actas v simposio iglesia, estado y sociedad

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religiosidad

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  • 2

  • 3Iglesia, Estado y SociedadRuptura y Continuidad

    1800 - 1868

    subvencionado porArquidicesis de San Juan de Puerto Rico

    Dicesis de PonceFundacin ngel Ramos

    Pontificia Universidad Catlica de Puerto Rico

  • 4

  • 5Iglesia, Estado y SociedadRuptura y Continuidad

    1800 - 1868

    Actas del Simposio V

    Mayra Gotay CruzDr. Roberto Fernndez Valledor

    (Editores)

    Arzobispado de San Juan de Puerto RicoPontificia Universidad Catlica de Puerto Rico

    Ponce, Puerto Rico2012

  • 6El material publicado en este libro no puede ser reproducido o transmitido bajo ninguna forma, medio o formato, total ni parcialmente, sin la autorizacin por escrito de los Editores y sus autores.

    Iglesia, Estado y Sociedad: Ruptura y Continuidad 1800 - 1868

    Primera edicin 2012

    Arzobispado de San Juan de Puerto Rico, 2012Todos los derechos reservados

    Diseo de Portada e Impresin:Pontificia Universidad Catlica de Puerto Rico (PUCPR)

    Cartel conmemorativo del V Simposio diseado por la PUCPR

    Diagramacin:Pontificia Universidad Catlica de Puerto Rico

    Arzobispado de San Juan de Puerto RicoApartado 9021967San Juan, Puerto Rico 00902-1967(787) 727-7373

    Impreso en Puerto Rico / Printed in Puerto Rico

    ISBN: 978-0-9855595-1-9

  • 7ndice

    Presentacin Prof. Edwin J. Mattei Oliveras......................................................................................................... 11

    Mensaje del Gran Canciller S.E.R. Mons. Flix Lzaro Martnez, Sch.P. Obispo de la Dicesis de Ponce y Gran Canciller de la PUCPR .............................................................. 13

    Liturgia de las horas Vsperas presididas por S.E.R. Mons. Roberto Octavio Gonzlez Nieves, O.F.M. Arzobispo Metropolitano de San Juan de Pueto Rico............................................................................ 15

    Conferencia Magistral Crisis de las relaciones Estado-Iglesia en Puerto Rico durante la primera mitad del siglo XIX Rvdo. P. Maestro Dr. lvaro Huerga Teruelo, O.P............................................................................... 21

    El perido revolucionario de 1775-1825 y su impacto en la sociedad puertorriquea Dr. Hctor Feliciano Ramos............................................................................................................. 39

    Resistencia de la direccin de la Iglesia Catlica a la Ilustracin y el Liberalismo en el siglo XIX Dr. Samuel Silva Gotay................................................................................................................... 53

    Sacerdotes y libertad de prensa, 1820-1823 Dr. Jos Rigau Prez....................................................................................................................... 63

    La bendita esclavitud: compra-venta de esclavos y otras transacciones hechas por clrigos en Puerto Rico durante el siglo XIX Dra. Ivette Prez Vega..................................................................................................................... 71

    El clero en el sur de Puerto Rico en la primera parte del siglo XIX Dr. Arnaldo Gierbolini Rodrguez.................................................................................................... 97

  • 8La Iglesia ante la Esclavitud Negra en Puerto Rico 1800-1868 Prof. Miguel Virella Espinosa......................................................................................................... 105

    Impacto de las Revoluciones en los Franciscanos de Puerto Rico Rvdo. P. Dr. Fernando Pic Bauermeister......................................................................................... 113

    El mrito no era suficiente: El cabildo eclesistico y las polticas de ascenso en Puerto Rico (1800-1850) Prof. Csar Salcedo Chirinos.......................................................................................................... 119

    Choques institucionales entre el Estado y la Iglesia por cuestiones de etiqueta: Una mirada al Real Patronato en Puerto Rico a travs de las preeminencias funcionariales, 1832-1835 Prof. Josu Caamao Dones........................................................................................................... 133

    El Padre Jos Antonio Pieretti (1830-1903): Un liberal puertorriqueo Dr. Otto Sievens Irizarry.............................................................................................................. 143

    Don Miguel Luciano de La Torre y Pando: algunos efectos y matices de su celo poltico-religioso sobre Puerto Rico y Venezuela (1822-1837) Dra. Delfina Fernndez Pascua...................................................................................................... 157

    Notas sobre la crisis de la Esclavitud Africana en las Antillas: del abate de Pradt (1798) a Gregorio XVI: 1839 Dr. Arturo Dvila Rodrguez......................................................................................................... 177

    Entre la salud y el privilegio: Debates en la transicin hacia cementerios exentos Dra. Mara de los ngeles Castro Arroyo......................................................................................... 185

    La Iglesia de Cidra: punto focal de la fundacin del pueblo 1807-1868 Dra. Frances Ortiz Ortiz............................................................................................................... 195

    Algunas caractersticas generales de eclesisticos emigrados a Puerto Rico desde Costa Firme, Per y Alto Per durante el Ciclo Revolucionario Hispanoamericano (cc. 1810-1850): una muestra representativa Dr. Jos Manuel Garca Leduc........................................................................................................ 233

  • 9Mensaje de Clausura S.E.R. Mons. Roberto O. Gonzlez Nieves, O.F.M. Arzobispo Metropolitano de San Juan de Puerto Rico......................................................................... 245

    Galera de Fotos Exhibicin de Arte Religioso y otros................................................................................................ 249

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    PresentacinProf. Edwin J. Mattei OliverasCoordinador Simposio, 2008Director del Departamento de Historia, Msica y Bellas Artes, 2012

    En Octubre 22 del ao 2008 la Pontificia Universidad Catlica de Puerto Rico logr reunir en la ciudad de Ponce un destacado grupo de acadmicos, cuyas motivaciones giraron alrededor de la historia eclesistica - cultural de nuestro pueblo puertorriqueo en la primera mitad del siglo XIX.

    Todo sucedi, por un plan de convocatoria del Arzobispo Metropolitano de la Arquidicesis de San Juan, S.E.R. Mons. Roberto Gonzlez Nieves, junto a otros colaboradores, para identificar las huellas que marcaron el pasado de la Iglesia Primada, manifestada desde el ao 1511 en esta Antilla privilegiada. Ese pasado, tambin es, el de un pueblo cuya riqueza social contiene unos principios de fe y tradicin.

    Culturalmente, Puerto Rico, es un pueblo de origen europeo, pero con races aborgenes y afroantillanas que se relacionaron con grandes valores como sociedad renaciente. Esas relaciones culturales sirvieron para que el enfoque de este pensado proyecto demuestre ms all del horizonte de nuestro paisaje las virtudes de un pueblo unido por la iglesia catlica proponente de una fe legendaria por cinco centurias.

    Entre dilogos y reuniones con distinguidos historiadores, religiosos y proponentes culturales se encausaron varios simposios lo que nuestra universidad acogi con suma a la historia eclesistica y social entre dcadas de la primera mitad del siglo XIX ofreciendo el V Simposio que se subtitulo Ruptura y Continuidad: 1800 1868.

    No todo quedo recogido en la expresin de nuestros invitados, ponentes de la casa y de otros centros universitarios del pas y del extranjero.

    Los actos programados, bajo la direccin del Prof. Alfonso Santiago Cruz, Decano del Colegio de Artes y Humanidades, sirvieron para instalar una exhibicin de arte religioso presentada por varios meses que se titul Reliquias. En ella se presentaron obras de los grandes pintores puertorriqueos del siglo XVIII y XIX como Jos Campeche y Francisco Oller pertenecientes a la Coleccin del Palacio

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    Arzobispal de San Juan. Se instalaron majestuosas tallas religiosas de la magnfica coleccin de don Teodoro Vidal junto con una memorabilia nica. Se expusieron piezas de documentos y libros pertenecientes a la coleccin Mons. Vicente Murga de la Biblioteca Valds de acuerdo al periodo analizado, como otros motivos de amigos particulares.

    Tambin fue el momento para rendirle honor a quien honor merece ya que este Simposio fue dedicado a la memoria de el gran cofundador de la antigua Universidad de Santa Mara Reina hoy Pontificia, y quien lo fuera Mons. Vicente Murga Sanz, cuyos restos adems descansan en nuestro bello campus y hasta all estuvieron nuestros obispos invitados junto con la presidenta entonces, Profa. Marcelina Velez de Santiago, que depositaron una bella ofrenda floral como era propio.

    Todo esto fue de gran agrado e intervencin para mostrar como una cultura de religin entre tantas expresiones multiculturales, hoy no las conoceramos sin la participacin de estudiosos del tema eclesistico, y ms, de los que con su empeo saben historiar sobre el pasado. De esta forma entonces, se ha pautado que la Iglesia en sus albores forj un pueblo, que nuestros estudiosos del tema escudriaron para dejar demostrado, da a da, que la razn de perseverar es motivo de un proceso de formacin a medida que han pasado los siglos. Que mejor muestra que el trabajo de muchos sea el empeo de legar, no una letra muerta, sino una palabra viva para el futuro y las generaciones que toman siempre el Punto de Partida desde nuestra Iglesia Catlica, Apostlica Romana, no importa el credo de cada ser.

    Presentacin

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    El 22 de octubre de 2008 la Pontificia Universidad celebr el V Simposio: Iglesia, Estado y Sociedad: ruptura y continuidad 1800-1868. Destacados Acadmicos de la Histotria de Puerto Rico, de la iglesia y de la vida social brindaron su conocimiento de la realidad cultural, tradicional, social y religiosa del pueblo puertorriqueo.

    Esta realidad cultural, a travs de siglos, tiene como protagonista a la iglesia catlica que ha mantenido reunido a un pueblo de carcter hispano, que aprendi el rezo y cuya virtud es una sociedad llena de valores y principios entre el hombre de la montaa y el espacio urbano de la ciudad.

    Como parte de los actos se record la memoria de Mons. Vicente Murga, quien fue un pilar importante para nuestra Universidad y la Iglesia.

    Dado que la Iglesia y la historia permanecen entrelazadas, queremos dedicar esta publicacin a la memoria de dos grandes pilares de la Iglesia Catlica, Apostlica y Romana, quienes en vida ocuparon el cargo de Gran Canciller de nuestra Institucin: Su Eminencia Reverendsima Mons. Luis Cardenal Aponte Martnez y Su Excelencia Reverendsima Mons. Juan Fremiot Torres Oliver.

    Mirando siempre hacia el futuro, forjemos el presente caminando con fe y esperanza, y unidos en la caridad.

    Mensaje del Gran Canciller S.E.R. Mons. Flix Lzaro Martnez, Sch.P.Obispo de la Dicesis de Ponce Gran Canciller de la Pontificia Universidad Catlica de Puerto Rico

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    V Dios mo, ven a mi auxilio R Seor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre Como era. Aleluya

    HIMNO

    Hora de la tarde, fin de las labores, amo de las vias, paga los trabajos de tus viadores.

    Al romper el da nos apalabraste. cuidamos tu via del alba a la tarde.

    Ahora que nos pagas, nos lo das de balde, que a jornal de Gloria no hay trabajo grande.

    Das al de la tarde lo que al maanero. son tuyas las horas y tuyo el viedo.

    A lo que sembramos dale crecimiento. tu que eres la via, cuida los sarmientos. Amn.

    Liturgia de las HorasVsperas presididas porS.E.R. Mons. Roberto O. Gonzlez Nieves, O.F.M. Arzobispo Metropolitano de San Juan de Puerto Rico

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    SALMODIA

    Ant. 1. El Seor es mi luz y mi salvacin, a quin temer?

    Salmo 26

    CONFIANZA ANTE EL PELIGRO

    I

    Si Dios est con nosotros, quin estar contra nosotros? quin podr apartarnos del amor de Cristo? (Rm 8, 31, 35)

    El seor es mi luz y mi salvacin, a quin temer? El Seor es la defensa de mi vida, quin me har temblar?

    Cuando me asaltan los malvados para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen.

    Si un ejrcito acampa contra m, mi corazn no tiembla; si me declaran la guerra, me siento tranquilo.

    Una cosa pido al Seor, eso buscar: habitar en la casa del Seor por los das de mi vida; gozar de la dulzura del Seor contemplando su templo.

    l me proteger en su tienda el da del peligro; me esconder en lo escondido de su morada, me alzar sobre la roca;

    y as levantar la cabeza sobre el enemigo que me cerca; en su tienda sacrificar sacrificios de aclamacin: cantar y tocar para el Seor

    Ant. El Seor es mi luz y mi salvacin, a quin temer? Ant. 2. Tu rostro buscar, Seor, no me escondas tu rostro.

    S.E.R. Mons. Roberto O. Gonzlez Nieves, O.F.M.

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    II

    Algunos, ponindose de pie, daban testimonio contra Jess (Mc 14, 57)

    Escchame, Seor, que te llamo; ten piedas, respndeme.

    Oigo en mi corazn: Buscad mi rostro. Tu rostro buscar, Seor, No me escondas tu rostro.

    No rechaces con ira a tu siervo, que t eres mi auxilio; No me deseches, no me abandones, Dios de mi salvacin.

    Si mi padre y mi madre me abandonan, el Seor me recoger.

    Seor, ensame tu camino, guame por la senda llana, porque tengo enemigos.

    No me entregues a la saa de mi adversario, porque se levantan contra m testigos falsos, que respiran violencia.

    Espero gozar de la dicha del Seor En el pas de la vida.

    Espera en el Seor, s valiente, ten nimo, espera en el Seor

    Ant. Tu rostro buscar, Seor, no me escondas tu rostro. Ant. 3. l es primognito de toda criatura, es el primero en todo.

    Cntico

    HIMNO A CRISTO, PRIMOGNITO DE TODA CRIATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS

    Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz.

    l nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redencin, el perdn de los pecados.

    Liturgia de las horas (Vsperas)

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    l es imagen de Dios invisible, primognito de toda criatura; pues por medio de l fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por l y para l.

    l es anterior a todo, y todo se mantiene en l. l es tambin la cabeza del cuerpo de la Iglesia. l es el principio, el primognito de entre los muertos y as es el primero en todo.

    Porque en l quiso Dios que residiera toda plenitud. y por l quiso reconciliar consigo todas las cosas: haciendo la paz por la sangre de su cruz con todos los seres, as del cielo como de la tierra.

    Ant. l es el primognito de toda criatura, es el primero en todo.

    LECTURA BREVE St 1, 22, 25

    Llevad a la prctica la palabra y no os limitis a escucharla, engandoos a vosotros mismos. El que se concentra en el estudio de la ley perfecta (la que hace libre) y es constante no como oyente olvidadizo, sino para ponerla por obra, ste encontrar la felicidad en practicarla.

    RESPONSORIO BREVE

    V. Slvame, Seor, y ten misericordia de m. R. Slvame, Seor, y ten misericordia de m.

    V. No arrebates mi alma con los pecadores. . Ten misericordia de m.

    V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espritu Santo. R. Slvame, Seor, y ten misericordia de m.

    CNTICO EVANGLICO

    Ant. El Poderoso ha hecho obras grandes por m: su nombre es santo.

    Cntico a la Santsima Virgen Mara Lc 1, 46. 55 Alegra del Alma en el Seor Proclama mi alma la grandeza del Seor, se alegra mi espritu en Dios mi salvador; porque ha mirado la humillacin de su esclava.

    S.E.R. Mons. Roberto O. Gonzlez Nieves, O.F.M.

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    Desde ahora me felicitarn todas las generaciones, porque el poderoso ha hecho obras grandes por mi: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generacin en generacin.

    l hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazn, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacos.

    Auxilia a Israel, su siervo, acordndose de su misericordia -como lo haban prometido a nuestro padres- en favor de Abraham y su descendencia por siempre

    PRECES

    Oremos, hermanos, a Dios Padre, que en su amor nos mira como hijos, y digmosle:

    Mustranos, Seor, la abundancia de tu amor.

    Acurdate, Seor, de tu Iglesia: gurdala de todo malo y haz que crezca en tu amor.

    Que todos los pueblos, Seor, te reconozcan como al nico Dios verdadero, y a Jesucristo como al Salvador que t has enviado.

    A nuestros parientes y bienhechores concdeles tus bienes y que tu bondad Les d la vida eterna.

    Te pedimos, Seor, por los trabajadores que sufren: alivian sus dificultades y haz que todos los hombres reconozcan su dignidad.

    Se pueden aadir algunas intenciones libres.

    En tu misericordia acoge a los que hoy han muerto y dales posesin de tu reino.

    Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos a nuestro Padre comn: Padre nuestro

    Liturgia de las horas (Vsperas)

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    Oracin (de vsperas de Nstra. Seora de Guadalupe)

    Seor, Dios nuestros, que has concebido a tu pueblo la proteccin maternal de la siempre Virgen Mara, Madre de tu Hijo, concdenos, por su intercesin, permanecer siempre firmes en la fe y servir con sincero amor a nuestros hermanos. Por nuestro Seor Jesucristo, tu Hijo.

    CONCLUSIN

    V. El Seor este con vosotros R. Y con tu espritu.

    V. Que la paz de Dios, que sobrepasa todo anhelo y esfuerzo humano, custodie vuestro corazn y vuestra inteligencia en el amor y conocimiento de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Seor. R. Amn.

    V. La bendicin de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espritu Santo, descienda sobre vosotros. R. Amn.

    S.E.R. Mons. Roberto O. Gonzlez Nieves, O.F.M.

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    prolegmenos

    Para hacer una exposicin generalizada o panormica del tema del simposio que estamos iniciando: Iglesia, Estado y Sociedad: ruptura y continuidad, 1800 - 1860, hay que partir del hecho histrico de la eclesializacin de nuestra isla. Hecho que aconteci casi a continuacin de la Reconquista, 2 de enero de 1492, y del Descubrimiento, 12 de octubre del mismo ao. La implantacin de la Iglesia en forma estructural de dicesis se produce muy temprano en el tiempo y en el espacio, precedida y acompaada de la evangelizacin y, tengmoslo ya en cuenta, de una compleja y fructuosa interculturizacin.1

    Para entender correctamente ese mltiple hecho, medular y tpico de la colonizacin espaola, es oportuno, a mi juicio, aclarar proemialmente dos presupuestos fundamentales:

    1. La Iglesia y el Estado son en realidad dos instituciones distintas. Cabra decir que poseen personalidad o identidad indivisa. El Estado posee un espacio, un territorio, una geografa propia. La Iglesia, como apuntan los especialistas, vive inmersa en la sociedad organizada en Estados. Coexiste espacial y temporalmente con cada uno de los Estados en los que hay creyentes, es decir, miembros de la Iglesia, cristianos. Esto supone la posibilidad de un ordenamiento, de hecho o de derecho, de todas las posibles interferencias de las dos instituciones.2

    2. Agudos pensadores contemporneos han sealado, y es gozoso referirlo, que la evangelizacin fue un distintivo de la colonizacin espaola de

    1 Cf. A. HUERGA, La implantacin de la Iglesia en el Nuevo Mundo, Ponce, 1987, pp. 33-39; X ID, La eclesializacin de Amrica, en C. Martn de la Hoz (ed.), La Iglesia en Amrica: siglos XVI - XX, Sevilla, 1992, pp. 77-10; Colonizacin, interculturacin y evangelizacin, en Actas del XI Congreso de la Asociacin Iberoamericana de Academias de la Historia, San Juan, 2008.2 Q. ALDEA, Presupuestos ideolgicos: AA.VV, IGlesia y Estado, en DHEE, t. II, pp. 1117-1188; texto citado p.1118..

    Conferencia MagistralCrisis de las relaciones Estado-Iglesia en Puerto Rico durante la primera mitad del siglo XIX

    Rvdo. P. Maestro Dr. lvaro Huerga Teruelo, O.P.

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    Amrica. Y no ha faltado quien caracterice esa armona o maridaje del Estado y de la Iglesia como un maridaje del Estado y de la Iglesia como una simbiosis entre el poder temporal la monarqua hispana y el poder espiritual la Iglesia. De hecho, la cristianizacin implic una hispanizacin efectiva en usos, costumbres y pautas de organizacin social fundacin de pueblos y, a la inversa, la hispanizacin simultaneaba una visin cristiana del mundo.3

    A la luz del mentado par de principios podemos y debemos analizar el despliegue de las tres fases de las relaciones Estado-Iglesia en Puerto Rico durante el periodo cronolgico indicado en el programa: si hubo

    ruptura es que haba precedido unidad. Y si sta se rompi, complejas y funestas circunstancias la motivaron. A pesar de todo, por conveniencia y mediante la concordia acordada entre partes.

    Por consiguiente, intentar una exposicin del tema, engarzando los tres eslabones o fases, del arco cronolgico sugerido cita al epgrafe: La simbiosis o unin, La ruptura o crisis y El restaamiento o Concordia.

    la unin

    Los reyes de Espaa, Fernando e Isabel, se apresuraron a suplicar al Papa, Alejandro VI, la donacin del Nuevo Mundo descubierto por Coln. No haba pasado un ao, meses solamente, del Descubrimiento, cuando le elevan al Papa una splica, ofreciendo en obsequio a la merced, si se les conceda, la evangelizacin de los habitantes de las tierras descubiertas. Seguan la poltica practicada en la Reconquista; y a la par, los postulados de la teocracia en boga del derecho que atribua al Papa el ttulo de Dominus Orbis.4

    Una seal, luminosa, y palmaria, de la oferta la dio la reina Isabel I en el codicilo de su testamento:

    Por cuanto al tiempo que nos fueron concedidas por la Santa Sede Apostlica las islas y tierrafirme del mar ocano, descubiertas y por descubrir, nuestra principal intencin fue al tiempo que lo suplicamos al papa Alejandro VI, de buena memoria, que nos hizo la dicha concesin, de procurar inducir y traer los pueblos de ellas y convertirlos a nuestra santa fe catlica y enviar a las dichas islas y tierrafirme prelados religiosos y clrigos y otras personas doctas y temerosas de Dios para instruir los vecinos y moradores de ellas en la fe catlica y ensearlos y dotarlos de buenas costumbres y poner en ello la

    3 Cf. M. I. GONZLEZ ALONSO, Archivo general de Indias, en DHEE, t.V (Suplemento), 1987, p. 43.4 Cf. Paulino CASTAEDA DELGADO, La teocracia pontifical y la conquista de Amrica, Vitoria, 1986; reedicin: Mxico, 1996. ID., Los precedentes de la fundacin de las primeras Iglesias de Indias, M. ALVARADO (ed.), Iglesia y sociedad: 500 aos en Puerto Rico y el Caribe, siglo XVI, San Juan, 2008, pp. 33-56.

    Rvdo. P. Maestro Dr. lvaro Huerga Teruelo, O.P.

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    diligencia debida, segn ms largamente en las Letras [bulas] de la dicha concesin se contiene. Por ende, suplico al Rey, mi seor, muy afectuosamente y encargo a la dicha princesa [Juana] mi hija, y al dicho prncipe su marido [Felipe el Hermoso] que as lo hagan y cumplan, y que esto ser su principal fin, y que en ello pongan mucha diligencia.5

    A la evangelizacin sigui y acompa la eclesializacin, que van a ser las notas caractersticas de la colonizacin espaola del Nuevo Mundo, como deca, ufano Don Bernal Daz del Castillo, uno de los primeros conquistadores, y que ha puesto recientemente de relieve Octavio Paz.

    A los inicios de la empresa, casi al alba, los Reyes Catlicos tomaron a pecho y a fe la conversin de los aborgenes de las Indias Occidentales a la religin cristiana. El codicilo de la reina que acabamos de leer lo testifica seeramente. Y lo evidencia tambin la prisa y el talante con que el Rey activ el cumplimiento del codicilo de la Reina, suplicando al papa Julio II, sucesor de Alejandro VI, la ereccin o fundacin de dicesis. En eso consista lo que llamamos eclesializacin.

    Accedi de buen grado el Papa a la splica, pero no mencion, ni para s ni para no, una condicin importante que el rey inclua en la splica: el Real Patronato sobre las dicesis indianas, como el papa Inocencio VII lo haba concedido al erigir o renovar las dicesis de las zonas espaolas reconquistadas.

    El Rey, examina a la bula Illius fulciti (de 15 de noviembre de 1504), por la que se erigan dicesis en las Antillas, y visto que no mentaba el Real Patronato, acord no darle a la bula el exequtur, o sea, el pase regio. Con ello, el proyecto se qued en borrajas. Y orden a su embajador en Roma que lo notificase a Su Santidad y le pidiese otorgar el patronazgo de las dicesis indianas, como estaba concedido y vigente en las espaolas. Ante el atranque y la insistencia, Julio II, un Papa Rvere (de roble), se avino y expidi la bula Universalis Eclesiae (28 de julio de 1508).6

    En ella y por ella, conceda a los reyes de Espaa el jus patronatus. Mas tampoco en este segundo lance el rey don Fernando le dio el pase a la bula. En el entretanto, de 1504 a 1508 haban ocurrido muchas cosas, que retardaron la fundacin y la organizacin de las primeras dicesis del Nuevo Mundo; entre otras, la iniciacin de la colonizacin de la isla de Boriqun por Juan Ponce de Len. Este hecho, ocasion el cambio del viejo proyecto de las novsimas dicesis: el Rey, que demostr pronto inters y querencia por Puerto Rico el nombre de Boriqun se cambi en el de San Juan de Puerto Rico quiso que una de las tres primeras dicesis fuese la de Sancti Ioannis, o sea, la de Puerto Rico. As se establece en la

    5 ISABEL I Codicilo al testamento, Medina del Campo, 23 noviembre 1504, en J. PREZ DE TUDELA (ed.), Coleccin documental de Descubrimiento, Madrid, 1994, t. III, pp. 1673 1674 (documento no. 688).6 Cf. A. GARRIDO, Organizacin de la Iglesia en el reino de Granada y su proyeccin a Indias, Sevilla, 1979; L. J. RODRGUEZ (ed.), Sevilla, Iglesia Madre de las Antillas, San Juan, Puerto Rico 2005.

    Crisis de las relaciones Estado-Iglesia en Puerto Rico...

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    bula que encabezan las sacrosantas palabras Romanus Pontifex (8 de agosto de 1511).7

    Aceptada la bula, y celebrada capitulacin en Burgos, mayo de 1512, en orden a estructurar el rgimen pastoral de las nuevas dicesis8, el 26 de septiembre de ese ao don Alonso Manso recibi la ordenacin episcopal en Sevilla de manos de Diego de Deza, arzobispo metropolitano; y el 25 de diciembre arrib a Caparra; y tom posesin de la dicesis. Fue el primer obispo de Amrica.9

    Y, por tanto, la primera dicesis tambin en la que empez a funcionar de hecho el real patronazgo.10

    Del despliegue de ese privilegio o merced tan importante, que los mismos cannigos de Puerto Rico consideraban ya en 1539 al rey de Espaa vicario papal de la dicesis.11 No es menester dar aqu ms detalles, cindonos simplemente a reiterar que, para bien o para mal, el patronato fue constante y celosamente defendiendo como unas de las ms brillantes perlas o regalas de la Corona, como lo testificaba un virrey de Mxico dos siglos despus:

    El Real Patronato de las Indias, que los seores Reyes de las Espaas gozan por derecho y privilegio y bulas apostlicas de los Sumos Pontfices Alejandro VI y Julio II, es, sin controversia, la joya ms resplandeciente en su real diadema.12

    Me ha parecido que era menester el anterior discurso para abordar el penoso asunto de la ruptura de las relaciones entre el Estado espaol y la Iglesia catlica en Puerto Rico.

    7 La bula Romanus Pontifex, 8 agosto 1511, cuyo texto latino Fidel Fita deseaba que se hallase y publicase, se puede ahora ver en el Episcopologio de Puerto Rico, t. I. Ponce, 1987, pp. 364 3698 El acuerdo o capitulacin de los primeros obispos del Nuevo Mundo tuvo lugar en Burgos, 12 mayo 1512. Un extracto o resumen de ese protocolario documento lo dio a conocer Cayetano Coll y Toste en BHPR, tomo VII, 1929, pp. 381 382, reproduciendo la sntesis de Juan Bautista Muoz. El texto ntegro lo public Manuel GIMNEZ, La poltica religiosa de Fernando V en Indias, Revista de la Universidad de Madrid, 3, 1943, pp. 174 182; reedicin por V. MURGA, Cedulario Puertorriqueo, tomo I, Rio Piedras, 1961, pp. 123 127. Extraamente, I. Prez, que se les daba de las casistas informadsimo, asever en 1994 que desconoca el texto: Cf. A., Bartolom de las Casas en Puerto Rico, Ponce, 2002, p. 95.9 AGI, Contadura, 1871, publicado por A. TANODI, Documentos de la Real Hacienda de Puerto Rico, vol. I, San Juan, 1971, p. 158. Cf. A. HUERGA, Don Alonso Manso en la coyuntura fundacional de la primera iglesia o dicesis del Nuevo Mundo, en M. ALVARADO (ed.), Iglesia y sociedad: 500 aos en Puerto Rico y el Caribe, siglo XVI, San Juan de Puerto Rico, 2008, pp. 57 73.10 En la copiosa bibliografa sobre el real Patronato merece una sealacin el macizo estudio de Matas GMEZ ZAMORA, Regio Patronato Espaol e Indiano, Madrid, 1897, 769 pginas, porque gracias a ese libro figur entre los candidatos a la sede episcopal de Puerto Rico, y tambin lo espinoso del tema le ocasion que su candidatura no prosperase. Por esas circunstancias lo menciono aqu. Cf. A. HUERGA, Puerto Rico y el fin del Real Patronato, Citt del Vaticano, 2001, 849 860.11 Carta del cabildo eclesistico de Puerto Rico a Carlos V, San Juan, 15 septiembre de 1539: AGI, Santo Domingo, legajo 174, f. 5v.12 Lewis HANKE, Los virreyes espaoles de Amrica, tomo V, Madrid, 1978, p.6.

    Rvdo. P. Maestro Dr. lvaro Huerga Teruelo, O.P.

  • 25

    la ruptura

    El Estado espaol entr en el siglo XIX con pie gubernamental cojo, con pulso oscilante y horizonte poltico en borrasca. Y para colmo de desdichas, sufri una traicionera invasin napolenica.

    En las relaciones Estado Iglesia, la situacin fue de tensin y ruptura. El eje que sostena y rega esas relaciones era el Real Patronazgo espaol e indiano, concedido a los Reyes Catlicos por el papa Julio II y defendido, y an convertido en pujante regala, sobre todo en la poca de los Borbones. El siglo XIX produjo numerosos episodios nacionales. El ms sonado, desde la perspectiva orgnica, fue de doble faz: por un lado, la repulsa a la invasin napolenica; por otro, la asuncin de las ideas del liberalismo de la revolucin francesa. El Real Patronato se opac. Y el lugar del eclipse fue Cdiz, donde las Cortes nacionales se amasaron, conocieron y promulgaron la famosa Constitucin de 1812.

    La Constitucin de 1812, revolucionaria y tambin farragosa, prolija y hasta contradictoria, liquid muchas estructuras del Antiguo Rgimen. Sobre todo, arrumb la monarqua absoluta, reducindola a constitucional.13 Y tambale las estructuras de la Iglesia, aunque proclam en alta voz que la religin del Estado segua siendo la catlica y romana.14

    Las Cortes se atrevieron a meter baza en una reforma o reestructuracin de la Iglesia.

    Los tres artculos no obtuvieron consenso general de los diputados. Respecto a Puerto Rico, que es lo que aqu y ahora nos interesa, diputado en las cortes fue Ramn Power, egregio y catlico de fina solera. Obtuvo el nombramiento por siete votos, dos por encima del segundo candidato, que era nada menos que el obispo Arizmendi. Los dos, criollos de pro y de esperanza. Power fue buen paladn de los intereses del pas que representaba, obtuvo el puesto de vicepresidente de las Cortes y falleci all, en Cdiz, vctima de la fiebre amarilla, que se llev a la grupa a un buen nmero de diputados.15

    La Constitucin de 1812 fue recibida y celebrada con jbilo en Puerto Rico, por el pueblo, por el obispo Arizmendi y por el gobernador civil Melndez Bruna.16

    Los festejos impidieron que de momento se percatara el pueblo de algunos artculos discutibles de la Constitucin. Que no haba obtenido consenso unnime de los diputados. Un numeroso grupo vot en contra del derrocamiento de la monarqua absoluta y de la injerencia en las estructuras eclesisticas.

    13 La soberana reside esencialmente en la nacin y por lo mismo pertenece a sta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales: Constitucin de 1812, art. 3.14 La religin de la nacin espaola es y ser perpetuamente la catlica, apostlica y romana, nica verdadera: Ibid., art. 12.15 Cf. AA. VV., Ramn Power, Revista del ICP. 5 1963, pp. 30 56.16 Cf. A. HUERGA, Biografa pastoral de Juan Alejo de Arismendi, Ponce, 1992, pp. 225 231.

    Crisis de las relaciones Estado-Iglesia en Puerto Rico...

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    La nacin entera se haba puesto en armas contra la invasin napolenica, como cant en vulgares dcimas el joven poeta giennense Bernardo Lpez. Una declaraba con desgarrada y honda voz patritica:

    Y cuando en hispana tierra pasos extraos se oyeron, hasta las tumbas se abrieron gritando: venganza y guerra!17

    Pero la Constitucin no tard en desaprobarse, o al menos en discutirse, en algunos sectores del pas, y el descontento cundi tambin entre los espaoles de fuste tradicional. Un campo propicio para la divergencia, y aun para la disputa, fueron las reuniones festivas de militares y eclesisticos en Puerto Rico.18 El manifiesto ms sonado contra la Constitucin lo dieron y firmaron 69 diputados.19 Y lo presentaron a Fernando VII en Valencia20 cuando regres a Espaa como rey

    constitucional (no absoluto), despus de la detencin a que le haba sometido Napolen. El manifiesto de los persas, como se le llam, dio pie al Rey para abolir la Constitucin de 1812, por un real decreto promulgado en Madrid el 4 de mayo de 1814. El golpe de Fernando VII dio al traste con la Constitucin, con el gobierno

    constitucional, provocando el rabioso descontento de los constitucionalistas. En mala hora todo ello. Porque van a distinguirse y fraccionarse por periodos cronolgicos cortos las alternativas de poder.

    Esquemticamente:

    1. Bienio constitucional, 1812 - 1814.

    2. Sexenio absolutista, 1814 - 1820.

    3. Trienio constitucional, 1820 - 1823.

    4. Dcada absolutista, 1823 - 1833.

    5. Dcada constitucional, 1833 - 1843.

    6. Dcada moderada, 1843 - 1853.

    La escueta resea de perodos es indicadora de rpidos cambios de gobierno. Y lo peor, al ser desequilibrante el turno de las alternativas, altero los proyectos de gobierno, radicalmente opuesto de un periodo a otro. Fue una oposicin destructora del Estado. Espaa no slo perdi su imperio americano, sino tambin se empobreci, se autodestruy. Y cindonos a las relaciones entre Estado e Iglesia, resultaron tremendamente nocivas para ambas partes las frecuentes alternancias de los constitucionales y de lo absolutistas en el gobierno.

    17 Bernardo LPEZ GARCA, Dos de mayo!, estrofa 8: Jos BERGA, Las mil mejores poesas de la lengua castellana, Madrid, Ediciones Ibricas, 1969, p. 442.18 Lidio CRUZ MONCLOVA, Historia de Puerto Rico (siglo XIX), vol. 1, Rio Piedras, 1965, p. 10.19 Cf. Vicente PALACIO ATARD, La Espaa del siglo XIV, 1808 1898, Madrid, 1978, p. 74.20 Manifiesto o representacin que al seor don Fernando VIII hacen en 12 abril de 1814 los que suscriben como diputados de las actuales Cortes ordinarias.

    Rvdo. P. Maestro Dr. lvaro Huerga Teruelo, O.P.

  • 27

    Los problemas surgieron a cada instante. Y las soluciones no siempre estaban a mano.

    Dicho en una palabra: se produjo la ruptura de relaciones Estado Iglesia. Limitndonos a Puerto Rico, sealo algunos aspectos:

    El obispo Arizmendi felicit a Fernando VII por su retorno al Trono.21 Y falleci el 12 de septiembre de ese mismo ao. Para ocupar la vacante, sta y otras, Fernando VII nombre a sus fieles.22 La de Puerto Rico se dio a Mariano Rodrguez de Olmedo, peruano, que era uno de los firmantes del Manifiesto de los persas.23

    En el ejercicio de su obispado (1815 1824) disfrut de algunos aos de bienandanza y buen servicio pastoral; pero le pill el cambio de 1820, que dio el gobierno a los liberales. Uno de los que tuvo que someterse a entonar la palinodia fue el mismo rey Fernando VII: vayamos por la senda de la Constitucin, yo el primero; a los firmantes del manifiesto, entre los que figuraba el obispo de Puerto Rico, le toc la china del decreto de prdida de cargo y de bienes, y la imposicin de exilio. Se fue, por tanto, al destierro. Y cuando Fernando VII da otro golpe al timn en 1823 y cancela otra vez la Constitucin y recupera el rango de rey absoluto, el obispo Gutirrez de Olmedo vuelve a la dicesis, y en premio a su fidelidad, Fernando VII lo nombra arzobispo de Santiago de Cuba. Para all se fue, hasta su fin mortal, acaecido el 23 de enero de 1831. Contaba al morir 59 aos de edad.24

    Le sucedi en la sede episcopal de Puerto Rico Pedro Gutirrez de Cos (1825 1833), un venerable anciano, que haba apurado el amargo cliz del destierro, y se desempe con admirable y abnegada entrega al servicio de la dicesis.25

    Retomando las aguas del relato ms arriba, volvamos la mirada a los primeros aos del siglo XIX, para apurar la ruptura y sus consecuencias en Puerto Rico. La desastrosa y tambin miope poltica de Carlos IV y de su valido Manuel Godoy, abri las puertas a Napolen, ambicioso emperador, que se apoder traicioneramente de Espaa. Y para colmo, destituy a Fernando VII, lo meti a l y a su padre en rehenes, e impuso como rey de Espaa a Jos Bonaparte. La gestin de los invasores provoc la masiva reaccin del pas, y se sucedi el levantamiento del 2 de mayo de 1808 por coraje de patriotismo sangrante contra invasin francesa.

    21 Cf. Carta de Arizmendi a Fernando VII, Mayagez, 10 julio 1814: AGI, Ultramar, legajo 502, f. 264.22 Cf. V. PALACIO ATARD, O.c., p. 70.23 Nombramiento: AGI, Ultramar, legajo 405, s.f. (17 junio 1815).24 Cf. HD IX, pp. 11 54: Mariano Rodrguez de Olmedo, 1815 -1824.25 Cf. Ibid., pp. 57 58: Pedro Gutirrez de Cos, 1825 1833. El 12 de octubre de 1832 inaugur el seminario conciliar, tantos aos, siglos, anhelado, que va a ser una fragua de cultura en la que se forjan clrigos y seglares, y suple en parte los centros docentes apagados y moribundos de los dominicos y franciscanos, por mor de las tropelas de los gobiernos constitucionales. Cf. A. CUESTA MENDOZA, Historia de la educacin en el Puerto Rico colonial, vol. II, Ciudad Trujillo, 1948, pp. 125 133; A. DAVILA, El Seminario Conciliar, Revista Domingo/ El Nuevo Da, 16 noviembre 1986, pp. 6 11; Xavier CIORDIA, El Seminario Conciliar, fragua de hombres egregios, Horizontes, 45, 2003, pp. 17 62.

    Crisis de las relaciones Estado-Iglesia en Puerto Rico...

  • 28

    Sin rey y sin ley, se improvisaron juntas de defensa y de reorganizacin, y se convocaron Cortes para recuperar el timn del gobierno. El lugar designado para las Cortes legisladoras y reestructuradoras, despus de varios proyectos, fue la isla de Len, es decir, Cdiz, en el extremo sur de la pennsula, y fuera del dominio de las devastadoras milicias napolenicas. Con todo, las Cortes dieron vida inquieta y multiforme a Cdiz.26 Por las calles andaba gente de varios puntos, distinguindose la turba de los diputados. Entre ellos, Ramn Power Giralt, boricua. El pan amasado en aquel horno legislativo fue la Constitucin, promulgada el 19 de marzo de 1812.

    No vale la pena, ni es posible, analizarla. A simple ojo resulta farragosa y compleja. En su elaboracin participaron idelogos de las tendencias ms variadas, incluso numerosos clrigos, unos tradicionales, otros afrancesados. En la Constitucin hay tres artculos clave: la declaracin de la religin catlica como iglesia del estado; el recorte a la monarqua del Antiguo Rgimen, absolutista, dejndola en constitucional; en fin, una serie de disposiciones de reforma de las estructuras sociales, econmicas y eclesisticas. ste va a ser el punctum dolens.

    Por mucho que se celebre y alabe la Constitucin de 1812, no hay que silenciar que rezuma influjo de la ideologa de la Revolucin Francesa, o, dicho en lenguaje sociopoltico, del liberalismo. Lo profesaban muchos diputados.

    La repulsa a las Cortes y a la Constitucin no se hizo esperar. Un diagnstico negativo y mordaz lo har, despus de un sajador anlisis, Menndez Pelayo.27 Pero ya en los mismos das de las Cortes las repudiaron preclaros escritores. El ms odiado de los constitucionales y ms estimado de los opositores, fue Francisco Alvarado, autor de punzantes y galanas Cartas crticas.28 Era andaluz, nacido en Marchena (Sevilla) en 1756, formado en el colegio universidad de Santo Toms, y catedrtico en l. Sus cartas se divulgaban y se lean y escocan en el Cdiz de las Cortes. Le azuzaron, y tuvo que trasterrarse a Portugal. Al marchar, dej en la pared de su celda en el convento de San Pablo de Sevilla, del que era prior, una dcima mordaz, dejarretando la Constitucin. Por lo menos eso dicen las crnicas. Cada verso es un mordisco:

    Atar la pluma y la boca, Remachar ms nuestros grillos, Gobernar slo los pillos, Robarnos lo que nos toca; Barrenar la fuerte roca De la f y la religin, Doblar la contribucin,

    26 Cf. Ramn SOLS, El Cdiz de las Cortes, Madrid, 1958.27 [] aquellas pedantescas Cortes tan tirnicas, impertinentes y arbitrarias. M. MENNDEZ PELAYO, Heterodoxos espaoles, t. VI, Santander, Aldus, 1948, pp. 39 98; texto citado, p. 87.28 Cf. Francisco ALVARADO, Cartas crticas, 3 tomos, Madrid, 1825.

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  • 29

    Quitar la Iglesia y el Rey, Y desbaratar nuestra ley: Esto es la Constitucin.29

    Pero no slo se pronunciaron contra la Constitucin de 1812 los que estaban en la barrera, sino tambin un nutrido grupo de diputados, 69 en total, que despus de promulgada, y puesta en vigor por los capitostes del gobierno interino interino porque se retir el intruso rey Jos al regresar a Espaa el rey Fernando VII, le presentaron, firmado, un manifiesto, instndole a abolir o echar al cesto la Constitucin.

    Fernando VII recibi el 12 de abril de 1814 en Valencia el Manifiesto. Y halagado, y aclamado, se sinti fuerte y firm un real decreto que declaraba nula e invlida la Constitucin. Duro y tal vez infausto decreto! Pero no del todo injusto. Ya que los mentores y seguidores de la Constitucin haban hecho de las suyas30 desde el 19 de marzo de 1812, fecha de su promulgacin, hasta el 4 de mayo de 1814, data del decreto de anulacin.

    Dando ese golpe, Fernando VII inaugur el sexenio absolutista (1814 1820). Es decir, rey a la antigua usanza, rey absoluto, rey no constitucional, rey con plenos poderes. Y en ejercicio de eso, arrincon a los constitucionalistas, que se mordan de rabia y de silencio, pero no pararon de conspirar. Premi, adems, a los diputados clrigos que firmaron el Manifiesto con mitras episcopales, haciendo uso del Regio Patronato.

    Limitndonos a lo que ocurri en Puerto Rico por esas calendas, sealo cuatro datos:

    1. Las relaciones de la iglesia puertorriquea con el gobierno civil se opacaron a ojos vista, pues si el obispo Arizmendi festej en 1812 la Constitucin, mantuvo divergencias con el gobernador Melndez Bruna durante el bienio 1812 - 181431, y aunque dio pruebas de apertura a clrigos inmigrantes de las zonas insurgentes, y de amor pastoral a Puerto Rico, no fue un insurgente, sino un fiel vasallo de S.M. La prueba? A un colega y amigo que ha insinuado y propugnado atisbos de insurgencia en Arizmendi, le amonesto que lea la carta de adhesin que el 10 de julio de 1814 escribi a Fernando VII, felicitndolo por su retorno a Espaa y por su golpe de estado.32

    2. El 12 de octubre de 1814 falleci en Arecibo el obispo Arizmendi. El sucesor fue Mariano Rodrguez de Olmedo (1815 1824), como ya hemos apuntado.

    3. Las aguas o ideas liberales estuvieron contenidas mas no muertas durante el sexenio.

    29 Cf. J. SAGREDO, Bibliografa dominicana de la provincial Btica, Almagro, 1922, pp. 14 15.30 La protesta diplomtica del nuncio no se hizo esperar: el 14 de enero de 1814 envi una acerada carta al gobierno; que puede verse en HD XI, pp. 27 28.31 Cf. A. HUERGA, Biografa pastoral del obispo Juan Alejo Arismendi, Ponce, 1992, pp. 143 147.32 Carta a Fernando VII, Mayagez, 10 de Julio de 1814: AGI, Ultramar, legajo 502, f. 264rv. Publicada en HD X, pp. 532 533.

    Crisis de las relaciones Estado-Iglesia en Puerto Rico...

  • 30

    Esos aos herva tambin la insurgencia, incontenible, de los pases hispanoamericanos. En Puerto Rico rein la calma. El gobierno de Fernando VII intent domear los movimientos insurgentes, y entre las medidas que adopt hay que sealar el envo de tropas al mando del coronel Riego. La expedicin se prepar en la provincia de Cdiz, concretamente en Cabezas de San Juan, y all estall, como una olla a presin, el pronunciamiento en contra del rgimen absolutista de Fernando VII y a favor del rgimen constitucional abolido. Fernando VII, a la fuerza ahorcan, no tuvo ms remedio que reinstaurarlo. Jur observar la Constitucin y exhort a poner 12 foros a rueda de ella. La decisin qued expresada en una frase vergonzante de rey vencido y a la par semidestronado: Marchemos todos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional.

    Se inaugur as el trienio constitucional (1820 1823). Los liberales, de nuevo en el poder, la emprendieron contra los partidarios del absolutismo monrquico y procuraron legislar a favor de las reformas de los institutos religiosos. De los decretos del trienio constitucional evidencian venganza, no justicia: destituye a los que firmaron el Manifiesto de 1814, y se apodera de sus bienes. Al obispo de Puerto Rico le cay encima el rayo fulminante, y tuvo que irse al ostracismo. La dicesis se qued malherida y sin pastor.33 Otro decreto, igualmente nefasto, desarbol los institutos religiosos. Las relaciones Estado Iglesia se rompieron. En Puerto Rico el encargado de ejecutar ambos decretos el de destierro del obispo Rodrguez de Olmedo y el de cierre de los conventos

    fue el gobernador de turno, Arstegui, que actu con increble crueldad. El obispo acat la orden de destierro. Los dominicos protestaron en vano, y se marcharon a la dispora, pues el gobernador no se avino a razones y reclamaciones, y hasta perdi los estribos, e intent organizar la iglesia hurfana de pastor a su antojo y medida. Tan terco y espadn estuvo, que el gobierno central lo depondr.34 De todos modos, el dao estaba fraguado: Puerto Rico se qued sin obispo y casi sin clrigos, sin aulas y sin plpitos.35

    4. Las tornas de la fortuna volvieron a dar una vuelta, y el trienio constitucional (1820 1823) acab en un segundo golpe de Fernando VII, que reinstaur la monarqua absolutista. Durante diez aos en la dcada ominosa (1823 1833), como la apellidan los liberales con resentido mohn, se activan nuevos rumbos y desactivan los decretos del trienio constitucional (1820 1823).

    Regresa el obispo Olmedo a Puerto Rico, y a los pocos meses recibe como premio la promocin a arzobispo de Cuba. Los dominicos volvieron a su convento, pero ya en menor nmero y con ms escasas fuerzas.36 Por ascenso y traslado de Gutirrez de

    33 Cf. HD XI, pp. 25 3734 Cf. ibid, pp. 37 41: La dispora de los dominicos, expulsados de su convento.35 Cf. ibid, pp. 42 44.36 ANICETO RUIZ, Protesta contra la supresin de los coventos de Santo Domingo y San Francisco en Puerto Rico el ao de 1821, El diario liberal, 9 de mayo 1822; artculo reproducido por C. Coll y Toste en su BHPR VII, pp. 150 164.

    Carta de fray Francisco Amazante al ministro de gracia y justicia, Coamo, 10 marzo 1822: AGI, Santo Domingo, legajo 2341, s.f.; la publiqu en HD XI, pp. 255 261.

    Rvdo. P. Maestro Dr. lvaro Huerga Teruelo, O.P.

  • 31

    Olmedo al arzobispado metropolitano de Cuba vino de obispo a Puerto Rico Pedro Gutirrez de Cos (1825 1833). Natural de Piura (Per), donde naci en 1750. Era, a la sazn de venir, un venerable anciano, que posea una brillante hoja de servicio a la Corona y a la Iglesia, y la continu en Puerto Rico con admirable generosidad: con sus aos al hombro, realiz la visita pastoral a la dicesis y logr inaugurar el seminario diocesano, memorable hecho, el 12 de octubre de 1832.37 Ser fragua y forja de formacin cultural y moral de clrigos y laicos.38 Gutirrez de Cos falleci el 2 de abril de 1833. Y la dicesis qued sin obispo durante casi 14 aos. Qu pas? Sucedieron muchas cosas. Las principales la muerte de Fernando VII y el fin de la dcada ominosa, a la que sigui otra dcada, 1834 1844, no de monarqua absolutista, sino de monarqua constitucional y de rgimen o pulso dbil y agitado. Y en cuanto a las relaciones Estado Iglesia, que es el tema que nos interesa, desgraciadamente horrendo. Los sucesos se suceden sin pausa y sin logros positivos.

    En 1830 qued viudo por tercera vez el rey Fernando VII. Noveno de 14 hermanos, haba nacido en 1784. Contrajo matrimonio, el cuarto, en 1830 con Mara Cristina de Borbn, que era sobrina suya. De las tres esposas anteriores no tuvo prole. Ante la posibilidad de que tampoco la tuviese en esta cuarta etapa, pues adems de aos sobrellevaba enfermedades, pens que tampoco tendra hijos, y decidi nombrar heredero a su hermano Carlos, cuatro aos ms joven que l, y de mejor prestancia fsica y bienquisto de la gente. Se equivoc en la desesperanza de tener hijos, y la jubilosa noticia le impuls a no dejar ya la corona a su hermano, sino a la criatura que le iba a nacer. Y pensando que podra ser nia, y que en ese caso la ley slica, dada por Felipe V, no le daba opcin a nombrarla reina, aboli la ley y nombr sucesora a la infanta, nacida en 1830. Frisaba la edad de 3 aos al morir Fernando VII, 29 de septiembre de 1833. Su hermano Carlos, que se haba refugiado en Portugal, se autoproclam rey, y estall la guerra- carlista, que va a ensangrentar a Espaa en absurdas guerras, y lo peor de todo a colaborar con la divisin del pas en dos no por gala, sino por secuela de la Constitucin de 1812. Cuentan que Fernando VII, por consejo de Calomarde, quiso dar marcha atrs y renovar el decreto de sucesin a favor de su hermano Carlos. La gesta ocurri, segn el cuento, cuando estaba ya en las ltimas. Calomarde sala de la alcoba del moribundo con el decreto en la mano, la infanta Carlota, hermana de la reina Mara Cristina, le arrebat el folio, lo hizo trizas, y le solt un sonoro bofetn a Calomarde. El abofeteado, intimado, y corts, pusilnime y servil, musit el famoso logos: manos blancas no ofenden. Los historiadores modernos dicen que todo eso es una fbula.39

    Lo que no es una rumorologa sino una verdad fctica es que la nia Isabel fue declarada y aceptada como reina, y que su madre no slo la acunase sino tambin ejerciese como regente. Lo peor no fue slo eso, la niez, sino que

    37 Cf. HD XI, pp. 65 69.38 Cf. ibid., pp. 71 88.39 Cf. F. SUREZ VERDEGUER, Los sucesos de la Granja, Madrid, 1953.

    Crisis de las relaciones Estado-Iglesia en Puerto Rico...

  • 32

    los liberales se aprovecharon para hacerse con el gobierno y gobernar a ultranza y espada, defendiendo la dinasta de Isabel, halagando a la reina regente, y luchando contra los carlistas. La lectura de las pginas amarillentas y enormes de La Gaceta de Madrid da grima. En la portada de esos infolios se lee una gacetilla protocolaria en casi todos sus nmeros, comunicando que S.M. la reina nia y su madre la reina regente, y los dems miembros de la familia real, gozan de buena salud o de buena estancia en El Pardo o en la Granja.40 Y renglones abajo se van clavndose los decretos del gobierno. Los temas preferentes son los que llevan a cotas altsimas la desamortizacin y la exclaustracin; o sea, los de ruptura de las tradicionales relaciones Estado Iglesia.

    No slo se extinguen las casas de religiosos, sino tambin se desamortizan los bienes del clero secular, y se sacan en almoneda o subasta pblica. Un ejemplo lo traigo a colacin. Y para mayor ludibrio, se presenta y obtiene el placet y firma de la reina regente:

    Seora: A la alta penetracin de Vuestra Majestad no podr ocultarse que en el largo periodo transcurrido desde que la Constitucin poltica de 1812 estuvo en vigor, las circunstancias de la nacin han variado notablemente y que por ello muchas disposiciones acordadas durante aquella poca, especialmente en el orden econmico y todas las que puede afectar a la hacienda nacional.41

    De momento no especifica qu circunstancias y leyes han variado. El nmero siguiente de La Gaceta, que era el 636 y sali a luz pblica el 9 de septiembre del mismo ao, desvel una variante, que no cambiaba sustancialmente las disposiciones de antao, pero s las agravaba. La nueva real orden o decreto dispona:

    1. A los muy reverendos arzobispos, reverendos obispos y de ms prelados diocesanos que se hallen separados de sus iglesias y del ejercicio del ministerio episcopal por desafectos o enemigos del trono legtimo y de las libertades proclamadas por la nacin, y los que fueren separados en adelante por el gobierno por iguales motivos, se les ocuparn todas las temporalidades y sus productos sern recaudados por los respectivos intendentes, con aplicacin por ahora a las urgencias del Estado.

    2. Se adoptar igual medida con todos los otros eclesisticos de cualquier clase que sean que se hallen en el caso del artculo anterior.

    3. A las encausados y despojados de sus temporalidades entindase: bienes o propiedades se les acudir religiosamente a su sustento.42

    No es un sarcasmo ese adverbio, religiosamente, en un ministro de gracia y justicia que no era ms que un depredador? Prometa una msera pensin,

    40 As, por ejemplo, en el nmero del 1 de septiembre de 1936, p. 1.41 La Gaceta de Madrid, 1 de septiembre de 1836.42 En el nmero que sali a luz el 9 de septiembre. El autor del decreto advierte que S.M. la reina se dign aprobar entero, sin quitar ni poner una letra, el infame decreto.

    Rvdo. P. Maestro Dr. lvaro Huerga Teruelo, O.P.

  • 33

    que en muchos casos se qued en promesa.

    En el fondo de las disposiciones de exclaustracin de personas y de apropiacin de bienes eclesisticos late una radical negacin de los derechos humanos y un hambre depredadora de las propiedades de la Iglesia. Es obvio que la nacin se hallaba en penuria econmica, con las arcas vacas, en parte por las tres guerras (la de independencia, la de las colonias insurgentes y la carlista), en parte por el retraso industrial del pas, y en parte por los cuantiosos gastos de la construccin de la red de ferrocarriles.

    En la dcada de las regencias que fueron dos: la de Mara Cristina y la de Espartero se exacerb el asendereado afn de desamortizar y exclaustrar. A un ritmo pavoroso, por la magnitud e injusticia del proyecto, y el desatino con que actuaba, del que son ndices las reiteradas y rpidas cadas de gobiernos

    desamortizadores y exclaustradores. Si esos desmanes se iniciaron en los aos napolenicos, y se renovaron con devastadora fuerza en el trienio liberal, en la dcada de las regencias subirn a cotas de exterminio en los meses que ocuparon el podio del poder Martnez de la Rosa (enero 1834 junio 1835), el conde de Toreno (junio septiembre de 1835) y alcanzaron el pice con Mendizbal, que se convirti, en los pocos meses que gobern, (septiembre 1835 mayo 1836) en el prototipo y gerifalte de los depredadores. La desamortizacin y la exclaustracin se colgarn a su nombre para los restos en la historiografa. Nigromante y rapaz sern motes que algunos le cuelgan en la solapa. Era gaditano de etnia juda, masn de voluntad y Mndez de apellido, Mendizbal postizo.

    Cindonos a Puerto Rico, repercutieron aqu los decretos de Mendizbal hasta causar el exterminio. Como en Espaa, la Iglesia se vio despojada de sus propiedades y herida en sus estructuras. Los religiosos de la noche a la maana se vieron en la calle, como una nueva clase de mendigos desamparados. Y sus conventos, vaciados o convertidos en usos profanos o civiles. Y sus propiedades, sasqueadas o puesta en almoneda. Caso de vergenza result la venta de la finca

    Los frailes, que los dominicos posean en Loza. Era una finca que trabajaban a renta casi simblica ms de cincuenta familias. Fueron desalojadas para vender la hacienda, una de las mejores del pas. Pero result que no haba compradores efectivos, y acab por convertirse no en un vergel, sino en un bosque. Lo dice y lamenta el intendente que, en nombre del estado, se ocup de venderla. Su testimonio nos ahorra disquisiciones. Lo dirige al ministro de Hacienda en una carta datada el 30 de septiembre de 1844. Leamos lo que deca:

    Excelentsimo Seor: Entre los varios expedientes que, al hacerme cargo de esta intendencia, encontr rezagados y sin curso, fue el de la venta y administracin de los bienes de monacales que contaba ms de dos aos de paralizados, sin llevar a cabo la adjudicacin de la venta de terrenos de los frailes dominicos de Loza, subastados en el mes de mayo de 1844, en la suma de 14.407 pesos, ni cuidado de su arrendamiento, posesionados de alguna parte de las tierras varios negros libres sin contrato formal ni idoneidad de ninguna especie, inspirando fundados temores al gobierno civil de la Isla.

    Crisis de las relaciones Estado-Iglesia en Puerto Rico...

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    En este estado, y a consecuencia de un auto anterior, de 7 de junio de 1841, dispuse valorar de nuevo los citados terrenos, lo que tuvo efecto a mi presencia en 13 y 14 de agosto ltimo, subiendo esta nueva tasacin a 33.057 pesos que, aunque de efectivo valor hay muchas razones para dudar de que obtenga jams este valor en moneda corriente, ni de contado: primero, por la pobreza general y falta de circulacin metlica en la Isla; segundo, por la inseguridad y desconfianza que la opinin prestan estas ventas; tercero por el mucho importe de capital y de brazos que necesariamente requieren para ponerlas en cultivo; cuarto, porque estando ms bajas que el nivel del ro que las baa, estn cubiertas de cinagas y pantanos que aqu llaman poyares.

    Habindome enterado al mismo tiempo que todos los propietarios de aquel distrito tenan concebida la idea de un canal de conduccin de sus frutos, evitando la constante dilacin y el mucho peligro que les ofreca la barra del ro, y enterado por el agrimensor don Carlos Wocagrn de que este canal deba atravesar los citados terrenos y que me propusieron de reunir a todos, y, en efecto, todos los propietarios convinieron en emprender la obra por medio de Compaa annima, calculada en 6.000 pesos, con proporcin a los capitales de sus terrenos, y apoy la propuesta, asociando la hacienda titulada de los frailes triplemente aventajada por la conduccin de los frutos, el desage de los terrenos y la mayor facilidad de su venta. En este estado doy la debida cuenta a S.M. por medio de V.E., acompaando un extracto del expediente, para su mayor conocimiento.

    Dios guarde a V.E. muchos aos.

    Puerto Rico, 30 de septiembre de 184443

    La finca de Loza, en la desembocadura del ro, era la mejor del convento, pero no la nica. La sacaron a subasta una y otra vez, y, como si algn duende le echase el maleficio, no se llegaba al remate efectivo.44

    La lectura del testimonio del intendente, fidedigna y clarificadora, basta para ver claramente lo mal que se hizo, despus del robo, la venta. No voy a insistir, poniendo sobre el tapete ms pruebas. Es preferible echar una mirada retrospectiva y global, con permiso del auditorio, a lo acontecido; y bosquejar un juicio sumario, objetivo y crtico, de todo el tinglado desamortizador.

    A mi leal parecer, la madre del cordero o el germen del turbulento itinerario de la desamortizacin y de la exclaustracin, el ncleo fatdico de los desmanes polticos, econmicos, sociales y religiosos, hay que endosrselo a la Constitucin de 1812. Se est aproximando ya el segundo centenario de su gestacin y de su parto, y tambin de la achacosa vigencia. Es previsible que se conmemore a bombo y platillo. Me permito subrayar que en algunos libros de historia se justifica y apologiza la faena de Mendizbal. Concretamente, el historiador M. Artola ha

    43 Carta intendente Jos Daz al ministro de Hacienda, Puerto Rico, 30 de septiembre de 1844: AGI, Ultramar, 2043, exp. 30.

    44 J. de Salazar, Concordato de 1851: DHEE I, p. 583

    Rvdo. P. Maestro Dr. lvaro Huerga Teruelo, O.P.

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    insinuado la apologa, cayendo al hacerlo en un par de falacias: Una, comparando lo que se recaud de la venta de los bienes desamortizados con lo que gast el gobierno en la construccin de la red ferroviaria: la aportacin con lo proveniente de la desamortizacin, apunta, es nfima comparada con la del gobierno. Pero el apologista cae en un sofisma y se marcha por la tangente; mucho o poco, no cambia la especie moral de la desamortizacin, que no hay quien le quite el sambenito de latrocinio. Otra falacia comete el mentado autor al insinuar de soslayo que para la mayora del pueblo las rdenes religiosas no justificaban su existencia por carecer de funciones especficas. Sera justo objetarle, al primer aserto, que no fueron muy hbiles los vendedores, pues no favoreci la venta a los campesinos pobres, sino a los burgueses ricos; y al segundo, quin evangeliz y culturiz y educ a nuestro pueblo boricua, los gobernantes, casi siempre de capa y espada, o los religiosos, catequistas y maestros natos?

    Desde la ladera de un juicio objetivo, es ms veraz el que hace M. Revuelta. Tratando de las causas y motivos de la desamortizacin, esboza el siguiente balance:

    El motivo, sin duda, ms poderoso es de carcter econmico. En ella estn interesados los tericos del liberalismo econmico, que no conciben una propiedad anquilosada en manos muertas; los negociantes y capitalistas, que ven la posibilidad de comprar tierras baratas; los polticos, que esperan ganar nuevos adeptos en los compradores de bienes nacionales; los dirigentes de la Hacienda, que se prometen pinges recursos para enjuagar la creciente deuda. Era fcil, en aquella coyuntura histrica de un pas endeudado, apelar al bien comn e, incluso, alentar promesas de felicidad en los campesinos desheredados. Al cabo, como es sabido de eficacsimo acicate al proceso exclaustrado, aunque por desgracia no puede hablarse ni de autntica reforma social, ni de verdadero bien comn.

    Y diagnostica:

    Ninguna de esas causas, ni siquiera tomadas en su conjunto, justificaban las drsticas medidas de las exclaustraciones totales. La exclaustracin, en todo caso, produjo resultados bastantes tristes: prdida de monumentos y tesoros artsticos, humillacin y sufrimiento de muchas personas inocentes, psimas consecuencias sociales de una desamortizacin despilfarrada, fracaso de todo intento de convivencia, fomento de la ideologa antiliberal en los eclesisticos, y falta de ptica poltica.45

    la concordia

    Espaa lleg a las proximidades del medio siglo XIX cansada, desangrada por guerras y disturbios, por efmeros y funestos gobiernos casi a uno por ao ,

    45 M. REVUELTA, Exclaustracin: DHEE, t. V, Madrid, CSIC, 1987, pp. 303 y 307. Ms explanados anlisis del mismo autor en su libro La exclaustracin, Madrid, BAC, 1976, y en el artculo Vicisitudes y colocaciones de un grupo social marginado: los exclaustrados, Hispania sacra, 32, 1980, pp. 323-351.

    Crisis de las relaciones Estado-Iglesia en Puerto Rico...

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    por empobrecimiento econmico, por tensiones polticas y religiosas. Sobre todo, por la ruptura con la Santa Sede, fruto del feroz anticlericalismo que acarre no slo la desamortizacin y la exclaustracin, sino tambin muertes del sector clerical e incendios de iglesias. Por ese camino se iba al desastre. Y no faltaron ciudadanos inteligentes y avizores, incluso entre los liberales de antao, que anhelaban la paz, la moderacin, el restablecimiento de la paz y la reanudacin de las relaciones rotas con la Santa Sede.

    Una puerta al cambio la propici la mayora de edad de la reina, 1843, y el cese de la regencia de Mara Cristina, manejada por el liberalismo extremo. En 1843 cay tambin el gobierno de Espartero, dspota y feroz anticlerical. Se suaviz la tensin con la Santa Sede, en la que acontece tambin la eleccin de nuevo papa: Pio IX es el sucesor de Gregorio XVI. Y en Espaa sube al podio del gobierno el grupo de los liberales moderados: dcada de 1843 1853. La figura poltica ms eficaz, dentro de sus altibajos, va a ser el lojeo Ramn Narvez,46 que trabajar por reanudar las relaciones con la Santa Sede, tan maltratadas por los liberales en la dcada de la regencia de Mara Cristina (1833 1843).

    Tambin los papas Gregorio XVI y Po IX anhelaban la concordia, conscientes de que Espaa era uno de los bastiones histricos de la Iglesia. En 1844, al iniciarse una dcada moderada de gobierno, se calma la borrascosa y desastrosa poltica de los liberales desamortizadores, y se comienza a trabajar en la reanudacin de la armona de atao entre el Estado y la Iglesia. Las gestiones darn buen resultado, culminando en el Concordato de 1851, el ms importante por su contenido de los acordados entre la Santa Sede y Espaa. Pero la gestacin del mismo empez ya en 1845. Era imperiosa necesidad, como advierte J. de Salazar, que ha hecho una cala a fondo de los preparativos y del contenido de esa

    reanudacin de las relaciones rotas:

    El que se obtuviera el envo de un nuncio a Madrid, el que se resolviera el pavoroso problema del mantenimiento del clero, que viva en una situacin miserable, supondra una garanta de continuidad en el poder Por otra parte, el que el gobierno obtuviera de la Santa Sede una frmula que tranquilizara la conciencia de los muchos que haban adquirido bienes de la Iglesia y los introdujera en una posesin plenamente pacfica, ahuyentando el fantasma de una posible restitucin, reforzara grandemente el partido moderado. De ah la prisa que se dio ste en buscar por todos los medios, el entablar negociaciones con Roma.47

    El cambio del panorama se logr empleando criterios y medios ms en razn y justicia. Y los principales actores fueron, quin lo dira, liberales moderados y enrgicos, muy destacada y eficazmente Ramn Narvez. J.M. Cuenca, especialista en historiografa del siglo XIX, esboza las pautas maestras de la poltica en la dcada del moderantismo (1844 1854):

    46 Cf. A. REVESZ, Narvez, dictador liberal, Madrid, 1953; V. Palacio Atard, La Espaa del siglo XIX, Madrid, 1978.47 J. de SALAZAR, Concordato de 1851: DHEE II pp. 581- 595.

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    La cada de Espartero y la subida al poder del partido moderado abocaron a la Iglesia espaola a nuevos horizontes. La suspensin de la venta de las propiedades eclesisticas, la devolucin al clero secular de los bienes no enajenados (sin duda, los de menos valor), la nueva redaccin del artculo 11 de la Constitucin de 1845, que declaraba de manera explcita y terminante la unidad religiosa de la Monarqua, la vuelta de los obispos desterrados a sus sillas, el restablecimiento del tribunal de la Rota, y la intervencin de las tropas de Fernndez de Crdoba a favor del papa Po IX, sealaron en lneas generales la buena voluntad de algunos Gabinetes moderados [] para con la Iglesia y el Papado, el cual, ya desde los ltimos aos del Pontificado de Gregorio XVI, haba mostrado su deseo de llegar pronto al restablecimiento de las relaciones con la Monarqua isabelina, cristalizando las negociaciones emprendidas un lustro atrs con la aceptacin del rgimen de Isabel II por Po IX en 1848.48

    La reanudacin o continuidad de las relaciones tradicionales Estado Iglesia culminaron en el Concordato de 1851. A l se lleg al cabo de muchos esfuerzos y acuerdos previos. Y si la Constitucin de Cdiz, 1812, fue la ms famosa de las siguientes, el Concordato de 1851 va ser el guin o bandera poltica ms logrado y frtil de los celebrados antes y despus de l, entre el Estado espaol y la Iglesia. Se firm por las partes, Estado e Iglesia, el 16 de marzo de 1851. El texto del estupendo y anhelado documento se public de La Gaceta de Madrid, que sali a luz pblica el 12 de mayo de 1851.49

    La elaboracin haba sido lenta, laboriosa, difcil, pero de buena voluntad y lograda factura. El prembulo es ya un indicador luminoso:

    Desando vivamente Su Santidad el Sumo Pontfice Po IX proveer al bien de la religin y a la utilidad de la Iglesia en Espaa con la solicitud pastoral con que atiende a todos los fieles catlicos y con especial benevolencia a la devota nacin espaola, y poseda del mismo deseo Su Majestad la reina Catlica Isabel III por la piedad y sincera anexin a la Sede Apostlica, heredadas de sus antecesores, han determinado celebrar un solemne Concordato, en el cual se arreglen todos los negocios eclesisticos de una manera estable y cannica.

    A este prrafo sigue el cuerpo de la concordia, escalonado en 46 artculos, un bloque compacto y de reguladora fuerza que va a dar vida y ley de Estado y de

    Iglesia, salvo cortes y borrones, por fortuna pasajeros, hasta 1953, ao de nuevo Concordato, por el que corre an mucha savia del viejo.50

    Cindonos al reflejo en Puerto Rico de lo acaecido en Espaa, es obvio que los convenios del Estado espaol con la Santa Sede en la dcada moderada

    48 J.M. CUENCA, Iglesia y Estado, 15/6: DHEE II, p. 1168. Cf. ID, La Iglesia espaola ante la revolucin liberal, Madrid, 1971.

    49 La Gaceta de Madrid, nmero 6146, lunes 12 de mayo de 1851, pp. 1 4.

    Ms fcil acceso al texto en ANGELO MERCATI, Raccolta di concordati, Citt del Vaticano, 1954, pp. 770 796; bibliografa en: DHEE II, p. 595.

    50 Cf. A. MARTN ARTAJO, Concordato de 1953: DHEE II, 595 599.

    Crisis de las relaciones Estado-Iglesia en Puerto Rico...

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    (1844 1854), que prepararon el Concordato de 1851, fueron muy beneficiosos para Puerto Rico, ltima perla en esos aos de la corona espaola en la Amrica del siglo XIX. Concretamente, hicieron posible que se reanudase la sede plena episcopal, interrumpida y vaca desde 1833. El 31 de diciembre de 1847, lleg el obispo Francisco de la Puente, un dominico exclaustrado, insigne por sus letras y por sus virtudes. Desempeo su misin pastoral con celo, con sabidura, con fruto. Pero lo hizo durante poco ms de un ao, porque en 1848 fue promovido a la sede de Segovia en Espaa.51 Le sucedi Gil Esteve y Toms (1848 1854), que ocup la sede de Puerto Rico seis aos, y pastore la dicesis con lcida entrega.52 Introdujo nuevos mdulos de evangelizacin en la isla, sobre todo en la catequesis y en las aulas. Incluso rompi una lanza por los dominicos,53 que haban sido faro y ctedra de evangelizacin de Boriqun hasta que el Estado espaol los extingui.

    De los hechos ejemplares del obispo Gil Esteve me place mencionar la fragante y optimista Relacin sobre el estado de la dicesis que envi al papa Po IX en 1854. En ella describe un pas floreciente y una iglesia en remozada primavera. Veamos una paradigmtica pgina, como eplogo del ya largo monlogo:

    Ocupada la Espaa con la explotacin y mejora de los vastos dominios que posea en Amrica, tuvo como descuidada la dicha Isla hasta principios del presente siglo, siendo por lo mismo su poblacin de solos unos 136.000 habitantes, y sus productos tan escasos para mantener un solo batalln que tena fijo para su guarda y a las autoridades, se vea precisada a acudir a las rentas que sacaba de Mxico e isla de Cuba.

    A proporcin que dicho reino qued sucesivamente desmembrado con la emancipacin de tan vastos dominios, mir con ms inters la mencionada Isla y su poblacin aument considerablemente con la emigracin de Santo Domingo, Costa-firme y dems pases emancipados, y lo mismo su agricultura de suerte que en 1830 eran ms de 300.000 habitantes y sus productos no slo bastaban a cubrir la manutencin y equipo de unos 3.000 hombres que componan la guarnicin, sino tambin todos los dems gastos pblicos del Estado.

    Este aumento progresivo de la poblacin de Puerto Rico y de su mayor cultivo y explotacin ha ido creciendo cada da, por manera que no contndose en 1831 ms que unas 33 parroquias, hoy da son ya 73 y sus habitantes ms de 600.000; y cultivado su territorio en las 2/3 partes, produce abundantes maderas, azcares, caf, algodn, arroz, maz, tabaco, cacao, ganado vacuno, caballar y de seda, no slo para su abasto, sino tambin extraerlos para los otros estados de Amrica y Europa.54

    Continuidad y floracin de la Iglesia, progreso poblacional y rica produccin agropecuaria!

    51 Cf. HD XI, pp. 95 114.52 Cf. HD XI, pp. 115 14853 Cf. Carta a S.M., Puerto Rico, 31 diciembre 1850: AHN, Ultramar, legajo 2033, exp. No. 1. Publicada en HD XI, pp. 135 137.54 ASV, S. Congregationis Concilii Relationes, 658. Publicada en HD XI, pp. 341 354; pasaje citado, p. 343.

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    El ltimo tercio del siglo XVIII y el primer cuarto del siglo XIX fue un tiempo muy convulso en el cual la guerra y la revolucin florecieron a ambos lados del Atlntico. Tanto los rdenes de la vida del mundo occidental, como gran parte de la humanidad se afectaron por los graves acontecimientos que se fueron sucediendo demasiado rpido. Desde entonces el Planeta ya no sera igual, pues la mentalidad y la cosmovisin del ser humano experimentaron sucesivos ajustes y cambios. El mundo hispanoamericano y Puerto Rico no estuvieron de espaldas a ese fenmeno.

    un aroma poltico nuevo arropa occidente

    A lo largo de todo el siglo XVIII, las ideas de la Ilustracin se fueron esparciendo por todas partes y provocaron que se generara el nacimiento de una nueva forma de pensar y de ver las cosas que con su aroma fue impregnndolo todo.1 Con ese aroma se inspiraron determinados grupos de las trece colonias inglesas de Norteamrica y stas se declararon independientes, dando origen a los Estados Unidos de Amrica. En ese proceso, produjeron varios documentos que reflejaron la nueva forma de pensar: la Declaracin de Independencia del 4 de julio de 1776,2 la Constitucin de 17873 y la Carta de Derechos del 3 de noviembre de 1791.4

    Con el mismo olor se contagiaron las clases sociales que inspiradas por la Declaracin de Independencia de Estados Unidos entre el 5 de mayo y el 14 de

    1 Concepcin Carnevale, Historia de la Iglesia: La revolucin francesa, http://es.catholic.net/catequistasyevangelizadores/817/2821/articulo.php?id=31973, 20-10-2008. Historia de la Iglesia, El Siglo XVIII: la Ilustracion: Panorama Histrico-Teolgico, s.a., http://www.conoze.com/doc.php?doc=5119, 20-10-2008.

    2 La Declaracin de Independencia, http://www.america.gov/st/usg-spanish/2008/October/20081003112805pii0.2363092.html

    3 La Constitucin de Estados Unidos con notas explicativas, http://www.america.gov/st/usg-spanish/2008/September/20080915142541pii0.4043848.html4 La Carta de Derechos, http://www.america.gov/st/usg spanish/2008/September/20080915135115pii0.571377.html

    El perodo revolucionario de 1775 - 1825 y su impacto en la sociedad puertorriquea

    Dr. Hctor R. Feliciano Ramos

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    julio de 1789 iniciaron la Revolucin Francesa. La primera medida de la Asamblea Nacional, nica representante del pueblo francs, fue aprobar un documento fundamental: la Declaracin de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.5

    El aroma de cambio volvi a cruzar el Atlntico y esta vez impact grandes sectores del oprimido pueblo haitiano. Durante una ceremonia vud, celebrada el 14 y 15 de agosto de 1791 bajo la direccin de uno de sus sacerdotes llamado Boukman, un grupo de esclavos jur vivir libre o morir. Esto ocurri en un lugar conocido como Bois-Caman en el norte de Saint Domingue. La lucha que se desat desde entonces produjo varios documentos de importancia sobre lo que aqu tratamos. En 1793, se dio a conocer la Proclamacin de la libertad de los esclavos, ratificada en 1795. En 1801, Toussaint Louverture, esclavo y lder de aquella lucha, logr que se proclamara una Constitucin, pero la lucha continu hasta que Jean-Jacques Dessalines, nuevo lder tras la captura de Louverture por los franceses, logr derrotar definitivamente al ejrcito metropolitano y el 29 de noviembre de 1803 proclam la Independencia. Esta accin se oficializ el 1 de enero de 1804.6

    Qu tienen en comn estos acontecimientos y dichos documentos? Que son representativos de una nueva ideologa: el liberalismo. Esta doctrina es un sistema filosfico, econmico y poltico que promueve una serie de principios fundamentales, que aparecen en toda aquella documentacin. Entre los mismos encontramos: igualdad entre los seres humanos, la libertad como derecho inviolable, divisin de poderes y gobierno representativo, constitucionalismo y democracia parlamentaria, existencia de derechos y libertades civiles, respeto al individualismo, limite al poder coercitivo del gobierno sobre la gente, oposicin a cualquier tipo de despotismo, respeto a la libertad privada por parte del Estado y la no intromisin del Estado en la conducta privada de los ciudadanos.

    En trminos econmicos, el liberalismo supuso una serie de fundamentos adicionales: respeto a las relaciones mercantiles entre individuos, el poder econmico estara en manos del tercer estado y la emergente burguesa, libertad de comercio.7

    Todos esos elementos existan porque, sobre cualquier otra consideracin, el liberalismo sostuvo el culto a la razn humana y una gran fe en la capacidad del individuo para enfrentar los problemas de la sociedad. Todas esas caractersticas convirtieron a la nueva ideologa en una muy cosmopolita, circunstancia de la que no gozaba el sistema poltico existente, mejor conocido como Antiguo Rgimen. En el mismo, la Iglesia fue utilizada como uno de los apoyos y principales componentes del poder del estado. Por ello es fcil entender que sta fue una poca

    5 Declaracin de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, http://www.fmmeducacion.com.ar/Historia/Documentoshist/1789derechos.htm

    6 Henry Boisrolin, La Revolucin Haitiana (1791 1804) Una contribucin para superar el olvido y el abandono, http://www.ariadnatucma.com.ar/view.php?id=80&type=article.7 Liberalismo, s.a, http://es.wikipedia.org/wiki/Liberalismo, 10-22-2008. Julien Freund, El liberalismo europeo http://galeon.hispavista.com/razonespanola/r115-lib.htm.10-22-2008

    Dr. Hctor R.Feliciano Ramos

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    que estuvo bastante lejos de producir un florecimiento religioso y eclesistico tanto en Europa como en Amrica.

    Sin embargo, el liberalismo no fue la nica ideologa nueva en aquella poca. Tambin encontramos la masonera, que postulaba la defensa de los derechos naturales del ser humano: el derecho a la vida, a la libertad, a la libre expresin y asociacin, entre otros. En 1717 cuatro logias masnicas de Londres se haban unido y formado la Gran Logia Inglesa que, a fines del siglo XVIII, lleg a tener una gran fuerza en Gran Bretaa, Alemania y Francia. En este ltimo pas, el trmino masn lleg a ser sinnimo de revolucionario y su lema fue adoptado por la revolucin de 1789: Libertad, Igualdad y Fraternidad. Cuando le damos una ojeada al cuadro de lderes de la Revolucin Americana o la Francesa, encontramos gran cantidad de masones que, a la misma vez, eran liberales, porque ambas ideologas compartan una serie de principios y se complementaban. En Estados Unidos estn, entre otros, George Washington, Benjamn Franklin, John Adams, Thomas Jefferson y el francs Marqus de Lafayette, quien luch en ambas revoluciones. A Francia corresponden, el Barn de Montesquieu, Jean Jackes Rousseau, Jean Paul Marat, Georges Jacques Danton, Maximilien Robespierre. Luis Felipe, el Duque de Orlens y hasta el mismo Napolen Bonaparte.

    Los planteamientos del liberalismo y de la masonera convergen en una poca en que se produce la decadencia y descrdito de las monarquas europeas. La situacin fue tornndose delicada, como si los ros Rin, Misisip y Orinoco se desbordaran y desembocaran en el Amazonas, tambin fuera de cauce. No haba represa capaz de controlar aquel torrente revolucionario y sus influencias.

    las nuevas ideas tocan la puerta de espaa

    En Espaa, la situacin no era diferente a la de otros pases. Slo faltaba una coyuntura adecuada que encendiera la mecha del polvorn poltico peninsular. sa la proporcionaron dos hechos dramticos: la invasin napolenica de 1807 y las abdicaciones de los reyes Carlos IV y el prncipe Fernando en favor de Jos Bonaparte. Al abdicar, se perdi la legitimidad que desde antao se haba promulgado por el Estado. Siguiendo la tradicin escolstica que ya planteara Santo Toms de Aquino: si no haba un rey legtimo la soberana regresaba al pueblo, en mayo de 1808 en diferentes ciudades de Espaa rpidamente se empezaron a formar Juntas de Gobierno que se oponan al rgimen napolenico y estall el conflicto blico ms que otra cosa, una guerra de guerrillas que conocemos como Guerra de Independencia Espaola.8 En la misma participaron

    8 Joaqun Varela Suanzes-Carpegna, La Constitucin de Cdiz y el Liberalismo espaol del Siglo XIX, http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/57905074767367275754491/p0000001.htm, 20-10-2008. ngela Montero. La Guerra de Independencia Espaola: La expresin del sentimiento espaol, http://mundohistoria.portalmundos.com/la-guerra-de-independencia-espanola-la-expresion-del-sentimiento-espanol/. Historia en La Gua 2000, La Guerra de la Independencia Espaola, http://www.laguia2000.com/espana/la-guerra-de-la-independencia-espanola

    El perido revolucionario de 1775 - 1825...

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    numerosos hispanoamericanos, incluyendo a diversos puertorriqueos. Una porcin muy importante del liderato de las Juntas que se establecieron en Espaa estaba compuesto por elementos liberales y masones. Lo mismo ocurri cuando se convoc a las Cortes de Cdiz, que un sector importante de sus miembros era liberal y/o masn. Entre ellos encontramos un buen nmero de clrigos, sector que conformaba un tercio de aquel cuerpo.

    La guerra continu hasta 1814, cuando los franceses fueron expulsados de la Pennsula y Fernando VII regres al trono. En el nterin, se produjeron importantes acontecimientos que afectaron para siempre el destino de Hispanoamrica y de la misma Espaa. El gobierno provisional espaol en armas imparti rdenes para que las colonias de Amrica enviaran representantes a Cdiz, primero ante el gobierno y luego a las Cortes reunidas en aquella ciudad surea. Tambin se aprob en 1812 la Constitucin de Cdiz, que fue un documento afectado grandemente por la accin e ideario de los liberales y masones espaoles de ambos lados del Atlntico y que estableci una monarqua limitada o constitucional. Ambas decisiones provocaron importantes consecuencias en Amrica que veremos ms adelante.9

    Aunque Fernando VII restableci el rgimen absolutista, Espaa jams sera igual que antes, pues el liberalismo espaol haba nacido; la masonera hispana tambin. Aquellas fueron ideologas que tuvieron que enfrentar largas pocas de obstculos y vicisitudes para, finalmente, florecer definitivamente en el ltimo cuarto del siglo XX y lograr transformar ese pas.

    la formacin de un polvorn

    Hispanoamrica fue un mundo en el que, a lo largo del siglo XVIII, se haba ido gestando una serie de hechos en el que acumularon una serie de graves tensiones, lo cual permiti el desarrollo de unas condiciones explosivas que slo necesitaban una chispa mnima para prender el fuego del cambio radical. Durante ese siglo, el rgimen haba aplicado un sinnmero de medidas reformistas de corte liberal, dentro del despotismo ilustrado, que crearon una cierta libertad mercantil. Esto fue desarrollando en las burguesas coloniales un deseo de crearse un espacio econmico propio. De vital importancia fue la existencia de universidades en importantes ciudades coloniales, donde se imparti una excelente educacin, mediante la cual, muy discretamente se fueron difundiendo las ideas liberales y revolucionarias contrarias a Espaa. Tales planteamientos ejercieron una gran influencia en la formacin de una buena cantidad de estudiantes que luego veremos como lderes revolucionarios.10

    9 Breve Historia de Puerto Rico, Loida Figueroa. Ro Piedras, Editorial Edil, 1971, I, Segunda Parte, 21-62; La Guerra de la Independencia Espaola, s.a., Historia en la Gua 2000, http://www.laguia2000.com/espana/la-guerra-de-la-independencia-espanola.

    10 Historia de la Iglesia : Penetracin de las Ideas Ilustradas en la Iglesia Catolica, s.a., http://www.conoze.com/doc.

    Dr. Hctor R.Feliciano Ramos

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    La divulgacin de las ideas populistas fue muy amplia en todo el continente, particularmente las de la escolstica ya mencionadas. Las Academias literarias, las Sociedades Econmicas de Amigos del Pas y, finalmente, la incipiente masonera divulgaron gran cantidad de informacin liberal. Como consecuencia de la labor de los miembros de la Compaa de Jess antes de 1767, y aun despus de esa fecha, a travs de mltiples contactos personales o de publicaciones de ex miembros de esa orden religiosa, se produjeron constantes crticas en contra de la actuacin oficial espaola en Amrica.

    De esa forma, en el continente americano se fue formando un ambiente de oposicin al dominio espaol. A eso debemos aadirle las presiones econmicas mundiales creadas por las grandes potencias europeas ante la necesidad de expandir sus mercados, en especial la Gran Bretaa. Otros elementos que se unieron a los anteriores fueron el pensamiento de la Ilustracin y los principios de las revoluciones de Estados Unidos y Francia, que se consideraron como modelos a seguir.

    Un ltimo elemento que contribuy a este ambiente fue el impacto de las ideas de la masonera.11 Igual que en Estados Unidos y Francia, muchos lderes de las revoluciones de Hispanoamrica eran masones. Slo recordaremos algunos: Francisco de Miranda, Jos de San Martn, Simn Bolvar, Bernardo OHiggins.12 Ellos se haban nutrido de esa ideologa, adems de la liberal, mientras cursaban estudios en las Academias militares de Espaa, o cuando sirvieron en las fuerzas armadas espaolas, especialmente durante la Guerra de Independencia Espaola. se fue el caso de los puertorriqueos Demetrio ODaly y Antonio Valero de Bernab.13 Ambos fueron liberales, y el segundo, adems, fue un eficaz activista de la masonera no slo en Espaa, sino tambin en Amrica, donde luch del lado revolucionario.

    Fue de esta forma que Hispanoamrica se convirti en un territorio listo y frtil para que las ideas de la revolucin germinaran y rindieran frutos. Slo faltaba la adecuada coyuntura para que aquel polvorn tambin estallara. Las abdicaciones del rey y del prncipe espaol y la convocatoria de representantes coloniales ante el gobierno en armas asentado primero en Sevilla y despus en

    php?doc=5132, 20-10-2008. Valmore Muoz Arteaga, Ideas pedaggicas en Venezuela durante el siglo XIX, Liceus: Portal de Humanidades, http://www.liceus.com/cgi bin/ac/pu/Valmore_Muoz_ideas.asp, 20-10-2008.

    11 Carlos A. Sarabia Barrera, Iglesia en Mxico Independiente: Desde la influencia de la masonera, hasta el gobierno y muerte de Jurez, http://es.catholic.net/conocetufe/358/1767/articulo.php?id=6997, 20-10-2008.12 Mara Ins Valdivia, Masones, liberales y republicanos, Precisiones, http://www.elperuano.com.pe/identidades/65/precisiones.asp, 10-22-2008. Pasado y presente de la masonera en Cuba,s.a.,http://cubaalamano.net/sitio/promocion/enfpp.htm, 20-10-2008.13 Un puertorriqueo llamado Antonio Valero de Bernab: Precursor del independentismo Boricua, conferencia ante la Seccional del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano, Facultad de Derecho Eugenio Mara de Hostos, Mayagez, 30 de julio del 2004. Antonio Valero de Bernab: Soldado de la libertad (1790-1863), (Editor), San Germn Universidad Interamericana de Puerto Rico / Comisin para la Celebracin del V Centenario de Amrica y Puerto Rico / Fundacin Puertorriquea de las Humanidades, 1992.

    El perido revolucionario de 1775 - 1825...

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    Cdiz encendieron la llama revolucionaria.

    la creacin de juntas y la participacin del clero a la independencia de hispanoamrica

    La reaccin de muchas ciudades hispanoamericanas ante las rdenes que llegaron desde Sevilla y Cdiz fue la de crear Juntas de Gobierno sim