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L OS viajes del buen doctor Can es una no- vela de viaje, una meditación sobre los problemas de la China de comienzos del si- glo XX (aunque en realidad se remontan a todo el siglo XIX), y una crítica de las insti- tuciones y sus funcionarios. Parte de la es- tructura tiene que ver con la narrativa tra- dicional anterior a la modernidad de la no- vela: historias que se van enlazando de capítulo a capítulo a través de un personaje errante. No se trata del pícaro de la tradi- ción española, sino de un hombre ético –aunque no una figura destacada– que sirve de conciencia crítica de los males de su país durante la dinastía Quing. Pero Liu E (1857- 1909) se ocupa también de la famosa guerra de los Bóxers, iniciada en Pekín por los Yihetuan como rebelión contra la dinastía manchú, aunque desviada astutamente por ciertos gobernantes contra los extranjeros, que fueron sitiados y algunos de ellos asesi- nados, como es el caso del embajador ale- mán Von Ketteler. Finalmente, una alianza militar de países con intereses en China de- rrotó a los Yihetuan, y el gobierno tuvo que pagar una fuerte suma por los daños infligi- dos. Obra inconclusa Liu E dejó inconclusa su única obra (pa- rece que escribió algunos poemas y un pu- ñado de páginas de diario), de la que hay va- rios capítulos de una segunda parte, que, en su día, fueron editados por el novelista Lin Yutang. Si en la primera parte Can viaja solo, en la segunda, según cuentan Ciruela y Martín Ríos en la documentada introduc- ción, lo hace con una concubina durante un buen trecho, hasta que ésta se hace budista y se retira del mundo, siguiendo Can su ca- mino, inacabable como los mismos males de los que habla. Can es un Quijote ético y razo- nable, de incardinación confuciana (aunque toma tanto del budismo como del taoísmo), que no deshace los entuertos sino que los muestra. Lo que se suele editar, los veinte capítulos de esta edición, fueron escritos entre 1903 y 1904. La redacción de los capítulos de la se- gunda parte quedó interrumpida en 1907. Liu fue víctima de los intereses políticos y comerciales de algunos poderosos y moría, dos años después, desterrado en un oscuro lugar de la provincia de Xianjiang. La novela es rica en descripciones, fina- mente irónica, peculiar –con relación a la tradición realista– en sus observaciones de la naturaleza, y con una libertad para traer y llevar cosas propias de la novela cervan- tina, clave desde la que se pueden leer los ca- pítulos 8 al 11, en las que el doctor Can desa- parece y se inserta otra historia, filosófica, de indudable valor. Los viajes del buen doctor Can. Liu E. Traduc- ción y notas de Gabriel García-Noblejas. Introduc- ción de Juan José Ciruela y Javier Martín Ríos. Cá- tedra. Madrid, 2004. 389 páginas, 11,50 euros. ENSAYO LAS FIESTAS EN LA CULTURA MEDIEVAL Miguel Ángel Ladero Quesada Areté (Debate). Barcelona, 2004 221 páginas, 22 euros M ARCIAL en uno de sus epigramas alaba a Cé- sar, atribuyéndole el haber con- vertido a Roma en la ciudad de los espectáculos y de la fiesta, pues, en efecto, «¿qué pueblo hay tan apartado, cuál tan bár- baro, César, / del que no haya un espectador en tu ciudad?». Como bien sabemos hoy el es- pectáculo y lo espectacular es determinante en la configura- ción de lo social y de lo público. Las nuevas Romas florecen por doquier. Pocas cosas escapan en este nuestro momento a esa ló- gica, la cual demanda insacia- ble la promoción de la presen- cia pública y en público, la cele- bración y el ágape comunitario. La sociedad se organiza en la forma de una representación continuada. Y, como ya dijera Debord, el espectáculo acaba siendo el discurso de esa socie- dad sobre sí misma. Cabe pues hoy preguntarse por la genealo- gía, por la arqueología misma de este impulso a la representa- ción con carácter conmemora- tivo, excepcional y, en sentido extenso, festivo y jubilar, hacia el que se sienten fascinadas las comunidades occidentales. La celebración emplea bienes in- numerables, haciendo del de- rroche y del gasto consuntivo una afirmación de la existencia y un apuntalamiento del orden social (éste siempre amena- zado). Agujero negro Demos por hecho, con Mar- cial, que el mundo clásico gozó de sus fastos, que también Ovi- dio cantara en un libro que dio cuenta de la temporalización cí- clica de lo festivo. Mucho menos informados de la dimensión fes- tiva en los tiempos medios, en el agujero negro que se abre entre la disolución del orden romano y la emergencia del revival re- nacentista, acogeremos cual- quier trabajo que tenga a bien cubrir una cierta ausencia de conocimientos sobre el orden de lo espectacular en esta época precisa. Todavía acogeremos con mayor interés si, como es el caso de este libro, el estudio re- basa el tradicional campo fol- clórico, y, yendo incluso más allá de lo literario y lo total, de- sembarca en un intento de hipó- tesis total sobre la fiesta medie- val y la revisión de lo que son sus claves. La fiesta medieval se nos presenta aquí precedida de una extensa conceptualización que, en líneas generales, recoge toda la complejidad que el análisis contemporáneo puede encon- trar en la elaboración de la ex- presión conmemorativa, la cual corona, cierra y sintetiza las maneras de construir mundo. Todas las direcciones importan- tes a que apunta la espectacula- rización festiva son, pues, aquí, recorridas, quizá demasiado someramente, particularmente en un aspecto que hoy nos pa- rece el trascendental de la misma: el del carácter alienato- rio, distractivo, que según sabe- mos la esfera de lo espectacular y conmemorativo también arrastra, en cuanto poderoso instrumento para la sujeción y la eliminación de disidencias. Cabe suponer que lo festivo me- dieval tuvo también, y tuvo so- bre todo, este elemento dinami- zador en su venir a hacerse, y que lo que ayer era fiesta y lo que hoy llamamos espectáculo tienen una misma raíz política por la que, promoviendo la con- templación y la participación pautada, se promueve al cabo sutilmente la desmovilización de los potenciales de rebelión y de anarquía, que toda sociedad almacena en dosis letales. La fiesta en pocas ocasiones –mucho menos en el medievo– se convierte en auténtica fronda o rebelión, comportándose las más de las veces como un regu- lador de las tensiones. No la in- versión de ningún orden, sino precisamente una excepción es- tablecida, pactada, formalizada, esto es la esencia de lo celebra- tivo. «Días geniales» La fiesta medieval es, sobre todo, el intento por dominar el tiempo, y por construir la histo- ria en términos de secuencia y periodización, y este libro no se olvida de ello, en su repaso al amplio catálogo de fórmulas lú- dicras, como se llegaron a deno- minar estos «días geniales» en nuestro Siglo de Oro. Este libro acomete pues un trabajo de es- tructuración y de conceptuali- zación general de un universo de representaciones polimorfas, extremadamente variadas; ex- presiones en buena medida per- didas por desconocidas, reve- lando el potencial creativo que yace como depósito acumulado en la memoria de una época, la Edad Media, que siempre será entre nosotros más reconocida en sus simplificaciones, que co- nocida en su dimensión plural e inabarcable. Fernando R. de la Flor 14 Blanco y Negro Cultural / 2-10-2004 Clásicos Arqueología de la sociedad del espectáculo Las andanzas del doctor Can JUAN MALPARTIDA Miniatura de un códice medieval Cultural (Madrid) - 02/10/2004, Página 14 Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.

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Page 1: AC0014cm (Page 1) - UAB Barcelona...ble la promoción de la presen-cia pública y en público,la cele-bración y el ágape comunitario. La sociedad se organiza en la forma de una representación

LOS viajes del buen doctor Can es una no-vela de viaje, una meditación sobre los

problemas de la China de comienzos del si-glo XX (aunque en realidad se remontan atodo el siglo XIX), y una crítica de las insti-tuciones y sus funcionarios. Parte de la es-tructura tiene que ver con la narrativa tra-dicional anterior a la modernidad de la no-vela: historias que se van enlazando decapítulo a capítulo a través de un personajeerrante. No se trata del pícaro de la tradi-ción española, sino de un hombre ético–aunque no una figura destacada– que sirvede conciencia crítica de los males de su paísdurante la dinastía Quing. Pero Liu E (1857-1909) se ocupa también de la famosa guerrade los Bóxers, iniciada en Pekín por losYihetuan como rebelión contra la dinastíamanchú, aunque desviada astutamente porciertos gobernantes contra los extranjeros,que fueron sitiados y algunos de ellos asesi-nados, como es el caso del embajador ale-mán Von Ketteler. Finalmente, una alianzamilitar de países con intereses en China de-rrotó a los Yihetuan, y el gobierno tuvo quepagar una fuerte suma por los daños infligi-dos.

Obra inconclusaLiu E dejó inconclusa su única obra (pa-

rece que escribió algunos poemas y un pu-ñado de páginas de diario), de la que hay va-rios capítulos de una segunda parte, que, ensu día, fueron editados por el novelista LinYutang. Si en la primera parte Can viajasolo, en la segunda, según cuentan Ciruela yMartín Ríos en la documentada introduc-ción, lo hace con una concubina durante unbuen trecho, hasta que ésta se hace budista yse retira del mundo, siguiendo Can su ca-mino, inacabable como los mismos males delos que habla. Can es un Quijote ético y razo-nable, de incardinación confuciana (aunquetoma tanto del budismo como del taoísmo),que no deshace los entuertos sino que losmuestra.

Lo que se suele editar, los veinte capítulosde esta edición, fueron escritos entre 1903 y1904. La redacción de los capítulos de la se-gunda parte quedó interrumpida en 1907.Liu fue víctima de los intereses políticos ycomerciales de algunos poderosos y moría,dos años después, desterrado en un oscurolugar de la provincia de Xianjiang.

La novela es rica en descripciones, fina-mente irónica, peculiar –con relación a latradición realista– en sus observaciones dela naturaleza, y con una libertad para traery llevar cosas propias de la novela cervan-tina, clave desde la que se pueden leer los ca-pítulos 8 al 11, en las que el doctor Can desa-parece y se inserta otra historia, filosófica,de indudable valor. �

Los viajes del buen doctor Can. Liu E. Traduc-ción y notas de Gabriel García-Noblejas. Introduc-ción de Juan José Ciruela y Javier Martín Ríos. Cá-tedra. Madrid, 2004. 389 páginas, 11,50 euros.

ENSAYO

LAS FIESTAS EN LACULTURA MEDIEVALMiguel Ángel Ladero QuesadaAreté (Debate). Barcelona, 2004 221 páginas, 22 euros

M ARCIAL en uno de susepigramas alaba a Cé-

sar, atribuyéndole el haber con-vertido a Roma en la ciudad delos espectáculos y de la fiesta,pues, en efecto, «¿qué pueblohay tan apartado, cuál tan bár-baro, César, / del que no hayaun espectador en tu ciudad?».Como bien sabemos hoy el es-pectáculo y lo espectacular esdeterminante en la configura-ción de lo social y de lo público.Las nuevas Romas florecen pordoquier. Pocas cosas escapan eneste nuestro momento a esa ló-gica, la cual demanda insacia-ble la promoción de la presen-cia pública y en público, la cele-bración y el ágape comunitario.La sociedad se organiza en laforma de una representacióncontinuada. Y, como ya dijeraDebord, el espectáculo acabasiendo el discurso de esa socie-dad sobre sí misma. Cabe pueshoy preguntarse por la genealo-gía, por la arqueología mismade este impulso a la representa-ción con carácter conmemora-tivo, excepcional y, en sentidoextenso, festivo y jubilar, haciael que se sienten fascinadas lascomunidades occidentales. Lacelebración emplea bienes in-numerables, haciendo del de-rroche y del gasto consuntivouna afirmación de la existenciay un apuntalamiento del ordensocial (éste siempre amena-zado).

Agujero negroDemos por hecho, con Mar-

cial, que el mundo clásico gozóde sus fastos, que también Ovi-dio cantara en un libro que diocuenta de la temporalización cí-clica de lo festivo. Mucho menosinformados de la dimensión fes-tiva en los tiempos medios, en elagujero negro que se abre entrela disolución del orden romanoy la emergencia del revival re-nacentista, acogeremos cual-quier trabajo que tenga a biencubrir una cierta ausencia deconocimientos sobre el ordende lo espectacular en esta épocaprecisa. Todavía acogeremoscon mayor interés si, como es elcaso de este libro, el estudio re-basa el tradicional campo fol-clórico, y, yendo incluso másallá de lo literario y lo total, de-sembarca en un intento de hipó-tesis total sobre la fiesta medie-

val y la revisión de lo que sonsus claves.

La fiesta medieval se nospresenta aquí precedida de unaextensa conceptualización que,en líneas generales, recoge todala complejidad que el análisiscontemporáneo puede encon-trar en la elaboración de la ex-presión conmemorativa, la cualcorona, cierra y sintetiza lasmaneras de construir mundo.Todas las direcciones importan-tes a que apunta la espectacula-rización festiva son, pues, aquí,recorridas, quizá demasiadosomeramente, particularmenteen un aspecto que hoy nos pa-rece el trascendental de lamisma: el del carácter alienato-rio, distractivo, que según sabe-mos la esfera de lo espectaculary conmemorativo tambiénarrastra, en cuanto poderosoinstrumento para la sujeción yla eliminación de disidencias.Cabe suponer que lo festivo me-dieval tuvo también, y tuvo so-bre todo, este elemento dinami-zador en su venir a hacerse, yque lo que ayer era fiesta y loque hoy llamamos espectáculotienen una misma raíz políticapor la que, promoviendo la con-templación y la participaciónpautada, se promueve al cabosutilmente la desmovilizaciónde los potenciales de rebelión yde anarquía, que toda sociedadalmacena en dosis letales.

La fiesta en pocas ocasiones–mucho menos en el medievo–se convierte en auténtica frondao rebelión, comportándose lasmás de las veces como un regu-lador de las tensiones. No la in-versión de ningún orden, sinoprecisamente una excepción es-tablecida, pactada, formalizada,esto es la esencia de lo celebra-tivo.

«Días geniales»La fiesta medieval es, sobre

todo, el intento por dominar eltiempo, y por construir la histo-ria en términos de secuencia yperiodización, y este libro no seolvida de ello, en su repaso alamplio catálogo de fórmulas lú-dicras, como se llegaron a deno-minar estos «días geniales» ennuestro Siglo de Oro. Este libroacomete pues un trabajo de es-tructuración y de conceptuali-zación general de un universode representaciones polimorfas,extremadamente variadas; ex-presiones en buena medida per-didas por desconocidas, reve-lando el potencial creativo queyace como depósito acumuladoen la memoria de una época, laEdad Media, que siempre seráentre nosotros más reconocidaen sus simplificaciones, que co-nocida en su dimensión plural einabarcable.

Fernando R. de la Flor

14Blanco y Negro Cultural / 2-10-2004

Clásicos

Arqueología de lasociedad del espectáculo

Las andanzas deldoctor Can

JUAN MALPARTIDA

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Cultural (Madrid) - 02/10/2004, Página 14Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de loscontenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposicióncomo resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de losproductos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.