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A mi abuela y sus plantas

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A mi abuela y sus plantas

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Hierbera

Todo empezó un jueves de plaza. Por lo general acompaño a mi papá por plantas para mantener estable el azúcar y aquella semana me había estado despertando todos los días con algu-na angustia. Sentía un dolor, no físico, más bien emocional. Aquel jueves le pregunté a la yerbatera “¿tienes alguna planta que cure cualquier dolor?”, a lo cual me respondió “claro, aquí tienes pronto alivio”. Mi papá me miró extrañado. Yo simple-mente le respondí “no sé qué me duele, así que, sea lo que sea, seguro esto me curará”.

Así empieza la historia de Pronto alivio que se convirtió en una serie de tres dibujos dedicados a mi abuela materna que representan, en una serie corta pero sustanciosa, el proceso de su muerte. Siempre fui muy apegada a mi abuela, a pesar de nunca haber sido su nieta favorita.

Mi abuela se llamaba María Isabel. Isabel es un nombre que desde pequeña me ha parecido muy bonito. No sé por qué nunca se me ocurrió llamarla Isa. Bueno, tal vez sí, mi abuela por llamarse Isabel le decían Chabela, así que siempre le dije abuelita Chabis.

Mi abuelita Chabis era una mujer sencilla y trabajadora que nació en La Capilla, Boyacá, y que murió cuando yo tenía 14 años. Siempre fuimos muy unidas, pues vivíamos en el mis-mo conjunto, en torres vecinas. Mi abuela desde pequeña me dijo que debía aprender a ser fuerte, aunque sin perder nunca la

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delicadeza y ella parecía vivir plenamente sus palabras porque nunca la vi llorar y eso me sorprendía: era una mujer, como dicen, de una sola pieza, radical en sus decisiones, llena de va-lentía y amor. Y después de 9 años, cuando comencé a realizar mi trabajo de grado, entendí el porqué…

Con esta serie empecé a hacer un ejercicio de memoria en torno a lo que las plantas han significado en mi vida y en la huella que mi abuela Chabis había dejado en mí. Desde pe-queña, cuando iba a mercar con ella, siempre realizábamos un ritual, dábamos gracias por las las manos que recogieron las plantas, frutas o verduras que hubiéramos comprado, y por los lugares donde se cultivaron y las compramos.

La relación con mi abuela se fortaleció gracias a nues-tras rutinas. Pasábamos el tiempo escuchando y cantando mú-sica de Vicente Fernández y, desde que yo tuve 6 años, jugando Continental en cartas, para poder derrotar a todos los familia-res en las reuniones. Cuando almorzaba después de llegar del colegio, tomábamos juntas siestas de una y hasta dos horas; al mercado, íbamos a las tiendas de verduras a comprar lo del día; en el jardín me enseñaba sobre plantas y, aunque las rosas no son mis flores favoritas, me explicaba cómo cuidarlas y man-tenerlas (eran rosas de color rosa) y, cuando hacía sol, después del colegio íbamos por arroz con leche o queso con bocadillo (mis postres favoritos).

Después de escribir todos mis recuerdos y de leerlos me causo curiosidad, lo repetitivo de la palabra ritual. Así que em-pecé a indagar sobre esta idea y llegué al antropólogo Roy Ra-ppaport quien sostiene que, aunque no tenemos evidencia de

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que los humanos de hace cien mil años hablaran como noso-tros, sabemos con certeza que realizaban rituales en momentos importantes de su vida, como al salir a una expedición de caza o al dar sepultura a un miembro de su grupo. Desde entonces, señala, el ser humano es un animal de rituales.

Él ofrece una definición resumida del ritual como una “ejecución de secuencias más o menos invariables de actos formales y de expresiones no completamente codificados por quienes lo ejecutan”1. En ese sentido, un ritual es una especie de teatro que representa siempre la misma pieza, que trata de significar sin hablar, sin palabras (aunque las incorpore), privi-legiando el cuerpo y las gesticulaciones simbólicas. Se ajusta a una actuación programada y codificada.

El ritual designa una amplia gama de acontecimientos sociales, no necesariamente religiosos que toman una forma simbólica y se cargan de sentido al ser adaptado a nuestras creencias. En este conjunto de sucesos específicos y cultural-mente reconocidos el orden se adelanta a su práctica, ya que están separados, espacial y temporalmente 2.

Todas estas definiciones de ritual me resultaron útiles para repasar lo que mi abuela Chabis heredó a mi familia, en particular las costumbres en torno al poder curativo de las plantas —que, siguiendo la definición de Rappaport, podría llamar rituales— asociadas a un suceso en especial que pasa mi familia el 31 de diciembre. Aunque fue ella quien dio el

1. Roy A. Rappaport, Ritual y religión en la formación de la humanidad (Madrid:

Ediciones AKAL, 2001)

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punto de partida, mis padres han ido haciendo pequeñas varia-ciones en estas acciones que sirven para unirnos con genera-ciones anteriores. Así se cumple lo que dice el antropólogo de no ser “completamente codificados por quienes lo ejecutan”.

Esas fechas incluyen una serie de momentos que repe-timos sin falta. Comenzamos madrugando a la Plaza de Palo-quemao por flores amarillas para la prosperidad, espigas para la fortuna, sahumerio para las energías, uvas para los deseos y ajos machos para que, al recibirlos a las 12 del 1 de enero, alejen las malas energías.

Mi parte favorita de ir a la plaza es la zona de las hier-bas. Pasillos antes de llegar se empieza a percibir el olor de las diferentes hierbas, un olor difícil de describir pero que recuer-da el campo y lo fresco. Este olor me hacer recordar la infusión de las siete hierbas dulces que realizo cada fin de año en un baño en el que, además de hervir las plantas, mi mamá le agre-ga azúcar. Cuando llegamos, pedimos el paquete de las siete hierbas dulces aunque la señora que las vende nos explica que deberíamos comprar las amargas también ya que son para des-pojarnos de cosas malas (al final solo compramos las dulces).

Desde pequeña siempre me ha gustado ver cómo las envuelven en papel periódico Son plantas que tienen un po-der especial a nivel espiritual (no se ve, pero se siente). Estos paquetes de hierbas dulces incluyen albahaca (para atraer el dinero y la prosperidad), hierbabuena (contra el mal de ojo, mejora el humor y atrae la energía positiva), menta (cautiva el

2. Ibid.

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amor), abre caminos (para el trabajo), citronela (liberadora de energías personales), vetiver (para la sanación y amparar de las malas energías) y anís (usada para la buena suerte en juegos de azar). Estas siete hierbas prometen atraer la buena suerte en el cambio de año. Desde mi infancia y hasta hoy me agrada la idea de bañarme con el agua de las hierbas para agradecer y pedir deseos.

Después de hacer memoria y encontrar todos estos ele-mentos que hacen especial mi tradición familiar, recordé que la serie de dibujos que había realizado de Pronto Alivio iba acompañado de un poema visual realizado con pequeños frag-mentos de un texto que había realizado acerca las plantas cu-rativas y de mi abuela:

Desde pequeñame despertabaa la orilla de caminossobre plantas curativas.Bañarme con el agua de las hierbasflores amarillas,lila, púrpura o blanco.Aquel jueves en la plaza,tradiciones y recuerdos,mi parte favorita.Sentía dolor, no físico, más bien emocional.Se distribuía desdelo más extrañohasta lo más seguro.

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María Camila Galvis LaverdePronto Alivio

24,5 cm x 25 cmTécnica Mixta

Marzo 2017

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María Camila Galvis LaverdePronto Alivio

24,5 cm x 25 cmTécnica Mixta

Marzo 2017

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Pronto Alivio 24,5 cm x 25 cm

Técnica Mixta Marzo 2017

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Era la primera vez que utilizaba estas vivencias como punto de partida, pues no solía hablar de mi vida personal en el arte. Hasta entonces me había concentrado en hacer obra con temas sociales, políticos o en torno al tema de la mujer. Pero Pronto Alivio me dio esa posibilidad, creo que me sentía tan abrumada por mis inquietudes de ese momento que terminé hablando de lugares, personas y momentos especiales para mí, para ver si volver a ellas podría ayudarme.

Esta obra ofreció una lección sobre las posibilidades de usar vivencias personales como punto de partida que no nece-sariamente deben ir explícitas pues todos tenemos temas en común: me di cuenta de que al hablar de abuelas hablo sobre otras personas porque todos hemos tenido abuelas, y al hablar de tradiciones y rituales como los que suceden en mi familia se habla de los rituales que tienen muchas familias y personas.

Además, Pronto Alivio me abrió la puerta para investi-gar el poder curativo de las plantas y su relación con nuestras energías y para indagar en nuestra tradición de realizar baños con hierbas dulces el 31 de diciembre.

tLa tradición de curar, atraer o despojar energías a final de año no solo es familiar, tras hablar con yerbateros de diver-sas plazas de mercado como la de Paloquemao y la del Samper Mendoza aprendí que los baños con plantas se pueden realizar en cualquier época, dependiendo del propósito o la intención. Los yerbateros hablan desde baños para el trabajo, los nego-cios, hasta conjuros para atraer, potenciar y proteger el dinero, para alejar personas, y evitar malos sueños y pesadillas.

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Unos requieren más preparación que otros, pero todos buscan atraer o despojar algo intangible

Tras esta investigación y por primera vez en mi vida en una fecha distinta al 31 de diciembre, decidí ir a la plaza y pedir un paquete de hierbas dulces para realizar un baño para la buena energía. Además del baño, utilicé las hierbas para rea-lizar un trabajo fotográfico, registrando cómo evolucionaban cada tres días y documentando su degradación.

Después de realizar el registro fotográfico surgió una primera idea. Esta consistía en hacer un herbario, bordando tres momentos de cada hierba (cuando las compro en la plaza que están verdes y llenas de vida, cuando son sometidas a la infusión en la olla y cuando se secan tras el baño). Los tres momentos reflejarían la función de cada planta en nosotros, el intercambio de sus energías y las nuestras y su relación con la solución y temporalidad de nuestros problemas o cargas.

Antes de empezar con mi proyecto, tenía claro que que-ría que fuera una obra bordada ya desde Dibujo IV encontré que esta técnica aporta claridad a los pensamientos y conecta con los sentimientos más profundos.

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María Camila Galvis Laverde Manzanilla bordada sobre tela

Marttzo 2018

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Empecé a buscar referentes visuales para fortalecer la idea del herbario, entre ellos encontré al trabajo de la artista Susanna Bauer

“(…) Los trabajos de las hojas son ejemplos poderosos de la interfaz entre el artista y la naturaleza. Muchos artistas se inspiran en la naturaleza y tratan de imitar lo que ven en el mundo natural. Bauer, por otro lado, incluye elementos natura-les en su trabajo como si realmente estuviera colaborando con la naturaleza. En estas piezas, la hoja no es simplemente una superficie para trabajar o un pedazo de materia prima para ser utilizado a voluntad. Para Bauer, la hoja es un elemento que merece respeto y consideración. Lo que añade, o resta de ella, se hace con un sentido de reverencia. Sus esfuerzos realzan la belleza natural que fue su punto de partida. (…)” 3

Bauer vincula elementos de la naturaleza y el borda-do en su trabajo. A partir de materiales naturales encontrados, como hojas, piedras y pedazos de madera. Otorgándole de nue-vo vida a las hojas. En este trabajo se puede observar una figu-ra geométrica que a mi modo de ver relaciona conceptos que equilibran lo regular e irregular, fragilidad y fuerza, ternura y tensión en las conexiones humanas. La belleza transitoria pero perdurable de la naturaleza que se puede encontrar en el mas pequeño detalle. Ello me inspiró a intervenir directamente las hojas, complementando la idea del herbario con una interven-ción directamente en las plantas que conforman el paquete de las siete hierbas dulces.

3 http://www.susannabauer.com/about/

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Pero, aunque la idea me atrajo inicialmente, al anali-zar la contextura y forma física de estas plantas me di cuenta de que solo podría intervenir algunas de ellas, pues en este paquete usado en los rituales no tienen hojas suficientemente grandes o resistentes como para resistir una intervención con bordado. La manzanilla, por ejemplo, se caracteriza por un ta-llo muy delgado, unas hojas pequeñas y unas flores de pétalos blancos con un botón amarillo, en los que sería imposible bor-dar directamente.

Así que fui a la plaza a buscar una hierba de hojas gran-des para realizar las pruebas. Ahí llegué a la Vencedora, que según la yerbatera tenía muchas propiedades de las hierbas dulces y que, para mi objetivo, era ideal pues mide más o me-nos 10 x 7 cm y se vende ya seca para infusiones y baños.

Compré cuatro hojas que tenían una contextura dura y frágil, con un olor entre limón y canela. Tras bordar directa-mente sobre su superficie, me di cuenta de que se partía fá-cilmente, así que decidí hacer una infusión y, al estar blandas, empecé a bordarlas. Aunque seguían siendo muy frágiles eran bastante maleables. Pero a diferencia de Bauer, mi interés no era plasmar figuras geométricas sobre las hojas.

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Susa

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María Camila Galvis LaverdeMi abuela sus plantas y yo

11,5cm x 9cm Hilo sobre hoja

Abril 2018

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María Camila Galvis Laverde Mi abuela sus plantas y yo

11cm x 7cm Hilo sobre hoja

Mayo 2018

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María Camila Galvis Laverde Mi abuela sus plantas y yo

9,5cm x 7cm Hilo sobre hoja

Jumio 2018

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Con el paso del tiempo, logré entender el procedimiento que debía seguir para bordar las hojas y ahí empecé a reflexio-nar sobre qué tipo de imágenes irían sobre ellas. ¿Qué quería representar? ¿Seguir hablando de mi abuela? ¿Hacer auto-rretratos? No estaba segura, así que volví a los dibujos de mi abuela. Decidí que, como los había hecho inspirados en ella, posiblemente debía pensar en alguien más para que surgieran otras imágenes.

La persona que se me ocurrió primero fue mi abuelo Enrique, el hombre al que ella había le había dedicado su vida. Hablé con mi mamá, mi tía y unos sobrinos de ella y debo ad-mitir que sumergirme en su vida tuvo un gran impacto.

Estas historias me permitieron entender que mi abuela Chabis había sido una mujer engañada por mi abuelo y que no importó todo el daño que le hizo, aún así ella solo tuvo ojos y corazón para él. No le importó que él tuviera otras familias. Ahí empecé a sentir curiosidad por este abuelo a quien desde pequeña solo veía dos veces al año y que recientemente había fallecido.

Recordé un suceso muy gracioso el día de su funeral. Desde pequeña supe que tenía otra familia, pero solo conocía a Ángela, la señora con la que vivía (porque nunca se casó). Primero ese día me enteré de que ella no se llamaba Ángela sino Alicia; segundo, llegaron tres familias más de mi abuelo (es decir no era solo mi abuela y la señora Alicia o Ángela); tercero, nos enteramos que tenía alrededor de 17 hijos. ¡Sí, 17! En fin, todo fue una locura.

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Justo cuando trataba de entender lo que implicó esta re-lación para mi abuela, me inscribí en el laboratorio creativo de tipografía en la Facultad con el que realicé la pieza titulada Las mujeres de mi abuelo, que también estuvo inspirada en un poema de mi otro abuelo, un amante de la poesía que escribió uno sobre todas las mujeres a las que había llamado corazón. Me apropié del texto pero se lo dediqué a mi otro abuelo, En-rique. En ese momento me parecía divertido hacer una pieza relacionada con lo sucedido en el funeral.

La idea central de este laboratorio consistía en realizar tipografía con distintos materiales, yo escogí hilo como herra-mienta de escritura y vidrio como soporte, donde ambos ma-teriales dialogaban con el tema a tratar estos reflejaban fuerte lazo y trasparencia que a mi modo de ver deberían de existir en una relación amorosa. Mientras plasmaba los nombres de es-tas mujeres me preguntaba cómo lucían, a qué edad se habían conocido, qué características podían tener en común… pero lo que más me gustaba de este poema era leer nombres típicos de la época.

El poema empezaba así: ¿Cómo se han llamado? A las hermosas que siempre les he dicho corazón y enseguida habían escritos alrededor de 54 nombres de los cuales escogí mis fa-voritos: Perla, Carmenza, Esther, Vida, María, Ruth, Martha, Ofelia, Eva, Ángela, Isabel, Sara, Josefina, Rosa, Lida, Clara, Luz, Diana, Juana, Lucrecia, Aurora, Cielo, Violeta, Helena, Lucia, Hada, Cecilia, Flor.

4 M. Eloísa Álvarez, Cómo escribir cartas de amor (Panamá: Editorial América, S.A, 1988)

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Las Mujeres de mi abueloHilo sobre vidrio

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Al pasar el tiempo y seguir investigando sentía que el hablar de él y de la “historia de amor con mi abuela” me gene-raba más repulsión e ira que inspiración. Tanto así que reali-ce unos poemas visuales llamados Lo que nunca le escribiste, basados en diferentes autores del libro ¿Cómo escribir cartas de amor?4 tratando de pensar en posibles textos que él podría haberle enviado desde Ibagué (donde vivía) a Bogotá pero que nunca hizo.

Fue un ejercicio de ponerme en el lugar de mi abuelo, aunque imaginándolo no como el descarado hombre que fue sino como si hubiera sido un persona querida, responsable y dulce, el compañero amoroso que me hubiera gustado que tu-viera mi abuelita Chabis, en vez del tipo distante que en reali-dad fue.El primer poema decía:

He querido seguir contigo, pero no El corazón es libre y caprichosoDañarte, no me lo perdonarías después.Me duele porque sé que me amas, Es inútil todo intento…Corresponderte como mereces.Y ¿si ensayamos aparentar lo que no somos?Buscar remedios artificiales o tapujosEn lugar de afrontar la realidad tal como es,Sabes que te he amado mucho; Pero el amor es como la vida:Inestable y fugazAhora, quedas libre para amar

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Y un segundo poema continuaba alimentando esa ima-gen del romance largo y satisfactorio que nunca fue:

El hombre que encontró tu generoso corazón Solo no puede estarFuiste mi verdadera felicidad materializada Pienso en ti a todas horas y te sueño Te quiero como nunca he querido Tan enamorado de la luz de tus ojosTu boca, tu ternuraAlegre alma y espíritu Te adoro con toda la fuerza de mi alma

Contemplé varias posibilidades de vincular a mi abuelo Enrique con las plantas y pensé hacer una especie de guía con plantas para alejar los malos amores, o crear rituales de baños para amor del bueno. Realicé varios dibujos inspirados en su ausencia, pero… al final me di cuenta de que definitivamente no había empatía. No quería inspirarme en alguien que hizo tanto daño.

Me sentía triste y desubicada porque quería bordar las plantas, pero no me conectaba por completo. Así que por ese momento decidí enfocarme en los referentes teóricos. Tal vez ellos me ayudarían a encontrar la inspiración que tanto bus-caba. Entre ellos estaba Johann Wolfgang von Goethe, poeta, novelista, dramaturgo y científico alemán del Romanticismo. Leí varios capítulos de obras inspiradas en la metamorfosis de las plantas.

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Ahí aparecían retratados los antepasados directos de esas yerbateras que había encontrado en las plazas de la ciudad y que me recomendaban una u otra planta para las dolencias de la casa.“Porque ha de saberse que en boscosas regiones, desde los tiempos más remotos, hemos afincado sujetos que, operando con arreglos de misteriosas fórmulas, transmitidas de padres a hijos, confeccionaban muchas variedades de ex-tractos y esencias, cuya general reputación de saludiabilísimos remedios, difúndela y benefícianla activamente los llamados balsameros… Desempeñaban aquí un gran papel, el de exa-minar a fondo esa rica especia en todas sus distintas formas, como planta y como flor, pero especialmente sus salutíferas raíces”.

Además, Goethe parecía haber disfrutado su investiga-ción botánica tanto como lo había hecho yo: “Grato empeño es el de investigar a un tiempo mismo la Naturaleza y el propio yo, sin violentar a aquella ni violentar nuestro espíritu, sino, lejos de eso, contrapesando a ambos mediante un suave true-que de influjos”.Luego estaban algunos de sus poemas en los que volvía al tema de la relación entre los humanos y las plantas, al misterio que esconden y la forma como puede ser descubierto o apro-vechado.

De asombro, amada, llénate esa múltiple mezcla de abigarradas flores que este jardín adornan; muchos nombres escuchas y siempre unos y otros, con vibraciones bárbaras asedian tus oídos.

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Semejantes las formas, no son jamás iguales, y así denuncian toda alguna ley secreta, algún sacro misterio. ¡Oh, amada! Yo quisiera, poderte descifrar al punto tal enigma.

Repara cuál las plantas, por trámites graduales, La flor nos da primero, y luego el fruto brindan. Que la hojita siguiente como verás, adopta múltiples variedades y ora se extiende, ora, aunque tampoco siempre la misma se conserva,se encoge o se divide en puntas y porciones, que en el órgano básico hasta allí descansarán. Y así es cómo al fin logra su perfecto remate, que en castas numerosas de asombro tu alma llena.

Leer a Goethe y sumergirme en su escritura me permitió reflexionar y me di cuenta de que realizar este baño para mí era un ejercicio de protección, una forma de crear una armadura contra las malas energías o contra las situaciones infortunadas, como la sucedida entre mi abuelita Chavis y mi abuelo Enri-que.

Ahí vinieron otras ideas: la primera fue realizar prendas como ropa interior, ponchos, medias etc. con plantas bordadas para simbolizar una armadura que alejaría estas cargas negati-vas; y la segunda hacer unas cortinas de baño con las hierbas (símbolo del ritual en mi familia, subrayando su lugar en la intimidad donde cada uno lo realiza de forma diferente).

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La idea de las prendas no duró mucho tiempo. Realicé algunos bocetos relacionando el concepto de armadura y las prendas de vestir, al llevar las ideas al papel, no me convencía por completo su realización. Ahí decidí investigar referentes visuales que me ayudaran a trascender la idea de la armadura y la cortina de baño

En esta investigación encontré a Oscar Muñoz que me interesó no solo visualmente sino por su interés acerca del ol-vido y la memoria, ya sea memoria de la vida, la muerte e incluso de la violencia.Este artista reflexiona sobre la realidad, donde la fragilidad es un elemento que permanece como con-texto, mientras el espectador es un curioso que mira a la dis-tancia. Con su obra Cortinas de baño (1985- 1986), una pintura sobre cortinas de baño plásticas, Muñoz representa siluetas de individuos tomando un baño. Son personas que no conocemos pero que sabemos que existen, todas las siluetas son de color negro excepto una que tiene una mancha roja en la pierna de-recha y que a simple vista se reflejan temas de intimidad y des-nudez. Pero sumergiéndose en la obra del artista hace referen-cia a las duchas comunales en el Ejército Nacional haciendo una reflexión sobre las marcas de dolor, matanza y violencia que siempre persistían sobre estos hombres.

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Este referente unía las ideas de la armadura y cortina de baño además me ayudó a aventurarme explorando las posibili-dades del gran formato, para expandir mis límites que siempre han tendido a lo pequeño y minucioso. Si ya estaba rompiendo con mi zona de confort al hablar de tradiciones e historias fa-miliares, pensé que también podía ser el momento para cam-biar de tamaño.

Pensé que la solución, entonces, estaba en una instala-ción. Después de un largo proceso estaba llegando a interio-rizar la idea de que mi obra debía ser presentada y no repre-sentada. Era una intuición que había comenzado con la idea de bordar directamente sobre las hojas y que, ahora me daba cuenta, podía ir más allá.

Teniendo en cuenta que tanto la energía de las plantas como la nuestra es intangible. representarla por medio de imá-genes resultaría insuficiente. Enfrentada a las plantas, a sus olores y energías, entendí que no debía buscar añadirles algo o intervenirlas levemente: las plantas en sí mismas reflejan un poder especial a nivel espiritual (no se ve, pero se siente). Y ese poder, que en todo mi proceso estaba intentando represen-tar, podría ser potenciado en una instalación.

5. https://www.tate.org.uk/art/artworks/parker-cold-dark-matter-an-exploded-view-t06949/story-cold-dark-matter

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Encontré algunos referentes como Cornelia Parker que, en Cold Dark Matter: An Exploded View restaura un cobertizo de jardín explotado por el ejército británico a petición de la ar-tista. Luego Parker utiliza las piezas en una instalación suspen-dida desde el techo como si la explosión estuviera sucediendo ahí mismo. Iluminados por una sola bombilla, los fragmentos proyectan sombras dramáticas en las paredes.5

“Cuando los objetos se suspendieron uno por uno, co-menzaron a perder su aura de muerte y aparecieron reanima-dos, en el limbo. La luz encendida en el interior de la instala-ción creó enormes sombras en la pared, por lo que parece que el cobertizo estaba volviendo a explotar o tal vez volviendo a unirse”.

Más allá de sus decisiones conceptuales, esta obra me interesó por la manera en que transformaba el espacio con ele-mentos que parecen suspendidos en el aire y que, en su consi-derable dimensión, permite a los espectadores sentirse involu-crados en la violencia de la explosión congelada.

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Luego descubrí a Rebecca Louise Law, una artista bri-tánica, enfocada en la instalación y la escultura, con un trabajo artístico conocido por relacionar la humanidad y la naturaleza. En algunas entrevistas encontré similitudes entre sus intereses y los míos:

“Me sentí frustrada por el aspecto bidimensional del trabajo”, recuerda. “Quería desesperadamente reflejar la natu-raleza en tres dimensiones”

“Se trata de tener un espacio para apreciar la belleza natural que se nos da en esta tierra”, dice ella. Creo que al conservar estas flores, deteniendo el tiempo en ellas, puedes observar realmente estas bellezas naturales.”

Sus obras cautivaron mi atención por su interés por crear composiciones en descomposición, por trabajar con ele-mentos que son efímeros y, como ella mismo lo menciona, por ser “una plataforma para mostrar lo que ya tenemos”6

6. https://edition.cnn.com/style/article/rebecca-louise-law-flowers/index.html

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Ambos referentes expresan con fuerza una preocupa-ción y una apreciación del mundo natural. Las obras de arte de instalación (a veces también descritas como “ambientes”) se pueden presentar en cualquier espacio y este mismo espacio puede generar la creación de otro espacio. Sin embargo, algu-nas instalaciones están creadas para ser contempladas de lejos o recorrerlas.

Lo que hace singular a la instalación es que permite una experiencia completa y unificada, es una obra que se exhibe por un tiempo determinado y sobre todo por su enfoque de brindarle al espectador una experiencia única ya que en un punto determinado cuando las instalaciones son desmontadas, la pieza deja de existir, solamente tenemos registro en fotos y videos, y eso se relaciona con nuestros recuerdos y memoria.

Como dijo el artista Ilya Kabakov :El actor principal en la instalación total, el centro principal hacia el que se dirige todo, para el que está destinado todo, es el espectador.

Desde ese momento mi inclinación por crear una obra instalativa crecía de la mano con ayuda de Cecilia Vicuña y su escrito Palabra e hilo, en los que, en una serie de aforismos o frases aisladas, la poeta chilena hace un repaso de cómo los tejidos y el acto de tejer están relacionados con muchas otras actividades humanas:

7 https://static1.squarespace.com/static/53343bb6e4b0b47198d89031/t/55da0406e4b07cfd7eba2d85/1440351238377/wordthread.pdf

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Pensar en formas vibratorias entre espacio y tiempoActos de unión y separación La tejedora ve su fibra como la poeta su palabraEl hilo siente la mano, como la palabra la lengua Estructura de sentido en el doble sentido de sentir y significarLa palabra y el hilo sienten nuestro pasar —amabas conducen al centro de la memoria, a una forma de unir y de conectar Metáforas en tensión, la palabra y el hijo llevan al mas allá del hilar y el hablar, a lo que nos une, la fibra inmortal Hablar es hilar y el hilo teje al mundo El hijo está muerto cuando está suelto, pero está animado en el telar: la tensión le da un corazón.

La conexión con el escrito de Vicuña fue fundamen-tal para mi proceso artístico, fortaleció no solo mi interés por crear un tránsito entre el bordado y el tejido sino que me guio para ir mas allá en el acto de tejer o bordar, ya que en todo el proceso del escrito me di cuenta cuan difícil es traducir o dar a conocer acciones en palabras, y ella lo reflejaba perfectamente.

En este punto todo se conectó. Acertar con artistas tan-to teóricos como visuales que tuvieran cercanía con mis in-tereses: espacio y tiempo, actos de unión y separación, crear composiciones en descomposición, la fragilidad, lo efímero, la memoria y la naturaleza, entre otros, fue realmente gratifican-te. Me sentí feliz y segura de lo que sería mi trabajo de grado.

En todo este proceso de producción e investigación he encontrado que el gesto de recordar y compartir acciones per-sonales no necesariamente está vinculado a la vida amorosa o

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a problemas personales (me di cuenta, también, de que ese pre-juicio era lo que estaba detrás de mi negación a trabajar estos temas). Más allá de pensar en mí, es interesante explorar cómo hay muchos elementos que te hacen quien eres y que van más allá de quejas limitadamente egoístas.

En este largo camino asimilé que mis intereses van liga-dos a dar honor a nuestros antepasados y no olvidar de dónde venimos porque este tipo de acciones me recuerdan que hay muchas cosas que heredamos y que, si bien algunas son físicas como anillos o collares, otras son más difíciles de definir y tienen que ver con mitos, creencias y comportamientos con los que uno crece y que, solo al compararlos con los de alguien más, puede uno darse cuenta de lo especiales que son. En este caso el poder curativo de las plantas y su relación con nuestras energías.

Mi propósito e interés es lograr que el espectador se sumerja en la obra sintiendo y entendiendo la temporalidad de nuestros problemas o cargas, haciendo analogías entre el pro-ceso de degradación de las plantas y el intercambio entre sus energías y las nuestras. Esta obra ofreció una lección sobre las posibilidades de usar vivencias personales como punto de par-tida para hablar de nosotros desde tradiciones y agüeros, que, además son divertidas de compartir. También puede tener reso-nancias inesperadas en otras personas que pueden preguntarse, a su vez, sobre su relación con las tradiciones sociales o ances-trales que han sido decisivas para su crecimiento y formación.

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María Camila Galvis Laverde Artes Visuales Octubre 2018

Asesor Manuel Kalmanovitz

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Exhibición EmErgEntE iV, 2018 30 dE noViEmbrE a 12 dE diciEmbrE 2018

InstalacIón HIerbera: MI abuela, sus plantas y yo

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InstalacIón HIerbera: MI abuela, sus plantas y yo

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InstalacIón HIerbera: MI abuela, sus plantas y yo

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