a la salida del fastuoso recital - eduardo mariño

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Eduardo Mariño A LA SALIDA DEL FASTUOSO RECITAL (Poesía 1995 2008)

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Page 1: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

Eduardo Mariño

A LA SALIDA DEL FASTUOSO RECITAL

(Poesía 1995 – 2008)

Page 2: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

Ad astra per aspera

Page 3: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

Por si los dioses mueren

1ra Edición:

Biblioteca del Círculo de Escritores del Estado Cojedes, San Carlos, 1995

Page 4: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

Absuelto de las máscaras que he sido

seré en la muerte mi total olvido

Jorge Luis Borges, Piedras y Chile

Page 5: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

I

1. Estoy-tratando-de-atisbarte-una-vez-más. Esa, es la profunda caída en el lienzo rojo, encajada como

la más dolorosa de las culpas: una palabra empeñada que tan sólo se cumple en el jamás, sin

embargo, puedo y debo vivir con eso.

2. He pensado en caminar por muchos lugares; he pensado en sentarme bajo sus

marcas y ahuyentar las voces que habitan en ellos, en procura del verdadero silencio

y la auténtica soledad, la de los yermos parajes que otrora creí jardines.

3. Unos ojos ahogados en rosas, el primer sentido de las cordilleras anuncia un valle y unas canciones y

un jardín y una casa deshabitada y los adioses colgados en la puerta y las solitarias ventanas por

donde nunca podré mirarte llegar.

4. He visto caer la tarde entre fugaces penumbras, he visto tu asombro como en un

vertiginoso descuadre, la luna rasga el cielo buscando un perdón ante su mutable

romancero de agonías.

5. Unos ojos están cegados y la tarde ha muerto ante ellos.

6. He estado esperándote durante años, quizás no es amor y el crepúsculo baña las

rosas.

7. Imagino las ventanas de la casa en el valle: Ni siquiera están abiertas.

Page 6: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

II

1. Tu zapato se desgasta en la grieta que señalaste al partir; no se qué oscura intención

me indica su vital importancia en este descenso de la gloria a la banalidad, del temor

al irracional alarido en el bosque.

2. La mano se estira y frota su piel, empolvada de siglos y palabras que han resbalado

de cada paso integrado a su sensible vibración.

3. Sigue la conversación en tomo a ti; gira siempre estructurada en base a algo que

jamás ha dejado de estar marcado con el pálido signo de las profecías incumplidas.

4. Jamás sabré como terminan tus promesas.

5. Esperar que las grietas se llenen de calzados de dama, azules, quizás del número 36 es

un delito, y asustarse, significa ser absuelto; heme aquí con las manos levantadas,

aguardando otra frase coherente conectada al color de tus ojos.

6. Los de Afuera dicen que ésta vez es diferente, que no siempre encontramos el dolor

al primer intento, y les creo. Ellos (los de Afuera) conocen los instantes previos al

alba.

7. También me conocen, y saben de mis sufrimientos.

8. El conmutador celestial de dádivas y alucinaciones me guía al borde izquierdo de la

grieta, mis huellas sucumben tras de mí y no puedo, realmente no puedo evitarlo; su

fragancia y sentido son ajenos a este pedregal insensato que se arrastra por la grieta,

llenando los zapatos de dama, azules y acaso del 37, de un inconforme sentido de

vanguardia política.

9. Estoy haciendo demasiadas concesiones al tiempo; se cuela en mis palabras,

aguijoneando con su habitual nostalgia, sus promesas, lo poco de piel que sobrevive

a tus caricias de despedida.

10. Te llevaste sólo un zapato al risco; deteriorado y envilecido, hoy marca cruces en los

caminos polvorientos al sur de las montañas, y hiere mis ojos, cual hierro danzante

en el recuerdo.

11. ¡Venid ahora, deslumbrantes artilugios del miedo!

12. ¡Bajad de la innombrable cúpula, hieródulas del desastre!

Page 7: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

13. Reíd ahora de mis huesos fofos y adormecidos en la espera, esencia del dolor

reincidente, escenas de aniquilación en la palabra móvil e infiel.

14. There is nobody in the midnight nest: Nadie excepto posiblemente nadie.

15. Tu níveo pie bailará en esta grieta abierta en mi cara, buscando a tientas el infinito

paso de este imposible zapato de tortuosa corriente; el río de tiempo que nos acecha,

siempre puede convertirse en la peor de las promesas.

Page 8: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

III

1. Es TABU en este altar contar las líneas en la COPA del caballo rampante.

2. Alemania fría y desenvuelta bajo el brazo, tú sabes: Dios reconoce nuestras mentiras

entre las habituales promesas de coyuntura.

3. Tal vez sólo se trata de seis líneas.

4. Una, transcrita en su totalidad (acaso por ser la primera) en algún libro sagrado,

sentencia que debo conocer tu nombre y el del Dios que te custodia aún estando

vendado, conocer el color de los ojos del cielo, el destino del caballo de ORO en la

noche de las luciérnagas de tu cabello.

5. Años después de haber ensuciado los ladrillos de tu jaula con alguna conferencia

pagana, he encontrado un equilibrio, una oración que justifica tanta inexistencia o tan

poca ironía: En las letras de Rosa está la Rosa y todo el Nilo en la palabra Nilo, su perfume

y su torrente; yo, he agregado a mi castigo la tristeza de las lloviznas, mi actual miedo

y otras disquisiciones de abril.

6. Un centauro y la avenida marchita: Realmente duelen esas cosas pues conozco al

dueño de estas y otras espadas de a caballo, conozco al verdadero verdugo del

solsticio.

7. Subo al techo, sonrío a las siluetas y estás buscándome; ya se esconderme, cualquier

tercera línea me salvaría, incluso de la inquieta carta que me aguarda; lo sé, no la he

leído, pero igual me horroriza el no poder ajusticiar sus frases cortas y

necesariamente válidas.

8. Cuarta línea: Un TE AMO.

9. Soy la noche cuatripartita, y sus fragmentos, no podrás contarme entre los muertos

ni entre los que matan. Existen números subterráneos en cada grito, plebiscito o

valoración.

10. PEDIR, invariable.

11. SUFRIR, consecuencia de que la quinta línea no contenga una renuncia; luego,

preguntar, asintiendo las concepciones de laguna, nunca hay un nombre poco

común.

12. ¿He de llamarte viento?

Page 9: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

13. Si hay tempestad se borrará mi llamado, la sexta línea será ilegible.

14. Aún así, este abrazo seguirá llamándose viernes 18 de febrero.

Page 10: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

IV

1. Nos adentramos, paso a paso, en las tinieblas de la noche; traspasamos ese

indefinible umbral, que insanamente algunos llaman crepúsculo.

2. Ellos nos siguen, siempre lo han hecho; Ellos miran todas las sendas y sin excepción

las recorren en su totalidad; siempre vigilando, siempre a la espera.

3. Ellos siempre nos siguen. Sus palabras no están escritas, sus números son desconocidos; sus

Formas, son todas las formas.

4. Todos, son como una mano desesperantemente aferrada al cuello, pero el cuello no

los conoce.

5. Nos han dicho muchas cosas desde que van en pos de nuestras huellas.

6. Por mucho tiempo les hemos huido, pero aún puedo oír a mi padre: ¿Quién puede huir

de la angustia de saberlos vivos? la angustia de su indescriptible presencia, su amorfa e

ignominiosa presencia que tanto horror había desatado en las mentes de nuestros

ancestros, sacerdotes y hacedores de la verdad.

7. Entrando en las profundas simas de las horas más selladas y más terribles, Ellos

están a la zaga de nuestros sueños.

8. Ellos conocen todos los lugares, más ¿Quién les conoce, quién ha hollado jamás sus

oscuros lugares?

9. Todo cuanto hacemos es inútil.

10. Reglamentos, guerras, religiones, cultos, intensas disquisiciones, eternas y sabias

discusiones sobre sus formas, desconocidas, sombrías, ciencias siempre erradas, altas

e inefables tecnologías y la angustia que ellos generan habita en nuestro pulso y

respiración, en nuestras íntimas miradas de miedos atroces.

11. Ellos controlan las almas con el roce de sus uñas y rencores; su señal es el MAL.

12. Un MAL inmanente y etéreo.

13. Lo he oído alguna vez: SON EL DOLOR ABRASADOR QUE SE PEGA A LA

ESPALDA DE LOS HOMBRES.

14. Siempre estaremos adentrándonos en los abismos de la noche, huyendo; y siempre

seremos perseguidos; son nuestra angustia y no hay uno, ni dos, entre nosotros que

escape a su vigilancia.

Page 11: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

15. De nuestras almas ha sido desterrada la esperanza.

Page 12: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

V

1. El mañana, el milésimo augurio, el temible recuerdo, el pesaroso afán del adiós, el

moribundo sacramento, los terribles dioses miserablemente arrinconados en la punta

del sueño; la infancia decreta un espectral silencio, a todo esto, el reto y el asombro

me endilgan una promesa:

2. El jamás, las oraciones, las lunas colgantes, las manos que se ahogan en la niebla, la

cera hirviéndote en los ojos, mintiendo, subyugando. Celaeno, adioses vespertinos,

desigualdades en la última piel que consagran el menor de los derechos del hombre,

del sueño iluminado que arrastra su nombre y su vergüenza; las paredes borran todo

rastro de nombres y los sentidos secretos despiertan una irónica nostalgia de mares,

soles que caen, héroes, viajes inconclusos, historias que giran y giran sin rostro, sin

número, sin nombre, sin tiempo:

3. El ayer, una vela en el horizonte, otra en tu mesa, una cueva en la arena, una

conquista vacía de sangre, abarrotada de intentos previos. La Palabra nombra los

altares prohibidos y las asombrosas líneas del Fuego. Sé que la dura espiral de este

inmenso crisol de ignominias me acecha con su nefasta, negra, abierta e inquieta

cabellera, su diminuta sonrisa de tigre y el puñal al cinto, cruelmente afilado, eterno,

inextinguible en mi costado, su hoja, las débiles ralladuras que ocasionan el

infortunio de una única caricia:

4. La eternidad, de cuyas secretas canciones alguien ha dicho que revelan el lugar y la

hora de un desquite. Con certeza se que corresponde a su infalible condición de

testigo, el considerar esta herida un triunfo, una abrumadora derrota o simplemente

un agradecido recordatorio al Dharma de estas horas bajo el Signo del Desierto de

Fuego.

Page 13: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

VI

1. Intuyo la fantasmal presencia de un ánfora rota y cansada de esperar por sangre,

sacrificio irrevocable de estos tiempos en que seducidos por el viento, volamos sobre

las sagradas colinas del poniente, donde reina la roja espuma, aguardando nuestra

partida.

2. Destino seguro de las gotas de sangre, el ánfora, el semicircular espejo y su infinita

espera siguen siendo sentencias, decisiones en el juego incomprensible de los

antiguos símbolos y sus conciencias de barro, endurecidas en el miedo.

3. Con el temblor, llegan las canciones, con ellas, la fuga y el regreso a los

acontecimientos de una tarde, a un remoto intento de subversión ya enrojecido y

hastiado.

4. Anhelos. Un nombre comentado en voz baja se vuelve un Amén, oración y anatema

que enciende los calendarios que has conocido y admirado por años bajo estas nubes,

que jamás han revelado el Secreto, que enamoran a la Luna con sus matices de sol

oblicuo, goteando sobre esta herida ánfora, sedienta de la vida que los arreboles nos

arrebatan cada atardecer.

Page 14: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

VII

1. El tiempo empezó en un temblor de labios, en la infamia del miedo de sus ojos

mudos y enamorados del alba.

2. Recordando la década he vivido el infinito esqueleto de un roedor silenciado de

asombros; el momentáneo quejido y los pasos contrariados de espaldas al destino,

supuestamente implacable, me aguardaban al sonar de los ecos en el techo.

3. Era de nuevo la hora obscena e inconclusa, la quinta palestra y el golpear en la mesa,

con que regularmente se han iniciado los peores combates.

4. Hubo un mutilado juramento y una posterior trasgresión, incalculablemente

recordada; de llanto, de una tez clara y su llegada, envuelta en misteriosos azares.

5. Era de nuevo la inminente y lacerante decisión, los abismos en la mano erizados de

malentendidos, convicción que solíamos comprobar asimilando la ternura del enojo,

la sencilla seguridad de los encuentros, la inevitabilidad de los amaneceres en azul.

6. Esperaba el momento, como otras veces; no las circunstancias.

7. Imaginaba unas cuantas palabras, algún preámbulo, vueltas alrededor del bendito

pozo, el pecho rasgado dando la oportunidad a una confesión o a una culpa que

aceche en la rosa que cuelga del cielo.

8. Nada.

9. Los muertos de mi propia obediencia, mi fe en una posibilidad encajonada y ciega.

10. Nadie aguardaba a nadie; no hay negación en los ausentes ojos, no me recorre ya, la

pálida caricia.

11. Aún así, noches y luciérnagas, símbolos primordiales, no me insinúan respuestas; se

quizás nunca lo harían.

12. El tiempo de la espera, en ocasiones no deja de dibujamos sendas y tormentos,

esperanzas, alusiones al incorpóreo sueño, monolitos desertores, lluvias en abril

desmoronando las pocas ocasiones y los gestos consoladores.

13. No acudir al punto culminatorio, a la hora indicada, borrar los signos, las ceremonias

y las razones; tener diez años temblando en unos labios, conmemorando un conjuro

muerto, agujas tenues en la voz, temor al contacto, las palabras locas desviando al

mar, aire poluto de inclemencia, tu inconstancia.

Page 15: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

14. Los amaneceres, siempre los amaneceres.

15. Cada día nos ha hecho más respetuosos, las tradiciones, los mitos, las querellas, las

entregas, no terminan en un sordo bramido ni en la guillotina de un adiós. Hay otras

palabras para nombrar esta tristeza.

16. Siempre será necesario recordar.

Page 16: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

VIII

1. Hace siglos que llegaron.

2. Traían infinitas Troyas en sus ojos y en su sombra estaban escritos los nombres de

los reyes blancos de Zimbabwe.

3. Seguros de sí mismos, no miraban atrás al bajar de sus pedestales.

4. Y no sabían sonreír.

5. El filo de la daga y el iris irritado de su enmascarado símbolo de la guerra nos

enseñaron a verlos con la cabeza gacha, la frente alicaída, los puños tensos e

impotentes.

6. Raudales en las sienes y en el pecho atormentaban nuestras sacras horas, las

búsquedas eran infructuosas.

7. Todo parecía indicar que se quedarían, desafiando toda lógica, asestando impunes

ráfagas de oprobio y maldición en nuestros yermos paisajes, en las desoladas laderas

de nuestras gélidas montañas.

8. Nos llamaban por nuestros nombres como viejos conocidos, con la calma irrebatible

que sólo dan la oración y el contacto con la divinidad.

9. Nos hacían ofrendas y regalos, tratando de ganar acaso un mínimo de confianza de

nuestra parte.

10. Por otro lado, encendían grandes piras funerarias en los lugares más sorprendentes;

un agujero en un acantilado, un árbol extinto, un islote deshabitado en medio del río;

lugares todos tan disímiles y por supuesto inapropiados.

11. Levantaron un gran monumento en las afueras del bosque, le rodearon de espinas, le

rodearon de cruces encendidas y ofrecieron bailes y orgías durante varias lunas.

12. Nos mantuvimos siempre a la expectativa, claro que si; siempre estuvimos dispuestos

a luchar, más, nos han vencido sus rituales, sus sacrificios; han ganado nuestro favor

encendiendo braseros, saqueando Iliones, modernas Uruks de murallas aún más

escarpadas.

13. Ahora somos sus Dioses, a ellos nos debemos: Lo mero contemplativo debe

postrarse ante la guerra.

Page 17: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

IX

1. Recojo las hogueras en un vistazo a lo innombrable; un pájaro que es una roca, un

faro, que es todos y cada uno de los nombres que me inventaste en las calles de esta

inconfesable Babel de bahareque.

2. Una a una las manos sacuden la ignominia, y detrás de ellas el movimiento, el rostro

y tu lunar en la barbilla.

3. He presentido antes de hoy la huella que mis pecados dejan a lo largo de tu cuerpo.

4. Veleidosa.

5. Las Diosas hoy no son un recuerdo ni un saber olvidado.

6. Siento el crepitar de sus rencores, siento que ahogan gemidos y mentiras que no se

corresponden con una teología coherente.

7. Este pájaro de fuego, ya no es un fénix, si no una especie de medalla, un honor

secreto enjaulado en los ojos de un orate; un poema dormido en una botella

medianamente escanciada tras los muros alfombrados de estrellas, libros, retazos de

piel quemada, promesas, separaciones, arpegios, inútiles folios que el Miedo jamás

me ha permitido rescatar de su incendio.

8. Viendo caer sus plumas, me asombro de permanecer con vida a pesar de su brillo, su

fantasmal temblor, un frío inaudito que se descose de mi pecho en un tiritar que

ignora fronteras espirituales y morales.

9. Sacrifico la presa de mi enemigo.

10. Inutilizo sus Órdenes, la víctima arropa mis fuerzas: Sonrisa de hielo, eternidad

inclemente, alas del Miedo, no me arrastren a esos infiernos, a fin de cuentas ya estoy

recogiendo las hogueras en mi piel, encuentro los Santos Trazos en un arrugado

pellejo, vil de amor.

11. Hago acto de presencia.

12. Ahora somos dos las víctimas de la hecatombe.

Page 18: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

X

1. Argumentos infrahumanos se acumulan con la tragedia de esta tarde, en los pañuelos

del adiós definitivo.

2. Argentinas caricias vuelan, vienen y van desde y hasta ninguna lánguida mejilla

desnuda en el asombro.

3. Esto no es ira ni mucho menos; estamos ansiando la resurrección de la carne antes

del verano en la tundra, antes de la obscena y moribunda infancia.

4. Yggdrasil es la horca del infortunio a la vista del Dios alado e inconforme que habita

nuestras entrañas malditas, mal enfocadas con su color y olor de cáliz deslizándose al

mundo del sueño y los ágiles gatos de acero, gusanos en el borde de la cara, filosa

cara que desprende las rosas del pecíolo desconocido, descontento tras la ventana al

mar: Mar de soles, soledades, soliloquios soldados de mi ausente quimera de

templario; años tras la ventana, tras el odio y la dicha de ver el muro sobre mi cabeza.

5. Huyo de la mezcla, del desorden y me fragmento bajo el cielo dibujado en tu piel,

enojo al juez y caigo.

6. Fraguo un nuevo intento, grito y caigo.

7. Estas guerras me invaden por dentro y por el brocal caigo al pozo sangrando algunas

letras de tu oráculo fresco y decidido.

8. Rumor de huesos dentro y fuera de mi cara, furias que revolotean sobre mi tumba,

caídas inmensas en una tarde de ansiosos pañuelos; todos hemos caído alguna vez y

sin embargo, amo el cielo de tu piel.

9. Al final del sanguinolento pozo, al final del juramento matutino, al jurar en la maligna

mañana que nos acecha el humo y la vergüenza, entre las hostias y las caídas, caigo.

10. Mi epilepsia dormida brota de tu palpitar de nube, yo callo las místicas oraciones para

negar la voz de quien jamás nos ha llamado a fabricar profecías; yo caigo y paso a la

cámara de la balanza, con el espejo al hombro, caigo con el espejo profundo y soy

pesado infinitamente en el pozo de la muerte secreta, en los laboratorios de la tristeza

terrenal y barroca.

11. Tengo la venda en los labios y me lastimo con la tarde envuelta en pañuelos que nos

está abogando mujer.

Page 19: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

12. El círculo de mi cabeza, arrancado de un firmamento verduzco, indecente, se desgaja

en alfilerazos y premonitorios quejidos; un barco de espuma salvaje me roba la calma

y los silenciosos muertos de la alborada.

13. Caigo mujer, en la trampa del papel y la letra amorfa, en la trampa del secreto sentido

de unas pisadas borrosas en el desierto de la roja arena.

14. Ajeno a la Esfinge, a mi propio enigma, rindo tributo a este despeñadero de roncas

voces donde muere mi canto, mi ser.

Page 20: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

XI

1. En esta iglesia circular abundan el desgano, el mezquino interés, la vil traición.

2. Todos sabemos su nombre, origen e intuimos su finalidad; todos le hemos visto

alguna vez, y todos, sin excepción, hemos sufrido el latigazo de su sombra cual

mortaja.

3. Estábamos, al igual que ahora, esperando, afuera.

4. Adentro había muchas sombras deambulando de sala en sala, sin descanso.

5. Nos habían hablado de una mueca, una plegaria, una espera, mientras nos

ocupábamos principalmente de danzar en tomo al fuego central de su nave,

enamorados del crepitar, del vibrar de su efluente sustancia, de su intensa locura bajo

la quinta luna de septiembre.

6. En los alrededores de esta iglesia circular existe ese sentimiento arcano que de una u

otra forma, todos experimentamos en la cercanía de un funeral.

7. En esta iglesia circular los días son fríos y las esperas, intensas.

8. Una estampida de huellas en el techo le ha dado un aspecto sombrío y un enigmático

sentido a sus chapiteles; las agujas rasgan cada amanecer, cada tormenta, cada eclipse,

con la misma impasibilidad.

9. Aquí, cada año bautizamos nuevos quejidos, amargas y espesas acuarelas medievales,

taciturnas alondras fundidas en los curiosos arabescos y temerosas (¿por qué no?) de

sus ambiguas gárgolas.

10. Es cierto, hemos sido culpables, todos nosotros, de su incólume liderazgo, sus

vertiginosos Te Deum y su grisácea presencia en los sueños de los apenas iniciados.

11. Estábamos, sin embargo, esperando afuera, sentados y en silencio, conscientes del

Daño que significaba para el resto del mundo mantener sus puertas abiertas y sus

campanas en continuo redoble.

12. No somos los sacerdotes, más estoy convencido que su existencia sería menos

detestable si nuestras voces no cantaran bajo su cúpula ennegrecida.

Page 21: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

XII

1. De nuevo soñaba con los negros lagartos, de ojos rojos y brillantes, mirada astuta y

curiosa, de seguro confiados en que no podría defenderme, como siempre.

2. Saben que les temo.

3. Me escondía de alguien que jugaba a incendiar la casa, con claras intenciones

inquisitorias; me acusaba de hechicero, alquimista, devorador de libros y carpintero.

4. Me gritaba párrafos enteros de los evangelios y otras sagradas escrituras, como tus

poemas y cartas, testigos de la injusticia y la crueldad de su persecutoria venganza.

5. Los lagartos me veían y sonreían entre sí con marcada complicidad.

6. Ellos saben que no puedo verles bien el rostro y que les huyo, especialmente después

del orto, cuando desaparecen las sombras chinescas de la pared de enfrente.

7. Me buscan con la mirada, con esos ojos mezcla de rabia y carcajada (supongo que

todos los lagartos sienten rabia, pero alguna vez deben sonreír).

8. Mi perseguidor se acerca y los lagartos susurran; me agobia esa sensación de ser una

víctima que desconoce la proximidad de su muerte, del desenlace de esta comedia

cruel que arma con su espada y sus ardientes teas; flama y odio, venganza y

remordimientos lejanamente acariciados.

9. Los lagartos siguen esperando, aguardan conmigo, mi ya dictada sentencia.

10. Aguardan por mis intentos, ya vanos, de evasión.

11. Conocen mi escondite.

12. Conocen mi indefensión.

13. El se acerca lentamente, los lagartos están a punto de gritar, enloquecidos quizás

porque presienten el fuego y mis alaridos de angustia.

14. Ahora salta sobre mi cabeza, todo gira, estoy atado de pies y manos, debajo de mí, la

inmensa hoguera.

15. Los lagartos, como viles salamandras se revuelcan gozosos en el fuego.

16. El sonríe; luego lanza una carcajada burlesca.

17. Atisba su triunfo.

18. Ahora, el fuego ha salido victorioso.

Page 22: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

19. Bajo la luna, en el descampado, un numeroso grupo de lagartijas mira con asombro

el primero de los rituales del nuevo ciclo.

Page 23: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

XIII

1. En una común y mortecina ensoñación es posible dar cabida a figuradas batallas,

ilusorias mortajas arrancadas de tu pelo, presto a configurar pálidas despedidas,

inmundos rosales rodeados de principescas blasfemias de ladrillo y bronce.

2. Sacúdeme, por favor, con un imaginario relato de la discontinuidad de ciertos ríos y

unas tardías flores jamás entregadas.

3. Estoy tendiendo a oscilar macilentamente ante tu rostro engrisecido, tumefacto,

aterido de frío y malherido de sueños de algún pasado no muy cierto en numerosos

días de este mes, incógnito aniversario de fortuitas metamorfosis y simbióticos

silencios.

4. Octubre se trastoca con los eternos abriles que habitan entre tus dedos.

5. Avanzo sin dejar un rastro perceptible, rompiendo la calzada con frías y anticuadas

miradas de nostálgica introversión.

6. Jamás he pretendido vivir y dejar vivir, pues la inquieta constelación de mis temores

comienza a restituir parte de mis tristezas que extrañaba desde hace muchos años

desde que un Octubre, un Abril similar, habían arrancado el océano de mis manos,

los sueños de mi piel, los misterios de mis ojos ciegos de no ver más tu sombra;

secos, de no dirigir oscuras motivaciones a esta nada insondable, al eterno mentir de

las catedrales de tu infinito pueblo; tu resumen de silenciosas madrugadas, sórdido y

románticamente lúgubre. Insondable catafalco de lluvia, calor y ahogos que jamás

hemos visitado por completo.

7. Vamos a empezar una vez más el recorrido y vamos, una vez más a perder el sentido,

lo sé.

8. De noche es fácil disimularse en la neblina del recuerdo, en la brisa, en quien sabe

cuantas esperanzas rotas que caminan somnolientas buscando la ilusoria paz, que

sólo he conseguido, por breves instantes, ante una fotografía que ya tiene varios

Octubres atrapada en unas manos frías, muy frías.

Page 24: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

XIV

1. No son pesadillas, la planicie se abre a mis ojos, los dados tiemblan en tus manos, el

objeto del viaje aparece difuso, (¿subterráneos? ¿gritos?).

2. Sus cabezas están rapadas y vigilan la herida cornamenta de la atalaya, que a su vez es

el faro y decididamente permanece como símbolo a pesar del número señalado por la

mirada que se estremece al ritmo de los horadados cubos de madera.

3. Su mágica presencia me ha convertido en noctámbulo perseguidor de sacerdotes.

4. El deber es inevitable si el placer rasga las cofias y los breves tocados del dominio,

debemos asegurarnos de mantener el Poder sin corrompemos, sin embargo, es

necesario perder el rostro en el instante justo, girar suavemente, levantar la mano

izquierda y la frente a un tiempo, el estruendo procediendo a la súbita iluminación,

giro perfecto, la niebla se estremece herida, adivino el color del número y sé que no

me pertenecen sus secretos.

5. De nuevo salgo a descampado, no hay estrellas para guiarme, pero adivino las formas

del camino; parálisis, atomizados recuerdos, respuestas inconfesables, frío, laberintos

matizados de angustia y yo que no conozco el número que sigue el primer paso.

6. Acaso los signos viajan en otra dirección. El cielo se refleja en sus cabezas,

fragmentando la memoria en sus aspectos menos conformistas (¿muerte?

¿precipicios?).

7. No lo sé; la torre no esconde los números, sólo vigila sus encantos, los números, los

redondeados hoyuelos en la planicie enrojecida del regalo que el penúltimo visitante

le apuesta al ingenuo azar de tus manos.

8. Yo no he visto tu rostro, más sus números me revelan la senda.

9. Tú no sabes cuántas líneas, iglesias, muros enmohecidos, lunas de antigua ceniza,

sueños angustiosos, rosas y vientos subliminalmente enfrascados en la lucha de los

años me llevan a tu regazo.

10. Mientras no lo sepas, el mundo esperará por los azares de un par de dados.

Page 25: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

XV

1. He visto desdibujarse los rasgos de mi rostro en la diáfana oscuridad de un espejo;

presiento golpes de hacha, gruñidos, inconformes bestias que reptan sobre el techo,

llenando mis horas de viejos olores.

2. Se rompe el mito, la historia suele ser implacable.

3. Los espejos -lo dijo El Profeta- son abominables porque multiplican al hombre, al

universo, la idea. De hecho, al multiplicarme, este espejo me desgasta y aturde.

4. Veo razones para una queja, en la minuciosa orquestación de alguna Parábola:

Te fijas, los muertos andan por las calles con la boca muy abierta y las manos

extendidas.

Eso es muy común; acostumbro pensar en ti a esta hora de la noche.

Hay muchas cruces, ¿por qué?

Aquí todos dormimos temprano y las calles están recién pintadas.

¿Si?, siempre creí que todo formaba parte de algún plan maestro, tu sabes, la

redención y el acoso definitivo.

Es bueno descubrir que aún hay gente que piense como tú. La vida se nos hace un

juego de llaves totalmente inservible, te dije una vez ¿no es así?

Es cierto, aún es cierto.

5. He estado dándole vueltas a conversaciones de este tipo, y en verdad disfruto morir

con ellas cada noche, leyendo al mismo tiempo, los símbolos del techo, interpretando

su incierta premura.

6. Es jueves en la noche, estoy cansado.

7. Tu recuerdo es un espejo vibrando dentro de mí y sólo pienso en regresar al Templo.

8. El zig-zag de este anochecer traiciona mi resistencia.

Page 26: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

XVI

1. N’Kai, Kadath-en-el-gélido-desierto, tantos nombres, lugares, ciudades, rocas,

rincones, rostros, palabras dudas, miradas, abandonos inmisericordes, revelaciones

súbitas, Iluminaciones.

2. Afuera los truenos, las fugaces señales de alerta.

3. Alguien aguanta la tormenta en sus ojos sin llanto, resbalan en mi rostro los

fragmentos de un roto cenit, adivino en ellos un misterio.

4. Sembraste una rosa, guarida de un hechizo ancestral incognoscible y profano.

5. Modificas la penumbra, desde tus manos la rabia es un intrigante karma, los destellos

quiebran las miradas.

6. Calma, hay ciudades afuera.

7. Calma, no han muerto los poderes.

8. Calma, está lloviendo, renacen las cítaras dormidas, su fuego es arrasador; su templo,

el universo entero.

9. Colgado del tobillo lo interpreto con un grito, moribundo en medio de la sinfonía de

los arbustos.

10. Falsa decisión, falso coraje, huellas de fango en las espaldas, la aurora se mece de Ur

a Nippur, cambian salvajemente los rostros del cielo; horizonte angustiado, dunas de

mentiras se te amontonan.

11. El desierto se disuelve por entero, los trazos de luz invaden los secretos refugios.

12. Llueve en N’Kai, en Kadath-en-el-gélido-desierto; moscas, miseria dolor y ruinas se

agolpan bajo el negro e impávido Dios sin acólitos; llueve en Uruk, en Kish, en las

ruinas de mi alma, en la tuya, en las almas sin cuerpo.

13. Azotaste las paredes, solía llover así en Celaeno.

14. Voluptuosas ensoñaciones se levantan de la arena reseca.

Page 27: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

XVII

1. Intentó ser el enemigo, a mediados de un septiembre relativamente ajeno, dislocado

en la enfermiza memoria, en la utópica sinceridad de algún escarpado silencio.

2. El amanecer estaba nublado en sus cuatro puntos, la visión de un horizonte

negruzco erizaba antiguos miedos y evocaba martirios innecesariamente hechos

añicos, polvo, por las flamígeras cruces del aniversario.

3. Llegaban a su fin, aquel día, los diálogos y las alianzas que mantenían con vida, una

incoherente armonía y precisión en el avance y retroceso de ciertas sombras y

procesos.

4. No obstante la decisión tomada y su voluntad de ejecutarla, una cautelosa espera se

dibujaba en sus gestos; su pronunciación de los psalmos no era defectuosa, al

contrario, una profunda y metódica regularidad hacía de cada frase una verdadera

sentencia acertada e irrevocable.

5. Con extremo cuidado pasaba las apergaminadas páginas de un viejo diario, una

inverosímil bitácora de sus desvelados propósitos y ansiedades; calculaba en silencio

su volumen e importancia, sin mucha prisa, como para no ahuyentar sus espíritus.

6. Un incorpóreo astro se esforzaba por elevarse tras la densa mortaja de nubes que

entonces llevaba por techo: una estilizada, barroca y paranoide cúpula que enfriaba

su alma, inflamada de odios y rencores.

7. Intentó ser el Enemigo, un septiembre cualquiera.

8. Más, se le hacía difícil terminar de amanecer y no tener aún armas en las manos;

apretó con coraje los barrotes que le separaban del mundo, con fría indiferencia.

9. No tenía una daga, un libro, una palabra; no podía en absoluto hacer mella en el

anagrama de sus anteriores semblanzas e ideologías.

10. Si, se encontraba totalmente indefenso.

11. Y de enemigo, quizás tendría que pasar de nuevo a ser víctima de sus propios

miedos.

12. Pero no llegó a ver la luz del Sol.

Page 28: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

XVIII

1. Los antepasados en la leyenda del murmullo andariego, mi sueño inconforme y

móvil, están soplando tu nombre alrededor del círculo inestable de los días; señalan

mis confesiones, relicario de asombros que bien he sabido guardar de las ceremonias.

2. La caída del cielo en tus ojos tristes me ha tatuado una culpa, un minuto de

resguardo y un gran montón de frases muertas a nivel del común acontecer.

3. Cae la tarde, el impulso definitivo no será el llanto, ni los gritos, jadeos, alaridos de

rabia; no es mover de un lado a otro esta pesada añoranza de las verdes palabras, el

invierno que comenzó en el labio inferior, no fue en la mirada (ah, en la mirada) más

que una inconfesable pregunta.

4. Voy a llevar un saco al fondo del patio.

5. Voy a medir una a una las horas.

6. Iré a cantar sobre el muro

7. Mentiré, robaré y ejecutaré otros doscientos catorce pecados, muchos de ellos aún

sin nombre

8. Un vestido rojo, una vela, una guitarra, una antigua melodía, configuran mi rincón

lleno de espíritus.

9. Un ídolo de roca me observa.

10. Mi reencarnación falla en tardes como esta, el hilo de Ariadna es una

malintencionada utopía en todos sus términos: Esconde una atroz sencillez en su

imperceptible temblor.

11. Mis antepasados quemaron incienso y se pintaron brazos y piernas con los colores de

mi bandera, con los de una tarde cualquiera, acaso con ninguno.

Page 29: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

XIX

1. La barranca se adormece bajo mi propio ensueño, la tarde arranca flameantes

penachos a la tortuosa corriente que tarde o temprano, de un modo u otro,

pronuncia suavemente tu nombre y como águila de fuego, irrumpes a mi jungla; la

enramada tiembla y nuestras sombras son una máscara seductora y ambiguamente

tierna.

2. Vienes a enseñarme la verdadera magia, la de los héroes que miran al interior de sus

crepúsculos sin miedo a caer en eternos retornos a sabiendas que no todo está en ser

sólo héroes (muchos de ellos mueren sin conocer el Orden que se esconde tras los

majestuosos vuelos y las miradas entrecortadas que traes en los ríos, en tus níveos

brazos, tus alas, fénix crepuscular, glorioso bennu, Ishtar amada...)

3. Siempre lo he sabido, la vida es como un río de fuego que nos hace repetirnos a cada

instante.

Page 30: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

XX

1. Este mar azota mis ganas, forzándome a sentir de nuevo los pesares indignos,

innombrables, que llevo en la médula del rostro; segunda piel que amarga mis risas y

agita mis lágrimas.

2. Este mar, cruel baño de ironías envolviéndome.

3. Recuerdo esta muerte como acaecida hace muchos años, mientras sucede frente a

mis ojos: la tendida curva del acuático puñal, los gemidos y la angustia.

4. Son precisas, como uñas en los ojos, las voces del olvido casi descuidado, casi

humano.

5. Me atrapa una voz suprema con su amorío, sus retorcidos cuernos de luna al oeste de

la mirada, en el sostenido ayuno que conmemoro con esta cristalina sangre, llena de

la canción del vidrio y el metal.

6. Hermandad rota; incipiente trasmigración que duele escuchar bajo estos mares.

7. Muere ante mí una palabra y su crispado rostro me lleva al primigenio abrazo.

8. He perdido mucho tiempo cazando soluciones desde la acera del frente; mas niego

estar viviendo una farsa ¿acaso este mar-océano no es un retomo, una ascesis

invertida?

9. Me han golpeado tus fallos y economías de enojo; también, el primer aguacero

nocturno en abril, siempre a la espera de un mínimo rato de nostalgia que arrecie sus

energías, salpicando las inmutables columnas del cielo con sus mugidos de océano en

angulosa y fría cascada; constante señal de una presentida defunción, deja-vu de un

alma errante, meditabunda entre mis escombros, esparcidos bajo este viento soez y

angustiante.

10. Espejismo, estigma, maldición de un par de siglos, rostros en el barro, huellas en el

agua que edifican una silenciosa carrera en medio de su incesante pálpito; gotas en

los ojos, dentro de ellos, una fugitiva acechanza que saluda a los halos en las

luciérnagas y alucina un aguacero al fondo de su desdicha.

11. En la vigésimo quinta noche después del solsticio, te estoy pensando, viniendo

descalza bajo la lluvia, empapada de mis tristezas.

Page 31: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

XXI

1. Aldebarán me vigila a través de la infinitesimal oquedad de un sueño premonitorio.

2. Me ha guiado al sobresalto y las penumbras, que no son ningún capricho del origen.

3. No puedo fiarme en este momento de quienes presionan el gatillo y atraviesan los

aposentos con gran escándalo de humo y voces quemadas con la ira.

4. Como un cruel remedo de neón y sonrisa, me vigilan en mi propio nido, como si un

tigre me inundara de lágrimas al rostro, como si al descubrir el cielo aprendiera el

temor a las consteladas sospechas que pernoctan más allá de mi catre.

5. Siento unos curiosos terciopelos atrincherados en la invisible voz que envuelve tu

misterio.

6. Oh, si al menos las angustias señalaran el camino de la amplitud.

7. El fuego se toma su aliado en el laberinto principal, y quienes han husmeado en pos

de una señal de la divinidad presienten esta inmensa necesidad de un grito.

8. Aldebarán en su vigilia al sur del crepúsculo me enseña a decir las mentiras y callar

los juramentos donde la burla llega a través de la cruel mordedura de esta fiera en mis

manos, en mis ropas, mis libros, el surco en el cielo, las nieblas en los campanarios

del confín de mi desierto poblado de espíritus, amaneciente ya, cansado de yerme

esconder el rostro entre las sábanas, ligero de valor, atrapado por un débil y rojizo

espectro que palpita con el oleaje del oscuro Lago de Hali, el encamado y furibundo

ojo de alguna ingeniosa pesadilla de abril.

Page 32: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

XXII

1. En pocas palabras, me proponía escribir la historia de la espuma, del rocío, sin

pensar ni un instante en el desierto y sus arcaicos eriales de viento y desolación, que

desvelan las constelaciones oscuras y los ojos de los chacales.

2. Me proponía el infinito y perfecto círculo, sin dar cabida a los quebrados ángulos de

mis permanentes temores.

3. ¿Acaso los calendarios son las retractiles alas del sueño?

4. ¿He consumido el último vaso de mis fortuitas indecisiones?

5. No veo salida ante este extraño estigma en mis manos, palabras y filosofías;

desconozco mi propia medida y complejidad, ignoro el lugar donde descansa

dormido un anhelado perdón, escondido bajo un lecho sempiterno, inamovible.

6. Las rocas se tensan a mi paso, como llenas de una telepática y sublime agonía,

solidarias a este desvarío en pos de un rayo que ilumine mi andar.

7. ¿Cuántas Noches caben en la palabra noche?

8. ¿Cuántos nombres he querido dar a ese ancestral Nombre?

9. Sé que hay una fosa esperando mi promesa llena de rostros y flores; sé que me

aguarda, inmutable, el despertar de algunas místicas verdades, ya propuestas al

camino y sus habitantes, en abril 2 de 1894, cuando apenas era un niño con las

manos en los bolsillos y la mirada febril de quienes jamás olvidan un nombre.

10. Me atrevo, si, a retar una vez más a ese escapulario de intentos que llevo atado en la

mirada y el discurso; mi incipiente conocimiento del orbe sigiloso que me acecha

Afuera, me proporciona la clave y el argumente de esta intestina lucha, de

insospechadas secuelas.

11. Me proponía hacer la historia de la espuma y del rocío.

12. La espuma, ya flota sobre mis sueños; el rocío aún aguarda un rostro lleno de

promesas, con muchas flores en sus pupilas.

Page 33: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

XXIII

1. Una tundra de cabellos enardecidos me prolifera bajo esta mutable envoltura.

2. Tripartito rencor, viejo y encanecido con la innombrable Espera.

3. ¿Estábamos acaso en el límite?.

4. Adivina los colores sacros: diez años con la palma de la mano en el filo hiriente del

desarraigo y la traición.

5. Te dedico líneas, si; reparto rechazos con la bruma matutina, ya no me ves a menudo

y sin embargo...

6. Entra la señal al cerrojo, esperando los sordos guiños, los macabros asentimientos de

las falsas historias que invento, viles álgebras en los gráciles castigos de tu peinado.

7. Está bien, ya son las tres menos veinte, esta decisiva etapa se nos diluye de hastío

página a página, semana a semana, llenando de inconstantes garabatos la sincrética

fraseología de un réquiem.

8. Se nos diluye la escena con el vaivén del dedo en la sien derecha.

9. Muevo las agujas, tejiendo un cósmico abrazo bajo el piso.

10. No me acostumbro aún a este silencio diletante, subido de tono, amargo, molido en

el dedo que gira, que gira; no, no podré.

11. Busco líneas anteriores al desastre, y todas han muerto con las letras amando quien

sabe cuantas negaciones semejantes en la inaudita costumbre, que aún no llega, que

jamás lo hará.

12. Libertad que roncas en los nocturnos alvéolos, trae a mis manos la llave; la cristalina

puerta y yo aguardamos la voluntad de la lluvia.

13. Estudio cada movimiento, intentando separar los recuerdos de las necesidades

prioritarias, con la ilusa finalidad de transferirme a otra ruta, de solicitar el favor de

otros Dioses, sin ocultar el deseo de dormitar en tus labios; este rito aún no concluye y

dispongo de todos los medios minutos que requiere esta espera.

14. La premura y el trinar de mojados pasos no están lo suficientemente cerca como para

alegrarme; temo, sin embargo, a esa ineludible verdad que hasta tú has comprobado.

15. Abusar de los detalles es poco usual entre nosotros, por eso, nos parecen

pasmosamente lentas esta reiteración y la invitación al arte.

Page 34: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

16. El calmo y pausado movimiento tiende a ser la constante en mi vigilia, transmutada

en alucinante espera.

Page 35: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

XXIV

1. Estos años comienzan desde ya a morir con otros nombres, estallándome en el

rostro con amarga ironía.

2. Vivo, mejor aún, sobrevivo una imposible espera cuyo comienzo desconozco y que

al final tal vez sólo me arroje al abismo desesperado de seguir en ella.

3. La noche se me espesa en los ojos, como ya lo ha hecho antes, como ya lo ha hecho

siempre.

4. Cautelosamente levanto la tapa: El libro es viejo, igualmente antigua es su sabiduría.

5. Dicen que una de sus palabras es el Nombre Secreto del Dios.

6. También que quienes jamás lo han leído, no pueden esperar Su misericordia.

7. Lo cierro con violencia, estoy seguro de merecer algo mejor.

8. Recorro lentamente su lomo, siento las frías letras reagrupándose en un nombre

prohibido.

9. Un torbellino se agita entre sus amarillentas páginas y las vaporosas historias que

esconden las inofensivas líneas y triviales liturgias.

10. Siento la mancha de vino, solitario recuerdo de una agradable discusión, una ilusoria

madrugada, la pluma en la mano, la vela temblorosa, el pulso agitado, la palabra

preciosa ahogando un gemido, un cálido aliento a mi lado, en la perenne sombra que

me acompaña, sin ser verdadera.

11. ¿Quién conoce las formas de la Sombra?

12. ¿Quién reconoce su voz, su abrazo?

13. Yo la he esperado por años, y más de una vez, mis sentidos se han engañado; he

abrazado el vacío inerme y la burlona sonrisa de un nuevo día; mas, no dejo de

esperar su llegada, su mano fría, su mirada triste.

14. ¡Ah Sombra!, ¡Ah Muerte!

15. ¡Ah poesía incansable de la nostalgia!

16. Mis ojos alucinan página tras página, buscan con avidez una frase, una escueta

plegaria. Palabra, palabra, palabra; dale un perdón a sus infinitos sueños:

Capítulo Ciento Cuarenta y Cuatro; Verso XXL: He cubierto mi camino. Te conozco y

sé tu nombre, y el del Dios que te guarda. Te llamas: Espada que corta al pronunciar su

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nombre, Diosa de rostro vuelto atrás, desconocida, vencedora de quien se acerca a su llama [...]

tienes la sentencia del que está vendado.

Page 37: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

XXV

1. Afuera ruge la tormenta con gran obstinación, voluble y a la vez perfectamente

clavada con sus destellos, en el temblor de tu mirada.

2. ¿Aún me oyes? ¿Sabes cuántas cuentas penden en la cola del relámpago? ¿Quién lo

sabe?

3. El destino es una ráfaga de viento que nos salpica el rostro de lodo y lluvia fresca; el

Destino es una vil artimaña de los Dioses para

esconder su incompetencia.

4. Levanta la cara, el fogonazo.

5. Dime si sigues lloviendo.

6. Suspira lenta y sinceramente, como el respirar de las eras a través de la inerme piel

del cielo; siente el rumor bajo tus pasos.

7. No, no vayas ahora, hace frío y mis manos están yertas de miedo.

8. ¿Has visto?, algo nos junta con enfermizo desgano o aparente desolación; comienzo

a creer que jamás vinimos de donde vinimos y que nunca llegaremos a donde vamos;

este es un duro retrato de los dolores de la tierra, sus entrañas molidas y mi

pensamiento en tus ojos, tristes y consumidos casi, por los rayos y los truenos, y las

horas, y mis acosos infantiles, y [...] bien, no comprendo algunas cosas.

9. Estos apuntes crecen día a día, y tengo la firme convicción de que los movimientos

que adivino en tu pelo no se deben tan sólo a la tormenta, hay un rítmico presagio y

ligeros vaivenes de reproche que prefiguran posteriores roturas del sacramento.

10. No, el techo no cederá aún, te lo prometo.

11. Deja que siga lloviendo, y si acaso cierro los ojos, Yaddith habrá dejado de brillar en

ellos.

Page 38: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

XXVI

1. Y luego sólo pensar.

2. No.

3. No pensar.

4. No creer, sin alumbramientos entre tantos años no creer.

5. Que tantos años.

6. Donde muere y surge.

7. Allí entonces volver a verte.

8. Retrocediendo por supuesto ¿Sino de qué otro modo?, ¿Cuántas veces?

9. Olvidándose uno cada uno cada uno de uno que de ningún proceso es dado estar a

salvo.

10. Volvió, pero atrás estaba también, en la hora menor, y la apología del crimen

reseñado de ambigüedad en trastorno no deja dudas del lugar a como en la cavidad

del sueño.

11. Cavidad por supuesto indemne.

12. Ahora, es el señuelo ideal que se plasma en su retomo siendo propicia la llegada,

doble vuelta en U, con la Universalidad y el amplio retardo que generan en sí las

críticas correspondientes a los lugares, hechos y consecuencias.

13. Con justicia esperados, con justicia inusitados, con justicia, Evaristo, aniquilados con

inútiles vueltas de muros y sangre, frágiles huellas donde muere y surge con o sin

embargo alumbramientos.

14. Que nos aniquilan.

15. Y luego sólo pensar retomando con su muerte al hombro.

Page 39: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

XXVII

1. Redondeadas arenas, monstruosas sentencias que apenas comienzo a inyectarme en

los ojos.

2. El borde del cielo se recorta en la ventana; azul, azul y la infinita angustia de los

nubarrones sobre el desierto ¿Te han visitado alguna vez?

3. No puedo saberlo desde estos eriales dormidos que esconden, seguramente, templos,

ciudades, monumentales plazas, poetas, vagabundos y rocas, sobre todo rocas,

inmensas extensiones pétreas, basamento digno de tanta ubicuidad.

4. Abro en su totalidad la ventana, y un agreste vapor me saluda; es él quien domina

estas inquietas soledades, y sin embargo, no es ególatra ante semejante

responsabilidad.

5. Abro los ojos y mi pueblo se me muestra neblinoso, difuso, con su habitual pesadez.

6. ¿Es este habitado-desierto paraje el culpable realmente?

7. No lo sé; este brasero viviente me va y viene bajo la piel, como una sangre vieja y

eterna, inerte y fiel; presente y pasado son uno, a lo largo de sus ardientes callejones.

Page 40: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

XXVIII

1. Hay tanta paradoja en las palabras; pozos oscuros y odios manifiestos que

ensordecen la madrugada con su feroz aliento.

2. No busco encontrarme, al final del tiempo, en la asustadiza línea del medioamanecer;

considero esa fuga la encamación del moho en el brocal, la túnica rota de los años,

las secas y obcecadas palabras que interrogan un abismo absoluto.

3. Un encuentro consistiría, después de todo, en mantenerme de pie, atalaya y laberinto,

la página no numerada y sin fecha adquiriendo otra dimensión y dejando de ser la

llanura fría y aún en tinieblas que la sentencia de algún sueño haya anidado en un

ínfimo abrazo.

(Advertencia: No orar, sacrifique varios cameros durante una noche equinoccial, de año

bisiesto, con la Luna a medio eclipse. Bese sus frentes antes de decir adiós. No olvide sacudirse

el polvo sobre el negro mármol. Abstráigase, multiplíquese en cuanto sacerdote, posadero, poeta,

mago y organillero ciego consiga en su marcha).

4. Si, ciego de vértigo y el círculo de rocas aguardando. El agua. El cielo navegando en

el ojo de un inimaginable gato que tímidamente nos lleva a cuestas mientras trepa al

brocal. Sabías mi nombre, dirección y potencial ruta de escape: La escalera - Granito

y madera - Las manos frías.

(Detente)

5. El minucioso musitar de escándalos y blasfemias en una carta sin leer, sin jugar,

abatida, abierta en el pecho con una herrumbrosa estrella de plata ¿alucinación?

¿profano estigma? Te esperan muchas sorpresas, la menor de las cuales esconde un

castillo tras una montaña y hay que conocer los siete nombres del Dios Hambriento,

la carne tiembla al verlo y no se le debe mirar a la espalda.

(Debe asegurarse, asimismo, de no haber ofendido a Wödan en la noche de su duermevela bajo

el samán del patio izquierdo, en el templo de los Igigi. Pa-Bil-Sag es su símbolo y el sello de su

progenitor; no mienta en la hora más oscura, susurre siempre y cuando salude a alguien que

traiga dolorosos pero fieles recuerdos a sus instancias emocionales de los días martes, jueves y

sábados. Descansará el domingo, gracias a la duodécima luna sobre la montaña).

6. Una palabra contiene la duda en las palabras y sus conjeturales adverbios.

Page 41: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

7. La humedad es un vaho flotante que asciende hasta los perlados reflejos del pozo en

tu rostro.

8. El pequeño vacío, el abrazo, te inmunizan y la piedra delimita un nuevo pero fugaz

encierro. Conoces la palabra y -a pesar de ello- no basta con pronunciarla.

(Mencione cosas como prendas en juego, ilusorias nuevas vidas y manuales de cocina medieval.

Eso bastará -al menos por los siguientes lustros- para mitigar el fuego en las calmadas aguas del

Lago de Hali, cuyo brocal es el mundo, y su fondo, una oscura premonición que estremece el

alma)

9. Nunca debe uno despedirse por completo.

10. ¿Acaso el cielo no es el mismo sea cual sea la dirección del vuelo? No dejará de ser

una ascética ascensión cuyo límite está en la promesa, en la promesa el abrazo, en el

abrazo un laberinto de escenas, acaso una lágrima, en la lágrima el tembloroso reflejo

del reflejo en el oscuro círculo en el ojo del gato; el cielo nos cubre por completo.

11. No hay golpe ni ahogo.

12. La carta es leída, la palabra conjura un atrevimiento sin precedentes.

13. La llanura no es más un desierto, en el horizonte se recorta un mohoso brocal, de

cuando en cuando, una estrella de plata se refleja en el fondo del pozo.

Page 42: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

La vida profana de Evaristo Jiménez

1ra Edición:

Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, Caracas, 2002

Page 43: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

Et, ivre de ma folie, je lui criai furieusement: “La vie en beau! La vie en beau!

Charles Baudelaire, Le spleen de Paris

Page 44: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

ANDREA

Saliendo del bar su historia es la de siempre. Mira hacia arriba y el humo

de los labios tiende a arremolinarse entre las estrellas, como una

bocanada de tiempo devolviéndose desde si misma hasta ningún espacio

posible. Sonríe y en los espejeantes ojos no hay rastro de pena.

Penumbra interior que no llovizna. Más allá de sus pasos trémulos, sólo

la noche que la va devorando lento.

Page 45: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

UNO DE NOSOTROS

Cuando muere, la luna le tiende el lecho. Unos pasan por encima y le

creen otro durmiente de esquina a esquina. Los perros le husmean y la

botella, en su mano, coquetea con cualquier casual-atroz labio que silbe

su canción de muerte. Un hilillo de sangre puede delatarle, pero nadie lo

ve. La sangre es ya un recurso barato, es decir, su valor se ha ido

depreciando conforme oscurece.

Page 46: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

A PLENA LUZ DEL DÍA

Soy una simple pregunta y me rompen las tardes de sol. Miro en silencio

una sacudida, una trémula cerveza, ardores de humo y humo de ausencia.

Eres el cigarrillo necesario en la justicia, el último deseo estremecido. La

piel que me arranco a mordidas, lleva por tatuaje tu absoluta respuesta.

Page 47: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

PRIMERA COMUNIÓN DE EVARISTO JIMÉNEZ

Misa o festividad de ancianos, mendicante inquietud que va midiendo mi

verbo con su meridiana luz de doce y treinta. Lerdo como un sueño soy

sin tiniebla el perdón, cualquier perdón, residuo de tiempo prestado

nunca devuelto. Alguien me espera, lo se, en cualquier esquina, pero el

nombre se me agota leyendo tu carne en estos dedos sucios y delgados.

Page 48: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

EVARISTO JIMÉNEZ SE ASOMA A SU VELATORIO

Palabras y flores perdidas, horas de enormes ausencias que se cuentan

con dedos ajenos, en pálidos, deliciosos labios. Largos pasos de muerte

propia escuchan al tiempo arrastrando su rueda: Oxido y desnuda

crueldad que va dejando muy atrás, la vida.

Page 49: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

HOMÉRICO CATÁLOGO DE LAS NAVES SEGÚN EVARISTO JIMÉNEZ

Licores rojos, licores blancos, bebedizos infernales o elixires divinos,

besos de ángel encerrados en vidrio o babas del demonio disfrazadas de

azul. Botellas oscuras como el amor o transparentes como la pena,

grandes o pequeñas, llenas o a medio vaciar. Botellas innumerables,

como innumerable y sombrío el pesaroso destino.

Page 50: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

IN DEN TRAUM

Como si de pronto un árbol antiguo nos hablase, o el suelo bajo los

pasos tristes nombrase una a una nuestras culpas o derrotas. De tal

manera que el Dios que te observa no cejase en su empeño de humillarte.

Page 51: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

JE NE PEUX PAS T'OUBLIER

Espina, memoria de falsos juramentos, nunca el perdón. Horas de piel en

la piel que se quedan atrás, historias que se entretejen y no cesan,

burlando el sentido, atenazando el recuerdo. Algo escuece cuando

nombro estas terribles muertes: Un pasado que se queda en los párpados

caídos, en las buenas intenciones.

Page 52: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

EVARISTO JIMÉNEZ SE HACE A UN LADO DE LA VIDA

Me basta poco para intuir la medida precisa de mi muerte: Apenas

desnudar -una vez más- la sangre en los dedos, delicioso palpitar de

incendio, ser el tiempo que nunca he sido. Apartarme con orgiástico

placer, sin averiguar a quién pertenece cada hora antes de perderme en su

marea. Inmovilizarme, sereno y uno, aniquilado y frío en la pereza del

gesto.

Page 53: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

INSOMNIO SIN PRISAS

Cada noche me duermo pensando en que no debo permitirme otra

noche tan ingrata al día siguiente. Con cautela me acerco del modo

menos perjudicial al límite de mi propio entresueño, duermevela

peligrosa que al menos me asegura uno que otro amanecer agradecido.

Page 54: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

ROUGEÂTRE LUNE DES LÈVRES

¿Dónde está el juego inocente? ¿Dónde la perversidad? No lo se. Sólo

percibo un palabreo incesante que me devora y me deprime, me hunde y

me devuelve como en un dudoso aquelarre de espaldas contra espaldas al

viento, rocas mancilladas por los pasos devueltos, los pasos atrás,

siempre, atrás. Salgo a descampado de este palabreo y soy presa fácil

¿pueden verlo así?: Pálido rubí de labios perdidos que somete la palabra a

su tacto.

Page 55: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

TERRAZA DESDE NINGUNA VOZ

Alguna mano buscará nerviosa la compañía nerviosa de otra mano en la

penumbra, una silla se aproximará lentamente a otra y un silencio como

de prohibida piel vendrá a mecerse tras la melodía. Suelto los ojos hacia

la puerta, distante como todas las puertas, inquietante como mi propia

salida, como ninguna salida; miro hacia afuera y sólo adivino el rumor de

tus imposibles, descalzos pasos perturbándome en la noche.

Page 56: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

EVARISTO JIMÉNEZ SE PIERDE EN LA MIRADA AZUL DE LOS GATOS

Como si no supiera lo que viene flotando hasta sus manos.

Page 57: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

BOCANADA

Un rostro fijo en los años, eterno. Una voz que me adivina la

incertidumbre, sacando a relucir viejas cuitas de la mano que protege la

mirada. Su veloz incendio es el desolador de toda ternura, de toda

intención de beso. Amor que se queda, que no pasa; espiral voluta de

humo que va quebrando el reflejo de toda sombra.

Page 58: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

CONFESIONARIO GRIS

Hay días en que escribir es un acto simultáneo de hipocresía entre la

gastada vida y las intactas palabras.

Page 59: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

PER SPECULUM, IN ÆNIGMA

Están los rostros que he usado en anteriores sacrificios, injuriosos

desmanes que nombro y aniquilo continuamente en mi espuria

perspicacia de fiera, acaso esperando un ritual intuitivo y febril que se

desarrollará en las manos que ya no toco.

Page 60: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

DOPPELGÄNGER

Atroz como un lobo sediento de lunas, yo vengo desde siempre

desandando mis pasos.

Page 61: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

VATHEK (O CIERTAS TARDES DEL ’86)

Era fácil reconocerte: Dientecillos afilados, ojeras profundas y pasitos

cortos; solías tomarnos de la mano y llevarnos a romper vidrios y espejos

con la vívida euforia de los videntes.

Page 62: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

CONTRAPUNTO

Crápulas de aire viciado y palabras enfermas de miedo, grandilocuencia

de la noche plenilunar que intenta divinizar nuestras ausencias en sus

falsas crucifixiones.

Ya no creo en mis enemigos.

Page 63: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

VITÆ

Pensar y recordar en términos exquisitamente tristes una delicada

opresión en la cara, con el inefable sentimiento de que tu cuerpo está

absolutamente vacío de ti.

Page 64: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

OCTUBRE, 1983

La tarde se va entreteniendo en un rumor lejano, la mirada de un Dios

desconocido recorre los charcos y los azotados pajonales, que se doblan

muelles ante el soplo inevitable de la sombra ¿Cómo poner palabras de

por medio entre su vaivén, y el mío? ¿Cómo cantarte vida, si siempre nos

está lloviendo dentro?

Page 65: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

DER ALCHEMIST

No ansío recompensa alguna. Sólo vigilo y espero.

Page 66: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

I KING

(O “SU MIRADA EN LOS BATIENTES DE UNA PUERTA DE CRISTAL”)

Ocasión en voz perpetua que tolera todos los cambios. Mutación.

Hexagrama de fuego en sus ojos.

(Para los ojos, ópalo: Verbal epifanía de pasión)

Page 67: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

LA MESURE DE TOIS MOTS

En plena conciencia, en distancias ajenas, sin buscada nombradía, la tan

gastada última vez.

Page 68: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

DICEN EN EL PUEBLO (¿CUÁL PUEBLO, POR DIOS?)

Miro a Penélope, ya no banco de pino verde, liceo mejor. Vestida en

absoluto azul e inocencia, sonriendo abriles que no ayer, es mil nueve

ocho cuatro y en mí, el afán de justificar libros, palabras diciéndose solas,

hasta hoy, por siempre.

Page 69: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

LAS REBELIONES DE EVARISTO JIMÉNEZ

Fue y sigue siendo duro aceptar que las palabras ordenan a su antojo la

realidad, sin autorizarnos más que a la burda desmitificación

interpretativa, un ingenuo desciframiento de sonidos y sentidos, con la

vanidad del desengaño frente al otro rostro.

Page 70: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

DIÁLOGO DE ALMOHADAS

Una voz que se hace lenta en el ensayo de engañarse a sí misma con un

llanto fingido.

Page 71: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

CAFÉ PIZARNIK

Los eternos personajes giran incansables en torno a una mesa

pobremente iluminada y de pronto, lo único que es nuestro, es el intenso

hedor de estrellas mojadas.

Page 72: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

NEGROS, COMO EL LUTO

Sus ojos, siempre sus ojos, y en su negrura inverosímil la otra sombra,

cuya textura de humo es la del desarraigo.

Page 73: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

PODÉIS IR EN PAZ

Disfruto de la ubicuidad de cierta nada: Las cosas del día me absorben y

escupen sin lástima ni brillo, sin oropeles o banderas flameantes.

¿Habíase visto tanta libertad en medio de la noche? Prepárense ahora,

para decir la otra oración.

Page 74: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

SIBONEY

Te disimula la luz, pero tu enfermiza estirpe tiene medida y corporeidad:

Haz dolor, ahora, haz sangría de adentros. Mueve el alma al lado menos

púdico y será de noche y estarás afuera, donde nadie te observa, bajo la

luz, esta luz.

Page 75: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

MOULIN ROUGE O TÉ PARA TRES

Amorfos mortecinos cuerpos difuminándose sin regocijo tras el humo y

las inagotables soeces palabras, sombras de un día purulento de

amargura, soledad entreverando pérdidas del sentido. Sólo queda

escudarse en la mirada recelosa, el asco meridiano. Me diluyo en espuma

de océano ciego o en el cielo tras las montañas.

Page 76: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

TREINTA MONEDAS

Dádivas del destino que no alcanzo a medir: Un día el látigo, otro, la flor

que no espina.

Page 77: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

ELVIRA O LES DIEUX DE L’ABIME

Su beso puede ser la ambición, nunca la suerte o la hostia del sueño que

esperas. En su profundo infierno de labios partidos, los gestos de la

noche atisbando tu muerte.

Page 78: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

DE PROFUNDIS

Hay quien dice que el poema es como la perla: Sudor de heridas, aspereza

en la membrana.

Deberían ser pescadores en los mares del Sur, evitarían tanto oscuro

camino, tanto sórdido acecho.

Page 79: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

SOLIDARIA MALDAD DE TUS ESPEJOS

Al fondo del llameante cuarto te sorprende la impasible luna que a medio

cuerpo de un sueño te desvela.

Page 80: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

PEREGRINA FUTILIDAD DEL TIEMPO

En muchos de nosotros aún persiste la idea de estar vivos. Pero no es

más que una ilusión: Hace años que la muerte nos devora. Íntimamente

nuestra, nos corroe, incesante.

Page 81: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

UNA TEOLOGÍA DE EVARISTO JIMÉNEZ

Es perfectamente factible aprender el trabajo de ciertos dioses menores.

Lo difícil es enfrentarse luego a la temible burocracia de los altares, la

densidad del miedo al ancestral sahumerio, la exagerada esperanza y tu

miserable olvido.

Page 82: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

INTERTEXTUALIDAD SEGÚN EVARISTO JIMÉNEZ

Cierto poema puede ser tan terrible que nadie te obliga.

Eso si: no esperes que sea el lector quien asuma tanta culpa.

Page 83: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

TAN LARGOS LOS MEDIODÍAS

Un mechón de cabello se asombra en el pálido tobillo ausente, oscilante

juego de manos en el papel que la palabra intenta: Sueño repetido,

gastada distancia.

Algunas tardes te cansa el tiempo.

Page 84: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

TESTAMENTO QUE PUDO HABER ESCRITO Y PERDIDO

EVARISTO JIMÉNEZ HACIA 1984

Cada mañana se van tejiendo las formas que el destino me reserva:

Sombras de la vida y de la muerte, esperanza y derrota amaneciéndome

en falso.

Amor que pierdo para siempre.

Page 85: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

CACERÍA

Hablábamos de ciertas noches en que una cerveza puede cambiarle la

ruta al destino: Te evade y se aleja para siempre o arremete contra ti

como un caballo ciego de ira.

Es la simple razón de los abandonos, macilento letargo que todo lo

difumina hasta que de ti mismo, sólo una mancha borrosa doliendo

menos en el espíritu.

Page 86: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

EL LLAMADO DEL MUECÍN CONMUEVE A EVARISTO JIMÉNEZ

Secreta viciosa esperanza que aludes al sueño, arranca de mis ojos esta

espesura y todo recuerdo. Pecador como muchos, he fatigado la milésima

piel de la noche plenilunar y sólo arena tardía se desliza por mi espalda.

El desierto me sabe y me contiene. Enceguecido de tu fe, soy esa antigua

tormenta.

Page 87: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

PROCELOSA DISTANCIA DE LOS PASOS

La espada y la cruz se besaban oscurecidas en los ojos culpables de Ynés.

Era difícil entonces no creer en tanta infecta salmuera.

Pero yo siempre viviría de paso en esa penumbra.

Page 88: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

PINCELES

Una melancolía que no entiendes. Un sueño que se esfuma entre las

dudas y flota, leve como el tiempo mordiendo las carnes. Es lo mismo

cada mañana: Es como ponerle alas al tiempo y seguir buscando tras los

colores del alba. ¿Cuándo acabará todo esto?

Acaso la tierra húmeda, las letras doradas.

Page 89: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

GELBE NOSTALGIE

Buscas en los escombros metáforas de inmortalidad: Polvo, polvo de

años y páginas vacías.

Page 90: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

SABATH

Piensas que el mal sueño es aquello de lo que huyes cuando te hundes en

el arrebol sin sombra.

Está en ti, como una mano apretando el cuello, pero el cuello es tu

propia gana. Como un beso mordiéndote en la insistencia y el asombro

de ciertas tardes, pero tu eres el labio, la tarde perdida.

Juras, y sigue contigo.

Mientes, y es cuando crece su inquina, su fabulosa y abyecta lealtad.

Page 91: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

CANCIÓN

Necesito de ti una injusticia para el camino que intento.

Te necesito ardor de la piel por dentro, casa de mis huesos alucinando un

atardecer.

De ti la excusa y la sangría, el perverso retorno y el ruido de muerte.

Palabras que conozco y que no diré.

Paredes húmedas y lánguidas rosas.

Desnudo y hambriento de ver, he de esperarte.

Como en una interminable letanía de invierno.

Page 92: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

FE

El inmenso y ofuscante armazón de una mentira asomándose

impunemente al horizonte, como la inocente tercera luna de abril o la

sonrisa del hijo que nunca tendré.

Page 93: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

LOS GATOS Y SU INEFABLE SENTIDO DE LA HISTORIA

Su mayor virtud estriba en conocer nuestros pecados, por eso sus

canciones son siempre festivas y hablan de glorias pasadas y héroes

incorruptibles.

El tiempo nos dará la razón.

Page 94: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

LOS GATOS NO TEMEN A LA OSCURIDAD

Vivo calmadamente en la penumbra trémula de mi cuarto. Ahora que

tengo ojos rasgados, me tienen sin cuidado la crítica y sus métodos

forenses.

Page 95: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

NO LLEVARÁS TRAS TUS PASOS TANTA SED

El amanecer es una tarde revertida hasta el hastío, disolución de un

tiempo doble poblando de nervio el asombro. Cada día que pasa nos

otorga el secreto de un ansia desconocida.

El ineludible mañana nos pesa tanto como el ayer.

Page 96: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

CIERTA NOCHE DE JUNIO, 1988

Suspicacia febril encanto

(Aquí le pusimos lindero al sueño)

Page 97: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

EVARISTO JIMÉNEZ SE NIEGA A ENTERRAR SU BARCO

Hasta la decrepitud del verbo no me supe portador de tan insólita agonía.

Aún así, nunca terminaré de convencerme de la futilidad de tanto

océano.

Page 98: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

IRIS

Como disolverse lentamente, sin que el ojo deje de temblar en su ranura

de muerte.

Page 99: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

LA VIDA PROFANA DE EVARISTO JIMÉNEZ

Sólo la noche enamorada pudo lamer sus angustias.

Page 100: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

REVLON 245

Hay una esperanza cenital en su actitud: Se han reunido a festejarse en un

rincón de la sala.

Abajo el crujir de dientes titubea un brevísimo instante y suspira.

Page 101: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

EVARISTO JIMÉNEZ INTENTA JUSTIFICAR SUS MENTIRAS

Puede ser que la fe, como decía Gracián, no pase por lo que es sino por lo que

parece.

Ahí radica el misterio de la poesía: Hacer que la apariencia sea creíble

hasta el martirio.

Page 102: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

CARTA A LA INVEROSÍMIL AMANTE DE EVARISTO JIMÉNEZ

Tus tobillos siempre me dijeron la verdad.

Page 103: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

LOS GATOS TOMAN PARTIDO

De este lado del infierno esperamos con humilde resignación la visita del

ilustre dignatario.

Page 104: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

YNÉS, 1993

Toda la casa estaba hecha de piedra. El café era áspero, los besos en la

puerta dejaban los labios resecos, la mirada cansada como regresar de mil

ciudades.

Sólo tu nombre era sinónimo de asombros.

Page 105: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

YNÉS SUEÑA SER LA REINA DE SABA

Al fin y al cabo los poetas esperan toda la vida.

Page 106: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

HIPÓDROMOS

Un domingo cualquiera uno escoge la precisa cantidad de golpes, la

exacta tristeza, la necesaria autocompasión.

Page 107: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

A QUIEN REZA ANTE UN CALENDARIO

Que no te inquieten la vana brujería o el afán de un beso. Una vez al año

las puertas de la noche se abrirán y disfrutarás para siempre de esa

ausencia sucesiva.

El azar sólo dictamina el número de ciclos: El ayer ha sido escrito para

esperarte por siempre.

Page 108: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

RUE DIDOT, 1999

Aquí aprendí la distancia como quien aprende a devorar su propia carne.

Page 109: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

Nocturno del espeso mediodía

Inédito (2008)

Page 110: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

…mucho me temo que palabras es todo lo que mis manos han visto alguna vez.

Samuel R. Delany, Babel-17, II

Page 111: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

Primera parte

A LA SALIDA DEL FASTUOSO RECITAL

Page 112: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

PEREGRINAJE

Sucede a veces

duele el cuerpo y entre palabras

te agotas

buscando justicia

o redención

Ese día vuelves temprano

y la caricia ajena dice para siempre

el tamaño

de toda tu culpa.

Page 113: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

CARRUSEL-CAMPAÑA ELECTORAL

Inquietantes imágenes medievales donde feos sátiros

escoltan a un hombre santo

y querubines de indecible bondad

acompañan a ominosos individuos

de mirada nada inocente.

Page 114: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

REVELACIÓN EBRIA DEL CLOWN

Comprendes al fin

que los payasos

nunca tienen la llave del circo.

Es decir,

este oficio

nos hace prisioneros.

Page 115: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

PLÁTICA DE EVARISTO Y EL CLOWN

E: No es decoroso ciertas tardes

entregarnos

tan inertes

a la ausencia.

C: Somos frágiles

como velas que se apagan

y se hacen sombra,

sólo sombra.

Page 116: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

A LA SALIDA DEL FASTUOSO RECITAL

A veces amor

siento pena por los poetas:

Tanta lacerada intención

tanto esforzado ego

y sin embargo

siempre están tristes

siempre son pocos.

Page 117: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

HOMENAJE A LA BOTELLA VACÍA

Eres el consabido y negado beso a la despedida,

la mano leve

que no secará

mi frente en el olvido.

Page 118: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

LOS ENEMIGOS

Al acecho infame de la esperanza frágil

que me lleva de tu mano

andan descalzos como el sueño.

Sigilosos

quieren pintar todo de negro

pero no son los Rolling Stones

y todo se les tuerce inequívocamente

porque una virgen misteriosa

cuida mis pasos

y mis camisas.

Page 119: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

INQUISICIÓN DEL TIEMPO

Siempre es demasiado tarde

cuando el corazón

pide respiro

y al silencio se van las palabras

y las horas

y las noches.

Page 120: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

BLOGSPOT

Se busca un paraíso en cada sueño.

Treinta y seis razones

para la acendrada melancolía

de tus domingos.

Una palabra para el amanecer.

Page 121: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

PARÁBOLA DEL POETA DISTRAÍDO

Tiendes al amor

cuando la tarde se hace espesa

y la malicia intenta.

Nunca comprendes

la historia que se repite:

La voluntad de los ausentes

los besos desenvueltos

que se pierden en el hastío.

Page 122: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

ORACIÓN PARA MIRARSE AL ESPEJO

Vives de encaje

y aceptación

de regreso

y profano verbo.

Eres el Dios misericordioso

de los pésames

la gana compartida al sueño

que nunca recobra el despertar.

Page 123: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

LA PALABRA, POR DENTRO

Lenta y sueñera

y del alba al ocaso

tu marca habita la intimidad

de mi oficio.

Me vas doliendo

en la piel cetrera y de viento

hasta descoser mis huesos

en el tiempo inútil

de la cerveza.

Page 124: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

CEREMONIA

Dibujas

un cuerpo en el verbo

y te metes en su vida

como arrastrando los pasos.

Páginas más

páginas menos

descubrirás que ahí radica todo encanto.

Page 125: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

A UNA FUNERARIA BOTELLA DE RON

En ti recobré las palabras

de un amigo muerto

escritas y borradas

al dorso de la etiqueta

donde el indio atroz

esboza la canción,

la noche que no se.

Page 126: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

AMANECER

Enamorada la trampa

va asimilando en los ojos

todo el frío

la venturosa pena.

Page 127: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

AL FINAL DE LA RESACA DE CATORCE AÑOS Y VEINTICUATRO DÍAS

Con la imperfecta sudoración

del tiempo en las manos

voy que adquiero conciencia

de la novedad precisa

en mi rancio dolor de las mañanas.

Page 128: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

UNA VERSIÓN DEL EPITAFIO

Vertiginoso el tiempo

anudó aquí la cifra de mis días

y mis carencias.

Page 129: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

EN TORNO A LAS LICENCIAS POÉTICAS

Como la muerte

–que también es la noche

o las hondas vicisitudes

y las efímeras alegrías de la piel

no hay pluma que no caiga seducida

y convierta al poema

en un barco ebrio

o una damisela vulgarizada

navegando al arbitrio de mil noches

de estupor y supina locura.

Page 130: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

WHITE-PAGE BREAKFAST

Escribes una o dos líneas

para borrar ciertas mañanas

las apamates ojeras del insomnio.

Page 131: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

FUTILIDAD DEL BOLERO

De tanta espera

sólo va quedando un anhelo cómplice,

tan banal e inútil

como las guitarras

y los espejos de los sueños.

Page 132: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

TESTIMONIO DE EVARISTO, FABULOSO POETA DE BARRA

Alguna vez quise como Homero

y sus cóncavas–aqueas naves en el vinoso ponto

ser un catálogo de las botellas amarradas a mis días

simular que iban por mi memoria

como las frágiles barquerolas del amor

o las inocentes catedrales del despecho.

Page 133: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

INTERTEXTUAL SE MUEVE EL INSOMNIO

La página no numerada y sin fecha adquiriendo otra dimensión,

dejando de ser la llanura fría y aún en tinieblas

que la sentencia de andar sin sueño me anida en su ínfimo abrazo.

Page 134: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

A PROPÓSITO DE JOB 27, 9

Así como se esconden

las hojas secas

en lo profundo del bosque

¿Acaso esconderá

la abrumadora ciudad

a sus poetas solitarios?

Page 135: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

ALCOHOLES LEJANOS

Recuerdo con más miseria que nostalgia

las formas del sueño y los milagros de la resaca

las ebrias caminatas al aliento de una mujer en Ciudad Ojeda

que no fue peor que el aliento de una mujer en Copenhague

–adonde no he ido

pero supongo llegan como barcos los domingos

la soledad

las tardes grises.

Page 136: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

IN VINO VERITAS

Hay un misterio en cada botella

que la soltura del ojo

no alcanza a medir

ni la azarosa baraja

puede ofrecer como premio.

Page 137: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

Segunda parte

ORÁCULOS VESTIGIALES

Page 138: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

COMUNIÓN

Saber entrarle a esa noche

en el instintivo subsuelo

donde anidan gargantas ajenas.

Liberar la propia

al deslizar amargo

del sanguinolento humor

en la verde botella.

Page 139: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

ADVERSUS ANNIVERSARIUS

Como la muerte

el nacimiento

es un suceso tan irrelevante

que a veces nos enamora

perder la cuenta

del intervalo.

Page 140: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

CARPE DIEM

Una manera sabia y antigua

de aprovechar la brevedad de los días

sería desconfiar siempre de las buenas personas

que dan buenos consejos.

Page 141: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

MAL DE DOMINGOS

Sentarse en el quicio de la puerta

a esperar cartas

arreboles

siete lunas de plata

–firmadas o sin firmar.

Page 142: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

VERSÍCULO DE UN MANUAL PARA REDENTORES

362: Cierto domingo contemplarás tu ausencia. Mirarás la cáscara

de ti mismo sonriendo a la inquina, viviendo fuera del aire.

Page 143: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

AL DEAMBULAR DE MIS DÍAS GRISES

Tan vasta la soledad

pero también

los caminos.

Page 144: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

ÉTICA DE LA AUSENCIA

Uno siempre puede con algo que no sospecha:

Basta que te digan

–en fin

cuándo se han ido

y cuándo no volverán.

Page 145: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

ORÁCULO VESTIGIAL

Todo abismo parte del cielo

y esto es parte

del enigma diario,

como el número de días

que faltan para el amor

o los enteros sueños

que no te contará

una pálida voz.

Page 146: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

VERSÍCULO APÓCRIFO

Desvívase de puras ganas

y amárrese al juicio final

de sus propios dientes.

Luego pase a preguntar

por las razones

las quejas.

Nada habrá que perdonar.

Sólo indolencia.

Page 147: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

VIVIR DE REOJO

Alguna solución sería

vivir llanamente la vida de reojo

escondiéndose siempre

nacer del reflejo sin la marchita esperanza

y ausentarse a media mañana

a renegar del mundo en manos suaves

Hacerse sombra uno de uno mismo

hasta adentrarse y cerrar la ventana

Vivir desconfiado cada paso

como si a la esquina

nos acechase inminente el fracaso

Page 148: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

HORÓSCOPO

Dispones de un único

sórdido instante

en el labio primigenio:

Nunca

te niegues al sueño.

Page 149: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

CUERDAS

Solitario de violín al desgastado corazón:

–Yes, I love you

puede ser más que una excusa

para los domingos

si hasta ese día

nos alcanzan el tercer movimiento

y la ternura.

Page 150: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

HEREDAD

Cuanto pedí

al principio de mi sombra

tanto me habrá

empujado el destino.

Page 151: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

ANALOGÍA

El desamor

siempre tiene una excusa

y la tristeza

vive al acecho.

Page 152: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

DOMINICAL

La vida detenida al paso de las blancas manos

la piel que se queda sola y va mirando en la ventana

el mismo atardecer

que nunca comprende.

Page 153: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

EL CORAZÓN NO SABE QUE LA ROTURA PRECEDE AL PERDÓN

Nunca nadie pudo enseñarle:

Ni el indiferente azar

ni la desapasionada suerte.

Al final debe entenderlo

como se entiende

la bendición de una reliquia,

o la factura perdida del cielo

Una canción de amor.

Page 154: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

DOS DE ABRIL

Del reposo

al éxtasis

difuminas el rostro en otra voz.

Entonces todo olvido

es un acto de pureza.

Page 155: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

GÉNESIS 2,24

Lentos como llovizna

los cuerpos se desnudan

tras la levedad

de una persiana.

Un murmullo casi imperceptible

delata el azar

y la tristeza que –ahora y aquí

apenas empiezan.

Page 156: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

Tercera parte

LAS INOCENTES CATEDRALES DEL DESPECHO

Page 157: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

GRANOS DE SAL SOBRE EL HOMBRO

¿Te contó el Diablo una mañana de ese ardor maravilloso

del tiempo bajo los pies?

¿Acaso de la araña dormida y el juego de espejos

que nos midieron el abrazo y la distancia?

Page 158: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

ÁNGEL DE ROSTRO ENVUELTO, LEONORA

Fría, a la manera pálida de los ángeles

te deslizas al sueño

dividiendo el cuerpo y el deseo.

La línea de la vida oscilando a muerte

y a nacarado olvido

la mirada perdida suspirando espera

el amor que palpita

me delata

no se calla.

Page 159: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

AFUERA LA LUZ SE EXTINGUE VAPOROSA

¿Quién soy a esta hora?

¿Dónde habitan mi verdad y tu distancia?

¿Dónde la medida de mi tiempo,

apenas fantasma o vestigio del tuyo?

Page 160: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

DEFINICIÓN DE AQUELLA MUJER QUE EN SU REGAZO…

Así jugaba: Viento en tus manos.

Page 161: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

DO YOU THINK TIME WOULD PASS ME BY?

Noviembre ya es menos

y apenas más

que un azul

y delicado aroma de espuma.

Un fervor

que se evapora lento

en la infausta

y cristalina memoria.

Page 162: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

ATAVISMO DE LOS DESPECHOS

Como casi todos los hombres

poco o ningún recuerdo poseo

del dilatado día en que nací.

Pero seguramente fui vulnerable

llorando volver al cuerpo

de la mujer que amaba.

Page 163: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

LA SALVACIÓN POR EL HASTÍO

Ofreció repararte el silencio con sus besos

anudar las mañanas

a la seda y la nepenta de su piel.

Pero nunca supiste

dónde se hallaba la trampa

El amor es necio y voluble

el olvido terco

afiló sus dientes en ti.

Page 164: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

A TU CUERPO, VOLÁTIL COMO MATERIA DE ESCRITURA

Así de polvo y ausencia se hagan las calles.

Así crucen mi rostro los rasgos más tristes

y fatiguen mi tiempo

las horas más duras

Tu cuerpo será para siempre

un vasto ejercicio de vanidad

y de palabra.

Page 165: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

A UNOS PASOS DEL BAR EL PEZ DORADO

Aprendí que el paraíso se anuda

a la arena amarga de las clepsidras.

Ahora procuro la nombradía ancestral y perfecta

que fui en tus manos

frágiles e ilimitadas.

Page 166: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

TALISMÁN

Contabas mis días

con paciencia de fiera

quietud de amanecer.

Acaso intuías

que sólo en tu pecho

podría encontrar la azarosa paz

de los sesenta y cuatro oráculos chinos

y la cuarta seña

de la baraja.

Page 167: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

SINGLADURA

Difícil navegar a olvido

con una esperanza

que vive de olores.

Page 168: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

ABANDONANDO MALAS COSTUMBRES

Entendí sucesivamente

que no preciso ir por esa calle

ni trajinar las formas de tu cuerpo

para olisquear las rejas

que me separan del reino.

Page 169: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

LEVEDAD

Si, tocas mis manos.

Debajo del misterio que oculta

ese mínimo instante

se asombrarán la belleza

y la culpa del adiós.

Page 170: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

ASÍ LOS BESOS EN LA MEMORIA

En un rincón taciturnos

en el tiempo preciso

de la mirada

más escondida.

Page 171: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

TRAS LOS ÁRBOLES, BAJO EL OLVIDO

Amar por contrapeso

se parece a los puentes que jamás cruzaste

al árbol solitario

que nos conoció suspiro

aquellas tardes sin mes.

Page 172: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

PERSISTENCIA DE LOS ANTECEDENTES

Hablas del tiempo mítico del sueño

como sentada en un arco de viento

donde la culpa no es más

que un sentido misterio.

Hablas de ayer

cuando aún palpitas

en las sienes amargas.

Page 173: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

SE QUE ES LARGA LA DISTANCIA HASTA SUS ALAS

Prodigiosa memoria

haz alarde

y recuerda hoy su sigilosa llegada

la gastada esperanza.

Borra el hastío de vivir así.

Page 174: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

AL NOMBRE QUE NO CESA

Hay una palabra

que me vigila los huesos

y me escupe al día

con la impiedad

de su alucinada caricia.

Un nombre terrible

como mi propio nombre en otra piel

mi íntima sangre

en otra herida.

Page 175: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

PARAGUAS

Me descubro pertenencia leve

de esta llovizna

accesorio del día que ya no somos.

Ausencia tuya

me voy midiendo

entre los charcos

y las palabras.

Page 176: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

MENGUANTE, ENERO 22

Diluida al fondo de la noche luna gibosa

vas cantando

profunda en los ojos

abrasadora y perdida

mariposa de mis domingos.

Page 177: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

ALGUNA CANCIÓN DE LOS OCHENTA CONOCIÓ AQUEL BESO SIN DESTINO

No supe nunca tu nombre

y a pesar de todo me vas doliendo

al morder las uñas los dedos

o cuando me pintan

ajenos labios

el vaso de ron.

Page 178: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

DESNUDA VA EL ALMA EN LAS MANOS

Frágil estoy

a intemperie apenas

de tu caricia más intensa

y más esquiva.

Page 179: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

A LAS PUERTAS DE UNA CASA ALTA Y OSCURA

Nunca preví que la noche límpida

me negara tu abrazo.

Quise un amor lento y frugal

una esperanza leve

y dorada como los atardeceres.

Pero aún la despedida

suena a versos antiguos

y muere latiendo despacio.

Page 180: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

TALENTO PARTICULAR PARA EL DESPECHO

Impaciente corazón

conoces tu oficio

No es imposible vivir de heridas

con una piel

que se enamora tanto.

Page 181: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

LA EVOCACIÓN POR EL CIGARRILLO

Humo sagital me alcanzas en el recuerdo.

Doscientos treinta y seis cigarros sin verte

van dejando una mancha en el ojo

un cierto temblor

en la mano de escribir.

Page 182: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

INCERTIDUMBRE

Con tus ojos tan distantes

no es difícil

creer en maldiciones.

Page 183: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

ARITMÉTICA DE LOS DESPECHOS LARGOS

Catorce años y veinticuatro días

se dicen tan limpia

desopinadamente

Uno tiende a olvidar

que perdimos tantas

como ciento ochenta y tres lunas llenas

claras, seculares y cursis

de esas que acompañan a los amantes.

Page 184: A la salida del fastuoso recital - Eduardo Mariño

NOCTURNO DEL ESPESO MEDIODÍA

Hay una espesura

que me despierta al mediodía

cierta frágil angustia

que no cabe comparar a una tristeza fatigada

ni a la soledad de mi averno

que te sabe tan irremisiblemente perdida

como inútilmente atroz en la memoria.