abducidos en el desierto de los monegros

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En Fraga, que amanezca los domingos es todo un milagro. A este pueblo de Huesca, junto al desierto de Los Monegros, acuden de to- da España, los sábados por la noche, miles de fanáti- cos de la música elec- trónica en busca de sen- saciones psicodélicas. Una discoteca levantada hace 60 años y conocida ahora en Europa como uno de los templos del tecno ha revo- lucionado la vida de los fra- gatinos. Nadie lo entiende. La respuesta hay que bus- carla en una calle del Bronx y en un abuelo de 73 años. La sala Florida 135 transforma el paisaje de Fraga (Huesca) todos los fines de semana. ‘Ciberdanzarines’, gogós galácticas, ver tiginosos ‘discjockeys’ y población autóctona pasan toda la noche del sábado al ritmo de las músicas del futuro. La pista central imita una calle de Bronx neoyorquino. desierto Los Monegros Una discoteca con 60 años de historia cambia el ‘chip’ de los habitantes de FRAGA . Miles de adictos a la música ‘tecno’ tienen la culpa Una discoteca con 60 años de historia cambia el ‘chip’ de los habitantes de FRAGA. Miles de adictos a la música ‘tecno’ tienen la culpa 59 interviú 58 interviú ALBERTO GAYO FOTOS: PASQUALE CAPRILE de en el 058-063_Lomografia 23/3/00 18:47 Página 58

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En Fraga, que

amanezca los

domingos es

todo un milagro.

A este pueblo de Huesca,

junto al desierto de Los

Monegros, acuden de to-

da España, los sábados por

la noche, miles de fanáti-

cos de la música elec-

trónica en busca de sen-

saciones psicodélicas. Una

discoteca levantada hace

60 años y conocida ahora en

Europa como uno de los

templos del tecno ha revo-

lucionado la vida de los fra-

gatinos. Nadie lo entiende.

La respuesta hay que bus-

carla en una calle del Bronx

y en un abuelo de 73 años.La sala Florida 135 transforma el paisaje de Fraga (Huesca)todos los fines de semana. ‘Ciberdanzarines’, gogósgalácticas, vertiginosos ‘discjockeys’ y población autóctonapasan toda la noche del sábado al ritmo de las músicas delfuturo. La pista central imita una calle de Bronx neoyorquino.

desiertoLos Monegros

Una discoteca con 60 años de historia cambia el ‘chip’ de los habitantes de FRAGA. Miles de adictos a la música ‘tecno’ tienen la culpaUna discoteca con 60 años de historia cambia el ‘chip’ de los habitantes de FRAGA. Miles de adictos a la música ‘tecno’ tienen la culpa

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ALBERTO GAYO

FOTOS: PASQUALE CAPRILE

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o hay tierra quemadapor el aterrizaje de unanave procedente deotra galaxia. Nadie re-cuerda avistamientosparanormales. Pero,créanlo, a Fraga (a un

lado el desierto oscense de los Mone-gros, al otro el bajo Cinca) los alieníge-nas llegaron hace más de seis décadas.Y se quedaron. La familia Arnau y unasala de baile son la huella irrefutable.

Hacia 1940, Franco declaró indus-tria de guerra las minas de este pueblo.Todo el que trabajaba de picador se li-braba de la mili. Los agraciados que norindieron cuentas a la patria tenían ga-nas de divertirse. Un año después na-ció Florida. En bicicleta, moto o cochede línea, los más jóvenes de la comar-ca acudían los domingos al bai-

le. “Había cinco clases de entrada. Pre-cio de soltero, de soltera, de pareja, dematrimonio y de suegra. Allí las madresvigilaban a sus hijas porque en el baileera donde se fomentaban las relacionessociales y donde surgieron el 80 por cien-to de los cortejos y los matrimonios.”.

Juan Arnau, de 73 años, era sólo unchiquillo pero sabía que su padre estabahaciendo algo grande. Hoy es conocidoen la escena electrónica como el techno-abuelo. Pasea todas las mañanas por elpueblo con su walkman, escuchando lassesiones de los más virtuosos dj’s, esosgurús del vinilo que manejan tres platossimultáneamente y que aceleran y desa-celeran los ritmos hasta lograr un mezclapsicotrópica. Un día a la semana el abue-lo viaja a los clubes barceloneses para po-nerse las pilas con los estilos más experi-mentales de una cultura que los ajenos si-guen llamando música bakalao o chunda-chunda, y que ya nada tiene que ver conrutas y sonidos enervantes.

“La llegada del vinilo y de las discote-cas –sentencia Arnau– liberó ala mujer, había chicas que no baila-ban en todo el año porque nadie lassacaba y había chicos muy tímidosque se atiborraban a coñac para po-der bailar ‘agarrao’. Con las discote-cas, el baile era suelto y la luz bajó suintensidad. De un plumazo, las sue-gras desaparecieron”.

Sesenta años después, el nombre deFlorida 135 aparece en publicacionesdel Viejo Continente como uno de lostemplos de la música electrónica en elsur de Europa. Los mejores discjockeysde Detroit, Alemania, Inglaterra e Italiase desplazan hasta este pueblo de12.000 habitantes para predicar con susmanos el nuevo evangelio digital de losplatos, las cajas de ritmos y los proce-sadores. Y entre 2.000 y 3.000 techno-heads (apasionados de la música delfuturo) recorren kilómetros y kilóme-

Un

repo

rtaj

e

lomográficoLa lomografía es un estilo fotográfico

en el que lo que menos importa es latécnica. La Lomo, máquina rusa recupe-rada hace años en Viena por tres estu-diantes, es una lente de altísima calidady un fantástico fotómetro en una simplecarcasa de miniatura. El lomógrafo raravez encuadra y mira por el visor. Lo im-portante es captar el momento desde po-siciones poco convencionales y recogien-do la luz que haya en cada espacio. Pas-quale Caprile, dentro de su actividad pro-fesional como fotógrafo publicitario, es elembajador en España del proyecto Lomo-gráfico Internacional.

Hace décadas pasaron por aquí Cugat, Machín y Los Ramones; hoy los reyes son los ‘discjockeys’ de medio mundoHace décadas pasaron por aquí Cugat, Machín y Los Ramones; hoy los reyes son los ‘discjockeys’ de medio mundo

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1. Sonia se fuma un cigarro antes de salir a bailar.Quince minutos en una plataforma elevada y mediahora de descanso. 2. Las ‘gogós’ acompañan el ritualde los pinchadiscos. 3, 4 y 5. Chris, en primer plano,y Sonia se desplazan los fines de semana desdeBarcelona. En el camerino buscan las prendas mássofisticadas. Fuera, cientos de ‘techno-heads’ocupan la pista central. 6. Ana no deja de modificarsu imagen y sus bailes cada sábado. 7. Un grafitodescolorido y un panel de neón anuncian la llegadaa la discoteca. Si no fuese por el aparcamientoatiborrado de coches y los aficionados a la músicaelectrónica, nadie diría que estamos ante unos delos templos sagrados del ‘techno’.

8. Francesco Farfa es el amo de la músicaelectrónica en Florencia y un asiduo de Fragadesde 1994, donde tiene hasta un club de ‘fans’.Un centenar de discos de microsurco es su únicoequipaje: “En Italia, Florida es el club ‘tecno’ másconocido de España”. 9. Claudio Coccoluto, elrey del ‘tecno-house’ latino, se mantuvo cuatrohoras frente a sus tres platos mezclando discos:“La meta es hacer bailar la gente lo que nuncahubieran pensado que bailarían”. 10 y 11.Coccoluto no falló: “Cuando te das la vuelta parabuscar el siguiente disco, te salta a las manos”.

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tros desde Barcelona, San Sebastián, Madrid o el surde Francia para suplicarles que les hagan bailar.

No es casualidad. Por aquí pasaron Xavier Cugaty su orquesta (sólo actuaron en Reus, San Sebas-tián... y Fraga), Machín y Carmen Sevilla; y mástarde las bandas más reconocidas del pop-rock. Sí,Los Ramones también. “Florida es una marciana-da, un oasis en el desierto, algo difícil de explicar.Está en medio de ninguna parte pero es una de lassalas más importantes de Europa en cuanto a pro-gramación, tamaño y diseño. Ha habido intentosde montar algo parecido en Madrid y Barcelona yno han funcionado”, aclara Luis Lles, periodistaexperto en música electrónica y autor del primer li-bro sobre el fenómeno dance.

La saga continúa y el éxito tiene otro responsable:Juan Arnau, hijo. Cómo no. Hace ya años recorrió consu mujer todos los raves europeos –esas fiestas extraofi-ciales montadas en la playa, descampados y naves aban-donadas– dando la tabarra a los dj’s más solicitados.“Nos gustaría que vinieses a pinchar a Fraga”, les pre-guntaban. “¿Dónde, a una discoteca de pueblo?”. Noles hacían ni caso, pero en la siguiente ciudad se colabanen los camerinos y volvían a insistir.

Hoy se ríen. Florida 135 está incluida en el circuito in-ternacional de los mejores discjockeys, sacan una revistabimensual con más de 20.000 ejemplares, están vincula-dos a los promotores del Sónar, el más importante festi-val español de música avanzada, una discográfica lanzaen CD sus mejores sesiones... “El presupuesto para‘dj’s’ es de 60 millones de pesetas al año, y sólo abrien-do los sábados”, recuerda Juanito Arnau sin olvidar quehace años el público no llegaba a las 300 personas.

Sábado, 4 de marzo del 2000. Medianoche. Dentro deun rato, 3.000 hijos del desenfreno tomarán la torre deBabel levantada por los Arnau. “¿Esta cutrez es el Flo-rida?”. Lo primero que llama la atención es la fachada,descolorida y atravesada por un grafito ochentón. SS, M,LO, B, M, HU, GU, NA... Las matrículas en el aparca-miento, una fila india interminable y cuatro hombres denegro con pinganillo en la oreja avisan de que todo estálisto. Los encargados de la seguridad tienen dos obsesio-nes: los objetos contundentes y las marcas de las cami-setas de los varones. Adidas, Lonsdale y Fred Perry es-tán prohibidas. Es su particular manera de evitar encon-tronazos entre gamberros. Los rapados hace mucho que

no se acercan. Suelen llevar estas prendas yun simple roce puede armarla.

Una oscura entrada de garaje y un telón impidenver el paraíso. Al otro lado, el Bronx. Hace ahora 15años que esta discoteca fue diseñada a imitación deuna calle del barrio neoyorquino. Aceras, balcona-das, escaleras hacia el portal, farolas, escaparates,neones. La pista central es una mezcla entre el asfi-xiante barrio chino de Blade Runner y las agitadascalles de West Side Story. Todo lo que se ve es deverdad. Los danzarines electrónicos están en elBronx; los más apasionados en la Red Room, el ini-mitable reservado de las discotecas de pueblo recon-vertido en chill-out (dejémoslo en zona de descansopara los que no pueden con los vatios de la pista); loshambrientos, en el restaurante tejano; los tortolitos,en la champagnería; los bebedores, en el bar irlan-dés; los nostálgicos y muchos de los fragatinos, en laboite al ritmo de la música disco de los 80; los impa-cientes, liando algún que otro porro en la sala okupa,un segundo piso que los Arnau decoraron para quefuese destrozado al gusto del cliente y único lugar

donde hacen de vez en cuando la vista gorda al con-sumo de hachís; y los zombies, al cine, una videotecacon medio centenar de butacas en la que descansanlos más agotados. Éstos han tenido suerte, delante dela pantalla que proyecta una españolada baila la mássensual, Leticia, una peluquera barcelonesa de 19años que ha llegado en autobús con sus colegas.

“Yo es la segunda vez que vengo, pero estoy desean-do volver a Logroño para contar todas las batallitas.Nadie se imagina lo que es esto”. Quique tiene 21años y reparte congelados en la capital riojana. Tres-cientos kilómetros en coche con Yolanda y Yuli, dosamigas fanáticas de la cultura electrónica. Son lastres de la madrugada y la traca todavía está a puntode explotar. Gogós con biquinis hipergalácticos as-cienden a cuatro plataformas elevadas.

Claudio Coccoluto, uno de los discjockeys italia-nos más carismáticos, capaz de pinchar en seis salasen un mismo fin de semana, tiene su armamento pre-parado: dos maletines con más de cien discos. Con37 años, es uno de los reyes del house latino (un tech-

no de ritmos calientes y percusiones tribales). Sube alaltar de la pista central y se mete en su burbuja. En po-cos minutos, la energía de sus manos en los platos gira-torios será lanzada a las ondas provocando una convul-sión masiva y ritual. Nadie se enfada, el sudor se con-funde de uno a otro, los brazos en alto suplican más,mientras algún que otro empastillado hace cola en losbaños para meter la cabeza bajo el grifo.

El catedrático Román Gubern lo explica así en su úl-timo trabajo (El eros electrónico, Taurus): “Los movi-mientos de obvio significado erótico y el sudor axilarfresco de los danzantes ejerce una atracción específicapor su transmisión de feromonas (...) El ritual de lasdiscotecas procede de la cultura de la ciencia-ficción.Así los rayos luminosos que barren las pistas evocanlas batallas intergalácticas, y los ‘dj’s’ y su mesa conlos platos y máquinas serían los guías de las naves”.

El abuelo Arnau aguanta como el que más. Son lassiete de la mañana y no quita ojo a los techno-heads.“Ahora se liga igual, pero aquí vienen a bailar, juegancon las miradas, con los movimientos. Es mucho máserótico que antes sin haber contacto físico. Si quierenalgo más se van al coche”.

Amanece y nadie quiere salir. El sol les descon-cierta. Caras desencajadas, ombligos y hombros quese abrigan. Los maquineros incansables conviertenel coche en guarida y jóvenes fragatinos empalmanel baile con las faenas ganaderas. Ya es hora dearrancar para un autobús de Tarragona capitaneadopor un profesor de COU que ha traído a sus alumnosde viaje cultural al Florida 135.

Los fans de Coccoluto se marchan al hotel Casano-va, el segundo sitio más conocido de Fraga, un esta-blecimiento de carretera donde se mezclan los dj’s, losresacosos que tapan su mirada con gafas fashionmientras intentan articular las palabras café y churrosy los invitados a la última boda del pueblo que aguar-dan los acordes de Ese toro enamorado de la luna. Es-ta es la prospera Fraga, feudo socialista –por

ahora–, tierra de exquisita fruta y territorio electró-nico el sexto día de la semana. Aquí todos están or-gullosos de la discoteca. “Parece mentira, perocuando un fragatino va por el mundo y le preguntanqué es lo que se puede ver en su pueblo, lo primeroque dicen es Florida. Le da al pueblo una imagende modernidad, de saber adaptarse a los nuevostiempos”, confiesa Vicente Juan, su alcalde. H

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1. Mirella, leridana de 26 años, y David, de 18, sedivierten en la Red Room. 2. Dos ‘techno-heads’ setoman un respiro. 3. Luis Lles, periodistaespecializado en música ‘dance’ y colaborador delFlorida. 4. Vicente Juan, alcalde socialista de Fraga,en pleno aperitivo. Acude media docena de veces alaño a la discoteca. 5. El joven de la camiseta a rayases un fanático del ‘dj’ Francesco Farfa. 6. Juan Arnau,el ‘techno-abuelo’, es el alma del Florida desde hacedécadas. 7. Juan Arnau, hijo, responsable del éxitode la sala. 8. Pintas hay para todos los gustos, ¿seráun ‘ciberpunk’? 9. El ‘pincha’ Claudio Coccoluto. 10.Yolanda, Quique y Yuli se han desplazado desdeLogroño. 11. Amanece, que no es poco, ¿verdad?

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