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Acompañamiento Pastoral

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Redacción:Equipo de Materiales Formativos y Folletos:

Fátima Chabely Rodríguez M., Encargada de Formación de la Diócesis de Mao-Montecristi.

Miembro del equipo de materiales formativos del Equipo Nacional de Formación.

Yaneris Hilario, Encargada de Formación de la Arquidiócesis de Santiago.

Miembro del equipo de materiales formativos del Equipo Nacional de Formación.

Inés Altagracia Cruz Vargas, Encargada de folletos del Equipo Nacional de Formación.

Arquidiócesis de Santiago.

Revisión:Carlos Mercedes

Encargado Programa Nacional de Formación CNPJRD

Karynn A. RamosSecretaria Ejecutiva de Pastoral Juvenil, CNPJRD.

Ailin PeñaAsesora de Pastoral Juvenil Latinoamericana, Región Caribe.

Rvdo. Osvaldo Concepción, jsPastoral Juvenil Ignaciana

Diagramación & Diseño:César Torres

Diagramador Programa Nacional Jóvenes en Redes.

Nayelin PeñaCoordinadora Programa Nacional Jóvenes en Redes.

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Tabla de contenidoINTRODUCCIÓN.

1. ACOMPAÑAMIENTO PASTORAL

2. PROCESO DE ACOMPAÑAMIENTO DIRIGIDO A JÓVENES

3. PERFIL DEL ACOMPAÑANTE

4. ROL DEL ACOMPAÑANTE EN PJ

5. ¿CUÁNDO SE HACE NECESARIO EL ACOMPAÑAMIENTO JUVENIL?

6. PASOS PARA EL ACOMPAÑAMIENTO JUVENIL

6.1 ACOMPAÑAMIENTO PERSONAL

6.2 PASOS PARA INICIAR EL ACOMPAÑAMIENTO GRUPAL

7. CLAVES PARA EL ACOMPAÑAMIENTO EN PJ

8. DINÁMICA EN LAS RELACIONES DE ACOMPAÑAMIENTO

9. HERRAMIENTAS PARA EL ACOMPAÑAMIENTO PASTORAL DE LOS JÓVENES

10. ¿CÓMO VENCER LAS BARRERAS QUE SE PRESENTAN EN EL PROCESO DE ACOMPAÑAMIENTO?

11. FRUTOS DEL ACOMPAÑAMIENTO

12. PROPUESTA PARA LA FORMACIÓN DE ACOMPAÑANTES EN PASTORAL JUVENIL

13. BIBLIOGRAFÍA

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INTRODUCCIÓN

El trabajo pastoral en favor de los jóvenes, unido a las interrogantes propias del ciclo de vida en el que se encuentran pone de manifiesto la necesidad de que le ofrezcan los recursos espirituales, humanos y eclesiales para que, a la luz de la palabra de Dios, que nos llama a una vida plena y nos hace sentir su compañía, puedan elegir la voluntad de Dios en las opciones que se les presentan en la vida, ir logrando la armonía vida-fe y así ir “… creciendo en edad, sabiduría y gracia” (Lucas 2, 52).

Uno de los recursos con que contamos y que responde de una manera significativa a esta necesidad es el acompañamiento pastoral. La necesidad y el compromiso de realizar este tipo de acompañamiento se ha puesto de manifiesto en diversas ocasiones, una de ellas es el documento conclusivo de la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, realizada en Santo Domingo en octubre del año 1992:

“Los adolescentes y los jóvenes están cargados de interrogantes vitales y presentan el desafío de tener un proyecto de vida personal y comunitario que dé sentido a sus vidas y así logren la realización de sus capacidades; manifiestan el desafío de ser acompañados en sus caminos de crecimiento en su fe y trabajo eclesial y preocupaciones de transformación necesaria de la sociedad por medio de una pastoral orgánica”. (SD, no.112)

Tomando en cuenta estas consideraciones se ha realizado el presente documento, con la finalidad de presentar de forma resumida los fundamentos básicos sobre el acompañamiento pastoral aplicado al servicio en la pastoral juvenil. Se describen los conceptos teóricos sobre lo que es y cómo se aplica. También se resalta la persona del acompañante como ente importante en el proceso, describiendo su perfil y el rol en este servicio, con relación al cual es necesario destacar que asume un enfoque no-directivo, que va apoyando al acompañado para que pueda tomar sus propias decisiones.

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Además, se propone una explicación de los pasos que se realizan en el proceso de acompañamiento, los puntos clave que se deben tomar en cuenta para realizarlo de la manera adecuada, teniendo presente que este servicio consiste principalmente en dejarse guiar por el Espíritu Santo para caminar junto al acompañado en el descubrimiento de la voluntad de Dios para su vida y la elección de esta propuesta dentro de su proyecto personal.

Luego, se presentan algunas herramientas que facilitan el acompañamiento, algunos medios para superar los obstáculos que puedan surgir en el proceso y, por último, se detallan algunos frutos del acompañamiento.

Considerando las explicaciones anteriores, se hace necesaria una formación continua de los acompañantes y a la vez, que ellos mismos reciban acompañamiento para ser canales abiertos a la comunicación de la gracia de Dios para sus acompañados, a modo de cierre, presentamos una propuesta para el itinerario de preparación de los acompañantes de manera que, a partir de ahí, se puedan establecer las pautas de acción de los mismos.

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1. ACOMPAÑAMIENTO PASTORAL

Acompañamiento es “el proceso personal y comunitario mediante el cual la Iglesia crea condiciones para que los cristianos puedan optar con la mayor madurez y libertad posible, por la manera específica del seguimiento de Jesús, según sea la Voluntad de Dios sobre sus vidas”. Este acompañamiento son las acciones que procuran que la pastoral sea fiel continuadora de la misión de Jesucristo tal como nos ha sido encomendada. Desde esta perspectiva el acompañamiento conlleva niveles distintos: acompañamiento personal, de grupos, de agentes, de estructuras pastorales, de proyectos”. Acompañar a personas concretas en situaciones muy diferentes, y acompañar a comunidades humanas y cristianas en su caminar y en sus procesos de cambio y crecimiento. Y todo esto, a imagen de la acción de Dios sobre la humanidad. 

El acompañamiento pastoral no es una moda del tiempo presente, sino que, con nombres diferentes, es una acción de la Iglesia presente desde sus orígenes, que ha ido adquiriendo formas y denominaciones distintas (cuidado pastoral, cura de almas, dirección espiritual, etc.), pero que está en la esencia misma del ser cristiano. El término acompañamiento no señala una acción específica de la Iglesia, sino, más bien una forma de actuar, una manera de estar presente, una actitud que se debe dar en todas las circunstancias de la vida.

En consideración a lo anterior, podemos definir el acompañamiento como un servicio que se ejerce en el ministerio de la asesoría a las personas, grupos, comunidades u organizaciones, principalmente a las personas.

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Por lo tanto, es una experiencia pedagógica y religiosa, de un encuentro con la otra persona, en el interior de su vida, en la comprensión de la mística del camino y en la causa que mueve a la persona o al grupo.

En adición a lo anterior, el acompañamiento provoca el camino de la madurez, del compromiso, expresión de la felicidad. El acompañamiento es el lugar de la “gracia”, de hacer los caminos juntos, en la solidaridad y en la verdad que se revela en las experiencias de vida; es la construcción de los amigos y las amigas.

Después de esta definición es bueno subrayar que el acompañamiento, al mismo tiempo que es un deseo de muchos jóvenes, es algo que va renaciendo en el anuncio de la Buena Nueva en la Iglesia. Es una tarea que tiene como foco el proceso desde el nivel personal, pastoral y del seguimiento a Jesús, un camino espiritual.

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2. PROCESO DE ACOMPAÑAMIENTO DIRIGIDO A JÓVENES

El acompañante debe dar su aporte para favorecer los procesos de los grupos. Este aporte, unido a la participación de los jóvenes y a la presencia dinamizadora del Espíritu del Señor, hace de los grupos verdaderos espacios de crecimiento y maduración en la fe. Tomando en cuenta los puntos que Zurita (2013) presenta en su trabajo bibliográfico, es necesario que el acompañante pueda:

• Favorecer una experiencia comunitaria de fe, respetando y valorando las expresiones religiosas de los jóvenes, llevando al grupo a profundizar la Palabra de Dios, y a tener una fuerte y sólida vivencia y compresión de la oración y de los sacramentos.

• Desarrollar proceso de formación integral crítica y liberadora, partiendo de la realidad personal y social de los jóvenes del grupo, siguiendo la metodología ver-juzgar-actuar-revisar-celebrar.

• Dar seguimiento a los grupos en las diversas etapas de su proceso de formación.

• Dedicar especial atención a la formación y al acompañamiento de los coordinadores y animadores de los grupos.

• Favorecer un clima de confianza y amistad dentro del grupo, educando a los jóvenes en el diálogo y en la vivencia de la fraternidad.

• Promover el liderazgo.

• Educar a los jóvenes para la organización.

• Despertar en los acompañados la sensibilidad y el compromiso hacia los más débiles y empobrecidos.

• Apoyar al grupo en su proyección socio-política.

• Aportar a los jóvenes una visión amplia del trabajo con sus pares, con otros grupos eclesiales o sociales; aportarles una mentalidad abierta, pluralista y ecuménica.

• Vivir la dimensión festiva de la vida de los jóvenes a quienes acompaña, valorando sus gestos, signos y expresiones.

• Ofrecerles propuestas diversas y atrayentes utilizando el teatro, la danza, el deporte, la música entre otras.

• Suscitar en ellos el sentido de identidad e integración latinoamericana y de solidaridad entre los pueblos.

• Sistematizar las experiencias grupales.

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3. PERFIL DEL ACOMPAÑANTECon relación al perfil que debe tener una persona para dar apoyo a los

jóvenes como acompañante, el Papa Francisco (2019) detalla en el numeral 246 la Exhortación “Christus Vivit” las siguientes cualidades:

“Los mismos jóvenes nos describieron cuáles son las características que ellos esperan encontrar en un acompañante, y lo expresaron con mucha claridad: las cualidades de dicho mentor incluyen: que sea un auténtico cristiano comprometido con la Iglesia y con el mundo, que busque constantemente la santidad, que comprenda sin juzgar, que sepa escuchar activamente las necesidades de los jóvenes y pueda responderles con gentileza, que sea muy bondadoso, y consciente de sí mismo, que reconozca sus límites y que conozca la alegría y el sufrimiento que todo camino espiritual conlleva. Es la persona amiga, que ama y está siempre dispuesta, es el amigo en quien se puede confiar, vive y actúa siguiendo al Espíritu, está abierto permanentemente a su formación, es responsable, respetuoso y paciente, porque todo proceso de crecimiento es lento, está pendiente y atento a los signos de Dios, con humildad y modestia, no solo habla de Dios, sino que también habla con Dios. Cercano y que reconoce cierta distancia, que respeta la autonomía y personalidad del joven, impidiendo la dependencia y la identificación, con sus necesidades sentimentales organizadas de manera que no busque compensaciones en esta relación” (Página, 89-90).

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Una característica especialmente importante en un mentor es el reconocimiento de su propia humanidad. Que son seres humanos que cometen errores: personas imperfectas, que se reconocen pecadores perdonados. Algunas veces, los mentores son puestos sobre un pedestal, y por ello cuando caen provocan un impacto devastador en la capacidad de los jóvenes para involucrarse en la Iglesia. Los mentores no deberían llevar a los jóvenes a ser seguidores pasivos, sino más bien a caminar a su lado, dejándoles ser los protagonistas de su propio camino. Deben respetar la libertad que el joven tiene en su proceso de discernimiento y ofrecerles herramientas para que lo hagan bien. Un mentor debe confiar sinceramente en la capacidad que tiene cada joven de poder participar en la vida de la Iglesia. Por ello, un mentor debe simplemente plantar la semilla de la fe en los jóvenes, sin querer ver inmediatamente los frutos del trabajo del Espíritu Santo (Página, 90).

“Este papel no debería ser exclusivo de los sacerdotes y de la vida consagrada, sino que los laicos deberían poder igualmente ejercerlo. Por último, todos estos mentores deberían beneficiarse de una buena formación permanente” (Página, 90).

Por otra parte, es importante resaltar las características que forman parte del perfil del acompañante detalladas por Zurita (2013):

El acompañante es un adulto, es decir, una persona que ha pasado la etapa de la juventud y ha vivido un proceso de maduración en el que ha definido su proyecto de vida y ha alcanzado una estabilidad afectiva para optar libremente y para asumir con responsabilidad los desafíos propios de su elección. Es una persona abierta, capaz de escuchar y dialogar con los jóvenes, de valorar lo positivo y lo negativo de sus vidas y de sus situaciones. Sabe tener una mirada de conjunto sobre la realidad y no quedarse solamente en los elementos que la componen. No rehúye a los compromisos y las dificultades. Es responsable. Toma posición frente a los problemas y conflictos.

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“Guía sus afectos por un auténtico amor de donación, evitando todo paternalismo y promoviendo el crecimiento y maduración de los jóvenes. Vive con mucha libertad, porque es capaz de la autocrítica y del perdón. Prefiere trabajar en equipo. Tiene pasión por la verdad, lo que le permite reconocer en los jóvenes la misma capacidad de apasionarse por la verdad que él vive” (pág. 9).

“Es capaz de proponer y esperar, porque sabe que acompaña un proceso que no es suyo, sino de los jóvenes. No se preocupa tanto por “hacer” cosas, sino por “ser” amigo y hermano y dar testimonio de una vida alegre y feliz, capaz de entusiasmar a los demás” (pág. 10).

“El asesor es una persona de fe. Vive el seguimiento de Jesús en la opción que hace por los jóvenes, en quienes reconoce diariamente el rostro de Dios y la voz profética del Espíritu” (pág. 11).

“Como cristiano, el asesor es una persona que ha clarificado ya su proyecto de vida, ha hecho su opción vocacional y lucha cada día por vivir con fidelidad los compromisos asumidos. Coherente con su opción, se esfuerza por integrar en su espiritualidad la fe y la vida y por encarnarse en la realidad y en las circunstancias y acontecimientos de la vida de los jóvenes” (pág. 11).

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4. ROL DEL ACOMPAÑANTE EN PJLa función principal del acompañante es orientar y acompañar el proceso

de maduración en la fe, hasta llegar “al conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo” (Ef 4,13).

El acompañante debe desarrollar ciertas acciones, actitudes y funciones que le permita cumplir su rol y su misión, de manera que el acompañado pueda situarse ante la vida, crecer y discernir, dentro de estas podemos citar:

Formación continua de sí mismo: El acompañante toma conciencia de la necesidad de una continua formación (teológica, humanista, científica y tecnológica) y de contar con herramientas para su servicio. Se ocupa de que su formación sea integral, gradual y permanente dando mucha importancia a la evaluación continua. Es capaz de acoger e implementar las nuevas formas de evangelización.

Actitud de escucha: El Papa Francisco (2019) en la Exhortación “Christus Vivit” en sus numerales 292, 293 y 294 hablan de tres sensibilidades o atención que se deben practicar en cuanto a la escucha:

“292. La primera sensibilidad o atención es a la persona. Se trata de escuchar al otro que se nos está dando él mismo en sus palabras. El signo de esta escucha es el tiempo que le dedico al otro. No es cuestión de cantidad sino de que el otro sienta que mi tiempo es suyo: el que él necesita para expresarme lo que quiera. Él debe sentir que lo escucho incondicionalmente, sin ofenderme, sin escandalizarme, sin molestarme, sin cansarme. Esta escucha es la que el Señor ejercita cuando se pone a caminar al lado de los discípulos de Emaús y los acompaña largo rato por un camino que iba en dirección opuesta a la dirección correcta (cf. Lc 24,13-35). Cuando Jesús hace ademán de seguir adelante porque ellos han llegado a su casa, ahí comprenden que les había regalado su tiempo, y entonces le regalan el suyo, brindándole hospedaje. Esta escucha atenta y desinteresada indica el valor que tiene la otra persona para nosotros, más allá de sus ideas y de sus elecciones de vida”.

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“293. La segunda sensibilidad o atención es discernidora. Se trata de pescar el punto justo en el que se discierne la gracia o la tentación. Porque a veces las cosas que se nos cruzan por la imaginación son sólo tentaciones que nos apartan de nuestro verdadero camino. Aquí necesito preguntarme qué me está diciendo exactamente esa persona, qué me quiere decir, qué desea que comprenda de lo que le pasa. Son preguntas que ayudan a entender dónde se encadenan los argumentos que mueven al otro y a sentir el peso y el ritmo de sus afectos influenciados por esta lógica. Esta escucha se orienta a discernir las palabras salvadoras del buen Espíritu, que nos propone la verdad del Señor, pero también las trampas del mal espíritu –sus falacias y sus seducciones–. Hay que tener la valentía, el cariño y la delicadeza necesarios para ayudar al otro a reconocer la verdad y los engaños o excusas”.

“294. La tercera sensibilidad o atención se inclina a escuchar los impulsos que el otro experimenta “hacia adelante”. Es la escucha profunda de “hacia dónde quiere ir verdaderamente el otro”. Más allá de lo que siente y piensa en el presente y de lo que ha hecho en el pasado, la atención se orienta hacia lo que quisiera ser. A veces esto implica que la persona no mire tanto lo que le gusta, sus deseos superficiales, sino lo que más agrada al Señor, su proyecto para la propia vida que se expresa en una inclinación del corazón, más allá de la cáscara de los gustos y sentimientos. Esta escucha es atención a la intención última, que es la que en definitiva decide la vida, porque existe Alguien como Jesús que entiende y valora esta intención última del corazón. Por eso Él está siempre dispuesto a ayudar a cada uno para que la reconozca, y para ello le basta que alguien le diga: “¡Señor, sálvame! ¡Ten misericordia de mí!”.

Función objetivadora: Situar al joven ante la verdad objetiva sobre sí mismo, sobre Cristo, la Iglesia, sobre el hombre y el mundo de hoy. El acompañante hace de espejo y devuelve la imagen.

Función confrontadora: Guiar en el descubrimiento de las propias incoherencias. Relacionar lo que se dice con lo que se hace. Ayudar a la personalización, a que el acompañado se vaya aclarando, a desenmascarar sus engaños y sus incongruencias. Detecta los valores que afloran en medio de sus sentimientos, aspiraciones y deseos.

Función pedagógica: Se trata de ayudar a crecer en la asimilación de esos valores mediante la programación y evaluación de diferentes acciones y experiencias concretas, (especialmente con el Proyecto de vida). La vida, la fe y la militancia se someten a un proceso permanente de crecimiento, con objetivos y medios.

Función estimuladora: Animar a que se valores el crecimiento y las conquistas conseguidas. Apoyar y estimular el camino emprendido, especialmente en los momentos de oscuridad y de crisis.

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5. ¿CUÁNDO SE HACE NECESARIO EL ACOMPAÑAMIENTO JUVENIL?

Esta pregunta puede surgir de manera natural en los jóvenes que están en áreas de formación, con la intención de poder identificar el momento adecuado para ofrecerlo a los integrantes de sus grupos de pastoral juvenil.

Mons. Escribano, Obispo de Calahorra (2017) en la ponencia final “Hacia una pastoral juvenil del acompañamiento” hace una muy buena explicación de los momentos indicados para ofrecer acompañamiento, pero también para solicitarlo:

“Muchos jóvenes quieren vivir con profundidad pero viven fragmentados; otros reconociendo en ellos la fuerza de la afectividad se ven perdidos en una jungla de deseos; hay jóvenes que están abiertos a abrir sus vidas a los demás pero se pierden entre múltiples ofertas de sentido; otros buscan un proyecto que oriente su vida y se desesperan por las dificultades económicas y existenciales que experimentan; hay jóvenes que quieren tomar decisiones pero se sienten perdidos por no tener herramientas para interpretar lo que viven. Cuando veas en ti estos signos: pide acompañamiento. Cuando veas que un joven esté viviendo algunos de estos signos: ofrece acompañamiento. También quiero hacer notar que este proceso es muy natural y que va unido al crecimiento normal de las personas”. (Pág. 6)

La explicación final de lo que se nos detalla en el párrafo anterior hace evidente, que el acompañamiento es un proceso que surge de manera natural como parte del desarrollo de los jóvenes, que requiere de escucha atenta y en otras ocasiones de guía y consejo para discernir la voluntad de Dios para sí mismo. “Samuel era un jovencito inseguro, pero el Señor se comunicaba con él. Gracias al consejo de un adulto, abrió su corazón para escuchar el llamado de Dios: “Habla Señor, que tu siervo escucha”. (1 S 3, 9-10) … Por eso fue un gran profeta que intervino en momentos importantes de su patria”. (Christus

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6. PASOS PARA EL ACOMPAÑAMIENTO JUVENILLos pasos para el acompañamiento serán detallados tanto desde la

perspectiva personal como grupal, debido a que, como hemos visto a lo largo del presente documento, son las formas en las que se puede aplicar el acompañamiento.

6.1 Acompañamiento personalInicia, generalmente, cuando dos personas ya han establecido una

relación de cercanía, de límites claros, se ha dado un proceso previo que suscita en el acompañado la confianza necesaria para iniciar este proceso de acompañamiento. Además, es importante destacar que quien muestra el interés para ser acompañado es el joven, pues este proceso debe ser voluntario.

Una vez establecida esta confianza y cercanía es tarea del acompañante antes que nada escuchar al joven, entenderlo desde su realidad sin perder la propia identidad, en este proceso se marcan pautas que ayuden al joven a ir alcanzando la madurez, que a su vez desemboca en un discernimiento por la opción vocacional en el sentido amplio de la palabra vocación. Todo este proceso ha de llevarse bajo la acción del Espíritu Santo.

El acompañamiento personal se debe realizar a través de entrevistas periódicas, que preferimos llamar encuentro, de modo que se pueda llevar un proceso equilibrado y que su duración depende de cada joven, algunos jóvenes asumen más rápido ciertas actitudes otros en cambio necesitan de un proceso más lento para aceptar su realidad y su situación en particular. Otra particularidad que hay que tener en cuenta con los jóvenes de hoy en los encuentros es que ellos no se avienen fácilmente a acompañamientos estructurados y planeados, sino más bien que han de ser flexible sin perder ese hilo conductor que ha de tener todo proceso de crecimiento personal

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y espiritual. En un principio se le puede calificar de acompañar en las oportunidades, como lo hizo Jesús con la samaritana que se sentó cansado junto al pozo y aprovechó la llegada de la samaritana (Jn, 4. 6-7).

Estos encuentros han de tener una calidad para que sean efectivos y que impulsen cambios en los jóvenes:

Auténtico y ser natural, sin exceso de implicancia y sin desentenderse.

El encuentro tiene que ser afable, en disponibilidad de escucha y atención. Una mala acogida dificulta el diálogo. Una buena acogida ayuda a seguir.

Acoger la libertad de la comunicación del acompañado y no se debe forzar lo que la persona no quiere decir.

Aceptar a la persona tal y como es, aceptación positiva e incondicional es saber ver al joven por lo que es y no por lo que hace.

Tiene mucho que ver con saber acompañar en los silencios oportunos o con pequeñas palabras.

El clima que tiene que rodear este encuentro es la empatía, la aceptación y la entrega incondicional del acompañante.

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Ponerse siempre a disposición de los sentimientos de la otra persona. No prejuzgarlos, ni agrandarlos, ni minimizarlos. Solo dar el reflejo adecuado a su manifestación y juntamente con eso, reflejar también alguna clarificación para que vaya contrastando sus actitudes y posturas. Nunca trivializar una actitud ni acudir a recursos morales ligeros ante una actitud que se manifieste.

El tiempo sugerido es de 45 minutos máximo, por acompañamiento.

Implementar criterios de cuidado: no usar lugares cerrados y escondidos, realizar el acompañamiento en horas del día que ayuden, no hacer acompañamientos por redes sociales o en horas de la noche, etc…

El acompañante nunca habla de su vida personal.

No debe mover a quien se acompaña a tomar decisiones.

6.2 Pasos para iniciar el acompañamiento grupalAcompañar un grupo tiene características propias y el animador enseña a

dar los primeros pasos, señalando pautas para esta tarea teniendo en cuenta que es un proceso educativo y que ha de aplicar las pedagogías adecuadas. Sin olvidar estos tres elementos: a) claridad en los objetivos, b) precisión de la metodología, c) seguridad en los contenidos.

El animador debe hacer que el grupo mire a su alrededor, que vea crítica y objetivamente la realidad, que la lea con los ojos y el corazón de Dios y que la transforme. El acompañante no tiene que olvidar que es uno del grupo, pero no uno más. Él tiene su ambiente y su militancia y, por lo tanto, tiene que tener un compromiso donde viva, lo que “Lumen Gentium” no.33 dice de los laicos: “están especialmente llamados a hacer presente y operante a la Iglesia en aquellos lugares y circunstancias en que sólo puede llegar a ser sal de la tierra a través de ellos.”

Es precisamente en este llamado donde acompañamos a los grupos juveniles, no solo para que crezcan en cantidad sino también en calidad, por tanto, el grupo ha de ser un grupo en salida y el acompañante ha de ir de la mano con este proceso. Tomando como referencia la invitación que nos hace el Papa Francisco (2013) en el Evangelii Gaudium no. 24 que nos invita a ser una Iglesia de salida a través de la propuesta de un itinerario que consta de las siguientes etapas:

Primerear: tomar la iniciativa, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos.

Involucrarse: saber involucrarse e involucrar a los suyos. Es servir como lo hizo Jesús que lavó los pies a sus discípulos. Es meterse con obras y gestos a la comunidad, tocando la carne sufriente de Cristo en el pobre.

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Acompañar: acompañar a la humanidad en todos sus procesos, por más duros y prolongados que sean. Sabe de esperas largas y de aguante apostólico. La evangelización tiene mucho de paciencia y evitar maltratar límites.

Fructificar: la comunidad está siempre atenta a los frutos, porque el Señor la quiere fecunda. Cuida el trigo y no se pierde la paz por la cizaña. El sembrador, cuando ve despuntar la cizaña en medio del trigo no tiene reacciones quejosas ni alarmistas.

Festejar: la comunidad gozosa siempre sabe “festejar”. Celebra y festeja cada pequeña victoria, cada paso adelante en la evangelización. La evangelización gozosa se vuelve belleza en la liturgia en medio de la exigencia diaria de extender el bien.

La persona del acompañante ha de hacerse presente en cada una de esas etapas para guiar a los jóvenes a cumplir su misión, evitando que el grupo se aísle en sí mismo.

A todo esto el animador junto al acompañante debe ir introduciendo poco a poco instrumentos y herramientas para que el grupo crezca, como son: Plan Personal de Vida, Plan de Formación, Diálogo Personal, etc., fomentando a la vez la celebración semanal de su fe en la Eucaristía.

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7. CLAVES PARA EL ACOMPAÑAMIENTO EN PJLos aspectos claves que se deben tener en cuenta a la hora de acompañar a

los jóvenes son los siguientes:

1. Metodología clara

2. Pedagogía clara

3. Espiritualidad clara

4. Contenidos previamente diseñados

5. Itinerario diseñado

6. Cronograma de actividades

7. Dimensión financiera que no genere paternalismo

8. Canales de comunicación y espacios de convivencia

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8. DINÁMICA EN LAS RELACIONES DE ACOMPAÑAMIENTO

Presencia y cercanía: El acompañante debe desarrollar la capacidad para la relación interpersonal, por lo tanto, debe ser cercano y comunicativo. Tiene que ser capaz de conocer al joven no sólo a través de la entrevista personal, sino a través de la vida. Por ello tiene que ser capaz de vivir y convivir con los jóvenes, de interesarse de su vida cotidiana, de amar lo que a ellos le agrada, como decía Don Bosco. Pero a la vez, se reconoce tener cierta distancia, que respeta la autonomía y personalidad del joven y que impide la dependencia.

Acogida: Se trata de acoger siempre de manera serena, respetuosa y comprensiva. Implica saber situarse como acompañante y saber escuchar. No se trata de una actitud pasiva, sino activa. Exige que el acompañado se dé cuenta que es aceptado, escuchado y comprendido en la relación que establece, en las dificultades y problemas que plantea, en el camino que Dios le ha trazado.

Aceptación y comprensión: Esta aceptación en el acompañamiento de los jóvenes se manifiesta de formas muy concretas: expresión de sentimientos, ausencia de juicios, confianza y espontaneidad… El joven debe sentir que es aceptado, incluso por sus defectos y no solamente por sus cualidades. La comprensión consiste en ponerse en el lugar del otro y tratar de ver el mundo como él lo ve, desde su marco de referencia, desde dentro y lo que todo eso representa en su vida.

Sentido del progreso: El acompañamiento tiende a ayudar, al joven en el proceso de maduración humano-espiritual, por tanto, hay que conocer, los ritmos y etapas a través de los cuales el joven va integrando y armonizando ese crecimiento humano-espiritual, supone pues, en el acompañante la sensibilidad por el sentido de la unidad y del progreso y supone también la actitud de la humildad, de la paciencia, de la espera, de la tolerancia. Porque siempre el proceso de crecimiento es lento.

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9. HERRAMIENTAS PARA EL ACOMPAÑAMIENTO PASTORAL DE LOS JÓVENES

Los recursos más importantes para ser utilizados en el proceso de acompañamiento son:

Revisión de vida: como hemos mencionado anteriormente, este es un punto importante sobre el cual se trata en los encuentros de acompañamiento, ya sea este individualizado o en grupo, de acuerdo a las necesidades y a la edad de los jóvenes involucrados. El descubrimiento y construcción del proyecto de vida personal a la luz de elegir libremente lo que Dios ha soñado para cada uno de forma individual se logra a través de un proceso reflexivo y activo del acompañado.

La Revisión de vida no es simplemente una técnica para desarrollar una reunión de grupo. Es un método y sobre todo, un camino de espiritualidad en orden a hacer coherente y adulta la vida cristiana vivida en comunidad, y a construir una comunidad eclesial presente en el mundo, al servicio del Reino ofrecido como destino y salvación para toda la humanidad. (CAPYM, no. 759)

En esta herramienta se sugiere asumir la metodología ver-juzgar-actuar expresada en el documento Civilización del Amor. Proyecto y Misión (CELAM, 2013).

Ver: plantear un hecho de vida y descubrir las actitudes, valores y formas de actuar de cada uno ante este hecho. (CAPYM, no. 760)

Juzgar: su objetivo es tomar posición frente al hecho analizado, explicitar el sentido que descubre la fe, la experiencia de Dios que conlleva y las llamadas a la conversión que surgen de él. (CAPYM, no. 763)

Actuar: el objetivo de este momento es determinar aquellas actitudes que las personas deben cambiar en sus vidas, los criterios de juicio que deben ser transformados, los hábitos que son cuestionados por la Palabra de Dios y las acciones que se van a desarrollar para poner en práctica las nuevas responsabilidades asumidas. Responde a la pregunta: “¿Qué exige el Señor ante los hechos revisados?”. (CAPYM, no.766)

Plan de formación: otro recurso es el establecimiento de un programa formativo, de acuerdo a las necesidades de cada uno, encaminado a tratar elementos importantes de la vida y poder hacer una revisión a la luz de ellos sobre el camino recorrido en cuanto al plan de vida y lo que falta por recorrer. Algunos temas pueden estar centrados en la madurez humana, estilo de vida, relación vida-fe. (Hilario, 2014)

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Diálogo personal: El dialogo personal, por medio de encuentros o entrevistas programadas es de gran ayuda durante este proceso, debido que se da la oportunidad de escuchar al acompañado y guiarlo en el proceso de descubrir por sí mismo la voluntad de Dios para él/ella, y la forma como se conjugan la propuesta de Dios y la propia voluntad, para el desarrollo y crecimiento humano y cristiano. Es importante resaltar en este aspecto, que el dialogo debe estar dirigido por las interrogantes que tiene el acompañado en cuanto a una determinada situación, recordando aquí el enfoque no directivo.

Participación frecuente de los sacramentos: Algo importante que se sugiere para profundizar en el camino de crecimiento espiritual, humano y pastoral que se vive, es que los integrantes (acompañado y acompañante) participen frecuentemente de los sacramentos, como fuente de vida y comunicación de la gracia de Dios a cada uno. En la celebración de la Eucaristía se manifiesta de manera especial la presencia de Jesús, quien es nuestro modelo de libertad, autenticidad y aceptación de la voluntad del Padre.

Momentos de silencio y oración: una herramienta útil en el proceso de acompañamiento es la oración personal del acompañado, en la que vaya sintiendo las propuestas de Dios para su caminar. De la misma manera, los momentos de silencio a la luz del evangelio le permiten ir descubriendo el plan que Dios le propone para establecer el equilibrio vida-fe y descubrir cómo su proyecto de vida se armoniza con su vida cristiana.

Se puede además hacer uso de recursos innovadores para presentar de forma atractiva a los jóvenes la propuesta de ir reflexionando sobre sus propias inquietudes. Esto puede hacerse recomendando películas, música, libros que ayuden a cada joven en la profundización de las respuestas a las inquietudes que les surgen.

También existen herramientas como el uso de cuadernos de apuntes en los que el acompañado pueda escribir los puntos que desea trabajar, así como las preguntas que les surgen y las luces que van apareciendo en sus momentos de oración y reflexión personal, donde Dios le hace sentir su presencia.

Además de estos elementos mencionados es importante resaltar el enfoque no directivo del acompañamiento (Sastre, s.f.) en el que se debe tener presente que la ayuda personal y la afectiva requiere la concurrencia de tres instancias: las orientaciones exteriores, la relación interpersonal y el trabajo desde dentro.

Esto supone que el acompañante es una persona con madurez afectiva y emocional, formación adecuada, coherencia entre lo que dice y hace y la aceptación incondicional de la persona a la que se ayuda. Si la relación de ayuda requiere todos estos requisitos, fácilmente se puede concluir que lo fundamental no es la aplicación de métodos o técnicas, sino de ser auténtico

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y de acoger a la otra persona con sus defectos y limitaciones. (Sastre, s.f.)

Sólo de esta forma el acompañante puede situarse en lugar de la persona acompañada y tratar de ver y sentir desde dentro de ella lo que vive y comunica. La relación de ayuda con estas características empieza con que el orientador haga una buena acogida que dé confianza y serenidad, y por una actitud de escucha atenta que manifieste a la otra persona que nos preocupamos por ella, por lo que está viviendo y por lo que nos cuenta. La escucha atenta ayuda al orientado a escucharse a sí mismo y a escuchar a Dios, lo cual constituye un dato importante, ya que da unidad a la vida espiritual. (Sastre, s.f.)

Las intervenciones del acompañante como orientador deben tener tres características: deben reflejar lo que el orientado ha comunicado desde su propio marco referencial, han de ayudar al sujeto a conocer mejor su propia realidad y, al tiempo, le facilitarán el hallazgo de los medios para seguir avanzando como persona y como creyente.

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10. ¿CÓMO VENCER LAS BARRERAS QUE SE PRESENTAN EN EL PROCESO DE ACOMPAÑAMIENTO?

A lo largo del acompañamiento a los jóvenes, pueden surgir barreras y dificultades tanto de parte del acompañante como del acompañado. A continuación, se exponen algunas barreras comunes y la forma de superarlas.

Algo que puede suceder es que el acompañante sienta que es demasiada responsabilidad porque implica un trabajo delicado dirigido a la persona y su camino de fe. Esto puede remediarse por medio de que el acompañante reciba formación continua y acompañamiento, elementos que lo prepararán para poder ejercer este servicio con amor y conciencia de su misión.

En cuanto al acompañado, la experiencia previa de haber vivido acompañamiento no adecuado puede generar heridas y bloqueos por haberse sentido manipulado o incomprendido. Algo que puede ayudar a superar esta barrera es explicar de forma detallada los pasos que se seguirán durante el proceso y explicar que quien tomará las decisiones es el joven, que el acompañante está como soporte y compañero, pero se mantiene el respeto a la libertad personal del acompañado. Esto puede tomar un poco de tiempo, pero las actitudes adecuadas de respeto y la puesta en práctica del enfoque no directivo por parte de quien acompaña puede ser de mucha ayuda.

Algo que es necesario destacar en este ámbito, es la importancia de saber escuchar al acompañado que es un ser activo en todo el proceso, sin necesidad de realizar juicios o valoraciones de su conducta. Esta es una estrategia que puede ayudar significativamente a crear el ambiente de confianza y fraternidad necesarias para que la luz del Espíritu Santo actúe en medio del diálogo y el seguimiento.

También hay que mencionar que, si en algún momento el acompañante siente que la necesidad de acompañamiento del joven o grupo sobrepasan su experiencia o su formación, puede solicitar ayuda a otra persona o derivar el acompañamiento a alguien que tenga preparación en esa área específica, siempre respetando la confidencialidad y explicando tanto al joven como a quienes le coordinan las razones por las que sugiere este cambio. Es parte de la misión del acompañante reconocer con autenticidad y apertura los propios límites para poder brindar la ayuda oportuna a cada joven y/o grupo.

Un ejemplo de esto puede ser el caso de joven que esté en proceso discernimiento vocacional al sacerdocio o la vida religiosa, en el cual se necesite profundizar más de cerca con una persona de esta vocación que le apoye con su experiencia de vida particular.

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11. FRUTOS DEL ACOMPAÑAMIENTOA partir de lo que se ha explicado a lo largo del presente material podemos

decir que los frutos del acompañamiento son profundos para la vida de quien lo recibe. El acompañamiento es un proceso que requiere de cooperación y apertura a la gracia de Dios, de trabajo personal, de momentos de oración y silencio, de participación de los sacramentos y de vida comunitaria.

Durante de este proceso el acompañado va recibiendo de Dios las respuestas que necesita y estableciendo una relación profunda con Él, por lo que podemos concluir que los frutos del acompañamiento se van consolidando en el transcurso de la experiencia de ser acompañado.

Tal como establece el documento “El asesor y su rol de acompañamiento en los procesos de Pastoral Juvenil”: “El acompañamiento provoca el camino de la madurez, del compromiso, expresión de la felicidad”. (Zurita, 2013, pág. 14)

Además de esto, un joven que ha recibido acompañamiento adecuado para encaminar su proyecto de vida tendrá una visión clara de quién es y lo que desea, unido a lo que Dios desea para él. También podrá vivir su fe cristiana de una manera auténtica y servir desde esa experiencia, teniendo como fin un deseo genuino de alcanzar la santidad.

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12. PROPUESTA PARA LA FORMACIÓN DE ACOMPAÑANTES EN PASTORAL JUVENIL

Considerando lo que se ha expuesto a lo largo del presente documento, ser acompañante requiere de unas condiciones personales, espirituales y de formación cristiana que se logran como fruto de haber recibido acompañamiento, capacitación y sobretodo un regalo de Dios a través de una relación amorosa con Él, y de haber descubierto la propia vocación a la luz de su proyecto salvador.

Es por esto que, sugerimos la creación de espacios para la comunicación, la formación y el encuentro fraterno, con el fin de formar a los futuros acompañantes y preparar el camino en las diócesis para recibir dicho acompañamiento.

Dentro de los pasos que sugerimos realizar como parte de este itinerario formativo se encuentran:

Realizar un conversatorio sobre el acompañamiento dirigido a los futuros acompañantes y a los líderes diocesanos con el fin de fomentar “la cultura del acompañamiento”

Taller sobre revisión de vida (ver-juzgar-actuar), lectio divina y discernimiento (como herramientas para descubrir la voluntad de Dios en la propia vida)

Asignación de acompañantes

Realización de encuentros de acompañamiento para los futuros acompañantes

Encuentros de retroalimentación sobre acompañamiento

Realizar una serie de talleres en los cuales se incluyan los siguientes temas: (se usó como referencia para estos temas el “Curso- taller acompañamiento espiritual de jóvenes para agentes de PJ”)

Taller 1: Fundamentos para el acompañamiento:1. La persona como vocación

2. El discernimiento en el proceso de la fe.

3. Proyecto de vida

4. Acompañar la experiencia de Dios

5. Acompañamiento pastoral

6. Acompañar la oración

7. Acompañar el discernimiento vocacional

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Taller 2: Técnicas para el acompañamiento:1. Ayudas para el autodescubrimiento y el encuentro consigo mismo

2. Factores a tomar en cuenta en el acompañamiento a jóvenes

3. La relación y dinámica en el acompañamiento

4. Herramientas: materiales para acompañar

Taller 3: Práctica del acompañamiento:1. Práctica del acompañamiento: entrevista-coloquio, análisis-

discernimiento.

Envío de los acompañantes.

Establecimiento de reuniones periódicas para la retroalimentación y evaluación (no se habla de casos, sino de buenas prácticas en el acompañamiento).

Acompañamiento y formación continua de los acompañantes

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13. BIBLIOGRAFÍA

Alburquerque, E. (1988). Identidad y misión del Acompañante Espiritual de Jóvenes. Artículo Misión Joven. Págs. 5-18.

Conferencia del Episcopado Latinoamericano, CELAM (2013) Civilización del Amor Proyecto y Misión.

Conferencia del Episcopado Latinoamericano, CELAM (1992) Documento conclusivo Cuarta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Recuperado de https://www.celam.org/documentos/Documento_Conclusivo_Santo_Domingo.pdf

Hilario, Y. (2014) Formación del Animador Juvenil con énfasis en Acompañamiento.

Trabajo bibliográfico como requisito para el Diplomado en Pastoral Juvenil. Instituto Teológico Pastoral para América Latina ITEPAL-CELAM.

Lara, L. SDB (Lunes 12 de agosto de 2019). Asesoría y Acompañamiento en la Pastoral Juvenil. Una experiencia por recuperar. Disponible en http://padrelalosdb.blogspot.com/2019/01/asesoria-y-acompanamiento-en-la.html?m=1

Mons. Escribano, C. Obispo de Calahorra, La Calzada-Logroño (2017) Ponencia final “Hacia una pastoral juvenil del acompañamiento”. Recuperado de http://www.pastoraldejuventud.es/wp-content/uploads/2017/06/Ponencia-final-EPJ-Hacia-una-Pastoral-Juvenil-del-Acompa%C3%B1amiento-Mons.-Carlos-Escribano.pdf

Papa Francisco (2019) Exhortación Postsinodal “Christus Vivit” del Santo Padre Francisco a los jóvenes. http://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20190325_christus-vivit.html

Papa Francisco (2013). Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium del Santo Padre Francisco a los Obispos a los Presbíteros y Diáconos a las personas Consagradas y a los fieles laicos sobre el anuncio del evangelio en el mundo actual. Numerales 20 y 24. Disponible http://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20131124_evangelii-gaudium.html

Salesianos Pastoral Juvenil (2019). Curso- taller acompañamiento espiritual de jóvenes para agentes de PJ” http://www.pastoraljuvenil.es/wp-content/uploads/2019/05/FOLLETO-ACOMPA%C3%91AMIENTO-NIVEL-3_2019.pdf

Sastre, J. (s.f.) Acompañamiento pastoral, DPE. Recuperado de https://

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mercaba.org/Pastoral/A/acompanamiento_pastoral.htm

Zurita. G. (2013) “El asesor y su rol de acompañamiento en los procesos de Pastoral Juvenil”. Trabajo bibliográfico como requisito para el Diplomado en Pastoral Juvenil. Instituto Teológico Pastoral para América Latina ITEPAL-CELAM. Recuperado de https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/b/b7/El_asesor_y_su_rol_de_acompa%C3%B1amiento_en_los_procesos_de_la_PJ.pdf

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Material realizado por:Programa Nacional de Formación | 2020Comisión Nacional de Pastoral Juvenil | República Dominicana