con la generación de medio siglo,sobre arte han escrito Juan García Ponce, Salvador Elizondo, Sergio Pitoly, desde luego, si consideramos a este grupo desde una perspectiva amplia,Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis y José de la Colina. Tomás Segovia yJuan Vicente Meló desarrollarían durante los años que presidieron laCasa del Lago una gran labor de promoción artística, cosa que haríaHuberto Batis desde la Revista de Bellas Artes, que dirigió hace treintaaños.

7 En Disertaciones de un arquitecto (México: Cultura, 1920), los amigosde Acevedo reunirían sus aproximaciones a la arquitectura y el arte delvirreinato. En La escultura colonial mexicana y Arte virreinal mexicano

ILa literatura mexicana ante el arte 209

(México: FCE, 1986) agrupó Moreno Villa los suyos.Sobre el que Paz mismo confesó sus limitaciones.