actas del cuarto congreso internacional de hispanistas

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Actas del congreso internacional de hisopanistas, que reune a historiadores, filologos y filosofos de habla española

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  • LA OBRA DE UNAMUNOEN LA PERSPECTIVA DE HOY

    En La ta Tula, novela a que hoy voy a dedicar preferente atencinen esta conferencia plenaria con que me veo tan honrado, la protagonistaexpresa un cario especialmente caluroso hacia dos de sus hijas espiri-tuales, Caridad y Manolita, precisamente las que no tienen gota de sangresuya. Algo parecido le pasa a don Miguel de Unamuno en relacin conSalamanca. A este bilbano, vasco por los cuatro y aun por los diecisiscostados, Salamanca no lleg a significarle nada hasta que a los veintisieteaos le toc en suerte encargarse en estas aulas de la ctedra de griego.Entonces la ciudad del Tormes despierta en l aquel entraable carioque caracteriza de un modo ms destacado al que viene de fuera que alnativo, a la vez que l imprimi su sello indeleble, no slo ni principalmentecomo rector y catedrtico, sino mucho ms como presencia viva: desdesu estudio salmantino escribe, disputa, aconseja y fustiga, por sus callespasea. incansablemente con sus amigos y visitas, con ellos toma en laPlaza Mayor su caf y su vaso de agua pura. Incluso la maliciosa agudezade Ortega y Gasset1 de que las viejas piedras doradas salmantinas pa-recen sonrojarse al escuchar las barbaridades que les deca el rector ensus largos paseos revela el grado de interpenetracin que haba entre hombrey ambiente. Tal como su ta Tula con sus ahijados, Unamuno se forj unaSalamanca propia, intimamente suya, mientras sta brind a don Miguelholgada plataforma desde donde lanzar a los cuatro vientos su fuertepersonalidad. Y Salamanca no ha podido menos que mantener viva lamemoria de este hombre que llevaba, como en la clebre escultura delPalacio de Anaya, la cruz en el pecho y ms que en el pecho dentro del co-razn. Gracias sobre todo a la infatigable labor del gran unamunista donManuel Garca Blanco y la devocin de doa Felisa Unamuno, el archivo-biblioteca, instalado en la vieja casa rectoral, ha servido de fuente inago-table de informacin a los numerosos devotos suyos. No es posible exa-gerar en este sentido la contribucin del gran erudito, excelente amigoy perfecto caballero que fue Garca Blanco, prematuramente fallecido2,

    1 'Unamuno y Europa, Fbula', Obras ampielas, 1, Revista de Occidente, pp. 128-32.

    2 Vase la nota necrolgica del que escribe en Bullelin of Hispnic Slutlies, XLI1I (1966).

    pp. 121-23.

  • 4 Geoffrey Ribbans

    quien basndose en la riqueza de manuscritos conservados en el archivo,public en el curso de unos quince aos innumerables libros y artculosque, con sus nutridos comentarios, constituyen los indispensables intru-mentos referentes a don Miguel. A Garca Blanco no slo debemos lapublicacin de las sucesivas Obras completas unamunianas sino al felizinauguracin, en un momento difcil, de los Cuadernos de la CtedraMiguel de Unamuno. Sera ocioso detallar aqu ni siquiera parte de la apor-tacin de don Manuel que representa una labor de documentacin quese ha visto coronada ya desaparecido l con la publicacin por fin,en 1970, del tan esperado Diario intimo. Resultado de esta magnficadedicacin es un Unamuno ms documentado, ms completo y ms ac-cesible que cualquier otro escritor moderno espaol, sin que esto quieradecir que no quede por hacer, dentro del mismo archivo y fuera de l.

    Despus de la muerte tan lamentada de Garca Blanco, los trabajoshan sido valientemente continuados por doa Felisa, por don FernandoLzaro, presidente del comit organizador de este congreso, y por doaLeo Ibez de Garca, viuda de don Manuel, pero sin escatimar en lo msmnimo mi estima de sus grandes esfuerzos, creo que ha llegado el momentooportuno de dar una nueva iniciativa al cometido. No ser sta mepregunto la oportunidad para pedir con toda cordialidad a la Univer-sidad de Salamanca, nuestros huspedes para este cuarto congreso de unaasociacin que ha granjeado ya un solidsimo prestigio internacional,la mejor ocasin de buscar maneras de asentar sobre una base ms seguray ms dinmica el archivo y la ctedra unamunianos? Incalculable serala ayuda prestada a la investigacin del creciente nmero de unamunistasmundiales si fuera posible realizar todos o algunos de los objetivos quecito a continuacin. Dentro del archivo sera tilsima la extensin delos servicios bibliogrficos y de consulta, lo que requiere un equipo pro-fesional y no ya slo la abnegada dedicacin del admirable espritu filialde doa Felisa. Igualmente sera conveniente adquirir sistemticamente,para que la biblioteca no quedara momificada, los principales estudiosdedicados a Unamuno a medida que vayan saliendo, ir publicando conregularidad los manuscritos y documentos todava inditos, dar un nuevoempuje crtico a los Cuadernos, etc. Fuera de la biblioteca, convendra,creo yo, intentar coordinar en cierta medida investigaciones que ahorase realizan dispersas o aisladas, inaugurando .tal vez ciertos proyectoscomunes y fundando para estos fines una sociedad internacional de una-munistas que pudiera emprender la organizacin de congresos o confe-rencias. No ignoro que tales iniciativas requieren dinero adems de de-dicacin; a lo mejor sera preciso buscar algn apoyo financiero inter-

  • La obra de XJnamuno hoy 5

    nacional. En esta ocasin slo me permito sugerirlas con amistosa fran-queza y con plena conciencia de lo mucho ya alcanzado as como de loque queda por hacer, porque no merecen menos ni la fama mundial deUnamuno ni los excepcionales recursos modernos de que dispone estaantiqusima universidad.

    * * *

    Dicho esto, quisiera en esta conferencia desarrollar un punto de vistaalgo distinto pero no incompatible del que, hasta ahora, ha regidoen gran parte la crtica unamuniana. Con la celebracin del centenariode su nacimiento en 1964, seguido poco tiempo despus por el falleci-miento de Garca Blanco, podramos decir que se cerr una etapa de lainvestigacin unamuniana, etapa caracterizada por la documentacin,la exposicin, el carioso comentario a un maestro querido y recordado.Es por otra parte natural que ms de treinta aos despus de su muerteempiece a imponerse otra actitud. Van escaseando ya los que conocieronpersonalmente a don Miguel y los que venimos despus debemos juzgarlecomo juzgamos a cualquier gran autor histrico; por lo que dej escrito,ayudndonos naturalmente de todo lo que se sabe de su vida y ambiente.Forzosamente vienen menos a cuento la experiencia compartida, el rasgopersonal, la ancdota rememorada y ms, mucho ms lo que se saca dela obra individual.

    Y hay otra cosa. Unamuno naci hace ms de cien aos y muri hacems de treinta, y los aos transcurridos han sido por otra parte sumamenteaccidentados: son stas las tpicas circunstancias en que el prestigio deun escritor se derrumba o con menos frecuencia se consolida. Si unescritor se salva en este trance crtico, esto representa la consagracinal menos provisional de su categora de gran escritor, cuyas obras a partirde ese momento urge medir, con la ms estricta justicia, a la luz de la eter-nidad. En cuanto a Unamuno, Po Baroja, ya hace bastantes aos, en susfrancas y despiadadas Memorias, afirm que su egocentrismo fue tal que,desaparecida la grandiosa figura que sostena la obra, sta se desmoro-nara3. Evidentemente no ha sucedido as, pero el aserto barojiano noest tampoco del todo huero de justificacin, como en seguida veremos.La nueva tarea, pues, es ms bien la de aquilatar, pesar, llegando por finpor motivos crticos bien asentados, por supuesto a aprobar esto,rechazar aquello,poner peros a esta obra, ligeras reservas a aquella otra.

    3 Obras completas. Vil, Biblioteca Nueva, Madrid 1949. p. 499.

  • 6 Geoffrey Ribbans

    Importa ahora establecer un juicio independiente y equilibrado de su obra,sin dejar de criticar lo que pudiera parecemos flojo o inadecuado en ellay a la vez elogiar decididamente lo que estimamos ha sobrevivido la im-placable hoz del tiempo. Frente a un escritor de la envergadura de Una-muno no puede menos de interesarnos todo cuanto escribi, pero un autorda testimonio de su autntica categora por sus mejores obras. Se imponela necesidad por lo tanto de distinguir entre las diversas facetas de su obray a eso vamos. Pero hay que sustraerse tambin de las idiosincrasias crticasdel autor estudiado; por eso es imprescindible no aceptar como normasincondicionalmente aplicables sus opiniones literarias harto heterodoxas,como cuando afirma, por ejemplo, la superioridad del personaje creadoDon Quijote sobre el autor Cervantes, o cuando se empea en queno existe ninguna vlida diferenciacin de gnero literario, que la obrade Spinoza o de Kant es tan novelstica como sus propias novelas. Estasideas tienen, eso s, su validez dentro de la visin ontolgica y literariade Unamuno, pero el crtico debe juzgarlas exclusivamente por el papelque desempean en la creacin literaria. Y con cierta frecuencia, por suabsoluta identificacin de vida y literatura y su menosprecio tantas vecesproclamado de la forma, Unamuno parece engaarse a s mismo. Se jactade dejarse llevar por el impulso del momento y de no dar estructura o cohe-sin a lo que va redactando porque la vida le es, de modo semejante,descoyuntada y arbitraria. As procede a un culto de lo espontneo y loinmediato que pretenda quitar toda importancia a la organizacin o es-tructura de la obra literaria. A sus crticos nos incumbe en cambio insistiren esa capacidad organizadora sin la que no existe obra de arte.

    La tentacin esencial que asediaba a Unamuno y que fue fomentadapor su criterio esttico y aumentada por las apremiantes demandas de suscompromisos periodsticos, es la falta de seleccin. Ya lo seal Ramirode Maeztu en una temprana resea de En tomo al casticismo*. Se quejaste de que Unamuno nos da, no una obra bien digerida y madura, sinotodo el proceso alimenticio y digestivo de asimilarla; o empleando otrametfora cara a Unamuno, que l echa en cara de los jvenes, acusndolesde dejar intacto y visible todo el andamiaje de su obra5, el propio Una-muno tiende a hacer lo mismo en sus constantes gritos del alma e ince-santes reiteraciones. La raz de su falta de rigor selectivo se encuentraindudablemente en su excesivo apego a lo autobiogrfico todo lo re-ferente al hombre de carne y hueso que es Unamuno le parece digno de

    4 La lectura, III, febrero de 1903, pp. 282-86.

    5 'Dejar los andamios' (1900), Obras completas, Escelicer. VII, pp. 1267-69.

  • La obra de Unamuno hoy 7

    retenerse y lo deja filtrarse de un modo harto evidente por sus escritos.Don Miguel, que tan bien supo desnudar hasta el meollo del alma a suscriaturas ficticias o poticas, no tuvo con sus propias circunstancias elmismo rigor, mezclndose en complacencia en sus concepciones quedeberan ser autnomas y conste que no me refiero a la intervencinde una contrafigura de Unamuno en Niebla, porque sta tiene su firmerazn de ser dentro de la obra, sino a las incontables veces en que se deleita,en ensayos y en ocasiones en otras obras, en referirse a lo ms transitorioe intrascendente de su diario vivir.

    Igualmente tiende a pecar de excesiva inmediatez, no dndose cuentade la ventaja artstica de quedarse a cierta distancia de la experienciapotica, segn el criterio proclamada por dos grandes romnticos admi-rados por l: la emotion recollected in tranquillity de Wordsworth y laafirmacin curiosamente paralela de Gustavo Adolfo Bcquer: Por loque a m toca, puedo asegurarte que cuando siento no escribo. Guardo,si, en mi cerebro, como en un libro misterioso, las impresiones que handejado en l su huella al pasar... hasta el instante en que, puro, tranquilo,sereno y revestido, por decirlo as, de un poder sobrenatural, mi espritulas evoca...6.

    He esbozado estos puntos aparentemente negativos, no para rebajara Unamuno sino todo lo contrario: es una introduccin esencial parasealar, a continuacin, cmo, dnde y en qu medida, a mi ver, dominaestas tentaciones. No puedo por supuesto en el tiempo disponible intentarnada que remotamente se aproxime a un juicio valorativo de toda la vastaproduccin unamuniana. Quisiera, eso s, trazar a grandes rasgos, que nopueden dejar de pecar de algo dogmticos y arbitrarios por lo apresuradodel itinerario, mi actitud personal frente a los distintos gneros que abarcUnamuno, para acabar finalmente por analizar en ms detalle una desus novelas.

    La parte ms copiosa de su obra la constituyen los ensayos o artculos,muchos de ellos escritos pro pane lucrando. Por lo tanto es natural quevaran mucho de calidad y de trascendencia: es aqu donde se ve ms a lasclaras lo inmediato, lo desarticulado, lo ocasional a que me refer haceun momento; pero al mismo tiempo resulta ms comprensible y justi-ficable en este gnero casi periodstico la falta de rigurosa organizacin.

    Mucho mayor relieve tienen otros ensayos. Una obra filosfica talcomo Del sentimiento trgico, es imprescindible para comprender a Una-muno y se ha de quedar sin duda en la primera plana de su obra y en la

    'Cartas literarias a una mujer". Obras completas, 6." ed. Aguilar 1949. p. 658.

  • 8 Ceoffrey Ribbans

    historia filosfica del siglo xx en Espaa y fuera de ella; pero literaria-mente hablando, adolece acentuadamente de la peregrina contradiccinde verter en forma de un tratado filosfico, excesivamente acopiado dedatos, referencias y citas, una actitud fundamentalmente opuesta a estatcnica. Contribuyente incesante al tema del tan decantado problema deEspaa, Unamuno no puede menos que figurar largamente entre los inter-pretadores del alma nacional; adems, tiene la extraordinaria importanciade constante intrprete de la Amrica espaola y el papel especial de ex*citator Hispaniae, segn la feliz expresin de Curtius, con aquella generosaagresividad la frase es de Antonio Machado7 que le da una posicinnica en el siglo xx; pero esta actividad, importante como es, tambinqueda, para m al menos, un poco al margen. Tiempo vendr,- supor.uvy confio yo, cuando el obsesionante prurito de analizar el alma nacin:ia base de ingenio y prejuicios tan claramente subjetivos por fin se aflojar,pero al menos no cabe duda de que ha constituido uno de los subgnerosms tpicos y ms abusados del siglo xx. Si en l la discrepancia entre laobjetividad que exige el tema y la manera abierta o veladamente personalde que suele estar tratado llega a su mximo extremo, esto no toca solani exclusivamente a Unamuno si bien ste llega no pocas veces a absurdostales como aquel de 'que inventen ellos!'. Mucho ms vlida para m,e insisto en la ndole personal de estas consideraciones es la poderosaemocin frente al paisaje el paisaje castellano sobre todo, pero tambinel vasco, y otros hispnicos como el portugus emocin ostentada ensus muchos ensayos de viajes, excursiones y reminiscencias. Aqu la im-presin subjetiva es lcita y aun obligada, y Unamuno, con Azorn y Ma-chado, pero en grado ms fuerte, si bien menos sutil, que ellos, vienea llenar un vaco en la visin esttica espaola. Es la actitud romnticafrente al paisaje, apenas esbozada por los romnticos ochocentistas,aplicada a la naturaleza castellana, quizs la ms fuertemente caracte-rizada, por lo salvaje, grandioso e imponente, de Europa. El valor delUnamuno paisajista, en prosa y en verso, aspecto del Unamuno contem-plativo que nos descubri Blanco Aguinaga en su imprescindible libro8,est an por precisar; pero no es un tema en que puedo entrar ahora.

    Quedan los gneros ms puramente literarios: la novela, el cuento,el teatro, la poesa, en todos los cuales escriba extensamente. Estos ofrecenen general mejor coyuntura para sustraerse de lo inmediato y de lo farra-

    7 Vase AURORA uh ALBORNOZ, La presencia de Miguel de Lhumumo en Amonio Machado,

    Gredos 1967, pp. 88-91, y mi ensayo 'Unamuno y Antonio Machado', en Niebla y Soledad,Gredos 1971, pp. 288-322.

    8 El Unamuno contemplativo, Mjico 1955.

  • La obra de Unamuno hoy a

    goso, de lo egocntrico y de la repeticin que vimos como defectos end-micos de otros escritos. La poesa no exige desde luego el mismo gradode objetivacin que los otros gneros, pero s la misma atencin a la forma,a la coherencia, a la superacin de lo trival y lo inmediato. Elocuente es eltestimonio de su calidad potica aportado por poetas tan diversos comoRubn Daro9, Juan Maragall10, Antonio Machado" y Pedro Salinas12;e interesa recoger tambin el juicio de Luis Cernuda. nada prdigo dealabanzas, que las durezas de estilo no impiden que Unamuno sea pro-bablemente el mayor poeta que Espaa ha tenido en los que va de siglo lh>si bien podramos preguntarnos, en palabras de Unamuno14, contraquin va dirigido este elogio? De todas maneras, creo que a pesar de su no-torio anacronismo tcnico y en parte gracias a l inspirado en la poesameditativa ochocentista inglesa e italiana, frente a sus modernsimase imperecederas preocupaciones, Unamuno descuella poderosamentecomo poeta. Conviene notar adems que si bien aboga en determinadosmomentos por una forma libre, en otros se sujeta a la disciplina de las formasms estrictas, como el soneto, dentro del cual logra algunos de sus mejoresxitos. Es grato notar que su voluminosa obra potica va atrayendo ahoragran atencin crtica: como un solo ejemplo de muy alta calidad podramoscitar la seleccin de poesas meticulosamente editada con amor y sentidocrtico, por Roberto Paoli y publicada en Italia en 196815. No me cabeduda que su poesa, o una buena parte de ella, permanecer entre lo msvalioso de su obra toda.

    Apenas se puede decir lo mismo del teatro. Tiene piezas con temasfascinantes, bien desarrolladas, como La esfinge o El otro, que viertenen forma objetivada sus habituales obsesiones, si bien stas a veces puedenparecer demasiado obvias: la aparente vocacin evanglica, mentada encartas a Ilundin y Mgica16, que pasa a La esfinge y despus ms vela-

    9 Vase MANUEL GARCA BLANCO, 'Rubn Daro y Unamuno', en America v Unamuno,

    Gredos 1964. pp. 53-74.10

    Vase el interesantsimo Epistolario y escritos complementarios: Unamuno-Maragall,Seminarios y ediciones 1971, especialmente la carta XXVI de Maragall.

    11 Machado consider a Unamuno como poeta desde que dedic Soledades a ste

    'como sabio y poeta". Vase mi ensayo citado en Niebla y Soledad.12

    Ensayos de literatura hispnica, Aguilar 195X, p. 321: "la gran tragedia unamunescahall en sus poesas intensidad y pureza no igualada en sus dems obras'.

    '' Estudios sobre poesa espaola contempornea, Guadarrama 1957. p. 90.14

    En "El porvenir de la literatura espaola", reproducido en 'Unamuno y los jvenesen 1904", Niebla v Soledad, pp. 47-52.

    '* Poesie, Vallecchi. Florencia 1968.16

    Vase la carta del 25.iii.l898 a Jimnez Ilundin, Revista de la Universidad de BuenosAires, XLIV (1948), pp. 72-76, y la de diciembre de 1903 a Pedro Mgica. Carlas inditasde Miguel ile Unamuno, ed. S. Fernndez Larrain. Zigzag. Santiago de Chile. 1965. pp. 322-24.

  • 10 Geoffrey Ribbans

    damente a la novelita Historia de amor; el grito 'Hijo mo!' tipico de lacrisis de 1897, la imagen del espejo en El otro; pero creo indudable quelos dramas unamunianos fallan por razones tcnicas. Claro que haydramas no representables que son no obstante obras maestras, pero Una-muno se empe siempre en llevar a las tablas sus obras, no viendo enellas las insalvables deficiencias estructurales ni admitiendo la importanciade tales consideraciones. Unamuno carece evidentemente de la capacidadde organizar eficazmente a los personajes en la escena. An ms grave, nologra expresar bien sus ideas en dilogo continuo. Su expresin entre-cortada, a menudo monosilbica, siempre apasionada, sirve tal vez paralos momentos de crisis, pero, como ha indicado don Fernando Lzaroen un excelente artculo17, una pieza teatral no se sostiene sobre decla-maciones en continua tensin. El esfuerzo por superar lo autobiogr-fico est ah, pero los personajes, vistos desde fuera, no logran autode-finirse. Los dramas, por las ideas puestas en juego, por la trama imperso-nalmente construida, seguirn interesando por supuesto, pero difcilmentese les acepta como obras independientes, bien logradas. Se necesita acudira lo que entendemos de Unamuno para descifrar bien su significado y estoconstituye un defecto irremediable. Segn la metfora unamuniana re-cogida por Lzaro, el espectculo se reduce a una representacin animadade Laoconte estrujado por los mortiferos anillos de las serpientes.

    Estos defectos no rigen, a mi parecer, en igual medida para las obrasnarrativas. No puedo ahora extenderme sobre los cuentos y me limitoa sealar que ofrecen una nutrida veta para la investigacin, parcialmenteexplorada ya por la seora Eleanor Paucker'8. Y llego por fin a las novelas,que constituyen para m la ms rica fuente de la agona aplicada, comola poesa lo es de la agona pura. No quiero detenerme a hablar de lanovela unamuniana en general porque sus caractersticas esenciales sonbien conocidas19, pero conviene sealar que en la novela corta a partirde Amor y pedagoga Unamuno hace con perfecta carta de naturaleza

    17 "El teatro de Unamuno", Cuadernos de la Ctedra Miguel de Unamuno, VII (1956),

    pp. 5-29. Comprese tambin las palabras de Jimnez Ilundain en una carta de enero de 1899,sobre La muerte es paz, o sea La esfinge: Quiere usted pintar un estado de alma y se pintaa s mismo con toda exactitud. Supone con esto, sin duda, que ha hecho una obra real y hu-mana y es todo lo contrario. No hay en ella nada humano en el protagonista y menos en sumujer... Teatralmente, es obra de quien jams ha visto el teatro y que apenas lo ha ledo,RUBA, XLIV (1948), pp. 318-24.

    1!i Los euentos de Miguel de Unamuno, clave de su obra. Ediciones Minotauro 1965.

    19 Vanse, entre otros estudios, J. MARAS, Miguel de Unamuno, Espasa-Calpe 1943,

    L. LIVINGSTONE, 'Unamuno and the Aesthetics of the Novel', Hisapania (California) XXIV(1941), pp. 442-50, y 'The Novel as Self-Creation' en Unamuno: Creator and Creaon, ed.J. Rubia Barcia y M. A. Zeitlin, California 1967. pp. 92-115.

  • La obra de Unamuno boy \ \

    lo que no sabe conseguir en el teatro: emplear el dilogo para los climaxemocionales y suplir los momentos de tensin ms baja con una narrativasumamente funcional. Y por lo que se refiere al empleo de elementosautobiogrficos, conviene tener en cuenta lo dicho en el Prlogo a lasTres novelas ejemplares: Una cosa es que todos mis personajes novelescos,que todos los agonistas que he creado los haya sacado de mi alma, de mirealidad intima que es todo un pueblo y otra cosa es que sea yomismo211. He aqu la medida'del proceso de objetivacin tan necesariaque Unamuno emprende, forzosamente y casi sin querer, al redactar susnovelas.

    An dentro de la novelstica me he de restringir asimismo a una solanovela La ta Tula; de otras anteriores, Paz en la guerra, cantera casiinagotable de facetas de los atormentados vaivenes de su primera madurez,Amor y pedagoga y Niebla, se ha hablado ya bastante. De esta ltima slome importa aadir una cosa. No creo exista duda ya, tras tantos estudiosque han sealado el hecho, de la coherente y compleja estructura de esteprototipo de nivola21. A pesar de sus protestas en contra de la forma, Una-muno posea dotes de organizacin nada comunes que se revelan en suforma ms densa en Niebla.

    El revs de la medalla, para m al menos, se da en Cmo se hace unanovela, en que don Miguel traza una sugestiva idea existencialista de laintcrrclacin entre la vida y la novela morir U. Jugo de la Raza cuandohaya acabado de leer un libro determinado, siendo el tal libro por lotanto el de su vida y muerte idea, por otra parte, muy apta para darexpresin a las preocupaciones unamunianas, pero que l mismo estropeaen gran parte, introduciendo arbitrariamente dentro del escrito los doloresinmediatos de su destierro y su amargura contra el rgimen de Primo deRivera. Nos hallamos frente, pues, a una extraa mezcla de elementosque conservan un inters y una permanencia muy diversos; el farragosodesnudarse de alma y de cuerpo va ampliado de modo circunstancialen nada menos que doce ocasiones despus de la primera redaccin. Una-muno ha dejado all todo el andamiaje-prlogo, retrato de l hechopor Jean Cassou, comentario a ste, traduccin del original francs, connumerosas adiciones y suplementos. Unamuno alega el ejemplo de lascajitas de laca japonesas que se enchufan una en otra en serie. Claro est

    - Cito siempre de la edicin de Obras completas de Escelicer, II, p. 975.21

    Consltense R. H. WEBER, "Kierkegaard and the Elaboration of Unamuno's Niebla',Hspanle Review, XXXII (1964), pp. 118-34, A. A. PARKER, 'lntcrpretation of Niebla', Una-muno: Crealor and Crealion, pp. 108-42, y mi "Estrctura y significado de Niebla', en Nieblav Soledad.

  • 12 Geoffrey Kibbans

    que lo que a Unamuno le tiene suspenso en estas cajitas es la ltima detodas, la que queda vaca, pero precisamente stas se encajan con exactitudy precisin, lo que no ocurre por desgracia con Como se hace una novela.Como diario angustiado, parte de su literatura de confesin, la obra tienesu valor, pero As no se hace una novela. No, seor!

    Y pasamos a La ta Tula. No es sta la ocasin de emprender un estudiototal de la novela, pero podremos indicar mediante un examen del per-sonaje principal la capacidad organizadora y objetivadora de don Miguel.Hasta cierto punto, la novela parece un fiel trasunto de la teora novels-tica explayada en el Prlogo a las Tres novelas ejemplares, porque ostentaun perfecto ejemplo de un personaje que quiere ser:

    Y digo que (cito de dicho Prlogo) adems del que uno es para Dios si para Dioses uno alguien y del que es para los otros, y del que se cree ser, hay el que quisieraser. Y que ste, el que uno quiere ser, es en l, en su seno, el creador y es el real de ver-dad. Y por el que hayamos querido ser, no por el que hayamos sido, nos salvaremoso perderemos. (973)

    Pocos casos en efecto de hacerse insustituibles, en las palabras delSentimiento trgico22, comparables el de la ta Tula, y pocos xitos tanrotundos aparentemente como el suyo de imponer su voluntad sobresus prjimos; aun despus de su muerte, su ejemplo sigue vivo en el senode la familia, y cuenta con una digna sucesora en Manolita. La novelaconcluye, pues, con la siguiente afirmacin de continuidad:

    Es la ta Tula, la ta Tula, la que tiene que perdonarnos y unirnos y guiarnosa todos! concluy Manuela. (1112)

    En otros respectos, es verdad, La ta Tula la novela quiero decirno corresponde totalmente al criterio del Prlogo, casi contemporneocon la terminacin de nuestra obra. Los seres ms pasivos, Rosa, Manuela,Ramiro, sobre quienes Gertrudis se impone siempre, no se explican com-pletamente como hroes de la voluntad, como los que quieren no ser.Corresponden ms bien a un concepto anterior y representan adems elnecesario complemento a Gertrudis, a quien se describe siempre con im-genes de fuego: el sol, los ojos abrasan, todo fuego espiritual,-mientas Rosa y Manuela pertenecen al mundo vegetal rosa, planta, etc.,hincadas en la tierra, con la sencilla y silenciosa misin de asegurar lacontinuidad, la procreacin, de hecho, un aspecto de la intrahistoria2i.

    ~

    2 Captulo XI, Obras completas, VII, p. 272. Comprese tambin Don Fulgencio en

    Amor y pedagoga: 'S t, t mismo, nico, insustituible".23

    Vase 'La tradicin eterna", primer ensayo en En torno al casticismo, y CARLOS BLANCO,El Unamuno contemplativo, pp. 44-56.

  • La obra de Unamuno hoy 1}

    La novela tena en efecto una larga gestacin, pues sabemos que en 1902,ao de la publicacin de Amor y pedagoga, la haba empezado ya24. Y segnparece, corresponde a este primer momento el captulo VII, que es dondehaba de empezar la narracin en un principio. Efectivamente, este capi-tulito tiene parecidos, ideolgica y estilsticamente, con Paz en la guerray con Amor y pedagoga: un tono ms lrico, carencia de dilogo, poruna parte, reconciliacin de los dos contrastes representados por las doshermanas: paz, pasin, por otra; parecido entre Rosa y Marina, en Amory pedagoga, etc., pero en el estrecho marco de esta conferencia es precisolimitarse a la recia personalidad de Gertrudis.

    Estilsticamente tambin Unamuno abandona en absoluto las exte-rioridades realistas y presenta a sus personajes en la ms escueta desnudez.Se nos habla con insistencia de la esplndida belleza fisica de Rosa perono se nos dice en qu consiste su hermosura; de la estatura, talle, cara,colorido, etc., de las dos hermanas no sabemos en absoluto nada; slobrillan en todas partes los ojazos penetrantes, graves y serenos de Ger-trudis es un rasgo fsico que siempre le obsesion a Unamuno25.De su vida tampoco sabemos nada: ni cul de ellas es mayor, ni su lugar deresidencia, sus estudios, sus aficiones, ni aun su apellido. Todo se reduce,podramos decir, a los nombres de pila, los que Unamuno maneja concertera intencin. Gertrudis, celossima de su propia intimidad virginal,no consiente que Ramiro en especial la llame Tula, aunque es Tulilla parasu to, Tula para Rosa y ta Tula, o mam Tula, para los nios. Y en suextremado recato, ella resiste llamar a Ramiro por su nombre, aunque sle llama hijo, con las implicaciones agnicas que esta palabra lleva siemprepara Unamuno adems de su especial significado para Tula.

    En el caso de sta, no se trata, evidentemente, de una ta solteronaque se presta a recoger caritativamente a los nios de su difunta hermanacaso de bondad bastante comn por fortuna26 sino de un personajemucho ms complejo. Entran en efecto en la constitucin de ella varioscomponentes: el caso real, conocido por Unamuno (vase la nota 24),al que podramos creer sin embargo que le falta mucho de la muy idiosin-crtica herona unamuniana; Santa Teresa. Quijotesa a lo divino, como

    24 Vase la caria a Maragall del 3 de noviembre de 1902: 'Ahora ando metido en una

    nueva novela, La lia, historia de una joven que rechazando novios se queda soliera paracuidar a unos sobrinos, hijos de una hermana que se le muere. Vive con el cuado, a quienrechaza para marido, pues no quiere manchar con el dbito conyugal el recinto en que res-piran aire de castidad sus lujos. Satisfecho el instinto de maternidad, para qu ha de perdersu virginidad? Es Virgen madre . Conozco el caso". Epistolario..., p. 25.

    25 Vase HARRIET S. STEVBNS, ' L O S cuentos de Unamuno" , La Torre, IX. pp. 35-36

    (1961), pp. 403-25. y la importancia de los ojos de Eugenia en Niebla.2 6

    Vase R I C A R D O G U L L N . Autobiografas

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    la calific en un conocido soneto27; la comparacin sostenida con lasabejas hembras, estriles, trabajadoras frente a la fecunda reina y losznganos, perezosos y carentes de voluntad28. Dentro de la novela cuentaasimismo con antecedentes: su ta materna hermana de don Primitivoy su abuela materna madre del benvolo sacerdote con quienes se lecompara muchas veces. Lo que coordina y une estas facetas es su frreavoluntad.

    Su problema en s no admite solucin: su desorbitada ansia de ma-ternidad, de tener hijos propios, frente a su asco y temor de las relacionessexuales corre parejas con el pavoroso problema de Unamuno igualmenteinsalvable: ansia de inmortalidad, falta de fe que le d seguridad de sobre-vivir. Pero la ta Tula no se da por yencida. Las decisiones que toma, porespontneas e instintivas que sean, van dando en conjunto a su vida unrumbo coherente y sistemtico que reconcilia en el mximo grado alcan-zable las incompatibilidades: a los hijos de su hermana y despus a losde su cuado con Manuela los hace suyos a fuerza de voluntad. En el casode sus dos hijos predilectos se insina la posibilidad de cierta superacinde lo puramente material: quizs Ramiro estaba pensando en Tula en elicto de engendrar a Ramirn, dotando as de ms autenticidad la mater-nidad postiza de aqulla: y Carita declara que Manolita, que no tienesangre suya, ostenta aquellos mismos ojos tenaces de Tula. Tampocofalta la posibilidad de algn milagro: Gertrudis pide en una oracin a laVirgen la vida de la enferma Manolita en cambio de la suya, y as llegaa acontecer: Manolita recupera sus fuerzas y se muere Gertrudis. Ante-riormente haba rogado a la Virgen que le diese leche para amamantaral segundo cro de la moribunda Manuela. Sumamente grato a Unamunoes cualquier intento de destruir por fuerza del espritu las consecuenciasfsicas de las cosas: as puede resultar que no sea inevitable o definitivala muerte; pero se cuida muy bien de afirmar que haba prevalecido lonatural o lo sobrenatural, dejando en ambos casos, escrupulosamenteabierta la cuestin.

    Precisemos ahora las varias etapas del itinerario espiritual de la taTula. Cuatro veces rechaza deliberadamente la ocasin de casarse. Enprimer lugar se salva de las atenciones de Ramiro, instando a su hermanaa que le acepte de inmediato, comunicando con premura las noticias a suto, y cuando Ramiro da evidente seales de preferirla a ella, le obliga

    27 lrrequietum cor', CXVII1 de Rosario Je sonetos lricos, Obras cmplelas. VI, pp. 406-

    407.28

    Prlogo a La ta Tula, Obras completas, II. pp. 1039-43.

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    en seguida a fijar el da de la boda con Rosa. El episodio del perrito, psimosustituto por el hijo que ella anhelaba, y el estar dispuesta a dejar morira Rosa antes que a la criatura, revelan hasta qu punto se va consolidandosu papel de ta mandona, que como advirti Ricardo Gulln, tiene algode monstruoso y de implacable.

    Luego sucede la ruptura de sus relaciones con Ricardo, para la cualella alega sus sagrados deberes para con los hijos de Ramiro. Los argu-mentos meros pretextos que adelanta irn despus desmintindose:que unos hijos propios suyos podrn mermar el cario que abriga por losde Rosa y que en todo caso bastan los tres ya existentes para criarlos bien.Ricardo, por su parte, es el primero de varios hombres que entiendenmal los motivos de Gertrudis: cree que le interesa a ella casarse con Ramiro.Es otro aspecto de la compleja realidad esbozada en el Prlogo a las Tresnovelas ejemplares: lo que uno es para los dems.

    La prueba ms dura de la resolucin cada vez ms intransigente deTula se produce en sus relaciones con Ramiro'despus de muerta Rosa.El curioso hogar del joven viudo y la cuada virgen nos consta que esde triste sosiego, de interna lucha, pero para Gertrudis es que puedehaber para unos nios, hombre de Dios, un lugar mejor que ste? Tienenhogar, verdadero hogar, con padre y madre, y es un hogar limpio, cas-tsimo, por todos cuyos rincones pueden andar a todas horas, un hogardonde nunca hay que cerrarles puerta alguna, un hogar sin misterios.Quieres ms? (1070) Se parece al hogar igualmente asexual de su buento don Primitivo, padre en el mismo sentido en que Gertrudis era madre,en el que se haban criado Rosa y ella. Quien busque razones psicolgicaspara explicar el complejo virginal de Gertrudis, las hallar de sobra en lascircunstancias, evidentes pero apenas descritas, de su niez.

    Quieres ms?, pregunt Gertrudis a su cuado, y evidentementela respuesta es afirmativa: s, quera ms quera a Tula. Confrontadacon su pasin ella se ve obligada a poner un plazo de un ao, sin compro-miso alguno, para decidir si casarse o no con l. Luego hace que la familiabusque refresco en el campo, pero esto resulta, al revs del tradicionaltopos de pura aldea y ciudad corrompida, un aliciente ms a la sensualidadfrustada se nos insina as el grado de perversin que ha entrado en elculto de la pureza. En un captulo en el que entran ms de lo corrienteelementos extraos al cuento una descripcin del mar, una lrica medi-tacin sobre la luna vemos que la sana vida campesina no sirve ni muchomenos de fuente de pureza para Gertrudis:

    No, la pureza no es del campo; la pureza es de celda, de claustro, y de ciudad;la pureza se desarrolla entre gentes que se unen en mazorcas de viviendas para mejor

  • I
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    hijita de Manuela. Adems es de notar que aunque venci su asco paracuidar al nio recin nacido haba huido de Roca cuando en su agonatena un vmito:

    Su pasin morbosa por la pureza, de que proceda su culto mstico a la limpieza!sufri entonces tuvo que esforzarse por dominarse. Comprenda, s, que no cabevivir sin mancharse y que aquella mancha era inocentsima, pero los cimientos de suespritu se conmovan con ello. (1095)

    Su repugnancia a la sangre obedece a este mismo culto y al mismo tiempotiene un aspecto ms existencial, as como la creciente impresin que le hacecada una de las cuatro muertes a que asiste.

    Al culto a la limpieza se une y se confunde un amor desenfrenadoa la verdad, aspecto del parecido que su to le descubre con Eva, empe-ada como estaba en conocer la ciencia del bien y del mal, lo que refleja,en el plano de la existencia, el afn de asegurarse de la inmortalidad. As-pecto curioso de su pureza intransigente es su aficin a la luz reflejodel cielo, que se relaciona con la identificacin constante con el sol,y las ntidas formas geomtricas: para ella la geometra era luz y pureza.

    Otra caracterstica es su apego a la libertad: a Ramiro ya le habadicho que como mujer no le toc elegir marido y que no le gust ser elegida;a Ricardo vuelve a declarar su amor a la libertad: Libre estaba, libreestoy, libre pienso morirme. As, implcitamente anhela libertarse deldeterminismo que la condenar a ella, como a todos los seres vivos, amorir para siempre. Es asimismo un aspecto de su especial feminismo,que llega al extremo hacia el final de la historia cuando se queja de que elcristianismo es una religin de-hombres ya consideraba a su to, si biencon simpata, y a su confesor como llenos de prejuicios masculinosy su demonio familiar, en su primera intervencin, le susurr que el mismoCristo era Hombre al fin!.

    Autoritaria y decidida, respetada y obedecida de todos, la ta Tulaabriga no obstante dentro de s ntimas dudas sobre su propia conducta,dudas, que confiesa agnicamente en determinados momentos de graveapuro y que van acelerndose e intensificndose durante el relato.

    Las primeras dudas surgen perentorias sobre la cuestin de casarsecon Ramiro despus de la muerte de Rosa. Acude al confesionario y elpadre lvarez la recomienda que se case con Ramiro, para no desafiarla opinin pblica y para salvar del pecado a Ramiro, sirvindole de re-medio contra la sensualidad. Esto es lo que no sabe aguantar Gertrudis,de servir de remedio. Y el sacerdote adems remata el malentendido,insinuando que haba en su actitud ocultos celos de su hermana. Estando

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    otra vez sola, da rienda suelta a sus ntimas preocupaciones sobre lasescondidas races de su actitud:

    No, no me entiende! se deca. No me entiende! Hombre al fin! Pero meentiendo yo misma? Es que me entiendo? Le quiero o no le quiero? No es soberbiaesto? No es la triste pasin solitaria del armio, que por no mancharse no se echaa nado en un lodazal a salvar a su compaero?... No lo s..., no lo s... (1080)

    En el momento del primer parto de Manuela, Ramiro plantea la cues-tin de su conducta:

    Eres una santa, Gertrudis le deca Ramiro pero una santa que ha hechopecadores.

    Ella, por su parte; la concibe de otra manera:

    No digas eso: soy una pecadora que me esfuerzo por hacer santos. (1085)

    La segunda coyuntura cuando le asaltan dudas es en el lecho de muertede Ramiro, quien va repasando el curso de su amor hacia Tula. Ahorala llama libremente por su apodo familiar y la besa con sollozos en loslabios. Y cuando l pide perdn, le contesta ella; reiterando ahora sunombre de pila:

    No, Ramiro, no; eres t quien tiene que perdonarme.-Yo?

    T! Una vez me hablabas de santos que hacen pecadores. Acaso he tenido una ideainhumana de la virtud. Pero cuando lo primero, cuando te dirigiste a mi hermana, yohice lo que deba hacer. Adems, te lo confieso, el hombre, todo hombre, hasta t.Ramiro, hasta t. me ha dado miedo siempre; no he podido ver en l sino el bruto.Los nios, s; pero el hombre... He huido del hombre... (1088).

    A continuacin, est preocupada por si Ramiro se repone y Manuelase muere, ahora que l sabe su secreto. Pero en electo sale otra vez a salvocon el fallecimiento de Ramiro, seguido poco despus por el de Manuela.La muerte de ella le impresion ms, por la angustiada conciencia quetiene de haberla matado. As prometiendo criar a los hijos de la hospi-ciana como suyos propios, los llama hijos de mi pecado, dando unsentido nuevo e inslito a una expresin estereotipada.

    Algunos aos ms tarde, siendo Ramirn ya adolescente, Gertrudisvuelve a confesarse con el padre lvarez: la cara pblica de la ta Tula,la ta Tula que todos conocemos y veneramos y admiramos, est enduro conflicto con la de dentro (por dentro soy otra) y siente ganas deproclamar a todos sus pecados:

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    S, reunirlcs y decirles que toda mi vida ha sido una mentira, una equivocacin,un fracaso... Yo le hice desgraciado, padre; yo le hice caer dos veces; una con mihermana, otra vez con otra...

    --Caer?Caer, s! Y fue por soberbia!No, fue por amor, por verdadero amor...Por amor propio, padre y estall a llorar. (1098)

    Con el casamiento de Ramirn con Caridad, tiene otra hija dedicadaen casa: ella y Manolita con sus hijas predilectas ya lo hemos vistoporque no son consanguneas: es obra ma, proclama con triunfo.Cuando aprende que va a ser abuela, que va a empezar una nueva gene-racin, siente cumplida su misin; es entonces cuando Manolita recobrasu salud a expensas de la vida de ella. Todava tiene el culto a la pureza:hay cosas que el saberlas mancha, pero a medida que se aproxima a lamuerte entran en juego varios factores nuevos, pero no inesperados. Sedespide de la mueca de Manolita y de la suya de la infancia, celosamenteguardada: muecas, o sea, rplicas de nias sin vida, nostalgias de infanciay sobre todo, trgicas representaciones de la falta de libre albedro humanoy la negacin de su culto de libertad. As es que el demonio que la ta,consciente del bien y del mal, lleva dentro, le inspira el pensamiento,de modo parecido a lo que pasa a Augusto Prez en Niebla, que todos losseres humanos que ella trata, que ella misma, no son ms que muecos,juguetes sin nimo de un poder superior. Y en su delirio agnico vuelveal tema: Yo no estoy ni viva ni muerta..., no he estado nunca ni vivani muerta. En su ltima arenga hace lo que deca querer hacer en suconfesin: se opone resueltamente a todo lo que haba credo y hechodurante su vida: de haber dejado sin cumplir lo que debe hacerse; el cultoa la pureza orgullosa y exclusiva; el no servir de remedio; la inhumanaaspiracin a lo angelical; el miedo de lo sucio, la soberbia del armio.Cito, en forma abreviada, este importante discurso:

    Pensad bien. bien, muy bien, lo que hayis de hacer, pensadlo muy bien.... quenunca tengis que arrepentiros de haber hecho algo, y menos de no haberlo hecho...Y si veis que el que queris se ha cado en una laguna de fango y aunque sea en un pozonegro, servidles de remedio..., s, de remedio. Qu mors entre lgamos y porquera?no importa... Y no podris ir a salvar al compaero volando sobre el ras del albaalporque no tenemos alas... No, no tenemos alas, a lo ms de gallina..., no somos n-geles..., lo seremos en la otra vida..., donde no hay fango..., ni sangre. Fango hayen el Purgatorio, fango ardiente, que quema y limpia, s... En el Purgatorio les quemana los que no quisieron lavarse con fango..., s, con fango... Les queman con estircolardiente..., les lavan con porquera... Es lo ltimo que os digo, no tengis miedo ala podredumbre... (1106-07)

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    Y su vida desaparece con una descripcin natural: Y se apag comose apaga una tarde de otoo cuando las ltimas razas del sol, filtradaspor nubes sangrientas, se derriten en las aguas serenas de un remansodel ro en que se reflejan los lamos sanguneo su follaje tambin quevelan a sus orillas. La cita recogida la imagen del fuego y del sol colorde sangre asociados entraablemente con Gertrudis, y la de la serenidadde las aguas en que se reflejan los rboles: metforas relacionadas con lasfiguras serenas, vegetativas, como Rosa, y, adems anticipo del profundosmbolo del lago y la montaa reflejada en l que encontramos en SanManuel Bueno, mrtir.

    Y sigue la novela por unos captulos ms, con ciertas disputas fami-liares a las que Manolita, la nueva ta Tula, impone por fin unidad porel ejemplo de la venerada difunta. Estamos frente, pues, a una extraaparadoja. Mientras el espritu postumo de la ta sigue rigiendo las accionesdel hogar, ella haba acabado en su agona por renegar en absoluto desu actitud caracterstica anterior. La novela deja consciente y delibera-damente sin solucin el problema vital. Se trata de afirmacin de voluntadpara hacerse insustituible, de la lucha por sobrevivir mediante un ex-tremo abierto y voluntario de virtud, de deber, de pureza? O se trata deculpa, pecado, soberbia, falta de colaboracin con los dems porun orgulloso exclusivismo? Y si la vida humana carece de libre albedro,de continuidad, si somos muecos no ser cualquier postura quetomamos en todo caso huera de sentido? Unamuno deja planteado elproblema pero no nos da la solucin; la misma ntima incertidumbrees su vida y su tema.

    Finalmente conviene notar el sugestivo paralelo que existe con SanManuel Bueno, mrtir. La ta Tula, aparentemente tan confiada en suempeo virgen-maternal, sufre ntimas dudas paralelas a las de don Manuel.El ejemplo de ella se perpeta ms all de la muerte mediante una sucesora,as como en San Manuel toda la historia la vislumbramos a travs de lasmemorias de una mujer consagrada por entero a la memoria de su donManuel, al que ella y su hermano han creado y exaltado. Como al santosacerdote de Valverde de Lucerna no le vemos sino por los ojos de su ad-miradora e intrprete, la ambigedad esencial de don Manuel est salvada.Como ha dicho Carlos Blanco en su magistral estudio de la ltima novelita:

    Dada la estructura, el estilo, de la novela a que nos hemos entregado segnbamos leyendo, todas stas no pasan de suposiciones: no poseemos el secreto de lavida de don Manuel (es acaso "San Manuel"?); tampoco lo posee Angela, a pesarde que su nombre significa mensajera de Dios; ni tampoco Miguel de Unamuno, eldescubridor del documento, cuyo nombre, Miguel, significa "quin como Dios?"

  • La obra de Unamuno hoy 21

    Slo tenemos un documento, la "memoria" de ciertos "hechos y dichos", tal vezmal recordados, quiz soados. (30)

    Y el secreto de Gertrudis, tambin candidata a santa, madre virgen yquiz pecadora espiritual, tampoco lo poseemos nosotros, como no loposee Unamuno ni lo posea ella. El enigma sobre el ltimo sentido dela vida queda intacto y con l la duda no resuelta de la actitud frente a lavida y los prjimos que le incumbe al individuo agnico. Al analizaresta novela, tan rica de sugerencias, he querido demostrar cmo se sirviun hombre tan sediento de eternidad como fue Unamuno de la formade narracin impersonal para expresar, de un modo coherente y tajantey en un grado no alcanzado creo yo en los tratados y los ensayos,la trgica, permanente, insoluble duda sobre la vida humana que obse-sion al que fue en vida rector y catedrtico de esta universidad de Sala-manca31.

    GEOFFREY RIBBANS.University of Liverpool

    '" "Sobre la complejidad de Sun Manuel Bueno, mrtir', Nueva Revista tic Filou^u His-pnica. XV (1961). pp. 569-88.

    " Agradezco a mi buen amigo don Javier Herrero, que me prest su eficaz ayuda enpulir el texto de este estudio.

    InfoAIH: AIH. Actas IV (1971). La obra de Unamuno en la perspectiva de hoy. GEOFFREY RIBBANS