a rostro oculto 8
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Número 8 de la revista A Rostro Oculto. Publicación independiente de cultura y opinión pública.TRANSCRIPT
A rostro oculto 8
Revista cultural y de expresión
pública.
1
A nuestros apreciables lectores y colaboradores, los invitamos a
dar vida y crecimiento a este proyecto, quedando a disposición
los siguientes medios de contacto:
http://issuu.com/ARostroOcultoRevista
https://www.facebook.com/groups/a.rostro.oculto/
Somos voz sin censura,
imagen que detalla el universo.
Somos A Rostro Oculto.
Portada: Anel Hernández Título: Becal, Campeche. Tejido en palma de Jipi Contraportada: Carlos Salazar Título: En Compañía
Todas las colaboraciones incluidas son propiedad intelectual de sus
autores, queda restricta cualquier reproducción total o parcial sin
autorización de los autores.
2
INTRODUCCIÓN
Septiembre, el mes de los mexicanos, donde el país festeja su independencia,
porque tristemente, ésta cultura tiene la costumbre de celebrar cuando debe
continuar la lucha. Tiempos álgidos, de reformas cuadradas y beneficios
triangulares; tiempos donde la corrupción se maquilla de macroproyectos. En
este mes se rinde tributo a la Patria, una que hace mucho tiempo está ausente, se
rinden informes de gobierno, hay sombrerazos, fanfarrias y besos de Judas,
como en Acatempan hace ya 193 años.
Nosotros no anunciamos aeropuertos, tampoco rendimos homenaje a aquellos
que, con justo merecimiento, descansan sobre el Paseo de la Reforma; tampoco
tenemos la intención de ultrajar a los niños por creerlos una amenaza para la
seguridad nacional, no siquiera seremos quienes den la receta de los chiles en
nogada. No, nosotros no callamos, pues estamos convencidos de otro andar.
Nuestro camino quiere enaltecer otro México, la patria que se derrama en la
cultura y el esfuerzo; el de aquel que teje en palma, o del que escribe con amor a
la revolución.
El número 8 de A Rostro Oculto va más allá. Engloba la rabia del pueblo, la
belleza de un suelo trabajador y orgulloso de su raíz; y también, el sentimiento
de quien llega y adquiere la esencia de México. Aún más allá. Éste número tiene
las colaboraciones de amigos de otros vientos y otros soles, pues mirar otra
expresión permite contrastar y dar un matiz especial a cada una de las
colaboraciones que aquí convergen.
Cuando se camina entre ruinas, no son los edificios que caen, son los pasos
errantes de un país que migra, que se entrega al poderoso y maléfico vecino del
norte. Aquí la vida se extingue; desaparece, es estadística, alerta que ocupa los
espacios en blanco de la programación.
Son tiempos donde se entrega la tierra y se explota el bienestar nacional, cuando
se subastan las playas y también el mineral.
Es pertinente amar la nobleza, intentar caminar, ir de frente a la injusticia y de
política dejar de hablar. Nuestra patria demanda responsabilidad, exige una
fábrica de sueños y el corazón con humildad. Exige amar y soñar.
De ahí la importancia de este espacio, pues mientras otros callan, aquí tenemos mucho por gritar.
Somos voz sin censura, imagen que detalla el universo.
Somos A Rostro Oculto.
Jesús Hdz V. Septiembre 2014
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Contenido
Nota de los editores
………………… 1
Introducción Jesús Hernández ………………… 2
Mi México Alejandra Koraki ………………… 4
Patria Alice Viralata ………………… 5
Justicia Israel Quiñonez ………………… 6
Arribo Leonardo Alezones ………………… 6
Kioskos Alejandra Koraki ………………… 7+
El grito Juan Enríquez ………………… 8
México Carlos Salazar ………………… 9+
Otro México Miguel Dirzo ………………… 12
El viaje de Mariana Alejandra Koraki ………………… 14
Los Cuarenta Concha Moreno ………………… 19
Éxodus Juan Enríquez ………………… 20
A mi madre calva Leonardo Alezones ………………… 22
La figura de barro Teresa Bernal ………………… 24
La vida te da momentos Anel Hernández ………………… 28
No Rubén Ramírez ………………… 29
Cuerpo cansado Elizabeth Vázquez ………………… 30
El espejo Concha Moreno ………………… 34
Escribir… Yoyita Margarita ………………… 36
Luchín. Capítulo 1 Jesús Hernández ………………… 38
Editorial
………………… 41
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MI MEXICO Alejandra Koraki @AlexaCrow http://charquitodeletras.wordpress.com/
Escucha la música de la tierra nuestra
Melodías gloriosas de exóticas aves
Los campos más verdes y flores más suaves
Escucha los cánticos de nuestras fiestas.
Mi México rico en folklor y cultura
La fiesta de muertos con flores y fruta
Con solemnes ritos danzando a la luna
Tradición prehispánica y agricultura.
Riqueza indecible de todos sus pueblos
Son todos distintos, únicos, divinos
Colores, vestuarios costumbres y vinos
Paisajes hermosos y eternos recuerdos.
Místicos desiertos de dioses y ancestros
Y frondosos bosques, cascadas, lagunas
Naranjas, limones, mangos, piñas, tunas
Leyendas y cuentos que son todos nuestros.
Mi México grita al compás de sus mares
Sus hijos llenamos de orgullo su nombre
Todas las mujeres, los niños y hombres
Con júbilo eterno de muchos cantares.
5
PATRIA Alice Viralata @aliceviralata
Antes era patria.
Después, el lugar que nací.
Ahora son seis letras en mi pasaporte.
Cuando en una noche fría salí de mi país, no sabía lo que esperar.
La primera visión que tuve cuando llegué al aeropuerto fue una grande
bandera tricolor.
Hoy es Patria. No es el lugar donde nací, pero es mi casa, mi hogar, mi
abrigo.
Y son otras seis letras en mis documentos: MÉXICO.
Gracias, México
6
JUSTICIA Israel Quiñonez @israfotografo Las ganas emergen. Emergen y retumban en las sombras del ser más íntimo. Las ganas y el deseo, las ganas de ti, las ganas de justicia. El deseo de tu sexo y de revancha. Regálame un punto de partida, regálame el minuto exacto para el reclamo, para el amor. Regálame el momento húmedo del pulso de la vida. Las ganas de justicia, las ganas... Las ganas de revancha, de cambio. Las ganas de ti.
ARRIBO
Leonardo Alezones Lau
amor de amargos y besos nadie podrá apartarte al esperar tu arribo en la otra orilla con santos en cada peñasco la niña que amamantó tan pronto como le permiten la tibia y el peroné cerca (entre urinarios de gasolinera) a veintiún mil leguas de los árboles donde alguien grabó para ti un corazón con sus nombres fingiendo aquella forma de sentir con él dentro de su boca
7
Ritual
Felipe Hernández
(Tangancicuaro, Michoacán)
Cada que visito un pueblo, lo primero que salta a mi vista, es la plaza y el kiosco.
Me gusta observar los detalles, los colores, la gente que lo rodea. Y es que cada uno de los pueblos que he tenido oportunidad de
visitar tienen su sello particular. Algunos, los más coloridos con banderines de colores de acuerdo a la fiesta patronal. Otros, los
más tradicionales con cantera y herrería. Los hay de plata como el de Real del Monte. Los hay de cobre, como el de Santa Clara.
Todos con su magia, todos con su historia.
Y es que la vida de los habitantes, se refleja en sus kioscos. Solemnes unos, alegres y folclóricos otros. Encuentro fascinante
coleccionar kioscos en mi memoria (sobre todo los que visité en la época en la que ni siquiera tenía a la mano una cámara de rollo
fotográfico). Para mí, son como el destino y al mismo tiempo el punto de partida. Como si llegar a un lugar y no visitar el kiosco,
no tuviera sentido alguno
(Ocotlán, Jalisco)
KIOSKOS
Alejandra Koraki
8
EL GRITO Juan José Enríquez Rivera
¡Recuperar lo perdido
y sin tregua
vencer al enemigo!
¡Ofrecer en sacrificio
el corazón
y la vida al amanecer!
¡Suenan las campanas
con la fuerza y valor
de un pueblo insurgente!
¡Cerrando heridas
abriendo caminos
de libertad y justicia
de mi tierra independiente!
¡El ritual de miedo termina
y con alas libres
vuela mi gente!
¡Sentir la brisa sonriente
surcar el cielo una vez más
y una Patria naciente
de nuevo soñar!
9
MÉXICO Carlos Salazar @Momoztla
La Patria, espacio temporal y geográfico donde transcurre la cultura que
nos identifican como mexicanos, tan complejo como los millones de
habitantes que la puebla.
Intentar capturar en imágenes a la Patria es un ejercicio sin fin, por el
mosaico multicolor de su gente y el carácter de los objetos que se
encuentran por doquier. Van cinco imágenes que apenas son un grano de
arena de esta playa enorme llamada Patria.
FE
@Momoztla
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VIVIENDO POR HOY Quincey Glam (Iván Estrada P)
http://caminosseparadosmx.blogspot.com/ Cargados van los barcos de sueños y esperanzas rumbo a mares desconocidos. El rugido se levanta ante la ambición de hallar, una nueva tierra santa. Corrompidos por las causas, una visión diferente. Entonan sus canciones, sus deseos de curar a sus hermanos con la más dulce de las violencias. Un amor sin coherencia. ¡Insolente es el hombre que seduce a sus pares con cañones y su espada! Y entre el grito ahogado de una raza moribunda que rendida a sus templos pide clemencia, en sus ojos se lee la desesperación de saber que su final se acerca... La esperanza de un futuro corrompido por letras de sangre... Viviendo por hoy, luchando por un mañana diferente. Entre las culpas y sometimientos, al alma ya no le queda nada que perder.
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Viviendo por hoy, viviendo por un mañana diferente Entre temores adoptados, al alma ya no le queda nada que perder. En medio de las ruinas se levanta una nueva vida. Una mezcla de diferentes soles, una mezcla de diferentes pasiones. Y a pesar del nuevo curso de la sangre cumplen con la maldición de ser una raza sometida que en medio de problemas y vejaciones, lucha por no perder su cordura. En unas pocas manos con poder se hallan la vida de cientos los cuales con avaricia corrompen sus almas. Mientras ensimismados en ídolos artificiales y religiones decadentes, se arropan con la idea de que habrá tiempos mejores... Sin darse cuenta de que es la misma historia de siempre. La misma visión una y otra vez. Viviendo por hoy, luchando por un mañana diferente. Entre las culpas y sometimientos, al alma ya no le queda nada que perder. Viviendo por hoy, viviendo por un mañana diferente Entre temores adoptados, al alma ya no le queda nada que perder. Han pasado siglos y al mirar al sol la luz se opaca entre el bullicio de mi sangre pidiendo de regreso su honor pisoteado que ni su fe puede curar. Pero en el fondo y a través de sus máscaras apasionadas se esconde un niño llorando de... vergüenza. Viviendo por hoy, entre temores adoptados. Sin nada que perder. Viviendo por hoy viviendo por un mañana diferente. Sin nada que perder.
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OTRO MÉXICO
Miguel Ángel Dirzo
Alguna vez estuve aquí pero en otro lado
el cielo era el mismo: sucio y triste
(como un recuerdo empolvado del archivo Casasola),
las fachadas de las casas estaban igual pero distintas
iguales a éstas pero diferentes,
son viejas como ahora pero antes,
el aire huele a tierra a tortilla a maíz quemado;
incluso el perro de esa tienda de lámina sabe
que alguna vez compré un cigarro y no era yo.
El rostro de las viejas está lleno de grietas
y de la cabeza les cuelgan trenzas como canastas de pan,
sus ojos acuosos me ven
como reconociéndome en otro tiempo,
sus ojos son la mirada de los pueblos del tiempo.
El niño de ahí no tiene zapatos y juega
alzando sus blancos dientes como luz de nieve del Popocatépetl,
―rostro de quetzal quemado―,
patea la piedra y la lanza al pasado,
hoy hace mucho tiempo.
La gallina cruza la calle buscando un grano perdido,
un gusano. Choca conmigo. Todos tienen hambre.
Recuerdo haber estado aquí alguna vez
pero en otro lado.
Todo era pobre, como ahora, pero antes.
La luna sigue creciendo en la misma raíz en el mismo árbol,
con todas sus lenguas y palabras;
entra por el rabillo del ojo de todos los campesinos y nahuales
y sale por la choza donde habita el frijol, el piloncillo,
y la Coca-Cola.
Éste es otro México.
El ocote lo ilumina y oscurece igual en todos sus siglos.
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Dulce, Salado y Dulce
@Momoztla
CORAZÓN DEL PUEBLO
@momoztla
DÍA DE MUERTOS
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EL VIAJE DE MARIANA (2ª parte) Alejandra Koraki @AlexaCrow http://charquitodeletras.wordpress.com/
Habían pasado un par de horas desde que se quedó dormida sin así
quererlo. El golpeteo de los fierros y la falta de alimento terminaron por
hacerla caer en un profundo y reparador sueño.
Mariana se incorporó de golpe.
Las estrellas comenzaban a disiparse en lo alto, confundiéndose con el
cielo que apenas clareaba.
Entonces horrorizada se dio cuenta de que el morral que Jacinta le había
dado, ya no estaba. Se puso en cuclillas para buscarlo a su alrededor, quizá
habría caído entre los troncos mientras descansaba, quizá habría caído del
vagón.
Intentó acostumbrarse a la leve oscuridad que aún quedaba para buscar el
morral, avanzó a gatas unos pasos cuando de repente un rechinido de
troncos la hizo quedarse inmóvil para escuchar mejor.
- ¿Estás viajando sola? – preguntó una voz femenina desde el otro lado del
vagón.
Mariana se echó hacia atrás sobresaltada.
- ¿Sabes hablar? – preguntó de nuevo la misma voz.
Mariana abrió bien los ojos para intentar ver de dónde provenía la voz. El
corazón le latía con fuerza mientras recordaba el consejo del hombre
gordo, que le había dicho que no se dejara ver.
- Me llamo Tania – dijo mientras salía de entre las sombras acercándose a
la niña.
- ¿D-Dónde están? – preguntó al fin la pequeña.
- ¿Qué cosa?
- Mis cosas
- ¡Y yo que sé! – respondió la muchacha.
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Los ojos de Mariana se clavaron en los ojos negros de la muchacha. Si no
había sido ella quien se había llevado el morral, ¿quién?
- Entonces ¿estás sola? – insistió Tania.
- No – mintió Mariana.
- ¿Con quién estás?
- Con mi ‘amá.
- ¿Y dónde está?
Mariana se encogió de hombros dirigiendo la mirada hacia otro lado. Tania
no le creyó.
- ¿Tienes hambre?
No hubo respuesta.
La luz por fin comenzó a iluminar. Mariana miraba hacia los pastizales que
pasaban rápido junto al tren.
- Mira – dijo Tania mientras le extendía una bolsa de plástico
semitransparente.
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Mariana volteó a ver la bolsa. Una servilleta que enredaba la mitad de un
bolillo, asomaba manchas anaranjadas de chorizo. Tomó tímidamente la
bolsa al mismo tiempo que le rechinaban las tripas.
- Gracias – le dijo. Luego la miró otra vez. Ya con la luz del día pudo darse
cuenta que Tania no era más que una muchacha de unos 13 años, con la
mirada aguda, pero amigable. Su cabello negro despeinado le enmarcaba la
carita ovalada, sucia igual que la de Mariana.
- ¿A dónde vas? – preguntó luego de darle la primera mordida a la torta de
escaso chorizo.
- Pues al otro lado. Igual que tú – respondió la muchacha.
- Ah
- Estás sola ¿verdad? – insistió Tania.
- ¡Qué no! – Elevó el tono con molestia – ¡Por ahí anda mi ‘amá!
- A lo mejor tu ‘amá se llevó tus cosas
Mariana le clavó la mirada nuevamente a manera de reproche.
AMIGOS MULTICOLOR
@Momoztla
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Yo sí estoy sola – dijo Tania viendo hacia los pastizales – Ya había llegado
pero me regresaron.
- ¿De dónde? – preguntó Mariana
- De los “Yunaiters”
Los ojos de Tania se llenaron de lágrimas.
- Mi hermano está allá – dijo ella – Mi ‘amá se perdió. Hace como un año
que se fue pa’ allá, pero nunca llegó.
A Mariana se le arrugó el corazón recordando también a su madre. Sabía
que tenía que encontrarla, pero no sabía qué hacer; no sabía en quien
confiar, cuánto tiempo esperar, cuanto iba a estar en ese tren. Ni siquiera
sabía a donde se dirigía ni como haría para encontrarla. Y su viaje apenas
comenzaba.
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(Cajititlan, Jalisco)
Quizá de mi fascinación por estas estructuras, se desprende la idea de que cada pueblo tiene un alma. Y su alma es el
kiosco de la plaza. Quizá la misma plaza es el corazón que late al unísono con los corazones de sus pobladores. Quizá
solo es mi terquedad de encontrarle lo romántico a las cosas.
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LOS CUARENTA
Llevo hecha la mitad de mi vida y sigo sintiendo que la tomé prestada Que formo parte de una obra interminable rara cada vez más difícil, cada vez más extraña Los expectadores, implacables exigentes sólo ven al personaje que al maldito guión corresponde Formo parte de un espectáculo sórdido donde el ser humano es un títere que se mueve tan sólo con la música de otro. Concha Moreno @Kotxaki
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ÉXODUS Juan José Enríquez Rivera
Demonios de acero bestias aladas habitan aquí,
desploman sus mortales armaduras.
¡Palacios, santuarios retumban!
La irrupción comenzó, sujeto las rejas
de mi calabozo habitual…
Me patrullan…
Me emplumaré…
Vuelo…
Para socorrer a mi raza…
Un destello ciego…
Supervivientes…
Estruendos, momias cuentan…
Era el día de mi última cena…
Mesías…
Tu fulgor fluctúa…
Se propagó el virus…
Uno más uno ya no son dos…
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(Tampico, Tamaulipas)
Estoy deseosa de viajar a cada rincón de mi México y llevarme en mi memoria cada kiosco y cada plaza que se cruce en
mi camino...
Y hacerlos parte de mí, para siempre.
(San Luis Potosí, S.L.P.)
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A MI MADRE CALVA
Leonardo Alezones Lau Hacerle fiesta a la hija tomar muestras de semen en su boca da lo mismo que quitarle los ojos como barbie con su respectivo proxeneta llamado Marceu la cura del ah1n1 la diplomacia en la imagen el miedo en cada palabra lo oculto bajo el manto de una virgen que promete pugnar el plástico olvidando que su rodilla fue para perros de mendigos así te pido perdón madre mía mientras quede cabello algo donde poner rollos al peinar y quitar el polvo de un espejo de bruja.
Valencia, estado
Carabobo, Venezuela
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Terror en la ciudad
Felipe Hernández
Isla arena, reserva ecológica.
Anel Hernández
24
LA FIGURA DE BARRO
Teresa Bernal
@NameliaT
Quisiera pensar que la pérdida de la inocencia comienza cuando uno admira por
primera vez la belleza de una mujer con morbosidad, o tal vez cuando los labios
sienten una botella de alcohol. Deben existir muchas formas con las cuales uno se
convierte en cualquiera por primera vez. Yo lo recuerdo perfectamente pero,
Mario no me imagino como la perdió sino había sido más que un sueño para él
esta vida. Si apenas hace poco no era más que un niño. ¡Ah que con este chamaco!
Ya le dije a mija que lo cuidara pero…
-¿Por qué haces eso?- preguntó mi hermana.
-Son mis sueños, lo que sueño es esto ¿ves? Esto es un caballo.-
-A mamá no le gusta que hagas eso.- Dicho esto mi hermana salió
corriendo, mientras yo me levantaba para detenerla mi madre ya gritaba
desde el interior de la casa. Era demasiado tarde.
-¡Ya te he dicho mil veces que dejes esas porquerías! ¡Apúrale! Tienes que
irte a trabajar. -
Mi mamá no entiende muy bien el porque me gusta jugar con el lodo y
hacer figuras. Yo sé, qué si puedo vender algunas en el mercado vamos a
tener más dinero y así comer como esos que hasta piden de a dos platos en
los restoranes, no me quejo porque mi mamá dice que no toda la gente es
privilegiada y que ni en sueños nosotros lo seremos. Si yo vendo esas
figuras…
-Ya te dije que no pierdas el tiempo en eso mijo, mejor apúrate a irte a
trabajar, ándale. ¡Ah! Y a ver si también dejas de hacer esos dibujitos, no
podemos gastar el dinero en cuadernos solo porque el niño los quiere. Ya
vete y pones tu plato en la cubeta ¿enténdiste?-
A veces cuando salgo a trabajar miro detenidamente a los niños que van a
la escuela. Me pregunto qué harán ahí…exactamente. Yo no fui nunca
pero se leer y escribir, mi abuelito me enseño desde muy chiquito que para
que no me vieran la cara de tarugo. Él siempre platica conmigo todas las
tardes y dice que con eso basta y por eso ya no voy a la escuela. También
me cuenta de lugares a los que fue de joven y de las aventuras que había
pasado en los pueblos mientras juntaba dinero para casarse con mi abuela,
pero finalmente la robó.
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Mi camino siempre es el mismo, me voy por las vías del tren hasta llegar a
la avenida y ahí empiezo a vender mis chicles. Lueguito llegan mis amigos
y platicamos mucho rato, algunas veces es sobre lo que vemos en la calle.
Joel dice que un día de estos tendrá un taxi, se imagina por toda la ciuda’
paseando. “Cuando vaya en mi taxi manejando, van a ver, yo no les voy a
aventar el coche como a mí. A mí sí que me laven los vidrios. Total me
ahorran el esfuerzo” Habla y habla sobre cómo sería su vida en su taxi,
“pero eso sí, limpiecito y con olor a chicle y en el asiento mi playera
favorita” En cuanto a El Tepo, pues no podría decir mucho de lo que
quiere; con sus dientes negros por la gasolina y su cara chamuscada nos
grita diciendo que el futuro no existe. El Negro, otro de mis cuates
siempre se pelea con él en la calle por lo que dice y hasta han dejado de
trabajar un tiempo porque las señoras muy acá, le hablan a la patrulla. Yo
no sé porque lo hacen si siempre que salen otra vez son cuates. “Ya bájale
¿no? Acuérdate de la última vez que nos subieron” dijo el Negro. “Ya,
ya…mejor me voy a trabajar” El Tepo se iba acomodando la playera
mientras agarraba el alto. “Si, ya dejen trabajar”
-¡Chicles!...a tres la bolsita seño…gracias…. ¡chicles!-
-Hola muchacho, dame una bolsita de los de canela. ¿Traes tus dibujos que
me ibas a enseñar? -
-Sí, mire…-le enseñe mi dibujo. Era un joven de esos que traen como tres
carros distintos. Siempre olía rico y con el cabello tan mojado que por más
viento que hiciera nunca se le movía. Una vez se puso a platicar conmigo y
me preguntó que si me gustaba dibujar, yo le dije que sí y me pidió que le
trajera uno.
-¿Lo hiciste tú?-
-¡Pues claro!-
-Me gusta. Súbete. Te voy a llevar a la escuela donde te dije que
enseñaban a hacer dibujos. -
-Pero tengo que vender mis chicles.-
-Toma, yo te los pago. No, pero no me los des, yo que hago con tantos.
Era la primera vez que me subía a un coche tan bonito, todo se veía
distinto. Con razón Joel quería tener un taxi. Pero aún así, a mi me daba
pena estar con el muchacho en su coche. Mi mamá dice que no debo ser
tan confianzudo.
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-Ya llegamos. No puedo dejarte hasta allá porque voy por mi novia. Mira,
te vas sobre esta calle y caminas entre los ambulantes hasta llegar a donde
esta una torre. Vas a ver un edificio naranja.
Es ahí. Entras y preguntas por Martita, le dices que vas de parte de Alex,
ella ya me conoce, y le dices que yo te mande con mi papá. -
-Bueno, gracias.-
-No te pierdes de regreso, ¿verdad?-
-No, a veces nos venimos a jugar por acá.-
-Bueno, nos vemos. Luego te veo por allá para que me platiques.
Arrancó su auto y me quedé ahí. Los edificios eran más viejos que mi
abuelo. Nunca he visto otros iguales. Caminé entre los ambulantes y la
gente que les compraba, así se me hacía más difícil ver dónde estaba la
dichosa torre…”va el diablo, va el diablo…ora chamaco muévete” Más
tardo en decir agua va que yo estar en el suelo, para colmo caí sobre un
charco. Ojala mi dibujo no se haya mojado. Seguí caminando hasta que por
fin di con el edificio. ¿Ese edificio era una escuela? Estaba muy viejo. En
fin.
Antes de entrar saqué mi dibujo y medio lo planché con mi mano, se
arrugo un poco con la caída pero ya que.
-Buenas tardes vengo a…
En eso un muchacho me empujo sin querer, hablaba como mi hermana
cuando tenía la comida en la boca. Pero el no iba comiendo.
-Hola Martis, vengo a pagar.
Y empezaron a platicar mucho rato. Qué sí una fiesta, qué si esto, qué lo
otro. Yo me estaba desesperando porque si llegaba tarde, mi mamá iba a
sospechar. Aproveché que se quedaron callados para acercarme.
-Esteee… vengo de parte de Alex y me dijo que viniera a ver a su papá.
-¿Alejandro? A ver, espérame muchacho.-
-¿Y por qué buscas a Alex?- me preguntó aquel joven que, aparte de
hablar como mi hermana se vestía como mi papá, pero olía muy diferente.
Yo, no supe que contestar.-¡Que simpático! Bueno, bye-. Se fue y me esperé
a que la señorita saliera otra vez para enseñarle mi dibujo.
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-Toma muchacho- dijo dándome un billete.
-¿Con esto ya vengo?
-¿A qué?
-¿Es que el señor Alex me dijo que me iban a ayudar aquí.
-Osea ¿cómo? ¿Esto qué crees que es? Alégrate ya te dieron- Quise
enseñarle mi dibujo pero antes de sacarlo era yo el que estaba afuera- ¡Y
no digas que no te fue bien!- y se metió.
En todo el camino de regreso pensé en lo que decía El Tepo, ¿y si era
cierto?
Llegué a mi casa y le di el dinero a mi mamá. Se puso feliz cuando vio que
vendí todos los chicles. Digo, tuve que regalarlos para que no pensara que
me lo había robado.
Cuando mi mamá estaba bañando a mi hermana fui a ver mi caballo. Pero
ya se veía diferente. Comencé a pensar cosas que nunca habían pasado por
mi mente y sentí coraje pero no supe hacía quien o por qué. De pronto de
lejos otra vez mi madre gritaba.
-¿Otra vez con esas tonterías? ¿No entiendes o qué? -
-No mamá, ya no-. Y nunca más me entendí con mi abuelo.
FIN
28
LA VIDA TE DA MOMENTOS Anel Hernández @Leipzing Ansío que llegue el crepúsculo, pues es la hora exacta donde estamos a la mitad, donde no habrá dominio y los besos llegarán más allá. Camino en este trecho corto que me da la vida por un sendero largo que me da mi país. Colima, calle donde se plasma un poco del pasado en el presente.
29
NO…
No es que calle, no.
A veces estas palabras,
éstas amontonadas palabras
no salen a cantar.
¡Lo que el alma grita a dentelladas!
No es que calle, no.
¡De mis silencios saldrás verso insolente!
Espero que digas con justicia la verdad,
al sádico perverso,
ese que pisa los sueños de mi gente.
Rubén Ramírez Lemus
@RubenRmzLem
30
CUERPO CANSADO
Elizabeth Vázquez-Marroquín
Esta vez me sentí tocada por el sentimiento que puede albergar una
persona de la tercera edad. Muchas veces cuando los observo tienen la
mirada fija en el infinito, parece como si sintieran que viven de forma
paralela al resto. Aunque entienden que el cuerpo cambia con la edad, su
misma condición humana y sentido de supervivencia los hace renuentes a
creer que su cuerpo está en decadencia. Sin embargo, terminan
aceptándolo. Ya no son seres humanos comunes y corrientes, se
convierten en filósofos, ya no tienen objetivos, la mayoría fueron
cumplidos, ahora solo meditan y transmiten su experiencia.
Caritas arrugadas, manos con pecas, cabellos blancos, espalda encorvada, caminar
lento, sonrisas hermosas con dientes falsos, ojitos cristalinos llenos de mares de
lágrimas, palabras llenas de experiencias, pasitos lentos, oídos desgastados,
movimientos torpes, renuentes al cambio, amantes del tiempo, amigos de las
experiencias, abuelitos graciosos y consentidores, a todos aquellos que por haber
vivido tantos años, poseen un cuerpo cansado, dedico el siguiente texto.
Ahora mis piernas ya no responden igual, se cansan, no desean caminar
por aquellos pavimentos que tanto recorrieron alguna vez. Estos pies se
agotan más rápido día con día, ya no soportan mi cuerpo después de tantos
años de haberlo cargado, siento que me pesan igual que un bulto de
cemento. Algunas veces prefiero no pensar en ellos y salir como solía
hacerlo antes, pero ¡ahí está! siento esa punzada terrible, me detengo, me
apoyo en la pared, me siento como un niño de un año, apenas y puedo
sostenerme, sólo que a diferencia de un niño tengo muchos años encima.
Los años ahora me pesan más que nunca, lo siento en mi salud. Me siento
acogido por la idea de que esto más temprano que tarde llegará a su fin.
No me pueden quedar más años de los que le quedan a un niño, ya estoy
viejo para pensar en un futuro, aunque mi mente pueda sentirse joven, mi
cuerpo ya me reclama el descanso. Cada día por las mañanas quedo
inmerso en una discusión con mi cuerpo. Algunas veces le ruego que se
controle ante el dolor, otras veces prefiero no decirle nada, y la mayoría de
las veces le doy su dosis necesaria de medicinas por la mañana, por la tarde
y por la noche. Me fatiga tomar tantas medicinas, me choca sentirme tan
cansado solo por hecho de no hacer casi nada. Por las tardes mi ansiedad
aumenta y es cuando mis sentimientos caen en cascada recordando todo lo
31
que he hecho de mi vida. Mi vida, y de esta vida siempre pienso que ha
sido de las mejores, de las reales, de las que llevan un camino de principio
a fin. Si volviera a ser joven disfrutaría más el trayecto que se recorre para
llegar a un determinado objetivo, en lugar de solo pensar y pensar en el
objetivo. El ser humano cuando es joven, dentro de sus deseos de querer
alcanzar sus objetivos, se distrae más en el punto, en el fin, en el objetivo
que en el trayecto que tiene que recorrer para alcanzar lo que desea. A
veces se desespera, se comporta como imbécil queriendo llegar siempre y a
las prisas, sin entender el cómo llegar, y por qué llegar. Ahora entiendo
que todos esos trayectos, solo eran aprendizaje. Experiencia. Vivir la vida.
Explotar la juventud para llegar a la vejez, sumar todos los elementos de
la ecuación y simplemente existir.
Mi vida, como todas las vidas, tuvo una niñez, una pubertad, una
adolescencia, una juventud, una madurez, y ahora esta vejez. Recuerdo
cuando mi padre me decía algún día me vería como el, y así está
sucediendo, mi pálido y liso rostro parece una hoja arrugada. Mis manos
llenas de pecas y arrugas, aunque poseen fuerza ya no aguantan como
antes sujetar algo con ímpetu, ya no, se vencen, me ignoran, no hacen lo
que les pido, prefieren que no les deje nada pesado, pues su tiempo ya pasó.
El amor de mi vida se fue mucho antes que yo, me quede solo, mis hijos
han tomado su camino, ahora soy lo que aquí en la tierra le llaman un
viudo. A Margarita mi esposa siempre le dio miedo vivir muchos años, se
le cumplió su deseo. Vivió muchos años, pero no tantos como yo. Ahora te
entiendo Margarita, ya sé por qué no deseabas vivir tantos años, tanto que
me reía de ti, ahora sé por qué querías irte lo antes posible. Quizás en otra
vida le toco a Margarita vivir esta vejez y por eso sabía muy bien que unos
años son gracia de Dios, el resto son una buena manera de hacer
penitencia. La suma de mis padecimientos hace que a veces me quede solo
en mi casa, acostado, pareciendo solo un simple mojón. Siento pena por mi
cuerpo, pero a la vez siento satisfacción, todos estos años con este cuerpo,
solo él y yo sabemos cuántas cosas hemos vivido juntos. Este cuerpo es mi
único cómplice que tengo ahora, es con quien hablo todas las noches
reclamándole que si ya le di la medicina ya me deje en paz, parezco un
idiota hablándome a mí mismo de esa manera, pero no me hablo solo a mí,
le hablo a mi cuerpo, este cuerpo cansado. No puedo comer como antes lo
hacía. Extraño mucho todos esos sabores y la manera en que los
disfrutaba. Extraño comer tacos con mucha salsa, extraño comer flautas de
barbacoa en Coyoacán como lo hacía cada ocho días con Margarita,
extraño esos pasteles de nata que me hacía mi mamá cuando era un
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chamaco, tan deliciosos. Quizás comí los que me correspondían para esta
vida. Este cuerpo ya no está para tacos, flautas, ni pasteles, si le doy una
pequeña dosis de esos gustos culinarios, por la noche seguro me
atormentaría un extraño dolor, quien sabe dónde, pues ya no se ni en
donde me falta sentir dolor en este cuerpo cansado. Los años han
mermado mi salud. Soy demasiado viejo y el oído también me falla. Me
molesta no escuchar bien, casi estoy sordo. Perdí la capacidad para oír la
música con la misma claridad con la que lo hice en algún momento. Estar
perdiendo poco a poco este sentido me hace sentir que vivo en paralelo con
el mundo, no me siento parte del mundo. Desde hace muchos años he
dejado de sentirme parte de este mundo. No camino como los demás, soy
demasiado lento, y la gente que pasa a mi lado se desespera, sólo escucho
sus murmullos quizás pueden estar diciendo que viejo tan lento, mejor que se
quede en su casa o que avance más rápido, apúrate para rebasarlo. Me muevo
con dificultad. Necesito ayuda de este gancho llamado bastón. Es como
tener un tercer pie, es como tener un amigo que avanza a mi par, es como
tener a Margarita a mi lado caminando conmigo. Este bastón es el único
que entiende y respeta mis pasos lentos. Te extraño Margarita, no te
olvides de mí. Ojalá pudieras hacer algo desde donde estés para venir por
este viejo.
Apenas puedo decir que existo, si esto también se considera existir. Desde
esta silla de mimbre ubicada en el balcón de mi casa puedo ver bien
aquellas ramas del eucalipto que planté hace casi cincuenta años se
galopan juguetonamente cada vez que pasa el viento. Se acerca el otoño y
pronto caerán las hojas secas sobre el césped para bordar una alfombra. El
ecosistema sigue con vida, el entorno se mantiene latente a pesar de tantos
desgastes que ha sufrido. El eucalipto vivirá seguro mucho más que yo, es
resistente, es filósofo, ahí está a diario, sencillamente existe. Estoy tan
inmerso en estos pensamientos, que al contemplar el eucalipto y el viento
me hacen sentir fuera de este cuerpo, siento alivio. Este cuerpo que me
pide aún de comer, este cuerpo que si siente frío, hay ponerle un suéter y si
siente calor hay que despojarlo de la ropa, este cuerpo que se queja de
dolor de espalda cuando lo dejo demasiado tiempo sentado, este cuerpo
que solo sabe pedir y pedir. Resulta ardua la tarea del ser humano para
cargar con su cuerpo hasta el fin de sus días, pero sólo así es como existe.
Quizás gracias a esta suma de dolores es que me siento aún vivo aun
siendo tan viejo, sentirme vivo en este mundo que ya no siento que sea mi
mundo, es el mundo y la gente versus este anciano con cuerpo cansado.
Quisiera ser el eucalipto. Aquel eucalipto que de seguro al verme ha de
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estar pensando lo mismo. Quisiera ser aquel individuo que tanto me
observa. Seguramente le extraña que lo esté observando todo el tiempo,
pero no tendría mejor cosa que hacer por hoy, más que observarlo. Es
sencillo, es simple, sabe a soledad, dejo por un momento las molestias,
ahora somos el eucalipto y yo. Mis últimos días y yo. El otoño y yo. Soy yo
existiendo porque aún tengo un cuerpo con vida. Existiendo porque siento
los malestares, la merma de la edad, la factura del organismo, la vejez.
Aunque me sienta en paralelo con el resto del mundo, existo, estoy aquí
donde caen las hojas en otoño, sopla el viento helado en invierno, donde
las aves siempre cantan en primavera y la juventud se emociona en el
verano. Yo fui otoño, invierno, primavera y verano, esto solo es un ocaso,
no es el fin aún, pero el fin se acerca y mientras se acerque, alzo mi frente
arrugada y pecosa, observo el cielo, exhalo aire con mis pulmones
cansados, suspiro y sigo existiendo…
(Periban, Michoacán)
Pasión, amor o locura; Da igual. Y estoy segura que muchos comparten mi afición.
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EL ESPEJO
Concha Moreno
@kontxaki
Me miro en el espejo y no soy yo
Pero cuando me miro en tus ojos
Siento que no ha pasado el tiempo
Que sigo siendo
Aquella mujer joven, enamorada
Deseosa de estar en tus brazos
Ansiosa de tus labios
Urgida de ti
La misma que,
Apartando obligaciones
Se entregaba a tus caricias
Ausente del tiempo
Sin miedos, sin temores, sin proyectos, sin palabras…
Tú eras mi suelo y mi techo, mi sueño y mi realidad,
mi luz y mi sombra
Pequeño jilguero que solo podía posarse en tu rama,
Acudir a tu encuentro me había volar
Por nido, tu regazo
Por alimento, tu ternura
El espejo que refleja el tiempo pasado
Muestra surcos que antes no estaban
Al otro lado del espejo no hay nada, amor
Se están desdibujando las vivencias, los recuerdos ajenos a ti
Poco a poco se van difuminando las nubes grises
que entoldaban vivencias mutuas
ya no llueven pesares
No hay sabor agridulce en los recuerdos
El río de la ternura está lavando imágenes ingratas, sonidos
estridentes
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El eco, cada vez más lejano, casi ha enmudecido
Los paisajes de mi memoria son cada vez más reducidos
Hay menos gente, hay menos ruido, casi no hay caminos
Unas líneas tenues recuerdan que por allí transitaron otras personas
Casi, ni se notan
Sin embargo, se aprecia, cada vez más ancha,
una larga avenida preñada de luz
Sin tránsito apenas,
dos figuras marchan por ella ajenas a otras presencias:
las manos unidas, los cuerpos pegados, son indicios claros de que van en la
misma dirección… y miran al frente.
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ESCRIBIR, ¿PARA QUÉ?, HACERLO
MAL, REGULAR, MUY MAL
Yoyita Margarita
www.lourdok.wordpress.com
Para que escribir… Soledad que me queda,
Quiero partir a La Krutghilpá, ¿A dónde?,
A La Krutghilpá, he dicho…
No sé… “Uffffffff”…
Soledad que me queda, Sin ti en el otro lado del teléfono.
Hoy no te he visto.
Caminé por praderas y bosques, Busqué con la mirada de mi alma,
Retrocedí con pasos lentos, Y sencillamente me quedó,
Lamentar tu pérdida.
Lloré porque no me quisiste, Te llamé, pero el rechazo
He encontrado, no estabas para mí. Me diste la espalda.
“Sé que me olvidarás,
Mi nombre dejarás de escribir En tu cuaderno sin rayas.
Que en el silencio de tus noches No te acompañaré, Porque me tienes
Sin pena ni gloria reconocidas, Por una mujer cualquiera
Que nunca será la primera, Que siempre situarás a gusto
En la otra acera”.
Entonces, No me busques, no me llames,
No me impidas
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Que me junte con otro ser Que me considere más importante
De lo que me consideraste tú. Sé, que si busco a otro,
Tus labios gritarán que “Noooo” Y te acercarás,
Pero el silencio será la respuesta. Nunca se realizarán los sueños.
Por eso te irás y nada sabrás,
Me dejarás como una ilusa mentirosa, Porque no te permitiré
Que me impidas amar de nuevo. Si mi flor no tomaste,
No la dejaré en paz, ¿escuchaste?, Hasta que encuentre
La dicha con otro.
Coruña, España.
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LUCHÍN - Capitulo 1 EL HIJO DE LA REBELDÍA (originalmente publicado en escritosengrito.blogspot.mx)
Naranjita, naranjita
¿Por qué llora? Porque tengo que llorar.
Anoche pasó mi novia y no me quiso saludar.
Los pañuelos de mi novia no se lavan con jabón,
se lavan con agüita de sangre 'e mi corazón.
En su campo, en sus recuerdos de infancia, volviendo a las barrancas, donde corría junto a Titino y Valentín, ha vuelto Luchín, para acariciar al alazán con que entre bruces jugaba, para recordar el lado oscuro de su existir. Aquí, en la tierra con alma campesina que un día lo vio crecer, reina la exclusión, la injusticia, el hambre y todos esos males creados por el hombre y su atroz compañera modernidad. Sin embargo Luchín sólo acierta a decir – Por fin he vuelto a mi hogar.
– Sigue tan igual, tan extraviado en el tiempo, en lo elemental para vivir – dice entre suspiros. Realmente nada ha cambiado, los caciques y hacendados siguen exprimiendo al jornalero, trabajando por hasta catorce horas a cambio de un par de monedas. Las mujeres siguen saliendo a cortar leña para calentar los hogares, cargando a sus espaldas a los niños, descendiendo en danza mística desde lo alto de la montaña para recoger un poco de agua y tener la cena lista cuando llega el marido.
– Parece ser que el cielo se sigue rompiendo sobre la frente llena de sudor, que la caña y el tambor siguen siendo el único sonido que embellece el corazón de mi gente. – Vuelve a suspirar y mientras se agacha para tomar un poco de tierra en sus manos, susurra – pero esto va a cambiar, vendrá un redoble libertario.
– Luchín mira nostálgico a su montaña, sus áridos caminos, repletos de polvo y huellas errantes, de amargura y trabajo. No olvida el destierro, la dignidad arrebatada… el camino ascendente a la miseria de las casitas de cartón.
– Tengo un corazón revolucionario, una fe arrebatada y la memoria de mis muertos, ahora no será igual, pronto cambiarán la vida de mi pueblo, lo siento en las venas que se hinchan al mirar el sufrimiento, en el temblor de la tierra y el destello de las flores – nuevamente va al suelo, en esta ocasión para besar el polvo que se amontona junto a la empalizada que delimita la propiedad de sus padres.
Sin embargo, su ritual de regreso es interrumpido por un grito que desgarra el viento y la tranquilidad del ejido – Luis, hijo mío, corre que está muriendo – es su madre que en llanto corre para abrazarlo y llevarlo hasta el lecho en donde yace Alberto, su padrino.
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Sorprendido, arrebatado de su reencuentro espiritual, palidece Luchín. – Se está muriendo, date prisa– solloza su madre mientras le toma de la mano y lo arrastra dentro de la humilde morada.
Sus pasos pesan, están anclados al zacate que con un afán descuidado ha reclamado su lugar en el monte. En su niñez esto era cerro pelado, sin nada para contemplar, tan sólo lodo y pobreza; pero todo sigue igual, por eso su padrino muere a causa de la desnutrición, sólo es el zacate que reclama su lugar.
–Luis, hijo mío, corre. Se nos muere y te está esperando.– Alude su madre con angustia y desesperación.
–Aquí todos llevan tiempo muriendo. – Responde Luchín entre aires de solemnidad y enojo.
Su madre permanece en silencio, llevándolo de la mano hasta los pues del moribundo. Ramón, el alguna vez acaudalado veterinario del pueblo, moría en la miseria, enclenque, arrugado, desesperanzado y pobre.
Luchín se acercó a la cadavérica figura de su padrino, con una mano tomó las dos de Ramón y con la restante acarició su cabello. Se miraron, y por un breve instante, la mirada de fuego de uno, empapó la mirada ausente y vidriosa del otro. Hubo un chispazo de vida, interrumpido por algo que ambos sabían: en los pueblos que descienden del Atacama todos nacen muriendo.
–Descansa, aquí tu revolución se acabó. – Susurro el joven a su padrino mientras besaba su frente.
Ramón sonrío, y nuevamente, su mirada se llenó de fuego. Suspiró y lentamente cerró sus ojos para terminar de morir.
– ¿Quién asistirá los funerales? – Inquirió a su madre.
– Los que estamos aquí. –Respondió ella mientras las lágrimas fertilizaban el piso de tierra.
Luchín comprendió que serían sólo ellos y hacia sus adentros pensó en las despedidas y abandonos que enfrentó Ramón desde que el dinero se le acabó.
–Sufrió muchas muertes. – Dijo al borde del llanto. Su madre permanecía inconsolable.
Ambos quedaron en silencio, como esperando una caricia del viento. En la cama yacía Ramón, otrora figura andante, ahora se marchitaba bajo la tímida luz de octubre. Afuera comenzaba a oscurecer, por lo que la prioridad fue alumbrar su camino, como se suele hacer en muchas partes del mundo; encendiendo una vela y tirando un poco de sal hasta llegar a la puerta, para así permitir la liberación del alma y la purificación de su camino.
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– A quién esperamos. – Inquirió Luchín a su madre.
– Ahora a nadie, la muerte ya llego por él, no hay nadie más a quién esperar. – Susurro su madre mientras cubría a Ramón con una tela tan blanca que contrastaba con el polvo y la sencillez del lugar. Todo se envolvió en un aire solemne, con aroma a rosas y copal. Era un velorio sencillo, pero sin duda repleto de belleza.
Remedios miro a su hijo para decirle de forma entrecortada y con la angustia contenida – Daniela no debe de tardar, fue por las cosas necesarias.
Luchín no dijo nada, se limitó a suspirar y a evocar el recuerdo de Daniela. Cuando eran niños jugaban por el campo, montaban a caballo y miraban las estrellas mientras abrazaban la pelota de trapo. Entonces sobrevino un llanto inconsolable, Luchín estaba ahogado de recuerdos, de la memoria de Ramón y la inocencia de la que se convirtió en su hermana por adopción.
– Madre he vuelto, traje las ceras, Don Alfredo envía flores y la señora Nora aceptó dirigir los rezos. Ha sucedido lo que temíamos. ¿Verdad? – Así apareció Daniela en la habitación, sin mirar a Remedios y sin advertir la presencia de Luchín.
La joven se hinco ante el lecho de Ramón, cerró los ojos y rezó por su alma, lo hizo como nunca antes había imaginado. Al abrir los ojos se dio cuenta de que una mano acariciaba su hombro, intentando secar sus lágrimas y brindarle consuelo.
– ¡Luis! – Grito mientras saltaba en brazos.
Luchín tomó en sus brazos a Daniela, igual que aquel día en que partió rumbo al norte. – Gracias por estar aquí, eres aire fresco en medio de la mina. – No dijo más, sólo el latido fuerte y cálido en los corazones de dos viejos desconocidos.
Hubo silencio y un abrazo que desafió la solemnidad de la habitación, se respiraba el luto y la muerte ya bebía café, sin embargo ellos siguieron abrazados hasta que llego el amanecer, cuando Ramón ya estaba en el féretro y las flores comenzaban a marchitarse.
A Víctor Jara.
Jesús Hernández Villafuerte @jesushdzv
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