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CURSO DE FORMACIÓN CONTINUADA A DISTANCIA 2011-2012 TALLER DEL LABORATORIO CLÍNICO Nº 4 ABORDAJE DE LOS ERRORES CONGÉNITOS DEL METABOLISMO EN EL LABORATORIO CLÍNICO

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CURSO DE FORMACIÓN CONTINUADA A

DISTANCIA 2011-2012

TALLER DEL LABORATORIO CLÍNICO

Nº 4

ABORDAJE DE LOS ERRORES

CONGÉNITOS DEL METABOLISMO

EN EL LABORATORIO CLÍNICO

I.S.S.N.- 1988-7469

Título: Taller del Laboratorio Clínico

Editor: Asociación Española de Biopatología Médica

Maquetación: AEBM

Fecha de Distribución: febrero de 2012

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Abordaje de los errores congénitos del metabolismo en el laboratorio clínico

Julien S. Crettaz.- BIR 3er año Análisis clínicos. Antonio Rus Martínez.- FEA Análisis clínicos. Área de Diagnóstico Biomédico.

Hospital San Pedro. Logroño. La Rioja.

1. Introducción

Las metabolopatías o errores congénitos del metabolismo (ECM) son enfermedades

genéticas en su gran mayoría autosómicas. Se caracterizan por la alteración de una

proteína (enzima, transportador o cofactor) que produce el bloqueo de un proceso

metabólico con distintas posibles consecuencias: acumulación del sustrato (previo al

paso bloqueado), déficit del producto o activación de rutas alternativas con

acumulación de metabolitos tóxicos.

Las ECM se pueden clasificar en cuanto a su fisiopatología en 3 grupos:

1. Alteración de la síntesis o catabolismo de moléculas complejas. A este grupo

pertenecen las enfermedades lisosomales y peroxisomales así como las

alteraciones intracelulares como la hemocromatosis o el déficit de α1-

antitripsina.

2. Enfermedades por acúmulo de sustancias tóxicas. Comprenden las

aminoacidopatías, las acidurias orgánicas, los defectos del ciclo de la urea y

las intolerancias a azúcares

3. Enfermedades por déficit energético. En este grupo se encuentran los

trastornos de la β-oxidación, de la cadena respiratoria mitocondrial, la

glucogenosis y las acidemias lácticas congénitas.

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Además existe un conjunto de patologías congénitas que tradicionalmente se han

incluido en el grupo de ECM aunque no sean enfermedades metabólicas

estrictamente hablando. Se suelen definir como enfermedades endocrino-

metabólicas.

Todas los ECM son de baja prevalencia y pertenecen al grupo de “enfermedades

raras”, desde la más común, la fenilcetonuria, hasta otras con sólo unos pocos casos

descritos. Sin embargo debido a su gran número (hay descritas más de 4000) en su

conjunto llegan a presentar una prevalencia notable cercana a 1:300-600 recién

nacidos vivos (RNv) (1).

Se estima que un 50% de ellas se presentan en la edad neonatal pero un 10% lo

hacen entre la pubertad y los 50 años y otro 10% en mayores de 50 años (2). Sus

secuelas más comunes son la desnutrición, las convulsiones y el retraso mental. El

tratamiento es, en muchos casos, de tipo nutricional, basado en dietas con algún tipo

de restricción o con aporte especial de vitaminas y cofactores deficientes.

El abordaje de este tipo particular de patología se puede realizar de 2 maneras

distintas. Por una parte, existen programas de cribado sistemático de estos errores

congénitos para descartar esos cuadros en toda la población. Sin embargo

numerosos ECM no pueden ser detectados incluso con las nuevas técnicas de cribado

ampliado. Por otra, puede existir una sospecha clínica (un síntoma o una alteración

analítica) donde el profesional deberá realizar las pruebas analíticas indicadas y estar

alerta ante posibles alteraciones sugestivas de tales alteraciones.

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2. Los ECM y el laboratorio

Los datos básicos de laboratorio que se deben estudiar ante la sospecha de un ECM

se presentan en la Tabla 1. En orina podríamos destacar que su olor es característico

de algunos ECM (por ejemplo la enfermedad de la orina con olor a jarabe de arce) y

que la cetonuria en el periodo neonatal siempre es anormal y debe ser investigada.

Los cuerpos reductores están presentes en la galactosemia y la intolerancia a la

fructosa. En sangre el anion gap va a orientar sobre el origen de las acidemias: las

acidemias orgánicas suelen cursar con anion gap aumentado y cetoacidosis mientras

que los defectos del catabolismo lipídico no producen cetoácidos pero sí

hipoglucemia por consumo. Ésta última debe estudiarse en todos los casos cuando

es severa y prolongada en el tiempo ya que es muy común en los ECM al igual que el

aumento de lactato y piruvato. La hipermamonemia puede hacer sospechar de un

defecto del ciclo de la urea o de una acidemia orgánica. Algunas acidurias orgánicas

cursan con granulocitopenia y trombopenia.

Ante cualquier sospecha de ECM, la recogida de muestra es importante. Antes de

iniciar cualquier tratamiento y en fase aguda se debe recoger suero, plasma y orina.

Cabe recordar que el líquido cefalorraquídeo es la muestra de elección para

diagnosticar los ECM de los neurotransmisores y las pterinas. Estas muestras se

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deben almacenar congeladas para posibles análisis a posteriori. En caso de

fallecimiento se deben recoger biopsias de músculo, hígado y piel para realizar

posibles estudios enzimáticos.

3. El cribado neonatal

Los programas de cribado neonatal (PCN) deben detectar presintomáticamente las

ECM mediante pruebas aplicables a toda la población. Son actuaciones de Salud

Pública cuyo objetivo es la identificación temprana y el tratamiento de los individuos

afectados, de forma que la intervención médica a tiempo reduzca la morbilidad,

mortalidad y las posibles discapacidades asociadas a dichas enfermedades. Tales

programas usan técnicas de alta sensibilidad para seleccionar pacientes con alta

probabilidad de padecer una enfermedad que deberá ser confirmada en muchos

casos mediante uno o varios ensayos diagnósticos.

3.1 El cribado clásico

La selección de las enfermedades susceptibles de ser detectadas mediante tales

programas está en continuo debate. La Organización Mundial de la Salud (OMS)

definió unos criterios clásicos que debe cumplir una enfermedad para ser objeto útil

de un cribado, los criterios Wilson-Junger de 1968 (3).

a) La enfermedad debe tener una alta morbimortalidad si no se diagnostica en el

periodo neonatal.

b) La enfermedad no se detecta por un simple examen físico.

c) El tratamiento precoz existe y mejora significativamente el pronóstico.

d) Su prevalencia es relativamente elevada (>1/10.000-15.000 RNv).

e) Existe un procedimiento analítico de cribado rápido, fiable y de bajo coste.

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Son sólo 2 las patologías que cumplen estos criterios y por tanto las que se incluyen

en el “cribado clásico”, el hipotiroidismo congénito y la fenilcetonuria. Con el

tiempo estos criterios restrictivos se han ido revisando y otras enfermedades han

sido incluidas en los PCN dependiendo de cada país o sistema sanitario con una

elevada heterogeneidad.

En el cribado clásico se han utilizado diferentes técnicas analíticas como la

fluorimetría, la inmunofluorescencia, los enzimoinmunoensayos (ELISA) y la

cromatografía en capa fina.

Uno de los revulsivos del cribado fue la capacidad de obtener sangre capilar del talón

del recién nacido impregnada en papel absorbente. Este paso ha sido clave para el

desarrollo universal de un cribado neonatal. Esta muestra es estable a temperatura

ambiente y permite su envío por correo tradicional (4). La orina se puede recoger de

la misma manera en papel absorbente.

3.2 El cribado ampliado

En la última década se ha incrementado el uso de la espectrometría de masas en

tándem (TMS) en la identificación de enfermedades metabólicas hereditarias. Esta

técnica se basa en la detección de aminoácidos y acilcarnitinas que, tras su

fragmentación, pueden ser caracterizadas por sus iones resultantes. La capacidad de

detección simultánea de varios analitos con un solo análisis sobre una única muestra

(la misma que el cribado clásico) ha hecho que se considere como una tecnología

muy útil y que se amplíe enormemente las lista de enfermedades detectadas. Con el

tiempo se ha asignado el término “cribado ampliado” a la detección de los ECM

usando esta tecnología. Además la detección de ciertas patologías (fenilcetonuria por

ejemplo) ya contempladas en el cribado clásico presenta claras mejoras si se hace

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mediante TMS (analizando el índice fenilalanina/tirosina) (1). Uno de los estudios

más amplios realizados a día de hoy es el publicado por Frazier et al. donde el autor

expone los datos de un programa de cribado ampliado con 1 millón de niños

analizados a lo largo de 8 años en Carolina del norte (EE.UU.) diagnosticándose 219

de ellos con una ECM (5). De manera global, este programa de cribado mediante

TMS obtuvo una sensibilidad del 93-100%, una especificidad mayor del 99%, un VPP

del 53% y un VPN del 99,99%.

Aunque el equipamiento de la TMS es caro (500.000 $), puede procesar una muestra

en cuestión de minutos a un coste marginal (10 $ por niño) (6). Sin embargo el

cribado sólo representa una parte del coste total ya que un resultado positivo implica

su seguimiento por especialistas y la realización de otras pruebas diagnósticas.

Sin embargo, la baja prevalencia de las ECM dificulta el consenso sobre valores de

corte lo que unido a la ausencia de guías clínicas y de trabajo hacen que esta

tecnología se encuentre aún en fase de desarrollo pero cada vez más utilizada.

El TMS tiene la capacidad de detectar múltiples alteraciones del metabolismo de los

aminoácidos, del ciclo de la urea, de la oxidación de los ácidos grasos y las acidurias

orgánicas. Sin embargo existen otras ECM de cierta prevalencia que deben ser

cribados con métodos más específicos como las alteraciones de los hidratos de

carbono, del metabolismo de la creatinina o las enfermedades lisosomales entre

otras.

3.3 Situación actual del Cribado Neonatal en España y en el mundo

En 2005 el American College of Medical Genetics examinó la evidencia científica y

formuló unas recomendaciones sobre que enfermedades deberían cribarse (7). De

este informe se establecieron 29 alteraciones específicas, muchas de las cuales

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deben ser analizadas por TMS. A día de hoy este protocolo está implantado en casi

todos los estados. En España se creó un documento de consenso elaborado en el

2009 con la participación de la Asociación Española para el estudio de Errores

Congénitos del Metabolismo (AECOM), de la Asociación Española de Pediatría (AEP) y

de la Sociedad Española de Bioquímica Clínica y Patología Molecular (SEQC) (6). Este

grupo formuló una lista de 19 ECM para su cribado preferente mediante TMS. Las

recomendaciones de los ECM a incluir de manera preferente en un programa de

cribado ampliado de ambos documentos se exponen en la Tabla 2.

Sin embargo, numerosos colectivos han sido críticos con el cribado ampliado

aludiendo a la cantidad de resultados falsos positivos que llevan a la realización de

numerosas pruebas de confirmación a veces invasivas. Además, no es raro obtener

resultados confirmatorios no concluyentes que no pueden establecer un diagnóstico

concreto, dejando a las familias en duda de por vida si su hijo desarrollará algún día

la enfermedad.

A modo de ejemplo, cada año 4 millones de niño en los EE.UU. se someten a un

cribado neonatal ampliado. De todos ellos 13.000 tendrán un cribado positivo, de los

cuales sólo 1000 serán diagnosticados de una enfermedad metabólica mientras los

otros 12.000 habrán tenido un falso positivo (9).

En Europa las diferencias entre países son muy grandes y muchos de ellos

mantienen el cribado clásico aunque la evolución en este campo es muy rápida.

Países como Holanda, Portugal, Austria y Dinamarca ya han implantado un cribado

avanzado parecido al de los EE.UU. (10).

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En España, existen 21 laboratorios para los diferentes programas de cribado neonatal

de las comunidades autónomas. La Asociación Española de Cribado neonatal

(AECNE) publicó un documento informativo a diciembre de 2008 de la situación

actual en España (11).

En este documento se observa que en todas las Comunidades se realiza el cribado

del hipotiroidismo congénito y de las hiperfenilalaninemias; en ocho de la fibrosis

quística; en seis de la hiperplasia suprarrenal congénita; en dos la anemia falciforme

y otras hemoglobinopatías, y en una se realiza la detección precoz de galactosemia y

deficiencia de biotinidasa. Cuatro centros disponen de la tecnología MS/MS para el

cribado de trastornos de aminoácidos, ácidos orgánicos y oxidación de ácidos grasos

pero cada uno criba unas patologías concretas.

4. Métodos de diagnóstico de las ECM

El diagnóstico definitivo de las ECM requiere de la adecuada valoración clínica y de la

cuantificación de metabolitos o enzimas que permitan confirmar o descartar los

resultados iniciales obtenidos en las pruebas de cribado. Los métodos diagnósticos

incluyen diferentes técnicas como la LC-TMS (para aminoácidos y ácidos grasos) o la

CG-MS (para ácidos orgánicos) (12).

El paso final en todo proceso diagnóstico de los ECM debería ser la identificación de

las mutaciones causantes de la enfermedad en genes determinados. La mayor

barrera para su aplicación sistemática al diagnóstico clínico sigue siendo el

desconocimiento de las alteraciones causantes de la enfermedad. Además muchas

ECM son consecuencia de múltiples mutaciones. Otras veces los datos clínicos y de

laboratorio no hacen sospechar de una ECM concreta por lo que buscar sus causas

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resulta imposible. Los microarrays de ADN pueden ser en un futuro utilizados para la

identificación de múltiples mutaciones de un gran número de genes asociados a los

ECM.

De manera alternativa se puede estudiar la expresión de una proteína o la

funcionalidad de un enzima para diagnosticar los casos dudosos o ciertas patologías

concretas como, por ejemplo, las enfermedades lisosomales o peroxisomales. La

actividad enzimática se puede evaluar monitorizando la producción de algún reactivo

marcado (incluso seguirlo por una ruta metabólica) pero analizar su expresión es

más complicado ya que la mayoría de las ECM no suelen producir una reducción de

la cantidad total de proteína sino modificar su tamaño, estructura o actividad.

5. Defectos del metabolismo de los aminoácidos

Este tipo de ECM se divide en 2 grupos:

1. Las aminoacidopatías donde el aminoácido precursor se acumula en sangre y

filtra a la orina (por ejemplo la fenilcetonuria).

2. Las acidemias orgánicas donde se acumulan los productos catabólicos de las

rutas afectadas (por ejemplo la academia glutárica tipo I).

5.1 Fenilcetonuria

La Fenilcetonuria (PKU del inglés phenylketonuria) o hiperfenilalaninemia, es el más

frecuente de los trastornos metabólicos hereditarios con una frecuencia en España

de unos 1:9200 RNv (8). Su herencia es de tipo autosómica recesiva. En el año 1961

Robert Guthrie desarrolló el primer test para detectar una enfermedad metabólica

hereditaria en niños asintomáticos afectos (13). La enfermedad se caracteriza por la

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alteración del enzima fenilalanina hidroxilasa encargada de convertir la fenilalanina a

tirosina en el hígado conjuntamente con su cofactor la tetrahidrobiopterina (BH4). El

déficit de esta enzima da lugar a un acumulo patológico de fenilalanina en sangre

que produce alteraciones estructurales del sistema nervioso central.

Estos trastornos pueden prevenirse si se instaura una dieta pobre en fenilalanina

pero este tratamiento dietético ha de iniciarse en los primeros días de vida y antes

de que aparezcan los síntomas clínicos.

La medición de fenilalanina en sangre se lleva a cabo mediante técnicas de

fluorimetría en la mayoría de los centros nacionales y algunos la incluyen en el panel

de analitos de la espectrometría de masas en tándem (5 centros en España, se

estudia el ratio Phe/Tyr).

Los métodos diagnósticos detectan aminoácidos en plasma o ácidos orgánicos en

orina.

5.2 Acidemia glutárica tipo I

Deficiencia autosómica recesiva de glutamil-CoA deshidrogenasa que produce una

alteración en el metabolismo de la lisina, hidroxilisina y triptófano. Su prevalencia en

España es de 1:34.000 RNv (8). Se presenta con una acumulación de algunos

catabolitos de la vía, principalmente ácido glutámico en orina. Se manifiesta con un

cuadro neurológico entre los 6 y 18 meses de edad generalmente desencadenado

por fiebre.

Para el cribado se utiliza la espectrometría de masas en tándem analizando

glutarilcarnitinas en orina (C5-DC). El diagnóstico se realiza cuantificando ácidos

orgánicos en orina y acilcarnitinas en plasma y orina. Mucho menos utilizadas son las

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pruebas enzimáticas (actividad glutaril-CoA DH en fibroblastos) o genéticas

(mutaciones del gen GCDH).

6. Defectos del metabolismo de los ácidos grasos

Estas ECM suelen manifestarse únicamente cuando existe una gran demanda

energética por parte del cuerpo (fiebre, vómitos e infecciones). Son patologías que

deben ser controladas rápidamente con medidas agresivas para evitar la emergencia

del desarrollo de un cuadro grave. Su presentación clínica más común es la de un

paciente hipoglucémico con alteración de la función hepática.

6.1 Defecto de los ácidos grasos de cadena media (MCAD)

Defecto congénito de acil-CoA deshidrogenasa de cadena media con prevalencia de

1:11.000 RNv en España (8). La sintomatología se suele presentar durante el primer

año de vida desencadenada por el ayuno u otra patología aguda. Se caracteriza por

una hipoglucemia no cetósica, alteraciones hepáticas y neurológicas. Su tratamiento

consiste en evitar periodos de ayuno, una alimentación baja en grasas y

suplementación nutricional con carnitinas.

El cribado se realiza con TMS buscando un perfil característico de acilcarnitinas

(elevación de carnitinas C6, C8 y C10 y aumento del ratio C8/C10). La confirmación

se realiza por pruebas complementarias bioquímicas: confirmación de la

cuantificación de acilcarnitinas en plasma, cuantificación de ácidos orgánicos y

conjugados de glicina en orina, estudios genéticos (principalmente mutación A985G).

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7. Defectos del metabolismo de los carbohidratos

Estas patología de menor prevalencia dentro de las ECM se presentan con una

elevación de monosacáridos en sangre y en orina. Algunos ejemplos de tales

patologías son los defectos en el almacenamiento de glucógeno o la galactosemia. Se

caracterizan por alteraciones hepáticas e ictericia. Su tratamiento consiste en

eliminar el azúcar en cuestión de la dieta (galactosa, lactosa o fructosa

generalmente).

8. Otros defectos endocrino-metabólicos

Existen otras patologías congénitas que no son defectos metabólicos estrictamente

hablando pero que suelen incluirse ya que se agrupan en los programas de cribado.

Estas enfermedades son el hipotiroidismo congénito, la fibrosis quística, la

hiperplasia suprarrenal congénita, la drepanocitosis, el defecto de biotinidasa y otras.

8.1 Hipotiroidismo congénito

Se caracteriza por un aumento de la TSH y un descenso de la T4 debido a un

funcionamiento anormal del tiroides que tiene efectos en el momento en que el niño

deja de recibir la T4 maternal. Presenta una prevalencia de 1:3000 RNv en nuestro

país. Esta deficiencia no produce sintomatología durante los primeros meses de vida

pero representa una de las causas más importantes de retraso mental.

El cribado suele analizar la TSH al 3er día de vida (nunca antes de las 48h primeras

horas por la elevación fisiológica de la TSH). En España la mayoría de laboratorios

utilizan la inmunofluorescencia a tiempo retardado (DELFIA®) (11).

La confirmación diagnóstica se realiza midiendo tiroxina. La administración de

tiroxina como tratamiento debe realizarse lo antes posible.

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8.2 Fibrosis quística

La fibrosis quística (FQ) es una enfermedad congénita con herencia autosómica

recesiva ocasionada por la alteración funcional de la proteína CFTR constituyente de

los canales de cloro de la membrana celular. La mutación más frecuente del gen que

codifica esta proteína es la deleción ΔF508 (2/3 de los casos) aunque se hayan

descrito más de 1500 mutaciones distintas. La frecuencia de la FQ en la población

española se encuentra alrededor de 1:3.500 RNv (8).

La clínica más significativa presenta una obstrucción bronquial secundaria al aumento

de viscosidad de las secreciones lo que provoca infecciones de repetición, afectación

de la función pancreática exocrina y otras. La necesidad del cribado neonatal viene

determinada por la inespecificidad de los síntomas en los primeros días de vida. No

existe tratamiento curativo de la enfermedad aunque su diagnóstico precoz permite

mejorar el estado nutricional de los pacientes y prevenir las infecciones respiratorias

recurrentes.

En los últimos años numerosos estudios han planteado la viabilidad y la justificación

del cribado de esta enfermedad (14).

La técnica de cribado consiste en detectar niveles de tripsinógeno inmunoreactivo

(TIR) en sangre capilar recogida sobre papel. En el año 2000 la European Concerted

Action on Cystic Fibrosis (ECACF) estableció un protocolo diagnóstico basado en el

análisis secuencial de TIR en las primeras 48 horas de vida seguido del estudio

genético de CFTR. Este estudio debe detectar al menos un 80% de las mutaciones

descritas (representa unas 30 mutaciones). Este procedimiento presenta un tasa de

falsos negativos del 3,4%. En los casos dudosos (1 mutación) se debe confirmar

mediante el test del sudor.

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La medición del TIR se realiza mediante inmunoanálisis enzimático (ELISA) o la

inmunofluorescencia a tiempo retardado (DELFIA®, gran mayoría de laboratorios

españoles) (8).

9. Bibliografía

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